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Morir en la raya

(Obra de teatro en un acto)

Morir en la raya 
 Tristana Landeros
Morir en la raya
(Obra de teatro en un acto)

Tristana Landeros

Morir en la raya 
Marcelo de los Santos Fraga
Gobernador Constitucional del Estado

Roberto Vázquez Díaz


Secretario de Cultura

José Armando Adame Domínguez


Director General de Organismos

Fernando Carrillo Jiménez


Director General de Desarrollo Cultural

Mario Alonso López Navarro


Dirección de Publicaciones y Literatura

Primera edición: 2009

D.R. © 2009 Tristana Landeros


D.R. © 2009 Gobierno del Estado de San Luis Potosí
Secretaría de Cultura
Dirección General de Organismos
Dirección General de Desarrollo Cultural
Dirección de Publicaciones y Literatura
Editorial Ponciano Arriaga
Vallejo Núm. 300
Barrio de San Miguelito / C.P. 78330
Tel: 01 (444) 814 07 58
e. mail: crlvslp@hotmail.com

Diseño de la colección y diseño editorial: José Luis Gaytán R.

Las portadas de esta colección tienen la finalidad de difundir


la obra plástica de los creadores de nuestro Estado.
Agradecemos profundamente la disposición de los artistas
para llevar a cabo esta labor.

Portada: Alas a mi diosa de José Pablo Denes Paz


Talla en madera de fresno
270 X 140 X 110 cm.

ISBN: En trámite

Impreso en México/Printed in Mexico

 Tristana Landeros
Al Centro de Capacitación de Escritores de Televisa
y a los maestros del IV Diplomado en Creación Dramática.

A la Licenciatura en Artes Opción Teatro, de la Universidad


de Sonora, maestros, alumnos y administrativos,
por la confianza y por haberme permitido formar parte
de su planta docente.

A la familia Landeros, por apoyarme incondicionalmente.

Al Centro Cultural de la Huasteca Potosina.

A mi gran familia sonorense, que voluntaria


e involuntariamente aportan a mi creación diaria.

A quienes hacen posible el sitio web:


www.dramaturgiamexicana.com

Morir en la raya 
 Tristana Landeros
Una noche

Pixie. ¿Cómo te sientes?


Beba. Ahorita, ya bien, pero estoy acostada, descansando.
Aquí están la Mimois y el Resistrón; vinieron a visi-
tarnos. Mi querido anda en la cocina haciendo unos
chilaquiles.
Pixie. ¿Y qué te dijeron en el hospital?
Beba. Que tenía que guardar reposo, cuidarme, tomar mu-
cho líquido. Tengo cita esta semana en Trabajo Social.
Pixie. Ah...
Beba. Quedé a deber como dos mil pesos. Ya les dije que
no puedo pagarlos. Pero tengo que ir a abonar algo.
Además, le debemos a la Cuyis otros mil quinientos,
del dinero de su mamá.
Pixie. ¿Cuánto te cobraron en total?
Beba. Cuatro mil, pero mi querido y yo sólo teníamos qui-
nientos. ¿A ti, en cuánto te salió?
Pixie. Casi en ocho mil pesos.
Beba. ¡Ay, no!, es mucho.
Pixie. Y eso que era un cuate. Bueno, era amigo de una ami-
ga; el doctor es amigo de una amiga, y como mi amiga
ya ha ido con él, pues me lo dejó más barato.
Beba. ¿Y lo pagaste todo tú sola?
Pixie. Pues sí, ni modo que le dijera al hombre... primero
decirle que estaba, luego que necesitaba ocho mil o
la mitad... o lo que fuera. No tiene un peso.
Beba. Eso sí. Y luego, ¿de dónde lo sacaste?

Morir en la raya 
Pixie. De lo que me dan mis papás. La verdad, me pre-
ocupé mucho. Fui a cenar al sushi; acababa de pedir
cuando le hablé a la Cuyis para ver dónde andaban,
y caerles. Antes te había marcado a ti, pero no con-
testaste; sonó, pero no contestaste.
Beba. No me dejaban pasar con el celular.
Pixie. Pensé que estabas dormida. La Cuyis me contestó y
me dijo que te acababan de dejar en el Hospital de la
Mujer, que te habías sentido mal y te habían llevado
a Urgencias al mediodía y me asusté. La neta, luego
luego me imaginé…
Beba. ¿Qué te imaginaste?
Pixie. Que algo había salido mal, que te habías puesto mal
para ir a dar al hospital. Y se me salieron unas lagri-
mitas, ya no pude comer. Tuve que caminar un rato
para que se me pasara el malviaje.
Beba. No, pues tranquila, ya estoy aquí y estoy bien. Al
mediodía me dieron de alta, pero pues no llegaba mi
querido con unas cosas que le habían pedido: ropa
limpia, jabón y toalla para bañarme; entonces me
tuve que esperar un ratote. No, no, no, un show.
Pixie. Eso sí.
Beba. Luego, tener que aguantar a las trabajadoras socia-
les, que te ven raro, como si ellas nunca. Lo bueno
es que llegó mi querido. Yo le dije a la trabajadora
social que estaba muy cansada y que me sentía muy
mal de los nervios, nomás para que me dejara venir.
Pasamos al OXXO y compramos unos juguitos; lle-
gamos, y tengo toda la tarde dormida. Hasta ahorita
que llegaron la Mimois y el Resistrón, que no han
comido...
Beba. ¿Y qué dicen?

