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gubernamental
Comunicación
política
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Comunicación
gubernamental
Una vez ganadas las elecciones comienza un nuevo ciclo de la comunicación
política. Los gobiernos deben seguir comunicando y construyendo
consensos relativos para lograr el apoyo de la opinión pública. Contar con el
apoyo de la opinión pública sobre algunas políticas puntuales es una garantía
de alcanzar consenso político para implementar y poner en ejecución el plan
de gobierno.
Mito de gobierno
El “mito” de gobierno constituye la representación que un gobierno quiere
dar de sí mismo. En tal sentido, no es una sola pieza de comunicación, sino
toda una planificación que tiene como trasfondo una unidad de gobierno en
todas sus dimensiones. La manera más común en la que se visibiliza es a
través de: eslogan, lemas, imágenes, logotipos, entre otras herramientas
que hacen a la imagen de gobierno como lo son las imágenes de una marca.
Esta puede ser “orden y progreso”, “ciudad inclusiva” “derechos humanos”,
“igualdad”, etc.
Del éxito del mito de gobierno va a depender que la mayoría de las personas
acepten determinadas políticas públicas. Y de ellas se va a desprender toda
la política comunicacional del gobierno. El mito de gobierno va a representar
el “Ser” de la gestión en su vinculación con los vecinos y los ciudadanos. Es
muy importante que exista una coherencia entre el mito y las acciones
fácticas o hechos de gestión. Sin embargo, no es fácil medir el éxito del mito
de gobierno. Para ello se utilizan las encuestas de opinión, imagen de los
gobiernos u otros instrumentos que permitan obtener resultados parciales
que indiquen los inputs sociales a ser incorporados en el mito originado
desde el gobierno. Mientras más altas sean las percepciones positivas acerca
del gobierno, más aumentará la legitimación del mito de gobierno, y de las
políticas públicas.
La fijación de agenda
Las “demandas” de los ciudadanos, entre otros factores, motivan la
comunicación gubernamental ya que si se entiende la comunicación
gubernamental como la de los gobiernos en todos sus niveles, existe una
agenda propia de temas que los gobiernos necesitan y deben comunicar. Por
lo que no siempre las agendas públicas y las agendas de comunicación de los
gobiernos coinciden. Cobra importancia para los gobiernos el tratamiento
que, dentro de la comunicación gubernamental, se hace de los temas que
construyen los medios y la opinión pública, lo que implica un uso y
disponibilidad de recursos determinados.
Si bien la agenda del gobierno debería girar en torno a las demandas de los
ciudadanos, los contenidos de la comunicación de los gobiernos no son
dirimidos únicamente sobre la base de esas demandas, sino que el modo en
que se construyen agendas por parte de los gobierno está ligado a una
diversidad de cuestiones y decisiones políticas, estrategias, materiales
(recursos) y temporales (contexto). Se pone énfasis en la viabilidad política
de las comunicaciones que se realiza. Hablar o no hablar de una política de
seguridad va a depender no solamente de las demandas de la ciudadanía,
sino de las capacidades y los contextos políticos, materiales y estratégicos
del gobierno.
Comunicación ejecutiva
La comunicación gubernamental, como se mencionó anteriormente, se
desarrolla en un contexto caótico, complejo y dinámico. Ejecutar una
planificación y tener una estrategia para alcanzar los objetivos políticos es
parte transversal y esencial de la gestión de la comunicación gubernamental.
c) Nosotros
e) Los “targets”
f) Un mensaje determinado
g) Calendario
Comunicación de crisis
Este apartado será abordado a partir del libro La gestión del disenso. La
comunicación gubernamental en problemas, de Luciano Elizalde, Damian
Fernández Pedemonte y Mario Riorda (2011). A los alumnos que les interese
la temática pueden profundizar al respecto con la bibliografía ampliatoria.
En primer lugar, como mencionan Elizalde y otros (2011), definir qué cosa es
una crisis es un desafío probablemente infinito. Esta complejidad se traslada
también a lo que se entiende como crisis política, donde la mera discusión
del concepto deba, tal vez, entenderse de una manera estrictamente
casuística o empírica. La idea de crisis conduce a niveles de análisis
antagónicos y complementarios a la vez. Así, la situación de crisis es el
momento disonante entre una lógica signada por una nueva matriz y otra
que permanece bajo el signo del “viejo” canon y, de hecho, no posibilita
pensar que la intervención política intencionada pueda llevarse a cabo con
éxito, siendo la crisis sólo perjuicio y efectos negativos (Riorda y Cabas,
2005).
La idea de que la crisis puede ser evitada (evitabilidad) o de que, una vez
manifestada, puede ser gestionada para que termine (temporalidad), o bien
para reducir las arenas y territorios abarcados o contener la expansión de su
contagio (abarcabilidad), conduce necesariamente a pensar que la acción del
individuo o la sumatoria de esas acciones configuran tanto lo que se
entiende por “crisis” como lo que se entiende por “normalidad”. Como
comentan Riorda y Cabas (2005), las crisis son consecuencias de las acciones
del sujeto, y para salir de esta instancia la posibilidad solo está en sus propias
manos.
Por otro lado, podría entenderse que la temporalidad (tiempo que dura la
crisis) es central en la definición de la misma crisis, dado que la definición de
qué momentos abarca la crisis, y cuáles no prácticamente, la delimita (y no
sólo temporalmente). Es importante entender cuánto dura una crisis porque
a partir de ese supuesto se gestiona.
La tercera pregunta que se hace es sobre cuáles son los argumentos frente
a una crisis. Y aunque no se sepa cuándo terminan las crisis, el objetivo es
intentar que terminen. Por ello el objetivo de máxima es que las crisis
terminen cuanto antes, resignando capital político y con la posibilidad de
que se generen estigmatizaciones (corruptos, inoperantes, etc.)
En los períodos de crisis, el control que tienen los funcionarios sobre los
resultados de sus actos es muy bajo, ya que hay una gran incertidumbre, y
cualquier acto improvisado puede desencadenar una infinidad de
respuestas posibles. Hay que tener en cuenta que los actos no solamente
son desde la oratoria. La gestualidad es muy importante en la política, estar
o no estar en determinado lugar no es lo mismo.
Plasser, F. y Plasser, G. (2002). La campaña global. Los nuevos gurúes del marketing
político en acción. Buenos Aires: Temas.