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PSICOTERAPIA ERICKSONIANA
El legado de Milton H. Erickson a la Psicoterapia Actual

Ps. Mario Pacheco León


Instituto Milton H. Erickson de Santiago
© Reg. Propiedad Intelectual N° 126.435
2002 2
A Francisca…
gracias por la vida
que construimos día a día… 3
Agradecimientos
Este volumen es la concreción de una idea que surgió en una conversación con el colega Dr. Omar Chogriz, Co-Director del
Instituto Milton H. Erickson de San Luis, Argentina, durante el 2° Encuentro de Psicoterapeutas Ericksonianos del Cono Sur, realizado en
Santiago, en Mayo de 2001. Juntos pensamos los objetivos de algunos de los capítulos de este libro y acordamos escribirlo en
coautoría. Sin embargo, otras labores ocuparon el tiempo de Omar, de modo que asumí yo solo la tarea de redactarlo.
Muchas de las ideas tratadas en los diversos capítulos pueden rastrearse hasta las reuniones del “Grupo del Sábado”, un grupo
de estudios que sesionó en los años 1998 y 1999 en mi anterior casa en Santiago. Agradezco a los psicólogos Patricio Elgueta, Italo
García, José Miguel Cortés, Mauricio Cuevas, Marcos Fuentes y Juan Pablo Díaz, las fructíferas discusiones, el intercambio de ideas y la
búsqueda de una integración en los enfoques de terapia breve, que ocuparon nuestro tiempo en ese memorable Grupo. Agradezco
también el constante apoyo, estímulo y amistad desinteresada de esos amigos.
También han contribuido a este volumen, las conversaciones y el intercambio intelectual con mis colegas del Instituto Milton H.
Erickson de Santiago, psicólogo Sebastián Castro y María Elena Viveros.
Agradezco a mi amiga, la Licenciada Sandra Ostropolsky, de Mendoza, su constante apoyo, acicate intelectual y su amistad
incondicional que me ha acompañado por más de una década, y que nos ha unido en la búsqueda de conocimiento operativo para
fortalecer a quienes solicitan nuestra ayuda terapéutica.
Agradezco al Doctores Ernest L. Rossi, Michael D. Yapko, Jeffrey K. Zeig y Scott D. Miller, sus semillas en los distintos
Seminarios que han dictado en Santiago, y que me han motivado a profundizar en sus ideas y trabajar en la sistematización del
“enfoque ericksoniano” y en su integración con los distintos enfoques de terapia breve.
Agradezco a todos los alumnos con los que he trabajado en Santiago, Concepción, Talca, San Luis y Mendoza, sus interesantes
interrogantes que han mantenido vivo en mí el interés por desentrañar y hacer accesibles a los psicólogos latinoamericanos las ideas de
Erickson y sus seguidores.
Y especialmente agradezco a los pacientes que han acudido a mi consulta, y que sin saberlo me han permitido entregarles
distintas estrategias y crear junto a ellos terapias que les han posibilitado un mejor pasar por esta vida. Sin la práctica de la psicoterapia
con esas innumerables personas jamás hubiese podido descubrir mi capacidad para empatizar con ellos y la gracia de mi creatividad… 4
Introducción
Como muchos de mis colegas, supe de Milton H. Erickson a través de la lectura de Terapia No Convencional de
Haley. Realmente quedé impactado con ese volumen, pero ¿dónde o con quién podía aprender esa terapia tan
inusual y la “hipnosis” a la cual hacía referencia el autor? Además, mi dominio del inglés era más que pésimo y
veía como algo imposible conseguir traer a Chile el texto anterior de Haley, Advanced Techniques of Hypnosis
and Therapy: Selected Papers of Milton H. Erickson, publicado en 1967.
Mientras escribo esta Introducción en un Notebook en el año 2002 –muy distante del año 1984 en que
Erickson vía Haley cayó a mis manos– escuchando el CD Dreams de Kitaro a través de la misma computadora
portátil a la cual está conectado a un ya no tan actual, pero muy usado, Subwoofer, vine a mi mente la
verdadera odisea y acecimiento de hechos fortuitos (“¡sincrónicos, Mario, sincrónicos!”, me diría Carl Jung),
que me llevaron a escribir este volumen.
Al igual que el aprendiz de “brujo”, entendiendo poco o casi nada del “arte” del “maestro”, intenté osadamente
emular a Erickson en un caso clínico, y ¡suerte de principiante! las cosas funcionaron. Y digo “suerte de
principiante”, porque nada menos que usé un acercamiento de “shock psicológico” con esa cliente, y la terapia
fue maravillosamente breve y exitosa. Sin embargo, ya que en mi trabajo profesional he intentado ser “serio” y
actuar informadamente, y no “consumo” modas, decidí abstenerme de imitar a Erickson de ahí en adelante.
Cuando poco meses después tuve la fortuna de leer y estudiar la fotocopia del libro Cambio de Watzlawick y
sus colaboradores, aunque Erickson “prefaceaba” ese libro, no logré encontrar ninguna similitud entre lo que
allí estaba escrito y el fabuloso texto de Haley.
En el año 1988 tuve la oportunidad de integrarme a un Grupo de Estudios de “Hipnosis Ericksoniana” dirigido
por Dorothy Bowie, norteamericana avecindada en Chile desde hacía casi 40 años. A través de la delicadeza y
ternura de Dorothy, pude comenzar poco a poco a adentrame en la vasta obra de Erickson.
No cabe duda que comenzamos a estudiar a Erickson como comenzaron todos sus discípulos… atraídos por la
palabra mágica “hipnosis”. Claro que en lugar de tener que peregrinar a Phoenix, bastaba con fotocopiar y
comenzar a estudiar los innumerables volúmenes que Dorothy traía de Estados Unidos… ¡los Collected
Papers!... ¡Hypnotherapy!, y muchos más. Ahí comencé a percatarme que hacer hipnoterapia no era nada de
fácil, a la vez que toda la literatura estaba en inglés… Así fue como comencé a enseñarme a traducir para
poder leer esos textos y compartir mis descubrimientos con mis colegas en el grupo de estudios. 5
La lectura de los artículos en el idioma original de Erickson, además de mostrarme que había sido pésimamente
traducido al castellano, me permitió percatarme de la extraordinaria agudeza y sensibilidad de ese terapeuta.
Incluso recuerdo una noche en que soñé que iba a atenderme con Erickson en su casa… yo estaba en la sala
de espera, muy ansioso por esa visita… creyendo que Erickson con sólo mirarme sabría todo lo importante de
mi caso… desperté antes que me atendiera… sin embargo, me pregunto, ¿qué procesos curativos habré
colocado en marcha yo mismo sin percatarme en esa espera interminable…?
Podría afirmarse que el camino que recorrimos los miembros del Instituto Milton H. Erickson de Santiago ha
sido una verdadera senda histórica: aprendimos los primeros “pases” lingüísticos hipnóticos de la mano de
Grinder y Bandler (Trance-Formation); luego nos apoyamos en Ernest Rossi (Hypnotic Realities e
Hypnotherapy), para continuar el estudio de los fenómenos hipnóticos con Michael Yapko en su, ya clásico,
Trancework. Y de ahí saltamos a The Answer Within de los Lankton y sus Tales of Enchanment. También me
“devoré” Mi voz irá contigo de Rosen y Un seminario didáctico con Erickson de Zeig.
Sin embargo, ¿qué relación tenia todo eso con los artículos en los cuales Watzlawick hablaba de la
“hipnoterapia sin trance”? Ni Rossi, ni Zeig, Yapko o los Lankton –para que mencionar a Grinder y Bandler, y a
Rosen–, ¡ni el mismo Watzlawick! lograban mostrarme de modo didáctico la relación entre la terapia de
Erickson y el modelo desarrollado en el MRI.
Cuando logramos formar nuestro Instituto en 1991, comenzamos, como era obvio, a enseñar la “hipnosis
ericksoniana”, y muy lentamente comenzamos a vislumbrar que Erickson era un estratégico del MRI en lugar
de un hipnotista inusual.
Tuve la comprensión que andábamos por el camino errado cuando trajimos a Yapko a Chile en 1996 a dictar
un curso que titulamos “Hipnosis y depresión” (¡que nombre más absurdo!)… Cuando peregrinamos a Phoenix
al 5° Congreso Ericksoniano en 1992, en ese viaje, además de ser una experiencia inolvidable para mi, el
contacto con todos los grandes de la “hipnoterapia ericksoniana” y de la terapia estratégica no me permitió
hacer el “click” que necesitaba para comenzar a colocar en orden las piezas que no me encajaban.
Cuando en 1996 ví trabajar a Yapko algo ocurrió en mi, aunque no fui consciente de ello. La forma que venía
enseñando a Erickson en el Instituto, seminarios y en la universidad, comenzó a cambiar paulatinamente, y un
colega me hizo notar que mi discurso en las clases en Mendoza y en San Luis estaba cambiando desde que
había estado en lo de Yapko.
Y como ocurre con esos procesos internos que se incuban lentamente, mi nueva mirada del enfoque
Ericksoniano hizo su irrupción y me fue posible comenzar a integrar su hipnoterapia con los enfoques de
terapia breve.
Este volumen ha sido para mi la oportunidad de colocar por escrito en una forma “académica” las
distintas ideas que he venido desarrollando desde 1997, y que escribí junto a mis “alter ego” en Hipnópolis (el
Organo No Oficial de la Asociación de Institutos Milton H. Erickson del Cono Sur), una 6
Revista que envié por e-mail durante más de un año a mis amigos, en donde muchos de los tópicos que
analizo en este libro ya fueron esbozados en esa publicación.
Espero que este volumen permita una nueva lectura de Erickson y su legado a la Psicoterapia, lectura
que me ha permitido revitalizarme en el estudio y práctica de este “enfoque”… Actualmente no tiene sentido
denominarme “ericksoniano”… me basta con hacer una terapia que logre resultados, entregar luces y abrir
puertas a los distintos alumnos que estudian conmigo…
Requegua, San Vicente de Tagua Tagua
Mayo de 2002
Capítulo 1: Milton H. Erickson: Un pragmático inusual
La vida de Milton Hyland Erickson puede fascinar al lector que conoce sus antecedentes biográficos1;
especialmente en cómo fue capaz de transformar sus déficit en fortalezas, recuperarse de la invalidez producto
de la poliomielitis y sobrellevar los dolores crónicos como secuela de la misma.
Esos hechos nos hablan de Erickson como una persona especial, con un empuje a toda prueba; cuyo singular
estilo personal le permitió desarrollar una visión de la psicoterapia cuya novedad y frescura continúa
cautivando al mundo profesional hasta la actualidad.
Así como Erickson se ayudó en la recuperación de su poliomielitis bogando solitario en canoa por un río,
primero a favor de la corriente y después regresando a su punto de origen en contra de la corriente (Rossi,
Ryan y Sharp, 1983), pareciera que en el desarrollo de su enfoque de la psicoterapia hubiera estado bogando
en contra de la corriente principal del pensamiento psicológico de su época.
Algunos lectores pudieran pensar que ese ir contra la corriente de Erickson tiene relación, principalmente, con
su uso de la hipnosis en el tratamiento psicoterapéutico. Quienes pensaran así tendrían razón en parte; pero
eso, a mi juicio, no es lo más importante.
Cuando Erickson entró a la Escuela de Medicina en 1921 (Erickson, 2001) y obtuvo su título de médico y su
maestría en psicología en 1928 (Erickson, 2001), la psicología de esa época se debatía entre la lucha de la
psicología experimental representada por el conductismo de Watson (Rosch, 1997; Wolman, 1965) y desde la
clínica con los postulados del psicoanálisis freudiano.
Aunque Erickson comenzó sus estudios de hipnosis con Clark Hull (1923-1924) (Erickson, 2001) –quien desarrolló
posteriormente una escuela dentro del conductismo (“conductismo deductivo”; Wolman, 1965)– no se convirtió en
un conductista2. El énfasis de Erickson en la observación y descripción de los comportamientos de sus sujetos de
investigación no se relaciona con los postulados del conductismo, puesto que Erickson no fue un reduccionista.
Aunque Erickson comenzó sus primeros aprendizajes en torno a la “mente” desde la hipnosis, “la madre de la
psicoterapia” (Rossi, 1986/1993), Erickson no compartía los puntos de vista del psicoanálisis, tanto en lo que
respecta a la naturaleza de la mente inconsciente y al valor del insight en el cambio psicológico.
El conductismo y el psicoanálisis, posturas irreconciliables en su concepción del comportamiento humano, no son tan
disímiles cuando las observamos desde el punto de vista de la epistemología a la base de sus teorías. Ambas
corrientes son reduccionistas: el conductismo reduce el comportamiento humano a la fórmula E R, y el psicoanálisis
reduce todo el comportamiento a variables intrapsíquicas; a la vez que comparten dos postulados centrales de la
ciencia moderna: la existencia de una realidad (“verdad”) independiente de los observadores y la causalidad lineal
(Ceberio y Watzlawick, 1998; Hayward, 1997).
Erickson se apartó tempranamente de la psicología imperante en su época, causalista y reduccionista, y podríamos
afirmar que más bien razonaba como un fenomenólogo (Wolman, 1965), puesto que prestó atención a la
experiencia subjetiva de sus sujetos experimentales y sus pacientes. Más que buscar las causas de los
comportamientos sintomáticos o disfuncionales en todos sus pacientes, centró su interés en cómo esos
comportamientos se manifiestan o se mantienen a lo largo del tiempo.
Asimismo, se apartó de los métodos usuales de la investigación experimental en psicología; porque en lugar de
diseñar experimentos “duros”3, inspirados en la física (Hayward, 1997), más bien operaba como un
antropólogo que usaba métodos cualitativos en sus investigaciones. En este aspecto, Erickson fue un
adelantado a su época.
El pragmatismo de Erickson –que a mi juicio se relaciona con su crianza en el campo, en una familia no religiosa, en
Estados Unidos– se manifiesta en su distancia con el mundo de los teóricos (académicos) de la psicoterapia, para
interesarse en el hacer4; lo cual lo llevó a desarrollar sus innovadoras estrategias terapéuticas que hoy
denominamos “terapia estratégica.” Sin embargo, aunque Erickson no aportó explícitamente a la teoría de la
psicoterapia, sus investigaciones y sus tratamientos reportados en la literatura permiten establecer que bajo su
actuar subyacen principios básicos que lo guían.
En ciencia, los nuevos puntos de vista de los pensadores o de los investigadores son comprendidos primero
según el espíritu de su época. Como era de suponer, Erickson fue famoso primero por sus estudios del
hipnotismo; metodología de trabajo –aunque mal comprendida– que se avenía muy bien con el conductismo y
la psiquiatría de esa época. Es decir, el terapeuta actúa sobre el paciente para la
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reducción de los síntomas o para reeducarlo. La lectura de los artículos de Erickson nos permite observar a un
psiquiatra genial que asume el control de la terapia y sabe perfectamente qué decirles a los pacientes para
ayudarlos; al tiempo que sus métodos inusuales para el uso del trance hipnótico lo retratan como un
bondadoso experto en “manipulación”, en una relación muy asimétrica con sus pacientes.
No fue hasta fines de la década de los años ’50 y gracias al proyecto pionero de Gregory Bateson acerca de la
comunicación humana el cual estaba sentando las bases para un nuevo paradigma en psicología, que Erickson
puede salir del encuadre antes mencionado y ser reconocido como el psicoterapeuta genial que conocemos hoy, que
más que aportar “técnicas” a la psicoterapia, aportó una mirada revolucionaria para el desarrollo de una terapia
eficaz, y la comprensión y resolución de los problemas humanos.
Este volumen explorará en sus diversos capítulos esa mirada de Erickson, colocándose el énfasis en los
principios unificadores en su obra más que en sus aportes desde el punto de vista técnico.
Notas:
1 Jay Haley (1985) Conversations with Milton H. Erickson, M.D., Vol. 3: Changing Children and Families, (Apendix, A Biographical Conversation), p: 141-
168.
Rossi, E.; Ryan, M. and Sharp, F. (Eds.) (1983) (Introduction, Milton H. Erickson: A Biographical Sketch), p.: 1-60
Zeig, J. (1985b)
Zeig, J. and Munion, W. (1999) (Chapter 1, The Life of Milton H. Erickson), p.: 1-23
2 Recuérdese que el conductismo representado por Watson es un modelo experimental “sin consciencia” (Wolman, 1965), un modelo de “caja negra”, en
donde sólo interesan para el estudio “científico” las relaciones entre los estímulos y las respuestas (observables)
3 Cuantitativos.
4 Podría confundirse este “hacer” de Erickson con el actuar de alguien iletrado que básicamente actúa en base a su experiencia y “sentido común.”
«Aunque Erickson no era un intelectual en la forma en que usted pensaría de un académico, era ampliamente instruido. En particular, tenía una memoria
excepcional, era especialmente versado en literatura, agricultura y antropología. Al tratar a sus pacientes, a menudo usaba su conocimiento en esos
campos.» (Zeig, 1985b, p. 17-18) 9
Capítulo 2. Erickson y su estudio de la hipnosis
Erickson se encontró por primera vez con la hipnosis a la edad de 12 años cuando un amigo quiso hipnotizarlo.
Durante su segundo año en la universidad vio a Clark Hull4 hacer una demostración de hipnosis. Convenció a
uno de sus compañeros para que lo dejara “inducirle” hipnosis. Luego siguió experimentando y desarrollando
diversas técnicas para conseguir la cooperación de sus sujetos. Dio cuenta de esas investigaciones en un
seminario que siguió con Hull posteriormente (1923-1924). (Erickson, 1964/1980a; Zeig y Munion, 1999)
Erickson (1964/1980a) relata que en esos tempranos estudios con Hull, los temas de discusión se referían a la
naturaleza de la hipnosis como estado psicológico, el rol del “operador” y el sujeto, los significados de los procesos
empleados en la inducción de trance, las respuestas de los sujetos al experimentar trance, la naturaleza de la
regresión de edad, la evocación de pautas de aprendizajes previos, los procesos implicados en la mantención del
estado de trance, etc. Afirma que en esas discusiones no se llegó a ningún consenso, razón por la cual Erickson
decidió llevar a cabo sus propias investigaciones.
Erickson no publicó hasta muchos años después sus hallazgos, porque entraban en conflicto con las ideas de Hull respecto
al hipnotista: para Hull era mucho más importante lo que hacía o decía el hipnotista que los procesos internos de los
sujetos (Erickson, 1964/1980a; Erickson, 1983). «Esta fue la visión que Hull colocó en práctica en su trabajo en Yale, y un
ejemplo de ella fue su esfuerzo por establecer una “técnica estandarizada” para la inducción [de trance]. Por este término
quiero significar el uso de las mismas palabras, la misma duración, el mismo tono de voz, etc., lo cual finalizó en un
intento de provocar estados de trance comparables al hacer escuchar “inducciones en grabaciones fonográficas”, sin
considerar las diferencias individuales entre los sujetos y sus grados de interés variables, motivaciones diferentes y
variaciones en la capacidad de aprendizaje. Hull parecía desconocer que los sujetos eran personas, colocándolas a la par
con los aparatos inanimados del laboratorio, a pesar que se percataba de las diferencias entre los sujetos que podían ser
demostradas en los experimentos con el taquitoscopio. Pero, aun así, Hull demostró que los rígidos procedimientos de
laboratorio podían ser aplicados en el estudio de algunos fenómenos hipnóticos.» (Erickson, 1964/1980a, p. 3-4)
Rossi (Erickson, 1983) afirma que «Una de las características más originales y distintivas de esas tempranas
investigaciones fue la observación cuidadosa del sutil interjuego entre los mecanismos mentales del estado de vigilia y los
del estado de trance. Erickson demostró cómo los estados alterados de trance y los fenómenos del trance también eran
una parte normal de la vida cotidiana. Esta comprensión subyace en sus estudios posteriores de la psicopatología, así
como también en su desarrollo de los acercamientos naturalista y de utilización en la hipnoterapia. Erickson transformó,
de este modo, la concepción autoritaria de la hipnosis en un enfoque permisivo y facilitador. Ya no eran más sugestiones
que se imprimían en forma automática en la mente “en blanco” de una persona en trance; por el contrario, Erickson
reconoció al estado de trance hipnótico como un estado de complejidad dinámica donde las propias capacidades de la
persona podían ser utilizadas para facilitar el proceso curativo.» (p. 21-22) (Enfasis añadido)
Una vez recibido de médico y trabajando ya como psiquiatra, las primeras publicaciones de Erickson estuvieron
dedicadas al estudio de la inteligencia, matrimonio, abandono y conducta criminal (1929-1931) (Erickson,
1983).
Desde el año 1930 comenzó a publicar artículos relativos a sus investigaciones en hipnosis. A diferencia de Hull
y su método de investigación “duro”, Erickson realizó más bien estudios de campo, colocando énfasis en la
descripción de los métodos utilizados para trabajar con sus sujetos. Su secretaría tomaba notas taquigráficas
de esas sesiones experimentales, las cuales eran luego transcritas y analizadas (Rossi, 1990). Ese modo de
proceder, más antropológico que psicológico “científico”4, es una indicación del entendimiento de Erickson que
cada sujeto experimental es una persona única, idea que trasladó posteriormente al tratamiento de los
problemas psicológicos.
Las investigaciones de Erickson pueden clasificarse en las siguientes áreas4: (1) Acercamientos a la inducción
de trance y naturaleza de la sugestión hipnótica (Erickson, 1980a); (2) Alteración de las experiencias
sensoriales, perceptuales y procesos psicofisiológicos (Erickson, 1980b); y (3) Investigación de procesos
psicodinámicos (Erickson, 1980c).
Trataremos cada área por separado, resaltando los aportes y características distintivas del trabajo de Erickson
en cada una de ellas. 10
Acercamientos a la inducción de trance y la naturaleza de la sugestión hipnótica
Desde los inicios de sus estudios de la inducción de trance hipnótico, Erickson comenzó a aplicar su idea que
cada persona era única, por lo cual el hipnotista debía individualizar sus acercamientos, colocando énfasis en la
incorporación del estilo particular de respuesta del sujeto en el procedimiento usado/co-construido: utilización.
A diferencia de las primeras teorías acerca de la hipnosis en el siglo XX, donde se la consideraba una forma de
sueño (“inhibición cortical”, desde el punto de vista pavloviano), Erickson consideraba al estado hipnótico como
un estado alterado de consciencia4, experimentado como una intensa estrechez del foco de atención del sujeto.
(Erickson, 1983)
En el contexto de la inducción de trance, la utilización se refiere a los distintos métodos individualizados para
fijar la atención de los sujetos. Erickson y Rossi (1976/1980) teorizan que una vez que la atención está
focalizada, el proceso es continuado por una debilitación espontánea de los esquemas mentales que permiten
la orientación de realidad y que el hipnotista debilita aun más.
Los aportes más originales de Erickson a la inducción de trance son la descripción de diversos métodos
individualizados para la inducción de trance que utilizan el estilo peculiar de respuesta, entendimientos y
motivaciones de los sujetos (Erickson, 1958/1980a, 1959/1980); y que Erickson define del siguiente modo:
«Acercamiento naturalista significa la aceptación y utilización de la situación de encuentro, sin esforzarse en
reestructurarlo» (1958/1980, p. 168) (Énfasis añadido)
En 1959, Erickson escribió:
«En las técnicas más comunes de inducción de trance, el procedimiento está basado primariamente en alterar la actividad del sujeto en
ese momento y darle instrucciones para diferentes formas de comportamiento. Así, puede decírseles a los sujetos que se sienten en una
silla, en forma quieta y cómoda, que fijen su mirada, relajen progresivamente sus cuerpos y desarrollen un estado de trance. O puede
pedírseles que cierren sus ojos y desarrollen una imaginería hasta que se desarrolle el estado de trance. En forma similar, en la técnica
de levitación de la mano, como una forma de inducir un trance se sugiere un interés en los aspectos experienciales de la situación y el
desarrollo de actividad ideomotora4.
Dichas técnicas requieren de la aceptación y cooperación con las formas de comportamiento sugeridas o impuestas externamente, las
cuales pueden ser activas o pasivas. La resistencia o el rechazo de este comportamiento impuesto pueden requerir que el operador
disponga de otra técnica que sea más fácilmente aceptable o placentera para los sujetos.
[…] Sin embargo, hay otro tipo de paciente que realmente necesita hipnosis, pero no responde y es resistente a las técnicas de inducción
usuales. Aunque esto se encuentra con mayor frecuencia en la práctica de la psicoterapia, no es infrecuente en la práctica médica general y la
odontología, y se juzga que [esos sujetos] no son adecuados para el uso de hipnosis. Esos pacientes no desean aceptar ningún comportamiento
sugerido, hasta que su propia resistencia o comportamiento contradictorio u oposicionista haya sido tomado en cuenta por el hipnotista. Debido
a su condición física, estados de tensión o ansiedad, interés intenso, preocupación o absorción en sus propios comportamientos, ellos son
incapaces de cooperar en forma activa o pasiva para permitir una alteración en su comportamiento. Para esos pacientes las Técnicas de
Utilización sirven para tomar en cuenta en forma adecuada sus necesidades especiales. Pero esas mismas técnicas son fácilmente aplicables a
los pacientes comunes y con frecuencia sirven para facilitar el proceso de inducción de trance en el paciente promedio.
Esas técnicas son en esencia no más que una simple inversión de los procedimientos usuales para inducir hipnosis.» (Erickson,
1959/1980, p. 177-178)
Erickson desarrolló, además de esas estrategias “invertidas”, numerosos acercamientos que tomaban en
consideración las creencias y expectativas de los sujetos hacia la hipnosis.
El análisis de los “métodos” de inducción naturalista de Erickson, muestra que consisten básicamente en el
desarrollo de una tendencia a aceptar lo que el hipnotista dice; y esto se consigue con la descripción del
comportamiento del momento del sujeto, el cual es innegable; una vez que el hipnotista se percata a través del
comportamiento observable del sujeto (señales mínimas) que éste está siguiéndolo, comienza entonces a
estructurar frases que tienden a confundirlo y a evocar una mayor disposición a responder a esas sugerencias. Por
lo tanto, estos métodos naturalistas requieren de una aguda capacidad de observación del hipnotista y su
adaptación a los cambios que puedan ocurrir en el ambiente del momento o en el comportamiento visible del sujeto.
Las técnicas de utilización de Erickson, también requieren de una aguda capacidad de observación y
comprensión del estilo peculiar de respuesta del sujeto, para estructurar sugerencias que acojan ese modo de
interactuar de la persona.
Esta metodología desarrollada por Erickson se aparta dramáticamente de los enfoques tradicional y
estandarizado de la hipnosis (Gilligan, 1987; Yapko, 1990), en donde el sujeto participa cooperando
pasivamente con el hipnotista haciendo realidad los comportamientos sugeridos. En el enfoque de Erickson, el
proceso de inducción de trance es un proceso interaccional (Haley, 1966) en donde el 11
hipnotista y su sujeto son activos en el procedimiento. El hipnotista adapta su comportamiento al del sujeto, el
cual responde modificándolo e influenciando al hipnotista, el cual responde modificando su comportamiento…
Es decir, un circuito de interacciones, en donde un observador neutral no podría afirmar con seguridad quién
está induciéndole trance a quien.
Este es un aporte distintivo de los hallazgos de Erickson, puesto que saca a la inducción de trance de los
métodos rituales que solamente sirven para un porcentaje de sujetos/pacientes: aquellos complacientes ante la
autoridad, y/o realmente dispuestos a cooperar con el hipnotista.
Otro aporte es su concepción de la resistencia al trance hipnótico (y posteriormente como veremos, por extensión a
la resistencia a la terapia); ésta ya no es vista como un impedimento del sujeto para experimentar hipnosis, sino que
como un estilo peculiar de respuesta, que debe ser acogido por el hipnotista y puede ser utilizado en forma efectiva
para el logro de la experiencia hipnótica. (Erickson, 1964/1980b)
Para Erickson, el trance hipnótico es un estado especial de consciencia que intensifica la relación entre el
hipnotista y el sujeto, y focaliza la atención del sujeto en unas pocas realidades internas (Erickson y Rossi,
1976/1980), y cuyo objetivo es la extracción de comportamientos que el sujeto pueda definir como
involuntarios.
Esas respuestas involuntarias son según Erickson y Rossi (1976/1980) el resultado del proceso de: (1) fijación
de la atención, (2) debilitación de los esquemas conscientes, (3) búsqueda inconsciente y (4) procesos
inconscientes. Sin embargo, no es necesario seguir ese orden para obtenerlas, puesto que el hipnotista hábil
puede desarrollar métodos para debilitar los esquemas conscientes o promover una búsqueda inconsciente de
significados.
Erickson desarrolló recursos para ambos propósitos: inventó los métodos de confusión para la inducción de
trance y el lenguaje hipnótico indirecto.
Erickson era psiquiatra y psicólogo, de modo que en sus estudios acerca de la inducción de trance se comportaba
como un psicólogo inquisitivo de los diversos procesos a la base de los comportamientos naturales. Los métodos de
inducción de trance por confusión responden a su observación y utilización de situaciones de la vida cotidiana.
Observó que cuando a las personas se les entregaba un mensaje que no era congruente con la situación, éstas
respondían interrumpiendo su comportamiento, quedando paralizadas, con su mirada dirigida al vacío; podríamos
decir que reacomodando sus esquemas mentales para acoger y responder a ese mensaje incongruente. Erickson se
percató que en esos momentos las personas estaban prontas a cooperar con cualquier cosa que se les dijera.
(Erickson, 1964/1980c) Esta estrategia se denomina “técnica de interrupción.”
El otro método que desarrolló se conoce como “sobrecarga cognitiva” (Yapko, 1990), y consiste en comunicarse con
el sujeto en una forma adecuada a la situación, usando irrelevancias y non sequiturs; es decir, frases que tomadas
fuera de contexto tienen un significado, pero que en contexto de esa conversación confunden, distraen e inhiben el
comportamiento del sujeto, llevándolo al deseo de recibir alguna comunicación que tenga sentido, que pueda ser
comprendida y a la cual responder (Erickson, 1964/1980c).
Ambos métodos requieren de la capacidad de observación y la pronta disposición del hipnotista para usar la
situación presente; y como afirma Erickson, son una forma de humor.
Erickson desarrolló, además, dos métodos de confusión no verbal (técnicas de pantomima) (Erickson,
1964/1980d; Erickson y Rossi, 1981): “tomando la muñeca” y la técnica del “apretón de manos”4. Ambas
estrategias son un acercamiento por confusión, debido a que el hipnotista confunde al sujeto al darle suaves
toquecitos en la muñeca o en los dedos de la mano que atraen la atención de éste hacia esas sensaciones,
mientras Erickson suavemente llevaba la mano a estar suspendida en el aire, cataléptica4. La persona no se ha
percatado de ese movimiento y se encuentra con su mano y su brazo en el aire, siendo incapaz de bajarla por
si misma; fenómeno que no es usual, lo cual lo predispone a seguir cualquier indicación que le permita retomar
el control de la mano.
Hull y otros investigadores entregaban indicaciones directas a sus sujetos para la experiencia de trance u otros
fenómenos de la hipnosis4. Sin embargo, existe una tendencia en los sujetos a mediar sus propias respuestas
hipnóticas (Erickson y Rossi, 1980). Erickson se percató de ese fenómeno y desarrolló “ambientes semánticos
que facilitan la experiencia de nuevas posibilidades de respuesta.” (Erickson y Rossi, 1979, p. 19): las
sugestiones indirectas.
Las sugestiones indirectas poseen las siguientes características: (a) Posibilitan que la individualidad,
experiencias vitales previas y potenciales singulares de respuesta del sujeto se manifiesten; (b) Los
dinamismos del aprendizaje están implicados en un nivel más inconsciente, y (3) Tienden a burlar la 12
crítica consciente. (Erickson y Rossi, 1980). «Las formas indirectas de sugestión son más útiles para la
exploración de las potencialidades y facilitan las tendencias de respuesta naturales del paciente en lugar de
imponer el control sobre su comportamiento.» (Erickson y Rossi, 1979, p. 19)4
Algunos tipos de sugestiones indirectas utilizadas en la inducción de trance en el enfoque de utilización4 son las
siguientes: verdades obvias (perogrulladas) que utilizan procesos ideodinámicos y temporales; preguntas;
implicación; coacción y doble coacción terapéutica; sugerencias compuestas;; sugerencias de final abierto;
directiva implicada; shock psicológico disociación; sobrecarga cognitiva; historias y metáforas; chistes y juegos
de palabras.4
Otro aporte de Erickson al estudio de la inducción de trance y su mantención, es su concepto de “profundidad
del trance” (Erickson, 1952/1980). En el enfoque clásico de la hipnosis se supone que el estado hipnótico es
más “profundo” según el tipo de fenómenos que el sujeto sea capaz producir4. Erickson afirma que las
dificultades metodológicas para determinar si el sujeto ha obtenido un estado de trance satisfactorio se deriva
del hecho que la experiencia de la hipnosis depende de relaciones inter e intrapersonales; las cuales muestran
variaciones de acuerdo a la situación y reacciones de la personalidad, incluso en el mismo sujeto a través del
tiempo. Por esta razón, en lugar de asociar la “profundidad” del trance con determinados fenómenos
hipnóticos, propone que se considere como “hipnosis profunda” «al nivel de hipnosis que permite a los sujetos
funcionar adecuada y directamente en un nivel inconsciente de percatarse sin interferencia de la mente
consciente» (Erickson, 1952/1980, p. 146). Este concepto tiene profundas implicaciones en su modo de hacer
psicoterapia, como veremos más adelante.
Investigación de la alteración hipnótica de las experiencias sensoriales,
perceptuales y procesos psicofisiológicos
Rossi ha reunido en el Volumen 2 de los Collected Papers de Erickson los artículos respecto a sus
investigaciones en la alteración hipnótica de las experiencias sensoriales, perceptuales y procesos
psicofisiológicos. Dichas investigaciones las ha ordenado Rossi en las siguientes categorías: Procesos visuales,
Procesos auditivos, Procesos psicofisiológicos y Distorsión de tiempo.
Muchas de esas investigaciones no son de utilidad al clínico en la actualidad, sin embargo asombra el
detallismo con la cual están descritos sus experimentos de campo. En la época que estaban siendo realizadas,
y que corresponde al estudio científico de la hipnosis durante la primera mitad del siglo XX, esos estudios eran
pertinentes para la determinación de los alcances de la sugestión hipnótica.
En esas investigaciones Erickson estaba intentando alterar las funciones normales de sus sujetos experimentales
(esto se observa particularmente en sus estudios de los procesos visuales y auditivos); suponemos que su intención
era fabricar a través de sugerencias hipnóticas estados inusuales en los sujetos, similares a los que suelen verse en
los trastornos histéricos de la personalidad. De modo que si se aprende a construirlos, entonces podrá averiguarse
acerca de los métodos para tratarlos.
Sin embargo, aunque Erickson estaba estudiando temas de investigación básica, no podía desprenderse de su
interés por el uso clínico de su objeto de estudio. En 1952 (Erickson 1977/1980) escribió que en el uso de la
hipnosis para la modificación de la fisiología de los sujetos, no puede separarse la clínica psicológica de la fisiología.
Apuntaba en ese artículo que aunque las técnicas eran importantes, también lo era la situación donde estaban
empleándose éstas, la condición psicológica del sujeto y del hipnotista (es decir, las condiciones del laboratorio y de
la clínica son distintas y deben ser tomadas en consideración al efectuar la investigación o el trabajo con el
paciente).
Entre esos artículos atraen la atención un estudio experimental para el tratamiento de la infertilidad psicógena
(Erickson, 1958/1980b); el desarrollo de las mamas posiblemente influenciado por la hipnosis en dos mujeres
(Erickson, 1960/1980a), y tres ejemplos de alteración psicogénica de la menstruación (Erickson, 1960/1980b).
En esos tres artículos, especialmente en el relativo al crecimiento de las mamas, Erickson hace uso de un
sofisticado tratamiento que implica el uso de sugestiones hipnóticas indirectas e individualizadas a cada
paciente.
