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Lo que el cristiano actual necesita saber

sobre el Nuevo Testamento griego


Por G. W. Anderson

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Lo que el cristiano actual necesita saber sobre el Nuevo
Testamento griego

Por G. W. Anderson

SOCIEDAD BÍBLICA TRINITARIA

En años recientes ha habido mucha confusión con respecto a las traducciones y ediciones
modernas del Nuevo Testamento griego. Algunas personas hacen afirmaciones con
respecto al Nuevo Testamento griego sin contar con información ni hechos que las
respalden. Mucha gente afirma que sus traducciones son precisas porque se basan en los
mejores textos griegos disponibles. Algunos dicen que sus traducciones son mejores que
la Versión Autorizada porque la Versión Autorizada y el Textus Receptus (texto recibido)
griego subyacente a ella añaden variantes y lecturas adicionales al texto. Otros, sin
embargo, sostienen que el griego del Nuevo Testamento no es importante porque su
traducción favorita es mejor que cualquier texto griego. Otros aún dicen que el texto
griego no es importante porque la mayor parte de la gente no puede leer el griego de la
era del Nuevo Testamento. Sin embargo, el texto griego sobre el que se base una
traducción tendrá una influencia, tanto en la lectura de la Escritura por parte del cristiano
en su devoción personal como en la proclamación de la Palabra de Dios al dar testimonio
de la gracia salvadora de Jesucristo. Es necesario que el cristiano de hoy entienda la
importancia del texto griego tradicional en su vida cristiana.

El Texto Tradicional

En primer lugar es necesario entender qué se quiere dar a entender con el término “Texto
Tradicional”. Durante el primer siglo que siguió a la resurrección de Cristo, Dios impulsó
a los hombres para escribir Su Palabra (2 Pedro 1:21). El resultado fue un conjunto de
cartas y libros, escritos en griego koiné (llamados los “autógrafos originales”). Estas
cartas y libros fueron copiados y vueltos a copiar a lo largo de los siglos, y se
distribuyeron por todo el mundo. Estas copias comprenden los manuscritos del Nuevo
Testamento. Más de 5,000 de estos manuscritos griegos han sobrevivido hasta hoy. El
gran número de estos manuscritos griegos respalda lo que se denomina la tradición
textual bizantina, bizantina porque provino de todo el mundo de habla griega de esa
época. Estos manuscritos bizantinos conforman lo que se conoce como el Texto
Tradicional del Nuevo Testamento. La mejor representación impresa de este tipo de
textos bizantinos es el Textus Receptus (o Texto Recibido). Además de los manuscritos,
también disponemos de muchas obras en las cuales numerosos Padres de la Iglesia
citaron de los manuscritos. La obra de John Burgon ha establecido que el texto básico
usado por muchos Padres de la Iglesia es el mismo texto que ahora se conoce como el
Texto Bizantino.

El Textus Receptus fue compilado a partir de diversos manuscritos bizantinos por


numerosos editores desde principios del 1500. Hubo ediciones de editores textuales tales
como Erasmo, Stephens, Beza, los hermanos Elzevir, Mill y Scrivener. Estas ediciones
difieren ligeramente unas de otras, pero aún se las considera como el mismo texto básico.

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Ciertas ediciones fueron populares en diferentes países, y proveyeron la base para las
traducciones del Nuevo Testamento. El Textus Receptus (como más tarde se lo llegó a
conocer) fue el texto usado por Tyndale, y a su vez por los traductores de la Versión
Autorizada Inglesa (King James) de 1611 y otras traducciones de la época de la Reforma.

El Texto Crítico

Sin embargo, durante los siglos diecinueve y veinte otra forma de Nuevo Testamento
griego ha alcanzado el primer plano, y se la utiliza para la mayoría de las traducciones
modernas del Nuevo Testamento. Este Texto Crítico, como se lo llama, difiere
ampliamente del Texto Tradicional en que omite muchas palabras, versículos y pasajes
que se encuentran en el Texto Recibido y en las traducciones que se basan en él.

Las versiones modernas se basan principalmente en un Nuevo Testamento griego que fue
derivado de un pequeño conjunto de manuscritos griegos del siglo cuarto en adelante.
Dos de estos manuscritos, que muchos eruditos modernos afirman que son superiores al
bizantino, son el manuscrito Sinaítico y el manuscrito Vaticano (ca. siglo IV). Estos se
derivan de un tipo de texto conocido como el texto alejandrino (debido a su origen en
Egipto); los críticos textuales Westcott y Hort hicieron referencia a este tipo de texto
como el “Texto Neutral”. Estos dos manuscritos forman la base del Nuevo Testamento
griego, conocido como el Texto Crítico, que ha sido ampliamente utilizado desde fines
del siglo XIX. En años recientes ha habido un intento de mejorar este texto mediante la
denominación de texto “ecléctico” (queriendo decir que muchos otros manuscritos fueron
consultados en su edición y evolución), pero sigue siendo un texto cuyo fundamento
central lo constituyen estos dos manuscritos.

Problemas en el Texto Crítico

Hay muchos problemas de omisión que caracterizan a este Nuevo Testamento griego.
Los versículos y pasajes que se encuentran en los escritos de los Padres de la Iglesia de
alrededor del 200 al 300 d.C. están ausentes en los manuscritos del texto alejandrino que
datan aproximadamente del 300 al 400 d.C. Además, estas primeras lecturas se
encuentran en manuscritos en existencia del 500 d.C. en adelante. Un ejemplo de esto es
Marcos 16:9-20: este pasaje se encuentra en los escritos de Ireneo e Hipólito del siglo II,
y aparece en casi todos los manuscritos del Evangelio de Marcos a partir del 500 d.C.
Está ausente en dos manuscritos alejandrinos, el Sinaítico y el Vaticano.

Este es apenas uno de los muchos ejemplos de este problema. Hay muchas palabras,
versículos y pasajes que han sido omitidos en las versiones modernas, pero que se
encuentran en el texto tradicional o el bizantino del Nuevo Testamento, y por lo tanto, en
el Textus Receptus. Según un cálculo, el Texto Crítico difiere del Textus Receptus en
5,337 ocasiones. El manuscrito Vaticano omite 2,877 palabras en los Evangelios; el
manuscrito Sinaítico, 3,455 palabras en los Evangelios. Estos problemas entre el Textus
Receptus y el Texto Crítico son muy importantes para la correcta traducción e
interpretación del Nuevo Testamento. Contrariamente a lo que sostienen los partidarios
del Texto Crítico, estas omisiones sí afectan la doctrina y la fe en la vida cristiana.

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A continuación siguen varios ejemplos de problemas doctrinales causados por las
omisiones del Texto Crítico. Esta de ninguna manera es una lista exhaustiva. El moderno
Texto Crítico reconstruido:

 • Omite la referencia al Nacimiento Virginal en Lucas 2:33


 • Omite la referencia a la deidad de Cristo en 1 Timoteo 3:16
 • Omite la referencia a la deidad de Cristo en Romanos 14:10 y 12
 • Omite la referencia a la sangre de Cristo en Colosenses 1:14

Además, se crea un error en la Biblia en Marcos 1:2; en este pasaje en el Texto Crítico se
presenta a Isaías como el autor del libro de Malaquías. En numerosos lugares en el Nuevo
Testamento se omite el nombre de Jesús en el Texto Crítico; setenta veces se omite
“Jesús” y veintinueve veces se omite “Cristo". (1)
Otro problema con el moderno Texto Crítico es que los dos principales manuscritos sobre
los que se construye este texto, el Sinaítico y el Vaticano, difieren entre sí unas 3,000
veces sólo en los Evangelios. De este modo, el texto alejandrino se presenta como un tipo
de texto que se caracteriza en muchos lugares por lecturas que no son comunes a los
manuscritos de su propia tradición. El Texto Crítico se caracteriza por una redacción que
en el idioma original es difícil, abrupta e incluso imposible. Parece ser que con
independencia de cuán peculiar o aberrante pueda ser la variante de lectura, debe haber
estado en los autógrafos originales porque (como algunas veces se afirma) un escriba
nunca haría un cambio que discrepara de otros manuscritos; en lugar de eso, haría un
cambio que facilitara la lectura de un pasaje.

Se habla mucho de que los manuscritos alejandrinos son muy antiguos. Esto es verdad,
pero el énfasis en el estudio de la crítica textual no debería enfocar sobre cuán antiguo es
el manuscrito, sino sobre a cuántas copias de distancia está con respecto del original. Un
manuscrito que ha sido fechado como copiado durante el siglo décimo puede haber sido
el quinto en una línea de copias que se originara con el autógrafo original, mientras que
un manuscrito fechado como copiado durante el siglo tercero podría haber sido el
centésimo en la línea de copias. Puesto que es difícil determinar la genealogía, o la
familia de cualquier manuscrito dado, es importante tener en cuenta que la edad es
relativa, en el sentido de que se podría tener un manuscrito corrupto del siglo III, o un
manuscrito fiel del siglo X.

Un buen ejemplo sería suponer que, en el año 3000, se encontrara una copia de la Biblia
inglesa que datara de la década de 1970. Supóngase que esta Biblia fuera la más antigua
disponible, y que esta Biblia difiriera en cientos de lugares de la Biblia utilizada por los
cristianos en el año 3000. Bien podría imaginarse a los críticos científicos, con su
metodología, ensalzando las virtudes de la avanzada edad de esta Biblia, el diseño de la
página y cómo revela su calidad, el cuidado de la diagramación y el papel de este
volumen en particular, la encuadernación y así sucesivamente. Pero sus argumentos se
vendrían abajo si, tras comenzar a traducir las Biblias a los idiomas modernos basándose

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en este antiguo libro, los cristianos descubrieran que esta versión de las Escrituras es la
Traducción del Nuevo Mundo de los Testigos de Jehová.

Preservación providencial

Los cristianos conservadores y creyentes en la Biblia consideran que el Texto Tradicional


del Nuevo Testamento fue preservado providencialmente por Dios. Dios prometió en Su
Palabra que Él no solamente preservaría Su Palabra para las generaciones por venir, sino
también que Su Palabra sería permanente y se conservaría libre de la corrupción.

 Mateo 5:18 declara “Porque de cierto os digo, que hasta que perezca el cielo y la
tierra, ni una jota ni un tilde perecerá de la ley, hasta que todas las cosas sean
hechas”.

 Isaías 59:21 dice, “Y este será mi pacto con ellos, dijo Jehová: El Espíritu mío
que está sobre ti, y mis palabras que puse en tu boca, no faltarán de tu boca, ni de
la boca de tu simiente, ni de la boca de la simiente de tu simiente, dijo Jehová,
desde ahora y para siempre”.

 Juan 10:35 dice “la Escritura no puede ser quebrantada”.

Estos versículos demuestran que Dios no ha dejado a Su iglesia por siglos sin una copia
autoritativa de la Palabra de Dios, sino que el pueblo de Dios a lo largo de los tiempos ha
copiado y vuelto a copiar con fidelidad las copias de los autógrafos originales. La iglesia
en todo el mundo ha usado el Texto Tradicional en todas sus variadas formas, y Dios ha
estimado conveniente multiplicar multitudes de copias y ha traído salvación a muchas
generaciones a través de este proceso de preservación. Esta doctrina de la preservación
providencial se declara de manera sucinta en la Confesión de Fe de Westminster,
Capítulo 1, párrafo VIII:

El Antiguo Testamento en hebreo (que era la lengua nativa del antiguo pueblo de Dios), y
el Nuevo Testamento en griego (que en la época en que fue escrito era la lengua más
conocida entre las naciones), al haber sido inspirados inmediatamente por Dios, y
conservados puros a través de los siglos por su especial cuidado y providencia, son por lo
tanto auténticos; y por esa razón, la iglesia debe apelar a ellos en última instancia en toda
controversia religiosa.

Esta preciosa doctrina de la preservación providencial de las Escrituras ha sido casi


olvidada por los eruditos textuales modernos. Muchos de ellos tratan la Palabra de Dios
como simplemente cualquier otro libro que puede ser sometido a las normas antojadizas y
cambiantes de los métodos científicos modernos. Muchas de las formas destructivas de la
alta crítica del siglo XIX se han originado a partir de una falta de creencia de que la
Biblia es un libro sobrenatural. La Biblia tiene las marcas de la inspiración que pueden
ser claramente vistas por los ojos de quienes creen, pero que pueden ser pisoteadas por
los pies de los hombres que se precipitan hacia la destrucción. Pero, a pesar de esto, Dios
ha levantado a Su pueblo, que ama y disfruta de Su Palabra, y que reconoce las marcas de

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la inspiración que los primeros creyentes reconocieron, y que estas copias transmitidas a
través de los tiempos representan bien lo que Dios quería que fuera a usarse. Esto no
significa que cualquier edición impresa actual en particular del Nuevo Testamento griego
sea perfecta, sino que lo que sí quiere decir es que el Nuevo Testamento que tenemos hoy
es esencialmente el mismo que ha sido transmitido a lo largo de los tiempos a través de
diversos grupos de creyentes que han amado y guardado Su Palabra.

La fuerza de esta preservación en el Antiguo Testamento se hace patente en la calidad del


escriba que copió el hebreo del Antiguo Testamento. En el Nuevo Testamento esto se ve
en la abundancia de manuscritos que poseemos hoy. Este ha sido el método de Dios para
mantener pura Su Palabra. Esta preservación determina que ningún texto local, tal como
el de Alejandría, Egipto, llegue a ser el texto dominante. Hicieron falta el liberalismo y la
incredulidad para cuestionar este proceso de preservación. Nunca se ha probado que estos
pocos manuscritos alejandrinos existieran alguna vez fuera de Alejandría, Egipto.
Muchos de los del pueblo de Dios en todo el mundo rechazan el Texto Crítico en todas
sus formas. La aplicación práctica de la preservación providencial es que hoy el creyente
debe optar por un texto moderno reconstruido basado esencialmente en dos manuscritos
del siglo IV, que omite la deidad de Cristo en muchos lugares y que algunos estiman que
descarta aproximadamente 200 versículos (el equivalente de 1 y 2 Pedro), o debe escoger
un texto que Dios ha usado a lo largo de los siglos. ¿Usamos el texto que Dios ha
bendecido y que mejor honra y glorifica al Señor Jesús, o no?

Las ediciones impresas del Nuevo Testamento griego publicadas durante los años 1500 y
1600 fueron producidas por hombres que entendían qué significaba la gloria de Dios y la
importancia de tener copias precisas de la Biblia. Desde la obra conocida como la
Políglota Complutense hasta las diversas ediciones de Erasmo, a las cuatro ediciones de
Robert Stephens (la más conocida de las cuales es el texto de 1550 y que es la base para
lo que se denomina el Interlineal Berry o el Nuevo Testamento griego para los ingleses),
a la obra del gran crítico Teodoro Beza en sus cinco ediciones, a las ediciones de los
hermanos Elzevir en 1624 y 1633, y finalmente a la obra de F. H. A. Scrivener en las
décadas de 1870 y 1880, tenemos estudios académicos en crítica textual y la actitud más
fiel y cuidadosa hacia los manuscritos que pueda imaginarse. El Texto Tradicional del
Nuevo Testamento fue el texto del período de la Reforma, de manera que, ya fuese la
obra de Erasmo o de Stephens, la propia traducción de Lutero o la de sus herederos de la
Reforma, como los Teólogos de Westminster y los traductores de la Versión Autorizada
en inglés, este texto ha sido ampliamente usado y enormemente bendecido por Dios.

La responsabilidad de los creyentes hoy

El crítico textual J. Harold Greenlee ha dicho: “Por lo tanto, la crítica textual del Nuevo
Testamento es el estudio bíblico básico, un prerrequisito para todo el otro trabajo bíblico
y teológico”.(2) No se trata de una exageración con respecto a la importancia de este
asunto. Como creyentes tenemos la responsabilidad, en nuestro tiempo y época, de
proclamar el Evangelio, el Evangelio puro, el Evangelio no diluido. También tenemos el
derecho y privilegio de ser los siguientes en la línea de proteger la Palabra de Dios y
proclamarla. Cada cristiano individual decidirá sobre este tema, de cuál texto es el

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correcto. Sin lugar a dudas esta decisión será tomada, consciente o inconscientemente,
por cada uno de los cristianos. Esta decisión se toma cuando el creyente decide qué
edición de la Biblia usará para leer y estudiar, y si escoge una traducción basada en
manuscritos corruptos que reflejan opiniones que omiten la deidad de Cristo, Su sangre
expiatoria, Su nacimiento virginal, entonces la decisión ha sido la de extender este error a
la siguiente generación. Sin embargo, si el cristiano actual selecciona una traducción de
la Palabra de Dios que está traducida del Texto Tradicional del Nuevo Testamento, la
decisión ha sido la de continuar viendo a Dios obrar a través de Su providencia al proveer
Su Palabra en su forma completa, no solamente para esta generación sino para aquellas
por venir.

Notas

(1)
Véase "The Great Omission", The Quarterly Record (Londres, Inglaterra: The Trinitarian
Bible Society, nro. 524, Julio-Septiembre 1993).

(2)
J. Harold Greenlee, Introduction to New Testament Textual Criticism (Grand Rapids,
Michigan, EE.UU.: William B. Eerdmans Publishing Co., 1964), pág. 17.

Bibliografía en respaldo al Texto Tradicional del Nuevo Testamento

"The Ancient Manuscripts of the New Testament", Quarterly Record Londres, Inglaterra:
The Trinitarian Bible Society, nro. 510, January-March 1990.

Anderson, G. W. y D. E. A Textual Key to the New Testament. Londres, Inglaterra: The


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"The Authorised Version: What Today's Christian Needs to Know about the AV",
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Burgon, John William. The Causes of Corruption of the Traditional Text of the Holy
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________. The Last Twelve Verses of the Gospel According to S. Mark. Oxford: J. Parker
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________. The Revision Revised. Fort Worth, Texas, EE.UU.: A. G. Hobbs Publications,
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________. The Traditional Text of the Holy Gospels. Londres: George Bell and Sons,
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Clark, Gordon H. Logical Criticisms of Textual Criticism. Jefferson, Maryland, EE.UU.:


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Dabney, Robert L. "The Doctrinal Various Readings of the New Testament Greek",
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"The New International Version: What today's Christian Needs to Know About the NIV",
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The New Testament, The Greek Text Underlying the English Authorised Version of 1611
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Pickering, Wilbur N. The Identity of the New Testament Text. Nashville, Tennessee,
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________. A Plain Introduction to the Criticism of the New Testament for the Use of
Biblical Students, third edition. Cambridge, Inglaterra: Deighton, Bell and Co., 1883.

Sturz, Harry A. The Byzantine Text-Type and New Testament Textual Criticism.
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"What is Wrong With the Modern Versions of the Holy Scriptures?" Artículo Nro. 41.
Londres, Inglaterra: The Trinitarian Bible Society, s.f.

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"The Word of God Among All Nations: An Introduction to the Society's Principles".
Londres, Inglaterra: The Trinitarian Bible Society, s.f.

Traducido por Donald Herrera.

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El Señor dio la Palabra
Un estudio sobre la historia del texto bíblico

por Malcolm H. Watts

Contenido:

El Antiguo Testamento

La primera lengua
Materiales de escritura
Revelación
Doctrina gemela
Puesta por escrito
Los originales
El templo
Significado del arca
Un solo libro
Copias
El trabajo de los escribas
Pérdida de los originales
La gran sinagoga
Los célebres masoretas
Un texto masorético
Resumen del Antiguo Testamento

El Nuevo Testamento

La Versión Reina Valera

La Biblia es la eterna Palabra de Dios. Le ha sido entregada por Dios al hombre para que fuera la
norma absoluta, suprema, autorizada, infalible e inmutable para la fe y la práctica. En este artículo
remontaremos la historia de la Biblia desde sus orígenes en la propia revelación divina, a través de su
corporización en forma escrita por inspiración sobrenatural, hasta su transmisión precisa hasta el
presente por preservación providencial. Es nuestra firme creencia que, si bien las tormentas de la
crítica siguen levantándose contra la Palabra de Dios, la humilde confianza del creyente en ella es
justificable y fundamentada. Este sagrado volumen es, y siempre lo será, el Libro de Dios.

El Antiguo Testamento

La mayor parte del Antiguo Testamento fue escrita en hebreo, a veces denominada “la lengua de
Canaán” (Isaías 19:18), o “la lengua judaica” (Isaías 36:11). Esta lengua probablemente se desarrolló
a partir del hebreo antiguo hablado por Abram en Ur de los caldeos (Génesis 14:13); diversos
académicos consideran que este hebreo antiguo antecedió a Abram, y que era la “una lengua” y “unas
mismas palabras” de las épocas anteriores a Babel (Génesis 11:1). En otras palabras, la consideran el
idioma original del hombre.

2
La primera lengua

La evidencia de respaldo para esto es bastante sólida. En primer lugar, en hebreo los nombres de los
animales expresan de manera muy precisa su naturaleza y características, ciertamente, más que en
cualquier otro idioma antiguo. Esto se vincularía con el hecho de que Adán, a poco de su creación,
designó a los animales observando las cualidades y características peculiares de cada una de las
especies (Génesis 2:19-20). Segundo, los nombres propios, como Adán, Eva y Caín, tienen
significados importantes en hebreo, algunos de los cuales les fueron en realidad asignados en las
Escrituras del Antiguo Testamento (Génesis 2:23; 3:20; 4:1). En tercer lugar, los nombres de diversas
naciones antiguas parecen ser de origen hebreo, al derivar de los hijos y nietos de Sem, Cam y Jafet,
como por ejemplo, los asirios de Asur, los elamitas de Elam y los arameos de Aram.

En consecuencia, puede argumentarse que la primera lengua que se habló y oyó en este mundo haya
sido alguna forma de hebreo; pero sea como fuere, es un hecho indiscutible que prácticamente todo el
Antiguo Testamento está escrito en hebreo. Las únicas excepciones están en arameo (un idioma
cercano, de la misma familia que el hebreo), que de hecho reemplazó al hebreo en la época del
cautiverio. Estas excepciones son dos partes del libro de Esdras (4:8-6:18; 7:12-26), que se explican
al ser el arameo el idioma oficial del imperio persa; un versículo de Jeremías (10:11), donde aparece
la cita de un proverbio arameo, y una sección bastante grande del libro de Daniel (2:4 a 7:28), en la
cual se utiliza el arameo, probablemente dado que la sección completa trata de las naciones del
mundo.

Materiales de escritura

Ahora bien, ¿sobre qué se escribieron las antiguas Escrituras? Originalmente, las Escrituras del
Antiguo Testamento parecen haber sido escritas sobre papiro. Éste se hacía con juncos que crecían en
las márgenes del Nilo. Los juncos se cortaban en tiras, y se colocaban línea sobre línea en ángulo
recto; luego, se los golpeaba, prensaba y pulía para formar una especie de papel primitivo. Sabemos
que el papiro era utilizado en Egipto hace mucho tiempo, ciertamente en tiempos de Moisés, y en
consecuencia es probable que los documentos del Antiguo Testamento se escribieran sobre este
material. En caso contrario, habrían sido escritos sobre cueros de animales, que se utilizaban
alrededor de 2000 a.C. Se llegó a preferir los cueros porque duraban más y no resultaban tan frágiles,
y de esa forma, conservaban más perfectamente el texto.

Revelación

Sabemos que Dios es el mayor de los seres. Dice la Escritura: "¿Alcanzarás tú el rastro de Dios?
¿Llegarás tú a la perfección del Todopoderoso?" (Job 11:7). Y la respuesta que se presume es, por
supuesto, “no”. Ni con todo nuestro ingenio podemos descubrir al Dios infinito. Él está mucho más allá
de nuestra humana comprensión. ¿Esto quiere decir, entonces, que no tenemos esperanza de
conocerlo? Afortunadamente, no significa eso. Si bien no podemos, ni siquiera con una intensa
investigación, descubrir a Dios, Él puede hacerse conocer por nosotros. Como fuente de toda verdad,
Él puede enseñarnos sobre Su propio Ser maravilloso, y en consecuencia, como lo dice el Salmista:
“En tu luz veremos la luz" (Salmos 36:9). Esto nos trae, de manera muy natural, a la doctrina de la
revelación.

Una definición concisa pero acertada de la revelación proviene de la pluma del Dr. James Bannerman,
quien escribió: “La revelación, en cuanto acto divino, es la presentación de la verdad subjetiva al
hombre de una manera sobrenatural, por parte de Dios. La revelación, en cuanto efecto de dicho acto,
es la verdad objetiva así presentada”.1

3
Ahora bien, la revelación es de dos tipos. En primer lugar, existe una revelación general. Esta
proviene en parte de lo exterior a nosotros, del mundo que nos rodea. En las obras de creación y
providencia, Dios muestra algo de Su divinidad y perfección. “Porque las cosas invisibles de él, su
eterna potencia y divinidad, se echan de ver desde la creación del mundo, siendo entendidas por las
cosas que son hechas" (Romanos 1:20; cf. Salmos 19:1; Hechos 14:27). Al mirar las diversas partes
de este universo visible, nos vemos obligados a pensar, con temor reverencial, en el divino Arquitecto
y Hacedor. Una revelación general adicional proviene de nuestro interior. Hechos a imagen de Dios,
contamos con un cierto sentido natural de Dios, la inmortalidad y la diferencia entre el bien y el mal.
Somos, como dice Pablo, una ley a nosotros mismos, porque “la obra de la ley” está escrita en
nuestros “corazones”, “dando testimonio juntamente nuestras conciencias” (Romanos 2:14,15).

Se dice que tal revelación es general: no sólo porque se hace de manera general en todo el mundo,
sino también porque trata únicamente de cosas generales. No dice nada sobre aspectos específicos,
como la reconciliación con Dios, el perdón de los pecados, o el camino al cielo.

No obstante, en Su maravillosa misericordia, Dios se ha complacido en otorgar la revelación especial.


Esta también es tanto externa como interna. La revelación especial externa llegó a través de
“teofanías”, ya que Dios verdaderamente se apareció ante los hombres, y también a través de
“voces”, cuando Dios les habló. "Y apareció Jehová á Abram, y le dijo: A tu simiente daré esta tierra…"
(Génesis 12:7; cf. 3:8-19). La revelación especial interna llegó a hombres elegidos a través de
visiones, sueños y cargas. Como el mismo Dios dijo: “…si tuviereis profeta de Jehová, le apareceré en
visión, en sueños hablaré con él.” (Números 12:6). Las “cargas” eran mensajes de peso que se
entregaban en la mente y el corazón. Por ello, leemos: “Carga de la palabra de Jehová contra Israel,
por mano de Malaquías” (Malaquías 1:1). La revelación especial satisface las necesidades más
profundas de los corazones de los hombres. Responde a la pregunta antigua como el alma del
hombre: “¿Y cómo se justificará el hombre con Dios?" (Job 9:2). A través de la revelación general y
especial (que llegó a su clímax, por supuesto, en la Encarnación), Dios nos ha entregado
graciosamente una divina divulgación de Sí, y ha hecho conocer el camino de Su salvación.

Doctrina gemela

Existe una doctrina gemela que debemos considerar ahora: la inspiración, a la que el profesor Louis
Gaussen una vez definió como “ese poder inexplicable que el Espíritu Divino hizo crecer antiguamente
en los autores de la Sagrada Escritura, para guiarlos incluso en el empleo de las palabras que
utilizaban, y para resguardarlos por igual de todo error y de toda omisión”. 2

La inspiración, por lo tanto, es el proceso por el cual Dios ejerce una influencia sobrenatural sobre
ciertos hombres, permitiéndoles que registren de manera exacta e infalible lo que se les haya
revelado. “Los santos hombres de Dios” leemos, “hablaron siendo inspirados del Espíritu Santo” (2
Pedro 1:21). El resultado de este proceso es la Palabra de Dios escrita, “la escritura de verdad”
(Daniel 10:21). Inmediatamente viene a la mente la clásica declaración del apóstol: “Toda escritura es
inspirada divinamente” (2 Timoteo 3:16).

La Escritura inspirada es el libro de la revelación de Dios. Como resultado de la revelación y la


inspiración, podemos sostener la Biblia en nuestras manos, y saber que estamos en posesión de la
Palabra de Dios escrita.

Puesta por escrito

El primer ejemplo registrado de dicho proceso de puesta por escrito se encuentra en Éxodo 17:14,
donde, a poco de la guerra con los amalecitas, el Señor dijo a Moisés: “Escribe esto para memoria en
un libro…” Nuevamente, en Éxodo 24:4, leemos cómo “Moisés escribió todas las palabras de Jehová”.

4
Y una vez más, en Éxodo 34:27, el Señor le dijo: “Escribe tú estas palabras…” Y así podríamos seguir.
Hay muchos otros pasajes que muestran que Moisés escribió mucho más, incluso la totalidad del
Pentateuco, es decir los primeros cinco libros de la Biblia (por ejemplo, Deuteronomio 31:9,24-26;
Números 33:1,2).

Los originales

Una vez escritos, los originales inspirados, o “autógrafos” (como se los denomina), fueron conservados
cuidadosamente. El rollo de Moisés, por ejemplo, fue entregado a los sacerdotes que lo depositaron
cerca del arca sagrada. Leemos en Deuteronomio 31:25,26 que “Mandó Moisés a los Levitas que
llevaban el arca del pacto de Jehová, diciendo: Tomad este libro de la ley [el libro que había escrito], y
ponedlo al lado del arca del pacto de Jehová vuestro Dios, y esté allí por testigo contra ti” (cf. Josué
1:8; 1 Reyes 2:3; Nehemías 8:1).

Tras Moisés vino Josué, el autor del libro que lleva su nombre; y hacia el fin de su vida, según Josué
24:26, hizo exactamente lo mismo que había hecho una vez Moisés. Tras hacer un agregado al rollo
de Moisés, hizo que se volviera a colocar ese rollo en el santuario. “Y escribió Josué estas palabras en
el libro de la ley de Dios; y tomando una grande piedra, la levantó allí debajo de un alcornoque que
estaba junto al santuario de Jehová”.

No pasó mucho antes de que hubiera otro agregado, esta vez por parte de Samuel, quien “recitó luego
al pueblo el derecho del reino, y los escribió en un libro, el cual guardó delante de Jehová” (es decir,
en presencia de Dios, en el sector más sagrado y al lado del arca del pacto; 1 Samuel 10:25).

El templo

Cuando se cambió el tabernáculo por el templo, estos originales preciosos parecen haber sido
transferidos a una construcción más permanente. Puede haber una referencia a ellos en 2 Reyes 22:8,
donde se registra al sumo sacerdote Hilcías diciendo: "El libro de la ley he hallado en la casa de
Jehová”. Algunos académicos han sugerido que el “libro de la ley” era la copia original de Moisés, que
los sacerdotes habían ocultado durante los reinos perversos de Manasés y Amón, y que recién ahora
se había descubierto y llevado a conocimiento del rey 3. En 2 Crónicas 34:14, se lo denomina “libro de
la ley de Jehová dada por la mano de Moisés”

Significado del arca

El Dr. W. H. Green señala que conservar estos documentos en este lugar sagrado estaba “de acuerdo
con los usos de las principales naciones de la antigüedad”. Alude al hecho de que “los romanos,
griegos, fenicios, babilonios y egipcios tenían sus escritos sagrados, que eran celosamente
conservados en sus templos, y confiados al cuidado de funcionarios especialmente designados para
ese propósito”.4

Había, no obstante, razones más importantes por las cuales se confinaron los rollos en este lugar.

El arca estaba guardada en el divino santuario, y por lo tanto a los escritos colocados al costado del
arca se los asociaba particularmente con Dios. Él es indudablemente el autor de las Escrituras. Lo que
Él dijo y lo que dicen las Escrituras es la misma y única cosa (Romanos 9:17; Gálatas 3:2). Aquí,
entonces, está la Palabra escrita de Dios, y en conjunto, estos libros inspirados pueden ser llamados
“la palabra de Dios” (Romanos 3:2; cf. Hechos 7:38).

Los piadosos israelitas entendieron que el arca era el trono de Dios (Éxodo 25:22; Salmos 80:1). El
hecho de que estos escritos se colocaran al lado del arca sugería que eran divinamente autoritativos.

5
La Escritura posee una enorme autoridad. Demanda de los hombres una fe sin dudas en sus
enseñanzas, y una resuelta obediencia a sus preceptos. Cada alma debe inclinarse ante ella. “Él
estableció testimonio en Jacob, y puso ley en Israel; la cual mandó a nuestros padres que la
notificasen a sus hijos...” (Salmos 78:5).

Más aún, como las Escrituras estaban colocadas cerca del arca, en el corazón del tabernáculo o
templo, estaban separadas de todos los libros comunes. Manifiestamente se las había declarado
sagradas. Ciertamente, la Palabra de Dios escrita es pura y sublime. Es verdad, sin ninguna mezcla de
error. “Las palabras de Jehová, palabras limpias; plata refinada en horno de tierra, purificada siete
veces” (Salmos 12:6). Los escritos inspirados deben ser reverenciados siempre como “las Sagradas
Escrituras” (2 Timoteo 3:15).

El arca, por supuesto, tenía su cubierta donde se rociaba la sangre del sacrificio (Éxodo 25:21); y los
libros se colocaban cerca, tal vez sugiriendo que explicaban la doctrina de la expiación y establecían la
única forma de acercamiento a Dios. “Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y
resucitase de los muertos al tercer día: y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y la
remisión de pecados...” (Lucas 24:46,47).

Un pensamiento final: los rollos habrían estado bajo las alas de los querubines (Éxodo 25:18-20), una
indicación de que estaban divinamente salvaguardados y preservados. Aunque actualmente a menudo
se la niega, se debe creer y declarar con audacia la doctrina de la preservación de la Escritura. “El
Antiguo Testamento en hebreo... y el Nuevo Testamento en griego… al estar inmediatamente
inspirados por Dios, y al haberse mantenido por Su singular cuidado y providencia puros en todas las
épocas (La Confesión de Fe de Westminster, Cap. 1; Secc. 8). Nuestro Dios mismo dijo: “hasta que
perezca el cielo y la tierra, ni una jota ni un tilde perecerá de la ley, hasta que todas las cosas sean
hechas" (Mateo 5:18; cf. Salmos 119:152; Isaías 40:8).

Un solo libro

Dios siguió inspirando a los hombres hasta que hubo una maravillosa colección de libros (1 Crónicas
29:29; 2 Crónicas 9:29, 12:15; Isaías 30:8; Jeremías 36:1,2). Los primeros escritos de Moisés datan
de alrededor de 1450 a.C., en tanto el escrito de Malaquías se habría finalizado en alguna fecha
alrededor de 450 a.C. De manera que fue por aproximadamente 1000 años que Dios se comunicó
graciosamente con los hombres y, por la influencia sobrenatural de Su Espíritu, hizo que sus
comunicaciones se escribieran, libres de todo error tanto fáctico como doctrinal. Estos escritos fueron
luego maravillosamente preservados. Sólo nos queda observar aquí que, desde el principio, esta
colección fue considerada como básicamente un solo libro, llamado “el libro de Jehová” (Isaías 34:16).

Copias

La primera vez que se menciona la copia es con respecto a los Diez Mandamientos, escritos
originalmente por supuesto en tablas de piedra por la mano de Dios. Como estas primeras tablas
habían sido rotas, el Señor encomendó a Moisés que cortara unas nuevas, y el Señor escribió en ellas
las mismas palabras. Fue entonces que Dios estableció las reglas para el copiado: la copia debe ser
“conforme a la primera escritura” (Deuteronomio 10:4). Y tenemos fundamentos sólidos para creer
que esta regla se hizo cumplir estrictamente. Cuando el mensaje escrito de Jeremías fue destruido por
Joacim, Dios ordenó al profeta que hiciera otra copia, pero al hacerlo, estipuló que la copia debía ser
exacta. “Vuelve a tomar otro rollo”, dijo, “y escribe en él todas las palabras primeras, que estaban en
el primer rollo” (Jeremías 36:28). Acorde a ello, Baruc (el escriba de Jeremías) volvió a escribir, al
dictado del profeta, todas las palabras que habían sido escritas en el primer rollo (36:32, el segundo
rollo era por lo tanto una copia precisa del primero, aunque en esta ocasión Baruc añadió material
adicional del ministerio inspirado de Jeremías). Así es que se hicieron copias, no sólo de los Diez
Mandamientos sino también de otras partes de la Escritura. Una copia del libro del Deuteronomio, o

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quizás incluso la totalidad del Pentateuco, debía estar en manos de cada uno de los reyes de Israel. “Y
será, cuando se asentare sobre el solio de su reino, que ha de escribir para sí en un libro un traslado
de esta ley, del original de delante de los sacerdotes Levitas; y lo tendrá consigo, y leerá en él todos
los días de su vida” (Deuteronomio 17:18, 19; cf. 2 Crónicas 23:11). Los originales, por supuesto,
estaban a cargo de “los sacerdotes levitas”; y cuando dice: “ha de escribir para sí un traslado de esta
ley”, probablemente no quiera decir que él debería hacerlo por sí mismo, sino que debía disponer que
alguien lo hiciera por él (cf. 1 Samuel 1:3; 13:9; 1 Reyes 8:62; Juan 19:19, donde se dice que ciertos
hombres hacen lo que, en el caso, casi con certeza es realizado por otros).

A fin de actuar debidamente, los jueces habrían necesitado acceso a las diversas leyes de Moisés (2
Crónicas 19:10), al igual que los sacerdotes, especialmente aquellos enviados con ciertos levitas a
enseñar en las ciudades de Judá (2 Crónicas 17:7-9). En el último caso, específicamente se dice que
“enseñaron en Judá, teniendo consigo el libro de la ley de Jehová” (v 9). No podemos suponer que
sólo los funcionarios poseían copias de las Escrituras. Hay evidencias que sugieren que los creyentes
por lo general tenían acceso a los libros bíblicos (Salmos 1:4, Salmos 119).

El trabajo de los escribas

Los originales, como ya hemos observado, se denominan “autógrafos”. A las copias se las conoce
como “apógrafos”. Está claro que se puso un gran cuidado en la copia de las Escrituras. Al principio los
sacerdotes eran responsables de ello (Deuteronomio 17:18), pero posteriormente los escribas (en
hebreo: sopherim, de saphar, escribir) asumieron ese rol, como indica el lenguaje de Jeremías, el
profeta: “¿Cómo decís… la ley de Jehová es con nosotros? Ciertamente, he aquí que en vano se cortó
la pluma, por demás fueron los escribas” (Jeremías 8:8). Aquellos designados como escribas
originalmente tenían muchas y diversas responsabilidades. Sin embargo, a medida que pasaba el
tiempo, tendieron a concentrarse en el trabajo de transcripción, y por ello un hombre como Esdras
llegó a ser llamado “escriba de las palabras mandadas de Jehová, y de sus estatutos a Israel” (Esdras
7:11).

Comprensiblemente, la demanda por copias de las escrituras se tornó muy grande. Los escribas en
consecuencia se agruparon en “familias” o “gremios”, combinando sus esfuerzos para garantizar los
mejores resultados posibles (1 Crónicas 2:55). Su experiencia en este campo, junto con su profunda
reverencia por la Sagrada Escritura, determinó la producción de copias verdaderamente excelentes.
De hecho, sólo se confiaba en los rollos procedentes de esta clase de escriba.

Cabe destacar aquí que, en el propósito y providencia de Dios, los judíos cuidaron de sus escritos
sagrados en mayor medida que ningún otro pueblo del mundo antiguo.

Se alcanzó tal precisión que las copias de los escribas podían ser citadas como la verdadera Palabra de
Dios, y en consecuencia divinamente autoritativa. In 1 Reyes 2:3, David ordena a Salomón, su hijo:
“Guarda la ordenanza de Jehová tu Dios, andando en sus caminos, y observando sus estatutos y
mandamientos, y sus derechos y testimonios, de la manera que está escrito en la ley de Moisés.”
Ahora bien, el rey Salomón sólo habría tenido acceso a una copia, como se menciona en
Deuteronomio 17:18,19; pero obsérvese cómo a esta copia se la describe como lo que está “escrito en
la ley de Moisés”. Se había tenido un cuidado tan meticuloso en la copia que el manuscrito resultante
conservaba la autoridad del original. Era la Palabra de Dios y como tal se la podía citar.

Pérdida de los originales

Jerusalén cayó ante los babilonios en 586 a.C. La ciudad sufrió enormes daños, y el gran templo
construido por Salomón fue destruido por completo (2 Crónicas 36:17-19). Si bien no se menciona en
la historia, es casi seguro que los escritos originales perecieran junto con la ciudad. Sin embargo, no

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todo se había perdido. Para esas época se habían hecho numerosas copias, y algunas de ellas habían
sido llevadas a la tierra del cautiverio, porque encontramos a Daniel que cita de lo que debe haber
sido una copia de la Ley de Moisés (Daniel 9:11), y también haciendo mención a la profecía de
Jeremías, copia de la cual debe haber tenido en su poder (9:2).

En 537 a.C., los judíos comenzaron el regreso de su cautiverio, y sabemos que Esdras volvió a
establecer el culto “conforme a lo escrito en el libro de Moisés” (Esdras 6:18). Esto sugiere que
todavía tenían copias de las Escrituras, y que podían consultarlas al tomar las disposiciones para el
culto para el segundo templo. Según Nehemías 8:1, el pueblo de hecho pidió a Esdras que trajera “el
libro de la ley de Moisés, la cual mandó Jehová a Israel”. Éste no era el original, sólo una copia, pero
no obstante significativamente se lo describe como “la ley de Moisés”. De tales Escrituras concluimos
que Dios había preservado maravillosamente Su Palabra.

La Gran Sinagoga

La historia del Antiguo Testamento finaliza en forma un tanto abrupta con el regreso desde el
cautiverio; no obstante, según los últimos libros, Esdras parece haber asumido la presidencia de un
cuerpo de estudiosos y sabios (Nehemías 8:4,7,13; cf. Esdras 7:6,11,22). La tradición judía nos
informa que, tras el regreso del pueblo judío, Esdras creó la Gran Sinagoga con miras a reorganizar la
vida religiosa de la nación. Este concejo, porque eso es lo que era en realidad, constaba de 120
miembros, e incluía a los profetas Hageo, Zacarías y Malaquías. Los “Hombres de la Gran Sinagoga”
reunieron todas las copias de la Sagrada Escritura que pudieron encontrar, y las sometieron a
detallados exámenes y comparaciones. Muchos errores menores, cometidos inadvertidamente, fueron
ahora corregidos. Estos errores eran por ejemplo la omisión de una letra, una palabra o incluso una
línea. Que se hubieran deslizado en algunos manuscritos no es sorprendente, si recordamos que
existen como mínimo ocho pares de letras hebreas que son similares, al punto incluso de ser casi
idénticas. El más concienzudo de los escribas no estaba exento de cometer algún pequeño error. No
obstante, en última instancia las copias fueron sometidas a un proceso de corrección, y si se
encontraba alguna particularmente errónea, se la enterraba en una “genizah”, un sitio sagrado cerca
de una sinagoga judía. Como resultado del trabajo de la Gran Sinagoga, el Segundo Templo parece
haber sido provisto de un texto muy similar al último texto hebreo recibido.5

Para la época en que nuestro Señor entra en escena, había disponibles muchas copias. El Señor Jesús
constantemente apelaba a las Sagradas Escrituras. Leía de ellas en las sinagogas (Lucas 4:16); las
citaba en Su ministerio público (Mateo 19:3-5; 21:16,42); y exhortaba a Su audiencia a que las
leyeran por sí mismos (Juan 5:39). No puede haber duda alguna de que Él consideraba a las copias
existentes la verdadera Palabra de Dios. Si bien Él corrigió las glosas e interpretaciones de los
fariseos, ni siquiera una vez cuestionó la integridad del texto hebreo. Fue capaz de decir: “Escrito
está” (Mateo 4:4,7,10), y nuevamente, “la escritura no puede ser quebrantada” (Juan 10:35). Lo
mismo se aplica, por supuesto, a los Apóstoles (Hechos 1:16, 4:25, 28:25; Hebreos 1:1,6,7; etc.).

Podría argumentarse que esto prueba demasiado, en la medida en que el Septuaginto (LXX: la
traducción en griego del Antiguo Testamento hecha por judíos alejandrinos alrededor de 250 a.C.)
también se cita constantemente en el Nuevo Testamento sin que se lo cuestione ni una sola vez. Por
lo tanto, sobre la misma premisa, ¿no podría decirse que esto indica un respaldo al Septuaginto en el
carácter de un texto inspirado y fiel? No, ese razonamiento contiene un grave defecto. El hecho es que
hay diversos lugares en el Nuevo Testamento donde la versión del Septuaginto parece haber sido
deliberadamente rechazada, por ejemplo Mateo 2:15, donde el LXX dice: “De Egipto llamé a sus
hijos”; Romanos 10:15, donde el LXX dice: “Estoy presente como una estación de belleza en las
montañas, como los pies del que predica alegres nuevas de paz, como uno que predica buenas
nuevas”. Véase también: Romanos 11:4; 1 Pedro 4:8).

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En tanto algunas citas del Nuevo Testamento muestran preferencia por la versión del Septuaginto, se
encontrará que la variación en estos casos es muy leve, y de ninguna manera en el sentido (por
ejemplo, Mateo 15:8,9, en hebreo: “…su corazón han alejado de mí, y su temor de mí se ha
convertido en precepto de los hombres, una cosa que se enseña”; Hechos 13:34, en hebreo: “Os daré
las misericordias seguras de David”, pero el texto griego del Nuevo Testamento en realidad cita al
Septuaginto aquí, como en el margen de la Versión Autorizada en inglés: “[Os daré]… las cosas
sagradas de David, las cosas seguras”).

“No encontramos”, comenta el Dr. Roger Nicole, “ningún ejemplo de una deducción o aplicación del
Nuevo Testamento inferido lógicamente del Septuaginto y que no pueda mantenerse sobre la base del
texto hebreo”. Concluye: “El uso del LXX en las citas no indica que los escritores del Nuevo
Testamento hayan considerado esta versión como inspirada en sí misma… Pero su disposición para
hacer uso del LXX, a pesar de sus ocasionales defectos, enseña la importante lección de que el
mensaje básico que Dios pretendía entregar puede ser transmitido incluso a través de una traducción,
y que puede apelarse a una versión en la medida en que concuerde con el original”. 6

Volviendo a nuestro punto anterior: el respaldo dado por Nuestro Señor y Sus apóstoles al texto
hebreo del siglo I muestra que ese texto era tan fiel como confiable.

Los célebres masoretas

Como hemos visto, Dios convocó a escribas, o sopherim, para producir un texto notablemente puro.
Fue responsabilidad de otros continuar su tarea y dar los pasos necesarios para la preservación del
texto. Estos fueron los masoretas, un nombre derivado del término hebreo "Massorah", que significa
“tradición”. Eran familias de académicos y críticos de texto judíos, que finalmente abrieron academias,
una en Tiberias (en la costa del mar de Galilea) y otra en Babilonia (en el Este). Nadie sabe
exactamente cuándo aparecieron los masoretas. Algunos creen que se puede remontar su origen al
siglo I d.C. Otros datan sus inicios en una fecha posterior, alrededor de 500 d.C. Sea cual fuere la
correcta, el logro de los masoretas es lo que verdaderamente importa.

Jerusalén había sido destruida en 70 d.C. Como resultado, los judíos se dispersaron en los diversos
países del imperio romano. Los masoretas sabían que estos judíos dispersos y las generaciones
subsiguientes requerirían copias de las Sagradas Escrituras, y creían que podían hacerse ciertas cosas
para garantizar la preservación del texto hebreo puro. Con esto en mente, recopilaron información
vital sobre el texto, y establecieron reglas detalladas para su copia correcta. Ellos introdujeron los
puntos vocales (el hebreo no tiene vocales), fijaron los acentos (para garantizar una pronunciación
correcta), explicaron el significado de las palabras (donde había ambigüedad), aportaron lecturas
marginales (para eliminar la oscuridad) y marcaron las pausas previstas (que a menudo afectan el
significado). Fueron tan meticulosos en sus estudios que incluso contaron los versículos, palabras y
letras del Antiguo Testamento, consignando por ejemplo que Aleph aparece 42.377 veces, Beth,
38.218 veces, Gimel, 29.537 veces y así sucesivamente.

Los copistas debían seguir las estrictas reglas del Talmud, entre las que se incluían las siguientes: sólo
podían utilizarse los cueros de animales limpios; cada cuero debía contener la misma cantidad de
columnas; no debía haber menos de cuarenta y ocho ni más de sesenta líneas; la tinta negra debía
ser preparada según una receta específica; no debía escribirse ninguna palabra ni letra de memoria; si
apenas una letra se omitía, o se la insertaba incorrectamente, o incluso si una letra tocaba a otra, la
hoja debía ser destruida; tres errores en una página significaban que el manuscrito completo estaba
condenado; y la revisión de la copia debía tener lugar dentro de los 30 días, porque en caso contrario
debía ser rechazada. El manuscrito que sobrevivía a este proceso no podía ser más que
sorprendentemente exacto.

Un texto masorético

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El propósito de los masoretas era preservar el Antiguo Testamento contra toda forma de alteración; y
fue para garantizar dicho objetivo que hicieron su recopilación de notas detalladas (la Massorah). Los
judíos denominaron “El cerco de la ley” al trabajo terminado. Como resultado de su trabajo, hoy
contamos con un texto estándar y tradicional.

El texto del cual se tradujo la Versión Autorizada se denomina el Texto Ben Chayyim (por Jacob ben
Chayyim, en cuya editora se imprimió en 1524-5), y es similar al Texto de Ben Asher (que vivió en el
siglo X en Tiberias, en Palestina, y junto con otros miembros de su familia estableció una edición
exacta del texto masorético). Es un texto fiel y confiable.

A través de la especial providencia de Dios, podemos decir confiadamente que en el texto masorético
en hebreo tenemos un texto muy cercano al original hebreo.

Resumen del Antiguo Testamento

Resumiendo, entonces, ¿qué medios utilizó Dios para garantizar la preservación de Su Palabra?

El primero fue la profunda reverencia de los judíos por las Sagradas Escrituras. Los judíos literalmente
temblaban ante la Palabra escrita. Según Filo y Josefo, estaban dispuestos a sufrir cualquier tormento,
o incluso la muerte, antes que cambiar nada en las Sagradas Escrituras. Dios utilizó esta reverencia
por el texto para impedir que se lo falsificara y corrompiera.

