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Junio 18 de 2013

Teoría Sociológica: Georg Simmel


Trabajo final
Lina Correa. Cód. 423 682

Simmel y Durkheim:un esbozo comparativo


del estudio de la pobreza

Este trabajo se propone explicar los elementos fundamentales de la concepción simmeliana de


la pobreza y posteriormente, partiendo de la crítica que elabora Durkheim a la sociología general de
Simmel, contrastar esta crítica con un posible abordaje de la pobreza en la perspectiva durkheimiana.
Este trabajo no pretende ser una síntesis bibliográfica de la comparación entre los dos autores en
el tema de la pobreza, ni se apoya en las referencias a la pobreza en la obra de Durkheim. Este trabajo
se plantea, simplemente, como un ejercicio de interpretación de algunos elementos teóricos
principales de los dos autores a través de su comparación en tema específico: la pobreza; esbozando
de manera general la manera cómo se abordaría la pobreza en la perspectiva durkheimiana, con base en
la crítica general de este autor a Simmel.
La primera parte del texto consta de un ejercicio de exégesis del capítulo VII del libro
Sociología. Estudio sobre las formas de socialización, de Simmel, titulado El Pobre. La segunda parte,
expone los elementos centrales de la crítica durkheimiana a la delimitación del problema de la
sociología que elabora Simmel. Y, con base en esta crítica, la tercera parte es un esbozo de contraste
entre las dos posturas en lo que respecta a la pobreza.

I. Simmel – El Pobre
Estructura del capítulo

El capítulo está construido en torno a la tensión entre derechos y el deberes (1), y a las distintas
combinaciones entre unos y otros, que generan diversas formas de acción recíproca (2). Teniendo como
base de la reflexión esta tensión, Simmel elabora algunos planteamientos sobre la beneficencia
moderna (3), la diferencia entre asistencia pública y privada (4), propone otros elementos importantes a
la consideración sociológica de la pobreza (5) y, al final del capítulo, elabora su propuesta central sobre
lo que debe ser la forma de abordar sociológicamente la pobreza (6).
Una de las categorías fundamentales del análisis es la de asistencia, puesto que sólo cuando un
individuo es asistido por otros y éste “da también algo [es decir] cuando de él parte una acción sobre el
donante” (Simmel, 1986, p. 490), se puede hablar de acción recíproca, es decir, de una forma o unidad
social.

1. Tensión entre derechos y deberes:

El autor parte de la idea básica según la cual un derecho corresponde siempre a un deber por
parte de otros. La sociedad podría entenderse, de esta manera, como una red de derechos y deberes,
donde el derecho es el elemento primordial y el deber es su correlato. Las relaciones entre derecho y
deber son fundamentalmente de tensión, y las diversas combinaciones entre distintas maneras de deber
y derecho generan diversas formas de acción recíproca.

2. Diversas formas de acción recíproca

Éstas varían según se considere el derecho de quien recibe o el deber de quien da.
2.1. El derecho del que recibe:
 2.1.1. Se puede concebir el deber de socorrer al pobre como un simple correlato del derecho
del pobre. Es decir, se considera que el pobre es un sujeto legítimo del derecho de ser
socorrido, por el simple hecho de ser pobre, ese pobre determinado. En este caso, la
demanda del pobre se dirige a un individuo, “considerado como solidario de la humanidad
en general” (Simmel, 1986, p. 482).
 2.1.2. Si se considera que el pobre es un producto de su medio social, éste tiene el legítimo
derecho de ser compensado a través de la asistencia. En este caso la demanda del pobre se
dirige a la colectividad (la parroquia, la familia, etc.).

En estos dos casos, el pobre aparece como sujeto legítimo del derecho de ser asistido, lo que no
ocurre en los casos que siguen.

