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Si esto ya era cierto en la época en que Marx escribió estas líneas, cuando
sólo se podía hablar del comunismo en tiempo futuro, hoy, cuando
anarquistas y comunistas pueden hablar de sus propias «historias» y a decir
verdad no parecen hablar de otra cosa, es más cierto todavía. En la
actualidad el propio marxismo es una tradición de las generaciones muertas,
y hasta los situacionistas contemporáneos parecen tener dificultades para
«salir del siglo XX 2 ».
EL CONCEPTO DE COMUNIZACIÓN
Así pues, lo que para Bordiga había sido una cuestión de errores teóricos y
organizativos, para Camatte había llegado a definir la función histórica del
movimiento obrero en el seno del capitalismo. La autoemancipación de la
clase obrera significaba sólo el desarrollo de las fuerzas productivas, ya que
la propia clase obrera era la principal fuerza productiva. No hacía falta
sumarse al abandono de la civilización preconizado por Camatte 12 para
estar de acuerdo con este dictamen. Al fin y al cabo, hacia la década de
1970 estaba claro que en el Este el movimiento obrero había formado parte
integral, al menos al principio, de un aumento sin precedentes de la
capacidad productiva de los países socialistas, mientras que en Occidente
las luchas de los trabajadores por obtener condiciones había desempeñado
un papel clave en el boom de la posguerra y la consiguiente expansión
global del modo de producción capitalista. Sin embargo, para mucha gente,
la crisis de las instituciones del movimiento obrero durante la década de
1970 demostró que esta función puramente capitalista estaba entrando en
crisis a su vez, y que los trabajadores podían desprenderse del peso muerto
de esta historia. Para Mouvement Communiste, Négation, Intervention
Communiste y otros, la quiebra del viejo movimiento obrero era algo a
celebrar, no porque la dirección corrupta de las organizaciones obreras ya
no iba a ser capaz de restringir la autonomía de las masas, sino porque este
cambio suponía la trascendencia de la función histórica del movimiento
obrero, una trascendencia que estaría acompañada por el resurgir del
movimiento comunista, el «movimiento real que anula y supera al estado de
cosas actual 13 ». Y en un sentido inmediato así fue, pues esos autores
interpretaron los disturbios y las huelgas salvajes de esa década como un
rechazo total de todas las mediaciones del movimiento obrero, no en
beneficio de alguna forma de mediación más «democrática» (como la de los
consejos obreros), sino de un modo que planteaba la producción inmediata
de relaciones comunistas como único horizonte revolucionario posible. Así,
mientras que hasta entonces el comunismo se había considerado como algo
a establecer después de la revolución, ahora la revolución se concebía ni
más ni menos que como la producción del comunismo (a través de la
abolición del trabajo asalariado y del Estado). La noción de un período de
transición fue arrojada por la borda 14 .
En los tres textos siguientes del debate (dos de Troploin y uno de TC) se
analizan una serie de controversias, entre ellas el papel del «humanismo» en
la concepción de la comunización que tiene Troploin, y el papel del
«determinismo» en la de TC. No obstante, para nosotros el aspecto más
interesante de este debate y el motivo por el que lo publicamos aquí, es que
constituye el intento más sincero con el que nos hayamos topado de evaluar
el legado de los movimientos revolucionarios del siglo XX desde la
perspectiva de una concepción del comunismo que no remite a un ideal ni a
un programa, sino al movimiento inmanente al mundo del capital, que
suprime las relaciones sociales capitalistas sobre la base de premisas
actualmente existentes. Si tratamos de analizar las condiciones de su
aparición en los ciclos de lucha y de revolución anteriores es para interrogar
a esas premisas y regresar así a nuestro punto de partida: el presente.
1 Karl Marx,The 18th Brumaire of Louis Bonaparte, 1852 (MECW 11), pp. 103-106.
Todas las referencias a las obras de Marx y Engels corresponden a la edición de
Lawrence & Wishhart de Marx-Engels Collected Works (MECW). [ed. cast: El 18
Brumario de Luis Bonaparte, Fundación Federico Engels, Madrid 2003, pp. 10 y 13]
2 «Ahora, la IS» (IS nº 9, 1964). Christopher Gray, Leaving the Twentieth Century: the
Incomplete Works of the Situationist International (Rebel Press 1998) [versión
castellana de este artículo del Archivo Situacionista Hispano:
www.sindominio.net/ash].
8 Por ejemplo: « […] las fórmulas de control obrero y gestión obrera pierden todo
sentido. […] El contenido del socialismo (si se quiere emplear esta pobre expresión)
no será la autonomía, el control y la gestión del proletariado, sino la desaparición
del proletariado, del asalariado, del intercambio (aun del último, que se efectúa
entre moneda y fuerza de trabajo), y, en fin, de la empresa. Allí no habrá nada que
controlar y administrar, nadie respecto a quien pedir autonomía.» Amadeo Bordiga,
Los fundamentos del comunismo revolucionario (1957) (PCI, 1971). [versión
castellana en http://www.sinistra.net/lib/bas/progra/vali/valiidodis.html].
9 Publicado por primera vez en castellano por Ediciones Zerozyx (Madrid 1976) e
incluido en Declive y resurgimiento del movimiento comunista (Ediciones Espartaco
Internacional 2003).
13 Marx & Engels, The German Ideology (MECW 5), p. 49 [ed. cast.: La ideología
alemana Grijalbo Barcelona 1974, p. 37]
20 Para una discusión más detallada sobre las hipótesis divergentes esgrimidas en
este intercambio, véase el «Epílogo» al final de este número.