Segundo, estaban los solemnes mandatos de las Escrituras, como por ejemplo Deuteronomio 4:2: “No
añadiréis a la palabra que yo os mando, ni disminuiréis de ella”. Estos mandatos, emitidos con
autoridad divina, instilaron un genuino temor en el corazón de los hombres.

Tercero, estos rollos fueron colocados en el Lugar Santísimo. Al no haber otro lugar más sagrado en la
tierra, los pusieron fuera de la interferencia de cualquier mano.

Cuarto, el absoluto profesionalismo de los escribas y los masoretas garantizaba y preservaba un texto
puro. Eran grandes estudiosos, preparados en la ley divina y reverenciados como intérpretes de las
Sagradas Escrituras.

Quinto, estaba la supervisión de los profetas. Durante todo el periodo del Antiguo Testamento, los
profetas ejercieron un ministerio exclusivo y pudieron controlar el proceso de copia. Ellos habrían
detectado rápidamente cualquier error de transcripción.

Sexto, los judíos repetían constantemente sus Escrituras, como muestra claramente Deuteronomio
6:7: “Y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al
acostarte, y cuando te levantes”. Estas repeticiones creaban tal familiaridad con el texto que incluso si
se hubiera alterado una sola palabra, ello habría sido detectado de inmediato y, sin duda alguna,
habría surgido una protesta fuerte e incluso vehemente.

Séptimo, Cristo y Sus apóstoles confirmaron las Escrituras como fueron recibidas en sus tiempos. El
texto estándar utilizado por ellos es exactamente el mismo que usamos hoy. Su cita sin hesitaciones
de él como la Palabra de Dios es un sello indudable de autenticidad y confiabilidad.

Éstas y otras consideraciones nos llevan a considerar que Dios ha conservado maravillosamente el
texto del Antiguo Testamento. Cuando se lee el Antiguo Testamento, según el texto masorético,
podemos creer que estamos leyendo y escuchando la Palabra de Dios. Sin importar cuán interesantes
puedan ser, no debemos aceptar las interpretaciones peculiares de los Rollos del Mar Muerto, de la
versión latina o de cualquier otra fuente.

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Dios ha preservado Su Palabra. No debe entenderse que esto tiene el significado de que, a lo largo de
la historia, Dios hizo repetidos milagros, ni que Él haya “inspirado” a los diversos rabinos y escribas
que trabajaron en el texto. Concedemos que los autógrafos han desaparecido hace mucho, y que
algunos errores se han deslizado en las copias que actualmente tenemos a nuestra disposición. Por lo
tanto existe la necesidad de una crítica textual. La doctrina de la “preservación providencial” requiere
una cuidadosa definición. ¿Qué queremos decir exactamente con esto? Aquí, citaré las palabras del
profesor John H. Skilton: “Dios que nos dio las Escrituras, quien obra todas las cosas tras el consejo
de su voluntad, ha ejercido un cuidado destacado sobre su Palabra, la ha preservado en todas las
épocas en un estado de pureza esencial, y ha permitido que logre el objetivo para el cual la entregó”. 7

El texto hebreo, entonces, fue entregado originalmente por Moisés y los profetas; fue fielmente
copiado por los escribas, estandarizado por Esdras junto con los Hombres de la Gran Sinagoga,
respaldado por Nuestro Señor y Sus apóstoles, y editado con meticuloso cuidado por los masoretas.
La ortodoxia requiere que afirmemos con audacia nuestra fe en el Antiguo Testamento según lo
traducido por el texto hebreo masorético.

El Nuevo Testamento

El Señor Jesucristo atribuyó autoridad inspirada a las Escrituras del Antiguo Testamento (Mateo 5:18;
15:3; Marcos 12:36; Juan 10:35). También prometió que, tras Su regreso al cielo, enviaría el Espíritu
de Dios para comunicar más verdades a Sus siervos elegidos, y les permitiría registrarlo. Esto
proporcionaría a la Iglesia cristiana una guía infalible. “El Consolador”, dijo Él, “el Espíritu Santo, al
cual el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todas las cosas
que os he dicho” (Juan 14:26; cf. 16:12,13).

Al principio existía solamente la enseñanza oral. No obstante, pronto fue evidente que la verdad
cristiana debía ser plasmada por escrito. Por una parte, los apóstoles (testigos de Nuestro Señor en
los días de Su encarnación) empezaban a viajar a tierras lejanas, y en poco tiempo la muerte los haría
desaparecer a todos (2 Timoteo 4:6; 2 Pedro 1:14); por otra, el número siempre creciente de nuevos
conversos e iglesias necesitaba una instrucción regular, detallada e integral (Lucas 1:3,4; Hechos
1:1); y además, los escritos espurios y heréticos, incluso entonces en circulación, estaban causando
una confusión doctrinal grave.(2 Tesalonicenses 2:1,2; 3:17).

El Espíritu Santo, anticipando todo esto, ejerció Su influencia sobrenatural sobre ciertos elegidos, de
modo tal que escribieran lo que era infalible y carente de error. Así, al final de su Evangelio, Juan se
describe a sí mismo como “el discípulo que da testimonio de estas cosas, y escribió estas cosas”, y
añade: “y sabemos que su testimonio es verdadero” (Juan 21:24,25; cf. 1 Corintios 14:37; Gálatas
1:20; Filipenses 3:1; 1 Juan 1:4; etc.).

La verdad cristiana por escrito

Así se generaron las Escrituras del Nuevo Testamento. Al principio fueron escritas en griego, el idioma
común del Imperio Romano en la época de inicio del cristianismo. La escritura se consignó en
materiales especialmente preparados: papiro (una sustancia similar al papel, fabricada a partir de la
médula de la planta del papiro), y más adelante, pergamino (cuero animal, denominado “vitela”
cuando es de calidad especialmente fina). En su forma exterior, los documentos habrían tenido el
aspecto de rollos (si eran de papiro) o de libros (de ser de pergamino o vitela). El nombre técnico de
estos últimos es “códices”. Con respecto a las plumas utilizadas, debían haber sido plumas de junco o
de plumas de ave (hechas de tallos o rollos), y la tinta, casi con certeza debió haber sido negra, con
base de carbón (preparada con hollín y mezclada con goma). Posteriormente, alrededor del siglo V, se

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utilizó una tinta metálica roja (preparada a partir de agallas de roble), pero aparentemente ésta sólo
fue utilizada para dar énfasis.

Por supuesto, en el Nuevo Testamento hay referencia a “escritura”, “papel (papiro) y tinta”, y también
a “libros” y “pergaminos” (es decir, pergaminos de cueros preparados). Véase 2 Timoteo 4:13; 2
Corintios 3:3; 2 Juan 12; y 3 Juan 13. Surge una pregunta interesante: ¿qué fue de estos documentos
originales?

Los originales divinos

Reconocidos inmediatamente por los primeros cristianos como divinamente autoritativos (1 Corintios
14:37), estos textos fueron leídos en primer lugar por aquellos a quienes les habían sido enviados, ya
fueren individuos o iglesias, y luego se los hizo circular de modo tal de que la mayor cantidad posible
pudiera beneficiarse de las enseñanzas de los apóstoles (1 Tesalonicenses 5:27; Apocalipsis 1:3;
Colosenses 4:16; 2 Pedro 3:15,16). Lamentablemente, estos originales (o “autógrafos”) no podrían
haber sobrevivido mucho, en parte porque tendían a tornarse frágiles y el uso constante provocaba su
desintegración, y en parte porque estaban expuestos a riesgos tanto accidentales como de
persecución.

Puede que haya una referencia a los originales en un tratado fechado alrededor de 200 d.C.
Tertuliano, uno de los Padres de la Iglesia primitiva, fue responsable de un tratado titulado: “De la
prescripción contra los herejes”, y en el capítulo 36, escribió: "Ven ahora, tú que te permites una
mejor curiosidad… recorre las iglesias apostólicas... en las cuales se leen sus propios escritos
auténticos… Acaya está muy cerca de ti, (en ella) encontrarás Corinto. Como no estás lejos de
Macedonia, tienes Filipos; (y allí también) tienes a los Tesalonicenses. Como puedes cruzar a Asia,
tienes Éfeso. Como además, estás cerca de Italia, tienes Roma, de la cual viene a tus propias manos
la verdadera autoridad (de los mismos apóstoles)”. 8

Si bien algunos académicos lo niegan, otros afirman que aquí se hace referencia a los originales en
griego. Tertuliano, se dice, urge a sus lectores a visitar esos lugares donde se guardan los originales,
para ver así por sí mismos los escritos divinos y sagrados del Nuevo Testamento. 9

Copia exacta

Sea como fuere, los manuscritos propios de los apóstoles casi con certeza no habrían durado mucho
más allá del año 200 d.C. No obstante Nuestro Señor había indicado que las Sagradas Escrituras
serían preservadas. “El cielo y la tierra pasarán”, dijo Él, “pero mis palabras no pasarán” (Mateo
24:35; cf. 28:20; Marcos 8:38; 1 Pedro 1:23-25). Su preservación estaba garantizada, por supuesto,
por un proceso de copia fiel y concienzudo.

Incluso en épocas apostólicas, los libros del Nuevo Testamento estaban en poder tanto de individuos
como de iglesias. Pedro, de todas maneras, estaba familiarizado con la epístola de Pablo a los
cristianos del Asia Menor (Gálatas, Efesios o Colosenses), y ciertamente, deja traslucir que conocía
“todas las epístolas [de Pablo]”. (2 Pedro 3:15,16). A la iglesia colosense se le dijo que la epístola de
Pablo a ellos no debía ser considerada en sentido alguno como de su especial propiedad, sino que ella
(casi con certeza una copia) debía ser “también leída en la iglesia de los Laodicenses”. A los
Colosenses se les dijo además “y a la de Laodicea [nuevamente, probablemente una copia] que la
leáis también vosotros” (probablemente Efesios; Colosenses 4:16). Antes de que pasara mucho
tiempo había colecciones de estos libros. Las iglesias cristianas necesitaban juegos enteros para la
lectura en el culto público.

12
Esto está confirmado en forma indirecta por los escritos de los Padres Apostólicos del segundo siglo.
En aras de la brevedad, sólo puede hacerse referencia a uno solo de ellos: Policarpo, discípulo del
apóstol Juan. Al escribir a los filipenses, cita extensamente de los Evangelios y las Epístolas, y luego
expresa su confianza en que los mismos filipenses están “muy versados en las Sagradas Escrituras”. 10
Para esta época con certeza se habían hecho copias, y la evidencia sugiere que se las hacía circular
ampliamente.

Las primeras copias pueden haber sido hechas por los mismos apóstoles. Pablo, en su prisión romana,
solicitó que se le llevaran “libros, mayormente los pergaminos” (2 Timoteo 4:13). J.P. Lilley sugiere
que “los «pergaminos» pueden haber sido copias o porciones de las Escrituras, o incluso sus propias
cartas a las Iglesias”.11 También se supone, y con cierta probabilidad, que Juan preparó siete copias
de su “Apocalipsis” y envió una a cada una de las siete iglesias del Asia Menor (Apocalipsis 1:4-6;
2:1,8,18, etc.).12

Si los mismos apóstoles no siempre fueron responsables por el copiado, luego es probable que la tarea
a menudo fuera realizada por sus secretarios. Sabemos con certeza que a veces a éstos se los
empleaba para escribir libros o cartas (Romanos 16:22; 1 Pedro 5:12). ¿Por qué no habrían de asistir
con la tarea de copiado?

Los “escribas”, originalmente equivalente a “secretarios” (Esdras 4:8; Ester 3:12; Jeremías 8:8),
habían sido prometidos a la Iglesia cristiana. “He aquí”, dijo Nuestro Señor, “yo envío a vosotros
profetas, y sabios, y escribas…” (Mateo 23:34; cf. 13:52). Podemos suponer que estos estaban entre
los asistentes de Pablo. Ciertamente, el apóstol hace referencia a “Zenas, doctor de la ley, y a Apolos”
(Tito 3:13). Los copistas transcribieron estos documentos con escrupuloso cuidado. ¿Cómo podemos
estar seguros de esto? En primer lugar, estos libros del Nuevo Testamento fueron investidos de la
misma santidad que las Escrituras del Antiguo Testamento (1 Timoteo 5:18 que cita Lucas 10:7, junto
con Deuteronomio 25:4, como “escritura”; y 2 Pedro 3:16, que sitúa a las epístolas de Pablo en la
misma categoría que “las otras escrituras”). Segundo, prácticamente todos los primeros copistas
debían haber sido escribas judíos conversos o contratados, cuya reverencia por la Palabra escrita de
Dios los obligaba a estudiar la perfecta precisión en la transcripción (Jeremías 36:28; cf.
Deuteronomio 10:4). Tercero, los mismos escritos, al declarar que eran la Palabra de Dios escrita y
autoritativa, emitían las prohibiciones más severas contra cualquier tipo de manipulación con el texto
sagrado (1 Corintios 2:13; 2 Corintios 2:17; Apocalipsis 22:18,19). Cuarto, sabiendo que los apóstoles
estaban todavía vivos y activos, los primeros copistas debieron haber tenido el mayor de los cuidados
de producir manuscritos de primera calidad. Quinto, y para terminar, si al principio la tarea de hacer
copias fue confiada a los compañeros de los apóstoles a los que se conocía como “evangelistas” (y
según Eusebio era su responsabilidad “entregar [a los nuevos conversos] el libro de los divinos
Evangelios”),13 debe recordarse que estos hombres recibieron los dones milagrosos del Espíritu Santo,
y en consecuencia estaban especialmente equipados para preservar el texto inspirado (2 Timoteo 1:6,
4:5).

Más aún, hay un factor divino que no debe pasarse por alto. En Su misericordiosa y vigilante
providencia, Dios evidentemente garantizó que el texto auténtico del Nuevo Testamento fuera
transmitido a las futuras generaciones.

Variantes textuales

Sin perjuicio de todo esto, en ciertas copias efectivamente aparecieron errores, y a medida que se
hacían más copias, empezaron a aparecer diversas variantes de lecturas. Por lo general se las clasifica
como (1) cambios no intencionales, y (2) cambios intencionales. Los de tipo no intencional incluyen
las palabras mal escritas, la confusión de letras, los cambios en el orden de las palabras, el uso de
sinónimos o equivalentes verbales, y la omisión o repetición de letras, palabras, líneas o incluso

13
secciones. Por lejos la mayor cantidad de variantes se debe a errores de este tipo por parte de los
escribas.

No obstante, existen cambios intencionales, mediante lo cual queremos decir manipulaciones


deliberadas con el texto sagrado, generalmente con miras al interés de una teología o doctrina
particular. Dionisio, un ministro en Corinto, en una carta fechada alrededor de 168-170 d.C., deplora
el hecho de que sus propias cartas hayan sido alteradas, y luego agrega: “No es maravilloso, por lo
tanto, si algunos se han dedicado a alterar las Escrituras Dominicales".14 Un autor desconocido
(algunos piensan que era Hipólito, pero otros, Gayo) escribe en algún momento alrededor de 230
d.C.: “Ellos (los herejes) metieron las manos sin temores en las divinas Escrituras, diciendo que las
habían corregido”.15 ¿Quiénes eran los herejes que se atrevieron a hacer tal cosa?

Algunos son prácticamente desconocidos, como Asclepíades, Teodoto, Hermófilo y Apolónides, pero
otros eran muy conocidos, como por ejemplo algunos de los primeros gnósticos (que enseñaban la
salvación a través de un conocimiento secreto): Basílides, Valentín y por supuesto Marción, quien
aceptó como canon únicamente sus ediciones mutiladas del Evangelio de Lucas y 10 de las epístolas
paulinas. “Marción utilizó en forma expresa y abierta el cuchillo, y no la pluma, ya que extirpó de las
Escrituras lo que convenía a su propia argumentación”. 16

Reproducción del auténtico texto del Nuevo Testamento

Los maestros ortodoxos estaban plenamente conscientes de estas malintencionadas alteraciones, y las
exponían tanto en sus enseñanzas como en sus escritos. Como resultado, a los manuscritos
considerados defectuosos por lo general no se los utilizaba con fines de copia. Solamente aquellos que
habían preservado fielmente el original se convirtieron en los documentos modelo a partir de los
cuales se hacían múltiples copias.

¿Tenemos alguna evidencia, sin embargo, para creer que esto es ciertamente lo que ocurrió? Los
primeros líderes cristianos ciertamente alegaron capacidad para evaluar los diversos manuscritos y
decidir cuáles eran los mejores y más precisos. Por ejemplo, Ireneo en su gran obra “Contra las
herejías” se refiere a “las copias más antiguas y aprobadas”. 17 El tipo de criterios utilizados para
determinar un texto fiel habrían sido como los siguientes:

(1) La identidad del copista. Si se trataba de un cristiano ordinario, su copia probablemente contendría
una cierta cantidad de errores. Si, por otro lado, se lo conocía por ser un asistente apostólico o escriba
profesional, podía esperarse un alto grado de precisión.

(2) La naturaleza del manuscrito a partir del cual se había hecho la copia. En tiempos más antiguos
ésta podría haber sido el original inspirado, pero posteriormente con certeza habría sido en sí misma
una copia. Ahora bien, muchas de las copias eran lo que denominamos copias “privadas”, es decir, las
que tenían fines de uso personal y de devoción. Sin embargo, algunas eran copias “oficiales”, de las
cuales los ministros cristianos leían y predicaban en los servicios del culto público. Las últimas siempre
demostrarían ser mucho más confiables que las primeras. Las copias hechas a partir de éstas irían a
compartir mucho de su confiabilidad.

(3) La cantidad de procesos de copiado que ya habían tenido lugar. Una copia del original o una de las
primeras copias del original tendría muchas más probabilidades de ofrecer un texto correcto que una
copia con una línea de descendencia larga y complicada. Así, la copia más antigua no siempre se
consideraba la mejor, porque podría haber sido copiada de otras del mismo periodo, en tanto una
copia posterior podía haber sido copiada de una mucho más temprana, cercana al original.

14
(4) El lugar donde se había encontrado la copia. Las mismas iglesias se convirtieron en los custodios
de la pura Palabra de Dios (como había sido antes el caso con las sinagogas locales); y si el
documento copiado había sido conservado en una iglesia, se podía tener una razonable certeza de que
se trataba de una transcripción reconocida, verdadera y adecuada.

(5) La calidad general de la copia. Algunas copias son manifiestamente erróneas. Están mal escritas, y
llenas de errores del carácter más palpable. Quienquiera sea que las haya producido era ignorante o
descuidado, o, por supuesto, ambas cosas. Estas copias no podían ser consideradas ni utilizadas como
testigos veraces del auténtico texto del Nuevo Testamento. Las copias cuidadosamente escritas, no
obstante, inspirarían confianza, y en consecuencia, se las transcribiría meticulosamente.

(6) La concordancia con otras copias existente. Sería un error asumir que el escriba tenía solamente
un texto ante sí. En los primeros dos siglos hubo una rápida multiplicación de copias, de modo que era
posible detectar lecturas extrañas mediante la comparación de ejemplares, y del mismo modo, evaluar
qué habían escrito en realidad los escritores inspirados. Los primeros cristianos estaban en una
posición mucho mejor que la nuestra para hacerlo. Después de todo, ellos tenían acceso a manuscritos
que desde entonces han desaparecido.

(7) La estrecha cercanía a un centro cristiano conocido. Una copia hecha a distancia de los sitios
donde los apóstoles y sus sucesores inmediatos habían ejercido su ministerio habría tenido las
mayores probabilidades de haber sufrido profundos cambios o alteraciones; pero una copia hecha en
un área de actividad temprana de la iglesia probablemente sería representante de una tradición
textual pura.

Puede que los maestros ortodoxos de los siglos I y II no hayan tenido siempre acceso a los mejores
manuscritos, pero parecen haber sabido cómo identificar “las copias antiguas y aprobadas”. Se
hicieron todos los intentos para utilizar el texto subyacente, con el resultado de que la abrumadora
mayoría de los primeros manuscritos griegos eran esencialmente concordantes. Por lo tanto podemos
creer que el texto de la mayoría representaba el original con una precisión impresionante.

Los manuscritos griegos sobrevivientes

Según una lista reciente, la cantidad total de manuscritos de todo o parte del Nuevo Testamento es
5488.18 Se los ubica en las categorías usuales:

(1) Papiros. Conforme a las estadísticas de 1989, se han catalogado 96. Casi todos son fragmentarios,
si bien originalmente habrían aparecido en forma de códice o de libro. Se han descubierto
principalmente en Egipto, donde el clima y la arena han ayudado a preservarlos. Al referirse a estos
fragmentos, los académicos usan la letra “P” seguida de un número de serie: P1, P2, P3 y así
sucesivamente.

El P52 (el denominado fragmento Rylands) es considerado el más antiguo. Mide sólo 2 1/2 por 3 1/2
pulgadas, y contiene unos pocos versículos del Evangelio de Juan (18:31-33, 37-38). Data de
alrededor de 125 d.C.

Entre los más importantes están el P45, P46 y P47. Conocidos como los papiros bíblicos Chester
Beatty (por Sir Chester Beatty, que los adquirió en 1930-1), contienen partes de los Evangelios, las
Epístolas Paulinas y el libro del Apocalipsis. Otra colección importante es la de la Biblioteca Bodmer
(adquiridos por M. Martin Bodmer a partir de 1956). Ésta incluye el P66, páginas y fragmentos de un
códice del Evangelio de Juan, escrito alrededor de 200 a.C., y el P72, una copia del siglo III de las
Epístolas de Pedro y Judas, y posiblemente la más antigua que tengamos.

15
(2) Unciales. Existen 299 unciales conocidos. Escritos a comienzos del siglo IV sobre pergamino o
vitela, en forma de códice o de libro, todos utilizan la caligrafía uncial, es decir, todos están escritos en
letras mayúsculas, sin puntuación. A los primeros en realidad se los designa con letras mayúsculas
junto con números de serie que comienzan con cero (por ejemplo, A-02). Los posteriores tienen
simplemente números (por ejemplo 046).

Entre los que se encuentran en el Museo Británico está el Códice Alejandrino, A-02. Fue copiado en
Egipto en la primera mitad del siglo V, y cuando estaba completo contenía la totalidad de la Biblia
griega junto con una o dos obras apócrifas. Actualmente contiene prácticamente todo el Antiguo
Testamento y la mayor parte del Nuevo (omite Mateo 1:1-25:6; Juan 6:50-8:52; 2 Corintios 4:13-
12:7). El Patriarca de Alejandría obsequió este manuscrito a Carlos I en 1627.

Otro códice que data del siglo V es el Códice de Beza, D-05. En 1581, Teodoro Beza, sucesor de Juan
Calvino, obsequió este manuscrito a la Universidad de Cambridge, donde aún se encuentra. Este
códice tiene los textos en griego y latín (en la página izquierda el primero, en la derecha el segundo),
y contiene la mayor parte de los Evangelios y el libro de los Hechos, junto con unos pocos versículos
de 3 Juan. Los más famosos de los unciales son el Códice Sinaítico, Aleph-01 (Aleph es la primera
letra del alfabeto hebreo), y el Códice Vaticano, B-03.

El Códice Sinaítico, que data de mediados o fines del siglo IV, contiene sólo una parte del Antiguo
Testamento, pero la totalidad del Nuevo Testamento griego. Es el único manuscrito uncial completo
del Nuevo Testamento que se ha conservado. Este códice egipcio fue escrito sobre vitela, con cuatro
columnas de 48 líneas en cada página, pero el mismo texto incluye indicaciones claras de que ha sido
corregido varias veces. En el año 1844, Constantine Tischendorf descubrió algunas de sus hojas en
una papelera en la biblioteca del monasterio de Santa Catalina en el Monte Sinaí. Sin embargo, tuvo
que esperar hasta 1859 antes de poder ver el Nuevo Testamento entero. Tras obtener la autorización
lo trasladó a El Cairo, donde produjo una copia; y en 1862, gracias a la generosidad del emperador
ruso Alejandro II, publicó una edición del manuscrito con una introducción y notas críticas.

El Códice Vaticano también puede datarse alrededor de mediados del siglo IV, y al igual que el Aleph,
está escrito sobre fina vitela, pero con tres columnas por página, cada una compuesta por 48 líneas.
Si bien en origen era una Biblia griega completa, desde entonces perdió partes del Antiguo
Testamento y varias secciones grandes del Nuevo Testamento. En este uncial faltan las Epístolas
Pastorales, Filemón, la conclusión de Hebreos (de 9:14 hasta el final), y todo el libro del Apocalipsis.
Diversos correctores han trabajado sobre el manuscrito, y en el siglo X alguna persona repasó mucho
del original, temiendo, aparentemente, que de otro modo las letras pudieran desvanecerse. Las
peculiaridades en la ortografía sugieren un origen alejandrino, pero nadie sabe cómo llegó a la
Biblioteca Vaticana en Roma. La Biblioteca fue fundada en 1448 por el papa Nicolás V, y este
manuscrito está incluido en el catálogo más antiguo, realizado en 1475. Samuel Tregelles intentó
consultarlo en 1845, pero sus custodios clericales le pusieron innumerables impedimentos. En 1866,
se autorizó a Tischendorf a estudiarlo durante cuarenta y ocho horas, y a partir de su estudio y sus
notas se produjo una edición de este manuscrito (Códice B) en 1867. A esto le siguió una edición
emitida por las autoridades papales y preparada por Vercellone y Cozza en 1868; y posteriormente, en
1889-90, se puso a disposición de los académicos un facsímil fotográfico.

(3) Minúsculos. De éstos existen 2812. Se los denomina “minúsculos” porque no están escritos con
mayúsculas sino con minúsculas (llamadas también cursivas). Este estilo de caligrafía había sido
utilizado por siglos en los documentos privados, pero no fue hasta el siglo IX que se lo utilizó con fines
literarios. Con la demanda de libros del Nuevo Testamento en constante crecimiento, esta caligrafía
tenía la ventaja de demorar menos para escribir, y de ocupar menos espacio sobre el pergamino. A los
fines de identificación, se los designa con números ordinarios (1, 2, 3 y así sucesivamente).

16
Los manuscritos minúsculos, entonces, fueron escritos a partir del siglo IX; pero su fecha más tardía
no necesariamente supone que sean menos creíbles que los originales. Los manuscritos del siglo IX
pueden haber sido copiados de otros del siglo III. Como observó una vez el profesor Warfield: “No es
la mera cantidad de años tras cualquier manuscrito lo que mide su distancia con respecto al autógrafo,
sino la cantidad de copias”. 19

Estos minúsculos incluyen a los siguientes:

MS 1: un códice del siglo XII, que contiene la totalidad del Nuevo Testamento, aparte del libro del
Apocalipsis. MS 4: una copia del siglo XII de los cuatro Evangelios. MS 12: una copia del siglo XI de
los cuatro Evangelios. MS 21: del siglo X pero que también contiene los Evangelios. MS 43: una obra
del siglo XI en dos volúmenes, el primero de los cuales contiene los Evangelios, y el segundo los
Hechos y las Epístolas. MS 330: del siglo XI, contiene los Evangelios, Hechos y las Epístolas. MS 565:
una muy fina copia del siglo X de los Evangelios, escrita en letras de oro sobre vitela púrpura.

(4) Leccionarios. Un total de 2281, éstos son textos que se remontan hasta el siglo VI, y contienen los
Evangelios y Epístolas (Evangeliarios y Apóstoles) designados para ser leídos en las primeras iglesias
cristianas. La mayoría de ellos usan letras unciales pero algunas son minúsculas; y una vez más, la
designación es por números, pero en este caso precedidos por una “l”, o la abreviatura “Lecc.” (por
ejemplo, l59 o Lecc. 1280).

Éstos son manuscritos importantes, no sólo porque algunos de ellos son tempranos, sino también
porque se utilizaban para la lectura en los servicios públicos de la Iglesia. Se debe haber tenido el
mayor de los cuidados con estas copias de la iglesia para preservar su pureza original; y el testimonio
de un leccionario sería, en efecto, el testimonio de todas las iglesias. Actualmente, se encuentra que
los leccionarios sobrevivientes que han sido examinados concuerdan en un grado sorprendente. La
única explicación razonable, con seguridad, es que había un texto reconocido de leccionario.

Clasificación

Por lo tanto tenemos una gran cantidad de manuscritos griegos a nuestra disposición, escritos en
épocas tan antiguas como el siglo II. Los académicos que los han estudiado sostienen que, si bien hay
variantes, ciertos manuscritos tienen muchísimas lecturas en común, lo que sugiere que hay grupos o
familias. Los principales tipos de texto son los siguientes: (i) el bizantino (llamado a veces texto
tradicional, mayoritario o de Antioquía); (ii) el alejandrino (o lo que algunos han denominado “texto
neutral”); (iii) el occidental; y (iv) el cesariense.

Para los fines de este artículo, los dos últimos tipos de texto no requieren un comentario detallado.
Fue B. H. Streeter, en The Four Gospels (1924), quien primero declaró haber encontrado el texto
cesariense. Creía que éste era el texto del Evangelio de Marcos que Orígenes citaba después de 231
d.C., el año en que vino a Cesárea. No obstante, los críticos de texto modernos dudan que pueda
llamárselo realmente un tipo de texto diferenciado. Tienden más bien a considerarlo como una mezcla.

Con respecto al tipo de texto occidental, identificado por B. F. Westcott y F. J. A. Hort, que se piensa
que se originó en Europa occidental, parecería que hay cierta evidencia de su existencia. Está
representado por el Códice de Beza (siglo V), el Códice Claromontano (siglo VI) y las traducciones
Latina Antigua y Siriaco-Curetoniana (siglos III y V, respectivamente). También lo citan algunos de los
primeros Padres de la Iglesia, como Ireneo, Tertuliano y Cipriano. No obstante, este tipo de texto a
menudo difiere radicalmente de todos los demás. Lo desmerecen una cantidad de omisiones, no sólo
de versículos sino de pasajes completos. Su tendencia prevaleciente, sin embargo, es hacer añadidos,
ya fuere mediante paráfrasis o a través de la inserción de detalles adicionales. En los Evangelios
(especialmente en la última parte del Evangelio de Lucas) es más corto, mientras en los Hechos es

17
mucho más largo (aproximadamente un 10%). Sir Frederic Kenyon lo describió como “un tipo de texto
caracterizado por desvíos muy libres de la verdadera tradición". La insuficiencia de respaldo del
manuscrito, junto con una multitud de lecturas diferentes, hacen que este tipo de texto sea en el
mejor de los casos cuestionable, y en el peor no confiable en absoluto.

Esto en realidad nos deja con dos grupos principales de texto: el bizantino y el alejandrino.

A. El tipo de texto bizantino

Este texto recibe su nombre del hecho de que se lo asoció tempranamente con la capital imperial de
Constantinopla, llamada anteriormente Bizancio, y también debido a que se transformó en el texto
estándar de la Iglesia cristiana a lo largo de todo el periodo bizantino, 312-1453 d.C. (y en realidad
mucho tiempo después). Antes de su entronización en la capital oriental, no obstante, esta forma de
texto había sido conservada en Antioquía, capital de la provincia romana de Siria. Los maestros
cristianos conectados con la iglesia allí claramente lo utilizaban. Entre ellos se incluyen Basilio de
Cesárea, Gregorio de Nisa, Gregorio de Nazianzo (los Padres Capadocios), Teodoreto de Ciro y
Crisóstomo de Constantinopla (quién se trasladó desde Antioquía para ser obispo de
Constantinopla en 398 d.C.).

El tipo de texto bizantino tiene abrumador respaldo de los manuscritos griegos. En los primeros
papiros hay una cantidad muy importante de lecturas claramente bizantinas. Los papiros P45 y P46 de
la colección Chester Beatty contienen tales lecturas, al igual que el P66 de la colección de la Biblioteca
Bodmer. El profesor H. A. Sturz pudo enumerar 150 lecturas bizantinas con respaldo de papiros
antiguos.20 Esto muestra con claridad que, al contrario de las opiniones de los primeros críticos
textuales, las lecturas bizantinas pueden remontarse incluso hasta el siglo II.

Entre los unciales, este texto se encuentra en los códices Alejandrino (A-02; bizantino en los
Evangelios), y Ephraemi (C-01), del siglo V, y en prácticamente todos los posteriores. Se estima que
aproximadamente el 95% de los manuscritos unciales tiene un tipo de texto bizantino. Puede
afirmarse incluso más para los minúsculos, dado que casi todos ellos son bizantinos en sus lecturas.

Los leccionarios examinados hasta aquí también brindan respaldo al tipo de texto bizantino.

(1) Con respaldo de las primeras versiones

Éstas eran las primeras traducciones de las Escrituras del Nuevo Testamento, preparadas para ayudar
a difundir la fe cristiana entre los pueblos del mundo. Entre los primeros que se conocieron entre
nosotros están las versiones siríaca (o aramea) y latina, que se remontan a mediados del siglo II. La
Peshitta, “Reina de las versiones”, es una de las primeras traducciones siríacas, y ciertamente
contiene lecturas bizantinas. Esto también es verdad con respecto a la versión gótica del siglo IV, que
se dice fue traducida por Ufilas, obispo de Antioquía.

(2) Confirmado por los primeros Padres

Los críticos que niegan la primacía del texto bizantino, y que prefieren verlo como una revisión del
siglo cuarto, a menudo mencionan el hecho de que ningún Padre de la Iglesia primitiva antes de
Crisóstomo (347-407 d.C.) parece ni siquiera haberse referido a él, no ya citarlo. Ahora bien, esto
simplemente no es verdad. La investigación académica meticulosa ha demostrado que Justino Mártir
(100-165 d.C.), Ireneo (130-200 d.C.), Clemente de Alejandría (150-215 d.C.), Tertuliano (160-220
d.C.), Hipólito (170-236 d.C.), e incluso Orígenes (185-254 d.C.) citan repetidamente del texto
bizantino. Edward Miller, tras clasificar las citas de los Padres griegos y latinos que murieron antes de

18
400 d.C., encontró que sus citas respaldaban el texto bizantino 2630 veces (y otros textos sólo 1753
veces). Más aún, al someter pasajes importantes a examen, encontró 530 testimonios para el texto
bizantino (y sólo 170 a favor de sus oponentes). Ésta fue su conclusión: “La predominancia original
del texto tradicional se muestra en la lista de los primeros Padres. Su registro prueba que en sus
escritos, y así por lo general en la Iglesia, la corrupción se había hecho sentir en los primeros tiempos,
pero que las aguas puras habían generalmente prevalecido… La tradición también se continúa a través
de la mayoría de los Padres que los sucedieron. No hay interrupción ni intervalo: el testimonio es
continuo”.21

El hecho simple es que para el siglo IV el texto bizantino estaba emergiendo como el texto autoritativo
del Nuevo Testamento, y durante los siguientes 1200 años (y más) rigió sin cuestionamientos sobre
toda la cristiandad.

(3) El Nuevo Testamento griego impreso

El Nuevo Testamento griego se imprimió por primera vez en 1514, si bien no fue publicado en una
edición separada hasta 1522. Fue obra de Francisco Ximenes, Cardenal Primado de España, y formaba
parte de su Políglota Complutense en seis volúmenes. En su Dedicatoria al papa León X, Ximenes
escribió: “Sin duda estamos en deuda por las copias griegas con Su Santidad, que tan gentilmente nos
envió códices muy antiguos de la Biblioteca Apostólica, del Antiguo y el Nuevo Testamento; nos han
sido de mucha ayuda en esta tarea”. El texto griego resultante parece haber sido del tipo bizantino (y
no hay evidencia de que Ximenes alguna vez siguiera el Códice Vaticano [B]).

En 1516, cuando Desiderio Erasmo, el principal académico de Europa, publicó la primera edición del
Nuevo Testamento griego, lo basó en manuscritos representativos bizantinos. Erasmo publicó cuatro
ediciones más de su obra, en 1519, 1522, 1527 y 1535. Otros siguieron pronto sus pasos, muy
notablemente Robert Estienne (latinizado como Stephanus), el editor e impresor francés, cuyo texto
publicado en 1546 era prácticamente idéntico al de Erasmo. Hubo tres ediciones subsiguientes en
1549, 1550 y 1551. Otras ediciones fueron editadas y publicadas por Teodoro Beza entre 1565 y
1604. Posteriormente, en 1624, Bonaventure y Abraham Elzevir publicaron su edición. El Prefacio a la
segunda edición de los Elzevir, publicada en 1633, contiene las palabras: “Por lo tanto tenéis ahora un
texto recibido por todos, en el cual no damos ninguna alteración ni corrupción.” De aquí vino la
expresión actualmente familiar “El Texto Recibido”.

El texto bizantino fue el texto subyacente a todas las grandes Biblias protestantes en inglés, incluso
las asociadas con los nombres de William Tyndale (1525), Miles Coverdale (1535), John Rogers (1537)
y Richard Taverner (1539), así como las conocidas como la Gran Biblia (1539), la Biblia de Ginebra
(1560), la Biblia del Obispo (1568), y por supuesto, la Versión Autorizada (1611); y la Reina en
español, la Karoli en húngaro, la Luther en alemán, la Olivetan en francés, la Statenvertaling en
holandés, la Almeida en portugués y la Diodati en italiano.

Resumiendo, los argumentos a favor del texto bizantino son los siguientes:

1. Este tipo de texto se asocia con la ciudad de Antioquía en Siria. Tras la muerte de Esteban, los
cristianos de Jerusalén abandonaron esta ciudad y comenzaron a predicar el Evangelio a los griegos
allí (Hechos 11:19,20). Surgió una iglesia fuerte, en gran parte a través de los ministerios de Bernabé
y Pablo (Hechos 11:22-26), y desde esta iglesia el apóstol comenzó cada uno de sus viajes misioneros
(Hechos 13:1-3, 15:35,36, 18:22,23). Otros apóstoles visitaron el lugar, incluido el apóstol Pedro
(Gálata 2:11,12). No pasó mucho tiempo antes que Antioquia se convirtiera en la ciudad madre de las
iglesias gentiles, y tras la caída de Jerusalén en 70 d.C., se transformó en el verdadero centro
irrefutable de la Cristiandad. Un texto procedente de Antioquía habría sido el texto aprobado por los
apóstoles y la Iglesia cristiana primitiva.

19
2. Como ya se ha observado, este texto recibió su nombre de Constantinopla (Bizancio), la capital del
Imperio de Oriente, porque pronto quedó allí establecida como el texto griego estándar.
Constantinopla era el centro tanto del mundo de habla griega como de la Iglesia de habla griega,
porque en tanto en Occidente el griego había cedido el lugar al latín, en Oriente seguía siendo el
idioma oficial y común. Por supuesto, esto significaba que los académicos griegos de Constantinopla
estaban especialmente preparados para reconocer y reproducir el texto auténtico.

3. Durante el siglo IV, cuando este texto se convirtió en supremo, la Iglesia fue bendecida con
académicos excepcionales como Metodio (260-312 d.C.), Atanasio (296-373), Hilario de Poitiers (315-
67), Cirilo de Jerusalén (315-386), y Gregorio de Nazianzo (330-394). Estos hombres, y otros como
ellos, participaron en la formulación de la doctrina ortodoxa y la ratificación del canon del Nuevo
Testamento. También se dedicaron al estudio del texto; y tenían una ventaja con respecto a los
críticos posteriores debido a su acceso a muchos manuscritos tempranos e invalorables que hace
mucho han desaparecido. La emergencia de un texto predominante de este periodo es sumamente
significativa. Obviamente se lo consideró el texto genuino, incorrupto y autorizado.

4. Se designó a los judíos guardianes de las revelaciones divinas que se les habían impartido y, en
cumplimiento de la verdad que se les había confiado, ellos preservaron cuidadosamente el texto del
Antiguo Testamento incorrupto y completo (el texto masorético hebreo). Como ha observado el
apóstol Pablo, “la palabra de Dios les ha sido confiada” (Romanos 3:2). Ahora es razonable suponer
que las Escrituras del Nuevo Testamento fueron entregadas a cristianos profesantes o a la Iglesia
cristiana profesante. La pregunta que surge naturalmente es: ¿Qué tipo de texto, en términos
generales, ha reconocido y propagado la Iglesia desde los primeros tiempos? La respuesta es: el tipo
de texto conocido como bizantino.

5. El hecho es que aproximadamente el 90% de los manuscritos griegos representan el tipo de texto
bizantino. Si bien estos manuscritos no son tan antiguos como algunos críticos lo habrían deseado,
son tan numerosos que debemos asumir que hubo literalmente cientos de documentos fuente más
antiguos, muchos de los cuales pertenecían a los primeros tiempos cristianos. De algún modo este
hecho tiene que ser explicado; y no es para nada satisfactorio persistir con la argumentación, contra
la evidencia creciente, de que el texto bizantino no aparece en la historia hasta el siglo IV. Este texto
es temprano. Se difundió ampliamente porque representaba fielmente al original.

6. Siempre se ha ejercido un cuidado providencial hacia la Verdad de Dios, porque los creyentes han
necesitado esa Verdad en una forma exacta y correcta (Mateo 24:35; 1 Pedro 1:23,25). Por lo tanto,
la Palabra entregada por la inspiración ha sido la misma que se publicó posteriormente (Salmos
68:11).

Es inconcebible que Dios fuera a entregar un texto totalmente corrupto y mutilado a Su pueblo, y
luego permitiera que ese texto fuera usado por ellos durante más de dieciocho siglos. ¡Y esto es
exactamente lo que algunos críticos textuales modernos nos querrían hacer creer! “Debe recordarse”,
escribe el Dr. Owen, “que la copia vulgar que utilizamos (el Texto Recibido) fue la posesión pública de
muchas generaciones…; dejemos entonces que esa tenga el carácter de estándar, que es
indudablemente su derecho y su obligación, y rápidamente veremos, Dios mediante, que poca razón
hay en pretender tales variedades de lecturas como con las que ahora nos sorprendemos”. 22

7. Es razonable suponer que Dios actuó de manera similar con respecto a los textos del Antiguo y
Nuevo Testamento. Su método con el Antiguo Testamento fue preservar el texto, en una forma
prácticamente inalterada, a través de muchas generaciones. El resultado, como claramente enseñaron
Cristo y sus apóstoles, fue un Libro en el cual cada letra y parte de letra era sagrada (Mateo 5:18; cf.
Juan 10:35). Cuando se complementó su antigua revelación, Dios procedió del mismo modo: Él
infaliblemente registró Su última Palabra, la puso en posesión de Su Iglesia, y luego se aseguró de

20
que pasara a través de los siglos sucesivos, incluso hasta el presente. “Mas la palabra del Señor
permanece perpetuamente” (1 Pedro 1:25).

B. El tipo de texto alejandrino

Este es un grupo muy pequeño de manuscritos. Las peculiaridades ortográficas indican que están
asociados con Alejandría en Egipto; y no sorprendentemente, las lecturas de este tipo de texto se
encuentran en los primeros papiros egipcios (por ejemplo, P46, P47). Sus principales
representantes, sin embargo, son el Códice Sinaítico (o Códice Aleph) y el Códice Vaticano (o
Códice B).

El respaldo para este tipo de texto procede de los Padres alejandrinos, sobre todo de Orígenes (185-
254 d.C.) y Cirilo (376-444).

Aquí deben observarse varias cosas:

1. Este tipo de texto se originó en Alejandría, Egipto. La Escritura no nos da ninguna indicación de que
alguna vez hubiera una presencia apostólica en esos sitios, pero la historia de la iglesia revela que
muchos herejes notorios vivieron y enseñaron allí, entre ellos gnósticos como Basílides, Isidoro y
Valentín. Lo que proceda de este lugar debe ser considerado con cierta reserva.

2. Existe una clara evidencia de revisión por la redisposición de sus palabras. B. H. Streeter sugirió
que el editor fue un obispo egipcio llamado Hesiquio. 23 Esto significa que si bien se hacen grandes
apelaciones en su favor, este tipo de texto no puede ser considerado como singularmente “puro”.

3. Los dos grandes representantes de este tipo de texto, los códices Aleph (Sinaítico) y B (Vaticano)
son de una calidad extremadamente pobre. Al ser examinado por el Dr. F. H. A. Scrivener, se dijo que
el Códice Aleph estaba “someramente escrito”, y “lleno de groseros errores de transcripción”, tales
como “la omisión de líneas completas del original”. Se encontró que el Códice B, si bien “con menos
errores”, era “proclive a equivocarse”, con “errores del carácter más palpable”. 24

4. Estos manuscritos principales muestran sus corrupciones al discordar de sí mismos literalmente en


miles de sitios (3000 veces solamente en los Evangelios).

5. El texto consignado por los códices Aleph (Sinaítico) y B (Vaticano) varía con respecto a la
abrumadora mayoría de los manuscritos griegos. No sólo está limitado a una familia muy pequeña de
manuscritos, sino que se ha estimado que hay alrededor de 6000 diferencias entre los textos
alejandrinos y bizantinos.

6. Es verdad que en el códice B (Vaticano) hay una pérdida grave de texto, pero considerando su
antigüedad (mediados o fines del siglo IV), estos dos unciales están en un estado notablemente
bueno. Dado que los manuscritos más exactos de esta época desaparecieron a causa del uso, puede
suponerse que éstos fueron rechazados como defectuosos, y en consecuencia no se utilizaban en la
iglesia primitiva.

7. Respalda esta conclusión el hecho de que verdaderamente se hicieron muy pocas copias a partir de
ellos. Como afirma el Dr. Gordon Clark: “Si varios manuscritos tienen un único antepasado, esto
implica que varios copistas consideraron que ese antepasado era fiel a los autógrafos. Pero si un
manuscrito carece de una progenie numerosa, como es el caso con el antepasado del códice B, se
puede sospechar que los primeros escribas pusieron en duda su valor. Posiblemente los primeros
cristianos ortodoxos sabían que B estaba corrupto."25

21
Los críticos atacan el texto bizantino

En el último siglo, dos académicos de Cambridge, B. F. Westcott y F. J. A. Hort, elaboraron una teoría
radicalmente nueva sobre la transmisión temprana del texto del Nuevo Testamento. Argumentaron
que el mejor texto era en realidad el alejandrino (al que llamaron el “texto neutral”), representado por
los códices Aleph y B. Como esos dos manuscritos eran ligeramente más antiguos que otros, ellos
sostuvieron que su ancestro común era cercano al original inspirado. Si bien la pureza absoluta no
estaba adscripta a este texto, Westcott y Hort estaban preparados para decir: “Creemos que (1) las
lecturas de Aleph y B deben ser aceptadas como las verdaderas lecturas hasta encontrar sólida
evidencia interna en contrario, y (2) que ninguna lectura de Aleph y B puede ser rechazada con
certeza en forma absoluta, aunque a veces es correcto colocarlas solamente en una posición
alternativa, especialmente donde no reciben respaldo de las Versiones o los Padres”. 26

El texto bizantino (llamado “texto sirio”) contenía, según pensaban, “lecturas fusionadas”, es decir,
combinaciones de lecturas más antiguas; y consideraban que se habían originado en una revisión en
dos etapas producida en Antioquía o cerca de ella en el siglo IV. Admitiendo que se trata únicamente
de una “suposición”, adelantaron la opinión de que “la creciente diversidad y confusión de textos
griegos llevó a una revisión autoritativa en Antioquía”, y más tarde “a una segunda revisión
autoritativa”. El proceso completo, según ellos, se completó en 350 d.C.; e incluso presentaron la
sugerencia de que Luciano de Antioquía (martirizado en 312) puede haber participado en la revisión
más antigua.

La teoría contiene serios errores. Si bien los críticos y las versiones aún se refieren a “los manuscritos
mejores y más antiguos”, la frase en conjunto mueve a confusión, porque en este debate en
particular, los “más antiguos” son en realidad los “peores”. Con respecto a las “lecturas fusionadas” en
el texto bizantino, jamás se ha presentado una evidencia convincente en su respaldo (incluso, tras
veintiocho años de estudio Westcott y Hort sólo pudieron exhibir ocho ejemplos). De todas maneras,
largas lecturas no prueban una interferencia posterior con el texto. El profesor Sturz ha demostrado
que algunas de estas lecturas están respaldadas por los papiros más antiguos (las lecturas más largas
de Juan 10:19 y 10:31, por ejemplo, están respaldadas por P66). 27 Esto nos lleva a la conclusión de
que el defecto está en el texto alejandrino. Se lo acusa de acortar el texto bizantino. ¿Qué pasa
entonces con la así llamada “recensión luciánica”? No hay ninguna prueba de que alguna vez haya
tenido lugar.

Westcott y Hort asumieron la tarea de preparar un texto griego revisado. Ocurre que también eran
miembros del comité, designado por la Convocación de Canterbury en 1880, para preparar una
edición revisada de la Biblia en inglés. Si bien su texto griego todavía no había sido publicado, se puso
a disposición de los revisores una copia para pruebas; y cuando en 1881 apareció el Nuevo
Testamento de la Versión Revisada, fue evidente de inmediato que el texto griego de Westcott y Hort
no sólo había tenido una gran influencia en el comité, sino que también se lo había seguido en general
en la Versión Revisada del Nuevo Testamento en inglés.

Este texto Hort/Westcott fue el precursor de lo que se conoce hoy como el Texto Nestle/Aland
(Sociedades Bíblicas Unidas), que ha usurpado el lugar del texto bizantino o tradicional, y a
continuación formó la base de prácticamente todas las versiones modernas. La Nueva Versión
Internacional, por ejemplo, si bien en su prefacio declara seguir un texto griego “ecléctico” (es decir,
compilado a partir de diversos manuscritos), procede de inmediato a informar al lector que “donde los
manuscritos existentes difieren, los traductores han hecho su elección de lecturas según los principios
aceptados de la crítica textual del Nuevo Testamento". La adopción de “principios” fundamentalmente
defectuosos ha significado que el texto resultante sea muy similar al producido en 1881 por Westcott
y Hort.

22
La Versión Reina Valera

Durante la Reforma y el período de los Puritanos, aparecieron una serie de versiones Protestantes,
todas basadas en los mismos textos auténticos y traducidas de acuerdo a los mismo principios válidos.

En el año 1569, Casiodoro de Reina, un ex monje católico romano convertido por el Evangelio a la fe
salvadora en el Señor Jesucristo, tradujo la Biblia al idioma español a partir del texto hebreo
masorético y del texto griego recibido. Reina hizo este noble trabajo en medio de grandes luchas y
persecuciones por parte de la Inquisición, la cual prohibía la traducción de las Sagradas Escrituras a
las lenguas romances. Este piadoso hombre Dios completó su traducción en doce años. Luego, la
Biblia de Reina fue revisada por Cipriano de Valera para alinearla aún más a los textos originales. Esta
tarea ardua de Valera le demandó veinte años, y concluyó en 1602. De estos dos grandes hombres de
Dios debemos la monumental traducción de la Biblia española conocida como la Biblia Reina Valera.