2.2. El deber de quien da:


 2.2.1. Puede ser que según las razones por las cuales el donante da la limosna, el fin último
no sea la ayuda al necesitado, sino la satisfacción propia o, en el caso del cristianismo, la
salvación del alma, etc.
 2.2.2. Se considera que el fin de la asistencia al pobre es la protección del todo social: “Esta
asistencia entonces se lleva a cabo, voluntariamente o impuesta por la ley, para que el pobre
no se convierta en un enemigo activo y dañino de la sociedad, para hacer fructífera su
energía disminuída” (Simmel, 1986, p. 483).

En estos dos casos, el pobre desaparece como fin último de la asistencia, es decir, desaparece como
objetivo del interés, como sujeto legítimo: “el hecho de que el pobre reciba la limosna, no es el fin
último, sino un simple medio” (Simmel, 1986, p. 484). Es precisamente en este caso, o en esta forma de
acción recíproca, en donde Simmel sitúa la beneficencia moderna.

3. Beneficencia moderna

Según el autor, la Beneficencia moderna tiene un carácter abstracto, en la medida en que el


pobre es “la acción final, pero no en modo alguno su fin último, que sólo consiste en la protección y
fomento de la comunidad” (Simmel, 1986, p. 484). Es decir, el pobre no es sujeto de derechos, el pobre
“es el objeto del deber, pero no el titular del derecho correspondiente” (1986, p. 487).
Si bien el pobre no es sujeto de derechos en esta concepción, no quiere decir que no haya aquí
acción recíproca. La beneficiencia moderna constituye una acción recíproca en la medida en que “al
salvar del aniquilamiento su energía corporal, al impedir que sus impulsos le lleven al uso de medios
violentos para eniquecerse, la colectividad social recibe del pobre una reacción” (1986, p. 490).
Ahora bien, la asistencia llevada a cabo por el Estado moderno se caracteriza por el
establecimiento de una determinación cuantitativa: “sólo debe salir del bolsillo de los contribuyentes el
mínimun necesario para la vida del pobre” (1986, p. 498). Según Simmel, aquí reside la diferencia
fundamental entre la asistencia pública y la privada, y la clave para entender esta diferencia consiste en
el concepto de negatividad de las conductas sociales.

4. Asistencia pública y privada

“El hecho de que la prestación de la comunidad en favor del pobre se limite al mínimum, es
absolutamente conforme a la naturaleza típica de las acciones colectivas” (1986, p. 504). Al hablar de
la naturaleza típica de las acciones colectivas, Simmel está haciendo referencia a su carácter de
negatividad. Esta negatividad hace referencia a que el contenido de la unificación de las acciones
colectivas se da en un sentido negativo, y no positivo. Es decir, tal unificación es posible, no porque
haya intereses en común entre los individuos, puesto que los motivos y los intereses son por lo general
muy diversos, sino más bien, en la medida en que se opongan a algo, en que nieguen algo o estén en
contra de algo. La acción en masa, pues, “tiene el carácter de un mínimum”; por ejemplo, “el derecho
válido para todos ha sido designado como el mínimum ético, la lógica válida para todos es el mínimum
intelectual”, etc.
Ahora bien, la pobreza está constituida igualmente en un sentido negativo, puesto que no es una
afinidad de intereses lo que confiere unidad a los pobres, o las acciones recíprocas entre ellos, según
Simmel, sino el hecho de que el socorro que la sociedad le brinda al pobre se limita al mínimo. O, en
otras palabras, el círculo de los pobres no se mantiene unido por la acción recíproca de sus miembros, o
por una afinidad de intereses, el grupo se mentiene unido “por la actitud colectiva que la sociedad en
conjunto adopta frente a él” (1986, p. 518).
La negatividad de algunas conductas colectivas no se refiere a una necesidad lógica, dice
Simmel, “pues la tesis contraria no constituiría una contradicción lógica, […] pero corresponde a un
dogma psicológico que, por la cuantía enorme de sus confirmaciones empíricas, ha adquirido el valor
práctico de lo lógicamente demostrable” (1986, p. 498).
Así, pues, la diferencia entre la asistencia pública y la privada reside en que la primera se limita
al mínimum (que el pobre no reciba demasiado poco, pero que tampoco reciba demasiado; sólo lo
necesario para sobrevivir), como se acaba de indicar. La asistencia privada, no. Ésta “se dirige al
individuo digno […]. Su misión consiste en rehabilitar al pobre, que está ya protegido contra el
hambre; en curar la necesidad, a la que el Etado sólo ofrece un alivio momentáneo. No la determina la
necesidad como tal […], sino el ideal de crear individuos independientes y económicamente
productivos” (1986, p. 507).
Esto quiere decir que la beneficiencia privada, según Simmel considera al pobre como un
legítimo sujeto de derechos, y no simplemente como un medio para otro fin o, en otras palabras, que
mientras “el Estado socorre a la pobreza; la beneficiencia privada socorre al pobre” (1986, p. 507). la
beneficiencia privada constituye “un acontecer social, una forma sociológica” (1986, p. 511).
Es decir, en la asistencia privada, según Simmel, no se considera a la pobreza como un
fenómeno objetivamente determinado, para tratar de suprimirla al máximo, sino que el interés se dirige
al individuo pobre, y el objetivo principal no es suprimir la pobreza en general, sino “ayudar a este
pobre determinado” (1986, p. 509).

