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Pbro.

Nelson Chávez Díaz


Sacerdote Diocesano
Lic. Ciencias Religiosas
UCM Talca Chile
Nelsocha374@hotmail.com

Retiro Espiritual

1° Meditación: Las Tentaciones.

“La tentación es condición normal de la vida humana y


cristiana. La tentación en sí misma no es inmoral ni implica un
mal; es sólo la invitación a alguna forma de mal. El mismo
Jesús también conoció la tentación (aunque de modo diverso a
nosotros, pues la ocasión de su tentación no estaba en las
tendencias de su naturaleza sino puramente en la acción del
demonio), lo cual no era incompatible con su absoluta
santidad. De ahí que nadie, aun los que han alcanzado los más
altos niveles de santidad, está exento de algún modo de
tentación. No querer tener tentaciones (o ciertas tentaciones)
es una tentación más, de orgullo sutil o de angelismo.

La tentación se suele relacionar con el pecado, con la


tendencia a oponerse deliberadamente al querer de Dios, que
es nuestro verdadero bien y felicidad. Pero en las personas con
una espiritualidad seria y estable, la tentación al mal deliberado
suele ser, de manera habitual, superada sin grandes
dificultades. Estas personas reconocen el mal donde está y
usualmente tienen el espíritu suficiente para rechazarlo.

Pero la tentación es también la invitación a una vida


cristiana mediocre. Esta forma de tentación es propia de las
personas que ya tienen una espiritualidad. La mediocridad, la
tibieza, el estancamiento, no están necesariamente ligados a tal
o cual pecado o a una aceptación deliberada del mal( aunque
con el tiempo puede derivar en eso). Tampoco la tentación a la
mediocridad se percibe de manera explícita; es una tentación
sutil. A primera vista no parece tentación; parece una situación

1
neutra o aun buena. Lo que se está haciendo o dejando de
hacer, el modo cómo se hace y las actitudes habituales que se
tienen, parecen normales y razonables. Pero de hecho sucede
que en tales personas no hay verdadero fervor ni progreso
cristiano. La fe, la esperanza, el amor a Dios; la oración, la
caridad fraterna y el apostolado están instalados en la
mediocridad.

A esta forma de demonio se refiere el conocido texto del


Apocalipsis (3,15): “Yo sé lo que vales; no eres ni frío ni
caliente; ojalá fueras lo uno o lo otro. Desgraciadamente eres
tibio, ni frío ni caliente, y por eso voy a vomitarte de mi boca.
Tú piensas: soy rico, tengo de todo, nada me falta. ¿No ves
cómo eres un infeliz, un pobre, un ciego, un desnudo que
merece compasión? Sigue mi consejo: cómprate de mí oro
refinado para hacerte rico, ropas blancas para cubrirte y no
presentarte más desnudo para tu vergüenza; por fín, pídeme un
colirio que te pongas en los ojos para ver. Yo reprendo y corrijo
a los que amo; vamos, anímate y conviértete”.

La tentación a la mediocridad, por lo compleja y sutil y a


menudo inconsciente, requiere ser puesta al descubierto,
iluminada e identificada, para así poder ser superada. Es decir,
requiere ser discernida. A ello corresponde el colirio que Dios
ofrece en el texto bíblico, “que te pongas en los ojos para
ver””1.

2° Textos bíblicos y preguntas para la meditación:


1
Tentación y Discernimiento, Segundo Galilea, CEI, Santiago, 1993, p. 7 ss.

2
Apocalipsis 3, 1-6.14-20.

“Yo, Juan, oí que el Señor me decía:


Escribe al ángel de la Iglesia de Sardes:
Esto dice el que tiene los siete espíritus de Dios y las siete estrellas:
Conozco tus obras. Tienes nombre como alguien que vive, pero estás muerto.
Ponte alerta y reanima lo que queda y que está a punto de morir, pues no he
hallado perfectas tus obras en la presencia de mi Dios. Así que, recuerda cómo
has recibido y escuchado mi palabra, y guárdala y conviértete. Porque, si no
estás alerta, vendré como el ladrón, sin que sepas la hora en que voy a llegar.
Tienes, sin embargo, en Sardes algunas pocas personas que no han
manchado sus vestidos; ellos andarán conmigo vestidos de blanco, porque son
dignos de ello.
El vencedor será así revestido con vestiduras blancas. No borraré jamás
su nombre del libro de la vida, sino que lo proclamaré en presencia de mi Padre
y de sus ángeles. El que tengas oídos oiga lo que el Espíritu dice a las
Iglesias……”
Al ángel de la Iglesia de Laodicea escribe:
Esto dice el Amen, el testigo fiel y veraz, el principio de la creación de
Dios: Conozco tus obras, no eres ni frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente!
Pero, porque eres tibio y no eres frío ni caliente, estoy por vomitarte de mi
boca. Dices: “Soy rico, he acumulado riquezas y de nada tengo necesidad”: y
no sabes que eres tú el desventurado, el miserable, el indigente, el ciego y el
desnudo. Por eso yo te aconsejo que compres de mi oro acrisolado por el
fuego para enriquecerte, vestiduras blancas para vestirte y, así, no descubrir la
vergüenza de tu desnudez, y colirio para untar tus ojos y ver.

Yo reprendo y corrijo a cuantos amo. ¡Ánimo, pues, y arrepiéntete! Mira


que estoy a la puerta y llamo; si alguno escucha mi voz y me abre la puerta
entraré en su casa, cenaré con él y él conmigo”.

Preguntas para el trabajo personal:

1° Si tuviera que evaluar mi vida espiritual, ¿en qué estado se encuentra:

a) Transito tranquilamente por la rutina.


b) Cansancio que lleva a la resignación y a la flojera.
c) Estoy estancado, no he logrado avanzar.
d) Fervor y progreso en la vida cristiana.
e) La caridad fraterna y el trabajo pastoral me apasionan y me desafían.
f) Otros estados, especificar.

2° Reconociendo en qué estado estoy de mi vida espiritual:

a) ¿Qué llamados de Dios descubro para mi vida?


b) ¿Tengo deseos de crecer en mi vida espiritual?
c) ¿Pido ayuda o consejo para crecer en mi vida espiritual o me
encierro en mis propias experiencias?
2° Meditación. Las tentaciones de Jesús.

3
“Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser
tentado por el Diablo. Después de haber ayunado cuarenta días
y cuarenta noches, el Tentador le dijo: “Si eres Hijo de Dios, di
a estas piedras que se conviertan en pan”. A la respuesta de
Jesús, sigue la segunda tentación y, finalmente, la última: “De
nuevo el Diablo lo llevó consigo a un monte muy alto, le mostró
todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: “Te
daré todo esto, si postrándote me adoras”. Entonces Jesús le
dijo: “Retírate, Satanás..”
Son tres los nombres que describen la misma realidad:
Diablo, Tentador, Satanás. ¿Qué significan estos tres nombres
que encontramos en la Escritura y qué consecuencias
antropológicas se derivan de la percepción de las fuerzas que
obran bajo esos nombres?
1. Etimológicamente Diablo quiere decir división: el que divide;
por consiguiente, el término pasa a significar acusador,
calumniador, maldiciente. La Biblia lo usa para designar
cualquier adversario del Reino de Dios, a partir del primer
adversario, e indica la actitud de todo lo que es enemigo de la
verdad y del hombre.
El adversario expresa su enemistad sembrando semilla de
división con falsas acusaciones y calumnias; entonces
podemos captar con mucha evidencia cómo esta fuerza de
división mediante acusaciones, calumnias, falsas
interpretaciones, malos entendidos inflados, continuamente
está obrando en la comunidad humana y en la comunidad
cristiana. ¡Pensemos en tantas divisiones, en tantos
malhumores que hay en la comunidad, y en el mal que hace,
favoreciendo así el juego del enemigo de Dios! Pero si nos
interrogamos a nivel individual, podemos comprender, en la
historia de cada uno de nosotros, que, enemiga del Reino de
Dios, es toda realidad que tienda a suscitar división dentro del
hombre. Todo lo que interiormente nos divide, por ejemplo, con
falsas autoacusaciones, con remordimientos, con calumnias
respecto de Dios, sugiriéndonos la idea de que tal vez Dios se
ha olvidado de nosotros, que no nos ama como creemos
nosotros, que nos ha abandonado, que ya no podemos hacer
nada, que no tendremos la fuerza para vencer en determinada
dificultad: son todas cosas que el enemigo echa dentro de
nosotros para dividirnos y vencernos.

