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El documento habla sobre los imaginadores, personas que conciben ideas y proyectos que otros construyen. Describe cómo estos imaginadores ven posibilidades donde otros solo ven vacíos y les dan forma a través de su visión. Aunque sus ideas al principio parecen locas, con el tiempo se materializan y se convierten en realidades tangibles que benefician a la sociedad. Sin embargo, una vez cumplida su misión, los imaginadores ya no se sienten satisfechos y buscan nuevos retos, incapaces de disfrutar lo creado.
El documento habla sobre los imaginadores, personas que conciben ideas y proyectos que otros construyen. Describe cómo estos imaginadores ven posibilidades donde otros solo ven vacíos y les dan forma a través de su visión. Aunque sus ideas al principio parecen locas, con el tiempo se materializan y se convierten en realidades tangibles que benefician a la sociedad. Sin embargo, una vez cumplida su misión, los imaginadores ya no se sienten satisfechos y buscan nuevos retos, incapaces de disfrutar lo creado.
El documento habla sobre los imaginadores, personas que conciben ideas y proyectos que otros construyen. Describe cómo estos imaginadores ven posibilidades donde otros solo ven vacíos y les dan forma a través de su visión. Aunque sus ideas al principio parecen locas, con el tiempo se materializan y se convierten en realidades tangibles que benefician a la sociedad. Sin embargo, una vez cumplida su misión, los imaginadores ya no se sienten satisfechos y buscan nuevos retos, incapaces de disfrutar lo creado.
Hay quien sirve para abrir camino. Hay quien administra lo hecho. Hay quien quiere servir y pregunta. Oficios, ¿sabe? Están aquellos que imaginan una casa para el hombre, frente al terreno vacío. Es un poder entre las manos… Alguien que se para y los convoca para misiones, realidades virtuales, utopías… Que se hace amigo de la química del alma, y les dice “Acá, donde los cuerdos ven nada más que un terreno baldío, estará Nuestra Misión, un orden hecho del caos originario, atravesando la destrucción de lo presente: hay que ir para allá”. Y allá vamos, y porque juntos creemos, la cosa empieza a existir con toda la fuerza en la mente, en el inconsciente colectivo. Allá vamos… ¡Ay de los grupos, las ciudades, los países, las sociedades sin esos grandes arquitectos! Que lo son más allá de su pobre humanidad, lo son porque están traspasados por su causa, porque hay Alguien que habla a traves de ellos, y que, poco a poco van transformando porfiadamente las piedras cotidianas en la base de algo nuevo, cuya clave tienen sólo en parte. Quienes hacen de esta gimnasia su vida entera, que se repiten creando, y entonces la gente ve su Casa tan concretamente como si tocara los ladrillos, porque ha visto anteriormente cómo las aparentes locuras se concretan ante sus ojos (las locuras no son otra cosa que variaciones sobre el límite). Y el límite es como el horizonte: más te acercás y más se aleja. Pero la casa está hecha. El nuevo sendero cambia en autopista. Sólo falta instalar las cabinas de peaje, y ponerse a vivir de la recaudación… Extraño destino. El imaginador ya no está, no le interesa la autopista, quiere una selva nueva, un imposible más, un paisaje nuevo. Atraído por un magnetismo, tal vez sea incapaz de sentarse a gozar su rutina. Compulsivamente, no puede entrar a la Casa que hizo desde el primer ladrillo: toma su pala y se va. Quiere alcanzar, quiere apropiarse, no quiere menos y vive esclavo de su viaje. Quiere ganarle al horizonte…