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No te vayas amor mío…

Mariano: Alejandra, Alejandra! Alejandra, son las tres… (Mirando el reloj) ¿Te das
cuenta?... las tres!... ¿Lo has oído? ¡Las tres de la madrugaaadaaaaa!
Alejandra: (Lloriqueando) Si me doy cuenta, ¡Ya escuché!, no es necesario que
grites.
Mariano: Sabes perfectamente que debo dormir porque tengo el propósito de
madruga…lo sabes bien, no?
Alejandra: Ah pues acuéstate, yo no te lo impido Mariano.
Mariano: ¡Ah! ¿No me lo impides? (para si mismo) ¡que mujer…que mujer! De
manera que “tu” no me lo impides… ¿Quién esta llorando entonces
desde la una y media? ¿Quién esta con ataques de nervios desde la una?
¿Quién esta gritando desde las once cuarenta y cinco? Y ¿Quién esta…
limpiándose los mocos desde las once en punto?
Alejandra: (Con una mirada de desprecio) ¿limpiándome los mocos? ¡Vaya manera
de expresarse!
Mariano: Si! Limpiándose los mocos ¿Cómo quieres que lo diga entonces?
Alejandra: (Ocultando el rostro entre las manos) ¡soy una desgraciada!
Mariano: y vaya que si…
Alejandra: ¡En el buen sentido de la palabra!
Mariano: ¡Estoy harto! ¡Lo entiendes? ¡Estoy harto! (va hacia la cama) ¡voy a
acostarme Alejandra!... voy a
acostarme, pero te lo advierto…¡si no me dejas dormir…
¡No respondo de mi!... ¡no respondo Alejandra!
Alejandra: ¡no piensas más que en dormir, dormir y dormir! Igualito que los
diputados en el congreso!
Mariano: (Metiéndose en la cama) Hasta mañana (Alejandra no responde) Que
Descanses…He dicho, que descanses Alejandra!
Alejandra: (Imitándolo) ¡He dicho que descanses Alejandra!
Mariano: ¡Pero esto es para volverse loco! (trata de cobijarse, iniciándose una
especie de pelea por la sábana, al fin se queda tranquilo él).
Alejandra: (él ronca) Escucha Mariano: … Yo te odio.
Mariano: mmm.....
Alejandra: ¿escuchaste bien?, te odio.
Mariano: Bien.
Alejandra: Te odio con un odio…
Mariano: ya se…jarocho…¿quieres dejarme dormir?
Alejandra: No, te odio con un odio…maquiavélico
Mariano: ¿y sabes qué es eso?
Alejandra: no, pero asi es como te odio.
Mariano: ¿quieres…dejarme dormir?
Alejandra: ¡ah! ¿De manera que soy yo, quien no te deja dormir?
Mariano: ¡esto es demasiado! ¡Demasiado! (se levanta, se pone de nuevo la bata y
las pantuflas) ¡es el colmo!
Alejandra: ¡ay!
Mariano: ¡Toda una noche, Señor! ¡Toda una noche de reproches, de llantos;
gritos destemplados y ataques de nervios!… ¡toda una noche de llorar y
moquear, para acabar diciendo que no es ella quien tiene la culpa de
que yo no pueda dormir! ¿No es el colmo? ¡¿Por qué fui tan estupido?!
¡¿Por Que fui tan estúpido?! ¿Por qué el dia de la boda en lugar de ir a la
Iglesia?... no tome un avion para irme a Cuba o a Argentina?
Alejandra: (se levanta y va hacia el) seguramente porque los vuelos a Cuba y a
Argentina… son matutinos y nosotros nos casamos por la noche, recuerdas.
Mariano: mmm, como olvidarlo
Alejandra: que…
Mariano: ¡fui un idiota! ¡Fui un idiota!
Alejandra: y no has cambiado Mariano.
Mariano: (encarandola) Alejandra, ¿te olvidas que te educaste en un colegio de
monjas?
Alejandra: y tu, ¿te olvidas que estudiaste con los padres franciscanos?
Mariano: Yo tengo más motivos para olvidarme de eso, porque salí del colegio
tres años antes que tú.
Alejandra: ¿si? Fue un error, hubieras necesitado otros, diez.
Mariano: Bueno Alejandra, espero que no nos pongamos a hacer recuerdos
Infantiles, a las tres y cuarto de la madrugada.
Alejandra: Tú fuiste el que empezó hablando de mi colegio.
Mariano: Ay ay ay… por lo visto tendré que irme a la calle, es inaudito lo que me
Sucede; no podré dormir… no podré hacer la cosa más elemental que
está al alcance del hombre más humilde, del más pobre y del más
desdichado... no poder hacer la cosa que no se le prohibe al criminal
más repugnante.
Alejandra: (va hacia la cama) A los criminales, no los deja dormir su conciencia…y
en este caso, yo soy tu conciencia Mariano.
Mariano: (se acuesta) si ¿Quién iba a decírmelo?… (Respira profundo) señor…
dime que te debo, dímelo señor…
Alejandra: Mira, mejor acuéstate, pensándolo bien, porque ya lo pensé mejor…
Mariano: Vaya…
Alejandra: Voy a leer algo interesante (toma una revista tv y novelas de la mesita)
descansa, mañana tendremos que hablar de cosas mucho, muy
importantes.
Mariano: ¿mañana?!!! Perfectamente. Gracias Alejandra! (se quita de nuevo la
bata y las pantuflas y se vuelve a acostar… suspira) Ahhh…
Alejandra: (después de una pausa, aparte) ¡¿y se dormirá?!... ¡será capaz de
Dormirse?!... (Encendiendo las luces) ¡Un segundo Mariano, un segundo
antes de que te duermas!
Mariano: Di…
Alejandra: ¿Qué pensarías tú de mí, si habiendome dicho que me aborrecías y que
me odiabas, me durmiera tan tranquilamente?
Mariano: Pensaría… que tenías sueño… Alejandra… supongo
Alejandra: ¿eso pensarías?
Mariano: si… Alejandra
Alejandra: ¿nada más eso?
Mariano: si, nada mas…
Alejandra: (con un gesto de asco, lo tira de la cama) ¡es natural, si es natural!
Mariano: (sentándose, intrigado) ¿dime, por qué dices, que es natural?
Alejandra: Por nada, duérmete… es natural, simplemente es natural
Mariano: dime porque dices que natural.
Alejandra: Duermete Mariano. Acuerdate que tienes el propósito de madrugar.
Ahora no te quejarás de que sea yo quien no te deja dormir.
Mariano: Solo dime, ¿Por qué encuentras natural que yo pensara eso?
Alejandra: que te duermas…saabee
Mariano: ¡Alejandra!, te exijo que me lo expliques
Alejandra: está bien…no grites; porque tienes un espíritu grosero y vulgar… ¿estas
conforme?
Mariano: ¿Qué tengo espíritu…. qué?
Alejandra: grosero, si… grosero y vulgar, escuchaste bien
Mariano: Puedes explicármelo?
Alejandra: no ahora no, voy a dormirme.
Mariano: ¡¿Qué vas a dormirte?!
Alejandra: no es lógico, son casi las 4: OO de la madrugada.
Mariano: Alejandra, exijo que me expliques lo que acabas de decir.
Alejandra: (con cara de martir) ¿ah me prohíbes que duerma?
Mariano: solo un… che…momento Alejandra
Alejandra: y tiene derecho un marido a prohibir que duerma su mujer? Quieres
Matarme de sueño, como han matado a muchos rehenes en el mundo?
Sabes? Puedo quejarme a la comisión de derechos humanos.
Mariano: pero… no se trata más de cinco minutos, los suficientes para que
Expliques, porque tengo yo un espíritu grosero y vulgar
Alejandra: La explicación seria demasiado larga Mariano. Si te parece, mañana
¿Eh?, Mañana en el almuerzo te lo explico…
Mariano: (después de una pausa, durante la cual no sabe si asesinará a Alejandra
o tirarse por el balcón) ¡está bien!... mañana (se acuesta. Se le acerca
a Alejandra)… mañana…
Alejandra: (después de un rato) Oye Mariano! ¿Pero ess posible que no tengas
curiosidad de saber exactamente por qué te odio?!
Mariano: (desesperado) bueno, pero ¿tú qué te propones Alejandra? ¿Qué te
Propones? ¿Qué yo enloquezca?!!! (Levantese nuevamente)
Alejandra: no… ya nadie enloquece en estos tiempos
Mariano: ¡ah! ¿No?... (Se le acerca tratando de asustarla)
Alejandra: No, a lo más que llegan algunos hombres es a quedarse idiotas, el resto
de su vida.
Mariano: (rabiando) ay ay ay ¡que mujer!... en fin Alejandra, por ultima vez ¿me
oyes? Por última vez te pido que hablemos con cordura.
Alejandra: ¿con quién?
Mariano: ¡Con cordura!
Alejandra: ah
Mariano: pero si en lugar de eso, si sigues con tus ironías y tus estupideces ¡me
voy a dormir a casa de tía chayito, lo oíste bien?!
Alejandra: (se levanta, coge el estuche de manicure y va hacia la mesa) muy bien
Mariano, hablemos… siéntate; en primer lugar, ¿crees tu que yo fui al
Matrimonio enamorada?
Mariano: ¿al…nuestro?
Alejandra: Al nuestro naturalmente. ¿a cual iba a ser? Tú eres mi primer marido.
Mariano: Si… es verdad.
Alejandra: Contestame ¿crees tú que fui enamorada?
Mariano: me consta; tuviste excelentes partidos. Cuando te conoci habia tres o
cuatro pretendientes tras de ti y a todos los protegía tu madrecita santa;
solo frente a mi se opuso; al darme cuenta… de que me
aborrecía tu madre, comprendí que era fatal… que me casara contigo.
Alejandra: ¡ah!... de manera que te consta que yo iba a la iglesia enamorada de ti.
Mariano: Bueno, supongo…que a la iglesia irías enamorada de tu excéntrico traje
de novia; pero tengo la seguridad de que al matrimonio, ibas
enamorada de mí.
Alejandra: (cierra el estuche y se levanta, va hacia el) pues escúchame bien
Mariano. Yo, no me casé e n a m o r a d a.
Mariano: Si ya comprendo, el amor vino después… la luna de miel, los viajes…
Alejandra: Mariano, ¿eres idiota?
Mariano: ¿Qué dices?
Alejandra: Mira, eres el hombre más tonto que yo haya visto en mi vida. Ni antes ni
Después de la boda he estado enamorada de ti.
Mariano: (Riendo algo desconcertado) mmm ahh que graciosa…
Alejandra: Ah! Es que no me crees?
Mariano: Sé que hablas así porque estas nerviosa por los disgustos, los disgustos
que yo te he hecho pasar… quizás con mis ligerezas.
Alejandra: mmm, cuanta falsedad ¡Mira, todo eso de “tus” ligerezas... me tiene sin
cuidado… es más… me vale Bertha!
Mariano: ¿Qué expresiones son esas Alejandra?
Alejandra: Si, me vale, ¿lo oyes? Pero la rabia que me da, es no poder divorciarme
de ti de un modo total y absoluto… totalitariamente
Mariano: Pero ¿divorciarte?... ¿divorciarte por qué?
Alejandra: Lo he dicho bien claro, porque te odio. Porque no te quiero, ni te quise
ni he conseguido quererte en tres años de matrimonio, por eso tus
aventurillas estúpidas fuera de casa, ahora en vez de enojarme, me
llenan de esperanza (Mariano se ha quedado mudo, la ve con asombro)
Porque cuando me entero de que me engañas con otra mujer, pienso
con alegría: “Si se fuera para siempre”… Y entonces cuando te
arrepientes y me pides perdón, eso es lo que me hace más daño, porque
me digo “No se va; tampoco esta vez se va, tendré que seguir
soportándolo”.
Mariano: Baya, baya, baya… que confesión, tan agradable!!!
Alejandra: Y te aseguro que lo que esta noche me ha alterado los nervios, no ha
sido el saber que me engañas con la esposa del amigo de tu hermano,
sino la incertidumbre de que no te irías con ella para siempre. Porque
por mi parte sería tan dichosa diciéndole: “Señora, aquí tiene usted a mi
marido; se lo regalo, lléveselo y muchas gracias” (lo empuja)
Mariano: No sé exactamente a quien te refieres; pero te aseguro que lupita…que
siendo que esa señora que mencionas es casada, no recibiría regalos de
esa clase.
Alejandra: Ah no?... y de que clase crees que los preferiría?
Mariano: Mira, dejemos eso.
Alejandra: Dejemos eso… mira nada mas chiquito…
Mariano: A fin de cuentas lo que importa es lo nuestro. Si no me querías… ¿por
qué entonces te casaste conmigo?
Alejandra: Me casé muy joven; eso lo explica todo. Me casé porque una tarde te oí
decir que el día que te casaras... te cortabas el cuello. Yo la verdad…
tenía curiosidad de ver… como te verías, caminando sin cabeza.
Mariano: ¡Alejandra, eso es monstruoso!
Alejandra: Algo peor, es estúpido. Desgraciadamente no vi tal estupidez hasta
después de casada. Si yo hubiera sido pobre, me había casado contigo
quizás por asegurarme el porvenir; casi todas las muchachas pobres se
casan por eso. Pero no, no era pobre, bueno… no tanto, y me casé por
capricho.
Mariano: (Va y se sienta en el sillón) ¿Y… después de la boda?
Alejandra: Empecé a sufrir; a enfadarme y a observar. Me imagino que el amor
debe ser algo grande, muy grande, centro y eje de toda la vida.
Mariano: Entonces… ¿no has conocido el amor?
Alejandra: No, tú tenías que habérmelo presentado, pero como nunca me
presentas nada tan…grande…como yo creo que es el amor; ni me
presentas con nadie… No te gusta ver los programas que yo quiero ver
por televisión; criticas los reality shows y la academia ah pero te gusta
el teatro, la opera el ajedrez y conciertos de la filarmónica…
Mariano: Y por eso es que me odias… y además porque tengo un espíritu
¿grosero…y vulgar?
Alejandra: Así es. Pero tú tienes el complejo que todo hombre tiene. Solo porque
una los ve con miradita de borrego a medio morir y les sonríe, ya se
creen dueños del universo.