Ese volumen de los Collected Papers también incluye artículos de Erickson, y de Erickson y Cooper4 acerca de la
investigación del fenómeno hipnótico de la distorsión de tiempo, y describe una sofisticada metodología para el
entrenamiento en expansión y contracción del tiempo. Erickson usó este fenómeno en hipnoterapia, de modo
que algunos de sus pacientes pudieran vivenciar un largo período de tiempo de sus vidas en pocos minutos de
sesión. 13
Investigación de procesos psicodinámicos
Estas investigaciones han sido reunidas por Rossi en el Volumen 3 de los Collected Papers. Estos artículos
están clasificados en las siguientes temáticas: Amnesia, Literalidad del sujeto hipnótico, Regresión de Edad,
Escritura y dibujo automático, Mecanismos mentales, Personalidad doble y Neurosis experimental.
Para el estudio de la amnesia hipnótica, Erickson aplica nuevamente su observación como psicólogo y
desarrolla métodos para la construcción de amnesia basados en los mecanismos usuales del olvido en la vida
cotidiana. Nuevamente se aparta aquí de los métodos tradicionales y directos que le sugieren/imponen al
sujeto el olvido de lo vivenciado en la experiencia hipnótica.
Sus estudios acerca de la literalidad del sujeto hipnótico reportan sus investigaciones (no controladas) con más
de 1800 sujetos hipnotizados y 3000 no hipnotizados. Según Erickson los sujetos en trance hipnótico tienden a
ser más literales que los sujetos en estado de vigilia. Esta afirmación de Erickson, sin embargo, no ha sido
comprobada en estudios controlados (Matthews, Conti y Starr, 1998).
En sus artículos sobre regresión de edad, Erickson describe su peculiar modo de obtener un fenómeno hipnótico
(regresión de edad, en este caso) a través de la evocación cuidadosa de procesos psicológicos de asociaciones
relevantes en el sujeto (Rossi, “Introduction”, Collected Papers, Vol. 3, p. 102). En publicaciones posteriores
(Gilligan, 1987) se describe un método para la regresión de edad, el cual es un método de confusión, donde se
confunden los “marcadores temporales” (día, mes, año) y los tiempos verbales.
Un método muy distinto de aquellos directos para la regresión de edad que hacen uso de órdenes directas para
regresar al pasado o métodos de imaginería (“la máquina del tiempo”, por ejemplo [Yapko, 1990]). ¿Cómo puede
saber el hipnotista que el material obtenido en esa inducción hipnótica directa corresponde a vivencias de
experiencias vividas por el sujeto o son una fabricación para responder a las expectativas del
investigador/terapeuta? (Orne, 1986; Relinger, 1986; Yapko, 1994).
En la sección “Mecanismos Mentales” se describen las investigaciones de Erickson para la producción
experimental de los mecanismos de defensa descritos por el psicoanálisis. Aunque Erickson nunca compartió el
punto de vista psicoanalítico, en esas investigaciones demostró que podían implantarse “complejos” en los
sujetos (Rossi, “Introduction”, Collected Papers, Vol. 3, p. 188); y por extensión, entonces, ¿estaba buscando
los modos de modificarlos?
En el artículo “Unconscious mental activity in hypnosis” [“Actividad mental inconsciente en hipnosis”] (1944),
Erickson demuestra cómo el hipnoteraputa puede facilitar que el propio inconsciente del paciente resuelva por
si mismo el problema presentado. Según Rossi, ésta es una de las innovaciones terapéuticas más importantes
de Erickson.4
En la sección “Neurosis experimental” se destaca por su acercamiento terapéutico innovador el artículo “A
study of an experimental neurosis hypnotically induced in a case of ejaculatio praecox” [“Un estudio de una
neurosis inducida a través de hipnosis en un caso de eyaculación precoz”] (1935). En dicho artículo Erickson
describe un método de tratamiento que utiliza los propios impulsos neuróticos del sujeto para construir
comportamientos compulsivos que lo llevan a la resolución del problema. 14
Capítulo 3. De la hipnosis a la hipnoterapia: El salto epistémico
En la época en que Erickson comenzó a trabajar como psiquiatra residente en 1930 (Erickson, 1983), el único
método psicoterapéutico aceptado era el psicoanálisis.
En ese tiempo el uso clínico de la hipnosis estaba asociado con los mandatos directos del hipnotista para el
abandono de los síntomas de los pacientes. Ese fue el tipo de tratamiento con hipnosis que estudió Freud en
Nancy con Liebault y Bernheim. Bernheim había demostrado que el sujeto al salir del trance hipnótico podía
recordar muchos eventos que aseguraba ignorar (Miotto, 1962) y Breuer había observado que la catarsis
obtenida a través de hipnosis con una paciente histérica la había aliviado de sus síntomas. Sin embargo, dichos
tratamientos con hipnosis no daban los resultados esperados, y Freud abandonó el uso y estudio de la hipnosis
para desarrollar su propio método psicoterapéutico.
Simultáneamente con sus estudios experimentales en hipnosis, Erickson comenzó a explorar la psicoterapia en
un contexto hipnótico; trabajos que realizaba en una forma casi clandestina, debido a que el establishment
desaprobaba ese tipo de prácticas.4
La naturaleza del cambio psicológico en la terapia hipnótica según Erickson
Erickson no estaba de acuerdo en que una psicoterapia efectiva es aquella que sólo busca la remisión de los
síntomas y en donde la curación provenga desde afuera. Según Erickson,
«La inducción y mantención de un trance sirve para proveer un estado psicológico especial en el cual los pacientes pueden reasociar y
reorganizar sus complejidades psicológicas internas y utilizar sus propias capacidades en una forma acorde con su propia vida
experiencial. La hipnosis no cambia a las personas ni altera su vida experiencial pasada. Sirve para permitir que aprendan más de si
mismos y expresarse más adecuadamente.
Las sugestiones directas están basadas primariamente, quizá en forma involuntaria, en el supuesto que cualquier cosa que se desarrolle
en hipnosis deriva de la sugestión entregada. Esto implica que el terapeuta tiene el poder milagroso de efectuar cambios terapéuticos
en el paciente, y pasa por alto el hecho que esa terapia es el resultado de la resíntesis del comportamiento del paciente, logrado por el
mismo paciente. Es cierto que las sugestiones directas pueden efectuar una alteración del comportamiento del paciente y dar como
resultado una cura sintomática, al menos en forma temporal. Sin embargo, dicha “cura” es simplemente una respuesta a la sugestión y
no trae consigo esa reasociación y reorganización de ideas, comprensiones y recuerdos que son tan esenciales para una curación real.
Es esta experiencia de reasociación y reorganización de su propia vida experiencial la que eventualmente termina en una curación, no la
manifestación de comportamiento dispuesto a responder que puede, en el mejor de los casos, satisfacer solamente al observador.»
(Erickson, 1948/1980, p. 38)4 (Énfasis añadido)
A diferencia de los hipnólogos tradicionales que a través de su fraseo ritual buscan implantar ciertas ideas en el
sujeto hipnotizado, Erickson buscaba la evocación de lo que denominó aprendizajes experienciales. Con este
concepto se refería a la «riqueza de conocimiento que existe en su cuerpo, del cual usted está totalmente
inconsciente, y que se manifiesta por si mismo cuando se da la estimulación psicológica o fisiológica adecuada.»
(Erickson, en Rossi y Ryan, 1985, p. 121) (Énfasis en el original) «En hipnosis uno hace uso de todos los
aprendizajes experienciales para dirigir y organizar el comportamiento del paciente.» (Erickson, en Rossi, Ryan y
Sharp, 1983, p. 162)
Erickson ejemplifica este concepto a través de la siguiente disertación de la naturaleza de la inducción de
trance hipnótico:
«¿Qué hace uno en hipnosis para producir un trance? Por cierto que no es tener un ojo de águila o tener una altura de seis pies, o algo
por el estilo. La hipnosis que se desarrolla en cualquier situación es la hipnosis que se desarrolla dentro del paciente. El paciente realiza
su propio desarrollo del trance hipnótico. Lo realiza al escucharlo a usted, y si usted es lo suficientemente interesante, si usted puede
asegurar la atención de él y asegurar sus cooperación, el paciente limitará y restringirá su comportamiento a usted y lo que usted le
está diciendo; el paciente comprenderá lo que usted le está diciendo; el paciente estará deseoso de recibir en forma no crítica lo que
usted está diciendo –y cuando digo no críticamente estoy hablando en el sentido científico de la palabra. La mayoría de nosotros no
acepta las cosas en forma no crítica. Si yo le pidiera a uno de ustedes que se sacara su chaqueta, ustedes inmediatamente replicarían
“¿Por qué?” Esa sería una respuesta crítica. Pero si le pidiera a usted como sujeto hipnótica que se sacara su chaqueta, su pensamiento
podría ser: “Ahora hay algo que puedo hacer. Es perfectamente posible. Es adecuado en esta situación. Pero, ¿es necesario?” Por cierto
que el doctor no le pediría al paciente que hiciera algo si eso no fuera necesario, y por consiguiente el paciente tomaría la decisión
después de haber examinado la idea y haberla examinado en base a sus valores intrínsecos. Entonces decidiría si ejecuta o no lo
solicitado.
Al inducir un trance usted le pide al paciente que le dé toda su atención. Usted no quiere que él cuente los objetos que cuelgan de la
pared4; usted no quiere que juegue con su mirada y la mueva de un lado a otro para ver si aun es cambiante. Usted quiere que él le dé
toda su atención y que no está advirtiendo ninguna otra cosa. Y a medida que él le presta atención, está 15
disminuyendo el campo de la consciencia visual; está disminuyendo el campo de su consciencia auditiva; y está dirigiendo sus
pensamientos y sus sensaciones hacia dentro de él. En este punto usted puede sugerirle al paciente que a medida que mira hacia el
lugar que desee, o mire hacia la distancia, puede relajarse. Usted no está relajando realmente al paciente. Usted le está solicitando que
reviva sus memorias y su comprensión de lo que es la relajación física. Y a medida que comienza a revivir esas memorias y
comprensiones, su cuerpo comienza a relajarse y a experimentar la relajación, y encuentra los mismos aprendizajes experienciales de
cuando se ha relajado en el pasado. A medida que se relaja más y más, usted puede sugerir sus piernas y sus brazos pueden sentirse
más pesados, cansados y cómodos. ¿Qué está haciendo usted? Simplemente pidiéndole al paciente que revise sus memorias y sus
comprensiones de pesadez, de cansancio, de comodidad; y a medida que él dirige su atención más y más hacia su interior, usted está
disponiendo la base para que él extraiga cualquier aprendizaje experiencial que ha tenido en su vida.» (Erickson, en Rossi, Ryan y
Sharp, 1983, p.163-164)
Con este modo de trabajo Erickson está consiguiendo a lo menos tres objetivos: (1) promover la cooperación del
sujeto, al pedirle algo que éste sabe hacer; (2) facilitar la evocación de comportamientos involuntarios, puesto que
el individuo estará produciendo respuestas que están más allá de su control volitivo; (3) dependiendo del objetivo
terapéutico del uso de la experiencia de trance, puede preparar (sembrar) (Zeig, 1992b) el terreno para el trabajo
terapéutico.
En los últimos años de trabajo de Erickson, acostumbraba a “inducir” el trance hipnótico a través de
“aprendizajes tempranos” (Erickson, Rossi y Rossi, 1976) y luego relatar metáforas terapéuticas (Zeig, 1985).
Típicamente ese método de inducción de trance era el siguiente:
Mira hacia la esquina superior de ese cuadro.
La esquina superior de ese cuadro.
Ahora te hablaré.
(Pausa)
Cuando fuiste por primera vez al kindergarten, a la
escuela primaria,
ese asunto de aprender letras y números parecía
ser una tarea insuperable.
Reconocer la letra A
distinguir una Q de una O era muy difícil.
Y también después la manuscrita de la imprenta
eran muy distintas.
Pero aprendiste a formar una imagen mental de algún tipo.
No lo sabías en esa época, pero fue una imagen mental permanente.
Y después en la gramática escolar formaste otras
imágenes mentales
de palabras o dibujos de frases.
Desarrollaste más y más imágenes mentales, sin saber
que estabas desarrollando imágenes mentales.
Y puedes recordar todas aquellas imágenes.
(Pausa)
Ahora puedes ir donde desees, y transportarte a
Cualquier situación.
Puedes sentir el agua,
puedes querer nadar en ella.
(Pausa)
Puedes hacer lo que quieras.
Incluso no tienes que escuchar mi voz
Porque tu inconsciente la escuchará.
Tu inconsciente puede intentar todo lo que desee.
Pues tu mente consciente no estará haciendo nada de importancia.
Advertirás que tu mente consciente está interesada
en algo, ya que mantiene agitándose tus párpados.
Pues alteraste tu frecuencia respiratoria.
Has alterado el pulso.
Has alterado tu presión sanguínea.
Y sin saberlo, estás demostrando la inmovilidad
que puede demostrar un sujeto hipnótico.
No hay nada realmente importante,
excepto la actividad de tu mente inconsciente.
Y eso puede ser todo lo que tu mente inconsciente
desea.
Ahora existe la comodidad física,
pues incluso no necesitas prestar atención
a tu relajación y comodidad.
Y puedes decirle a tu mente inconsciente 16
que eres una sujeto hipnótica excelente,
y cualquier cosa que necesites o desee
tu mente inconsciente te permitirá usarla.
Y puedes tomar tiempo tu propio tiempo
dejándote entrar en trance
ayudándote a comprender algo razonable.
[...]
(Erickson, Rossi y Rossi, 1976, p. 5-14)4
Analicemos la racionalidad es este método (Pacheco, 1998a):
1) Induce un trance en una forma muy casual, inocua.
2) Evoca indirectamente la regresión de edad al hacer mención de aprendizajes tempranos –innegables– en la
vida de las personas.
3) Crea una disposición a responder en el oyente hacia el aprendizaje; es en la época escolar temprana donde
las personas estamos más dispuestas a escuchar y aprender de un maestro (el terapeuta en este caso;
aprender a resolver o enfrentar los problemas).
Las metáforas terapéuticas son un recurso terapéutico en el cual se entrega un mensaje en forma indirecta,
que se supone puede activar la búsqueda interna de significado en el oyente.
Ya sea que las metáforas se relaten o no en un estado de trance terapéutico, «[...] la propia actividad mental
del cliente crea una comprensión singular del material entregado, y al hacerlo inicia un proceso de cambio al
alterar las percepciones. Ninguno de los pensamientos y comprensiones originales es abatido. Por el contrario,
se obtienen nuevas asociaciones, nuevos significados y comprensiones, enriqueciendo al cliente en lugar de
empobrecerlo.» (Lankton y Lankton, 1983, p. 80) Es decir, puede facilitarse ese proceso de reorganización
interna que está a la base del cambio terapéutico.
¿Para qué usar hipnosis en psicoterapia?
Erickson era reconocido a fines de la década de los años 1940 como el “maestro” de la hipnosis. Sin embargo, si la
hipnosis no es terapéutica en si misma, ¿para que gastar tiempo valioso de la entrevista con el paciente para
enseñarle a entrar en trance hipnótico? Erickson entendía que «el trance terapéutico es un período durante el cual
las limitaciones del marco de referencia habitual y las creencias de uno están temporalmente alteradas, de modo
que se puede ser receptivo a otras pautas de asociación y modos de funcionamiento mental que conduzcan a la
resolución de problemas.» (Erickson y Rossi, 1979, p. 3)
Según Erickson (Erickson y Rossi, 1979), las personas presentan problemas psicológicos debido a que están
rígidamente pautados en una visión de mundo y de soluciones limitante, de modo que no pueden hacer uso de
sus recursos para resolver esos problemas. «Si el ego de un paciente fuera capaz de resolver el problema, el
paciente no requeriría un terapeuta.» (Rossi, en Erickson, 1980d, p. 97) «Los problemas psicológicos se
desarrollan cuando las personas no permiten que las circunstancias naturalmente cambiantes de la vida
interrumpan sus antiguas pautas de asociación y experiencia, de modo que puedan surgir nuevas actitudes.»
(Erickson y Rossi, 1979, p. 7)
Por lo tanto, el uso de la hipnosis en terapia tendría como objetivo la debilitación de esos esquemas mentales
rígidos. «[En la resolución de síntomas, Erickson] rara vez daba sugestiones directas, porque muy a menudo
ellas tientan al ego del paciente (el consciente del paciente, las habilidades voluntarias) a hacer algo: el ego
usualmente hace un esfuerzo consciente para llevar a cabo las sugestiones. En hipnosis, sin embargo, Erickson
prefiere los sistemas de respuesta autónoma para llevar a cabo las sugestiones, los cuales burlan al consciente
del paciente, a la intencionalidad voluntaria. […] El terapeuta es necesario para facilitar la emergencia de los
potenciales y sistemas de respuestas sin explotar que el propio ego del paciente no ha sido capaz de utilizar en
una forma voluntaria e intencional.» (Rossi, en Erickson, 1980d, p. 97)
Otro objetivo del uso de la experiencia hipnótica en terapia, es que una persona que está en trance hipnótico,
con sus esquemas mentales habituales momentáneamente suspendidos, está más dispuesta a colaborar con
las ideas o sugerencias que el terapeuta le provea. Esto, debido a una tendencia natural a recuperar el
equilibrio perdido (Yapko, 1990).
Individualización de la psicoterapia 17
La experiencia obtenida por Erickson en sus numerosos experimentos acerca de la inducción de trance
hipnótico y la aplicación del principio de utilización en esos acercamientos, lo llevó a concebir la psicoterapia
como un proceso individualizado (ya sea que haga uso o no de hipnosis). La individualización de la terapia
permite alcanzar dos objetivos:
(1) Permite el desarrollo de una alianza terapéutica que promueve la cooperación del cliente.4 Erickson y Carl
Rogers, han sido reconocidos como los maestros de la empatía terapéutica en la historia de la psicoterapia
moderna (Gunnison, 1987)4. Erickson disponía de muchos medios para favorecer la alianza terapéutica
(algunos de ellos aprendidos en sus experimentos de inducción de trance): se interesaba por los problemas
actuales que llevaban al paciente a consultar; validaba el motivo de consulta de los clientes; usaba el lenguaje
de ellos; intentaba mirar la realidad desde la propia visión de mundo de los pacientes. Además, desde la
primera sesión creía realmente en que podría ayudar al paciente y creaba expectativas para el cambio
terapéutico.
(2) Una terapia individualizada, en la cual los procedimientos terapéuticos se construyan de acuerdo a las
necesidades del cliente y el terapeuta use un lenguaje que tenga sentido para aquel, necesariamente
conseguirá involucrar experiencialmente al cliente en el proceso terapéutico. Es decir, la terapia estará
construida desde y para ese cliente y no en base a las ideas del terapeuta acerca de cómo deben ser y
comportarse las personas.
Sin embargo, para realizar ese tipo de terapia se necesita de un terapeuta flexible, que adapte su propio
comportamiento al del cliente, y no a la inversa como ocurre en muchas corrientes psicoterapéuticas.
A diferencia de Freud y muchos otros destacados terapeutas que crearon “escuelas” de psicoterapia, Erickson
se negó hasta el final de sus días a considerar a sus métodos inusuales de psicoterapia como una corriente
terapéutica. Escribió respecto a “Las preconcepciones limitantes de la mayoría de las ‘escuelas’ de psicoterapia”
en los siguientes términos:
«En el desarrollo de la psicoterapia como un campo de los esfuerzos médicos ha habido una extensa elaboración de la teoría y una asombrosa
rigidez de procedimientos. Esto es particularmente el caso de muchas escuelas divergentes de orientación psicoanalítica. Este indebido énfasis
en una extensa superestructura teórica como requisito para toda psicoterapia, junto a una rigidez del acercamiento terapéutico hacia todos los
pacientes, surge de tres supuestos generales. El primero es que la psicoterapia basada en el comportamiento observable y relacionada
primariamente con las exigencias de las situaciones vitales inmediatas y futuras del paciente debe ser necesariamente inadecuada, superficial y
sin validez –al ser comparada con una terapia que reestructura las comprensiones del paciente hacia su pasado remoto.
El segundo supuesto es que el mismo acercamiento rígido y estereotipado a la terapia (las rutinas del “análisis clásico”, la terapia “no directiva”,
etc.) es aplicable a todos los pacientes, todas las veces y en todas las situaciones. Este supuesto descuida la significación inmediata de (a) la
individualidad de las experiencias vitales, reacciones y aprendizajes; (b) el contexto del problema en relación con la situación vital real; y (c) el
carácter de la sintomatología manifiesta, ya sea básicamente psicológica, fisiológica, somática, o una variada combinación de ellas tres.
El tercer supuesto es que la psicoterapia efectiva ocurre a través de la interpretación y la explicación al paciente, ya sea en forma directa o
indirecta, respecto al significado interno de su vida experiencial formulada en términos de especulaciones postuladas por una escuela particular
de psicoterapia. Para ilustrar este supuesto, considérese lo siguiente: Un infante hambriento que succiona ávidamente el pecho de su madre, no
es considerado simplemente como un infante que satisface un hambre fisiológica. Por el contrario, la succión es interpretada como una reacción
agresiva en un estado de resentimiento a la experiencia de hambre fisiológica y en un esfuerzo por incorporar a su madre como una defensa
contra un mundo amenazante. De este modo, a un proceso de la vida física, universal en todos los mamíferos, se le da una interpretación muy
específica, que implica un complicado proceso mental en un infante recién nacido.
Que muchas escuelas de psicoterapia estén basadas en formulaciones del comportamiento humano divergentes, a menudo opuestas y
contradictorias –y, sin embargo, alcancen esencialmente los mismos resultados terapéuticos– no disminuye la dependencia de esos
supuestos generales. Ni ha llevado a los proponentes de esas diversas escuelas a re-examinar los principios de sus enseñanzas. La
excesiva elaboración de esas interpretaciones teóricas del comportamiento humano, junto al carácter rutinario de los procedimientos
terapéuticos, ha hecho a la terapia una empresa prolongada y cara que no está al alcance de una vasta mayoría de pacientes. Así, el
ideal de una psicoterapia alcanzable y fácilmente aplicable ha sido derrotada. En su lugar, las diversas escuelas de psicoterapia,
particularmente aquellas de orientación analítica, han elaborado sus propias filosofías separadas y diferentes a las cuales los clientes
deben adaptarse incluso cuando no estén interesados en ellas.» (Erickson, 1980d, p. xv-xvi)
Este énfasis en el diseño de tratamientos individualizados y la posición ateórica de Erickson ha dificultado el
estudio de su enfoque. Fue un investigador clínico que publicaba los resultados de sus investigaciones, pero
que no se interesó en sistematizar sus hallazgos y sus ideas. Dejó a otros esa tarea. Por lo tanto, cuando se
habla de un “enfoque ericksoniano”, en realidad habría que decir más correctamente, “la visión de Haley de la
terapia de Erickson”, “la visión de Rossi de la hipnoterapia de 18
Erickson”, “la visión de Bandler y Grinder de la hipnosis de Erickson”, “la visión de Zeig de la hipnoterapia de
Erickson”, “la visión de Watzlawick de la terapia de Erickson”, “la visión de los esposos Lankton de la
hipnoterapia de Erickson”, “la visión de O’Hanlon de la terapia de Erickson”, etc. Cada uno de esos autores (en
su mayoría discípulos de Erickson) ha colocado el énfasis en aquellos aspectos del legado de Erickson que más
se aviene con su entendimiento de la psicoterapia.
La resistencia al trance y a la psicoterapia
Los experimentos de Erickson acerca de la inducción del trance hipnótico lo convencieron que la denominada
“resistencia a la hipnosis” descrita en la literatura clásica del hipnotismo, era una respuesta lógica de los
sujetos a la concepción de dominancia-sumisión en esa tradición. «Podemos ver que la resistencia no es
realmente una resistencia, sino que es una reacción perfectamente razonable contra [esa concepción].
Creemos que la resistencia tiene algunas bases razonables dentro del propio marco de referencia del cliente.
¡La resistencia es usualmente una expresión de la individualidad del paciente!»4 (Erickson y Rossi, 1979, p. 67-
68) (Énfasis en el original)
Erickson afirmaba que «la tarea del terapeuta es comprender, aceptar y utilizar esa individualidad para ayudar
a los pacientes a burlar sus limitaciones aprendidas para alcanzar sus propias metas […] Cualquiera sea el
comportamiento ofrecido por el sujeto, debiera ser aceptado y utilizado para desarrollar más comportamiento
dispuesto a responder. Cualquier intento por “corregir” o alterar el comportamiento del sujeto, o forzarlo a
hacer cosas en las cuales no está interesado, milita contra la inducción de trance y ciertamente contra la
experiencia de trance profundo […] El reconocimiento y concesión a las necesidades del sujeto y la utilización
de su comportamiento no constituye, como lo han declarado algunos autores, una “técnica no ortodoxa”
basada en la “intuición clínica”; por el contrario, un acercamiento de ese tipo constituye un simple
reconocimiento de las condiciones existentes, basado en el total respeto por el sujeto como una personalidad
única» (Erickson y Rossi, 1979, p. 68-69).
Cuando se utiliza la “resistencia” del paciente, aceptándola e incluso alentándola, ésta deja de ser “resistencia”
y se convierte en cooperación4; y se puede construir sobre ella (Yapko, 1990).
En el volumen de Haley (1980a), Terapia no convencional, se describen numerosos casos clínicos en los cuales
se muestra la utilización que hacía Erickson de la “resistencia.”
Hipnoterapia breve
En el año 1954, Erickson publicó un artículo, “Técnicas especiales de hipnoterapia breve”, que marca un hito y
una nueva dirección en el entendimiento del uso clínico de la hipnosis4.
Erickson introduce el artículo del siguiente modo:
«El desarrollo de los síntomas neuróticos constituye un comportamiento de carácter defensivo, protector. Debido a que es un proceso
inconsciente, y excluido de este modo de los entendimientos conscientes, es ciego en su naturaleza y no sirve a los propósitos útiles de la
personalidad. Tiende a ser un impedimento e incapacitar en sus efectos. La terapia de ese comportamiento retorcido presupone ordinariamente
que debe haber una corrección de las causas subyacentes. Si embargo, esa corrección, a su vez, presupone no solamente una voluntad
fundamental de parte del paciente para adecuar la terapia, sino que también una oportunidad real y una situación que conduzca al tratamiento.
En ausencia de uno o ambos requisitos, las metas terapéuticas y los métodos deben ser re-ordenados para acoger tan adecuadamente como
sea posible la realidad de la situación total.
En el intento de esa terapia modificada, el problema surge de lo que realmente puede hacerse con la sintomatología neurótica donde la
realidad del paciente y su situación vital constituyen una barrera para un tratamiento global. Los esfuerzos para la remoción de los
síntomas a través de hipnosis, persuasión, re-condicionamiento, etc., usualmente son inútiles. Casi invariablemente hay un retorno a la
sintomatología, ya sea la misma u otra, con una resistencia aumentada a la terapia.
Igualmente inútil, bajo esas circunstancias limitantes, es cualquier esfuerzo por centrar el tratamiento alrededor de conceptos idealistas de la
comprensión, o, como ocurre infortunadamente muy a menudo en estos casos, alrededor de la concepción de lo que es necesario, apropiado y
deseable. En lugar de esto, es imperativo que se dé reconocimiento al hecho que la terapia global es inaceptable para algunos pacientes. Su
pauta total de ajuste está basada en la continuación de ciertas inadaptaciones, las cuales derivan de debilidades reales. Por lo tanto, cualquier
corrección de esas inadaptaciones sería no deseable si es que no imposible. En forma similar, la realidad del tiempo y la restricciones de la
situación pueden hacer imposible una terapia global y, por lo tanto, frustrante, inaceptable y realmente intolerable para el paciente.
Por consiguiente, una meta terapéutica apropiada es aquella de ayudar a los pacientes a funcionar tan adecuada y constructivamente
como sea posible bajo esos impedimentos, internos y externos, que constituyen parte de su situación vital y necesidades.
Consecuentemente, la tarea terapéutica se convierte en el problema de utilizar la sintomatología neurótica para acoger las necesidades
singulares de cada paciente. Dicha utilización debe satisfacer el deseo compulsivo para los impedimentos 19
neuróticos, las limitaciones impuestas a la terapia por las fuerzas externas, y, por sobre todo, suministrar adecuadamente ajustes
constructivos, ayudados, más que incapacitados, por la continuación del neuroticismo.» (Erickson, 1954a/1980d, p. 149-150) (Énfasis
añadido)
En ese artículo describe cuatro innovadores acercamientos terapéuticos para tratar síntomas neuróticos, todos
bajo el sello de la utilización terapéutica: sustitución de síntomas, transformación de síntomas, disminución de
síntomas, y respuesta emocional correctiva.
Uno de esos casos está descrito en Haley (1980a, p. 78-81), el cual analizaremos brevemente, y el lector podrá
percatarse de la agudeza de la intervención de Erickson (las intervenciones terapéuticas se destacan con
itálicas y negritas):
«Descripción: Un joven seleccionado para ingresar al Ejército presentaba enuresis desde la pubertad. Nunca había pasado la noche
fuera de casa, ni siquiera en casa de parientes. Todos los tratamientos intentados habían fracasado
Intervención: Inducción de trance profundo, sugestión respecto a que los orígenes de su enuresis eran psicológicos, y que podría
superarla si seguía las instrucciones al pie de la letra. Sugerencias posthipnóticas: Instrucción de alojarse en un hotel, encerrándose
en la habitación durante tres noches y sus días. Al entrar a la habitación le asaltaría el temor que la mucama viera la cama mojada.
Pero le asaltaría una idea, sorprendente y amarga, que después de toda esa meditación angustiosa, la mucama encontraría la cama
seca y no mojada como él lo planeara. Que su vergüenza por la mañana sería enorme; que trataría de huir de la habitación pero no
podría; que en la tarde lo asaltarían las mismas preocupaciones, para encontrar el mismo resultado en la mañana; y lo mismo sucedería
la tercera noche. Al abandonar al hotel le dominaría un pensamiento obsesivo respecto a qué parientes visitar primero, que se quedaría
varios días en la casa de esos parientes, para preocuparse a cuáles visitar después. (Creación de un pseudo problema neurótico
[las preocupaciones le impedirían pensara en sus angustias respecto a la enuresis]; inversión de la pauta). Luego le dio una
sugestión posthipnótica de una amnesia total del contenido de la sesión.» (Pacheco, 2000a, p. 4)
Otro de los casos descritos en ese artículo está resumido en O’Hanlon (1989, p. 48):
«En uno de los casos de Erickson, un muchacho retardado de 17 años, poco tiempo antes internado en un escuela, desarrollo un
síntoma que consistía en agitar rápidamente el brazo derecho delante de si, a una velocidad de 135 veces por minuto. (Erickson había
tomado el tiempo.) Erickson consiguió que el muchacho aumentara esa velocidad a 145 veces por minuto. Durante cierto lapso, y bajo
la supervisión de Erickson, de nuevo se redujo la velocidad a 135; después se aumentó a 145, y a continuación fue reducida e
incrementada, alternando un aumento de 5 veces por minuto y una reducción de 10 veces por minuto, hasta que el movimiento quedó
eliminado.»
Hipnosis naturalista: Trance “común de cada día” o hipnosis no formal
Cuando Ernest Rossi (editor de la obra de Erickson y coautor de libros y artículos) estudió con Erickson, encontró
una marcada diferencia entre la duración de la sesión terapéutica de Erickson y la que él y, en general, realizaban
todos los psicoterapeutas. Las sesiones de Erickson duraban 90 o más minutos, en lugar de la típica sesión de 50
minutos. Rossi observó, además, que Erickson facilitaba el trance en sus pacientes a través del relato de anécdotas
e historias que parecían ociosas, irrelevantes o aburridas. Aunque Rossi conocía los artículos en donde aparecía un
Erickson ingenioso en la manipulación de las personas, casi nunca lo vio inducir trance formalmente. (Rossi, 1990)
Además, Rossi no sabía cómo era que los pacientes entraban en trance, pues Erickson no usaba rituales para
obtener el trance; a veces los pacientes entraban en trance al principio de la sesión, otras veces en la mitad o
antes que finalizara ésta. Con Erickson, «decidir el momento exacto para la inducción hipnótica era siempre un
asunto de “observación” y “juicio clínico”» (Rossi, 1990, p.11).
Rossi comenzó a percatarse que Erickson esperaba que los pacientes presentaran ciertas características
conductuales (las "señales mínimas") que indicaban que estaban experimentando un «período natural de
quietud y expectación en donde la receptividad de los pacientes era óptima para experimentar trance» (Rossi,
1990, p.11).
A esos períodos de quietud comenzaron a denominarlos el "trance común de cada día", ya que parecían ser
una característica de la vida diaria (Erickson, Rossi y Rossi, 1976), y esas señales mínimas eran muy similares a
las que mostraban los sujetos en trance.
Algunos de esos patrones conductuales o señales mínimas de trance común de cada día incluyen (Rossi y
Nimmons, 1991, p. 5):
􀂾Rasgos faciales relajados, calma.
􀂾Mirada hacia el vacío, no focalizada.
􀂾Bostezo o inspiración profunda.
􀂾Reflejos disminuidos.
􀂾Necesidad de estirarse. 20
􀂾Necesidad de usar el baño, etc.
En la sesión terapéutica, Erickson estaba observando al paciente con una atención cuidadosa y muy enfocada:
controlaba la frecuencia cardiaca del paciente (a través de la observación de las pulsaciones en el rostro, cuello,
piernas o manos). La velocidad de los reflejos (pestañeo, deglución, respiración) y el grado de movimientos de todo
el cuerpo (Rossi, 1982). Erickson esperaba que el paciente presentara señales de trance común de cada día y lo
profundizaba en un trance hipnoterapéutico a través de sugestiones indirectas.
Rossi (1982) manifiesta que Erickson daba las sugestiones importantes cuando intuía que el paciente había
alcanzado un estado de respuesta de disposición a atender, un estado de extrema atención en respuesta a los
matices de la comunicación presentada por el terapeuta.
Esta respuesta de disposición a atender es una forma de comportamiento social, en el cual el oyente manifiesta
una atención muy estrecha hacia su interlocutor, y que se caracteriza por (Rossi, 1982):
􀂾Contacto visual focalizado.
􀂾Lenguaje corporal abierto y receptivo.
􀂾Actitud de interés y expectación.
􀂾Quietud del cuerpo, excepto para las respuestas de aprobación estereotipadas ocasionales (por ejemplo, asentimiento con la
cabeza), y
􀂾Un consentimiento en la aceptación de sugestiones.
Rossi (1990a) relata que comenzó a formarse una impresión muy diferente de Erickson a medida que
trabajaban juntos. Mientras que la mayoría de los psiquiatras lo consideraban como un "genio de la
manipulación y la sugestión", Rossi comenzó a considerarlo como un "genio de la observación".
Se percató que la efectividad de los acercamientos innovadores de Erickson no dependía del "poder de
sugestión", sino que de su habilidad para reconocer y utilizar las experiencias vitales de sus pacientes con esos
momentos cuando estaban más dispuestos a responder, en el trance común de cada día.
Sin embargo, Erickson no siempre esperaba que los pacientes mostraran el “trance común de cada día” para
sus intervenciones; sino que lo facilitaba usando los mismos métodos que había experimentado en la inducción
de trance formal; ¡sólo que ahora no buscaba que sus pacientes cerraran los ojos y parecieran dormir como
cuando están en trance hipnótico!
Este es aun aspecto mal entendido de los procedimientos terapéuticos de Erickson que trataremos de explicar
en detalle.
Como dijimos más arriba, la inducción de trance busca fijar la atención del cliente, para conseguir una
debilitación de los esquemas conscientes y mayor disposición a responder. Cualquier método que logre fijar la
atención del sujeto, ya sea en una realidad externa (un objeto, una conversación interesante) o en una
realidad interna (relajación a través de imaginería, enfocarse en sensaciones corporales), lo predispone a
mostrar esa respuesta de atención (y tendencia a la cooperación). Erickson conseguía el mismo efecto
atrayendo la atención de sus clientes hacia una conversación interesante; pero esa no era cualquier
conversación, sino una que tuviera sentido para ellos y que generara una tendencia a aceptar lo que él
relataba (yes set)4. Esos relatos de Erickson podían deslizar ideas interesantes a un nivel consciente, o bien
iniciar búsquedas inconscientes, o consistir en una “inducción de trance” en la cual entremedio del relato se
van urdiendo las sugerencias terapéuticas (técnica de entremezclado)4.
