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ÍNDICE
Pág.
Introducción……………………………………………………………………..2
1
INTODUCCIÓN
2
nacimiento de conflictos. Sin olvidar, que cada vez más la gente se 6 desplaza
en sus viajes con mayor número de pertenencias, muchas de ellas innecesarias
para el propósito del desplazamiento, pero el continuo cambio y desarrollo de la
sociedad, y en especial la influencia de nuevas tecnologías, traen consigo
cambios en nuestros hábitos y costumbres que también deben reflejarse en
nuestro ordenamiento jurídico, pues tales enseres pueden ser fácilmente objeto
de robo o hurto o cualquier daño o perjuicio, con el consiguiente nacimiento de
responsabilidad para el que haya causado el daño o habiéndolo podido evitar,
no lo haya hecho. Y ahí es donde la figura del empresario cobra especial
relevancia, pues en la mayoría de casos no puede presentarse como un tercero
ajeno a los hechos en lo que sucede en sus dominios. En definitiva, la escasa
regulación de la que goza el contrato del hospedaje, junto a las diversas
controversias que pueden surgir durante el desarrollo del mismo, son algunos de
los motivos que nos llevan a emprender esta investigación, en la que, después
de conocer los antecedentes históricos del hospedaje de cara a comprender
mejor el desarrollo de la industria a lo largo de los siglos y su configuración actual,
pasaremos a analizar detalladamente la naturaleza y el contenido del contrato,
así como aquellos textos legales sobre los que intenta sustentarse, para entrar
luego de lleno a conocer todo lo relativo a la responsabilidad civil en el hospedaje
por los daños o pérdidas que puedan sufrir los enseres de los clientes o éstos
mismos.
1
Según la RAE: 1. m. Alojamiento y asistencia que se da a alguien. 2. m. Cantidad que se paga por estar
de huésped. 3. m. p. us. hospedería (‖ casa destinada al alojamiento).
3
conocidos los tenemos en la época griega, donde se podía distinguir ya entre
hospitalidad privada y pública. La primera se consideraba importante por la
imagen que transmitía de los lugareños de riqueza y generosidad, y la segunda,
descansaba sobre una doble base: un simple deber de humanidad, o un pacto
entre estados2. Centrándonos en el mundo romano, que es el que más nos
interesa para esta investigación pues como veremos más adelante, y al igual que
pasa con gran parte de nuestro derecho actual, es en esta época cuando
empieza a regularse el hospedaje y el modelo actual no dista mucho del de
entonces, si bien mucho más completo y adaptado a las necesidades de
nuestros tiempos. El concepto de hospitalidad es muy similar al que tenían los
griegos: dar alojamiento a aquellos forasteros que lo requieran, también de
manera pública o privada. Esta forma de dar hospitalidad descansa sobre la
figura del hospitium3, de la que encontramos dos vertientes: el hospitium
privatum, el que tenía lugar entre un ciudadano romano y un extranjero, y el
hospitium publicum, entre el pueblo romano y un extranjero o una ciudad
extranjera. En el año 413 aparece una constitución recogida en el Código
Justiniano4 de los emperadores Honorio y Teodosio, en la que por primera vez
se alude al tema de la hospitalidad, indicando que se concede con la condición
de que no se le pida la huésped nada de lo que se considera necesario para el
alimento de sus hombres o animales, además de que la estancia sea breve y
fluida5 . Es en este momento de la historia cuando empieza a surgir el hospedaje
profesional, de manera subsidiaria a las dos formas de alojamiento
anteriormente mencionadas, en el que un profesional ofrece alojamiento
retribuido a aquellos que lo requieran. Dichos establecimientos eran conocidos
como cauponae, y desde un inicio fueron las clases más modestas las que
2
MARLASCA MARTÍNEZ, Olga, Los establecimientos de hospedaje. Estudio histórico. Responsabilidades
que derivan para los titulares de los mismos: de Roma al Derecho Actual, Bilbao, 2008, Publicaciones de
la Universidad de Deusto, p. 18.
3
La institución del hospitium era la manera en que se regulaban las relaciones entre miembros de
ciudades extranjeras. También conocidos como “pactos de hospitalidad”, se corroboraban a través de
las tesserae hospitales (téseras de hospitalidad).
4
Recopilación de constituciones imperiales promulgada por el emperador Justiniano, en una primera
edición en el año 529 que quedó derogada por una segunda en el 534, el llamado Codex Repetitae
Praelectionis. Fue la primera gran recopilación de leyes del mundo romano y ha servido como base para
la configuración de algunos de los sistemas civiles actuales, como por ejemplo el francés o el español. El
código consta de 12 libros que, a grandes rasgos, abarcan el derecho eclesiástico, privado, penal y público
de la época.
5
MARLASCA MARTÍNEZ, Los establecimientos de hospedaje, p. 18.
