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Introducción a la energía eólica
I. Introducción
En este capítulo se presentan los aspectos generales de la energía eólica, sus principales aplicaciones y
la evolución histórica de esta tecnología.
En la primera parte del tema se exponen las generalidades de esta fuente renovable, incluyendo sus
características fundamentales, que permiten incluir la eólica entre las energías renovables. Además se
pretende dar una visión general de los orígenes de la energía eólica, para lo que se incluye una breve
historia de los usos del viento como fuente de energía, cuyas primeras noticias datan de hace más de
cinco mil años.
En la última parte del capítulo se enumeran algunas de las principales aplicaciones de la energía
eólica, entre las que destacan la producción de electricidad en grandes centrales conectadas a la red (los
parques eólicos), los pequeños sistemas aislados de suministro eléctrico, el bombeo de agua para el
abastecimiento en zonas aisladas o para la agricultura y la desalación eólica.
II. Objetivos
Para el aprovechamiento de la energía del viento, se han desarrollado numerosos ingenios mecánicos a
lo largo de la historia, todos con la característica común de tener una superficie de captación (en forma
de vela, pala, aspa, etc.) y un eje (que puede ser de giro, este es el caso de los molinos de viento o los
aerogeneradores) sobre el que se acopla el receptor último de la energía.
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Introducción a la energía eólica
La energía eólica pertenece al grupo de las llamadas energías renovables. Estas son un conjunto de
tecnologías de producción de energía que aprovechan recursos naturales inagotables. Por ejemplo, la
energía solar –en sus diferentes formatos (solar fotovoltaica, térmica o termoeléctrica)–, la de la
biomasa, la de las olas y las mareas, la hidroeléctrica... Todas ellas aprovechan recursos como la luz
solar, restos vegetales y orgánicos, cultivos como cereales u oleaginosas, la energía mecánica del mar o
de cursos de agua...
Las energías renovables fueron la base de la actividad del hombre en épocas remotas. Así, la leña para
quemar o los saltos de agua en los molinos son antiquísimas formas de aprovechamiento energético. Con
la llegada del carbón y el petróleo, en las sucesivas revoluciones industriales, muchas de estas
tecnologías dejaron de recibir el interés que siempre tuvieron, al menos en los países industrializados.
Sin embargo, el actual contexto energético y medioambiental, con el trasfondo del posible agotamiento
de los combustibles fósiles y del cambio climático, ha hecho que el mundo desarrollado vuelva su
mirada a las renovables.
No cabe duda de que estas tecnologías tienen numerosas ventajas, entre ellas
Estas tres características de las energías renovables en general y de la eólica en particular garantizan la
sostenibilidad de la fuente, es decir, la continuidad de la tecnología a largo plazo. Por el contrario, las
energías no respetuosas con el medio ambiente o que dependen de combustibles con escasas reservas en
la naturaleza tienen los días contados. Así ocurre con las energías convencionales, que utilizan petróleo
y sus derivados o carbón, y también con la energía nuclear. Además, estas tecnologías no cumplen el
requisito de utilizar combustibles autóctonos, sino que están basadas en recursos muy concentrados en
determinadas áreas geográficas. Esta característica, inevitablemente, conduce a situaciones de tensión
entre países, que acaban por generar conflictos en ocasiones.
La eólica es una fuente de energía disponible en prácticamente cualquier lugar del mundo, con
suficiente intensidad como para ser una fuente de suministro masivo. Además, la tecnología eólica puede
desarrollarse en cualquier lugar, puesto que no presenta dificultades técnicas extremas que la hagan
inaccesible.
Por otro lado, la tecnología de pequeños y medianos aerogeneradores que abarcan desde 400 Wp hasta
2.500 Wp son una opción cada vez más desarrollada para generar electricidad en núcleos o aplicaciones
aisladas. Se emplean de manera única o en combinación con paneles fotovoltaicos. Con estos equipos se
logra electrificación en zonas de imposible acceso con la línea convencional, utilizando recursos locales.
Los detractores de la energía eólica suelen aludir al impacto paisajístico y medioambiental de esta
tecnología, al mayor coste de la energía producida en comparación con el de aquella suministrada por
otras fuentes, como las centrales de ciclo térmico de gas o las nucleares, y a la irregularidad de la
generación eólica debido a la aleatoriedad del viento.
