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TEMA 2
Unidad didáctica.
INDICE
I. PRESENTACION ..................................................................................................... 3
II. OBJETIVOS. ........................................................................................................ 4
III. ESQUEMA .......................................................................................................... 5
IV. CONTENIDO ....................................................................................................... 6
1. Las emociones ............................................................................................ 6
1.1. Estados de ánimo. ................................................................................. 6
2. Las emociones en la selección de alimentos ...................................................... 7
2.1. Las emociones y el consumo .................................................................... 8
2.2. Emociones y alimentos concretos. ........................................................... 12
2.3. Los llamados “antojos”. ........................................................................ 13
3. Las emociones en el control de peso y la obesidad ............................................. 15
4. Aspectos biológicos y no emocionales ............................................................. 17
4.1. Leptina y grelina .................................................................................. 18
4.2. Genética ............................................................................................ 19
4.3. El estrés crónico .................................................................................. 19
5. La influencia del producto ........................................................................... 20
V. RESUMEN .......................................................................................................... 21
VI. GLOSARIO......................................................................................................... 22
VII. BIBLIOGRAFIA ................................................................................................... 23
VIII. ACTIVIDADES ................................................................................................... 27
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I. PRESENTACION
Reconocer nuestras emociones y estados de ánimo, así como las emociones y estados de ánimo de
las personas con las que interactuamos, es fundamental para comprender algunas de las acciones
que realizamos o realizan los individuos. Algunas de estas acciones pueden vincularse a la
alimentación.
El presente tema acerca al alumno a la importancia de las emociones y los estados emocionales en
el desarrollo de los gustos y las preferencias alimentarias. Además también se indican los
procesos, no emocionales, vinculados al hambre y la saciedad. El conjunto de todos ellos se
vincula también con la conducta alimentaria (aspecto que se trabajará en temas posteriores de
esta misma asignatura).
La unidad consta de una primera parte teórica, en la que además de indicarse la diferencia entre
emoción y los distintos estados de ánimo, se relacionan las preferencias con el aspecto emocional
y con las experiencias individuales. También se trata el concepto del “antojo” así como el vínculo
entre las emociones y la obesidad. En la última parte teórica de la unidad se presentan los
factores no psicológicos vinculados al ciclo hambre-saciedad.
Al finalizar la teoría el alumno dispone de una segunda parte compuesta por ejercicios que
permitan la interiorización del contenido trabajado.
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II. OBJETIVOS.
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III. ESQUEMA
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IV. CONTENIDO
1. Las emociones.
Entendemos por emoción a una reacción subjetiva (derivada de un estímulo del ambiente)
asociada respuestas neuronales y hormonales. Dicha emoción se acompaña de una respuesta
orgánica vinculada a excitación fisiológica, conductas expresivas o experiencias conscientes.
Destacar que nuestras emociones se ven claramente influenciadas por nuestra experiencia,
nuestros conocimientos, nuestras actitudes y nuestras creencias. A su vez, permiten valorar
situaciones concretas e influyen la percepción de las situaciones vividas.
Los estados de ánimo son experiencias fenomenológicas más débiles que pueden no tener efectos
conductuales, es importante distinguir un estado de ánimo prolongado de un estado de ánimo
transitorio puesto que se traducirán en acciones distintas (Ekkekakis P, 2013). Entendemos por
estado de ánimo prologando a aquel que es mantenido, generalmente consciente, y tiene una
larga duración, pudiendo traducirse en semanas, meses o años. Se vincula a la cronificación y a
patologías como la depresión. El estado de ánimo transitorio, siendo mucho más corto, es
variable. Además, los determinantes del estado de ánimo transitorio pueden ser inconscientes, o
solo brevemente accesibles a la conciencia y rápidamente olvidados.
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Recuerda que:
El razonamiento, por otro lado, implica un proceso más lento, seriado, esforzado,
flexible y, con mayor probabilidad, controlado y supervisado conscientemente.