También se auxiliaba de lo que se ha denominado biorraport (O’Hanlon, 1989), es decir, el terapeuta va
“espejando” (imitando sutilmente) comportamientos no verbales del cliente (pestañeo, ritmo respiratorio). «La
sincronización de los ritmos biológicos parece indicar y realzar el rapport entre personas. Erickson utilizaba
deliberadamente esta asimilación rítmica para facilitar el desarrollo de rapport y para influir en los pacientes.»
(O’Hanlon, 1989, p. 43) (Énfasis añadido)
Sin embargo, Erickson buscaba influenciar la experiencia de sus clientes no sólo para realizar intervenciones en
el consultorio, sino que buscaba que ellos llevaran a cabo actividades (tareas) entre sesiones. Para ese fin
buscaba(/construía) conseguir una respuesta de atención y de cooperación del cliente, para asegurarse que
llevarían (o no llevarían) a cabo esa tarea.
Esta noción de “hipnosis naturalista” coloca al hipnotismo dentro del marco de la comunicación interpersonal, y
libera al terapeuta de los comportamientos estereotipados que acompañan al hipnotismo tradicional. Ya no son
necesarios sillones especiales donde “inducir” el trance terapéutico; y cualquier terapeuta que conciba a la
terapia como un proceso de influencia interpersonal para ayudar a sus clientes para romper las pautas
limitantes que los mantienen atrapados en sus problemas, tiene a su alcance diversas estrategias de
comunicación que facilitarán su labor. 21
Notas:
1 William Kroger, M.D., destacado hipnoterapeuta que tenía una concepción distinta a la que sostenía Erickson en cuanto a la naturaleza de la hipnosis y
los métodos para usarla en forma clínica, le cuenta a Yapko en 1988 (Yapko, 1990) acerca de sus vicisitudes debido a los prejuicios hacia la hipnosis:
«Yo era el único doctor que estaba usando hipnosis en el área de Chicago. Se reían de mi, fui ridiculizado, vilipendiado y abusado, y hecho caminar siete
pasos detrás de todos, como si yo fuera un leproso. Fui perseguido por la Sociedad Médica del Estado de Illinois debido a una exhibición. Ellos estaban
solamente en contra de la hipnosis, [incluso] en contra de la palabra hipnosis…»
2 Erickson ejemplifica sus afirmaciones a través de la obtención de anestesia hipnótica. «Por ejemplo, la anestesia de la mano puede ser sugerida
directamente, y puede obtenerse una respuesta aparentemente adecuada. Sin embargo, si el paciente no ha interpretado espontáneamente la orden
para incluir un darse cuenta de la necesidad de la reorganización interna, esa anestesia fallará en los tests clínicos y será una pseudo anestesia.»
3 Aquí Erickson está ejemplificando sus ideas a través de la descripción del método de inducción de trance por fijación de ojos.
4 Qué diferente es ese acercamiento de Erickson para trabajar con la regresión de edad, al compararlo con este acercamiento directo ejemplificado por
Yapko:
«... y ahora que puede sentirse tan cómodamente relajado... puede permitirse tener la experiencia en su mente... de llegar a una estación de trenes
especial... una estación de trenes distinta a cualquier otra que jamás usted ha conocido... donde el tren que corre es muy inusual en su habilidad para
hacer que usted retroceda en el tiempo... y usted puede retroceder en el tiempo... para experimentar aquello que no ha pensado en mucho, mucho
tiempo... y puede verse subiendo al tren más interesante... y puede encontrar un asiento que sea cómodo para sentarse... tan suave, que usted
descansa allí... profundamente descansado... y después puede sentir que el tren comienza a moverse en forma delicada y placentera... puede
experimentar el movimiento de retroceder en el tiempo... lentamente al principio... después rápido... un momento poderoso... y mientras mira a través
de la ventanilla... y ve los sucesos de su vida moviéndose hacia el pasado, ve pasar como postes de teléfono en la vía, los recuerdos de ayer... después
los del día anterior... y del día antes... y del día antes... y todos los días antes... puede ir sin rumbo a través de su mente mientras viaja más y más en el
pasado... cuando después se convierte en ahora... y después el tren comienza a disminuir la velocidad... y después llega a una parada... y ahora usted
puede salir del tren para encontrarse en aquella situación ahora, puede ver las escenas, escuchar los sonidos, y sentir los sentimientos de aquel tiempo y
lugar... este tiempo y lugar...» (Yapko, 1990, p. 258-259)
5 Los estudios realizados en la década de los años 1990 indican que la alianza terapéutica es un factor esencial en los resultados de la psicoterapia
(Duncan, Miller y Hubble, 1998).
Esos autores indican que las siguientes características del proceso terapéutico favorecen la alianza terapéutica: intervenciones terapéuticas que
respondan a las metas de los clientes, y un tratamiento que se adecúe a la forma en que el cliente ve la relación terapéutica.
Las características de los terapeutas que son reportadas por los clientes como factores que promueven una adecuada alianza terapéutica son aquellas
antiguas pautas descritas por Rogers como factores esenciales de una terapia: Empatía, Respeto, Autenticidad del terapeuta y Validación del cliente.
6 Sin embargo, los objetivos de la construcción de un clima empático en el trabajo de Erickson y Rogers cumplen fines distintos. Erickson era un
terapeuta directivo, que buscaba todos los medios posibles para conseguir que el cliente llevara a cabo sus directivas; mientras que Rogers buscaba un
clima de aceptación y comprensión en el cual el cliente pudiera revisar su vida experiencial en un ambiente exento de juicios y críticas de terceros.
7 Scott D. Miller (2001) refiriéndose al concepto de la “resistencia” afirmaba que la psicoterapia ha tomado prestado a la Física ese concepto, y lo ha
usado en forma errónea. Tradicionalmente se ha visto a la resistencia como un impedimento intrapsíquico (individual) para cooperar en la terapia; sin
embargo la “resistencia” en Física hace alusión a la relación entre dos fuerzas, o algo que se opone a la acción de una fuerza. Al aplicar correctamente
ese concepto en psicoterapia, la resistencia ya no tendría que estar dentro del cliente, sino que en la interacción de éste con el terapeuta.
8 de Shazer ha escrito lo siguiente respecto a la “resistencia” a la terapia:
«Por cierto, algunos clientes consideran que las ideas sobre cómo cambiar no son adecuadas, pero me resulta difícil rotular ese modo de pensar como
"resistencia"; me parece antes bien un mensaje que el cliente está enviando, en un esfuerzo por ayudar al terapeuta a que lo ayude. Reiteradamente he hallado
gente con deseos desesperados de cambiar y sumamente cooperativa, que me había sido derivada por otros terapeutas con el rótulo de "cliente resistente". En
realidad, la clave que mis colegas y yo creamos para promover la cooperación es absolutamente simple.
En primer término vinculamos el presente con el futuro (ignorando el pasado), luego felicitamos al cliente por lo que ya ha hecho de útil o bueno (o
ambas cosas) para él, y a continuación (una vez que él sabe que estamos de su parte), podemos sugerir algo nuevo que él podría hacer y que es, o por
lo menos podría ser, bueno para él.
[...] Es claro que la gente que visita a un terapeuta desea cambiar su situación. Pero sea lo que fuere que hayan hecho para lograr el cambio, no
obtuvieron resultados. Han ido encerrándose en su propio camino, tal vez accidentalmente empeoraron, y han desarrollado pautas de conducta habitual
poco afortunadas. En vista de esto, la idea que van a resistirse al cambio está por lo menos desorientada. De hecho, con este tipo de idea en su mente,
el terapeuta puede realmente generar "resistencia" o no cooperación, cuando no directamente un conflicto. Es decir que las concepciones del terapeuta
son capaces de producir profecías de autocumplimiento, con un desenlace infortunado.» (de Shazer, 1991, p. 32-34)
9 Y que luego trasladaría al tratamiento sin el uso de hipnosis formal.
10 Otra de las formas de sugestión indirecta de Erickson.
11 Véase Haley (1980a), p. 272-27722
Capítulo 4. Rasgos distintivos de la psicoterapia de Erickson
En el capítulo anterior hemos revisado brevemente cómo Erickson se apartó de los conceptos del hipnotismo
clásico y de su aplicación en clínica, para crear un nuevo modo de entender a la hipnoterapia, y crear una
nueva psicoterapia. En este capítulo analizaremos algunas de las características relevantes de su concepción de
la psicoterapia que se reflejan ampliamente en su trabajo.
A diferencia de otros textos que han colocado el énfasis en la descripción de técnicas, trataremos de entregar
una visión amplia e integradora de las pautas terapéuticas principales de Erickson. El énfasis en las técnicas
por sobre los principios unificadores en el trabajo de un terapeuta tan versátil, sólo puede llevar a lo que
escribieron Wittezaele y García (1994): «Los métodos de Erickson dejan perplejo. A menudo uno se pregunta
adónde quiere llegar; la intervención parece pertinente, pero podemos preguntarnos cómo se las ha arreglado
para que los pacientes acepten seguir al pie de la letra unas instrucciones tan raras. Tendemos a ver en ello
una cierta magia, mezcla de genio loco y de los poderes embrujadores de la hipnosis.» (p. 215)
Los trabajos acerca de Erickson llevados a cabo entre los años 1970 y 1980 colocaron el énfasis en la “hipnosis
ericksoniana”, y pasaron por alto al hecho que Erickson fue abandonando progresivamente el uso de la
hipnosis formal4 para realizar una terapia “conversacional” a la base de la cual estaban las mismas pautas que
había utilizado para sus inducciones de trance y trabajo clínico en hipnoterapia. Además, no analizaron dichas
pautas “hipnóticas” desde una perspectiva estratégica, marco que permite una mayor comprensión e
integración del trabajo de Erickson.
Al respecto, de Shazer (1991) escribió:
«[...] La terapia breve puede verse como un refinamiento y desarrollo de los principios de Erickson para la resolución de problemas
clínicos. Estos métodos naturalistas, indirectos, son útiles con o sin la mediación de trances formales. Pues con frecuencia el observador
ingenuo no tiene modo alguno de precisar sus observaciones al punto de poder decir "aquí se inicia la inducción de trance" o "ahora
empieza el trance". Muchísimas veces las ideas sobre el "trance" y la "hipnosis" fascinan al observador y lo llevan a equivocarse. Gran
parte de las descripciones del trabajo de Erickson examina con excesivo detallismo estas herramientas, de modo que la consideración
atenta de la corteza del árbol le hace perder de vista los principios implícitos en la totalidad del bosque. El interés por las técnicas
hipnóticas de Erickson oscurece su empleo de la hipnosis. La hipnosis se parece más a la novocaína que a la extracción de una muela.
La novocaína sola no desprende la muela, y por otra parte la muela podría extraerse sin utilizar novocaína.» (p. 31)
El pragmatismo de Erickson
En su estilo siempre humorístico, Epston (1994) distingue dos tipos de terapia:
«(1) las terapias de degradación, o terapias “misioneras” y (2) las terapias de revalorización o terapias “antropológicas”. Las terapias de
degradación se centran en la llamada patología. Practicarlas exige tener alguna idea sobre la perfección humana o familiar o poseer
alguna “verdad” filosófica o racionalmente derivada que indicará cuál es la conducta correcta. […] El paciente debe rendir su identidad
ante su mentor terapéutico de antemano, al aceptar la reputación y el prestigio de éste, y admitir la derrota. […] Las terapias de
revalorización o terapias antropológicas se basan en la tolerancia y el respeto por la diversidad humana. Y se centran el cambio y en los
recursos con los que se cuenta. Estas terapias no parten de la base de que existe una verdad (en la que el terapeuta es un experto),
antes bien tienden sencillamente a llamar la atención del paciente sobre cómo son las cosas y alentarlo a mejorar su vida utilizando el
sentido común basado en la experiencia. Resulta curioso que Haley [1980a] haya descrito primero el “buen sentido perfecto” de
Erickson como una “terapia poco común”. ¿Cómo es posible? Las terapias de revalorización son populistas y suponen la responsabilidad
y elecciones personales. Quienes la practican están dispuestos a sufrir la indignidad de la propia imperfección […] Desde el punto de
vista de la teoría y de la doctrina resultante, quienes practican tales terapias parecen preferir una falta de exclusivismo y sólo aceptan la
teoría si consideran que ésta es algo en constante evolución. Las terapias de revalorización se basan en la cooperación antes que en la
entrega. La relación hipnótica puede considerarse como el prototipo de esta clase de terapia.» (p. 198-199)
Erickson era un hombre pragmático, más que buscar el conocimiento profundo de sus pacientes, estaba
orientado hacia el cambio. Poseía una visión pragmática de la vida y de la personalidad de las personas. Para
él, las personas podían cambiar mucho a lo largo de la vida, y por lo tanto la personalidad no es algo
inmutable. Independientemente de cómo sea la personalidad del cliente, siempre hay aspectos alternativos de
la personalidad susceptibles de sacarse a la luz y usarse en beneficio del cliente. (O'Hanlon, 1989) 23
«Su paciente es una persona hoy, totalmente otra persona mañana, y será otra la próxima semana, el próximo mes, el próximo año.
Dentro de cinco, diez y veinte años será otras personas. Es verdad que todos tenemos un cierto fondo general, pero somos personas
distintas en cada día de nuestras vidas.» (Erickson, citado por O'Hanlon, 1989, p. 29)
Esta visión de mundo de Erickson queda reflejada en la siguiente viñeta, cuando Erickson relató
la siguiente historia a sus alumnos para responder a uno que manifestó preocupación por la
posibilidad de la muerte de Erickson:
«Creo que es totalmente prematuro. No tengo ninguna intención de morirme. ¡En realidad, sería la última cosa que haría!
Mi madre llegó a vivir 94 años; mi abuela y mi bisabuela tenía 93 o más años. Mi padre murió a los 97 y medio. Estaba plantando
árboles frutales y se preguntaba si viviría lo suficiente para comer algunos de esos frutos. Y tenía 96 o 97 años cuando estaba
plantando árboles frutales.
Los psicoterapeutas tienen una idea errónea acerca de las enfermedades, los impedimentos y la muerte. Suelen hacer excesivo hincapié en eso
de que hay que adaptarse a las enfermedades, los impedimentos y la muerte. Hay un montón de monsergas rodando por ahí acerca de la
ayuda que debe prestarse a las familias que están de duelo. Yo pienso que ustedes deberían tener presente que desde el día en que nacen,
empiezan a morir. Algunos son más eficientes y no pierden tanto tiempo muriéndose, mientras que otros esperan mucho tiempo.
Mi padre sufrió un ataque cardíaco a los ochenta. Estaba inconsciente cuando lo llevaron al hospital; mi hermana estaba con él. El
médico le dijo a mi hermana: “No se haga demasiadas ilusiones. Su padre es un hombre anciano. Trabajó duro toda la vida y tenía una
grave, muy grave afección coronaria.”
MI hermana me contó después: ″Solté la carcajada delante del médico y le dije: ‘¡Usted no conoce a mi padre!’″
El médico estaba presente cuando papá recobró el conocimiento. “¿Qué pasó?”, le preguntó papá. “No se preocupe señor Erickson”,
contestó el médico, “ha tenido un gravísimo ataque a la coronaria, pero en dos o tres meses estará en casa como nuevo.”
Mi padre se puso furioso: “¡Dos o tres meses! ¡Qué disparate! Usted querrá decir que tendré que perderme una semana.” A la semana
siguiente estaba de vuelta en casa.
Tenía 85 años cuando le dio un ataque cardíaco parecido al anterior. Estaba allí el mismo médico. Cuando recobró el conocimiento,
papá le preguntó: “¿Qué paso?” “Lo mismo de antes”, contestó el médico. Mi padre lanzó un gruñido y refunfuñó, “¡Otra semana
perdida!”
Tuvieron que hacerle una operación urgente de abdomen y le sacaron tres metros de intestino. Cuando se le fueron los efectos de la
anestesia y ya se estaba recuperando, preguntó a la enfermera: “¿Qué pasó ahora?” Ella le contó. Gruñó y dijo: “Esta vez serán diez
días en lugar de una semana.”
El tercer ataque cardíaco lo tuvo a los 89. Recobró el conocimiento y le preguntó al médico: “¿Lo mismo de antes, doctor?” “Sí”, le
contestó el médico. “Bueno”, comentó mi padre, “esto de perder una semana cada vez se está convirtiendo en una mala costumbre.”
Tuvo el cuarto ataque a los 93. Cuando recobró el conocimiento, dijo: “Honestamente, doctor, pensé que el cuarto me llevaría al otro
mundo. Ya estoy empezando a perderle la fe al quinto.”
A los 97 y medio, él y dos de mis hermanas planearon ir a pasar un fin de semana a la antigua comunidad de granjeros en que se habían
criado. Todos los contemporáneos de mi padre estaban muertos y algunos de sus hijos también. Planearon a quiénes iban a visitar, en qué
motel se iban a hospedar y en qué restaurante iban a comer. Cuando llegó el momento se dirigieron al automóvil. Al llegar a él, mi padre dijo:
“Oh, olvidé mi sombrero.” Corrió a buscarlo. Mis hermanas aguardaron un tiempo razonable, luego se miraron fríamente una a la otra y dijeron:
“Sucedió.”
Entraron a la casa. Papá estaba tirado en el piso, había muerto de una hemorragia cerebral masiva.
En cierta oportunidad, mi madre, cuando tenía 93 años, se cayó y se quebró la cadera. “Es ridículo que le suceda esto a una mujer de
mi edad”, dijo. “Tengo que recuperarme.” Lo hizo.
Cuando al año siguiente se cayó y se quebró la otra cadera, dijo: “Me costó mucho curarme la primera vez que se me rompió la cadera.
No creo que lo consiga esta vez, pero nadie podrá decir que no lo he intentado.”
Yo sabía –y todos los demás miembros de la familia también, por la palidez de mi rostro– que esa segunda fractura de cadera la llevaría
a la muerte. Mi madre murió de congestión pulmonar, esa “amiga de las viejas.” Su frase favorita era: “En toda vida debe llover de vez
en cuando, y alguno días ser tristes y oscuros.” Pertenecía a “El día lluvioso”, el poema de Longfellow.
Papá y mamá gozaron plenamente de la vida, siempre. Yo trato de inculcarles a los pacientes: “Gocen de la vida, gócenla plenamente.”
Y cuanto más humor ponga uno en la vida, mejor se sentirá.
No sé de dónde sacó ese alumno las ideas que estoy por morirme. Voy a postergarlo.» (Rosen, 1986, p. 149-151) (Énfasis añadido)
Foco en los problemas: Un enfoque no patologizante
Erickson colocaba su atención en los problemas presentes y en los síntomas obvios, a la vez que evitaba
etiquetar a los pacientes como “enfermos”, de acuerdo a las nociones tradicionales de la psicopatología.
Su trabajo ofrece una nueva forma de mirar a los pacientes y a sus problemas, muy apartada de la noción
tradicional de la patología. No consideraba a los pacientes como frágiles o vulnerables ante fuerzas misteriosas
dentro o alrededor de ellos, sino que los clientes poseen la capacidad para modificar sus problemas en forma
activa, aunque puedan no estar conscientes de ello. (Fisch, 1982) 24
Para Erickson, la mayoría de los pacientes poseen los recursos adecuados, las fortalezas y experiencias para la
resolución de sus problemas (Zeig y Munion, 1999); y es una tarea del terapeuta la identificación de esos
recursos y colocarlos a disposición del cambio. Y el principio básico que posibilita la incorporación de esos
recursos a la psicoterapia es la utilización terapéutica.
El siguiente diálogo entre Erickson (E), Haley (H) y Weakland (W), citado por Zeig y Munion (1999) ilustra la
consideración de Erickson hacia los pacientes como personas totales, y no como “portadoras” de enfermedades
(“etiquetas diagnósticas”):
«H: Bien, obviamente usted no clasifica a los pacientes en la forma que lo hacen otros. Un paciente toca la puerta, usted lo observa y lo
escucha, y no lo clasifica como histérico o compulsivo.
W: Bien, usted podría hacerlo, pero en su sistema operativo de clasificación, ese no es el punto importante, eso nos parece a nosotros.
H: Usted tiene una forma de clasificar a las personas en términos de lo que ellas necesitan o lo que ya están haciendo, según puedo
percatarme.
E: Es decir, usted reconoce que el paciente que viene [a terapia] puede ser un histérico, o un compulsivo, o un esquizoide, o un
maníaco, o algo así. Es problema no es intentar adaptar la terapia a esa clasificación particular, pero: ¿qué potencialidades le muestra el
paciente o qué capacidades para hacer esto o aquello? » (Haley, 1985; citado en Zeig y Munion, 1999, p. 32
Esta visión tiene implícito que sólo necesitan ser resueltos los síntomas, sin que sea necesaria un
reconstrucción de la personalidad del cliente; y se promueve la utilización de todos los aspectos del paciente
que están funcionando bien. (Zeig y Munion, 1999)
O'Hanlon (1989) indica que para muchos enfoques psicoterapéuticos se supone que los síntomas surgen
porque cumplen una función (para el individuo, su sistema familiar), y que cuando persisten significa que
continúan teniéndola, porque de lo contrario desaparecerían.
Erickson. sostenía un punto de vista diferente respecto a los síntomas. Para él era posible que los síntomas
surgieran porque cumplen funciones, pero después de cierto tiempo dejan de cumplir esa función y persisten
solamente porque las personas quedan pautadas de esa manera. Cuando Haley le preguntó a Erickson si se
"limitaría" a resolver el síntoma, Erickson le respondió del siguiente modo: «Usted supone que sirve a otros
fines. ¿Nunca ha pensado que la sintomatología puede desgastarse como servidora de propósitos, y convertirse
en una pauta habitual? » (Haley, citado en O'Hanlon, 1989, p. 30)
Orientación temporal en el presente y hacia el futuro
La terapia de Erickson estaba enfocada sobre los problemas actuales del cliente, y apuntaba al futuro cuando éste
estuviera libre de su problema. Este es un giro revolucionario en la concepción de la terapia, al contrastarla con los
enfoques dinámicos predominantes en la psicoterapia en esa época, cuya orientación estaba hacia el pasado de los
pacientes, donde se suponía que se encontraban las causas del problema actual.
Erickson escribió:
«Una terapia es buscada en primer término, no para esclarecer un pasado inmodificable, sino a causa de una insatisfacción con el
presente y un deseo de mejorar en el futuro. Ni el paciente, ni el terapeuta pueden saber en qué dirección se ha de verificar un cambio
y en qué grado ha de tener lugar este último. Pero se precisa cambiar la situación actual y una vez establecido el cambio, por pequeño
que sea, se precisa de otros cambios menores y un efecto de bola de nieve de estos cambios menores conduce a otros más
importantes, de acuerdo con las posibilidades del paciente.» ("Prefacio", Watzlawick, Weakland y Fisch, 1976, p. 9)
Y en otro lugar afirmó,
«El pasado no puede cambiarse; sólo se cambia la interpretación y el modo que tenemos de verlo, e incluso esto se modifica con el
paso del tiempo. En consecuencia, en el mejor de los casos, los modos de ver y las interpretaciones del pasado tienen importancia sólo
cuando embrutecen a una persona en una rigidez. La vida se vive en el presente, para el mañana. Por lo tanto, la psicoterapia se
orienta de modo apropiado con respecto a la vida de hoy al preparar el mañana, el mes próximo, el año próximo, el futuro, que en si
mismo impondrá muchos cambios en el funcionamiento de la persona en todos los niveles de su conducta.» (Citado por O'Hanlon,
1989, p. 24)
Ya que Erickson no estaba interesado en una “arqueología psicológica” en la cual se buscan en el pasado las
causas de los problemas actuales, su interés en los problemas presentes obliga, entonces, a 25
diseñar una terapia orientada a metas4: cuando el problema esté resuelto. Y la labor del terapeuta tiene
relación con el diseño de intervenciones que movilicen al cliente hacia ese futuro deseado.
Sin embargo, la orientación de Erickson no sólo se centraba en el problema actual, sino que tomaba en
consideración los desafíos futuros que enfrentaría el paciente en su ciclo de desarrollo vital. Haley (1980a) indica
que aunque Erickson no se refirió directamente a este aspecto, su trabajo tenía implícita la consideración que los
síntomas aparecen cuando el ciclo vital de una familia o de su grupo natural se altera o interrumpe. «Si bien la
estrategia terapéutica de Erickson se centra precisamente en los síntomas, su objetivo más amplio es la resolución
de los problemas de la familia, para que el ciclo vital de la familia se ponga nuevamente en movimiento.» (Haley,
1980a, p. 34)
Zeig (1985) reporta la siguiente anécdota que refleja este aspecto teleológico (Zeig, 1987) en el pensamiento
de Erickson:
«[Durante una discusión de una de sus inducciones, Erickson me dijo]: Tome esa foto en la que está mi hija Roxie y yo con Laurel en
brazos y la lechuza chillona. (Laurel es la hijita de Roxie, una beba a la que llaman “Chillido” por su fuerte llanto. La lechuza a la que se
refiere es una pequeña talla de madera dura que él le había regalado a Laurel.) ¿Qué grado de realidad tendrá esto para Laurel cuando
yo hace mucho que haya muerto y ella mire esta foto? La lechuza chillona le agrega a la fotografía un enorme significado; le confiere
un enorme sentido de humanidad, de bondad y de solicitud, por más que es un objeto muy simple. Es una pequeña lechuza chillona, y
ella, comparativamente hablando, era una chica grande. La lechuza chillona estaba aquí abajo, y ella, allá arriba. (Indica que tenía
alzada a la niña en su brazo izquierdo y sostenía la lechucita de madera en la mano izquierda, debajo de Laurel.) Ahora bien, cuando
ella tenga 16 años y mire esta foto, apreciará lo chiquita que era la lechuza y lo grande que era ella en comparación. Esto confluirá con
todos sus sentimientos de agrandamiento, propios de la escuela secundaria, y con los cálidos recuerdos de cuando era una beba y tenía
esa lechucita chillona. Ve usted como, sin advertirlo, se juntan todos esos recuerdos.» (Zeig, 1985, p. 262)
Zeig reflexiona posteriormente:
«Ahí estaba Erickson planeando una intervención que no haría efecto hasta 16 años después. Eso es, por cierto, orientación a futuro.
Las semillas sembradas no fructifican de inmediato, sino que ellas necesitan madurar con el tiempo. Siendo un “niño campesino”,
Erickson comprendía la maduración del proceso de la siembra.» (Zeig, 1987, p. 405)
Carol Lankton (1985b) ha denominado “cambio generativo” a las intervenciones terapéuticas que van más allá
del alivio sintomático en el presente, y
«[…] que generan y preparan al cliente para crear y advertir en los sistemas futuros los cambios que comenzaron antes.
[…] Erickson con frecuencia indicaba a sus clientes que plantaran un árbol, y al hacer esto los estimulaba simbólicamente para
comenzar un proceso de cambio generativo. Plantar un árbol puede parecer un acto simple, pero de hecho presupone tener un lugar
para plantarlo y cuidar de él. La persona que cuida el árbol en algún grado “hecha raíces” para facilitar y apreciar el árbol que está
creciendo. Y además, a medida que el árbol crece y cambia, lo mismo ocurre con la persona. Es un proceso similar a embarazarse. Ese
“simple” acto coloca en marcha un asombroso orden de cambios que configurarán e influenciarán al menos tres vidas, cambiando el
sistema familiar actual y el sistema futuro. Y ese cambio es tan gradual, lógico y sutil a través del tiempo, que puede ser cómodamente
absorbido por el sistema cambiante (o la mayoría de los sistemas [familiares]).» (Lankton, 1985b, p. 140)
En el siguiente caso dramático, Erickson recurre a la prescripción de plantar un árbol para posibilitar la
continuación del sentido de la vida en una paciente:
«Un estanciero vino a verme con su mujer y me dijo: “Hace nueve meses que está deprimida y amenaza con suicidarse. Tiene artritis.
No hace mucho que nos casamos. Le atacó fuertemente la artritis y fue a ver a un cirujano traumatólogo para que la tratase. Yo la he
llevado a psiquiatras para que le hicieran psicoterapia. Todos recomendaron que cuando pasase de la cincuentena se la sometiera a un
choque eléctrico o insulínico.
Quiere dar a luz un bebé, pero el traumatólogo le dijo: “Si usted queda embarazada su artritis empeorará; yo no se lo aconsejaría, ya
que situación es de por si desfavorable.” Fue a un obstetra que le dijo: “No le recomiendo que quede embaraza. Su situación ya es muy
desfavorable y su artritis podría agravarse. Tal vez sea incapaz de tener la criatura.”
Su esposo vino a verme con ella; yo le pedí a ella que me diese su versión. Me dijo que para ella quedar embarazada era más
importante que seguir viviendo. El marido acotó; “Tengo que cuidar que no tenga a mano ningún cuchillo filoso.” Porque un suicida se
matará por más cuidado que uno ponga… pueden sobrevenir muchas postergaciones antes de que se produzca el suicidio.
Le dije a la mujer: “Señora, usted dice que estar embarazada es para usted más importante que su vida. El obstetra no se lo aconseja,
el traumatólogo no se lo aconseja. Tampoco sus psiquiatras. Mi consejo es que se quede embarazada lo antes posible. Si su artritis
empeora, puede guardar cama y disfrutar de su embarazo. Y cuando llegue el momento del parto puede hacerse una cesárea. No hay
ninguna ley que se lo impida, es lo más sensato.” 26
De modo que la mujer quedó pronto embarazada, y su artritis mejoró, se le pasó la depresión y tuvo nueve meses de embarazo muy
felices. Dio a luz sin inconvenientes y realmente disfrutó con Cynthia, como había llamado a la beba. Su marido estaba contentísimo.
Desgraciadamente, cuando Cynthia tenía seis meses tuvo el síndrome de la muerte súbita. Unos meses más tarde, el hombre vino con su
esposa y dijo: “Está peor que nunca.” Le pedí a la mujer que me contara: “Simplemente quiero morir”, dijo ella. “No tengo razón alguna para
vivir.” Muy áspera y meticulosamente le dije: ¿Cómo puede ser tan necia? Durante nueve largos mees tuvo usted la mejor época de su vida, ¿y
ahora quiere matarse y destruir esos recuerdos? Eso no está bien. Disfrutó de Cynthia durante seis meses encantadores. ¿Va a destruir esos
recuerdos? Pienso que eso es criminal. Así que su marido la llevará a casa y le conseguirá un brote de eucalipto. Usted le indicará dónde tiene
que plantarlo. Los eucaliptos crecen muy rápidamente en Arizona. Quiero le ponga como nombre ‘Cynthia’ y lo observe crecer, aguardado el día
en que pueda sentarse a su sombra.”
Un año más tarde fui a verla; el brote había crecido con suma rapidez. (Yo tenía en mi terreno uno que sólo tenía seis años y ya había
alcanzado los veinte metros de altura.) Ella me dio la bienvenida; ya no estaba forzada a guardar cama o permanecer sentada en una silla:
había tenido una notable mejoría de su artritis y caminaba por todos lados. Tenía unos canteros que ocupaban más espacio que todo su
edificio. Me llevó a mirarlos y me mostró todos sus diferentes tipos de flores. Me regaló un ramo de guisantes de olor para que llevara a casa.
A veces los pacientes no pueden pensar por si mismos. Uno puede hacer que empiecen a pensar en forma realista y buena. Cada flor
que ella cultivaba le hacía recordar a Cynthia, igual que el eucalipto que bauticé con su nombre.» (Zeig, 1985, p. 243-244)
En el año 1954, Erickson publica otro artículo que se transformaría en un hito para la terapia breve actual:
“Pseudo-Orientation in Time as a Hypnotherapeutic Procedure” (1954b/1980d). En ese artículo Erickson reporta
una serie de casos en los cuales usó hipnosis profunda, regresión de edad, desorientación en el tiempo hacia el
futuro, amnesia y sugestiones posthipnóticas, para que los pacientes se vieran entre tres a cinco meses
después, libres de la queja que los llevó a consultar, y revisaran aquellos comportamientos que los habían
llevado a la “curación.”4
Erickson reflexiona respecto a la racionalidad de la estrategia del siguiente modo:
«Quizá la primera discusión de estos procedimientos experimentales debiera referirse a cómo las fantasías de los éxitos pudieron probarse
como una medida terapéutica efectiva. Como todos sabemos, sobre la base de la experiencia cotidiana, lo fácil que es fantasear y lo lejos que
están esos esfuerzos de convertirse en una realidad. La historia fantaseada es como una obra maestra, hasta que es puesta en un papel, y la
bella pintura, tan fácilmente visualizada en el ojo de la mente, se convierte en una mancha cuando el pincel es aplicado a la tela. Sin embargo,
debe tenerse en mente que esas fantasías son fantasías conscientes. Ellas representan los logros separados de la realidad, completas en si
mismas, expresivas, y reconocidas por la persona como no más que los deseos ilusorios conscientes.
Las fantasías inconscientes, sin embargo, pertenecen a otra categoría de funcionamiento psicológico. No son logros completos en si mismos, no
están separados de la realidad. Por el contrario, son constructos psicológicos con diversos grados de formulación, para los cuales el inconsciente
está preparado, o está esperando una oportunidad para hacerlos parte de la realidad. No son simplemente un deseo ilusorio, sino que una
intención real para el momento oportuno. Así, uno puede esforzarse por registrar una historia fantaseada en un papel, sino que sus méritos
pueden derivarse de “los súbitos destellos de inspiración que vienen a la mente”. O un autor puede esforzarse conscientemente por escribir una
novela y encontrar que sus personajes “no se comportan como él quiere, sino que lo hacen por cuenta propia.”
En estas historias de caso, el énfasis se colocó en las fantasías respecto al futuro, y se hicieron todos los esfuerzos para mantenerlas
inconscientes, a través de sugestiones que prohiben e inhiben. Al hacer esto, el inconsciente de cada paciente proveyó un rico conjunto de
ideas desconocidas para la mente consciente. Después, en respuesta a las necesidades innatas y deseos de la personalidad total, el consciente
pudo utilizar esas ideas al traducirlas en realidades de la vida cotidiana, como respuestas espontáneas en las situaciones oportunas.
Puede citarse una ilustración experimental de esto. A un sujeto hipnótico normal a quien le disgustaba mostrar ostentación de lo que
sabía, y que solamente hablaba inglés, se le enseñó en un trance profundo a recitar “Die Lorelei.” Esto fue hecho en un aparente
experimento sobre la memoria, sin informarle que estaba aprendiendo un poema o que estaba en alemán. Se le sugirió una amnesia
posthipnótica para esta tarea.
Alrededor de dos semanas después, en una reunión social, en la cual se habían hecho algunos arreglos de antemano, un colega mío se ofreció
para entretener al grupo con canciones y poemas en diversos idiomas, polaco, austriaco, italiano, francés y español. Después de escucharlo con
un disgusto creciente, el sujeto afirmó “Yo puedo hablar en sílabas sin sentido, también”, y precedió a recitar “Die Lorelei.” Para su comprensión
consciente, sus palabras no eran más que sílabas sin sentido, ofrecidas espontáneamente en la situación inmediata. Fue necesario volver a
hipnotizarlo para convencerlo de lo contrario.
Este experimento difiere de las historias de caso en que las posibilidades futuras en una situación de la vida cotidiana no eran parte de
una situación experimental. Por el contrario, se suministró al inconsciente del sujeto un aprendizaje especial, y después,
posteriormente, se creó una oportunidad en la cual ese aprendizaje especial pudo hacerse manifiesto en respuesta a sus necesidades
personales internas.
En el caso de los pacientes, se desarrollaron en sus mentes inconscientes comprensiones especiales para el futuro, y sus situaciones de
la vida real presentaron las oportunidades reales para utilizar esas ideas en comportamientos de acuerdo a sus necesidades y deseos
internos.