 Tristana Landeros
Beba. Nada, sólo vinieron a visitarme, porque se enteraron.
El Resistrón está fumando. Como no han comido,
pues mi querido se puso a hacer unos chilaquiles.
Pixie. ¡Qué rico!
Beba. Pues sí.
Pixie. (...)
Beba. ¿Y tú, qué rock?
Pixie. Pues llegué acá como a las cuatro, como dormí allá...
La verdad fue mejor, porque no hubiera aguantado
dormir sola con todo esto. Ya le di de comer a las
«animalas»; metí una ropa a la lavadora y dije: «voy
a ver si ya llegó la Beba, a ver cómo está».
Beba. No, pues, gracias.
Pixie. Y nada, aquí voy a andar. Mañana tengo clase tem-
prano y pues... No vas a ir a trabajar mañana, ¿ver-
dad?
Beba. ¡Ay, no!, ni el martes tampoco; tengo que reposar. Al
rato le voy a hablar a mi jefa, a ver qué le invento.
Pixie. Puedes decirle lo que pasó, alome entiende.
Beba . ¡No! Esto queda entre cuates.
Pixie. Pues sí, nomás los cuates. Bueno, mujer, te dejo des-
cansar. Cualquier cosa que necesites, por favor, már-
came. No importa dónde esté, yo voy; si necesitas mi
carro, si quieres venir a quedarte en la casa, también.
Mis papás y yo te podemos cuidar... o nomás para
desahogarte.
Beba. Eso sí, me voy a tener que desahogar.
Pixie. Pues ya que estés mejor. Cuídate, descansa, salúda-
me a las visitas.
Beba. Gracias, muyers, por hablar.
Pixie. De nada. Bye.

Morir en la raya 
Días antes

Canana . Éstas son.


Beba. Pues todavía no estoy segura.
Canana . Tienes que estar segura, eendeja. Entre más tiempo
pase, es más peligroso.
Beba. Me da mucho miedo.
Canana. A todas nos dio miedo, si lo haces bien, no va a pasar
nada.
Beba. Le estaba diciendo a mi querido que, ¡qué madres! Él
bien a gusto, y yo vomitando las tripas en Neuromo-
tor.
Canana. Fueron las nenas.
Beba. Yo compré una pila, él compró otra; el Resistrón nos
regaló otra para los dos. Yo me metí una pila entera,
y mi querido otra; guardamos la otra y bien a gusto.
¡No mames! Nos lo dio bien caciqueado. Este cien es
para nosotras, ¿eh? Aunque vengan a pedirnos, que
se vayan a la monda y que compren la suya.
Canana. Pero ya se dieron cuenta de que nos metimos.
Beba. ¿Y qué madre? Es mi dinero, y si él quiere, pues que
compre. ¿Qué te estaba diciendo? Luego fumamos
y ¡ay, no!, me quería morir. Ya ves que yo no puedo
vomitar porque me da asco. Vomitando todo el ca-
rro, nada más sacaba la cabeza para hacerlo. ¿Te doy
o tú te pones?
Canana. No, no, dame tú. Ten mi credencial.
Beba. Ésa no, no seas güey, luego se te pierde; no sabes ni
dónde la dejas, y tardan un buen en darte otra.
Canana. ¿La de la uni?
Beba. Ésa está bien; está más delgada.
Canana. ¿O la de Liverpool?
Beba. Mejor. ¿Cuántos puntos tienes?

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Canana. Pues como cliente distinguido, ya acumulé el doble.
Beba. A ver... no, no, no. Primero respira; saca el aire por
la boca. Antes de que te la ponga, jálale. Ésta es para
mí. Entonces, todavía me metí un cuartito de la que
quedaba.
Canana. Stáueena. Me dieron ganas de cagar.
Beba. Sí, está buena. ¿Otra? Entonces me venía vomitando, y
mi querido diciéndome que yo era una irresponsa-
ble, una amanecida. ¿Otra punta? Que cuántos días
a la semana me enfiestaba, que cuántos cienes esta-
ba comprando. La voy a guardar yo, ¿eh? Cuando
quieras, me pides.
Canana. Nada más dame para la boca.
Beba. No te chupes el dedo...
Canana. A mí me gusta más en la boca.
Beba. Es que si primero te chupas el dedo, luego se moja
toda, agarra como humedad.
Canana. Stá iieen.
Beba. Ya que llegamos a la casa, yo me sentía bien mal,
no dejaba de vomitar y encima que me estaba dice
y dice de cosas... ¡Ya voy! ¡Espérense! ¡A la verga...!
Que se esperen; a la chingada, acabamos de entrar.
Pixie. Soy yo.
Beba. No digas nada.
Pixie. Cabronas, ni invitan. Yo, buscándolas allá afuera...
Canana. Es que nomás traíamos unas mini mini points.
Pixie. Yo traigo la mía. ¿Quieren?
Canana. No, al rato, ya para dormir.
Pixie. Asco..., apaga ese cigarro. Ahora sí me lo dieron bien
reportado. Que voy y que le digo a la Yanis: «Sobres,
morra, pero es pa’mí, ¿eh? Ai como que le vas echan-
do más».

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Beba. Es que si le avisas desde la tarde y si le compras,
por ejemplo, un doscientos tú, un doscientos yo, y un
doscientos ella, pues te da la piedra, sin tanto corte.
Pixie. ¡Pa’la madre! Sí está buena.
Beba. Ésta sí, porque la de la semana pasada hasta la esta-
ban regalando de tan mal que sabía.
Pixie. ¿Y qué vas a hacer, morrita?
Beba. Pues me acaba de dar las pastillas. Le estaba con-
tando que el finde pasado me la pasé vomitando en
Neuromotor. Ya ves que a mí no me gusta vomitar
porque me da asco... Ahí me tienes vomite y vomite
todo el carro; vomité la chamarra del Nely, perdí mis
zapatos y no me podía parar al otro día. Tenía que
hacerme los análisis.
Pixie. ¿En domingo?
Beba. Ahí, frente al parquecito que está por toda la Juá-
rez, hay una clínica en donde te hacen análisis los
domingos.
Pixie. ¿Trabajan los domingos?
Beba. Trabajan los domingos.
Pixie. De haber sabido antes...
Beba. Pero no me podía despertar.
Canana. Ésa me gusta.
Pixie. ¿Seguro que no quieren?
Beba. Una puntita, ¿bueno? Pues le dije a mi querido que
me llevara, pero el carro no tenía gasolina, nos ha-
bíamos gastado los últimos cuatrocientos pesos en
Neuromotor. Las pilas nos salieron en cien cada una;
fueron doscientos. En la ida, compramos dos galo-
nes de agua, unas tutsi, cigarros, le puse cien pesos
de gasolina al carro... ¡A la chingada, ya vamos!
Pixie. Pinkis viejas... ¿Y cómo le hicieron para entrar?

