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Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Marvel Moreno
SONIA NADHEZ DA TR UQ U E
Ilustraciones: Yesid Ve rgara

ON LA PUBLICACION , en l980 , dellibrodec ue nt os Aigo tan feoen

e la vida de una señora bien , conocimos el trabajo d e Marve l M o re no.


A partir de esa fecha su nombre se vinc ula a los de las escritoras co-
lombianas de este s iglo: Elisa Mújica, Alba Lucía An gel, He le n a
Araújo, Fanny Buitrago , para lo c ual , no obstante , ha de ten e rse el c uidad o d e
situar a cada una en s u búsqueda, a cada una en s u tema.

Con la reciente aparición de su novela En diciembre 1/egahan las brisas, s u


trabajo ha despertado interés y parece que por lo menos se inic ia una valora-
ción de su primer trabajo , que pasó inadvertido y sucumbió a ese estado muy
co mún en nuestro medio; el de la indiferencia y el silencio.

Me propongo , pues, hablar de la obra de Marvel M o reno. Para hacerlo me


apoyaré en datos aparecidos en periódicos nacionales, en el prólogo que para
el libro de c uentos esc ribiera J acq ues Gilard , e n los recuerdos que introduce
Plinio Mendoza en su libro La llama y el hielo, as í como en la larga en trevista
concedida por la escritora e n 1983 a Ig nacio · Ram írez y Oiga Cristina
Turriago. A este material agregaré los resultados d e tni lectura, las emociones
o las diferencias que me suscitaro n .

De la e ntrevista concedida a Ignacio R a mírez y Olga Cristi na Turriago es de


donde sabemos que Marvel Moreno es "barranquillera d e pura cepa, de
'rancios abolengos'. [ ... ] Es un a mujer ese ncial me nte jove n, no sólo por su
aspecto. También por su lenguaje, s u descomplicación y su energía. [ ... ] El
buen humor ia acompaña siemp re com o vestigio inequívoco de sus raíces
costeñas . Ig u al mente, la se nsibilidad. No d e otra manera se comprende q ue
después d e lee r en diez ocasiones el Quijote y de haber reíd o a carcajadas con
sus ocurrenctas, un bue n día, al cabo de los años , ese mis mo libro la haya
hecho llora r.

"Hace algo más de quince años M arvel More no sa li ó d e C o lo mbia. Para


entonces ya estaba absolutamente consciente d e que s u vida e ra la lite ratura.
No en balde apenas c ul mi naba su adolescencia cuando ya había leído tod os los
clásicos . Tampoco fueron va n as las horas qu e pas ó e n ' la cueva', a l lad o d e
J o sé Félix Fuenmayor, Alvaro Ce peda S amudi o y Gabrie l García M á rq uez,
quienes , siendo amigos d e Plinio Apuley o Mendoza (s u exes poso), se famili a-
rizaron co n su presencia en aq uellas reuni o nes".

Plinio Ap u leyo Mendoza, al recordar la larga amis tad qu e lo une a G a rcí a


Márquez, c ue nta que se casó co n una bar ranquille ra, po r suge re ncia de
M e rcedes Barc ha. Fueron años difíciles, c uenta M e ndoza. Se casó co 11 un a
muchacha q ue co n oció en el Co untry Club de Barranquilla, una m uchacha de
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la al t a sociedad, que ca mbi a rí a su mundo de tes-ca nasta p o r la dura vid a d e ser
mujer de un periodista paupérrimo co n e l que abandonaría todo para irse a
vivi r a París, " para hacer a llí , e n aquella ciudad d eslumbrante y dura, s u v iaj e
a l fondo de la noche - m etr os, invier nos aciagos, hos pitales, co nfin es de
infortu n io y ternura, cultivando su secreta y desesperada vocación d e escri-
t ora".

- \.
D e París a Mall o rca, de M a ll o rca a París, en esa e rra ncia se buscarían el lugar

~ propicio para esc ribir. Dura nt e la per man encia e n M a ll orca. Marve l inicia la
red acc ió n de los cuentos del prime r libro.