La forma en la cual los pacientes hicieron de sus fantasías una parte de su vida real fue de acuerdo a la evolución natural de las
respuestas conductuales espontáneas a la realidad. Esto no fue una complacencia a las sugestiones, ni parecían derivar de alguna otra
respuesta de los pacientes a sus realidades. Su comportamiento fue experimentado por ellos como surgiendo desde dentro de ellos
mismos y relacionado con sus necesidades en su situación vital inmediata. 27
De este modo, el Paciente A se preguntaba vagamente respecto a su próxima cita conmigo y actuó bajo un impulso súbito para pedir
un aumento de salario, lo cual llevó, a su vez, a una serie de eventos. La Paciente D no abandonaba la casa paterna debido a las
razones lógicas que había discutido conmigo, puesto que ella quería fabricarse un vestido que quería lucir. [...]
La clase de fantasías a través de las cuales los pacientes alcanzaron sus metas posee un marcado interés y significado. No fueron del tipo
grandioso de fantasías elaboradas que uno tiene cuando fantasea conscientemente respecto a los deseos de uno. Fueron fantasías acordes con
sus comprensiones de metas realmente alcanzables. Por ejemplo, el Paciente A era lastimosamente modesto al desear una salud “lo justo
necesaria.” Ni pensaba convertirse en un ganador de una pelea, sino que esperaba ser capaz de ser “tomado como un hombre.” [...] Y la
paciente D se veía a si misma en su fantasía no como una estrella en el mundo del espectáculo, sino como una protagonista feliz en la boda de
su amiga.
Esas fueron todas las fantasías respecto al futuro experimentadas por esos pacientes. No iban más allá de la imaginación, sino que eran
fantasías adecuadas a las posibilidades reales, acordes con su comprensión de si mismos.
Es difícil especular sobre la pregunta de por qué y cómo la “proyección del tiempo” probó ser una medida terapéutica efectiva para esos
pacientes. Uno podría trazar con dificultad paralelos con las experiencias comunes en la vida cotidiana. Por ejemplo, la publicidad utiliza
recursos que estimulan las fantasías del futuro. Un ejemplo más cercanamente comparable a los reportes de caso descritos es el de escribir,
que después de mucha indecisión, una carta aceptando un nuevo puesto. Una vez que ha sido escrita, incluso aunque no haya sido enviada aun
por el correo, se desarrolla inmediatamente un sentimiento profundo que la suerte está echada en forma irrevocable. Esto resulta en una nueva
orientación psicológica de una fuerza obligatoria que efectúa una nueva organización del pensamiento y el planeamiento. El acto de escribir la
carta constituye la iniciación de la acción, y, como fue mencionado antes, una acción una vez iniciada tiende a continuar.
Aparentemente para esos pacientes, el establecimiento de un estado disociado, en el cual ellos pudieron sentir y creer que habían
logrado ciertas cosas beneficiosas para ellos, les dio un sentimiento profundo de haber logrado realidades, lo cual, a su vez, resultó en
la reorientación terapéutica deseada.»(Erickson, 1954b/1980d, p. 420-423)
Actualmente se ha colocado de moda el “uso de hipnosis” para realizar “terapias regresivas”, basadas en el
supuesto que la mayoría de los problemas humanos actuales obedecen a experiencias traumáticas amnésicas
de la infancia.4 Para realizar tales terapias, esos hipnólogos hacen uso del fenómeno hipnótico de la regresión
de edad.
Surge, entonces, una interrogante: ¿cuál era el uso que daba Erickson a la regresión de edad, si estaba tan
orientado al futuro? Es interesante que un volumen de análisis de la casuística registrada de Erickson (O’Hanlon y
Hexum, 1990) muestra en el índice de las técnicas usadas en esos casos (336 casos), que a la regresión de edad le
corresponden solamente 5 entradas en un total de 329 páginas (los autores enumeran un total de 66 técnicas
terapéuticas). (Pacheco, 1997)
En general, Erickson usaba la regresión de edad con los siguientes objetivos (Pacheco, 1997):
(1) Extraer recursos que el paciente ha adquirido en su vida y de los cuales no está consciente, y
(2) La creación de pseudo-recuerdos terapéuticos que modificaran la experiencia actual del paciente4 (Yapko,
1990).
La extracción de recursos se refiere a que las personas han desarrollado habilidades y aprendizajes que les
fueron útiles para enfrentar problemas, pero que ahora no están siendo utilizados para enfrentar las
dificultades o problemas actuales. Una forma de extraer esos recursos es a través del empleo de metáforas
terapéuticas (Lankton y Lankton, 1983) y fenómenos hipnóticos; que se incorporan a los contextos actuales y
futuros. De este modo, el paciente tiene la oportunidad en el trance hipnótico para ensayar el uso de sus
propias capacidades en las situaciones donde son necesarias. (Yapko, 1988, 1990)
La racionalidad de la creación de pseudo-recuerdos consiste, por ejemplo, en que el paciente puede tener
carencias importantes en su vida pasada que están influyendo en su identidad actual, y que sea muy difícil que
pueda desarrollarlos a través de los métodos terapéuticos usuales. A través del uso de la vivification4 puede
regresarse al paciente a esas épocas importantes de su vida, y proporcionarle experiencias vitales que no tuvo,
como si estuvieran ocurriendo realmente en su aquí y su ahora (el pasado para el observador externo, el
presente para el paciente regresado en edad), y crear amnesia para esas experiencias. (Erickson y Rossi, 1979)
Otra variedad de creación de pseudo-recuerdos es lo que Grinder y Bandler (1994) denominan “cambio de la
historia personal”, en donde el paciente experimenta regresión de edad en hipermnesia4 y disociación para una
situación específica (traumática o no), y le agrega a esa situación comprensiones del presente que no
estuvieron presentes en la situación original, con lo cual se cambian las connotaciones afectivas de la misma, y
luego se generaliza hacia el presente y el futuro (Yapko, 1988).
Rol activo del terapeuta: Erickson, un terapeuta estratégico
Haley (1980a) introdujo en la literatura el concepto de “terapia estratégica” del siguiente modo: 28
«Una terapia puede considerarse estratégica si el clínico inicia lo que ocurre durante ella y diseña un enfoque particular para cada
problema. Cuando se encuentran un terapeuta y una persona con un problema, la acción que tiene lugar está determinada por ambos,
pero en la terapia estratégica la iniciativa corresponde en gran medida al terapeuta. Este debe identificar problemas solubles, fijar
metas4, diseñar intervenciones para alcanzarlas, examinar las respuestas que recibe para corregir su enfoque y, por último, evaluar el
resultado de la terapia para ver si ha sido eficaz. El terapeuta ha de ser sensible hacia el paciente y su medio social, pero la forma en
que proceda debe ser determinada por él mismo.
[…] La terapia estratégica no es un enfoque o teoría particular, sino varios tipos de terapia cuyo común denominador que el terapeuta
asume la responsabilidad de influir directamente en la gente.
[…] Puede considerarse a Erickson como el maestro del enfoque estratégico en terapia. Durante mucho tiempo se lo ha conocido como
el más importante especialista mundial en hipnosis médica, y dedicó su vida al estudio experimental y la utilización terapéutica de la
hipnosis, desarrollando infinitas variantes. Menos conocido es su enfoque estratégico para la atención de individuos, parejas y familias,
sin el empleo formal de la hipnosis. […] Aun en los casos en los que no emplea formalmente la hipnosis, su estilo terapéutico se basa
hasta tal punto en la orientación hipnológica, que cuanto hace parece originarse en ese arte.» (Haley, 1980a, p. 7-9)
Nardone y Watzlawick (1992) se refieren del siguiente modo a la filosofía que sustentan los enfoques
estratégicos, la cual está implícita en el trabajo de Erickson:
(1) «El pensamiento estratégico no se funda en una teoría que, describiendo la "naturaleza humana", precriba en consecuencia conceptos de
"sanidad" o "normalidad" comportamental y psíquica en oposición a los de la patología. [...] El pensamiento estratégico más bien se interesa
por la funcionalidad del comportamiento humano frente a los problemas de la existencia y de la convivencia entre individuos [...] El objetivo es
el buen funcionamiento de estas relaciones, no en términos generales y absolutos de normalidad, sino en términos de realidad totalmente
personal, diversa de individuo a individuo y de contexto a contexto.» (Nardone y Watzlawick, 1994, p. 36)
(2) «El terapeuta no se centra en el análisis "profundo", ni en la búsqueda de las causas del problema hasta la extrapolación de las
verdades escondidas, sino cómo funciona y cómo puede cambiar la situación de malestar de un sujeto, de una pareja o de una familia.
El paso es de los contenidos a los procesos, y se trata de un saber cómo más que un saber por qué.» (Nardone y Watzlawick, 1994, p.
37)
(3) «[...] los problemas humanos pueden resolverse mediante estrategias focales que rompen el sistema circular de retroacciones que
mantienen operante el problema. De esta ruptura de un equilibrio disfuncional habrá de derivar el cambio en el comportamiento y en
las concepciones del sujeto, enjaulado en una situación problemática. [...] Hay que "obligar" al paciente a salir de la rigidez de su
perspectiva, conduciéndolo a otras posibles perspectivas que determinarán nuevas realidades y soluciones...» (Nardone y Watzlawick,
1994, p. 44) (Enfasis añadido)
(4) «La mayor parte de las psicoterapias...impregnadas de la idea del "cogitocentrismo" (centralidad del pensamiento por sobre las
acciones), se basa en el supuesto que el actuar sigue al pensar. Por consiguiente, para cambiar una comportamiento erróneo o una
situación problemática, hay que cambiar primero la manera de pensar del paciente y sólo después es posible su manera de obrar. [...]
Desde el punto de vista estratégico, que en definitiva es el del constructivismo radical, este proceso debe invertirse. Es decir, se parte
de la convicción que, para cambiar una situación problemática, antes hay que cambiar el obrar y, como consecuencia, el pensar del
paciente, o mejor, el punto de observación, el "marco" de la realidad.» (Nardone y Watzlawick, 1994, p. 47)
¿Si Erickson no se guiaba por los criterios de la psicopatología tradicional, cómo hacía entonces para diseñar
sus intervenciones terapéuticas? Podríamos afirmar que sus criterios estaban determinados por la
fenomenología del problema. (Elgueta, 2000)
Con esto queremos significar que el terapeuta escucha atentamente la queja del cliente, observando
cuidadosamente los aspectos analógicos de la comunicación verbal (silencios, cambios de la voz, etc.) y la
comunicación no verbal (gestos, postura, ritmo respiratorio, etc.). Al tiempo que presta atención a los
contenidos de la comunicación, está atento a cómo va construyendo el paciente la descripción de su problema.
«[Erickson] parecía más interesado en descubrir las pautas y estilos de responsividad de los paciente? ¿A qué
respondían éstos?» (O’Hanlon, 1989, p. 122) (Enfasis añadido)
Cade y O'Hanlon (1995, p. 76-81) sugieren las siguientes preguntas para obtener una definición clara del
problema y las secuencias del mismo:
(1) ¿Cuándo se produce el problema?
Aquí se buscan regularidades en la reiteración del problema en el tiempo:
􀂾¿Hay momentos en los que el problema aparece habitualmente o siempre, o en los que no aparece nunca?
􀂾¿Hay algún momento específico del día, de la semana, el mes o el año en el cual el problema surge con más o menos frecuencia?
(2) ¿Dónde aparece el problema?
􀂾¿Hay algún lugar donde el problema siempre se produce, o es más probable que se produzca?
􀂾¿Hay algún lugar donde el problema no surge nunca?
(3) ¿Cuáles son las acciones del problema?
􀂾Si hubiera una grabación en vídeo del problema en acción, ¿qué veríamos? 29
􀂾¿Qué posturas y gestos específicos, qué frecuencias de acciones, interacciones, diálogos, etc., podríamos ver y oír en esa
presetación activa del problema?
(4) ¿Con quién se produce?
􀂾¿Quién es más probable que esté rondando por ahí cuando aparece el problema?
􀂾¿Qué hacen y dicen esas otras personas antes, durante y después que aparece la conducta-problema?
􀂾¿Qué dicen esos otros significativos sobre el individuo que tiene el problema, o sobre el problema en si mismo?
(5) ¿Cuáles son las excepciones a la regla del problema?
Puesto que es poco probable que un problema ocurra siempre, se indaga por aquellos eventos que interrumpen el problema.
(6) ¿Qué es lo que el cliente o los clientes hacen de modo distinto, o qué actividades quedan excluidas a causa del problema?
􀂾¿De qué modo el problema obstaculiza lo que las personas harían habitualmente o les gustaría hacer? (Suele preguntársele al cliente
qué haría de una manera distinta si el problema estuviera resuelto.)
(7) ¿Qué es lo que el cliente muestra en la sesión que está relacionado con el problema?
Este punto se refiere a que el cliente puede mostrar sólo alguna parte del problema o el problema se despliega completo en la sesión
(aunque el/los clientes no se percaten).
(8) ¿Cuáles son las explicaciones y marcos (encuadres) del cliente respecto al problema?
Las explicaciones y marcos de referencia que poseen los clientes pueden ser información útil o forman parte del problema.
􀂾¿Qué es lo que el cliente cree que ocasionó o causa el problema?
􀂾¿Cuáles son, si existen, las dificultades más profundas a las que el cliente atribuye el problema?
􀂾¿Qué indica el problema sobre su identidad o sus previsiones del futuro?
􀂾¿Qué metáforas, analogías o imágenes emplea el cliente cuando habla del problema.
􀂾¿Cuáles son o han sido las explicaciones de los otros significativos (familiares u otros profesionales involucrados) que pueden haber
orientado sus actitudes respecto del cliente y el modo de tratarlo, afectando también al modo en que el cliente pensaba el problema?
(9) ¿Cuáles son las soluciones intentadas por el cliente o los otros significativos, acerca del problema?
􀂾¿Qué han estado haciendo el cliente y los otros significativos (incluso los terapeutas) para tratar de resolver el problema?
(10)¿Cómo podremos saber que hemos tenido éxito?
Es necesario conocer las imágenes e ideas que el cliente tiene acerca de cómo sabrá que el problema está resuelto.
Algunos ejemplos de estas preguntas pueden ser los siguientes:
􀂾¿Qué sucederá en los otros ámbitos de su vida cuando el problema ya no esté presente?
􀂾"Este parecería un buen lugar para empezar, pero me gustaria saber adónde voy, de modo que puedo escuchar más para encontar
lo que será útil. Si es posible, dígame qué es lo que espera que suceda en su vida cuando hayamos tenido éxito. ¿Qué hará después de
la terapia? ¿Cómo se darán cuenta los otros que ha cambiado? ¿Cómo lo sabrá usted?"
Aquellos que tienen experiencia en la inducción de trance y con los fenómenos hipnóticos, también pueden
mirar la sintomatología del paciente desde otra perspectiva: la del trance sintomático. (Gilligan, 1988; Yapko,
1992)
El concepto del trance sintomático implica los siguientes supuestos: (Pacheco, 1998b)
(1) Puede ser considerado como un principio en hipnoterapia el hecho que el mecanismo por medio del cual se mantiene un síntoma,
puede ser un mecanismo de solución que puede ser usado en la inducción hipnótica. (Zeig, 1987, 1988)
(2) Los síntomas son versiones naturalistas de los fenómenos hipnóticos clásicos. La experiencia fenomenológica de los síntomas es
similar a la experiencia de los fenómenos del trance hipnótico. La forma de la experiencia es la misma, pero el contexto difiere
radicalmente. (Gilligan, 1987)
(3) Esta perspectiva «permite al terapeuta aceptar los síntomas como expresiones hipnóticas legítimas que ya están siendo practicadas
por el cliente, y trabajar para transformarlos en las soluciones del problema.» (Gilligan, 1988, p. 327)
(4) El terapeuta puede generar contextos de relación interpersonal e intrapersonal, donde los mismos procesos sintomáticos sean
validados, definidos, como expresiones autónomas legítimas del inconsciente, y ser utilizados como la base para la solución de
problemas y la integración del si mismo. (Gilligan, 1987)
(5) Cuando durante la terapia se identifican los fenómenos de trance que son subyacentes a la sintomatología, la terapia toma la forma
de una experiencia complementaria. Por ejemplo, si la disociación está presente formando parte del problema, la asociación será una
parte principal de la solución. (Yapko, 1990)
Esta mirada fenomenológica permite que en el mismo proceso de psicoterapia, parte de las quejas del cliente
podrían ser abordadas a través de hipnoterapia (con inducción de trance formal o no) y otras por medio de
intervenciones estratégicas en la pauta (generalmente con la prescripción de tareas para realizar entre
sesiones)4. 30
Como puede observarse, el terapeuta está siendo siempre estratégico, independientemente de las técnicas
usadas. Su objetivo es diseñar un entorno (contexto) experiencial (dentro o fuera de la sesión) que favorezca
la interrupción de las pautas experienciales (y disfuncionales) del cliente, de modo que otras pautas no
utilizadas en ese contexto sean facilitadas.
Sin embargo, para Erickson era crucial determinar la disposición a cooperar del paciente en la construcción de
la terapia:
«Hacer un diagnóstico correcto de la enfermedad y conocer el método de tratamiento correcto no es suficiente. Es igualmente
importante que el paciente sea receptivo respecto de la terapia y coopere con ella. Sin la plena colaboración del paciente, los resultados
terapéuticos se retrasan, distorsionan o limitan, o hasta llegan a no producirse. » (Erickson, 1965, citado en Berg y Miller, 1996, p. 50)
El diseño de la terapia para el paciente involucra, al menos, tres aspectos importantes: (a) co-construcción de las
metas del tratamiento; (b) determinación de la pauta; (c) estrategias posibles para alterarla y modo en que se
entregarán esas estrategias (aspecto que está directamente relacionado con el modo de cooperar [de Shazer, 1991]
del paciente). Zeig ha denominado “envoltura para regalo” (Zeig, 1992/1999) a este tercer aspecto.
Zeig (1992/1999) indica:
«Los componentes de la solución [al problema] pueden envolverse con el papel de la hipnosis, los símbolos, las metáforas, las
prescripciones de síntomas, las anécdotas, el reencuadre, etc. El terapeuta se pregunta: “¿De qué manera puedo presentar los
objetivos?, y luego decide la técnica a seguir. […] las técnicas se seleccionan usando métodos con los que el paciente normalmente u
ocasionalmente estará de acuerdo. […] Envolver para regalo consiste en seleccionar técnicas que nos permitan ofrecer ideas. No basta
con envolver como regalos los componentes de la solución. El proceso o actividad de tener en cuenta el estilo singular del paciente
recibe el nombre de “sastrería” [tailoring] […] De cara a la “sastrería” el terapeuta piensa: “¿A qué da valor el paciente?, ¿Qué postura
toma? ¿De qué está satisfecho? A partir de ahí, el terapeuta individualiza el enfoque.» (p. 170-171)
Aunque Erickson resaltó el aspecto del estilo de disposición a responder (responsiveness) del cliente y “cortaba
a la medida” (tailoring) sus intervenciones, en mucha literatura “ericksoniana” este aspecto ha sido pasado por
alto; como si todos los pacientes estuvieran dispuestos a cooperar con el proceso terapéutico, en el sentido
que pueden dárseles prescripciones que llevarán a cabo al pie de la letra.
El Centro de Terapia Familiar Breve de Milwaukee ha distinguido tres tipos de relación cliente-terapeuta en lo
que respecta a su estilo de cooperación: “compradora”, “demandante” y “visitante”. (Berg y Miller, 1996;
DeJong y Berg, 1998)
Definen cada tipo de relación en la siguiente forma (Miller, 2001):
Estilo comprador:
􀂾El cliente es capaz de identificar un problema o meta para el tratamiento.
􀂾El cliente está deseoso y dispuesto a emprender acciones.
􀂾El cliente cree que su comportamiento hará una diferencia.
Estilo demandante:4
􀂾El cliente es capaz de identificar un problema o una meta para el tratamiento.
􀂾El cliente considera que las soluciones son externas a él. Estos clientes tienden a creer:
􀂾"Cuando se tienen dudas, no cambies."
􀂾"Mi comportamiento no interesa."
􀂾"Alguien o algo tiene que cambiar primero."
Estilo visitante:
􀂾El cliente no identifica un problema o meta para el tratamiento.
􀂾El cliente no ve ninguna necesidad de participar en la terapia.
(Este estilo es muy común en el contexto de terapia obligada)4
Desde ese punto de vista, con los únicos clientes que se puede trabajar desde el inicio de la terapia es con
aquellos que han definido una relación de tipo “comprador.” En los otros dos estilos de relación, el terapeuta
tendrá que realizar maniobras para transformar la relación en una de “compra.” (Berg y Miller, 1996; DeJong y
Berg, 1998; Miller et al., 1997). Miller (2001) afirma que el porcentaje de los pacientes que acuden a terapia y
que establecen ese estilo de relación es la minoría. 31
En los artículos de Erickson acerca de las técnicas naturalistas para la inducción de trance (1958/1980; 1959/1980),
reporta 22 casos en los cuales todos los sujetos y/o pacientes se mostraban “resistentes” a la inducción de trance
hipnótico. Si se mostraban “resistentes” a la inducción de trance, y se usaba un método indirecto (naturalista) para
llevarlos a la experiencia de trance, ¿podrían usarse sugerencias directas en el trabajo de trance posterior? Nuestra
respuesta es ¡No!
Zeig (1991) afirmó que la cantidad de indirección utilizada en la terapia debe estar en proporción directa a la
resistencia percibida. Hay que comenzar en forma directa, y cuando esto no funciona hay que comenzar a ser
más y más indirectos. Es decir, el uso de lenguaje directo o indirecto dependerá en primer lugar del estilo de
respuesta o cooperación del cliente.
Analicemos a la luz de esta información dos aspectos del trabajo de Erickson que requieren una nueva mirada:
¿Por qué usar “hipnosis formal” en terapia? y ¿cuál es el objetivo de la indirección terapéutica?
Hipnosis formal: Su uso estratégico:
En el Capítulo 3 dijimos que uno de los objetivos del uso de la hipnosis formal en terapia era debilitar los esquemas
conscientes del cliente, con lo cual éste puede estar más receptivo a las ideas del terapeuta y a la exploración de
sus propios potenciales de respuesta. En el Capítulo actual, en la nota número 1, afirmamos que toda inducción de
trance formal incluye la ratificación del trance. La ratificación del trance tiene como consecuencia una mayor
debilitación de los esquemas conscientes y por lo tanto, puede crearse una mayor disposición a responder
(cooperar) en el paciente.
Erickson desarrolló una serie de métodos para “inducir” y ratificar el trance hipnótico (Erickson y Rossi, 1979;
Erickson, Rossi y Rossi, 1976), y según Zeig (1992) Erickson no aceptaba un “no” de parte del cliente, sino que
trabajaba arduamente hasta conseguir una respuesta afirmativa. Es decir, ¡trabajaba para transformar un estilo
de relación cliente-terapeuta demandante, en una relación de tipo comprador!
Con esta idea en la mente podemos comprender, entonces, por qué Erickson podía realizar sofisticadas
intervenciones cuyo objetivo era alterar la pauta de la sintomatología, y prescribir complejas sugestiones
posthipnóticas (Erickson, 1980d).4
Según Haley (1980a), Erickson era reconocido en la década de los años 1940-1950 como el “Maestro de la
hipnosis”. El hipnotismo era usado en esa época4 como último recurso para el tratamiento de los pacientes
cuando los métodos usuales fallaban; y el mismo Erickson lo reporta en su casuística, muchos de sus pacientes
habían sido derivados por médicos o psiquiatras por ser pacientes intratables. Por lo tanto, podemos suponer
que si hubiera aplicado los criterios del Grupo de Milwaukee para determinar el tipo de relación cliente-
terapeuta, habría encontrado un alto porcentaje de relación de tipo “demandante.”
De aquí surge otro aspecto que llama a la reflexión. Haley (1980a) y el mismo Erickson (1980d) reportan una
serie de casos clínicos que fueron tratados exitosamente en una sola sesión.4 ¿Se trataba de clientes que
establecieron una relación cliente-terapeuta de tipo “comprador” en esa primera y única sesión?
Desafortunadamente, nunca lo sabremos.
Directividad e indirección terapéutica:
Carol Lankton (1985a) ha indicado que aunque Erickson se mostraba muy directivo en su aproximación a la
terapia, al mismo tiempo desarrollaba indirección terapéutica. Creía que las personas tenían la capacidad para
desarrollar sus propios pensamientos y resolver sus propios problemas, a pesar de las creencias conscientes
limitantes.
Según ella, Erickson dio énfasis a la comunicación indirecta que facilita una búsqueda inconsciente y la recuperación
de aprendizajes y habilidades personales, debido a que las limitaciones conscientes de los pacientes les han
impedido resolver sus problemas y dificultades –razón por la cual las sugestiones directas suelen fracasar (ya que
apelan a la capacidad de dirigir en forma consciente el cambio). A su vez, el lenguaje indirecto de Erickson
estimulaba a los clientes para resolver sus problemas en formas efectivas singulares.
Aunque compartimos las afirmaciones de Lankton, es necesaria, sin embargo, otra mirada a esa característica
del trabajo de Erickson: una mirada estratégica.
El lenguaje indirecto más conocido y difundido de Erickson son sus historias y metáforas terapéuticas4 (Rosen,
1986; Zeig, 1985), que relataba en un trance formal o no formal. Cabe preguntarse: ¿qué llevó a Erickson a
desarrollar su hipnosis “no formal”? Es decir, una conversación que busca fijar la atención del paciente,
debilitar sus esquemas conscientes y obtener disposición a responder. 32
El atento estudio de dos demostraciones de terapia efectuadas por Zeig en Santiago en 1998 y 1999 (Zeig, 1998,
1999) muestra cómo el terapeuta realiza una entrevista para determinar la pauta de los problemas presentados.
Ambas sujetos de demostración buscan terapia para resolver una dificultad que se arrastra por años; una de las
sujeto había estado en terapia antes, la otra no. En ambos casos fue fácilmente determinada la pauta de la queja,
sin embargo la respuesta de ambas sujetos motivadas para recibir terapia fue paradojal: con una de ellas, Zeig
propone tres tareas, una después de la otra (todas las cuales apuntaban a romper la pauta sintomática, y todas muy
bien estructuradas), sin embargo cada vez obtiene una respuesta no verbal de “no”. Con la otra sujeto, los intentos
de Zeig por involucrarla en un tema que obviamente llevaría a una tarea terapéutica, también obtiene por respuesta
no verbal, “no”.
Con la primera sujeto, Zeig recurre, por último, al uso de una técnica experiencial (gestalt) que une a una
inducción de “trance conversacional” (Erickson, Rossi y Rossi, 1976), para deslizar ideas terapéuticas. La sesión
finaliza allí y al día siguiente, para sorpresa de los asistentes, ¡la sujeto reporta que ha llevado a cabo la
primera tarea propuesta por Zeig el día anterior!
Con la segunda sujeto, cuya entrevista inicial duró 16 minutos, Zeig tomó alrededor de 5 minutos para
reflexionar antes de intervenir.4 Luego de ese intervalo, Zeig nuevamente volvió a proponer una idea que
llevaría a una tarea, y volvió a recibir un “no” no verbal por respuesta. A continuación le preguntó a la paciente
si había experimentado hipnosis antes4. Afortunadamente la sujeto era inexperta, de modo que Zeig pudo
realizar una bella inducción de trance formal no ritual, permisivo, haciendo uso de información obtenida de la
misma sujeto. Esta cerró fácilmente los ojos y su cuerpo se mostraba quieto y relajado. Sin embargo, cuando
Zeig le pidió abrir los ojos y darse cuenta que no podía mover el cuerpo ni las manos para ratificarle el trance,
tuvo que trabajar bastante para que la sujeto siguiera sus instrucciones y “profundizara” dicho estado. Zeig
tuvo que recurrir a formas de lenguaje indirecto descrito por Erickson y Rossi (1979) como las más adecuadas
para manejar la “resistencia” en la profundización el estado hipnótico. Todo el proceso de inducción y
ratificación de trance duró ¡20 minutos!; mucho más tiempo que el ocupado en la entrevista inicial y que en la
utilización terapéutica del trance hipnótico que se llevó a cabo (obviamente) mediante metáforas entrelazadas
(Lankton y Lankton, 1983) y que duró 16 minutos. No hubo seguimiento de esta sesión de demostración.
Al mirar las cintas de video de ambas demostraciones uno se pregunta ¿qué sucedió en ambos casos, sujetos
que solicitan ser voluntarias para recibir terapia y se comportan de ese modo? La respuesta llega desde el
lejano Milwaukee a nuestros oídos: ¡las sujetos no establecieron una relación cliente-terapeuta de tipo
“compradora”, sino que de un estilo “demandante”! Y las primeras intervenciones de Zeig en ambos casos eran
adecuadas, pero para sujetos que hubieran establecido una relación de “compra.”
Uso del humor en la terapia
Los lectores, guiados por el estereotipo cultural del “hipnotista” podrían imaginarse a Erickson como un señor
adusto, frío e impersonal, que a través de su famosa “mirada ericksoniana”4 penetraba en las mentes de sus
clientes para luego darles “órdenes” o “programarles” la mente.
El comportamiento de Erickson en sus sesiones de terapia y seminarios (incluso en sus últimos días) estaba lejos de
ser el de una persona fría y rígida. Como buen terapeuta estratégico que era, no solamente usaba sus experiencias
personales (anécdotas e historias) para influenciar a sus clientes, sino que se usaba a si mismo para adecuarse al
tipo de interacción que suponía era el que más encajaba con el cliente en cuestión. Además, si Erickson no hubiera
tenido un agudo sentido del humor y una postura un tanto juguetona ante la vida, ¿cómo hubiera hecho para
sobrellevar los dolores crónicos que lo atormentaron desde los años 1950, después de su segunda crisis de polio?
Erickson afirmó:
«Usted necesita enseñar a los pacientes a REIRSE de sus penas ya disfrutar de sus placeres. Tuve a una mujer alcohólica que vino por
terapia… y ella me habló de los problemas que estaba teniendo con su hija en edad universitaria. Dijo, “He tenido problemas con ella
desde que sale en nuestro…” ¿cómo llama usted a ese auto que no tiene techo?... un convertible. Ella estaba conduciendo sola…
“teníamos una lindo día y un pájaro estaba volando por sobre nuestras cabezas e hizo sus deposiciones justo cuando ella estaba
bostezando. Y ella está TAN avergonzada consigo misma desde entonces. Parece que ni puede enfrentar la vida. Y mi alcoholismo no la
ayuda.” Le dije, “Bien, cuénteme un poco MAS acerca de su hija.” “Ella es realmente una muy buena chica, pero está terriblemente
neurótica desde esa vez.” “¿Tiene sentido del humor?” La madre dijo, “Sí, pero no desde entonces.” Ella había desarrollado aversión
hacia los alimentos y había hecho su vida miserable. Le pregunté a la madre. “Usted dice que ella tiene un buen sentido del humor pero
no lo ha USADO durante años. Bien, usted debe tener mucho humor contenido detrás de esa persona capaz. De modo que usted piensa
si yo haría un poco de terapia a larga distancia.” La madre 33
dijo, “No, no pienso eso.” Le envié a la chica una postal desde Filadelfia, advirtiéndole de los riesgos de bostezar mientras se conduce
un convertible. La chica recibió la carta y dijo, “¿Quién es este hombre y cómo lo supo? Yo nunca se lo he contado. ¡Tú se lo dijiste!?”
Ella dijo, “¿Cuál es el nombre?” La chica dijo, “Está firmado M. H. Erickson.” Y la madre dijo, “Yo nunca he ESTADO en Filadelfia. No
conozco a nadie con ESE nombre que viva en Filadelfia. ¿No es divertido?” La chica rompió a reír y dijo, “Por cierto que sí.” Y continuó
riéndose con todas sus ganas durante un rato. Y reasumió su vida normal Sólo era una advertencia amistosa.» (Gordon y Meyers-
Anderson, 1981, p. 29-30)
El humor bien usado posee la capacidad de sacarnos del dolor, hacer más aceptables aquellas cosas nuevas o
amenazantes, o alivianar una situación (Gordon y Meyers-Anderson, 1981); un chiste oportuno permite afirmar en
forma indirecta ciertos puntos, sin suscitar resistencia (O’Hanlon, 1989); asimismo, puede usarse para sacar de una
postura rígida al oyente (“descarrilar” el pensamiento, O’Hanlon, 1989).
En el siguiente caso clínico, puede observarse este agudo sentido del humor de Erickson, esta vez al servicio
de un reencuadre:
«Erickson atendió en terapia a una enfermera soltera; observó que la mujer tenía un trasero grande y también amor a los niños. Le
dijo, “YO SE que tiene el trasero más grande de toda la creación. SE que no le gusta, pero es el suyo. Y le gustan los niños, de modo
que querría casarse, tener hijos propios. Y tiene miedo que ese gran trasero constituya un obstáculo… Este es su error. Usted no ha
leído el Cantar de los Cantares, de Salomón. TIENE que leer su Biblia. Se habla de la pelvis como de la cuna de los niños. El hombre
que quiera casarse con usted no verá un gran trasero gordo… verá una cuna maravillosa para los niños.” Los hombres que quieren ser
padres QUIEREN también una linda cuna para el hijo.» (Citado en O’Hanlon, 1989, p. 109)
Erickson también utilizaba acertijos para cuestionar la rigidez de sus pacientes. Todos ellos implicaban romper
las pautas habituales de pensamiento para poder encontrar la solución. (Erickson y Rossi, 1979; O’Hanlon,
1989)
Orientación intrapersonal e interpersonal de la terapia
Esta es otra característica del trabajo de Erickson que está oscurecida por las distintas lecturas que han hecho
los difusores de su trabajo.
Haley (1980a, 1985) ha colocado el énfasis en la descripción del aspecto interaccional de la terapia de Erickson, lo
cual es obvio al considerar los intereses de ese autor: formó parte del Grupo de Bateson para el estudio de la
comunicación, luego colaboró con Minuchin en el desarrollo de la terapia familiar estructural, y finalmente desarrolló
su propio enfoque de terapia estratégica en su Instituto en Washington (Haley, 1980b).
Rossi, por su parte, es un terapeuta con formación jungiana, que al momento de conocer a Erickson ya tenía
publicado un libro sobre sueños (Rossi, 1998/2000); por lo tanto se interesó en el estudio y publicación de los
métodos hipnoterapéuticos de Erickson y sus acercamientos intrapersonales.
Haley no necesitaba el concepto del “inconsciente” para explicar las intervenciones hipnóticas o no hipnóticas
formales de Erickson, le bastaba con la mirada interaccional (comunicacional). Rossi, sin embargo, necesitaba
de un inconsciente, el cual en la visión de Erickson poseía las mismas connotaciones positivas que el
inconsciente para Jung4.
¿Bajo qué criterios operaba Erickson en sus terapias? ¿Bajo un marco interaccional cuando discutía con Haley,
y un marco intrapersonal cuando trabajaba con Rossi?
La observación cuidadosa de los reportes clínicos de Erickson (Erickson, 1980d; Erickson y Rossi, 1979) da cuenta de
un terapeuta que tenía una confianza básica en el inconsciente del paciente, e incluso desarrolló formas lingüísticas
indirectas para posibilitar su trabajo autónomo. Sin embargo, en Erickson, “hipnoterapia” no significa solamente un
trabajo interno autónomo, como podría desprenderse inicialmente de la lectura del trabajo de Rossi acerca de
Erickson. En la mayor parte de los reportes de casos con tratamientos hipnoterapéuticos de Erickson, se buscaba
alterar las pautas que mantenían la sintomatología.
Según Haley (1980a), Erickson fue uno de los primeros terapeutas que atendió parejas y familias en su
consultorio, a las cuales podía ver en forma conjunta o separada, y a las que trataba con hipnosis formal, no
formal, o a través de prescripciones de tareas.