A pesar de muchas versiones modernas que van y vienen a través del tiempo, la versión Reina Valera
mantiene su reputación más allá de todas las demás Biblias en español hasta la fecha.

La versión Reina Valera ha demostrado su permanencia a través de los siglos, y por lo mucho que la
ha amado el pueblo de Dios, siendo una producción verdaderamente noble y que sigue siendo la más
fiel traducción al español de la inerrante e infalible Palabra de Dios.

Malcolm Watts, miembro del Comité General de la Sociedad Bíblica Trinitaria, nació en 1946 en
Barnstaple, North Devon, Inglaterra. Educado en un hogar cristiano, fue llamado por la gracia en su
adolescencia y, posteriormente, llamado al ministerio. Estudió en el London Bible College entre 1967-
70, y desde 1971 ha sido el ministro de Emmanuel Church, Salisbury. Él y Gillian se casaron en 1976,
y tienen dos hijas, Lydia y Naomi.

Referencias

1
James Bannerman, Inspiration: the Infallible Truth and Divine Authority of the Holy Scriptures
(Edinburgo: T & T Clark, 1865), pág. 158.

2
Louis Gaussen, Divine Inspiration of the Bible (Grand Rapids: Kregel Publications, 1971. Publicado en
en Edinburgo en 1842 bajo el título, Theopneustia: The Bible, its Divine Origin and Entire Inspiration,
Deduced from Internal Evidence and the Testimonies of Nature, History, and Science), pág. 34.

3
Esta era la posición de los comentaristas más antiguos, Piscator, Poole, Clarke, Gill, y otros. Más
recientemente, ha sido mantenida por el Dr. Greg L. Bahnsen en "The Inerrancy of the Autographa",
capítulo incluido en el simposio titulado Inerrancy, editado por el Dr. Norman L. Geisler (Grand
Rapids: Zondervan Publishing House, 1980), pág. 167.

4
William Henry Green, General Introduction to the Old Testament: The Canon (Londres: John Murray,
1899), pág. 11.

5
Puede encontrarse más información sobre el estado del texto en este periodo en John H. Skilton,
"The Transmission of the Scriptures", en The Infallible Word: a Symposium by the Members of the

23
Faculty of Westminster Theological Seminary tercera impresión revisada (Filadelfia: Presbyterian and
Reformed Publishing Company, 1967) pág. 153 y sig. Véase también Thomas Hartwell Horne, An
Introduction to the Critical Study and Knowledge of the Holy Scriptures, séptima edición, (Londres: T.
Cadell, 1834), 2:34.

6
Roger Nicole, "New Testament Use of the Old Testament", en Revelation and the Bible, Carl F.H.
Henry, ed. (Londres: The Tyndale Press, 1959), pág. 142-43. Véase también los comentarios de
Walter C. Kaiser Jnr, The Uses of the Old Testament in the New (Chicago: Moody Press, 1985), pág. 4
y sig.

7
Skilton, pág. 143.

8
Padres prenicenos, Tertuliano, On Prescription against Heretics, cap. 36 (Grand Rapids: William
Eerdmans Publishing Company, 1979), 3:260.

9
Dr A. Cleveland Coxe, que editó las obras de Tertuliano para la edición original de Edinburgo,
concede en una nota al pie que la “tan disputada frase” (“sus propios escritos auténticos”) puede
referirse a los autógrafos o a los originales griegos. No obstante, piensa que “probablemente” la
referencia concierne a “copias completas sin mutilar”. Edward Miller (quien editó varias de las obras de
Dean Burgon), parece haber creído que Tertuliano aludía a los manuscritos originales. Él escribió:
“Tertuliano, al argumentar con herejes, les ordena consultar los autógrafos de los APóstoles en
Corinto, o Tesalónica, o ñEfeso, o Roma, donde se los conserva y lee en público” (A Guide to the
Textual Criticism of the New Testament [Londres: George Bell and Sons, 1886], pág. 72).

10
Padres prenicenos, Policarpo, The Epistle of Polycarp to the Philippians, cap. 12, 1:35.

11
J.P. Lilley, The Pastoral Epistles (Edinburgo: T & T Clark, 1901), pág. 216.

12
Caspar Rene Gregory, Canon and Text of the New Testament (Edinburgo: T. & T. Clark, 1907), pág.
309. El Dr. Gregory comenta: “Nadie imaginará ... que sólo esas cartas y no el libro del Apocalipsis
debían ser enviado a las iglesias, porque ese versículo (Apocalipsis 1:11) dice que Juan deberá escribir
en el libro lo que ve, es decir las visiones que siguen, y enviarlo a las iglesias” (pág. 310).

13
La historia eclesiástica y los mártires de Palestina, Eusebio, Ecclesiastical History, libro 3, cap. 37.
(Londres: Society for Promoting Christian Knowledge, 1928).

14
Ibid., libro 4, cap. 23.

15
Ibid., libro 5, cap. 28.

16
Tertuliano, cap. 38, 3:262.

17
Padres prenicenos, Ireneo, Irenaeus against Heresies, libro 5, cap. 30, sect. 1, 1:558.

18
Kurt y Barbara Aland, The Text of the New Testament: an Introduction to the Critical Editions and to
the Theory and Practice of Modern Textual Criticism, 2da. ed., 1989. Citado por Bruce M. Metzger en
The Text of the New Testament: Its Transmission, Corruption, and Restoration, tercera edición
ampliada (Oxford: Oxford University Press, 1992), pág. 262.

19
Benjamin B. Warfield, An Introduction to the Textual Criticism of the New Testament (Londres:
Hodder and Stoughton, 1886), pág. 110, 111. 20 Harry A. Sturz, The Byzantine Text-Type and New

24
Testament Textual Criticism (Nashville, TN: Thomas Nelson Publishers, 1984), pág. 61 y sig., 145 y
sig.

21
Edward Miller en "The Antiquity of the Traditional Text", en John William Burgon, The Traditional
Text of the Holy Gospels Vindicated and Established (Londres: George Bell and Sons, 1896), pág. 121.

22
John Owen, "Of the Integrity and Purity of the Hebrew and Greek Text of the Scripture", en The
Works of John Owen (Londres: The Banner of Truth Trust, 1968), 16:366.

23
B. H. Streeter, The Four Gospels: A Study of Origins, revisado a partir de la edición de 1924
(Londres: Macmillan & Co. Ltd, 1956), pág. 112 y sig.,121 y sig.

24
F. H. A. Scrivener, Six Lectures on the Text of the New Testament and the Ancient Manuscripts
(Cambridge: Deighton, Bell, and Co., 1875), pág. 41, 43.

25
Gordon H. Clark, Logical Criticisms of Textual Criticism (Jefferson Maryland: The Trinity Foundation,
1986), pág. 15.

26
B. F. Westcott y F. J. A. Hort, Introduction to the New Testament in the Original Greek
(Massachusetts: Hendrickson Publishers, 1988. Publicado originalmente por Harper and Brothers,
Nueva York, 1882), pág. 225.

27
Sturz, pág. 84.

Copyright © 1998 Trinitarian Bible Society. Todos los derechos reservados. Se prohíbe la reproducción
de cualquier parte de esta publicación, en cualquier formato, sin la autorización por escrito de los
editores.

25
La inspiración divina de las Sagradas Escrituras

SOCIEDAD BIBLICA TRINITARIA ARTÍCULO 116

La inspiración divina de las Sagradas Escrituras

“Toda Escritura es inspirada divinamente y útil para enseñar, para redargüir,


para corregir, para instituir en justicia, para que el hombre de Dios sea perfecto,
enteramente instruido para toda buena obra.”
2 Timoteo 3:16, 17

“Porque la profecía no fue en los tiempos pasados traída por voluntad humana,
sino los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados del Espíritu Santo.”
2 Pedro 1:21

Sociedad Bíblica Trinitaria – Artículo 116


La palabra inspirada

“Toda Escritura es inspirada


divinamente…”
2 Timoteo 3:16

El siguiente análisis sobre la inspiración de las Escrituras ha sido compilado a partir de los
escritos de J. W. Burgon, L. Gaussen, J. Urquhart, J. C. Ryle y A. A. Hodge por T. H. Brown,
antiguo presidente de la Sociedad.

La Sociedad Bíblica Trinitaria afirma que las Sagradas Escrituras han sido dadas
por inspiración divina, y por lo tanto constituyen la regla única, suprema e
infalible para la fe y su puesta en práctica. No intentamos explicar de qué modo
el Espíritu de Dios obró para garantizar que se nos entregara un Libro
absolutamente preciso, sino que las Escrituras ponen en claro que el Espíritu
Santo lo ha hecho posible. Los caminos de Dios son “inescrutables”, y no es
discordante con la Divina sabiduría el hecho de confrontarnos con el resultado
de Su obra sin hacernos conocer el método. Una excelente definición cristiana
evangélica de la inspiración es: “La influencia sobrenatural del Espíritu de Dios
en la mente humana, mediante la cual los profetas, los apóstoles y los
redactores sagrados fueron capacitados para exponer la Verdad Divina sin
mezcla alguna de error”.

J. W. BURGON:
Hubo un tiempo en que los arzobispos y obispos de la Iglesia de Inglaterra no se
avergonzaban de expresar sus convicciones de este modo: “Todas nuestras
esperanzas para la eternidad, el fundamento esencial de nuestra fe, nuestros
consuelos más íntimos y apreciados, nos serían arrebatados si se declarara que
una sola línea de ese Libro Sagrado no es fiel o confiable”. Estas palabras son
una cita de la declaración unida de los obispos al obispo Colenso en 1863. La
actitud de los cristianos hacia la Biblia es la de confianza implícita y profunda
veneración, porque han tomado conciencia de que la Biblia es la Palabra
infalible del Dios único y sabio.
Como actualmente muchos descartan esta perspectiva de la inspiración como
absurda e insostenible, corresponde a los hombres y mujeres cristianos estar
preparados para dar una razón para su profunda convicción de que su opinión
es la única sensata y acorde a la Escritura. Quienes se oponen a la inspiración
plenaria tienden a desecharla entre burlas, como si supusiera asumir que a los
redactores se los hubiera controlado mecánicamente, y se los hubiera hecho
receptores del dictado de un mensaje. Sin embargo, el absurdo está en el
enfoque mental del crítico. La inspiración no supone un dictado. De hecho, se
excluyen entre sí. El dactilógrafo que escribe cartas “dictadas” por otra persona,
difícilmente diría que ha sido “inspirado”. Según los redactores individuales de
las Sagradas Escrituras, fueron “inspirados del Espíritu Santo”, “el Espíritu entró
en ellos”, “el Espíritu del Señor habló por ellos”, y les permitió hablar, “no con
doctas palabras de humana sabiduría, mas con doctrina del Espíritu”.

Milagros del Antiguo Testamento


Los académicos modernos a menudo son escépticos con respecto a los
milagros y maravillas de la Biblia, y nos invitan a no tomar estas narraciones
más que como un folclore piadoso. La tentación de nuestros primeros padres, el
diluvio, la destrucción de Sodoma y el destino de la mujer de Lot, la zarza
ardiente, las plagas que prepararon para el Éxodo, el cruce del Mar Rojo, el
maná, la serpiente de bronce, el asna de Balaam, el derrumbe de las murallas
de Jericó, la historia de Jonás y Daniel entre los leones, acontecimientos como
éstos sobresalen de las páginas del Antiguo Testamento, y son recibidos ya
fuere con admiración reverente, o bien se los repudia con incrédulo desprecio.

A estos milagros del Antiguo Testamento se los considera impedimentos para el


reconocimiento de la inspiración y la autoridad de las Escrituras, pero no puede
negarse que todos tienen confirmación y se los cita expresamente en el Nuevo
Testamento. Uno u otro de los Apóstoles, o Nuestro Señor mismo, apela a ellos
o explica cada uno de estos acontecimientos misteriosos y sobrenaturales. Por
lo tanto, queda claro que los hombres deben reconocer a la Biblia como un todo,
o rechazarla como un todo. No hay una postura intermedia: los que rechazan el
diluvio, rechazan también el testimonio de Nuestro Señor y el de Pedro y Pablo
con respecto a la realidad histórica de ese hecho. Los hombres que rechazan la
historia del asna hablando con voz humana, rechazan también la autoridad del
apóstol Pedro que se refiere a este milagro en 2 Pedro 2:16. Aquellos que
descalifican a Jonás y el gran pez como una entretenida alegoría, descalifican
también la autoridad del Hijo de Dios encarnado, que se refirió a la experiencia
de Jonás como un hecho histórico y profético de Sí mismo.
El Nuevo Testamento en armonía con el
Antiguo Testamento
El Nuevo Testamento mantiene un compromiso irrevocable con el Antiguo. Cada
libro de la Biblia mantiene un compromiso con todos los demás libros. Nuestro
Señor no sólo cita a la colección completa de escritos como la Ley, los Profetas
y los Salmos, o simplemente como “la Escritura”, y estampa así Su sello sobre
toda ella como inspirada y verdadera, sino que Él y Sus apóstoles parecen
destacar los mismos acontecimientos que aparentan tener más probabilidades
de ser cuestionados por la incredulidad, y los usan de modo tal de hacer que
resulte imposible escapar de su realidad histórica. De esta manera parece que
Dios ha posado Su mano sobre estos milagros para reivindicar su veracidad, y
para asegurar que permanezcan como una parte esencial del entramado de Su
Revelación.

Cuando comenzamos a investigar la estructura de la Biblia con este aspecto en


perspectiva, nos vemos más y más sorprendidos ante la cantidad de citas y
alusiones sistemáticas. La trama está perfectamente diseñada y ajustadamente
tejida, de modo tal que ni una sola hebra sobra ni queda fuera de lugar. A la
historia de Balaam en Números se alude en Deuteronomio, Josué, Miqueas,
Nehemías, Pedro, Judas y Juan. El Éxodo, con las maravillas que lo
acompañan, es mencionado en Josué, Jueces, Job y Salmos, en Amós, Isaías,
Miqueas, Oseas, Jeremías y Daniel, en Reyes, Samuel y Nehemías, y
repetidamente en el Nuevo Testamento. Los evangelistas se citan mutuamente
muy a menudo, y las Epístolas citan a los Evangelios más de cincuenta veces.
Pedro cita a Pablo una y otra vez.

El Génesis y Daniel se confirman en el Nuevo


Testamento
En este siglo los académicos racionalistas se deleitan en referirse al carácter
alegórico del principio del Génesis, pero en el Nuevo Testamento encontramos
más de treinta referencias a los dos primeros capítulos del Génesis. Ciertas
partes de Daniel han suscitado sospechas por parte de quienes no son capaces
de creer que las profecías pueden anticiparse a la historia, pero el Señor
Jesucristo cita de los mismos pasajes de Daniel que los escépticos modernos
rechazan. Así los redactores sagrados dicen simplemente: Nos sostenemos o
caemos juntos. Extienden sus manos y se estrechan con firmeza entre sí. Se
reconocen mutuamente las voces, uno al otro interpretan sus pensamientos y
adoptan sus dichos, y en medio de ellos está el Hijo de Dios, para sellar su
testimonio con la autoridad del Suyo propio.
El testimonio de Nuestro Señor con respecto al
Antiguo Testamento
Con el Nuevo Testamento en las manos podemos dar testimonio del Maestro
mismo, ya que Él habitualmente entrega esas primeras Escrituras y en todas
partes confirma su veracidad. Él acepta las profecías de Sus antiguos siervos,
comenzando por Moisés, y declara que todas se han cumplido en Él. Señala
muchos episodios de la historia sagrada y los confirma a todos, desde la primera
página de la Biblia hasta los días de Elías y Eliseo. No alude simplemente al
diluvio, sino que expresamente declara con respecto a los hombres en tiempos
de Noé: “Vino el diluvio y llevó a todos”. Sopesa la culpa de Capernaúm frente a
la de Sodoma, y corrobora la historia de la destrucción de las ciudades de la
llanura. “Acordaos” –dice Él– “Acordaos de la mujer de Lot”

A la serpiente en el desierto, el milagro del maná, y Jonás en el gran pez los cita
Él como historia real. La tentación de Eva, el cruce del Mar Rojo, el agua
brotando de la peña golpeada, las murallas de Jericó, el asna de Balaam – todos
ellos son confirmados por Pablo y Pedro. No sólo se ha aplicado el sello de
Cristo y los apóstoles al Antiguo Testamento en general, sino que partes
específicas de él fueron cuidadosamente localizadas y puestas fuera del alcance
de la crítica al recibir por separado la misma impresión divina.

Además de citarse entre sí, los redactores del Nuevo Testamento citan a los
redactores del Antiguo; interpretando sus dichos oscuros, aplicando sus mínimos
detalles, apropiándose de su misma fraseología. Entre los diversos redactores
existe una maravillosa simpatía y armonía. Fueron tan numerosos y tan distintos,
y se extendieron a lo largo de un periodo tan prolongado, y sin embargo los
atraviesa una sorprendente similitud de tema, alusión e ilustración, y uniformidad
de tema que los caracteriza a todos.

El tema y el objeto son divinos


La razón y la explicación de todo esto es que estos muchos redactores se
alimentaron de la misma pura fuente de inspiración divina. No había más que
una Divina Providencia que influía en sus diversas revelaciones, y con carácter
divino se ordenó que sus muchos libros debían finalmente ser unificados en uno.
La Biblia revela una unicidad de propósito que puede descubrirse en cada libro,
y que sólo pudo haber sido impuesta sobre la entera colección de libros por un
poder y una sabiduría infinitamente superiores y mayores que las del hombre.
Cristo –Su Persona gloriosa y eterna, Sus oficios, Sus atributos y Su
misericordiosa obra de expiación y redención– Cristo es el tema unificador de
todos ellos.
La Biblia profesa haber sido inspirada por el Espíritu Santo, y con respecto a
esto difiere de todos los otros libros cuya existencia se conoce. Entrega
extensos mensajes de Dios, cada uno precedido por una intensa indicación de
su origen divino: “Así ha dicho Jehová”. La palabra “inspiración” no aparece a
menudo en la Biblia, pero el lenguaje de los redactores se adscribe repetida y
expresamente a Dios. El Antiguo Testamento no sólo es enfáticamente
autorizado por Nuestro Señor Jesucristo, sino que Él lo asevera que en forma
exclusiva da testimonio en su totalidad de los acontecimientos de Su
encarnación. ¿El testimonio del Hijo Eterno no debe exigir un absoluto
asentimiento y corroboración de nuestra parte?

La medida de la inspiración
Debemos por lo tanto exponer la inconsistencia de quienes, a la vez que
pretenden admitir la inspiración de las Sagradas Escrituras, todavía argumentan
que éstas contienen errores e imprecisiones. ¿Con qué autoridad se puede
alegar que ciertas partes de la Biblia son veraces y otras no? No sabemos de
ninguna lista preparada por los eruditos modernos para guiar al lector a través
de esta perplejidad. Uno excluirá la filosofía natural de la esfera de la inspiración;
otro excluirá los hechos históricos que no involucran a puntos de la fe o de su
puesta en práctica; en tanto otro afirmará que el razonamiento de los redactores
era el suyo propio. Uno alegará que no había inspiración alguna cuando el
redactor trataba con acontecimientos comunes y cotidianos, o cuando los
redactores tenían lapsos de memoria en cuestiones sin consecuencia. Otro
asevera que la historia común, la cronología y la genealogía pueden eliminarse
de la esfera de la inspiración, y así ad infinitum.

Pero uno tiene derecho a preguntar “¿Por qué?” ¿Por qué el redactor inspirado
debería carecer de inspiración al aludir a fenómenos naturales? ¿Es que el
Creador no está calificado para hablar de cosas “naturales” o creadas, y para
inspirar a Sus siervos a escribir sobre ellas? Si la historia, las cifras, la
cronología y las genealogías no son confiables, ¿podemos tener alguna
confianza en los primeros diecisiete libros del Antiguo Testamento y en los cinco
primeros del Nuevo? ¿Cuánto quedaría de los Profetas si elimináramos su
historia, su razonamiento y sus alusiones a los episodios comunes de la vida
cotidiana? No tenemos justificación alguna para asumir que la Biblia contenga
ningún tipo de error, en temas de ciencia, de historia o de cualquier otra índole.
¿Dónde comienza la Verdad y termina la falsedad en el registro que nos ofrecen
los eruditos racionalistas, y con qué medida de honestidad se podría llamar “la
Palabra de Dios” a un registro tan imperfecto y errado? La Biblia no nos enseña
nada sobre “grados de inspiración”; nos dice que todo ha sido inspirado. “Toda
Escritura es inspirada divinamente.”
El lenguaje del Espíritu Santo
No ganamos nada con especular cuánto debe asignarse al “elemento humano” y
cuánto al “elemento divino”. Es la Palabra de Dios. No debemos ser impacientes
ante este divino misterio. No podemos inmiscuirnos entre el Todopoderoso y
aquellos a quienes Él inspiró y descubrir simplemente el modo en que Él logró
Su fin. Debemos estar satisfechos con que Él nos diga que todo tiene “la
inspiración de Dios”. La Biblia es un Libro inspirado igualmente en su totalidad
por el Espíritu de Dios. El lenguaje del Espíritu Santo es infalible. No osamos
buscar errores en una colección de escritos cuyo autor es Dios. No osamos
siquiera admitir la posibilidad de la existencia de algunas, muy pocas
aseveraciones desconectadas de la religión o las enseñanzas morales, que
podrían ser excepciones a la regla.

“La Palabra escrita y encarnada”


En el misterio de Su misma Persona Divina discernimos una analogía solemne
que de manera útil demuestra el carácter único de la Palabra escrita. En la
Persona única de Cristo hay una perfecta unión de la naturaleza humana y
divina. En Apocalipsis 19:13 a Él se lo llama “el Verbo de Dios”, y ese nombre
puede haber tenido la intención de recordarnos el paralelo que subsiste entre la
Palabra escrita y la Encarnada. Es innegable que la Palabra escrita se destaca
entre los libros tal como la Palabra Encarnada se destacó entre los hombres:
con un carácter bastante único. En sus oficios y en su recepción en manos de
los hombres; en sus dificultades y en sus perfecciones; en su apariencia de
debilidad, y en su poder real, el Evangelio puede ilustrarse por una referencia a
la historia de Aquel cuya vida, muerte y resurrección allí se exponen. Hay un
paralelo impactante entre el elemento divino y el humano en las Escrituras, y la
unión de las naturalezas divina y humana en el Hijo de Dios.

¿Cuál fue su experiencia con la Palabra Encarnada? ¿Su naturaleza divina


estuvo alguna vez ausente? ¿Alguna vez estuvo presente menos que
plenamente? ¿Era Él menos Hijo de Dios al estar sediento junto a la fuente, que
al aplacar la tormenta? Si Él era el ungido del Señor cuando llamó a Lázaro a
salir de la tumba, ¿acaso era menos ungido de Jehová cuando un momento
antes se lo había visto llorar? El Crucificado era el Hijo de Dios, el Príncipe de la
Vida, el Señor de la Gloria, el Dios mismo, manifiesto en la carne. Del pesebre a
la cruz no tuvo pecado, falta, ni error, ni grande ni pequeño.

Apliquemos esto por analogía a la Palabra escrita. Reconozcamos que esto es


también divino, igualmente inspirado por el Espíritu Santo en su totalidad, y que
en ninguna parte carece del atributo de la inspiración, que en todos lados es
perfecto e infalible, de su alfa a su omega. No hubo pecado ni imperfección en la
humanidad del Señor, ni hay error ni inexactitud en la Palabra escrita.
No podemos explicar el modo en que estas dos naturalezas perfectas coexistían
en la Persona de la Palabra Encarnada. Tampoco podemos discernir el modo en
que en la Palabra escrita pueden existir lo humano y lo divino, unidos tan
indisolublemente por Dios que el hombre no puede separarlos. El Salvador a
algunos no les parecía para nada distinto de los hijos de los hombres. Fue por
eso que se maravillaban ante Sus obras. Es lo mismo con la Biblia. Puede que
los diversos libros nos recuerden los distintos caracteres de sus diversos autores
humanos. Pero como Dios estaba presente dondequiera que estuviera Jesús de
Nazaret, así el Espíritu de Dios está presente en toda la Escritura, impregnando
cada una de sus palabras y letras. El tema varía de lugar en lugar: aquí una
narración, allá una profecía que anuncia que proviene de la boca misma del
Todopoderoso.

Del mismo modo diferían las obras del Hijo Encarnado: en una ocasión en todo
aspecto como las acciones de los hombres comunes, y en otras una clara
muestra del poder divino, una puesta al desnudo del brazo del Todopoderoso.
La verdad esencial es ésta, que Dios estaba invariable y universalmente
presente con y en la Palabra Encarnada, y que Dios está invariable y
universalmente presente con la Palabra escrita. Es infalible en su totalidad
porque en su totalidad es divina. Las visiones poco humanitarias de Cristo
prevalecen allí donde están en boga las opiniones pobres sobre la inspiración.
Los que niegan la inspiración de las Escrituras están siempre preparados para
poner en duda la deidad de Cristo.

La infalibilidad y perfección de la Palabra


Reclamamos para la Biblia el atributo de infalibilidad absoluta porque
consideramos que ha sido divinamente inspirada, y no podemos creer que
ningún error pueda proceder de Dios. Creemos que esta inspiración se extiende
a las palabras de la Biblia, ya que sin palabras no podría haber Escritura. No
tenemos ninguna autoridad para limitar el alcance de la inspiración, pero
tenemos autoridad explícita para asumir que las palabras han sido inspiradas, ya
que importantes lecciones de la Escritura se articulan sobre la cita de una sola
palabra. Si bien la división en capítulos y versículos fue obra de los hombres, no
hay una base firme y lógica entre el rechazo absoluto de la Biblia y una admisión
de que es en su totalidad la Palabra de Dios, divinamente inspirada en los
contenidos de sus capítulos y párrafos, en sus oraciones y sus palabras, sílabas
y letras. Las Escrituras constituyen un todo perfecto e infalible, y se las debe
considerar perfectas e infalibles en hasta sus más mínimos puntos.

“No retengas palabra.”


L. GAUSSEN:
Testimonio de los apóstoles
Considérese el uso que hacen los mismos apóstoles de la Palabra de Dios, y los
términos en que ellos la citan. Con qué atención sopesan cada palabra; con qué
seguridad religiosa a menudo insisten en una única palabra, a fin de deducir de
ella las más serias consecuencias y las doctrinas más fundamentales. Para
nosotros mismos, confesamos que nada nos impresiona más fuertemente que
esta perspectiva del tema; nada ha engendrado en nosotros una confianza tan
profunda y firme en la total inspiración de las Escrituras.

Si tuviéramos conciencia de cualquier necesidad de nuestra parte de fortificar


nuestra creencia en esta verdad, estamos seguros de que no necesitamos ir
muy lejos en procura de evidencia. Sería suficiente para nosotros preguntar qué
eran las Sagradas Escrituras a la vista de los apóstoles de Dios, y en qué
medida ellos entendían que su lenguaje había sido inspirado. ¿Cuáles eran, por
ejemplo, los sentimientos de Pablo al respecto? Porque no pretendemos ser
teólogos más iluminados que los doce apóstoles. Fieles a la teología dogmática
de Pedro y a la teología exegética de Pablo, entre todos los sistemas alguna vez
derivados de la inspiración de las Escrituras, la de ellos es la que hemos
resuelto decididamente preferir.

Escuchemos, entonces, al apóstol Pablo cuando las cita y pasa a comentarlas.


Destaquemos con qué reverencia el apóstol se detiene sobre sus expresiones
más mínimas, y con qué confianza espera la presentación de la Iglesia, mientras
señala el uso de tal palabra en vez de tal otra, con qué erudición y afecto estruja
cada partícula de una oración en sus manos, hasta que la última gota de
significado ha sido extraída de ella.

Entre los muchos ejemplos que podríamos aducir, nos limitamos, a fin de ser
breves, a la Epístola a los Hebreos.
Hebreos 2:8: Veamos cómo, tras citar estas palabras: “Todas las cosas sujetaste
debajo de sus pies”, el autor sagrado argumenta desde la autoridad de la
palabra “todas”.
Hebreos 2:12: Al citar del Salmo 22, argumenta a partir de la expresión “mis
hermanos”, que al Hijo de Dios correspondía adoptar la naturaleza del hombre.
Hebreos 12:27: Citando al profeta Hageo, Pablo toma las palabras “una vez
más” – “Aún una vez”.
Hebreos 8:8-13: Citando a Jeremías 31:31, argumenta a partir de la palabra
“nuevo”.
Hebreos 7: Hace uso sucesivamente de las palabras del Salmo 110, deduciendo
de ellas las doctrinas más elevadas: “Juró el Señor.
… Juró por su vida. … Tú eres sacerdote. … Tú eres sacerdote eternamente. …
Tú eres sacerdote según el orden de Melchisedec. … Rey de justicia. … Rey de
Salem”. Se encontrará que la exposición de las doctrinas contenidas en estas
palabras ocupa tres capítulos completos, el 5, 6 y 7.

Una cuestión penetrante


Pero hago aquí una pausa. ¿Podemos no concluir, a partir de dichos ejemplos,
que en opinión del apóstol Pablo las Escrituras estaban inspiradas por Dios,
incluso en sus más mínimas expresiones? Pongámonos entonces cada uno en
la escuela del hombre a quien por el Espíritu de Dios se le había dado el
conocimiento del misterio de Cristo, como a un sagrado apóstol y profeta.
Ustedes que leen estas líneas, ¿a qué escuela adherirán? ¿A la de los
apóstoles, o a la de los doctores de esta época? “Y si alguno quitare de las
palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de
la santa ciudad, y de las cosas que están escritas en este libro” (Apocalipsis
22:19).

El testimonio de Nuestro Señor Jesucristo


Pero por un instante permitámonos alejarnos de los apóstoles y volvernos hacia
el Maestro. Preguntémosle qué eran las Escrituras en Su perspectiva. Y esta es
la gran pregunta. La doctrina de una inspiración plenaria y completa se enseña
tan claramente en la Escritura como la de la resurrección de los muertos. Esto
debería en sí mismo sernos suficiente. Y sin embargo escucharíamos a nuestro
bendito Señor mismo, y aprenderíamos la lección de Sus propios labios. ¿De
qué modo apeló Nuestro Señor Jesucristo a la Sagrada Biblia? ¿Cuáles eran
Sus opiniones sobre la letra de las Escrituras? ¿Qué uso hizo de ellas, Él que es
su objeto e inspirador, principio y fin, primero y último? Él cuyo Espíritu Santo,
dice Pedro, animó a todos los profetas del Antiguo Testamento, quien estaba en
el cielo en el seno del Padre al mismo tiempo que se los veía habitando entre
nosotros y predicando el Evangelio a los pobres. No dudamos en decir que si
cualquier escritor moderno tuviera que citar a la Biblia, como lo hizo Jesús, con
miras a deducir de ella cualquier doctrina, debería ser calificado de inmediato
entre los más celosos partidarios de las doctrinas que ahora defendemos.

Un ejemplo instructivo
Me preguntan: ¿Cuál es su opinión de las Sagradas Letras? Y respondo: ¿Qué
pensaba mi Maestro de ellas? ¿Cómo apelaba a ellas? ¿Qué uso hizo de ellas?
¿Cuáles eran sus detalles más pequeños ante Sus ojos?
¡Ah! Habla a estos inquisidores Tú mismo, Eterna Sabiduría, Palabra no creada,
Juez de jueces. Mientras les repetimos las declaraciones de tu boca, muéstrales
la majestad en la cual las Escrituras se te aparecieron, la perfección que
reconociste en ellas, la estabilidad eterna que Tú les asignaste a su más mínima
iota, y el imperecedero destino que sobrevivirá al universo, después de que los
mismos cielos y la tierra hayan perecido.

No nos avergüenza decir que cuando oímos al Hijo de Dios citar las Escrituras,
nos transformamos en dóciles creyentes en su inspiración divina; no
necesitamos más testimonio. Todas las declaraciones de la Biblia son, sin duda
alguna, igualmente divinas; pero este ejemplo del Salvador del mundo ha
zanjado la cuestión para nosotros de una sola vez. Esta prueba no requiere de
investigaciones largas ni eruditas; la mente de un niño la capta tan
poderosamente como la de un docto. Si alguna duda asaltara tu alma, el tono de
Su voz, a medida que el mismo Jesús habla de las Escrituras, aplastará tus
escrúpulos.

Sigue a Nuestro Señor en los días de Su carne. ¡Con qué grave y tierno respeto
Él sostiene constantemente en Sus manos “el volumen del Libro”, para citar
cada parte de él y para señalar incluso sus versículos más breves! Mira cómo
una palabra, una única palabra, ya fuere de un salmo o de un libro histórico,
tiene para Él la autoridad de una ley. Advierte con qué confiada sumisión Él
recibe la Escritura completa, sin jamás cuestionar su sagrado canon; porque Él
sabe que la salvación viene de los judíos, y que bajo la infalible providencia de
Dios, “la palabra de Dios les ha sido confiada”. Desde Su infancia a la tumba, y
desde Su resurrección a Su desaparición en las nubes, Él lleva consigo a la
Biblia, a Moisés, los Salmos y los Profetas. Los cita, los explica, versículo a
versículo, y palabra por palabra.

J. URQUHART
Una Biblia totalmente inspirada
“Inspiración verbal” es una frase conveniente para expresar la creencia
constante de la Iglesia de Cristo en que las palabras de la Biblia fueron puestas
allí con la voluntad y la intención del Espíritu de Dios. Esto quiere decir que de
algún modo (cuál, ningún hombre puede decirlo), el Espíritu de Dios llenó así y
guió así al espíritu del hombre, que cada palabra fue colocada sobre la página
del texto sagrado con un propósito divino. Es decir que cada palabra era la
Palabra de Dios. No se trata de una teoría humana con respecto al origen de la
Escritura; es una descripción divina. El apóstol nos dice que las cosas que el
Espíritu de Dios le reveló, él las habló “no con doctas palabras de humana
sabiduría”, sino “con doctrina del Espíritu” (1 Corintios 2:13).
Éste ha sido el entendimiento de las iglesias a lo largo de los tiempos. Lo
reconoce cada predicador creyente y cada estudiante de la Biblia. Toma sus
diccionarios griegos y hebreos, y diligentemente procura fijar el significado
preciso de cada palabra en el pasaje con el que está trabajando. Cuando está
convencido de haber determinado el exacto sentido de cada una, siente que
tiene ante sí el pensamiento mismo del Espíritu de Dios.

Precisión absoluta
Puede que tengamos en un determinado lugar el registro de alguna expresión de
un hombre; puede que sea de un enemigo de Dios, y no la expresión de Dios
mismo. Pero se trata del registro de Dios sobre lo que el hombre dijo; un registro
en cuya absoluta exactitud podemos confiar plenamente. Esto de ninguna
manera excluye el factor humano, el carácter instrumental del hombre, en la
inspiración. El Espíritu de Dios elevó al hombre a la cooperación con Él. El
hombre estaba allí, con todas sus facultades aceleradas y ampliadas, y la
expresión de su personalidad se imprime sobre esa obra suya, que se ha
construido en la Biblia, con tanta claridad como en cualquier otra obra que
hubiera realizado. Pero Dios estaba en la obra, al igual que el hombre. Dios
estaba en la obra, dirigiendo e inspirando su totalidad.

No es un “dictado verbal”
Muchos escritores actúan en forma impetuosa en su tratamiento de esta
aseveración sobre una Biblia plenamente inspirada. Dicen que "inspiración
verbal” en una contradicción en sus términos; y que si a los hombres no se los
dejara libres de escoger sus propias palabras, no podría haber inspiración de
ninguna índole. En consecuencia, llaman a esta creencia “dictado verbal”, como
si representara que la Biblia fue entregada como una carta que un comerciante
dicta a su empleado. Verdaderamente, esto es olvidar, o negar, el elemento
sobrenatural en la Escritura. La inspiración es un milagro. No podemos decir de
qué modo se hizo este milagro más de lo que podemos explicar de qué modo el
pan se multiplicó al ir pasando de mano en mano en las multitudes, y alimentó a
cinco mil hombres, además de las mujeres y los niños, a partir de unas pocas
hogazas. Que el pan se había multiplicado de ese modo era incuestionable. La
realidad del milagro quedó probada por la renovada fuerza de una multitud
previamente desfalleciente, y por los doce canastos de fragmentos que
quedaron de aquel banquete regalo de Dios. Pero el modo en que se hizo el
milagro, ¿quién puede presumir de decirlo?

En un asunto de esa índole estamos frente a frente con la inescrutable obra de


Dios. Estamos igualmente enfrentados con esa obra inescrutable en la
inspiración. De qué modo la Palabra de Dios fue pronunciada por labios
humanos no podemos decirlo, pero que el milagro se hizo ningún hombre puede
negarlo. La prueba está allí, en el banquete en el desierto. Una vez más, a los
hambrientos los alimentan quienes por sí mismos no pueden producir provisión
alguna. Hay pan en el desierto, que ningún hombre podría haber provisto.

La inspiración es un hecho, no una teoría


Por lo tanto, es fútil sugerir que creemos en un “dictado verbal”, o enumerar
diversas teorías de la inspiración. Hay diversas teorías sobre la gravitación,
como las hay de otras leyes naturales. Las teorías pueden estar equivocadas:
puede que ninguna sea correcta, pero los hechos permanecen. Quienes son los
suficientemente ingenuos como para tener teorías de la inspiración pueden
verse desacreditados, pero su fracaso no afecta el hecho de la inspiración en
mayor medida que los errores cometidos por un hombre que sufre de daltonismo
alteran los colores de las flores. La Escritura misma explica todo lo que podemos
comprender de este lado de la eternidad. Nos asegura que la teoría del origen
meramente humano de cualquier parte o fragmento de la Biblia es un gigantesco
error.

Autoridad divina inmediata


“La profecía no fue en los tiempos pasados traída por voluntad humana” (2
Pedro 1:21). Es decir, no hay ninguna palabra puesta en las páginas de la
Sagrada Escritura que se deba meramente al deseo de un hombre de servir a
Dios o de ayudar a sus semejantes. Esa no es la naturaleza ni la ley de la
profecía. No provino en ningún momento (nunca provino en ninguna instancia)
de la voluntad del hombre de exhortar, de reprender o de hablar. Aquí, por el
contrario, está el verdadero origen de la Biblia, “los santos hombres de Dios
hablaron siendo inspirados – transportados – del Espíritu Santo”. Sus
pensamientos se volvieron aquí y allá, no bajo el impulso de sus propios
sentimientos, su propio juicio, o su propio genio, sino bajo el impulso del Espíritu
Santo.

A esa doctrina se compromete la Escritura, y con esa doctrina coincide en todas


partes. Las palabras son las palabras de Dios. Isaías, Ezequiel, Jeremías,
Malaquías, pueden ser los hablantes cuyas palabras oyeron los hombres, o los
redactores cuyas manos trazaron por primera vez las palabras que hoy leemos
en las páginas sagradas. Pero las palabras son las palabras de Dios en un
sentido tan verdadero y pleno como lo son de ellos. En cada caso, “Dios habló a
los padres por los profetas”. Por estas aseveraciones la Biblia se sostiene o cae.
La afirmación de una inspiración plena y omnipresente, que no es nada menos
que una autoría divina diferenciada e inmediata, no es meramente nuestra teoría
o creencia; es la enseñanza de la misma Escritura.
J. C. RYLE:
Divinidad del Libro:
Seis características distintivas de las Sagradas
Escrituras que demuestran su exclusiva
inspiración divina.
Una vaga creencia en general de que la Biblia es un Libro inspirado es frecuente
entre los cristianos. Muchos, sin dudas, no podrían explicar qué quieren decir,
pero ya fuere que los hombres lo sepan o no, su creencia está bien
fundamentada. Descansa sobre una colección de hechos que ningún hombre
inteligente, educado y de mente franca puede negar.

(a) Hay una extraordinaria profundidad, plenitud y riqueza en los


contenidos de la Biblia, que es sobrenatural y supera al hombre. Hay un
completo abismo entre ella y cualquier otro libro que se haya escrito nunca.
Arroja más luz sobre una vasta cantidad de temas de la mayor importancia que
todos los demás libros del mundo en conjunto. Con audacia aborda asuntos que
están más allá del alcance del hombre, cuando se lo deja por sí solo. Trata de
cosas que son misteriosas e invisibles: el alma, el mundo por venir y la
eternidad, profundidades que el hombre no puede imaginar. Todos los que han
intentado escribir sobre estas cosas sin la luz de la Biblia han hecho poco más
que mostrar su propia ignorancia. Van a tientas como los ciegos; especulan,
adivinan, en general hacen la oscuridad más visible, y nos ponen en una región
de incertidumbre y dudas.

La Biblia sola da una explicación razonable del principio y el fin del mundo en el
que vivimos, un verdadero retrato del hombre, y sólo perspectivas de Dios. La
Biblia sola nos muestra un remedio razonable y satisfactorio para los deseos y
necesidades espirituales de los moribundos, y satisface los anhelos de
conciencia al revelar a un Salvador. La Biblia sola explica el estado de las cosas
que vemos en el mundo a nuestro alrededor. Hay muchas cosas en la tierra que
el hombre natural no puede explicar. La Biblia puede decirle que el mundo está
inmerso en la maldad, y que es vano buscar la perfección en el orden actual de
las cosas. La Biblia le dirá que ni las leyes ni la educación pueden cambiar el
corazón del hombre, que la naturaleza del hombre está caída, y que el mundo
en el que trabaja está lleno de pecado. La Biblia le dirá que viene un tiempo de
perfecto conocimiento, perfecta justicia, perfecta felicidad y perfecta paz, pero la
Biblia le dirá que a este tiempo no lo traerá ningún poder sino el de Cristo en su
regreso a la tierra.

Estas son cosas que los hombres no podrían encontrar en ningún lado excepto
en las Escrituras. Probablemente no tengamos la menor idea de cuán poco
conoceríamos sobre estas cosas si no tuviéramos la Biblia. Apenas conocemos
el valor del aire que respiramos, y del sol que nos alumbra, porque nunca hemos
sabido lo que es carecer de ellos. No valoramos las verdades en las que hemos
estado viviendo, porque no nos damos cuenta de la oscuridad de los hombres a
quienes estas verdades no se les han revelado.

(b) Otro hecho es que hay una extraordinaria unidad y armonía en los
contenidos de la Biblia, que es sobrenatural y supera al hombre. Todos
sabemos qué difícil es hacer que tres personas cualesquiera cuenten una
historia en la cual no haya ciertas contradicciones y discrepancias. Pero eso no
pasa con la Biblia. He aquí un extenso libro escrito por no menos de treinta
personas diferentes. Los redactores fueron hombres de todos los niveles y
clases de la sociedad. Uno era legislador. Uno un rey guerrero. Uno un rey
pacífico. Uno era un pastor, otro había sido publicano, otro médico, otro un
fariseo, dos eran pescadores. Vivieron a intervalos a lo largo de un periodo de
1500 años, y muchos de ellos nunca se vieron cara a cara; y no obstante, hay
una armonía perfecta entre estos escritores. El estilo y la caligrafía pueden
variar, pero la mente que atraviesa su obra es siempre una y la misma. Todos
cuentan la misma historia. Todos dan una versión del hombre, una versión de
Dios, una versión de la vía de la salvación, una versión del corazón humano.
Nunca se detecta una verdadera contradicción ni contraposición de opiniones.

(c) Otro hecho es que hay una extraordinaria sabiduría, sublimidad y


majestad en el estilo de la Biblia, que superan al hombre. Aunque fuera
extraño e improbable, los redactores de la Escritura produjeron un libro que
incluso al día de hoy carece por completo de rivales. Con todos nuestros
promocionados logros en ciencias y artes y aprendizaje, no podemos producir
nada en literatura que pueda compararse con la Biblia. Incluso en este mismo
momento en este siglo, el Libro se destaca enteramente en soledad. Hay en él
un espíritu, un estilo y un tono de pensamiento que lo separa de los demás
escritos. No hay puntos débiles, defectos, ni imperfecciones. No existe la mezcla
de enfermedad y debilidades que se encuentran en las obras de incluso los
mejores cristianos. “Santo, Santo, Santo” parece estar escrito en cada una de
las páginas. Hablar de comparar a la Biblia con otros así llamados “libros
sagrados”, como el Corán o el Libro de Mormón, es ciertamente absurdo. Sería
lo mismo que comparar el sol con una lámpara, o el diamante Koh-i-noor con un
pedazo de vidrio. Hablar de que la inspiración de la Biblia difiere sólo en grado
de escritos tales como los de Homero, Shakespeare o Milton es sencillamente
iluso. Hay un abismo entre la Biblia y cualquier otro libro, que ningún hombre
puede entender. Al pasar de la Escritura a otras obras se está en una nueva
atmósfera, y se siente como si se hubiera intercambiado oro por metal básico, y
el cielo por la tierra.

(d) Otro hecho es que hay una extraordinaria precisión en los hechos y
aseveraciones de la Biblia, que es sobrenatural y supera al hombre. He
aquí un libro que ha estado ante el mundo por más de 1800 años, el periodo
más atareado y cambiante que el mundo haya visto. Durante este lapso se han
hecho los mayores descubrimientos en ciencias, y las mayores modificaciones
en los usos y costumbres de nuestra sociedad humana. Difícilmente haya una
cosa en la que no se hayan descubierto fallas y puntos débiles, y difícilmente
exista una institución que no haya atravesado un proceso de reformas,
enmiendas y cambios. Pero en todo este tiempo los hombres jamás han
descubierto un punto débil o un defecto en la Biblia. Los infieles la han asaltado
en vano. Allí se yergue: perfecta, fresca y completa, como lo hizo al ser escrita
muchos siglos atrás. La marcha del intelecto nunca la supera. La sabiduría de
los eruditos nunca llega más allá. La ciencia de los filósofos nunca demuestra
que la Biblia esté equivocada. Los descubrimientos de los viajeros nunca la
condenan por errores.

¿Se ponen al descubierto las islas del Pacífico? No se encuentra nada que
contradiga en el menor grado a la versión de la Biblia sobre el corazón humano.
¿Se saquean y exploran las ruinas de Nínive y Egipto? No se encuentra nada
que subvierta ni un ápice de las aseveraciones históricas de la Biblia. ¿Cómo
explicamos este hecho, el que un libro tan voluminoso, que maneja tan vasta
variedad de temas, pueda estar tan libre de errores? Sólo hay una explicación
para este hecho: la Biblia fue escrita por inspiración de Dios.

(e) Es otro hecho que en la Biblia hay una extraordinaria adecuación a los
deseos espirituales de toda la humanidad. Satisface exactamente el corazón
del hombre de toda posición o clase, de cada país y clima, de cada edad y etapa
de la vida. Es el único libro existente que nunca resulta fuera de lugar ni
anticuado. Otros libros después de un tiempo se tornan obsoletos y pasados de
moda. La Biblia nunca lo hace. Otros libros se adecuan a un país o pueblo, y no
a otros, pero la Biblia sirve a todos. Es el libro del pobre y del carente de
educación, no menos que del rico y del filósofo, e igualmente valorado por los
conversos de todas partes del mundo.

Más aún, es el único Libro que siempre luce fresco, rozagante y nuevo. Durante
muchos siglos millones de cristianos individuales lo han estudiado y han orado
con él, y miles de ministros lo han interpretado, lo han explicado y han predicado
sobre él. “Padres”, “académicos”, reformistas, puritanos y teólogos modernos
han cavado incesantemente en las minas de la Sagrada Escritura, y nunca las
han agotado. Es una fuente que nunca se seca, un campo que nunca está
yermo. Satisface los corazones, las mentes y las conciencias de los cristianos en
el presente siglo tan plenamente como a los de los griegos y romanos cuando se
completó por primera vez. Es todavía el primer libro que se ajusta a la mente del
niño cuando empieza a aprender las cosas de Dios, y el último al que el anciano
recurre al abandonar el mundo. En pocas palabras, se adapta a todas las
edades, jerarquías, climas, mentes y condiciones. Es el único Libro que se
adecua al mundo.

(f) Por último, pero no por ello menos importante, es un gran hecho que la
Biblia ha tenido el más extraordinario efecto en la condición de aquellas
naciones en las que se la ha conocido, se la ha enseñado y se la ha leído.
¿Cuáles son las iglesias y organismos religiosos en la tierra que están
produciendo los mayores resultados, difundiendo la luz y despejando la
oscuridad? Los que toman mucho de la Biblia, la enseñan y predican que es la
Palabra de Dios. El romanista, el neólogo, el sociniano, el deísta, el escéptico, o
los amigos de la mera enseñanza secular, no pueden mostrarnos vidas
espiritualmente renovadas en todo el mundo como fruto de sus principios. Sólo
podemos hacer eso quienes honramos la Biblia y la reverenciamos como la
Palabra de Dios. Que también se recuerde ese hecho. El que niega la
inspiración de la Biblia, que explique ese hecho si puede.

Pongo estos seis hechos sobre la Biblia ante mis lectores, y les pido que los
consideren bien. Sobre cualquier otro principio además del de sobrenatural e
inspiración divina, estos seis hechos me parecen inexplicables. Los hombres
que escribieron la Biblia han dado al mundo un volumen que por su profundidad,
unidad, sublimidad, exactitud, adecuación a los deseos del hombre, y poder de
influir a sus lectores, es perfectamente incomparable. ¿Cómo se puede explicar
esto? Sólo hay una respuesta: los redactores de la Biblia tuvieron ayuda y
calificación divinas para el trabajo que hicieron. El Libro que nos entregaron fue
escrito por inspiración de Dios.

A. A. HODGE:
En la era materialista actual, al pueblo de Dios se lo cuestiona constantemente
con respecto a si tiene una fuente infalible de la cual puede derivar un
conocimiento seguro de los propósitos y las obras del Todopoderoso. La
respuesta protestante a esta pregunta es que las Sagradas Escrituras del
Antiguo y del Nuevo Testamento, al haber sido entregadas por inspiración de
Dios, son la única y suficiente regla de fe y juez de las controversias.

