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En forma reciente la AHA y el ACC han destacado este punto, a través de recomendaciones
para el entrenamiento en la Subespecialidad de Medicina Vascular, así como sugerido la
especialidad de base más conveniente para ejercerla (1); previamente, en algunos países de
habla hispana, la aparición de Servicios pioneros de Medicina Vascular sirvió de base para
definir el campo de acción de esta Rama de la Medicina Clínica, o Subespecialidad de la
Cardiología (2).
El perfil de la patología que sufren nuestros pacientes está siendo activa y progresivamente
modificado por el incremento etáreo poblacional. Las patologías arteriales, venosas y
linfáticas (Figura 1) que enfrenta el médico involucrado frente a su paciente, significan un
mosaico con variadas facetas: el conocimiento de los factores etiológicos, de las leyes físicas
que gobiernan la hemodinámica de la circulación vascular periférica en condiciones normales y
patológicas, la anatomía patológica, la fisiopatología, la clínica (síntomas y signos), las pruebas
diagnósticas más adecuadas (tratando de elegir aquellas menos invasivas y priorizando la
ecuación costo-beneficio), así como un profundo y actualizado conocimiento de las
innumerables herramientas terapéuticas en permanente desarrollo (no farmacológicas, drogas,
intervencionismo o cirugía) constituyen la solución a cada uno de los problemas que sufren
nuestros enfermos.
¿Por qué los Cardiólogos hemos abandonado, (o muchas veces ni siquiera asumido) el
manejo, diagnóstico no invasivo, tratamiento médico y aún la obligación de compartir las
decisiones terapéuticas de nuestros pacientes vasculares periféricos en manos de otras
especialidades como la Cirugía Vascular Periférica o el Diagnóstico por Imágenes?. O, lo que
es peor aún, ignorando su condición de tales, permitimos que evolucionen con severas
patologías (de estenosis carotídea o con aneurismas de aorta abdominal) con clínica escasa o
casi nula, cuando es fundamental un razonable (y previsible) índice de sospecha de su
existencia basada más que nada en los factores de riesgo que dichos enfermos poseen?.
Aproximadamente una década después suelen aparecer las otras manifestaciones vasculares
patológicas: la enfermedad carotídea (los distintos trabajos ubican la prevalencia de esta
patología en alrededor del 5 al 10% a los sesenta años), existiendo una clara predisposición en
los pacientes con enfermedad coronaria, con tasas 3 a 7 veces superiores con respecto a los
individuos de igual edad y sexo sin cardiopatía isquémica previa; también la isquemia crónica
de miembros inferiores se produce en más del 11% de los varones de más de 65 años (4) y en
casi el 30% de los de más de 80 años (5), especialmente en aquellos portadores de cardiopatía
isquémica previa o de ciertos factores de riesgo como el cigarrillo y/o la diabetes (6); o la
presencia frecuente de un aneurisma de aorta abdominal, de difícil diagnóstico y evaluación
clínicos, cuya prevalencia es del 11% entre los varones de más de 60 años y de casi el 15%
después de los 80 años (7). En resumen, nuestros pacientes portadores de cardiopatía
isquémica (llamados "cardiópatas" en un sentido anatómico focalizado, aunque en realidad
padecen el debut de la enfermedad vascular periférica), sobre todo aquellos de más de
cincuenta años, muy frecuentemente sufren de otro u otros estigmas de esta patología de
localización diversa; en realidad los "coronarios" mayores de 50 años suelen constituir
gran parte de nuestros pacientes.
Es decir que los Cardiólogos somos, generalmente, quienes primero y por más tiempo,
atendemos a los portadores de la E.V.A.
Sin embargo, la mayoría de ellos deambulan con su E.V.A. sin diagnóstico ni, obviamente,
tratamiento, o son atendidos por otros especialistas en forma individual y parcializada.
