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Profesorado de historia
Monografía
Curso: 4º
“Nosotros les decimos: a los que siguen el ejemplo (del zapatismo) que no lo sigan.
Pensamos que cada quien tiene que construir su propia experiencia y no repetir modelos.”
En 1994, Carlos Salinas, como ya era tradición del PRI, designa como su
sucesor a Ernesto Zedillo; junto al inicio de este nuevo gobierno, esporádicamente,
se fue generando una gran devaluación, en la cual Estados Unidos intervino
mediante la prestación de 20 mil millones de dólares obtenidos desde las Reservas
Federales. Por su parte, desde el Fondo Monetario Internacional (FMI), se realizó un
préstamo por 8 millones de dólares (el más grande jamás concedido hasta
entonces, otorgado porque EEUU había colocado ese dinero en garantía) para
intentar equilibrar las balanzas. Para 1995 México poseía una deuda externa de 50
millones de dólares y había caído su moneda, lo que significó la pérdida de su
independencia económica.
1
Pereyra, Daniel (2011) Del Moncada a Chiapas. Historia de la lucha armada en América Latina. 1a
ed. Ediciones RyR, Buenos Aires Argentina, p.374
Dentro de estos orígenes ideológicos, cabe mencionar a la Teología de la
Liberación, que es un reconocido movimiento social y político latinoamericano que
aboga por quienes son oprimidos por las clases dominantes y cuya base ideológica
está fundada en ideas de izquierda y una interpretación de las escrituras bíblicas
que favorece a los pobres. Esta corriente teológica surge en la década del 70, en un
mundo de posguerra, bipolarizado, con la ola revolucionaria desencadenada con la
gesta cubana, que trajo consigo vientos de cambio y abrió paso al socialismo en
América Latina2 producto de las consideraciones de quienes se abocaron a la
reflexión sobre los atributos y perfecciones de Dios, mediante el auxilio
metodológico de las ciencias sociales y a partir de la reivindicación de la perspectiva
de los pobres.3 Esta teología considera que la Iglesia debe estar al tanto de las
vidas de sus feligreses e involucrarse en ellas, junto con sus luchas. Su esencia se
encuentra en traer libertad a los oprimidos, entendiendo que “el reino de los cielos”4
comienza en este mundo. Por lo que los problemas de las comunidades, requieren
soluciones prácticas a través de diversas acciones sociales. La esencia de la acción
social radica en la sustracción del poder a los privilegiados, para dárselo a los
pobres; considera la conciencia colectiva como indispensable para la emancipación
de toda condición de opresión, y la justificación de la violencia para la justicia social, bajo
los siguientes condicionantes: a) que la causa fuere justa y trascendente, b) que se
hubieren agotado todos los medios pacíficos, c) que existiere posibilidad de éxito, d) que el
daño infligido fuere menor que los beneficios obtenidos.5
2
VIllaseñor, P. (2011). La ética política neozapatista. México, 1994-2006, p. 54
3
Pablo Richard. “La Iglesia y la Teología de la Liberación en América Latina y el Caribe: 1962-2002”,
Pasos, Núm. 103, Costa Rica, septiembre-octubre, 2002, p. 29-39.
4
La Biblia, Mateo 6:10.
5
“[...] La Revolución, por lo tanto, es la forma de lograr un gobierno que dé de comer al hambriento,
que vista al desnudo, que enseñe al que no sabe, que cumpla con las obras de caridad, de amor al
prójimo, no solamente en forma ocasional y transitoria, no solamente para unos pocos, sino para la
mayoría de nuestros prójimos. Por eso la Revolución no solamente es permitida sino obligatoria para
los cristianos que vean en ella la única manera eficaz y amplia de realizar el amor para todos. [...]”.