5. Otros Elementos importantes a la consideración sociológica


5.1. Simmel quiere desmitificar una postura según la cual la asistencia a los pobres es “una
organización de las clases propietarias para realizar el sentimiento del deber moral, que va unido a la
propiedad”. La asistencia, según él, es más bien una parte de la organización del todo, al que el pobre
pertenece lo mismo que las clases propietarias” (1986, p. 492).
5.2. Otro elemento importante que resalta el autor es lo que denomina “Inducción moral”, un
rasgo de la societización humana: consiste en que “cuando se ha realizado algún acto de beneficiencia,
de cualquier clase que sea, aunque sea espontáneo y singular y aunque no esté ordenado por ningún
precepto, créase el deber de continuarlo, deber que alienta de hecho, no sólo como prentensión del que
recibe el beneficio, sino también como sentimiento del donante” (1986, p. 494).

6. Propuesta teórica central sobre la pobreza

En el aspecto medular de la teoría simmeliana sobre la pobreza se sitúa una tensión entre dos
elementos: que el pobre es un sujeto de derechos, por un lado, y que es objeto de la asistencia, por el
otro. “Lo que importa sociológicamente es darse cuenta de que la posición particular en que se halla el
pobre socorrido […] no impide su coordinación en el Estado como miembro de la unidad total política”
(1986, p. 489).
El pobre, en cierta medida, está fuera del grupo, puesto que se convierte en un objeto del grupo,
a través de la asistencia. Al considerar que el pobre se convierte en objeto del grupo en la medida en
que es socorrido, no se trata, sin embargo, de una exclusión absoluta, “sino que envuelve una relación
perfectamente determinada con el todo, el cual sin este elemento sería de otro modo” (1986, p. 513).
Según Simmel, este elemento es fundamental para comprender en qué medida el pobre
constituye un elemento sociológico formal: que el pobre es, en cierta medida, extraño al grupo y se
encuentra fuera de él; pero además, el pobre es un ciudadano y, por tanto, hace parte del grupo: “el
pobre no sólo es pobre, sino también ciudadano. Como tal, participa de los derechos que la ley concede
a la totalidad de los ciudadanos” (1986, p. 488,489).
Estos dos momentos en la consideración del pobre llevan a Simmel a considerar que “se
produce un organismo total superior que comprende las partes autóctonas del grupo y las extrañas; y las
peculiares acciones recíprocas entre embas crean el grupo en un sentido más amplio” (1986, p. 489).

