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Una aproximación a la neuroeducación. Francisco Mora


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1 agosto, 2014

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Aunque desde los paradigmas tradicionales de la sociología toda aproximación de explicar la conducta
social humana que lleve los prefijos «bio-» o «neuro-» suelen levantar sospechas, incluso entre los más
culturalistas ni siquiera se concede un mínimo de interés, en este weblog consideramos con especial
atención las aproximaciones naturalistas a las ciencias sociales que tratan de aportar un nuevo marco
heurístico para explicar la conducta humana y las transformaciones culturales desde una perspectiva bio-
psico-social. Contemplamos aquello que se viene denominando programa naturalista para las ciencias
sociales, dentro del cual podemos encontrar una heterogeneidad de disciplinas como: la sociobiología
(http://es.wikipedia.org/wiki/Sociobiolog%C3%ADa) (E. O. Wilson
(http://es.wikipedia.org/wiki/Edward_Osborne_Wilson)), la ecología del comportamiento
(http://es.wikipedia.org/wiki/Ecolog%C3%ADa_del_comportamiento) (John R. Krebs
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Richard D. Alexander
(http://en.wikipedia.org/wiki/Richard_D._Alexander)), lamemética
(http://es.wikipedia.org/wiki/Mem%C3%A9tica) (R. Dawkins
(http://es.wikipedia.org/wiki/Richard_Dawkins); S. Blackmore
(http://es.wikipedia.org/wiki/Susan_Blackmore); D. Dennet (http://es.wikipedia.org/wiki/Daniel_Dennett)),
la psicología evolucionista (http://es.wikipedia.org/wiki/Psicolog%C3%ADa_evolucionista) (L. Cosmides
(http://es.wikipedia.org/wiki/Leda_Cosmides) y J. Tooby (http://en.wikipedia.org/wiki/John_Tooby);D. Buss
(http://en.wikipedia.org/wiki/David_Buss); S. Pinker (http://es.wikipedia.org/wiki/Steven_Pinker)),
la epidemiología de las representaciones (D. Sperberg (http://es.wikipedia.org/wiki/Dan_Sperber): Explicar la
cultura: un enfoque naturalista (http://books.google.es/books?
id=RCcoORpbuGwC&printsec=frontcover&hl=es&source=gbs_ge_summary_r&cad=0#v=onepage&q&f=false))
y las teorías coevolutivas de la herencia dual (L. Cavalli-Sforza
(http://es.wikipedia.org/wiki/Luigi_Luca_Cavalli-Sforza) y M. W. Feelman; R. Boyd
(http://www.sscnet.ucla.edu/anthro/faculty/boyd/Publications.htm) y P. Richerson
(http://www.des.ucdavis.edu/faculty/Richerson/Richerson.htm)), y la propuesta de Homo Suadens
(http://cisolog.com/sociologia/tag/homo-suadens/) de los hermanos Castro Nogueira et al. que hacen
necesario una reconceptualización de la naturaleza humana (En este weblog se pueden encontrar un buen
número de entradas sobre esta tesis. Véase, por ejemplo: Homo Suadens: un nuevo paradigma bio-psico-
social para las ciencias sociales (http://cisolog.com/sociologia/homo-suadens-un-nuevo-paradigma-bio-
psico-social-para-las-ciencias-sociales/)). Por supuesto, también tienen cabida las propuestas originadas a la
luz de “social neuroscience” (neurociencia social), de los que son pioneros Gary Berntson
(http://faculty.psy.ohio-state.edu/berntson/) y John Caciopp
(http://psychology.uchicago.edu/people/faculty/cacioppo/), y que en España se viene conociendo con el
término de Neurosociología (Véase: Neurosociología: cerebro e interacción social (http://www.fes-
web.org/congresos/11/ponencias/71/) de Vicente Huici Urmeneta
(http://es.wikipedia.org/wiki/Vicente_Huici_Urmeneta)[BAM Universidad de Deusto / UNED-Bergara],
comunicación en el XI Congreso Español de Sociología, 2013)

En esta entrada deseamos hacer una pequeña aproximación a la proto-disciplina de la neuroeducación, en


la que el fisiólogo Francisco Mora es uno de sus principales impulsores en nuestro país. La neuroeducación,
un nuevo enfoque nacido al amparo de esa revolución cultural que ha venido en llamarse neurocultura, es
una nueva visión de la enseñanza basada en el cerebro. La neuroeducación aprovecha los conocimientos
sobre cómo funciona el cerebro integrados con la psicología, la sociología y la medicina, en un intento de
mejorar y potenciar tanto los procesos de aprendizaje y memoria de los estudiantes, como los de enseñanza
por parte de los profesores.