Camilo Torres Restrepo. “Mensaje a los cristianos”, Frente Unido, Núm. 01, Bogotá, Colombia,
agosto, 1965, p. 3. / Véase: Camilo Torres Restrepo. La revolución, imperativo cristiano. Colombia,
Ediciones del Caribe, 1965.
exigencia del anuncio de un Evangelio especialmente liberador”. Samuel Ruiz
consideró que la historia de salvación no se desarrollaba etéreamente, sino
concretamente en situaciones históricas. El compromiso de la Iglesia católica debía
transformar la realidad vigente donde los pobres eran víctimas de una situación
“estructural de dominación”. Seguir la opción evangélica significaba desmantelar
dichas estructuras6. Bajo esta visión pastoral, los líderes de la Iglesia Católica
consideraban que debían acompañar la vivencia cristiana de las comunidades,
haciendo de los propios indígenas responsables de mantener la fe en su entorno,
dándoles lugar para comentar las Escrituras Sagradas y organizar las celebraciones
rituales. Esto trajo consigo que los catequistas formados por la Iglesia y la estructura
que esta brindó, fueran utilizados de manera “natural” por el EZLN: A menudo, los
cuadros preparados por la línea pastoral eran los mismos que encabezaban las
organizaciones agrarias en la demanda de tierras y en la regularización de su tenencia. Los
diáconos, (...) podían administrar algunos sacramentos,(...) y a menudo eran los líderes de
las organizaciones campesinas7.
Los pueblos indígenas en México, como suele pasar en el resto del mundo,
llevan en su historia siglos de dominación económica, social e ideológica; no
6
Op. cit., p.68
7
Op. cit., p.69
8
Op. cit., p. 71
pudiendo ser dueños de sus propias tierras, sometidos por quienes los colonizaron y
menospreciados a nivel cultural. Hay que tener en cuenta que la identidad indígena
es una identidad étnica impuesta a los grupos con identidades culturales propias y
anteriores a la colonia, que se introdujo como resultado de las relaciones
asimétricas establecidas en los procesos de colonización. En estos procesos, las
estructuras sociales y las instituciones autóctonas, se vieron reducidas a nivel
regional, siendo segregadas del mundo de los europeos, los criollos, los blancos.
Específicamente en el transcurso de la segunda mitad del siglo XX, la progresiva
parcelación y privatización de la tenencia comunal de las tierras indígenas, así como
la rápida monetización de sus economías de subsistencia, amenazaron las propias
bases sociales y territoriales de los pueblos indios9. Es por ello que surge la
necesidad de organizarse para hacer frente a esta tendencia y descolonizar la
auto-determinación tanto en los márgenes de los territorios, como en las esferas
culturales y políticas. El surgimiento de organizaciones campesinas e indígenas se
hizo visible a mediados de la década de 1970 ante el aumento de la crisis
corporativa estatal, mientras que los movimientos comunitarios rompían sus
fronteras para luchar por la tierra y el control de los procesos productivos. Nacieron
de estas luchas diversas organizaciones (La Unión de Comuneros Emiliano Zapata,
en el año 1979, en Michoacán o la Organización Campesina Emiliano Zapata, en el
año 1982, en Chiapas) que en sus bases incluían la lucha revolucionaria de corte
maoísta y socialista10.
11
Muñoz Ramírez, Gloria (2004) EZLN: El fuego y la palabra. 1a ed.- Tinta Limón. Buenos Aires p. 23
Fue durante estos años de crecimiento del EZLN, cuando pueblos enteros de
la región de Chiapas comenzaron a sumarse a la lucha; entendieron que los
proyectos y los escasos recursos que les daba el gobierno no eran decisión de la
gente. Nunca les habían preguntado acerca de sus necesidades, simplemente los
querían seguir manteniendo así para controlarlos. A partir de esto es que surge la
idea de la autonomía, ya que hay que imponerse para ser respetados y que se tome
en cuenta lo que el pueblo quiere que se haga. Esto se tradujo en la práctica con la
conformación de municipios autónomos, cuyos representantes eran elegidos por el
pueblo y tenían la premisa de “mandar obedeciendo” (es decir, obedecer todo el
tiempo la voz del pueblo). Los Municipios autónomos proliferaron por la región y
terminan asociándose en las Juntas de Buen Gobierno. La autonomía de los
mismos requirió afrontar la tarea de conseguir las instancias de salud, educación y
de velar por la economía del pueblo. Instancias que se fueron alcanzando,
reemplazando a las instituciones que el gobierno controlaba. De esta manera ya se
empieza a ver cómo el Neozapatismo empieza a desbordar al EZLN, obedeciendo
este al principio de “mandar obedeciendo”, frente al pueblo.