La inspiración es la influencia divina que, acompañando a los sagrados


escritores por igual en todo lo que escribieron, aseguró la infalible verdad de sus
escritos en cada una de las partes tanto en idea como en expresión, y determinó
la selección y distribución de su material conforme al propósito divino.

La inspiración plenaria es una influencia divina completa y suficiente para


garantizar su fin. El fin que se garantiza es la perfecta infalibilidad de las
Sagradas Escrituras en cada parte, como registro de hechos y doctrina, tanto en
pensamiento como en expresión verbal; de modo tal que aunque llegan a
nosotros a través del carácter instrumental de las mentes, los corazones, las
imaginaciones, las conciencias y las voluntades de los hombres, son no obstante
en el sentido más estricto la Palabra de Dios.

Las Sagradas Escrituras en sí mismas claman ser la Palabra de Dios en su


conjunto: “Toda Escritura es inspirada divinamente”, y nunca sugieren distintos
grados de autoridad para sus diversas partes. La perfecta exactitud y
concordancia de tantos autores, de diferentes épocas y naciones, que
encontramos en las Sagradas Escrituras, en sí mismas exigen la asignación de
una causa sobrenatural.

Los objetivos de la Sociedad


Publicar y distribuir las Sagradas Escrituras por todo el mundo y en diversos idiomas.

Promover traducciones de la Biblia que sean exactas y confiables, utilizando el Texto Masorético
hebreo para el Antiguo Testamento y el Texto Recibido griego para el Nuevo Testamento.

Contribuir a llevar luz y vida, a través del Evangelio de Cristo, a aquellos que están perdidos en
el pecado y en la oscuridad de la falsa religión y la incredulidad.

Defender las doctrinas del cristianismo reformado, dando testimonio de la divinidad igual y eterna
de Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo, un solo Dios en tres Personas.

Defender la Biblia como la inspirada e infalible Palabra de Dios.

Para la gloria de Dios y la expansión de Su Reino a través de la circulación de versiones


protestantes y no corrompidas de la Palabra de Dios.

Visite nuestro sitio web en español:


www.SociedadBiblicaTrinitaria.org
FUENTES TEXTUALES DE LA BIBLIA REINA VALERA
Y el trabajo de revisión de la Sociedad Bíblica Trinitaria
Por Alejandro David Riff – Representante SBT en Argentina

Desde hace tiempo la Sociedad Bíblica Trinitaria viene anunciando al pueblo hispano-
hablante el trabajo de revisión que viene desarrollando sobre la Biblia Reina Valera
1909. Los motivos lingüísticos y textuales son expresados en el libro:
¿Por qué consideramos necesaria una Revisión a la Biblia Reina-Valera1909 de la
Sociedad Bíblica Trinitaria?
En esta oportunidad, vamos a explicar en forma más exhaustiva en que consiste la
revisión textual. En ocasiones anteriores hemos expresado que la RV1909 posee
algunos problemas textuales que no se ajustan al Texto Griego Recibido del Nuevo
Testamento, conocido también bajo el nombre en latín de Textus Receptus.
Si bien estos problemas no son muchos, no obstante es imprescindible corregirlos para
un mayor apego a los textos originales, siguiendo la norma de fidelidad textual.
En muchos casos, las revisiones posteriores a la original RV1602 no han seguido la
tradición textual de la misma, sino que en algunos lugares del Nuevo Testamento se han
apartado. Aquí viene la singular tarea de revertir estas pequeñas desviaciones, por lo
cual tenemos que tener en claro cuáles eran aquellas bases textuales que Casiodoro de
Reina y Cipriano de Valera disponían en su momento.
Al referirnos al Textus Receptus, vale aquí formular una serie de preguntas que tuvimos
que hacernos antes de encarar el trabajo de revisión: ¿Qué edición del Texto Recibido
Griego utilizaremos? ¿Cuáles de estas ediciones eran contemporáneas de Reina y Valera?
Por eso compartimos con el lector cuáles son estos criterios, y explicamos un poco más
acerca de lo que en sí mismas son las ediciones del Textus Receptus.

El Textus Receptus y sus diferentes ediciones


Textus Receptus o Texto Recibido es el nombre que reciben aquellas ediciones del texto
griego del Nuevo Testamento, que en su mayoría se compilaron en la época de la
Reforma del siglo XVI. Existen más de 5.000 manuscritos griegos del Nuevo
Testamento, y casi todos ellos apoyan la lectura del Textus Receptus. Algunos de estos
manuscritos disponibles en el tiempo de la Reforma fueron la base textual que utilizaron
algunos eruditos para desarrollar sus diferentes ediciones griegas (para saber más de
este tema recomendamos leer el libro: Lo que el cristiano actual necesita saber sobre el
Nuevo Testamento griego de nuestro sitio web). En la siguiente recta histórica
representamos solo algunos de los nombres más conocidos de aquellos eruditos que
elaboraron ediciones del Texto Recibido Griego.

Políglota Erasmo Teodoro de Beza Scrivener


Complutense Robert Estienne Hermanos Elzevir

1514 1516/19/22/27/35 1550 (3ra) 1598 (5ta) 1633 1881

*Ediciones contemporáneas de Reina (1569) y Valera (1602)

-1-
Podemos decir que desde la Políglota Complutense de 1514 hasta la quinta edición de
Teodoro de Beza de 1598, comprenden aquellas ediciones del Texto Recibido Griego
que eran contemporáneas a la traducción que hizo Casiodoro de Reina en 1569 y la
posterior revisión de Cipriano de Valera del año 1602. Vemos, por lo tanto, en la recta
histórica, dos ediciones posteriores a 1602 que son las de los hermanos Elzevir (1624-
1633) y la última la de F. H. A. Scrivener en las décadas de 1870 y 1880. Podemos
concluir, por lo tanto, que estas dos ediciones (dadas las fechas en que se generaron), no
pudieron ser fuentes consultadas por Reina y Valera.

EL TEXTO DE SCRIVENER
Muchos de los lectores de nuestro sitio web nos consultan acerca de si estamos
corrigiendo la Reina Valera con el texto griego de Scrivener. La respuesta sencilla es:
-No, no estamos corrigiendo la Reina Valera con Scrivener, sino con ediciones del
Texto Recibido contemporáneas a Reina y Valera (como se explicó).
¿Cuál es el valor del texto griego de Scrivener? (se preguntará alguno).
Sabemos que este texto en una edición del Textus Receptus que subyace a la versión
inglesa conocida como la King James Version o la Versión Autorizada. Este es el texto
de norma que imprime la Sociedad Bíblica Trinitaria, el cual sirve en forma válida para
lo siguiente:

 Para que alumnos estudien el Texto Griego del Nuevo Testamento (ya que
lamentablemente en la mayoría de las librerías de América Latina sólo se
encuentra el Texto Crítico en las ediciones de Nestlé-Aland).
 Un texto que puede servir de base para nuevas traducciones en lenguas que no
poseen la Biblia o parte de ella.
 Un texto de inter-consulta (ya que es la edición más reciente del TR griego).

Pero la gran pregunta que surge de nuestro tema en cuestión es:


-¿Es un texto apropiado para corregir la Biblia Reina Valera, cuya edición original es
en 1602?

La respuesta de por qué no lo es, es simplemente porque:

 Es un texto posterior a la época de Reina y Valera.


 La Reina Valera, al igual que la versión inglesa, en cuanto a su traducción,
también se ha valido de varios textos griegos que parten de diversas ediciones
del Texto Recibido.
 Creemos que estas ediciones son, a los ojos de Dios, igualmente válidas como
textos representativos de la transmisión textual de su Santa Palabra, en este caso
del Nuevo Testamento.

Nos detenemos aquí para hacer una aclaración muy importante, de carácter doctrinal.
Como lo expresa en sus fundamentos, la Sociedad Bíblica Trinitaria cree en la
inspiración verbal y plenaria de las Sagradas Escrituras, su infalibilidad, así como su
preservación a través del tiempo (Isaías 40:8).
En cuanto al Nuevo Testamento, creemos que el texto griego en el cual se preserva es la
llamada familia que corresponde al Textus Receptus o Texto Recibido.
Por alguna razón, Dios permitió a los hombres que, de acuerdo a esa familia de
manuscritos, hicieran varias ediciones según su autor. Las diferencias que hay entre
una y otras son mínimas, ya que todos parten de una misma tradición textual.

-2-
Cada idioma tiene que tener su versión de la Biblia que parta de los originales (no
podríamos corregir la Biblia en español con una versión inglesa, por ejemplo, pues no
es lo correcto), y en el caso de la Reina-Valera, tiene sus propias fuentes textuales,
donde en nuestro trabajo de revisión hemos visto que toma no sólo de una edición del
Texto Recibido, sino de varias.

¿Tendríamos que “canonizar” una edición del Texto Recibido Griego en especial de un
autor en particular? Creemos que no, pues Dios no comparte su gloria con los hombres.
Dios no levantó un solo hombre y una sola edición del Textus Receptus, pues la historia
nos demuestra que hubo varios eruditos en este trabajo.
En la era de la Reforma, donde salieron la principales ediciones del Texto Recibido (y
sus traducciones a diferentes lenguas), fueran hechas sólo para la gloria de Dios, y para
que Su Palabra corra y sea glorificada (2da Tesalonicences 3:1).
En ese momento crucial de la historia del cristianismo, donde hubo un gran impulso de
traducciones de la Biblia en diversos idiomas, las mismas fueron posibles gracias a estas
diferentes ediciones del Textus Receptus. Por lo tanto, podemos decir que:

Revisar la Reina Valera con las ediciones del texto griego de su época es preservar
la identidad de la Reina Valera.

EDICIONES DEL TEXTO RECIBIDO DE LA ÉPOCA DE REINA-VALERA

Podemos decir que las cuatro ediciones principales son: a) La Políglota Complutense, b)
Erasmo, c) Estienne, d) Beza. Hemos visto que de las cuatro mencionadas, las dos
primeras son muy coincidentes con el trabajo de Reina y Valera, aunque se tienen en
cuenta las otras dos también, ya que son igualmente contemporáneas a la fecha del
proceso de traducción/revisión de la original Biblia hispana.

POLÍGLOTA COMPLUTENSE
Fue el primer texto bíblico en lenguas originales hecho en imprenta.

En las escuelas públicas se les enseña a los niños el hecho


histórico que significó la invención de la imprenta alrededor
del 1450. Por eso todos sabemos que la Biblia fue el primer
libro (entero) impreso con letra de molde.

Esta primera Biblia impresa era la versión en latín de


Jerónimo conocida comúnmente como la Vulgata. Lo que
muy pocos se preguntan es: ¿Cuál fue la primera Biblia
impresa en sus idiomas originales? (Es decir, con carácteres
Portada de la PC
hebreos, arameos y griegos.) Esta primera impresión fue nada
menos que la Biblia denominada la Políglota Complutense.

En el año 1502, en España, el cardenal Cisneros adquirió


varios manuscritos bíblicos, y con la intención de fomentar el
estudio y lectura de las Escrituras convocó a varios lingüistas
expertos en hebreo, arameo, griego y latín, para trabajar sobre
Antiguo Testamento de la PC:
el proyecto de hacer una Biblia plurilingüe o políglota. -1ra. Columna texto hebreo
-2da. Columna texto en latín
-3ra. Columna texto griego de la
La ciudad del Alcalá de Henares fue la cuna donde nacería versión LXX
esta Biblia. El nombre latino antiguo de la ciudad era -En la parte inferior está el texto
arameo (Targum Onkelos) y su

-3-
“Complutum”; de ahí que el nombre de esta edición sea traducción en latín.

“Políglota Complutense”.
La edición se compone de seis tomos, ordenados de la
siguiente manera:

4 tomos: Antiguo Testamento


1 tomo: Nuevo Testamento
1 tomo: Diccionario hebreo y arameo, interpretaciones de los
nombres hebreos, arameos y griegos, una gramática hebrea y
un índice latino para el diccionario.

Los participantes en este trabajo fueron:


Nuevos Testamento de la PC
Idioma hebreo y arameo: Alfonso de Alcalá, Pablo Coronel y 1ra. Columna texto griego
Alfonso de Zamora. Idioma griego: Demetrio Ducas y Hernán 2da. Columna texto en latín
Núñez. En latín estuvo Antonio de Nebrija en la corrección de
la Vulgata. Los trabajos estuvieron bajo la dirección de Diego
López de Zúñiga. Si bien para 1514 ya estaba terminado el
Nuevo Testamento, el mismo no tuvo circulación por
prohibición de la iglesia católica. Por eso pareciera que el
texto griego de Erasmo de Rotterdam de 1516 fuera el primer
texto bíblico en lengua original, pero técnicamente este
Cisneros eligió Alcalá de
mérito corresponde a la Políglota Complutense. Henares como el lugar
adecuado para fundar su
Universidad. Concibió Alcalá no
En nuestro trabajo de revisión, hemos visto que varios textos sólo como un centro académico
de la Reina Valera 1602 no coinciden con ninguna de las de difusión del saber y de la
ciencia, sino también como una
diferentes ediciones del Texto Recibido a excepción de la plataforma de expansión de la
Políglota Complutense, por lo que confirma que fue utilizada Cristiandad
como base de consulta.

TEXTO DE ERASMO DE ROTTERDAM


5 ediciones: 1516-1519-1522-1527-1535

Como dijimos, si bien la primera edición del NT Griego de


Erasmo de 1516 fue impresa dos años posterior a la
Políglota Complutense, no obstante gozó del poder de
circulación (por eso muchos la consideran como el primer
NT griego realizado en imprenta). La segunda edición de
1519 fue la que utilizó Martín Lutero para su traducción al
idioma alemán, que fue un hito para el impulso de la
Reforma. La personalidad de Erasmo encierra muchas
dudas y especulaciones históricas. Por un lado fue
disconforme con la iglesia católica en cuanto a su
“oscurantismo” (como lo definía) al no permitir la libre
traducción y difusión de las Escrituras (entre otras cosas),
Portada NT Erasmo y por otro lado fue alejado de la Reforma y contrapuesto a
la teología luterana. Se define como una personalidad
independiente y humanista. Aunque fue profesor de
teología, muchos cuestionan sus convicciones cristianas.
No es nuestra intención ocuparnos de su biografía. Sólo
mencionamos que la tercera edición fue, digamos, la más

-4-
popular en difusión. En la misma incluye el versículo
trinitario de 1ra Juan 5:7 conocida como el “Comma
Johanneum” (que no estaba en sus primeras dos
ediciones). Sus primeros manuscritos disponibles no
contenían este versículo, pero luego consiguió otro que sí
lo tenía. La crítica textual en forma tendenciosa dice que a
Erasmo “le falsificaron” un texto griego incluyendo este
supuesto pasaje “apócrifo”. Es difícil creer que de una
persona culta como Erasmo, le fabricaran un manuscrito
escrito a mano haciéndole suponer que era antiguo. Su ojo
clínico hubiese identificado la caligrafía, el tipo de papel, y
la tinta, para darse cuenta si era un manuscrito del siglo X
o del reciente siglo XVI. No obstante, que él cuestionara
con una nota marginal su autenticidad no significa que se
deba a las causas descriptas. Toda las versiones de la era
de la Reforma (incluso posteriormente la de Lutero) y
otras posteriores ediciones del Texto Recibido, contienen
1ra Juan 5:7 como un texto auténtico y por lo tanto
autoritativo.

Las ediciones de Erasmo se caracterizan por tener el texto


griego en una columna izquierda y el texto en latín a la
derecha. Cabe destacar que este texto en latín no se trata de
la Vulgata de Jerónimo, sino de una nueva traducción
hecha por el mismo Erasmo a partir del griego.

Reina y Valera, utilizaron las ediciones de Erasmo como


consulta del texto griego del Nuevo Testamento.

A continuación, damos un ejemplo de cómo la Reina-Valera 1602 sigue a la tercera


edición de Erasmo en un texto, donde ediciones posteriores del Texto Recibido (como
ser Scrivener) difieren.

En el Evangelio de Juan publicado recientemente por la Sociedad, encontramos en el


capítulo 14 versículo 28 la frase: “porque el Padre es mayor que yo”.

Si tenemos en cuenta la edición de Scrivener, tendríamos que poner “porque mi Padre


es mayor que yo”, ya que se encuentra en griego la palabra “mou” después de “pater”:
SCR: οτι ο πατηρ μου μειζων μου εστιν

Pero si vamos a la tercera edición de Erasmo, vemos la ausencia del posesivo “mou”, y
nos encontramos solamente con la frase “el Padre”.

-5-
Si bien en otras instancias del Evangelio de Juan donde la Reina Valera 1909 tenía “el
Padre” y la RV1602 tenía como el Texto Recibido subyacente de su época: “mi Padre”,
se hizo el cambio correctamente (Ej: Juan 8:28).

Este ejemplo nos sirve para mostrar cómo la RV1602 debería ser cotejada con una
edición del Texto Recibido de su época. En este caso la variante coincide con la tercera
de Erasmo, pero igualmente hubieran podido ser la Políglota Complutense o las
ediciones de Estienne o Beza que veremos a continuación.

Otras dos ediciones del Textus Receptus


contemporáneas de Reina y Valera
ROBERT ESTIENNE

(París, 1503 - Ginebra, 7 de septiembre de 1559) fue un


impresor y humanista francés.

Conocido como "Stephanus", fue quien publicó un NT griego,


(y también toda la Biblia en Latín), con la división de la
Biblia en versículos. Esto fue en su cuarta edición, en 1551.
Dichas numeraciones figuraban al margen del texto bíblico.

TEODORO DE BEZA

Théodore de Bèze (Vézelay, 1519 - Ginebra, 1605), fue


humanista y teólogo calvinista francés.
No fue sino hasta 1565 que Teodoro de Beza inscribe la
numeración de versículos, en el interior del texto. Su quinta
edición del texto griego del NT fue en 1598.

CONCLUSIÓN

En estas breves líneas, queríamos dejar en claro cuáles seguramente eran la fuentes
textuales consultadas para revisar la RV1909. Desde 1602 la Reina Valera ha sufrido
algunos cambios en sus diferentes revisiones. Estos cambios se deben a que muchas
veces se consultaron fuentes textuales diferentes, y en algunos casos de la RV1909 hay
variantes que no coinciden con ninguna edición del Texto Recibido, sino
lamentablemente con el Texto Crítico. Dada la necesidad de una revisión lingüística,
también nos enfocamos en la parte textual para corregir cualquier desviación (por más
pequeña que sea) hacia el Texto Crítico, para volverla a la RV1602 y cotejar todo con
las fuentes textuales del Texto Recibido mencionadas. Con mucha reverencia y temor
de Dios reconocemos que la Reina Valera 1909 ha sido una Biblia fiel, utilizada en la
historia del pueblo cristiano hispano; no obstante, se puede siempre mejorar una
revisión para que se corresponda más particularmente a los textos originales y al trabajo
de sus iniciadores.

Podemos decir que esta revisión tiene como exponente principal, no solamente la
fidelidad textual, sino también la preservación de la identidad como tal, de nuestra
amada versión Reina Valera. << Si alguno me ama mi palabra guardará >> (Juan 14:23)

-6-
POR QUÉ 1 JUAN 5:7-8 ESTÁ EN LA BIBLIA
Por G. W. y D. E. Anderson

6
Este es Jesucristo, que vino por agua y sangre: no por agua solamente, sino por agua y sangre.
Y el Espíritu es el que da testimonio: porque el Espíritu es la verdad. 7Porque tres son los que
dan testimonio en el cielo, el Padre, el Verbo, y el Espíritu Santo: y estos tres son uno. 8Y tres
son los que dan testimonio en la tierra, el Espíritu, y el agua, y la sangre: y estos tres
concuerdan en uno.

En los últimos años, varios seguidores de la Sociedad han escrito para consultar sobre la inclusión de 1 Juan 5:7-8 en la
Biblia, la denominada Coma Juanina (el pasaje que aparece en negrita en la cita anterior). Estas personas han
encontrado versiones que omiten el pasaje sin mención alguna1; escritores que argumentan en contra de la inclusión
de dicho pasaje2; y han encontrado predicadores que soslayan el pasaje a fin de evitar la controversia. Estos
seguidores consideran que el pasaje de pleno derecho debe estar en las Escrituras, como también lo considera la
Sociedad, como lo hicieron los redactores de la Confesión de Fe de Westminster3 y como lo han hecho hombres
piadosos a lo largo de los siglos. Tres de estos hombres, cuyas influyentes obras abarcan tres siglos—Matthew Henry,
R. L. Dabney y Edward Hills—sostuvieron este pasaje en sus escritos. El objetivo de este artículo es dar lugar a que
estos hombres aborden el tema y den sus argumentos para la inclusión de la Coma Juanina.

Nos rodea la argumentación académica contra la inclusión de este pasaje.


Como dice John Stott del versículo 7:

Esto en su totalidad debe considerarse como una glosa, al igual que las palabras en la tierra en el versículo 8…
Las palabras no están en ningún manuscrito, versión ni cita en griego anterior al siglo XV. Aparecen por
primera vez en un oscuro manuscrito latino del siglo IV, y lograron entrar a la Versión Autorizada (VA) porque
Erasmo, con reticencia, los incluyó en la tercera edición de su texto. Están correctamente ausentes incluso del margen
de la Versión Revisada (VR) y la Versión Revisada Estándar (VRE).4

El académico de Griego Bíblico del Seminario Teológico de Princeton B. M. Metzger señala que:

un manuscrito del Nuevo Testamento completo que data de fines del siglo XV o principios del XVI… es el primer
manuscrito griego descubierto que contiene el pasaje relativo a los Tres Testigos Celestiales (1 Juan 5 vers. 7-8).5

A la vista de tales afirmaciones, ¿cómo se podría argumentar a favor de la inclusión del pasaje? Pero hay extensas
razones académicas para la inclusión de 1 Juan 5:7–8, y muchos estudiosos que han aportado esas razones. Por eso
citamos obras de tres de ellos. Gran parte de esta información se reproduce textualmente de sus escritos, y será de
carácter técnico; sin embargo, el lector podrá seguir los puntos principales de la posición, y hallará una bendición en
los comentarios de estos hombres sobre la Palabra de Dios.

◊◊◊ EVIDENCIA TEXTUAL EN FAVOR DE LA INCLUSIÓN


En primer lugar, debe decirse que la afirmación de Metzger, a primera vista, podría hacer que uno piense que
1 Juan 5:7–8 no aparece en ningún escrito anterior al 1500. No obstante, el MS61 fue el primer manuscrito griego
descubierto que contiene el pasaje. No es el manuscrito más antiguo en contener el pasaje, sino simplemente el primer
manuscrito hallado que lo incluía.6 Metzger admite posteriormente que la Coma Juanina aparece también en
manuscritos del siglo XII, del siglo VIX y del siglo XVI. ‘La mención más antigua de la Coma está en un tratado en
latín del siglo IV titulado Liber apologeticus.’7

Edward Hills admite que para este pasaje no hay tanto respaldo en manuscritos griegos como lo hay para
muchos otros pasajes del Nuevo Testamento. Sin embargo, hay abundancia de evidencias de otros manuscritos

-1-
© 2013 – Sociedad Bíblica Trinitaria
antiguos en su apoyo. Como dice Hills, ‘Las primeras menciones incuestionadas de la Coma Juanina aparecen en
los escritos de dos obispos españoles del siglo IV… En el siglo V, la Coma Juanina fue citada por varios escritores
africanos ortodoxos para defender la doctrina de la Trinidad contra las negaciones de los Vándalos, que …
adherían fanáticamente a la herejía ariana’. ‘En las versiones latinas y en los escritos de los Padres de la Iglesia
latina se encuentra evidencia de la existencia temprana de la Coma Juanina’. Entre ellos se encuentran Cipriano
(c. 250) y Casiodoro (480–570), así como también un manuscrito del siglo V o VI en latín arcaico, y en el Speculum,
un tratado que contiene un texto en latín arcaico. También se la encuentra en la gran masa de los manuscritos
posteriores de la Vulgata y en la edición clementina de la Vulgata. 8

◊◊◊ EVIDENCIA INTERNA A FAVOR DE LA INCLUSIÓN


En el siglo XVII, los redactores de la Confesión de Fe de Westminster aceptaron la inclusión de 1 Juan 5:7–8 y la
utilizaron para defender la doctrina de la Trinidad. Otros, considerando al pasaje como Escritura, han aportado
evidencia interna para la inclusión del pasaje. Esta evidencia, que viene del pasaje mismo, ha sido citada a lo largo
de los siglos en defensa del pasaje y de la Trinidad a la que éste da respaldo.

◊ El siglo XVIII: Matthew Henry


Matthew Henry (1662–1714), el comentarista no conformista de la Biblia nacido en Gales, ‘era un ministro
ortodoxo, fiel, humilde y devoto del evangelio, un afectuoso pastor de almas y un sabio padre espiritual. [Era]
famoso por su Exposición del Antiguo y el Nuevo Testamento, hoy conocida comúnmente como los Comentarios de
Matthew Henry… El valor de sus Comentarios yace no en su énfasis crítico sino en el práctico y devocional’. 9
Henry10 no se desentendía del respaldo en manuscritos griegos de 1 Juan 5:7–8, pero al respecto dice: ‘Se alega que
muchos manuscritos griegos antiguos no lo tienen. No entraremos aquí en la controversia. Parecería que los críticos
no concuerdan en qué manuscritos lo incluyen y cuáles no; tampoco nos informan suficientemente sobre la
integridad y el valor de los manuscritos que consultan… Pero dejemos que los prudentes compaginadores de
copias se ocupen de ese asunto. Hay algunas conjeturas racionales que parecen sustentar el texto y la lectura
actuales’.11 En este sentido, Henry aporta varias ‘conjeturas racionales’:

(1.) Si [omitimos] el vers. 7, [el vers. 8] parece también una … repetición de lo que se incluyó en el vers. 6… Esto
no llega a conceder una introducción tan noble de estos tres testigos como lo hace nuestra lectura actual.
(2.) Se observa que en muchas copias se lee esa cláusula distintiva, en la tierra: tres son los que dan testimonio en la
tierra. Ahora bien, esto conlleva una visible oposición a algún testigo o testigos en otro lado, y en consecuencia,
nos dicen los adversarios del texto, debe suponerse que esta cláusula ha sido omitida en la mayoría de los
libros que requieren el vers. 7. Pero por el mismo motivo esto debería ser así en todos. Tomemos el vers. 6… No
se agregaría ahora en forma natural y apropiada, Tres son los que dan testimonio en la tierra, a menos que
debamos suponer que el apóstol quiere decirnos que todos los testigos lo son en tanto están en la tierra, cuando
no obstante nos asegura que uno es infaliblemente verdadero, o incluso la verdad misma.
(3.) Se observa que hay una variedad de lecturas incluso en el texto griego…
(4.) El versículo séptimo es muy coincidente con el estilo y la teología de nuestro apóstol… Es entonces
sumamente apropiado al lenguaje y al evangelio de este apóstol mencionar al Espíritu Santo como testigo de
Jesucristo. Entonces,
(5.) Era mucho más fácil que un transcriptor, por desviar la vista, o por la obscuridad de la copia, borrada o
indescifrable en la parte superior o inferior de una página, o desgastada en el tipo de materiales en los que se
escribía en la antigüedad, perdiera y omitiera la página, y no que un interpolador la inventara y la insertara.
Debería ser muy audaz e imprudente quien esperara escapar de la detección y la vergüenza; y también profano,
quien se atreviera a hacer un añadido en un libro que se supone sagrado. Y además,
(6.) Difícilmente pueda suponerse que, cuando el apóstol representa la fe del cristiano en la conquista del mundo y
los cimientos en los que se basa para su adhesión a Jesucristo, y el testimonio diverso que se ha dado de Jesucristo
en el mundo, debería omitir el testimonio supremo que lo ha acompañado, especialmente cuando consideramos
que su intención era inferir, tal como lo hace (versículo 9)… Ahora bien, en los tres testigos en la tierra no están ni
todos los testigos de Dios, ni ciertamente un testigo que sea verdadera e inmediatamente Dios. Los oponentes anti-
trinitarios al texto negarán que individualmente el Espíritu, o el agua, o la sangre, sea Dios mismo; pero, en nuestra
lectura actual, hay aquí una noble enumeración de los varios testigos y testimonios que fundamentan la verdad del

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© 2013 – Sociedad Bíblica Trinitaria
Señor Jesús y la divinidad de su institución. He aquí el más excelente resumen o compendio de los motivos para la
fe en Cristo, de las credenciales que el Salvador trae consigo y de las evidencias de nuestra Cristiandad que pueda
encontrarse, pienso yo, en el libro de Dios, motivo por el cual, incluso renunciando a la doctrina de la divina
Trinidad, el texto merece plena aceptación.12

‘Con estos fundamentos racionales de nuestro lado’, dice Henry, ‘avanzamos’. 13 Luego continúa con un análisis
del pasaje en sí, con su ‘trinidad de testigos celestiales’,14 y finaliza esta sección afirmando que ‘De estos tres
testigos (que son más diferentes que los tres anteriores) no se dice propiamente tanto que sean uno como que son
para uno, que son para un único y mismo propósito y causa, o que concuerdan en uno, en una y la misma cosa entre
sí y en el mismo testimonio con quienes testimonian desde el cielo. 15

◊ El siglo XIX: Robert Lewis Dabney


Además, 1 Juan 5:7–8 no carece de testigos en el siglo XIX. Entre ellos es bien conocido Robert Lewis Dabney.
Dabney ‘fue la figura más destacada y la principal guía teológica de la Iglesia Presbiteriana [Estadounidense] del
Sur, el teólogo más prolífico que la Iglesia haya producido hasta ahora… Fue igualmente grande como predicador,
como maestro y como escritor… [Ayudó a] reorganizar la fe histórica de las Iglesias Reformadas ante el fermento
teológico que marcó los primeros años del siglo XIX’. 16 Sobre la Coma Juanina, dice Dabney: ‘El frecuentemente
cuestionado texto en 1 Juan vers. 7 también nos brinda una buena instancia del valor de esa evidencia interna que
los críticos recientes pretenden desechar.17

Entonces, la evidencia interna contra esta extirpación se encuentra en los siguientes puntos fuertes:

Primero, si se lo hiciera, al artículo, el numeral y la partícula masculinos… se los hace concordar directamente con
tres neutros – una dificultad gramatical insuperable y muy a la vista. Pero si se permite que estén las palabras
cuestionadas, concuerdan directamente con dos sustantivos neutros y uno masculino… donde, según una bien
conocida regla sintáctica, los masculinos del grupo controlan el género sobre el neutro conectado con ellos…

Segundo, si se hace la eliminación, al quedar el octavo versículo al lado del sexto nos da una repetición sumamente
obvia y extraña, y aparentemente sin sentido, del testigo del Espíritu, dos veces en inmediata sucesión.

Tercero, si se hace la eliminación, entonces la proposición al final del versículo octavo [y estos tres concuerdan en
uno], contiene una referencia ininteligible… ‘Y estos tres concuerdan con ese Uno (mencionado anteriormente)’…
¿Cuál es la unidad mencionada previamente con la que estos tres concuerdan? Si se elimina el séptimo versículo, no
hay ninguna… Si dejamos el séptimo versículo, todo queda claro: los tres testigos terrenales testifican sobre esa
unidad mencionada previamente, constituida por el Padre, el Verbo y el Espíritu.18

Hay una coherencia en el conjunto que presenta una evidencia interna muy sólida del carácter genuino del texto
recibido.19

Dabney recuerda a continuación a sus lectores las circunstancias en las que el apóstol Juan escribió su primera
epístola. ‘El objeto de este escrito era advertir [a los receptores] contra los engañadores (ii.26), cuya herejía, predicha
desde mucho tiempo atrás, estaba ahora desarrollada y se caracterizaba por una negación de la propia condición de
hijo (ii.26) y encarnación (iv.2) de Jesucristo’. En respuesta a estas herejías, en 5:7 el apóstol declara la ‘la unidad del
Padre, el Verbo y el Espíritu, y con la más estricta precisión’. Él declara

la propia humanidad de Jesús, y el real vertido y aplicación por parte del Espíritu de esa agua y sangre de cuya
efusión él mismo ha sido testigo ocular, y de la cual tan enfáticamente da testimonio en su evangelio, en el capítulo
xix.34,35 … Ahora, cuando oímos al apóstol decir a sus ‘hijos’, en el capítulo antes citado de su propia Epístola, que
las dos herejías contra cuyos engaños pretendía guardarlos mediante este escrito eran éstas, la negación de la
calidad de hijo de Dios de Cristo y la negación de su encarnación, y …lo vemos en su testimonio de cierre excluir
precisamente estos dos errores… ¿No es difícil de creer que, en estas circunstancias, escribiría cualquier cosa
diferente de lo que el texto recibido le atribuye? Si mantenemos el séptimo versículo, entonces el pasaje completo
se estructura, con apostólica sabiduría, de modo de excluir de una sola vez ambas herejías.20
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© 2013 – Sociedad Bíblica Trinitaria
Dabney libremente admite que, según la estricta tradición de los manuscritos griegos, no hay un respaldo sólido en
manuscritos para la inclusión de 1 Juan 5:7. Pero aquí, ‘la Iglesia latina está en posición opuesta a la Iglesia griega’.21
‘Hay sólidos fundamentos probables para concluir que el texto de las Escrituras vigente en Oriente recibió una
modificación maliciosa en manos del famoso Orígenes’.22

Los que están más familiarizados con la historia del pensamiento cristiano saben bien que Orígenes fue el gran
corruptor, y la fuente, o como mínimo el primer canal, de la casi totalidad de los errores especulativos que
plagaron la iglesia en épocas posteriores… Él descreía de la plena inspiración e infalibilidad de las Escrituras,
sosteniendo que los hombres inspirados aprehendieron y afirmaron muchas cosas en forma oscura…
Expresamente negó la unidad consustancial de las Personas y la propia encarnación de la Deidad las
proposiciones mismas que con más claridad se afirman en los diversos escritos doctrinales que tenemos en
revisión.23

Dejemos que el lector imparcial elija … a la luz de estos hechos. Creemos que concluirá con nosotros en que el
peso de la probabilidad está sumamente a favor de esta teoría, a saber, que los anti-Trinitarios, al encontrar ciertos
códices en los cuales estas lecturas doctrinales ya se habían perdido a través de la crítica disoluta de Orígenes y su escuela,
los difundieron con diligencia, a la vez que también hicieron cuanto se atrevieron para sumar a las omisiones de lecturas
similares.24

◊ El siglo XX: Edward F. Hills


Durante el siglo XX, a más y más cristianos se los ha llevado a creer que la Coma Juanina no es propiamente
parte de la Escritura por su exclusión, o posición entre paréntesis, en muchas de las versiones modernas de las
Escrituras. No obstante, hombres y mujeres piadosos siguen sosteniendo la inclusión del pasaje. Entre éstos se
encuentra Edward Freer Hills. Hills ‘fue un distinguido graduado en Latín y Phi Beta Kappa de la Universidad de
Yale. También obtuvo un título en Teología del Seminario Teológico de Westminster y una maestría en Teología
del Seminario Teológico de Columbia’, y la maestría en Teología en crítica textual del Nuevo Testamento de
Harvard.25 Aún así, en medio de esta escuelas de crítica textual, Hills mantuvo un estricto conservadurismo que lo
ha situado entre los más firmes partidarios del Texto Recibido.

Hills afirma que la Coma, ciertamente, no cuenta con el respaldo en manuscritos griegos de muchos pasajes de la
Escritura. Erasmo omitió la Coma en la primera edición (1516) de su Nuevo Testamento impreso en griego, pero la
repuso en la tercera edición (1522).26 Algunos creen que la inclusión obedece a un engaño; ‘pero cualquiera haya
sido la causa inmediata, igualmente, en el último análisis, no fue un engaño el responsable de la inclusión de la
Coma Juanina en el Texto Recibido sino el uso de la Iglesia de habla latina. Fue este uso el que hizo que se
considerara que esta lectura debía estar incluida en el texto griego y que se ansiara mantenerlo allí una vez lograda
su inclusión. Bien podemos creer que tras este uso estaba la providencia orientadora de Dios’. 27

Como se ha señalado, Hills brinda amplia evidencia de que el pasaje estaba en uso mucho antes del siglo XV.
Pero hay muchas más evidencias para la inclusión del pasaje, no solamente ésta. ‘Sobre la base de la evidencia
externa, es como mínimo posible que la Coma Juanina sea una lectura que alguien quitó del Nuevo Testamento en
griego pero que se preservó en el texto latino a través del uso de la Iglesia de habla latina, y esta posibilidad se
acerca cada vez más hacia la probabilidad a medida que consideramos la evidencia interna’. 28

En primer lugar, ¿cómo se originó la Coma Juanina si no fuera genuina, y cómo llegó a ser interpolada en el
texto del Nuevo Testamento en latín? … ¿Por qué no contiene la fórmula trinitaria usual, es decir, el Padre, el
Hijo y el Espíritu Santo? ¿Por qué muestra esta combinación singular, que jamás se encuentra en otro lado, el
Padre, el Verbo y el Espíritu Santo?

En segundo lugar, la omisión de la Coma Juanina parece dejar incompleto el pasaje. Porque es un uso frecuente
en la Escritura presentar las verdades o advertencias solemnes en grupos de tres o cuatro, por ejemplo, la
repetición de Tres cosas, aún la cuarta en Proverbios 30, y la frase constantemente recurrente, por tres pecados y por
el cuarto, del profeta Amós… En consecuencia, se ajusta al uso bíblico esperar que en 1 Juan 5:7-8, la fórmula tres
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son los que dan testimonio se repita por lo menos dos veces. Si se incluye la Coma Juanina, la fórmula se repite dos
veces. Si se omite la Coma, la fórmula se repite una sola vez, lo que parece extraño.

En tercer lugar, la omisión de la Coma Juanina supone una dificultad gramatical. Los términos espíritu, agua y
sangre son de género neutro, pero en 1 Juan 5:8 se los trata como masculinos. Si se rechaza la Coma Juanina, esta
irregularidad es difícil de explicar. Habitualmente se dice que en 1 Juan 5:8, el espíritu, el agua y la sangre están
personalizados, y que esa es la razón para la adopción del género masculino. Pero se hace difícil ver de qué
modo dicha personalización supondría el cambio del neutro al masculino. Porque en el versículo 6 la palabra
"Espíritu" claramente se refiere al Espíritu Santo, la Tercera Persona de la Trinidad. Con seguridad en este
versículo se "personaliza" la palabra Espíritu, y no obstante se utiliza el género neutro. Por lo tanto, dado que la
personalización no provocó un cambio de género en el versículo 6, en justicia no puede argumentarse que sea la
causa de un cambio de esa índole en el versículo 8. No obstante, si se conserva la Coma Juanina, se hace evidente
un motivo para poner los sustantivos neutros espíritu, agua y sangre en género masculino. Obedece a la influencia
de los sustantivos Padre y Verbo, que son masculinos. Así, la hipótesis de que la Coma Juanina sea una
interpolación está llena de dificultades.29

El siglo XXI: Conclusiones


La opinión sobre 1 Juan 5:7 a través de los siglos, sostenida por muchos hombres piadosos, ha sido que el pasaje y
su testimonio de la Trinidad de pleno derecho debe conservar su lugar en las Escrituras. Por ello la Sociedad Bíblica
Trinitaria sigue considerando este pasaje como inspirado por Dios y beneficioso para la doctrina. Al igual que
nuestros hermanos en los siglos anteriores, mantenemos el testimonio fiel de la doctrina bíblica de la Trinidad como
se la encuentra en 1 Juan 5:7-8, a fin de que todos los hombres puedan conocer a nuestro Dios trino: Padre, Verbo y
Espíritu Santo.

Referencias:
1. Al momento de escribirse originalmente este artículo (1993), entre las versiones en inglés que omitían el pasaje sin nota alguna se incluían la American Standard
Version [Versión Estándar Americana], la New Century Version [Versión del Nuevo Siglo], la Revised Standard Version [Versión Estándar Revisada], la Good News
Bible [Biblia de la Buena Nueva] (la que algunas sociedades bíblica utilizan para sus traducciones modernas a otros idiomas), la Revised English Bible [Biblia Revisada
en inglés], la Modern Language Bible [Biblia en idioma moderno], la New English Bible [Nueva Biblia en inglés] y el New Testament in Modern English [Nuevo
Testamento en inglés moderno] de Phillips. Además, algunas versiones aumentan la confusión sobre este pasaje al renumerar los versículos. Entre estas están la
American Standard, la New American Standard Bible ay la Revised Standard Version. Un problema adicional es que desde 1993, muchas versiones en inglés han sido
actualizadas o editadas, a veces sin indicar dónde se han hecho modificaciones. Por ello, es posible que la lista no refleje traducciones actuales de 1 Juan.
2. Véase la cita de John Stott en el texto.
3. Confesión de Fe de Westminster, II.3. En las pruebas de la Escritura para la afirmación de la Trinidad, "Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo", se cita 1Juan 5:7.
4. J. R. W. Stott, The Epistles of John (Grand Rapids, MI, EE.UU.: Wm B. Eerdmans Publishing Company, 1979), pág. 180.
5. MS61 [Bruce M. Metzger, The Text of the New Testament: Its Transmission, Corruption, and Restoration (Nueva York: Oxford University Press, 1992), pág. 62].
6. Este tipo de información, que ha llegado a ubicarse en los márgenes en muchas ediciones de la Biblia, ha provocado mucha confusión en nuestro tiempo, y de ese
modo confusión entre los cristianos en cuanto a la validez del pasaje. En 1993, la Ryrie Study Bible manifestó que ‘el versículo 7 debería terminar con la palabra testigo.
El resto del vers. 7 y parte del vers. 8 no están en ningún manuscrito griego antiguo, sólo en manuscritos posteriores latinos’ (pág. 1918). La New International Version
[Nueva Versión Internacional] de 1984 sostiene que los vers. 7–8 provienen de ‘manuscritos tardíos de la Vulgata’ y que ‘no se los encuentra en ningún manuscrito
griego anterior al siglo XVI’ (pág. 906). La New American Standard Bible original dice que ‘en unos pocos [manuscritos] tardíos aparece’ el pasaje cuestionado
(pág. 1066). La New Revised Standard Version dice que ‘en unas pocas autoridades se leen (con variaciones)’ los versículos (pág. 261). La Amplified Version tiene las
palabras cuestionadas en bastardilla, pero no proporciona anotación alguna con respecto al porqué (pág. 380). La Scofield Reference Bible afirma que ‘por lo general se
acepta que el vers. 7 no tiene autoridad real, y ha sido insertado’ (pág. 1325); la New Scofield Reference Bible reitera esta opinión. Incluso la New King James Version
indica que el pasaje no merece la condición de Escritura [‘NU, M omiten las palabras desde en el cielo (vers. 7) hasta en la tierra (vers. 8). Sólo cuatro o cinco manuscritos
muy tardíos contienen estas palabras en griego’ (pág. 1346)]. Pero con la edición continua de estas versiones de la Biblia en inglés, estas notas están sujetas a cambios.
7. Metzger enumera a Greg. 88 del siglo XII, Tisch. w 110 del siglo XVI y Greg. 629 del siglo XIV como manuscritos que contienen 1 Juan 5:7 (Ibid., págs. 101–102).
8. Los obispos hispanos son Prisciliano e Idacius Clarus (Edward F. Hills, The King James Version Defended [Des Moines, Iowa, EE.UU.: The Christian Research Press,
1984], págs. 209–10).
9. Elgin S. Moyer, The Wycliffe Biographical Dictionary of the Church (Chicago, IL, EE.UU.: Moody Press, 1982), pág. 188.
10. La sección en el comentario de Henry sobre 1, 2 y 3 Juan se completó póstumamente, utilizando las notas y escritos de Henry.
11. Matthew Henry, Matthew Henry’s Commentary on the Whole Bible (Iowa Falls, Iowa, EE.UU.: Riverside Book and Bible House, n.d.), VI.1090–91.
12. lbid., VI.1091–92.
13. Ibid., VI.1092.
14. lbid.
15. lbid., VI.1094.
16. R. L Dabney, Discussions of Robert Lewis Dabney, esbozo biográfico por B. B. Warfield, 2 vol. (Carlisle, PA, EE.UU.: The Banner of Truth Trust, 1967), solapa posterior.
17. Ibid., 1.377.
18. Ibid., 1.378.
19. Ibid., 1.380.
20. Ibid., 1.379–81.
21. Ibid., 1.381–82.
22. lbid., 1.382.
23. ‘Las opiniones de Orígenes sobre la Trinidad variaban entre el sabelianismo y el arrianismo’ (Ibid., 1. 383–84).
24. Ibid., 1.389.

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25. Hills, back cover.
26. Según Hills, Erasmo reinsertó este pasaje ‘sobre la base del manuscrito 61, que posteriormente fue respaldado por la presencia del versículo en el Codex Ravianus, en el
margen de 88, y en 629’ (Ibid., pág. 209).
27. Ibid., págs. 209–10.
28. Ibid., pág. 210.
29. Ibid., págs. 210–12.

Visite: www.SociedadBiblicaTrinitaria.org

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Sososds

Adaptación de Boris A. Stankievich - Necochea, 24 de Diciembre de 2000.


Con el permiso de distribución sin fines de lucro a Sociedad Biblica Trinitaria.
PRÓLOGO
El presente trabajo consiste en la copia adaptada del prólogo, o amonestación como se titula en el original,
de la Versión de Casiodoro de Reina al idioma español. ¿Qué tiene de especial este texto que justifique el trabajo
de copiarlo? ¿Por qué habría de ser leído? Bueno, sin duda el lector encontrará las respuestas a estas preguntas al
finalizar la lectura del mismo, y reconocer la riqueza de conceptos, el contexto histórico y lingüístico e intento
espiritual que mueve a Casiodoro a entregar su vida en pro de llevar adelante una obra tan monumental. No la
historia, sino su propia pluma dará testimonio de sus dificultades, sus luchas, sus limitaciones... y sin quererlo ni
pretenderlo, aun de su perseverancia y dedicación a la obra de Dios, como ejemplo digno de ser reconocido e
imitado.

El traductor, movido por la necesidad de contar con una traducción de la Santa Biblia al idioma español,
acomete su tarea con meticulosidad, de la cual nosotros, lectores de “su” Versión, somos hasta hoy beneficiarios.
Resulta asombroso pensar en las dificultades a las cuales se vio sometido Casiodoro de Reina, desde el punto de
vista de la técnica de la traducción, en una época en la que sólo se valía de la pluma, el papel, y la dedicación.

Respecto a mi trabajo, el mismo consistió en hacer llegar a mis hermanos este valioso documento, para lo
cual he considerado hacer algunas modificaciones que faciliten la lectura del mismo. El primer obstáculo a
considerar es el de la evolución ortográfica de nuestro idioma, por lo que aquellas palabras que en el original
aparecen con otra ortografía, por ejemplo: “escussar”, las he reemplazado por su ortografía actual; en este caso:
“excusar”.

Por otra parte, en algunos pocos casos, me ha parecido agregar al texto algunas partículas o sustantivos con
el fin de hacer más moderna la lectura del mismo. En el caso mencionado, las palabras agregadas las he puesto en
cursiva o bastardilla, con el objeto de que el lector pueda por sí mismo acceder a la lectura original.

Respecto a la ilación del discurso, observamos que el estilo de la época consistía en esgrimir argumentos
por medio de extensas sentencias apologéticas, escasas de comas, puntos y comas, y puntos, por lo que a los fines
de facilitar la lectura he agregado este tipo de puntuación, siempre considerando que tal agregado no modifique la
expresión de las ideas contenidas en el documento. A los mismos fines he modificado la puntuación, agregando
puntos y aparte, y he agrupado párrafos a manera de capítulos, con la adición de títulos, los cuales no están en el
texto, y si así se lo deseare, pueden ser obviados.

Otra modificación importante para ser mencionada es que en algunos casos he procedido a hacer
sustitución de palabras, cuando estas están completamente en desuso en nuestra lengua, y he cuidado de
reemplazarlas por un sinónimo. Si el lector cree que los cambios arriba mencionados pueden afectar la lectura del
documento, bien hará en conseguir el mismo, en su escritura original, y leerlo así como fue escrito; en todo caso,
se verá cumplido mi deseo: que la obra de Casiodoro de Reina sea reconocida entre los cristianos de nuestro
tiempo.

Quiera el Señor dar siervos fieles, celosos de su Palabra, que están dispuestos a presentar sus cuerpos en
sacrificio vivo, agradable a Dios, y de esta manera poner al servicio de la Iglesia los dones que Dios ha repartido
entre nosotros. Amén.

Boris A. Stankievich
1
LA PROHIBICIÓN DE LA TRADUCCIÓN DE LAS SANTAS ESCRITURAS

Intolerable cosa es a Satanás, padre de mentira y autor de tinieblas, (Cristiano lector), que la
verdad de Dios y su luz se manifieste en el mundo; porque por este solo camino es deshecho su engaño,
se desvanecen sus tinieblas y se descubre toda la vanidad sobre que su reino es fundado, de donde luego
está cierta su ruina. Y los míseros hombres que tiene ligados en muerte con prisiones de ignorancia,
enseñados con la divina luz se le salen de su prisión a vida eterna y a libertad de hijos de Dios. De aquí
viene, que aunque por la condición de su maldito ingenio aborrezca y persiga todo medio encaminado a
la salud de los hombres, con singulares diligencias y fuerza ha siempre resistido y no cesa ni cesará de
resistir (hasta que Dios lo detenga del todo), a los libros de la Santa Escritura; porque sabe muy bien por
la larga experiencia de sus pérdidas, cuán poderoso instrumento es este, para deshacer las tinieblas en el
mundo, y echarlo de su vieja posesión.

Largo discurso sería menester hacer para recitar ahora las persecuciones que le ha levantado en
otros tiempos, y los cargos infames que le ha hecho, por los cuales no pocas veces ha alcanzado a casi
desarraigarlos del mundo. Y lo hubiera alcanzado sin duda, si la luz que en ellos está encerrada, no
tuviese su origen y fuente más alta que este Sol, y que no consistiese en solos los libros, como todas las
otras humanas disciplinas; de donde viene que pereciendo los libros en que están guardadas, o por la
condición de los tiempos, o por otros mundanos casos, ellas también perezcan. Y si alguna restauración
tienen después, es en cuanto se hallan algunas reliquias, con que ayudado el humano ingenio las
resucita. Mas porque la fuente de esta divina luz es el mismo Dios, y su intento es de propagarla en este
abismo de tinieblas, de aquí es, que aunque muchas veces por cierto consejo suyo permita a Satanás
potestad sobre los sagrados libros, y aunque él los queme a todos, y aun también mate a todos los que ya
participaron de aquella celestial sabiduría, quedándonos la fuente sana y salva, (como no puede tocar en
ella), la misma luz vuelve al fin a ser restaurada con gran victoria, y él queda frustrado y avergonzado de
sus diligencias.

