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Considero que el estado del sacramento de la reconciliación ha sufrido una evolución no sólo en su
significado sino también en la vivencia del mismo. Al mismo tiempo, pienso que hemos pasado a
una experiencia vital del mismo, donde no sólo es la situación de la culpa y de la falta, sino la
experiencia del amor y de la misericordia de Dios, buscando la reconciliación con el otro. Por otro
lado, está la situación de vivir el sacramento como algo que no está claro, que es confuso y que ante
todo lo que se ofrece hoy, el sacramento resulta ser una opción más entre un mundo de opciones.
Se convierte en algo que ya no cuenta y que no tiene algún significado para la vida, algo que resulta
indiferente y sin sentido.
Parece ser que cierto sentido legalista y normalista del pecado va debilitándose, aunque en
beneficio de otro más auténtico, íntimo y más cercano a nuestra cultura.
2.- Presentación de los diferentes elementos y componentes que influyen en nuestra actual
percepción del pecado y por ende del Sacramento de la reconciliación.
Transgresión implica el quebrantamiento de una ley, norma o costumbre, es visto como algo
legalista y rígido. Mientras que el pecado va más allá de la falta a una ley, implica que el ser humano
libre y lucidamente, rechaza la relación y el amor con Dios y que su acto afecte al hermano y por
ende a Dios. Es un acto que obstaculiza la recepción del don que Dios hace de sí mismo para la vida
del ser humano.
Existe una diferencia central, mientras que el sacramento de la penitencia podía quedar reducido
sólo a la reparación de una falta y a un sentimiento profundo de culpa, el sacramento de la
reconciliación implica una vivencia más íntima y profunda, que lleva al encuentro amoroso y
misericordioso con Dios y al mismo tiempo invita a un proceso de conversión y transformación.