3) El tratamiento médico de todos los pacientes portadores de E.V.A. (aún de aquellos que
recibieron intervencionismo o cirugía) incluye un agresivo manejo de los factores de riesgo: la
hipertensión arterial, la diabetes, las dislipemias, el tabaquismo, la obesidad, y los nuevos
factores de riesgo como la homocisteína, deben ser cuidadosamente controlados para evitar la
progresión de la enfermedad arteriosclerótica nativa, el fracaso de la terapéutica médica,
intervencionista o quirúrgica realizada y aún preservar la vida del enfermo vascular. Los
Cardiólogos tenemos la capacitación necesaria (conocimiento y experiencia en el manejo de
los mismos), como para ser los encargados de asumir la responsabilidad que esta terapéutica
requiere, con la idoneidad que nuestra Especialidad exige y habilita. Recordemos lo que ocurre
con nuestros pacientes sometidos a intervencionismo o cirugía de otro lecho vascular (el
coronario): participamos en la decisión de tomar medidas más agresivas que el tratamiento
médico y sobre cuál de ellas es la más conveniente; luego de revascularizado el paciente,
continuamos a cargo del manejo clínico, diagnóstico no invasivo y seguimiento evolutivo de las
terapéuticas efectuadas y de la progresión de la enfermedad; este paralelismo debería existir
con el resto de las enfermedades vasculares, y para ello debemos conocer en profundidad su
epidemiología, signifi cado clínico, diagnóstico no invasivo y terapéutica médica, como ocurre
con la cardiopatía isquémica.
En cuanto a la patología carotídea, la mayoría de los pacientes son asintomáticos. Hoy está
claramente demostrado que los portadores de estenosis de carótida interna signifi cativa
(mayor al 60%), especialmente cuando la misma es severa, y en manos de un cirujano
experimentado, es decir con bajo riesgo quirúrgico (10), se benefi cian claramente con la
endarterectomía (o angioplastia carotídea, según el caso) en cuanto a la prevención primaria
del A.C.V. isquémico (la estenosis carotídea es la causa número uno); cerca del 90% de los
mismos ocurren sin pródromos, por lo que detectar los pacientes con esta enfermedad,
especialmente con métodos de "screening" no invasivos confi ables, como el Eco Doppler
Color, es de vital importancia; si a esto agregamos el manejo adecuado de la hipertensión
(reducir la tensión arterial a 130/80 o menos evitaría 3 de cada 4 A.C.V. (11)), así como de la
fibrilación auricular, la ateromatosis aórtica y fuentes comunes de cardioembolia (12),
habremos dado un gran paso en la prevención primaria del A.C.V. isquémico (13).
Entre estos marcadores tal vez el más promisorio es el de la evaluación de la pared arterial
(especialmente la pared distal de la carótida primitiva) con ultrasonidos; este método permite, al
detectar un engrosamiento en el "escenario" de depósito de lípidos (el espesor íntima-media) y
cuantificarlo en décimos de mm, determinar un riesgo aumentado, proporcional a la magnitud
del mismo; miles de pacientes, agrupados en distintos estudios observacionales (25-34)
correlacionan este hallazgo ecográfico con los factores de riesgo, con la prevalencia y la
incidencia de enfermedad en otros lechos vasculares: infarto de miocardio, ACV o enfermedad
isquémica de miembros inferiores; también se demostró una estrecha correlación con la
regresión con terapéutica (35-40) y aún qué enfermos tratados con estatinas tenían riesgo de
evolución favorable (41).