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Canana. Nos brincamos, dejamos el carro mucho antes y ca-
minamos un ueen. Frío machín el que hacía; mira,
traía este chamarrón, un pants, mis botas de frío...
Límpiate, que traes placa.
Pixie. ¿Ya?
Canana. Simón, ya. También traía unos guantes bien cura-
dos que me trajo la Rox, mi hermana. Y tu gorrito,
pero ni así se me quitaba.
Pixie. Voy a abrir, ¿eh?
Beba. Y caminamos, no se veía nada nada, nada; ya ves
que los hacen en casa de la quinta madre... había
vigilancia... hasta que mi querido le dijo a uno que
hiciera el paro, y nos dejara entrar...
Mimois. Eit, amiga, ven...
Beba. ¿Qué pasó?
Canana. Vieja gorrona.
Pixie. Sí, ya la vi...
Mimois. ¿No tienes una punta que me regales?
Beba. No es mía.
Mimois. Un tantito, morra.
Canana. Gorrona y atascada.
Pixie. Y zorra.
Beba. ¿Traes un papelito?
Mimois. No, morra.
Canana. ¡Baserola!
Beba. Te la doy toda, pues.
Canana. Áamonos.
Pixie. No nos vayan a pedir tabacos.
Mimois. Sobres, morra, gracias.
Beba. No, no, de nada. Pero no le digas a nadie.

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Mimois. No, ni al caso. Gracias.
Beba. Orita nos vemos.
Canana. ¿Qué pe...?
Beba. Quería unas puntas.
Canana. Dijiste que nomás era para nosotras y le diste un
uuen.
Beba. Le di lo que sobró la semana pasada.
Pixie. ¿Cuál?
Beba. La Yanis nos vendió una muy mala, ni modo de
regresarla.
Canana. Era un cochinero. Aparte, olía raro. Te levantabas
con la garganta bien irritada.
Beba. Desde que te metías la primera punta, te daba guá-
cala; ya ves que yo no puedo vomitar, me da asco
vomitar y ese día, ¿sí o no?, casi me vomitaba, pre-
gúntale.
Canana. Casi me vomita.
Beba. Como era muy mala, le compramos otro cien a Ta-
deo, y pues ésa la guardé, ni modo de tirarla.
Canana. La neta sí estaba bien mala.
Beba. Y pues, esta morra no trae.
Pixie. Le diste la mala.
Beba. Pues sí, ¿qué más? ni modo que le invite de la mía.
Canana. Mañana va a amanecer con el moquerío y con la gar-
ganta jodida.
Beba. Pero te lo juro que ahorita ni le va a saber mal.
Canana. Pues no, de a grapas.
Pixie. ¡Culeras!
Canana. Ni tanto, le salió gratis.

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Más tardecito

Cuyis. ¿Y te las dieron?


Beba. Sí, me dieron un frasquito.
Cuyis. ¿Y luego?
Beba. Me tengo que tomar dos y meterme una cuando me
vaya a acostar.
Cuyis. ¿Seguro?
Beba. Pues eso me dijeron.
Cuyis. ¿Quienes?
Beba. Unas amigas.
Cuyis. (?)
Beba. Unas que saben algo de esto.
Cuyis. O sea, unas amigas bien putas.
Beba. Pues...
Cuyis. Ya sé quiénes: la Canana y la Pixie. Claro que saben.
Beba. ¿Por qué dices?
Cuyis. Se les nota. ¿Ellas ya las usaron?
Beba. Creo que sí...
Cuyis. Para tenerlas, debieron usarlas.
Beba. Creo que las tienen por si tuvieran que usarlas.
Cuyis. No mames, no soy pendeja.
Beba. No les pregunté.
Cuyis. ¿Y cómo les haces caso, si no las usaron antes?
Beba. ¿Entonces?
Cuyis. Yo nunca me metí pastas. No sé cómo se le hace.
Beba. No pierdo nada con hacerlo. Si no funciona, pues ya
veremos qué otra...
Cuyis. ¿Y aquí, qué pedo? Está todo apagado.
Beba. Baja y tócale.
Cuyis. ¿No matan por aquí?
Beba. Si te conocen, no.
Cuyis. ¿Alguna contraseña?
Beba. Nomás tócale fuerte porque tiene la refri puesta y no
te va a oír. Orita que te abra, me bajo.

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Cuyis. Mmm...
Beba. Pero fuerte.
Cuyis. Nel, no hay nadie.
Beba. Fuerte.
Cuyis. Ya es fuerte. No hay nadie.
Beba. Márcale.
Cuyis. ¿De mi cel?
Beba. No traigo saldo.
Cuyis. (...)
Beba. ¿Vas a querer o no?
Cuyis. ¿Pues no te dijo que aquí iba a estar?
Beba. Eso me dijo cuando le marqué, que viniera a esta
hora porque andaba en casa de su novia.
Cuyis. ¿Tiene novia ese güey tan viejo y seboso?
Beba. Y bien guapa. Márcale.
Cuyis. Pásame su número... Me manda al buzón.
Beba. Márcale otra vez.
Cuyis. Igual.
Beba. Mándale un mensajito.
Cuyis. Si lo tiene apagado, no le va a llegar ahorita el
mensaje.
Beba. Igual y lo esperamos hasta que lo prenda.
Cuyis. No mames...
Beba. Yo sí me espero.
Cuyis. Ya va a amanecer.
Beba. ¿Pues, qué tú no quieres?
Cuyis. Sí, pero no mames. ¿Qué le pongo?
Beba. «Tadeo, soy Beba, estoy afuera de tu casa. Si estás
dormido, ábreme. Son las cuatro y media, como
quedamos».
Cuyis. Ya.
Beba. Vamos a subirnos al vocho, tengo frío.
Cuyis. ¿Y qué rocanrol?
Beba. Pues a ver si nos contesta.