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Una aproximación a la
neuroeducación

(http://cisolog.com/sociologia/wp-content/uploads/2014/08/Nreduc.jpg)

Para tener una idea aproximada sobre qué es la neuroeducación


(http://es.wikipedia.org/wiki/Neuroeducaci%C3%B3n), hemos seleccionado varios enlaces disponibles en la
red: dos artículos del blog de Carlos Arroyo (http://elpais.com/autor/carlos_arroyo_jimenez/a/) Ayuda al
estudiante (http://blogs.elpais.com/ayuda-al-estudiante/) en Blogs Sociedad de El País; la conferencia
«Neuroeducación. Solo se puede aprender lo que se ama» que Francisco Mora ofreció en el XI Curso
de Actualidad Científica ‘Cerebro. Viaje al interior’, organizado en el marco de la exposición ‘Cerebro.
Viaje al interior’ en marzo de 2013; y la entrevista a Francisco Mora en el programa Para Todos La 2
(http://www.rtve.es/television/para-todos-la-2/) en mayo de 2013.

Conferencia de Francisco Mora


sobre Neuroeducación en el XI Curso de
Actualidad Científica ‘Cerebro. Viaje al interior’

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Entrevista: Francisco Mora en Para Todos La 2

Francisco Mora (http://www.rtve.es/alacarta/videos/para-todos-la-2/para-todos-2-entrevista-francisco-


mora-aprender/1840491/)

Neuroeducación en Ayuda al estudiante


(http://blogs.elpais.com/ayuda-al-
estudiante/) de Carlos Arroyo
En la siguientes líneas hemos sintetizado los tres artículos (Neuroeducación I
(http://blogs.elpais.com/ayuda-al-estudiante/2013/12/los-ni%C3%B1os-deben-empezar-a-aprenden-
en-la-naturaleza-no-en-el-aula.html), II (http://blogs.elpais.com/ayuda-al-estudiante/2013/12/la-
neuroeducacion-demuestra-que-emocion-y-conocimiento-van-juntos.html) y III
(http://blogs.elpais.com/ayuda-al-estudiante/2013/12/la-neuroeducacion-demuestra-que-emocion-y-
conocimiento-van-juntos.html)) publicados en el blog de Carlos Arroyo
(http://elpais.com/autor/carlos_arroyo_jimenez/a/) Ayuda al estudiante (http://blogs.elpais.com/ayuda-al-
estudiante/) en Blogs Sociedad de El País, donde fue invitado Francisco Mora, catedrático de Fisiología
Humana (Universidad Complutense) y catedrático adscrito de Fisiología Molecular y Biofísica (Universidad
de Iowa, EEUU). Autor de Neurocultura (Alianza) y Neuroeducación (Alianza).

Los niños deben empezar a aprender en la


naturaleza,
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En el mismo momento de nacer ya estamos aprendiendo. Aprender es un proceso innato y consustancial
para mantener la vida. Es imprescindible para que la especie sobreviva. Es la necesidad más vieja del
mundo: como comer, beber o reproducirse. Cualquier individuo biológico que no pudiera aprender, o que
aprendiera mal, perecería pronto, como perecería quien no comiera ni bebiera. La vida no sería viable sin
el aprendizaje.

La maquinaria molecular del proceso de aprendizaje se pierde en los arcanos del tiempo: ya existía en los
seres unicelulares, hace al menos 3.000 millones de años. Aprender conlleva un proceso molecular que se
ha ido elaborando y haciéndose más complejo con la aparición del sistema nervioso, comenzando con los
invertebrados. Un caracol, por ejemplo, posee una poderosa maquinaria neuronal con la que aprende a
distinguir en su entorno lo que es bueno (un trozo de comida) de lo que es malo (cualquier sustancia tóxica).