La intuición, por su fuerte base emocional rápida, es más eficiente para la supervivencia que el
razonamiento. Dada la fuerte relación entre la nutrición y la supervivencia, no sorprende que el
peso emocional rápido, medido por el gusto, se relacione estrechamente con la conducta de
elección de alimentos.
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Relacionando lo mencionado con los estados de ánimo transitorios y los estados de ánimo
prolongados destacar que los efectos de los actos únicos de ingestión (la acción de comer en sí)
suelen jugar su papel únicamente en la esfera transitoria.
Por ejemplo:
Si ingerimos un producto que nos gusta muchísimo pero que “restringimos” podemos
experimentar felicidad transitoria (sin expresión en el comportamiento) pero esa acción
no nos convertirá en individuos permanentemente felices. No resolvemos una infelicidad
prolongada sino que estaremos utilizando la alimentacion como una “tirita o parche”
provisional. Además, posteriormente podemos experimentar una sensación, también
transitoria, de culpa por haber consumido dicho alimento restringido.
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Así, es vital distinguir ambos estados de ánimo puesto que las consecuencias de los mismos son
claramente distintas. Como se ha indicado, comer y beber son acciones más propensas a afectar al
estado de ánimo transitorio. En consecuencia, los cambios de humor (estados de ánimo
transitorios) pueden ser más importantes en la elección de alimentos que como reforzadores
de los hábitos, gustos o conductas (Hammersley R, 2014).
Del mismo modo, las comidas o bebidas (con asociaciones aprendidas y relacionadas con estados
de ánimo específicos) pueden desencadenar también un estado de ánimo. El sabor dulce
constantemente causa una expresión facial transitoria de felicidad, mientras que los sabores
amargos o amargo-dulces tienen efectos menos consistentes. Pero hay que destacar que incluso las
experiencias de afecto fuerte e inmediato están mediadas cognitivamente, por lo que no es seguro
suponer que el estado de ánimo que presenta el individuo en ese momento se relacione con
efectos fisiológicos inmediatos. Esa manifestación “emocional” puede verse influida por las
expectativas previas (Levitan CA, 2008).
La idea de que algunas personas eligen y comen alimentos para regular intencionalmente el estado
de ánimo tiene una larga historia. Se han propuesto varias explicaciones biológicas, siendo las más
destacadas:
• La serotonina cerebral: Neurotransmisor conocido comúnmente como la sustancia
química responsable de mantener en equilibrio nuestro estado de ánimo. Su carencia se
relaciona con enfermedades como la depresión. Además de otras funciones interviene en
la ingesta del siguiente modo:
• los opiáceos endógenos: Los opiáceos endógenos, en concreto las endorfinas, son
Péptidos opioides endógenos producidos en nuestro cuerpo con el fin de atenuar el dolor y
producir una sensación de bienestar.
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Recuerda que:
Por otro lado, debido a que el comportamiento alimentario depende, también, de la preferencia
alimentaria y de los hábitos y creencias, la ingesta de ciertos alimentos también puede producir
emociones negativas en individuos con un estado emocional positivo. En este caso nos
referimos a la ingesta de aquellos alimentos que rechazamos por su sabor o color, entre otros, o a
aquellos alimentos que, después de consumirlos, pueden despertar sensaciones vinculadas a la
"decepción", "culpa", "duda" o "indiferencia".
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Las actitudes negativas generales hacia los alimentos pueden ser también causadas por la multitud
de programas de promoción de la salud que destacan la delgadez. Las consecuencias de estos
programas son que la alimentación se ha convertido en una fuente de estrés y una preocupación
sustancial entre las mujeres. El placer de comer puede verse como un "vicio" en lugar de ser visto
como uno de los placeres inofensivos de la vida. En el siguiente tema comprobaremos su relación
con los Trastornos de la Conducta Alimentaria (Rousset S et al, 2005).