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Cuyis. No va a contestar, no son horas de vender.
Beba. ¡Uh!, es cuando más clientes tiene.
Cuyis. Y pésimo servicio. Hace mucho pinche frío. Ya todos
los clientes están dormidos.
Beba. Menos nosotras.
Cuyis. Como siempre, menos nosotras.
Beba. ¿Te contestó?
Cuyis. Apenas pasaron dos minutos.
Beba. Márcale otra vez.
Cuyis. ¿Para qué, si lo tiene apagado? No va a venir desde
donde esté nomás pa’vendernos un mugroso dos-
cientos.
Beba. Él me dijo...
Cuyis. Para que lo dejaras de mortificar.
Beba. ¿Ya te contestó?
Cuyis. Que no...
Beba. ¿Qué le pusistes?
Cuyis. «TADEO, SOI BBA TOI AFUER D TU KSA...ABREM...
4.30AM KMO KEDAMS».
Beba. Quiero un cigarro.
Cuyis. Pa’l frío.
Beba. Ni modo, vámonos.
Cuyis. Mejor nos dormimos.
Beba. ¡Qué madre! Yo no quiero dormir.
Cuyis. ¡No tenemos nada! ¡Ni pa’ pistear, ni pa’meternos!
¡No tenemos nada!
Beba. Yo necesito para dormir, para agarrar valor, para
meterme esa pastilla...
Cuyis. Sícierto. Pero ya, a la chingada... hace mucho frío y
ese doñito ha de estar resollando junto a su novia,
riéndose de nosotras, por atascadas.
Beba. Quería invitarlo a que fuera a pistear con nosotras.
Cuyis. O no nos quiere abrir, o no está, pero ya... ¡a la
chingada!

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Beba. Vamos al centro.
Cuyis. ¿A qué?
Beba. A conseguir.
Cuyis. Ya me dio hueva.
Beba. ¡Ah, no! Yo quiero, mínimo, un cien.
Cuyis. ¿Para que te den pura maseca, como el viernes pasado?
Beba. ¡Y era un doscientos!
Cuyis. Les hubieras echado a la PROFECO. Ya no puedes
confiar en un tirador.
Beba. Vamos por unos cigarros.
Cuyis. Y una coca, si no podemos conseguir un seisito pla-
ticador a estas horas, mínimo una coca-cola.
Beba. En la casa hay una.
Cuyis. Pero de la semana pasada, no mames... ya ni tiene
gas.
Beba. ¡Fierro!... Ponte el cinturón, ahí hay un retén.
Cuyis. Bien pasadas, pero respetuosas del reglamento.
Beba
y Cuyis. ¡A huevoooo!

Ya para dormir

Vodkita. ¿Y no consiguieron?
Beba. Nada, no estuvo el doño.
Vodkita. Qué mala copa... me levanté para ver si tenías alguito.
Beba. Cigarros, nomás.
Vodkita. Nah, ya me lavé la boca... ¿Qué ocupas?
Beba. Pues nada. Ya nomás me fumo este cigarro y me
duermo.
Vodkita. ¿Con las piernas levantadas?
Beba. Así me dijeron... que para que no se salga la pasti-
lla...
Vodkita. Ah, ¿y cuánto tienes que esperar?

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Beba. Me voy a quedar un rato así y me duermo. Luego te
empiezan los dolores. Así, tipo cólicos. Dependien-
do de cada persona.
Vodkita. Qué acá, Bebi. Me voy a hacer mimi. Salgo tempris.
Cualquier cosa, voy a andar en la uni, me marcas o
me mandas mensajito.
Beba. No tengo saldo.
Vodkita. ¿Y si te pones mal?
Beba. Me aguanto.
Vodkita. Entonces, yo te marco del trabajo.
Beba. Gracias.
Vodkita. Baiurs.

Al día siguiente

Pixie. ¿Cómo está?


Vodkita. Bien... creo... Dice que ya amaneciendo, le empeza-
ron los cólicos, así, bien fuerte.
Pixie. Caaaldo…
Vodkita. Pues nada, que fue al baño y tenía sangrita.
Pixie. ¿Y luego?
Vodkita. Se puso una toalla y se empezó a tomar los tés. ¿Ten-
drán hielos?
Pixie. Pero ¿qué pasó? ¿Se le vino todo?
Vodkita. Dijo que nomás poquita sangre.
Pixie. ¿Y qué más?
Vodkita. Y un coágulo así de grandote. Que no pudo dormir
por los cólicos y luego le dieron náuseas, pero ya ves
que no puede vomitar porque le da asco.
Pixie. ¿Está en su casa?
Vodkita. Creo que sí.
Pixie. (… … …) Lo tiene apagado.
Vodkita. Me dijo que lo iba a apagar porque se quería dormir.
Pixie. No se le vaya a ocurrir pararse por aquí.

Morir en la raya 19
Vodkita. No creo, tiene que esperar, estar en reposo.
Pixie. Conociéndola...
Vodkita. ¿Quién más sabe?
Pixie. Nada más tú, yo, el querido, la Canana, la Cuyis...
Vodkita. ¡Media uni! ¿Entonces?
Pixie. Pues hay que ir a verla.
Vodkita. Mejor la dejamos descansar.
Pixie. También... Ya llegó tu hombre, no voltees...
Vodkita. ¿Viene solo?
Pixie. Como siempre, y descalzo, ¿cómo te puedes besu-
quear con ese jipi?
Vodkita. Yo lo veo guapo.
Pixie. Un jipi asqueroso, irresponsable que todavía vive con
su mamá; que no tiene con qué alimentar a sus tres
hijos que tuvo con diferente señora. Y no se baña, no
me digas que no te das cuenta.
Vodkita. ¿Lo dices por sus dreads?
Pixie. Y por sus pies, y por su ropa, y por sus uñas. ¿A poco
dejas que te los meta… así?
Vodkita. No le ando revisando el manicure.
Pixie. Por eso te arde cuando orinas.
Vodkita. Últimamente, no tanto. Y eso fue por sentarme en
un baño del Sanborn’s.
Canana. Y el querido, ¿se quedó con Beba?
Vodkita. Traía un fiestón y se quedó a dormir con unos ami-
gos de su trabajo.
Pixie. Vale monda.
Vodkita. Es que él anda bajoneado… él si quería.
Pixie. Pero ella no, y fin del tema.
Vodkita. Aparte, ella lo hizo por él... él pensaba que no... y si
tenía ganas.
Pixie. Se le nota.
Canana. Eit, plebes, ¿sí se pudo?
Pixie. Creo que sí.