“El pobre está, en cierto modo, fuera del grupo; pero esta situación no es más que una manera peculiar de acción
recíproca, que le pone en unidad con el todo, en su más amplio sentido” 489 Y la “exclusión de que es objeto el
pobre, por parte de la comunidad que lo socorre, es lo característico del papel que desempeña dentro de la
sociedad” (1986, p. 492).

El pobre está fuera del grupo, en la medida en que “es un mero objeto de medidas que la colectividad
toma con él; pero el estar fuera[…] no es más que […] una forma particular de estar dentro”. O, en
otras palabras, el pobre “se encuentra frente al círculo social como frente a un sujeto, al cual, no
obstante, pertenece como miembro” (1986, p. 512). Esta doble posición del pobre constituye, según
Simmel, un hecho sociológico fundamental.
Así, pues, la pobreza no está referida a una cualidad inherente o a un estado constitutivo de un
grupo de seres humanos; sino que está referida a la forma de acción recíproca que se da cuando ese
grupo es asistido o socorrido. Es decir que «pobreza», para Simmel, es un concepto relacional. “Lo que
hace al pobre no es la falta de recursos. El pobre, sociológicamente, es el individuo que recibe socorro
a causa de esa falta de recursos” (1986, p. 520).

II. Crítica de Durkheim a la delimitación simmeliana


del objeto de la sociología

En el texto El ámbito de la sociología como ciencia, Durkheim se propone hacer una crítica al
planteamiento de la sociología elaborado por Simmel según el cual el objeto de la ciencia sociológica
debía constituirse a partir de la distinción analítica entre forma y contenido de la realidad. Para Simmel
“la asociación es la única cosa que es genuinamente social y la sociología es la ciencia de la asociación
en abstracto” (Durkheim, 2002, p. 181).
Sin embargo, se pregunta Durkheim, “¿cómo puede uno alcanzar esta abstracción? […] ¿cómo
puede uno aislar la asociación en general de las metas específicas a las que sirven las asociaciones
[…]?” (2002, p. 181). La respuesta de Simmel es que la forma social emerge si ponemos juntas
asociaciones llevadas a cabo por fines distintos y abstrayendo lo que de común hay en ellas. Según
Durkheim, esta perspectiva simmeliana “mantiene” a la sociología “en un estado metafísico del cual
debería sobre todo ser emancipada” (Durkheim, 2002, p. 182), no porque la sociología no pueda o deba
desarrollar ideas abstractas, puesto que toda ciencia las requiere; sino porque tales ideas sólo pueden
ser planteadas una vez que se han llevado a cabo observaciones empíricas repetidas y pruebas
sistemáticas.
Durkheim considera, pues, que las abstracciones propuestas por Simmel no son el resultado de
una sistemática investigación empírica; antes bien, son ideas preconcebidas, anteriores a la
investigación social que, sin embargo, Simmel quiere plantea como el aspecto medular de la teoría
sociológica (Durkheim, 2002, p. 182).
Asimismo, la distinción entre forma y contenido, pieza fundamental de la propuesta teórica de
Simmel, es un tanto arbitraria, considera Durkheim, puesto que el contenido, que Simmel considera que
no es de naturaleza genuinamente social, en realidad tiene un origen social, es decir, es producto de la
colectividad. Por tanto, tradiciones y prácticas sociales de diversa índole “no son fenómenos menos
sociales que las formas externas de sociabilidad”. En realidad, estos fenómenos “son la sociedad en sí
misma, viviendo y actuando” (Durkheim, 2002, p. 183).

“Uno puede estar de acuerdo en que hay estructuras de comportamiento susceptibles de encontrarse dondequiera,
cualquiera que sea la naturaleza de los fines particulares perseguidos. Y es definitivamente evidente que al margen
de la diferencia de esos fines, hay también características en común. Pero, ¿por qué solo esto último debe tener un
valor social? ¿para excluir lo primero?” (2002, p. 183).