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Figura 1. La navegación a vela en barcos impulsados por el viento fue utilizada desde la
antigüedad por las diferentes culturas
Fuente: http://centros5.pntic.mec.es
Sin embargo, no fue hasta el siglo VII antes de Cristo cuando aparecieron los primeros molinos de
viento. Fue en Asia Menor y en China, donde estos ingenios mecánicos eran utilizados para bombear
agua y así poder regar grandes extensiones de terreno, aumentando el rendimiento de la agricultura. Se
trataba de rudimentarias máquinas hechas de madera y tela, con el eje de giro en posición vertical, que
sobrevivieron durante largo tiempo a pesar de su reducida eficiencia.
En el siglo XIII de nuestra era aparecieron los primeros molinos de eje horizontal en Europa, que
también se utilizaron para bombeo. Existen documentos alemanes de la época que constatan su
existencia. También fueron utilizados en Holanda, en el siglo XV, y el propio Leonardo da Vinci da fe
de su utilización en algunos grabados de sus manuscritos de aquella época. Posteriormente, su
utilización para producir harina a partir de cereales, base de la alimentación de numerosas culturas desde
siempre, hizo que se generalizaran.
En España, los molinos de viento tuvieron una gran aceptación a partir del siglo XVI. En particular, la
utilización de la energía del viento para moler grano tuvo gran aceptación en zonas como la llanura
manchega y también en el Mediterráneo, Andalucía, el País Vasco, Galicia y Castilla. En La Mancha,
todavía hoy, la visión de los molinos evoca la imagen del caballero hidalgo Don Quijote, proporcionando
una bella estampa alrededor de la cual ha aparecido una actividad turística de primer orden.
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Figura 2. Molino de viento en la llanura manchega. Hoy, cuando ya no cumplen la función para
la que fueron concebidos, son una importante atracción turística
Fuente: www.madridejos.net
La extensión de la energía eólica a gran escala no tuvo lugar hasta el siglo XIX en Estados Unidos,
donde se fabricaron más de seis millones de molinos para bombeo de agua. Estos se utilizaron
masivamente para el suministro de agua procedente de pozos durante la colonización del lejano Oeste
americano.
Las primeras turbinas eólicas o aerogeneradores son los modernos molinos de viento utilizados para
producir corriente eléctrica. Las primeras turbinas eólicas parecieron a finales del siglo XIX en
Dinamarca. El profesor Poul Lacour desarrolló en aquel país un molino capaz de generar 25 kW de
potencia, con un diámetro de 25 m. Así, las bases para la energía eólica, tal cual se conoce en la
actualidad, quedaban sentadas.
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Figura 3. Molino de bombeo, utilizado masivamente en EUA durante la colonización del lejano
Oeste. Los molinos de bombeo son los dispositivos eólicos fabricados en mayor número a lo
largo de la historia
Fuente: www.arrakis.nl/reports/pr-98-02-1-def(sp).pdf
A lo largo de las primeras décadas del siglo XX, la teoría aerodinámica sufre un importante
desarrollo. Los diferentes estudios se centran en profundizar en el conocimiento de las fuerzas que
aparecen en las palas de las turbinas eólicas. Estas teorías son desarrolladas fundamentalmente por
investigadores en el campo de la aeronáutica procedentes de Rusia, Alemania y Francia.
Figura 4. Aerogeneradores europeos del siglo XIX, antecesores de la moderna tecnología eólica
Fuente: http://www.poullacour.dk
Entre los logros más relevantes de esta época, destaca el trabajo del alemán Betz, quien demostró que
el rendimiento de un aerogenerador aumenta con la velocidad de rotación y que existe un valor límite
para dicho rendimiento –el denominado límite de Betz–, por debajo del 60%.
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Fuente: J. Bornay.
La tecnología de los ingenios mecánicos utilizados para el aprovechamiento eólico se beneficia de los
resultados de todos estos trabajos. Por ejemplo, ya en la década 1920, las palas de los aerogeneradores
fueron diseñadas utilizando los perfiles aerodinámicos desarrollados para las alas de aviones
comerciales. Tras la I Guerra Mundial transcurre un periodo de cierto auge para la eólica. Se produce en
esta época la generalización de la electricidad como fuente de energía, que coincide con la aparición de
ciertas dificultades para las importaciones de petróleo como consecuencia de las tensiones políticas.
Además, el avance tecnológico sigue su cauce, tanto en el desarrollo de pequeños aerogeneradores para
zonas aisladas de la red eléctrica como en el de las grandes turbinas eólicas para la producción masiva de
electricidad.