Prevención Secundaria:
El manejo del enfermo vascular periférico requiere no sólo del conocimiento de la historia
natural de la patología, la detección, valor relativo y modificación de los distintos factores de
riesgo (a través de Programas de cambios de hábitos de vida y terapéuticas específicas) sino
también el cuidado del miembro afectado (lo que incluye una adecuada instrucción al paciente
y sus familiares), y el uso de drogas:
Además del conocimiento básico imprescindible de la patología vascualr periférica que permita
una adecuada anamnesis y examen físico, la Medicina Vascular requiere de la utilización de
Técnicas Diagnósticas Específicas como la obtención del Índice Tobillo-brazo, la Medición
Segmentaria de Presiones, el EcoDoppler Color Arterial, Venoso y Protésico, el Doppler
Transcraneal, etc; estos métodos requieren de un extenso conocimiento de la Anatomía de
cada lecho vascular y de sus variantes, de la hidrodinámica de la Circulación Vascular
Periférica Normal y patológica y de la Física de los Ultrasonidos en el cuerpo humano.
Una vez decidida la intervención, la evaluación preoperatoria del riesgo quirúrgico global es
fundamental; también la evaluación de los distintos lechos a intervenir: carótidas, vertebrales y
estado de la circulación intracraneal, subclavias, arterias mamarias internas, venas safenas,
mapeo flebográfico prequirúrgico, circulación de miembros inferiores (brindando información
funcional complementaria a la angiografía, etc.).
Sigue el monitoreo intraoperatorio (uso de los ultrasonidos para evaluar los puentes mamarios,
del Doppler Transcraneal para detectar embolia durante el bypass aortocoronario o la
endarterectomía o angioplastia carotídeas, etc.), así como el cuidado del postoperatorio
inmediato y mediato; la indicación y uso de trombolíticos en las obstrucciones agudas
arteriales, venosas y protésicas.
Luego el paciente debe ser seguido en forma alejada de la intervención, lo que comprende
controles periódicos con los métodos de diagnóstico adecuados, la elaboración de Programas
de Modificación de Riesgo y de Terapéutica no Medicamentosa (Ejercicios programados), el
uso de Drogas específicas, etc.
Artículos futuros:
Este es primero de una serie de artículos sobre la parte básica y temas de interés relacionados
con la E.V.A.. El primero de los artículos sobre enfermedades vasculares periféricas se referirá
a las bases físicas de la circulación periférica normal y patológica, es decir la explicación
teórica que permite comprender muchos aspectos del origen, localización, historia natural y
hallazgos en los métodos de diagnóstico de la misma.
El segundo, sobre la integración, utilidad e indicaciones, así como los requisitos técnicos del
Laboratorio Vascular Periférico, incluyendo la interpretación de un método de diagnóstico muy
útil en estas patologías: el Eco Doppler Color (cuándo pedirlo?; está técnicamente realizado en
forma correcta? qué me debe informar el operador?). El tercero, trata sobre la enfermedad
carotídea arteriosclerótica, con un análisis de los grandes trabajos multicéntricos (N.A.S.C.E.T.,
E.C.S.T., A.C.A.S., etc.), cuyas conclusiones son imprescindibles para la toma de decisiones
en esta época de "Medicina basada en la evidencia". Luego se publicará en forma de capítulos
la actualización sobre "Isquemia Crónica de Miembros Inferiores", (ver más adelante), que
tratarán sobre epidemiología, factores de riesgo, signifi cado clínico, tratamiento médico (no
farmacológico y farmacológico), intervencionista y quirúrgico, así como temas relacionados: la
evaluación del riesgo quirúrgico del enfermo vascular periférico y un síntoma acompañante
muy frecuente: la disfunción sexual eréctil. Más adelante se publicará otro sobre la trombosis
venosa profunda, una patología muy frecuente entre nuestros pacientes y en la que se han
producido adelantos en el diagnóstico y la terapéutica. Posteriormente, se publicará un artículo
que tratará aspectos de un área de mucho interés actual: cómo identificar a aquellos pacientes
que todavía no se infartaron (el 96% de la población adulta, según el estudio Framingham) pero
que comparten el riesgo de aquellos que sí lo hicieron (más del 2% al año), es decir, lo que se
denomina "identifi cación de los pacientes de alto riesgo en Prevención Primaria" y la ayuda de
los distintos métodos no invasivos de evaluación de la pared arterial en ese sentido.