Al igual como enunciamos más arriba, pareciera que Erickson decidía sus acercamientos terapéuticos y su
orientación según la fenomenología del problema presentado y la disposición a responder del cliente. 34
El exceso de confianza en los recursos inconscientes del paciente para el cambio terapéutico, puede llevar al
terapeuta a perder de vista las variables del contexto interpersonal significativo para el paciente, para
centrarse en acercamientos intrapersonales que no ayudarán a la resolución del problema.4
Erickson (1980d) escribió lo siguiente respecto a “La importancia de las realidades actuales en psicoterapia”:
«Las situaciones vitales actuales y anticipadas tienen una gran importancia para el paciente que está en psicoterapia, ya que la tarea de
enfrentarse con ellas es primariamente un ajuste efectivo a las exigencias y fuerzas del presente y del futuro, sin importar lo que pueda haber
en su pasado histórico. La preocupación en el pasado solamente y el desconocimiento de las necesidades, oportunidades y capacidades de la
situación actual puede con facilidad, y a menudo lo hace, prolongar indebidamente la terapia.
Junto a la importancia de las experiencias de la vida cotidiana, debiera reconocerse a las relaciones interpersonales como una influencia
especial y muy potente en la psicopatología y la psicoterapia. La eficacia de la relación, ya sea destructiva o constructiva, puede ser
más una función de su intensidad, duración y características, más que las “interpretaciones psicodinámicas” proferidas por muchas
escuelas de pensamiento. La experiencia humana está lejos repleta con ejemplos de relaciones interpersonales psicoterapéuticamente
efectivas que han corregido desajustes conductuales, que todos los esfuerzos combinados de la psicoterapia organizada. No existen
métodos de medición científica para la palabra bondadosa, el desafío, la duda expresada en voz baja, el grito de angustia sofocado, el
tono amenazante, el sonido burlón, el murmullo, el sonido estimulante, el silencio expectante. El éxito o el fracaso de la psicoterapia
puede descansar sobre fuerzas como esas.» (Erickson, 1980d, p. xvii)
Terapia breve
Erickson, como el hombre pragmático que era, abogó por una psicoterapia breve:
«El supuesto que la psicoterapia necesariamente debe ser compleja y muy prolongada, contradice la experiencia de la vida cotidiana.
Los sucesos diarios simples de un carácter breve y transitorio, pueden, y con frecuencia lo hacen, ejercer influencias profundas y
perdurables sobre la personalidad humana. Estos sucesos pueden derivar totalmente del presente inmediato y pueden evocar
respuestas importantes que dirigen el presente y el futuro de los individuos. Esas respuestas significativas a los eventos cotidianos, a
pesar de la sincera creencia sostenida por muchos adherentes a las escuelas interpretativas de la psicoterapia, no son necesariamente
un reflejo y nuevas ediciones de experiencias traumáticas infantiles. Esto no desacredita en forma alguna la importancia del trauma
físico en la infancia y la niñez. Por el contrario, enfatiza el hecho que las experiencias traumáticas pueden ocurrir en cualquier edad y
pueden reflejar solamente la situación de vida actual implicada.» (Erickson, 1980d, p. xvi-xvii)
Su foco en los problemas presentes, el trabajo orientado a metas, y el aspecto estratégico de sus
intervenciones (interrupción de pautas), necesariamente tienden a abreviar la terapia; mientras que cuando el
tratamiento se enfoca hacia el pasado y en la psicopatología, el tratamiento tiende a ser prolongado.
Fisch (1982) se refiere del siguiente modo al impacto de Erickson en la psicoterapia breve:
«En su trabajo, Erickson abrió la puerta para el cambio y en una forma que tuvo un gran impacto en la terapia breve, así como también en la terapia en
si misma. Hay diversos rasgos en su trabajo que lograron este cambio. En primer lugar, creo, está lo que persistentemente no hizo. Una de sus
premisas, ya sea en forma implícita o explícita, dicta lo que uno hace y también lo que uno no hace. Es en este último caso donde surge una de las
principales asunciones. Erickson no buscaba largas historias [clínicas] antes de intervenir en el problema. Concomitantemente, no intentaba extraer
información “interpretable” o intentar que sus pacientes lograran insight en forma gradual. Los “insights” o las comprensiones fueron activamente
dirigidos por él con el propósito de estimular el deseo del paciente por llevar a cabo las tareas necesarias subsecuentes. Erickson no enfatizaba tanto “la
sesión” como los eventos fuera de su oficina. Era raro que presionara por más y más mejoría. Por el contrario, avanzaba rápidamente para intervenir y
se retiraba muy rápidamente una vez que había ocurrido una pequeña mejoría. Podía detener el tratamiento o imponer un hiato antes de regresar por
más trabajo. No medía la sesión por el reloj, sino de acuerdo a la tarea que se llevaría a cabo en ese contacto. No se “apoyaba” en el sentido común; no
apuraba; no “confrontaba con la realidad.” Los medicamentos y las hospitalizaciones jugaron un rol pequeño, si es que lo tuvieron, en su trabajo,
aunque sabía como usarlos. No le dio importancia al hecho que las personas “expresaran sus sentimientos.
[…] Sin embargo, en adición a las cosas que no hizo, Erickson hizo algunas cosas intrigantes. Aunque no gastaba el tiempo obteniendo
la historia psicológica, colocaba considerables esfuerzos en la obtención de un detallado panorama del síntoma, problema o queja, y
cómo era llevado a cabo, así como también era llevado a cabo junto a los otros implicados en el problema. No intentaba obtener
retroalimentación de parte del paciente a sus propias ideas acerca del problema […], por el contrario, “hablaba con facilidad el lenguaje
del paciente”. No interpretaba la resistencia del paciente, sino que la usaba para facilitar que el paciente llevara a cabo tareas
terapéuticas. Simplemente no malgastaba el tiempo discutiendo con los pacientes, sino que se concentraba en la tarea que el paciente
estaba llevando a cabo para resolver su problema.» (Fisch, 1982, p. 157-158)
Zeig y Munion (1999) han indicado que un tratamiento orientado hacia el presente y el futuro es más relevante
para la vida actual del cliente, y por lo tanto es más estimulante. 35
El Grupo de Milwaukee (de Shazer, 1999) afirma que una orientación hacia el futuro, en la cual se resalte lo
que el paciente ha venido haciendo bien, lleva implícita la idea que el cambio es inevitable, lo cual abreviará la
terapia.
Pacientes activos: Énfasis en las tareas entre sesiones
Erickson concebía a la terapia con uso de hipnosis formal o no formal, como un proceso que involucraba
activamente al cliente en el trabajo:
«La psicoterapia hipnótica es un proceso de aprendizaje para el paciente, un proceso de reeducación. Los resultados positivos en la
psicoterapia hipnótica se derivan solamente de las actividades del paciente. El terapeuta sólo estimula al paciente a ser activo, con
frecuencia sin saber cuál será esa actividad, y luego guía al paciente, ejerciendo su juicio clínico para determinar cuánto trabajo hay que
hacer para lograr los resultados deseados. El cómo guiar y juzgar es problema del terapeuta, mientras que la tarea del paciente es
aprender por su propio esfuerzo cómo entender su vida experiencial en una nueva forma. Tal reeducación, desde luego, se realiza
necesariamente en conexión con las experiencias vivenciales del paciente, sus comprensiones, memorias, actitudes e ideas, y no sobre
la base de las ideas y opiniones del terapeuta.» (Erickson y Rossi, 1979, p. 8-10) (Enfasis añadido)
A diferencia de otros enfoques emocional-vivenciales –en donde también el cliente y el terapeuta juegan un rol
activo en el proceso terapéutico, el cual se lleva a cabo fundamentalmente en la sesión terapéutica–, la mayor
parte de las intervenciones terapéuticas ericksonianas son diseñadas para que se realicen entre sesiones, como
tareas para la casa.
Zeig y Munion (1999) reflexionan respecto a la utilidad de este tipo de enfoque: (a) Involucra al paciente en el
trabajo terapéutico por mucho más tiempo (una o dos semanas) que el permitido en una sesión típica de 50 minutos
a una hora; (b) Facilita que el problema sea confrontado en el contexto donde se origina; (c) Lleva el trabajo
terapéutico desde lo abstracto a lo concreto; y (d) La experiencia facilita insight o liberación emocional, lo cual
permite el desarrollo del cliente; situación que puede no ser replicable en el consultorio.
Además, esas tareas pueden tener como objetivo la interrupción de pautas individuales o interpersonales en el
contexto en el cual se manifiestan en forma repetitiva.
Sin embargo, aunque esas tareas pueden ser clasificadas en diversas categorías (prescripciones paradójicas,
tareas de función ambigua, tareas para construir habilidades [Lankton, 1988], terapia de ordalía [Haley, 1987],
y prescripciones para el manejo del cambio [Fisch et al., 1984]), todas ellas necesitan ser individualizadas y ser
prescritas de acuerdo al estilo de cooperación del cliente.
Zeig y Munion (1999) describen otro tipo de tarea que no promueve el cambio terapéutico, y que confronta al
cliente con el hecho que él elige continuar teniendo el problema. Si el paciente se percata que es él quien elige
mantener el problema en el presente, entonces podrá elegir cambiarlo en el futuro.
Fisch (1982) indica que en la prescripción de tareas, Erickson extendía su influencia, a la vez que disminuía la
dependencia del paciente hacia él, al usar a las personas y las facilidades dentro de la comunidad. «En todas
las tácticas, se transmitían mensajes importantes: que él y el paciente estaban juntos en el asunto, que el
cambio es esperable, que hay algunas cosas simples que considerar y comprender y las tareas para ser
comprendidas, las cuales, aunque son arduas, pueden ser alcanzadas. Finalmente, cuando la tarea es
finalizada y el cambio es advertido, formamos parte de una compañía, o al menos por un período significativo.
Por consiguiente, los pacientes no pueden ser vistos como frágiles o vulnerables a fuerzas misteriosas
alrededor de ellos» (Fisch, 1982, p. 159)
Utilización terapéutica
Zeig y Munion (1999) afirman que éste es el principio central que caracteriza y distingue al enfoque de
Erickson. Zeig (1992/1999) lo ha definido como «la disponibilidad del terapeuta a responder estratégicamente
a todos y cada uno de los aspectos del paciente o el entorno» (p. 155-156).
Esos aspectos incluyen: lo que el paciente ofrece en forma consciente e inconsciente, los recursos, las
fortalezas, experiencias, habilidades (o falta de habilidades), las relaciones, las actitudes, los problemas, los
síntomas, los déficit, el ambiente, la vocación, los pasatiempos, las aversiones, las emociones, etc. (Zeig y
Munion, 1999)
Este principio lo desarrolló Erickson en sus investigaciones acerca de la naturaleza de la inducción de trance y
la sugestión terapéutica, con el fin de asegurarse que sus sujetos cooperaran con él; 36
posteriormente lo extrapoló a toda su psicoterapia (la cual como ya hemos dicho más arriba es una extensión
de sus procedimientos para obtener disposición a cooperar en la inducción del trance hipnótico). Zeig cita lo
que Erickson escribió en el año 1954 para la Enciclopedia Británica:
«Otra consideración esencial en las técnicas del trabajo de investigación o en el de la terapia es la utilización de la manera de responder
del sujeto y sus capacidades, que poco tiene que ver con el intento de imponerle, mediante sugestión, la idea limitada del hipnotizador
acerca de lo que el sujeto debe hacer y de qué manera debe hacerlo. Los fracasos en la terapia hipnótica y en el trabajo experimental
derivan a menudo del hecho que tratamos al sujeto como un autómata, esperando que ejecute las órdenes de acuerdo con las ideas del
hipnotizador, excluyendo reconocer al sujeto con su propia personalidad, con sus pautas individuales en sus respuestas y su conducta.»
(Erickson, 1954/1980c; citado en Zeig, 1992/1999, p. 158)
Zeig (1992/1999) ha descrito los siguientes principios de la utilización:
«Principio 1. Primero es la inducción del terapeuta.
[…] El terapeuta inicia la terapia adoptando una mentalidad de utilización, consiguiendo dentro de si la disponibilidad a responder de
manera constructiva a las respuestas del paciente. Este estado orientado a lo exterior constituía una faceta central de la actuación de
Erickson. Se mostraba muy atento a las complejidades del momento y muy interesado en aprovecharlas.
Principio 2. Todo lo que el paciente trae consigo a la consulta puede ser utilizado. Todo lo que existe en la situación de terapia puede
ser utilizado.
De todo cuanto trae el paciente en la consulta puede sacarse provecho. Es combustible para avanzar hacia un terreno nuevo. Los
valores del paciente pueden utilizarse; la situación del paciente puede utilizarse; las resistencias del paciente pueden utilizarse; los
síntomas del paciente pueden utilizarse.
[…] Es también verdad que puede utilizarse el mismo mecanismo que mantiene el síntoma. Es axiomático que, aunque los síntomas
parecen ocurrir de manera automática, en realidad el paciente hace algo para mantener el síntoma. […] Una vez descubierto el
mecanismo que utiliza el paciente para constituir su problema, puede ser también utilizado.
Principio 3. El terapeuta puede aprovechar cualquier técnica que el paciente usa para ser paciente.
Las técnicas no proceden simplemente de un libro; pueden deducirse también del estudio de [los] pacientes. Por ejemplo, si un
paciente cuenta historias para ser pacientes, el terapeuta puede contar historias para ser terapeuta. Si un paciente es confuso como
paciente, el terapeuta puede ser constructivamente confuso.
Principio 4. Hay que desarrollar cualquier respuesta que se reciba.
[…] Luego que el paciente responde, incumbe al terapeuta desarrollar constructivamente la respuesta y sacar provecho de ella.» (Zeig,
1992/1999, p. 165-167) (Énfasis en el original)
Los volúmenes de Haley (1980a y 1985), de O’Hanlon (1989) y O’Hanlon y Hexum (1990) transcriben un buen
número de casos clínicos en los cuales puede apreciarse este principio en acción.
Utilización de los contextos sociales de los clientes
Erickson incluía las circunstancias vitales del cliente en el proceso de evaluación terapéutica y en la terapia
misma. «Al formular sus intervenciones, consideraba el ambiente físico y social que mantenía el problema y/o
que podía utilizar para resolver el problema. Incluso suministraba tratamiento a los pacientes en la casa de
ellos.» (Zeig y Munion, 1999, p. 115)
La casuística de Erickson muestra que éste no solamente realizaba la psicoterapia en su consultorio, sino que
hacía arreglos para que sus pacientes tuvieran experiencias terapéuticas en sus contextos naturales,
incluyéndose a veces él mismo en esas situaciones “fortuitas” para promover nuevos comportamientos en los
clientes (véanse ejemplos en Haley, 1980a; y en O’Hanlon y Hexum, 1990). 37
Capítulo 5: Erickson y el Proyecto Bateson para el estudio de la
comunicación humana: Desde el análisis de los trances religiosos en Bali
hasta la teoría de
la doble coacción de Bateson
La historia de la ciencia en general –y nuestro tema en particular– se compone de diversos hechos fortuitos que se
van concatenando unos con otros para entregar finalmente una nueva visión de las cosas. Cuando Margaret Mead y
Gregory Bateson viajaron a Bali en los años 1930 para estudiar esa cultura, nunca imaginaron que sus nombres
estarían indisolublemente asociados con el desarrollo de la psicoterapia breve, ni menos con el nombre de quien
sería un famoso “hipnotista” y un destacado terapeuta décadas después.
En el año 1939, Margaret Mead, por sugerencia de Abraham Maslow, escribe a Erickson solicitándole su ayuda para
analizar unas películas filmadas en Bali, en las cuales los participantes, a través de danzas rituales, entraban en un
trance religioso. Específicamente, necesitaban ayuda para establecer criterios para distinguir el “trance profundo” de
los estados “sonambúlicos”, y a aquellos bailarines que simulaban estar en trance. (Zeig y Geary, 2000)
Erickson respondió a Mead una extensa carta, en la cual describe los criterios desarrollados por él para
determinar si sus sujetos experimentales estaban experimentando trance, así como también sus criterios para
determinar la “salida” del trance. (Zeig y Geary, 2000) Esa correspondencia continuó a lo largo del año 1939,
hasta que Mead y Bateson se reunieron con Erickson en Michigan.
Desde esos años y durante el resto de su vida, Erickson y Mead mantuvieron una cordial amistad. Durante los
años de la Segunda Guerra Mundial, Erickson, Mead y Bateson trabajaron para el gobierno norteamericano, en
proyectos secretos que investigaban la estructura del carácter japonés y los efectos de la propaganda nazi
(Rossi, 1983).
Cuando Bateson y Mead regresaron de Bali, son invitados a participar en un encuentro interdisciplinario
organizado por la Fundación Macy; cuyo tema era la “Inhibición cerebral”. El ambiente científico en torno al
cual se organizó esa Conferencia, tenía relación con los mecanismos de la retroalimentación que estaban
investigando Norberto Wiener y Julian Bigelow para el diseño de cohetes autodirigidos; fenómeno que es luego
comparado con los movimientos voluntarios del hombre (Wittezaele y García,1994).
En esa Conferencia (cuyos temas darían origen posteriormente al desarrollo de la Cibernética), además de
Wiener, Bigelow, Bateson y Mead, participaron Arturo Rosenblueth (neurólogo), John von Neumann (inventor
de la teoría de los juegos), Walter Pits, Warren McCulloch (neurofisiólogo y matemático), Lawrence Franck
(psicólogo), Lawrence Kubie (psicoanalista), el cual invitó a Erickson. (Wittezaele y García, 1994)
Como resultado de esa Conferencia, Wiener, Rosenbluth y Bigelow publican en 1943 el artículo denominado
“Behavior, purpose and teleology” (Comportamiento, objetivo y teleología). Los autores proponen un enfoque
comportamental para el estudio de esos fenómenos; y ,que en lugar de estudiar la estructura o propiedades de
aquellos, sugieren examinar el comportamiento observable (salida, output) en relación con las entradas
(input), sin examinar las características internas de la entidad estudiada. Esos autores afirman que «el
concepto de “feed-back” es la clave de la explicación de todo comportamiento intencional» (Wittezaele y
García, 1994, p. 59)
Entre 1942 y 1948 se realizan otras cuatro Conferencias Macy; y en 1948 Wiener publica su obra Cybernetics.4
En ese volumen, Wiener expone los resultados de las discusiones de las primeras Conferencias Macy
(Wittezaele y García, 1994), y la cibernética indica que «la interacción del hombre con su entorno en el sentido
amplio se efectúa a través de la comunicación, del intercambio de informaciones a múltiples niveles»
(Wittezaele y García, 1994, p. 74).
«Uno de los principios de la ciencia “clásica” formalizada principalmente por el famoso Discurso del método de Descartes, consistía en
considerar que, si queremos llegar a comprender la complejidad de nuestro universo, debemos antes comprender sus elementos
constitutivos. Es necesario pues dividir: disciplinas de estudio bien separadas, campos de investigación precisos, variables bien definidas
y controladas por el experimentador, que debe determinar la importancia relativa de cada una de las variables sometiéndolas a un test
sucesivamente mientras mantiene las otras constantes. El investigador debe permanecer “objetivo” y llegar a una cuantificación de las
variables. 38
La cibernética y la teoría general de los sistemas defenderán una visión muy diferente del enfoque de los fenómenos complejos,
sosteniendo que un análisis de cada elemento de un sistema no permite captar las características del conjunto. […] El conjunto posee
unas propiedades que no son reductibles a las de los elementos tomados separadamente.» (Wittezaele y García, 1994, p. 76)
En 1948, Bateson acepta la invitación del psiquiatra Jurgen Ruesch para estudiar la comunicación en psicoterapia.
En 1951 publican La comunicación: matriz social de la psiquiatría (1965) Ese volumen es el primer intento de
Bateson para llevar a las ciencias humanas las ideas desarrolladas en las Conferencias Macy. En la investigación de
Bateson se distinguen tres dimensiones principales: (1) Fundamentos epistemológicos de los psiquiatras y sus
consecuencias sobre el tratamiento; (2) Preparar el terreno para un enfoque interaccional del comportamiento; y (3)
Colocar a prueba la teoría de los tipos lógicos para el estudio de las relaciones interpersonales. (Wittezaele y García,
1994)
La relación de Ruesch y Bateson es lo suficientemente desafortunada como para que ambos no intenten
continuar trabajando juntos, y Bateson consigue financiamiento de la Fundación Rockefeller para su proyecto
acerca “Del estudio del papel de las paradojas de la abstracción en la comunicación” (Wittezaele y García,
1994). Ese es el nacimiento del famoso Proyecto de Bateson en Palo Alto.
El equipo de Bateson para el desarrollo de este Proyecto estuvo conformado por John Weakland (inicialmente
un ingeniero), Jay Haley (quien estaba trabajando en su tesis de maestría acerca de la comunicación), William
Fry (psiquiatra) y Don Jackson (reputado psicoanalista que había comenzado a realizar terapia con familias).
Fry (Wittezaele y García, 1994) relata que Bateson tenía un listado con diez a veinte temas que consideraba
como campos pertinentes para el estudio de las paradojas en la comunicación. Entre estos se encontraban: el
teatro, el zen, el humor, la psicoterapia, la comunicación esquizofrénica, el entrenamiento de perros para
ciegos, el juego, y la hipnosis, entre otros.
En esa época, Erickson viajó a la región de Palo Alto a dictar un seminario sobre hipnosis, y Weakland y Haley
querían asistir como parte de los estudios del Proyecto. «Así pues [que] hablamos con Gregory y nos
preguntábamos si estábamos calificados para asistir a este seminario. El entonces descuelga el teléfono, marca un
número y dice a su interlocutor: “¿Es Milton? Aquí Bateson. Hay dos de mis colaboradores que desearían asistir a tu
seminario, ¿podrías verlos?”. ¡Puede imaginarse nuestro estupor…! Pero éste era Bateson, conocía a todo el
mundo.» (Wittezaele y García, 1994, p. 159)
En Noviembre de 1954, Bateson escribe a Erickson recordándole de Weakland y Haley, quienes habían asistido
a un seminario con él; le cuenta que están investigando respecto a los fenómenos hipnóticos y la
esquizofrenia. Le solicita le envíe reimpresiones de dos artículos de Erickson y lo invita a reunirse con ellos en
Palo Alto, o que parte de su equipo podría viajar a Phoenix. (Zeig y Geary, 2000)
En Mayo de 1955, Bateson escribe una extensa carta a Erickson solicitándole que si era posible que hicieran los arreglos
para que Haley y Weakland viajaran a Phoenix para conversar con él en torno a la comunicación y la hipnosis. En esa
carta le expone, además, que en las investigaciones de su equipo acerca de la comunicación, se han interesado en la
hipnosis porque les parece que tiene relación con la comunicación interpersonal. Asimismo, creen que muchas
manifestaciones de la esquizofrenia pueden ser producidas en el trance hipnótico. Bateson describe también la teoría de la
doble coacción en la génesis de la esquizofrenia que han estado estudiando, para que la futura entrevista con Haley y
Weakland sea más fructífera. Finaliza esa misiva enumerando los temas de interés para esa reunión: (1) La relación entre
el hipnotista y el sujeto, (2) la inducción de trance, y (3) la reorientación del trance. (Zeig y Geary, 2000)
En otra carta posterior, y antes que viajen Weakland y Haley, Bateson le expone a Erickson algunas
interrogantes que ha estado reflexionando, y que tienen relación con el lenguaje analógico y digital. (Zeig y
Geary, 2000)
La reunión de Erickson con Haley y Weakland se realizó en el año 1956, y publicaron posteriormente en 1959 una
transcripción de una inducción de trance y sus comentarios (Erickson, Haley y Weakland, 1959/1980a). En el
contexto de un seminario que Erickson llevaba a cabo en Phoenix, hipnotizó a una sujeto y la sesión fue grabada
para ser escuchada con posterioridad para comentarla; los comentarios también fueron grabados.
Weakland (1982) afirma que indirectamente Erickson hizo contribuciones significativas a la teoría de la doble
coacción del Grupo de Bateson. Indica que él y Haley fueron muy influenciados (y también confundidos) por las
ideas no ortodoxas de Erickson respecto a cómo concebir los tratamientos y los problemas. Ellos durante los
dos años que visitaron a Erickson, llevaban a la discusión en el Grupo de Bateson las ideas desarrolladas con
él; las cuales eran examinadas en forma crítica y a veces resistidas. 39
En los próximos capítulos analizaremos cómo se expresó la influencia de Erickson en el trabajo de Haley y en el
Mental Research Institute (MRI), formado paralelamente al Grupo de Bateson.
Pero esta historia no finaliza aquí; el joven discípulo de Erickson, Jeffrey Zeig, había organizado para ser realizado
en Diciembre de 1980 el “Congreso Internacional de Enfoques Ericksonianos en Hipnosis y Psicoterapia”, el cual
coincidiría con el aniversario número 79 del nacimiento de Erickson (Peters, 1982). Sin embargo las dos figuras
principales de ese Congreso fallecieron antes de su apertura: Milton H. Erickson pasó a mejor vida en Marzo de ese
año, y Gregory Bateson, quien actuaría como Presidente, falleció en Diciembre.
¿Ironía del destino?, ¿o simplemente un fenómeno de sincronicidad en dos personalidades que influyeron en
forma indirecta en la terapia breve que conocemos en la actualidad 40
Capítulo 6: La terapia estratégica de Jay Haley
Desde que Haley se reunió con Erickson en Phoenix en 1956, mantuvieron una relación que duró más de una
década. La relación fue fructífera para ambos: Haley aprendió del modo de hacer psicoterapia de Erickson y
éste tuvo en Haley al primer difusor de su labor como psicoterapeuta.
Haley se mantuvo en el Proyecto de Bateson para el estudio de la comunicación hasta el término de éste, y se
integró tardíamente al Instituto de Investigaciones Mentales (MRI) que creó Jackson en el año 1959 y que
estaba formado por parte del equipo de Bateson.
En 1967, Haley se trasladó a Filadelfia para trabajar en el desarrollo de la psicoterapia familiar sistémica con
Salvador Minuchin, director de la Philadelphia Child Guidance Clinic; y luego se mudó a Washington, en cuyo
instituto (Family Therapy Institute) dio forma a su propio enfoque de terapia familiar estratégica.
Haley dedicó un capítulo a la hipnosis en Estrategias de Psicoterapia (1966), en donde la aborda desde un
punto de vista interaccional. En ese volumen expuso su versión de los conceptos acerca de la comunicación
sostenidos en el Proyecto de Bateson (Haley, 1980b).
Según Haley (1966), el trance hipnótico «resulta sumamente idóneo como modelo para describir las maniobras de
una persona que intenta provocar cambios en otra. Si se acepta que en la relación hipnótica el individuo puede
modificar su percepción, sus emociones y sus sensaciones somáticas, no hay argumento mayor en pro de la
influencia que una persona puede tener en relación a otra. Las semejanzas entre el proceso de inducción hipnótica y
el de la psicoterapia se hacen aparentes cuando se atiende a la relación. Una y otra situación se dan habitualmente
con pacientes o personas que solicitaron esta experiencia y ambas consisten esencialmente en una conversación
entre dos individuos, uno de los cuales intenta provocar cambios en el otro.» (p. 25)
Haley (1966) propone el siguiente análisis de la situación hipnótica: El hipnotizador sugiere ideas a las que responde
el sujeto y le persuade para que siga voluntariamente sus sugestiones y se concentre en ellas. Una vez que se ha
conseguido esto le ordena respuestas involuntarias. «El progreso de la interacción hipnótica define progresivamente
la relación como una en la que el hipnotizador controla o inicia lo que sucede, en tanto que el sujeto cada vez va
respondiendo más y teniendo menos iniciativa.» (p 32)
Desde el punto de vista interaccional, la relación entre el hipnotista y su sujeto es de tipo complementario (Haley,
1966). Es decir, «el hipnotizador sugiere y el sujeto obedece las sugestiones de aquél, de modo que la conducta
comunicativa es una maniobra para definir la relación como complementaria, en tanto la obediencia del sujeto
supone la aceptación de tal definición.» (Haley, 1966, p. 33)
Haley distingue las siguientes características en la relación hipnótica:
a) Dos personas intercambian mensajes, y el hipnotizador le indica al sujeto cómo tiene que actuar.
b) Cuando el hipnotizador sugiere comportamientos al sujeto, está definiendo la relación como complementaria. El
sujeto puede aceptar la definición de la relación, comportándose del modo indicado. Sin embargo, el sujeto puede
responder no haciendo lo indicado, lo cual es una contramaniobra para definir la relación como simétrica. El
hipnotizador responde a su vez con maniobras para estimular o forzar la relación complementaria, o acepta la
relación simétrica controlándola desde una posición metacomplementaria.
c) Cuando el sujeto acepta de buen grado o no la relación complementaria, tiende a aceptar las definiciones de
realidad del hipnotizador por sobre cualquier otro estímulo del entorno.
Una característica que define a una relación como hipnótica es que la experiencia sea definida como involuntaria por
el sujeto. Desde el punto de vista pragmático, para Haley (1966), «la finalidad de la inducción hipnótica es, desde el
punto de vista de la conducta, persuadir al sujeto para que niegue de lleno y completamente que es él quien está
realizando la actividad sugerida. Esto es, el hipnotizador impulsa al sujeto a que califique su conducta con mensajes
congruentes entre si y que, en su totalidad, nieguen que está haciendo lo que hace. Cuando el sujeto se comporta
de esta forma, el observador dice que aquél está experimentando un fenómeno involuntario.» (p. 36)
Asimismo, en toda inducción de trance está implícita la paradoja, aunque en algunas circunstancias es más
notoria. La paradoja se advierte en aquellos mensajes de Erickson, por ejemplo, en que se 41
comunicaba a dos niveles con su sujeto, en donde se entregaban instrucciones incongruentes que
correspondían a dos niveles de mensaje. Según Haley, cuando se presentan mensajes incongruentes al sujeto,
«éste sólo puede responder satisfactoriamente con mensajes incongruentes. La peculiar conducta del sujeto
hipnotizado muestra una reciprocidad hacia las peticiones del hipnotizador.» (1966, p. 43)
En ese volumen Haley afirma que en el estudio de la hipnosis se ha colocado erróneamente el foco sobre el individuo, con
el objetivo de clasificarlos como “buenos” o “malos” sujetos “hipnóticos”. «Los intentos de hallar una correlación entre
tipos de personalidad y susceptibilidad a la hipnosis han fracasado repetidamente, a pesar del uso de gran número de
pruebas proyectivas y de actitud. Este fracaso es comprensible si se tiene en cuenta que la conducta hipnótica es un
conjunto de respuestas en el marco de una relación y no un aspecto del carácter de la persona. La única prueba para
diferenciar los buenos sujetos de hipnosis de los malos sería la que midiera la conducta en una respuesta de relación. Las
pruebas de sugestión despierta, o de sugestibilidad, se aproximan a este tipo de medida. Sin embargo, estas pruebas se
aplican a menudo sin la menor conciencia que son en todo iguales a una inducción hipnótica.» (Haley, 1966, p. 47)
La utilidad clínica de la hipnosis, según Haley (1966, p. 48-49), es la siguiente:
«(a) Describir a la hipnosis en términos de táctica para definir la relación y manejar la resistencia de los sujetos que replican con
definiciones propias; y (b) Describir a los pacientes como personas que usan la conducta sintomática para obtener ventajas en una
relación interpersonal y resistirse a la definición de los demás. De ambos puntos se desprende que el uso efectivo de la hipnosis se
centra principalmente en tratar la conducta sintomática del mismo modo que se trata la conducta resistente.»
Haley publica en 1967 una compilación de artículos de Erickson en los cuales se aprecia el modo peculiar de
éste en el entendimiento y práctica de la psicoterapia (Advanced Techniques of Hypnosis and Therapy:
Selected Papers of Milton H. Erickson). En 1973 publica su muy conocida Terapia no convencional: Las técnicas
psiquiátricas de Milton H. Erickson (Haley, 1980a), volumen que populariza a Erickson como un terapeuta que
desarrollaba tratamientos que se apartaban de la terapia usual de esa época. En 1985, Haley publica en tres
volúmenes sus Conversations with Milton H. Erickson, en los cuales transcribe sus conversaciones y supervisión
de casos con Erickson.
Aunque Haley aprendió hipnotismo4 con Erickson y recibió supervisión por parte de éste para llevar a cabo
tratamientos hipnoterapeúticos4 (Haley, 1985; Haley, 1997), resaltó en su difusión del trabajo de Erickson
aquellos aspectos no “hipnóticos” de su terapia, mientras que otros los asimiló a su propia concepción de la
terapia.
Ya dijimos antes que Haley no necesitaba el concepto del “inconsciente” para explicar el cambio terapéutico, puesto
que su interés –compartido por los miembros del Proyecto de Bateson– estaba colocado en la interacción; por lo
tanto, extrajo de la terapia de Erickson las directivas que se entregan sin el uso de “hipnosis formal” para alterar
pautas que mantienen problemas interaccionales o personales (Haley, 1980b).
A la vez aportó la mirada sistémica familiar para entender a la sintomatología/problemas como el producto de
impedimentos en el desarrollo del ciclo vital de la familia (Haley, 1989) (y por lo tanto de sus miembros),
presentando dentro de ese marco las diversas intervenciones de Erickson en Terapia no convencional (Haley,
1980a).
Sin embargo, Haley desarrolla su propia visión de la psicoterapia familiar, comprendiendo y organizando su terapia
sistémica en función de relaciones sociales triádicas (Keeney y Ross, 1987). «Por entonces [cuando publiqué
Estrategias de psicoterapia] yo intentaba pasar del enfoque individual a otro más social, proponiendo que la unidad
mínima de investigación y terapia fuera la díada, y en ese libro examiné los diferentes enfoques terapéuticos desde
el punto de vista de la díada. La presente obra difiere de él en que ofrece un enfoque cuya unidad mínima es la
tríada.» (Haley, 1980b, p. 1)
Según Keeney y Ross (1987), aunque Haley denominó “estratégico” a su enfoque, y Minuchin “estructural” al
suyo, ambos son muy similares desde el punto de vista práctico. Las diferencias tienen relación con el hecho
que las descripciones de Haley están relacionadas con la teoría de la comunicación y la cibernética; mientras
que las descripciones de Minuchin son sociológicas.
Keeney y Ross (1987) resumen el enfoque de Haley del siguiente modo: La terapia se inicia cuando se fija un foco
sobre el problema a tratar; el cual es concebido como una secuencia de acciones que implican la interacción de tres
personas como mínimo. «Así, para Haley, los problemas se utilizarán como “palancas” para modificar relaciones
familiares.» (Kenney y Ross, 1987, p, 134) La reorganización del sistema social en una forma específica permitirá
construir una situación más adaptativa.
A través de la entrevista con toda la familia en el consultorio el terapeuta podrá distinguir la organización en
secuencias de conducta social de sus miembros. Le interesan aquellas interacciones que 42
presentan organización recursiva. La tarea del terapeuta consistiría en identificar esos ciclos recursivos
problema y diseñar intervenciones para abordarlos. En su enfoque, una noción fundamental es el de
“jerarquía”, es decir cómo se diferencian los integrantes del sistema. Según Haley, un sistema está perturbado
cuando se establecen “coaliciones”4 a distintos niveles jerárquicos, especialmente si éstas son secretas. Estas
coaliciones se formarían en las etapas de transición en el ciclo evolutivo familiar.
La influencia de Erickson en la visión de Haley se advierte en la construcción y entrega de directivas. Haley
(1980b) define a las directivas a «todo cuanto se haga en terapia […] Toda acción del terapeuta constituye un
mensaje para que la otra persona haga algo; en ese sentido está impartiendo una directiva» (p. 49-50)
Haley (1980b, p. 49) describe las variadas finalidades de las directivas del siguiente modo:
«1. El objetivo principal de la terapia es hacer que la gente se comporte de manera diferente, para que tenga así experiencias
subjetivas diferentes. Las directivas son un medio de provocar esos cambios.
2. Se las emplea para intensificar la relación entre los clientes y terapeuta: al decirles a aquellos qué deben hacer, el terapeuta entra a
participar en la acción y adquiere importancia, porque el individuo debe hacer o no hacer lo que él le dice. Si deben hacer algo durante la
semana, el terapeuta permanece ligado a sus vidas durante todo es lapso, pues piensan qué pasará si no cumplen la tarea, si la cumplen a
medias, si la alteran para ejecutarla a su modo, etc.; en la próxima entrevista el terapeuta habrá adquirido más importancia para ellos de la que
habría tenido si no les hubiese dado una directiva.