Los años que siguen hasta el fin de la II Guerra Mundial no fueron especialmente propicios para la
energía eólica. En esta época, el éxito del petróleo como fuente emergente se impuso a las
particularidades de la eólica, que presentaba la desventaja de depender de la aleatoriedad del recurso
eólico (sin viento no hay electricidad) y a la dificultad de almacenamiento de esta energía.
Fuente: www.nrel.gov
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Varias décadas después, con la primera crisis del petróleo de 1973 (provocada por el embargo de los
países productores tras la guerra árabe-israelí del Yom Kippur), la energía eólica recibe un nuevo
impulso ante la necesidad de desarrollar nuevas fuentes de energía que permitieran reducir las
importaciones de crudo, disminuyendo la dependencia energética de los productores de la OPEP
(Asociación de Países Productores de Petróleo, el cártel que con su embargo desató la crisis económica
mundial en aquel entonces). Fruto del esfuerzo investigador realizado en esta época, surge una nueva
generación de aerogeneradores comerciales, más grandes, más eficientes y que permiten un
abaratamiento significativo de la energía eléctrica.
Este periodo de altos precios del petróleo se extiende hasta mediados de los años ochenta. Fue
precisamente en esa época cuando arranca la nueva industria eólica en España. Así, la primera turbina
eólica con tecnología moderna que se instaló en nuestro país fue un prototipo situado en Tarifa (1981).
Tenía una potencia de 100 kW.
Ya en 1987 comenzó el desarrollo de los parques eólicos, instalaciones conectadas a la red eléctrica
con fines comerciales. Los primeros se instalaron en Gerona y Tenerife. La evolución de la potencia
instalada fue muy lenta hasta principios de los años noventa. Es entonces cuando, gracias a la
introducción de medidas de apoyo en el plan energético nacional, se produce el despegue de la
tecnología en el país.
Desde entonces, y tras muchos años de intenso desarrollo, tanto en los aspectos tecnológicos como de
mercado, y de la mano de legislaciones específicas para impulsar las energías renovables como
herramienta para paliar el cambio climático y para garantizar la creciente demanda de energía, la energía
eólica sigue su imparable penetración en los mercados de todo el mundo. En la actualidad, la eólica es la
más desarrollada de las energías renovables y constituye una fuente de generación eléctrica de primer
nivel en muchos países del mundo. Y es que mucho ha cambiado la civilización desde los primeros usos
del viento.
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SeaTitan 10 MW
Diseñada por los ingenieros de la empresa estadounidense AMSC. Esta turbina eólica es actualmente
la más grande del mundo.
Sway ST10
Esta turbina eólica marina, diseñada por los ingenieros de la compañía noruega Sway, es el segundo
aerogenerador más grande del mundo. Dispone de una potencia de 10 MW, un diámetro de rotor de
164 m, una velocidad nominal de 2 rpm y una longitud de palas de 67 m.
La turbina fue desarrollada entre 2005 y 2012 con una inversión total de 20 millones de euros,
siendo compatible tanto para instalaciones fijas como flotantes.
Areva 8 MW
Presentada por primera vez en noviembre de 2013 por los ingenieros de la compañía francesa Areva,
su nueva turbina eólica de 8 MW se posiciona como la tercera más grande del mundo por capacidad
nominal.
Las tres palas de la turbina cuentan con un diámetro de rotor de 180 m y una caja de cambios
híbrida de velocidad media, capaces de producir hasta 8 MW de potencia con una velocidad de viento
media de 12 m/s.
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En los últimos años, los parques eólicos han encontrado un nuevo hábitat en el mar, en las
instalaciones offshore. Allí, la disponibilidad de viento es significativamente mayor que en tierra, con la
ventaja adicional de que el recurso eólico suele ser más constante, con menos variaciones estacionales.
Además, en los países más avanzados, la eólica terrestre empieza a notar cierta saturación en cuanto a la
disponibilidad de los mejores asentamientos mientras que el inmenso potencial marino está casi sin
explotar. Por ello, se prevé que las instalaciones offshore alcanzarán un gran auge en los próximos años,
con lo que es posible que se produzca un nuevo impulso a la energía eólica de la mano de los parques
marinos. También se están desarrollando proyectos de aprovechamiento eólico en muelles, puertos y
espigones. Estos lugares, generalmente bastante industrializados y con alta demanda de electricidad,
reúnen condiciones similares a los emplazamientos offshore y su instalación y mantenimiento resulta
mucho más económico.