En este m omento Marve l M ore n o ti e ne más d e quince añ os de residencia fuera


d el país. Quizá la di stan cia . los años de sep ara ció n le pro picia n una mirad a sin
reservas, sin co n cesiones a la c iudad que conoció. Los relat os tie ne n el se ll o
co mún co n los esc ritores del gr up o d e Ba rranquill a. Se meja nza que se h ace
e vid e nte al re t o mar te mas ex plorad os por J o é Félix Fue nm ayor, Alvaro
Cepeda Samudio y Gabrie l García Márquez. Es re c urre nte e n t e mas co m o la
casa, el mar, la famili a, la relació n telúrica con s u e nt o rn o.

En e l prólogo al libro de cue nt os, J acques Gi la rd di ce: "Se impo ne la refe rencia
a los tres grande s narrad o res del grupo de Barr a nquilla, porque es evidente
que M arve l M o re no parte d e ias mismas pre misas, exigié nd ose e n es ta é poca
lo que ellos se exigie ro n hace m ás d e treinta años. H ay un g ran trasfondo
común que es el mund o cos te ño y un rec urso a los g ra nd es eje mplos d e afuera,
que se e ncu e ntr a n p rincipalmente en la lite ratur a norteamericana de este
siglo".

Y, por supues to, el gra n te ma que atraviesa las dos o bras d e Marve l M o re n o es
la casa, las g ra nd es mans io nes barranquille ras, protegidas por altos muros,
co n sus dramas y pas io nes, su galería d e mujeres con trari adas o burladas por e l
p oder d e los h o mbres. pe ro con la for tal eza y e l perve rso atavismo d e la
s upe rs ti ció n que se res ume n e n el últim o relato del libro de c ue nt os, La n oche
feliz de Madame Y vonne.

Si por un lad o es t á la casa co m o tema, e n el p uzzle temático d e Marve l M o reno


aparece, co m o en algunos esc ritores estado u nidenses, el barrio, carac te rística
que inse rta s u o bra en lo que se ha dado e n llama r li te ratura urbana. A todo
es t o s u perso n a l estilo le añade un s ustrato fantástico, como qu e los hechos no
resis te n un a ex plicación coherente y ha y que halla rla en los arcano s o en las
cas ualidades . En El muñeco. como en Oriane, las pro t agonistas esta b lece n
relacio nes atávicas y cas ual es: un mu ñeco e nco ntra d o en la calle o la casa
invadida d e ruido s que esc uc h a M aría y a lo cual su tía n o pa rece darle
imp ortanci a; se nci llamente le e xplica que "los ruid os y las voces dejan huellas
e n el aire .. . y es co mo si el aire no saliera nunca d e las casas viejas".

A lo largo d e l libro los pe rsonajes buscan e n qué apoya rse, y las salidas son
bien diversas: algunas de estas mujeres parece q ue aceptaran como inexorable
su limitada vida in terio r y, como consec uencia de a lgo q ue no han ma nejad o
ellas. el d err umbe de la comodidad d e clase a que estaban acostum b radas.
Parece n e najenadas, co mo e mp ujad as por las circ u nsta ncias, a las q ue no
opo nen re sistenc ia. Ciruelas para Tomasa es bue n eje m plo d e lo d icho a nte-
ri o rm e nte. Este relat o es un o de los m ás audaces del li bro: aprovec h a un a
estr uc tura de yuxtapos ición d e voces, voces q u e d a n s u ve rsió n sob re lo
sucedido .
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En el libro d e c ue ntos se percibe la influe ncia de alguno~ t exto~ de Katherine
Mansfie ld (Casa de muñecas o En la bahía), a~í como de R osario Ferré
(Cuentos de Pandora). Sin e mbargo, Marvel M oreno va más allá. debido a ~u
abierta pos ició n fe mini ta. las mujeres so n víc t imas d e la norma ma~culina y
cualquier tran sg resió n es castigada. E l deseo 'r su reali7ación tienen como
contrapartida el ca ti go.

