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Thomas Piketty
Resumen
Curso: Desarrollo Económico y Social
Escrito por: Parillo Condori Lisset Naldi
La repartición de riquezas, comienza en su introducción, “es una de las cuestiones
más vivas y debatidas de la actualidad. Esta discusión es y ha sido un debate sin fuentes. Esta
investigación busca llenar ese vacío”
Primera parte
Ingreso y capital
I. Ingreso y producción
El primer capítulo describe el concepto del ingreso nacional, del capital y de la
relación capital/ingreso, las grandes líneas de evolución de la repartición mundial del ingreso
y de la producción. El segundo analiza más precisamente la evolución de las tasas de
crecimiento de la población y de la producción desde la revolución industrial.
Desde la década de los años setenta del siglo pasado se está dando una caída paulatina
del peso de los salarios en la renta nacional, inclinándose la balanza cada vez más a favor de
las rentas empresariales. Este periodo coincide con el afianzamiento de la ideología
neoliberal, tanto en la economía como en la política, invirtiéndose la tendencia del periodo
anterior (desde la Segunda Guerra Mundial hasta finales de los años setenta), en el que se
daba un reparto más equilibrado de las rentas en las economías desarrolladas. En España la
población asalariada ha crecido de forma continuada, pero la proporción de la renta que
recibe no ha dejado de disminuir.
Piketty comienza su libro “El Capital en el siglo XXI” exponiendo la idea principal
que se propone desarrollar hasta el final: la de la evolución de la distribución de la riqueza
desde el siglo XVIII hasta nuestros días. En sus primeras líneas Piketty se pregunta si los
procesos de acumulación de capital privado nos llevan inevitablemente a una gran
concentración de riqueza en unos pocos afortunados, o si por el contrario las fuerzas
“invisibles” que acompañan al equilibrio entre crecimiento, competitividad y progreso
tecnológico contribuyen tarde o temprano a la reducción de la desigualdad y a una mayor
armonía entre las distintas clases sociales. Su proposición recuerda a los grandes debates
clásicos a los que Marx, Smith, Keynes y muchos otros dedicaron buena parte de sus escritos,
y no por ello deja de ser un proyecto ambicioso.
Para comprender bien estas transformaciones, veremos que el enfoque más fecundo
consiste en analizar la evolución de la relación capital/ingreso (es decir, la relación entre el
stock o acervo total de capital y el flujo anual de ingreso o producto), y no sólo la distribución
capital-trabajo (es decir, el reparto del flujo del ingreso y de la producción entre los ingresos
del capital y por trabajo). Esta última ha sido más clásicamente estudiada en el pasado, en
gran parte debido a la falta de datos adecuados.
Esta igualdad entre los flujos anuales de ingreso y de producción es una evidencia
conceptual y contable, pero refleja una importante realidad. A lo largo de un año específico,
es imposible distribuir ingresos por encima de la nueva riqueza que ha sido producida (salvo
si hay un endeudamiento con otro país, lo que no es posible en el nivel mundial). Por el
contrario, toda la producción debe ser distribuida en forma de ingresos, de una u otra manera:
es decir, en forma de sueldos, remuneraciones, honorarios, primas, etc., pagados a los
asalariados y a las personas que aportaron el trabajo utilizado en la producción (ingresos por
trabajo); o en forma de beneficios, dividendos, intereses, rentas, regalías, etc.,
correspondientes a los dueños del capital empleado en la producción (ingresos del capital).
La manera más natural y útil de medir la importancia del capital en una sociedad dada
consiste en dividir el acervo de capital entre el flujo anual del ingreso. Esta razón o relación
capital/ingreso será denotada por β.
Hoy en día, en los países desarrollados la relación capital/ingreso suele situarse entre
cinco y seis, y el acervo de capital consiste casi exclusivamente en el capital privado. Existen
interesantes variaciones entre los países, dentro y fuera de Europa: la relación β es superior
a seis en Japón y en Italia, e inferior a cinco en los Estados Unidos y en Alemania. La riqueza
pública es apenas positiva en algunos países y ligeramente negativa en otros, y así
sucesivamente. Las cuentas nacionales son una construcción social, en perpetua evolución,
y reflejan siempre las preocupaciones de una época. 19 Los números que arrojan no deben
ser manejados como fetiches.
A lo largo de los últimos tres siglos, el crecimiento mundial habrá trazado una curva
en forma de campana de gran amplitud. Sin importar si se trata del incremento de la población
o del de la producción por habitante, el ritmo de crecimiento se aceleró progresivamente a lo
largo de los siglos XVIII, XIX y sobre todo del XX, y es muy probable que se prepare a
volver a niveles mucho más bajos durante el siglo XXI.
Sin embargo, las dos curvas en forma de campana presentan diferencias bastante
claras. En lo que se refiere al incremento de la población, el alza se inició mucho antes, a
partir del siglo XVIII, y la disminución también empezó claramente antes. Es el fenómeno
de la transición demográfica, que en gran medida ya ha ocurrido. El ritmo de crecimiento de
la población mundial alcanzó su cenit en 1950-1970, con casi 2% anual, y desde entonces no
ha dejado de disminuir. Incluso si no se puede estar seguro de nada en ese ámbito, es probable
que este proceso continúe, y que la tasa de crecimiento demográfico a nivel mundial vuelva
a niveles casi nulos en la segunda mitad del siglo XXI. La curva en forma de campana es
clara y nítida