Mariano: ¿Y por eso no he sabido hacer que me quieras?
Alejandra: Por supuesto, dime… puede una mujer abnegada y sumisa como yo…
soportar a su marido que se la pasa explicando de manera tan
complicada el entronque del ajedrez entre los caballos, las torres y el
rey.
Mariano: ja…ja…ja… No mujer, no es entronque… es… enroque y en el solo tiene
juego las torres y el rey… ambas torres tienen posibilidad. Siempre y
cuando el rey no haya…
Alejandra: ¡Ay Santo Cielo! ¡Va a comenzar a explicarlo otra vez! ¡Esto no lo tolero!
(toca una campanita)
Mariano: ¿Qué haces Alejandra?
Alejandra: Voy a pedir que despierten al chofer y que prepare mi auto. Voy a dar
un paseo. Me estallan los nervios. (Vuelve a llamar)
Mariano: ¡Alejandra, tu no vas a ningún sitio a estas horas! ¿Me entiendes? Una
cosa es que estés diciendo estupideces desde que terminamos de
comer, y otra, muy distinta, que me pongas en ridículo delante de los
criados. ¡De noche, sales conmigo o no sales! Te lo prohíbo en absoluto
y te lo prohíbo, porque soy tu marido.
Alejandra: (Glacial) Hace tiempo que no te considero como mi marido… más que,
cuando me prohíbes algo. (Por la puerta del primer término izquierda
entra Bertha que es una mujer de unos cuarenta años. Debió de ser
guapa aún podría demostrarlo, si se lo propusiera, pero no se lo
propone. Tiene un rostro severo, casi rígido. Mariano no la quiere bien;
si pudiera, la echaría de la casa, pero seguramente tiene miedo y no se
decide a echarla. Bertha viste de negro. Hay algo majestuoso en ella, a
pesar de su oficio)
Bertha: (A Alejandra) ¿llamaba la Señora?
Mariano: No!
Bertha: (A Alejandra) Me pareció que llamaba la señora.
Mariana: (Enojado) ¡Váyase usted! ¡La señora no la necesita! (Una pausa. Bertha
sigue de pie en la puerta) ¿Qué espera usted?
Bertha: Espero… órdenes
Alejandra: No hay ninguna orden Bertha. Pensaba salir a dar un pase en el auto,
pero dado que el señor… (pausa)
Bertha: La señora no ha terminado lo que iba a decir.
Alejandra: Iba a decir que he cambiado de opinión Bertha (Mariano se pasea
nervioso, casi frenético)
Bertha: (Mirando Fríamente a Mariano) ¡Ah!…
Alejandra: ¿Le hice que se vistiera?
Bertha: Estaba vestida Señora
Mariano: (parándose frente a Bertha) ¿y me puede decir… que hacia usted vestida
a estas horas?
Bertha: Esperaba que los señores terminaran de discutir.
Mariano: A usted debe tenerle sin cuidado que nosotros discutamos o no.
Bertha: así debe ser pero mi obligación es no acostarme hasta que se haya
dormido la señora.
Mariano: ah mire que afortunados somos, Maximino no se preocupa si yo
duermo o aun estoy despierto
Bertha: ya lo sé; ese flojonazo se duerme hasta parado como los caballos
lecheros y como los diputados. Yo en lugar de usted, ya lo hubiera
corrido.
Mariano: ¿ha oido usted lo que decíamos?
Bertha: bueno, lo que decia la señora no, habla muy tenue.
Mariano: muy tenue… y lo que decía yo?
Bertha: todo señor. Usted ha hecho lo posible porque se oiga por toda el
fraccionamiento.
Mariano: (conteniendose exasperado) bueno. Retírese usted (una pausa, Mariano
enciende un cigarro) ¿Qué espera usted para retirarse?
Bertha: espero órdenes. (Dirige su mirada hacia Alejandra)
Alejandra: Retírese Bertha.
Bertha: Buenas noches. (El saludo lo hace inclinando la cabeza, sale)
Mariano: …che vieja…entonces…decias que me odias…
Alejandra: sipi
Mariano: y me odias porque me encuentras grosero y vulgar.
Alejandra: sip
Mariano: y porque la ley en todo caso, te obliga a vivir conmigo. (se levanta)
Alejandra: La ley, si… y la moral…
Mariano: ¿y dime Alejandra… me habrias amado si yo fuera un hombre que a
todas horas te dijera… cosas bellas, cosas romanticas,
Alessandra…cossa bella; que a todas horas te dijera cosas bonitas?
Alejandra: ay no, amore mio… a todas horas seria inaguantable. De vez en
cuando… de vez en cuando seria suficiente…
Mariano: Pero ¿me habrías amado?
Alejandra: tal vez.
Mariano: ¿y no te importaria… si asi fuera… que te engañara?
Alejandra: no; porque la verdad…absolutamente la verdad y nada mas que la
verdad… es que no te quiero.
Mariano: Ese formulismo seguro lo sacaste de la televisión.
Alejandra: ay no seas pesado Mariano; eso lo he pensado yo. Algunas veces
también pienso…
Mariano: vaya!
Alejandra: ¿te he dicho que tú y yo… somos “diferentes de sentir”?
Mariano: Eso si los has sacado de la televisión.
Alejandra: si, creo que si… o de alguna canción.
Mariano: sabes Alejandra? ya me doy cuenta; tampoco eres tu la mujer de mis
sueños. En realidad necesitaria una… menos tonta. Muy bien, vamos a
separarnos… vamos a divorciarnos.
Alejandra: vaya! Hasta que has dicho algo cuerdo.
Mariano: pero antes… contéstame. Ya vez que me pongo en tu mismo plan.
Contéstame con sinceridad… ¿tu… me has engañado alguna vez? (una
pausa) (Alejandra parece reflexionar. Mariano deshace el cigarro entre
los dedos)
Alejandra: ¿ennngañarte?
Mariano: si
Alejandra: ¿enngañarte, engañarte a ti?
Mariano: si Alejandra. Engañarme a muuuu… digo… a mi
Alejandro: (pensándolo)… nnnnnno
Marino: ¡lo has pensado mucho!
Alejandra: mira, si hubiera tenido algun amante, no lo habria pensado mucho. Las
mujeres que engañan son las más frias en sus respuestas. Solamente
repasaba, a ver si había en mi memoria…alguna infidelidad menor…un
fajesin…no se…
Mariano: ¿y no hay nada?
Alejandra: nnno… creo que no…
Mariano: Porque lo piensas tanto…
Alejandra: estaba repasando… a ver si había algún mal pensamiento
Mariano: y no hay ninguno
Alejandra: nnno.
Mariano: menos mal… la verdad es que tú has tenido mala suerte y yo…
(bruscamente decidido) me voy Alejandra (entra en el cuarto de baño
para salir enseguida con su abrigo puesto).
Alejandra: (lo contempla un instante en silencio. Se pronto va hacia èl deslumbrasa
por una sospecha) Mariano… me pareces otro… has cambiado de
pronto…
Mariano: ¿tú crees?
Alejandra: (con ansia) ¿dime mariano… tu qué piensas de mi?
Mariano: que vez demasiada basura… en tus revistas y en la televisión.
Alejandra: perrrddd… (Decepcionada) ¿Nada más eso?
Mariano: si
Alejandra: ah entonces vete… había pensado mal.
Mariano: adiós. (Inicia el mutis)
Alejandra: Mariano… se te ve el pantalón del pijama, por debajo del abrigo.
Mariano: (sonríe) no importa. Voy a casa de tía chayo, dos cuadras. Mañana le
diré a tu madre lo que hemos decidido y veré a un abogado.
Alejandra: mh, me parece lo más correcto.
Mariano: (desde la puerta) Adiós Alejandra.
Alejandra: adiós… Mariano
Mariano: adiós.
Alejandra: Mariano… (Mariano se detiene) nnnada… adiós… cuídate (Mariano se va
por la primera izquierda. Larga pausa; musica, piensa en
mi…Alejandra llora… Alejandra llora…entra Bertha… Alejandra disimula
de subito su llanto)
Bertha: ¿Necesita algo la señora?
Alejandra: si… otro marido.
Bertha: ¡¡señora!! El señor acaba de irse. A mitad de la escalera se le salió una
pantufla y dijo una frase muy fea
Alejandra: ¿Qué dijo?
Bertha: Me vale Bertha
Alejandra: ah… yo se la enseñé.
Bertha: ¿el señor se va siempre?
Alejandra: …eso dice
Bertha: Los hombres nunca se van para siempre, señora. Es una gran desgracia
que tenemos las mujeres. (Una pausa) ¿La señora… me permite un
consejo?
Alejandra: Bertha! viene el consejo.
Bertha: Si la señora se queda sola y rica, no se enamore por segunda vez.
Alejandra: mmm, todavía no me enamoro de la primera.
Bertha: Entonces no haga caso de mi consejo.
Alejandra: Bertha… ¿Por qué habla usted así? Ninguna en su condición, habla como
usted… ¿Qué es lo que esconde? ¿Qué ha sido antes de servir?
Bertha: ¿la señora se va a acostar? Es ya muy tarde. Con el permiso de la
señora…buenas noches… (se va por donde vino, después de inclinarse)
Alejandra: (con la vista el pensamiento puestos por donde ha desaparecido Bertha,
música… no se tu, pero yo no dejo de pensar…Alejandra llora… no se
tu… Alejandra llora… no se tu… Alejandra llora… entra Valentín. Viste
traje de calle, abrigo de verano al brazo y trae un sombrero en la
mano…¿Cuántos años tendrá?? ¿cuarenta?, ¿cuarenta y cinco?... no se
sabe. El lo ha olvidado, seguramente. Es un hombre que no se ríe nunca,
pero sonríe casi siempre. Tiene talento, verdadero talento e ingenio. Se
mueve con gracia y soltura. Atrae. Valentín entra tranquilo, ve a
Alejandra y la saluda sin afectación. Se que no pretende producir efecto).
Valentín: … buenas noches.
Alejandra: (estremeciéndose volviéndose a Valentín, deja de llorar) ¿¡qué?!
Valentín: nada, decía buenas noches. No, no me conteste si quiere. Desmáyese o
Grite, es lo mas común y lo mas cómodo en estos casos.
Alejandra: (sorprendiéndose) Caballero; yo soy una mujer moderna, ni grito ni me
desmayo.
Valentín: Magnifico. Eso es más cómodo todavía. Pregúnteme entonces, quien
soy y por donde he entrado.
Alejandra: ¿Quién es usted y por donde ha entrado?
Valentín: …mmm gracias por preguntarlo… he entrado por el balcón y soy
Valentín.
Alejandra: Valentín?... ¿Valentín que mas?
Valentín: Valentín… sin más. Los grandes hombres no tenemos apellidos: Adán,
Nerón, Otelo, Lucifer, Rambo, Terminator, spiderman… y un humilde
servidor.
Alejandra: Le concedo medio minuto para que me diga porque entra a las cuatro
de la madrugada en la alcoba de una mujer casada. Pasado el medio
minuto, llamaré para que lo echen.
Valentín: allá va: soy un ladrón señora; un vulgar ladrón. Acabo de robarle la
cartera a un tipo… cuando estaba con ella tropecé con la policía que se
lanzo sobre mí, peleamos, conseguí zafarme y corrí por esta calle como
loco. Vi luz en este piso y sus dos árboles; subí al guayabo, baje al
mamey, me coloque en el centro…del balcón, vas pa”dentro y eme aquí.
Alejandra: todo eso es mentira.
Valentín: parcialmente si.
Alejandra: ¿Por qué ha mentido?
Valentín: usted me ha concedido solo medio minuto; para decir la verdad en
medio minuto; a cualquiera le es imposible.
Alejandra: Perfectamente, permítame entonces (va hacia la campanilla)
Valentín: ¿va usted a llamar a su marido?
Alejandra: óigame, a mi marido no lo llamo a campanazos.
Valentín: Me parece muy bien, ¿a quien llama entonces?
Alejandra: Llamare a mi asistente. (Llama)
Valentín: ¡silencio! ¡Silencio! ¡¡Por dios señora!! (Escucha junto a la ventana) ¿no
oye usted? ¡Es la policía que se acerca! ¡Sálvame por favor… apague la
luz!
Alejandra: ¿Qué?
Valentín: (con angustiosa voz) ¡¡apague la luz!! (Alejandra apaga la luz. La escena
queda a oscuras. Por el balcón abierto entra la luz de la luna. Una pausa.
Valentín habla dulcemente en la oscuridad) mmm… le he suplicado que
apagara la luz… para que viera usted lo hermosa que es una habitación
cuando esta iluminada solo por la luz de la luna. ¿No es hermosa?
(pausa) ¿me escucha usted bien?... ¿verdad que tengo una voz
agradable? (sonríe) solo en la oscuridad suena en toda su pureza la voz
humana. ¿quiere usted hablar algo?
Alejandra: (hablando sin propósito de hablar) no señor. Espero a que venga mi
asistente, pero en tanto no hablare nada, lo escucha, absolutamente…
n o h a b l a r é n a d a.
Valentín: mmm, cuanta rebeldía en una mujer casada! Tiene usted…una voz
lindísima. Fíjese bien que no he dicho interesante… solo lindísima. Soy
un hombre de buen gusto. En cambio usted… usted es muy desgraciada
en su matrimonio… ¿verdad?
Alejandra: no.
Valentín: ¿Por qué?
Alejandra: He dicho que no soy desgraciada.
Valentín: Y yo le pregunto, por que… ¿Por qué no es desgraciada? Todo el mundo
es desgraciado en su matrimonio.
Alejandra: ¿Lo dice por experiencia propia?
Valentín: no por experiencia ajena. Se que todo el mundo es desgraciado en su
matrimonio… lo sé porque todo el mundo lo dice. Pienso que si yo fuera
casado… el único matrimonio desgraciado seria el mío (en la puerta
izquierda suenan unos golpecitos).
Alejandra: (sentada en la cama) Adelante. (La escena sigue a oscuras)
Bertha: (entrando) ¿ha llamado la señora
Alejandra: si quería decirle… que puede usted acostarse Bertha. Yo ya estoy
acostada.