Por lo tanto:
Recuerda que:
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Sabías que…
Por otro lado, revisando la evidencia científica sobre algunos alimentos, como los hidratos de
carbono (HC), los efectos sobre el estado de ánimo se han encontrado de forma inconsistente
(Lemmens SG et al, 2011; Probst A et al, 2012). Además de las limitaciones metodológicas de los
estudios las diferencias o resultados no concluyentes pueden vincularse al hecho de que comer,
por sí mismo, tiene efectos genéricos en el estado de ánimo: libera endorfinas, alivia el hambre y
los efectos cognitivos del ayuno y reduce la deshidratación (Benton D et al, 2010; Ganio MS et al,
2011). En consecuencia, demostrar que una comida de composición específica cambia el estado de
ánimo en comparación con el ayuno no puede atribuirse al contenido de nutrientes de la comida.
Lo que sí cabe destacar que es que, pese a que quizá los HC, en general, no influyan directamente
en el estado de ánimo, presentan efectos en el rendimiento, la activación y del esfuerzo
pudiendo traducirse en sensación de bienestar.
El chocolate es un alimento popularmente asociado al disfrute y el placer. El efecto del chocolate
en el estado de ánimo también ha sido reconocido durante mucho tiempo. Se cree que el
chocolate tiene interacciones con los neurotransmisores que contribuyen a la modulación del
estado de ánimo y la regulación del apetito (nombrados anteriomente). Sin embargo, la evidencia
en los estudios sobre el chocolate y el estado de ánimo sigue siendo muy controvertida (Wong SY
et al, 2011).
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Cuidado:
Se considera que los antojos guardan similitud con el miedo. Por ejemplo, gran parte de la
población tiene temores leves a arañas, perros, truenos o sangre. La experiencia de miedo leve, a
veces, se ve en el comportamiento alterado hacia estos objetos o eventos. Sin embargo, solo el 1%
tiene una fobia severa, un estado de miedo extremo tipificado por la evitación absoluta del objeto
o evento temido.
De manera similar, la mayoría de la población describe momentos en los que
experimentaron una necesidad clara de comer un alimento en particular. Sin
embargo, en una proporción mucho menor, estos impulsos son irresistibles y sus
consecuencias conductuales o emocionales son graves. Por lo tanto, el antojo de
alimentos debe verse en un continuo de experiencia que va de leve a extremo.
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Si realmente los antojos de alimentos fueran registros psicológicos del agotamiento de la energía
del cuerpo, entonces debería haber una asociación directa entre la dieta y la frecuencia o fuerza
del ansia de comer. Sin embargo, tanto la fuerza de antojo como la frecuencia se muestran
mucho más relacionadas con la emoción. Lo que sí es importante destacar es que en reducciones
dietéticas extremas (ayuno) los antojos parecen disminuir. Existe evidencia de que el ayuno, tanto
a corto plazo como a largo plazo, se asocia con menos experiencias de antojo de alimentos.
Por otro lado, pese a que se ha evidenciado mucho menos y todavía presenta discrepancias, se ha
sugerido que la cetosis es un mecanismo para reducir el hambre y la ansiedad por los alimentos,
aunque hay muy pocas pruebas de una asociación. También las manipulaciones a corto plazo de los
niveles de glucosa en sangre muestran relación con las experiencias de deseo. Por ejemplo
Strachan y cols. (2004) revelan que los sujetos con diabetes tipo 1 reportan antojos de alimentos
durante la hipoglucemia aguda inducida por insulina.
Los individuos que llevan a cabo una dieta no solo se privan potencialmente de la energía de los
alimentos, sino que también se privan de los alimentos que les gusta comer. También pueden
perder variedad en su menú diario. Tanto la monotonía como la auto restricción se asocian con
mayores experiencias de antojo de alimentos (Hartwell HJ, 2013).
