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6 de septiembre de 2019

La familia ante la ansiedad de un ser


querido

Los familiares y amigos de las personas que sufren problemas de ansiedad se


encuentran ante una situación que, en muchas ocasiones, no saben cómo manejar.
Esto puede conducirles a sentirse confundidos y frustrados. Conviene saber cómo
actuar para prestar la ayuda adecuada y evitar actitudes o intentos de solución
fallidos que contribuyen a intensificar y perpetuar el problema.

Es muy habitual que la persona que padece un problema de ansiedad manifieste


cambios en su comportamiento. Dichos cambios pueden ser una consecuencia de
la ansiedad, o bien, pueden responder al intento de disimular o esconder el
problema (en caso de que la persona sienta vergüenza, miedo al rechazo, o no
quiera otros se preocupen). Algunos ejemplos de dichos cambios de
comportamiento pueden ser: la disminución del interés por realizar determinadas
actividades, las excusas, la irritabilidad, los cambios en el humor, el retraimiento,
la evitación de algunas situaciones, búsqueda de mayores condiciones de
seguridad, actitudes defensivas (vigilancia, suspicacia, susceptibilidad).

Conviene seguir algunas recomendaciones:

1. Informarse. Conocer qué es la ansiedad y como se manifiesta. El


conocimiento aumenta la comprensión y facilita la toma de decisiones.
2. Escuchar de forma activa a la persona que sufre de ansiedad, intentando
comprender qué es lo que está pasando, sin desacreditarla, culparla, ni
desconfiar de ella. Él no ha elegido tener ansiedad.
3. Contener. Mantener una actitud comprensiva y empática hacia la otra
persona. Hablar de los miedos les hace más llevaderos.
4. Evitar la trivialización y la descalificación. La frustración por no saber qué
sucede, a veces conduce a juzgar o ridiculizar a quien sufre ansiedad. “A ver
si se te quita la tontería…”, “A ver si espabilas ya de una vez…”, etc., no son
mensajes que ayuden mucho al paciente.
5. No dramatizar más que el propio paciente.
6. Ayudar a objetivar las situaciones que producen ansiedad. Analizar las
situaciones de forma razonable, ayuda a redimensionar el miedo.
7. No sobreproteger como si fuera una figura de cristal. Como siempre, los
extremos no son convenientes. Ni la incomprensión y dureza, ni la
sobreprotección.
8. Animar al paciente a enfrentarse progresivamente a sus miedos y
situaciones temidas.. “Venga, vamos a intentarlo el próximo día”…”Si no
sale bien lo intentaremos de nuevo”.
9. Reforzar los avances que va consiguiendo, demostrando satisfacción y
felicitando por los esfuerzos y resultados.
10. Evitar fuentes de estrés innecesarias. Pueden actuar como disparador de la
ansiedad.
11. Buscar la ayuda externa que se necesite.

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