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Los contaminantes del suelo se presentan en forma sólida, gaseosa o líquida, siendo
esta última la más frecuente. Una vez el contaminante entre en contacto con el suelo
puede ser degradado por los organismos presentes, adsorbido por los coloides o
transportarse por los espacios porosos del suelo hasta los mantos acuíferos,
afectando el recurso hídrico. En este sentido la permeabilidad del suelo, medida a
partir de su conductividad hidráulica, determinará en gran medida el flujo y transporte
de la sustancia dentro del perfil del suelo.
Por el contrario, en suelos de texturas finas (Arcillosos y Franco Arcillosos) así como
de altos contenidos de materia orgánica, los contaminantes pueden quedar retenidos
debido a la tensión ejercida por la superficie específica de éstos coloides. Si bien es
una ventaja que los contaminantes no pasen a los mantos acuíferos del suelo, se
generan otros impactos en los horizontes superiores ya que allí se desarrollan las
raíces de las plantas y la biota del suelo, pudiendo causar problemas de toxicidad y
bioacumulación de contaminantes.
Dispersión
Los contaminantes disueltos en el agua de infiltración son transportados a través de la
zona no saturada hasta los acuíferos, que constituyen sistemas heterogéneos
formados por una matriz sólida, en la que existen multitud de poros interconectados
rellenos de fluidos (agua o aire). La dispersión se refiere a la extensión de la
contaminación que se produce a medida que avanza el agua subterránea en la
dirección del flujo (dispersión longitudinal). Igualmente ocurre dispersión transversal en
los ejes perpendiculares a dicha dirección. La dispersión origina la mezcla física con
agua no contaminada, por lo que puede considerarse como un mecanismo de dilución.
Desde el punto de vista de la evaluación de riesgos presenta un interés notable,
debido a que explica el motivo por el cual los contaminantes pueden alcanzar un punto
de exposición antes del tiempo calculado a partir de la velocidad media del agua.
La dispersión se debe tanto a efectos microscópicos como macroscópicos, siendo los
primeros debidos a la diferente velocidad del agua en los bordes y en el centro de los
poros, lo que genera la desviación de las líneas de flujo de su trayectoria y la
consiguiente variación en la velocidad media del fluido a través de los mismos. A
escala macroscópica, la existencia de heterogeneidades en la masa de agua
subterránea provoca un efecto similar.
La medida y cuantificación de la dispersión es una fuente importante de incertidumbre
en los modelos de transporte de contaminantes, especialmente en el caso de
acuíferos con permeabilidad debida a porosidad secundaria (rocas fracturadas).
Difusión
La difusión es un proceso físico irreversible por el cual las partículas de un
contaminante se desplazan de zonas de mayor concentración a zonas de menor
concentración. Es un proceso que tiene lugar siempre que exista un gradiente de
concentraciones, incluso aunque no se produzca ningún otro fenómeno (en ausencia
de flujo).
En la práctica es difícil medir su magnitud de forma independiente, por lo que suele
agruparse con la anterior en un término que se denomina dispersión hidrodinámica.
Suele ser despreciable, excepto para bajas velocidades de flujo.
Advección
El término advección se refiere al movimiento originado por el flujo de agua
subterránea. Su cálculo se basa en la Ley de Darcy. Desde el punto de vista
matemático se expresa como el producto escalar del vector velocidad por el gradiente
de concentraciones.
Evaluación