Existe una gran cantidad de pacientes portadores de Isquemia Crónica de Miembros Inferiores
(I.C.M.I.), la mayoría asintomáticos; gran número de ellos padecen de cardiopatía isquémica,
manifi esta o silente, es decir que muchos constituyen un porcentaje importante de los
pacientes que concurren al consultorio del Clínico y del Cardiólogo, quienes deberían conocer
los medios de diagnóstico clínico y aquellos métodos de laboratorio vascular no invasivos a
solicitar para detectar la presencia y confi rmar la extensión de esta enfermedad en cuestión.
Otro de los aspectos destacados es que estos pacientes tienen en general, y librados a la
evolución natural de la misma, mal pronóstico, aún los asintomáticos, y la causa de muerte en
los dos tercios de ellos es precisamente la cardiopatía isquémica, como así también que en el
90% de ellos la misma se debe a un evento vascular asociado en otro lecho (coronario,
vasculocerebral, aneurisma de aorta abdominal); la mayoría de estos eventos que le costarán
la vida al paciente vascular periférico son prevenibles y muchas veces curables con
medicación, intervencionismo o cirugía, por lo que conocer cómo hacer un diagnóstico precoz
(lo cual empieza con la sospecha) es un elemento clave. Lamentablemente, el conocimiento de
la historia natural y de los elementos para el diagnóstico por parte de los clínicos y cardiólogos
es escaso, debido fundamentalmente a vicios en los programas de formación y entrenamiento;
este tema ha sido recientemente destacado por las asociaciones cardiológicas internacionales,
como el American College of Cardiology (1,8-9) y locales (2,42). La existencia de Comités de
Enfermedades Vasculares Periféricas en las Asociaciones Internacionales de Cardiología
implica un reconocimiento a la importancia que esta patología tiene entre los pacientes,
estableciendo una clara evolución conceptual respecto del pasado. El hecho de que en los
Congresos de las distintas especialidades afines a la Cardiología el espacio dedicado en los
Programas Científi cos al Diagnóstico y Tratamiento de la Patología Vascular Periférica es cada
vez mayor es otra demostración de ello. Lo es también la publicación en la Revista de
Cardiología de Costa Rica de una Sección permanente dedicada al vasto, apasionante y
rápidamente evolutivo universo de las enfermedades vasculares, entre los que estarán, como
ya se escribió, una serie de capítulos de revisión dedicados a la Isquemia Crónica de los
Miembros Inferiores (I.C.M.I.), implicando un consenso actual sobre los aspectos básicos en
diagnóstico y terapéutica de la misma. La prevalencia de la enfermedad vascular periférica se
está incrementando constantemente, debido al aumento de la edad de la población, de la
sobrevida de la cardiopatía isquémica y de la incidencia de los factores de riesgo (F.R.) específi
cos, como el cigarrillo y la diabetes, estando actualmente cerca del 30% de la población en
riesgo (43); recordemos lo que ocurre con dos de sus grandes F.R., la edad y la diabetes; de la
primera debemos recordar que, en Estados Unidos, la franja de población que mayor
crecimiento sufrió en los últimos años fue la de los gerontes mayores de 85 años; respecto de
la segunda, recordemos que se espera una duplicación del número de diabéticos adultos en los
próximos veinte años; también debemos destacar el hecho lamentable del incremento del
número de fumadores (cigarrillo y enfermedad vascular periférica son inseparables, como se
verá) entre los adolescentes del secundario, es decir de los futuros fumadores.
3) Detección y estudio de los pacientes de alto riesgo para E.A.P.: Fumadores, diabéticos,
hipertensos.
4) Aumentar el número de los pacientes con E.A.P. Sintomáticos que reciben tratamiento.
Yendo más allá, el Dr. Fuster denomina "un Problema de Salud Pública" a la asociación de una
enfermedad cada vez más numerosa y al escaso -y constante- número de Médicos capaces de
enfrentarla, así como al hecho preocupante de la ausencia de programas de Posgrado para
formar a dichos Especialistas.