4
acudían a este tipo de establecimientos, ya que los viajeros más pudientes
llevaban consigo medios suficientes para acomodarse en cualquier otro paraje o
servidumbre con más holgura. Por otro lado, la reputación que acompañaba a
los caupones7 y que, como veremos más adelante, a duras penas varió a lo largo
de los siglos, era bastante deplorable. En cuanto a testimonios de carácter
jurídico, encontramos por ejemplo una constitución del emperador Alejandro a
Aurelio que establece concretamente que “la que fue vendida con la condición
de que no hiciera comercio con su cuerpo, no sea tampoco prostituída en una
hostería, so pretexto de servicio, a fin de que no se defraude a la condición
impuesta”, dejando constancia de las prácticas que se llevaban a cabo en estos
establecimientos. Por otro lado, testimonios literarios como Juvenal, se refieren
a las “gentes de mala conducta que frecuentaban las tabernas”, o Cicerón que
se refiere a la mala fama de los hosteleros y dice además que sus
establecimientos eran a menudo lugares de perversión. A pesar de todo esto, en
la época de Augusto empezaron a crearse por los emperadores otro tipo de
albergues con mejores condiciones para permitir descansar a los viajeros, las
llamadas mansiones, en las que sólo eran admitidos los que llevaban una carta
del emperador, el diploma tractorum, lo que no contribuyó a mejorar en líneas
generales la industria del hospedaje ya que tan sólo eran unos pocos los que
podían gozar de este privilegio. El resto de alojamientos parece ser que no
mejoraron y guardaron considerable mala fama durante todo el Imperio romano.
Más adelante, en la época medieval, una serie de factores contribuyen a que el
hospedaje no prospere, y ante esta situación, los monasterios suplen la falta de
hospederías albergando a los peregrinos que acudían a Roma, Santiago o
Jerusalén. A pesar de esto, siguen existiendo los establecimientos que prestan
alojamiento retribuido a viajeros (a partir de esta época mesones, ventas u
hostales), en los que no se han mejorado las condiciones de épocas pasadas, y
conociendo un poco el período medieval, podemos llegar a imaginar las
condiciones de dichos parajes. Por lo que se refiere a España, el problema debió
presentar caracteres semejantes a los de otros países, más teniendo en cuenta
los continuos conflictos que se vivieron en la península durante este período de
la historia, marcado principalmente por la invasión árabe y la posterior
reconquista y por las inestabilidades políticas, especialmente en el Reino de
Castilla, que daban lugar a constantes conflictos. En esta época existen en la
5
península tanto instituciones piadosas como hospedajes retribuidos, y donde hay
que destacar el Camino de Santiago como uno de los ejes que configuran el
porvenir de la hospedería durante este período histórico, ya que “determinó la
creación de un dispositivo asistencial, en buena parte de carácter religioso y
benéfico, pero que nutrió, a la par, una floreciente industria que incluía tanto una
red de albergues y hospederías, más o menos rudimentarias, en manos
privadas, como una serie de actividades mercantilizadas en torno a los recuerdos
y objetos de carácter religioso”. Pero además, se trató de asegurar la vida y los
intereses de los viajeros contra ataques de bandidos y demás maleantes. En
este sentido, especialmente entre los siglos XII y XIV, empiezan a destacar
normas como el Fuero Real, las Siete Partidas y algunos Ordenamientos de
Cortes que tratan de proteger a los peregrinos y romeros contra fraudes de los
posaderos, cambiadores de moneda, comerciantes con mala fe, etc… que se
aprovechaban de la desprotección y desconocimiento de la zona del viajante.
Además de esta legislación existe también legislación eclesiástica en la que se
regulan privilegios y excepciones propias de los peregrinos que van a Santiago
a cumplir con su fe, como por ejemplo el Códice Calixtino en el que se remarca
el buen trato y hospitalidad que por todos se debe a peregrinos y romeros, así
como el empeño en evitar abuso contra éstos, como engaños o alza injustificada
de precios. En definitiva, este importante movimiento de peregrinaje determinó
con el tiempo una serie de regulaciones de los servicios prestados a los
peregrinos y viandantes en general, como por ejemplo la estipulación de tasas
máximas de los precios que podían establecerse al hospedaje, la previsión de
los elementos y utensilios de que debían disponer los albergues, etc…
condiciones que se acercan más a la regulación y composición de la industria
del hospedaje actual, en el que se intenta proteger al máximo al cliente. En
aquella época se protegían los intereses divinos, el peregrino que quería cumplir
con su fe en el viaje a Santiago, mientras que hoy en día se protege al turista
como agente económico. Ya en los siglos XVI y XVII, las casas de huéspedes
recibían el nombre de fonda, posada y mesón cuando pertenecían a aldeas y
ciudades (en prelación al acomodo y distinción), y venta para las zonas más
despobladas y alejadas del vecindario, más enfocada como albergue para
transeúntes y viajeros. Asimismo sobre la condición del hostelero que “el ser
ventero o mesonero era profesión poco decorosa y considerada para los
6
españoles legítimos de los siglos XVI y XVII. Y por eso se relegaba ese oficio
ordinariamente la actividad de italianos, moriscos y gitanos”. Otros relatos de la
época también dejan constancia del mal estado de las ventas y posadas de la
época y de sus responsables. Más adelante, ya en el siglo XIX continúa la mala
fama de las hospederías españolas, pero diferenciando las condiciones de
fondas y posadas, las primeras mucho más ventajosas y cómodas que las
segundas como deja constancia RICHARD FORD: “La genuina posada española
es precisamente una casa donde reposar las fatigas del viaje. Estrictamente
hablando, el posadero sólo está obligado a proporcionar alojamiento, sal y el
derecho a cocinar aquello que el viajero traiga consigo o pueda obtener fuera de
la casa; y esto difiere de la fonda, que suministra comidas y bebidas”. El siglo XX
es el momento en el que el mundo y la sociedad empiezan a evolucionar de
manera más rápida en un lapso de tiempo considerablemente menor que el resto
de la historia anterior, y el hospedaje es un reflejo más de ello. Comienza a darse
un fenómeno prácticamente desconocido hasta el momento que es el turismo, la
gente ya no sólo viaja por motivos religiosos o comerciales principalmente, sino
que comienza a interesarse por conocer mundo debido a la aparición de recursos
que facilitan esta posibilidad (principalmente el desarrollo de los medios de
transporte) y por el cambio del estilo de vida de una sociedad que cada día tiene
más cubiertas sus necesidades básicas. Y es a partir de los años sesenta cuando
este crecimiento en tendencia desde principio de siglo explota fuertemente en
nuestro país, primero por el litoral mediterráneo y luego expandiéndose por el
resto de zonas costeras hasta llegar al más profundo interior de la meseta,
menos turístico aparentemente.