También se ha descrito que, bajo ciertas condiciones, la negación, o los esfuerzos por evitar
pensar en una situación o estímulo, realmente conducen a un aumento en su prominencia (Ferrer
RA, 2017). Entonces, la supuesta supresión del pensamiento hace que el pensamiento suprimido
sea más accesible. En el contexto de la comida, hay circunstancias en las que tratar de distraerse
a uno mismo aumenta el atractivo de ese alimento.
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El alimento es una parte clave de la teoría del deseo cognitivo-emocional de Kavanagh (Kavanagh
et al., 2005). Se considera central para la experiencia de casi todos los episodios intensos de
anhelo y, aunque el contenido visual es primordial, puede haber experiencias sensoriales
concomitantes como el olfato, el gusto, la textura, la sensación o el sonido.
La regulación de las emociones frente a la ingesta, no solo está relacionada con la obesidad,
también está relacionada con una variedad de enfermedades psiquiátricas que veremos en temas
posteriores (tema 3), como la Anorexia Nerviosa (AN), la Bulimia Nerviosa (BN) y el trastorno por
atracón (Harrison A et al, 2010; Gianni LM, 2013). Este aspecto sugiere que muchas conductas
alimentarias desordenadas pueden representar intentos (aunque disfuncionales) de regular las
emociones.
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En el extremo no clínico del espectro, estudios como el llevado a cabo por Whiteside y cols, (2007)
revela que la regulación de las emociones predice conductas de atracones en individuos sin
patología lo que sugiere que esta asociación no se limita solo a los trastornos alimentarios
diagnosticables (Whiteside U et al, 2007).
A pesar de esto, gran parte de la investigación sobre el papel de la regulación de las emociones en
la obesidad se ha limitado a muestras de individuos obesos que buscan tratamiento. En este
contexto, las dificultades en la regulación generalizada de las emociones (es decir, no específicas
para la alimentación o el peso) estaban relacionadas tanto con el comer en “exceso emocional”
(es decir, una manifestación de las dificultades de regulación de las emociones relacionadas con la
alimentación) como con la psicopatología generalizada del trastorno de obesidad (Sainsbury K,
2017; Evans EH, 2018).
Por lo tanto:
La teoría psicosomática de la obesidad propone que comer puede reducir la ansiedad y que los
obesos comen en exceso para reducir la incomodidad. La teoría interna/externa de la obesidad
plantea la hipótesis de que las personas con sobrepeso no reconocen las señales fisiológicas de
hambre o saciedad debido a un aprendizaje defectuoso. Por lo tanto, predice que las personas con
peso normal alterarán (ya sea aumentar o disminuir) su alimentación cuando están estresadas,
mientras que las personas obesas comerán independientemente de su estado fisiológico, aun así
este tema sigue presentando varias controversias entre autores. Por último la hipótesis de
restricción postula que las personas que restringen crónicamente su ingesta de alimentos con
fines estéticos (sin llegar a ayunar) comen en exceso en presencia de desinhibidores, como el
alcohol o el estrés (Sainsbury K, 2017; Evans EH, 2018).
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Importante:
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Aunque, por lo descrito anteriormente, parece evidente que los cambios en el peso corporal
reflejan las elecciones que hace un individuo acerca de qué alimentos comer y en qué cantidad, el
equilibrio a largo plazo entre la ingesta de energía y la producción de energía está determinado
principalmente por interacciones fisiológicas. Desde el descubrimiento de la leptina en 1994 y la
grelina en 1999, hemos obtenido una comprensión mecanicista parcial de cómo se codifican las
influencias homeostáticas y hedónicas y cómo afectan en el comportamiento alimentario, en el
hambre y en la saciedad.