Esta serie de Capítulos pretende cumplir con estos cinco objetivos. Muchos de los tópicos que
serán tratados derivan del Consenso T.A.S.C. de las Intersociedades Transatlánticas,
norteamericanas y europeas, publicado recientemente(14), con el agregado de algunos
aspectos que se consideran importantes, relacionados con la I.C.M.I. (ej. Disfunción Sexual
Eréctil, evaluación del riesgo quirúrgico en los pacientes portadores de I.C.M.I.) y con la
actualización lógica ocurrida en el lapso desde su publicación, fundamentalmente en el
diagnóstico (ej. adelantos en Eco Doppler Color) y en la terapéutica (especialmente drogas
específi cas). También, defi nimos tres grupos de pacientes portadores de I.C.M.I. (y no dos
como en el Consenso T.A.S.C): los portadores de enfermedad aortoilíaca, y una clara
subdivisión de los que padecen enfermedad "femoropoplítea": aquellos con
enfermedad femoropoplítea y los que poseen enfermedad infrapoplíte a, basándonos en
diferencias en la edad de presentación, en la etiología (F.R.) diferente, en la distinta frecuencia
de asociación con la claudicación (C.I.), en la diferente historia natural de la enfermedad y en la
asociación con patología en otros lechos vasculares, con el pronóstico de vida de estos
pacientes, y, finalmente, con la terapéutica.
Conclusiones
Referencias
Es más frecuente a partir de los 40 años, aunque puede aparecer a cualquier edad.
¿Cómo se mide?
La presión arterial se mide mediante unos aparatos llamados esfingomanómetros,
popularmente conocidos como tensiómetros, que deben someterse a las validaciones y
homologaciones reglamentarias. Antes de usarlo confirma que tu aparato está validado en
esta página web. Para que la medida obtenida sea correcta debes seguir una serie de
indicaciones:
Como la presión arterial cambia a lo largo del día y de la noche, haz la medición siempre
a la misma hora.
Busca una habitación tranquila, sin ruidos ni interrupciones, con una temperatura de 20-
25º C.
Debes estar relajado. No beber, comer, fumar ni hacer ejercicio físico la media hora
anterior.
Si el tensiómetro es de brazo, coloca el manguito dos o tres centímetros por encima del
codo. Deja la palma de la mano boca arriba y el codo lígeramente flexionado a la altura del
corazón.
Realiza dos mediciones separadas al menos dos minutos y quédate con el resultado de la
media de ambas.
Método oscilométrico
El método auscultatorio necesariamente se tiene que hacer de forma manual, mediante
un estetoscopio y un brazalete inflable conectado a un manómetro que es el aparato que
mide la presión. Se basa en los sonidos de Korotkoff. Cuando el brazalete de un
esfigmomanómetro se coloca alrededor del brazo de un paciente, y se insufla hasta
alcanzar una presión por encima de su presión sanguínea sistólica no habrá un sonido
audible, ya que el brazalete impide el flujo de sangre por la arteria. Cuando se va
desinflando progresivamente, en el momento en el que la presión en el manguito se iguala
a la presión sistólica, se empieza a escuchar un ruido (primer sonido de Korotkoff). Cuando
la presión en el manguito cae por debajo de la presión diastólica, los sonidos dejan de
escucharse y es en ese momento cuando se determina la presión arterial diastólica. Este
método requiere de personal entrenado en escuchar los sonidos, un ambiente silencioso y
unos aparatos de medida adecuados.
El método oscilométrico es el que utilizan los aparatos automáticos. En este caso, en
contraste con el método auscultatorio, que se basa en la detección de sonidos Korotkoff, el
método oscilométrico se basa en la detección de las oscilaciones causadas por la sangre a
medida que comienza a fluir de nuevo en la extremidad (detector de presión electrónico).
