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La
La Colonia
El período colonial está comprendido entre la fundación de las primeras ciudades, en el siglo
dominan la cultura del territorio nacional. Las artes, por tanto, están principalmente al servicio de
la difusión religiosa.
virreinatos de México y Perú, y se debe a sus tímidas dimensiones, sus materiales modestos y su
mano de obra poco capacitada. A pesar de esto, presenta un nivel de abstracción aceptable
Junto con los templos, las viviendas son las construcciones más representativas de este
período. Como siempre, al factor ambiental influyó de tal manera en su construcción que definió
ciertos rasgos dependiendo de la zona geográfica. En el centro, oriente y la región llanera del
país se prefirieron los techos de paja y las paredes de bahareque, mientras que en la región
andina se prefirió el uso de la piedra y la tapia. El modelo de vivienda más emblemático es aquel
que, producto de la presencia andaluza, posee amplios patios, jardines, y corredores distribuidos
Entre los ejemplos más significativos de este modelo está la «Casa de las ventanas de
hierro», ubicada en la ciudad de Coro. La tradición barroca es su principal fuente, pero comparte
lugar con elementos arquitectónicos criollos, y hasta holandeses, como el hastial de una de sus
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Los templos, según las Leyes de Indias, se construían al lado del Ayuntamiento o de la
Gobernación, en alguno de los ángulos de la Plaza Mayor. Muy pocos tienen forma de cruz
latina; la mayoría sigue una estructura rectangular, y la cantidad de sus naves varía entre tres,
cinco, o incluso una. El sistema de pares, tirantes y nudillos, heredado de la cultura mudéjar, es
reducido, y su ejecución es sencilla. Ahora bien, en casi todos los casos estos techos no estaban
coronados por cúpulas, pues, al igual que las bóvedas, fueron elementos muy poco usados. En las
y un pronunciado achatamiento. La Iglesia de Paraguachí ilustra muy bien este último rasgo.
En las fachadas se concentran los esfuerzos productivos: se perciben con mayor claridad los
vestigios de las corrientes y culturas que conforman el corpus estilístico, cuyos preceptos estaban
pintura. En la colonia las obras pictóricas cumplían una función puramente instructiva, a través
de las imágenes religiosas. Son el medio de difusión del programa cultural del imperio español
para una población mayoritariamente analfabeta. Venezuela importa gran número de imágenes
El paisaje, las naturalezas muertas y el retrato son en esta época modalidades marginales que,
técnica y el manejo de las dimensiones son mucho más exhaustivos. Lo más cercano a la pintura
academicista dentro de este género puede ser el retrato de Fray Antonio González de Acuña.
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A pesar de las dificultades terminológicas, son innegables los vestigios del manierismo en la
pintura venezolana, en especial en la religiosa. Obras como Visitación y La visión del Beato
Alonso Rodríguez son de los mejores ejemplos de su influencia. La primera, de 1660, muestra
uno de los temas más comunes en la producción manierista europea, y se conjuga con las formas
renacentista, presente hasta cierto punto en la pintura colonial. La «linea serpentinata» es uno de
los artificios más afectivos para romper el hieratismo de los personajes, proporcionándoles una
«Pintor de El Tocuyo». Sus obras muestran un tratamiento singular de los colores y los
volúmenes, logrados en gran parte mediante ángulos muy agudos en los ropajes.
Juan Pedro López, por su parte, es considerado el pintor con mayor influencia barroca
durante el período colonial venezolano. Aunque sus obras a simple vista difieren
significativamente entre sí, el tratamiento del espacio, el color y la gestualidad de los personajes
—incluyendo la “mirada visionaria”— traza una autoridad. Tal es el caso de obras tan
iglesia, y su desarrollo no fue tan vistoso como lo fue el de la pintura o la arquitectura. De ella se
ocuparon artesanos, incluyendo talladores y pintores, y adquirió relevancia a partir del siglo
XVIII. Entre los más resaltantes exponentes de esta época se encuentran el ebanista Domingo
Gutiérrez, el pintor José Francisco Rodríguez y el mismo Juan Pedro López, cuya producción
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pictórica y escultórica, según Carlos F. Duarte, no está nítidamente distinguida debido a que su
El Siglo XIX
fecha se convierte en la colonia agrícola más productiva del imperio español, hasta que llega la
Guerra de Independencia. El contexto bélico entorpece el desarrollo de las artes en general, hasta
la tercera década del siglo XIX, cuando comienza a florecer la actividad pictórica y se dan a
conocer las obras de artistas como Juan Lovera. Por estas mismas fechas, la Sociedad Económica
de Amigos del País funda una escuela de dibujo y pintura, en 1835. Hubo, a partir de ese
extranjeros. Estos últimos, además de retratistas, fueron los primeros antecedentes de la pintura
Alejados de un ideal de perfección formal, están aquellos artistas que, como propuesta de
imaginario colonial en lugar de seguir preceptos academicistas. De los cambios que introducen
Concibiendo la historia como crónica, Juan Lovera se interesa en mostrar los personajes de la
sociedad colonial, y lo hace en obras como El tumulto del 19 de abril de 1810 y La firma del
fotografía, y surge un interés por contribuir con el desarrollo de la ciencia; cosa que lleva a
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A partir de los años cuarenta y cincuenta se realizan proyectos de construcción y
neogótico. Olegario Meneses, quien considera que la arquitectura tiene como meta la comodidad
Resalta Martín Tovar y Tovar gracias a sus escenas bélicas de la Guerra de Independencia, junto
con otros pintores cuyo interés es inmortalizar los sucesos de la historia de Venezuela,
conformando una tradición épica. Estos tuvieron como principal mecenas a Antonio Guzmán
Blanco, quien desde 1870 hasta 1888 promovió el enriquecimiento de la cultura, con el decreto
de instrucción pública obligatoria y gratuita. Una de las obras más importantes de este período es
En 1884, en los sectores oficiales de París, surge un interés por el contenido social —que
decenios atrás, con el Romanticismo, había sido elevado—, pero rechazando, sin embargo, un
realismo contestatario como el Courbet, esencialmente rebelde. Cristóbal Rojas, quien tensiona
y pronto es aceptado por sus obras de contenido social, que no estaban destinadas a provocar
protestas sino a transmitir compasión, como en el caso de El violinista enfermo. Se considera que
en obras siguientes, como Dante y Beatriz, Rojas exhibe su contacto con el simbolismo, y deja
visión.
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A partir de esta obra se establece una distinción marcada entre Tovar y Rojas, ya que el
primero prefiere los trazos definidos, sólidos y lisos, mientras que el segundo adopta cierta
rebeldía propia del Romanticismo, procurando mostrar lo que no está presente, lo inacabado, a
quien explora la tradición clásica, al mismo tiempo que transmite la historia de Venezuela. Su
artificio media entre lo neoclásico y la expresividad barroca, como en la pintura: Leda y el cisne.
Guzmán Blanco: es el afrancesamiento que impulsa lo que permite la circulación de las estéticas
de bulevares, puentes e iglesias. El arquitecto más destacado de esta época es Juan Hurtado
El final del mandato de Guzmán Blanco coincide con la proliferación de un fenómeno que
venía gestándose desde mediados de siglo: la pintura paisajística, a través de los mismos
Monet, Renoir, y otros autores con los que tuvieron contacto en Francia. Formalmente consiguen