4
A veces por el contrario, el Diablo pone en nosotros el
veneno de la presunción, como trató de hacerlo con Jesús
invitándolo a la prepotencia, a usar vanamente sus cualidades
y capacidades.
Desde siempre, toda la acción del enemigo, en la Iglesia y
en cada uno de los corazones, se caracteriza por la discordia,
la calumnia, la división, la maledicencia, la falsa acusación; y
esta acción acompaña el camino del Reino de Dios desde su
comienzo hasta nuestros días.
2. Con el nombre de Tentador, podríamos decir, se subraya el
aspecto psicológico. De por sí, tentar quiere decir poner a
prueba. Pero aquí indica un poner a prueba con malicia: tratar
de hacer caer en la trampa, poner en situaciones por lo menos
aparentemente sin salida, tratar de oponer el hombre contra
Dios partiendo de pretensiones. Esta es la dinámica de la
tentación: llevar al hombre o al grupo o a la comunidad, a
través de imprudencias, errores sucesivos y aprovechando
distracciones, divagaciones, permisiones, desavenencias, a
situaciones de las que no se puede ya salir.
Se encuentra uno en un laberinto inextricable y se pierde
la esperanza de poder salir adelante. Es una situación que se
repite en la historia de la Iglesia, en la historia de las almas, en
la historia de los santos. Al comienzo de la Cuaresma se nos
invita a todos a renovar la vigilancia contra todas esas
iniciativas y realidades que el Tentador, usando todas las
fuerzas de la mundanidad y del egoísmo que hay en el mundo,
continuamente acciona contra el creyente para ponerlo en
dificultad” 2.

2
Por una santidad del pueblo, Card. Carlo María Martíni, San Pablo, Santiago, 1994, p. 9 ss.

5
3° Preguntas para el trabajo personal:

1. Leo el episodio de Mateo 4, 1-11. También puedo leer el texto


de Génesis 3, 1-7.

2. ¿En qué momentos me he sentido tentado? ¿Cómo he salido


de esa situación?

3. ¿Cuáles son mis tentaciones más recurrentes?

6
3° Meditación: Siempre en contacto con Dios.

Afirma el Padre Alberto Hurtado: “El gran apóstol no es el


activista, sino el que guarda en todo momento su vida bajo el
impulso divino” 3. La tentación más frecuente en la vida
espiritual y cristiana será justamente caer en el “activismo”,
que no es exactamente –como a veces se suele creer- el “hacer
muchas cosas o el ser muy activo o muy trabajador o tener
muchas ocupaciones. Más bien es la distancia creciente y la
incoherencia entre lo que se hace y se dice y lo que se es y se
vive como cristiano4.

El Activismo de la vida cotidiana.

“Tengo para mi que un cierto cansancio forma parte de la


felicidad en una vida activa. El cansancio, no es stress.
Imagino con facilidad a San Francisco Javier cansado y feliz,
pero no harto de todo. John Adams, uno de los padres de la
revolución americana, decía que es “la acción y no el descanso
lo que constituye nuestro placer”. Sí, también imagino a los
revolucionarios y a los hombres de acción con poco descanso
pero con fuerza y alegría. Sin embargo, en nuestro tiempo hay
demasiada gente que llega a fin de curso cansada, con cierta
amargura y desazón. No cansados y contentos, sino agotados
y hartos.