El cerebro de los mamíferos, y entre ellos el ser humano, posee un diseño orquestado por códigos
heredados a lo largo del proceso evolutivo que empujan a todos los seres vivos a aprender de modo
espontáneo. Códigos que vienen impresos en el programa genético de cada especie. Al nacer, el de
aprendizaje es el primer mecanismo cerebral que se activa. Es el mecanismo responsable de la
adaptación al medio ambiente y la supervivencia.

Todos hemos visto en televisión cómo la gacela recién nacida intenta ponerse de pie en solo unos minutos, y
lo hace aprendiendo de la realidad del mundo que pisa. El contacto directo con el mundo físico es
absolutamente imprescindible para que los códigos genéticos se enciendan y, con ello, la maquinaria
del aprendizaje. Se aprende aprendiendo: una vez puesta de pie, la gacela aprende que no debe correr por
la pradera, expuesta a depredadores, y lo hace muy pegada a su madre, porque ya ha aprendido,
rapidísimamente, que esta la protegerá. Eso es aprendizaje, y los mecanismos que lo sostienen son los
códigos sagrados de la existencia biológica, que digámoslo una vez más, son los que mantienen la
supervivencia.

El aprendizaje del ser humano no es, en su esencia, muy diferente del que acabo de describir. En sus
primeros años, el ser humano también debiera aprender cómo es el mundo de modo directo en la
naturaleza, y no en las aulas. Es cierto que, a diferencia de la gacela, el aprendizaje del ser humano
requiere un proceso activo por parte de los demás.

Por ejemplo, al niño de 2 o 3 años, ahora que nos estamos dando cuenta de la envergadura y trascendencia
que tiene la educación en esas edades, no se le debería enseñar qué es una flor más que en el campo,
haciendo que el niño observe la flor en el contexto de las demás flores y hojas y ramas, y mirándola de
forma aislada o en el conjunto de otras flores. Y que pueda coger la flor, tocarla y olerla, y arrancar los
pétalos y hacerlo tanto con una flor tersa, acharolada y reluciente, como con aquella que pierde su brillo y
fulgor, y aun lo que queda, ya seco, de aquella misma flor. Y así, con las hojas y las ramas de los árboles. Y
como en este ejemplo, todo el aprendizaje del mundo sensorio-motor del niño de esta edad debería
ser extraído más de la realidad, en directo, y menos de las fotografías, los vídeos o los libros, encerrado
entre las cuatro paredes de una guardería.

Solo así, de manera natural, no lo olvidará nunca y, además, con ello construirá los elementos sensoriales
sólidos con los que luego creará los abstractos y las ideas, que son los átomos del pensamiento. Solo
aprendiendo bien los concretos perceptivos se pueden aprender bien después esos abstractos que,
engarzados en hilos de tiempo, constituyen el razonamiento humano.

Pues bien, todo esto viene orquestado por la emoción, por el cerebro emocional. Todo cuanto hay en el
mundo, si resulta nuevo, diferente y sobresale de la monotonía, despierta la curiosidad, uno de los
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Es decir, el encendido de la emoción por lo que se ve, se oye o se toca es el núcleo central de todo
aprendizaje, sea a edades muy tempranas, como las que acabo de mencionar, sea a cualquiera de las
edades por las que transcurre el arco vital del ser humano, incluido el propio proceso de
envejecimiento. Nadie puede aprender nada a menos que aquello que vaya a aprender le motive,le diga
algo, posea algún significado que le encienda emocionalmente.

La curiosidad precede a la atención. La atención nace de algo que puede significar recompensa (placer) o
castigo (peligro) y que por tanto tiene que ver, lo digo una vez más, con la supervivencia del individuo. La
atención es como un foco de luz que ilumina lo que hay delante de nosotros y lo
distingue, lodiseca de todo lo demás. Fuera de ese foco queda la penumbra, y en ella apenas si se puede
discriminar algo. Es con esa luz como se ponen en marcha los mecanismos neuronales del
aprendizaje y la memoria. Y es con ello como se crea el conocimiento.

Hoy la neurociencia comienza a conocer los ingredientes de esos procesos que son la emoción, curiosidad,
atención, percepción y conciencia, aprendizaje y memoria, y toda otra serie de añadidos fisiológicos
importantes para ese aprendizaje, como son el sueño, los ritmos circadianos y tantos otros. Y a partir de la
neurociencia, empieza a tomar cuerpo la neuroeducación.

