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COMO MEJORAR UNA CONVIVENCIA ENTRE LOS ALUMNOS Y LAS

ALUMNAS
La convivencia es un elemento fundamental en el proceso de aprendizaje. En
primer lugar, porque aprender a relacionarnos en entorno social, cultural y afectivo
en el que vivimos y en segundo lugar, porque aprender a convivir es fundamental
para el desarrollo individual y social de cada persona.
Teniendo en cuenta esto, ¿cómo se educa para la convivencia? En primer lugar,
los expertos coinciden que la mejora de la convivencia escolar empieza por
la responsabilidad compartida de todos los miembros de la comunidad educativa,
implicados directa o indirectamente en la educación: familia, profesorado,
instituciones, agentes sociales, etc.
La educación para la convivencia requiere un planteamiento continuo que tenga
en cuenta las múltiples variables. Un proyecto que abarque todos los aspectos de
la convivencia exige fomentar la información, la participación, la comunicación y la
colaboración.
Actualmente se están desarrollando proyectos como el Programa Kiva, una
iniciativa anti-acoso desarrollada en la Universidad de Turku, Finlandia, y que
además de la trayectoria en su país, también se aplica en algunos centros estatales.
Por su parte, el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, a través del Centro
Nacional de Innovación e Investigación Educativa, está elaborando el Plan
Estratégico de Convivencia Escolar. Se trata de un proyecto en fase de
desarrollo, para el que se ha constituido una mesa de expertos que trabajan para
definir los ejes de la prevención del acoso y la violencia escolar.
Queda mucho por hacer, pero existen buenas prácticas para trabajar en el aula. A
partir de los artículos recibidos, recopilamos algunas medidas que contribuyen a
mejorar la convivencia en las aulas y reducir el acoso escolar:
 Prevención. La educación para la convivencia debe iniciarse desde
las primeras etapas (infantil y primaria). Si se fomenta la construcción
diaria de la responsabilidad, mediante la implicación, la complicidad y la
confianza del alumnado, se consigue una pauta imprescindible para la
educación en la convivencia.
 Detección e implicación de la comunidad. Para Tiina Mäkelä,
Coordinadora del Programa Kiva en España y América Latina, primero hace
falta concienciación. Toda la comunidad escolar (dirección, equipo docente,
personal no docente, padres y alumnos…) tiene que saber identificar el
acoso escolar. Por su parte, Mª Jesús Comellas, Doctora en Psicología y
profesora emérita de la Universitat Autònoma de Barcelona, afirma que el
profesorado debe implicarse como equipo docente educativo, no sólo desde
la tutoría, para incidir en el clima relacional del grupo, implicando siempre al
grupo de iguales y no actuando sólo con las personas consideradas
individualmente precisamente por el carácter dinámico de las relaciones.
 Participación activa del alumnado. El alumnado es la clave en el proceso
de la mejora de la convivencia. Su implicación es fundamental y se debe
trabajar para que se sientan protagonistas del proceso. Mª Jesús Comellas
propone que no puede afrontarse este tema sin la participación activa del
alumnado, como protagonistas de las relaciones que se dan en el grupo y
como agentes que deben favorecer el clima del grupo en el que se
encuentran al margen del espacio en el que se dé esta dinámica, sea el aula,
el patio, la calle o cualquier lugar donde no haya un control y vigilancia adulta.
 Desarrollar la inteligencia emocional. La Universidad de Córdoba (UCO) y
la Universidad de Sevilla (USE) publicaron un estudio en 2015 que
demuestra que disponer de competencias de inteligencia
emocional protege al alumnadofrente al acoso escolar. La educación
emocional mejora las posibilidades de tener una respuesta adecuada ante
situaciones de violencia. Los investigadores observaron que las tres
vertientes de la inteligencia emocional (reconocimiento, regulación y
respuesta de los sentimientos) influían en la respuesta que daban las
víctimas ante un acoso.
Educar para la convivencia
Si tenemos en cuenta todo lo que se ha dicho en los puntos anteriores, sólo nos
cabe concluir ¿de qué forma se puede mejorar la convivencia escolar? ¿Cómo se
educa para la convivencia?
En primer lugar, los expertos coinciden que la mejora de la convivencia escolar
empieza por la responsabilidad compartidade todos los miembros de la
comunidad educativa, implicados directa o indirectamente en la educación: familia,
profesorado, instituciones, agentes sociales, etc. Resulta evidente que evitar la
violencia y fomentar la convivencia requiere el respaldo y la colaboración de la
familia y de las instituciones.
Otro aspecto relevante es la necesidad que las acciones preventivas superen las
acciones punitivas en caso de acoso escolar, conflictos o disrupción en el aula. Las
acciones correctivas no son suficientes por sí mismas si no se acompañan de
acciones formativas.
La educación para la convivencia requiere un planteamiento continuo que tenga
en cuenta las múltiples variables. Un proyecto que abarque todos los aspectos de
la convivencia exige fomentar la información, la participación, la comunicación y la
colaboración.
La educación para la convivencia debe iniciarse desde las primeras etapas
(infantil y primaria). Si se fomenta la construcción diaria de la responsabilidad,
mediante la implicación, la complicidad y la confianza del alumnado, se consigue
una pauta educativa imprescindible para la educación para la convivencia.
Las herramientas más eficaces para la resolución de conflictos son la mediación y
el diálogo. De la misma forma, el tipo de metodología que utilice el profesor puede
fomentar la convivencia y reducir la agresividad (por ejemplo, el trabajo
cooperativo).
Las Comunidades Autónomas y el Gobierno elaboran planes de convivencia que
cada centro puede adaptar a sus necesidades. A partir de aquí, las medidas
concretas que se aplican a cada centro surgen de la experiencia con profesores,
alumnos y agentes sociales.
Finalmente, la educación para la convivencia pasa por crear personas que sean
capaces de escucharse y respetarse mutuamente, sin recurrir a la violencia, por eso
hay que educar a los jóvenes de forma simultánea en el campo cognitivo, emocional
y moral.