Figura 9. Turbina
Fuente: Gamesa.
La turbina que muestra la figura, con un rotor de 128 m de diámetro y una altura total de 154 m,
generaría la energía necesaria para abastecer a 7.500 hogares al año.
La pala de este aerogenerador G128–5.0 MW, cuyo rotor mide 128 m, se fabricó en la península y fue
trasladada hasta Canarias en barco. Es de las más largas fabricadas en España y una de las más grandes
del mundo: 62,5 m y 15 toneladas de peso. El transporte de las palas hasta el puerto de Bilbao ha
supuesto un ambicioso reto técnico solo posible mediante el traslado nocturno por carretera desde la
fábrica hasta el puerto, situado a 200 km de distancia.
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Fuente: Gamesa.
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En los parques eólicos actuales, los aerogeneradores transforman la energía cinética de las masas de
aire en energía eléctrica, que es vertida a las redes de suministro para su transporte y distribución a los
puntos de consumo.
El proceso de generación de la corriente eléctrica es bastante sencillo: el viento mueve las palas de los
aerogeneradores y estas, a su vez, mueven un generador para producir electricidad. Este mecanismo es
similar al de las ruedas de una bicicleta cuando mueven una dinamo (elemento que hace de generador
eléctrico en este ejemplo) para alimentar el pequeño faro que permite al ciclista ver al anochecer.
De hecho, cualquier artilugio mecánico que genere movimiento puede en última instancia usarse para,
utilizando los elementos auxiliares adecuados, producir electricidad. Este principio es el utilizado
también en las centrales hidroeléctricas, donde es la fuerza de un salto de agua la que produce el
movimiento del generador, y también en las centrales térmicas convencionales e incluso en las nucleares.
En el caso de las dos últimas tecnologías, el movimiento proviene del vapor a presión generado a partir
del combustible (ya sea de origen fósil o uranio), que constituye la fuente de calor para todo el proceso.
Como ocurre con otras fuentes renovables, la eólica tiene la particularidad de que la electricidad se
produce de manera intermitente, solo en los momentos en que el viento sopla con suficiente fuerza.
Puesto que el consumo se puede producir en cualquier momento, y dado que la energía eléctrica no se
puede almacenar en grandes cantidades de manera eficiente, la energía eólica necesita de otras fuentes
que garanticen el suministro en ausencia de viento.
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Figura 12. Sistema de suministro de electricidad en una instalación aislada. Compuesto por un
pequeño aerogenerador y un sistema solar fotovoltaico complementario
Fuente: J. Bornay.
Otra de las aplicaciones de la energía eólica que tiene bastante aceptación es la de la alimentación de
sistemas aislados. Se utiliza para suministrar electricidad en viviendas no conectadas a las redes
eléctricas, lo cual puede ser una solución recomendable en el caso de que estén situadas en zonas
alejadas de los centros de población. También es posible utilizar aerogeneradores aislados para alimentar
granjas, sistemas de telecomunicación (por ejemplo, repetidores de radio y televisión o instalaciones de
telefonía), estaciones meteorológicas u otras instalaciones alejadas de la red.
Los sistemas eólicos aislados son instalaciones pequeñas, en las que el aerogenerador tiene una
potencia inferior a los 100 kW. De hecho, en la gran mayoría de los casos se trata de sistemas de menos
de 10 kW, suficiente para alimentar una gran variedad de aplicaciones.
Para garantizar el suministro de energía en todo momento (24 horas al día, 365 días al año), incluso en
situaciones de poco viento, es necesario utilizar sistemas de almacenamiento de electricidad. El más
habitual en estas instalaciones es el de acumulación en baterías, que pueden almacenar energía eléctrica
para garantizar el suministro durante días.
En estos sistemas es bastante habitual incluir un panel solar para complementar la producción de
electricidad, lo cual confiere mayor estabilidad a la instalación. Esto es posible porque las baterías
pueden ser recargadas en días soleados, incluso aunque no haya viento, y viceversa.
Los sistemas aislados pueden ser rentables en muchas ocasiones, dado que el coste de extender las
líneas de distribución en zonas muy alejadas puede llegar a ser muy elevado. Por ello, estas soluciones
no son solo una alternativa, sino que también pueden conllevar un ahorro de costes.
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En estas instalaciones no son necesarias grandes potencias, puesto que las necesidades básicas en
comunidades aisladas de países subdesarrollados pueden ser cubiertas con muy pocos medios:
instalaciones básicas de iluminación, pequeños refrigeradores, bombeo de agua en pozos y, a lo sumo,
algún equipo de televisión o radio.