Bertha: muy bien señora. (pausa, ruido de valeros) ¿la señora no ha oído un
ruido?
Alejandra: ¿Dónde Bertha?
Bertha: En esta habitación.
Alejandra: ah si… es que… (tira la revista) se me acaba de caer al suelo… el libro
que estaba leyendo, vaya a acostarse Bertha.
Bertha: Buenas noches señora. (Una pausa, Alejandra vuelve a encender la luz.
Al iluminarse la habitación puede verse que Valentín no está ya en
escena. En cambio, Bertha sigue allí, junto a la puerta de la izquierda).
Alejandra: (mirando asombrada a su alrededor; al ver a Bertha, vuelve a
asombrarse) ¿pero no se ha ido usted?
Bertha: Como la señora encendió la luz, pensé que quería algo.
Alejandra: (irritada) ¡¡no, no quiero nada Bertha, retírese!!
Bertha: Buenas noches. (se va por la izquierda. Alejandra se levanta, se cerciora
de que Bertha no escucha detrás de la puerta y luego busca a Valentín
en el balcón).
Alejandra: ¿Dónde se habrá metido este hombre?
Valentín: (entrando por la puerta del baño, primera derecha) Estaba aquí señora.
Me había escondido.
Alejandra: Ha tenido usted una idea genial.
Valentín: mh… así soy yo.
Alejandra: como se habrá dado cuenta, he ocultado su presencia…
Valentín: lo cual no le ha sido muy difícil, usted misma ignoraba donde estaba yo.
Alejandra: si… es verdad, pero ahora tiene usted que irse.
Valentín: ¿Por qué me cree un ladrón?
Alejandra: no, por todo lo contrario.
Valentín: muy bien, me iré. También su marido se ha ido de casa después de una
larga discusión.
Alejandra: ¿Quién se lo ha dicho?
Valentín: Lo he deducido; los años me han enseñado a deducir. Su marido ha
discutido largo rato con usted; vea los ceniceros llenos de las colillas de
cigarro.
Alejandra: ¿y por qué sabe usted que no está en casa?
Valentín: a las cuatro y media de la madrugada, todos los maridos están en casa y
en cama con su mujer. Si no es que se han ido de casa y se encuentran
en otra cama.
Alejandra: (ofendida) ¿Qué quiere usted decir? ¡mi marido esta ahora en casa de su
tía Rosario!. Fue a visitarla y hoy duerme allí.
Valentín: solo he dicho que estaría en otra cama. ¿o es que su tía Rosario le obliga
a dormir en la alfombra?
Alejandra: ¡váyase usted! ¡Esto es demasiado! A fuerza de su plática me ha
distraído.
Valentín: celebro que mi conversación la distraiga.
Alejandra: ¡no quería decir eso!... en fin… ¡váyase! ¡Váyase! Nunca me ha ocurrido
nada semejante… ¡váyase!!
Valentín: la verdad… le juro que no puedo.
Alejandra: ¿Quién se lo impide?
Valentín: el amanecer, que comienza. Mire usted (se dirige al balcón y abre un
poco la cortina). Pronto la calle estará llena de automóviles y gente
¡que vulgaridad ¿no es cierto?! La vida se encarga de embellecer los
espacios que mas idealizan los poetas y los dramaturgos y al amanecer…
lo ensucian la gente y los autos. (pausa) ¿Decía usted?
Alejandra: no he dicho nada. ¡No he dicho nada!... ¡váyase! (Se hecha en un sillón
ocultando la cara entre las manos, ensimismada).
Valentín: (de pie a su lado). No soy un ladrón señora. Su intuición lo adivino antes.
pero si yo le dijera la verdad, esta es siempre absurda. Me aburría esta
noche en casa, ya que vivo solo, miento; vivo con un perro
“Dobermann”… no tenia sueño, no podía dormir… me lance a la calle
para distraerme, simplemente para caminar. Vi luz en esta habitación y
me dije: … si subiera para ver quien está ahí; una flexión de hombros y
me halle en el balcón. Mire por las vidrieras; usted estaba hablando con
su criada… entonces un caballero, cubierto con un abrigo, por el cual
asomaba por cierto el pantalón del pijama, abrió la puerta y salió a la
calle. Lo veía yo desde el balcón. Iba muy excitado, y hablaba solo. Al
pasar junto a la balaustrada pronuncio entre dientes algunas palabras…
por lo que comprendí que era su marido y seguramente había peleado
con usted
Alejandra: ¿Qué dijo?
Valentín: me vale Bertha y ¡es una imbécil! (pausa)
Alejandra: ¿eso dijo?
Valentín: y otras palabrotas que por caballerosidad… no puedo repetir.
Alejandra: ¿es cierto eso?
Valentín: es cierto.
Alejandra: júrelo usted.
Valentín: lo juro señora, sobre las cenizas…de estos cigarros
Alejandra: (sonriendo) mmm que buen chiste. Tiene usted gracia.
Valentín: Gracias.
Alejandra: Y talento
Valentín: ¿se me nota?
Alejandra: ¿Qué?
Valentín: el…talento.
Alejandra: demasiado, pero debe usted marchaste enseguida.
Valentín: no insista. Me verían salir y su reputación andaría por los suelos.
Alejandra: es cierto. ¿Entonces…?
Valentín: saldré a las diez de la mañana, o a las once, y por la puerta principal.
Entonces a nadie le extrañara mi presencia.
Alejandra: pero hasta las diez o a las once ¡que haremos mientras?
Valentín: podemos hablar; escuchar música o podemos…dormir…
Alejandra: ¡que se ha creído, yo soy una mujer discente!
Valentín: también las mujeres decentes duermen, ¿o no? No se altere… ni se
acomode,mmm mire señora, usted se acuesta aquí en este lado… y yo…
yo me siento en aquel sofá, y luego los rayos del sol nos despertaran,
acariciando las primeras horas del día e iluminando poco a poco la
habitación… como sucede en las películas hollywoodenses.
Alejandra: ¿y que habremos conseguido con eso?
Valentín: usted habrá conseguido conocerme… y yo habré conseguido dormir. Le
aseguro que es horrible tener insomnio… ¡horrible señora!
Alejandra: Ah que curioso…usted quiere dormir y no tiene sueño; mi marido tenía
sueño… y nunca supe por que diablos… no dormía; mi asistente no
duerme porque yo no tengo sueño y yo, como no tengo sueño, no
puedo dormir…
Valentín: si, y gracias a todo eso, es que usted y yo nos hallamos en tan agradable
situación. ¿Sabe como podríamos titular… esta aventura?
Alejandra: ¿Cómo?
Valentín: “una noche…sin sueño”
Alejandra: Me suena simple.
Valentín: Si le parece ponemos algo jocoso o candente.
Alejandra: ¡no!, no me parece.
Valentín: Que le parece… noche… de luna… en fuga…
Alejandra: Suena bien, pero olvide ya eso.
Valentín: como usted guste.
Alejandra: en confianza señor… señor qué?
Valentín: Valentín.
Alejandra: en confianza Valentín… la verdad es que… voy a divorciarme
Valentín: es usted una mujer moderna y muy inteligente.
Alejandra: mi marido en realidad, no me hace feliz.
Valentín: lo se… tiene un gran defecto.
Alejandra: ¿Cuál?
Valentín: ese…ser su marido… ese es un defecto que yo no tendré jamás.
Alejandra: si, voy a divorciarme Valentín… y pronto.
Valentín: ¿de veras? Entonces necesitara quien le aconseje.
Alejandra: Seguramente… usted me parece un hombre excepcional. Y yo… ¿yo que
le parezco Valentín?
Valentín: ¿la verdad… la verdad?
Alejandra: (un poco coqueta). Si, la verdad
Valentín: (rehuyéndola) me parece usted una mujer… como podría decirlo…
trivial… y superficial.
Alejandra: pero eso… eso es una insolencia…
Valentín: mhh todo depende…
Alejandra: ¡¡definitivamente es una insolencia!! (Alejandra se separa bruscamente)
¡¡ Una insolencia!! (pausa. Con tranquilidad, dominándose). ¡Hace rato
dijo usted muy bien… saliendo a estas horas de casa, mi reputación se
mancharía. Pero hay otro procedimiento para que no pasemos lo que
resta de la noche en la misma habitación. (cuando se dirige a la puerta
de la izquierda, se abre ésta y aparece Bertha).
Bertha: ¿llamaba la señora?
Alejandra: no he llamado, pero la necesito Bertha.
Bertha: suponiendo que la señora iba a necesitarme, es por lo que he entrado
sin permiso.
Alejandra: fíjese bien Bertha…ese caballero, (lo señala despectivamente) va a pasar
la noche aquí, en el sofá. Mañana a las once, procurara usted que salga
de la casa sin que lo alguien más.
Bertha: si señora.
Alejandra: Además, debe usted llevar mi ropa a la habitación para huéspedes, voy a
dormir allí. ¿Me entiende?
Bertha: perfectamente.
Alejandra: (a Valentín) que usted descanse.
Valentín: Le deseo lo mismo señora, ah… siéntase como en su casa… en serio con
toda confianza, mmm (Valentín se inclina ante Alejandra, sale por la
izquierda; Valentín y Bertha se lanzan miradas, mientras Bertha recoge
la ropa de cama. Valentín se le acerca) Bertha, ¿Qué haces tú en esta
casa?
Bertha: Soy la asistente de la señora. ¿ y tú? ¿tú qué haces aquí Valentín?
Valentín: ya lo vez… por ahora, me tomo el whisky del señor… tendrás unos cubos
de hielo?
Bertha: …ay Valentín… (sale)
Valentín: así es la vida…quien deja tiradas las revistas…”vanidades” edición
especial (con una copa en la mano se dirige a donde está la revista de
Alejandra en el piso; la levanta)… muy interesante… (Toma de la copa)…
muy interesante Rock de la cárcel versión Trevi, Andrés García…ya no le
sirve la bomba … Andrés García es yucateco? Catherine Z jones al
desnudo… wow!...muy interesante…reality de Niurka y Bobby; es el
perro de Niurka…muy interesante… muy interesante…
TELON
SEGUNDO ACTO
(Al levantarse el telón todo se haya en la misma disposición. En escena esta Valentín
sentado en un sillón, con la revista en la mano y escribiendo en ella. De vez en
cuando piensa y luego escribe. Esta resolviendo un crucigrama. Entra Alejandra, vestida
con ropa de mañana, se dirige a Valentín indignada y rabiosa)
Alejandra: Vengo a decirle a usted, por ultima vez… que se marche de esta casa. Su
conducta seria estúpida si permaneciera más tiempo aquí. ¡Creo que ya
está bien, señor! Mi asistente se rinde a la lucha de querer sacarlo de
aquí, pero yo no renuncio, ¿comprende usted?, ¡no renuncio! Y si es
necesario, llamaré a la policía; porque con tal de sacarlo a usted, nada
me importa dar un escándalo. Piénselo usted muy bien y decida si
prefiere irse solo o acompañado de la policía (Valentín muy tranquilo
continua distraído en una revista resolviendo un crucigrama)
Valentín: ¿señora…puede decirme usted… una palabra de ocho letras que
signifique libertad?
Alejandra: (fulminándolo con la mirada) ¡¡M Á R C H E S E!!
Valentín: (contando las letras con los dedos) m-a-r-c-h-e-s-e….. Efectivamente
ocho letras… pero… “márchese”, no significa libertad.
Alejandra: para mí… en estos momentos, si, se lo aseguro!
Valentín: (mostrando a Alejandra la revista con el crucigrama) mire, querida
amiga mía. Es un crucigrama muy interesante. Ya no me falta más que
esa palabra de ocho letras que significa libertad. Me he pasado toda la
noche resolviéndolo.
Alejandra: luego… ¿no ha podido dormir?
Valentín: usted tampoco, ¿verdad?
Alejandra: extrañé mi cama; y usted… ¿la extraño?
Valentín: no. En realidad he perdido la costumbre de dormir en cama. Hace tres
años que duermo en un sofá, como ahora.
Alejandra: ¿pero… por qué
Valentín: es un historia muy sentimental, señora. Creo que anoche le dije que vivo
con un perro.
Alejandra: si, un “dobermann”
Valentín: bueno en realidad no es un dobermann, pero yo se lo hago creer para
que viva más orgulloso de si mismo. Pues bien; mi perro se llama
“granuja”. Cuando yo le grito: “¡ven aquí granuja!” la gente piensa que
alguien se esta peleando (risa de Alejandra) una vez que salí de viaje,
cuando regrese “granuja” se había acostumbrado a dormir en mi cama.
Ahí empezó la historia: cuando yo le gritaba, “sal de mi cama granuja
cochino”, sal de mi cama, sucio; la gente… comenzó a hablar mal de mí.
Decidí entonces, dejarle la cama definitivamente a granuja”, quien
además me lo ha agradecido siempre y aprovecha mejor la cama,
porque yo padezco insomnio, (suena el timbre del teléfono que esta a un
lado de Valentín. Valentín toma el teléfono maquinalmente).
Permítame… holaaa… no, no se equivoco aquí es… ahora le explico
(durante unos segundos Valentín escucha. Luego cubre la bocina y le
dice a Alejandra). Es su marido señora.
Alejandra: (asustada) ¡¡mi marido!!
Valentín: si, su marido, esta muy extrañado de oír una voz de hombre en su
alcoba y pide que se lo explique…
Alejandra: Traiga…
Valentín: no, espere… (hablando por teléfono). holaa, no señor…soy el plomero
(gesto de asombro de Alejandra) (Hablándole a ella) Su marido tiene voz
de argentino. (al teléfono) si estoy arreglando la cañería del cuarto de
baño caballero, he oído el timbre del teléfono y como nadie de la casa
acudía a contestarlo, me he tomado la libertad de contestarlo yo… de
nada… hombre muchas gracias… hago unos trabajos de primera…si y
mis precios no tienen competencia…si, desde luego, la paso muy bien
con su esposa… ah perdón, perdón, que le pase a su esposa, ya
entendí… permítame… le voy a avisar. (Tapando la bocina). Su marido
pregunta por su esposa, ¿todavía es usted… la esposa de su marido?