Convivencia y disciplina: las clases
Es tal la trascendencia educativa de las clases que cualquier centro docente que se
precie de calidad cuida con especial esmero que se desarrollen en las mejores
condiciones de orden y eficacia, pues una clase no sólo es un lugar donde se
imparten enseñanzas y se llevan a cabo determinados aprendizajes, sino también,
y muy principalmente, es el momento oportuno de promover y desarrollar los valores
humanos en los escolares. Nada de lo que sucede en las clases debe escapar al
interés y atención de los directivos del centro. Antes, al contrario: los objetivos de
aprendizaje, las mismas actividades de los alumnos y todo el entramado de
relaciones interpersonales que allí se dan, en cuanto que es ámbito de convivencia
de profesores y alumnos, constituyen una parte sustancial del proyecto educativo.
Necesidad de unas normas básicas de convivencia
Podría pensarse que un buen clima en la clase o la actuación positiva continuada
de los profesores pueden hacer innecesarias las reglas de disciplina, pero sería no
caer en la cuenta de que esas reglas de actuación son los puntos de apoyo que
hacen posible ese buen clima escolar. En efecto, el respeto a las personas y a las
propiedades, la ayuda desinteresada a los compañeros, el orden y las buenas
maneras exigen que todos los que conviven en un curso acepten unas normas
básicas de convivencia y se esfuercen día a día por vivirlas. El buen clima de
un colegio no se improvisa, es cuestión de coherencia, de tiempo y de constancia.
Son imprescindibles, por tanto, unas normas que sirvan de punto de referencia y
ayuden a lograr un ambiente sereno de trabajo, orden y colaboración; un marco
generalmente aceptado, que precisa los límites que la libertad de los demás impone
a la propia libertad. Para que esas normas sean eficaces, es necesario:
a) que sean pocas y coherentes con el Proyecto Educativo;
b) que estén formuladas y justificadas con claridad y sencillez;
c) que sean conocidas y aceptadas por todos: padres, profesores y alumnos;
d) que se exija su cumplimiento.
La disciplina, instrumento educativo
En un colegio no existen problemas de disciplina: hay algunos alumnos con
problemas, a cuya formación es preciso atender de manera particular. Para un
educador, la solución no es excluir a los que molestan, sino atender a cada alumno
o alumna con problemas de comportamiento, según sus personales necesidades.
La autoridad del profesor
No hay duda de que el éxito del profesor en el gobierno de la clase se asienta en
dos importantes columnas: la autoridad y la destreza que se apoyan mutuamente.
Es difícil concebir un profesor prestigioso que no sepa conducir con acierto a los
alumnos o que, por el contrario, teniendo dificultades en el gobierno del grupo, su
autoridad no sufra un grave deterioro.
Competencia profesional
La experiencia nos dice que los profesores bien preparados suelen ser aceptados
–y muchas veces admirados– por los alumnos. Los problemas de orden y disciplina
van asociados, con cierta frecuencia a los profesores que no se muestran a la
debida altura profesional.
¿Cómo ha de ser esta preparación? En primer lugar, el profesor ha de conocer bien
su materia y esforzarse por ampliar y actualizar sus conocimientos: debe saber.
Pero no basta con saber, el profesor necesita también dominar los recursos
didácticos para transmitir de un modo claro sus enseñanzas: debe explicar bien y
hacerse entender por los alumnos. Necesita, por último, preparar cuidadosamente
sus clases con el fin de presentar su asignatura en función de objetivos valiosos y
de actividades interesantes, con técnicas adecuadas, capaces de atraer la atención
de los estudiantes y de estimular su interés hacia trabajos útiles para su aprendizaje
y formación.
Interés sincero por los alumnos
La primera y principal norma de conducta del profesor es tratar con estima y respeto
a los alumnos. Para estar en condiciones de educar, el profesor ha de establecer
unas relaciones cordiales y afectuosas con sus discípulos, de lo contrario su buena
preparación puede resultar ineficaz: ha de querer a sus alumnos, ha de entregarse.
El profesor necesita crear un ambiente estimulante de comprensión y colaboración,
que dependerá en gran medida de su actitud amistosa, paciente y comprensiva con
todos los alumnos, sin distinción. La acepción de personas y los tratos de favor
deterioran el ambiente y las relaciones interpersonales.
Coherencia de vida
El prestigio y la estima de los alumnos quedan más reforzados si el profesor actúa
de forma coherente con los principios educativos del colegio y con el plan de
formación que se ha previsto para los alumnos. Uno de los daños más graves que
se puede producir a los escolares y que más les puede desconcertar, es la falta de
unidad de vida en el profesor: que haya distinción entre lo que dice y lo que hace,
entre lo que anima a vivir a sus alumnos y lo que él mismo vive, entre los ideales
del colegio y los que él asume y practica en su vida diaria. El profesor educa sobre
todo con el testimonio de su vida personal más que con la palabra misma. Es preciso
actuar con responsabilidad y ser consecuente con los principios educativos del
Centro, tanto a la hora de vivirlos, dentro y fuera del recinto escolar, como a la hora
de exigir que se vivan.
Destreza en el dominio del grupo
El dominio al que nos vamos a referir aquí es el que resulta de conducir con acierto
a los alumnos a la consecución de sus objetivos, en un ambiente de trabajo sereno
y ordenado.
Es evidente que la destreza u oficio de conducir a los alumnos se adquiere con la
práctica y la experiencia, y por esa misma razón, es un arte siempre perfeccionable;
sin embargo, es necesario que el profesor, al situarse ante los escolares, tenga en
cuenta algunas consideraciones elementales sobre el trato con los alumnos.
Integración efectiva de los alumnos en el grupo
En el sistema educativo de la Obra Bien Hecha, se define la integración en el grupo
como "el proceso mediante el cual un sujeto se hace consciente de que forma parte
de un grupo, lo acepta como tal y se ve a sí mismo como un elemento de la
comunidad grupal".
No hay duda de que la integración de los alumnos en la clase es un objetivo
importante al que hay que prestar mucha atención no escatimando esfuerzo alguno
por conseguirlo, pues de esta forma los escolares acceden al bien común
enriqueciéndose con el intercambio de los bienes particulares. Entendemos que la
forma más eficaz y práctica de integrar a los alumnos es procurar que participen
activamente en la vida de la clase en cualquiera de sus manifestaciones.