Por ser pues este su pertinaz ingenio contra la divina Palabra, estamos ciertos que no lo dejará de
seguir en esta obra presente, y que cuanto ella es más necesaria a la Iglesia del Señor, tanto más el se
desvelará en despertar contra ella toda suerte de enemigos, extraños y domésticos: los de lejos y los de
cerca. Los de lejos, días ha que se han despertado para impedir toda versión vulgar de la Santa Escritura,
a título de que los sagrados misterios no han de ser comunicados al vulgo, y que es ocasión de errores en
él, etc. De cerca no le faltarán otros supuestos, que con títulos algo más sutiles y aparentes se levanten
contra ella, aunque por ventura a los unos y a los otros no falte buena intención, y celo, como muchas
veces acontece, que buenas intenciones por falta de mejor enseñanza pensando servir a Dios sirven al
demonio y a sus intentos. Cuanto a los primeros, no nos determinamos por ahora a tratar la cuestión, si
es conveniente o no, que la ley de Dios, y todo el cuerpo de Su Palabra, ande de manera que pueda ser
entendida por todos, remitiéndonos a otros muchos que antes de nosotros la han tratado copiosa y
acertadamente. Bastará, por ahora, amonestarles con toda caridad y humildad, que si son Cristianos, y
tienen verdadero celo de la gloria de Dios y de la salud de los hombres, como quieren que se entienda de
2
ellos, miren lo primero, que de lo uno y de lo otro la Palabra de Dios contenida en los sacros libros es el
verdadero y legítimo instrumento, y que por tal, Dios lo ha comunicado al mundo, para ser por él,
conocido y honrado por todos, y que por esta vía tengan salud; y esto sin exceptuar de esta
universalidad, ni doctos ni indoctos, ni esta lengua ni la otra. De donde es necesario que concluyan, que
prohibir la divina Escritura en lengua vulgar, no se puede hacer sin singular injuria a Dios, e igual daño
de la salud de los hombres, lo cual es pura obra de Satanás, y de los que tiene a su mando.

Miren lo segundo, que hacen gran vergüenza a la misma Palabra de Dios en decir, que los
misterios que contiene no se hayan de comunicar al vulgo. Porque la supersticiones e idolatrías todas,
con que el diablo ha enredado al mundo, y desviado del conocimiento y culto de su verdadero Dios,
trajeron siempre este pretexto de falta de reverencia. Y tenía razón el inventor de ellas en esto: porque si
quería que sus abominaciones permaneciesen algo en el mundo, era necesario que el vulgo no las
entendiese, sino solo aquellos a quien eran provechosas para sustentar sus vientres y su gloria. Los
misterios de la verdadera Religión son al contrario: quieren ser vistos y entendidos de todos, porque son
luz y verdad; y porque siendo ordenados para la salud de todos, el primer grado para alcanzarla,
necesariamente es conocerlos.

Consideren lo tercero, que no le hacen menor afrenta en decir que sea ocasión de errores, porque
la Luz y la Verdad, (si confiesan que la Palabra de Dios lo es), a nadie puede engañar ni entenebrecer. Y
si algunas veces lo hace, (como no negamos que lo haga, y muchas), de alguna otra parte debe de venir
la distorsión de su ingenio y naturaleza, que es quitar las tinieblas, descubrir el error, y deshacer el
engaño. El profeta Isaías claramente dice, que su Profecía no es para dar luz a todos, sino para cegar los
ojos del pueblo, agravar sus oídos, y embotar su corazón, para que no vean ni oigan la Palabra de Dios, y
se conviertan y reciban sanidad, (Is.6.9). Quien por evitar estos males mandara entonces al Profeta que
callase, y le cerrara la boca, véase si hiciera cosa conforme a la voluntad de Dios, y al bien de su Iglesia,
mayormente diciendo él mismo otras muchas veces, que su profecía es luz para los ciegos, consuelo para
los afligidos, esfuerzo a los cansados, etc., (Is.40.1 y 61.1 ¿ Y qué hablamos de Isaías? El mismo Señor
dice que Vino al mundo para juicio, para que los que no ven, vean, y los que ven sean ciegos, (Jn.9.39).
Le mandarán luego, los padres de la fe entonces que callase, por evitar el daño de los que de su
predicación habían de salir más ciegos. De Él dice Simeón, que viene para levantamiento, y también
para ruina de muchos, (Lc.2.34). Lo mismo había dicho de Él, el Profeta Isaías. Por lazo, (dice), y por
ruina a las dos casas de Israel, de ellos tropezarán muchos, etc., (Is.8.14). Lo mismo dice el Apóstol de
la predicación del Evangelio, que a unos es olor vital, a otros olor mortal, (1Co.2.16). Sería, luego,
buena prudencia quitarlo del mundo, quitando a los buenos el único medio por donde se han de salvar,
por quitar la ocasión de hacerle peores a los que se pierden, y de suyo están ya señalados para perdición.

Miren lo cuarto: que el estudio de la divina Palabra es cosa encomendada y mandada de Dios a
todos por tantos y tan claros testimonios del Viejo y Nuevo Testamento, que sin muy largo discurso no
se podrían aquí recitar; de donde queda claro, que no puede ser sin impiedad inexcusable, que el
mandamiento de Dios, tantas veces repetido, y tan necesario a los hombres, sea dejado y anulado por
una tan débil razón. Y que al fin, ningún pretexto, por santo que parezca, puede excusar, que si Dios la
dio para todos, no sea una tiranía execrable, que a los más la quiten; y falta de juicio es, (si pretenden de
3
buena intención), que la habilidad para poder gozar de ella, sea saber Latín solamente, como si solos lo
que lo saben, por el mismo caso sean ya los más prudentes y píos; y los que no lo saben, los más
expuestos a los peligros, que dicen, que temen. Si es la verdadera sabiduría, ¿Quién la ha de necesitar
más que los más ignorantes? Si es Palabra de Dios, insigne injuria se hace a Dios, a ella, y a los buenos,
que por el abuso de los malos se le quite su libertad de correr por las manos de los que podrían usar bien
de ella, y sacar los frutos para los cuales Dios la dio. Perverso juicio es que por evitar el inconveniente
de los errores, que dicen, en algunos, priven a todos del medio con que podrían salir de la ignorancia,
errores, herejías, idolatrías, pecado y toda corrupción, e iniquidad en que nacimos, y fuimos criados, y
de que nuestra corrupta naturaleza se abreva, como dice Job, "como los peces del agua", (Job.15.16).Si
es Luz, a la luz resiste todo hombre que le impide de salir en público para lumbre y alegría de todos; y
tinieblas se debe llamar, y mentira, porque a la luz y a la verdad, no resiste ni pone impedimento sino la
tiniebla y mentira. Si es candela, a cuya lumbre el hombre ciego y habitante en esta caverna tenebrosa,
encamine seguramente sus pasos, visto es pretender de tener los hombres en su ceguera, el que no quiere
que les sea comunicada con aquella abundancia con que ella se da. Si es escudo a todos los que en ella
ponen su esperanza, y cuchillo con que el Apóstol arma al Cristiano para defenderse y ofender a sus
enemigos, en toda suerte de tentación, desarmado y por consiguiente vencido y muerto de mano del
diablo lo quiere, quien se la quita que no la tenga tan copiosa y tan a la mano, cuanto son muchas y
continuas sus tentaciones. Si es útil para enseñar en la ignorancia, para redargüir en el error, para
reprender en el pecado, para enseñar a la justicia, para perfeccionar al Cristiano, y hacerlo hábil y pronto
a toda buena obra, fuera de toda enseñanza, y de toda buena y Cristiana disciplina lo quiere; el error, el
pecado, y la confusión en lo sacro y en lo profano ama y desea, el que en todo o en parte sepulta las
divinas Escrituras. Y sepultándolas en parte da a entender bien claro que lo haría del todo, si pudiese o
esperase salir con ello.

Estas razones son claras, y que se dejan entender por todos, no obstante todos los hermosos
pretextos que se podrán traer en contrario, que no son muchos. Y el más dorado es el que hemos dicho,
tan frío que ni aun con humana razón es digno de que se contienda mucho contra él. Porque está claro
que no habrá ningún hombre de sano juicio, que diga de veras, que un gran bien, y mayormente tan
necesario a todos, dado de Dios, para común uso de todos, se debe de prohibir en todo ni en parte por el
abuso que los malos ingenios pueden tener de él. Por monstruo de desvarío, enemigo del linaje humano,
sería tenido justamente el rey o príncipe, que porque hay muchos que usan mal del pan, del agua y del
vino, del fuego, de la luz, y de las otras cosas necesarias a la vida humana, o las prohibiese del todo, o
hiciese tal restricción de ellas que no se diesen sino muy caras y con gran escasez. La Palabra de Dios
tiene todos estos títulos, porque bien tiene los mismos efectos para el alma. Miren pues los príncipes del
mundo, en qué opinión quieren ser tenidos, haciéndola pasar por tan inicua condición. Finalmente, como
quiera que sea, es necesario que se resuelvan, que ni las disputas inoportunas, ni las defensas violentas,
ni los pretextos cautelosos, ni el fuego, ni las armas, ni todo el poder junto del mundo, podrá ya resistir,
que la Palabra de Dios no corra por toda la tierra tan libremente como el Sol por el cielo, como ya lo
vamos todos probando por experiencia. Y sería prudencia no poca, aprender de lo experimentado para lo
porvenir, y tomar otros consejos. Ni nos dejemos engañar más, con los pretextos dichos, porque no se
encubre mucho, lo que el diablo pretende con ellos, aunque los que los han puesto tengan cuanta buena
4
intención quisieren. Por lo menos esto es necesario que esté fuera de disputa: que habiendo dado Dios su
Palabra a los hombres, y queriendo que sea entendida y puesta en efecto por todos, ningún bien puede
pretender el que la prohibiere en cualquier lengua que sea.

EL CONCILIO DE TRENTO

Tenemos ya bien materia de qué hacer, gracias a Dios en esta parte, que ha dado luz a los padres
del concilio Tridentino, ( El decreto del concilio Tridentino acerca de la permisión de la Biblia en
lengua vulgar), para que advirtiendo mejor a esta causa, hayan puesto algún remedio en esto con su
Decreto, el cual pusimos luego en el principio de este libro, a la vuelta de la primera hoja, para que
aquellos, a cuyas manos viniere, quiten del todo el escrúpulo de leerlo, que a la verdad, con el indulto, y
aun mandamiento que tiene de Dios a ser estudiosos de su Palabra, podría haber quitado. Por no haberse
expresado en dicho Decreto ninguna nación, entendemos que la Española será también comprendida,
porque no es de creer que la querrá hacer más apocada y vil que a todas las otras a quien se concede un
bien tan grande; y así recibirá en servicio este nuestro trabajo de darle a tiempo la divina Escritura en su
lengua vulgar, para que, desde luego, pueda gozar de la facultad que por dicho Decreto le es concedida.

Cuanto a lo que toca al autor de la Traducción, si Católico es, el que fiel y sencillamente cree y
profesa lo que la santa Madre Iglesia Cristiana Católica cree, tiene y mantiene, determinado por el
Espíritu Santo, por los Cánones de la divina Escritura, en los Santos Concilios, y en los Símbolos, y
sumas comunes de la Fe, que llaman comúnmente el de los Apóstoles, el del Concilio Niceno, y el de
Atanasio, Católico es, e injuria manifiesta le hará quien no lo tuviere por tal; y como tal ningún bueno,
pío, santo, y sano juicio recusa, no solo de la Iglesia Cristiana, a la cual reconoce todo respecto de
verdadero y vivo miembro, más aun de cualquier particular que con caridad lo corrigiere, si en una obra
tan larga y tan trabajosa se hallare haber errado como hombre.

FUENTES TEXTUALES DEL ANTIGUO TESTAMENTO

Resta que en lo que a la versión toca demos razón de algunas cosas, así para que a la Iglesia del
Señor conste de nuestra razón en todo lo que conviene, como para que el pío lector, entendido nuestro
intento, se pueda aprovechar mejor de nuestras diligencias. Primeramente declaramos no haber seguido
en esta traducción en todo y por todo la vieja Traducción Latina, (La versión común latina), que está en
el común uso; porque aunque su autoridad por la antigüedad sea grande, ni lo uno ni lo otro le excusan
los muchos errores que tiene, apartándose del todo innumerables veces de la verdad del Texto Hebreo.
Otras, añadiendo; otras, transponiendo de unos lugares a otros, todo lo cual aunque se puede bien
porfiar, no se puede negar. Así que pretendiendo dar la pura palabra de Dios en cuanto se puede hacer,
fue necesario que esta no fuese nuestra común regla, (aunque la consultamos como a cualquiera de los
otros ejemplares que tuvimos); antes, que conforme al prescripto de los antiguo concilios, y doctores
5
santos de la Iglesia, nos acercamos de la fuente del Texto Hebreo cuanto nos fuese posible, (pues sin
controversia ninguna, de él es la primera autoridad) lo cual hicimos siguiendo comúnmente la traducción
de Santes Pagnino, que al voto de todo los doctos en la lengua Hebraica es tenida por la más pura que
hay hasta ahora. En los lugares que tienen alguna dificultad por pequeña que sea, ni a esta ni a ninguna
otra hemos dado tanta autoridad, que por su solo afirmar la siguiésemos, sino que hemos hecho recurso
del mismo Texto Hebreo, y conferidos entre sí lo diversos pareceres, de necesidad habíamos de seguir
uno solo. Y para satisfacer, en este caso, a todos los gustos, en los lugares de más importancia añadimos
en el margen, las interpretaciones diversas que no pudimos poner en el texto, para que el lector tome la
que mejor le pareciere, si la que nosotros hubiésemos seguido no le contentare.

De la vieja Traducción Española del Antiguo Testamento, impresa en Ferrara, nos hemos ayudado
en semejantes necesidades más que de ninguna otra que hasta ahora hayamos visto, no tanto por haber
esta siempre acertado, más que las otras en casos semejantes, cuanto por darnos la natural y primera
significación de los vocablos Hebreos, y las diferencias en los tiempos de los verbos, como están en el
mismo texto, en lo cual es obra digna de mayor estima, (a juicio de todos los que la entienden), que
cuantas hay hasta ahora; y por esta tan singular ayuda, de la cual las otras traducciones no han gozado,
esperamos que la nuestra, por lo menos, no será inferior a ninguna de ellas. Fuera de esto tiene también
grandes errores, algunos afectados en odio de Cristo, como en el cap. 9 de Isaías, vers. 4, donde se
tradujo así: "Y llamó su nombre el Maravilloso, el Consejero, el Dios Fuerte, el Padre Eterno, Sar-
Salom", añadiendo de suyo con malicia rabínica este artículo, (el), en todos estos nombres, y no en el
último, Sar-Salom, siendo otramente asaz diligentes los autores de ella, en no dejar los tales artículos,
cuando el texto los pone, y en no poner lo que no hallan en él. Pero en este lugar, este sacrilegio al
parecer tan pequeño, no le es de poca importancia para defenderse en su pertinacia, porque se ve claro,
que todos aquellos nombres son títulos clarísimos del Mesías, algunos de los cuales testifican
abiertamente su naturaleza divina, y poniendo el artículo (el) en cada uno de los precedentes y
callándolo en el postrero, da a entender que todos los precedentes son nombres de Dios, y el último solo
del Mesías, como si dijese, El Maravilloso, el Consejero, el Dios Fuerte, el Padre Eterno llamó su
nombre: Sar-Salom. Esta maldita malicia no tiene lugar, si se traduce fielmente como está en el texto,
sin poner el artículo (el) sobre ningún nombre, como nosotros hemos traducido; porque entonces aunque
pese a quien le puede pesar de la gloria del Mesías, el nombre Sar-Salom va con todos los precedentes,
de esta manera: "Y llamó (S. Dios, o será llamado, activa por pasado, como es frecuentísimo uso de la
Escritura), su nombre (S. del Mesías) Maravilloso, Consejero, Dios fuerte, (o Valiente o Valeroso),
Padre Eterno, Príncipe de paz".

Otros errores tiene que no pudieron evitar, parte por su principal intento, que parece haber sido
guardar y retener en todo la propiedad de las palabras Hebraicas ,sin admitir ninguna metáfora o
traducción de infinitas palabras de una significación, no solamente a otra, mas aun a otras muchas de
que se ayuda la lengua Hebraica, a causa de la falta de propias palabras que tiene, tomando solamente lo
natural, y muchas veces con manifiesta violencia del sentido; parte también porque cuando cayeron o en
alguna palabra ambigua de suyo, (como hay muchas por razón de diversos orígenes que pueden tener), o
en algún lugar difícil, y se quisieron liberar algo de aquella, su superstición dicha, se asieron de
Parafraseadores, a quien ellos dan tanto crédito como al mismo texto de la Escritura, o al menos los
6
tienen en el primer grado después de ella, con los cuales no pudieron dejar de errar las más de las veces.
Por ambas causas, además de los errores dichos, no pudieron asimismo hacer menos que dejar muchas
cosas ininteligibles; otras donde ni aun ellos mismos se entendieron a sí mismos, como parece en sus
frecuentes asteriscos, de los cuales usan para dar a entender que no entendieron los lugares donde los
ponen, aun en lugares donde no hay ninguna dificultad, si el Hebraísmo es entendido por donde se ve
claro, que la lengua Hebrea, en que la Sagrada Escritura está, no es ni ha sido desde hace mucho tiempo,
menos peregrina a los mismos Hebreos, que a los extraños. Esto nos pareció decir de la traducción de
Ferrara en este lugar, no privándola de la alabanza que justamente merece, ni encubriendo con envidia la
ayuda que en la nuestra hemos tenido de ella; Pero avisando también de las faltas en que con nuestra
escasez de fuerzas, la hemos tomado, para que los más doctos le miren mejor a las manos, y todos los
fieles sepan el grado en que la han de tener, y cuánto crédito le han de dar, si se quisieren aprovechar de
ella. Resta que pasemos adelante a nuestro intento.

SOBRE EL USO DE BASTARDILLAS Y VÍRGULAS

Con toda la diligencia que nos ha sido posible, hemos procurado atarnos al texto, sin quitarle ni
añadirle. Quitarle nunca ha sido necesario; y así creemos que en nuestra versión no falta nada de lo que
está en el texto, sino fuere por casualidad alguna vez algún artículo, o alguna repetición de verbo, que
sin menoscabo de la integridad del sentido se podría dejar, y de otra manera, ponerse haría que se lea en
forma notablemente absurda en la lengua Española, pero esto será tan raro, que no se me ocurre ejemplo.
Añadir ha sido necesario muchas veces: unas, por dar mayor claridad a la sentencia, que de otra manera
quedaría poco castellana o del todo ininteligible, lo cual con todo eso pretendemos haber hecho con
tanta mesura, que en ninguna de las versiones que hemos visto, (excepto la Española de Ferrara), haya
menos añadiduras de estas, ni más cortas las que hay, que en la nuestra, ni más diligencia en haberlas
señalado a todas en otra letra, (bastardilla), que la del texto común, para que el lector las conozca a
todas, y tenga libertad para aprovecharse de ellas, si le parecieren ser al propósito, o dejarlas del todo,
(como a diligencia humana que puede errar o acertar) y seguir el hilo de su texto, si no le cuadrare,
porque en ellas, ningún juicio queremos ni debemos perjudicar. Otra fuente de adiciones se hallaran,
mayormente en Job, en algunos Salmos, o en los libros de Salomón, y comúnmente en todos los libros
de los cuales no hay texto Hebreo, y asimismo en el nuevo Testamento, que son, no de una palabra sola,
sino de muchas, y hartas veces de sentencias enteras. De esta será otro juicio que de las precedentes,
porque son texto, y las pusimos a causa de la diversidad de os textos, y de otras versiones, por no
defraudar de ellas a nadie, pero entre estas vírgulas: [ ], para que se conozca; aunque en el libro de Job,
(si algunas hay), y en los Salmos, y libros de Salomón, las pusimos de otra letra que la común. En el
Eclesiástico y Sabiduría, y en las historias de Tobías y Judit, procuramos retener lo que la Vieja
traducción Latina pone de más en muchas partes, y hacer contexto de ello con lo que estaba en las
versiones Griegas, en lo cual no pusimos poco trabajo y diligencia. Porque aunque hallamos que esto
mismo habían intentado otros antes de nosotros, no los hallamos tan diligentes que nos excusasen todo
el trabajo que esta diligencia requería.
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En el Nuevo Testamento nos pareció ser esta diligencia más necesaria, por cuanto hay esta
diferencia en los mismos textos Griegos en algunas partes, y todos parece que son de igual autoridad.
Algunas veces hallamos que la Vieja versión Latina añade sin ninguna autoridad del texto Griego, y ni
aun esto quisimos dejar, por parecernos que no es fuera del propósito, y que fue posible haber tenido
también texto Griego de no menos autoridad que los que ahora se hallan. No nos hubiera ayudado poco
en lo que toca al Nuevo Testamento, si hubiera salido antes la versión Siríaca del, que con gran bien y
riqueza de la República Cristiana ha salido a luz este mismo año, pero ha sido al tiempo que ya la
nuestra estaba impresa, y así no nos hemos podido ayudar de ella, que no hay que dudar sino que (no
obstante que no sea suya la suprema autoridad sobre las ediciones Griegas), todavía daría gran luz en
muchos lugares difíciles, como hemos visto que lo hace en los que la hemos consultado. Esto cuanto a la
versión en general.

EL NOMBRE DE DIOS

Resta que en especial demos razón de algunos vocablos antes inusitados, que en ella hemos
retenido, y asimismo de nuestras anotaciones y argumentos de capítulos. Cuanto a lo primero, hemos
retenido el nombre (Iehová), no sin gravísimas causas. Primeramente porque donde quiera que se hallará
en nuestra versión, está en el texto Hebreo, y nos pareció que no lo podíamos dejar, ni cambiar por otro
sin infidelidad y sacrilegio singular contra la ley de Dios, en la cual se manda "Que no se le quite , ni se
le añada", (Dt.4.4 y Pr.30.5). Porque si en las adiciones arriba mencionadas, no nos movió este
escrúpulo, hay razón diferente; porque nuestras adiciones no se pueden denominar "adiciones al texto",
sino declaraciones libres, que en tanto tendrán algún valor, en cuanto son conformes al texto. Añadir a la
Ley de Dios y a su Palabra, se entiende, cuando a los mandamientos, o constituciones de Dios, los
hombres temerarios añaden sus tradiciones, conque, o deshacen el mandamiento de Dios, o le añaden
mayor dureza por superstición. Ejemplo de lo primero puede ser lo que el Señor dice en Mt.15.4,
"porque, (dice), Dios dijo, Honra a tu padre y a tu madre, etc. ...y vosotros decís a vuestros padres,
Cualquier don que yo ofreciere al Corbán aprovechará a ti, etc. Ejemplo de lo segundo será, señalar Dios
en la Ley ciertas purificaciones, y obligar los hombres de su pueblo a ellas, por entonces, e inventar
ellos, con este color no entrar en casa, ni comer sin lavarse las manos, etc.,, como S. Marcos dice. Así
que en lo que hasta ahora se ha usado acerca de este nombre, es expresamente quitar y añadir, ambas
cosas en el hecho de quitar el nombre (Iehová), y poner (Señor, o Dios) en su lugar, que aunque en la
sustancia de la cosa que significan no haya variación, la hay en las circunstancias, en la manera y razón
de significar, lo que no importa poco. Asimismo nos pareció, que esta mutación no se puede hacer sin
contravenir el consejo de Dios, y en cierta manera, quererlo enmendar, como si El hubiese hecho mal
todas las veces que su Espíritu en la Escritura declaró este nombre, y hubiera de ser este otro. Y pues es
cierto, que no sin particular y gravísimo consejo, Dios lo manifestó al mundo, y quiso que sus siervos lo
conociesen e invocasen por él; temeraria cosa es dejarlo; y superstición temeraria dejarlo, con pretexto
de reverencia. Y para que mejor se vea esto así, no será fuera de propósito mostrar, de donde ha venido
esta superstición acerca de este santo nombre. Está contado en el Levítico, que estando el pueblo de
Israel en el desierto, recién sacado de Egipto, un mestizo, hijo de un Egipcio y de una Israelita, riñendo
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con otro del pueblo, pronunció, (o declaró, como dicen otros), el santo nombre: "y dijo mal a Dios",
quiere decir, "blasfemó de Dios por este sacro nombre", de la manera que también ahora los impíos,
Cristianos, reniegan de él, y lo botan y pisotean en sus cuestiones, por mostrarse valientes. Por ser esta
palabra blasfema tan nueva en el pueblo de Dios, el blasfemo fue puesto en prisión, y desde a poco
apedreado de todo el pueblo: Y a esta ocasión, fue puesta Ley entonces por mandato de Dios, que el que
en el pueblo de Israel dijese mal a Dios, fuese castigado; y el que PRONUNCIASE (o declarase) el
santo nombre, muriese por ello. Quiere decir: blasfemase con el santo nombre, como blasfemó aquel por
cuya ocasión se puso la Ley. Los rabinos modernos, de la palabra "pronunciar", (no entendiendo el
intento de la Ley), sacaron esta superstición en el pueblo, ser ilícito pronunciar, o declarar, el santo
nombre, no mirando que, además de que el intento de la Ley era claro, por la ocasión del blasfemo,
después de aquella Ley, lo pronunciaron Moisés, Aarón, Josué, Caleb, Débora, Gedeón, Samuel, David,
y todos los profetas y píos Reyes; y finalmente fue dulcísimo en la boca de todo el pueblo, que lo cantó
en Salmos y alabanzas, como aparece por todo el discurso de la Santa historia. Así que de la superstición
de los modernos Rabinos, salió esta ley encaminada del diablo para con pretexto de reverencia, sepultar,
y poner en olvido del pueblo de Dios, su santo nombre, con el cual solo El quiso ser diferenciado de
todos los otros dioses. Ni esta es arte nueva suya. Decimos Rabinos modernos, no porque sean los de
nuestro tiempo, sino los que vinieron después de los profetas, ignorantes de la Ley divina, y
establecedores de nuevas tradiciones, por haber ignorado las virtudes de las que Dios les dio, y aun no
poco, ya ignorantes de la pura y antigua lengua Hebrea, por el frecuente comercio de las otras naciones,
aunque fueron antes del advenimiento glorioso del Señor, de los cuales parece bien, haber sido los
Setenta intérpretes, que tradujeron primero en Griego la Escritura al Rey Ptolomeo de Egipto, los cuales
parecen haber dado fuerza a esta ley supersticiosa, con haber ellos falseado primero que nadie el sacro
texto, traduciendo siempre "Señor", en lugar de "Jehová", y suprimiendo del todo el santo nombre con
pretexto, a la verdad, supersticioso, y envidioso del bien de las gentes, de que no eran dignas de que se
les comunicasen los misterios divinos. Véase ahora, si está bien que esta superstición continúe, o que
cese, habiendo Dios dado mejor entendimiento; y que el pueblo Cristiano lo conozca y adore en Cristo
por el mismo nombre, conque el se dio a conocer a los padres, y ellos le conocieron e invocaron, y por el
cual, El prometió por sus profetas, que se daría a conocer a las gentes, para que le invocasen por él. Este
dirá (dice Isaías) yo soy de Jehová; el otro se llamará del nombre de Jacob; el otro escribirá con su
mano, A Jehová, etc. Alguno nos podría alegar aquí, que ni Cristo ni los Apóstoles en sus escritos
enmendaron este error, etc. A esto respondemos, que ellos nunca se encargaron de hacer versiones, ni de
corregir las hechas, sino que atentos a mayor y más principal asunto, que era la anunciación del
advenimiento del Mesías, y de su Reino glorioso, se servían de la versión común, que entonces estaba en
uso, que parece haber sido la de los Setenta, porque en ella tenían de sobra para su principal intento.
Otra obligación tiene, quien hace profesión de traducir la divina Escritura, y darla en su integridad. Ni
tampoco acá estamos determinados de tomar cuestión con nadie sobre este asunto; ni constreñir a
ninguno a que pronuncie este nombre, si la superstición judaica le pareciere mejor que la pía libertad de
los Profetas y píos del Antiguo Testamento: puede pasarlo cuando leyere, o en lugar de él, pronunciar
"Señor", como hacen los Judíos, con que nos confiese, que en traducirlo, no hemos salido de nuestro
deber. Y al fin no se peca en escribirle e imprimirle en letras Hebreas, tampoco debe de ser pecado
escribirle en otras lenguas y letras. La significación del nombre es muy conveniente a lo que significa:
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porque es tomado de la primera propiedad de Dios, que es el del ser, lo cual es propio suyo, y todo lo
demás que existe en el mundo, lo tiene mendigado de Él. Por esta causa, aunque todos los otros nombre
de Dios, son comunicados a algunas criaturas por alguna dispensación especial, este otro es
incomunicable a otro que a Él; porque ser fuente del ser, y el que por sí es, sin dependencia de otro, a Él
solo conviene; de donde se infiere evidentemente que si en la Escritura se halla comunicado al Mesías y
al Espíritu Santo (como se halla muchas veces) es argumento invencible de que son de una misma
esencia divina con el Padre, no obstante que el Mesías tenga también la misma naturaleza humana que
nosotros. Y pues que el mismo Dios declaró a Moisés este su nombre de la manera dicha, no hay para
que nadie comente más sobre ella.

LOS TÉRMINOS CONCIERTO, TESTAMENTO Y PACTO

El nombre "Concierto", (en adelante se expresará como "Pacto"), que la Vieja traducción latina
comúnmente llama Testamento (siguiendo la versión de los 70), nos puso en alguna dificultad. Porque
es nombre teológico, y de los más principales en toda la Escritura; y así requería ser muy entendido, y
muy en uso entre los Cristianos, no menos de lo que lo fue en el Pueblo viejo. El nombre Hebreo
(Berith) significa lo mismo que el latino "Foedus", que quiere decir, no simplemente Pacto, sino Pacto
hecho con solemne rito de muerte de algún animal, como se tuvo diverso entre diversas naciones. Y
Dios lo imitó con Abraham, (Gen.15.9), estableciendo con él su Pacto, el cual en el Antiguo Testamento
fue confirmado con la muerte de los animales de los sacrificios, cuyas muertes eran un rito solemne
conque aquel Pacto se renovaba y refrescaba, entre Dios y su pueblo. Venido el Nuevo Pacto, se ratificó,
no como un rito, sino como muerte real del Mesías, y con su sangre, la cual derramada una vez, tuviese
por sí virtud expiatoria eternamente de nuestros pecados, y junto con esto fuese eternamente
establecedora de parte de Dios, del Nuevo Pacto hecho a su pueblo. Lo uno y lo otro dijo de ella el
Señor, cuando tomando el vaso en su última cena, dijo, "Este es el Vaso del Nuevo Testamento en mi
sangre, la que será derramada por muchos para perdón de los pecados". Siendo pues tanta la cualidad de
este asunto, nos hemos hallado dificultados para darle nombre que lo significase en toda su dimensión;
lo cual al fin no pudiendo hacer, por la carencia de la Lengua Española, tomamos comúnmente el
nombre "Concierto", aunque es más general que el que necesitábamos, usando algunas veces del latino
(Pacto), y del poco usado en español (alianza) para comenzar a introducirlos, y hacerlos más familiares a
nuestros Españoles. Porque a la verdad estos se llegan más a la entera significación que el vocablo
Concierto. Pero entretanto que no son más usados, menos inconveniente nos pareció tomar un vocablo
entendido, aunque no lo signifique todo, que otro que lo signifique todo, y por no ser entendido del
común, pueda venir en abuso, como los vocablos Torá, (en el original está sin acento), y Pacto, usados
por los Judíos Españoles, el primero por la Ley, y el segundo por el Concierto de Dios, por los cuales
nuestros Españoles les levantaban que tenían una "tora" o becerra pintada en su sinagoga, a la que
adoraban; y del Pacto sacaron refrán contra ellos: "Aquí pagaréis el pato". De esta manera ha sido causa
la ignorancia del verdadero Cristianismo, que se burlasen los Cristianos de los Judíos de aquello en que
los habían antes de imitar, o por mejor decir, habían de recibir de ellos. Así que porque no se venga tan
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rápido a la profanación del Concierto de Dios por la ignorancia del nombre, acordamos en usar el más
claro, hasta que los más apropiados estén en uso.

LOS VOCABLOS REPTIL, ESCULTIL Y ESCULTURA

Los vocablos reptil, escultil y escultura, de los que algunas veces hemos usado, nos parece que
tienen también alguna necesidad de disculpa, por ser extraños de la lengua Española. Reptil, es animal
que anda arrastrando el pecho y vientre, como culebra, lagarto. Propiamente podríamos decir serpiente,
si este vocablo no estuviese en significación muy diferente del intento. La de Ferrara fingió, como suele,
otro vocablo no menos extraño: "Removilla". Los otros dos, Escultil y Escultura, quieren decir imágenes
esculpidas a cincel o a buril. La Escritura, para afear más la idolatría, llama a los ídolos las menos veces
con sus nombres propios que tenían entre los que los honraban. Más comúnmente los llama por el
nombre de la materia de que se hacen: palo, piedra, oro, plata, etc. Otras veces de la forma: "obra de
manos de hombres". Lo más ordinario de todo es llamarlo del modo con que se hacen: fundiciones, o
vaciadizos, o cosas hechas a buril o cincel , que es lo que nosotros retuvimos del Latín (por no hallar un
vocablo Español puro), Escultura. La de Ferrara, "Doladizo", que es como si dijera "Acepilladizo", lo
cual es menos de lo que pretende significar. Esto cuanto a los vocablo nuevos que hemos usado en
nuestra versión, acerca de los cuales rogamos a la Iglesia del Señor, y singularmente a cada pío lector,
que si nuestra razón no le es bastante, nos excuse y soporte con su amor.

LAS ANOTACIONES

Cuanto a nuestras anotaciones, la oscuridad de la Escritura, donde la hay, viene comúnmente de


donde suele venir a todas las otras escrituras: o de las cosas que se tratan, o de las palabras y formas de
decir con que se tratan, o de ambas partes juntamente. Así parece que son necesarias dos fuentes de
anotaciones para remedio de la oscuridad: unas que sirvan a la declaración de las palabras, figuras o
formas de hablar, y otras para la declaración de las cosas, sin la inteligencia de las cuales es imposible
que ninguna claridad de palabras pueda de veras servir. De aquí es la mayor dificultad que tiene la
divina Escritura, y esta es tanta, que aun estando en palabras comunísimas, ayudada de semejanzas , y
parábolas de las cosas más vulgares que están en uso en el mundo, si dificultad, digo, es tanta, y la
ignorancia que se tiene de ella, cuanta vemos. Viene esto principalmente de que las cosas que se tratan
en ella, por la mayor parte son celestiales, espirituales, de naturaleza más sublime de lo que el hombre
carnal y su razón puede alcanzar, como el Apóstol lo enseña, diciendo, que ellas son espirituales y él es
animal, y de ahí viene que no las perciba, antes las juzgue por locura, etc.

Para remedio de la dificultad que consiste en las palabras solas, procuramos en nuestra versión,
toda la claridad que nos fue posible, pero de tal manera que el texto quedase siempre en su integridad,
reteniendo todas las formas de hablar Hebraicas que, o concuerdan con las Españolas, como son la
mayor parte, o a lo menos que pueden ser fácilmente entendidas, aunque en ello pecásemos algo contra
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la pulidez de la lengua Española, teniendo por menor mal pecar contra ella, aunque fuese en mucho, que
en muy poco contra la integridad del Texto. Donde hallamos el Hebraísmo tan duro, que vuelto palabra
por palabra en Español, quedaría incomprensible del todo, pusimos en el texto el sentido de él, y porque
en nada quedase defraudado el texto, y quedase libre el sentido de él a quien lo entendiese de otra
manera, lo pusimos en el margen con esta nota: "Heb.", y a continuación como está en el Hebreo,
palabra por palabra. Donde el Hebraísmo no es tan oscuro, pero todavía tiene dificultad, lo declaramos
en el margen, como lo entendimos, con esta nota: "q.d.", que significa quiere decir; otras veces sin ella,
para no ocupar el margen, que nos quedaba pequeño. De manera que todas nuestras amonestaciones son,
o diversas interpretaciones en los lugares ambiguos, como ya hemos declarado arriba, o el Hebraísmo,
donde es del todo absurdo en Español; o declaración del Hebraísmo, donde es algo difícil. Las
anotaciones que conciernen a la declaración de las cosas, las guardamos, o para imprimirlas aparte,
cuando entendamos que nuestro estudio agrada a la Iglesia del Señor, o para ponerlas juntamente con el
texto en otra impresión, si el Señor fuese servido en que alcancemos a hacer aquella. En las que hemos
puesto, fuimos algo escasos al principio de la impresión, y aun hasta el medio, porque pensábamos
poner las que dejábamos al final del libro; pero cuando vimos que el volumen crecía más de lo que
pensamos al principio, acordamos de cargar la mano algo más, aunque todo fue muy poco para satisfacer
nuestro deseo, y a lo que fuera necesario para anotar todo lo que tuviera dificultad. Parte fue de esta falta
o cortedad haber trazado el margen tan pequeño para las anotaciones, que muchas veces no bastase en
los lugares dificultosos, como son los cánticos y los profetas en muchas partes, y asimismo en las
epístolas Apostólicas, a recibir todo lo que estaba en el texto, con su letra para ser anotado; y así se
quedó señalado el lugar en el texto, y sin anotación en el margen. Esta falta suplimos con hacer poner al
final del libro las anotaciones que no cupieron en sus propios lugares.

LOS SUMARIOS O ARGUMENTOS DE LOS CAPÍTULOS

Casiodoro de Reina incluyó sobre cada capítulo un breve sumario de lo que contenía el mismo.
Estos sumarios se mantuvieron hasta la Revisión de 1865 inclusive.

Cuanto a los sumarios de los capítulos, advertirá el lector, que no pretendimos tanto hacer
sumarios que se quedasen siempre por leer, como argumentos que sirviesen para la comprensión del
capítulo, y las más de las veces, toda la disposición de él, y la conexión de las sentencias, cosa que como
no nos costó poco trabajo, no se hallará en todos los comentarios; de donde no es de maravillar, si
aquellos donde hicimos semejante diligencia, nos salieron al parecer un poco prolijos. Digo al parecer,
porque el lector que no va contando los renglones, sino buscando el provecho de la comprensión de lo
que lee, hallará que ni son largos ni sin fruto. La partición que en ellos guardamos fue primeramente
comprendida toda la materia del capítulo en la mente, reducirlo a los menos miembros que nos fue
posible, lo cual por lo primero sirve mucho a la continuación de las sentencias del todo, donde la
menudencia de miembros que en otros vemos, muchas veces causa dificultad en la conexión, y aun
confusión. Repartido así el capítulo, ponemos el argumento, los miembros por su orden señalándolos, no
por los versos del capítulo, sino por propios números: el primero, primero; el segundo segundo, etc., y
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después distribuyendo los mismos números por el capítulo, poniendo a cada miembro el número que
tuvo en el argumento con el parágrafo " ¶ ". Algunas veces se hallarán estos números confusos, así en el
argumento como en el capítulo, lo cual es cuando el mismo capítulo tiene la misma confusión, tratando
(como si dijésemos) después del segundo miembro algo que pertenece al primero. Entonces después del
número segundo se volverá a hallar el primero, para que el lector sepa deducir las sentencias al miembro
que pertenecen.

A MODO DE CONCLUSIÓN

Esto es lo más importante de lo que al presente nos pareció que debíamos dar razón de nuestra
versión a la Iglesia del Señor, por el bien y consuelo de la cual hemos trabajado. En lo que toca a nosotros,
aunque haber tomado una empresa tan grande con fuerzas tan pequeñas en parte nos sea contado a
temeridad, mayormente por los que no lo consideran todo, o por los que nada o poco saben agradecer, aun
de aquello de que se sirven, o por los que por ser ya más doctos, ningún provecho ni contentamiento
esperan de nuestros trabajos, con todo eso tiene remedio lo que por parte de esta nuestra temeridad se podrá
haber errado. Primeramente en que habiendo hecho con toda fidelidad todo lo que hemos podido, ningún
sano juicio nos reñirá por lo que nuestras fuerzas no alcanzaron. Quien lo pudiere y quisiere hacer mejor,
nuestro presente trabajo no le estorbará, sino que le ayudará aun con las mismas faltas y errores que tuviere.
En segundo lugar, en que tampoco pretendemos poner regla a la Iglesia, la cual necesariamente tenga que
graduar y canonizar por infalible (digo cuanto es de nuestra versión). Solamente pretendemos ayudar con lo
que podemos, corto o largo, hasta que Dios dé más abundante provisión a su Iglesia. En tercer lugar, para
quien nos quisiere corregir con caridad, por la gracia de Dios, no somos del número de los que, o con razón
o sin ella, presumen tanto de sí, que tengan por tan acabado lo que una vez sale de sus manos, que nada se
le pueda añadir ni quitar. Confesamos que pudiera haber otros muchos en la nación adornados de mayores
dones de Dios para esta empresa; pero Dios no les ha dado el querer ni el atrevimiento, ocupados por
ventura en otras cosas, a su parecer más importantes. Y poco tenemos acá por qué entremeternos en este
juicio, porque ellos verán , qué cuenta darán en el juicio de Dios, del buen o mal empleo de sus dones.
Cuanto a nosotros, es cierto, y de ello nos dará el Señor, fiel testimonio algún día, que visto que ninguno de
estos doctísimos que lo pudieran hacer mejor, se osaba encargar obra tan necesaria para el adelantamiento
del Reino y la gloria del Señor, el dolor de la falta que la Iglesia padecía en esta parte, nos puso el ánimo
que nunca nos pusiera la sola consideración de nuestras fuerzas, así para comenzarla, como para llegar a
este punto; y ninguna duda tenemos de que nuestro trabajo no haya sido agradable a Dios, por la continua
asistencia de su favor con que hemos podido llevar una carga tan pesada, tan estorbada por Satanás, tan
poco ayudada por hermanos y durante tantos días. Sacado el tiempo que nos han llevado enfermedades, o
viajes u otras ocupaciones necesarias en nuestro destierro y pobreza, podemos afirmar, que han sido bien
los nueve (años), que no hemos soltado la pluma de la mano, ni aflojado el estudio en cuanto las fuerzas así
del cuerpo como del ánimo nos han alcanzado. Parte de tan larga tardanza ha sido la falta de nuestra
erudición para tan grande obra, y el celo de tratarla con toda limpieza, con la cual obligación, ninguna
erudita ni larga diligencia se puede satisfacer lo suficiente. La erudición y conocimiento de las lenguas,
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aunque no ha sido ni es la que quisiéramos, ha sido la que basta para, (como ya arriba hemos tocado),
entender los pareceres de los que más entienden, y conferirlos entre sí, para poder escoger lo más
conveniente conforme al sentido y conocimiento que Dios nos ha dado de su palabra. Nos hemos
ayudado del juicio y doctrina, así de los vivos como de los muertos, que en la obra nos han podido dar
alguna ayuda, consultando las más versiones que hay hasta ahora, y muchas veces los comentarios.
Tampoco nos han faltado las experiencias y ejercicio de muchas de las cosas de que trata y hace principal
estado la divina Escritura, que de hecho es la mayor y más sustancial ayuda, (no faltando las otras), para su
verdadera inteligencia. Con todo eso no entendemos que lo hemos alcanzado todo, porque si aun con
nuestra cortedad de vista hemos visto y hallado faltas, y algunas no livianas, en los que nos hacen ventaja
sin comparación, así en erudición como en espíritu, no hay porque no creamos, que en nuestra obra aun se
hallarán muchas, aunque estamos ciertos que ninguna será tal, que por ella merezcamos en juicio sano título
de corruptores de la Escritura, el cual no es justo que se dé sino al que queriendo y sabiéndolo, corrompe o
altera algún lugar, o para confirmación de algún error de importancia, o para quitar cimientos a algún
principio bien fundado de la Fe universal de la Iglesia. Los demás errores, que siendo por una ignorancia o
inadvertencia, que por la debilidad de la naturaleza puede caer aun en los más diligentes y circunspectos, y
junto con esto no son perjudiciales a la común Fe, la caridad Cristiana los sabe excusar y sufrir, y cuando la
oportunidad se ofrece, enmendarlos con toda suavidad. Lejos van de este pío y Cristiano afecto los que
exaltan y suben de punto las faltas semejantes, llevándolas por sus largos conductos hasta algunos de los
primeros principios de la Fe, donde las gradúan y califican por subversoras de la Fe, y les dan los mismos
títulos, que con razón se darían a las negativas de aquel artículo; y nombran luego al errado por los nombres
de los principales herejes que primero establecieron el error. Este método tiene apariencia de celo por el
edificio de la Iglesia, pero a la verdad es un oscuro artificio con que el diablo la llena de cismas, de
disensiones, de revueltas: la mina, y al final la arruina, unas veces acusando unos sin ninguna piedad, otras
defendiendo otros sin ninguna templanza, lo que por ventura, o que se dijera, o que se dejara, ni iba tanto en
ello que la concordia Cristiana, tan encomendada del Señor en su Iglesia, no hubiera de ser de mayor
estima. Y uno de los mayores males es, (y aun por hablar más propio, una especie de escarnio), que todos
sabemos hacer esta queja, pero nadie quiere ser el primero en ponerle el remedio, cuando viene a mano la
ocasión. Así que por poner ya fin a esta nuestra amonestación, la obra que damos al presente, por ser la
Palabra de Dios y su Ley es buena en sí, y útil, y aun necesaria a la Iglesia Cristiana, y harto deseada de los
píos. Por las faltas que en ella hubiere de nuestra parte, (las cuales no negamos, aunque no las sabemos),
nadie la debe menospreciar, mucho menos calumniar, (excepto Satanás, cuyo oficio es, o abiertamente o
con santos pretextos, calumniar lo bueno, y estorbar todo lo que en el mundo puede adelantar la gloria de
Dios, y la salud de los hombres), mayormente pues que no hay quien en Español haya dado cosa mejor
hasta ahora, y ni pudimos más ni estorbamos a quien más pudiere, ni queremos poner versión de suma
autoridad a la Iglesia, ni en las faltas que hubiéremos hecho queremos ser pertinaces defensores de ellas;
antes protestamos delante del Señor y de todos sus Ángeles, que nada que nada pretendemos en ella que no
sea a su gloria y a la edificación de su Iglesia; y que lo que a estos dos fines no hiciere, desde ahora lo
damos por no dicho y hecho, de lo cual la misma Iglesia, por la regla de la misma palabra de Dios que tiene
y sigue, sea el juez. Por conclusión final de este propósito diré lo que me parece acerca de este asunto, y
tendrá el valor que la Iglesia del Señor le querrá dar. Y es, que pues que ya se entiende que el uso de la
Divina Escritura en lengua vulgar es bien que se conceda, (como el Decreto del Concilio Tridentino ha
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determinado), prudencia digna de Reyes y Pastores Cristianos sería poner orden con tiempo, de mandar a
hacer una versión , no a uno ni a pocos, sino a diez o doce hombres escogidos por los más doctos y píos de
todas las Universidades e Iglesias del Reino, los cuales con diligencia tal consultasen el texto Hebreo en el
Antiguo Pacto, y el Griego en el nuevo, y todas las versiones que se pudiesen tener, y de todas sacasen una
versión Latina que sirviese para las escuelas, y otra vulgar que sirviese para el vulgo, a las cuales por un
público Concilio, a lo menos nacional, y con el favor del público supremo Magistrado se les diese suma
autoridad para que estas solas tuviesen fuerza de Escritura canónica, por la cual se decidiese
definitivamente, como por legítimas leyes, todo asunto o disputa Eclesiástica, y para ser alegada por tal, así
en sermones como en lecciones o disputas; a la cual bajo gravísima pena nadie pudiese quitar, ni modificar,
ni añadir. Pero por cuanto aun los dichos autores de dichas versiones podrían también haber faltado en algo,
que algún otro particular en algún tiempo podría alcanzar a ver, como sucede, y asimismo por evitar toda
especie de tiranía, sería de parecer que quedase libertad a cualquiera que hallase alguna falta en las
versiones así autorizadas, no para enmendarla él de su autoridad, sino para proponerla en el Concilio o
Sínodo, cuando se tuviese, para que siendo examinada en él, con autoridad del mismo Sínodo se
enmendase, lo cual se podría hacer con nueva impresión, y poniendo mandamiento, que conforme a ella se
enmendasen todos los ejemplares viejos. En la impresión de estas tales versiones también me parece que
debería de tenerse especial recato. Que para evitar la corrupción por culpa de los muchos impresores, se
señalase uno, el que se estimase ser el más diligente y fiel en su oficio, el cual solo fuese calificado por
pública autoridad del Sínodo o Concilio nacional para imprimir dicha Biblia, el cual fuese obligado a hacer
tantas impresiones de ella al año, o de cierto en cierto tiempo, cuantas al Concilio pareciese que bastaría,
para que el no haber más de un impresor de ella no fuese causa a él de avaricia, y a la Iglesia de falta. Dé el
Señor espíritu en los ánimos de los Reyes y Pastores Cristianos, para que celando como deben, la gloria de
Dios y el bien de su pueblo, conciban algún día tales pensamientos. Amén.

Casiodoro de Reina

15
Adaptación de Boris A. Stankievich - Necochea, 24 de Diciembre de 2000.
Con el permiso de distribución sin fines de lucro a Sociedad Biblica Trinitaria.
PRÓLOGO
El presente trabajo tiene por objeto acercar a los hermanos en Cristo del Siglo XXI, el testimonio y
pensamiento de Cipriano de Valera, primer Revisor de la Biblia del Oso, vertida al Castellano por Casiodoro de
Reina en 1569.