Tan solo doce días después de este levantamiento se anunciaba una marcha
multitudinaria para exigir al presidente el cese al fuego y el inicio de un diálogo con
los indígenas insurrectos. La sociedad mexicana elevó su clamor y se hizo
escuchar. Así fue que este gobierno y su partido, el PRI, que atravesaba una
profunda crisis de legitimidad por la corrupción innegable y las acusaciones de
asesinatos de figuras políticas, no se podían dar el lujo de librar una guerra abierta.
La postura que tomaron fue la de tolerar la presencia de esta guerrilla que estaba
armada, pero que no combatía, y de estrechar lazos de negociación; por lo menos
hasta poder contar con el apoyo necesario para poder socavarla.
Por su parte, luego del alto al fuego unilateral, decretado por el titular del poder
Ejecutivo el 12 de enero, la ofensiva neozapatista sería librada en el terreno discursivo, el
terreno de las ideas. La sociedad mexicana, en general, puso atención a éstos quienes
emitían un discurso novedoso que proponía una nueva visión de Nación con base en la
resignificación y reinterpretación del pasado mexicano, que a quienes desde el escenario
político formal pronunciaban un discurso desgastado y carente de credibilidad.12
Hay que resaltar con mucho énfasis el modelo discursivo de Marcos, ya que
empleaba un lenguaje totalmente distinto al rígido y cuadrado de los discursos
políticos. Sus discursos eran análisis y críticas muy profundas de las diferentes
situaciones político-económicas del neoliberalismo, pero también estaban dotados
de sentido del humor, narrativa, cuentos y metáforas. Sus discursos tenían una
llegada real al pueblo mexicano. Dentro de estos discursos se comunica al pueblo la
crítica y necesidad de reformulación del poder y su teoría; se busca dejar en claro
que no se está buscando tomar el poder, ya que el mismo está corrompido, lo que
se está buscando es transformar de raíz la verticalidad de esta pirámide que no
12
VIllaseñor, P. (2011). La ética política neozapatista. México, 1994-2006.
http://bibliotecavirtual.dgb.umich.mx:8083/xmlui/bitstream/handle/DGB_UMICH/2406/IIH-M-2011-000
7.pdf?sequence=1&isAllowed=y. p.72
consiente la expansión horizontal (democrática). Otra de sus proclamas más fuertes
es el mandar-obedeciendo, que vendría a ser el principal antídoto a la relación
tradicional del mando-obediencia, en la cual la imposición y el autoritarismo
prevalecen. “Escuchar obedeciendo” se traducía en escuchar y seguir el sentir de la
comunidad.
La autonomía era una demanda histórica del pueblo indígena Mexicano, que
había logrado en 1910 recuperar con la histórica lucha zapatista y que les fue
quitada en la época que estamos abordando. Lo que buscaban era recuperar el
derecho de elegir a sus propios y auténticos representantes para ejercer la
autogestión y el autogobierno.
Entre los años 1996 y 2001 el neozapatismo empieza a abordar sus batallas
mediante la creación de espacios de participación (comités, foros, votaciones,
comisiones, congresos, etc.), democratizando e institucionalizando las batallas por
sus demandas: empiezan a lograr un consenso social, legitimando la batalla política
que están librando contra el gobierno.
Tras esta realidad, cansados al punto del hastío y llenos de desconfianza por
los partidos políticos y la clase gobernante, deciden encarar una nueva etapa en su
lucha: la conformación de las Juntas del Buen Gobierno, o Caracoles. Entre el año
2003 y 2004 en setenta comunidades (que equivalen a la mitad del Estado de
Chiapas), se conforman Caracoles, es decir bases de apoyo dirigidas por civiles
zapatistas elegidos por sus comunidades ( con carácter rotativo y revocable); estos
se basan sobre todo en la autonomía, es decir, en el derecho y la capacidad de
gobernarse a sí mismos y por sí mismos. El EZLN pone en práctica los Acuerdos de
San Andrés, dándole validez a aquello que el gobierno se había comprometido y les
negó en 2001, al pasar la ley anti-indígena que no fue aceptada por ningún pueblo
originario de México.
Conclusiones