Consecución de un ambiente de trabajo ordenado y alegre
Es evidente el interés que tienen el que la clase se desarrolle en medio de un
ambiente cordial, sereno, relajado y alegre, de modo que tanto los estudiantes como
el profesor trabajen a gusto. No cabe duda de que éste es un ideal al que aspira
todo profesor y, posiblemente, es lo que más le preocupa en muchos momentos.
¿Qué hacer para conseguirlo?
Los alumnos, por lo general, participan de la misma idea y agradecen que su
profesor sepa establecer orden en la clase y que, actuando con serenidad y
equilibrio, sepa resolver las situaciones difíciles que la convivencia escolar ofrece
en ocasiones. Por el contrario, se sienten inseguros y defraudados con el profesor
que pierde con facilidad el control y el dominio que se le debe suponer por su edad
y experiencia.
Reconducción de los comportamientos anómalos
Pese al esfuerzo por conseguir que las clases se desarrollen en un ambiente
distendido y acorde con los planes educativos del Centro, existen comportamientos
que por su gravedad y los trastornos que provocan en los demás, pueden perjudicar
el normal desarrollo de la clase y el buen ambiente entre los alumnos. En
consecuencia, el profesor ha de combatir y eliminar estas conductas irregulares, y
actuar con criterio, habilidad y firmeza para controlar la situación. ¿Cómo se debe
actuar para restablecer el orden y fortalecer los hábitos sociales de convivencia
entre todos los alumnos?
En estas ocasiones, en las que muchas veces se pone a prueba la calidad humana
y profesional –oficio– del profesor, importa mucho actuar con acierto. Los errores
en materia disciplinaria, por exceso o por defecto, afectan gravemente a la
integridad de la clase y a la propia autoridad.
La disciplina escolar es, por tanto, un instrumento educativo. Por eso, antes de
adoptar una medida ante una conducta inadecuada, es necesario conocer las
correcciones que ese alumno ha recibido con anterioridad y cómo reaccionó ante
ellas; las circunstancias del alumno, el momento en que se encuentra y los motivos
de su comportamiento anómalo; y tener en cuenta la repercusión que ha tenido
entre sus compañeros. Más que la sanción, interesa que el autor del incidente
no vuelva a realizar una acción semejante. Se han de poner los medios para
que el alumno decida rectificar su conducta. En primer lugar, interesa hacerle
valorar con objetividad lo que ha pasado; en una palabra, provocar su reflexión.
Para que una corrección sea realmente educativa es imprescindible que el alumno
valore su actuación y las consecuencias, y concluya que su actuación no fue
acertada, de modo que lamente sinceramente haber actuado de ese modo.
Por esta razón, siempre que sea posible se han de imponer correcciones que
neutralicen los efectos de la actuación negativa con otra actuación de sentido
contrario; ayudando así al alumno no sólo a pedir perdón por su actuación
desafortunada, sino a reparar en lo posible el daño causado: limpiar lo que se ha
manchado; arreglar o colaborar en la reparación de lo que se estropeó, y abonar su
coste; pedir perdón públicamente al ofendido, si fue pública la ofensa; recuperar el
tiempo de trabajo perdido, etc.
TIPOS DE COMPORTAMIENTOS DE LOS ALUMNOS
El niño nace indefenso; involuntariamente y por mero instinto de supervivencia,
resulta con frecuencia agresivo. Llora cuando tiene hambre, sed o cualquier otro
problema. Actúa con libertad; libertad que arrebata a los que lo rodean, obligados a
estar siempre pendientes de él. Y esta forma de reaccionar ante situaciones
desagradables o molestas, dura muchos meses. Lógicamente, desconoce los
derechos y las necesidades de los demás. Por tanto, no puede respetarlos. Y más
bien pronto que tarde, los demás comienzan a ponerle límites.
Eso lo hace evolucionar lentamente hacia otra posición, tendente a evitar
problemas. Una posición en la que renuncia a perseguir ciertos deseos, con tal de
no molestar a los demás; de no complicarse la vida, se hace, a veces, pasivo.
Más tarde, ante las situaciones cotidianas que pueden provocar una incomodidad
mayor o menos, caben tres tipos de comportamiento:
Agresivo. Es el comportamiento natural. Como el del niño. Se responde a lo que
se percibe como una agresión con otra. Habitualmente verbal, más o menos clara.
Quizá una ironía o un sarcasmo. No suele ser eficaz, al menos a largo plazo. No
facilita las relaciones con los demás.
Pasivo. Es el comportamiento aprendido. Hemos recibido mensajes y
admoniciones múltiples desde pequeños: "No te enfrentes al profesor", "No te
enfrentes al poder", "No te enfrentes al jefe". Tampoco resulta eficaz: No genera
respeto en los demás.
Asertivo. Es el comportamiento más eficaz. Defender los derechos, las opiniones
propias, con calma, pero con firmeza. Ser asertivo significa ser capaz de
relacionarse con los demás de igual a igual. Sin sentirse ni por encima, ni por debajo.