Cipriano de Valera nació en Valera la Vieja (Herróbriga), entonces perteneciente al Reino de Sevilla, en
1531 o 1532 y falleció luego de 1602, al parecer en Londres. Fue condiscípulo de Arias Montano, mientras
estudiaba en Sevilla. Al terminar seis años de estudios de Filosofía, y con el grado de Bachiller, ingresó en el
Monasterio Jerónimo de San Isidoro del campo, próximo a Sevilla, desde el que huyó, con otros, en 1557, a
Ginebra para librarse del Tribunal de la Inquisición, que llegó a quemarlo en efigie (“por luterano”) en 1562 y le
colocó en el “Indice de los libros prohibidos”, como autor de primera clase.

De Ginebra pasó a Londres, al subir al trono Isabel I, y allí residió el resto de sus días, menos el tiempo que
le llevó en Ámsterdam la impresión de la 2da edición (su revisión), de la traducción Castellana de la Santa Biblia,
denominada en este caso “Biblia del Cántaro”, por el impreso que presenta en su tapa.

En Inglaterra fundó una familia, enseñó en las Universidades de Cambridge y Oxford, y publicó varios
libros y traducciones.

En el presente prólogo, el hermano Revisor aboga por la lectura de las Sagradas Escrituras, discierne la
cuestión de la composición del Canon de las mismas y describe la forma que adquiere su trabajo, al especificar de
qué manera revisa la Versión de Casiodoro de Reina.

A lo largo de esta exhortación, como él la llama, podemos ver en un estilo propio de su siglo, como se nos
presentan con sencillez y humildad, pero provistas de autoridad de lo alto y profundo discernimiento espiritual,
cuestiones sensibles de la Palabra de Dios, de gran magnitud y vigencia en aquellos tiempos, pero que con el paso
de los años mantienen su importancia y nos ilustran a nosotros, Cristianos que recibimos un legado, de lo que el
mismo costó a varias generaciones de Siervos Fieles.

De la misma manera que en la transcripción del prólogo de la Biblia del Oso, he considerado oportuno
hacer algunos cambios en la puntuación de este escrito, como así también separarlo en mayor cantidad de
párrafos, y proveerles a los mismos de un título orientativo. También he considerado agregar algunas palabras con
el objeto de hacer de lectura contemporánea ciertas oraciones que de otro modo se hacían de áspera lectura o de
difícil interpretación. En estos casos todas las adiciones las he dejado en bastardillas, de forma que pueda leerse el
texto tal como estaba, prescindiendo de las mismas.

Por otra parte, he cambiado algunos términos que están en desuso en nuestra lengua y los he sustituido por
términos sinónimos de uso actual.

Quiera el Señor que seamos concientes y podamos estar agradecidos por las bendiciones que nos ha traído
este trabajo de traducción y revisión que nuestros hermanos hicieron en el pasado. Que se manifieste también en
nosotros, como también es el deseo de Cipriano, la disposición espiritual de llevar a las almas perdidas al
conocimiento de la Voluntad de Dios, expresada por medio de Su Santa Palabra. Así sea. Amen.

Boris A. Stankievich
1
LA LECTURA DE LA SANTA BIBLIA

Nuestro buen Dios y Padre, que tanto desea y procura nuestra salvación, y que ninguno de
nosotros se pierda por ignorancia, sino que todos vengamos al conocimiento de la verdad, y que así
seamos salvos, nos manda muy expresamente, y no en un lugar, sino en muy muchos que leamos la
sagrada escritura, que la meditemos, escudriñemos y rumiemos. Y así en Dt. 6.7 hablando con todo su
pueblo en general, y con cualquiera de ellos en particular dice: “Estas palabras, que yo te mando hoy,
estarán sobre tu corazón, y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por
el camino, y acostándote en la cama y levantándote, etc.” Lo mismo repite en el capítulo 11, ver. 18 y
19, y cap. 17.18 del mismo libro, hablando Dios del deber del Rey dice: “Cuando se asentare el Rey
sobre la silla de su reino, se hará escribir esta segunda ley en un libro, etc.”; y luego , “el cual tendrá
consigo: leerá en él todos los días de su vida, para que aprenda a temer a Jehová su Dios, etc.”.

El mismo Dios que mandó esto al Rey, manda esto a Josué, el cual era capitán general de los
Israelitas: “Que el libro de la ley nunca se aparte de su boca, sino que de día y de noche medite en él,
etc.” En el Salmo 1 versículo 2 se dice que “el pío, (al cual llama bienaventurado), pensará en la ley de
Jehová de día y de noche”. En el Salmo 78.5 se dice Dios haber mandado “a los padres que notifiquen su
ley a sus hijos”, etc. Juan 5.39, manda el Señor “escudriñar las Escrituras”; y luego da la causa porque
las debamos escudriñar: “porque ellas, (dice), son las que dan testimonio de mí”. Hechos 17.2, cuenta S.
Lucas que cuando Pablo predicó en Berea, “los que recibieron la Palabra escudriñaban cada día las
Escrituras para ver si lo que les predicaba Pablo convenía con la Escritura”. S. Pablo, en su primera carta
a los Corintios 14.35, manda que “la mujer cuando tuviere alguna duda (respecto a la religión), demande
a su marido la resolución”; ¿Y cómo el marido resolverá la duda a su mujer, si él no ha leído la
Escritura, ni jamás se ha ejercitado en ella?

San Pablo, hablando con su buen discípulo Timoteo, (2 Tim. 3.15), le dice “que de su niñez has
sabido las sagradas Letras, las cuales te pueden hacer sabio para la salud por la fe que es en Cristo
Jesús”; y añade estas palabras: ”Toda escritura divinamente inspirada es útil para enseñar, para
redargüir, para corregir, para instituir en justicia: para que el hombre de Dios sea perfecto, perfectamente
instruido para toda buena obra”.

El que quisiere saber los encomios, loores y alabanzas de la palabra de Dios lea aquel grande y
admirable Salmo 119, (que cada día cantan o rezan nuestros adversarios en su Prima, Tercia, Sexta y
Nona, y que tan pocos de ellos lo entienden o consideran), donde muy de propósito exhorta David al
Pío, al fiel Cristiano, al que desea y procura servir y adorar a Dios en Espíritu y en verdad, a la lectura y
meditación. Cuya lectura y meditación juntamente con invocación del Espíritu del Señor, (que alumbre
nuestros entendimientos, para que entendamos y saquemos fruto de la lectura de la Sagrada Escritura),
es necesaria así a chicos como a grandes, así a ricos como a pobres, así a doctos como a indoctos, así a
eclesiásticos como a los que llaman seglares. En este Salmo, David llama a la palabra de Dios con estos
títulos: Ley de Dios, Camino, Palabra de Dios, Juicios, Testimonios, Mandamientos, Estatutos y
Ordenanzas de Dios. Este Salmo tiene 176 versos y casi no hay verso en el cual no haya alguna de estas
2
palabras que hemos dicho. Y así dice:_ “Lámpara es para mis pies tu palabra, y lumbre para mis
sendas”. Y al principio del Salmo, había preguntado David: “¿Con qué limpiará el mozo su camino?”
quiere decir: ¿cómo vivirá la juventud en limpieza y temor de Dios? Responde el mismo David:
“Cuando guardare tu palabra”. Pregunto yo ahora: ¿Cómo guardará, o el viejo o el mozo la palabra de
Dios, o cómo les será lumbre en sus caminos, cuando no la conocen, ni saben que cosa sea? ¿cuándo no
la leen, ni la oyen a otros leer? ¿ cuándo no la rumian, ni meditan, ni invocan al Señor, que les alumbre
sus entendimientos para entenderla?

LO QUE DICEN LOS PADRES DE LA IGLESIA SOBRE LEER LAS


SAGRADAS ESCRITURAS

Y si esta disputa de leer la Escritura se hubiese de liquidar por lo que dicen los Doctores y
concilios antiguos, fácilmente confirmaríamos lo que decimos. Porque no hay ninguno de ellos que no
exhorte a los fieles a leer y a oír la Sagrada Escritura. Pero entre todos ellos San Juan Crisóstomo
admirablemente exhorta en muchísimos lugares a todo género y suerte de hombres como de mujeres, de
cualquier estado y condición, que sean, chicos o grandes, ricos o pobres, doctos o indoctos, etc., a leer la
Escritura. Y él mismo responde a todas las objeciones que nuestros adversarios hacen el día de hoy
contra la lectura de la Escritura. Pero entre todos estos lugares de Crisóstomo, el sermón 3º que hizo de
Lázaro es admirable. Dice pues al principio de dicho sermón de esta manera: “Yo tengo por costumbre
de deciros muchos días antes la materia de que tengo que tratar, para que vosotros en el entretanto
toméis vuestro libro, y advirtiendo toda el conjunto de lo que se puede tratar, después que hubiereis
entendido lo que se ha dicho, os aparejéis para oír lo que resta. Y esto siempre exhorto, y nunca cesaré
de exhortarlo, que no solamente aquí”, (quiere decir en la Iglesia), “advirtáis lo que se os dice: sino aun
cuando estuviereis en casa, os ejercitéis continuamente en la lección de la Sagrada Escritura”. Y luego
responde a las objeciones, diciendo: “Y no me diga nadie: yo harto tengo que entender en los negocios
de la República: yo soy Magistrado, yo soy oficial, que vivo del trabajo de mis manos; yo soy casado,
tengo mujer, hijos y familia que proveer; yo soy hombre del mundo y por eso no me conviene a mí leer
la Escritura, sino a aquellos que han dejado el mundo, y se han ido al desierto”. A los cuales Crisóstomo
responde: “¿Qué dices, oh, hombre?¿ No te conviene a ti escudriñar las Escrituras, porque andas
distraído con muchos cuidados? Antes te digo que es más tu deber que no de los otros, etc”. Y da la
razón: “Dice que aquellos no tienen tanta necesidad de leer la Escritura, como otros que están a manera
de decir, en mitad de la mar, traídos de acá para allá con las ondas; los tales, (dice), tienen siempre
necesidad de un continuo conforte de la Escritura. Aquellos están sentados lejos de la batalla, y por eso
no reciben muchas heridas; pero tú, porque continuamente estás en la batalla, porque muchas veces eres
herido, por eso tienes más necesidad de remedio, como aquel a quien la mujer provoca, el hijo le
contrista y mueve a ira, el enemigo le estrecha y el amigo le tiene envidia”.

Y así va discurseando, y concluye diciendo: “Por lo cual es necesario tomar sin cesar armas de la
Escritura”. Y un poco más abajo: “Y no puede ser ahora, no puede, digo, ser que alguno se salve, si
continuamente no se ejercita en la lectura espiritual, etc”. Y luego: “¿No ves tú que los herreros, plateros
y todos cuantos se ocupan de algún arte mecánica, tienen toda la herramienta, y todos los instrumentos
de su arte preparados y puestos en orden ? Aunque sean muy pobres, y que el hambre los aqueje, con
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todo esto más preferirán sufrir hambre, que vender alguno de los instrumentos de su arte para comer,
etc”. Y compara: “Ciertamente nosotros debemos tener el mismo ánimo que ellos, y como los
instrumentos de su arte son el martillo, el yunque, las tenazas, así de la misma manera, los instrumentos
de nuestro arte son los libros de los Apóstoles y de los Profetas, y toda la Escritura divinamente
inspirada y provechosa, etc.” Y agrega: “Así que no seamos negligentes en procurar tener estos libros
para no ser heridos de herida mortal”. “La misma vista de estos libros causa que no seamos tan prontos a
pecar. Si hemos cometido alguna cosa que nos está prohibida, al volver a casa, y mirar los libros, nuestra
conciencia con mayor vehemencia nos condena, etc”.

Otra objeción que ponen, es la que hacen algunos de nuestros tiempos: ¿Qué será, (dicen), si no
entendemos lo contenido en los libros? Responde Crisóstomo: “Aunque no entendáis los secretos de la
Escritura, con todo esto, la misma lectura de la Escritura causa en nosotros una cierta santidad. Aunque
no puede ser, que todo cuanto leéis, ignoréis. Porque la gracia del Espíritu por eso dispensó y modificó
todo lo que está en la Escritura, para que los publicanos, pescadores, artífices, pastores, Apóstoles,
idiotas e indoctos fuesen salvos por medio de estos libros; para que ningún idiota, se valiese de esta
excusa, diciendo que la Escritura es oscura; para que lo que dice en ella, todos lo pudiesen ver
fácilmente; y para que el artífice, el sirviente, la viuda y el más ignorante de todos los hombres, sacase
alguna ganancia y provecho de haber oído leer la Escritura”. Además, “Los Apóstoles y Profetas
hicieron claro y manifiesto a todos los que dijeron: Como comunes Doctores del mundo; para que cada
uno por sí mismo pueda aprender lo que se dice de la sola lección. Y esto pronunciándolo antes el
profeta dijo: Todos serán enseñados de Dios, y ninguno dirá a su prójimo: Conoce a Dios; porque todos
me conocerán, desde el más pequeño hasta el mayor, etc.” Esto dijo Isaías, capítulo 54.13. Leed
Jeremías 31.34, y Juan 6.45.

Además dice Crisóstomo: “Demás de esto, las señales, los milagros e historias ¿no son cosas
manifiestas y claras, que todos las entienden? Así que es pretexto, excusa y cobertura de pereza lo que
dicen: que no se entiende lo que está en la Escritura. ¿Cómo podrás entender en algún momento, lo que
ni aun de pasada quieres mirar? Toma el libro en tus manos, lee toda la historia, y lo que es claro retenlo
en tu memoria; y lo que es oscuro y no muy claro, léelo muchas veces, y si con la continua lectura aun
no lo pudieres entender, vete a algún sabio, a algún hombre docto: comparte con ellos lo que haz leído ,
etc.” Y añade: “La lectura de la Escritura es gran arma contra el pecado: gran precipicio y profundo
piélago el ignorar la Escritura; Es gran pérdida de la salvación no saber nada de lo contenido en las leyes
divinas. El ignorar las Escrituras es causa de las herejías. Esta ignorancia hace que los hombres vivan
tan mal: ésta lo revuelve todo de arriba abajo, porque no puede ser, no puede ser, digo, que el que
continua y atentamente leyere la Escritura, quede sin provecho, etc.” Todo esto y mucho más dice San
Juan Crisóstomo en el sermón citado, lo cual he abreviado lo más que he podido.
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DIVERSAS VERSIONES ANTIGUAS DE LAS SANTAS ESCRITURAS

El mismo Dios, que mandó que todos sin hacer diferencia alguna de sexo, ni de edad, ni de calidad
leyesen la Sagrada Escritura, ese mismo ordenó que ella fuese divulgada en todas las lenguas, (como
vemos que lo es), para que ninguno pretendiese ignorancia. Así en tiempo pasado se divulgó en las tres
lenguas más principales y más comunes, que entonces se usaban en el mundo, que eran la Hebrea,
Griega y Latina. Después los hombres píos y doctos, movidos de un santo celo de hacer bien a los de sus
naciones, la tradujeron a sus lenguas vulgares. Así leemos que S. Jerónimo la tradujo a su lengua
materna, que era la Dalmática; S. Juan Crisóstomo la tradujo a la lengua Armenia. Ulfilas, Obispo Godo
la tradujo a la lengua Gótica; Juan, Obispo de Sevilla la tradujo a la lengua Arábiga. Metodio en
Eslavónica, etc. En tiempo de Eltestano, que reinó en la que ahora llamamos Inglaterra hará sus
novecientos años, (es decir alrededor del año 700 d.C.), la Biblia se tradujo a la lengua Británica que era
la lengua que entonces se usaba en aquella isla.

Considerando Crisóstomo estas diversas traducciones dijo estas palabras: “ Los Siros, Egipcios,
Persas, Etíopes, y otras innumerables naciones tienen la doctrina celestial traducida a sus lenguas; y por
este medio han dejado su barbarie para filosofar de veras.” Teodoreto dice: “ Los libros Hebreos son no
solamente traducidos al Griego, más aun en lengua Latina, Egipcia, Persa, India, Armenia, Escita,
Sauromática, y para decirlo en una palabra, en todas las lenguas, de las cuales aun hasta el día de hoy
usan las naciones.”

Pero dejadas las historias de otras naciones, vengamos a nuestras historias de España; porque los
ejemplos domésticos son los que más mueven. Cuando los Godos se apoderaron de España, (que hace ya
como 1200 años – año 400 d.C.-), la Sagrada Escritura fue traducida (como ya hemos dicho) por Ulfilas
a la lengua Gótica, para que los Godos, gente bárbara e infiel, se hiciesen domésticos, y se convirtiesen a
la Fe de Jesucristo, como se convirtieron. Casi cuatrocientos años después cesó el imperio de los Godos
en España apoderándose de la mayor parte de ella los Moros, que pasaron desde África. Reinando pues
los Moros en España, un Obispo de Sevilla tradujo la Sagrada Escritura a la lengua Arábiga, para que los
Moros supiesen cual era la religión Cristiana. Setecientos años y más después de la pérdida de España,
el Rey Don Fernando ganó el Reino de Granada; y así los Moros, que no quisieron tornarse Cristianos,
fueron totalmente echados de toda España; y los que se convirtieron se quedaron en España.

Para que pues estos Moros recién convertidos fuesen bien instruidos en la religión Cristiana, el
primer Arzobispo de Granada, Fraile Jerónimo, fue de parecer que la Sagrada Escritura se tradujese en
lengua Arábiga, ( porque de la otra traducción que dijimos, hecha cuando los Moros entraron en España,
ya no había memoria de ella. A este tan pío intento se opuso don Francisco Jiménez, Arzobispo de
Toledo, que era el todo en todo en toda España, alegando razones no tomadas de la Palabra de Dios, ni
de lo que dijeron e hicieron los santos doctores de la Iglesia, sino fabricadas por juicio de hombre, y por
el consiguiente repugnantes a la Palabra de Dios. Y así se impidió la traducción, que tanto bien hubiera
hecho a aquellos pobres e ignorantes Moriscos.
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Después acá el mismo Dios movido de la misma misericordia que antes, ha levantado algunos
Españoles en nuestros tiempos, que han traducido los libros sagrados. Los libros impresos en Español
que yo he visto son los siguientes: La Biblia en lengua Valenciana con licencia de los inquisidores, a
cuya traducción asistió S. Vicente Ferrer, que hace más de ciento y tantos años que se imprimió en folio
de papel real; el Antiguo Testamento sin los libros Apócrifos, impreso en Ferrara en 1553, palabra por
palabra como está en Hebreo, que es un gran tesoro de la lengua Española; La Biblia de Casiodoro de
Reina impresa en Basilea en 1569; Francisco de Enzinas Burgales tradujo en 1542 el Nuevo Testamento,
y lo presentó al Emperador don Carlos en Bruselas; el Doctor Juan Pérez de pía memoria, en 1556
imprimió el Nuevo Testamento, y un tal Julián Hernández movido con el celo de hacer bien a su nación,
llevó muchísimos de estos Testamentos y los distribuyó en Sevilla en 1557.

A Juan Pérez, Casiodoro, y Julián yo los conocí, y traté familiarmente. En 1596 imprimimos el
Nuevo Testamento; y ahora por la misericordia de Dios sacamos otra vez a la luz la Biblia Española.
Estas impresiones yo las he visto, fuera de las que con la injuria del tiempo, y con la persecución de los
enemigos de la Cruz de Cristo, nuevos Antiocos, se han perdido. Además de estas traducciones en
Español que hemos nombrado, hay dos admirables Biblias impresas en diversas lenguas, (como luego
diremos), que Españoles han hecho, las cuales son, y con muy gran razón, muy estimadas de todos los
doctos, de cualquiera nación que sean; la causa porque se hayan impreso diremos aquí.

En el Concilio Vienense se mandó que las lenguas Latina, Griega, Hebrea, Caldea y Arábiga, se
leyesen públicamente en las universidades. Conforme a este decreto, don Francisco Jiménez, (Fray
Francisco), Arzobispo de Toledo, Cardenal, Gobernador e Inquisidor general de España, y fundador de
la célebre universidad de Alcalá, que en Latín se llama Complutum, el cual en Persona pasó a Africa, y
en sus costas ganó a Orán; este digo, juntó muchos hombres doctos en las lenguas, principalmente en la
Hebrea, para el Antiguo Testamento, y en la Griega para el Nuevo, y sirviéndose de ayuda y trabajo de
estos, hizo imprimir en 1515, aquella admirable Biblia, que por razón del lugar de impresión se llamó
Complutense, la cual dividieron en seis tomos. En el Antiguo Testamento pusieron el Texto Hebreo y la
Paráfrasis Caldea, cada una con su Versión Latina. En el Nuevo pusieron el Texto Griego con su
Versión Latina. El Papa León X aprobó esta obra y la confirmó con grandes privilegios exhortando a
cada uno que la leyese.

Esta obra le costó al Cardenal, (porque él la hizo toda a su cargo), sus seiscientos mil ducados.
Esta Biblia fue el único instrumento y medio que Dios tomó para reformar y renovar el estudio de las
lenguas y de las buenas letras, que en aquel tiempo estaban al rincón, comidas de polillas y cubiertas de
moho. Y así los doctos comenzaron a dejar la teología Escolástica, que consiste en vanas e intrincadas
especulaciones sacadas de la filosofía inventada por los hombres, sin ninguna Palabra de Dios, y se
dieron a la verdadera Teología, que es la lectura de las Sagradas Escrituras – a estos los Escolásticos
llamaban por escarnio y vituperio “Biblistas” ); y así estos Biblistas comenzaron a sacar su agua de las
fuentes de la Salud, y no de cisternas requebrajadas, cuya agua es hedionda y mortífera. Estas fuente son
la dos lenguas Hebrea y Griega, en que agradó al Señor enseñarnos Su Ley y Voluntad. Estas dos
lenguas, por cuanto el Antiguo Testamento fue escrito en Hebreo y el Nuevo en Griego, son las dos tetas
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por las que nuestra madre, la Iglesia Católica, regida por el Espíritu Santo, cría a sus hijos y los guía
hasta traerlos a perfecta edad.

Veis aquí como el Señor hizo resplandecer la luz del Evangelio en medio de las tinieblas de
ignorancia, superstición e idolatría; y ha resplandecido tanto esta luz, que ha cundido por toda Europa, y
aun ha pasado el gran mar Occidental, y ha venido hasta las Indias Occidentales (América), y Orientales.
En nuestra España muchísimos doctos, muy muchos nobles y gente afamada e ilustre, han salido por
esta causa en los Autos de Fe. No hay ciudad, y a manera de decir, no hay villa ni lugar, no hay casa
noble en España, que no haya tenido y aun tenga alguno, o algunos que Dios por su infinita misericordia
haya alumbrado con la luz de su Evangelio. Común refrán es el día de hoy en España, cuando hablan de
algún hombre docto, decir: “Es tan docto que está en peligro de ser Luterano. Nuestros adversarios han
hecho cuanto han podido para apagar esta luz del Evangelio; y así han afrentado con pérdida de bienes,
vida y honra a muy muchos en España. Y es de notar que cuanto s más afrentan, más apresan y ponen
sambenitos, echan a galeras, o en cárcel perpetua, y queman, tantos más se multiplican porque la sangre
de los Mártires es la simiente de la Iglesia. Es necesario, como dice nuestro Redentor, que el grano de
trigo para que se multiplique se eche en la tierra y muera; y si no muere, si no se pudre, queda solo, y no
multiplica. Es también aquí de admirar la inmensa potencia, sabiduría y providencia de Dios, que tomó a
un Español por instrumento para hacer todo esto, al fraile Francisco, Arzobispo de Toledo, Cardenal de
Roma, Gobernador e Inquisidor General de España. ¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de
la ciencia de Dios!; ¡Cuán incomprensibles son sus juicios, e imposibles de hallar sus caminos!

Habiéndose agotado todos los ejemplares de la mencionada impresión del Cardenal, de tal manera
que por ningún dinero no se podían hallar, (porque los que los tenían, no querían carecer de un tesoro
tan grande), agradó a Dios, movido de la misma misericordia que antes, inspirar en el corazón de Benito
Arias, natural de Frejenal de la Sierra, (y por ello se llama “Montano”), al cual yo conocí estudiando en
Sevilla, de hacer otra nueva impresión, para que la Iglesia de Dios no careciese de tanto bien; y así vino,
no hace muchos años, a Amberes, donde a costa del Rey don Felipe II la imprimió, poniendo juntamente
con el texto Hebreo la versión Caldea, Griega, Siríaca, y algunas versiones Latinas antiguas y modernas.
Fue hombre muy docto en diez lenguas; pasó su juventud estudiando en Sevilla; por lo cual, y porque su
tierra Frejenal no está lejos, y es del territorio de Sevilla, se llamó “hispalensis” (quiere decir
“Sevillano””). En Sevilla dio gran muestra en sus estudios de los que después había de ser. Oía de muy
buena gana la doctrina de los buenos predicadores de Sevilla, como del doctor Constantino, del doctor
Egidio, y de otros tales, que Dios levantó en Sevilla en aquel tiempo. ¡Veis aquí, Españoles, cómo
nuestros, compatriotas han encendido dos antorchas de luz evangélica, que alumbran a todo el mundo! Y
ahora otro vuestro Español, enciende la tercera, la cual ya que no alumbrará a todo el mundo, por lo
menos alumbrará a nuestra España. ¡No resistáis, pues, al Espíritu Santo; no apaguéis la luz con que
Dios os quiere alumbrar! ¡Servios de este trabajo para gloria de Dios y salud de vuestras almas!

LAS PROHIBICIONES DE LA LECTURA DE LA SANTA BIBLIA

Concluyamos de todo lo dicho, que pues el Dios Todopoderoso, que creó los cielos y tierra, y todo
cuanto se contiene en ellos, mandó tan expresamente en el Antiguo Testamento que todos los fieles
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leyesen la Sagrada Escritura. Y pues que su Hijo Jesucristo, que murió por nuestros pecados y resucitó
por nuestra justificación, mandó lo mismo en el Nuevo Testamento. Y pues que los santos doctores
inspirados por el Espíritu Santo exhortaron a todos los fieles sin excepción de persona ninguna a leerla.

Y pues que los bienaventurados Mártires y los demás fieles y católicos Cristianos obedeciendo al
mandamiento de su Dios, Rey y Señor, para argumento de su fe y provecho suyo la leyeron.
Concluyamos, digo, que todos aquellos que como nuevos Antiocos y perseguidores de la Iglesia
Ortodoxa, Católica y Apostólica, y crueles enemigos de la salud de los hombres, prohíben lo que Dios
ordenó para salvar a los fieles, que es el leer la Sagrada Escritura, son rebeldes a Dios, y tiranos para con
la Iglesia.

Y lo que es peor y más de llorar, es que los tales rebeldes han hallado discípulos que de muy
buena gana los oyen, y en extremo se gozan con semejante prohibición de leer la Sagrada Escritura, los
cuales exhortan a sus Pastores que no los apacienten con el pasto de vida, que no les prediquen Palabra
de Dios, sino fábulas, sueños y falsos milagros; lo cual previó y predijo S. Pablo, cuando hablando con
su discípulo Timoteo, dijo: “Vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina; antes teniendo comezón
en las orejas se amontonarán maestros conforme a sus concupiscencias, y así apartarán de la verdad el
oído, y se volverán a las fábulas” –2.Tim.4.3- Y antes de S. Pablo lo había profetizado Isaías: “Que
dicen (dice Isaías), a los que ven, ¡no veáis!, y a los Profetas, ¡No nos profeticéis lo recto! Decidnos
halagos, profetizad errores”, (Is.30.10). Y el mismo Isaías, cap.8 versículo 19 y 20 manda a los píos que
cuando los impíos les digan: “ Preguntad a los Pitones y a los adivinos, etc”, que les respondan: “¿No
consultará el pueblo a su Dios? ¿Preguntarán por los vivos a los muertos? No, sino ¡A la Ley y al
Testimonio!” Y luego dice: “los que no hablan de esta manera es porque no les ha amanecido.” Quiere
decir que están en tinieblas de ignorancia. A este mismo propósito dice Abraham (como lo cuenta el
Señor en Lc.16.29) al Rico avariento: “A Moisés y a los Profetas tienen: ¡Óiganlos!”

Contra los tales habla el Señor (Jn.8.47), diciendo: “El que es de Dios, las palabras de Dios oye;
por tanto vosotros no las oís por cuanto no sois de Dios”

Nuestra vida no es sino una continua batalla contra poderosos y mortales enemigos, con los cuales
jamás tendremos paz, ni aun treguas, siquiera por un solo día. “No tenemos, (dice el Apóstol en
Efesios6.12), lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra señores del
mundo, gobernadores de las tinieblas de esta era, contra malicias espirituales que están en lo alto”. Y por
tanto nos manda que “tomemos toda la armadura de Dios, para que podamos resistir, etc”. Y nombra las
piezas, que son: “la cota de justicia, el escudo de la fe, el yelmo de salud” Al fin concluye con la pieza
principal: “tomad, (dice), el cuchillo del Espíritu que es, (como el mismo Apóstol lo interpreta), la
Palabra de Dios”.El que pues, nos quita la Palabra de Dios, nos envía desarmados al matadero, o por
mejor decir, al infierno.

Cristo, nuestro maestro, siendo tentado por Satanás, con la Escritura Sagrada que es la Palabra de
Dios, lo vence; en lo que nos dio ejemplo de cómo nos las tengamos que ver en las tentaciones, y como
las hayamos de vencer. Si lo que hemos dicho es la verdad, (como lo es), miren cómo responderán a
Dios los que han prohibido el leer las Sagradas Escrituras a los fieles. Los tales sin duda han sido causa
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de tantas herejías, como se han levantado en la Iglesia. Porque el ignorar la Escritura causa las herejías,
como lo testifica Crisóstomo, ya alegado. Y antes de Crisóstomo, Ireneo había dicho lo mismo. Dice,
pues, Ireneo hablando de los Valentinianos herejes, lib.4, cap.12 y 13: “El ignorar las Escrituras los ha
hecho caer en aquella herejía”. Y para decirlo todo en una palabra, el Señor hablando con los Saduceos,
en Mateo 22.19, dice: “Erráis, porque no sabéis las Escrituras”. Los Legistas, (o abogados que
comúnmente llamamos Letrados), tienen por un común axioma o Máxima, (que es una sentencia por
todos admitida), decir, “Erubescimus quando sine lege loquimur”: “Nos cubrimos de vergüenza cuando
hablamos sin ley”, que quiere decir: cuando no confirmamos lo que decimos con alguna de las Leyes.
Lo mismo, y con muy mayor razón, podemos decir los Cristianos: “Nos cubrimos de vergüenza cuando
hablando de cosas espirituales, de cosas que se refieren al servicio de Dios, a nuestra salud y bien de
nuestro prójimo, no las confirmamos con la Ley de Dios, con la Palabra de Dios, que Su Majestad ha
revelado y ha dictado a sus santos Profetas y Apóstoles, y nos manda que nos gobernemos por ella. ¿Y
cómo confirmarán con la Palabra de Dios aquello que dicen, los que nunca leen la Escritura Sagrada ni
saben qué cosa es? Hablo del vulgo ignorante, que se llama Cristiano; los cuales engañados de sus falsos
profetas, creen, y así lo dicen ser la Biblia un libro maldito y excomulgado, lleno de herejías, que hace a
los que la leen herejes y abominables; creen que el mismo Satanás, padre de la mentira, se haya
inventado la Biblia para destruir cuerpos y almas de los que la leyeren. Otra vez vuelvo a decir que
hablo del vulgo ignorante, mal instruido por sus falsos profetas. ¡Oh, inmensa paciencia y longanimidad
de nuestro buen Dios, que con tanta paciencia sufres tales blasfemias! Pero su día vendrá a los tales,
cuando su ignorancia no los excusará, sino que sentirán el riguroso juicio de Dios, y entenderán la
Palabra de Dios permanecer para siempre, y que no la ha inventado Satanás, sino que el mismo Dios,
cuyo nombre es JEHOVÁ , creó cielo y tierra y todo cuanto en ellos se contiene, la dictó e inspiró a sus
santos Profetas y Apóstoles para salvar a todos los que admitieren por palabra y voluntad de Dios, y así
se gobernaren por ella.

LA INTENCIÓN ENCUBIERTA DEL MALIGNO Y SUS ARTIMAÑAS

La causa porque los adversarios prohíban la Escritura, y persigan a sangre y fuego a los que la
leen, es que entienden, por la gran experiencia que tienen, que la Sagrada Escritura es el único medio
que Dios, por su gran misericordia, ha dejado en el mundo para saber entender y conocer cuál sea la
verdadera religión, y cuál sea la falsa: cuál sea el culto y manera de honrarle que él mande, y cual sea el
que el vede y deteste. Para que pues no entiendan los hombres la religión y doctrina de estos hipócritas y
falsos profetas ser falsa y contraria a la que Dios instituyó en su Santa Palabra, mandan bajo pena de
gravísimas censuras que no lean la Sagrada Escritura. Y aun han avanzado tanto en esta desvergonzada
tiranía que algunos de ellos han dicho, y dejado por escrito, (para que su desvariada blasfemia fuese más
notoria y manifiesta a todo el mundo), que mucho mayor daño causa la lectura de la Sagrada Escritura
en lengua vulgar, que leer los libros de los filósofos Paganos; y que por esto se prohíbe lo primero y no
lo segundo.

Las palabras formales de nuestro Español Fray Alonso de Castro al final de capítulo 13 del libro 1
“Adversus Haereses”, son estas: “Cum ergo plus nocumenti inferatur ex libris sacris in linguam
9
vulgarem versis cuam ex lectione Gentilium Philophorum, meritó illud inhibetur, etiam si de alio sulla
fiat prohibito”. Que es lo que hemos dicho.

Para confundir esta blasfemia de Fray Alonso, y de otros tales, basta saber que el Espíritu Santo
dictó la Sagrada Escritura en lenguas vulgares y comunes que todos en aquellos tiempos entendían, que
eran la Hebrea en tiempo de los Profetas, y la Griega en tiempo de los Apóstoles; y que para que todos la
lean la dictó, no exceptuando sexo ni edad, ni cualidad de persona alguna.

Cuanto a los libros de los Paganos, sabemos que hay en ellos muchas impiedades y blasfemias
contra la Majestad Divina. Como cuando dice Terencio en los Adelphos: “non est flagitium, mihi crede,
adolescentem scortari”; (No es pecado, dice, creedme que el joven sea putañero). Los que se llaman
Cristianos, y no lo son, concluyeron de aquí, ser lícito tener prostíbulos públicos, lo cual es contra el
7mo mandamiento de la Ley de Dios que dice:”No fornicarás” ; y en Deuteronomio.23.17 manda Dios
“que no haya ramera en Israel””.

Con la licencia que ellos dan, la juventud se corrompe en lo que respecta al alma, y en lo que atañe
al cuerpo se llena de bubas. Cuanto a la inmortalidad del alma, muchos filósofos la negaron, y muchos la
dudaron, y pocos la confesaron. Pero el Señor dice al buen ladrón: “Hoy estarás conmigo en el Paraíso”:
Y el alma de Lázaro fue llevada al seno de Abraham, que es el Paraíso, y el alma del Rico avariento al
infierno. La resurrección de los cuerpos todos los filósofos en común la negaron. Leed Hechos 17: la
burla que hacen de S. Pablo porque les anunciaba la resurrección de los muertos. En cuanto a la
resurrección , y cómo se hará, leed 1 Corintios 15 desde el versículo 12 hasta casi el final del capítulo.

Aristóteles y otros muchos “afirmaron ser el mundo ab eterno, que ni tuvo principio ni tendrá fin”.
Pero las primeras palabras de la Sagrada Escritura dicen que “Dios en el principio creó los cielos y la
tierra, etc”. El mismo Aristóteles dijo: “virtutes... vitia sunt in nostra potestate”; de aquí dijeron los
filósofos que “los dioses nos dieron el ser que tenemos, pero que seamos buenos lo tenemos de
nosotros”. Pero la Escritura dice que “somos naturalmente hijos de ira; que somos siervos del pecado;
pero que seremos libres cuando el Hijo (a saber Cristo), nos libertare. Y que no es del quiere, ni del que
corre, sino de Dios que tiene misericordia”.

En conclusión, los filósofos introdujeron una infinidad de dioses, como que uno no bastase para
gobernar el mundo. Pero la Escritura dice: “Oye Israel, Jehová nuestro Dios, Jehová uno es.
(Deuteronomio 6.4). Todo esto se lee en los filósofos, y se permite; y la Palabra de Dios que es la verdad
y santidad misma, no se permite. Pero gracias a Dios que ya se lee la Escritura en todas las lenguas, por
más que los enemigos de la salud de los hombres , la prohíban. E igualmente, nuestros adversarios dicen
“que mucho mejor fuera para la Iglesia si el Evangelio nunca fuera escrito”. Y porque esto parecía a
algunos una cosa nueva, que yo me haya inventado, pondré aquí las mismas palabras del Cardenal
Hosio, aquel gran pilar de la Iglesia de nuestros adversarios: “melius, (dice), actum fuisset cum Ecclesia
si nullum extaret scriptum Evangelium”, ( Hosius in Confesione Petrocoviensi).

Quieren que los hombres sean ignorantes, y exaltan la ignorancia llamándola Madre de devoción;
mejor dijeran ser la ignorancia madre de superstición y causa de las herejías, como dicen Ireneo y
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Crisóstomo, que ya hemos alegado. Y S. Jerónimo in Prohemio I lib. Comment Esaie, dice a este
propósito lo que sigue: “Si como dice S. Pablo, Cristo es virtud de Dios, y Sabiduría de Dios; y el que
ignora a la Escrituras, ignora su virtud y sabiduría (se infiere de aquí), que el que ignora las escrituras,
ignora a Cristo”.

La misma experiencia nos muestra que cuanto uno es más supersticioso, tanto es más ignorante.
Por tanto el deber del Cristiano es no ser ignorante, sino sabio en el conocimiento de Dios, que su
Majestad ha revelado en la Sagrada Escritura; y así la escudriñe, rumie, hable de ella, y la medite de
noche y de día; pero lo hará con espíritu de humildad, no fiándose de su propio entendimiento,
considerando cuan inhábil sea por sí mismo para entenderla; y así invoque al Señor que le dé su Espíritu
que le declare la Escritura, que le abra el sentido, (como lo abrió a los Apóstoles –Lucas 24.45-) para
que entienda las Escrituras. “El hombre animal, sensual y sin Espíritu de Dios no entiende, ni puede
entender las cosas de Dios: antes las menosprecia y se burla de ellas, porque las tiene por locura”. Solo
el hombre espiritual, que es regido por el Espíritu de Dios, las entiende y estima, porque las tiene por
suma sabiduría. Su Majestad nos haga la gracia de entenderlas, para que entendiéndolas, vivamos
conforme a ellas sirviendo a nuestro buen Dios en Espíritu y en verdad; y así no seamos hijos de
tinieblas sino de luz.

LA RESPONSABILIDAD DEL REY Y EL EJEMPLO DE SUS ANTECESORES

Agradase a Dios por su infinita misericordia inspirar en el corazón del Rey que mandase a su costa
juntar hombres píos y doctos en las lenguas Hebrea y Griega que viesen y reviesen esta traducción de la
Biblia; los cuales con un ánimo pío y sincero, que desea servir a Dios, y hacer bien a su nación, la
comparasen y confrontasen con el texto Hebreo, que Dios dictó a sus santos Profetas antes de la venida
de Cristo, y con el texto Griego, que él mismo dictó a sus santos Apóstoles y Evangelistas después de la
venida de Cristo en carne. Y así el Rey la autorizase con su real autoridad, la cual Su Majestad leyese, y
mandase a sus súbditos que la leyesen; en lo cual haría lo que Dios le manda en los lugares ya alegados
del Deuteromio y de Josué. E imitaría a los píos y verdaderamente Católicos Reyes, que así lo hicieron.
Y principalmente al buen Emperador Teodosio II, descendiente de casta Española, el cual con su propia
mano, (porque entonces no se imprimían los libros, sino se escribían), escribió todo el Testamento
Nuevo, y tenía por costumbre leer cada día por la mañana en él; a cuya lectura la Emperatriz, su mujer,
llamada Eudocia, mujer muy bien ejercitada en la Sagrada Escritura, y las hermanas del Emperador se
hallaban presentes.

De Alfredo, Rey de Inglaterra, se lee que repartía las 24 horas, que hay en el día y en la noche, en
tres partes: las ocho horas pasaba leyendo, orando, y meditando; otras ocho gastaba en la administración
de su reino, y las otras ocho cumplía con las necesidades de su cuerpo.

Del Emperador Carlomagno, se lee que era muy dado a la lectura de la Sagrada Escritura El Rey
de nuestra España, Recensuinto (o Recensunto), que murió en el 672, entre otras virtudes que se cuentan
de él, tuvo una sed insaciable de saber los secretos misterios de la Sagrada Escritura; y así jamás estaba,
ni comía sin tener consigo grandes teólogos, a los cuales habitualmente preguntaba cosas muy profundas
11

y necesarias para su salvación; de lo cual hace mención el D. Illescas en su Pontifical, en Juan 7.


También el mismo autor hablando de Gregorio V, dice que Roberto, Rey de Francia, entre otras virtudes
fue maravillosamente docto en las letras Sagradas, y en las humanas. El mismo autor dice que don
Alonso I, que llamaron Católico, recogía con diligencia los libros de las Sagradas Escrituras que estaban
en poder de los infieles. Los recogía, digo, don –alonso, para que no se perdiesen y para que los fieles se
aprovechasen de ellos.

Ahora, por el contrario, los recogen para que los fieles que desean servir a Dios conforme a su
Santa Palabra, no los lean, y si los leen, queman los libros, y a los fieles que los leen juntamente con
ellos, y en lugar de los libros de vida les dejan leer libros fabulosos y deshonestos, con que la juventud
se acaba de echar a perder. ¡Gran paciencia de nuestro Dios!

Nuestro buen Rey Recaredo, por ser tan bien ejercitado en la lectura de la Sagrada Escritura, él
mismo con su sabio razonamiento, convenció muchos presbíteros Arrianos. Y así con más razón, que
con autoridad de Rey, los hizo convertir a la verdadera Religión Cristiana. ¡Quiera Dios que nuestro
Rey y los demás Reyes y Príncipes Cristianos del día de hoy imitasen a estos santos Emperadores y
Reyes verdaderamente Cristianos, leyendo la Sagrada Escritura, meditándola y orando. Su ejemplo de
buena vida y doctrina haría mucho bien a sus súbditos, porque cual es el Rey, tales comúnmente son los
súbditos; o por lo menos, lo muestran ser. Tenga el Señor misericordia de su Iglesia, y les envíe buenos
Pastores y Ministros, que los instruyan en la verdadera doctrina, y no en fábulas; y así vengan al
conocimiento de la verdad, y sean salvos. “Esta es la vida eterna, (dice el Señor), que te conozcan, solo
Dios verdadero, y al que enviaste, Jesucristo” (Juan 17.3).

¿QUÉ LIBROS COMPONEN LAS SANTAS ESCRITURAS?

Y pues que Dios, (como ya en lo arriba dicho hemos visto), en tanto lugares del Antiguo Testamento,
como del nuevo nos manda no solamente que leamos los libros Sagrados, sino aun que los meditemos y
rumiemos. Y esto no lo manda a una suerte de gente, sino a todo fiel Cristiano, a toda persona que desea
ser salva, sea hombre, sea mujer, joven, viejo, rico o pobre, Rey o vasallo, Eclesiástico o seglar, (como
muchos los llaman), razón será, y nuestro deber haremos, so pena de ser rebeldes, que obedezcamos a lo
que nuestro Dios, Padre y Señor nos manda, siendo ciertos que no nos mandará, sino lo que es santo y
bueno, y conviene para su gloria, y para nuestro bien y provecho.

Y pues que lo que nos manda es asunto de tanta importancia, que no nos va en ello menos que la salud
de nuestras almas, razón será que sepamos cuantos y cuales sean estos sagrados libros, que debemos
leer; los cuales han sido inspirados y dictados por el Espíritu Santo a sus santos Profetas en el Antiguo
Testamento, y a sus sagrados Apóstoles y Evangelistas en el Nuevo.

Los Doctores antiguos, así Griegos como Latinos y algunos Hebreos, y muchos de los modernos
Latinos, a una voz y de manera común dicen ser santos los libros del Antiguo Testamento, cuantas son
las letras del Alfabeto Hebraico, es decir 22; y los nombran de esta manera: el primero Génesis, (en
Hebreo “bereishit”, que quiere decir “en el principio).
12
2- Éxodo, (en Hebreo “Veéle-shemot”, que significa “y estos son los nombres”).

3- Levítico, (en Hebreo “Va-Icrá”, que quiere decir “Y llamó”).

4- Números (Hebreo “bemidbar” q.d. “en el desierto”).

5- Deuteronomio (Hebreo “Ele- hadebarim” q.d. “estas son las palabras”).

6- Josué (Heb. “Ioshua”).

7- Jueces (Heb. “Softim”), con el cual se cuenta Rut.

8- Samuel, que dividen en dos libros, (Heb. “Shmuel”).

9- Reyes, que dividen en dos libros, (Heb. “Melajim”).

10- De las Crónicas, que dividen en dos libros, (Heb. “Dibrei haiamim” , q.d. “palabras de los días” ).

11- Esdras y Nehemías; ambos se cuentan por uno, (Heb. Ezra).

12- Ester, (Heb. “Meguilat Ester”, q.d. “envoltorio -o libro- de Ester).

13- Job (Heb “Iob”).

14- Salmos, (Heb. “Sefer Tejilim” q.d. “libro de Loores”).

15- Proverbios de Salomón, (Heb. “Mishlei”, “parábolas” -o semejanzas-).

16- Eclesiastés, (Heb. “Cohelet”, “Predicador”).

17- Cantares de Salomón, (Heb. “ Shir hashirim”, “Cantar de Cantares”).

18- Isaías, (Heb. “Ieshaiau”).

19- Jeremías, (Heb. “Irmeiau”), con el que se cuentan sus lamentaciones o endechas.

20- Ezequiel, (Heb. “Iejedzkel”).

21- Daniel.

22- Y por último el libro de los doce Profetas que se llaman Menores, por ser sus libros pequeños, (Heb
“Tere Hasar”), que son :

• Oseas, (Heb. “Joshea”).

• Joel.

• Amós.

• Abdías, (Heb. “Ovadía”).


13
• Jonás, (Heb. “Iona”).

• Miqueas, (Heb. “Mija”).

• Nahum.

• Habacuc.

• Sofonías, (Heb. “Tzefania”).

• Hageo, (Heb. “Jagai”).

• Zacarías, (Heb. “Dzejaria”).

• Malaquías, (Heb. “Malaji”).

LA CONFIRMACIÓN DEL CANON POR PARTE DE LOS PADRES DE LA


IGLESIA

Y así Orígenes (Apud Eusebiun, libro 6, capítulo 25), dice que son 22. Lo mismo dice Atanasio (in
Synopsi Script), e Hilario Pictaviense, y Nazianzeno en sus versos. Cirilo Jerosolimitano a este
propósito dice: “Leed las Divinas Escrituras, aquellos veintidós libros”. Así Damasceno pone 22. Josefo
(contra Apíon Gramático) dice: “Nuestros libros no son infinitos, etc; son solamente 22”.

Nicéforo pone 22. Rabano Mauro, (in Inst. Cleric. Cap. 25), dice: “Esdras dividió el Viejo
Testamento en 22 libros, para que tantos fuesen los libros de la Ley, cuantas son las letras”. Hugo de S.
Victore, (lib. 2 cap. 9, Exeptionum).

Es verdad que muchos de los Hebreos dicen ser 24, porque hacen a Rut, libro por sí, y a las
Lamentaciones hacen también libro por sí; y así todo viene a una cuenta: pues que no nombran ningún
otro libro, sino solamente aquellos que hemos nombrado. A estos 22 libros, el Sínodo Laodicense y los
doctores de la Iglesia llamaron “Canónicos”, porque son la única regla, (que los Griegos llaman
“canon”), de todo cuanto el hombre pío debe creer, y hacer para ser salvo. A estos libros canónicos todo
hombre, sea quien fuere, se debe sujetar, y por ellos regir, porque son la Palabra y la Voluntad de Dios,
que su Majestad nos ha en ellos revelado. El que a estos libros canónicos no diere entero crédito, y que
por cuanto los menospreciare, sepa este tal que menosprecia al mismo Dios que los dictó; y por tanto no
se escapará de su horrendo juicio. “Horrenda cosa es caer en las manos del Dios viviente”. ¿Dónde, o
cómo se podrá escapar el miserable hombre, que la ira y el furor de Dios no lo halle?
14
LOS LIBROS QUE NO ESTÁN EN EL CANON (APÓCRIFOS)

Hemos probado bastantemente cuantos y cuales sean los libros canónicos del Antiguo Testamento,
a saber veintidós, de donde se sigue manifiestamente que todos cuantos libros se añadieren a estos 22 no
son canónicos, no son Sagrada Escritura. Nuestros adversarios admiten los mismos 22 libros, que hemos
nombrado por canónicos. Pero no contentándose con estos 22, admiten, no haciendo caso de lo que los
Antiguos Hebreos, Griegos y Latinos ni de lo que muchos modernos Latinos determinan, otros libros
por canónicos, a los cuales dan la misma autoridad y crédito que a los otros, que verdaderamente son
canónicos.

Los libros que se han añadido son estos: El 3er y 4to que llaman de Esdras, la oración de Manases,
el libro de Tobías, de Judit, de la Sabiduría -comúnmente llamada de Salomón-, el de Jesús hijo de Sirac
–comúnmente llamado el Eclesiástico-, y el 1ro y 2do de los Macabeos, y en algunas Biblias se halla el
tercero. Además de estos han añadido a Ester siete capítulos, a Jeremías el libro de Baruc, al capítulo 3
de Daniel han añadido el Cántico de los tres jóvenes, y todo lo que sigue después del capítulo 12 de
Daniel, a saber, la historia de Susana, la de Bel y la del Dragón. Y aunque para refutar su fantástica y
perjudicial opinión bastaría lo que hemos alegado de tantos Doctores de la Iglesia Católica que a una
voz y de un común consentimiento dicen los libros Canónicos del Antiguo Testamento, no ser sino 22,
que hemos nombrado; pero para mayor confusión de nuestros adversarios, pondré aquí algunos dichos
notables y razones contra esta su opinión.