Alejandra: todavía, si
Valentín: entonces, conteste. (Alejandra va a tomar el aparato, pero Valentín no
se lo da). Espere un poco. Hay que fingir que le he ido a avisar. Soy el
fontanero señora recuerde; ah y tenga cuidado, su marido se altera por
nada, ¿qué le parece si mientras esperamos le cuento un chiste… sabe
usted el del esperma comunista?
Alejandra: no señor…en estos momentos no estoy preparada para oír cuentos, ni
chistes de espermas comunistas.
Valentín: ¡qué tiempos! Ahora la gente necesita estar preparada hasta para oír un
simple chiste. En fin… creo que ya puede usted contestarle a su marido
(le da el teléfono)
Alejandra: ¿bueno? Si, soy yo…si, no, no, si, no, no…si
Valentín: mmm… parece juego de ping pong.
Alejandra: no
Valentín: como no…
Alejandra: cuando tu quieras. No, no tengo pensado salir en toda la mañana. No,
no ha venido nadie hasta ahora; essss… es un fontanero…sí, estoy
decidida…bueno…adiós. (Cuelga el teléfono) mi marido me avisa su
visita.
Valentín: Es muy precavido; la buena educación se advierte hasta en los pequeños
detalles.
Alejandra: desgraciadamente no la demuestra mas que con los pequeños detalles.
Valentín: falta de confianza señora…
Alejandra: Que? (pausa)
Valentín: ¿su marido viene solo?
Alejandra: con un abogado. Parece que el abogado, mi marido y yo, vamos a tener
una entrevista.
Valentín: ¡mm…muy malo!...acabaran ustedes firmando una hipoteca.
Alejandra: nada de hipotecas, se trata solamente de mi divorcio.
Valentín: es lo mismo señora; el divorcio es una hipoteca también, una hipoteca
por la que se pagana intereses muy altos y no logra uno cancelar nunca.
¡Pobre de usted! Le harán firmar tantos y tantos papeles, que se le
cansara la mano y cuando acabe de firmar el último, la convencerán de
que los rompa todos. (Una pausa) en fin…creo que ha llegado el
momento de marcharme.
Alejandra: hace mucho que debía haberlo hecho.
Valentín: adiós señora… (Saca del bolsillo unos lentes para el sol) ah… mire, mire
señora que esplendidos lentes de automovilista me acabo de comprar.
(Alejandra mira como ensimismada) no, no tengo automóvil, ¿sabe
usted? Pero he comprado los lentes para ponérmelos cuando tomo un
taxi.
Alejandra: ¿va a tomar un taxi?
Valentín: En realidad voy a caminar, hasta luego.
Alejandra: adiós… (Llamándolo súbitamente) ¡un momento!
Valentín: dígame
Alejandra: ¿Cómo se le ocurrió a usted decirle a mi marido que era usted el
plomero?
Valentín: porque vi en el cuarto de baño, la tubería a medio arreglar, varias
herramientas, un overol y una gorra que ha dejado ahí el plomero.
Alejandra: ¡ah!
Valentín: ¿no tiene nada más que decirme?
Alejandra: nada más.
Valentín: (iniciando el mutis) le deseo… un divorcio feliz.
Alejandra: (escuchando un rumor que viene de fuera) ¡shhh! ¡Silencio!... (Se acerca
para oír mejor)…¡¡mi madre!!
Valentín: ni madre???
Alejandra: ¡mi madre!!
Valentín: ¿es una exclamación, o es en serio su madre que llega
Alejandra: ¡es mi madre! ¡Mi madre que viene! ¡Dios mío! ¡Escóndase usted!
¡Métase debajo de la cama! ¿Escóndase en el balcón! ¡Vuélvase
invisible! ¡¡Pero haga algo por dios!
Valentín: ¿y qué podría hacer? ¡Ah si! … inspeccionare, la cañería. (Música misión
imposible… se mete en el cuarto de baño) (Se abre bruscamente la
puerta de la izquierda y entra Bertha).
Bertha: (entrando seguida de Adelaida, Lisa y Gerardo) aquí esta la señora.
(Adelaida es una dama muy elegante de unos cuarenta y tres años; se ve
muy joven y muy bien conservada, guapa. Lisa es una jovencita de unos
16 años, ansiosa de enterarse de todo, vestida muy moderna. Gerardo,
joven de unos 23; su personalidad es un poco risible)
Adelaida: ¡Alejandra! (deteniéndose delante de ella, con expresión trágica) ¡pero
Alejandra! (la abraza) (dejándose caer en el sofá, con pose de
pesadumbre muy bien estudiada y abanicándose) ¡que tragedia! ¡Dios
mío, que tragedia! Esta mañana ha estado Mariano en casa a explicarme
que ustedes han decidido divorciarse. Pensé que me daba algo a la
cabeza. Afortunadamente, no hice nada más que pensarlo y no me dio
nada. Tu padre del disgusto se ha enfermado del estomago y ni el pepto
bismol lo apacigua… ¡Esta noticia nos matara a todos! Y luego mira nada
más… ¡qué ejemplo para tu hermanita! ¿No has pensado que si ella ve
que tu estando casada te divorcias, va a perder el interés por el
matrimonio?... ¡ay Alejandra Alejandra! ¡Te has vuelto loca! ¡Te has
vuelto loca!
Alejandra: te aseguro mamá, que ya lo hemos decidido.
Adelaida: ¡calla! ¡Calla!... ¡divorciarse! divorciarse a los tres años de matrimonio,
cuando ni siquiera has tenido tiempo de enterarte si tu marido ronca al
dormir o si te engaña con otra.
Alejandra: mira mama…
Adelaida: 23 años llevamos casados tu padre y yo, y nunca lo oyes; nunca nos
hemos divorciado, ni una sola vez! Y no pienses que antes no se usaba el
divorcio. Entonces la gente se divorciaba también.
Gerardo: si, realmente, realmente en tiempos de Matusalén… ya se usaba el
divorcio
Adelaida: ¡Gerardo!
Gerardo: perdón… realmente…realmente usted disculpe señora.
Adelaida: también el ha tenido frases para condenar esta locura ¿verdad Gerardo?
Gerardo: eh…si, realmente… realmente… el divorcio… el divorcio…realmente,
nada menos que el divorcio… realmente no es bueno
Adelaida: ¿lo oyes? ¡y no olvides que Gerardo cursa la carrera de derecho!
Lisa: (a Alejandra) ¿hermana… es que no eres feliz? ¿Por qué no eres feliz?
Adelaida: ¡calla Lisa! ¡calla! Te he dicho que esas preguntas no se deben hacer a
alguien de la familia. (a Alejandra) veamos… ¿Qué ha pasado aquí
anoche? (en el cuanto de baño se oyen unos martillazos gigantescos)
¿Qué es eso? ¿Quien anda ahí?
Alejandra: nno… no es nada, ah sí… es el plomero… el plomero que arregla las
cañerías.
Adelaida: ¿en domingo?
Alejandra: ¡ah! Hoy… ¿hoy es Domingo?
Adelaida: ¡creo que sí!…todo el día.
Alejandra: puessss…ah, parece que el sindicato de plomeros ha resuelto trabajar
los domingos y descansar el resto de la semana, creo…
Adelaida: pues me alegro; a ver si eso resuelve la escases de empleo. En fin,
Bertha!
Bertha: ¿señora?
Adelaida: usted es una mujer que sabe juzgar fríamente. Dígame, ¿Qué ocurrió
anoche entre los señores?
Bertha: discutieron; el señor grito, fumo 17 cigarrillos y tomo varias copas de
licor en cuatro horas y media…la seño… (la voz de Bertha se pierde entre
los formidables martillazos que vuelven a sonar en el cuarto de baño)
Adelaida: Bertha; diga usted a es hombre que envuelva el martillo aunque sea con
sus calzoncillos o un pañuelo. Es imposible entenderse… (Bertha se
asoma al cuarto de baño y habla con Valentín)
Bertha: no haga tanto ruido, que envuelva el martillo con sus chones o con un
pañuelo.
Valentín: discúlpeme…no tengo pañuelo, ni calzones.
Bertha: (regresando) dice que no tiene pañuelo ni calzones.
Adelaida: ¡válgame Dios, que vulgaridad!
Gerardo: realmente…realmente…si no usa calzones, realmente (por la puerta del
baño entra Valentín se ha puesto la camisola del plomero y una boina
mugrienta. Trae un martillo en la mano. Entra cantando distraídamente
sin saludar. Recorre golpeando con el matillo el suelo, haciendo que
todos brinquen)
Adelaida: oiga buen hombre… ¿Por qué ese empeño de dar martillazos en todas
partes?
Valentín: cumplo con mi trabajo señora. Ahora estoy buscando el sitio por donde
pasa la tubería.
Adelaida: pero, ¿las tuberías van por aquí?
Valentín: van por todas partes; por adelante y por atrás, por un lado y por el
otro… por arriba y por abajo. No hay quien las detenga
Alejandra: (dándole pie a Valentín para que se vaya) déjelo usted señor plomero…
váyase… los domingos son días que deben dedicarse a la familia.
Valentín: disculpe señora primero es el deber, si no… con que come mi familia?
Alejandra: (aparte) ¡ya váyase! (tratando de que solo escuche Valentín)
Adelaida: en fin, Bertha. Explique concretamente lo que ocurrió anoche.
Bertha: los señores pelearon.
Adelaida: pero, ¿Por qué?
Bertha: porque la señora es más inteligente que el señor y la felicidad en su
matrimonio es imposible.
Adelaida: ¡vaya una razón! Todas las mujeres, sobre todos las mujeres casadas,
somos mas inteligentes que nuestros maridos.
Valentín: (acercándose con el martillo en la mano) Eso es muy cierto! si no hay
mas que fijarse en que las mujeres casadas, ni les gusta trabajar, ni les
gusta estar en su casa… si los hombres fuéramos mas inteligentes,
haríamos que ellas trabajaran para nosotros y nosotros nos pasaríamos
el día limándonos las uñas, viendo televisión o haciendo visitas sociales
(coge una lima y hace como so se limara).
Adelaida: pero, ¿usted quien es para opinar?
Valentín: soy el plomero señora, para servirle a usted (vuelve a su trabajo)
Adelaida: ¿Qué cinismo de hombre?
Gerardo: si realmente… realmente es demasiado cinismo…
Bertha: ¿desea la señora saber mas de lo que ocurrió anoche?
Adelaida: si, si, continúe Bertha.
Bertha: a las tres y media de la mañana, el señor se fue y dijo que se iba para
siempre.
Adelaida: ¿y a usted no le parece un disparate este divorcio?
Valentín: el divorcio es siempre disparatado señora! (acercándose al grupo)
pero… permítanme hacer esta observación: el divorcio es el único
remedio para amansar un matrimonio.
Adelaida: (digna) ¡plomero! Le prohíbe que se mezcle en nuestra conversación
(Valentín se encoge de hombros, Lisa le pregunta)
Valentín: yo solo pretendía…hacer una aportación.
Lisa. Diga usted… ¿Por qué el matrimonio tiene que ser amansado?
Adelaida: ¡Lisa! Te prohíbo que hagas preguntas a personas que no son de la
familia, de tu clase o0 que no usen calzones! Hay Gerardo, a ver si a
usted le hace caso, dígale algo.
Gerardo: (encarándose a lisa) ¡algo!
Adelaida: ¡Gerardo
Gerardo: (sonríe) ¡Lisa!...hablar Con este tipo de personas, sin calzones, no está
bien, realmente… ¿sabes? ¿Comprendes? Realmente…realmente no
esta bien. (Durante los últimos parlamentos, Bertha parece escuchar un
ruido en la calle y asomándose por la ventana anuncia)
Bertha: señora… el señor acaba de llegar acompañado de otra persona.
Alejandra: avísele que estamos aquí.
Bertha: con todo gusto (sale).
Alejandra: (a su madre) debe ser el abogado.
Adelaida: ¡ay hijita! Te vas a arrepentir… te vas a arrepentir.
Lisa: ¿Por qué mama? Yo creo que es emocionante… (Entra Bertha seguida
por Mariano y Raúl del Rosal, el abogado)
Mariano: Alejandra… vengo con mi abogado, pase usted Raúl.
Raúl: (adueñándose de la situación) buenos días… buenos días… muy buenos
días a todos. (Muestra obvias maneras afeminadas).
Mariano: (presentando) mi esposa; la madre de mi esposa y la hermana menor de
mi esposa… el señor Raúl del Rosal, abogado… ¡ah! Se me olvidaba…
Gerardo Martinez, prometido… de la hermana de mi esposa.
Gerardo: (dándole la mano a Raúl, sonríe) se le olvidaba… realmente, realmente
se le olvidaba.
Raúl: (señalando a Bertha y a Valentín) ¿ellos…también son de la casa?
(miradas significativas para Valentín)
Alejandra: (presentando a Bertha) ella es mi asistente personal. Si yo no tuviera
madre ella haría las veces.
Mariano: (aparte) tiene, pero poca…
Raúl: ¿decía?….
Mariano: nada…… que todavía tiene madre.
Raúl: ¡ah!
Valentín: (avanzando hacia Raúl) y yo soy el plomero. Me dedico a arreglar
cañerías.
Raúl: ay pues que casualidad, yo tengo una aquí atrás.
Mariano: ¡abogado!
Raúl: ¡ay! Aquí atrás de Boulevard Parres y Parres… donde esta mi casa y la de
todos ustedes.
Valentín: yo estoy en esta habitación porque tengo que buscar por donde va la
tubería. Eso es lo esencial.
Raúl: pues… no parece plomero, pero, ¡másssnifico! (frotándose las manos)
entonces no falta nadie. (Todos se miran con asombro) ¿y es… pariente
de alguien de la familia?
Valentín: no señor. Yo no tengo familia.
Raúl: ¡ay pobrecito!... bueno, es súper extra maxi mega masssnifico , que no
sea pariente de esta familia.
Adelaida: (a Raúl, ofendida) ¡caballero! ¡En nuestra familia no ha habido ni un solo
plomero! Y en cuanto a este, va a estar entre nosotros muy poco
tiempo.