Fuente: J. Bornay
Los sistemas de bombeo pueden utilizar bombas mecánicas o eléctricas. En el primer caso no existe
una conversión de energía mecánica a eléctrica, como en los aerogeneradores convencionales, si no que
es la propia energía mecánica la que se utiliza directamente para accionar la bomba. Existen diferentes
configuraciones, como las bombas de pistón, de tornillo helicoidal o centrífugas.
En el caso de las bombas eléctricas, la turbina eólica se utiliza para alimentar a esta, como en las
aplicaciones de suministro de electricidad convencionales. Esta configuración tiene la ventaja de que el
molino se puede situar en el mejor emplazamiento posible desde el punto de vista de la disponibilidad de
viento, que no tiene que coincidir necesariamente con la ubicación del pozo, donde se encuentra la
bomba. De esta manera, el funcionamiento del conjunto es más eficiente.
Una de las características más destacables del bombeo eólico es que no necesitan de medios auxiliares
de almacenamiento de energía, puesto que el agua se almacena en los momentos en que hay viento,
pudiéndose utilizar en cualquier momento en que se necesite.
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Existe una solución más convencional para el almacenamiento eléctrico, utilizada desde hace años,
que es la de las centrales hidroeléctricas de bombeo. Estas instalaciones constan de dos embalses para el
almacenamiento de agua, uno situado en una zona más elevada que el otro. El agua del embalse superior
se utiliza para producir electricidad en los momentos de gran demanda, como en una presa convencional.
El embalse inferior acumula el agua procedente del primero. Esta agua puede ser devuelta al embalse
superior, mediante una tubería que comunica ambos depósitos, utilizando para una bomba eléctrica. Esto
se realiza en los momentos de baja demanda energética, en los que se utiliza el exceso de electricidad
para mover la bomba.
Este sistema es especialmente indicado para la generación eólica, puesto que garantiza el suministro
de energía en todo momento, independientemente de la aleatoriedad del viento. Además, todo el proceso
está libre de emisiones contaminantes, tanto en la parte hidroeléctrica como en la eólica.
Figura 14. Central hidroeléctrica de bombeo, compuesta de dos embalses situados a diferente
altura. El embalse inferior se utiliza para bombear agua en las horas valle, a partir del exceso
de producción eólica
Fuente: www.unesa.es
Se preveía que el proyecto, que inició su construcción en 2008, convertiría El Hierro en la primera isla
del mundo alimentada al 100% con electricidad renovable.
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Muy lejos de las expectativas de cubrir el 100% de la energía con este proyecto, ya se han reflejado
picos de hasta el 60% de la cobertura.
Fuente: REE
El proyecto hidroeólico integra un parque eólico, un grupo de bombeo y una central hidroeléctrica. El
parque eólico es capaz de suministrar energía eléctrica directamente a la red y, simultáneamente,
alimentar a un grupo de bombeo que embalsa agua en un depósito elevado, como sistema de
almacenamiento energético. La central hidroeléctrica aprovecha la energía potencial almacenada,
garantizando el suministro eléctrico y la estabilidad de la red.
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Sin embargo, desde hace algunos años se están desarrollando proyectos para mejorar la eficiencia
global del parque aprovechando las paradas o desconexiones a las que se tienen que someter algunos
aerogeneradores cuando, a pesar de contar en ese momento con viento favorable, la red no puede
absorber la producción. Este fenómeno ocurre con relativa frecuencia puesto que la energía eléctrica no
puede almacenarse y, si no es consumida en alguna parte de la red, no puede seguir inyectándose en ella.
No obstante si, en ese momento de desconexión de la red, se aprovechara el potencial generador de
electricidad para generar algún medio de acumulación que pudiera verterse a red en otros momentos de
mayor demanda o mejores precios, la eficiencia global del parque mejoraría sustancialmente. En este
sentido, la obtención de hidrógeno por electrolisis es una propuesta muy rentable que ya se está
aplicando en algunos parques eólicos.
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En el parque eólico de demostración que la empresa Gas Natural tiene en Sotavento (Galicia), ya se
lleva algún tiempo (desde 2005) realizando trabajos de obtención, presurizado y almacenamiento de
hidrógeno. Por otro lado, Gamesa está llevando a cabo proyectos similares en alguno de sus parques
eólicos, conscientes de que la parada de los aerogeneradores por falta de demanda es un gran lastre en la
eficiencia de obtención de energía eléctrica a partir del recurso eólico.