CONDUCTA REBELDE Y AGRESIVIDAD:
características, etiología y tratamiento Aquí se incluyen todos los comportamientos
que no parten de una dificultad primaria del niño y cuyos efectos se extienden de
manera inesperada a la conducta del maestro y de los compañeros
perturbando consecuentemente la marcha de la clase. Son conductas tan
variadas como llamar la atención con gestos o palabras, levantarse continuamente
del asiento, desobedecer reiteradamente, agredir, etc. Tradicionalmente se ha
empleado la inmovilización física y el castigo. El castigo provoca un cese rápido
en la conducta rebelde, si se aplica siguiendo unas normas, pero trae consigo
problemas colaterales emocionales por lo que no se aconseja su uso. Pero en todo
caso si se emplea ha de ser inmediato, de suficiente intensidad, pero no elevada y
haciendo saber al niño por qué se le castiga y que hay conductas alternativas no
penalizables. La actitud del maestro ha de ser firme y consecuente pero no
autoritaria ni agresiva. Deben evitarse las reprimendas reiteradas ya que su único
efecto es crear saciedad al estímulo verbal que supone la instrucción. Si se emplean
deben ser en voz baja, de forma que sólo las oiga el niño y ha de evitarse mostrar
alteración emocional y las órdenes han de ser escuetas. Una forma peculiar de
conducta rebelde es la agresión. Ésta implica ataque a otros niños, al profesor o
a sí mismo. Aparece en ocasiones junto con elevados niveles de hiperactividad o
impulsividad. La desaparición del comportamiento agresivo es muy difícil ya que
se ve recompensado fuertemente por la reacción inmediata de las personas que lo
sufren y contemplan. Condiciones que pueden provocar las pautas agresivas. Esta
recompensa inmediata, la abundancia de modelos agresivos en nuestra sociedad,
y situaciones de frustración causadas por fracasos escolares o problemas de
inserción en el grupo. Técnicas empleadas: Las técnicas de supresión de
comportamiento son las más eficaces a la hora de abordar el problema del niño
agresivo. El retiro de atención social en este caso no es efectivo porque difícilmente
los niños agredidos van a permanecer inmutables, por eso se emplean otros
procedimientos como el aislamiento o privación social. Otro procedimiento es el
refuerzo diferencial de otras conductas, en especial las escolares y el juego en
común. También es útil el modelado real o simbólico de conductas alternativas
adaptadas ante ciertas situaciones que pueden controlar conductas agresivas. Son
útiles las técnicas de autocontrol, pues en ocasiones el niño dice que no sabe por
qué ataca a los demás y que no sabe controlarse. Se le enseñan estrategias
cognitivas que sugieran otras alternativas de acción y retrasen la aparición de la
conducta agresiva, permitiéndole un control mayor de su conducta. En todo
caso el programa debe recaer sobre la adquisición de conductas académicas que
ha de ser debidamente recompensada.
Conviene subrayar la importancia de identificar a los alumnos con determinados
problemas o dificultades que aumentan el riesgo de conductas disruptivas. Por
ejemplo:
1. Ausencia de habilidades de procesamiento de la información
2. Falta de control voluntario de su cuerpo
3. Desadaptación familiar y/o escolar
4. Desadaptación social
5. Baja tolerancia a la frustración
6. Dificultad para gestionar la ira
7. Conducta dominante, exigente y egocéntrica
8. Desobediencia
9. Nuevas tecnologías y su uso desadaptativo
10. Atención e impulsividad
11. Estado de ánimo ansioso
12. Inflexibilidad social, mental, comportamental
13. Incluso altas capacidades
TIPOS DE ACOSO ESCOLAR
El acoso escolar (también conocido como hostigamiento escolar, matonaje escolar,
maltrato escolar o en inglés bullying) es cualquier forma de maltrato psicológico,
verbal o físico producido entre estudiantes de forma reiterada a lo largo de un tiempo
determinado tanto en el aula, como a través de las redes sociales, con el nombre
específico de ciberacoso. Estadísticamente, el tipo de violencia dominante es el
emocional y se da mayoritariamente en la clase y en los patios escolares. Los
protagonistas de los casos de acoso escolar suelen ser niños y niñas en proceso de
entrada en la adolescencia. Siendo ligeramente mayor el porcentaje de niñas en el
perfil de víctimas.
Este tipo de violencia escolar se caracteriza, por tanto, por una reiteración
encaminada a conseguir la intimidación de la víctima, implicando un abuso de poder
en tanto que es ejercida por un agresor más fuerte (ya sea esta fortaleza real o
percibida subjetivamente) que aquella. El sujeto maltratado queda, así, expuesto
física y emocionalmente ante el sujeto maltratador, generándose como
consecuencia una serie de secuelas psicológicas (aunque estas no formen parte
del diagnóstico); es común que el acosado viva aterrorizado con la idea de asistir a
la escuela y que se muestre muy nervioso, triste y solitario en su vida cotidiana. En
algunos casos, la dureza de la situación puede acarrear pensamientos sobre el
suicidio e incluso su materialización, consecuencias propias del hostigamiento hacia
las personas sin límite de edad.
Bloqueo social
Agrupa las acciones de acoso escolar que buscan bloquear socialmente a la
víctima. Todas ellas buscan el aislamiento social y su marginación impuesta por
estas conductas de bloqueo.
Son ejemplos las prohibiciones de jugar en un grupo, de hablar o comunicar con
otros, o de que nadie hable o se relacione con él, pues son indicadores que apuntan
un intento por parte de otros de quebrar la red social de apoyos del niño.
Se incluye dentro de este grupo de acciones el meterse con la víctima para hacerle
llorar. Esta conducta busca presentar al niño socialmente, entre el grupo de iguales,
como alguien flojo, indigno, débil, indefenso, estúpido, llorica, etc. El hacer llorar al
niño desencadena socialmente en su entorno un fenómeno de estigmatización
secundaria conocido como mecanismo de chivo expiatorio. De todas las
modalidades de acoso escolar es la más difícil de combatir en la medida que es una
actuación muy frecuentemente invisible y que no deja huella. El propio niño no
identifica más que el hecho de que nadie le habla o de que nadie quiere estar con
él o de que los demás le excluyen sistemáticamente de los juegos.
Hostigamiento
Agrupa aquellas conductas de acoso escolar que consisten en acciones de
hostigamiento y acoso psicológico que manifiestan desprecio, falta de respeto y
desconsideración por la dignidad del afectado. El desprecio, el odio, la
ridiculización, la burla, el menosprecio, los motes, la crueldad, la manifestación
gestual del desprecio, la imitación burlesca son los indicadores de esta escala.
Manipulación social
Agrupa aquellas conductas de acoso escolar que pretenden distorsionar la imagen
social del niño y “envenenar” a otros contra él. Con ellas se trata de presentar una
imagen negativa, distorsionada y cargada negativamente sobre la víctima. Se
cargan las tintas contra todo cuanto hace o dice la víctima, o contra todo lo que no
ha dicho ni ha hecho. No importa lo que haga, todo es utilizado y sirve para inducir
el rechazo de otros. A causa de esta manipulación de la imagen social de la víctima
acosada, muchos otros niños se suman al grupo de acoso de manera involuntaria,
percibiendo que la víctima merece el acoso que recibe, incurriendo en un
mecanismo denominado “error básico de atribución”.