Raúl: perdone señora, pero a este plomero lo necesito yo (coqueteo) como
necesito también a aquella doncella. Vengo a hacer las primeras
diligencias, que han de conducirnos al divorcio y me son imprescindibles
dos testigos que no sean miembros…de la familia de los litigantes.
Adelaida: ¿y quiénes son los litigantes!
Raúl: ay pues los que litigan, lógico… lógico señora.
Adelaida: ¡eso ya lo se! Pregunto qué personas son.
Raúl: su hija y el esposo de su hija… lógico.
Adelaida: ¡santo cielo!
Alejandra: (interrumpiendo) hazme el favor de no interrumpir mama, estoy
decidida a divorciarme.
Bertha: y a mí me parece muy bien.
Valentín: de igual manera, a mi.
Adelaida: ¡pero ustedes no son nadie en esta casa!
Valentín: ¿Cómo no señora? Somos los testigos de las primeras diligencias. El
abogado señor del Rosal, lo acaba de decir.
Adelaida: ¡esto es inaudito!
Gerardo: si, realmente… realmente es inaudito. Realmente…realmente
Valentín: y el que me haya preguntado el abogado si soy o no pariente de usted
señora, creo que no hay razón para ofenderse.
Adelaida: pero como se atreve…
Valentín: …ser pariente de un plomero no puede deshonrar a nadie. Todos los
humanos señoras, desde la que pesca en ruin barca, hasta el presidente
de los Estados Unidos, descendemos de caca huateros y pica pedreros.
Adelaida: ¡¿caca huateros y pica pedreros?!
Raúl: (interesado) a ver, a ver, a ver, a ver… ¡quiere explicarme señor
plomero, esa teoría?
Valentín: mire usted, sobre la descendencia de los cacahuateros…
Raúl: no, no. Esa esta clara. Explíqueme como es que descendemos de los
pica…pedreros.
Valentín: ¡ah! Mire: descendemos de los picapedreros porque descendemos de
hombres que vivieron en la edad de piedra, y en la edad de piedra, todo
picaban…
Raúl: ay…
Valentín: todos picaban… piedra.
Raúl: (maravillado) ¡palabra de honor! Ay señor plomero, es el tipo mas
inteligente que he conocido…
Valentín: hombre gracias, también me dedico a repartir chorizo de la carnicería
de mi compadre, los miércoles…
Raúl: ¡ay! Me hizo agua la boca
Adelaida: ¡abogado de la Rosa!
Raúl: del R o s a l señora, Del Rosal…
Adelaida: bueno bueno, de la Rosa del Rosal.
Raúl: ahich… ¿en qué íbamos?... ¡ah! Si, si, ya podemos comenzar las
diligencias.
Alejandra: pasemos al despacho, licenciado.
Raúl: no, no, no y noooo; aquí mismo. (Aparentando demasiada seriedad) se
trata de un matrimonio desgraciado y precisamente nos hayamos en la
alcoba conyugenitall, según veo… que es lo que podríamos llamar “el
lugar de los hechos o los deshechos”
Adelaida: caballero… permitirá usted que mi pequeña hijita se retire. Es soltera.
Raúl: desde luego que si…si es soltera, resultaría prematuro y perjudicativante
que conociera la forma en que se desarrolla un divorcio.
Valentín: si… ustedes quieren, yo puedo enseñarle como se desarrolla un divorcio,
una boda… y las acciones que existen entre uno y otra y todo lo demás.
Gerardo: ehhh realmente, realmente lo que haya que enseñarle…realmente,
realmente, lo puedo hacer yo…realmente.
Adelaida: ¡ustedes lo que van a hacer… es callarse!
Raúl: usted lo que tiene que hacer…plomero y repartidor de chorizo… es
acercarse aquí y limitarse a servir de testigo.
Adelaida: ¡Lisa!
Lisa: ay mama
Adelaida: vete a la sala con Gerardo. No, no, mejor vayan a la cocina y que
Gerardo te ayude a preparar un pastel.
Lisa: esta bien mama (sale con Gerardo)
Gerardo: señora… de pasteles sabe…yo realmente… realmente no se gran
cosa…de tal forma que…realmente, realmente no se que resulte…
Adelaida: no te preocupes, Lisa te enseñara… realmente…¡Lisa!
Lisa: ay mama… (salen)
Raúl: pero señora… ¿ya los deja usted estar solos, sin estar comprometidos?
Adelaida: conozco mis deberes de madre caballero. Como habrá oído los he
mandado a preparar un pastel, así, mientras uno se entretiene poniendo
los ingredientes… el otro tiene que amasar… así estarán ocupados los
dos.
Raúl: ay su idea es m a r a v i ll o s a. Bueno, comencemos con la diligencia.
Valentín: si, si, comencemos ya.
Adelaida: (a Raúl) señor de la Rosa
Raúl: (interrumpiéndola) del Rosal señora, del Rosal.
Adelaida: claro, de la Rosa del Rosal. Señor del Rosal: le suplico que evite este
divorcio.
Raúl: no me es posible, se lo aseguro… precisamente la especialidad de mi
carrera son los divorcios. Su hija es mayor de edad y si ella quiere
divorciarse…
Valentín: ¡naturalmente! Si ella quiere divorciarse y si es mayor de edad…
Adelaida: pero ¿Qué dirán nuestras amistades? ¡Con lo mal que habla la gente!
Valentín: (interviniendo nuevamente) la gente habla mal, claro, pero piense
señora, si todo el mundo hablara bien… los buenos oradores no tendrían
publico.
Raúl: (cada vez mas maravillado) ay ¡que talento! ¡Que talento! ¡Que talento
el de este plomero…choricero!
Valentín: (modestamente) ¡bah! Se debe a que he tenido muy buenas fuentes…
Adelaida: si, como es fontanero.
Valentín: fuentes… de información…de conocimientos señora.
Adelaida: (asomándose a la puerta del pasillo) no escucho el ruido de la
mezcladora, en seguida vuelvo. (Sale)
Raúl: ¡pobre y santa madre! Con permiso de ustedes (a Bertha y Valentín)
hare unas preguntas previas…veamos… ¿Cómo se llama usted plomero?
Valentín: Valentín… Valentín Lozano.
Raúl: ¿edad y estado?
Valentín: ¿edad?...ti-cinco.
Raúl: ¿estado?
Valentín: Hidalgo…de tula, soy tu leño!
Raúl: ay que aventado, no sea gracioso Valentín…estado… civil… que si es
solterito o casado de fúuuuchila
Valentín: Soltero con diez y ocho hijos varones.
Raúl: wow!!!! 18 hijos varones… que potencialidad.
Valentín: si señor. En la colonia del sur me llamaban “el semental”.
Raúl: (dándole la mano) el semental… ¡18 hijos! Ay lo felicito en nombre de
los primeros pobladores de America. (Valentín le extiende también la
mano pero en ella trae el martillo) ay que duro esta el mango… de este
martillo.
Valentín: es Black and Decker… nogal firme…grueso…resistente!
Raúl: ayyyy al rato me lo presta…y ¿el nombre de usted? (dirigiéndose a
Bertha)
Bertha: Bertha… Bertha lozano.
Raúl: ay que curioso…Lozano como el plomero.
Bertha: si, es un apellido muy común. Aquí hay mucha gente que se apellida
Lozano. Soy soltera y tengo treinta y siete años.
Raúl: ¿soltera con hijos?
Bertha: sin hijos, para compensar los de este señor, también soy de Tula
Raúl: ay y dale con los tuleños!! Por Culiacán me vinieran mejor…
Adelaida: (entrando) ¡ay pobrecitos! A Gerardo se le habían roto los huevos.
Raúl: hayyyych!
Adelaida: (haciendo una mueca)… y Lisa no encontraba la mantequilla.
Raúl: ¡ahhhhh!. Bueno bueno, podemos comenzar teniendo ya registrados los
nombres de las testigas y los testigos
Adelaida: sr Florero del Rosal
Raúl: mi apellido es del Rosal solamente señora mía
Adelaida: señor del Rosal, ruego a usted que ordene al testigo que deje el martillo.
Tiene costumbre de accionar con él y temo una desgracia. (Valentín se
echa el martillo a la espalda)
Raúl: por favor guarde su martillo con mango nogal firme testigo, plomero,
choricero… y semental (en tono doctoral) señores: he sido llamado para
tramitar un divorcio.
Valentín: eso ya lo sabemos.
Adelaida: plomero no interrumpa.
Raúl: no me interrumpa por favor plomero semental… la necesidad de este
divorcio es urgente. Doña Alejandra Romay y Don Mariano de Miura, no
se entienden y no se aman.
Bertha: ¡Se aborrecen
Valentín: si, se odian mutuamente
Adelaida: (encarándose de nuevo a Valentín) pero, ¿usted que sabe
Valentín: …lo intuyo señora
Raúl: por ello he dicho que el divorcio es urgente. Pero legalmente señores, el
Divorcio, en este caso es… i m p o s i b l e.
Mariano y Alejandra: ¡¿quéeeeee?!
Adelaida: (con alegría) ay ¡dios mío gracias!
Valentín: un momento, un momento! Como testigo que soy pido que el abogado
explique sus palabras.
Raúl: mas claro: no veo causa de divorcio.
Alejandra: (indignada) ¿no habrá venido usted solo para decir eso?
Raúl: un poco de calma, un poco de calma… busquemos en las causalidades…
Valentín: causales
Raúl: ay es lo mismo… plomero bechllo… semental de fuego y choricero
(hojea un libro e interroga a Alejandra) su marido señora ¿ha
introducido a alguna amante en el domicilio conyugal?
Alejandra: nnno.
Raúl: primera causalidad de divorcio que no existe. ¿Usted misma… por su
voluntad propia de usted y en su persona…ha tenido amantes?
Adelaida: (saltando) ¡caballero! ¡mi hija es una persona decente!
Valentín: señora en la actualidad… y siempre, las personas decentes… también
tienen amantes…
Alejandra: no señor, no he tenido amantes.
Raúl: segunda causalidad de divorcio que no existe. A usted señora o a usted
señor ¿les huele mal el aliento… o les ruge la buchaca?
Valentín: no abogado, usan astringosol! Y listerine. Lo he visto en el cuarto de
baño y dicen en la televisión… que es muy bueno.
Alejandra: (interrumpiendo) no, no nos huele mal la… boca… ni nada más.
Raúl: tercera causalidad que no existe. Su marido señora, ¿le ha pegado a
usted causándole lesiones?
Alejandra: (piensa un poco) nno.
Raúl: cuarta causa negativa. ¿Le ha aconsejado su marido alguna vez…que
amara… a otro hombre?
Alejandra: nnno… y puede que tampoco le hubiera hecho caso.
Raúl: quinta causa de divorcio que no existe. Otra pregunta de índole
delicada, ¿su marido sufre alguna enfermedad, grave, contagiosa,
impotencia, gono, sífilis, papiloma infrahumano, e t c, e t c, e t c…?
Mariano: no, no sufro ninguna enfermedad, si gusta, puede usted registrarme.
Raúl: ay… permítame un segundo… voy a a u s c u l t a r (Alejandra se
interpone entre ambos)
Alejandra: ¡el… año pasado tuvo viruela!
Raúl: no, no nos sirve.
Valentín: a él tampoco le sirvió.
Raúl: (a Alejandra) ¿se convence usted señora? No existe causa de divorcio.
Existe voluntad, pero causa no. Claro que yo soy un abogado muy
profesional y existiendo voluntad, lograre el divorcio. ¡La voluntad es la
palanca mágica que mueve al mundo!
Valentín: ¡bravo!
Adelaida: (dignísima) ¡plomero!
Valentín: ¡bravo! ¡La palanca y el martillo son los grandes orgullos de la mecánica!
¡Permitan que este humilde obrero aplauda tan hermosa frase…
¡bravísimo!
Raúl: ay, gracias, muchas gracias plomero semental de fuego y nogal… y
choricero de los miércoles (Raúl le ofrece su mano al plomero y este le
da el martillo, creando un momento de confusión) ay plomero… ya
calentó el mango del martillo, bien decía la señora… déjelo por ahí…
sucio. Sra. Me lo agarra.
Alejandra: ¿y cómo piensa usted lograr entonces nuestro divorcio? ¿Por
incompatibilidad de caracteres?
Raúl: no no podría. Los jurisprudensistas, en lugar de resolver divorcios por
incompatibilidad de caracteres, aconsejan a los conyugues unos meses
de vacaciones.
Mariano: ¿entonces?
Raúl: mi procedimiento es más sencillo y más seguro. A usted señora, su
marido no le ha pegado nunca, ya nos lo dijo. Pues bien; he pensado que
le pegue y la insulte hoy…delante de testigos y en presencia pública del
público presente y de la familia, así existirá la causa de divorcio
denominada “malos tratos”
Valentín: ¡maravillosa idea!
Raúl: (pavoneándose) ¿verdad?
Valentín: ¡portentoso! ¡Genial!... ¡extraordinario!
Raúl: ay gracias plomerín… no es para tanto.
Adelaida: ¿Qué ese hombre le pegue e insulte a mi hija?
Mariano: ¿Qué le pegue e insulte yo a mi mujer, verdad? (se separa)
Raúl: si si, que le pegue e insúltela!
Valentín: que le pegue; que la insulte. Así serán malos tratos de palabra y de obra.
Raúl: ¡eso es! Muy bien.
Mariano: ¿Qué dices tú a eso Alejandra?
Alejandra: espero con impaciencia tus insultos y tus golpes.
Mariano: ¡magnifico! (aparte, a Raúl) ¿me chingo también a la gata? (le echa a
Bertha una mirada de odio)
Raúl: vamos… comencemos. Las testigas y los testigos (a Bertha y a Valentín)
a mi lado. Abran bien los ojos. Ustedes deben dar fe de tal acción. Usted
(a Mariano) vamos… insulte a su esposa.
Mariano: ¿Qué le digo? ¿Qué le digo?
Valentín: llámela…chaparra, tapón de corcho, chchornia!
Raúl: no no ¡eso es poco! Dígale… “hembra impuuuuudica”.
Adelaida: (indignada) ¡delante de mi no se insulta mi hija!
Raúl: señora, no interrumpa, le recuerdo que estamos en una d i l i g e n c i a.