…Pero nosotros deseamos hacer más en menos tiempo y


queremos hacer las cosas a nuestro modo. De un día
queremos sacar dos. Pase que lo hagamos con las gallinas
ponedoras que les encendemos las luces por la noche para
que pongan más huevos; pero ya es más discutible cuando
nuestro sistema de trabajo hace de nosotros gallinas
ponedoras. A unos como a Chaplín en aquellas imágenes de
Tiempos Modernos, les aceleran las máquinas, y ellos tienen
que acelerar su actividad hasta el ritmo inhumano que marcan
las máquinas automáticas. Otros no necesitan que les aceleren
desde fuera: parecen querer crear el mundo y sostenerlo. Y eso
es agotador.

3
La búsqueda de Dios, Conferencias, artículos y discursos del Padre Alberto Hurtado, S.J. . Escritos
inéditos del Padre Hurtado, S.J. Ediciones Universidad Católica de Chile, Stgo, 2005, t. 4. p. 19 ss.
4
Op.cit. Segundo Galilea, p. 23 ss.

7
La vida laboral tiende a envolvernos en una dinámica
absorvente, sobre-acelerada y totalitaria. Formas de descanso
explosivas y compulsivas pueden aparecer como reacción a la
presión a que nos someten las nuevas formas de trabajo y de
medición de rendimientos. Es sintomático de nuestra
autopercepción que usemos demasiadas imágenes de cosas y
de mecanismos para expresar el estado de desgaste en que
llegamos al final de una etapa. Llegamos “rayados”,
“sobregirados”, “pasados en revoluciones”….. 5.

El activismo en la vida pastoral.

Dice el Padre Hurtado: “Después de la acción hay que


volver continuamente a la oración para encontrarse a sí mismo
y encontrar a Dios; para darse cuenta, sin pasión, si en verdad
caminamos en el camino divino, para escuchar de nuevo el
llamado del Padre, para sintonizar con las ondas divinas, para
desplegar las velas, según el soplo del Espíritu. Nuestros
planes de apostolado necesitan control, y tanto mayor mientras
somos más generosos. ¡Cuántas veces queremos abrazar
demasiado, más de lo que pueden contener nuestros brazos!
¡Hay que reducir aun las ambiciones apostólicas, para hacer
bien lo que se hace! Lo demás ha de expresarse en oraciones,
pero su ejecución hay que dejarla a Dios y a los otros.

Para guardar el contacto con Dios, para mantenerse


siempre bajo el impulso del Espíritu, para no construir sino
según el deseo de Cristo, hay que imponer periódicamente
restricciones a su programa. La acción llega a ser dañina
cuando rompe la unión con Dios. No se trata de la unión
sensible, pero sí de la unión verdadera, la fidelidad, hasta en
los detalles, al querer divino.

5
Pisar la tierra, caminar con otros y mirar al cielo, una meditación cristiana para vivir descansadamente,
artículo de Juan Antonio Guerrero Alvez, S.J., en Revista Servicio, Enero 2007, N° 277, p. 4 ss.

8
Textos y preguntas para el trabajo personal.

Leo Lucas 10, 38-42. O puedo leer: Mateo 11, 25-30. O leo:
Marcos 6, 30-31.

Preguntas:

1.- ¿Qué es lo que más me cansa?


2.- ¿Qué puedo decir cuando estoy cansado: “Cansado pero
contento” o “Cansado y harto”?
3.- ¿Logro descubrir en las “cosas que hago por Dios” la
presencia de Dios?
4.- En las cosas “que hago por Dios”, ¿a quién busco? ¿Me
busco a mí mismo o busco el querer de Dios?

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