La neuroeducación demuestra que emoción y


conocimiento van juntos

La neuroeducación es una nueva visión de la enseñanza basada en el cerebro. Es una visión que ha
nacido al amparo de esa revolución cultural que ha venido en llamarse neurocultura. La neuroeducación
aprovecha los conocimientos sobre cómo funciona el cerebro integrados con la psicología, la sociología y la
medicina, en un intento de mejorar y potenciar tanto los procesos de aprendizaje y memoria de los
estudiantes, como los de enseñanza por parte de los profesores.

En el corazón de este nuevo concepto está la emoción. Este ingrediente emocional es fundamental tanto
para el que enseña como para el que aprende. No hay proceso de enseñanza verdadero si no se sostiene
sobre esa columna de la emoción, en sus infinitas perspectivas.

La neurociencia enseña hoy que el binomio emoción-cognición es indisoluble, intrínseco al diseño


anatómico y funcional del cerebro. Este diseño, labrado a lo largo de muchos millones de años de
proceso evolutivo, nos indica que toda información sensorial, antes de ser procesada por la corteza
cerebral en sus áreas de asociación (procesos mentales, cognitivos), pasa por elsistema límbico o cerebro
emocional, en donde adquiere un tinte, un colorido emocional. Y es después, en esas áreas de
asociación, en donde, en redes neuronales distribuidas, se crean los abstractos, las ideas, los
elementos básicos del pensamiento.

De modo que el procesamiento cognitivo, por el que se crea pensamiento, ya se hace con esos elementos
básicos (los abstractos) que poseen un significado, de placer o dolor, de bueno o de malo. De ahí lo
intrínseco de la emoción en todo proceso racional, lo que implica aprender y memorizar.

Los seres humanos no somos seres racionales a secas, sino más bien seres primero emocionales y
luego racionales. Y, además, sociales. La naturaleza humana se basa en una herencia escrita en códigos
de nuestro cerebro profundo, y eso lo impregna todo, lo que incluye nuestra vida personal y social
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cotidiana y, como he señalado, nuestros pensamientos y razonamientos. Esa realidad se debe poner hoy
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de discusión (http://cisolog.com/sociologia/politica-de-cookies/)
sobre la educación del ser humano.
Es esta realidad la que nos lleva a entender que un enfoque emocional es nuclear para aprender y
memorizar, y, desde luego, para enseñar. Y nos lleva a entender que lo que mejor se aprende es
aquello que se ama, aquello que te dice algo, aquello que, de alguna manera, resuena y es consonante (es
decir, vibra en la misma frecuencia) con lo que emocionalmente llevas dentro.Cuando tal cosa ocurre, sobre
todo en el despertar del aprendizaje en los niños, sus ojos brillan, resplandecen, se llenan de alegría, de
sentido, y eso les empuja a aprender.

Solo el que aprende bien sobrevive más y mejor. Seguir vivo en un mundo exigente (y el mundo vivo lo es),
desde vivir en la selva hasta vivir en un mundo social duro y competitivo, requiere aprender, y aprender
bien. El que no es capaz de aprender suele vivir menos, ya lo hemos señalado. Y aprender requiere
inexcusablemente basarse en la emoción.

Pero esa emoción en la enseñanza exige matices profundos cuando es aplicada al ser humano a lo largo de
su arco vital. Aprender (y, por lo tanto, enseñar) no es lo mismo para un niño de 2 o 3 años, que, con
enseñanzas ya regladas, para el niño de 6 años (cuando comienza con el tambor de las ideas en Primaria),
el púber o el adolescente (que vive en un mundo cerebral convulso donde los haya), o bien el adulto joven,
el adulto medio o el que atraviesa la ahora larga senescencia. Hoy habría que añadir el periodo prenatal y al
perinatal (aquel que va desde la semana prenatal 32 hasta los 2 meses postnatales). Hoy la neuroeducación
alcanza a todo ese amplio y, en el terreno específico de la educación, casi desconocido arco vital del ser
humano.

Con todo lo que antecede, es claro, como ya he señalado, que lo que enciende el aprendizaje es
la emoción y, en ella, la curiosidad y, luego, la atención. Pero la atención no se puede suscitar
simplemente demandándola, ni la curiosidad tampoco. Hay que evocarlas desde dentro del que
aprende.