Adelaida: aunque estuviéramos en el tren ligero o en el mini bús caballero, es mi
hija.
Alejandra: mama, te ruego que te calles. Si no puedes callarte, vete.
Mariano: (hipócrita) yo soy el marido y me veo forzado a pegarle. Ya ve usted, a lo
que puede conducirnos la civilización.
Raúl: ¡por Dios! Dese prisa… no tenemos todo el día y recuerde que mis
honorarios son muy altos. (A Mariano) insúltela como hemos convenido
y hágala objeto de malos tratos.
Mariano: ¿debo decirle…hembra impuuuuudicaaaaaa?
Raúl: si… pero ychha
Mariano: (de corridito y con debilidad, mecánicamente) ¡hembra impúdica!
¡Hembra impúdica!
Valentín: (imitándolo) ¡¡hembra impúdica! ¡Hembra impúdica! No hombre que es
eso!!!
Raúl: no, no. Basta con una vez, pero bien dicho.
Mariano: … ¡HEMBRA IMPUDICA!
Raúl: eso es. ¡Así! Testigas y testigos, mucho ojo… ¡péguele ahora! (mariano
intenta pegar a Alejandra, pero se queda con la mano levantada)
Mariano: no puedo. Les aseguro a ustedes que no puedo.
Valentín: ¡vamos! Un pequeño esfuerzo. Si quiere le presto el martillo.
Raúl: ¡péguele! ¡no podemos aguardar toda la mañana
Mariano: en fin. (Cerrando los ojos le da un golpecito a Alejandra en el hombro)
¡Toma! (Raúl y Valentín se burlan)
Valentín: no hombre ¡mas fuerte! Mire, diga usted: “TOMA MALDITA HEMBRA
IMPUDICA” (hace el ademan de pegarle a una almohada con una fuerza
exagerada)
Adelaida: ¡ay qué barbaridad!
Raúl: ¡ay si la va a desbaratar!
Valentín: no pasa nada. No pasa nada ¡ándele!
Mariano: (le da a Alejandra un golpe más fuerte) … ¡toma hembra IMPUDICA!
Raúl: ¡basta! ¡Basta, basta y basta… testigos y testigas y todos los aquí
presentes… miembros del presídium…ay no no… me confundí-yo con un
evento solemne… (Raúl se reviste de dignidad y echando lumbre por los
ojos, se vuelve hacia Bertha y Valentín) ustedes, todos ustedes han sido
testigos… ustedes lo han visto (al publico) y ustedes también, no se
hagan…***delante de todos nosotros, este hombre ha cometido la
asquerosa villanía de pegarle a su esposa (y le cae al que lo niegue).
¡Qué espectáculo tan repugnante! Las personas honradas estallamos de
indignación en estos casos. ¡Parece mentira que semejante cosa pueda
ocurrir en pleno siglo XXI…EL LEVANTAMIENTO EN EL CAIRO…casi casi
les digo que debíamos haberlo grabado en un video para mandarlo a
gobernación…
Mariano: pero oiga usted Raúl, yo le pegue porque…
Raúl: (furioso) ¡calle! ¡Calle! No añada el cinismo a la vileza… ¡canalla! ¿Cómo
ha podido usted levantar su mano sobre esta angelical y virginal
criatura? ¡Todos hemos visto que la ha golpeado, y no contento con eso,
monstruo de villanía, la ha insultado ¡¡ay qué asco!! ¡Insultar a su pura y
digna esposa con la peor palabra que puede salir de los labios de un
hombre!
Mariano: ¡pero caramba!... yo lo hice porque usted…
Raúl: (con voz de trueno, indignado) ¡silencio! (todos están asombrados)
Adelaida: pero señor Clavel…
Alejandra: el me pego porque usted dijo que…
Raúl: ¡a callar! A callar ¿van a defenderle? ¡Ah! ¡La familia! La familia tiene la
culpa de que muchos delincuentes se salven de la silla eléctrica… un
hombre roba y la familia, solo porque es su hermano, o su hijo, o su
sobrino, ya encuentran disculpable HASTA EL ASESINATO.
VALENTIN: Eso es verdad PORQUE hay padres que, después de haber sido
asesinados por su hijo, todavía lo bendicen.
Raúl: por eso yo he acudido a testigos… y testigas… que no son de la familia (a
Bertha) ¿usted vio como le pegaba e insultaba a su esposa?
Bertha: lo vi.
Raúl: (a Valentín) ¿y usted, lo vio?
Valentín: si, lo vi, hasta rechinaban los dientes de rabia.
Raúl: y entonces ¡puede negarse el delito? ¡Hay testigos de esta infamia!
¡Pero no quedara impune, no señor… no quedara sin castigo! (solemne)
la esclavitud termino con Washington.
Valentín: (quedo) Lincoln
Raúl: ¡digo, Lincoln, no es esa una marca de auto? (aparte) gracias… chorizo
de plomo, digo, plomero choricero. (Alto) hoy la palabra libertad es algo
más que una palabra; es símbolo y blasón de una época.
Valentín: ¡¡bravo!!
Raúl: llegando a este doloroso extremo un matrimonio, la vida conyugal se
hace prácticamente imposible, y las almas solo pueden hallar un alivio,
un bálsamo y una válvula… en la separación, en el divorcio.
Valentín: ¡¡eso es!!
Adelaida: ¡Dios mío, a lo que hemos ido a parar! (se deja caer en un sillón)
Raúl: porque el divorcio significa: libertad (al oír esto, Valentín deja escapar
un silbido de satisfacción y escribe algo rápidamente en la revista tenía
antes, Raúl sigue su alegato a Alejandra) usted señora, quédese
tranquila. Su marido no la molestará, más. Al fruto podrido se le separa,
se le tira. Se la arroja… se le avienta a la basura.
Valentín: eso es cierto. No es lo mismo fruto prohibido que fruto podrido.
Raúl: no, tampoco es lo mismo Tapachula que tápame chula
Valentín: ni huele a traste que a traste huele.
Raúl: ni tampoco…un metro de encaje negro… que un negrote…
Valentín: tampoco es lo mismo huevos de araña que araña… me los…
Raúl: ay chhya! Valentín… sin… de plomo y chorizo de los miércoles. El
divorcio se resolverá con todas las ventajas para usted señora, y su
indigno esposo tendrá que pasarle una fuerte pensión. (la felicita) en
hora buena por este excelente resultado (a marido) y usted, váyase,
bórrese, retírese, esfúmese de esta casa ¡¡no tiene derecho a pisar un
hogar decente y honrado… sáquele, saquéele!! Señores: buenos días (a
Valentín) acompáñeme hasta la puerta testigo.
Bertha: mejor lo acompaño yo. (Salen Raúl, Mariano y Bertha)
Alejandra: voy a decirle adiós a Mariano, por última vez. No quiero que piense que
estoy triste (sale)
Adelaida: (levantándose furiosa y encarándole con Valentín) bueno, ahora si estar
contento. ¡Usted tiene la culpa de todo!
Valentín: ¿yo? (sorprendido) señora
Adelaida: ¡usted! Que con su imbecilidad ha sido capaz de hacer de testigo ¡es
usted un…
Valentín: ¡señora!
Adelaida: un… des garrapatoso.
Valentín: señora yo soy… plomero… bueno y choricero de los miércoles.
Adelaida: ¡y esa hija, esa hija, que está loca! ¡Divorciarse!... divorciarse en el mes
de mayo, cuando viene el verano. ¡Dios mío! ¡Dios mío! (inicia mutis)
Valentín: (lentamente comienza a cantar)
Besameeee…besame mucho
Como si fuera esta noche
La ultima vez…
Adelaida: (al terminar Valentín la canción) ¿Qué significa esto? (con temor a
equivocarse) ¿es usted… Valentín… Juan Valentín?
Valentín: (cantando) besameeeeeee… besaame muchooooooo….
Adelaida: (con alegría) ¡¿Valentín?!
Valentín: Valentín, Juan Valentín señora, para servir a usted…
Adelaida: pero… ¿de plomero?
Valentín: …y de choricero… (Ríen ambos, tendiéndole la mano) ¿Son de plomero
estas manos? (se quita poco a poco el overol)
Adelaida: (sonríe) ¿de qué son?...
Valentín: de marques…diría yo
Adelaida: (sonriendo de alegría) no cabe duda, es usted Valentín, es usted Juan
Valentín; ¡eso no lo puede contestar nadie, sino… Juan Valentín (le
abraza)
Valentín: Valentín será siempre el mismo; romántico, quijotesco y trovador.
Valentín ha envejecido un poco, pero… todavía tuene buen gusto por y
para las mujeres.
Adelaida: y el espíritu lo conserva muy joven.
Valentín: mmm, lo conservo… en alcohol.
Adelaida: y conserva muy bien la figura…
Valentín: para ser del país… creo que no nos podemos quejar.
Adelaida: y por lo visto, su vida sigue siendo una novela de aventuras.
Valentín: un poco estropeada la portada…
Adelaida: (sentándose coqueta) ¿y a mí, me encuentra usted bien aun?
Valentín: la encuentro mejor que antes…ahora ya ha aprendido a maquillarse.
Adelaida: ¿me maquillaba mal antes?
Valentín: se pintaba usted… como automóvil nuevo…
Adelaida: tenía muy poca experiencia
Valentín: y además muy poca luz en su tocados, según me dijo usted.
Adelaida: Valentín… pero ¿cómo está usted en esta casa?
Valentín: muy agusto, me divierto desde hace… seis o siete horas. He entrado por
el balcón y saldré por la puerta: una rutina muy interesante. Por cierto
que sus hijas son muy lindas.
Adelaida: gracias Valentín.
Valentín: y las dos tienen que jurar que son hijas suyas… para que uno crea que
son más jóvenes que usted.
Adelaida: muchas gracias Valentín.
Valentín: no me dé las gracias, si estuviera hablando con ellas, ellas dirían lo
contrario (Adelaida sonríe desconcertada)
Alejandra: (entrando) ya se ha ido. (Valentín desaparece por el baño)
Adelaida: (abrazando a Alejandra) hija, te arrepentirás de esto… te arrepentirás.
Alejandra: creo que no mama, no quiero a Mariano.
Adelaida: nunca se sabe si se quiere a un hombre o no, te arrepentirás, te
arrepentirás… ¡arréglate, vente a casa y almuerza algo con nosotros!
Alejandra: esta bien mama…
Adelaida: voy a buscar a tu hermana. La he dejado sola demasiado tiempo ¡lo que
te vas a arrepentir! (sale) (Alejandra se queda sola un momento,
pensativa)
Valentín: señora, parece que ya he terminado de arreglar la cañería. Adiós
definitivamente,
Alejandra: adiós.
Valentín: me voy muy contento, porque he resuelto del todo el crucigrama. Ya sé
cuál es la palabra de ocho letras que significa “libertad”. Es la palabra D-
I-V-O-R-C-I-O, ocho letras (se inclina para iniciar el mutis) (entra
Adelaida con Lisa y Gerardo, muy exaltada)
Adelaida: ¡pero es el colmo! ¡ solo me faltaba esto para que fuera un día completo
de disgustos y corajes!
Lisa: ¡pero, mama!
Adelaida: ¡a callar!
Gerardo: yo señora…realmente, realmente…
Adelaida: ¡a callar dije! Mira nada mas Alejandra (muestra a Lisa con unas manos
de harina pintadas en sus pechos). Este es el ejemplo que das a tu
hermana.
Gerardo: pero señora… es que… realmente se nos iba a caer el pastel y
precisamente…
Adelaida: si… se les iba a caer y realmente, realmente tú lo agarraste… pero por
todos lados, mira nada mas (tiene huellas de harina también poco más
debajo de la espalda) (jalando a los dos de las orejas) seguramente lo
querías hacer de tres leches…realmenteeeeeee.!!! ahora… (Remedando
a Gerardo) realmente, realmente… habrá divorcio, pero también habrá
boda (salen) (encolerizada)… realmente (salen)
Mariano: (entrando) Alejandra, vengo a decirte que lo relacionado a… (Calla al
ver a Valentín). ¿Qué es esto?... ¿quién es este hombre?
Alejandra: esss… ess… el plomero… es el plomero Mariano.
Valentín: si señor… el plomero bueno y los miércoles choricero.
Mariano: (contemplando el estupendo traje de Valentín) ¿el plomero?... muy bien
Alejandra!
Alejandra: no. No es el plomero Mariano, pero… por Dios, no pienses nada malo.
Valentín: no. No piense usted nada malo caballero, es dañino para el cerebro…
Alejandra: yo te explicare… ¿sabes? (señalando a Valentín) entro anoche por el
balcón…
Mariano: ¡calla! ¡No me des mas detalles! Se perfectamente que es en estos casos
se suele entrar por el balcón.
Alejandra: ¡Mariano yo te aseguro que…
Mariano: ¡te he dicho que te calles! Piensa que podría matarte a ti también.
Valentín: (aparte) si señora, mejor calle… piense que la puede matar a usted
también…
Mariano: ¡pero no, no lo hare!, soy un hombre civilizado. Me limitare a matarlo
solamente a usted
Valentín: hombre, le agradezco a usted tal distinción, pero si no quiere
molestarse, le recuerdo… que siguiendo las reglas de urbanidad… las
damas son primero; pásele señora yo voy atrás.
Mariano: matarlo a usted, es cosa decidida.
Alejandra: pero mariano cometes un error…
Mariano: he dicho que te calles… (Se dirige en busca de la pistola)

TELON
TERCER ACTO.
(Al levantarse el telón, en la escena solamente han cambiado las posiciones de los
Personajes; Valentín y Alejandra amenazados por Mariano a quienes apunta con la
Pistola)
Valentín: (llevando a Alejandra aparte) señora, no proteste. Cállese: dígale a todo
que sí. Conozco a estos tipos fríos y calculadores y no conviene
contrariarles. (Dirigiéndose a Mariano) ¿ y… de cuantos tiros es?
Mariano: de seis
Valentín: ahhh… pues si apunta usted bien, le van a sobrar cinco.
Mariano: ¡sobraran solamente tres!
Valentín: ¿Por qué?