Los antiguos Doctores, y aun muchos de los modernos llaman a estos libros, “No Canónicos”, sino
“Apócrifos”, que quiere decir “ocultos” (o escondidos). Rufino en la exposición del Símbolo, (el cual
tratado se halla entre las obras de S. Cipriano), después de haber nombrado los libros Canónicos del
Antiguo Testamento y del Nuevo, que son los mismos que nosotros tenemos por Canónicos, dice estas
palabras: “Es necesario con todo esto saber, que hay otros libros que no son Canónicos, a saber: la
Sabiduría de Salomón, el libro de Sirac, el de Tobías, el de Judit, y el de los Macabeos. Estos –dice-,
quisieron que se leyesen en las Iglesias, pero que no fuesen alegados para por ellos confirmar la
autoridad de la fe”. Epifanio en su libro “De Ponderibus & Mensuris”, hablando del libro de la Sabiduría
y del de Sirac, dice estas palabras: “Son ciertamente útiles, mas con todo estos no se cuentan entre los
libros Canónicos, ni fueron puestos en el Arca de la alianza”.

Entre los Padres, el que más copiosa y más claramente trató esta cuestión es S. Jerónimo, y esto no
en un lugar sino en muchos. Léase su prólogo, que llamó “Galeato”, que escribió a Paulino, donde habla
de esta manera: “Como hay 22 letras en el Alfabeto Hebreo, así hay 22 libros”. Y luego “Para que
sepamos que todo cuanto se hallare fuera de estos 22 libros se ha de poner entre los Apócrifos”. “Por
tanto la Sabiduría de Salomón, Jesús y Judit y Tobías no están en el Canon”. Y en su prefacio sobre los
libros de las Crónicas, dice: “La Iglesia ignora los libros Apócrifos; por tanto a los Hebreos nos debemos
acoger, de los cuales el Señor habla, y sus Discípulos tomaron ejemplos. Todo cuanto no está en
aquellos libros se debe desechar totalmente”. Esto dice sobre Esdras y Nehemías; y en su prefacio sobre
los libros de Salomón dice: “Como pues la Iglesia lee los libros de Judit, de Tobías y de los Macabeos,
pero no los cuentan entre las Escrituras canónicas, así ni más ni menos lea estos dos libros”, -a saber el
15
que llaman de la Sabiduría de Salomón, y el de Sirac- “para edificación del pueblo, no para confirmar la
autoridad de los dogmas eclesiásticos”. Y así el mismo S. Jerónimo, (Lib I contra Pelagian), reprende a
un cierto hereje, por cuanto que él pretendiendo probar cierta cosa respecto al Reino de los Cielos, había
alegado testimonios tomados de los libros Apócrifos. El Cardenal Gaetano (que llamaban “el alma de S.
Tomás de Aquino”, al cual el Papa por su erudición envió a Alemania contra Lutero), en el fin de sus
Comentarios de la historia del Antiguo Testamento dice estas palabras: “Aquí acabamos los comentarios
de los libros historiales del antiguo Testamento, porque los demás, (a saber Judit, Tobías, los libros de
los Macabeos), S. Jerónimo no los cuenta entre los libros Canónicos, sino entre los Apócrifos,
juntamente con el libros de la Sabiduría, y con el Eclesiástico, como se ve en el Prólogo Galeato. No te
turbes, novicio, si en algún lugar hallares, o en los santos concilios, o en los sagrados Doctores que estos
libros se llamen canónicos. Porque así las palabras de los concilios, como la de los Doctores han de ser
limadas con la lima de S. Jerónimo, y conforme a su determinación, escribiendo a Cromacio y a
Heliodoro Obispos, estos libros, y los demás de su clase, que andan en el Canon de la Biblia, no son
Canónicos, quiere decir, no son “Regulares” para confirmar lo que pertenece a la fe. Pero se pueden
llamar “canónicos”, para la edificación de los fieles, como recibidos y autorizados en el Canon de la
Biblia para este intento. Con esta distinción podréis discernir los dichos de S. Agustín, y los escritos del
Concilio Provincial Cartaginense”. Hasta aquí Gaetano.

Hugo de S. Victore, (in Prólogo lib I de Sacram. Cap. 7), dice estas palabras: “Leense estos libros,
pero no se escriben en el cuerpo del texto, ni en el canon de autoridad; coo es el libro de Tobías, de
Judit, de los Macabeos, la Sabiduría de Salomón y el Eclesiástico”. Ricardo de S. Victore, (lib. 2 cap. 9
Exceptionum), después de haber dicho los libros Canónicos del antiguo Testamento ser 22, añade lo
siguiente: “Además de estos, hay otros libros, como la Sabiduría de Salomón, el libro de Jesús hijo de
Sirac, el libro de Judit, el de Tobías y los Macabeos, los cuales ciertamente se leen, pero no se escriben
en el Canon”. Y un poco más bajo: “Hay, -dice- en el Antiguo Testamento ciertos libros que no están
escritos en el Canon; y con todo esto se leen, como son la Sabiduría de Salomón, etc”.

Lo mismo dice Nicolao de Lyra, en el prólogo sobre los libros Apócrifos. Dionisio Cartusiano, (in
principio coment. In Genesin). El Tostado (in Mat. Cap. 1). Antonio, (3ra parte, tít. I 8 c 8). Hugo,
Cardenal, en el prólogo sobre josué, llama a Tobías, Judit, Macabeos, Sabiduría de Salomón, y al
Eclesiástico, Apócrifos; y dice “que la Iglesia los admite no para confirmación de la fe, sino para
institución de la vida”. La glosa del Decreto de Graciano, ditt. 16, “afirma la Biblia tener algunos libros
Apócrifos”. Lo mismo en muchos lugares testifica Erasmo. Pero dejados los doctores ya suficientes y
muchos, que hemos alegado, vengamos ahora y mostremos bastantes razones que prueben estos libros
no ser canónicos, sino Apócrifos.
16
RAZONES POR LAS QUE UN LIBRO SE HA DE DECLARAR O NO
CANÓNICO

Tres cosas infaliblemente son necesarias para que un libro sea Canónico; (hablo de los libros del
Antiguo Testamento): La 1ra, que ninguna cosa contenga contra la analogía de la fe; quiero decir
contra lo que el Espíritu Santo ha revelado en los otros libros Canónicos.

La 2da que algún Profeta divinamente inspirado lo haya escrito. Así dice S. Pedro, (2 Pedro 1.19
y 21): “tenemos la firmísima palabra de los Profetas”. Y Romanos 1.2, hablando S. Pablo de Cristo,
dice: “El cual había antes prometido por sus Profetas en las Santas Escrituras”. Y Romanos 16.26:
“Por las Escrituras de los Profetas”. Lucas 1.70: “Como habló por boca de sus Santos Profetas”; y
16.29: “A Moisés y a los Profetas tienen: ¡Óiganlos!”. Y Lucas 24.27: “Comenzando de Moisés y de
todos los Profetas”.

Lo tercero que es necesario, es que el tal libro sea escrito en la lengua materna y vulgar en que
hablaban y escribían los Profetas, que era la Hebrea. Y así dice S. Jerónimo: “A los libros Hebreos
debemos recurrir, en cuya lengua el Señor habló, etc”.

Presupuesto esto ser verdad, como lo es, formaré estos argumentos: 1ro, Todos los libros
Canónicos del Antiguo Testamento fueron escritos por los Profetas; ningún libro de los que llamamos
Apócrifos, fue escrito por algún Profeta. Luego, ningún libro de los que llamamos Apócrifos, es
Canónico.

2do, Todos los libros Canónicos del Antiguo Testamento fueron originalmente escritos en la
lengua vulgar de los Profetas, que era la lengua Hebrea; ningún libro de los Apócrifos fue escrito
originalmente en lengua Hebrea. Luego, ningún libro de los Apócrifos es canónico.

3ro, El Señor y sus Apóstoles confirman la doctrina, alegando los libros canónicos, pero nunca
alegan los Apócrifos. Se infiere de aquí que los Apócrifos no son canónicos.

4to, La antigua Iglesia Hebrea recibió y aprobó todos los libros canónicos del Antiguo
Testamento; a estos que llamamos Apócrifos nunca los recibió. Luego, no son Canónicos. Así dice S.
Pablo, (Ro.13.2), “Los Oráculos de Dios fueron confiados a los Hebreos”, o Judíos. Concluyamos de lo
dicho, que pues los Profetas no escribieron estos libros, y pues que no están alegados en el Nuevo
Testamento, y pues que la Iglesia Israelita nunca los admitió, que no son canónicos.

5ta razón: Además de esto, en cada uno de estos libros hay algo que es contra la Analogía de la
fe pronunciada en los libros canónicos. Luego, no son canónicos. El Espíritu Santo es constante, y no
dice una cosa en un libro y lo contrario en otro. Hombres doctos y píos han probado en cada uno de
los libros Apócrifos hallarse algo que contradiga a lo que dicen los libros canónicos. Bastará pues por
ahora notar algunas cosas de dos o tres libros, por las cuales podréis conocer qué tales sean los
demás. Cuanto al 3er y 4to que llaman de Esdras, muchos de nuestros adversarios no los tienen por
canónicos, sino por Apócrifos. Y así el Concilio Tridentino no los nombra en al catálogo de los libros
canónicos. Arias Montano no los pone en su Biblia, ni aun entre los Apócrifos. S. Jerónimo en su
prefacio sobre Esdras y Nehemías, dice estas palabras: “ninguno se deleite con los sueños del 3er y
4to de Esdras”. Cuanto a los libros de los Macabeos, S. Jerónimo, (en Catal Ilust. Virorum, y lib 2
17

contra Pelagian), dice Josefo ser el autor de estos libros. Josefo vivió después de la muerte del Señor
y no fue Profeta; por tanto no pudo componer libros que perteneciesen al Canon de los Hebreos.
Asimismo, Gregorio Magno dice no ser canónicos, (lib. 19, cap.16 Moralium). Además de esto, el
segundo libro contradice algunas cosas que están en el primero. Y es de notar que al primero se da
más crédito que al segundo; En 1ro Mac. 6.8 y 16 se dice que Antioco murió en Babilonia del dolor y
tristeza que concibió, habiendo oído las malas nuevas de la pérdida de su ejército en Judea. Pero 2do
Mac. 1.16 dice que los sacerdotes lo mataron a pedradas en el templo de Nanea y que después lo
hicieron pedazos. Igualmente, en 2do Mac. 9.28 se dice que murió de miserable muerte, peregrino
entre los montes, yendo contra Judea. ¿Cómo es posible que un mismo hombre muriese en tan
diversos lugares y con tan diversos géneros de muerte? Asimismo en 1ro Mac 9.3 y 18, se dice Judas
haber sido muerto en la batalla, que se dio en el año 152, (a saber del reino de los Seleúcidas), pero
en 2do Mac. 1.10, se dice que en el año 188, Judas escribió letras a Aristóbulo. ¿Cómo pudo
escribirlas 36 años después de muerto? Asimismo, en 2do Mac. 2.24, dice el autor que él ha abreviado
y hecho un resumen de los cinco libros de Jasón Cireneo. ¿Cuándo el Espíritu Santo suele hacer
recapitulación de la historia de un autor profano? Quien haya sido este Jasón no se sabe. Esto es
cierto: que no fue Profeta. Igualmente, en 1ro Mac. 4.36, se dice que Judas Macabeo limpió el templo,
habiendo vencido a Lisias antes de la muerte de Antioco. Pero en 2do Mac. al principio del cap. 10, se
dice que esta limpieza se hizo después de la muerte de antioco. Y los mismos adversarios conceden
que en ambos lugares se habla de una misma limpieza.

Pero vengamos a lo vivo; en el 2do libro se hallan cosas que manifiestamente repugnan a la
doctrina Católica enseñada en los libros Canónicos. En cap.12.43, Judas Macabeo es alabado por
haber ofrecido sacrificio por los que murieron en la batalla. Debajo de las ropas de estos muertos,
(como se dice en el v.40), se hallaron algunas cosas de las ofrecidas a los ídolos de Jamnia, las cuales
la Ley veda, (Dt.7.25) a los Judíos; de donde fue manifiesto que por aquella causa habían sido
muertos en la batalla; y nuestros adversarios afirman que por semejantes idólatras y sacrílegos no se
han de ofrecer sacrificio, pues que murieron en pecado mortal. Si Judas Macabeo ofreció este
sacrificio, no hizo bien, porque todo “cuanto se hace sin fe es pecado, y todo lo que no procede de fe
es imposible que agrade a Dios”. Nunca Dios, ni en el Antiguo ni en el Nuevo Testamento mandó que
se ofreciesen sacrificio por los muertos. Las almas de los que mueren en el Señor van a vida eterna, y
las de los que no mueren en el Señor, como las de estos de quien hablamos, no murieron, van a
muerte perpetua. Un tercer lugar donde las ánimas estén depositadas, hasta que sean limpiadas, la
Escritura Sagrada lo ignora.

Asimismo en el cap 14.42 del mismo libro, Razis que se mató a sí mismo por no caer en manos
de sus enemigos, es alabado por ello, debiendo de ser condenado, pues quebrantó el mandamiento de
Dios, que dice: “No matarás”. Y así estará con Saúl, que por la misma causa se mató a sí mismo; (leed
1Sam.31.4), y como Judas, que desesperado se ahorcó. Asimismo, al final del último capítulo de este
2do libro de los Macabeos, el autor o abreviador dice estas palabras: “Y si hubiere bien dicho y como a
la historia conviene, esto es lo que yo deseo; mas si poco y flacamente: esto es lo que pude”: O como
dice la vulgata, edición a la cual nuestros adversarios le dan suma autoridad: “Concedendum est mihi:
superpoteseme”. Otro semejante perdón se demanda en el prefacio del Eclesiástico. ¿Cuándo el
Espíritu Santo, que es la misma sabiduría y verdad, usó de semejante manera de hablar, demandando
perdón a los hombres si no ha hablado tan bien como debiera? Acaben pues nuestros adversarios de
entender la gran diferencia que hay entre los libros canónicos y los Apócrifos; y conténtense con que
los hayamos puesto aparte, y no entre los canónicos, cuya autoridad es sacrosanta e inviolable.
18
Cuanto a los libros del Nuevo Testamento, ninguna diferencia hay entre nosotros y nuestros
adversarios; los mismos que ellos admiten por canónicos, admitimos nosotros. Con todo esto en una
cosa no convenimos con ellos: ellos dicen que la Iglesia puede a cualquier libro Apócrifo hacerlo
canónico, lo cual nosotros negamos. Porque la Iglesia no es sino aprobadora, conservadora,
depositaria y cajera de los libros que el Espíritu Santo ha inspirado a sus santos Profetas en el Antiguo
Testamento, y a sus sagrados Apóstoles en el Nuevo; no es inventora, y por esto S. Pablo, (Ro.3.2),
hablando de la prerrogativa del pueblo Judío dice: “A ellos fueron confiados los oráculos de Dios”. Los
mismos Oráculos de Dios son confiados a la Iglesia Cristiana. Graciano, (dist.19), y Alonso de Guerra,
o Guerrero,(in tesauro Cristiana Religionis c.3 núm. 5), y otros cuentan las epístolas decretales de los
sumos Pontífices entre las Escrituras canónicas, y les dan la misma autoridad. Si esto es verdad, ¿Por
qué no las imprimen juntamente con el Nuevo Testamento? La falsa opinión que tienen que ni los
sumos Pontífices, ni la Iglesia, ni el concilio que la representa no pueden errar, (y aun algunos añaden
que ni los inquisidores), los hace caer en semejantes desvaríos

NECESIDAD DE ESTA REVISIÓN Y CARACTERÍSTICAS DE LA MISMA

Resta ahora dar cuenta qué nos haya movido a hacer esta segunda edición. Casiodoro de Reina,
movido de un pío celo de adelantar la gloria de Dios, y de hacer un señalado servicio a su nación,
viéndose en tierra de libertad para hablar y tratar de las cosas de Dios, comenzó a entregarse a la
traducción de la Biblia, la cual tradujo. Y así en 1569 imprimió dos mil seiscientos ejemplares, los
cuales por la misericordia de Dios se han repartido por muchas regiones. De tal manera que hoy casi
no se hallan ejemplares, si alguno los quiere comprar. Para que, pues, nuestra nación Española no
careciese de un tan gran tesoro, como es la Biblia en su lengua, hemos tomado la pena de leerla y
releerla una y muchas veces, y la hemos enriquecido con muchas notas, y aun algunas veces hemos
alterado el texto; lo cual hemos hecho con maduro consejo y deliberación, y no fiándonos de nosotros
mismos, (porque nuestra conciencia nos testifica cuán pequeño sea nuestro caudal); lo hemos
consultado con hombres doctos y píos, y con diversas traducciones, que por la misericordia de Dios
hay en diversas lenguas el día de hoy.

Cuanto a lo demás, la versión, conforme a mi juicio, y al juicio de todos los que la entienden, es
excelente; y así la hemos seguido, cuanto hemos podido, palabra por palabra.

La expresión “por ventura”, por saber a gentilidad la hemos quitado. También hemos quitado el
término “capullo” y en su lugar puesto “prepucio”, que es vocablo admitido hace mucho tiempo ya, en
la Iglesia Cristiana. También hemos quitado todo lo añadido de los 70 Intérpretes, (Versión de los LXX
o Septuaginta), o de la Vulgata, que no se halla en el texto Hebreo; lo cual principalmente aconteció en
los Proverbios de Salomón. Esto digo, para que si alguno comparare esta versión con la que llaman
Vulgata, y no hallare en esta todo lo que hay en aquella, no se sorprenda. Porque nuestro intento no
es traducir lo que los hombres han añadido a la Palabra de Dios, sino lo que Dios has revelado en sus
Santas Escrituras.

Hemos también quitado las acotaciones de los libros Apócrifos en los libros canónicos; porque no
está bien hecho confirmar lo cierto con lo incierto, la Palabra de Dios con la de los hombres. En los
libros canónicos hemos añadido algunas notas para aclaración del texto, las cuales se hallarán en otro
tipo de letra que las notas del primer Traductor. Cuando hallareis en el texto esta señal: * , significa
que en el margen hay alguna acotación con la misma *.
19
Las letras del Alfabeto que hallareis añadidas en el texto, significan que en el margen hay alguna
nota, que le corresponde a la misma letra. Donde hallareis estas dos letras: “q.d.”, leeréis “quiere
decir”. “Ab.” significa “abajo”, “Ar.” significa “arriba”, conviene a saber, en el mismo capítulo o libro. “S”,
significa “ es a saber”. Los nombre propios los hemos retenido como comúnmente se pronuncian; y así
decimos María, que en hebreo se dice Miriam, disílabo; Moisés, en hebreo Moshé; Isaías, en heb.,
Ieshaiau. Jeremías, en heb. Irmeiau; Sofonías, en heb., Tzefania; Malaquías, en heb. Malawi. Bien
quisiéramos que los nombres fueran los propios hebreos, pero no los hemos usado, porque queremos
hablar de manera que doctos e indoctos nos entiendan.

SOBRE LA INCLUSIÓN DEL NOMBRE DE DIOS EN LAS SAGRADAS


ESCRITURAS

Cuanto al sacrosanto nombre Jehová, que es el propio nombre de la esencia divina, e


incomunicable a las criaturas, lo hemos retenido por las doctas y pías razones que el primer
traductor da en su Amonestación, que hallaréis después de esta Exhortación. Solamente añadiré
aquí dos razones, que me parecen muy perentorias para refutar la supersticiosa obstinación de
los Judíos, cuanto al pronunciar este nombre Jehová. Y antes que las añada notaré aquí que
Jehová es nombre Hebreo derivado del verbo sustantivo Ser, y así Jehová quiere decir El que
tiene Ser de sí mismo: “El que fue, es y será eternamente”, y es el que da ser a las criaturas.
Este es el nombre propio de la Esencia Divina, e incomunicable a las criaturas.

Jah, tan frecuentemente hallado en los Salmos y en algunos otros lugares de la Escritura,
es su abreviatura. Y así es nombre propio de la Esencia divina, que significa y es lo mismo que
Jehová. Y así en el Sal.68.4, “En Jah su nombre”. Se deriva del mismo verbo sustantivo que
Jehová. David Kimhi, Judío de confesión y Español de nacionalidad dice que Dios se llama Jah
porque es creador del mundo y porque es causa de su propio ser.

La primera razón que aquí añado es esta: Los Gentiles idólatras que tuvieron algún
comercio y trato con el pueblo Hebreo pronunciaron el nombre de Jehová. Pregunto yo ahora:
¿De quién aprendieron a pronunciarlo cuando hablaban con los Hebreos, sino de los mismos
Hebreos, que hablando con los Gentiles, lo pronunciaban? En Gén.24.31, Labán dice al sirviente
de Abraham: “Ven, bendito de Jehová”, y en el versículo 50, Labán y Batuel dicen al mismo
sirviente: “De Jehová ha salido esto, no podemos hablarte malo ni bueno”. En Ex.5.2, el Faraón
respondió a Moisés y Aarón, (que le habían dicho: “Jehová el Dios de Israel dice así, etc.”),
“¿Quién es Jehová para que yo oiga su voz?” Y luego: “No conozco a Jehová, etc.”. En Ex.10.7,
los Egipcios dicen al Faraón: “Deja ir a estos hombres para que sirvan a Jehová su Dios”. Y así
Faraón (versículo siguiente), movido por lo que le habían dicho sus Egipcios, dijo a Moisés y
Aarón: “Andad, servid a Jehová vuestro Dios”; y en el versículo 10, el mismo Faraón les dice:
“Así sea Jehová con vosotros, como yo os dejaré ir”; y en el Versículo 11: “Servid a Jehová, etc”.
En Exodo 18.10, Jetro, Sacerdote de Madián, dijo a Moisés su yerno: “Bendito Jehová que os
libró, etc.” En Núm.23.27, Balac Rey de Moab dijo a Balaam: “¿Qué ha dicho Jehová?” Y en el
20
Cap.24.11, le dice: “Jehová te ha privado de honra; y en el versículo 13, Balaam dice: “No podré
traspasar el dicho de Jehová”; y luego: “Lo que Jehová hablare,etc.”

En Josué 2.19, Rajab dice a los espías de Josué: “Hemos oído que Jehová hizo, etc”, y en
el versículo 12 les ruega que le juren por Jehová; y en el cap.9.9, los Gabaonitas dicen a Josué:
“Por la fama de Jehová tu Dios”.

En Rut 1.17, Rut dice a su suegra Noemí: “Así me haga Jehová, etc.”.

En 1ro Samuel 29.6, Aquis, Rey de los Filisteos, dijo a David: “¡Vive Jehová que tu has sido
recto!, etc.”.

En 1ro Reyes 5.7, Hiram, Rey de Tiro, dice a Salomón: “Bendito Jehová, etc.”; Y en el cap.
10.9, la Reina de Sabá dice a Salomón: “Jehová tu Dios sea bendito”; y en el mismo versículo:
“Jehová ha amado siempre a Israel”.

En 2do Reyes, Naamán el Siro, hablando, hablando de Eliseo dice: “Pensaba en mí: él
saldrá luego y estando en pie invocará el nombre de Jehová su Dios”. En 2do Reyes 18.25,
Rabsaces hablando con los Judíos les dice: “¿He venido yo sin Jehová?, etc.””Jehová me ha
dicho: Sube a esta tierra, etc”; Y en el versículo 30: “No os haga Ezequías confiar en Jehová,
diciendo: librando nos librará Jehová”. Y de igual manera en el versículo 32. La misma historia se
cuenta en Isaías 36.

¿De dónde Labán, Batuel, el Faraón, los Egipcios, Jetro, Balac, Balaam, Rajab, los
Gabaonitas, Rut, Aquis, Hiram, la Reina de Sabá, Naamán, Rabsaces, y otros infieles e idólatras
que se hallarán en la escritura, supieron el nombre del Dios de los Hebreos ser Jehová, y lo
pronunciaron hablando con los Hebreos, sino de haberlo oído pronunciar a los mismos Hebreos,
con quienes familiarmente trataban? Y lo que es mucho de resaltar, que ni Moisés, tan celoso de
la gloria de Dios, ni su hermano Aarón, Sumo Sacerdote, ni Josué, criado a los pies de Moisés,
ni David, tan santo, ni salomón, tan sabio nunca los reprendieron por haberlo pronunciado, lo que
sin duda ninguna hicieran si no fuera lícito pronunciarlo.

De dónde los antiguos Latinos idólatras llamaron a su gran Dios “IOVIS”, (Jeovis es el
nombre antiguo; después dijeron Júpiter), como cuando dijo Virgilio, (Égloga 3):

A IOVE principium Musa, Iovis omnia plena

Sino del nombre Hebreo Jehová, que habían oído ser el nombre del Dios de los Hebreos?

Nuestro Sevillano Benito Arias, doctísimo en lenguas, hablando de los nombres de Dios
hace particular mención del nombre esencial Jehová, y así dice estas palabras: “Y si es lícito
21

mostrara por razón de otros semejantes nombres la cierta pronunciación , IEHVEH se habría de
decir. Y así pienso que los Padres lo pronunciaron, así Israelitas como otros hombres de otras
naciones, que tuvieron noticia de este nombre”. El mismo Benito Arias después de haber dicho lo
precedente, promete que tratará en otro lugar acerca de la verdadera pronunciación del nombre
Jehová. Si lo ha hecho, no lo sé.

La segunda razón es la siguiente: En Dt.6.13, y 10.20 se dice: “A Jehová tu Dios temerás, y


a él servirás, y por su nombre jurarás”. La forma del juramento y sus condiciones están en
Jer.4.2: “Y jurarás, (dice), vive Jehová, con verdad, con juicio y con justicia”. Por tanto los que
toman el nombre de Jehová con las condiciones que dice Jeremías, tanto falta que pequen, que
antes hagan servicio y cosa grata a Dios; como dice el Salmo 63.12: “será alabado cualquiera
que jura por él”. Como por el contrario, es vituperado el que otro que Jehová. Y así en Ex.23.13
se dice: “nombre de otros dioses no mencionaréis, ni se oirá en vuestra boca”. Cuando Dios, en
Ex.20.7 dice: “no tomarás el nombre de Jehová tu Dios”, añade: “en vano”. Así que cuando no en
vano, sino con verdad, juicio, y justicia se toma el nombre Jehová, no es pecado sino parte del
culto que Dios nos demanda. Se engañan pues los Judíos cuando no solamente no juran por el
sacrosanto nombre Jehová, sino que ni aun lo pronuncian. Pero los santos Patriarcas y Profetas
tomando gran consuelo con este nombre, lo escribieron, pronunciaron y juraron por él. Léanse
sus escritos, cuántas veces dijeron: “vive Jehová”. El Salmo 69 tiene trece versículos, y en ellos
el nombre Jehová se nombra once veces. El Salmo 29 tiene doce versículos, en los cuales David
nombra a Jehová dieciocho veces. De una cosa me sorprendo: que los Judíos hagan tanto
escrúpulo de escribir y pronunciar Jehová, (escribiendo y pronunciando en su lugar Adonai), y sin
ningún escrúpulo escriban y pronuncien Jah, que es tan propio nombre de la Esencia divina, y
tan incomunicable a las criaturas como Jehová; ninguna diferencia hay entre estos dos
sacrosantos nombres sino esta: que Jehová, se escribe con cuatro consonantes, y Jah, como
abreviatura de Jehová, se escribe con dos.

Habiendo probado que es lícito pronunciarlo, y que los antiguos, así Hebreos como
Paganos lo pronunciaron, resta ahora avisar al que lo pronuncia que cuando concibe este
glorioso nombre en su mente, cuando lo escribe, o pronuncia, lo haga con la reverencia que se
debe a un tan sacrosanto nombre; acuérdese de las condiciones, que anteriormente hemos
notado, que Jeremías 4.2 pone. El nombre de Jehová, (como se dice en el Salmo 119.9), “es
santo y terrible”. Si es santo, ¿Por qué, miserable pecador, lo profanas tomándolo sin reverencia
ninguna cada dos por tres en tu boca? Si es terrible, ¿Por qué tú, miserable gusano, polvo y
ceniza, no tiemblas cuando lo tomas en tu boca sucia? Acuérdate que Dios no tendrá por
inocente al que tomare su nombre en van, (Ex.20). Acuérdate del horrendo Castigo con que Dios
castigó al blasfemo. En Lev.24.14, mandó Dios que fuese apedreado. Y así lo fue.

Perdonadme, Cristiano Lector si he sido largo en esto: la superstición de los Judíos, y los
escrúpulos de algunos Cristianos me han hecho ser prolijo.
22
RECONOCIMIENTO A DIOS POR PARTE DEL REVISOR

El trabajo que yo he tomado para sacar a luz esta obra, ha sido muy grande, y de muy
largo tiempo; y tanto ha sido mayor, cuanto yo he tenido menos ayuda de alguno de mi nación
que me ayudase, siquiera a leer, a escribir o corregir. Todo lo he hecho yo solo. Ha agradado a
mi buen Dios de tomarme por instrumento, (aunque indigno e insuficiente), para acometer una
tan grande empresa, y darme fuerzas y ánimo para no desmayar en mitad del camino, y dar con
la carga en tierra. Además de esto, Satanás, recelándose del daño y ruina que esta Biblia
Española causará en su reino, ha procurado por las vías posibles, (conforme a su maldito odio y
rencor que tiene contra Dios y su gloria), impedirla con nuevos ardides y estratagemas. Pero con
todo esto no ha podido salirse con la suya; porque nuestro buen Dios, (cuya causa en esta obra
se trata), le ha tenido las riendas, y lo ha frenado de tal manera con el freno de su potencia, que
no ha hecho sino lo que su Majestad le ha concedido que hiciese. Y aun esto ha sido para
ejercitar mi paciencia, y argumentar mi fe en El, que por su misericordia me ha dado.

Yo, siendo de 50 años comencé esta obra; y en este año de 1602, en que ha agradado a
mi Dios sacarla a luz, soy de 70 años, (edad es esta en que las fuerzas desfallecen, la memoria
se entorpece y los ojos se oscurecen). De manera que he empleado 20 años en ella. Todo el
cual trabajo doy por muy bien empleado. Mi intento ha sido servir a mi Dios, y hacer bien a mi
nación. ¿Y qué mayor bien les puedo hacer que presentarle el medio, que Dios ha dispuesto
para ganarle almas, el cual es la lectura de la Sagrada Escritura? Aquí se dan buenas nuevas a
los pobres; aquí se da la medicina para sanar los quebrantados de corazón, aquí se pregona a
los cautivos libertad y a los ciegos vista. Aquí se publica el año agradable del Señor: aquí los
tristes son consolados, y lo demás que dijo Isaías cap. 61. Y el Señor lo alega en Lc.4.18.
Agrade a su Majestad quiera por su Cristo aceptar este, mi MINJAH, este, mi sacrificio
vespertino, que yo le ofrezco en mi vejez. Le suplico bendiga esta su obra, para que su
sacrosanto nombre, el cual es anunciado en ella, sea santificado en España, como lo es en otras
naciones.

Esta Biblia fue impresa con la ayuda y asistencia de pía gente. He dicho esto para que su
memoria sea eterna, y para que otros, a su ejemplo, se ocupen en semejantes obras de piedad.
Hacer esto es juntar, (como el Señor en Mt.6.20 nos manda), “tesoros en el cielo, donde la
polilla, ni herrumbe los come; y donde los ladrones no minan ni hurtan”.

Si librar al cuerpo mortal de algún peligro inminente es cosa que mucho agrada a Dios, y
por tal razón nos la manda, ¿Cuánto más grato le será librar al alma inmortal de ignorancia,
superstición e idolatría, y darle el verdadero conocimiento de la voluntad de Dios, lo cual se hace
con la lectura y meditación de la Sagrada Escritura, la cual os presentamos en este libro?
Escuchad, pues, diligentemente, ¡Oh, Españoles carísimos!, con un ánimo humilde, abatido y
desconfiado de sí mismo, al Dios todopoderoso que os creó, redimió y santificó, y os promete, (si
vosotros oyereis su voz e hiciereis lo que os manda y cómo lo manda), glorificarnos en su Reino
consigo, el cual os habla y enseña en esta, su Santa Palabra, su voluntad. Su Majestad por su
23
Cristo, no mirando a nuestra ausencia de méritos, (porque ¿Qué hombre hay que no peque?
Todos somos concebidos, nacidos y crecidos en pecado, y envejecidos en él), os haga la gracia
por su Cristo, que así lo hagáis. Así sea, así sea.

EXHORTACIÓN FINAL

Por tanto hermanos míos muy amados, os exhortamos en el nombre del Señor, cuyos
embajadores somos, que no recibáis en vano la gracia que su Majestad os hace de manifestaros
su voluntad hablándoos hoy en vuestra lengua Española. Os suplico en Su nombre, que no
endurezcáis hoy vuestros corazones, no queriendo oír la voz del Señor que hoy os habla. He
aquí hoy es el tiempo acepto, he aquí ahora el día de salud; Dios os habla: ¡Escuchadlo y haced
lo que os manda, como El lo manda! Porque ¿Cómo escaparéis vosotros, si tuviereis en poco
una salud tan grande, como la que os presenta Dios el día de hoy? Advertid que si Dios es
Padre misericordioso, lo es para con aquellos que se humillan y se dejan gobernar por Su
Palabra. Pero para los rebeldes y contumaces es severísimo juez. “Horrenda cosa es caer en
sus manos”. Acordaos como haya tratado a su pueblo Hebreo, por no haberle oído ni obedecido.
“Por tanto yo juré, (dice el Señor), en mi furor, No entrarán en mi reposo”. Lo mismo hará con
vosotros, sino lo oyereis hoy cuando os habla.

En Oseas 4.6, dice Dios: “Mi pueblo fue talado, porque le faltó sabiduría”. Amós 8.11: “He
aquí que vienen días, dijo el Señor Jehová, en los cuales enviaré hambre a la tierra: no hambre
de pan, ni sed de agua, sino de oír la palabra de Dios”; y luego nombra el castigo con que los
castigará: Prov.29.18 dice que “el pueblo sin Profecía, (quiere decir, sin enseñanza de la
voluntad de Dios), será disipado. Para no caer pues en semejantes peligros y castigos, oíd a
Dios, que por boca de sus santos Profetas y Apóstoles os habla hoy en este libro, que llamamos
LA BIBLIA.

Otra vez vuelvo a suplicar a nuestro buen Dios y Padre misericordioso, os haga la gracia
que lo oigáis para que sepáis su voluntad, y sabiéndola, viváis conforme a ella; y así seáis salvos
por la sangre de aquel Cordero sin mancha, que se sacrificó a sí mismo en el altar de la Cruz,
para alcanzaros perdón de vuestros pecados delante del Padre. Así sea.

Vuestro hermano en el Señor

C. de V.
24
Por Alejandro David Riff – Representante SBT en Argentina

Introducción

Muy pocas personas saben, hoy en día, por qué en algunas


versiones de la Biblia aparecen palabras en un tipo de letra
inclinada.

A pocas décadas de haberse creado la imprenta en el siglo


XV, apareció el uso de las denominadas “letras itálicas” (un tipo
de letra inclinada), utilizada en distintos documentos de carácter político y protocolar.

Pero también las itálicas fueron ampliamente utilizadas por los traductores de la Biblia
de la era de la Reforma del siglo XVI.

Esta tradición aplicada al uso de las itálicas fue mantenida por siglos en las
traducciones bíblicas de los diferentes idiomas y su uso es un principio que la Sociedad
Bíblica Trinitaria mantiene en todas sus versiones y traducciones de la Biblia.

Cabe preguntarnos:

¿Por qué en la actualidad nos encontramos con versiones de la Biblia donde el uso
de itálicas ya no es más empleado?

¿Qué uso intrínseco tienen las itálicas dentro del texto bíblico?

Trataremos con estas preguntas, y con otros temas relacionados con las itálicas, en
este breve estudio.

Origen y uso de las itálicas

Este estilo de letra nació en Florencia, Italia, en el seno de una influyente familia (los
Medicis), a comienzos del Renacimiento. Era usada en primera instancia para fines
particulares de la familia y entre su círculo de amistades. No obstante, con el tiempo,
pasó al uso protocolar de la cancillería papal, en especial, durante el período de
Eugenio IV. Por tal motivo, el nombre inicial de este tipo de letra fue: “lettera
cancelleresca”. Más tarde, los círculos humanistas de la época modificaron

Page 1
Itálicas: Transparencia en la Traducción

ligeramente este tipo de letra para hacerla más pequeña y utilizarla


en la reproducción de obras clásicas. Por supuesto, los volúmenes
ahora ocupaban menos tamaño, y de esta forma facilitaban la
portabilidad de los libros.

El nombre común de esta letra pasó a llamarse “itálica” por ser Italia
su país de origen. Otros nombres que recibe este tipo de letras son:
“bastardilla”, “cursiva”, o “letra aldina” en honor al tipógrafo Aldo
Copia de la obra
Manucio, que hizo un uso extendido de la misma. El año1501 fue el año clásica Virgilio,
primer impreso de
en el cual las letras itálicas encontraron su forma en los moldes de Manucio en 1501 en
imprenta de la mano de dicho humanista e impresor. letras itálicas.

Muy pronto, y antes de la mitad del siglo XVI, las itálicas de Aldo Manucio se habían
extendido entre los principales tipógrafos de Europa. También a Aldo
Manucio se le da el crédito de ser el creador de los primeros “libros de
bolsillo” (aunque no eran tan pequeños como se los conoce hoy en
día). Cabe destacar que el conocido editor del Nuevo Testamento
griego, Erasmo de Rotterdam, trabajó con Manucio aproximadamente
entre 1506 y 1509.
También Manucio fue uno de los primeros tipógrafos en utilizar
caracteres griegos. Aldus Manutius,
nombre en latín del
célebre tipógrafo.
Por el año 1492, Manucio escogió como modelo para su tipografía
griega una escritura informal, cuya caligrafía poco estética contaba con innumerables
contracciones y ligaduras (la única característica del griego aldino que más tarde fue
abandonada).1

Las letras itálicas y las Biblias de la Reforma

INTENTOS TEMPRANOS

Podemos decir que antes del uso de la letras itálicas para para fines bíblicos, hubieron
varios intentos de diferenciar entre un tipo de letra y otro dentro de un mismo texto, en
lo que se refiere a traducciones. Un primer uso de este tipo fue realizado por Sebastian
Münster (1489-1552), profesor de hebreo en Basilea. Este produjo la Biblia Hebrea en
dos volúmenes, la cual fue acompañada por una traducción al latín. En dicha
traducción, tuvo la idea de utilizar un tipo de letra romana más pequeña para
aquellas palabras auxiliares que quería agregar al texto principal. El segundo en utilizar
esta filosofía (y un personaje más conocido), fue Olivetan, traductor de la Biblia al
francés, publicada en 1535 en Suiza, con prólogo de Juan Calvino, su primo. Olivetan

1 La Imprenta Griega y Hebrea - S. H. Steinberg

Página 2
Itálicas: Transparencia en la Traducción

utilizó un tipo de letra más pequeña para distinguir palabras que no estaban en el
original hebreo o griego, pero que se necesitaban en la traducción para completar el
sentido de las frases. No era todavía la letra itálica inclinada, pero podemos decir que
cumplía con los mismos propósitos.

LA BIBLIA DE GINEBRA

Una innovadora Biblia, traducida por refugiados ingleses en Ginebra, fue publicada
en el año 1560. William Tyndale había publicado en 1526 el Nuevo Testamento inglés
traducido desde el idioma griego, pero esta nueva obra, denominada “La Biblia de
Ginebra”, contenía también el Antiguo Testamento, traducido directamente del
original hebreo. Aparte de tener títulos de sección y notas marginales con diversos
comentarios, fue innovadora en el sentido que introdujo en el texto la división de
capítulos y versículos, siguiendo el trabajo del impresor Robert Estienne. Pero el tema
que nos interesa en este estudio es que la Biblia de Ginebra fue la primera en
incorporar palabras en letras itálicas (letra inclinada como tal) para suplir el trabajo de
traducción, ejemplo que siguieron las demás Biblias de la Reforma, incluso la
traducción de Reina en 1569 de la que trataremos luego.

SENTIDO DEL USO DE LAS ITÁLICAS

¿Cuál es la función de las palabras en itálicas dentro de una traducción bíblica?

Se sabe que la traducción de un idioma a otro no siempre puede ser palabra por
palabra, y que muchas frases traducidas literalmente del idioma fuente no tienen una
equivalencia exacta en el idioma receptor. Los traductores de la Reforma conocían
perfectamente estos gajes del oficio, pero debido a su sumo respeto a la Palabra de
Dios, y con el concepto de la “inspiración verbal”2 en mente, desarrollaron este
reverente principio de utilizar palabras auxiliares en un tipo de letra distinto al texto
normal. Ellos no querían hacer agregados intencionales al texto bíblico, pero también
se cuidaban de no agregar algo espurio que surgiera del proceso de traducción y sus
inevitables equivalencias. En sus mentes estaba firmemente presente el texto de
Apocalipsis 22:18 y19, y su reverencial temor por la Santa Palabra del Señor no era
para menos. El desarrollo de la imprenta, junto con la necesidad de realizar
traducciones fieles y exactas de las Escrituras, dio origen a la utilización de palabras en
un tipo de letra diferente, de caligrafía inclinada, para indicar que dichas palabras no
forman parte del texto bíblico en el idioma original y, de esta forma suplir la estructura

2Inspiración Verbal: Posición teológica que define la inspiración de Dios en las Escrituras, no
solamente en los temas que trata y lo que abarca (inspiración plenaria), sino también que
cada palabra en el texto fue inspirada por el Espíritu Santo (no confundir con el postulado del
dictado mecánico, el cual es incorrecto).

Página 3
Itálicas: Transparencia en la Traducción

gramática o el sentido que falta al texto traducido. Así nacieron las denominadas
“itálicas bíblicas”.

El uso de las itálicas en la Biblia en español

La traducción de Casiodoro de Reina incluyó ya el uso de las itálicas bíblicas.


En el siguiente ejemplo, podemos ver en la
“Biblia del Oso”3 el uso de las itálicas no sólo
en los comentarios introductorios al capítulo,
sino también dentro del mismo texto.

Mostramos, a manera de ejemplo, que en


el capítulo 5, versículo 2 del Evangelio Según
Juan, la frase “la puerta” se encuentra en
letras itálicas. En este caso las itálicas están
supliendo un sustantivo, pero los casos de
utilización en una traducción bíblica pueden
llegar alrededor de 35 tipos diferentes4.

Notemos como la traducción de Reina


sigue las itálicas de Aldo Manucio, que se
caracterizaban por tener las letras
mayúsculas en letra normal (romana).
Luego los tipógrafos Garamond y Granjon,5 siguiendo el estilo aldino, transformaron la
letra mayúscula también en letra inclinada. Este estilo ya fue utilizado por la revisión de
Valera de 1602 (ver recorte de la Biblia del Cántaro). Como muestra del trabajo de
revisión a la Biblia Reina Valera 1909 (y del uso de las itálicas), ponemos un recorte del
Evangelio Según Juan, también del capítulo 5, versículo 2. Destacamos que “la puerta”
lo ponemos en minúsculas, ya que no forma parte del nombre propio. Sí, permanece
como sin modificación la frase “de las Ovejas” (del griego: probatikós), en lugar de
“Ganado”.

3 Traducción de Casiodoro de Reina en el año 1569, cuya tapa mostraba un oso tratando de
acceder a un panal de miel.
4 Según un estudio del Dr. William Patterson, consultor de la Sociedad Bíblica Trinitaria, experto

en hebreo y griego bíblico.


5 Claude Garamond y Robert Granjon fueron tipógrafos de mediados del siglo XVI que

trabajaron para mejorar la itálica de Manucio, en especial las letras mayúsculas. Garamond
incluso trabajó un tiempo junto al editor del Nuevo Testamento griego, Robert Estienne.

Página 4
Itálicas: Transparencia en la Traducción

Leamos ahora cuál era la opinión del traductor original de la Biblia en español,
Casiodoro de Reina, refiriéndose a las itálicas:

« Con toda la diligencia que nos ha sido posible, hemos procurado atarnos al texto, sin
quitarle ni añadirle. Quitarle nunca ha sido necesario; y así creemos que en nuestra
versión no falta nada de lo que está en el texto, sino fuere por casualidad alguna vez
algún artículo, o alguna repetición de verbo, que sin menoscabo de la integridad del
sentido se podría dejar… // ...haberlas señalado a todas en otra letra, que la del texto
común, para que el lector las conozca a todas, y tenga libertad para aprovecharse
de ellas, si le parecieren ser al propósito, o dejarlas del todo, (como a diligencia
humana que puede errar o acertar) y seguir el hilo de su texto, si no le cuadrare,
porque en ellas, ningún juicio queremos ni debemos perjudicar6. »

La revisión de Cipriano de Valera de 1602, por supuesto, conservó el principio de


utilización de las itálicas, y este uso se mantuvo en las sucesivas revisiones a la Biblia
Reina Valera hasta la revisión de 1909 inclusive. Cabe destacar que las diferentes
revisiones han tenido variación en el uso de itálicas a través del tiempo, algunas veces
quitando las mismas y otras veces agregando, de acuerdo a los criterios de revisión.

La Sociedad Bíblica Trinitaria y su postura en el uso de itálicas

La Sociedad manifiesta claramente por qué aboga por el uso de las denominadas
“itálicas” o “cursivas” en todas sus traducciones o revisiones de la Biblia.

Los fundamentos de la Sociedad, respecto a las itálicas, enuncian lo siguiente:

« La Sociedad busca seguir los principios tradicionales referidos a la inclusión de


cursivas en el texto. Este recurso, empleado por primera vez en 1534, resulta útil para
asegurar que el lector pueda distinguir cualquier palabra o frase agregada e
incorporada al texto. Tal criterio gráfico se aplica no sólo a las palabras requeridas o
connotadas por el idioma original y su contexto, sino también a otros términos
"auxiliares" necesarios para completar el sentido de las frases.

6 Introducción de Casiodoro de Reina a la Biblia del Oso.

Página 5
Itálicas: Transparencia en la Traducción

Una práctica habitual en la traducción bíblica, pero evitada por los traductores de
la Sociedad, es reemplazar por nombres los pronombres incluidos en los textos griego y
hebreo: “él”, “ella” o “ello”. De este modo, el lector tiene la oportunidad de interpretar
la Biblia por sí mismo, sin que interfieran las opiniones subjetivas de los traductores. Por
otro lado, este tratamiento no interpretativo había sido, hasta épocas relativamente
recientes, el habitual parámetro de traducción ».7

PROYECTO DE REVISIÓN A LA BIBLIA REINA VALERA 1909

En nuestro proyecto de revisión, se le ha dado un tratamiento especial a la revisión de


las itálicas. Gracias a las herramientas informáticas y a un cuidadoso análisis del texto
por parte de los expertos en lenguas originales, se ha podido mejorar el trabajo de
manera notable, para ofrecer una mayor consistencia. Llamamos “consistencia” a la
acción de mantener una coherencia en el uso de las itálicas en toda la Biblia. Por
supuesto, el griego del Nuevo Testamento tiene sus casos particulares, y el hebreo del
Antiguo Testamento otros, respecto a la traducción, y sobre todo en el uso de los
verbos. Pero en este trabajo de revisión, nos hemos encontrado desde conjunciones,
artículos, pronombres y hasta sustantivos que deberían haber estado en itálicas en la
RV1909, pero que no lo estaban. También nos hemos encontrados con el caso
contrario (aunque en menor grado), donde había una palabra en itálica que debía
haber formado parte del texto normal. Esto no es una crítica a los trabajos de la
revisión anterior, ni mucho menos a la original RV1602. Solamente se destaca que hoy
disponemos de más herramientas para identificar el tradicional uso de las itálicas de
manera más exacta.

Ponemos a continuación, como ejemplo, el Evangelio Según Juan y la cantidad de


itálicas que posee. La antigua revisión de la RV1909 tenía un total de 82 palabras en
itálicas. La nueva revisión de la SBT tiene un total de 168 palabras en itálicas, es decir,
un poco más del doble. Vemos que ajustando el análisis de itálicas en la revisión, nos
lleva a un importante incremento de su uso.

7 Del sitio web de la Sociedad Bíblica Trinitaria, sección: “Fundamentos”.

Página 6
Itálicas: Transparencia en la Traducción

180

160

140

120

100

80

60

40

20

0
RV1909 Nueva Revisión SBT

*UTILIZACIÓN DE PALABRAS EN ITÁLICAS


RV1909: 82 Nueva Revisión SBT: 168

EL abandono de las itálicas en la Biblia Reina Valera 1960

Las Sociedades Bíblicas Unidas (SBU) han realizado e impreso la conocida revisión del
año 1960. Esta Biblia, tan difundida en el mundo hispanohablante, fue la primera de la
línea Reina-Valera en abandonar el uso de las itálicas.

Muchos lectores cristianos que crecieron con la lectura de esta Biblia quizá nunca
supieron que desde la traducción de 1569 hasta la revisión de 1909 se utilizaron las
letras itálicas por causa de la filosofía de traducción empleada y, por qué no, de la
posición teológica de los revisores.

La SBU, desde su fundación en1946, asimiló la idea que el antiguo método por
“Equivalencia Formal”8 debía dar paso a nuevos métodos de traducción que no
hicieran tanto énfasis en las palabras, sino en el significado del mensaje que se desea
transmitir. Eugenio Nida fue el creador del método conocido como “equivalencia
dinámica”. Sin entrar en detalles sobre el significado de esta filosofía de traducción
(que no se ajusta a los principios de nuestra Sociedad), ponemos sobre relieve que la
idea implantada dio lugar a nuevas versiones de la Biblia en español, tal como: Dios
Habla Hoy, Biblia en Lenguaje Actual, etc. Este fenómeno de proliferación de versiones
bíblicas se replicó, desde luego, en otros idiomas.

8Método que tiene en cuenta las palabras del idioma fuente y que sigue de cerca la literalidad
de la traducción en cuanto sea posible.

Página 7
Itálicas: Transparencia en la Traducción

Ahora la pregunta que cabe es: ¿Por qué la Reina Valera de 1960 no utilizó itálicas?

A más de 50 años de existencia de la RV1960, mucho se ha especulado al respecto, y


los argumentos que se han dado a conocer no dejan en claro el motivo real por el
cual, si se permite la expresión, se ha “roto con la tradición Reina Valera” en el uso de
las itálicas (que es también la tradición histórica de las Biblias de la Reforma). Pero es
de esperar que cuando la filosofía de traducción cambia, y se prioriza el mensaje por
encima de las palabras, la conservación de las itálicas en un texto tiene muy poca
razón de ser. Quizá el abandono de las itálicas en la RV1960, por parte de la SBU, no se
deba tanto a razones de practicidad o simplificación, sino a criterios de fondo basados
en la filosofía de traducción por equivalencia dinámica. Entiéndase, no que la RV1960
haya sido traducida por la equivalencia dinámica (aunque tenga sus partes
cuestionables), sino que la eliminación de la letra itálica pudo haber partido de ese
concepto.