20 Tristana Landeros
Vodkita. Dice que nomás le salió poquita.
Canana. Hay que esperar.
Vodkita. ¿A qué?
Canana. A que le salga muchita, bastante.
Pixie. Brindemos...
Canana. Porque nuestra amiga salga bien de ésta.
Vodkita. Porque salga.
Pixie. Y que no le vuelva a pasar.
Canana. Por nuestra amiga, Beba, bienvenida al club.
Vodkita. ¿Cuál club?
Canana. Más pendeja ésta y se muere.
Vodkita. ¿Cuál club? Eso no se dice.
Canana. Como si tú nunca...
Vodkita. Yo nunca, ¿eh?
Pixie. ¿Le creemos?
Vodkita. (...)
Canana. (...)
Vodkita. ¿A poco ustedes sí?
Pixie. Yo dos, ésta tres.
Canana. Corrección: cuatro.
Vodkita. ¡Ay, no! Me quiero morir. Esas cosas no se dicen
nada más así.
Pixie. ¿Por qué no? ¿Porque es pecado?
Canana. A mí no me la pegas con esa cara de zorrita inocente.
Vodkita. Yo nunca, se los súper juro.
Pixie. Te creemos.
Canana. Como también te creemos que las enfermedades ve-
néreas se pegan en los baños del Sanborn’s.

Al ratote

Vodkita. Te lo juro, yo lo único que hice fue darle unos besi-


tos.
Mimois. No, pendeja, eran unos chupetes, yo se los vi.

Morir en la raya 21
Vodkita. Acepto, lo acepto... yo lo abracé, él me abrazó, des-
pués le empecé a dar de besitos y él se dejó.
Mimois. Pero sabías que yo estaba dormida al lado, culera.
Vodkita. Andaba mal, muy cansada, tenía rato que no me me-
tía nada, puro trabajar y sí, me puse loquita.
Mimois. ¡Ah!, el termostato de pretexto.
Vodkita. No, no, no, déjame explicarte.
Mimois. No puedes ni hablar, pendeja. Estás toda trabuquis.
Vodkita. Escucha, escúchame... No me digas que a ti no te ha
pasado. Estás en una juntada con varios amigos, se
amanecen y pues te dan ganas de darle unos besitos
a alguien.
Mimois. Yo no hago pendejadas. Él es mi pareja, tú lo sabías.
Vodkita. Deja... déjame hablar. ¿Por qué no le reclamas a él?
Sigues con él, lo dejaste que te explicara.
Mimois. Mira, morra, yo soy buena persona, pero si sigues
chingando la borrega, sí te cierro el hocico; no me
importa que tus dientes se queden afuera.
Canana. ¿Estas viejas siguen con lo mismo?
Pixie. Desde Navidad.
Canana. Qué aferre... Oigan, voy a ir al baño.
Vodkita. Mimois no me pela, no me quiere escuchar.
Canana. No la sigas mortificando.
Vodkita. Es que no me cree lo que pasó, se lo estoy explicando.
Canana. Yo tampoco.
Vodkita. ¡Ah!, ¿no me crees? Eres mi amiga...
Canana. Yo no soy tu amiga, babosa, nos empedamos y peri-
queamos juntas, pero nula amistad contigo.
Vodkita. Pixie, Pixie, son bien malas.
Pixie. Yo no existo.
Vodkita. Tú me crees, ¿verdad? Yo no tuve la culpa.
Piensan que soy una zorra.

22 Tristana Landeros
Mimois. ¡Eres una pinche zorra!
Canana. Ya, ya, ya... todas somos unas zorras...
Vodkita. Ella dice que ella no es.
Mimois. Vamos al baño.
Vodkita. ¿Por qué no me cree?
Pixie. Porque te pasaste, putita.
Vodkita. ¿Y por qué no le reclama a su güey?
Pixie. El tiro es contigo, no con su batito. Si le reclama, se
van a pelear, se van a reconciliar, van a coger sabroso
y conclusión, no tuvo la culpa el macho.
Vodkita. Es tan tonta.
Pixie. Pero enamorada… y con pareja.
Vodkita. Que le pinta el cuerno.
Pixie. Pero duermen juntos… ¿Te lo echaste?
Vodkita. Si me regalas unas puntas, te digo.
Pixie. Éjele, ¿no que no te gustaba el truquito?
Vodkita. ¿A quién no? ¿Es de la del Resistrón?
Pixie. Eit.
Vodkita. Ahora usa el catálogo de Avon de su mamá para
hacer sus papelitos.
Pixie. A ver, ¿te lo echaste?
Vodkita. Una vez, a cambio de un cien. ¿O a quién dices?
Pixie. ¡Qué pendeja eres!
Vodkita. ¡Ah!, al batito de esta morra. Él me cogió primero a
mí. Pero equis, ¿eh? Huele muy feo, no se baña y la
tiene como de niño de diez años.
Pixie. Así te gustan, ¿qué no?
Vodkita. Y su hermano también. Y eso que está más grandote.
No te pierdes de nada.
Pixie. ¿Y los hermanos saben?