ARTÍCULO 1713
7
1. Antecedentes
8
marzo de 1973). Posteriormente se dictaron tres Reglamentos de
Establecimientos de Hospedaje, derogando el de fecha más reciente al
inmediato anterior; así tenemos el aprobado por D.S. N° 012-94-ITINCI de 22 de
junio de 1994; el aprobado por D.S. N° 023-2001-ITINCI de 13 de julio de 2001;
y el aprobado por D.S. N° 029-2004MINCETUR de 27 de noviembre de 2004, en
actual vigencia. Cabe precisar que las disposiciones contenidas en estos
reglamentos son de orden administrativo, de manera que regulan la clasificación,
categorización, requisitos, condiciones mínimas, supervisión, infracciones y
sanciones, entre otros aspectos, de los establecimientos dedicados a la actividad
de hospedaje. Salvo la definición de "contrato de hospedaje" que se puede hallar
en ellos, no están normadas las relaciones jurídico-contractuales entre el
hospedante y el huésped; esto recién se da, como ya se dijo, en los artículos
1713 al 1727 del Código Civil de 1984.
2. Definición
Es pertinente agregar que para que el hospedante pueda operar como tal,
sea como fuere que esté organizado o constituido legalmente, debe cumplir los
requerimientos y exigencias formales que señala el Reglamento de
Establecimientos de Hospedaje vigente. Tales exigencias son, por ejemplo, que
para el inicio de actividades deberán: i) estar inscritos en el Registro Único de
Contribuyentes (RUC); ii) contar con licencia municipal de funcionamiento, y iii)
cumplir con las demás disposiciones municipales correspondientes. Asimismo,
las condiciones mínimas que deben cumplir los establecimientos de hospedaje
son: i) seis habitaciones o más; ii) ingreso para la circulación de los huéspedes
y personal de servicio; iii) área de recepción; iv) botiquín de primeros auxilios; v)
área de las habitaciones (incluyendo el área de c1óset y guardarropa) con 6 m2
o más; vi) área total de los servicios higiénicos privados o comunes con 2 m2 o
más; vii) servicios higiénicos revestidos con material impermeable y área de
ducha con revestimiento de 1.80 m; viii) ascensor, en caso de establecimiento
de cinco o más plantas; entre otros requerimientos. Con relación al huésped,
este necesariamente por razones obvias debe ser persona natural. Por otro lado,
10
en lo que concierne a los elementos objetivos, es decir, a las prestaciones que
se derivan de las obligaciones de las partes, el hospedante está obligado a
prestar alojamiento o albergue en las habitaciones de su local y, adicionalmente,
alimentación y otros servicios que pudieran haberse convenido (lavandería, por
ejemplo). Además, el hospedante asume una obligación subsidiaria y
consecuente responsabilidad respecto de la custodia o eventual depósito de los
bienes del huésped, a lo cual nos referiremos al comentar los artículos 1718 al
1724. A su turno, el huésped está obligado a pagar la respectiva retribución, la
misma que normalmente está fijada a modo de tarifa y aunque la norma dice que
esta puede ser aprobada por la autoridad administrativa competente, esto en la
realidad no ocurre, rigiéndose por las reglas del mercado de oferta y demanda.
5. Doctrina
11
ARIAS SCHREIBER PEZET, Max. "Hospedaje". En REVOREDO DE DEBAKEY,
Delia (compiladora). "Código Civil. Exposición de motivos y comentarios". Tomo
VI. Okura Editores. Lima, 1985; ARIAS SCHREIBER PEZET, Max. "Exégesis del
Código Civil peruano de 1984". Colección completa. Tomo 1. Gaceta Jurídica.