Figura 17. Demanda y curva de precio de venta de la energía eólica durante el fin de semana de
primavera
Analizando las características de este parque, se llegó a la conclusión de que la producción se podía
dividir en tramos horarios en función de la posibilidad de inyección a red o de planteamiento alternativo
Así, se obtuvieron los siguientes tramos: 22 h a 7 h, 23 h a 6 h y de 0 a 5 h; y se consideraron las dos
opciones, la de acumular hidrógeno para posteriormente volver a transformarlo en electricidad e inyectar
a red y la de, tras compresión, utilizarlo como combustible en vehículos de pila de hidrógeno.
Adaptando la venta a aquellos momentos en los que la curva es más favorable en cuanto a precios, se
estima un beneficio en facturación del orden de 4 millones de euros.
Según los datos aportados por CONAPPICE en el III Congreso Nacional de Pilas de Combustible,
para cada uno de los tramos horarios, puede obtenerse la siguiente rentabilidad (total H2 producido franja
en m3):
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De 22 a 7 h De 23 a 6 h De 0 a 5 h
Fuente: CONAPPICE.
Otro ejemplo de la aplicación del excedente puntual de producción de un parque eólico es el proyecto
que la empresa E.ON puso en marcha en agosto de 2013 en la localidad alemana de Falkenhagen,
denominado P2G. En esta comarca, es frecuente que los parques eólicos generen habitualmente más
energía eléctrica de la que la red puede absorber.
Se producen 160 m 3 de hidrógeno por electrolisis de agua en tan solo tres horas y se inyectan al
sistema de distribución de gas natural de la localidad para ser aprovechado posteriormente en generación
de calor para calefacción o agua caliente sanitaria.
Actualmente, el proyecto Power to Gas (P2G) produce unos 360 m 3 de hidrógeno por hora. Este se
gestiona a través de las redes regionales de gas mezclándose con él para emplearlo en la producción
térmica y eléctrica, lo cual incrementa la capacidad de almacenamiento del hidrógeno sin necesidad de
licuarlo.
Además del almacenamiento de hidrógeno, existen otras formas de almacenamiento de la energía del
viento en la actualidad. Cabe destacar la utilización de volantes de inercia, en los que el almacenamiento
se produce en forma de energía mecánica.
Los volantes de inercia (o flywheels) son mecanismos giratorios en los que el principal componente es
un cilindro de gran masa que puede girar a velocidades altísimas (superiores a 20000 revoluciones por
minuto, RPM). El volante es movido por un motor eléctrico, que lo hace rotar accionado por la
electricidad suministrada por un aerogenerador.
Cuando la demanda de energía en la red aumenta, la velocidad de giro del volante se utiliza para
mover un generador eléctrico, que inyecta corriente eléctrica en la red, contribuyendo al suministro justo
cuando es necesario.
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Fuente: www.beaconpower.com
Otras dos soluciones innovadoras que han sido propuestas recientemente son las del almacenamiento
de energía eólica en forma de frío, en refrigeradores, y la compresión de aire en grutas.
En el primer caso, la idea consiste en sincronizar la producción de frío a gran escala (en cámaras
frigoríficas de industrias o en frigoríficos en hogares) con los momentos de baja demanda energética, en
las horas valle (durante las noches). De esta manera, el exceso de producción eólica iría en última
instancia a parar a la alimentación de todos estos equipos. Durante el día, cuando la demanda de
electricidad aumenta, se desconectarían los refrigeradores, disminuyendo el consumo.
Se estima que, de esta manera, se podrían ahorrar cantidades ingentes de electricidad. Por ejemplo,
reduciendo la temperatura de todos los grandes refrigeradores en países industrializados en sólo 1º C
durante la noche, y permitiendo que la temperatura suba también un grado apagando las cámaras durante
el día. El efecto de la red eléctrica haría que todas las cámaras frigoríficas funcionaran como grandes
baterías.
En los sistemas de almacenamiento por aire comprimido, se utiliza la electricidad eólica producida en
las horas de bajo consumo para comprimir aire, almacenándolo en depósitos subterráneos (como en
domos salinos profundos), a centenares de metros bajo tierra y a presiones de hasta 70 bares. En las
horas punta, cuando la demanda de electricidad es alta, se libera el aire comprimido del domo de manera
controlada, dejándolo circular a través de una turbina, que a su vez mueve un generador y produce
electricidad.
