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-El rol dinamizador que ha jugado y juega el proletariado juvenil, con su intransigencia
programática y combatividad subversiva a toda prueba.
-La fractura del aislamiento y la incomunicación a que somos sometidos a diario en este
sistema que se manifiesta en: solidaridad espontánea de clase y comunicación social por
fuera de los roles previamente prefabricados.
-A pesar del “Estado de emergencia”, del toque de queda, y de los milicos en las calles,
el proletariado no ha tenido miedo y no ha abandonado la lucha pese a la brutal
represión que ha cobrado un número aún desconocido de asesinados/as, torturados/as,
desaparecidos/as y encarcelados/as. Al momento de escribir estas líneas se ha anunciado
en muchas regiones, incluyendo la Región Metropolitana, el cese del toque de queda,
por la presión social del proletariado que no lo ha respetado en absoluto y que
manifiesta un odio visceral a los milicos.
-Pese a todos los esfuerzos del Estado por volver a “cierta normalidad” y de la
difamación de los medios masivos de comunicación, ésta ha sido imposible de restaurar,
ya que nuestra clase a continuado protestando a diario sin necesidad siquiera de “pedir
permiso” para hacerlo –todas las manifestaciones han sido “ilegales”-.
Las contradicciones y los límites que las minorías revolucionarias deben combatir en el
seno del movimiento
-Durante las megamarchas efectuadas el día viernes 25 de octubre, que solo en la ciudad
de Santiago convocaron según cifras oficiales a más de 1.500.000 manifestantes, se
expresó masivamente un sentimiento de identificación patriótica y de unidad nacional,
en detrimento de una perspectiva de clase del conflicto social. Ejemplo de esto fue la
proliferación de banderas chilenas –que habían estado ausentes- y un ambiente festivo y
pacifista que prevaleció durante toda la jornada, siendo esto valorado por el mismo
gobierno como una oportunidad que “abre caminos de futuro y esperanza”.
-El titubeo que han demostrado ciertos sectores organizados del movimiento obrero de
participar de la revuelta –por ejemplo, los mineros de la empresa estatal CODELCO y
los sindicatos pertenecientes a la Coordinadora Nacional de Trabajadoras y
Trabajadores NO+AFP-, con la digna excepción de la Unión Portuaria de Chile (UPCH)
y el gremio de la construcción agrupado en el combativo sindicato SINTEC: lo que no
ha estado exento de contradicciones, límites y un desarrollo desigual dependiendo de la
ubicación geográfica.
-El eco que en ciertos sectores sociales ha hecho el rumor esparcido por la prensa y el
gobierno de que existe una oleada de saqueos que tiene como objetivos casas de
particulares y pequeños negocios –los que han sido casos muy particulares y poco
numerosos-. Esto se ha expresado en el fenómeno de los “chalecos amarillos”,
vecinos/as organizados/as en cuadrillas que defienden sus barrios de inexistentes
saqueadores. Esto es peligroso porque es caldo de cultivo para corrientes
ultraderechistas-neofascistas y porque enfrenta a proletarios/as contra proletarios/as.
Perspectivas provisionales