Coacción
Agrupa aquellas conductas de acoso escolar que pretenden que la víctima realice
acciones contra su voluntad. Mediante estas conductas quienes acosan al niño
pretenden ejercer un dominio y un sometimiento total en contra de su voluntad.
El que la víctima haga esas cosas contra su voluntad proporciona a los que fuerzan
o tuercen esa voluntad diferentes beneficios, pero sobre todo poder social. Los que
acosan son percibidos como poderosos, sobre todo, por los demás que presencian
el doblegamiento de la víctima. Con frecuencia las coacciones implican que el niño
sea víctima de vejaciones, abusos o conductas sexuales no deseadas que debe
silenciar por miedo a las represalias sobre sí o sobre sus hermanos.
Exclusión social
Agrupa las conductas de acoso escolar que buscan excluir de la participación al
niño acosado. El “tú no”, es el centro de estas conductas con las que el grupo que
acosa segrega socialmente al niño. Al ningunearlo, tratarlo como si no existiera,
aislarlo, impedir su expresión, impedir su participación en juegos, se produce el
vacío social en su entorno.
Intimidación
Agrupa aquellas conductas de acoso escolar que persiguen amilanar, amedrentar,
apocar o consumir emocionalmente al niño mediante una acción intimidatoria. Con
ellas quienes acosan buscan inducir el miedo en el niño. Sus indicadores son
acciones de intimidación, amenaza, hostigamiento físico intimidatorio, acoso a la
salida del centro escolar.
Amenaza a la integridad
Agrupa las conductas de acoso escolar que buscan amilanar mediante las
amenazas contra la integridad física del niño o de su familia, o mediante la extorsión.
Causas
El agresor: características psicológicas y entorno familiar
Aunque el acosador escolar no tiene por qué padecer ninguna enfermedad mental
o trastorno de la personalidad grave, presenta normalmente algún tipo de
psicopatología. Fundamentalmente, presenta ausencia de empatía y algún tipo de
distorsión cognitiva. Generalmente suele ser una persona que ha visto violencia
con regularidad, se acostumbra a ella o en su casa sus familiares se tratan
agresivamente y lo tratan inadecuadamente a él.
La carencia de empatía explica su incapacidad para ponerse en el lugar del acosado
y ser insensible al sufrimiento de este y que puede llegar al suicidio.
El entorno escolar
Se puede dar el caso de que la ausencia en clase (o, en general, en el centro
educativo) de un clima adecuado de convivencia pueda favorecer la aparición del
acoso escolar. La responsabilidad al respecto oscila entre la figura de unos
profesores que no han recibido una formación específica en cuestiones de
intermediación en situaciones escolares conflictiva, y la disminución de su perfil de
autoridad dentro de la sociedad moderna.
Evolución de los casos de acoso escolar
El objetivo del acoso escolar es intimidar, apocar, reducir, someter, aplanar,
amedrentar y consumir, emocional e intelectualmente, a la víctima, con vistas a
obtener algún resultado favorable para quienes acosan o satisfacer una necesidad
imperiosa de dominar, someter, agredir, y destruir a los demás que pueden
presentar los acosadores como un patrón predominante de relación social con los
demás.
En ocasiones, el niño que desarrolla conductas de hostigamiento hacia otros, busca
mediante el método de «ensayo-error», obtener el reconocimiento y la atención de
los demás, de los que carece, llegando a aprender un modelo de relación basado
en la exclusión y el menosprecio de otros.
Con mucha frecuencia el niño o niña que acosa a otro compañero suele estar
rodeado muy rápidamente de una banda o grupo de acosadores que se suman de
manera unánime y gregaria al comportamiento de hostigamiento contra la víctima.
Ello es debido a la falta de una autoridad exterior (por ejemplo, un profesor, un
familiar, etc.) que imponga límites a este tipo de conductas, proyectando el acosador
principal una imagen de líder sobre el resto de sus iguales seguidores.
A menudo la violencia encuentra una forma de canalizarse socialmente,
materializándose en un mecanismo conocido de regulación de grupos en crisis: el
mecanismo del chivo expiatorio. Destruir al que no es seguidor, al que se resiste,
al diferente, al que sobresale académicamente, al imbuido de férreos principios
morales, etc.
Consecuencias
El acoso escolar al igual que otras formas de maltrato psicológico produce secuelas
biológicas (expresión de genes) y mentales. Especialistas del Centro de Estudios
sobre el Estrés Humano (CSHS por sus siglas en inglés) del Hospital Louis-H.
Lafontaine de Canadá sugieren que las víctimas acosadas son más vulnerables a
padecer problemas mentales como trastorno por estrés postraumático, depresión
y trastornos del ánimo a medida que envejecen.
Acoso escolar homofóbico
El acoso escolar homofóbico o gay bashing se refiere a cualquier clase de daños
hacia las personas, tanto, psicológico, físico y moral por tener o aparentar una
orientación sexual diferente. Obstáculos y aislamientos definen la violencia escolar,
- Ángela Gabàs Gasa afirma en “El fenómeno de la exclusión social” “los obstáculos
que encuentran determinadas personas para participar plenamente en la vida
social, viéndose privadas de alguna o varias de las opciones consideradas como
fundamentales para su desarrollo humano”.
Prevención
Se estima que la intervención simultánea sobre factores individuales, familiares y
socioculturales, es la única vía posible de prevención del acoso escolar. La
prevención se puede realizar en distintos niveles.

Una prevención primaria sería responsabilidad de los padres (apuesta por una
educación democrática y no autoritaria), de la sociedad en conjunto y de los medios
de comunicación (en forma de autorregulación respecto de determinados
contenidos).