Morir en la raya 23
Vodkita. Seguro. Me eché a uno y cuando le dice al otro, ése
me coge, todos felices.
Pixie. ¿Se cuidaron?
Vodkita. No les gusta, lo hacen así, a pelo.
Pixie. Más pendeja y te mueres.
Vodkita. Por mí no hay problema. La Mimois es la que tiene
que cuidarse. Su batito se tira cualquier falda que ve.
Pixie. ¿Traes lana?
Vodkita. Sip, ¿para?
Pixie. La Marytrolis me mandó un mensaje.
Vodkita. NIITO MIL$$... TNGO NUEVA... LAVADITA JEJE... TU
DICS... MARKM.
Pixie. Tsss, se antoja. Pongo doscientos.
Vodkita. Yo igual.
Pixie. También pongo el corte. Plebes, cooperen que hay
merca nuevecita.
Canana. Y vamos para arriba otra vez.
Mimois. ¡Arre!

Después de dos horas

Mimois. ¿Y esa onda?


Pixie. Pues la Marytrolis.
Canana. Se me hace que ya nos tranzó.
Pixie. ¿Cómo crees?
Canana. Es una mariguanera, no tiene palabra.
Vodkita. Conra vende la «cois» para poder comprarse su
«mois».
Canana. Como buena retrasada mental que es. Dizque por-
que «eso» no causa adicción.
Vodkita. Se le nota... no ha podido terminar ninguna carrera.
Mimois. No puede terminar ni lo que dice.
Pixie. Le voy a marcar.

24 Tristana Landeros
Canana. A esa morra le falta medio cromosoma.
Mimois. Le sobra.
Canana. Le falte o le sobre, es lo mismo, es una niña Teletón.
Mimois. ¡Sh!
Canana. ¿Qué?
Vodkita. Para ser pacheca, es muy listilla; se fue con nuestros
mil desde hace dos horas.
Pixie. No contesta...
Canana. ¿Sabe cómo usar un celular?
Vodkita. Sí, todo el tiempo lo trae en la cola y en perfil vi-
brador.
Pixie. Aguas, viene carro.
Mimois. Son los chotas, nomás.
Pixie. Métanse, ¿no?
Vodkita. Aquí la vamos a esperar todas. Si no viene, la vamos
a buscar a su casa.
Canana. Si no es que está en los separos.
Vodkita. Con todos los presos meándole encima. Y creyendo
ver aliens usurpando los cuerpos de los polis...
Canana. ¡Ah, no! Yo no voy a ir a sacar a nadie del bote esta
noche.
Mimois. ¡Sh!
Pixie. Mejor métanse... o hablen de otra cosa.. o no hablen.
Vodkita. ¡Ash!
Canana. ¿Ahora eres defensora de los derechos de los pache-
cos invade-jardines de ciudades coloniales?
Mimois. Pachecos-buena-vibra-sounds-good-chido-karma-
todo-lo-suave-nena...
Vodkita. Márcale otra vez a esa desempleada jipi y nos ca-
llamos.
Canana. Plebes, miren quién viene.
Mimois. Quiúbole, morrita, tú deberías estar descansando.
Pixie. ¿Qué pasó, te sientes mal?

Morir en la raya 25
Beba. Ya no aguantaba estar echada; me duelen
los riñones, tengo cólicos, una hemorragia
cañona.
Vodkita. ¿Y esa onda?
Beba. Estuve investigando en Internet, pendejas.
Para que esa onda funcionara, tenía que me-
terme dos pastillas y tomarme otras dos.
Pixie. ¿Y cuántas te metiste?
Beba. ¡Siete en total! Me tomé tres y me metí
cuatro.
Canana. No, no, no, eso es muy peligroso.
Beba. Pues de eso se trata, entre más pastillas, más
intoxicación.
Vodkita. ¡Obvio! ¿Pero cuatro adentro?
Beba. Me dan más cólicos y se expulsa el produc-
to de forma casi natural, así decía.
Canana. ¿Y?
Beba. Pues me las metí.
Mimois. ¡Qué mal rock!
Beba. Estoy que me lleva la chingada del dolor,
denme algo.
Vodkita. ¿Quieres agüita?
Beba. Lo que sea para que se me pase el dolor.
Canana. ¡Sh! Que se pueden despertar los doños.
Pixie. Ahora sí que estamos bichis, bichis.
Beba. ¿Ya se durmieron tus papás?
Mimois. Te llevamos a la Cruz Roja.
Canana. A ver, a ver, a ver; nadie puede ir a ningún hospital.
¿Estás sangrando?

26 Tristana Landeros
Beba. Bastante.
Vodkita. Estamos en ceros, secas.
Canana. ¿Tienes cólicos?, ¿dolor? ¿Segura que ya no aguan-
tas más?
Beba. No, pero si voy a Urgencias, seguro des-
pués vamos a dar todas al bote.
Mimois. ¿Nosotras por qué?
Beba. ¿Quién me dijo de las pastillas?
Canana. Cuatro, no siete.
Vodkita. Te pasas de obediente.
Mimois. Estás intoxicada, entonces.
Beba. Denme algo, ¡ya!
Pixie. Tranquis. ¡Cállense! Tienes que aguantar vara, no hay
que ir a ningún lado. La naturaleza hace lo suyo y
se va a ir saliendo, pero tenías que guardar reposo.
Tomar tesitos en tu casa y dormirte.
Beba. En lo único que pensaba cuando me estaba retor-
ciendo del dolor en mi casa era en estar aquí con
ustedes, con una caguama bien fría en la mano y un
perico en la otra. Así que no sean culeras, hijas de la
chingada, y saquen placa.
Vodkita. Que no tenemos.
Canana. Estamos esperando a la hermana de esta
pendeja.
Mimois. Le dimos mil pesos.
Pixie. Que según conoció a un tirador que tiene un piedrón
de pura lavadita.
Beba. ¿De la cafecita?
Canana. Me imagino.