Lima, 2006; CASTILLO FREYRE, Mario. "Tratado de los contratos típicos". Tomo
111, Hospedaje I Comodato. Biblioteca Para Leer el Código Civil, Vol. XIX. Fondo
Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Lima, 2002; LEON
BARANDIARAN, José. "Tratado de Derecho Civil". Tomo VI. WG Editor. Lima,
1993.
1. ARTÍCULO 1714
12
prestaciones derivadas del servicio que brindan los establecimientos dedicados
a ese negocio- es supervisado por la autoridad administrativa, que en este caso
es el Ministerio de Comercio Exterior y Turismo (MINCETUR). Al comentar el
artículo 1713 del Código, ya nos hemos referido a grosso modo a los
antecedentes legislativos y a la normatividad complementaria sobre esta
materia, por lo que en esta parte conviene referimos a dos de las normas
reglamentarias de mayor relevancia que se conectan directamente con el artículo
1714:
13
b) La escala de infracciones y sanciones aplicable a los establecimientos
de hospedaje clasificados y categorizados (R.M. N° 147-2001-ITINCI-DM de
26-072001), que consta solo de 4 artículos y que básicamente distingue las
infracciones leves sancionables con amonestación escrita y las infracciones
graves sancionables con multa; así como las sanciones de cambio de clase o
categoría, cancelación de las mismas y cancelación de la acreditación como
establecimiento turístico.
c) DOCTRINA
ARTÍCULO 1715
Comentario
Este artículo se refiere a los más elementales derechos del huésped. Bien
vistas las cosas, la norma aparece regulando una exigencia de perogrullo, pues
es un valor entendido que un establecimiento dedicado habitualmente al negocio
de hospedaje no puede soslayar las condiciones básicas a las que alude la
presente disposición; en ese sentido, la norma parecería simplista e innecesaria,
tal como revela Arias Schreiber. No obstante, este autor expresa que se
consideró conveniente incorporar es I norma al Código Civil para salvaguardar
14
los derechos fundamentales de todo huésped, teniendo en cuenta "la realidad
en que vivimos y el hecho de que en gran parte de los lugares donde se presta
hospedaje las instalaciones no reúnen la más elementales condiciones vitales"
(ARIAS SCHREIBER, ibídem). Del miso parecer es Castillo Freyre, quien
manifiesta que hace bien el Código Civil en precisar que las condiciones que
debe presentar la habitación en cuanto aseo y a funcionamiento de servicios
deben ser las "normales", empero aclara que esto debe entenderse como que
deben ir de la mano con lo que a su turno significa "situación de normalidad" de
acuerdo a la categoría del establecimiento. Al respecto, es pertinente mencionar
que de acuerdo a los artículos 2 y 3 del Reglamento de Establecimientos de
Hospedaje (D.S. N° 029-2004-MINCETU estos se encuentran legalmente
clasificados y categorizados bajo un sistema en rango de "estrellas", así como
debidamente establecidas (en el anexo de dicho reglamento) las condiciones de
funcionamiento y servicios que deben ofrecer de acuerdo a su clase y categoría;
además, el artículo 29 del reglamento señala como regla general, que las
instalaciones de los establecimientos de hospedaje deben estar en óptimas
condiciones de conservación, presentación, funcionamiento, limpieza y
seguridad, de modo que permitan su uso inmediato y la prestación adecuada de
los servicios ofrecidos desde el día que inicia sus operaciones. Así, pues, el
tema del funcionamiento de los servicios inherentes a la habitación aparece con
meridiana claridad, pues tal funcionamiento en condiciones "normales" se
aprecia en base a un mero dato objetivo, teniendo en consideración la categoría
del establecimiento y los requisitos que para ella deben cumplirse. Esto no
significa que mientras más baja sea la categoría se permita la disminución de los
estándares de calidad y de funcionamiento óptimo o normal de los servicios; sino
que todos los servicios deben funcionar siempre en forma normal y adecuada,
independientemente de la categoría del establecimiento, solo que en unos el
hospedante podrá ofrecer mayores servicios o comodidades, mientras que en
otros se limitará a los más básicos, precisamente en función a la categorización.
En cuanto al tema del aseo e higiene de la habitación, Castillo Freyre expresa
que el asunto no se manifiesta con similar claridad; al parecer este autor
reconoce cierto grado de subjetividad con relación a este aspecto, lo cual se
entiende dada la divergencia de criterios que pueden tener las personas respecto
a los niveles de aseo e higiene de las cosas. En todo caso el Reglamento de
15
Establecimientos de Hospedaje solo contiene dos disposiciones sobre el
particular: i) el cambio regular de sábanas (artículo 7 inc. D, y ii) la limpieza diaria
(artículo 7 inc. k); lo cual, como es obvio, no puede entenderse limitadamente a
estas dos prestaciones. Cabe agregar que, como bien dice Castillo Freyre (p.
