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No es un chiste
Podría parecer el título de un chiste, pero, por sorprendente que
parezca, las abejas y las matemáticas tienen una relación muy
estrecha. No es algo nuevo, de hecho se remonta al 36 a.C. Un ejemplo
más de que el ser humano ha sentido fascinación e interés por estos
pequeños insectos desde el origen de los tiempos.
En aquel año, el erudito romano Marco Terencio Varrón registró una
teoría que se llamó la conjetura del panal de abeja. El matemático
Pappus de Alejandría la refrendó en el siglo III y, en cierto modo, se
llevó gran parte de la gloria porque se le suele atribuir a él.
«Don» de abejas
Era lógico que matemáticos como Marco Terencio Varrón y Pappus de
Alejandría se preguntasen el porqué del hexágono. Las abejas
también podrían dividir la colmena en cuadrados y triángulos sin
que de esta manera desaprovecharan ni un ápice del espacio. Pero,
sin embargo, su intuición animal, inteligencia, don o aquello que tengan,
les hizo discernir que había una forma mejor de almacenar más miel
gastando menos cera para elaborar las celdillas.
CAMBIO CLIMÁTICO: “Si continúa el declive de los polinizadores silvestres, corremos el riesgo
de perder una proporción sustancial de la flora mundial” (Ollerton et al, 2011).
Matemáticas y abejas: La relación aúrea, se puede encontrar entre el número de abejas macho
y hembras de un panal. Para un insecto como la abeja, la simetría es fundamental para su
supervivencia. “Marcus du Satoy”
Geometría de las celdas: Thomas C Hale, en 1999, demostró la Conjetura del Panal: ”Entre las
infinitas elecciones de diferentes estructuras que las abejas podrían haber construido los
panales, los hexágonos son los que usan la cantidad mínima de cera para crear el máximo
número de celdas”