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Para empezar, tenemos que establecer prioridades, pues no todas las actividades ni
las personas tienen la misma importancia. Y hacer foco en nuestras metas
elaborando un plan de acción detallado con objetivos específicos que podamos
chequear con facilidad. Para ello, deberemos desechar aquellos hábitos y
estructuras de pensamiento que ya no nos resultan útiles, reemplazándolos por
aquellos que nos sirven a la hora de tomar buenas decisiones.
Siempre hay que crecer más que los resultados obtenidos. Cuando crecen los
resultados y la persona no crece, tarde o temprano surgen problemas. Y para
crecer, tenemos que administrar nuestra vida con excelencia. De manera que
volvemos al principio. Recordá esto: si uno crece menos que sus resultados,
termina aplastado por estos. Si tu sueño crece más que vos, te puede aplastar.
Expandir la mente
Cuando somos humildes y reconocemos que siempre tenemos algo que aprender,
aunque se abran todas las puertas, la soberbia nunca nos alcanza.
Decidir por convicción
Jamás deberíamos decidir por lo que sentimos o por lo que nos gusta, porque
emociones y gustos son cambiantes, sino bajo la verdad. Quien se mueve por
convicción, aun en medio de dificultades, tarde o temprano alcanza el éxito.
Cuando las presiones comienzan, muchos abandonan y se dan por vencidos pero
un buen administrador de su propia vida es capaz de expandirse, aun en medio de
las peores situaciones. Expandite, crecé antes que tus resultados, no achiques tu
sueño y atrevete a enfrentar los desafíos que te llevarán al lugar que siempre
soñaste.