Morir en la raya 27
Beba. Se me antoja más una Lacoste.
Vodkita. ¿Qué buscas?
Beba. Algo que ponga. ¿Se acabaron todos estos
botes?
Mimois. El whisky de mis jefes también. No quedó ni una
gotita.
Beba. Algo, alguito, ¿aspirinas?
Pixie. Te vas a empeorar la hemorragia.
Canana. Y no, tampoco existen ya los Rivotriles de su mamá.
Beba. No sean malitas, vayan a una tiendita y con-
síganme algo.
Mimois. Aguanta, es la malilla.
Pixie. Todas andamos igual.
Vodkita. Esperando a la Marytrolis.
Beba. ¿Tu papá no tendrá algún pomo guardado?
Canana. ¡Uh, no! La cava se la vació el señor con unos dipu-
tados, en la tarde.
Mimois. Y nomás nos invitaron un par de tragos coquetos.
Pixie. Ve a acostarte a mi cama.
Beba. Plis, háblale al Resistrón, que venga; dile
que necesito unas puntas.
Vodkita. Se fue con su familia a su casa de la costa.
Canana. ¿Tu hombre no tendrá?
Beba. Mi hermana no me contesta.
Mimois. El Resistrón me dejó este paquetito.
Beba. A ver...
Vodkita. ¿Por qué no hablas, pendeja?

28 Tristana Landeros
Mimois. Pero es para un compañero de la maestría, va a pasar
mañana temprano por él.
Canana. Ya es mañana.
Vodkita. Y no han venido a recogerlo.
Mimois. Yo se los daría, pero el morro éste la necesita; anda-
mos todos atrasados con lo de la tesis.
Pixie. ¿Con que necesitan truquito para titularse en
la maestría?
Mimois. Ellos que ya están terminando... para el viernes tie-
nen la segunda revisión.
Beba. Es una urgencia.
Canana. Eso sí. Tienes que ayudarnos, morra. Yo empiezo a las-
nueve a dar consulta y tengo que estar hiperalerta.
Vodkita. Hiper jaiper.
Pixie. Pero esa porquería es para albañiles.
Beba. Hay que tener energía para revolver la mez-
cla. Al sordón, pero todos la usan.
Pixie. Lo sé. Mi papá deja que se venda en sus maquilas.
Sé qué es y es una mierda.
Vodkita. Y se las ofrecen a sus obreros en abonos chiquitos.
Beba. Yo no sé ustedes, pero a mí me vale.
Canana. Hagamos de cuenta que son unas playboy o unas dol
phin o unas rolex.
Vodkita. Es más... ahí les va el soundtrack.
Mimois. ¡Mamalón ese psycho! Me convencen. El tipo éste va
a tener que terminar su tesis sin ayuda divina. Us-
tedes dicen...
Pixie. Yo espero a la Marytrolis.

Morir en la raya 29
Beba. Tu hermana las estafó. Seguro se compró
mil pesos de cannabis y se ha de sentir en
el paraíso imaginado de los pachecos.
Pixie. Tiene que venir, yo la espero.
Canana. Pero eso no significa que nosotros también
la esperemos, ¿bueno?
Pixie. Están en su casa.
Beba. Apaga la luz. Hay que aprovechar que el
foco está calientito.
Mimois. Súbanle al psycho.
Pixie. No me contesta el cel.
Vodkita. Aquí hay un popote.
Mimois. ¿Me prestas tu Zippo?
Canana. ¿Así?
Beba. Hasta que se aparezca lagrimita.
Mimois. (...)
Canana. (...)
Vodkita. (...)
Beba. (...)
Pixie. Yo paso.

El estroboscopio se enciende

Pixie. Paso.
Beba. Mamona.
Vodkita. Pero no nos veas feo.
Canana. ¡Me está explotando esta madre!
Mimois. ¡Gracias, Dios!
Pixie. (...)
¿Y tus cólicos?

30 Tristana Landeros
Beba. (...)
Desaparecieron.
Pixie. Por el momento.
Mimois. (...)
Verán qué loco; desde que le pongo a esta madre
volví a ser talla cero.
Canana. (...)
Me dieron ganas de cagar.
Pixie. Ya amaneció y no viene.
Beba. (...)
Ni vendrá.
Vodkita. (...)
Nos estafó tu hermana.
Canana. Es mariguanera... no se puede confiar en
ella.
Pixie. ¡Ya les dije que yo paso!

El tiempo también baila psycho

Pixie. Ellas bailan. Yo espero. Espero mientras ellas bailan.


Cerraron las ventanas. La puerta. Dejé de asomarme
porque no quiero que se malviajen pensando que
yo... o alguien las quiere atacar. Yo paso. Paso, pero
aquí estoy. Son las siete, con las ventanas y la puerta
cerradas, sin querer, el tiempo pasó. Las ventanas y
la puerta cerradas, mientras pasan el foco, mis pul-
mones también se inflan con el humo.
Lolis apareció sin ser invitada, desde ahí, la mañana
apuntó para estar llena de inconvenientes y sucesos
casi sin sentido. Hablo repitiendo letras en las pa-
labras. Esperábamos a la Marytrolis... mis amigas,
nuestros amigos, sus novios, los primos los dealers,

Morir en la raya 31
los tiradores, así le dicen. Pero la que llegó fue Lolis,
mi hermana... Marilolis... María Dolores... Dolly...
Lolis... La misma persona, pero no. La misma, pero
otra. Mi hermana Lolis, a la que tenía rato que no
veía, por estar juzgando a Marytrolis...
No habla, está sentada ahí, entre nosotras, a ver la
nada.
Tampoco opina, mucho menos mira de reojo.
Me desespero…
Lolis importuna demasiado a mis invitadas, todas
amigas mías.
(Me importuna a mí.)
Pienso: esta nueva actitud de Lolis, una de tantas,
tan que se deja llevar por el humor. Le hablo.
Pixie. Lolis, ¿ahora qué? Te estuvimos esperando, te llevaste
los mil pesos y no veo que hayas traído la piedra.
… Extiende la mano y me enseña un papel.
Pixie. ¿Eso qué?
Marytrolis. No me llamo Lolis, ni siquiera soy ya
Marytrolis. María Dolores desapareció.
Está muerta.
Pixie. Carcajada mía.
Grado medio de la ebriedad.
Absoluto viaje alcanzado.
Intento leer el papel. Prendo la luz...
Me acuerdo que no hay focos en esta habitación, to-
dos se consumieron ya...
¿O ellos nos consumen a nosotros?
Y sí, estaba escrito su nombre.
Pero además decía que el día de hoy, desde hacía un
par de horas (primeras horas de la mañana), María
Dolores N. había fallecido de muerte natural.
Doble carcajada.