3. Se usan para obtener información. La manera en que reacciona la gente al recibir una directiva es esclarecedora respecto a ellos
mismo y a cómo responderán a los cambios deseados. Ya cumplan con la tarea impuesta, no la cumplan, olviden cumplirla o lo intenten
infructuosamente, el terapeuta tendrá información que de otro modo no poseería.»
Haley (1980b) distingue dos tipos de directivas: (1) «decirle a la gente qué debe hacer con el propósito que lo
cumplan» [ya sea «(a) ordenarle a alguien que deje de hacer algo, (b) pedirle que haga algo diferente], y (2)
decírselo con el propósito que no lo cumplan, o sea, que cambien por la vía de la rebelión [tarea paradójica] »
(p. 51, énfasis en el original).
«[…] Es esencial saber impartir directivas de manera tal que sean ejecutadas; es una desgracia que la mayoría de los cursos no
incluyan la enseñanza de esta técnica. En buena medida debemos aprenderlas por nuestra cuenta, a menos que encontremos un eximio
terapeuta como Milton H. Erickson y podamos recibir de él alguna enseñanza.» (Haley, 1980, p. 48) (Énfasis añadido)
El terapeuta necesitará motivar a la familia para que lleve a cabo las directivas. «Las recomendaciones de Haley
para el diseño de directivas siguen los consejos de Milton H. Erickson. En resumen, ya que diseñar directivas para
emplear las modalidades en que la familia se refiere a su propia situación, lo mismo que cualquier otro recurso que
sus miembros puedan ofrecer […] el envoltorio de las directivas [puede] consistir en metáforas, frases, ideas o
tareas que brotan del paradigma de comunicación de la misma familia [utilización terapéutica]» (Keeney y Ross,
1987, p. 142-143).
Haley se refiere a esta cuestión crucial del siguiente modo:
«[…] Cuando un terapeuta desea motivar a los miembros de una familia a que realicen una tarea, tiene que convencerlos de que por su
intermedio alcanzarán los objetivos individuales, recíprocos y familiares que ellos desean. El modo en que lo haga dependerá de la
naturaleza de la tarea, de la naturaleza de la familia y del tipo de relación establecida con ésta; no obstante, podemos referirnos a los
métodos generales de motivación que se aplican a las personas.
En el enfoque directo, lo común es que el terapeuta les diga a los integrantes de la familia que conoce y comparte su deseo de resolver
el problema que los aqueja. Una vez convenido el objetivo, se ofrece la tarea como un medio de alcanzar el fin deseado a través de la
terapia.
Cuando hay discrepancias entre los miembros de una familia sobre los propósitos que se persiguen, se hace a veces necesario hallar el
modo de que la tarea le reporte alguna ganancia a cada uno de ellos.
[…] En el enfoque directo el terapeuta se funda en lo que ha aprendido sobre sus clientes en el transcurso de la sesión, utilizando lo
que parezca más obvio y evidente como base de su labor persuasiva.
Veamos ahora el enfoque indirecto, que puede emplearse cuando se prevé que la familia no cooperará fácilmente en la tarea [énfasis
añadido]. A menudo puede utilizárselo como primer paso, adoptando luego una forma más directa. Consiste en hacer que los miembros
de la familia hablen de sus dificultades de manera tal que estén prontos a escuchar a quien puede sugerir qué deben hacer. Por
ejemplo, se les pide que hablen de todos sus intentos fallidos de resolver el problema, con lo cual se obtiene información sobre los
métodos probados y se evita pedirles que hagan algo que ya han intentado infructuosamente. Otra ventaja importante es que en esta
clase de conversación el terapeuta tiene oportunidad de subrayar los fracasos anteriores; a medida que van enumerándolos, puede
hacer hincapié en su ineficiencia acotando: “Y eso también falló”, con lo cual advertirán finalmente que todo cuanto ellos intentaron
fracasó y habrá más probabilidades de que escuchen el ofrecimiento del terapeuta.
Otra manera similar de encarar la motivación consiste en alentar a los miembros de la familia a que expliquen cuán desesperada es su
situación, pudiendo convenir con ellos en que en verdad es bastante mala, en vez de tranquilizarlos diciéndoles que no es para tanto; si
se la pinta con tintes lo suficientemente negros, escucharán al terapeuta y harán la tarea que se les 43
ofrece. De este modo, el acentuar la angustia que ellos sienten, el terapeuta la usa como una motivación, y hasta puede proyectar su
situación hacia el futuro haciéndoles conversar sobre los desastres que les aguardan si no toman alguna medida.
Pero también puede encararse la cuestión de una manera opuesta, si los integrantes de la familia están comentando cómo mejoraron
las cosas: se les da la razón, conviniendo en sus apreciaciones, y luego se les pide que realicen la tarea pues ella les ayudará a
progresar aun más; así, lo que ofrece el terapeuta aparece como una pequeña adición para ayudarlos a continuar con su proceso de
mejoría.
Puede motivárseles a hacer una tarea en el hogar iniciándolos en la ejecución de pequeños trabajos en la entrevista.
[…] El terapeuta debe adecuar la tarea a las personas [énfasis añadido]. Mientras entrevista a una familia reparará en qué clase de
gente la integra, y así podrá amoldar la tarea a su manera de ser. Si hacen hincapié en que las cosas deben hacerse en forma lógica y
ordenada, se les ofrecerá una tarea lógica y ordenada, porque será más probable que la cumplan. Si constituyen un hogar descuidado y
desorganizado, la tarea deberá ajustarse a ese marco. Si les preocupa el dinero, se recalcará la gratuidad de la tarea.
Otro punto importante es el modo en que se describe la magnitud de la tarea. Ante ciertas familias y tareas podemos optar por
empequeñecer a éstas; cuando la familia se muestra renuente a realizar la tarea, a veces lo mejor es definir a ésta como un pequeño
favor que se les pide. Si disfrutan de la crisis o tienen propensión a dramatizar las cosas, puede decírseles que se les está solicitando
algo importantísimo. En suma, a algunas familias les parecerá que una tarea grande es demasiado para ellas, en tanto que otras
despreciarán una tarea pequeña; deben satisfacerse los requerimientos en ambos tipos de gente [énfasis añadido].» (Haley, 1980b. p.
53-55)
Haley (1980b) también describe las intervenciones metafóricas y el uso de analogías, como un método
adecuado en aquellos casos en los cuales las directivas directas no son las más adecuadas.
Respecto a las directivas paradójicas, Haley (1980b) realiza el siguiente análisis teórico:
«[Las] tareas pueden parecerles paradójicas a los clientes, porque habiéndoles dicho que desea ayudárselos a cambiar, al mismo
tiempo se les está pidiendo que no cambien.
Hasta cierto punto, todas las familias que se hallan en una situación estable son reacias al cambio, pero si se encuentran en un estado crítico e
inestable que tiene a todos trastornados suelen seguir dócilmente las directivas, porque están tratando de estabilizarse. Lo que ocurre en el
primer caso es que al pedirles que cambien, el terapeuta los está invitando a la inestabilidad y la novedad, situaciones contra las que pueden
reaccionar. Sin embargo, todos los que vienen en busca de ayuda lo hacen impulsados por su inestabilidad…
[…] Por lo común, una familia que se ha estabilizado en torno al hecho de que uno de sus miembros constituye el problema. Al tener a
modificar la situación de la persona problema el terapeuta también tiende a desestabilizar a la familia, por lo que encontrará resistencia
de variable intensidad. Las tareas paradójicas tienen por fin abordar esta dificultad.
[…] El enfoque paradójico presenta siempre dos mensajes, transmitidos a niveles diferentes, “Cambien”, y dentro del marco del
mensaje, “No cambien”.» (Haley, 1980b, p. 64-65)
Haley (1980b) describe ocho etapas del enfoque paradójico:
«Primera: Como en toda terapia directiva, antes que nada hay que establecer una relación que se define como tendiente a provocar el
cambio. Esta definición suele estar implícita en el encuadre de la situación cuando alguien solicita una terapia, pero puede hacerse
hincapié en ella.
Segunda: Definir claramente el problema. […]
Tercera: Fijar los objetivos con claridad. […]
Cuarta: Ofrecer un plan. Conviene dar una explicación lógica que haga razonable una directiva paradójica, aunque también podemos
limitarnos a impartir la directiva dejando que el plan permanezca implícito. […]
Quinta: Descalificar diplomáticamente a quien es tenido por “autoridad en la materia”. […]
Sexta: Impartir la directiva paradójica. […]
Séptima: Observar la reacción y seguir alentando el comportamiento usual. […]
Octava: A medida que continúa el cambio, el terapeuta deberá evitar que se le acredite cómo un logro de él, dado que ello significaría
aceptar que las recaídas están en relación con el terapeuta. Si bien este puede desear “compartir” su obra con el cliente y explicarle qué
está haciendo en realidad, corre el riesgo de que su necesidad de aliento provoque un retroceso. Una forma de evitar todo mérito
propio es mostrarse perplejo ante una mejoría.» (Haley, 1980b, p. 69-71)
Con posterioridad, Haley (1987) analiza en forma extensa otra directiva (estrategia) de Erickson, y que Haley
denomina terapia de ordalía (denominada “coacción de evitación–evitación” por Erickson y Rossi [1979]).
La técnica de la ordalía consiste en dar como consecuencia a un síntoma/problema, otro comportamiento,
generalmente de tipo penoso. Y por lo tanto, para no realizar el comportamiento penoso, necesariamente el
síntoma/problema tiene que remitir.
Haley (1987) también describe las etapas de esta intervención:
(1) Definición clara del problema: Es necesario una definición precisa del problema, puesto que la terapia seguirá siempre a la
presentación del síntoma. Haley ejemplifica esto cuando se tratan trastornos de angustia, en donde es imprescindible que el consultante
diferencie la angustia normal de aquella de la cual quiere liberarse. 44
(2) La persona debe comprometerse a superar el problema: Puesto que esta es una terapia drástica que el consultante realiza fuera de
la consulta, es necesario contar con su compromiso de llevarla a cabo.
Una forma de lograr este compromiso es imitar a Erickson cuando entregaba este tipo de intervenciones: Indicar al paciente que hay
una cura de eficacia garantizada, pero no se le explica en qué consiste, hasta que no haya accedido por anticipado someterse a ella.
Puede decírsele al cliente que lo piense durante la semana y que regresen a terapia si está dispuesto a hacer lo que se le pida, sea lo
que fuere. Esto intriga al paciente, y deberá aceptar llevar a cabo la terapia si quiere averiguar qué es.
En un ejemplo clínico de Erickson (Erickson y Rossi, 1979), Erickson le dice al paciente que tiene una cura garantizada que lo podrá
ayudar, pero que es difícil y no sabe si él es el paciente adecuado para asignarle la terapia. Repite esto varias veces, mientras le habla
de otras cosas, de modo que el paciente casi lo obliga a administrarle el tratamiento (puesto que él es adecuado para esa terapia).
(3) Selección de la ordalía: El terapeuta es quien selecciona la tarea, con colaboración del paciente. Debe poseer las siguientes
características:
(a) debe ser lo bastante severa como para superar el síntoma;
(b) su cumplimiento beneficiará al paciente (puesto que no es un castigo);
(c) será algo que pueda hacer y que le parezca aceptable;
(d) deberá ser una acción clara, sin ambigüedades; y
(e) tendrá un principio y un fin claramente establecidos.
(4) La directiva deberá impartirse acompañada de una explicación lógica: Hay que dejar en claro que la tarea debe llevarse a cabo
cuando se presente la conducta sintomática y dentro de un horario fijo. Es conveniente dar una explicación lógica que la haga parecer
razonable; Haley sugiere que, por lo general, debe ser una variación sobre el tema que si el cliente hace algo que le resulte más difícil
de soportar que el síntoma, éste desaparecerá.
Haley recomienda que con aquellos pacientes muy intelectuales es mejor entregarla sin ninguna explicación, para evitar que el paciente
pueda encontrar argumentos para afirmar o negar cualquier explicación lógica, y por lo tanto poner en duda la eficacia de la tarea.
Si la ordalía es algo complicada, o el paciente tiene dudas de cómo llevarla a cabo, se entregará por escrito.
(5) La ordalía continúa hasta que se resuelve el problema: El paciente tiene que cumplir la tarea con exactitud, cada vez que deba
hacerlo, y hasta que el problema desaparezca.
En síntesis, y aunque podamos estar de acuerdo o no con la visión de la terapia familiar de Haley, le
corresponde un papel muy importante en la difusión del aspecto estratégico de la terapia inusual4 de Erickson.
En el capítulo siguiente analizaremos cómo los miembros del Centro de Terapia Breve del MRI fueron
influenciados por la terapia de Erickson para la formulación del enfoque de terapia estratégica interaccional.
Notas:
1 En el sentido de la “inducción” y “profundización” del trance hipnótico.
2 Es decir, la terapia es efectuada mientras el paciente se encuentra experimentando trance hipnótico.
3 Un proceso de acción conjunta contra un tercero (Keeney y Ross, 1987, p. 138)
4 Inusual para los años 1960-1980 y para aquellos terapeutas actuales adscritos a los enfoques de terapia “tradicionales.” Haley, con sus publicaciones,
ha posibilitado que esos métodos para abordar la terapia sean usuales en el consultorio del terapeuta estratégico.45
Capítulo 7: Erickson, el Mental Research Institute (MRI) y el Centro de de
Terapia Breve del MRI: “Hipnoterapia sin trance”
El Proyecto de Bateson para el estudio de la comunicación existió formalmente hasta el año 1962, pero antes
que finalizara esa iniciativa, en el año 1959, parte de los miembros de ese Proyecto fundan el Mental Research
Institute (MRI).
Wittezaele y García (1994) afirman que es difícil trazar una historia lineal de este Instituto, porque en sus
inicios aun estaba enlazado con el Proyecto de Bateson. Según ellos, a contar del año 1962, cuando Bateson se
marcha de Palo Alto, el MRI comenzó a desarrollar «un enfoque más exclusivamente terapéutico e [impuso] su
originalidad en el medio de la terapia familiar» (p. 229)
El MRI fundado en 1959 al interior del Proyecto de Bateson, estando formado por Don Jackson (su director),
Jules Riskin y Virginia Satir. En 1960 se incorpora el psicólogo austriaco Paul Watzlawick, luego en 1961 se
agrega Hay Haley, y en 1962 se une Richard Fisch al equipo.
A fines de 1962 Bateson abandona Palo Alto para trasladarse a realizar investigaciones en las Islas Vírgenes, y
en 1963 el MRI se convierte en una institución independiente.
En el año 1967, se crea al interior del MRI el Centro de Terapia Breve del MRI, cuyo director es Richard Fisch,
el director asistente es John Weakland, y participan también Paul Watzlawick y Arthur Bodin. En ese año Haley
abandona el MRI para viajar a Filadelfia a trabajar con Minuchin. En 1968 fallece Don Jackson y Virginia Satir
abandona el MRI, para trasladarse a Esalen.
Como puede percatarse el lector esta es una historia un tanto intrincada. Cuando se crea el MRI en 1959, el
interés de sus integrantes estaba dedicado a encontrar «conceptos intermedios entre las grandes teorías de
Bateson y la práctica de la terapia familiar» (Wittezaele y García, 1994, p. 241) y Bateson sólo participa como
consultor en este Instituto.4
Según Wittezaele y García (1994), el acontecimiento más importante durante el período de transición del MRI es la
llegada del joven Paul Watzlawick. Cuando llega a Palo Alto recibe las orientaciones teóricas de Bateson, las técnicas
terapéuticas de Jackson e indirectamente las de Erickson (a través de Haley y Weakland). Watzlawick afirma,
«Debéis saber que el MRI y el grupo de Bateson formaban dos grupos distintos, no existía el grupo de Palo Alto
como tal, sino dos grupos en relación estrecha. ¡Era un lugar tan vivo, con unas ideas tan interesantes! Venía gente
de los lugares más lejanos, gente que había oído hablar de nosotros» (Wittezaele y García, 1994, p. 244)
Sin embargo no todo es tranquilidad en Palo Alto, entre los años 1965 y 1967, mientras bullía la actividad
intelectual entre los miembros del MRI, aumentaban sus conflictos interpersonales y teóricos. Mientras Virginia
Satir estaba interesada en algunos aspectos de la terapia familiar, Haley estaba desarrollando sus conceptos
relativos a la jerarquía y el poder en la familia, y los restantes miembros estaban interesados en «comprender
y formalizar las intervenciones “mágicas” de Jackson y Erickson para convertirlas en instrumentos de trabajo
transmisibles.» (Wittezaele y García, 1994, p. 255) (Énfasis añadido)
«Queríamos entrar en la cabeza de ese hombre [Jackson] y saber qué pensaba, de dónde sacaba sus indicaciones. Pero él respondía
cosas como: “Es evidente, basta con escuchar la risa de la madre.” Lo que parecía ser también el caso de Erickson, quien explicaba sus
intervenciones con unas formulaciones analíticas muy complicadas que no querían decir nada. Así pues comenzamos un proyecto en el
que imitábamos a Jackson y a Erickson para ver cómo funcionaba el tratamiento…» (Wittezaele y García, 1994, p. 255)
La pragmática de la comunicación
Una de las publicaciones más conocidas del Instituto de Investigaciones Mentales (MRI) es Pragmatics of
Human Communication (Pragmática de la Comunicación Humana), que vio la luz en 1967 (Watzlawick, Beavin
y Jackson, 1981).
Wittezaele y García (1994) indican que los autores consiguieron llevar a cabo una tarea ardua: presentar bajo
una forma accesible las ideas principales de la cibernética, la teoría de los sistemas aplicada a la terapia
familiar, y las ideas esbozadas por Ruesch y Bateson (1965) sobre la comunicación interpersonal.
Si embargo Bateson no estuvo de acuerdo con esa obra. Watzlawick relata, 46
«[…] yo diría que él tenía una actitud muy ambivalente en lo que concierne al reconocimiento social. Todavía lo escucho diciéndome en
1960 que lamentaba no ser más conocido, pero, al mismo tiempo, se las ingeniaba para publicar siempre en revistas casi
confidenciales, ignoradas por el gran público. Por un lado se quejaba de no ser suficientemente conocido y por otro hacía todo para
esconderse y hacerse invisible. Su extrema discreción nos ha planteado más de un pequeño problema: cuando mis coautores y yo
publicamos Pragmatics of Human Communication, un libro donde intentábamos sintetizar y sistematizar un poco las ideas de los dos
grupos, Bateson estaba al principio muy feliz porque nosotros le dedicábamos esa obra, y lo presentábamos como amigo y mentor; sin
embargo, luego de publicado el libro, nos reprochó el haber entregado al público una vulgarización prematura de sus ideas. Estos
reproches me resultaron muy penosos, porque yo le había hecho llegar a Hawai el manuscrito y me lo había devuelto con comentarios
muy elogiosos: me había escrito que nuestro texto reflejaba muy fielmente su pensamiento, especialmente el capítulo sobre la
paradoja, que según él era la mejor exposición sobre el tema que había leído hasta el momento. Esto no le impidió un año más tarde
cuando le mandé un ejemplar del libro publicado, reprocharme muy enfáticamente que era una vulgaridad prematura de sus ideas.
Cuando se lo hice notar: “Pero Gregory, acuérdate de que en tu carta decías que nuestro libro…” él me respondió simplemente: “¡Esa
era mi manera de pensar el año pasado!”» (Watzlawick, 1991, p. 42-43
Wittezaele y García (1994) hubieran discrepado con Bateson si hubiesen podido entrevistarlo,
«La obra no es una simple vulgarización de los trabajos de Bateson. Los autores van más lejos y, partiendo de la teoría de la doble
coacción, describen la utilización terapéutica de las paradojas pragmáticas de la comunicación. Aunque estas técnicas terapéuticas ya
han sido utilizadas por otros (Erickson, Sullivan, Frankl…) ellos consiguen dar una explicación interaccional de las mismas en
concordancia completa con sus premisas teóricas. Consiguen pues relacionar la teoría con la práctica y, en esto, puede considerarse
que la obra es realmente un jalón capital para la revolución posterior de la terapia sistémica.» (Wittezaele y García, 1994, p. 253)4
Terapia breve centrada en la resolución de problemas
Los resultados preliminares de las investigaciones clínicas y teóricas del Centro de Terapia Breve del MRI
fueron presentados en 1974 en Change, Principles of Problem Formation and Problem Resolution (Watzlawick,
Weakland y Fisch, 1976).
En el prólogo de ese famoso volumen, los autores escribieron,
«[…] En 1966, uno de nosotros, Richard Fisch, propuso crear lo que, a falta de un nombre más adecuado designamos como centro de
psicoterapia breve del Instituto de Investigaciones Mentales de Palo Alto. Bajo su dirección comenzamos a investigar los fenómenos
correspondientes al cambio humano y, al hacerlo así, descubrimos muy pronto que ello exigía de nosotros la adopción de nuevos
puntos de vista acerca de cuanto hasta entonces habíamos creído, aprendido y practicado.
Otro elemento unificador estuvo representado por el hecho de que, desde un principio, hablamos un mismo “lenguaje”. Como
investigadores asociados al Instituto de Investigaciones Mentales, todos nosotros contábamos con varios años de experiencia en la
investigación de la intercomunicación humana y en psicoterapia interaccional (es decir: referida a la pareja y a la familia), tal como ha
sido desarrollada por el Grupo de Palo Alto, bajo la dirección teórica de Gregory Bateson y la dirección clínica de Don D. Jackson. Nos
hallamos así acostumbrados a considerar el proceso más bien que el contenido, y el “ahora y aquí” más bien que el pasado. No fue
quizá menos importante el hecho de que todos nosotros teníamos una preparación y una experiencia en hipnosis, lo cual no sólo nos
hacía sentirnos a gusto en las intervenciones directas, sino que nos puso también en contacto con las innovadoras técnicas de Milton H.
Erickson, a quien todos nosotros estamos profundamente agradecidos.
Desde el comienzo tuvimos la creencia que aunando nuestros conocimientos seríamos capaces de operacionalizar los intrigantes
fenómenos de cambio mencionados anteriormente y de encontrar así nuevas vías para intervenir de un modo eficaz en las situaciones
humanas problemáticas.» (Watzlawick, Weakland y Fisch, 1976, p. 14-15).4
Erickson escribió en el prefacio de Cambio,
«Habría preferido decir mucho más acerca de este libro de lo que aquí puedo decir. Por desgracia, mi mala salud me lo impide, pero no
será obstáculo para decir lo esencial.
Multitud de libros y de teorías se han ocupado del modo de cambiar a las gentes, pero, en último término, son los autores de la presente obra
los que han considerado seriamente el tema representado por el cambio en si mismo, en el sentido de cómo ello tiene lugar espontáneamente y
cómo puede ser promocionado. Yo he intentado comprender esto mismo en mi propia obra y describirlos en mis escritos. […] He considerado
mucho de lo que he realizado como una forma de acelerar las corrientes que impulsan al cambio y que maduran ya en la intimidad de la
persona y de la familia, pero se trata de corrientes que precisan de lo “inesperado”, lo “ilógico” y lo “súbito” para desembocar en un resultado
tangible.
De este fenómeno representado por el cambio se ocupa el presente libro, de la naturaleza auténtica y de las modalidades de cambio —
aspectos que durante tanto tiempo no han sido tenidos en cuenta en la formulación de teorías acerca de cómo cambiar a las personas.
[…] Me complace que mi propia obra haya contribuido a las ideas representadas en este libro y me alegro haber tenido la oportunidad
de hacer este pequeño comentario acerca del mismo.» (Watzlawick, Weakland y Fisch, 1976, p, 9-10) 47
En 1974, Weakland, Fisch, Watzlawick y Bodin, describen 11 principios de su enfoque de terapia breve
centrado en la resolución de problemas:
1. Es un enfoque orientado al síntoma.
2. Los problemas son vistos como dificultades de la situación entre las personas –problemas de interacción. Es decir, un modelo que no
está basado en la patología.
3. Consideran a los problemas como un resultado primario de las dificultades de la vida cotidiana que han sido mal manejados por los
participantes comprometidos.
4. Los cambios de transición en la vida de la familia son considerados como las "dificultades de la vida cotidiana” más comunes e
importantes que pueden llevar a problemas.
5. Las dos formas principales en las cuales es probable que se desarrollen "problemas" son: si las personas tratan una dificultad
ordinaria como un "problema" o si tratan un dificultad ordinaria (o peor) como no siendo un problema –es decir, ya sea sobre-
enfatizando o quitando el énfasis a las dificultades en el vivir.
6. Una vez que la dificultad comienza a ser vista como un "problema", la continuación y, a menudo la exacerbación, de este problema
resulta en la creación de un circuito de retroalimentación positiva, centrado muy a menudo alrededor de esos comportamientos de los
individuos en el sistema que están intentando resolver la dificultad. La dificultad original se encuentra con una "solución" intentada que
intensifica la dificultad original, y así sucesivamente.
7. Ven a los problemas o síntomas de larga duración no como una "cronicidad" de algún defecto básico en el individuo o la familia, ni
incluso como un problema que se ha "montado" a través de tiempo, sino como la persistencia de una dificultad manejada en forma
deficiente en forma repetitiva.
8. Conciben a la resolución de problemas como una situación que requiere primariamente de la sustitución de pautas de
comportamiento para interrumpir los círculos de retroalimentación positiva viciosos.
9. Buscan medios para promover un cambio benéfico que sí funcione, aunque esos remedios parezcan ilógicos.
10. El cambio puede ser efectuado más fácilmente si la meta del cambio es razonablemente pequeña y está claramente establecida.
11. Es un enfoque fundamentalmente pragmático. Las concepciones y las intervenciones están basadas en la observación directa en la
situación de tratamiento respecto a qué está ocurriendo en el sistema de interacción humano, cómo continúa funcionando en esas
formas, y cómo puede ser alterado más efectivamente.
Según Keeney y Ross (1987), el enfoque del Centro de Terapia Breve del MRI es uno de los abordajes más
eficaces de solución de problemas que se hayan conocido hasta esa época. «[…] la meta de la terapia no
consiste en modificar la conducta problema ni la conducta solución; la meta es alterar la pauta de interacción
[…] lo que se tiene que abordar es la relación recursiva entre problemas y soluciones intentadas. Esta relación
recursiva es una pauta de interacción.» (Keeney y Ross, 1987, p. 98-99)4
El tratamiento del Centro de Terapia Breve del MRI (Weakland, Fisch, Watzlawick y Bodin, 1974) se compone
de seis fases, a saber: (1) Introducción al encuadre del tratamiento; (2) Interrogatorio y definición del
problema; (3) Estimación del comportamiento que mantiene el problema, (4) Diseño de metas de tratamiento;
(5) Selección y ejecución de intervenciones conductuales; y (6) Finalización.
La intervenciones del MRI que son un refinamiento de las estrategias terapéuticas de Erickson (Haley, 1980a,
1980b) pueden dividirse en dos grandes grupos: aquellas destinadas a modificar el “encuadre” del problema
(reestructuración o reencuadre [Watzlawick, Weakland y Fisch, 1976]) y las estrategias dirigidas a cambios en
el comportamiento (alteración de las pautas rígidas de las soluciones intentadas que mantienen el problema),
las cuales toman la forma de tareas para realizar entre sesiones y que caen en la categoría de las
intervenciones paradojales.4
También se utilizan instrucciones paradojales para manejar el cambio y evitar las recaídas.
En la fase del diseño de las intervenciones, proponer tomar en consideración la motivación y características
idiosincrásicas de los clientes para la prescripción de tareas (utilización ericksoniana).
En el año 1982, Fisch, Weakland y Segal publican The Tactics of Change (Las tácticas del cambio, 1984);
volumen que está dedicado a Milton H. Erickson. En el Prefacio a esa obra indican que ella es un complemento
de Cambio. Por lo tanto, es un texto mucho más explícito en los aspectos técnicos, ejemplificados a través de
análisis de casos. Dan especial énfasis a las “maniobras del terapeuta”, puesto que su enfoque es estratégico.
Asimismo, dedican un capítulo a “la postura del paciente”, en el cual destacan que la influencia terapéutica
para el alcance de metas debe adecuarse al estilo de respuesta del cliente; de modo que éste esté dispuesto a
llevar a cabo las prescripciones.
Erickson y el enfoque interaccional
Watzlawick (1982) afirma que Erickson, como terapeuta, fue apartándose paulatinamente desde una
epistemología intrapsíquica –la cual tiene una visión monádica de su objeto de estudio (el individuo) y que
supone que la curación psicológica proviene del insight– para acercarse a una postura en la cual tomaba más
en consideración los contextos sociales en donde se da el comportamiento humano. Sin 48
embargo, mucho antes que los teóricos se interesaran en la visión sistémica, Erickson ya había descubierto
cómo la familia del cliente puede favorecer u obstaculizar el cambio.
Los aportes de Erickson al Centro de Terapia Breve del MRI son justamente aquellos aspectos de su trabajo
que resaltan su pensamiento sistémico; es decir, que toman en consideración al individuo y su sistema de
interacciones.
Watzlawick (1982) describe las siguientes características de la terapia de Erickson que ellos usaron en su
propio enfoque:
(a) Los diferentes usos del lenguaje prespriptivo o inyuctivo.4
El lenguaje de la indirección de Erickson puede ser considerado como mandatos para inducir disposición a responder a las señales
mínimas del terapeuta (disposición involuntaria a cooperar) (Zeig, 1987). «Si dentro del marco de la hipnosis se le dice al paciente que
eleve su brazo derecho y él simplemente lo levanta, es respuesta no es necesariamente hipnosis. Sin embargo, si el terapeuta le dice,
“Me gustaría que de verdad se dé cuenta en una forma que sea edificante [uplifting] 4 que la hipnosis es realmente una experiencia
adecuada [rigth] para usted en una forma que pueda encontrar manejable [handly]”, y después el paciente eleva su brazo derecho, eso
es considerado una respuesta hipnótica. En forma alternativa, si el terapeuta dice, “En hipnosis me gustaría que usted realmente
comprendiera que puede encontrarse yendo [head down] a un cómodo estado”, y el paciente mueve su cabeza hacia abajo en una
respuesta disociativa (automática) al mandato implicado, eso es juzgado como hipnosis» (Zeig, 1987, p. 394)
(b) El principio de la utilización ericksoniana: «Use [todo] lo que el paciente trae» (Watzlawick, 1992, p. 150)
«Erickson nos enseñó […] a aprender el lenguaje del paciente y a usarlo para facilitar la tarea de hacer que las personas se
comportaran en una forma diferente.» (Watzlawick, 1982, p. 150)
(c) El uso de prescripciones acerca del comportamiento abierto de los pacientes, para lograr cambios en las
pautas de interacción que mantienen el problema; y no malgastar el tiempo en especulaciones acerca de los
diferentes cursos de acción del tratamiento, como ocurre en las líneas más ortodoxas de la explicación y la
interpretación al servicio de la producción de insight.
(d) Sus enseñanzas acerca de la evitación de la resistencia al elegir la forma de sugestión e intervención más
apropiada al cliente, así como también su hábil uso de la resistencia para promover un cambio rápido.
Watzlawick (1982) destaca entre este tipo de intervenciones a la “ilusión de alternativas”4 terapéuticas. Ésta
consiste en la entrega de dos opciones de comportamiento entre los cuales elegir; pero esa elección es ilusoria,
pues ambas opciones corresponden a sólo un aspecto de un par de opuestos. «La ilusión de alternativas se
rompe, pues, en el instante en el que se adquiere consciencia del par opuesto de orden superior» (Watzlawick,
1980, p. 99) «La elegancia de la ilusión de alternativas descansa en el hecho que a través de ella se coloca una
desviación al servicio de su propia corrección» (Watzlawick, 1982, p. 152)
(e) El uso que hacía Erickson de las historias, los juegos de palabras, los chistes y las metáforas. «Lo que
Erickson parece haber captado en forma intuitiva, mucho antes que los investigadores del cerebro postularan
la teoría de la asimetría del cerebro humano, fue que las formas de lenguaje denominadas del hemisferio
derecho, tiene lejos mayor potencial que la brillantez de las explicaciones e interpretaciones del hemisferio
izquierdo.» (Watzlawick, 1982, p. 153)
(f) El cambio en el foco de la atención del paciente que se logra a través de la hipnosis. «[…] cualquier
sugestión exitosa coloca la realidad de nuestros pacientes en un marco conceptual y emocional diferente. Esta
es la técnica del reencuadre que puede ser exitosamente transplantada desde la hipnosis a los estados de
interacción sin trance.» (Watzlawick, 1982, p. 153)
“Hipnoterapia sin trance”
Tendrá que transcurrir casi una década desde la publicación de Tácticas del cambio, para que Watzlawick y
Nardone describan en forma explícita en L’ arte del cambiamento (El arte del cambio) 49
(Nardone y Watzlawick, 1992), cómo se lleva a cabo la “hipnoterapia sin trance” a la cual ha hecho referencia
en forma insistente Watzlawick.4
Nardone y Watzlawick se refieren en los siguientes términos a la “hipnoterapia sin trance”:
«[…] antes de exponer directamente los procedimientos terapéuticos, es fundamental aclarar también que su eficacia depende, además
de su validez específica para sintomatologías o problemas particulares, sobre todo el influjo personal o el carisma del terapeuta. Es éste
un factor que, a nuestro entender, es determinante en terapia. En otras palabras, la eficacia de una estrategia depende mucho del
marco de sugestión con que se le presenta al paciente para inducirlo a una gran, y a veces involuntaria, colaboración terapéutica, esto
es, a una predisposición para el cambio. Para crear ese ambiente de sugestión y carisma, el terapeuta ha de aprender a utilizar todo
aquello a lo cual nos hemos referido […] con los conceptos de “lenguaje imperativo”4 […] Este tipo de comunicación terapéutica, cuya
mejor lección ha sido el enfoque hipnótico de la terapia hecho por Erickson, constituye una de las prerrogativas fundamentales de la
terapia estratégica. Esta particular forma sugestiva de comunicativa es lo que definimos como hipnoterapia sin trance. Recurriendo
deliberadamente a ella, el terapeuta asume, en provecho del paciente, la responsabilidad de utilizar los procedimientos eficaces y
eficientes de sugestión hipnótica para influir en la situación problemática presentada y cambiarla rápidamente.» (Nardone y Watzlawick,
1992, p. 84-85)
Los elementos “lingüísticos ericksonianos” que constituyen la “hipnoterapia sin trance” son descritos por
Nardone y Watzlawick (1992) y por Nardone (1997) como los siguientes4:
(1) Aprender a hablar el lenguaje del paciente: Bandler y Grinder (1975), Gilligan (1987) y Yapko (1990)
denominan a esta estrategia matching (calcado); es decir, el terapeuta “espeja” no sólo los vocablos del
cliente, sino que también sus entonaciones e incluso el lenguaje no verbal (bio-rapport). Esta estrategia
promueve una atmósfera de cercanía y calidez, a la vez que ¿cómo podría estar en desacuerdo el cliente con
su terapeuta, si éste está comunicándose con él en un modo que le es familiar? Desde el punto de vista de
Erickson y Rossi (1979), esta estrategia promueve una “tendencia al sí” (yes set), es decir, una tendencia a
aceptar lo que el terapeuta está diciéndole.
Nardone (1997) va más allá del sólo uso de los vocablos del cliente, sino que propone que el terapeuta se
percate acerca del modo en que éste estructura su discurso, y utilice la misma estructura para formular sus
intervenciones.
Nardone y Watzlawick (1992) indican que el terapeuta deberá actuar esta estrategia con naturalidad, para que
no parezca una maniobra artificiosa que podría generar resistencia.
(2) Reestructuración: «Las reestructuraciones pueden ser actos comunicativos puramente verbales, o también
determinadas acciones del terapeuta que conduzcan a la persona a un desplazamiento de la perspectiva. […]
La reestructuración puede tener diversos niveles de complejidad, que abarcan desde simples redefiniciones
cognoscitivas de una idea o de un comportamiento, hasta complicadas reestructuraciones paradójicas, pasando
por el uso de metáforas y sugestiones evocativas.» (Nardone y Watzlawick, 1992, p. 90)
(3) Evitar las formas lingüísticas negativas: Nardone y Watzlawick (1992) afirman que se ha colocado en
evidencia que los enunciados negativos respecto a la conducta o las ideas del cliente tienden a culpabilizarlo y
a evocar, por tanto, reacciones de rigidez y rechazo.