El peligro de las traducciones dinámicas - Agregados al texto bíblico

En cierta forma, la utilización de las itálicas era una prevención de agregados al texto
bíblico por parte de traductores o revisores.

Bajo la metodología del uso de las itálicas, nadie podía volcar dentro del texto bíblico
pensamientos o desarrollo de ideas propias sin quedar en evidencia.

Hoy en día, en las traducciones dinámicas, se vuelcan interpretaciones humanas sin


que nadie pueda notarlo ya que, después de todo, el agregado de palabras dentro
del texto, no puede distinguirse en un tipo de letra distinta.

Desde 1960, con la llegada de la nueva Biblia Reina Valera, los lectores se fueron
olvidando poco a poco que alguna vez existieron las itálicas en revisiones anteriores.
Esto llevó posteriormente a que se aceptara un texto bíblico donde nadie pudiera
identificar los agregados que permite el método de traducción por “Equivalencia
Dinámica” en las versiones modernas.

La antigua doctrina de la “Inspiración Verbal de las Escrituras” fue suplantada por la


“Inspiración del Concepto”; por tal motivo, el uso de las itálicas era un obstáculo que
debía ser eliminado, para dar lugar a un texto que pudiera ser “moldeado” por la
mente de los traductores y no determinado por las palabras originales de la Palabra
de Dios en hebreo, arameo y griego.

Página 8
Itálicas: Transparencia en la Traducción

Conclusión

Conservar el uso de las letras itálicas dentro de una versión bíblica es un principio de
fidelidad escritural.

Es un principio que distingue entre las palabras del hombre y las palabras de Dios, por
tanto, un acto reverente que pone en alto al Autor por encima del traductor.

Quizá para las mentes modernas el uso de las itálicas en una versión bíblica sea algo
anticuado, o un concepto fuera de los “adelantos” en materia de traducción.

Pero ningún recaudo al tratar la Santa Palabra de Dios es insuficiente.

El concepto de inspiración verbal, el temor de Dios y el reconocimiento de sus


derechos soberanos sobre Su Palabra, son los principios por los cuales Sociedad Bíblica
Trinitaria seguirá imprimiendo Biblias que hagan uso de las itálicas tanto en español
como cualquier otra lengua.

Oh Jehová, oído he tu palabra, y temí. (Habacuc 3:2)

Página 9
 

 
 
¿Qué  diferencia  hay  entre    
La  Biblia  de  las  Américas  
y  la  Biblia  Reina  Valera?  
 
Por  el  equipo  de  Sociedad  Bíblica  Trinitaria  en  español  
 
¿Qué  diferencia  hay  entre  La  Biblia  de  las  Américas  y  la  Biblia  Reina  Valera?  Esta  es  una  
pregunta  muy  frecuente  que  hacen  nuestros  lectores  a  través  de  nuestro  sitio  web  tanto  
como  por  las  redes  sociales.  Por  lo  general  lo  hacen  comparándolo  con  la  revisión  de  la  
Reina  Valera  de  1960.  En  este  escrito  vamos  a  hacer  un  análisis  objetivo  de  La  Biblia  de  las  
Américas,  pero  comparándola  con  la  Reina  Valera  Antigua  (1909)  y  la  nueva  revisión  que  
está  llevando  a  cabo  la  Sociedad  en  el  aspecto  textual  y  gramatical.  Le  recordamos  al  lector  
que  la  Reina  Valera  de  1960  es  una  revisión  de  las  Sociedades  Bíblicas  Unidas,  y  no  tiene  
nada  que  ver  con  la  Sociedad  Bíblica  Trinitaria,  que  tiene  otros  principios  de  traducción  
tanto  como  otros  criterios  acerca  del  uso  de  fuentes  textuales.  Hemos  visto  varios  artículos  
en  Internet  que  comparan  La  Biblia  de  Américas  con  la  Reina  Valera  de  1960,  pero  no  se  
tiene  en  cuenta  que  gran  parte  del  público  hispanohablante  usa  todavía  la  Reina  Valera  
1909,  y  que  esta  versión  tiene  otras  características  respecto  a  la  de  1960.  También  
mencionaremos  algunas  particularidades  de  nuestra  revisión  actual  (Reina  Valera  SBT)  
para  comparar  algunas  diferencias  con  respecto  a  La  Biblia  de  las  Américas.  
 
 
Aspectos  comunes  entre  La  Biblia  de  las  Américas  y  la  Reina  Valera  
 
Uno  de  los  principales  aspectos  que  compartimos  es  la  forma  de  traducir  por  
“Equivalencia  Formal”.  A  diferencia  de  las  versiones  más  modernas  (Nueva  Versión  
Internacional,  Nueva  Traducción  Viviente,  Biblia  en  Lenguaje  Sencillo  etc.),  La  Biblia  de  las  
Américas  es  conservadora  en  su  forma  de  traducir;  es  decir  que  es  como  la  Reina  Valera  en  
muchos  aspectos,  aunque  no  tan  literal  como  ella.  Otra  de  las  cosas  que  se  comparte  con  
los  principios  originales  de  las  Biblias  de  la  Reforma  es  el  uso  de  las  letras  itálicasi  o  
cursivas.    Las  letras  cursivas  fueron  abandonadas  en  la  revisión  de  la  Reina  Valera  de  1960  
(y  la  gente  se  acostumbró  a  su  ausencia),  pero  el  público  que  continuó  utilizando  la  Biblia  
Reina  Valera  de  1909  conoce  muy  bien  esta  característica  que  da  trasparencia  a  la  
traducción.  Algunas  personas  ven  el  uso  de  las  letras  cursivas  en  La  Biblia  de  las  Américas  
como  si  fuera  como  un  avance  novedoso  en  la  fidelidad  textual,  pero  esta  fue  desde  
siempre  la  característica  de  las  traducciones  antiguas.  Por  supuesto,  miramos  con  agrado  
que  La  Biblia  de  las  Américas  utilice  letras  itálicas;  solamente  destacamos  que  esto  no  es  
una  innovación,  sino  el  criterio  que  se  tuvo  históricamente  en  la  traducción  bíblica,  pero  
que  fue  abandonado  por  las  Sociedades  Bíblicas  Unidas  en  sus  múltiples  versiones.  En  la  
nueva  revisión  de  la  Reina  Valera  de  la  Sociedad  Bíblica  Trinitaria  hay  un  análisis  
exhaustivo  de  las  cursivas;  por  eso  se  encontrarán  más  letras  cursivas  que  en  Biblia  de  las  
Américas,  ya  que  hay  un  seguimiento  más  de  cerca  de  cada  palabra  en  la  traducción  por  
equivalencia  formal.  
 
Ejemplo  de  cursivas  o  itálicas  
 
La  Biblia  de  la  Américas,  en  su  traducción  en  Génesis  3:6,  debería  incluir  un  verbo  en  
cursiva:  “que  estaba  con  ella”,  puesto  que  la  expresión  hebrea  sólo  tiene  una  preposición  y  
el  pronombre.  Pero  tiene  todo  el  párrafo  en  letra  normal  con  lo  que  demuestra  que  el  
criterio  utilizado  no  guarda  una  consistencia  mayor  que  las  Biblias  antiguas.  
 

2   ¿QUÉ  DIFERENCIA  HAY  ENTRE  LA  BIBLIA  DE  LAS  AMÉRICAS  Y  LA  BIBLIA  REINA  VALERA?  
 
 
Antiguo  Testamento  
 
Respecto  al  texto  del  Antiguo  Testamento,  La  Biblia  de  las  Américas  comparte  en  común  
con  la  Reina  Valera  que  toma  del  texto  hebreo  masoréticoii.  Quizá  no  use  respecto  a  la  
Sociedad  Bíblica  Trinitaria  la  misma  edición  del  Texto  Masorético,  pero  en  líneas  
generales  se  conserva  esta  fuente,  a  diferencia  de  otras  versiones  de  la  Biblia  donde  
también  toman  para  el  Antiguo  Testamento  de  la  versión  griega  Septuaginta  (LXX),  como  
por  ejemplo  La  Biblia  Textual.    
 
Diferencias  entre  La  Biblia  de  las  Américas  y  la  Reina  Valera    
(revisión  de  la  SBT)  
 
La  principal  diferencia  se  encuentra  en  la  base  textual  empleada  para  el  Nuevo  
Testamento.    La  Biblia  Reina  Valera  utiliza  las  ediciones  del  texto  griego  proveniente  de  la  
Reforma  Protestante,  conocido  como  el  Textus  Receptus  (otros  sinónimos:  Texto  Recibido,  
Texto  de  la  Reforma,  Texto  Mayoritario.  Texto  Tradicional).  Pero  La  Biblia  de  las  Américas  
toma,  según  la  información  de  Lockman  Foundationiii,  de  la  edición  número  26  de  Nestlé-­‐
Aland,  que  es  una  edición  proveniente  del  Texto  Crítico  cuya  fuente  principal  es  el  trabajo  
de  Westcott  y  Hortiv  del  siglo  XIX.  Ahora,  si  bien  la  sociedad  detrás  de  La  Biblia  de  las  
Américas  no  menciona    expresamente  al  Texto  Recibido  como  fuente  de  consulta,  vamos  a  
ver  que  en  muchos  casos  toma  “varias  palabras  y  frases  prestadas“  provenientes  de  dicho  
texto.  
 
Un  ejemplo:    
 
Juan  3:13    
“Nadie  ha  subido  al  cielo,  sino  el  que  bajó  del  cielo,  es  decir,  el  Hijo  del  Hombre  que  está  en  
el  cielo”.  
 
*La  frase  “que  está  en  el  cielo”  (en  griego:  ὁ  ὢν  ἐν  τῷ  οὐρανῷ.)  no  está  en  la  edición  de  
Nestlé-­‐Aland  26  pero  sí  en  las  ediciones  del  Texto  Recibido.  
 
Otro  ejemplo:  
 
Hechos  8:37    
“Y  Felipe  dijo:  Si  crees  con  todo  tu  corazón,  puedes.  Respondió  él  y  dijo:  Creo  que  
Jesucristo  es  el  Hijo  de  Dios”.  
 
*El  versículo  entero  se  omite  en  el  Texto  Crítico  de  Nestlé  Aland.  
 
 ¿Por  qué  la  Lockman  Foundation  no  menciona  abiertamente  que  utilizaron  el  Texto  
Recibido  en  ciertas  ocasiones?  No  lo  sabemos.  ¿Quizá  la  escuela  de  la  crítica  textual  ha  
puesto  en  la  mente  de  muchas  personas  que  el  Texto  Recibido  es  una  especie  de  texto  
absurdo,  que  no  se  convendría  mencionar  por  miedo  a  ser  considerado  “menos  
académico”?  Sin  embargo,  este  texto  tan  despreciado  por  algunos  fue  la  base  de  traducción  
del  Nuevo  Testamento  para  la  Biblias  de  la  Reforma  del  siglo  XVI  en  todos  sus  idiomas,  las  
misiones  mundiales  del  siglo  XIX  con  William  Carey,  y  el  texto  defendido  históricamente  
por  el  protestantismo,  siendo  uno  de  sus  mayores  exponentes  John  Owen.    Owen  escribió  
un  librov  sobre  la  defensa  del  “Texto  Tradicional”  (Textus  Receptus),  alegando  que  Roma  
siempre  quiso  imponer  sus  textos  (por  ejemplo  el  Códice  Váticano)  para  socavar  la  base  de  
la  Reforma.  El  Texto  Crítico  de  Westcott  y  Hort,  justamente  una  de  sus  bases  textuales,  es  
el  Códice  Vaticano  (lo  que  Owen  temía)  y  es  utilizado  hoy  en  la  ediciones  griegas  de  

¿QUÉ  DIFERENCIA  HAY  ENTRE  LA  BIBLIA  DE  LAS  AMÉRICAS  Y  LA  BIBLIA  REINA  VALERA?   3  
 
Nestlé-­‐Aland,  a  la  cual  se  acoplan  las  versiones  modernas  incluyendo  La  Biblias  de  las  
Américas.    
 
La  Biblia  de  las  Américas  y  el  Texto  Crítico  
 
Frases  omitidas  
 
Muchos  lectores  que  no  han  sido  advertidos  apropiadamente  podrían  pensar  que  en  La  
Biblia  de  las  Américas  se  encuentran  los  mismos  versículos  que  en  la  Reina  Valera.  Vamos  
a  comparar  algunos  versículos  conocidos  de  los  Evangelios.  Las  frases  subrayadas  en  la  
Reina  Valera  son  las  omisiones  en  La  Biblia  de  las  Américas.  
 
 
Mateo  5:44  
LBLAvi          “Pero  yo  os  digo:  amad  a  vuestros  enemigos  y  orad  por  los  que  os  persiguen,”  
RV  SBT  “Pero  yo  os  digo:  Amad  a  vuestros  enemigos,  bendecid  a  los  que  os  maldicen,  
haced  bien  a  los  que  os  aborrecen,  y  orad  por  los  que  os  ultrajan  y  os  persiguen;”  
 
Mateo  27:35      
LBLA          “Y  habiéndole  crucificado,  se  repartieron  sus  vestidos,  echando  suertes;”  
RV  SBTvii      “Y  después  que  lo  hubieron  crucificado,  repartieron  sus  vestidos,  echando  
suertes,  para  que  se  cumpliera  lo  que  fue  dicho  por  el  profeta:  Repartieron  entre  sí  mis  
vestidos,  y  sobre  mi  ropa  echaron  suertes”.  
 
 
Marcos  6:11  
LBLA      “Y  en  cualquier  lugar  que  no  os  reciban  ni  os  escuchen,  al  salir  de  allí,  sacudid  el  
polvo  de  la  planta  de  vuestros  pies  en  testimonio  contra  ellos”.  
RV  SBT      “Y  todos  aquellos  que  no  os  recibieren  ni  os  oyeren,  saliendo  de  allí,  sacudid  el  
polvo  que  está  debajo  de  vuestros  pies,  para  testimonio  a  ellos.  De  cierto  os  digo  que  más  
tolerable  será  el  castigo  a  los  de  Sodoma  y  Gomorra  en  el  día  del  juicio,  que  a  los  de  aquella  
ciudad”.  
 
Marcos  7:8      
LBLA                “Dejando  el  mandamiento  de  Dios,  os  aferráis  a  la  tradición  de  los  hombres”.  
RV  SBT      “Porque  dejando  el  mandamiento  de  Dios,  mantenéis  la  tradición  de  los  hombres:  
los  lavamientos  de  los  jarros  y  de  las  copas;  y  hacéis  muchas  otras  cosas  semejantes”.  
 
Lucas  11:2      
LBLA          “Y  El  les  dijo:  Cuando  oréis,  decid:  "Padre,  santificado  sea  tu  nombre.  Venga  tu  
reino”.  
RV  SBT    “Y  les  dijo:  Cuando  oréis,  decid:  Padre  nuestro  que  estás  en  los  cielos,  santificado  
sea  tu  nombre.  Venga  tu  reino.  Hágase  tu  voluntad,  como  en  el  cielo,  así  también  en  la  
tierra”.  
 
Lucas  23:38      
LBLA              “Había  también  una  inscripción  sobre  El,  que  decía:  ESTE  ES  EL  REY  DE  LOS  
JUDIOS”.  
RV  SBT    “Y  había  también  sobre  él  una  inscripción  escrita  con  letras  griegas,  y  latinas,  y  
hebraicas:  ESTE  ES  EL  REY  DE  LOS  JUDÍOS”.  
 
Juan  6:47      
LBLA    “En  verdad,  en  verdad  os  digo:  el  que  cree,  tiene  vida  eterna”.  
RV  SBT    “De  cierto,  de  cierto  os  digo:  El  que  cree  en  mí,  tiene  vida  eterna”.  

4   ¿QUÉ  DIFERENCIA  HAY  ENTRE  LA  BIBLIA  DE  LAS  AMÉRICAS  Y  LA  BIBLIA  REINA  VALERA?  
 
 
 
Juan  8:59      
LBLA            “Entonces  tomaron  piedras  para  tirárselas,  pero  Jesús  se  ocultó  y  salió  del  
templo”.  
RV  SBT    “Tomaron  entonces  piedras  para  tirárselas;  mas  Jesús  se  ocultó,  y  salió  del  templo  
atravesando  por  en  medio  de  ellos,  y  así  se  fue”.  
 
Nota:  La  Biblia  de  las  Américas  hace  muchas  aclaraciones  a  pie  de  página  acerca  de  los  
manuscritos,  pero  sólo  refiriéndose  a  estos  como  “los  más  antiguos”,  “muchos  manuscritos”,  
“algunos  manuscritos”,  no  dando  precisión  al  lector  común  de  qué  familia  de  manuscritos  se  
tratan  (alejandrino  o  bizantinos).  
 
Algunos  textos  cambiados  en  La  Biblias  de  las  Américas  
 
Hechos  2:47  
LBLA            “Y  el  Señor  añadía  cada  día  al  número  de  ellos  los  que  iban  siendo  salvos.”  
RV  SBT    “Y  el  Señor  añadía  cada  día  a  la  iglesia  los  que  habían  de  ser  salvos.”  
 
*Hay  dos  variaciones  en  este  conocido  texto.  En  primer  lugar,  la  LBLA  sigue  la  variante  del  
Texto  Crítico  que  omite  “iglesia”.  En  segundo  lugar,  si  bien  es  una  opción  de  traducir  el  
verbo  en  pasivo  con  “los  que  iban  siendo  salvos”  no  es  lo  mismo  que  decir  “los  que  habían  
de  ser  salvos”,  lo  cual  denota  un  escogimiento  previo  de  los  creyentes  que  serían  añadidos  
a  la  iglesia.  
 
Dice  el  comentarista  Matthew  Henryviii  en  este  versículo:    
“Los  que  Dios  ha  designado  para  la  salvación  eterna,  serán  eficazmente  llevados  a  Cristo  
hasta  que  la  tierra  sea  llena  del  conocimiento  de  su  gloria.”    
Obviamente  en  La  Biblia  de  las  Américas  el  comentario  de  Matthew  Henry  no  tiene  
ninguna  aplicación.  
 
1  Corintios  10:9  
LBLA:  “Ni  provoquemos  al  Señor,  como  algunos  de  ellos  le  provocaron,  y  fueron  
destruidos  por  las  serpientes.”  
RV  SBT:    “Ni  tentemos  a  Cristo,  como  también  algunos  de  ellos  lo  tentaron,  y  perecieron  
por  las  serpientes.”  
 
*Al  cambiar  “Cristo”  por  “Señor”,  no  se  puede  demostrar  que  este  pasaje  hace  una  
conexión  entre  Cristo  y  el  Dios  del  Antiguo  Testamento.  Cuando  los  israelitas  tentaron  a  
Dios,  tentaron  a  Cristo.  La  Biblia  de  las  Américas  sigue  la  variante  crítica  “kurion”    en  vez  
de    “Jriston”  (Texto  Recibido).  Por  eso  el  famoso  comentarista  Charles  Hodgeix  dice  
respecto  a  este  pasaje:  
 “Cristo  es  por  lo  tanto  Dios  (…  )  los  corintios  son  advertidos  de  no  tentar  a  Cristo  con  la  
impaciencia  y  el  descontento  como  lo  hicieron  los  israelitas  …”  
 
 
1  Timoteo  3:16  
LBLA  :  “E  indiscutiblemente,  grande  es  el  misterio  de  la  piedad:  El  fue  manifestado  en  la  
carne…”  
RV  SBT  “Y  sin  contradicción,  grande  es  el  misterio  de  la  piedad:  Dios  ha  sido  manifestado  
en  carne…”  
 
*La  variante  del  Texto  Crítico  seguido  por  La  Biblia  de  las  Américas  causa  una  
ambivalencia.  El  pronombre  “él”    puede  ser  referido  a  Jesucristo  tanto  como  a  Dios.    Decir  

¿QUÉ  DIFERENCIA  HAY  ENTRE  LA  BIBLIA  DE  LAS  AMÉRICAS  Y  LA  BIBLIA  REINA  VALERA?   5  
 
que  Jesucristo  fue  manifestado  en  carne  es  correcto,  pero  mayor  significado  tiene  decir  
que  “Dios  fue  manifestado  en  carne”.    
 
Como  dice  el  comentario  de  Juan  Calvinox:  
 
“Examinemos  ahora  las  diferentes  cláusulas  en  su  orden.  Pablo  no  pudo  haber  hablado  más  
apropiadamente  sobre  la  persona  de  Cristo  que  con  estas  palabras:  "Dios  fue  manifestado  en  
carne."  Primero,  tenemos  aquí  un  testimonio  claro  de  ambas  naturalezas;  porque  declara  al  
mismo  tiempo  que  Cristo  es  verdadero  Dios  y  verdadero  hombre.  Segundo,  Pablo  señala  la  
distinción  entre  las  dos  naturalezas  cuando,  por  una  parte,  lo  llama  Dios,  y,  por  la  otra,  
expresa  su  "manifestación  en  la  carne".  
 
Otras  diferencias  respecto  a  la  Biblia  Reina  Valera  
 
No  usa  el  nombre  Jehová  
 
La  Biblia  en  español  Reina  Valera,  a  diferencia  de  las  versiones  en  inglés,  menciona  
explícitamente  el  tetragramatón  hebreo  bajo  el  nombre  Jehová.  Si  bien  sabemos  que  esta  
palabra  es  una  convención  adoptada  desde  el  tiempo  de  la  Reforma  (y  no  sabemos  cómo  
se  pronunciaba  la  Palabra),  no  obstante  es  una  característica  histórica  que  adoptó  el  
pueblo  hispanohablante.  La  Biblia  de  las  Américas  traduce  “SEÑOR”  (todo  en  mayúscula)  
las  veces  que  aparece  el  tetragramatón  (así  lo  aclara  la  Lockman  Foundation).  
 
Diferencias  ortográficas  y  de  uso  de  las  normas  del  español  actual  
 
Algunas  cosas  han  cambiado  en  el  tiempo  en  la  Real  Academia  Española.  Por  supuesto,  lo  
que  mencionamos  a  continuación  no  son  errores  de  la  Biblia  de  las  Américas,  sino  que  
mencionamos  que  algunas  cosas  en  ella  ya  quedaron  desactualizadas.    
(Lo  que  nombramos  a  continuación  es  tenido  en  cuenta  en  la  nueva  revisión  de  la  Reina  
Valera  de  la  Sociedad  Bíblica  Trinitaria).    
 
1-­‐  Acentuación  de  mayúsculas:  La  Biblia  de  las  Américas  no  acentúa  las  letras  
mayúsculas  (ejemplo:  Éfeso  –  Hechos.  18:19)  que  es  normativo  actualmente.  
 
2-­‐  Leísmo:  Conserva  el  fenómeno  llamado  “leísmo”1  donde  se  utiliza  el  pronombre  “le-­‐les”  
en  casos  de  objetos  directo  donde  debería  utilizarse  “lo-­‐los-­‐la-­‐las”.  Ej:  Marcos  5:24:  “una  
gran  multitud  le  seguía  y  le  oprimía”.  Debería  ser:  “una  gran  multitud  lo  seguía  y  lo  
oprimía”.    (Este  problema  también  lo  tiene  la  Reina  Valera  de  1960).  
 
3-­‐  Cursivas  en  forma  parcial:  Aún  en  la  Reina  Valera  1909  hay  palabras  en  letra  redonda  
con  una  parte  en  cursiva  (itálicas).  En  la  LBLA  sucede  lo  mismo,  por  ejemplo  en  Éxodo  
39:3:  “cortaron  en  hilos  para  entretejerlas”.  Las  normas  actuales  consideran  toda  la  
palabra  en  redonda  o  en  cursiva,  pero  no  una  combinación  de  ambas.  Aunque  claro  está  
que  es  un  uso  especial  de  las  cursivas  que  podría  permitirse.  
 
¿Es  La  Biblia  de  las  Américas  más  fiel  y  clara  que  la  Reina  Valera?  
 
Acerca  de  la  claridad  
 
Algunos  argumentan  que  la  Biblia  de  las  Américas  es  más  clara  o  exacta  en  algunos  pasajes  
que  la  Reina  Valera  (nuevamente  lo  comparan  con  la  versión    de  1960,  que  hizo  algunos  
cambios  con  respecto  a  la  antigua  Reina  Valera).  Podemos  decir  que  determinados  
                                                                                                               
 

6   ¿QUÉ  DIFERENCIA  HAY  ENTRE  LA  BIBLIA  DE  LAS  AMÉRICAS  Y  LA  BIBLIA  REINA  VALERA?  
 
sintagmas  hebreos,  arameos  o  griegos  pueden  tener  más  de  una  forma  de  traducción  a  
nuestro  idioma.  Preferir  una  u  otra  forma  de  traducir,  es  decir  elegir  una  opción  de  
traducción,  no  invalida  la  otra,  aunque  sí  marca  un  matiz  diferente  (como  lo  que  
mencionamos  de  Hechos  2:47).    
 
 
Ejemplo  en  Génesis  3:6  
 
Algunos  dicen  que  la  traducción  de  La  Biblia  de  las  Américas  en  Génesis  3:6  es  correcta  
respecto  a  la  Reina  Valera.  La  frase  que  hace  LBLA,  “que  estaba  con  ella”,  es  desde  luego  
una  buena  traducción.  Pero  Valera  1602  también  la  tenía,  sólo  que  vinculaba  la  palabra  
hebrea  con  la  cláusula  siguiente:  “y  comió  con  ella”,  lo  cual  es  también  una  traducción  
posible  y  literal.  Si  vamos  al  caso,  la  Reina  Valera  1960  tampoco  deja  de  traducir  esta  
palabra  hebrea:  “comió  así  como  ella”.  La  preposición ‫ עִם‬ está  traducida  “así  como”  lo  cual  
es  una  traducción  posible  y  literal  del  hebreo  (cf.  Gn.  18:23;  Sal  73:5).  Por  lo  tanto,  se  trata  
de  dos  opciones  de  traducción  igualmente  posibles  y  legítimas.  Ninguna  es  más  literal  que  
la  otra.  Estas  dos  opciones  se  convierten  en  dos  tradiciones  de  traducción.  Es  razonable  
pensar  que  La  Biblia  de  las  Américas  optó  en  estos  casos  por  traducir  de  manera  diferente  
para  diferenciarse  de  la  tradición  Reina-­‐Valera.  Pero  una  vez  más,  no  es  que  sea  más  literal  
o  “más  fiel”.  
 
Ejemplo  de  Efesios  2:8  
LBLA      “Porque  por  gracia  habéis  sido  salvados  por  medio  de  la  fe…”  
 
La  traducción  de  La  Biblia  de  las  Américas  traduce  seguramente  así  para  reflejar  el  
participio  del  griego,  que  es  perfecto.  Lo  que  ocurre  es  que  está  acompañado  del  verbo  
"ser"  en  presente  (ἐστε).  Es  una  forma  compuesta,  así  que  la  traducción  del  verbo  auxiliar  
es  correcta,  y  la  del  verbo  principal  "salvos",  o  "salvados"  es  una  opción  que  traduce  
también  perfectamente  el  perfecto  griego.  No  creemos  que  la  traducción  de  la  Reina  Valera  
sea  inferior  en  este  texto.
 
Acerca  de  la  fidelidad  
 
No  decimos  que  la  Reina  Valera  sea  una  traducción  perfecta  ni  inspirada,  ni  que  somos  
defensores  ciegos  de  una  tradición.  Pero  la  Biblia  Reina  Valera  fue  la  versión  que  Dios  
utilizó  para  evangelizar  a  todo  un  continente;  fue  desde  el  tiempo  de  la  Reforma  la  pionera  
en  el  idioma  español  y  creemos  que  Dios  puede  seguir  utilizándola.  Casiodoro  de  Reina  
decía  de  la  posibilidad  de  “quien  quisiera  hacer  un  trabajo  mejor”  que  el  de  él,  pueda  
valerse  de  su  traducción  de  1569.  Esto  lo  logró  Cipriano  de  Valera  en  su  revisión  de  1602.  
La  Biblia  Reina  Valera  ha  tenido  múltiples  revisiones  en  la  historia  con  aciertos  y  errores.  
Pero  en  la  Sociedad  Bíblica  Trinitaria  creemos  que  la  Reina  Valera  hoy  por  hoy  no  es  
reemplazable,  sino  que  con  una  revisión  fiel,  que  la  adecue  a  los  originales  y  las  normas  
actuales  del  español,  puede  seguir  siendo  la  Biblia  de  norma  para  los  hispanos.  
 
Acerca  de  la  “precisión”  
 
Es  verdad  que  la  Reina  Valera  tiene  un  lenguaje  característico  que  le  es  propio,  pero  
también  la  Reina  Valera  tiene  una  precisión  bíblica  y  teológica.  Por  ejemplo,  el  uso  de  la  
palabra  “concupiscencia”    que  es  irremplazable  (aunque  LBLA  también  la  emplea  en  dos  
ocasiones:  en  2  Tesalonicenses  4.5  y  2  Pedro  1:4).  El  uso  de  esta  palabra,  entre  otras,  da  
una  mayor  riqueza  conceptual,  ligando  nuestro  discurso  actual  con  todo  el  caudal  de  
enseñanza  que  hubo  dentro  del  cristianismo  a  lo  largo  de  los  siglos.    Veamos  un  ejemplo  

¿QUÉ  DIFERENCIA  HAY  ENTRE  LA  BIBLIA  DE  LAS  AMÉRICAS  Y  LA  BIBLIA  REINA  VALERA?   7  
 
de  La  Biblias  de  las  Américas  donde  cambia  un  conocido  versículo  para  hacerlo  más  
comprensible,  pero  que  a  nuestro  criterio  pierde  precisión  teológica.  
   
Ejemplo  de  Juan  1:1  
LBLA  “En  el  principio  existía  el  Verbo,  y  el  Verbo  estaba  con  Dios,  y  el  Verbo  era  Dios.”  
 
Posiblemente  el  cambio  que  hace  La  Biblia  de  las  Américas  en  la  forma  verbal  se  deba  a  
querer  hacer  “más  comprensible”  el  lenguaje.  En  todo  caso  (si  esto  se  consideraba  una  
supuesta  mejora),  la  traducción  es  menos  precisa  que  la  Reina  Valera  desde  el  punto  de  
vista  de  una  traducción  literal.  Primero,  porque  traduce  del  mismo  verbo,  en  dos  frases  
consecutivas  en  el  mismo  versículo,  de  dos  maneras  diferentes;  segundo,  porque  el  verbo  
“estar”  en  español  expresa  condición,  no  un  estado  permanente.  Con  esto,  abre  la  puerta  a  
considerar  que  el  Verbo  no  siempre  “había  estado”  con  Dios.  
 
El  extraño  punto  de  vista  de  la  Lockman  Foundation  respecto  a  los  
manuscritos  
 
Tomado del sitio web en español de Lockman Foundation (apartado: Principios de Traducción).

“En tiempos recientes se han descubierto una gran cantidad de documentos que iluminan el texto
bíblico y aclaran pasajes de difícil comprensión. Hasta la fecha se han descubierto unos cinco mil
manuscritos, en su mayoría del texto griego del Nuevo Testamento, que comparados con
aproximadamente un centenar que eran conocidos hasta mediados del siglo XVI , marcan una
diferencia informativa considerable.”
 
Una  simple  lectura  de  este  párrafo,  así  como  lo  expresa  la  Lockman  Foundation,  daría  a  
entender  las  siguientes  cosas:  
 
1) En  el  siglo  XVI    (era  de  la  Reforma)  el  texto  que  se  usó  era  minoritario.  
2) Que  al  pasar  los  siglos  se  fue  descubriendo  un  texto  mayoritario  (5.000  
manuscritos)  que  presenta  un  “diferencia  informativa  considerable”.  
 
Para  cualquier  lector  que  desea  un  texto  bíblico  puro,  lo  más  cercano  posible  al  original,  
estas  palabras  suenan  convincentes.  ¿Qué  prefieres?  ¿Una  Biblia  basada  en  pocos  
manuscritos  (de  los  cuales  no  hay  garantías  que  sean  los  indicados)    o  una  Biblia  basada  
en  una  mayoría  textual  que  nos  asegura  confiabilidad  histórica?  Por  supuesto  cualquier  
lector  amante  de  la  Palabra  de  Dios  diría:  “Una  Biblia  basada  en  una  mayoría  textual”.  
 
Lo  irónico  de  la  frase  de  la  Lockman  Foundation  es  que  justamente  presenta  la  
información  “de  cabeza”.  Presenta  la  información  al  revés,  y  los  que  conocemos  del  tema  
textual  no  podemos  menos  que  sentir  perplejidad  y  asombro  ante  la  falta  de  sinceridad  y  
de  cómo  se  manipula  la  información  haciendo  una  declaración  ambigua.  
 
Una  y  otra  vez  nuestra  Sociedad,  en  todos  los  idiomas,  viene  enseñando  (junto  a  otras  
iglesias  e  instituciones  cristianas  que  creen  en  la  preservación  del  Textus  Receptus  como  
fuente  del  Nuevo  Testamento)  que  el  Texto  Crítico  proveniente  de  Westcott  y  Hort  (cuya  
ediciones  de  Nestlé-­‐Aland  parten  del  mismo)  es  un  “texto  minoritario”.  Es  decir  que  es  un  
texto  basado  principalmente  en  los  Códices  Sinaítico  y  Vaticanoxi,  con  una  breve  
participación  del  Códice  Alejandrino  y  algunos  otros.  Siempre  se  supo  que  el  argumento  de  
la  Critica  Textual  fue:  “lo  más  antiguo  es  mejor”.    Entonces,  a  pesar  de  ser  un  “texto  
minoritario”,  ellos  argumentaban  sobre  la  “legitimidad  de  la  antigüedad  de  los  textos  
alejandrinos”  (siglo  IV  y  V)  frente  las  copias  mayoritarias  del  Texto  Bizantino  de  fecha  más  
reciente  (la  mayoría  del  siglo  X,  aunque  hay  más  antiguas,  incluso  referencias  anteriores  al  
siglo  IV).  

8   ¿QUÉ  DIFERENCIA  HAY  ENTRE  LA  BIBLIA  DE  LAS  AMÉRICAS  Y  LA  BIBLIA  REINA  VALERA?  
 
 
Por  un  lado  la  Lockman  Foundation  dice  que  basan  principalmente    el  Nuevo  Testamento  
de  la  Biblia  de  las  Américas  en  la  edición  26  de  Nestlé-­‐Aland  (que  proviene  del  texto  
minoritario  de  Westcott  y  Hort,  basados  en  el  Códice  Sinaítico  y  Vaticano),  y  luego  
presenta  el  párrafo  mencionado  como  su  trabajo  se  basara  en  un  texto  mayoritario.  Esto  
es  curioso  en  verdad  y  una  desinformación  al  sincero  lector.  Hemos  demostrado  que  La  
Biblia  de  las  Américas  “toma  prestado”    del  Textus  Receptus  en  algunas  ocasiones  (sin  
especificarlo),  pero  su  fuente  principal  sigue  siendo  el  texto  griego  de  Nestlé-­‐Aland.  Si  la  
analizamos  palabra  por  palabra  veremos  que  sigue  de  cerca  al  Texto  Crítico  en  
aproximadamente  un  99%  de  su  masa  textual.    
 
La  pregunta  que  debemos  hacernos  es:  ¿Hubo  nuevos  descubrimientos  textuales  luego  del  
siglo  XVI?  
La  respuesta  es:  sí,  los  descubrimientos  textuales  han  ido  en  aumento  (cerca  de  5.000  
manuscritos)  pero  para  sorpresa  de  los  críticos  textuales  la  mayoría  de  ellos  respaldan  al  
Textus  Receptus.    ¡Un  90%  de  los  5.000  manuscritos  respaldan  lecturas  del  Texto  Recibido!    
 
Citamos  una  frase  de  uno  de  los  libros  de  Sociedad  Bíblica  Trinitaria  que  trató  este  tema  
hace  décadas:  
 
“Más  de  5,000  de  estos  manuscritos  griegos  han  sobrevivido  hasta  hoy.  El  
gran  número  de  estos  manuscritos  griegos  respalda  lo  que  se  denomina  la  tradición  
textual  bizantina,  bizantina  porque  provino  de  todo  el  mundo  de  habla  griega  de  esa  
época.  Estos  manuscritos  bizantinos  conforman  lo  que  se  conoce  como  el  Texto  
Tradicional  del  Nuevo  Testamento.  La  mejor  representación  impresa  de  este  tipo  de  
textos  bizantinos  es  el  Textus  Receptus  (o  Texto  Recibido)”  xii  
 
Otro  argumento  falso  de  la  Crítica  Textual  es  hacer  creer  que  el  Texto  Recibido  es  
solamente  la  edición  de  Erasmo  de  Rotterdan,  cosa  que  hemos  demostrado  como  inexacta  
en  nuestro  artículo:  ¿Es  el  Textus  Receptus  un  texto  exclusivo  de  la  edición  de  Erasmo?  
(Citamos  cerca  de  30  editores  del  Texto  Recibido  aparte  de  Erasmo).  
 
Conclusión  
 
Hemos  tratado  de  ser  objetivos  con  el  análisis  a  La  Biblia  de  las  Américas.  A  diferencia  de  
muchas  traducciones  contemporáneas,  es  una  buena  versión  de  la  Biblia,  y  todo  estudiante  
serio  y  pastor  debería  consultarla.  Pero  creemos  que  es  apresurado  llegar  a  la  conclusión  
que  es  una  traducción  “con  más  precisión”  o  con  más  “fidelidad”  que  la  Reina  Valera,  o  que  
la  preferencia  de  la  Reina  Valera  se  deba  meramente  a  una  cuestión  de  “tradición”  (como  
algunos  argumentan  hoy  en  día).  Es  cierto  que  la  Reina  Valera  constituye  una  tradición  de  
la  traducción  de  la  Biblia,  pero  esto  se  debe  a  su  extendido  uso  que  Dios  le  ha  dado  a  través  
de  los  siglos  (lo  cual  La  Biblia  de  las  Américas  todavía  no  puede  contar).  
   
La  revisión  de  la  Reina  Valera  que  estamos  preparando  íntegramente  de  los  textos  
recibidos  es  una  traducción  lo  más  literal  posible,  y  hace  un  uso  extensivo  de  las  letras  
cursivas  y  un  registro  elevado  (aunque  no  cultista)  del  lenguaje,  un  lenguaje  que  forma  
parte  del  patrimonio  léxico  y  conceptual  de  creyentes  e  iglesias  en  español  a  lo  largo  de  los  
siglos,  que  la  liga  además  al  resto  de  Biblias  de  la  Reforma.  
 
 
 
 
 

¿QUÉ  DIFERENCIA  HAY  ENTRE  LA  BIBLIA  DE  LAS  AMÉRICAS  Y  LA  BIBLIA  REINA  VALERA?   9  
 
                                                                                                               
REFERENCIAS  
i  Letras  utilizadas  como  auxiliares  en  la  traducción.  Se  usa  este  tipo  de  letra  inclinada  para  indicar  que  no  pertenece  al  texto  
fuente  desde  dónde  se  traduce.  Ver  artículo  de  la  Sociedad  Bíblica  Trinitaria  al  respecto  en  nuestro  sitio  web.  
ii  El  Texto  Masorético  es  el  texto  hebreo  conservado  por  judíos    escribas  del  siglos  VII  y  X  de  nuestra  era  en  las  ciudades  de  
Tiberias  y  Jerusalén.  Su  responsabilidad  fue  hacer  copias  fidedignas  de  las  escrituras  sagradas  siguiendo  el  canon  hebreo  del  
Antiguo  Testamento.  Crearon  un  sistema  de  puntuación  parta  introducir  vocales  al  texto  consonántico  hebreo.  El  término  
hebreo  masora  significa  "tradición".  
iii  Información  proporcionada  en  el  sitio  web  http://www.lbla.org/lbla/lblaprin.php  
iv  Brooke  Foss  Westcott  (1825–1901)  y  Fenton  John  Anthony  Hort  (1828–1892)  fueron  los  editores  del  texto  crítico,  
compilado  a  partir  de  los  códices  Sinaítico  y  Vaticano.  Westcott  y  Hort  trabajaron  en  este  texto  griego  desde  1853  hasta  su  
finalización  en  1881.  
v  Defensa  del  Texto  Tradicional  John  Owen  (1616  –  24  Agosto  1683).  El  contexto  más  amplio  para  entender  el  libro  de  
Owen,  es  el  intento  de  la  Iglesia  Romana  para  socavar  y  desacreditar    la  doctrina  protestante  de  la  Sola  Scriptura  señalando  
las  variantes  en  los  manuscritos  griegos  existentes  como  prueba  de  que  el  Nuevo  Testamento  griego  (TR)  era  demasiado  
corrupto  para  ser  considerado  autoritario.  El  objetivo  de  los  papistas  era  derribar  toda  la  confianza  en  las  Escrituras  
originales  hebreas  y  griegas  para  que  pudieran  volver  a  establecer  la  autoridad  de  su  iglesia  y  la  Vulgata  Latina  y  así  
desbaratar  la  Reforma;  sus  medios  elegidos  para  llevar  a  cabo  este  fin  nefasto  fue  la  disciplina  de  la  crítica  textual.  
Fuente:  http://www.chapellibrary.org/files/ebooks/ebtb/OEBPS/Text/section7.xhtml  
vi  LBLA:  La  Biblia  de  las  Américas.  
vii  RV  SBT:  Reina  Valera  revisión  de  la  Sociedad  Bíblica  Trinitaria.  Ver  proyecto.  
viii  Comentario  bíblico  de  Matthew  Henry.  Se  considera  por  muchos  como  el  mejor  comentario  bíblico  devocional.
ix  An  Exposition  of  I  Corinthians  By  Charles  Hodge.
x  Comentario  de  Juan  Calvino  a  1  Timoteo.  
xi  También  en  el  texto  de  "Nestle-­‐Aland"  actual  se  da  claramente  preferencia  a  la  transmisión  alejandrina  con  su  pequeña  
minoría  de  unciales.  En  la  mayoría  de  los  casos  se  da  más  peso  al  conjunto  del  Sinaítico,  Vaticano  y  los  antiguos  papiros.  Es  
interesante  que  en  algunos  pasajes  ya  se  han  reconocido  lecturas  mayoritarias  -­‐  pero  sólo,  en  la  medida  en  que  se  han  
hallado  también  en  los  viejos  unciales.  Por  lo  general,  el  juicio  arbitrario  de  la  crítica  textual  sigue  siendo  que  la  
cantidad  abrumadora  de  manuscritos  de  la  tradición  textual  bizantina  "(...)  están  fuera  de  consideración  para  el  trabajo  de  la  
crítica  textual"  (La  transmisión  del  texto  del  Nuevo  Testamento  y  nuestras  Biblias  de  hoy  por  Rudolf  Ebertshäuser).  
xii  Lo que el cristiano actual necesita saber sobre el Nuevo Testamento griego Por G. W. Anderson. Bajar libro.

1 ¿QUÉ  DIFERENCIA  HAY  ENTRE  LA  BIBLIA  DE  LAS  AMÉRICAS  Y  LA  BIBLIA  REINA  VALERA?  
 0  
LA BIBLIA REINA-VALERA

Breve reseña histórica de la Biblia


en español
LOS AÑOS 1543-1557
 1543 – Nuevo Testamento de Francisco de Enzinas
- Amigo de Felipe Melanchton (reformador)
- Tradujo el N.T. al español (Texto Griego de Erasmo)
 1553 – Antiguo Testamento Ferrara
- Traducido del hebreo por Duarte Pinel y Gerónimo de
Vargas (dos judíos) para el pueblo judío en España
- Dedicado al duque de Ferrara
 1556 – Nuevo Testamento de Juan Pérez de Pineda
- Amigo de Juan Calvino; trabajó con él en Ginebra
- Se ayudó de la obra de Enzinas.
 1557 – Salmos – Juan Pérez de Pineda
- Se basó mucho en la obra de Juan de Valdes
LA BIBLIA DEL OSO
 Casiodoro de Reina
 Nació 1520 (Sevilla).
 1558 – 1569: trabajó en
Londres, Amberes, Francfort,
Basilea.
 Se publicaron 2.600
ejemplares en Basilea.
 Primera Biblia completa en
español traducida del hebreo y
griego.
LA BIBLIA DEL CÁNTARO

 Cipriano de Valera
 Nació en 1534.
 1582-1602, revisó la Biblia de
Reina para que fuera más fiel a
los idiomas originales.
 1602: se publica la revisión de
Valera en Amsterdam (Países
Bajos).
ALGUNAS TRADUCCIONES DE LA
ÉPOCA DE LA REFORMA

 1534 ALEMÁN: Lutero.


 1535 FRANCÉS: Olivetán.
 1602 ESPAÑOL: Reina-Valera.
 1611 INGLÉS: Versión Autorizada (KJV).
 1637 HOLANDÉS: Statenvertaling.
 1649 ITALIANO: Diodati.
 1694 PORTUGUÉS: Almeida.
ALGUNAS REVISIONES DE LA
REINA VALERA 1832-1909
 1832 – Revisión por Sociedad Bíblica de Glasgow (Escocia)
 1858 – Revisión del NT por Sociedad Bíblica Británica y Extranjera (cambios de
ortografía y puntuación; algunos cambios textuales)
 1862 – Revisión de Lorenzo Lucena (SPCK, Oxford) – Revisión completa con más
cambios de ortografía, dicción. Libros apócrifos fueron quitados.
 1865 – Revisión auspiciada por la Sociedad Bíblica Americana, hecha por Ángel de Mora
(España) y Henry Pratt (misionero presbiteriano norte- americano en Bogotá,
Colombia) – muchos cambios de ortografía y la incorporación de muchas palabras
diferentes.
 1909 – Revisión auspiciada por la SBBE y la SBA, supuestamente para que la RV volviera
a concordar más con el Texto Recibido Griego. Esta versión se conoce también como
la Reina Valera Antigua. Fue la Biblia del mayor uso en español hasta la RV1960
(SBA). La RV1909 fue publicada por la SBT hasta el 2005, año en el cual se comenzó la
nueva revisión.
REVISIÓN DE LA BIBLIA
REINA-VALERA 1909
 Aspectos lingüísticos a considerar
PUNTOS A CONSIDERAR

 La necesidad de mantener la identidad de la “reina” de las Biblias


en español, la 1602, una de las muchas Biblias traducidas durante la
época de la Reforma; dichas traducciones han gozado mucho de la
bendición de Dios por cuatro siglos.
 La necesidad de mantener, hasta donde sea posible, el lenguaje
castellano reverente y elegante que caracteriza la RV1909 (también
para que no deje de ser una Biblia “Reina Valera”.)
 La necesidad de adecuar los aspectos lingüísticos al uso y a las
normas del español, sin modernizarlo, ni reducirlo a un nivel
coloquial, ni hacer que pierda la belleza literaria.
ASPECTOS LITERARIOS QUE
SE CAMBIARÁN

1. Palabras arcaicas (en desuso)


 Éxodo 12:3, “En el diez de aqueste mes tómese cada uno un cordero
por las familias de los padres…” (aqueste  este)
 Marcos 8:3, “Porque ¿qué aprovechará al hombre, si granjeare todo
el mundo, y pierde su alma?” (granjear  ganar)
 Isaías 66:1, “Jehová dijo así: El cielo es mi solio…” (solio  trono)
NB: La misma palabra hebrea se traduce como “trono” varias veces en el
Antiguo Testamento (1 Reyes 10:19; Job 26:9; Jeremías 3:17, etc.)
ASPECTOS LITERARIOS QUE
SE CAMBIARÁN
2. Palabras que han cambiado de significado
 Génesis 1:1, “En el principio crió Dios los cielos y la tierra”
(criar  crear). Cambiado en la versión SBT 2001.
 Isaías 40:11, “Como pastor apacentará su rebaño; en sus brazos
cogerá los corderos” (coger  recoger, llevar).
 Lucas 1:77, “…dando conocimiento de salud a su pueblo, para
remisión de pecados” (salud  salvación).
 Efesios 3:16, “Corrobórame según tu palabra” (corroborar 
fortalecer).
 DRAE, “corroborar”: Dar mayor fuerza a la razón, al argumento o a la
opinión aducidos, con nuevos raciocinios o datos.
ASPECTOS LITERARIOS QUE
SE CAMBIARÁN
3. Palabras que han cambiado su morfología
(estructura)
 Jeremías 2:21: “Y yo te planté de buen vidueño, simiente verdadera
toda ella”.
(vidueño  viduño o vid).
 Éxodo 10:16: “Entonces Faraón hizo llamar apriesa a Moisés y a
Aarón”
(apriesa  “aprisa”, “apresuradamente” o “se apresuró [a llamar]).
ASPECTOS LITERARIOS QUE
SE CAMBIARÁN

4. Adecuación de los artículos al uso aceptado


 EJEMPLO: “la mar” a “el mar”.

5. Cambio de la sintaxis conforme a las normas


actuales
 EJEMPLO: los pronombres enclíticos
 díjole  le dijo
 alabarele  le alabaré
 guardolo  lo guardó
ASPECTOS LITERARIOS QUE
SE CAMBIARÁN

6. Uso correcto de la ortografía


 No usar el acento ortográficos en las palabras monosílabas (a, fue…)
Implimentado el cambio en la versión SBT 2001.
 Ortografía correcta de los nombres propios:
 Ruth  Rut,
 Melchísedec  Melquísedec.
Implimentado el cambio en la versión SBT 2001
ASPECTOS LITERARIOS QUE
SE CAMBIARÁN
7. Utilización correcta de los signos de puntuación
 Juan 1. 17: “Porque la ley por Moisés fue dada: mas la gracia y la
verdad vinieron por Jesucristo”.
 “Porque la ley por Moisés fue dada; mas la gracia y la verdad
vinieron por Jesucristo”.

8. Utilización fiel de las itálicas (bastardillas, cursivas)


 “Porque la ley por Moisés fue dada; mas la gracia y la verdad
vinieron por Jesucristo”.
“Así crecía poderosamente la
palabra del Señor, y prevalecía.”
Hechos 19:20

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