P ero así co m o soste ngo q ue Algo tan fe o en la vida de una señora hien es un
libro trabajado y que co nfirma la calidad d e la escritora. me gusta ría eñalar
- agregando que, por s upue sto. so n opiniones mu y perso na les, y que, como
con cualquier libro , cada lector hace su valoración qu e e l afán de tesis o bliga
a Marvel M o re no a l rec urso de clichés que en alg un os casos se co nvie rten en
muletillas que en la novela termi nan como hipé rboles. Así, po r ejemplo, los
cachacos so n los más represivos con las mujeres; las muj e res de la c lase alta y
que van al Co untry Club so n rubias o irresistible mente hermosas, y has ta las
prostitutas (véase P e tulia o María F ernanda) han tenid o fortuna . Es un
cachaco el que mutila para el place r a su mujer, d o ña Genoveva, e n La muerte
de la acacia.

Marvel M o re n o habla de la ciudad que co noció y d e la clase de la c ual


proviene. D esde los relatos b usca la base te m ática de lo que será su obra
poste rior. H ablará de esa burguesía ociosa c uyos compone ntes todo lo redu-
ce n a pertenecer o no a c ualquiera de los dos cl ubes q ue los e naltecen como
miembros: el AB C o el Coun t ry. Todo se apuesta a eso y, si a algu no le es
negado el ingreso, como le sucedió a Daniel Gon zález, se d edica co mo co ntra-
parti da al co ntra band o de tabaco. También incluye la referen cia c ultu ral a lo
supersticioso , mediante la cual perso nas y hechos se ven marcados por lo
fune sto de los arcanos: la acacia de d o ña Genoveva la carbo n izó un rayo: "Era
un vier nes y trece po r añadi dur a. Co nfu samente la·c iud ad in te r pre t ó la muerte
d e la acacia como un a se ñ al d e a d ve rte ncia, un sig no d e rep robació n e nviado
por el cielo a nte la co mplicidad que e ntre e ll a y doña Ge n oveva se había
establecido".

En el li bro de cuentos está n los tanteos, la búsq ueda de tema y es t ilo que más se
acomod e a s u objetivo . Tratará de mostrar una mirada totalizado ra sobre lo
femenin o. E n la entrevista ar riba mencionada, M a rve l M oreno reco noce q ue
le d e be mucho al ps icoa nális is y al feminis m o q ue as u mió a ultranza. La
fo rmació n psicoanalít ica está prese nte e n s u obra, y vale la pe na hacerlo
resaltar. En La eterna virgen y La sala del niño Jesús prese nta dos ca racteriza-
c iones ps icológicas de lo femenino. E n el primero es la introyección del de seo y
del afect o, inhibid o hast a reducirlo a imáge nes vio le ntas (la sedu cció n del jefe
a su sec retaria), imágenes que busca n un a gratificación d e la libido. Otro tanto
ocurre en e l segundo. Es el tiempo dete nid o de un a novicia (atie nd e una sala de
niñ os a band o n a d os), e l m eca nismo de huida hacia adela nte de un yo no
gratificado , transfe renc ia hacia un altruismo exace rb ado . La relac ión eros y
tánatos, planteada con mucha mayo r fuerza en la novela, co n una s util
referencia a a lgu nos cuentos de Si m o ne d e Beauvoir ( La mujer rota ), e n el
cuento que da títul o allibr oAigo tanfeo en la vida de una señora bien es o tra
refe re ncia a su relació n con e l psicoa nálisis, a los m eca nism os del m orir,
d o nd e la protagonista , Laura d e Urueta, abocada a una si tuac ió n lí m ite, se
dec ide por e l suicidio.

En La noche fe liz de M adame Yvonne, la n ovela co rta que cier ra e l libro,


Marvel M o re no se ace rca, po r fin , decidida, a lo qu e se rá e l gran te ma d e su
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nove la. Se a nun cian los pe rso najes y las situ acio nes . Suced e e n el C ountry
C lub, un a noc he d e carn ava l. N ada esca pa a los co m e ntari os d e mad a mm e
Yvo nn e (e xpros titut a e n altecid a co m o vi de nte d e la burguesía local ). A llí
ap a rece n Li na Insigna res, Al va ro Es pinosa, Petul ia, Catali na . Se pe rcibe e l
bulli r d e co m e ntarios, la m o ral fa ri sa ica como actitud cotidiana, fi el retra t o d e
un a socied ad si n bases y q ue pued e se r de Ba rra nquilla o de c ua lquie r otro
luga r d e Colo mb ia.