Hoy comenzamos a saber que lo que llamamos curiosidad no es un fenómeno cerebral singular, sino
que hay circuitos neuronales diferentes paracuriosidades diferentes,y que no es lo mismo
la curiosidad perceptual diversificada, aquella que despierta de modo común en todo el mundo cuando se
ve algo extraño y nuevo, que aquella otra conocida como curiosidad espistémica, que es la que conduce a
la búsqueda específica del conocimiento.

Y lo mismo podemos decir sobre la atención, cuyo sustrato cerebral nos lleva hoy a reconocer la existencia
de muchas atenciones cerebrales. Atenciones que van desde la atención básica, tónica, que es la que
todos tenemos cuando estamos despiertos, a aquellas otras de alerta, de foco preciso (ante un
peligro), orientativa (buscar una cara entre cientos), ejecutiva (la del estudio), virtual(procesos creativos)
o digital (utilizada en internet).

Y es claro, además, que todos estos procesos difieren en el niño y el adulto, y aun en el niño para cada
edad. Claramente el tiempo atencional que precisa el niño no es el mismo que el requerido por el adulto
para atender una percepción concreta simple o aprender un concepto abstracto altamente complejo.
Precisamente, conocer los tiempos cerebrales que se necesitan para mantener la atención a cada edad o
periodo de la vida puede ayudar a ajustar tiempos de atención reales durante el aprendizaje en clase de
una manera eficiente. Ytambién conocer cómo estos tiempos pueden ser modificados.

Y lo mismo que el aprendizaje consiste en momentos seriados de asociaciones de fenómenos o conceptos


que se repiten en ese juego mental de aciertos y errores, memorizar requiere también de repetición
constante de lo ya aprendido. El maestro o el profesor universitario hoy comienzan a utilizar
adecuadamente fórmulas que pueden ser enormemente útiles en esa memorización de lo aprendido.
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Neuroeducación alcanza pues a todo el arco de la enseñanza, desde los niños de los primeros años a los
estudiantes universitarios, o en la enseñanza de formación profesional o de empresa. Y, por supuesto,
también a los maestros y los profesores, sobre la forma más eficiente de enseñar. La neuroeducación
comienza a poner en perspectiva, más allá de los procesos cerebrales mencionados como la curiosidad y la
atención, otros factores como la extracción social de la familia y la propia cultura como determinantes
del aprendizaje.

Y, más allá, la neuroeducación intentar destruir los neuromitos (falsosconocimientos extraídos de la


neurociencia) y conocer la influencia de los ritmos circadianos, el sueño y su poderosa influencia en el
estudio, o factores tan importantes como la arquitectura del colegio, el ruido, la luz, la temperatura, los
colores de las paredes o la orientación del aula.

Y también ayuda a hacerse preguntas como estas: ¿Por qué los niños están siempre preguntando?¿Se
puede enseñar por igual a niños crecidos en culturas y de etnias diferentes? ¿Hay que ser de raza judía
para ser académicamente brillante? ¿Por qué el ambiente familiar de estudio es tan determinante en las
capacidades de aprender de los niños? ¿Se puede memorizar mejor durmiendo mejor? ¿Qué hace que se
aprenda y memorice mejor si uno se equivoca más? ¿Por qué es más interesante una pregunta brillante que
una contestación brillante? ¿Por qué hoy la letra con sangre ya no entra? ¿Es lo mismo enseñar arte o
matemáticas, medicina o derecho, fontanería o filosofía? ¿Cómo enseñar que hay dos formas cerebrales de
aprender matemáticas? ¿Podrán los nuevos ordenadores de alto procesamiento (relación y reconocimiento
personal del estudiante) sustituir a la relación maestro-alumno?

De este modo y por este camino, la neuroeducación se adentra en elconocimiento de aquellos cimientos
básicos de cómo aprender y memorizar, y cómo enseñar. Y cómo hacerlo mejor en todo el arco de
adquisición del conocimiento y los múltiples ingredientes que lo constituyen. Dilucidando así los entresijos de
la individualidad y las funciones sociales complejas, el rendimiento mental, el desafío cerebral de Internet y
las redes sociales, o cómo llegar a ser un maestro o un profesor excelente. Añadiendo a ello la
formación del pensamiento crítico y analítico, y, más allá, el pensamiento creativo. O evaluando en los
primeros años a niños que sufren procesos cerebrales o psicológicos que dificultan el proceso normal de
aprendizaje, para permitir así aplicar tratamientos tempranos muy eficaces.