65), las exigencias del - numeral 1715 del Código no deben circunscribirse a la
habitación del huésped, es decir al ambiente privado del hospedaje, sino a todas
las instalaciones del establecimiento, tal como fluye de las normas del citado
reglamento. En cualquier caso, si el establecimiento no observara las reglas
sobre las condiciones de conservación, funcionamiento, higiene y seguridad,
podrá ser multado administrativamente, puesto que ello constituye infracción
grave, según la R.M. N° 147-2001-ITINCI-DM (escala de infracciones y
sanciones aplicables a los establecimientos de hospedaje clasificados y
categorizados).
DOCTRINA
• ARTÍCULO 1716
Comentario
16
La prestación principal del huésped en un contrato de hospedaje es,
obviamente, el pago de la retribución por el alojamiento brindado en el
establecimiento; sin embargo, para poder cumplir con esta obligación -y en
realidad para decidir la propia celebración del contrato y asumir la
responsabilidad en cuanto a dicha prestación- el huésped debe estar
debidamente informado sobre las respectivas tarifas y, adicionalmente, sobre
todas las condiciones generales de contratación que impone el hospedante. Si
el contrato de hospedaje fuera paritario, la norma contenida en este artículo no
hubiera sido necesaria, puesto que las partes bien podrían negociar precio y
condiciones previamente a la celebración del contrato; empero ocurre que los
contratos de hospedaje son actos que se celebran por adhesión sobre la base
de cláusulas generales predispuestas, de modo que el huésped prácticamente
no negocia tales cuestiones y, ordinariamente, solo tiene la posibilidad de
aceptar o rechazar las tarifas y condiciones que ofrece el hospedante. En esa
línea, la disposición del artículo 1716 tiene por finalidad proteger los derechos e
intereses de los huéspedes, siendo pues una norma necesaria, máxime si "la
tarifa es uno de los elementos esenciales especiales del contrato de hospedaje
oneroso. Mal podría entenderse celebrado un contrato de estas características,
si el huésped desconociera la tarifa que va a regir durante su estadía en dicho
establecimiento"6). Asimismo, aclara este autor que la exhibición de las
cláusulas generales de contratación resulta indispensable para que las mismas
se incorporen al contrato de hospedaje en caso de no haber sido aprobadas por
la autoridad administrativa, en aplicación de lo señalado en el artículo 1397 del
Código Civil; o, si tales cláusulas generales estuvieran aprobadas, se
incorporarían automáticamente a todos los contratos de hospedaje que celebre
el establecimiento que obtuvo dicha aprobación, conforme al artículo 1393 del
mismo Código. Sobre este tema, el artículo 30 del Reglamento de
Establecimientos de Hospedaje vigente, aprobado por D.S. N° 029-2004-
MINCETUR, reitera la disposición a que se contrae el artículo bajo comentario,
señalando que en el establecimiento debe mostrarse en forma visible, tanto en
la recepción como en las habitaciones, las tarifas, la hora de inicio y el término
del día hotelero y demás condiciones del contrato de hospedaje. Como puede
6
CASTILLO FREYRE, Código Civil Comentado. Tomo IV, Gaceta Jurídica, p. 66
17
apreciarse, en este caso la regulación es más precisa en cuanto al tema de la
exhibición, ya que no solo se limita a decir que debe ser en un lugar "visible",
como dispone un poco vagamente el Código Civil, sino que dicho lugar visible
es, conforme al citado reglamento, el ambiente de recepción del local y las
habitaciones donde se brinda el hospedaje, con lo que no cabe duda de que los
huéspedes tendrán a su alcance la mencionada información en ubicaciones que
les son perfectamente accesibles.
DOCTRINA
• ARTÍCULO 1717
18
“Los equipajes y demás bienes entregados o introducidos por el huésped
responden preferencialmente por el pago de la retribución del hospedaje y por
los daños y perjuicios que aquel hubiese causado al establecimiento, pudiendo
el hospedan te retenerlos hasta su cancelación”.
Comentario
19
cuales fueren las condiciones en que dicho derecho esté regulado, es decir,
aun cuando no se cumpla el requisito de la conexión (que es el otro supuesto
excluyente). Esto ocurre, precisamente, en el caso del artículo 1717 del
Código Civil, en lo que concierne a los equipajes y bienes "introducidos" por
el huésped a un establecimiento de hospedaje (se entiende a su habitación),
los mismos que responden por la retribución de hospedaje no pagada y por
los daños y perjuicios causados. Se observa que no hay conexidad directa
entre los bienes retenidos (equipaje introducido) y el crédito adeudado,
habida cuenta que este tiene relación con el alojamiento o albergue brindado
y no con el equipaje. Distinto es el caso de los bienes "entregados" (por
ejemplo, dinero o joyas) en calidad de custodia o depósito, puesto que en
este caso el hospedante responde como depositario, de manera que el
crédito a su favor si guardaría conexidad con los bienes que mantiene en su
poder.
DOCTRINA
20
VI. Okura Editores. Lima, 1985; ARIAS SCHREIBER PEZET, Max. "Exégesis del
Código Civil peruano de 1984". Colección completa. Tomo 1. Gaceta Jurídica.