Este es un principio que también se utiliza en la inducción de trance hipnótico. Watzlawick (1980) indica que al
lenguaje figurado le falta la sintaxis muy lógica del lenguaje digital, de modo que es muy difícil comunicar la
negación. Además de la hipnosis, agrega Watzlawick, todo mandato es más eficaz si se expresa en términos
positivos.
Nardone y Watzlawick (1992) entregan el siguiente ejemplo para ejemplificar este principio:
«[…] ante unos padres extremadamente hiperprotectores, que con sus cuidados familiares castradores no han hecho más que llevar al hijo a la
inseguridad y a la fragilidad psicológica, la maniobra del terapeuta ha de consistir en felicitarles y darles satisfacción por los grandes esfuerzos
que han hecho al ocuparse de un hijo tan problemático y por los grandes sacrificios vividos para protegerlo de tantos posibles peligros que
ofrece el mundo. “Y así como hasta ahora lo habéis hecho, de ahora en adelante lo haréis todavía mejor y tengo la certeza de que sabréis hallar
la manera de que él asuma ahora su responsabilidad.” Y aquí el terapeuta prescribirá acciones y comportamientos claramente contrarios a la
conducta precedente de los padres.
[…] En este ejemplo, el procedimiento terapéutico mezcla tres técnicas diversas: la evitación de las formas negativas, la
reestructuración y la prescripción. Por lo común, esta maniobra produce participación y colaboración orientadas al cambio, aun en
sujetos sumamente desconfiados o entumecidos en sus posiciones, y sobre todo no provoca reacciones negativas provenientes de la
culpabilización del paciente con relación a sus propias acciones.» (p. 94-95) 50
(4) Paradojas y comunicación paradójica: «La paradoja […] es un tipo de trampa lógica en la que tropieza toda
la lógica racionalista clásica. […] Aplicada al específico contexto terapéutico, la paradoja posee la propiedad de
desquiciar los círculos viciosos y recurrentes de “soluciones” ensayadas que el paciente presenta en forma
obstinada, por la simple razón que pone en crisis el sistema preexistente de percepciones de la realidad y
reacciones ante ella.» (Nardone y Watzlawick, 1992, p. 96)
(5) Uso de la resistencia: Erickson fue un maestro en la utilización de la “resistencia” de sus sujetos para
cooperar en la inducción hipnótica (Erickson, 1964/1980b; Erickson y Rossi, 1979), y para que cooperaran con
la terapia. En lugar de interpretarla o luchar contra ella, la aceptaba e incluso la estimulaba. «Se procede
creando un “doble vínculo” terapéutico [Erickson y Rossi, 1975/1980; Erickson, 1980e; Rossi y Jichaku, 1992]
que se manifiesta colocando al paciente en una situación paradójica, en la que su resistencia, o su rigidez para
con el terapeuta, llegue a ser una prescripción y sus reacciones un avance en la terapia. De modo que la
función prioritaria de la resistencia queda anulada mientras se utiliza su fuerza para promover el cambio; la
resistencia prescrita, de hecho, deja de ser resistencia y se convierte en cumplimiento.» (Nardone y
Watzlawick, 1992, p. 100-101)
(6) Uso de anécdotas, relatos y lenguaje metafórico: «Esta estrategia comunicativa posee la prerrogativa de
permitir la comunicación de mensajes aprovechando la forma indirecta de la proyección e identificación que,
por lo común, una persona pone en práctica ante los personajes y las diversas situaciones del relato.»
(Nardone y Watzlawick, 1992, p, 102)
Esta modalidad de comunicación minimiza la resistencia, ya que el mensaje no es entregado en forma directa
(Lankton y Lankton, 1983; Nardone y Watzlawick, 1992; Zeig, 1985), sino que inicia una búsqueda
inconsciente de significado (Erickson y Rossi, 1979).
Desde la perspectiva de nuestro análisis, estamos en condiciones de afirmar aquí, que desde el punto de vista del
legado de Erickson a la terapia actual, le corresponde al Centro de Terapia Breve del MRI el mérito de haber
extraído las pautas generales del trabajo hipnótico sin “inducción de trance” de Erickson y haberlas colocado a la
disposición de cualquier terapeuta que esté realmente interesado en una terapia breve en un ámbito interaccional.
Los miembros del Instituto de Investigaciones Mentales y del Centro de Terapia Breve del MRI no solamente
han ayudado a sacar a la “hipnosis” del campo de lo que se considera marginal en psicoterapia (Haley, 1997),
al resaltar sus aspectos interaccionales (comunicacionales), sino que también han ayudado a desentrañar las
pautas de la “magia” para influenciar la experiencia de otras personas de ese “genio loco” que fue Erickson. Su
trabajo de sistematización refuerza la posición de Erickson que el aura de influencia hipnótica no descansa en
los poderes personales del terapeuta que impone sobre el paciente, sino que es un proceso de co-construcción
de una nueva realidad a través del uso hábil de la observación y el lenguaje.
Notas:
4 «Jackson apreció tanto esta colaboración con Bateson [al interior del Proyecto de Bateson para el estudio de la comunicación] que, cuando en 1959
fundó el Mental Research Institute (MRI), él propuso a Gregory integrar su grupo en ese instituto. Bateson no aceptó, primero, porque deseaba
mantener su independencia y, además, porque los métodos de Jackson le provocaban los mismos sentimientos ambivalentes que los de Erickson. Sus
reticencias nuevamente tenían que ver con la cuestión de influir, de ejercer poder sobre otra persona.» (Watzlawick, 1991, p. 39-40)
«Bateson conoció a Erickson por razones profesionales al volver de su viaje a Bali; él quería informarse sobre los fenómenos de hipnosis y trance que
había observado durante algunas danzas rituales realizadas en los templos balineses y para esto fue a ver a Erickson, que era un hipnoterapeuta muy
conocido. A partir de allí tuvo con él una relación muy ambivalente: como ustedes saben, Bateson detestaba profundamente toda forma de influencia y,
en particular, toda forma de poder, y, a pesar de que lo impactó el éxito de Erickson, el uso sutil de la sugestión en el que se apoyaban sus resultados le
molestaba. Muchas veces yo le decía: “Pero al fin y al cabo, ¿qué es lo que quieres, Gregory? El acto de ayudar debe ser un acto de influencia, es más,
no puede dejar de serlo”, pero nunca pude lograr que me contestara esa pregunta.» (Watzlawick, 1991, p. 37-38)
4 (MPL) Recuerdo lo difícil que fue para mí comenzar a comprender los conceptos vertidos en esa obra cuando tuve la suerte de estudiarla en el último
año de mi formación universitaria como psicólogo en 1981. Hasta esa fecha mi formación estaba sólo encuadrada en la psicología experimental de
tradición skinneriana y las metodologías de estudio de las “ciencias duras”, y mis aproximaciones a la psicoterapia correspondían a la terapia humanista
de Rogers y Perls, y algo de terapia conductual.
Sin embargo, veinte años después, después de casi una década de docencia universitaria, aun sigo encontrando que los alumnos avanzados y los
psicólogos jóvenes no logran conectar esas ideas del MRI que han estudiado en la asignatura de “Comunicación” con la psicoterapia. 51
4 En “Brief Therapy: Problem Resolution Focused” (Weakland, Fisch, Watzalwick and Bodin, 1974) indican en una nota a pie de página: «El trabajo de Jay
Haley ha sido valioso al hacer más explícito los principios y prácticas de Erickson, así como también el suministro de ideas del propio trabajo de Haley en
terapia familiar y tratamiento breve.»
4 Se sugiere revisar el volumen de Keeney y Ross (1987) para una lectura cibernética del enfoque del Centro de Terapia Breve del MRI.
4 El volumen de Cade y O’Hanlon (1995) es una excelente sistematización de estrategias terapéuticas en terapia breve.
4 “Inyungir” = Prevenir, mandar, imponer. (Diccionario de la Real Academia Española, Vigésima Primera Edición, 1992)
4 Juego de palabras intraducible al castellano en el sentido que le está dando Zeig. Desde el punto de vista lingüístico, el idioma inglés, debido a la
abundancia de homófonos (característica que no posee el castellano), se prestó muy adecuadamente para el lenguaje indirecto de Erickson, en lo que
respecto a su uso de juego de palabras y chistes.
4 La cual fue observada por Weakland y Jackson en su vertiente patológica en la comunicación de familias de esquizofrénicos. (Watzlawick, 1980)
4 Es paradojal que en ningún volumen de los discípulos de Erickson se encuentre un análisis estratégico de los métodos de influencia de ese terapeuta.
En general han hecho énfasis a los “procesos del inconscientes”, pasando por alto las consecuencias pragmáticas de esas “técnicas”.
4 «[…] se puede decir que toda terapia consiste en operar cambios en aquellas modalidades por cuyo medio las personas han construido su realidad
segundo orden (realidad respecto de la cual están totalmente convencidos que es la única verdadera).
En la terapia tradicional, se intenta llegar a este resultado mediante el uso del lenguaje indicativo, esto es, el lenguaje de la descripción, de la explicación, de la
confrontación y demás. Este es el lenguaje de la ciencia clásica y de la causalidad lineal. No obstante, este lenguaje no se presta bien a la descripción de los
fenómenos no lineales, sistémicos; y aun se presta menos a la comunicación de nuevas experiencias y percepciones, para las que el pasado no proporciona
posibilidad de comprensión y que se encuentra más allá de la construcción de la realidad de una persona determinada.
¿Y qué otro lenguaje existe? La respuesta nos la da, por ejemplo, George Spencer Brown en su libro Leyes de la forma, en el que, casi entre líneas
define el concepto de lenguaje imperativo. “[…] En este sentido se puede establecer una comparación con las ‘artes’ prácticas, como la cocina, en la que
el gusto de un dulce, aunque indescifrable en palabras, puede ser comunicado al lector en forma de un conjunto de instrucciones que se denomina
receta […]”
En otras palabras, si logramos motivar a alguien a que emprenda una acción, por si misma siempre posible, pero que alguien no ha llevado a cabo
porque en su realidad de segundo orden no veía ni sentido ni razón en cumplirla, entonces a través de la misma realización de esta acción
experimentará algo que nunca explicación o interpretación alguna habría podido inducirlo a ver o experimentar. Y con esto hemos llegado a Heinz von
Foerster y a su imperativo: Si quieres aprender, aprende a obrar.
[…] Para quien conozca la labor de Milton Erickson, el concepto de lenguaje imperativo, si ya no es la misma designación, no representa nada nuevo. En
la segunda mitad de su carrera profesional, Erickson utilizó cada vez más, en orden a lograr un cambio terapéutico, las prescripciones de
comportamiento directo al margen de los estados de trance.» (Nardone y Watzlawick, 1992, p. 25-27)
4 Y que se relacionan directamente con las inducciones naturalistas de trance hipnótico.52
a) Uso de la conjunción; conectivos “y”, “pero”:
Está escuchando el sonido de mi voz y está relajándose más y más
[You are listening to the sound of my voice] [and] [you are relaxing more and more]
Está sentado en la silla y está entrando profundamente en trance
[You are sitting in the chair] [and] [You are drifting deeper into trance]
b) Uso de causativos implicados; conectivos “cuando”, “mientras”, “a medida que”, “durante”, “antes”,
“después”.
Sus ojos se colocarán más pesados mientras escucha el sonido de mi voz
[Your eyelids will grow heavy] [while] [You listen to the sound of my voice]
Sus ojos se colocarán más pesados a medida que escucha el sonido de mi voz
[Your eyelids will grow heavy] [as] [You listen to the sound of my voice]
c) Uso de causa y efecto: “hará que”, “ocasiona que”, etc.
Capítulo 8: El estudio de las pautas lingüísticas en la terapia
hipnótica de Erickson: La Programación Neurolingüística
Bandler y Grinder publicaron en 1975 un volumen acerca del análisis de las pautas lingüísticas del trabajo
hipnótico de Erickson (Patterns of the Hypnotic Techniques of Milton H. Erickson, M.D.), con el objetivo de
crear un mapa de de esas pautas, de modo que otras personas pudieran aprenderlas y usarlas.
Esos autores usaron la gramática transformacional para estudiar el lenguaje utilizado por Erickson en la
inducción de trance hipnótico, a la vez que analizaron algunas de sus pautas más generales.
Ellos descubrieron que en las inducciones de trance de Erickson aparecían las siguientes pautas:
«(1) Acompañar [pacing] y distraer el hemisferio dominante (lenguaje);
(2) Utilización del hemisferio dominante, procesamiento lingüístico que ocurre por debajo del nivel de
percatarse consciente;
(3) Acceso del hemisferio no dominante.» (Bandler y Grinder, 1975, p. 13)
El acompañamiento verbal consiste en describir el comportamiento observable del cliente, y en la descripción
de la experiencia no observable de éste. «En el proceso de acompañamiento, el hipnotista se está
transformando a si mismo en un sofisticado mecanismo de retroalimentación […] el hipnotista puede usar su
propia postura y movimientos corporales, su propia tonalidad y tempo como mecanismos de acompañamiento.
Erickson adopta con frecuencia la tonalidad, la sintaxis y el tempo del habla del cliente, acomodará su propia
postura corporal, el ritmo respiratorio y los gestos para hacer juego [matching] con los del cliente. De este
modo, el cliente siente su propia respiración, la elevación y el descenso de su pecho, y simultáneamente ve a
Erickson moverse al mismo ritmo. Erickson extiende esos principios en todas las formas. No solamente hace
que su respiración haga juego con la del cliente, sino que su tono de voz haga juego con la respiración del
cliente o su pulso, al observar cómo se expanden o contraen las venas de éste. Usará palabras y frases que ha
escuchado usar al cliente e inflexiones de la voz usadas tonalmente por el cliente. En esencia, hace de sus
propios canales de output un mecanismo de retroalimentación que hará juego con la experiencia subjetiva del
cliente, en los niveles consciente e inconsciente. Rara vez los clientes son conscientes de las complejas formas
en que Erickson está acompañándolos. Esta falta de percatarse de parte del cliente parece ser un ingrediente
esencial en la rápida y efectiva inducción de trance.» (Bandler y Grinder, 1975, p. 16-17) (Énfasis añadido)
Más adelante en ese volumen, esos autores analizaron el lenguaje usado por Erickson para distraer y/o utilizar
la mente consciente, y que se usa conjuntamente con el acompañamiento.4 El objetivo de ese lenguaje tiene
como objetivo guiar al cliente hacia una realidad deseada por el terapeuta (Bandler y Grinder, 1975; O’Hanlon,
1989). Advirtieron las siguientes pautas lingüísticas: 53
Al mirar ese pisapapeles sus ojos se volverán más pesados
[Staring at that paperweight] [Your eyelids become heavy]
Al escuchar el sonido de mi voz se relajará más y más
[Listening to the sound of my voice] [You relax more and more]
Estas pautas pueden hacerse más complejas cuando se introduce la negación:
No será capaz de mantener los ojos abiertos a medida que sienta el peso de ellos…
[You won’t be able to sep your eyelids open] [as] [you feel their weight…]
No hablar es facilita no escuchar ningún sonido, excepto el de mi voz
[Not talking] [makes it so easy] [To not listen to any sound but my voice]
Con el objetivo de la inducción de trance y facilitar la involucración experiencial del cliente, Erickson usaba
también las siguientes pautas lingüísticas:
a) Indices referenciales generalizados: Son fases vagas a las cuales les falta el pronombre, de modo que el
oyente se ve obligado a otorgarle un significado (“búsqueda transderivacional”, en el lenguaje de Bandler y
Grinder):
“… algunas ideas interesantes de alguien de otra época…” (O’Hanlon, 1989, p. 150)
b) Supresiones gramaticales y agramaticales: Son frases en las cuales se han suprimido pronombres que
obligan al oyente a establecer la relación entre la representación lingüística completa (estructura profunda) y la
frase escuchada (estructura de superficie). Bandler y Grinder (1975) indican que Erickson usaba dos tipos de
supresiones: Supresión gramatical, que resulta en una frase de estructura de superficie bien formada en inglés;
y Supresiones agramaticales, en las cuales la estructura de superficie no es una frase bien formada en inglés.
Este proceso fuerza al oyente a otorgarles el significado completo.
Ejemplos de supresiones agramaticales son los siguientes:
y usted se dará totalmente cuenta que usted… [and you fully realize so well that you…]
y está muy claro que usted quiere y necesita… [and so clearly you want and need…]
Yo querré decirle pronto… [I will want soon to tell you…]
c) Nominalizaciones: Sirven como una herramienta del hipnotista para sobrecargar al hemisferio dominante, al
requerir una codificación compleja. Se construyen a través de la supresión total de algún índice referencial y
estimulan una activa búsqueda de significados. Según Bandler y Grinder, permiten que el cliente dé sus propios
significados a partir de su modelo de mundo, de acuerdo a sus propias necesidades.
La satisfacción de permitir a su mente inconsciente comunicarse…
[The satisfaction of allowing your unconscious mind to communicate]
Las profundidades del estado de trance…
[The depths of the trance state]
A medida que la presencia de la relajación y la curiosidad…
[As the presence of relaxation and curiosity]
d) Restricción de selección: Es una clase de estructuras de superficie denominadas “metáforas”. Son una
violación del significado bien formado como es comprendido por los nativos de una lengua.
Por ejemplo la alusión que hace Erickson a una semilla de tomate:
«Oh sí, Joe, crecí en una granja, pienso que una semilla de tomate es una cosa maravillosa, piense, Joe,
piense en esa pequeña semilla ahí que duerme tan descansadamente, tan cómoda una bella planta…»
[Oh yes, Joe, I grew up on a farm, I think a tomato seed is a wonderful thing, think, Joe, think in that little
seed there does sleep so restfully, so comfortably] (Bandler y Grinder, 1975, p. 37) 54
e) Ambigüedad: Erickson usaba diversos tipos de ambigüedad para promover la búsqueda inconsciente de
significados en sus sujetos experimentales y clientes.
Otras pautas utilizadas también por Erickson eran los mandatos entrelazados [imbedded]; que son formas
lingüísticas para construir un potencial de respuesta en el cliente al utilizar los procesos del hemisferio
dominante (Bandler y Grinder, 1975). Esos autores describieron dos tipos de mandatos enclavados:
a) Las preguntas entrelazadas: que sirven al propósito de construir un potencial de respuesta al proponerle
preguntas al cliente sin permitirle una respuesta abierta. «A menudo son presuposiciones de otros mandatos y
sirven para distraer al hemisferio dominante al tener que usarse el diálogo interno para responder a la
pregunta, o intentar responder a las preguntas, o incluso imaginarse cual debiera ser la respuesta a las
preguntas, o incluso, más aun, si pudiera responderse a las preguntas, aunque una pregunta no puede ser
respondida realmente.» (Bandler y Grinder, 1975, p. 171)4
Algunos ejemplos:
Me pregunto si usted sabe cuál mano se elevará primero
[I wonder whether you know which hand will rise first]
No sé si usted sabe si entrará en trance o no
[I don’t know if you know whether or not you’re going into a trance]
b) Los mandatos entrelazados: Son mandatos a través de los cuales se hacen sugerencias indirectas, lo cual
disminuye la probabilidad que el cliente se resista a ellos.
Mi madre me dice a menudo Fred, respire profunda y lentamente.
[My mother often tells me to Fred, breathe deeply and slowly.]
Otro tipo de mandato enclavado, son los mandatos entrelazados indirectos, que obviamente son menos
resistidos.
El significado es muy difícil de comprender; qué significa cuando alguien dice, no se mueva o no hable. Qué
quieren decir cuando dicen, cierre sus ojos AHORA. Qué quieren decir cuando dice, Cuente hacia atrás en
silencio, de 20 a 1.
[Meaning is so difficult to understand; what does it mean when someone says, don’t move or don’t talk. What
do they mean when they say, shut your eyes NOW. What do they mean when they say, Count backwards
silently from 20 to 1.] (Bandler y Grinder, 1975, p. 174)
En el año 1977, Grinder, Delozier y Bandler, publicaron el volumen 2 de Patterns of the Hypnotic Techniques of
Milton H. Erickson, M.D. En esa obra, los autores introducen su modelo de los sistemas representacionales de
la experiencia humana: sistemas Visual, Kinestésico, Auditivo Tonal y Olfatorio; distinguiendo experiencias
sensoriales externas (e) e internas (i), dependiendo del foco de atención del sujeto. Con estas nuevas
herramientas de análisis, proceden como en el volumen anterior a realizar esa lectura de transcripciones de
trance hipnótico de Erickson.
Finalizan ese volumen con una extensa transcripción de un trabajo de Erickson con hipnosis, destacando tres
niveles de análisis: (1) las pautas verbales descritas en el volumen I; (2) las pautas para extraer y utilizar las
propias experiencias pasadas del cliente, en donde las pautas verbales se emplean para la “búsqueda
transderivacional”; y (3) la utilización de los sistemas representacionales.
Posteriormente, en 1981, Grinder y Bandler publican Trance-Formations, un volumen que transcribe un taller
dictado por los autores. En ese texto enseñan en forma práctica cómo inducir trance hipnótico según el estilo
de Erickson, a través de una metodología que hace uso de las pautas estudiadas en los dos volúmenes
anteriores. Esta obra es un real aporte, puesto que por primera vez podía aprenderse en forma sencilla esas
estrategias que parecían tan complejas.
Los autores enseñan a través de ejercicios guiados los siguientes tipos de inducciones de trance:
a) Acompañar y dirigir verbal;
b) Acompañar y dirigir no verbal; 55
c) Sobreposición de sistemas representacionales; estrategia consistente en acompañar al sujeto en su sistema
representacional predominante y llevarlo paulatinamente a otros sistemas representacionales menos usados
por la persona.
d) Acceso a estados de trance previos.
Algunas de las técnicas terapéuticas descritas por ellos, y que forman la base de la Programación Neurolingüística,
también están basadas en elementos del trabajo de Erickson con hipnotismo. Sin embargo, este trabajo pionero de
los creadores de la Programación Neurolingüística abarca una porción mínima del enfoque de Erickson, y es evidente
que no basta solamente con aprender a inducir trance hipnótico para efectuar psicoterapia, éste es un recurso que
debe tener un propósito.
Los acercamientos “hipnóticos” analizados por Grinder y Bandler dejan fuera aquellos acercamientos de utilización
más sofisticados de Erickson cuyo propósito era convertir la “resistencia” en cooperación, y que no solamente se
aplican en la “inducción de trance” sino que en el diseño de todo el proceso de psicoterapia. El análisis de las pautas
lingüísticas de Erickson efectuadas por estos investigadores es un análisis de tipo molecular que sirve para
desentrañar parte de los “secretos” básicos de Erickson; pero cuya aplicación aislada difícilmente podría servir para
la construcción de una “terapia ericksoniana” que busca la modificación de las pautas que mantienen el problema
presentado.
Respecto a lo que ocurrió con este trabajo inicial de Grinder y Bandler, Miller, Duncan y Hubble (1999) han
escrito lo siguiente:
«[…] considérese lo que sucedió con la conceptualización revolucionaria del trabajo de Milton Erickson realizada por Richard Bandler y
John Grinder. Rápidamente fue vista como un producto terminado, esta visión pionera fue transformada en una estrtuctura monolítica
de procedimientos rígidos, extensos entrenamientos, y un proceso de certificación que en muchas formas era la antítesis del estilo
fluido de Erickson. Como sucedió en el movimiento de la Programación Neurolingüística (PNL), ¡la estructura se igualó a y realmente
reemplaza a la idea revolucionaria que comenzó todo el proceso por primera vez! Cuando esto sucede, el paradigma se ha convertido
en ortodoxia.» (p. 74)
Notas:
4 Desde el punto de vista de las Microdinámicas de la Inducción de trance y la sugestión terapéutica descritas por Erickson, Rossi y Rossi (1976), las
maniobras descritas por Bandler y Grinder tienen como objetivo la fijación de la atención del cliente.
4 Algunas estas preguntas están construidas de tal modo, que se solicita una respuesta consciente para un fenómeno que solamente puede ser
inconsciente. Por ejemplo, “¿cuál dedo se elevará por si mismo para indicar que usted ya está preparado para entrar en trance?” Lo cual confunde
enormemente al oyente; de modo que si se mueve un dedo por si sólo, los esquemas conscientes estarán tan debilitados, que con probabilidad seguirá
cualquier indicación del terapeuta. (Erickson y Rossi, 1979)56
Capítulo 9: El Enfoque Orientado a la Solución de Milwaukee
y Erickson
El trabajo del Centro de Terapia Familiar Breve de Milwaukee, fundado en 1978 y liderado por Steve de Shazer,
está relacionado con la forma en que Erickson concebía la psicoterapia.
Este enfoque de terapia breve estuvo influido en sus inicios por las ideas de Gregory Bateson, el trabajo del Centro
de Terapia Breve del MRI (Ochoa, 1995), y Erickson. De Shazer (1991) afirma que la historia de la terapia breve
puede rastrearse hasta la publicación del artículo “Special Techniques of Hypnotherapy” de Erickson (1954a/1980d);
y en la historia del grupo de Milwaukee, sus primeras aproximaciones al trabajo en terapia breve provienen de la
aplicación y sistematización de algunas de las estrategias desarrolladas por Erickson.
Asimismo, y cómo veremos más abajo, algunas de las estrategias propuestas por este modelo en el abordaje
terapéutico implican un revisitar, a través del diálogo terapéutico, algunas ideas centrales y estrategias en el
enfoque de Erickson.
En 1986, de Shazer y sus colaboradores publican el artículo denominado “Terapia Breve: Centrada en el
desarrollo de soluciones”, en donde exponen en forma sucinta los principios básicos de su enfoque, los cuales,
afirman, están en relación con los conceptos del Centro de Terapia Breve del MRI.
Estos principios básicos son los siguientes:
1. «La mayoría de las quejas se desarrollan y son mantenidas en el contexto de la interacción humana. Los
individuos traen consigo sus cualidades únicas, recursos, limitaciones, creencias, valores, experiencias, y a veces
dificultades; y continuamente aprenden y desarrollan diferentes maneras de interactuar con cada uno de los otros.
Las soluciones consisten en cambiar las interacciones en el contexto de las restricciones de esa situación única.»
2. «La tarea de la terapia breve es ayudar a los clientes a hacer algo diferente, cambiando su conducta
interaccional y/o su interpretación de las conductas y situaciones, de tal manera que pueda ser alcanzada una
solución (una resolución de su queja).»
3. La denominada “resistencia” a la terapia no es vista como “resistencia” (impedimento), sino que como un
estilo particular de cooperar del cliente (“cooperancia” [de Shazer, 1984]) que debe ser tomado en
consideración por el terapeuta para estructurar el tratamiento (utilización terapéutica).
«Actualmente, la llave que nosotros inventamos para promover cooperación es bastante simple: Primero
conectamos el presente con el futuro (ignorando el pasado, excepto el pasado exitoso), entonces les pedimos a los
clientes que piensen acerca de lo que ya están haciendo que pueda ser útil y/o bueno para ellos, y entonces –una
vez que lo saben, nosotros estamos de su lado– podemos hacer una sugerencia de algo nuevo que ellos podrían
hacer y que es, o al menos podría ser, bueno para ellos.»
4. «Cualquier conducta puede ser vista desde una multitud de puntos de vista, y el significado que es dado a la
conducta (o secuencia de conductas) depende de la construcción o interpretación del observador», de modo
que si cambia la interpretación del problema, éste puede dejar de ser un problema.
5. «Solo es necesario un pequeño cambio. Por lo tanto, solo es necesaria una meta pequeña y razonable. […]
Inversamente, parece que mientras más grande sea la meta o el cambio deseado, más duro será establecer
una relación de cooperación y es más probable que el terapeuta y el cliente fracasen.»
6. «Cambios en una parte del sistema conducen a cambios en el sistema como un todo. Por lo tanto, el
número de personas que está exitosamente construyendo el problema y la solución, no importan
necesariamente.»4
7. «La terapia efectiva puede ser hecha aún cuando el terapeuta no pueda describir acerca de lo que el cliente
está quejándose. Básicamente, todos los terapeutas y clientes necesitan saber: “¿Cómo sabremos cuando el
problema esté resuelto?” […] Los detalles de las quejas de los clientes y una explicación de cómo el problema
es mantenido puede ser útil para el terapeuta y el cliente, para construir rapport y construir intervenciones.
Pero, para que un mensaje de intervención se ajuste exitosamente, no es necesario tener una descripción
detallada de la queja. Ni siquiera es necesario construir una explicación rigurosa de cómo el problema es
mantenido.»457
Así como los miembros del Centro de Terapia Breve del MRI distinguen “dificultades” y “problemas”4, De
Shazer y sus colaboradores (1986) distinguen entre “dificultades”, “quejas” y “soluciones”:
«Dificultades son una maldita cosa después de otra en la vida cotidiana, que los clientes frecuentemente llaman “problemas”. Estas
incluyen, pero no están limitadas a eso, tales cosas como el auto no arranca, un jarro no abre, un marido y su esposa discutiendo ahora
y entonces, y un niño mojando la cama.
Quejas consisten en una dificultad y en intentos infructuosos que se hacen recurrentes por superar esa dificultad, y/o una dificultad más
la percepción de parte del cliente que la situación está estática y nada está cambiando; esto es, una maldita cosa después de otra se
convierte en la misma maldita cosa una y otra vez.
Soluciones son los cambios perceptuales o conductuales que el terapeuta y el cliente construyen para alterar la dificultad, la forma
ineficaz de superar la dificultad, y/o son la construcción de una manera de ver alternativa aceptable que habilita al cliente para
experimentar la situación de queja de manera diferente. Algunas soluciones se desarrollan a través de la resolución de un problema
(esto es, la queja del cliente más la visión del terapeuta de la queja, la que incluye soluciones potenciales) construido; otras soluciones
se desarrollan a través de la construcción de futuros alternativos que no incluyen la queja.»
En términos generales, la terapia breve del Centro de Terapia Familiar Breve de Milwaukee tiene como objetivo
la ampliación de «los aspectos satisfactorios del funcionamiento de los clientes en el área del problema y fuera
del mismo, es decir, en ampliar las soluciones eficaces y resaltar aquello que es satisfactorio en la vida de los
individuos y familias.» (Ochoa, 1995, p. 109)
En este enfoque, se considera al cliente como el mejor experto en si mismo (DeJong y Berg, 1998), en donde la
terapia será construida en base a las fortalezas de los propios clientes y lo que ha han venido haciendo bien. Para
alcanzar este propósito, el actuar del terapeuta en las entrevistas (sesiones) tiene el sello de la empatía terapéutica
para facilitar una alianza terapéutica que posibilite la colaboración mutua y que facilite la motivación a la acción del
cliente. «[Los terapeutas] no nos vemos a nosotros mismos como un experto que evalúa científicamente los
problemas del cliente y después interviene; por el contrario, nos esforzamos en ser expertos en la exploración de los
marcos de referencia del cliente y en la identificación de aquellas percepciones que los clientes pueden usar para
crear una vida más satisfactoria.» (DeJong y Berg, 1998, p. 20)
De Shazer (1992, p. 105) esquematizó en un diagrama de flujo el desarrollo de la terapia en este enfoque, el
cual es el fruto de años de investigación con su equipo. En términos muy generales, en el proceso de la terapia
se destacan los siguientes pasos del terapeuta (DeJong y Berg, 1998; de Shazer, 1992):
A. Los pacientes acuden a terapia con quejas y con diversas motivaciones. El terapeuta necesita percatarse del
tipo de relación cliente-terapeuta que establece el cliente para poder efectuar el “tratamiento.”
En aquellos casos en que queda claro que el cliente percibe que tiene un problema y que está dispuesto a
cooperar activamente en la terapia (haciendo cosas) (relación cliente-terapeuta de “compra”), el proceso
terapéutico puede comenzar desde la primera sesión.
Si se ha establecido una relación cliente-terapeuta de tipo “demandante”, se propone una “tarea fórmula de
primera sesión”.4 (DeJong y Berg, 1998)
Si el “cliente” establece una relación cliente-terapeuta de tipo “visitante”, el terapeuta deberá maniobrar en
forma estratégica para convertir la relación en una de “compra”; de lo contrario no podrá efectuarse ninguna
terapia. (Berg y Miller, 1996)
B. Si se puede construir un problema, se fijarán los objetivos o metas de la terapia, los cuales permitirán saber
al terapeuta y al cliente cuando finalizar la terapia. ¿Cómo se dará cuenta el cliente que el problema está
resuelto?
En los inicios del desarrollo de este enfoque, de Shazer (1991) utilizaba la “técnica de la bola de cristal”,
basada en el trabajo de Erickson con la pseudo-orientación en el tiempo (Erickson, 1954b/1980d)4 para que los
pacientes, mientras estaban en un trance hipnótico, pudieran visualizarse sin el problema en el futuro. «De una
u otra manera, el cliente construye su propia solución, que puede entonces utilizarse como guía de la terapia.
Tal como yo los veo, los principios que están detrás de esta técnica constituyen los fundamentos de la terapia
basada en las soluciones y no en los problemas.» (de Shazer, 1991, p. 97) (Énfasis añadido)
Sin embargo, la pseudo-orientación en el tiempo de Erickson implica «[…] esperar, a veces durante meses,
para saber lo que ha ocurrido. Con suma frecuencia el cliente informa haber puesto en práctica un proceso de
resolución del problema diferente del imaginado en la […] bola de cristal. 58
La aptitud de las distintas personas para servirse del trance es variable, y con algunas el entrenamiento necesario puede
tomar unas cuantas sesiones. Aunque algunos de mis clientes prevén el empleo de la hipnosis y el trance, otros tienen
expectativas distintas. Para algunos, el trance y la hipnosis son magia. En consecuencia he desarrollado una técnica de la
bola de cristal que no supone la inducción de trance ni la mención de hipnosis. […] mis colegas y yo comenzamos a
preguntar a nuestros clientes “¿cómo serán las cosas para usted y para otros cuando el problema quede resuelto?” Esta
pregunta se ha convertido en un tema normalizado de nuestra entrevista inicial. Muchos clientes pueden atisbar en la bola
de cristal sin estar en trance y son capaces de construir expectativas similares para un futuro libre del motivo de la queja.
Lo que parece importar es que una vez que el cliente tiene una visión del éxito (la vida después que el motivo de la queja
haya desaparecido) puede hacer espontáneamente algo distinto, de modo que aquel cuadro del futuro (o algún otro
futuro igualmente satisfactorio) pueda convertirse en realidad. Puesto que predecir con éxito es algo muy difícil tratándose
de asuntos humanos, resulta con frecuencia preferible que el terapeuta y el cliente construyan varios caminos alternativos
en los que el cliente reconocerá la aparición de la solución del problema.» (de Shazer, 1991, p. 99-100)
DeJong y Berg (1998) han denominado a estas metas, “metas bien formuladas”, y deben poseer las siguientes
características: (a) tienen que ser importantes para el cliente; (b) estar definidas en términos interaccionales;
(c) tienen que incluir aspectos de las situaciones en donde se alcanzarán; (d) deben enunciar la aparición de
comportamientos deseables y no estar basadas en la ausencia de comportamientos; (e) deben ser metas
mínimas, es decir el inicio de un proceso de cambio; (f) el cliente debe reconocer que juega un papel en el
alcance de la meta; (g) deben enunciarse en formas concretas, conductuales y mensurables; (h) deben ser
realistas; e (i) ser un desafío para el cliente.
C. Búsqueda de excepciones. DeJong y Berg (1998) definen a las “excepciones” como aquellas experiencias
pasadas en la vida de las personas en las cuales habría sido esperable que ocurriera el problema en cuestión,
pero no ocurrió.
Las excepciones tienen relación con las metas de la terapia; es decir, ¿cuánto se han alcanzado ya esas metas?, y se
indagan con preguntas del tipo: «¿Ha habido veces en las últimas dos semanas cuando el problema no ocurrió o, al
menos, fue menos severo?» (DeJong y Berg, 1998, p. 95). Si el cliente no pude responder a la pregunta, podría
preguntarse, ¿Si usted le preguntara a su mejor amigo si ha usted ha tenido días mejores recientemente; qué
supone que diría su amigo?