La neuroeducación es, pues, un campo de la neurociencia nuevo, abierto, lleno de enormes posibilidades
que eventualmente debe proporcionar herramientas útiles que ayuden a aprender y enseñar mejor, y
alcanzar un conocimiento mejor en un mundo cada vez de más calado abstracto y simbólico y mayor
complejidad social.

Facilitar todo esto requeriría la creación de una nueva figura profesional, aquella del neuroeducador.

Los profesores mejorarán con la ayuda de los


neuroeducadores

Hoy ya no es razonable albergar dudas objetivas sobre los progresos de la neurociencia, que permiten
analizar en profundidad los componentes cerebrales y conductuales de la educación mencionados en los
dos anteriores artículos, y que son la emoción, la curiosidad, la atención y la cognición. Conocerlos bien
ayudará a enseñar y aprender mejor. Sin embargo, sobre todo entre los profesores, hay numerosas voces
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las cosas mejor en colegios e institutos. Y es que los profesores necesitan
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Reconociendo que hay un largo trecho entre los conocimientos que aporta la neurociencia actual y su
aplicación directa en el aula, hay científicos que consideran prematuro intentar rellenar ese trecho, mientras
que otros, por el contrario, piensan que ahora, precisamente ahora, es el mejor momento para hacerlo. En
cualquier caso, en lo que sí parece haber un gran consenso es en la necesidad, cada vez más perentoria,
de poner juntas neurociencia y educación.

Hasta hace muy poco, las teorías acerca de cómo se aprende se basaban, en su mayor parte,
en observaciones de la conducta. Y es solo ahora cuando los educadores han comenzado a tomarse en
serio el papel trascendental del cerebro en esos procesos de aprendizaje.

Los profesores se enfrentan a la necesidad de encontrar técnicas nuevas, capaces de suscitar, desde
dentro y de una forma natural, sin exigencias, la atención de un niño normal ante lo que se le explica, o
de dar la clase de una materia específica en el tiempo cerebral que un niño de una determinada edad
necesita para mantener la atención. Y asimismo para ser capaces de detectar los diversos tipos de
trastornos y síntomas sutiles que afectan al proceso normal de la educación y el aprendizaje.

Los profesores son muy conscientes de sus limitaciones a la hora de descubrir la mejor forma de
enseñar a los niños superdotados, la mejor forma de encontrar vías que estimulen y despierten su interés,
la mejor forma de aumentar su rendimiento mental sin que despierten antipatías alrededor, haciendo que se
sientan bien y desarrollen talentos ejecutivos capaces de hacerles mejorar más aún cuando sean mayores,
en el entorno profesional y social.

Los profesores necesitan encontrar la forma de hacer coherente todo eso con la individualidad de cada
niño, siempre diferente a la de los demás. Pues bien, todo esto debe venir gracias a nuestro mejor
conocimiento acerca de cómo funciona el cerebro, es decir, gracias a la neurociencia.

Pero la mayoría de los educadores está lejos de entender la jerga de los neurocientíficos y, en
consecuencia, no suele captar con rigor la esencia de cuanto se puede extraer de esos nuevos
conocimientos. Por ello se ha hablado de la necesidad de que esa transmisión de conocimientos del
científico al profesor de cualquier disciplina (sea universitaria o profesional, pero alejada de la Neurociencia),
sea asumida por profesionales intermedios que, conociendo bien la neurociencia, sean capaces de
transmitir estos conocimientos.

Surge así la figura de un nuevo profesional que bien podría llamarse neuroeducador. Sería una persona
entrenada con una perspectiva interdisciplinar, capaz de hacer de puente entre el conocimiento del
cerebro y el funcionamiento práctico de los procesos de enseñanza y aprendizaje a cargo de los
profesores, facilitando a estos últimos la comprensión de los avances de la neurociencia directamente
aplicables al aula.