Cuando el manguito se infla por encima de la presión arterial sistólica no hay cambios de
presión; pero cuando se desinfla hasta el nivel de la presión arterial sistólica, comienza a
haber un flujo que provoca oscilaciones detectables por el aparato. Como la presión del
aire se libera lentamente desde el manguito, la amplitud de estas oscilaciones pulsátiles va
aumentando hasta un máximo, y posteriormente disminuye a medida que el flujo de sangre
a la extremidad se normaliza. El aparato realiza la determinación de las cifras basándose
en el incremento de la amplitud de las oscilaciones en el caso de la presión arterial
sistólica; y con el punto en el que las oscilaciones tienden a estabilizarse para la presión
arterial diastólica. Estas mediciones son a menudo menos precisas cuando se comparan
con las medidas de auscultación, por eso es muy importante que los aparatos sean
calibrados y validados.
Presión arterial normal-alta. Las cifras de presión arterial sistólica (máxima) están entre
130-139 mmHg, y las de diastólica (mínima) entre 80-89 mmHg. En personas
diabéticas, los niveles superiores a 140/85 mmHg también se consideran altos.
¿Existe la presión arterial compensada?
Se puede hablar de presión arterial alta, normal o baja, pero nunca de compensada o
descompensada. A nivel práctico, estas tres posibilidades resultan negativas:
Cuidado con el alcohol. El consumo moderado de alcohol (un vaso de vino al día en las
comidas) puede ser beneficioso, pero si es excesivo provoca el incremento de la presión
arterial y otras alteraciones perjudiciales el corazón y otros órganos.
Ejercítate. La realización de ejercicio físico regular consigue bajar las cifras de presión
arterial. Además, aumenta la masa muscular y la capacidad de esfuerzo, ayuda a controlar
el peso y logra disminuir el riesgo cardiovascular.
Practica una dieta cardiosaludable. Los hipertensos deben disminuir el consumo de sal y
alimentos que la contengan. También es necesario consumir frutas, verduras, legumbres,
frutos secos, pan y otros cereales. Por último, usar aceite de oliva como grasa principal e
incrementar la ingesta de aves y pescado en detrimento de las carnes rojas.
Aunque la presión arterial se haya normalizado no hay que dejar de tomar la medicación
nunca.
Hipertensión en mujeres
Las mujeres habitualmente presentan valores de presión arterial sistólica inferiores a los
de los hombres. Sin embargo, la presión arterial sistólica aumenta con la edad de una
forma mas pronunciada en la mujer: por encima de 60 años las mujeres presentan cifras
de presión arterial superiores, incrementando la frecuencia de hipertensión es estas
edades.
Además los anticonceptivos orales producen una elevación leve de la presión arterial en
la mayor parte de las mujeres y pueden ser causa de hipertensión en una proporción
pequeña. Lo mismo sucede con el tratamiento hormonal sustitutivo.
Hipertensión y embarazo
Los trastornos hipertensivos del embarazo continúan siendo una causa importante de
problemas durante la gestación que ocasionan enfermedades en el feto y durante el
periodo neonatal. Normalmente, la presión arterial disminuye en el segundo trimestre y
en el tercer trimestre, las cifras suelen volver a los valores previos al embarazo. Estas
modificaciones pueden aumentar en algunos caso y ser causas de complicaciones, por lo
que resulta de extraordinaria importancia el control de las cifras de presión arterial durante
esta etapa.
Hipertensión en ancianos
Como la presión arterial sistólica se eleva con la edad, se ha considerado durante
mucho tiempo que es normal que en edades avanzadas se tenga la presión elevada.
Actualmente se conoce que las cifras de presión arterial se recomienda que deben de
mantenerse dentro de rangos normales a todas las edades para disminuir el riesgo de
complicaciones cardiovasculares, sin embargo en pacientes más ancianos podemos tener
una presión hasta 150 mmHg, valorándose individualmente.