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Técnicas de Estabilización de Taludes

Cajuelas en taludes.
Corresponde a una técnica de estabilización de taludes a partir de la incorporación de
material vegetal de porte herbáceo en éste; a lo largo y ancho del talud, en un arreglo al
cuadro o tresbolillo, se hacen perforaciones aproximadamente esféricas al interior de las
cuales, en su parte inferior –porción horizontal- se coloca semilla de pasto (v.g. yaraguá
peludo: Melinis minutiflora), con un pequeño recubrimiento de tierra; se recomienda
previamente hacer un abonado.

Enrejado metálico.
Se trata de una técnica empleada para contener la caída de rocas de pequeñas dimensiones,
para lo cual se recubre todo el talud con una malla metálica protectora de triple torsión;
no debe ser descartada su evidente eficacia en el aseguramiento y contención de terrenos
susceptibles a desprendimientos de bloques, ya que al envolver completamente la parte
debilitada, evita en muchos casos su rápido derrumbamiento, retarda el agrietamiento
progresivo y reduce, en el momento de producirse, el efecto expansivo de los
desprendimientos voluminosos (Departamento de Antioquia, s.f.p.).
La malla debe ser asegurada en la zona virgen del terreno anterior al borde superior del
talud, a través de una correa de hormigón empotrado, en la que se hincan una serie de
barras metálicas de las cuales se engancha o suspende; en el talud la malla se fija mediante
barras más cortas o piquetes, hincados en las partes más sanas del terreno, procurando su
inmovilización, sin con ello restar la elasticidad necesaria para amortiguar los
movimientos superficiales del terreno. Se cita como norma barras superiores de 0,80 m y
piquetes de 0.60 m, de 14 mm de diámetro.

Muros de contención.
Los muros de contención han sido obras de amplia utilización en el control de
movimientos en los taludes de vías; además de su elevado costo, el alcance de los
objetivos que persiguen en muchas ocasiones ha desvirtuado su empleo, aunque en buena
medida ello ha obedecido a diseño y ubicación inadecuados. Suárez (1992) afirma que
con frecuencia ante deslizamientos rotacionales en donde la fuerza actuante en el pie tiene
una componente vertical importante hacia arriba, el muro es levantado; por otro lado, en
el caso de deslizamientos translacionales, el muro puede ofrecer un buen sistema de
estabilización siempre y cuando esté cimentado por debajo de posibles o reales superficies
de falla. Los muros de contención han sido tradicionalmente construidos en diferentes
materiales, principalmente en concreto y en gaviones. Los muros en concreto simple o
ciclópeo -cantos de roca y concreto- actúan como estructuras de peso o gravedad, no
siendo recomendable su utilización en alturas superiores a 4 m. Lo anterior se debe no
sólo al aumento de costos, sino, además, a la presencia de esfuerzos de flexión que no
pueden ser resistidos por el concreto simple, pudiéndose presentar roturas a flexión en la
parte inferior del muro o dentro del cimiento (Suárez, 1992). En lo posible, los muros
deben ser cimentados por debajo de la superficie de falla con el objeto de obtener fuerzas
de reacción por fuera del movimiento que aporten estabilidad no sólo al muro sino
también al deslizamiento. También se construyen muros de contención con gaviones,
ciñéndose su diseño a las normas de ingeniería; entre otras, se citan las siguientes ventajas
de los muros de gaviones: rápida construcción, permeabilidad y, por tanto, buen drenaje,
flexibilidad y costos. Con esta técnica, los muros pueden ser construidos de pared anterior
lisa o escalonada, citándose para este último una más fácil construcción cuando el muro
sobrepasa 3 m de altura (Departamento de Antioquia, s.f.p.). Dadas las ventajas
mencionadas, y la amplia difusión de la técnica en la construcción de obras de
estabilización de laderas, además de su empleo en corrientes de agua y en general en obras
de ingeniería, se hace a continuación una corta presentación de ella.