Una prevención secundaria sería las medidas concretas sobre la población de
riesgo, esto es, los adolescentes (fundamentalmente, promover un cambio de
mentalidad respecto a la necesidad de denuncia de los casos de acoso escolar,
aunque no sean víctimas de ellos), y sobre la población directamente vinculada a
esta, el profesorado (en forma de formación en habilidades adecuadas para la
prevención y resolución de conflictos escolares).
Por último, una prevención terciaria serían las medidas de ayuda a los protagonistas
de los casos de acoso escolar.
La ayuda se puede agrupar en información para padres, profesores y alumnos.
A nivel institucional, en informes presentados por el Banco Mundial en 2014, se
recomienda impartir programas de estudios a maestros y personal administrativo en
escuelas para promover la equidad y detectar abusos. Igualmente, el conocimiento
de códigos de conducta y el adiestramiento en cómo atender a los estudiantes
expuestos ante el acoso, incluyendo módulos sobre la prevención del acoso sexual
y la discriminación.
Otros 5 tipos de acoso escolar y cómo lidiar con ellos
1. Acoso físico
Es uno de los tipos de acoso escolar más fáciles de detectar, ya que el niño puede
presentar lesiones o marcas en la piel que evidencian que sufre algún maltrato. Aquí
se incluyen empujones, golpes y hasta palisas de uno o más agresores hacia la
víctima.
En algunos casos, el acoso físico va más allá; puede llegar hasta el robo o daño de
posesiones materiales simplemente por el hecho de hacer mal al otro. También se
lo suele maltratar en público, lo que agrega también un perjuicio psicológico al niño
víctima.
Para lidiar con este tipo de acoso, es necesario acudir a los mayores a cargo en el
ámbito que se dé. Estos deberán dialogar con los agresores para hacerles
comprender que la violencia física no es la solución a nada. Si la conducta persiste,
debe haber sanciones.
2. Acoso psicológico
Esta es una forma más silenciosa de maltrato. Se da tanto en niños como en niñas,
y su principal problema es que la víctima suele ocultar estos sentimientos negativos
que se le causan.
Las bromas, ridiculizaciones y palabras hirientes a un niño pueden generarle
traumas y complejos muy importantes. Estas pueden basarse en diferentes
características de la persona, como el peso, la altura, la etnia o incluso la religión o
la condición socioeconómica.
La acción de los mayores es fundamental para detectar este tipo de bullying. Las
palabras pueden dañar mucho más que los golpes; de ninguna manera debe
permitirse este comportamiento abusivo.
3. Acoso virtual
Estos permiten un acoso prácticamente constante sobre la víctima. Además, se
posibilita la proliferación de rumores falsos y la divulgación de material privado que
afectan gravemente la vida social de quien lo padece.
Una práctica muy frecuente —e igual de cruel— es la elaboración de ‘rankings’ o
listas. Aquí se califican a los niños de acuerdo a su belleza, carisma o cualquier otra
cualidad. Esto, además de promover los prejuicios y la valoración del otro por su
apariencia, puede ser demoledor para los niños que no salgan bien posicionados
en las listas.
La educación es un aspecto elemental para erradicar esta conducta desde el
principio. Se debe enseñar al niño a utilizar la tecnología con responsabilidad y sin
lastimar a los demás.
Tampoco viene mal algo de control sobre lo que hacen y consumen en la web. De
hecho, recientemente se ha lanzado mundialmente una aplicación para que los
padres puedan limitar los sitios por los que sus hijos navegan.
«El acoso físico es uno de los tipos de acoso escolar más fáciles de detectar, ya
que el niño puede presentar lesiones o marcas en la piel que evidencian que sufre
algún maltrato»
4. Acoso social
Este tipo de maltrato está ligado a las relaciones sociales. En él, la víctima suele ser
dejada de lado para todo tipo de actividades y eventos. Pertenece a un grupo, para
nadie la observa ni la incluye.
Puede ocurrir en grupos de amigos, en equipos de fútbol, danza o cualquier
actividad. Suele presentarse también en las fiestas de cumpleaños. Hasta puede
combinarse con el acoso virtual, ya que la publicación de fotos y vídeos en los que
se excluye a este niño puede causarle dolor.
Es necesario estar atentos a posibles cambios de humor para detectarlo. Asimismo,
la víctima suele rehusarse a compartir actividades grupales o a contar lo que ha
hecho con sus amigos en el colegio.
Para prevenirlo, es necesario enseñar a los pequeños a ser tolerantes. Deben
respetar las diferencias, ser solidarios y fomentar la inclusión, sin importar cómo se
vista o se vea la otra persona.
Se trata de uno de los valores fundamentales; pero no solamente debe ser inculcado
en la escuela. Esta enseñanza comienza en la propia casa y son los padres los
responsables de ejercerla.
5. Acoso sexual
Aunque se presente con mayor asiduidad en la adolescencia, dado que aquí se
despierta con mayor intensidad la atracción sexual, también puede ocurrir antes. Se
refleja en gestos pequeños; estos hasta pueden ser insignificantes para quienes los
cometen.
Hacer referencia a las partes íntimas del cuerpo de una persona, a su sexualidad o
incluso que la obliguen a besar a alguien que no quiere califican aquí. También
puede haber comentarios obscenos o la imposición de ver material pornográfico que
no es del agrado de la víctima.
Se trata de un tema muy sensible; necesita ser prevenido tanto por los padres como
por los docentes. La mejor herramienta, en este sentido, es una educación sexual
eficiente y temprana.
Es necesario hacer dos salvedades. Primero, que estas conductas pueden afectar
las relaciones afectivas de la víctima por un periodo de tiempo muy largo; le puede
costar confiar en los demás. Por otro, comportarse así no cataloga a un niño o joven
como ofensor sexual de por vida; para él es quizás un juego del que no llega a
comprender su verdadero alcance.
Conclusión
La infancia y la escolaridad son etapas hermosas que marcan a fuego el desarrollo
de una persona. Es indispensable que quienes la transitan cuenten con la guía y el
control de los mayores para comprender qué está bien o qué está mal.
En muchos casos, la maldad no es el motor de los abusivos. Puede haber causas
psicológicas profundas detrás de su mal comportamiento; si esto pasa, también
ellos son víctimas. Por ende, se hace esencial trabajar en todos los aspectos para
prevenir todos los tipos de acoso escolar.