Los a tribut os d el lib ro d e c ue nt os, e n el qu e lla m a n la a te nció n la econo m ía d e


le ngu aje, la m o d e ració n e n las ex p resio nes regio nales, la co nte nció n que logra
u n a es t ruc tura sólida, h ace n d e Algo tan feo en la vida de una señ o ra b ien u n o
de los mejores libros d e c ue nt os esc rit os e n Co lo mb ia, y q ue d e be ser rec upe-
rad o y leíd o y puest o al iad o d e Lo Amado r d e R o berto Burgos, Bahía son ora
d e F a nn y Buitrago, Un p ueblo de niebla d e Al o nso Aristi zábal , La octa va
p uerta d e J o rge Eliéce r Pard o, La calle de /f aro l d o rmido d e C ésar Pé rez, p a ra
n o cit a r si no a lg un os c u a nt os (d oy d isc ulpas po r la o misió n d e los q ue tambié n
me rece n estar aq u í).

M a rve l M o re no, co m o casi t o d os los esc rito res, ha id o m adur a ndo su te m a.


H a de bid o es pe rar mu c h os añ os, alejarse d e su ciudad , esc ribir u n libro, pa ra
finalm e nte e nco ntrar que t od o estaba dad o d esde la in fancia, co m o le co m e nta
a Ig n ac io R a mírez y Oiga Crist in a T urriago: " Pe ro e n esa fam ilia habí a n o sé
cuánt as t ías y t íos y primos ... En tod o caso, e n mi casa t o d os los días h a bí a
mu c h as mujeres présididas po r m i abu ela , e n visit a. Ella m e permitía es t a r
prese nte, sólo esc uc ha nd o, porq ue m e pro hibi ó hace r c ual q u ie r pregunta, ni
ant es, n i durante, ni d es pués d e la conve rsación . Yo o ía co nt a r h ist o rias que
e ra n , a veces, tre me bun d as. Yo no ente nd ía casi nada, pero lo que la a buela
b usca ba e ra o b ligarme a reOe xi o nar".

En diciem b re llegab an las b risas es t á esc rit a e n te rce ra pe rso na d el si ng ula r:


co nst a d e tres partes, cada una de ci nco capí tu los y u n e píl ogo de la p rotago-
n is ta, Lin a 1nsignares. C ada u n a d e las partes da c ue n t a d el d eve n ir vital d e tres
muje res: D o ra, C at alin a y Beat riz . L a prese ncia d e Lina 1nsig n a res e n el
tra nsc u rrir d e es t as vid as, se ma n ifiest a tambi é n co m o d e ve n ir, tambié n parti-
ci p a d el a pre ndi zaje, mi ra co n so rp resa o co nfi rm a intuiciones a medida que
ella t a mbié n va creciend o y afirma ndo s u voc ación inte lectua l, a lim e nt ada p o r
la rgas co n ve rsacio nes co n tres a ncia n as d e s u famil ia : la abuela , tía Elo ísa, tí a
Ire ne. A p a rtir d e es t a gale ría d e pe rsonajes fe m e ni n os, te nie nd o co m o j uego la
di sp e rsió n te mporal , es pacial y a necdótica , n os vamos adent r a n do e n un
di scu rso sec ul a r qu e, par t iendo del t e r ro r bíblico a las muj e res, aú n h oy, e n los
umbra les d el sig lo XX I, se presenta como u n hec h o ineluc ta b le. Algo que
ll a ma la ate nció n en la lectura es cómo las a ncia n as y las muj e res mayores a
qu e se refie re, a parece n co m o más sabias y audaces a la h ora de e nfre n tarse a l
h o mb re. Es la abuela la que anuncia lo que se rá la vid a sexual d e D o ra ; más
tarde Lin a lo ra tificará, al casarse co n un h o m bre que la hub iese a zo t ado
c u a nd o hicie ra n el a m o r, p rim e ro por hacerlo, y luego po r habe rlo hec h o a n tes
co n o t ro h o mbre.