Lima, 2006; CASTILLO FREYRE, Mario. "Tratado de los contratos típicos". Tomo
111, Hospedaje I Comodato. Biblioteca Para Leer el Código Civil, Vol. XIX. Fondo
Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Lima, 2002; MURO
ROJO, Manuel. "El derecho de retención: ¿cuáles son las condiciones para su
ejercicio?". En Actualidad Jurídica. Tomo 134. Gaceta Jurídica. Lima, enero
2005.
• ARTÍCULO 1718
Comentario
21
inherente a este contrato que personal a cargo del hospedante ingrese a las
habitaciones a realizar servicios de limpieza, existe entonces un cierto riesgo de
que los bienes, al estar relativamente expuestos, puedan ser sustraídos,
extraviarse o deteriorarse; por ese motivo se considera pertinente regular la
responsabilidad del hospedante en relación con estos eventos. Sobre el
particular, León Barandiarán, comentando el Código de 1936, expresa que el
depósito aquí o sea dentro del marco de un contrato de hospedaje- viene a ser
una operación jurídica subsidiaria, y como el hotelero y el posadero ejercen una
actividad lucrativa, un oficio, una actividad permanente y remunerada, se les
exige que asuman la responsabilidad como depositarios, con relación a los
efectos (bienes) cuando, como actividad profesional u oficio permanente y
notorio, brinden hospedaje a cualquiera que lo solicite.
DOCTRINA
ARTÍCULO 1719
23
fijado en lugar visible de las habitaciones. La autoridad competente fijará el límite
de la responsabilidad”.
Comentario
Por último, hace notar León Barandiarán que, en cuanto a los objetos
meramente introducidos, desaparece la responsabilidad del hospedante si el
huésped no observa, por su parte, las prevenciones que los hoteleros y
posaderos, o sus sustitutos, les hubiesen hecho sobre el cuidado y vigilancia de
los efectos. Agrega que se trataría, pues, de una falta contractual en la que
incurriría el huésped; lo que explica y justifica la irresponsabilidad del hospedante
en tal supuesto.
DOCTRINA
25
BARANDIARAN, José. ''Tratado de Derecho Civil". Tomo VI. WG Editor. Lima,
1993.
ARTÍCULO 1720
“El hospedante tiene derecho a solicitar del huésped, dentro de las veinticuatro
Comentario
26
hospedante, a fin de que este solicite la declaración de bienes de uso común
ingresados por el huésped, es decir, que el derecho se ejerce con el solo pedido
según fluye del tenor expreso de la norma, aun cuando la declaración del
huésped y la comprobación se efectúen fuera de dicho plazo; en tal sentido, el
hospedante pierde el derecho que le confiere la ley solo cuando no hace la
solicitud dentro de las 24 horas, en cuyo caso entendemos se produce la
caducidad del derecho; pero este no se pierde si tal solicitud se formula en
tiempo oportuno a pesar de que, reiteramos, la declaración y comprobación se
realicen vencido el plazo.
27
comprobar su exactitud, sean bienes sellados o embalados, reservados o
secretos, y que el huésped no tenga autorización para descubrirlos, mostrarlos
o revelarlos a terceros. En este caso, la solución sí debería ser la aplicación del
numeral 1719, pues el huésped no está negando, oponiéndose u obstaculizando
la comprobación, solo que está justificadamente imposibilitado de permitirlo.
DOCTRINA
ARTICULO 1721
- COMENTARIO
28
comodidades del caso". La presente disposición aparentemente estaría
conectada con el artículo 1718 por la mención o referencia expresa que se hace
a este, sin embargo el artículo 1721 alude a los bienes en custodia (o depósito,
o sea bienes que se "entregan") y también a los bienes que se "introducen" al
establecimiento de hospedaje, por lo que en realidad la norma bajo comentario
se relaciona también con el numeral 1719; lo que significa, pues, que en
cualquier caso el hospedante no puede negarse a aceptar los bienes del
huésped. Ahora bien, en cuanto a los bienes respecto de los cuales no cabe
negativa de recepción por el hospedante, son en realidad cualquier clase de
bienes, o sea todos, ya que el numeral 1718 al cual se remite el artículo 1721,
se refiere al dinero, joyas, documentos y "otros bienes"; mientras que el artículo
1719 alude a los bienes de uso corriente o común, con lo cual no hay ningún
bien que escape a los alcances de la norma bajo comentario. Por otro lado, la
parte más relevante de la disposición del artículo 1721 es la referida a la
excepción o salvedad que se contempla a favor del hospedante, en el sentido de
que este sí podría negarse a recibir bienes del huésped en su establecimiento
de hospedaje cuando existan justos motivos, habida cuenta que podría asumir
responsabilidad ilimitada; empero, y siempre pensando en la cautela de los
intereses del huésped, la propia ley ha parametrado el significado de la expresión
"justos motivos", reduciéndola a una enumeración taxativa de supuestos:
29
que el bien, ya no por su valor sino por su naturaleza (tamaño, volumen, material,
grado de perecimiento, etc.), amerite una negativa de custodia o ingreso
sustentada en el propio perjuicio del hospedante. El tema que venimos tratando
estuvo regulado en el Código Civil de 1936, dentro de las escasas disposiciones
sobre la materia que se hallaban en el título' concerniente al contrato de depósito;
sin embargo, dicha regulación era en sentido inverso, es decir que el hospedante
(hotelero o posadero, según la terminología anterior) sí podía, como regla
general, rehusar la custodia del dinero, valores y objetos preciosos del huésped
cuando su valor era excesivo en relación a la importancia del establecimiento
(artículo 1626). Se advierten dos diferencias con el texto vigente: una, que solo
se limitaba a objetos de valor y no a cualquier clase de bien como es ahora; y
dos, que el justo motivo de la eventual negativa solo podía estar basado en el
valor excesivo del bien y no en su naturaleza como también es ahora.