Para Durkheim, forma y contenido no son dos “especies de realidad” distintas, son, más bien,
“fenómenos de la misma naturaleza vistos en diferentes niveles de generalidad” (2002, p. 184). Y
debido a que no hay una manera certera de saber cuál es el grado de generalidad requerido para que un
fenómeno sea considerado sociológico, Durkheim juzga como bastante arbitrario el criterio simmeliano
para la distinción entre forma y contenido. O, en otras palabras, Durkheim considera que la
delimitación del problema de la sociología elaborada por Simmel se basa en criterios arbitrarios.
Ahora bien, dice Durkheim que sí podemos distinguir dos elementos en la sociedad, pero no son
ya la forma y el contenido; sino lo que él llama morfología social y fisiología social. Para el sociólogo,
el estudio de los aspectos sociales morfológicos (o de las formas, o del sustrato de la sociedad)
incluiría: el estudio del tamaño y densidad de la población, del tamaño del territorio ocupado y su
ubicación dentro de él, de la utilización y ordenamiento del suelo y del espacio en general, etc. Así
pues, el concepto de forma, que en Simmel adquiría el carácter de una abstracción, en Durkheim está
referido a las formas materiales de la sociedad:

“La palabra forma que, en el empleo que de ella hace Simmel, no tiene más que una significación metafórica, aquí
es empleada en su sentido verdadero” (2002, p. 188).

El estudio de la morfología social, sin embargo, se sitúa en el plano de lo descriptivo, y la sociología


debe ir más allá, incluyendo el plano de lo explicativo, es decir, la vinculación los fenómenos con sus
causas y la determinación de sus funciones (2002, p. 187). Tal sería la tarea de la fisiología social (o
estudio de las funciones).
Una vez que Durkheim ha puesto de manifiesto el carácter arbitrario de la distinción simmeliana
entre forma y contenido, delinea lo que para él es el verdadero objeto de estudio de la sociología: los
fenómenos que son producto de la sociedad, es decir, que tienen un origen social. Lo social adquiere,
para este autor, un carácter de plena autonomía respecto de los fenómenos psicológicos individuales. El
carácter sui generis y coercitivo o coactivo de tales fenómenos es lo que los convierte en objetos de una
una nueva ciencia, y no una distinción analítica entre forma y contenido, como en el caso de Simmel.
Ahora bien, con base en esta crítica, ¿cómo abordaríamos el problema de la pobreza en esta
perspectiva durkheimiana?

III. Un contraste entre las dos posturas

Recordemos que el hecho sociológico fundamental para Simmel, en cuanto a la pobreza, lo