Un proyecto basado en esta idea, que es una adaptación de métodos ya utilizados para almacenar gas
natural, ha sido propuesto por una compañía norteamericana denominada ISEP (Iowa Stored Energy
Park). ISEP propone almacenar el exceso de producción eólica de los Estados de Iowa, Minnesota y
Dakota en acuíferos, que alojarían el aire comprimido. Dicho aire, inyectado a gran presión a través de
un tubo a una profundidad de 1000 m, desplazaría parte del agua del acuífero. La compañía
norteamericana estima que la capacidad de los acuíferos considerados en el proyecto podría disponer de
hasta 270 MW en potencia suplementaria almacenada.
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Fuente: www.isepa.com
Fuente: MTORRES.
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La desalación mediante energía eólica puede realizarse en plataformas instaladas en el mar, a una
distancia de la costa de hasta 5 km. Se trata de enormes estructuras asentadas sobre flotadores anclados
al fondo marino, en aguas de no más de 80 m de profundidad. Sobre la plataforma se asienta un gran
aerogenerador, que puede funcionar en dos modos diferentes: produciendo electricidad, como en un
parque eólico convencional, o desalando agua mediante un proceso exclusivamente mecánico
denominado ósmosis inversa, sin una conversión previa a energía eléctrica. El producto de ambos
procesos es evacuado a tierra, la electricidad mediante cables submarinos, y a través de tuberías
submarinas en el caso del agua desalada.
En efecto, la energía mecánica del viento capturada por las hélices del aerogenerador puede aplicarse
directamente para bombear agua del mar a alta presión contra una membrana de ósmosis inversa, que
retiene las sales del agua marina en una de sus caras, dejando pasar el agua dulce hacia la otra. Al evitar
la transformación en electricidad, el rendimiento de todo el proceso es más elevado, dado que la
conversión del movimiento de rotación del aerogenerador a movimiento del agua bombeada es mucho
más alta, lo que se traduce en que la rentabilidad de la planta es mayor.
Además, la desalación eólica tiene la ventaja de que permite aprovechar mejor el recurso energético
esencialmente aleatorio, como el viento. El doble funcionamiento de las plataformas permite desalar
agua cuando menos necesaria es la energía eléctrica en la red y producir electricidad en las puntas de
demanda, en las horas centrales del día.
El proyecto más emblemático sobre desalación eólica es el ideado por la compañía española
MTORRES. Dicho proyecto contemplaba la utilización de grandes aerogeneradores, con diámetro de
rotor de 40 m y altura de torre de 60 m, en plataformas de 40 m de diámetro. Los aerogeneradores, que
han sido diseñados especialmente para soportar los temporales de mar abierto, tendrían una potencia de
2,5 MW y, con el viento disponible en el mar, podrían funcionar unas 2.500 h/año.
Se estima que la capacidad de desalación de estas plataformas sería de unos 2 hm 3/año, con los que
sería posible abastecer a una población de unos 30.000 habitantes durante un año.
Según MTORRES, el coste del agua desalada en sus plataformas puede ser entre un 30 % y un 40 %
menor que el de los sistemas más avanzados de ósmosis inversa.
Fuente: MTORRES.
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Las plataformas flotantes pueden situarse en zonas de aguas especialmente favorables para la
desalación, por su baja turbidez, con la ventaja de que la vida media de las membranas y el rendimiento
de las plantas aumenta. La elección del enclave también puede tener en cuenta el régimen habitual de
movimiento de las aguas de la zona (biodinamismo) para favorecer la dispersión natural de la sal
obtenida (salmueras), con lo que se minimizaría el impacto ambiental.
En la actualidad, el plan MOVELE, promovido por el IDAE, es el nombre del Plan de Acción 2010-
2012 que se enmarcaba dentro de la Estrategia Integral de Impulso al Vehículo Eléctrico en España
2010-2014. Este puso de manifiesto la necesidad de realizar una serie de actuaciones con el objetivo de
promover el desarrollo y utilización de los vehículos eléctricos en España a través del fomento de la
demanda de estos vehículos, del apoyo a la industrialización e I+D de esta tecnología.
Con el fin de incentivar la demanda del mercado sobre el vehículo eléctrico frente a vehículos de
tecnologías convencionales, desde el Gobierno de España se ha estimado conveniente un programa de
incentivos económicos para su adquisición, por lo que tras el Plan de Acción 2010-2012, se aprobaron lo
que se ha definido como planes MOVELE de ayudas a la adquisición de vehículos eléctricos, que en
2013 y 2014 han contado con un presupuesto anual de 10 millones de euros.