32 Tristana Landeros
Si no estoy hiper, alguien que me explique lo que
estoy leyendo.
María Dolores N., muerta.
Está escrito aquí. El acta de defunción es oficial, ori-
ginal, válida y con todas las de la ley.
Pixie. ¿Entonces, qué haces sentada ahí? Si según el acta
estás muerta, y sé que no eres un fantasma… ¿cómo
es que te veo? Casi no te escucho porque no hablaste
en un buen rato. Estás caliente... tienes pulso.
Marytrolis. Sí soy yo; aquí estoy. Pero no soy más Marytrolis, ni
María Dolores, ni nadie. Ese papel explica, da fe de
que María Dolores N. murió.
Pixie. (...)
Marytrolis. Yo sólo soy un cuerpo, decidí dejar de ser Marytrolis
para no ser nada, sólo un cuerpo. Y vine para festejar
con ustedes.
Pixie. Sorbo, largo trago, ¿quién trajo esta cerveza?
Andas bien juina...
(¿O soy yo?)
Marytrolis. No tengo el valor de irme, simplemente irme. Dicen
que los suicidas ni siquiera van al infierno. Este pa-
pelito nos autoriza a creer que yo ya no estoy entre
ustedes. Ya no existo, Marytrolis, María Dolores N.
no existe. ¡Fuera credenciales!, yo ya no estoy entre
ustedes. Dile a mis papás que pueden estar tranqui-
los, pueden llorar, si lo desean; que toda la familia
represente mi muerte, que nuestros parientes y ami-
gos vayan al entierro, que pongan una lápida en me-
moria de su amada hija y hermana, Marytrolis... que
se desgarren las ropas, que tapen todos los espejos
y no salgan en siete días de la casa. Este papelito los
autoriza a que lo hagan. A que se sientan mal por
una temporada porque Marytrolis ya no existe; pero
este cuerpo seguirá andando y caminando, como un
breve recuerdo parecido a alguien que existió.

Morir en la raya 33
Ya en la sobriedad nocturna

Vodkita. ¿Vieron las fotos que salieron en la nota roja?


Mimois. Sí, carajo, ya ni a los muertos respetan. Prés-
tame tu credencial.
Canana. Los señores están inconsolables, ahora nomás les que-
da una hija... ¡No la chupes!
Beba. Yo ya sabía que Marytrolis se iba a ir al hoyo. De
todos los pachecos que conozco, ninguno termina
bien.
Vodkita. Mi jipi hermoso no, ¿eh? Él sabe hasta
dónde.
Mimois. Los señores están infartados por lo de las fotos. Creo
que quieren demandar al que las publicó.
Beba. Se hacen. Todos estos años le estuvieron mantenien-
do el vicio a la hija.
Mimois. Ellos no sabían que la Marytrolis era tan...
Marytrolis.
Canana. Y tan putita... A ver, pícala bien.
Beba. Claro que sabían. Sabían y saben que sus
hijas son un par de atascadas.
Vodkita. Sin agra...
Mimois. ¡Sh! Puede venir la Pixie.
Beba. ¡Ah!... No conozco otra cosa que valga tanto la pena
como drogarme.
Canana. Hace mucho calor aquí. ¿Hay papel?
Pixie. Eit, morritas.
Beba. ¡Pixie! ¿Cómo andas, manita? Me imagino que toda
depre.

34 Tristana Landeros
Pixie. Algo... Estos pinches baños huelen cada vez peor.
Vodkita. Eso es ahorita que va empezando la noche.
Canana. Pásame un cachito de papel.
Mimois. Mira lo que te traje, morrita. Una piscis para la Pixie.
Pixie. Me hace falta. Dame un trago de tu cheve.
Mimois. (...)
Vodkita. (...)
Beba. (...)
Pixie. (...)
Canana. ¿Por qué se quedaron calladas? ¿Quién entró
o qué?
Mimois. No entró nadie, tu sigue cagando.
Canana. A gusto.
Vodkita. Es que... entendemos cómo te sientes.
Beba. No, no entendemos, sólo podemos ayudar-
te a sentirte mejor.
Pixie. Lo único que quiero es ponerme hasta el culo.
Mimois. Y te vamos a apoyar, morra.
Vodkita. Dale otro trago, para que te pegue más chido.
Canana. ¡Ah...!
Pixie. Ok, adelante. Disparen.
Beba. Mira, muyers, no es por mitotear, pero vimos las fo-
tos de tu hermana.
Mimois. Las que publicaron.
Canana. ¿Es cierto que la violaron y luego la mata
ron?
Vodkita. ¿O la mataron y luego la violaron?
Pixie. Mi hermana se suicidó.
Mimois. No aguantó la malilla.

Morir en la raya 35
Vodkita. Es que en las fotos sale con los jeans y las pan-
ties abajo.
Canana. ¿Y dónde quedaron nuestros mil pesos?
Pixie. Me imagino que se los robaron...
Mimois. ¿Y le hicieron antidoping?
Vodkita. ¿Es cierto que tenía toda la ropa sucia?
Canana. ¿Y que tus papás tenían meses sin hablar con
ella?
Pixie. Claro que no, estúpidas.
Beba. Cuando vi las fotos, algo no me quedó
muy claro.
Pixie. ¿Qué?
Beba. ¿Los calzones se los bajó antes de suicidarse?

Oscuro final

36 Tristana Landeros
En la ciudad de San Luis Potosí, S.L.P.
se terminó de imprimir
en el mes de junio de 2009,
en los talleres de INGRATA
Sagitario No.190, Fracc. Central C.P. 78399
Tiraje: 500 ejemplares.

38 Tristana Landeros

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