constituye la doble posición del pobre, en virtud de la cual el pobre está fuera de la sociedad, en la
medida en que es un objeto del grupo que lo asiste; pero, al mismo tiempo, está dentro, puesto que es
un ciudadano y hace parte del grupo. Estos dos momentos se resuelven en una unidad o síntesis
posterior que constituiría el grupo en un sentido más amplio y es en este momento de síntesis en que se
puede hablar de acción recíproca.
Un abordaje tal del fenómeno de la pobreza se basa, por supuesto, en la distinción entre
contenido y forma de la sociedad. Puesto que esa acción recíproca constituye la forma abstracta, objeto
de estudio de la sociología, según Simmel.
Considerar que es pobre quien carece, o “aquel cuyos recursos no alcanzan a satisfacer sus
fines” constituye, según el autor, una postura individualista (1986, p. 513,514). Sociológicamente, no
se da primero la pobreza y luego el socorro, “sino que se llama pobre al que recibe socorros o que
debiera recibirlos” (1986, p. 517).
Una posible postura llevada a cabo por Durkheim no excluiría de ningún modo estas
consideraciones de Simmel, sólo que se abordarían en una perspectiva distinta.
Simmel, al igual que Durkheim, considera que los pobres son individuos que ocupan un cuerpo
orgánico dentro de la sociedad; sin embargo, hay una diferencia fundamental entre las dos posturas,
puesto que, para el primero, ese lugar dentro del todo que ocupan los pobres no está determinado por
una manera de ser propia, “sino porque otros (individuos, asociaciones, comunidades) intentan corregir
esa manera de ser” (1986, p. 520). Es decir, el concepto de pobreza tiene un carácter formal y
relacional.
En cambio, en la perspectiva durkheimiana, la pobreza, constituiría un hecho social, cuyo
análisis implicaría el estudio empírico tanto de aspectos morfológicos como fisiológicos. El primero
está referido a las formas materiales o externas que constituyen en cierto modo la pobreza. Es decir, la
ubicación de las personas consideradas pobres en un cierto territorio, las relaciones que se establecen
con los grupos sociales aledaños, el ordenamiento del territorio, etc.; incluiría también el estudio
demográfico de la población pobre, la incidencia de la pobreza, sus características internas, etc.
Sin embargo, hay otro aspecto que Durkheim consideraría como el más importante en la
comprensión sociológica y tiene que ver con el análisis fisiológico. Aquí radica una diferencia
fundamental entre las perspectivas de ambos autores, puesto que mientras Simmel aborda la pobreza
sin más, dándola por sentado, sin preguntarse sobre sus causas o su origen (Gómez, 2011), el estudio de
los aspectos fisiológicos en Durkheim, en la medida en que implica un abordaje explicativo del
fenómeno de la pobreza, nos permite preguntarnos e indagar sobre su origen, necesariamente social.
Sin entrar en el debate sobre la importancia que Durkheim atribuyó a ciertos elementos de la
vida social (la moral, las instituciones), minimizando otros (como la pobreza, el ejercicio del poder),
uno podría tomar estos argumentos de Durkheim y analizar el fenómeno de la pobreza
explicativamente.
Situándonos en este plano explicativo, la pobreza como hecho social, es decir, como hecho no
reductible a instancias individuales y con un origen social, sería explicado como elemento orgánico
dentro del todo, producto de la historia y en términos de su carácter funcional en la sociedad, es decir,
de cómo se articula dentro del conjunto de la sociedad, de en qué grado genera cohesión social o de,
por el contrario, en qué medida la pobreza es un elemento que puede introducir anomia en el conjunto
de la sociedad.
A este respecto parece interesante recordar una de las ideas que desarrolla Simmel en su
sociología de la pobreza según la cual la asistencia a los pobres es funcional a la conservación de la
desigualdad social. Simmel nos dice que “la asistencia se basa en la estructura actual de la sociedad
[…] Lo que la asistencia se propone es […] mitigar ciertas manifestaciones extremas de diferenciación
social, de modo que aquella estructura pueda seguir descansando sobre esa diferencia”, objetando a
quienes consideran la asistencia como una forma de mitigar y, en efecto, disminuir, las desigualdades
sociales (1986, p. 485).
Este planteamiento, de carácter claramente funcionalista, podría ser perfectamente retomado en
un análisis durkheimiano. Lo interesante es que, aunque es una idea que sugiere Simmel, no es en esta
perspectiva “funcionalista” en la que reposa su interés central. Lo que vemos aquí es una clara
influencia de la protosociología funcionalista francesa del siglo XIX. Sin embargo, lo que podría
llamarse esta consideración “funcionalista” de la asistencia está, más bien, subyugada a su mirada
formalista y abstracta.

Referencias

Durkheim, E. (2002). El ámbito de la sociología como ciencia. Sociológica, 50, 179-200.

Gómez, L. (2011). Pinceladas para una sociología de la pobreza en Georg Simmel. En Tejeiro, C.
(coord.) Georg Simmel y la modernidad. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia.

Simmel, G. (1986). Sociología. Estudios sobre las formas de socialización. Madrid: Alianza.

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