Los familiares y amigos de las personas que sufren problemas de ansiedad se
encuentran ante una situación que, en muchas ocasiones, no saben cómo manejar. Esto puede conducirles a sentirse confundidos y frustrados. Conviene saber cómo actuar para prestar la ayuda adecuada y evitar actitudes o intentos de solución fallidos que contribuyen a intensificar y perpetuar el problema.
Es muy habitual que la persona que padece un problema de ansiedad manifieste
cambios en su comportamiento. Dichos cambios pueden ser una consecuencia de la ansiedad, o bien, pueden responder al intento de disimular o esconder el problema (en caso de que la persona sienta vergüenza, miedo al rechazo, o no quiera otros se preocupen). Algunos ejemplos de dichos cambios de comportamiento pueden ser: la disminución del interés por realizar determinadas actividades, las excusas, la irritabilidad, los cambios en el humor, el retraimiento, la evitación de algunas situaciones, búsqueda de mayores condiciones de seguridad, actitudes defensivas (vigilancia, suspicacia, susceptibilidad).
Conviene seguir algunas recomendaciones:
1. Informarse. Conocer qué es la ansiedad y como se manifiesta. El
conocimiento aumenta la comprensión y facilita la toma de decisiones. 2. Escuchar de forma activa a la persona que sufre de ansiedad, intentando comprender qué es lo que está pasando, sin desacreditarla, culparla, ni desconfiar de ella. Él no ha elegido tener ansiedad. 3. Contener. Mantener una actitud comprensiva y empática hacia la otra persona. Hablar de los miedos les hace más llevaderos. 4. Evitar la trivialización y la descalificación. La frustración por no saber qué sucede, a veces conduce a juzgar o ridiculizar a quien sufre ansiedad. “A ver si se te quita la tontería…”, “A ver si espabilas ya de una vez…”, etc., no son mensajes que ayuden mucho al paciente. 5. No dramatizar más que el propio paciente. 6. Ayudar a objetivar las situaciones que producen ansiedad. Analizar las situaciones de forma razonable, ayuda a redimensionar el miedo. 7. No sobreproteger como si fuera una figura de cristal. Como siempre, los extremos no son convenientes. Ni la incomprensión y dureza, ni la sobreprotección. 8. Animar al paciente a enfrentarse progresivamente a sus miedos y situaciones temidas.. “Venga, vamos a intentarlo el próximo día”…”Si no sale bien lo intentaremos de nuevo”. 9. Reforzar los avances que va consiguiendo, demostrando satisfacción y felicitando por los esfuerzos y resultados. 10. Evitar fuentes de estrés innecesarias. Pueden actuar como disparador de la ansiedad. 11. Buscar la ayuda externa que se necesite.