ESTRATEGIAS PARA MEJORAR EL COMPORTAMIENTO DE LOS ALUMNOS
En todas las aulas de todas las escuelas del mundo los maestros se pueden
encontrar con alumnos que no quieran cooperar e incluso que falten el respeto a los
demás, es entonces cuando los maestros tendrán que manejar la conducta de los
alumnos en clase y eliminar este comportamiento inadecuado por el bien del resto
de compañeros. Existen algunas estrategias efectivas que ayudan a los alumnos
a encontrar la motivación no sólo por el estudio, sino en la cooperación de crear un
buen clima y un buen ambiente de trabajo en el aula por el bien tanto suyo como de
todos los compañeros.
Lo primero que se tendrá que tener en cuenta para poder manejar la conducta de
los alumnos en clase es tener una clase bien organizada desde primera hora de
la mañana, con clases que ayuden a los alumnos a encontrar la motivación y a
aprender divirtiéndose. Esas clases interminables donde todos los alumnos deben
estar callados para no enfadar al maestro quedaron en el olvido, para que los niños
aprendan tienen que divertirse, hablar y cooperar… pero sin malos modos.
Una idea por ejemplo nada más llegar al aula y para mantener el buen clima del
aula es que cada alumno escriba en un tablero un pequeño ejercicio preparado
previamente por el profesor para empezar el día como por ejemplo completar frases.
Otra idea es tener todas las mañanas las mismas rutinas como, por ejemplo: llegar,
dejar mochilas, chaquetas, sacar libretas, estuches, pasar lista y empezar la tarea.
Otra idea para mejorar el comportamiento de los alumnos de primaria en el aula
es poniéndoles una pegatina de diferentes colores en la agenda o en un
tablero que simbolicen cómo se han comportado en el día, después cuando
acabe la semana quienes mejor hayan tenido un comportamiento podrán tener
premios y quienes no, consecuencias como tener menos tiempo de recreo durante
esa semana, pero siempre desde la reflexión y confiando en que podrán mejorar su
comportamiento.
Estrategias que maximizan la estructuración del aula.
Con el término de estructura en el aula, los autores se refieren al grado de actividad
dirigida del profesor, a la extensión en el tiempo que son aplicadas las rutinas, y la
propia disposición física del aula (el espacio disponible, la colocación del mobiliario,
la decoración…).
Evidencia: en general, las aulas con una mayor estructura promueven mejores
comportamientos. Los alumnos de aulas con alta estructura presentan las
siguientes características:
 Se desenvuelven mejor en las tareas.
 Sus interacciones son más amigables.
 Muestran más ayuda a sus compañeros (ayudar a recoger tras jugar, por
ejemplo).
 Muestran mayor atención (durante las asambleas, por ejemplo)
 Cometen menos agresiones.
No obstante, debe haber un equilibrio entre una estructura completamente rígida de
aula y un clima de independencia del alumno. Se ha comprobado que en las aulas
con alta estructuración, los alumnos son menos dados a tener actitudes pro-sociales
con sus compañeros (menos iniciativa social).
La disposición física del aula también tiene impacto en el comportamiento. LA
investigación indica que la clase debe estar diseñada para minimizar la posibilidad
de “armar corrillos” y las distracciones. La forma más simple de minimizar los
“corrillos” es aumentando el espacio en la clase. Cuando los niños tienen más
espacio, aumentan sus distancias interpersonales y sus interacciones con sus
iguales, con sus profesores y con sus padres sea cual sea el diseño de la sala.
Además de incrementar el espacio físico, los profesores debemos minimizar la
distracción. Aunque los profesores reportan sentirse a gusto con aulas con
perímetros “abiertos”, la investigación indica que las clases con más muros
delimitantes se asocian con menos distracciones del profesor, menos distracciones
del alumno a causa del ruido externo, más satisfacción del alumno y menos
restricción de actividades. Aunque alterar la propia estructura física de la clase
puede que no sea posible por razones obvias, el diseño sí que puede ser
modificado. Se ha demostrado que hacer cambios superficiales como mover el
material de sitio, cambiar los colores, aumentar el atractivo y utilizar estanterías
consigue una distribución de los alumnos en los distintos rincones más precisa y
proporcionada, además de producir cambios en los comportamientos observados y
aumentar el número de comportamientos apropiados.
Estrategias relativas a las expectativas.
Establecer expectativas incluye identificar y definir un pequeño número de reglas y
conductas positivas que se quieren observar en nuestros alumnos. Estas
expectativas deben ser expuestas y explicadas de forma explícita y sistemática a
nuestros alumnos. Deben ser frecuentemente revisadas, controlando si se cumplen
por los alumnos o no. La supervisión activa del profesor requiere que se mueva por
el aula, observe, interactúe con los niños corregir aquellas actitudes que no se
ajustan a las esperadas y reforzar aquellas que son deseables.
Exponer, enseñar y revisar que se cumplan las expectativas y ofrecer feed-back
está asociado con una reducción de comportamientos disruptivos (por ejemplo,
hablar fuera de turno) y un incremento en el compromiso académico de los niños,
liderazgo y capacidad de resolución de conflictos. Combinar la exposición de reglas
con feed-back y refuerzo logra los mejores resultados.
La supervisión activa ha demostrado ser un factor con impacto positivo en el
comportamiento de los alumnos tanto dentro de las aulas como en las zonas
comunes como pasillos. Dentro de un aula ordinaria, la introducción de supervisión
activa produce un descenso en las conductas negativas leves. Además, el uso de
técnicas similares de supervisión resulta en mayores niveles de participación de los
niños durante las clases de Educación Física. Igualmente, se ha encontrado una
relación inversamente proporcional entre el número de veces que el supervisor
interactúa con los alumnos y el número de problemas de comportamiento.
