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Hijo de Dios, que te hiciste pequeño para entrar en nuestro mundo y nuestra historia,

entrá hoy a nuestra familia y que en nuestras casas siempre haya un lugar para Vos.
Entrá con la brisa de tu misericordia y la frescura de tu alegría.
Vení a darnos ánimo, porque sin un Dios tan cercano no hay esperanza posible.

Hijo de María, que te dejaste llevar por una joven palestina de un pueblo desconocido,
dejá que hoy te llevemos también nosotros, que te acunemos y te demos de comer.
Mirá a las mujeres del mundo, en especial las que sufren, o las que se compran y venden,
a las que con tu poder bendijiste y les abriste su vientre, y a las que aún así se desentienden.

Hijo de José, que te dejaste cuidar por el varón justo y fiel al que le hablaste en sueños,
Enseñános a cuidar lo que con amor nos confiaste: la vida, el mundo, la amistad y la familia.
Mirá a los hombres del pueblo que trabajan por el pan, dales a todos proyectos y vocación de eternidad,
Que sus esfuerzos levanten no sólo una sociedad más justa, sino que también aceleren la venida de tu Reino.

Hijo del hombre, que has querido modelarte un cuerpo humano con rostro de niño pobre,
que podamos reconocerte entre los más pequeños, los más débiles y los que el mundo descarta como innecesarios.
Mirá a los niños de la tierra y, con tu poder y nuestra ayuda, hacé que nadie pueda borrarles la sonrisa de sus labios,
que siempre tengan una familia que los ame, un juguete que los divierta, un libro para estudiar.

Jesús, Hijo de Dios, Hijo de María y José, Hijo del hombre: vení y nacé hoy entre nosotros. Queremos ser tu pesebre.
Gracias por traernos la Salvación. Ayudános a vivir reconciliados y en paz con todos.

¡Ven Señor Jesús! Amén.

Hijo de Dios, que te hiciste pequeño para entrar en nuestro mundo y nuestra historia,
entrá hoy a nuestra familia y que en nuestras casas siempre haya un lugar para Vos.
Entrá con la brisa de tu misericordia y la frescura de tu alegría.
Vení a darnos ánimo, porque sin un Dios tan cercano no hay esperanza posible.

Hijo de María, que te dejaste llevar por una joven palestina de un pueblo desconocido,
dejá que hoy te llevemos también nosotros, que te acunemos y te demos de comer.
Mirá a las mujeres del mundo, en especial las que sufren, o las que se compran y venden,
a las que con tu poder bendijiste y les abriste su vientre, y a las que aún así se desentienden.

Hijo de José, que te dejaste cuidar por el varón justo y fiel al que le hablaste en sueños,
Enseñános a cuidar lo que con amor nos confiaste: la vida, el mundo, la amistad y la familia.
Mirá a los hombres del pueblo que trabajan por el pan, dales a todos proyectos y vocación de eternidad,
Que sus esfuerzos levanten no sólo una sociedad más justa, sino que también aceleren la venida de tu Reino.

Hijo del hombre, que has querido modelarte un cuerpo humano con rostro de niño pobre,
que podamos reconocerte entre los más pequeños, los más débiles y los que el mundo descarta como innecesarios.
Mirá a los niños de la tierra y, con tu poder y nuestra ayuda, hacé que nadie pueda borrarles la sonrisa de sus labios,
que siempre tengan una familia que los ame, un juguete que los divierta, un libro para estudiar.

Jesús, Hijo de Dios, Hijo de María y José, Hijo del hombre: vení y nacé hoy entre nosotros. Queremos ser tu pesebre.
Gracias por traernos la Salvación. Ayudános a vivir reconciliados y en paz con todos.

¡Ven Señor Jesús! Amén.

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