- DOCTRINA
- ARTICULO 1722
- DOCTRINA
32
- ARTICULO 1723
- COMENTARIO
33
satisfará un interés propio del huésped perjudicado por la sustracción, pérdida o
deterioro de sus bienes, es decir para obtener la respectiva indemnización.
Tal denuncia o comunicación debe ser hecha tan pronto como se tenga
conocimiento de la sustracción, pérdida o deterioro; no hay pues un plazo legal
específico, sino que rigen aquí las circunstancias del caso. Esto es claro mientras
cualquiera de tales hechos se produzca cuando el huésped aún se halle en el
establecimiento de hospedaje, esto es, mientras se esté ejecutando el contrato.
Lo que no queda claro es el supuesto de que el huésped advierta la sustracción,
pérdida o deterioro de alguno de sus bienes cuando ya abandonó el
establecimiento de hospedaje sin verificar el estado y completitud de sus
pertenencias antes de salir. En una situación ordinaria y dado que el daño
contractual genera una acción personal, podría decirse que el huésped tendría
entonces diez años para reclamar la respectiva indemnización, según el artículo
2001 inc. 1) del Código Civil; empero ello sería un contrasentido ya que no solo
esta postura iría en contra de la brevedad o inmediatez que el artículo 1723 exige
para la comunicación del hecho, sino que haría inviable la liberación de
responsabilidad del hospedante a que se contrae la segunda parte de la norma.
Por consiguiente, opinamos que el tiempo límite para realizar la comunicación
por cualquier sustracción, pérdida o deterioro de bienes del huésped es a la
salida del establecimiento de hospedaje, es decir, hasta el momento de
conclusión del contrato, lo que supone un deber de diligencia del huésped de
revisar el estado y completitud de sus pertenencias antes de retirarse del local.
En caso contrario, la norma culmina señalando que el hospedante queda
liberado de responsabilidad, salvo que haya mediado dolo o culpa inexcusable
de este.
- DOCTRINA
34
ARIAS SCHREIBER PEZET, Max. "Hospedaje". En REVOREDO DE DEBAKEY,
Delia (compiladora). "Código Civil. Exposición de motivos y comentarios". Tomo
VI. Okura Editores. Lima, 1985; ARIAS SCHREIBER PEZET, Max. "Exégesis del
Código Civil peruano de 1984". Colección completa. Tomo 1. Gaceta Jurídica.
Lima, 2006; CASTILLO FREYRE, Mario. "Tratado de los contratos típicos". Tomo
111, Hospedaje I Comodato. Biblioteca Para Leer el Código Civil, Vol. XIX. Fondo
Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Lima, 2002.
- ARTÍCULO 1724
- COMENTARIO
35
(artículos 1718 y 1721) ya que en este caso los bienes están bajo el ámbito de
vigilancia y cuidado de dicho hospedante quien responde como depositario, y
además es poco probable que en tal contexto se den las circunstancias descritas
en el artículo 1724.
Bien vistas las cosas la norma aparece como innecesaria, pues por
aplicación de las normas y principios generales sobre inejecución de
obligaciones se puede concluir, sin lugar a dudas, que en el supuesto de que sea
el propio huésped o alguna persona de su entorno la que con su conducta
culposa perjudique sus bienes, la responsabilidad no puede ser trasladada al
hospedante; de este modo, el huésped no puede fundar su eventual pretensión
indemnizatoria en hecho propio. Lo mismo ocurre tratándose de la naturaleza o
vicio de los bienes del huésped, pues es claro que el hospedante no tiene aquí
responsabilidad alguna que pueda fundarse en estos aspectos, habida cuenta
que son circunstancias exclusivamente relacionadas con el estado y
conservación de los bienes y por ello es que el propio huésped debe asumir la
pérdida o el deterioro. Por estas razones la doctrina nacional, posterior al Código
Civil de 1984, ha opinado en el sentido de que la norma constituye una demasía
y es por tanto inútil.
Sobre este tema, el artículo 1625 del Código Civil de 1936 establecía que
la responsabilidad del hotelero o posadero (hospedante), por los daños
causados en los efectos de los viajeros, no comprendía la que proviniera de robo
a mano armada u otros sucesos de fuerza mayor, ni la que fuera causada por la
falta de los mismos viajeros o de las personas de su séquito, o de sus visitantes.