Estrategias que involucran al alumnado de forma observable
Aquí nos referimos a cómo los alumnos participan durante la clase, y se compone
de comportamientos pasivos (escuchar al profesor) y comportamientos activos
(escribir o responder a una pregunta). Se ha encontrado que el compromiso del
alumno es la variable que más peso tiene entre la instrucción y el resultado
académico; si los alumnos están activamente atentos a la explicación del profesor,
es difícil que se dediquen a tener comportamientos incompatibles (hablar o
levantarse). Los profesores pueden incrementar esta atención activa, por ejemplo,
aumentando las oportunidades de responder de los alumnos, utilizando técnicas de
instrucción directa, aplicando la enseñanza entre iguales, utilizando instrucción con
el uso de medios informáticos y ofreciendo apuntes guiados.
1. a) Una “oportunidad para responder” es un comportamiento del profesor que
incita al alumno a responder (por ejemplo, lanzar una pregunta, sugerir una
demanda…). Dos métodos comunes usados para incrementar el uso de esta
técnica en una clase incluyen la “respuesta coral” (todos los alumnos
contestan a la vez) y “las tarjetas de respuesta” (tarjetas individuales
borrables sobre las que los alumnos pueden escribir su respuesta y mostrarla
al profesor)
2. b) La “instrucción directa” es un estilo de enseñanza caracterizado por la
presentación clara y directa del contenido, cuidadosamente secuenciado. La
instrucción se hace con apoyos que se van retirando a medida que el alumno
va adquiriendo destreza en los contenidos. El profesor interactúa con el
grupo-clase como un único agente, los alumnos responden a la vez y
reciben feed-back.
3. c) En la tutorización por igual (peer tutoring) los alumnos se emparejan y uno
hace de tutor y otro de aprendiz. Los alumnos se ofrecen instrucciones
utuamente, a menudo a través de preguntas y respuestas rápidas o lectura
en pareja, y se corrigen mutuamente. El profesor se va moviendo ayudando
a las parejas que lo necesitan.
4. d) La instrucción asistida por ordenador utiliza la tecnología para beneficiar
en la instrucción uno a uno (por ejemplo, ofrece muchas posibilidades de
respuesta, da feed-back inmediato, y los materiales están personalizados el
nivel del alumno).
5. e) Los apuntes guiados con ideas ofrecidas por el profesor sobre lecturas
realizadas en clase. Los alumnos que responden frecuentemente a
preguntas durante la lección aprenden más que los observadores pasivos.
Evidencia: En general, aumentar el número de oportunidades de responder tiene un
efecto positivo tanto en el rendimiento como en el comportamiento. Una relación
funcional ha sido demostrada entre el hecho de aumentar las oportunidades de
responder de los alumnos y un incremento del tiempo dedicado a “estar en la tarea”
de los alumnos, aumento del compromiso diario de trabajo, descenso de conductas
disruptivas, e incremento de respuestas acertadas. Además, la utilización de la
“respuesta grupal” (todos responden a la vez), se asocia con pequeños, aunque
positivos efectos en el rendimiento académico y el tiempo de atención. De igual
modo, el uso de “tarjetas de respuesta” se asocia con un aumento en el número de
respuestas de los alumnos, tiempo sobre la tarea, y resultados académicos.
5 Pasos para Mejorar el Comportamiento. Es mucho lo que se puede hacer para
ayudar, sin embargo, el presente documento se centra en el enfoque preventivo que
es fundamental para mantener comportamientos positivos.
1. Determinar el comportamiento que desea cambiar. Sea específico.
2. Recopilar la información. ¿Cuándo comienza el comportamiento inaceptable?
¿Con qué frecuencia se producen? ¿Bajo qué circunstancias lo hace? ¿Qué evento
precede a la conducta? ¿Cuál es la opinión del niño de la conducta? 5 Pasos para
Mejorar el Comportamiento. ¿El comportamiento inapropiado siempre pasa cuando
el niño está solo? ¿Supervisadas? ¿Con los demás? ¿En un momento específico?
3. Ahora es el momento para que usted interpretar lo que la información puede
significar desde el paso anterior. Dale tu mejor opción cuando se trata de analizar
la información que nos ha reunido.
4. Plan para el Cambio! Ahora es el momento de establecer sus metas - con el niño.
¿Cuáles son los objetivos a corto plazo? ¿Cuáles son los objetivos de largo plazo?
Del que participan, lo que ocurrirá. El plan para el cambio debe ser de colaboración
entre usted y el niño. Sea específico, por ejemplo: Johnny no gritar y gritar cuando
es el momento de hacer la tarea - o el tiempo para ir a la cama.
En su plan para el cambio, algunos premios y / o un sistema de recompensas debe
estar en su lugar. Por ejemplo, cuando 5 casos de un comportamiento apropiado
sucede, Johnny .............(tendrá oportunidad de dedicarse a su actividad favorita, un
nuevo libro de etiqueta adhesiva, etc).
5. Evaluar la forma en que su plan está funcionando. Si no funciona, realizar los
cambios necesarios en colaboración. 5 Pasos para Mejorar el Comportamiento. Una
vez más, si después de varios coherente que intenta encontrar su plan no funciona
y no hay un cambio notable en los comportamientos inaceptables, el niño puede
necesitar que será remitido a un especialista.
EGRAFIA
https://www.educaweb.com/noticia/2016/05/12/estrategias-mejorar-convivencia-
escolar-9392/
https://www.educaweb.com/noticia/2007/12/17/como-mejorar-convivencia-escolar-
2672/
http://fresno.pntic.mec.es/~emod0002/disciplina.htm
http://www.trabajo.com.mx/los_diferentes_tipos_de_comportamiento.htm
https://psicopsi.com/PROBLEMAS-DE-LA-CONDUCTA-EN-EL-AULA
http://educaryaprender.es/conductas-disruptivas-comportamiento/
https://es.wikipedia.org/wiki/Acoso_escolar#Tipos_de_acoso_escolar
https://eresmama.com/5-tipos-de-acoso-escolar/
https://educacion2.com/ideas-para-manejar-la-conducta-de-los-alumnos-en-clase/
https://evidenciaenlaescuela.wordpress.com/2017/02/02/que-funciona-para-
mejorar-el-comportamiento-en-el-aula/
http://alumnosonline.com/notas/mejorar-comportamiento.html

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