La grelina, secretada por el estómago vacío, alcanza altos niveles después del ayuno y activa las
neuronas en el hipotálamo que forman un potente orexígeno, el Neuropéptido Y. La leptina,
secretada por los adipocitos, informa sobre las reservas de grasa del cuerpo; inhibe neuronas
neuropéptidas Y, mientras que activa otras que expresan factores anorexigénicos, especialmente
neuronas que expresan pro-opiomelanocortina. Las pro-opiomelanocortinas y los neuropéptidos Y
están ligados recíprocamente formando un equilibrio y determinando la ingesta. Cuando se
produce la ingesta las señales neuronales y endocrinas del intestino informan sobre el volumen
ingerido y sobre su composición, incluido su complemento de grasas, carbohidratos y proteínas.
Estas señales, transmitidas por los centros de saciedad del tronco cerebral caudal, convergen en
los circuitos de detección de grelina y leptina del hipotálamo (Murphy KG et al, 2006).
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HIPOTÁLAMO
4.2 Genética
Los estudios de genética humana relacionan la genética y epigenética sobre el peso corporal. Se
estima que el peso corporal en las personas (de los estudios de gemelos) es hereditario pero no en
el 100%. Esto ha centrado la atención en otros mecanismos hereditarios y particularmente en las
consecuencias de los eventos en la vida uterina y postnatal temprana. En particular se revela
que el estrés y una mala nutricion en la madre durante la gestación produce efectos de
programación de por vida afectando en la fisiología y el metabolismo (Locke AE et al, 2015; Linder
K, 2015).
El estrés crónico está relacionado con la estimulación crónica del eje hipotalámico-hipofisario
suprarrenal, que regula la secreción de glucocorticoides de la glándula suprarrenal. La
hipersecreción de glucocorticoides (cortisol) por el estrés está implicado en la obesidad en varios
niveles (Maier SU, 2015).
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V. RESUMEN
Pese a que suelen confundirse no supone lo mismo una emoción que un estado de ánimo. Además
también es importante diferenciar entre estado de ánimo transitorio (o agudo) y estado de ánimo
prolongado. Las conductas vinculadas a la alimentación están claramente relacionadas con los
estados de ánimo transitorios.
Las características sensoriales de los alimentos son importantes en la elección de alimentos, pero
el aprendizaje y nuestras experiencias pasadas también juegan un papel importante. Las
asociaciones que se forman entre las características sensoriales de un alimento y sus efectos
después de ser ingeridos generan nuestras preferencias.
Finalmente cabe destacar que nuestras elecciones también están influenciadas por una serie de
mecanismos fisiológicos, que incluyen señales al cerebro desde el tracto gastrointestinal y el
tejido adiposo, que afectan no solo al ciclo hambre y saciedad sino también a nuestra motivación
para comer y la recompensa que experimentamos comiendo.
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VI. GLOSARIO
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VII. BIBLIOGRAFIA
Bibliografía básica.
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Greimel E, Macht M, Krumhuber E (2006): Facial and affective reactions to tastes and their
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Hammersley R, Reid M, Atkin SL (2014): How to measure mood in nutrition research. Nutr
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Kavanagh DJ, Andrade J & May J (2005): Imaginary relish and exquisite torture: The
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Macht M (2007): How emotions affect eating: a five-way model. Appetite 50:1–11.
Maier SU, Makwana AB, Hare TA (2015): Acute stress impairs self-control in goal-directed
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McBride D (2015): An investigation into the existing relationship between physical activity
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Wong SY, Lua PL (2011): Chocolate: food for moods. Malays J Nutr, 17(2):259-69.
Bibliografía recomendada.
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VIII. ACTIVIDADES
2. Durante una semana evalúa qué te apetece comer y trata de relacionarlo con tus estados
de ánimo.
4. Enumera un listado de alimentos que no consumas y otros que sí consumas por situaciones
vinculadas a tus experiencias anteriores.
6. Opcional: restringe un alimento que es de tu agrado durante dos semanas. Pasadas las dos
semanas consúmelo en un momento que te resulte muy apetecible y escribe cómo te
sientes.
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