- DOCTRINA
ARIAS SCHREIBER PEZET, Max. "Exégesis del Código Civil peruano de 1984".
Colección completa. Tomo 1. Gaceta Jurídica. Lima, 2006; CASTILLO FREYRE,
Mario. "Tratado de los contratos típicos". Tomo 111, Hospedaje / Comodato.
Biblioteca Para Leer el Código Civil, Vol. XIX. Fondo Editorial de la Pontificia
Universidad Católica del Perú. Lima, 2002; LEON BARANDIARAN, José.
"Tratado de Derec'1o Civil". Tomo VI. WG Editor. Lima, 1993.
- ARTÍCULO 1725
“El crédito del hospedan te caduca a los seis meses contados a partir del
momento de la terminación del contrato”.
- COMENTARIO
37
el derecho de retención a favor del hospedante, supone la eventualidad de que
el huésped no cumpla con el pago de la referida retribución, en cuyo caso el
hospedante tiene expeditas las acciones de cobranza de su crédito como en
cualquier otro caso concerniente a la situación de un acreedor impago. Es
meridianamente claro que en tal caso se trata de una acción personal que puede
ejercer el hospedante, es decir que se trata de una acción de cobranza de una
deuda común, cuyo respaldo es el patrimonio del deudor en su conjunto y no
bienes específicamente afectados; distinto al caso del derecho de retención que
también tiene a su favor el hospedante y que, como toda garantía real, incide
sobre bienes específicos (equipajes y bienes entregados o introducidos por el
huésped). Una cosa es, pues, el derecho de cobro y otra la garantía. El artículo
1725 bajo comentario se refiere exclusivamente al primero, disponiendo un
régimen de expiración de la acción muy distinto al que corresponde a toda acción
personal, que, conforme al artículo 2001, inciso 1), prescribe a los diez años. En
el caso del contrato de hospedaje la acción para cobrar el crédito adeudado
caduca -no prescribe- a los seis meses de concluido el contrato, plazo
significativamente corto si se le compara con el régimen común, pero sustentado
en razones de seguridad jurídica y en el carácter empresarial del hospedaje o
más satisfactoriamente en la alta movilidad que supone el hospedaje y en el
hecho de tener el hospedante otras vías de cobranza, como sería el ejercicio del
derecho de retención y la consecuente ejecución de esta garantía. Conforme a
lo anotado, y considerando que se entiende como momento de terminación del
contrato la desocupación de la habitación que sirvió de hospedaje, el hospedante
tiene seis meses a partir de entonces para demandar el pago de la deuda, caso
contrario pierde la acción y también el derecho, como efecto de la caducidad. En
este punto conviene precisar que de haber ejercido el hospedante el derecho de
retención, debe ejecutar la garantía dentro del mismo plazo legal señalado por
la norma, porque si no lo hace se producirá también la caducidad, habida cuenta
que el derecho de retención se ejerce por oposición a la entrega de un bien o
como excepción en un proceso iniciado por quien reclama el mismo, y no como
acción, y esto accionar es precisamente lo que tiene que hacer el hospedante
para que su crédito no caduque.
38
- DOCTRINA
- ARTÍCULO 1726
- COMENTARIO
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al hospedante, en cuyo caso este responde como depositario, en aplicación del
artículo 1718 del Código Civil.
- DOCTRINA
ARTÍCULO 1727
- COMENTARIO
El artículo 1727 del Código Civil contiene una norma sobre aplicación
extensiva de las disposiciones concernientes al contrato de hospedaje para
ciertos lugares, e incluso medios de transporte, en los que, por lo general, se
daría una situación en los hechos semejante a lo que ocurre en los hoteles,
hostales, posadas y establecimientos de esta índole. Los lugares y medios que
menciona la norma no están destinados a proporcionar hospedaje propiamente
dicho, es decir que esa no es su finalidad natural, sino que a través de ellos se
41
pueden concretar o ejecutar determinadas prestaciones derivadas de otras
relaciones contractuales.
42
los que ingresan los clientes, dado que en esos lugares se configuran relaciones
contractuales muy diversas, mayormente sobre prestación de servicios, de modo
que la eventual custodia de bienes está bastante bien alejada de la causa por la
cual las personas o clientes acceden o permanecen temporalmente en ese tipo
de instalaciones. Lo propio ocurre en el caso de las naves, aeronaves y coches-
cama, donde la permanencia puede ser por horas, días o incluso semanas
(barcos) y cuyo acceso o uso deriva estrictamente de un contrato de transporte,
donde este el transporte de personas de un lugar a otro es la causa y prestación
principal como bien anota Arias Schreiber, teniendo la custodia de los bienes de
los viajeros un rol subsidiario, y siendo la permanencia física una circunstancia
inherente al contrato, pues de otro modo no podría prestarse el servicio de
transporte; de manera, pues, que dicha permanencia no es propiamente a título
de alojamiento. Por ello se nos ocurre que para estos supuestos hubiera bastado
la remisión de las normas sobre el contrato de depósito, que nos parecen más
emparentadas con la custodia de los bienes que eventualmente introduzcan los
clientes o viajeros.
- DOCTRINA
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