P o rq ue as í es. L a a nécd o ta es t á vist a d esd e es t as atr ib uladas mujeres d e la clase


alta b ar ranqu ille ra , q ue d e a lguna fo rma re produce n s us a m bicio nes y sus
VlClOS.

La n ovela es t a n absolutame n te m inucio sa , q ue a m edida que ap arece n los


pe rso n aJeS - pri ncipales y sec u ndarios- n o se esca t im a e n la info rmación
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ace rca d e ellos y d e to d o aquel co n el que se relacionan. dando c ue nta hasta d e
su pasad o más rem o to. H a y exceso d e información , parrafadas hiperbó licas.
so lución a las situaciones que de pronto resultan in ve ros ímiles. H asta la
prese ncia de Lina Insig na res, co m o pa rte de la acci ó n o co mo s imple inte rl ocu-
tora, resulta tediosa .

Es hiperbólica al plantear la m anera co m o los h o mbres sojuzgan a las muje re s.


Al m ismo tiempo lo es la forma co m o se j ustifica la actitud lace rante d e los
h o mbres hacia las mujeres. D e un lado están ellas , D o ra , Catalina y Beatriz,
enfrentadas a l hombre, mal ma yo r, que les tocó en s ue rte. Cada una a su
mane ra , log ra rá d es hace rse del tirano. D ora, la más ingenua y s in element os
para dar la batalla, e nco nt rará e n la huida de Be nit o Suárez su for m a de
liberació n, p~ro d e todos modos quedará estigmatizad a, con el cuerp o to rtu -
rad o, am putado , pinchado y drogad o co n el único objetivo de anular su
instinto sexual. Catali n a se rá la más aud az; p robablemente la favorece la
fo rtuna q ue hereda de s u madre , po rque resis te largame nte su matrimonio co n
Alva ro Es pinosa , calculando fríamente la for ma d e qui társelo d e e nc ima .
Beatr iz es la vo luble, co n c risis re ligiosas, g ra nd es o portu ni dad es. milit a ncia
m aoísta; se casa con e l hij o d e un in migra nte a lemán. J a vier Freise n , "impul-
sivo a la manera de Benit o S uárez , co n quie n lleva rá un a vida bastante plana y
frustrada".

El terror bíblico de los h o mbres a las mujeres, base ce ntral d el argu me nt o,


larga indagació n sob re el placer, place r en s a ber sobre el placer, fo rma un todo
enunciado po r Foucault : "Ent re sus e m blemas, nuestra sociedad lleva el d el
sex o q ue habla. D el sexo s orprendid o e inte r rogado q ue , a la vez co nstreñid o y
loc uaz, res ponde inagotab lemente. Cierto meca n ism o, lo bastante m a ravi-
lloso co m o pa ra to rn a rse é l m ismo invis ible, lo captu ró un día. Y e n un j uego
donde el place r se mezcla con lo in volu nt ario y el consent imiento con la
inquisició n, le hace d eci r la ve rd ad d e sí y d e los demás".

El terror d e los hombres a las muje res, en las que ven e l o rigen d e l mal, Lina lo
esc uc haría d e labios d e tí a Eloísa : " As í, d esd e el princi pio , ape nas come nzaron

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~··.

a fabular s u histo ria, los ho mbres manifestaro n cobardía: reconocie nd o implí-


citamente e n la muj er el origen d e la re belió n, habían enun ciado el fo rmid a ble
me nsaje de po d er inscrito e n aq uellas frases para mejo r reducirlo a un sent i-
mie nto d e pérdid a. Porq ue los hombres no esca paban jamás a la ley del padre
y, si co nducidos po r una inteligencia feme nin a se su bleva ban contra él un
insta nt e. al sig uie nt e reg resa ban contritos y angustiados a so mete rse a su
autoridad".