Gaviones metálicos.
Se trata de cajas rectangulares en malla de alambre galvanizado, rellenadas con piedras
de espesor mayor que el ojo de la malla; cuando hace las veces de muro de sostenimiento
aventaja construcciones rígidas dada su flexibilidad natural, pudiendo sufrir
asentamientos apreciables sin perjuicio para su estabilidad. El alambre de la malla debe
ser galvanizado para resistir más efectivamente la corrosión, y la malla debe ser de triple
torsión, lo cual es considerablemente ventajoso frente a la de 73 torsión simple
(Departamento de Antioquia, s.f.p.). Básicamente se reportan tres tipos de malla con base
en las dimensiones del ojo, lo cual implica asimismo diferentes calibres de alambre
(Figura 23), así: malla 5x7 de escuadría, calibre 13 (2 mm); malla 8x10 de escuadría,
calibre 15 (2,4 mm); y malla 12x14 de escuadría, calibre 17 (3,0 mm).
En el caso de obras de defensa en gaviones, éstas se dividen en dos partes, una losa de
fundación que está constituida por un gavión cuya altura no sobrepasa 50 cm, pero cuya
longitud es mayor a la de los gaviones restantes, y un cuerpo superior formado por
gaviones de mayor sección, los cuales se colocan transversales a la primera. Dado que las
aristas de cada gavión se cosen con las de los vecinos, la estructura alcanza una fuerte
trabazón y coherencia, constituyendo un verdadero bloque que tiene sobre otras obras
similares de mampostería, las ventajas inherentes a su flexibilidad, conforme ha sido
indicado. El cosido entre cuerpos se hace con alambre de las mismas especificaciones del
de la malla, reportándose gastos del 5% respecto al peso de alambre del gavión. Con
respecto a su colocación y armado (Figura 24), se propone una secuencia de actividades
como sigue (Departamento de Antioquia, s.f.p.): colocación del gavión en sentido
conveniente; amarre sólido y cuidadoso de las aristas verticales del gavión con las aristas
verticales de los gaviones vecinos; aplanado de las caras que van a estar en contacto con
los gaviones vecinos con una pieza de madera, y ligado de dichas caras lo más cerca
posible de las aristas de la base con alambre galvanizado; pasado de una barra o varilla
gruesa de hierro de aproximadamente 1,5 m de longitud -por su extremo- a través de la
malla de base más cerca del vértice a modo de palanca, estirando lo más posible la cara
AIEH, para que quede en el plano de alineamiento que se haya fijado; una vez la barra
queda en posición vertical, se procede a clavarla en el suelo con ayuda de una almadana
o similar herramienta.
En la operación de llenado es conveniente la utilización de entablados sostenidos por
puntales en el sentido de su mayor longitud, con el fin de que no se presenten
deformaciones una vez llenas las canastas; además, son utilizados tirantes cuando la altura
es de 1 m, atirantando paramentos o caras opuestas. Se recomienda su colocación cada
33 cm de altura en sentido horizontal, utilizándose para tal efecto alambre de iguales
especificaciones al de la malla, y distanciarlos de 70 a 80 cm unos de otros en sentido
longitudinal, procurando alternar las hiladas. Con respecto a la operación de llenado, ésta
es diferente según se trate de gaviones que constituyan la losa o el cuerpo de la obra, así,
en el primer caso se utilizan piedras redondeadas de mayor tamaño que el ojo de la malla,
evitando la utilización de tamaños grandes en razón de perderse flexibilidad; por su parte,
para el cuerpo superior se recomienda disponer rocas gruesas hacia las paredes y hacia su
parte central rocas de menores diámetros, sin alcanzar diámetros inferiores a 8 cm. El
llenado debe hacerse una vez han sido atirantadas las caras y se han seguido las
recomendaciones esbozadas. Finalmente, cabe destacar que el principal elemento que o
bien limita o bien favorece la adopción de esta técnica en una zona, es la disponibilidad
de roca que se tenga en ella, dados los elevados costos que principalmente se derivan de
su transporte. Otros aspectos a considerar son (Departamento de Antioquia, s.f.p.): metro
cúbico de gavión puesto en fábrica o en estación, alambre para atar, transporte y mano de
obra.

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