Mariano: porque recibirá usted; uno en la frente otro en el corazón y, otro en
los… en medio del cuerpo.
Valentín: hasta sentí calosfríos… ¡es muy bonita! ¿Eh?
Mariano: en realidad… no es fea (en este dialogo Alejandra debe pensar que se
habla de la pistola, pero Mariano habla de ella)
Valentín: esta buena….
Mariano: Más o menos…
Valentín: ¿es nueva?
Mariano: 27 años….
Valentín: ¿y todavía funciona bien?
Mariano: … cuando apaga la televisión.
Valentín: ¿y cuanto pagó por ella?
Mariano: ¿cuánto pague por mi esposa?
Valentín: no, la pistola… yo hablo de la pistola ¿Cuánto pagó por la pistola?
Mariano: creo que no es momento para hablar de estas cosas. Siéntese ahí y
escriba lo que voy a dictarle.
Valentín: ¿Dónde me siento?
Mariano: ahí!... voy a matarlo aquí, en el lugar de los hechos, pero primero escriba
Valentín: un momento. Me parece necesario advertirle, que escribo muy mal y
muy despacio, no tendrá en su computadora un software… de escritura
a través del dictado, podemos bajarlo a un mp3.
Mariano: no, escriba a mano!
Valentín: présteme entonces su pluma, con lápiz no sé escribir muy bien. Ayer me
compre un pluma muy fina, pero sabe usted…Me parece que la deje en
la oficina en seguida vuelvo.
Mariano: ¡a callar! Tome y escriba.
Valentín: cerro blanco…
Mariano: ¿Qué?
Valentín: digo que su pluma es muy fina es mejor que la mía… la mía es Scheffer;
la suya es Mont Blanc, ¿cuánto le costó?
Mariano: a callar… escriba
Valentín: ¿y en qué papel?
Mariano: ahí hay papel.
Valentín: oiga, pero este papel es para castas de amor, ¿Qué pensara la policía?
Mariano: ¡¡no importa lo que piense la policía!! Así se evidenciara que incluso
trato de robar (paseándose como jefe que dicta una carta) inicie; a la
policía, queridos amigos… (Alejandra esta parada asustada)
Valentín: discúlpame…yo no soy amigo de la policía…
Mariano: ¡queridos amigos!: harto de una vida sin ideales… (Valentín escribe)… he
decidido morir. Lamento molestarlos en el cumplimiento… de su deber.
Valentín: deber… (a mariano) ¿le parece que pongamos un párrafo hablando de lo
duro que es el cumplimiento del deber?
Mariano: no, y no me interrumpa, escriba: ofrezco a ustedes la más grande de las
disculpas y les pido me perdonen, de igual manera a mi querido amigo
Mariano de Miura…
Valentín: (Haciendo señas de cuernos) ¿de miura?
Mariano: ¡Sí!, de miura, ¿Por qué?
Valentín: no, por nada, permítame adornar su apellido con unos cuernillos… de
toro claro…
Mariano: (dictando) Mariano de Miura, en cuya casa me suicido.
Valentín: ¡Ay wey!
Mariano: Advierto, naturalmente, que nadie más que yo, es responsable de mi
muerte…
Valentín: los forenses, ahora, lo identificaran como, trance en lugar de muerte…
Mariano: ponga usted “muerte”, así no habrá dudas.
Valentín: pondré muerte. Y si alguien duda, bastara con que vean mi cadáver:
tirado, muerto, difunto… para darse cuenta que estoy sin vida, fallecido.
Mariano: ¡exacto! (dictando) quedo de ustedes… su afectísimo… firme con sus
dedos y apellidos.
Valentín: (Valentín tarda en adornar bastante su firma) firmo y plego…
(Recapacita hacia el publico) eso es de otra obra… ¡ya está!
Mariano: traiga (lo lee) está bien… guárdeselo en el bolsillo (se lo da) la policía lo
debe encontrar en su bolsillo.
Valentín: ¿en cuál lo guardo?
Mariano: ¡en cualquiera!
Valentín: lo guarde aquí, junto a las cosas que más quiero (lo guarda en el bolsillo
del pantalón, atrás).
Mariano: ¿tiene alguna última voluntad que pedir?
Valentín: por el momento no se me ocurre nada. Si me dejara unos días para ir a
mi casa y pensarlo (inicia mutis, pero Mariano lo detiene)
Mariano: lo siento, no es posible. Y ahora Alejandra supongo que habrás
cambiado de opinión respecto a mí. Me dijiste anoche que yo era un
hombre vulgar. Lo que estoy haciendo crees que es propio de un
hombre vulgar, de un hombre común y corriente?
Alejandra: (llorando) no, no lo es, pero óyeme Mariano, sufres un error. Yo quiero
explicarte…
Mariano: ¡¡ni un apalabra!! Está decidido. ¿Listo? (Valentín sonríe nervioso)
(Mariano cierra los ojos y apunta sin tino, Alejandra y Valentín se
cubren, Mariano jala el gatillo, pero el arma no funciona)
Valentín: ¿Qué pasa?
Mariano: no se… parece que se ha atascado…
Valentín: A lo mejor está puesto el seguro.
Mariano: no, no está puesto (Valentín observa)
Valentín: a ver, a ver… permítame (revisa el arma) no, parece que le hace falta
solo un poco de aceite, la tenia abandonada y arrinconada, como novia
de rancho; si quiere yo puedo traer un poquito de mi casa. (inicia el
mutis)
Mariano: no!... no hace falta. Seguramente este incidente ha sido providencial. Mi
destino no es el de un asesino. Si… seguramente es providencial, yo creo
en la providencia.
Valentín: mmm, pues empiezo a creer en esa señora yo también
Alejandra: (aparte) ¡gracias Dios mío!
Mariano: podre entonces no convertirme en un asesino, pero no dejare de
aborrecerte jamás… jamás Alejandra.
Alejandra: ¡Mariano!
Mariano: ¡¡jamás!! (Va hacia la puerta)
Alejandra: (lo detiene) no, eso no… tienes que oírme, tú no puedes creer lo que no
es y juzgarme como una mala mujer… escúchame por favor Mariano.
Mariano: bueno, habla, te oigo (se cruza de brazos)
Valentín: (aparte) ¡hermoso cuadro!... (Al publico) habrá algún fotógrafo por
aquí… (Alguien del público tomo una fotografía) hombre que detalle…
gracias… aparezco yo también? De cualquier modo gracias.
Alejandra: ¡escúchame! Yo no conozco a ese señor. Anoche, al rato de irte tu, entro
por el balcón de la recamara. Me dijo que era un ladrón; luego lo negó y
me hizo apagar la luz.
Mariano: ¡ah es el colmo! ¡Apagaron la luz!
Alejandra. Pero escúchame, escúchame por Dios.
Valentín: ¡escúchela caballero! Los ataques de nervios de las esposas son más
peligrosos que un arma y son mortíferos para la salud del marido.
Mariano: ni yo soy ya su marido, ni ella es ya mi mujer. En fin, habla a ver qué
mentiras se te ocurren.
Alejandra: (mira angustiada a Valentín como buscando ayuda). No miento. Digo la
verdad. Me hizo apagar la luz; dijo que era para salvarse de la policía,
pero luego resulto que lo que quería era ver que tal estaba la habitación
a la luz de la luna.
Mariano: ¿ah que cosa? ¿y dices que eso era verdad?, ¿me quieres hacer creer
que una cosa así sucede en la vida real? ¡Se necesita ser un idiota como
una mosca! (Valentín asienta)
Alejandra: ¡es cierto Mariano!
Mariano: ¿Qué soy idiota?
Alejandra: no Mariano, lo que te digo.
Valentín: si caballero, es cierto.
Mariano: bueno, sigue… a ver hasta dónde llega la imaginación de una infiel…
Alejandra: (arrodillándose) te pido de rodillas que me creas… (Valentín la imita) yo
le dije: “váyase usted…soy una mujer honrada” y él me contesto…
Valentín: por eso mismo, si me ven salir en este momento, pensaran mal de usted
y se manchara su reputación.
Alejandra: entonces decidió pasar la noche aquí.
Mariano: y eso, ¿no mancharía tu re putación?, ¡que idiotez! ¡Qué idiotez no
crees!
Alejandra: (desesperada) pero Mariano, si paso la noche en el sofá. Yo he dormido
en la recamara de huéspedes, puedes preguntarle a Bertha.
Valentín: de veras señor. Mire ni siquiera traigo pijama, pregúntele a Bertha
Mariano: yo no pregunto a la servidumbre.
Valentín: hace usted muy bien señor.
Mariano: ni pido su opinión
Valentín: hace muy mal señor.
Alejandra: esta mañana, cuando ya se iba, llegaron mama, Lisa y Gerardo y para
que no creyeran lo que no era, ese señor se vistió de plomero. Luego
llegaste tú y eso es todo. (Llorosa, desfalleciendo) ¡¡ y pensar que yo no
advertí las consecuencias…
Mariano: ¡¡mentira sobre mentira!!... una red de mentiras. Si al menos tu mentira
fuera convincente.
Valentín: ¿Qué Vicente?
Alejandra: dice que lo que le digo no es convincente!
Mariano: ¡adiós Alejandra! ¡lo mejor es el desprecio! Mi desprecio será el mayor
castigo para ti. Ahí te quedas con ese… plomero de mala muerte. Si aun
me quieres, también el resultara castigado, porque un día también, lo
engañaras y le mentiras también (Valentín se encoje) ¡adiós para
siempre! (hace un gesto digno, y sale. Alejandra se queda mirando
hacia afuera y regresa)
Alejandra: ¡¡se ha ido! ¡Se ha ido!
Valentín: (asomándose) si, verdaderamente se ha ido.
Alejandra: ¡y se ha ido por su culpa!
Valentín: la verdad señora, por mi o por cualquiera, el se habrá ido de todos
modos.
Alejandra: (furiosa) ¡de todos modos! ¿y usted no ha visto hasta donde llego su
estupidez? ¡Dios mío! ¡Un hombre como él! ¡un hombre que me llevaba
al teatro todos los domingos! ¡Un hombre que sabía lucir también el
smoking”! ¿Un hombre que sabía tratarme tan ben! ¡qué sabia tanto de
música, teatro, de cine y de ajedrez! ¡un hombre tan romántico!
Valentín: mmm…casi me enamoro de él.
Alejandra: ¡y delicadísimo! ¡y comprensivo! ¡Perder a ese hombre! (llorando)
¡perderlo solo por un…
Valentín: cuidado señora, no la suelte
Alejandra: …por un… plomero!
Valentín: señora, recuerde que no soy plomero
Alejandra: pues merecía usted serlo, y plomero es mucho, merecía usted ser…
político, diputado o funcionario del estado (se deja caer en un sillón)
Valentín: señora tenga cuidado recuerde que ayer vino a la función… la sobrina de
Emilio. Ahora bien, si mal no recuerdo, anoche cuando entré, usted ya
había decidido divorciarse.
Alejandra: ¡vaya cosa! Ya sé lo que había decidido y qué? Luego la llama a una el
juez y le hace varias reflexiones con voz dulce: (imitando al juez)
“señora: mire usted bien el paso que va a dar… señora, que su marido la
quiere mucho… y uno se emociona un poquito y deja que salga una
lagrima. Y entra el marido y dice: “tú has llorado, amor mío”… y una
niega. Y él insiste y habla el juez… y habla el marido y todos ruegan y
suplican. Y entonces una hace un gesto de sacrificio y dice: “en fin… lo
hago por los hijos…” (Recapacita) bueno en mi caso… “por los hijos que
vendrán”
Valentín: ¡hermosa escena!... “los hijos que vendrán”. (Entra Adelaida) parece
telenovela
Adelaida: pero, ¿Qué es esto? Mariano ha vuelto; se ha ido otra vez echando
chispas; se ha negado a explicarme detalles y dice que ahora más que
nunca es necesario el divorcio. Explícamelo tu Alejandra…
Alejandra: yo no explico nada; no tengo ganas de explicar nada. ¡Que te lo explique
el plomero! (sale)
Valentín: vaya, ahora no me quito el oficio de plomero para nada.
Adelaida: (moviendo la cabeza en señal de reproche) ¡pero Valentín! ¿Cómo se las
arregla usted, para estar siempre en un lio?
Valentín: no lo sé… la verdad es que no lo sé. ¿Usted cree señora que el destino
puede influir en la vida de un hombre?
Adelaida: ¿Qué clase de destino?
Valentín: no se. El destino en general; la suerte, lo que está escrito.
Adelaida: no tengo idea.
Valentín: pues si el destino influye en mi vida, mi destino es andar siempre
mezclado en un lio u otro. Entro en ellos sin saber cómo; salgo sin saber
por dónde. Pero me paso la vida entrando y saliendo en cien líos
diferentes: incendios, divorcios, secuestros; hundimientos,
descarrilamientos, herencias embrolladas, bodas y robos… en todas esas
cosas y muchas más, me he visto siempre metido sin saber cuándo ni
cómo. He estado mezclado hasta en un rapto. (sonriendo con intención)
hasta en un rapto.
Adelaida: (sonrojada) ay Valentín! ¿no lo ha olvidado usted?
Valentín: ¿Cómo voy a olvidarlo? Si fue una de las aventuras más encantadoras
que he vivido. Además, los dos éramos tan jóvenes.
Adelaida: ¿los dos? … ¡los tres!
Valentín: es verdad, los tres… pero que distraído soy ¿y él, y Fabián?
Adelaida: se quedo en casa, el si se ha convertido en un anciano prematuro; ya no
le gusta salir ni siquiera al cine.
Valentín: ¿recuerda usted? Fue hace mas de… veinte tantos años. Era el día 12 de
mayo.
Adelaida: era el día 11, lunes
Valentín: ¡es verdad! El día 11, lunes. Yo viajaba en el tren a Mexicali. Iba leyendo
un libro, pero acababa de dejarlo y recostaba mi cabeza en la
ventanilla…
Adelaida: prefería usted ver la luna que leer…
Valentín: no. Había dejado de leer porque la luz del vagón era infame.
Adelaida: hoy pasa lo mismo…
Valentín: si, pero ahora, cuando me sucede, en lugar de contemplar la luz de la
luna, hecho pestes en contra de los ferrocarriles.