Los vehículos objeto de estas ayudas (a excepción de los de dos ruedas) son aquellos cuya energía de
propulsión proceda, total o parcialmente, de la electricidad de sus baterías, cargadas a través de la red
eléctrica.
De esta manera, se pretende facilitar y fomentar el desarrollo de la movilidad eléctrica, beneficiosa por
su contribución a la mejora del sector del transporte, de la eficiencia energética y medioambiental, así
como a la reducción de la dependencia energética del petróleo.
Las ayudas otorgadas en 2014 se han agotado en el mes de noviembre, lo que muestra el creciente
interés del mercado por los vehículos eléctricos.
En la página del IDAE podemos encontrar una herramienta de puntos de recarga de vehículos
eléctricos.
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Esta herramienta es muy útil para realizar trayectos largos con coches eléctricos
Fuente: Electromaps.
Como se puede apreciar en la figura anterior, el consumo entre horas valle y horas punta puede variar
de 22.000 MW a 34.000 MW en hora punta, lo que crea un desfase entre la producción eólica y la
demanda, teniendo la mejor producción eólica en horas de menor demanda eléctrica.
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Fuente: REE
Por ejemplo, existen sistemas que permiten obtener energía en forma de calor (energía térmica) a
partir de la energía mecánica del viento. Esto es posible a través del calentamiento de agua provocado
por el rozamiento mecánico de un artilugio accionado directamente por el propio molino. También se
puede obtener calor mediante la compresión de un fluido refrigerante en lo que se denomina “bomba de
calor”, mecanismo similar al utilizado en aplicaciones de frío industrial y refrigeración.
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Introducción a la energía eólica
Estas aplicaciones térmicas de la eólica pueden ser interesantes en granjas, en explotaciones agrícolas
y ganaderas, por ejemplo para el secado o la refrigeración del producto de las cosechas, o para la
refrigeración del propio ganado. Y también en factorías aisladas de la red eléctrica, para el
acondicionamiento y refrigeración de almacenes, el calentamiento de agua, etc.
VI. Resumen
El aprovechamiento de la energía cinética de masas de aire en movimiento, de la fuerza del viento, es
casi tan antiguo como la propia civilización. Así, la energía eólica se ha aprovechado desde hace
milenios, para impulsar barcos en la navegación, para bombear agua o moler grano. En su aplicación más
desarrollada actualmente, de la producción de energía eléctrica en instalaciones conectadas a la red, la
eólica se ha convertido en una fuente de suministro masivo en muchos países del mundo.
En España, los molinos de viento se han utilizado durante siglos para moler grano y producir harina,
en particular en amplias zonas de las dos Castillas, el Mediterráneo, Andalucía, etc. A finales de 2014, la
energía eólica destaca por ser la fuente renovable más desarrollada en el país, hasta el punto de que los
grandes parques eólicos suministran el 20,4 % del total de la energía eléctrica consumida en España
según la Asociación Empresarial Eólica.
La energía eólica, como tecnología renovable que es, utiliza un recurso natural inagotable, el viento.
Además, es una tecnología limpia, que no genera gases contaminantes, ni residuos peligrosos.
La energía eólica es una fuente de energía autóctona, disponible en prácticamente cualquier lugar del
planeta con suficiente intensidad como para garantizar una parte importante de las necesidades
energéticas.
Algunas de las principales aplicaciones de la energía eólica son las grandes centrales conectadas a la
red (los parques eólicos), los pequeños sistemas aislados de suministro eléctrico, el bombeo de agua para
el abastecimiento en zonas aisladas o para la agricultura y la desalación eólica.
Aunque, en la actualidad, solo las pequeñas instalaciones aisladas utilizan almacenamiento de energía,
existen soluciones para garantizar el suministro en los momentos en que no hay viento. Así, en pequeños
sistemas, es posible utilizar baterías para almacenar la electricidad. En sistemas medianos y grandes, los
volantes de inercia o las instalaciones hidroeléctricas de bombeo son una interesante solución utilizada.
A medio y largo plazo, además del empleo de hidrógeno, otras alternativas, como el almacenamiento en
forma de frío a gran escala, en batería de vehículos eléctricos o de aire comprimido en grandes depósitos
subterráneos, podrían convertirse en realidad.
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