En el caso particular del colegio o el instituto, el neuroeducador sería además una figura complementaria a
la del profesor, con capacidad para ayudar a los maestros a detectar qué niños padecen ciertos
déficits, aunque fueran muy sutiles, para leer, escribir o aprender matemáticas (dislexias, discalculias,
autismo, ansiedad…), pero también con una formación que le permitiera detectar capacidades superiores,
extraordinarias o selectivas, a veces casi invisibles.

En este contexto, el neuroeducador sería también aquel profesional especialista capaz de leer y criticar
correctamente los conocimientos básicos provenientes de la neurociencia, y con ello evaluar y criticar los
programas (tantos y tantas veces plagados de errores neurocientíficos) que, con frecuencia, se ofrecen a
los centros prometiéndoles falsos beneficios de la aplicación de la neurociencia en las aulas.
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El neuroeducador debería ser alguien que entendiera bien no solo la rutina diaria de la enseñanza, sino que
también fuera capaz de crear o ayudar a otros a crearprogramas nuevos o de investigación sobre cómo
mejorar la enseñanza en las aulas basándonos en la práctica.

Ello requeriría de una formación muy especial, que incluyese conocimientos eneducación, psicología,
neuropsicología, neurología y medicina. El neuroeducador en el futuro, y por su repercusión social, y
particularmente en los colegios, bien podría ser una profesión de alto calado. Una profesión que requerirá un
entrenamiento constante y actualizado de los conocimientos que se alcanzan en las neurociencias y se
proyecta sobre la educación. Son conocimientos especializados que ahora asoman de modo acelerado en
las sociedades modernas.

Ahora mismo ya se vislumbra una convergencia de descubrimientos en psicología, neurociencia y robótica


(robots con capacidad de aprender) que lleva a la idea de que pronto ocurrirán cambios profundos en las
teorías educacionales actuales que alumbrarán nuevos diseños aplicables al medio ambiente en el que
aprenden los niños.

Uno de ellos es la poderosa influencia de todo lo social como llave para aprender bien. Muchos
especialistas se están preguntando ¿qué hace que la interacción social, emocional, a edades muy
tempranas sea un catalizador tan poderoso para el aprendizaje? ¿Qué factores sociales son los elementos
claves que podrían utilizarse para potenciar la curiosidad natural de los niños hacia la gente y las cosas que
le rodean?

No sería difícil pergeñar los cursos requeridos para obtener esta especialización, en forma de diplomatura, o
quizá en el futuro, en forma de grado de neuroeducador.

Véase

Reseña del libro Neuroeducación. Sólo se puede aprender aquello que se ama
(http://cisolog.com/sociologia/neuroeducacion-solo-se-puede-aprender-aquello-que-se-ama/) de
Francisco Mora en este mismo weblog

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Breve reseña sobre Francisco Mora

(http://cisolog.com/sociologia/wp-
content/uploads/2014/08/Francisco-
Mora.jpg)
Francisco Mora. Foto: CTR.
Fuente: www.tendencias21.net

Francisco Mora es doctor en Medicina por la Universidad de Granada y doctor en Neurociencia por la
Universidad de Oxford (Inglaterra). Es catedrático de Fisiología Humana de la Facultad de Medicina de la
Universidad Complutense de Madrid y catedrático Adscrito del Departamento de Fisiología Molecular y
Biofísica de la Universidad de Iowa en EE.UU. Es miembro del Wolfson College de la Universidad de Oxford.
Aparte de Neuroeducación: solo se puede aprender aquello que se ama, entre sus libros más recientes
están: ¿Se puede retrasar el envejecimiento del cerebro? (2010), El Dios de Cada Uno: por qué la
neurociencia niega la existencia de un dios universal (2011), ¿Está nuestro cerebro diseñado para la
felicidad? (2012).

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rucrespo
Estudiante de Sociología, defensor de la ciencia con conciencia y en busca del
paradigma bio-psico-social.
•  (mailto:rcrespogomez@gmail.com)
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Neuroeducación. Sólo se puede aprender aquello que se ama | Cisolog


(http://cisolog.com/sociologia/neuroeducacion-solo-se-puede-aprender-aquello-
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[…] saber másVéase Una aproximación a la neuroeducación. Francisco Mora en este mismo […]

Aprosimación a la neuroeducación – NEUROEDUCACIÓN


(https://neuroeducacionjoseantonio.wordpress.com/2017/10/08/aprosimacion-a-
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