Adelaida: la bola…
Valentín: (alarmado) ¿Cómo?
Adelaida: la bola de años que hace…
Valentín: ¡mmm! Llegaba la estación del fresno y de pronto ¡zaz! Dos novios en
fuga…que suben al tren a escondidas. El tenía más de veinte años, ella
como 17. Ella era usted…él era…Fabián, ahora su marido.
Adelaida: (suspirando) ¡ay!
Valentín: ustedes me explicaron la situación. Fabián la acababa de raptar. Y el
padre de usted venia siguiéndolos.
Adelaida: ¡pobre papá, las que vivió!
Valentín: ¿murió?
Adelaida: de los disgustos. Yo era la mayor de mis hermanas; a todas nos
raptaron. Cuando se llevaron a la más pequeña, mi pobre padre murió
agotado de tanto esfuerzo.
Valentín: era muy simpático. Recuerdo cuando entro al vagón hecho una furia,
tirando de puntapiés a las maletas y todo lo que encontraba a su paso.
Adelaida: y tuvo que salir pronto porque el tren caminaba.
Valentín: y usted estaba escondida por fuera, cogida como un chango de un
tubo… en el sentido estricto de la palabra.
Adelaida: y con miedo a que el tren entrara en un túnel.
Valentín: luego… llegamos a la estación de San José.
Adelaida: nos casamos en Sauzalito.
Valentín: cuando nos despedimos… nos prometimos amistad eterna.
Adelaida: y usted canto en aquel pequeño restaurante donde nos invito a cenar…
Valentín: besame…
Adelaida: besame mucho…
Valentín: Como si fuera esta noche…
Adelaida: mmm, y he aquí una nueva aventura en la que usted apareció metido y
volvemos a estar juntos… ya un poco viejos…
Valentín: ¿de qué habla usted?
Adelaida: bueno… hay hombres que como el vino, pasan los años y mejoran…
(Transición) Bertha me ha explicado… como se le ocurrió entrar anoche
por el balcón…
Bertha: (entrando) señora…. La señorita esta en el despacho llorando
inconsolable… ¿Qué será que donde éste entra… se acaba la paz?

Valentín: estas equivocada Bertha, donde entro yo, entra la paz, por lo visto te
has olvidado de que, cuando yo entré anoche, Alejandra y su marido se
habían separado ya. (Adelaida se sorprende que Valentín y Bertha se
tuteen).
Bertha: además, allá fuera esta rasguñando la puerta un perro desde muy
temprano.
Valentín: ¡Granuja!
Bertha: ¡insolente!
Valentín: no, digo que es granuja, mi perro
Bertha: pues le queda muy bien el nombrecito, a tu perro corriente cruzado con
de la calle…
Valentín: eso no lo digas delante de él, porque él cree y con mucho orgullo…que
es doberman; vive conmigo saben. Anoche al entrar lo deje afuera; se
quedo en la calle y como olía mi rastro, no ha querido separarse de la
puerta seguramente…es un perro extraordinario.
Bertha: pero su amo lo es más todavía. ¿Ve la señora el desorden que ha
organizado en la casa? Pues siempre ha hecho lo mismo. Por eso yo, aun
siendo su hermana no he querido vivir nunca con él y, a falta de medios
suficientes para ser independiente, prefiero la tranquilidad de servir, a la
zozobra de que me sirvan otros viviendo con Valentín.
Adelaida: ¿hermanos?... bueno, pero vamos de sorpresa en sorpresa.
Valentín: si hermanos pero en realidad yo no soy quien arma líos. Me encuentro
metido en ellos sin saber porque. (Se oyen voces discutiendo)
Adelaida: ¿Qué es eso?
Valentín: otro lio… seguramente
Adelaida: ¿Qué ocurre? (entra Gerardo y Lisa)
Gerardo: ¡pues no! ¿Sabes? ¡Pues no! Es demasiado, ¿eh? Realmente es
demasiado, demasiado, ¿lo entiendes?... realmente demasiado
Lisa: si, es demasiado, tu lo has dicho wey. Con que agarres la onda es más
que suficiente… y no manches hijo de tu pink Floyd.
Adelaida: ¿pero qué pasa?
Lisa: que éste está en un plan insoportable.
Gerardo: ¿yo? ¡Realmente es ella!... ella, que no hay quien la aguante. Realmente
es inaguantable, inaguantable realmente. Claro que a mi… ¡nones
morones camarones! En todo caso realmente aquí… realmente ya bailo
Bertha las calmadas…porque si ella cree que yo… ¡vaya! Realmente
desde que ha visto que su hermana se va a divorciar, ella en coge de
hombros a todo. Y yo… yo no quiero una mujer en…cogida.
Valentín. De por sí, ya esta chiquita…
Adelaida: me lo temía. Empieza a perder interés por casarse
Lisa: no, mama, no. Es que… (Habla aparte con Adelaida y con Bertha)
Gerardo: (en otra parte con Valentín) yo no sé quién es usted, realmente no lo
conozco. Pero realmente ¿usted qué opinión tiene de todo esto? ¿Usted
qué me aconseja? Realmente ¿eh? Realmente que me aconseja?...
Valentín: pero bueno es que… realmente, realmente…a usted que le ocurre.
Gerardo: pues eso…que… realmente, ya no me hace caso; que se ha enfriado
conmigo desde que su hermana se divorcia, realmente se ha enfriado.
Valentín: y ¿usted no quiere una novia paleta, verdad?
Gerardo: ¡pues claro, realmente no!
Valentín: pues no tiene más que un camino. Asustarla. Hacerle creer que usted se
va; que la deja o que va a tomar una decisión grave.
Gerardo: ¡eso es! ¡Si señor! Realmente es verdad, ¡asustarla! ¡Claro! Hay que
pensar en algo, realmente para asustarla… (entra Alejandra rabiosa y se
acerca a Valentín)
Alejandra: necesito hablar con usted muy seriamente de mi divorcio. ¿lo oye
usted? D e m i d i v o r c i o.
Valentín: muy bien. Un momento (a Gerardo dándole la pistola) mire piense,
realmente…que se puede hacer con este juguetito, puede hacerle creer
que se va a suicidar…realmente.
Gerardo: realmente, muy buena idea, muy buena idea…realmente.
Adelaida: Alejandra, creo que no es conveniente que Lisa y Gerardo oigan esta
conversación. No están preparados para enterarse de divorcios.
Gerardo, Lisa, esperen en la sala y mucho cuidadito (sale Gerardo y Lisa
enojados)
Alejandra: (a Valentín) he meditado mucho sobre lo ocurrido, usted tiene la culpa
de que mi marido se haya ido y exijo a usted que deshaga ese error, que
me va a costar la felicidad ¡se lo exijo!
Bertha: eso está muy bien. El que arma líos que los deshaga (lo acosan)
Adelaida: esta usted en la obligación de devolver la felicidad a Alejandra y a todos
amigo mío.
Alejandra: (acosándolo mas) pero inmediatamente…(llora)
Bertha: sin perder tiempo.
Adelaida: y así cumplirá usted con su deber.
Alejandra: ¿y…?
Valentín: ante tanto acoso…permítanme solamente llamar a mi abogado… con
permiso. (Coge el teléfono y marca un numero) holaaa ¿es
usted…Garavito? ¡Si soy yo, Valentín…quiero decirle que ya esta lista la
limousine para la boda…si, el casino está listo también…todo está bajo
control …claro que está de acuerdo, mucho muy de acuerdo… si… quiere
que todo esté preparado… gracias licenciado (cuelga) discúlpenme,
estoy organizando un evento social, algo sencillo. Alejandra… decía
usted querida amiga mía…
Alejandra: que por su culpa, estoy en grave riesgo de perder mi felicidad. Mariano
se ha ido creyendo que usted me había seducido, que era mi amante, y
no volverá.
Adelaida: ¿Qué se ha ido creyendo eso? Pero, ¿Cómo es posible?
Bertha: (a Adelaida) la señorita me lo ha contado entre lágrimas; este bruto se
las ha arreglado de manera para figurar como su amante
Valentín: Bertha, por favor prescinde por un momento de decir tonterías (se
sienta en un sillón y enciende un cigarro).
Bertha: …eres un intigoso Valentín.
Alejandra: ¡perder a Mariano por culpa de un plomero!...
Valentín: y dale con el plomero…
Adelaida: (a Valentín) sinceramente: es imperdonable indisponer a un
matrimonio.
Alejandra: ¿y hay derecho, después de haber cometido una monstruosidad
semejante, a sentarse tan tranquilo en el sofá y prender fuego a un
cigarro?
Valentín: crea usted Alejandra, que sería más monstruoso que me sentase en el
cigarro y le prendiera fuego al sofá.
Alejandra: (desesperada) ¡ay! Que hombre tan antipático.
Adelaida: pero, Valentín…
Bertha: ¿no te da pena ver la desesperación de esta mujer?
Valentín: me da pena, pero es que, francamente, no comprendo que es lo que
quiere de mí.
Alejandra: ¿y qué voy a querer? ¡que Mariano vuelva! (llora)…
Bertha: ¡pobrecita! Y pensar que cuando el señor Mariano se marcho iba
diciendo por el pasillo “yo, ya no piso esta casa ni descalzo!
Alejandra: ¡que vuelva Mariano, (llorando) eso es lo que quiero!
Bertha: y te lo dice a ti, porque tu obligación es hacerlo volver.
Valentín: ¿no eras tú la que opinaba que debían divorciarse?
Bertha: pero aquello era una nube de varano, y esto es una tormenta.
Valentín: en fin, si no se trata más de que… Mariano vuelva… (Mirando el reloj)
Solo faltan 2 minutos para que este aquí.
Alejandra: (asustada) ¿quée?
Valentín: eso. Que falta…ahora, menos de dos minutos (Adelaida y Bertha ven
curiosas a Valentín)
Alejandra: ¿habla usted en serio?
Valentín: tan en serio… como cuando una michelada en el bar
Alejandra: ¿es verdad que faltan 2 minutos para que vuelva Mariano?
(arreglándose y recuperándose del llanto)
Valentín: bueno, ya solo un minuto. (Viendo el reloj)
Alejandra: pero, ¿en que se funda para suponerlo?
Valentín: en que los hombres volvemos siempre. Ya ve usted, el caso de Cristóbal
Colon; se fue a España, pero volvió; después de algún tiempo, pero
volvió. Salinas también volvió; el que no volvió fue Castro, pero dígame…
quien vuelve si le dicen… comes y te vas… en fin… la excepción no hace
la regla;… Mariano vuelve, se lo aseguro
Alejandra: pero, Mariano se ha ido furioso…desesperado…
Valentín: no importa. En 30 segundos estará aquí
Alejandra: ¿30 segundo?
Valentín: 15.
Alejandra: 15?
Valentín: 7
Alejandra: 7?
Valentín: 4
Adelaida: lo compro… ¿Qué? Es que parece subasta
Bertha: (viendo por la ventana, exaltada) acaba de llegar un taxi.
Alejandra: ¿Qué?
Bertha: el señor. Ha bajado y corre para acá.
Alejandra: ¡dios mío!... regreso en taxi.
Valentín: eso no lo hizo Cristóbal Colon.
Adelaida: (a Valentín) ¿sabía usted que volvía…
Val3entin: la limousine esta lista para la boda.
Adelaida: ¿Qué?
Valentín: el casino también está listo y los invitados bajo control…era la clave para
que Mariano volviera. Yo debía decirla solo cuando estuviera
convencido de que Alejandra deseara con todo su corazón…que
Mariano Volviera.
Adelaida: entonces, ¿todo había sido arreglado entre ustedes?...
Valentín: mmm…anoche me encontré a Mariano cuando salía de aquí hecho una
furia. Me conto lo que pasaba y decidí ayudarlo; por eso entre por el
balcón, para tratar el hacer cambiar de opinión a Alejandra.
Alejandra: ¿y el abogado?
Valentín: amigo nuestro, también.
Adelaida: entonces… ¿no batea con la izquierda, no se le hace agua a la canoa?
Valentín: a decir verdad… realmente, realmente… no lo sé (sonríe)
Mariano: (entrando lento)… Alessandra, bellísima
Alejandra: amore…mi amor… (Se abrazan, lloran y se besan, se escucha no se
murió el amor…)
Todos: mhh… mhh… (Por lo prolongado de la escena)
Adelaida: Valentín… ¡es usted un ángel!
Bertha: ¡líos! ¡Líos!... siempre líos por todas partes, pero bueno…señora…sirvo el
desayuno… o mejor dicho la comida
Mariano: ¡Valentín! Te quedas a comer con nosotros…
Valentín: ya que se empeñan… pero hombre por favor que Bertha no insista
tanto… (Suena el teléfono y Valentín contesta) holaaa…si, si…soy yo
Valentín… ¡qué? …, voy para allá en seguida (cuelga) ¡vaya!
Adelaida: ¿Qué pasa?
Valentín: no puedo comer con ustedes
Alejandra: porque… ¿Qué ocurre?
Valentín: a teléfono Raúl, el abogado… me necesita.
Bertha: pues… comes y te vas.
Valentín: es una invitación para no volver…?mmm Se los agradezco pero no…
parece que su novia pretende suicidarse, arrojándose desde el decimo
piso… (Se oye un disparo y entra Lisa corriendo y gritando)
Lida: ¡lo ha hecho! ¡Lo ha hecho! Se ha dado un tiro.
Adelaida: pero ¿Quién?
Lisa: ¡este wey!... ¡se ha matado!
Alejandra: ¡Dios mío! (Mariano y Valentín trata de salir, pero entra Gerardo pálido
y con la pistola cogida por la punta de los dedos)
Gerardo: realmente… tenía balas, si…realmente tenía balas… realmente… (Trae
un balazo en el brazo; en el ante brazo o en la mano, cae desmallado)
Valentín: …ta madre… (Al publico)…solo esta desmallado… (Llama por
teléfono)holaaaa, protección de animales?...esta voz yo la conozco…
¿Lupita?... ¿como estas Lupita?...tu marido…se fue… ¿el fin de
semana?...¿Cancún?

TELON FINAL

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