A me nud o e l peso de la tesis, el afán d e s uste ntar s u diatrib a co ntra e l se xo


masc ulino , provoca anécdotas in ve rosímil es, situaci o nes hipe rbó licas s uj etas
a la volu ntad de entregar un disc urso feminis ta a ultranza . El problema de la
lite ratur a seg uirá siend o e l có m o, el es til o. Co mparto la o pini ó n de Vargas
Llosa cuando dice que "las buenas historias d e la literatura no s uelen venir con
su m o ral eja bajo el brazo: ellas nos aleccionan a menudo, indirectamente, y d e
un a manera que su a ut o r no pudo preve nir ni acaso ayudar".

P o rqu e no o tr a cosa que el afán de diatriba contra el sexo fe menin o, es lo que


produce argumentos como éste: "Porque ellos eran diferentes: rudos ,
musc ul osos, deso rdenados; s u influjo nervioso les hacía actuar co n precipita-
ción, s u producción de adrenalina los volv ía patológica mente agresivos, la
regularidad de s us hormonas les impedía conocer la gama de matices d e la
sensi bilidad. Por exceso o por defecto ellos se alejaban d e la norma: la mujer:
el se r que daba, protegía y co ntinuaba afirmando la existencia del hombre,
quien lle no d e frustración se las había amañado para ignorar la realidad de su
insignificancia presentándose a sí mismo co mo creado a imagen y se mejanza
de Dios (cosa que debía d e hacer est remecer de risa al universo) y que
valiénd ose de s u fuerza fí sica se había ven gado de la fecundidad femenina , a
todos los estadios de eso que llamaban cu ltura y que en fin d e cuentas se
reducía a disfraces de una misma barbarie , ex puesta en su inicial desnudez
entre los pueblos primitivos que cosían el orificio vaginal para luego abrirlo a
fuerza de cuchillo o a rran caban el clítoris co n un instrumento parecido a la
ganzúa, más ela borada o camuflada en la sociedad a la cual ella, tía Eloísa,
había decidido adaptarse sin dejarse en un momento alienar, es decir, ocu-
pando sie mpre el lugar que por naturaleza le correspondía, el d e reina de
amantes y se rvidores, pero manteniendo co n los representantes del sexo
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inferior las mej ores relaciones del mund o, pues a pesa r de sus d efectos tía Eloísa
los a mab a a ellos, los peludos , suficie ntes , va nidosos hombres que tanto placer
le habían dado e n su existencia".

El e n altecid o cos m o politismo d e es tas muje res parece un co ntrase ntido. Son
casi siempre he red e ras de c uanti osas fo rtunas o tien e n víncul os con la clase
promi ne nte local, y si n e mbargo no parece se rvi rles de nad a: en casi todas ha y
un regreso frustrante (véanse tía Irene, D ivina Arriaga, Beatriz).

El exceso de información (desde las es tepas, pasando por la Itali a fascista,


es pías alemanes en Colom bi a, colombianos en la resiste ncia francesa , Turín ,
París, Tunja, Bogotá, la Guajira) so bre casi cie nt o cincuenta años de historia
pro du ce co mo respuesta la rei teración y el agobio d e conocer los intríngulis de
la solución d e las si tuaciones (el suicidio de Beat riz, la iniciación sexual d e
Alva ro Espinosa en el prostíbulo de Petulia, la batalla del reinado del pe ri o-
di sm o, tía Ire ne y s u relación con los italianos, M aría Fernanda y s u mis ió n d e
pone rle un amante a Al varo Espinosa que lo llevará al sui cidi o, Be n ito Suá rez
esco nd ido e n la selv a añorando a D ora). Es una novela que apunta a la
explicación d el d eseo y su apre nd izaj e. D os ge neracio nes co nflu ye n para
mostrar un estado d e cosas qu e n o pued e se r m ás pa vo roso y que e n el fo ndo lo
es para los dos sexos. No h ay triunfad o res, amb os so n igualmente perdedores .

H asta aquí lo que ha s ido mi lectura . Nuevame nte re pito que son opi ni ones
absol utam e nt e perso n ales , s ujetas a mi propia subj eti vi dad , se ñalando que no
es mi interés hace r crítica y q ue mu y probablemente me h aya equivocado .
Otros co n mu cho mayo r autoridad e n es tos empre nd imientos tambié n se
eq u ivocaron. Gide se equivocó co n Prous t. Virginia W oolf se eq uivoc ó con
J oyce.

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