Es importante determinar si esas excepciones fueron deliberadas (acciones de los clientes) o espontáneas (un
hecho fortuito, por ejemplo). El terapeuta continúa a través de preguntas amplificando esas excepciones,
proceso que lleva a la prescripción de tareas entre sesiones.
Esta estrategia de Milwaukee recuerda al uso de la regresión de edad para la búsqueda de recursos del
paciente; lo interesante de esta estrategia en el modelo orientado a la solución, es que no se necesita del aura
hipnótica para encontrar tales experiencias; son el resultado de una conversación que versa sobre aquellos
aspectos exitosos en la experiencia del cliente.
D. Sin embargo, ¿qué ocurre en aquellos casos en los cuales el cliente no puede encontrar excepciones a su
problema? El grupo de Milwaukee sugiere usar entonces la “Pregunta Milagro”; esta pregunta se ha estructurado de
la siguiente forma: «Ahora, quiero hacerle una pregunta extraña. Suponga que mientras está durmiendo en la noche
y toda la casa está en silencio, ocurre un milagro. El milagro es que el problema que lo trajo hasta aquí está
resuelto. Sin embargo, porque usted está durmiendo, usted no sabe que ha ocurrido el milagro. De modo que
cuando despierte por la mañana, ¿qué será diferente que le dirá que ha ocurrido un milagro y el problema que la
trajo hasta aquí está resuelto?» (DeJong y Berg, 1998, p. 77-78)
El grupo de Milwaukee llegó a esta estrategia por casualidad. «Un día [Insoo Berg] estaba entrevistando a una
mujer que parecía abrumada por el peso del mundo: Su hija estaba fuera de control; la estaban llamando
desde la escuela por el comportamiento descontrolado de ella; y su esposo había estado bebiendo mucho, por
lo cual perecía que iba a perder el trabajo, y la familia, su sustento. La mujer estaba desalentada y hablaba
como si no pudiera enfrentar otro día. Como era habitual, Insoo preguntó a la mujer: “¿Qué supone que
necesita que suceda para que usted pudiera decir que el tiempo que ha estado aquí conmigo ha sido útil?” La
mujer suspiró profundamente y dijo: “No estoy segura; tengo muchos problemas. Quizá solamente un milagro
59
podría ayudar, pero supongo que es esperar demasiado.” Insoo tomó las palabras y las ideas de la cliente y preguntó:
“Bien, suponga que ocurrió un milagro y el problema que la trajo aquí está resuelto. ¿Qué sería diferente en su vida”. Para
el asombro de Insoo, esta mujer, que parecía tan abrumada e incapaz de seguir adelante, comenzó a describir una visión
de una vida diferente. Dijo que su esposo “sería más responsable, conservando el trabajo y manejando mejor el dinero.”
Dijo que su hija “seguiría las reglas en la escuela y en la casa, haciendo sus deberes sin reclamar.” Y, lo mejor de todo,
dijo que ella sería diferente, “Tendré más energía, sonreiré más, tendré más calma con los niños y –en lugar de irritarme–
les hablaré en un tono de voz normal. Podría incluso comenzar a tener conversaciones normales con mi esposo, como lo
hacíamos en los primeros tiempos de casados.» (DeJong y Berg, 1998, p. 76-77)
DeJong y Berg (1998) indican que esta pregunta es útil por, al menos, dos razones: (1) Como se trata de un
milagro, permite que el cliente piense en un rango ilimitado de posibilidades; y (2) La pregunta focaliza al
cliente en el futuro; llevando el foco desde el problema actual y los problemas del pasado hacia una vida más
satisfactoria.
Como es obvio, no siempre los clientes entregan respuestas a esta pregunta que se acomodan a las metas bien
formuladas, y la tarea del terapeuta continuar preguntando respecto a esas metas para ayudar al cliente a
adaptarlas a si mismo en forma realista.
Una pregunta muy interesante, cuando las respuestas a la pregunta milagro son metas bien formuladas es
preguntar al cliente si se ha estado cumpliendo en parte ese milagro en el último tiempo (DeJong y Berg,
1998); es decir, ¡pueden crearse excepciones!, y de ese modo el cliente puede apreciarse con más recursos
personales.
Al igual como ocurre cuando se encuentran excepciones, se amplifican los comportamientos resultantes del
“milagro” y se pueden prescribir tareas para realizar entre sesiones.
E. A partir de la segunda sesión y las siguientes, la sesión se inicia averiguando si ha habido progresos
producto de las tareas asignadas; si se evidencian progresos, se coloca el énfasis en la diferenciación entre los
cambios y el problema, lo cual lleva a la sugerencia de más tareas si es necesario, o si las metas se han
alcanzado en forma exitosa, se coloca fin al proceso de terapia.
Sin embargo, si no ha habido progresos será necesario, entonces, reformular el problema o “deconstruirlo” (es
decir, descomponerlos en sus partes integrantes), y se asignarán nuevas tareas con objetivos más pequeños.
A nuestro juicio, este enfoque de terapia encarna plenamente los principios que guiaban el trabajo de Erickson;
y que a diferencia de los enfoques “ericksonianos” no utiliza el hipnotismo formal para conseguir la cooperación
de los clientes y la extracción de recursos al servicio del cambio.
El principio de la utilización terapéutica es llevado a su máxima expresión, puesto que todo el proceso de la
terapia descansa en lo que trae el paciente (motivación, estilo de cooperación, metas); en donde el cliente es
el protagonista de su proceso de cambio y el terapeuta actúa como un “facilitador” de esos procesos,
respetando siempre al cliente.
El modelo de intervención terapéutica desarrollado por Yvonne Dolan para ayudar a clientes que han padecido
abuso sexual u otros traumas, es un ejemplo de cómo pueden integrarse las estrategias desarrolladas por el
Grupo de Milwaukee y las estrategias hipnoterapéuticas de Erickson (Dolan, 1991, 1998, 1999).
Dolan afirma lo siguiente: «la terapia orientada a la solución puede ser no solamente apropiada y efectiva, sino que
en algunos casos ideal para clientes que, debido a una severa victimización, sufren de debilitantes síntomas de
estrés postraumático, tales como desórdenes disociativos, pesadilllas, flashbacks y desesperanza. El proceso de una
entrevista orientada a la solución buen ejecutada, como una función del respeto implícito inherente en el modelo,
puede constituir una experiencia correctiva emocional para las sobrevivientes del abuso, quienes aprenden, a veces
por primera vez, el valor y la confianza en sus propias percepciones.» (Dolan, 1999, p. 88)
En el modelo desarrollado por Dolan (1991,p. xiii) se propone los siguientes objetivos:
1. Proveer estabilización y alivio a la cliente de los síntomas que provienen o están relacionados con el trauma del abuso sexual.
2. Alterar los sentimientos asociados con los recuerdos del trauma, de modo que los recuerdos y/o flasbacks ya no sean más invasivos o
dolorosamente resaltantes en la vida diaria de la cliente. 60
3. Desarrollar una orientación futura positiva, práctica y saludable, que resulte en pautas no sintomáticas y, más importantemente, en
la vida que la cliente consideraría como una vida “satisfactoria”.
Dolan ocupa las estrategias del enfoque de Milwaukee y diseña otras valiosas técnicas orientadas hacia el
futuro para ayudar a las clientes a contruir esa vida futura saludable; y hace uso de la hipnoterapia de
utilización para el manejo e interrupción de los síntomas del estrés postraumático4. Asimismo, en todas las
fases del tratamiento, Dolan usa metáforas terapeúticas estratégicas para tratar aquellos asuntos que
requieren un acercamiento más indirecto4.
«La combinación de terapia orientada a la solución e hipnosis ericksoniana es ideal para el tratamiento de sobrevivientes de abuso
sexual. Las técnicas ericksonianas se adecúan a la fuente inconsciente de la sintomatología, mientras que la terapia orientada a la
solución otorga a la cliente un control más consciente sobre los síntomas. A la cliente, por consiguiente, se le otorga poder para resolver
o al menos mitigar la sintomatología existente, e identificar y gradualmente recobrar pautas saludables de percepción y comportamiento
en el futuro.» (Dolan, 1991, p. xiv)
Finalizaremos este capítulo con la siguiente reflexión de Steve de Shazer:
«Como primera parte de un experimento, imagine que usted se ha pasado la última media hora hablando con el señor A sobre todos los
problemas de la vida de esta persona, haciendo particular hincapié en sus sentimientos de depresión. ¿Cómo se siente usted después
de esa media hora?
Cuando les formulé esta pregunta a algunos terapeutas, todos me hablaron de cómo, mientras escuchaban a las personas describir sus
problemas y buscar una explicación, sentían que los "hechos" se iban sumando unos a otros y que, como resultado de ello el problema
se iba haciendo, a los ojos del terapeuta, cada vez más pesado. Después de cuarenta y cinco minutos el terapeuta comienza a percibir
toda la situación como aplastante, complicada y hasta desesperada.
Si esto es lo que sienten los terapeutas, ¿puede imaginar usted cómo debe sentirse el paciente después de cuarenta y cinco minutos?
Como una segunda parte de este experimento, imagine que ha pasado usted la última media hora hablando con el señor B sobre todo
lo que ha marchado bien en la vida de esa persona, haciendo particularmente hincapié en sus sentimientos de éxito. ¿Cómo se siente
usted después de esa media hora?
Cuando les hice esta pregunta a algunos terapeutas, todos ellos me hablaron sobre cómo, mientras escuchaban a las personas describir
sus logros y éxitos, sentían que los "hechos" se sumaban unos a otros y que, como resultado de ello, la situación se iba haciendo, a los
ojos del terapeuta, cada vez más placentera. Después de cuarenta y cinco minutos, el terapeuta comienza a percibir toda la situación
como notable y estimulante.
Si eso es lo que sienten los terapeutas, ¿puede imaginar usted cómo debe sentirse el paciente después de cuarenta y cinco minutos?»
(de Shazer, 1999, p. 94-95)
Notas:
4 Es significa que no es necesario tener a todo el grupo familiar reunido en el consultorio; puede practicarse terapia familiar con un miembro del sistema
familiar, pero las soluciones sobre las cuales se está trabajando involucran a todas las pautas familiares. Recuérdese que al igual que la terapia del
Centro de Terapia Familiar del MRI, las intervenciones implicarán la asignación de tareas para realizar entre sesiones.
4 Esta es una clara diferencia entre el enfoque de Milwaukee y el enfoque del MRI. Y como podrá suponer el lector, desde un punto de vista tradicional
de la psicoterapia esa afirmación es una “aberración”, puesto que es necesario conocer las “causas reales” del problema para solucionarlo.
4 Las “dificultades” son situaciones del diario vivir que simplemente ocurren, y que necesitan ser aceptadas (por ejemplo, la muerte de un familiar, una
crisis económica, etc.) Los “problemas” son circunstancias repetitivas, penosas, que surgen cuando las personas en lugar de aceptar las dificultades,
intentan “resolverlas”.
4 Las «”tareas de fórmula” o “llaves maestras” […] son intervenciones generales que se prescriben con independencia del contenido concreto del
problema particular que presenten los clientes.» (Ochoa, 1995, p. 113)
4 Véase el apartado “Orientación temporal en el presente y hacia el futuro” en el Capítulo 4.
4 Dolan es ciento por ciento estratégica al respecto. Ella propone el uso de estrategias individualizadas para alterar o utilizar terapéuticamente las pautas
sintomáticas disfuncionales de las clientes; es decir, no ofrece rituales para recitarles a estas clientes.
4 Y en esto Dolan es una experta. Ya en 1985 había publicado A Path With a Heart. Ericksonian Utilization with Resistant and Chronic Clients. New York:
Norton61
Capítulo 10: Ernest Rossi y las bases psicobiológicas de la hipnosis y la
hipnoterapia
Desde el año 1982, Rossi ha venido buscando los fundamentos psicobiológicos de la “hipnosis naturalista” de
Erickson. Al revisar la literatura descubrió que el “trance común de cada día” de Erickson se relacionaba con la
fase de descanso ultradiana del Ciclo Básico de Descanso-Actividad, que se presenta en forma rítmica a lo largo
de las 24 horas del día (ritmo circadiano).
El concepto de “ritmo ultradiano” se refiere a ritmos biológicos que ocurren muchas veces en un día (Rossi y
Nimmons, 1991); las investigaciones han mostrado la presencia de ritmos ultradianos con una periodicidad de
90 a 120 minutos que regulan la actividad y restauración de la mente y el cuerpo.
«El reloj ultradiano es el centro de una amplia orquestación de las actividades celulares en las plantas y los
animales en la termodinámica de los niveles celulares y orgánico.» (Rossi, 1996, p. 133) E implica la oscilación
de las proteínas, enzimas y las dinámicas energéticas de las células.
Desde el punto de vista de los procesos mentecuerpo, la fase de actividad ultradiana se relaciona con la
disposición a estar atentos al mundo externo, preparados para la acción; lo cual implica un predominio de las
funciones del hemisferio cerebral dominante y la actividad simpática.
En la fase de descanso ultradiana, cuya duración es de alrededor de 20 minutos, la actividad mental se vuelca
hacia el interior, y hay un predominio de las funciones hemisféricas no dominantes y de la actividad
parasimpática.4
Este ciclo básico de actividad-descanso de 90 a 120 minutos que opera las veinticuatro horas del día «es
responsable de los patrones de excitación, desempeño máximo, estrés y recuperación que experimentamos
rítmicamente cada ciertas horas. Así como tenemos en promedio un período onírico de 20 minutos cada 90 a 120
minutos durante el sueño, tenemos un período similar mientras estamos despiertos cuando estamos más propensos
a la fantasía, foco interno y rejuvenecimiento.» (Rossi y Nimmons, 1991, p.23 ) (Énfasis añadido)
Es decir, la “respuesta de atención” que buscaba Erickson para trabajar en un enfoque hipnoterapéutico con
sus pacientes, son las sutiles señales de la mentecuerpo que llaman al descanso ultradiano. La “hipnosis
naturalista”, por lo tanto, acepta, utiliza y profundiza esa respuesta natural del sujeto que está produciéndose
en la sesión.
Rossi (1986/1993, 1994) desarrolla, entonces, una teoría cronobiológica de la hipnosis: “la sugestión
hipnoterapéutica se acopla [entrainment] y utiliza nuestros ritmos naturales de desempeño, autorregulación,
estrés y curación que responden a claves psicosociales.”
Posteriormente, en 1996, ese autor incorpora a su teoría los hallazgos de las investigaciones actuales en la
teoría del caos y la cronobiología, para su ambicioso proyecto de recrear los fundamentos de la hipnosis (y la
psicoterapia) en base a los principios compartidos con la matemática, la física, la biología, las ciencias
psicosociales y las humanidades.
La distinción histórica “despierto = predominio simpático = actividad”, “en trance = predominio parasimpático
= pasividad”, no parece ser tan clara a la luz de las investigaciones recientes.
Según Rossi (1996), en la historia del estudio científico de la hipnosis en el siglo 19 se desarrollaron dos
perspectivas opuestas respecto a la naturaleza fisiológica del estado de trance: la posición de Bernheim y la
posición de Charcot. Bernheim (líder de la Escuela de Nancy), describió a la hipnosis como la exaltación del
reflejo de la excitabilidad ideomotora4; mientras que para Charcot (líder de la escuela de Salpêtriere), la
hipnosis era una condición patológica de pasividad, que progresaba desde el letargo y la catalepsia hasta el
sonambulismo.
Rossi (1996) afirma que los estudios de susceptibilidad hipnótica que desarrolló Hull y sus seguidores en las décadas
siguientes (Hilgard, por ejemplo), se basaron sólo en la idea de la hipnosis como un estado de pasividad (relajación,
comodidad y cierre de ojos). Erickson, por el contrario, reconoció a la actividad y a la pasividad como dimensiones
válidas de la experiencia hipnótica, y desarrolló métodos de inducción de trance que se adaptaban a las tendencias
de sus pacientes: pasividad y relajación (inducción por cierre de ojos, por ejemplo); actividad y compulsividad
(levitación de mano, por ejemplo). Rossi denomina “naturalistas” a estas estrategias que se adaptan y utilizan el
comportamiento del paciente.
Rossi (1996) menciona que las investigaciones han mostrado una naturaleza paradojal de la hipnosis, puesto
que algunos investigadores encontraron respuestas propias del estrés en sujetos hipnotizados en lugar de las
típicas respuestas parasimpáticas de relajación. 62
Rossi afirma que esos hallazgos son paradojales sólo si se sostiene la perspectiva errónea de la naturaleza fundamental de
la hipnosis como un método de relajación y sugestión. «La comprensión que la sugestión terapéutica es capaz de
acoplarse con las ramas del sistema nervioso autónomo de la activación y de la relajación, permite resolver con facilidad la
“paradoja” aparente. Con o sin el uso de la técnica etiquetada como “hipnosis”, las sugestiones terapéuticas para la
relajación aumentarán naturalmente (no paradojalmente) la activación simpática antes de la relajación como es típico en
cualquier situación que implique un nuevo aprendizaje. Incluso un aparentemente inocuo proceso de aprendizaje de una
técnica nueva de “relajación” implica la novedad y el desafío de aprender algo nuevo. La confrontación con una situación
inusual o nueva evoca la atención y el comportamiento exploratorio que exige alguna clase de desempeño o trabajo
interno para manejar la situación. Esto implica el proceso esencial de la adaptación compleja y la auto-organización
continua (autopoiesis), que es la función característica de la vida en si misma. Debiéramos esperar que el sistema
simpático estuviera más activo (o incluso sobrepasado en “pánico” en algunos sujetos que pueden haber tenido
experiencias negativas con nuevos aprendizajes en el pasado) antes que el sistema parasimpático de la respuesta de
relajación se involucre.» (1996, p. 154-155) (Énfasis en el original)
Los resultados de las investigaciones actuales permiten reconocer que «Hay toda una clase natural de ciclos, ritmos
y períodos caóticos de mayor y menor amplitud (la aparente paradoja activo-pasivo de la hipnosis) en virtualmente
todos los procesos psicofísicos y psicobiológicos que implican la atención activa, el desempeño aumentado y el
trabajo, que han sido cuidadosamente medidos a través del tiempo.» (Rossi, 1996, p. 156)
Rossi continúa afirmando, «La memoria, el aprendizaje, las sensaciones, las emociones, los sueños y todas las
formas de trabajo psicológico en la curación y en la enfermedad evocan la fase de excitación que ha sido
denominada el Ciclo Básico de Descanso-Actividad. Ellas evocan y se acoplan con la rama simpática o activa de
nuestro sistema autónomo por un período de al menos 20 minutos. Después, la más relajante rama
parasimpática nos lleva al nivel de descenso [de activación], de quietud o aparente “descanso” del Ciclo Básico
de Actividad-Descanso (CBAD). El cuerpo realmente no está descansando durante esos períodos de quietud;
realmente está involucrado en una intensa actividad interna de restauración de la energía y los recursos en un
nivel celular-genético en la preparación de un nuevo aumento del desempeño en el siguiente CBAD.» (Rossi,
1996, p. 156)
Esos ritmos caóticos4 son un sistema flexible de adaptación mentecuerpo, sensibles y que responden a las
claves externas, particularmente a las claves psicosociales. Rossi indica que una característica definida de los
sistemas caóticos es que son muy sensibles a las condiciones iniciales. «Es precisamente esta sensibilidad a las
condiciones iniciales la que hace que los sistemas psicobiológicos respondan a las señales psicosociales. Las
exigencias de un desempeño elevado durante las emergencias o situaciones nuevas, como las condiciones en
tiempo de guerra, un accidente físico o incluso una reunión de negocios importantes, y la necesidad de trabajar
tiempo extra para completar un proyecto, por ejemplo, pueden llevar a los estados emocionales de estrés que
pueden modificar la amplitud y la duración de esos ritmos. Hipotetizo que las sugestiones hipnoterapéuticas
son al menos tan poderosas como esos ejemplos cotidianos del trabajo significativo en la modulación de
nuestros ritmos de actividad (excitación) y descanso (relajación). Como tales, esos ritmos psicobiológicos
caóticos son el centro del gran debate acerca de la naturaleza fundamental de la hipnosis como actividad o
pasividad; ahora sabemos que la hipnosis puede influenciar ambos polos pasivo (bajo) y activo (elevado) de
nuestros ritmos mentecuerpo que responden a las señales psicosociales.» (Rossi, 1996, p. 156-157)
Rossi (1996) actualmente denomina a su teoría cronobiológica de la hipnosis, “Teoría Caos-Biológica del Trabajo
Hipnoterapéutico”. Ha reemplazado la expresión “sugestión” por trabajo, para implicar que en la aparente pasividad
y quietud del individuo en trance, hay un activo trabajo a nivel psicobiológico. «Cuando la biología está implicada,
estamos involucrados en las dinámicas de la energía, la entropía y en los sistemas esencialmente disipativos que
constituyen todos los procesos de auto-organización de la vida. Todos los sistemas disipativos hacen un trabajo
constructivo al utilizar en forma activa las formas materiales, la energía y la información disponibles para mantener
los procesos vitales a expensas del aumento de la entropía total del universo.» (Rossi, 1996, p. 157-158)
Rossi (1996) enumera los siguientes hallazgos que confirman su teoría caos-biológica de la hipnosis:
(1) Lo que se ha denominado tradicionalmente “hipnosis clínica” o “sugestión terapéutica”, son en esencia, el
acoplamiento y utilización de los procesos ultradianos y circadianos naturales caóticos que responden a claves
psicosociales. 63
(2) La evidencia experimental de la supuesta paradoja actividad-pasividad en el trabajo con hipnosis.
(3) Las variaciones ultradianas en el desempeño y el descanso.
(4) La duración del trance hipnótico, cuando se sugirió a los sujetos que permanecieran en un trabajo interno (sin
instrucciones adicionales del investigador), fue de alrededor de 20 minutos en promedio; aunque los sujetos
mostraron una amplia variación de tiempo (entre 2 y 67 minutos). El tiempo promedio de la fase de descanso
ultradiana es de 20 minutos. Según Rossi (1996) esa amplia variación de tiempo encontrada en ese estudio se debe
a la naturaleza caótica de la auto-organización del trabajo hipnoterapéutico.
(5) Los sujetos pueden experimentar los diversos fenómenos clásicos de la hipnosis a lo largo del día sin la
presencia obligada de sugestiones hipnóticas directas para esos fenómenos.
(6) La hora del día es un factor estadísticamente significativo en la susceptibilidad hipnótica. Las variaciones
horarias en la susceptibilidad hipnótica tienen relación con características cronobiológicas de los sujetos, ya
sean éstos “alondra” o “búhos”. Sin embargo, diversos investigadores han llegado a resultados contradictorios
respecto a esos horarios. Rossi afirma que si los futuros estudios confirman el desempeño ultradiano y
circadiano caótico de los búhos y los alondra, debieran revisarse los diversos estudios previos respecto a las
variables psicobiológicas en general y, en particular en el campo de la hipnosis, el concepto de la
susceptibilidad hipnótica.
Investigaciones realizadas en el año 1992 (Rossi, 1996) que usaron un análisis más fino para el estudio del
desempeño de los sujetos en las escalas de susceptibilidad hipnótica, encontraron dos clases principales de
respuestas hipnóticas:
«(1) Respuestas Fáciles (v.g. ítems ideomotores tales como movimientos no voluntarios de la mano y la cabeza) que son logrados por
un elevado porcentaje de sujetos –incluso por aquellos que son clasificados como poco hipnotizables; y
(2) Respuestas Difíciles (v.g., alucinaciones, amnesias, sugestiones posthipnóticas) que solamente son logradas por una proporción
mucho más pequeña de sujetos –usualmente clasificados como muy hipnotizables.» (Rossi, 1996, p. 175) (Énfasis en el original)
Rossi integra esos hallazgos con las dinámicas caos-biológicas del trabajo hipnoterapéutico, en la siguiente
forma:
Denomina “Fase alta de la hipnosis” a aquella fase ultradiana «en la cual es más probable que los sujetos respondan
cronobiológicamente con estrategias complacientes orientadas activamente hacia el exterior, enfatizadas por los teóricos
psicosociales como el deseo de agradar al terapeuta, y la tendencia a ver a las sugestiones hipnóticas como algo que se
logra activamente con esfuerzo cognitivo […] Esta estrategia para lograr respuestas adecuadas encaja con la concepción
popular y también la científica de un trabajo activo, de gasto energético, para optimizar el procesamiento de la
información para alcanzar una meta de acuerdo con la exigencias y expectativas del mundo exterior. Esta estrategia está
asociada con el desempeño adecuado de las respuestas ideodinámicas más fáciles, pero con un bajo puntaje en las
escalas de susceptibilidad hipnótica, que son típicas del estilo de personalidad más apolíneo, con sus actitudes
cognitivamente dirigidas hacia la solución de problemas.» (Rossi, 1996, p. 176)
La “Fase baja de la hipnosis” es la “fase de la facilitación de la curación”. «Esta es la fase en la cual es más probable que
los sujetos respondan cronobiológicamente con una estrategia más pasiva, disociativa y de absorción, que muchos
teóricos de la neodisociación y los teóricos de [la hipnosis] como un estado especial [de consciencia] creen que es la
esencia real de la hipnosis tradicional, con su foco en la relajación y el sueño. Aquí se encuentran los sujetos que
responden bien a los ítems más difíciles de las escalas de susceptibilidad hipnótica, tales como las alucinaciones, la
amnesia, las sugestiones posthipnóticas, y que logran un puntaje total mayor. Esos sujetos tienen tendencias de
personalidad dionisíacas, cuyo comportamiento coincide con la concepción popular de la hipnosis como un estado
esencialmente pasivo y receptivo, que responde con facilidad a las sugestiones tanto en la vida cotidiana como en la
hipnosis. Esos sujetos a menudo perciben su experiencia hipnótica como sin esfuerzo e involuntaria. Parecen no hacer
ningún esfuerzo cognitivo para lograr algo; aparentemente son capaces de apoyarse en sus respuestas inconscientes
naturales para llevar a cabo el trabajo hipnoterapéutico en un nivel autónomo e involuntario que a veces parece
milagrosos a ellos mismos o a otros.» (Rossi, 1996, p. 176)
Según Rossi (2001), desde un punto de vista ericksoniano, los sujetos muy susceptibles tienen una elevada
“respuesta de disposición a atender” o un foco selectivo en sus sistemas mentecuerpo que no 64
requieren una activación masiva e indiscriminada para realizar ciertas tareas. «Erickson fue pionero en el uso
de choques psicológicos y momentos creativos que focalizan la atención en lo que ahora denominaríamos “fase
alta” de la hipnosis.»
Rossi (2001) indica que es necesario realizar más investigaciones para explorar las relaciones entre los sujetos
muy susceptibles y poco susceptibles con el uso de la fase alta y baja de la hipnosis. Ese autor plantea las
siguientes interrogantes:
¿Son los sujetos muy susceptibles más eficientes en iniciar y focalizarse en la activación (rama simpática o fase
alta de la hipnosis), así como también en la relajación (rama parasimpática o fase baja de la hipnosis) de su
sistema neuroendocrino?
¿Cuáles son los méritos relativos de (1) la Escala de Susceptibilidad Hipnótica de Stanford y de Harvard que pueden
inducir la fase baja de la hipnosis con su énfasis en el sueño; (2) La Escala de Barber y el Perfil de Inducción
Hipnótica de Spiegle, que puede inducir la fase alta de la hipnosis con su énfasis en la atención focalizada; versus
(3) la Escala de Evaluación de Trance Indirecto de Rossi, que busca eliminar los prejuicios del investigador respecto
a la fase baja o alta de la hipnosis en las aplicaciones terapéuticas de la hipnosis?
Para Rossi (1996, p. 180), «la clave de una terapia psicobiológica genuina es accesar los puntos de transición
críticos de los sistemas de comunicación mentecuerpo que facilitan cambios hacia pautas de solución de problemas y
comportamiento más deseable. Esta conjetura es una dinámica clave del trabajo hipnoterapéutico que señala
nuevas direcciones para la futura investigación, al reformular los fundamentos de la hipnosis a partir de principios
consistentes con las investigaciones líderes en matemáticas, física, biología y las ciencias psicosociales.»
Más adelante en este volumen analizaremos cómo se expresa esta distinción de fases alta y baja de la hipnosis
en el trabajo psicoterapéutico. 65
Capítulo 11: Michael Yapko y la hipnosis como un medio para influenciar la
experiencia de los paciente
Michael Yapko es un desatacado terapeuta, autor y conductor de seminarios de entrenamiento en psicoterapia a lo
largo del mundo. Desde mediados de la década de los 1980 ha venido desarrollado un enfoque para el tratamiento
de la depresión que integra los conceptos de la terapia conductual cognitiva, la terapia estratégica y el uso del
hipnotismo como una herramienta para catalizar la terapia y amplificar la experiencia de los consultantes. (Yapko,
1992, 2001)
Aunque no estudió con Erickson, el modo en que incorpora y usa el hipnotismo en el proceso de la
psicoterapia, así como también las estrategias terapéuticas y el uso de tareas para llevar a cabo fuera de la
sesión, permiten situarlo como un representante del enfoque de utilización terapéutica desarrollado por
Erickson.
Desde el punto de vista de Rossi (1996), Yapko se encontraría entre aquellos «que aun quieren sostener que la
psicología en general y la hipnoterapia en particular son experiencias sociales o personales que existen en
algún lugar en un espacio de sugestión etérea sin relación con el cuerpo y la biología.» (p. 157)
A diferencia de aquellos autores que consideran al hipnotismo y a la experiencia subjetiva de la hipnosis como
curativas en si mismas, Yapko (1990, 1992, 1995) ha propuesto que el hipnotismo es un proceso de influencia
social. La psicoterapia, como encuentro entre un profesional y su cliente, es un encuentro interpersonal en el
cual se colocan en juego variables intrapersonales, interpersonales y contextuales.
Yapko afirma, «Al considerar las pautas de influencia social que son evidentes en toda psicoterapia, se refuerza
la noción que la hipnosis no es una terapia en si misma, sino que está entrelazada en un contexto social más
amplio o en una relación interpersonal que es definida como terapéutica. Al ver a la hipnosis desde este punto
de vista más amplio, se obvia la necesidad de los rituales de la hipnosis, y en su lugar se coloca el acento en el
rol de las sugestiones potencialmente influyentes presentes en todas las psicoterapias. Esto permite borrar la
línea que separa a la hipnosis de la terapia en general.» (2001, p. 16)
Yapko (1992) ha definido a la hipnosis como «un proceso de comunicación de influencia en el cual el clínico
extrae y guía las asociaciones internas del cliente para establecer o fortalecer asociaciones terapéuticas en el
contexto de una relación de colaboración mutua orientada a metas.» (p. 37)
Esta definición permite incluir dentro del concepto “hipnosis” a aquellas pautas de comunicación de influencia
que se entregan en ausencia de una inducción de trance formal4, y cuyo objetivo es alterar la experiencia
subjetiva del cliente para dirigirlo hacia asociaciones internas. (Yapko, 1992)
Para Yapko (2001) al debate no resuelto de los investigadores acerca de si la hipnosis es un estado especial de
consciencia al que acceden los sujetos hipnotizables, ó si la hipnosis es el resultado de la expectativa del sujeto
en relación al investigador que lo “hipnotizará”, tiene que agregarse la variable de si se está investigando u
operando en el contexto del laboratorio o en el contexto clínico.
Yapko critica en los siguientes términos a la tradición experimental que sostiene que sólo los sujetos hipnotizables
(evaluados a través de tests formales de susceptibilidad hipnótica) podrán aprovechar la hipnosis en el contexto
clínico: (a) La respuesta del cliente al test formal de hipnotizabilidad no asegura el grado de respuesta a las
intervenciones clínicas específicas; (b) las respuestas hipnóticas están relacionadas con el contexto específico donde
aparecen, de modo que una respuesta positiva a la hipnosis en una sesión no predice una respuesta similar en la
sesión siguiente; (c) cuando la única variable importante es la hipnotizabilidad, se sugiere entonces que el cliente
tiene una habilidad innata para responder, más allá de la técnica específica o el enfoque que se emplee.
Por otro lado, también tiene limitaciones la posición que sostiene que sólo la expectativa da cuenta de la
eficacia del procedimiento hipnótico: las expectativas positivas del sujeto pueden tener resultados terapéuticos
no significativos debido a muchas razones. «Esas expectativas deben ser realistas y deben ocurrir dentro de un
marco terapéutico más amplio que sea capaz de convertir la promesa de la 66
expectativa en la realidad de una meta lograda. La efectividad terapéutica reside en que la técnica empleada
imparta información terapéutica resaltante o habilidades en relación a los problemas. Cuando la terapia fracasa […]
puede deberse a un pobre encaje entre las técnicas escogidas, el estilo del clínico, el problema y las características
del cliente que lo llevaron a la elección de un tratamiento particular, y el contexto más amplio en el cual fue aplicada
la terapia.» (Yapko, 2001, p. 19)
Yapko (1992) señala las siguientes razones que hacen útil a la hipnosis en el contexto clínico:
(1) Amplificar la experiencia subjetiva: A través de la experiencia hipnótica se pueden amplificar aspectos de la
experiencia subjetiva para hacerlas más fácilmente accesibles al tratamiento. Se pueden estructurar
experiencias nuevas para facilitar nuevas asociaciones en el cliente.
(2) Interrupción de pautas de la experiencia: Objetivo de todas las psicoterapias; para que las pautas
mantenedoras de los problemas sean reemplazadas por otras más saludables. Yapko resalta el hecho que a
través de técnicas de relajación muy sencillas pueden interrumpirse algunas pautas sintomáticas (ansiedad,
agitación, por ejemplo), lo cual le enseñará al cliente que su experiencia subjetiva es maleable, no fija.
(3) Posibilita el aprendizaje experiencial: El trance hipnótico permite la vivencia de experiencias que no serían
posibles en términos de la realidad “objetiva”.
(4) A través de la experiencia hipnótica pueden asociarse y contextualizarse respuestas deseadas: La
contextualización se refiere al proceso de asociar una respuesta deseada con una situación específica, lo cual
se lleva a cabo a través de sugestiones posthipnóticas.
(5) El terapeuta hábil en el uso de la comunicación “hipnótica”, puede modelar flexibilidad a sus clientes:
Desde el punto de vista ericksoniano de la inducción de trance hipnótico, la hipnosis naturalista y el principio
de utilización le está comunicando al cliente que hay muchas formas distintas de abordad las cosas.
(6) Permite la construcción de un foco de atención en el cliente: En la inducción de trance, formal o no formal,
se busca focalizar la atención del cliente en una realidad externa o interna para debilitar sus esquemas
conscientes (Erickson, Rossi y Rossi, 1976). «Ciertos desórdenes se caracterizan, en parte, por una dificultad
del foco de atención. La ansiedad extrema, el dolor físico y la depresión, son desórdenes que, por su
naturaleza, dificultan la habilidad del cliente para concentrarse con provecho» (Yapko, 1992, p. 46), y el
hipnotismo como una técnica de focalización puede ayudar en el proceso terapéutico.
Yapko (2001) establece una distinción entre hacer hipnosis y ser hipnótico. Entiende por “hacer hipnosis” al
modo en que proceden muchos terapeutas, en donde aplican los mismos métodos de inducción de trance y
procedimientos terapéuticos en todos los pacientes, sin tomar en consideración que cada persona es única, con
un estilo de respuesta particular. Para él, “ser hipnótico”, es interactuar con un propósito con el paciente,
aceptando la responsabilidad de ser un agente de influencia y cambio, y usar esa capacidad en forma
inteligente y con sensibilidad. “Ser hipnótico” implica incorporar los principios de la hipnosis en la forma de ser
del terapeuta y revelarlos a través de las distintas interacciones con los pacientes.
Yapko (2001) es tajante en sus opiniones acerca del “inconsciente creativo” tan común en la literatura
“ericksoniana”. Según él, se ha esparcido una cultura de pensamiento mágico entre los terapeutas que indica que
debemos confiar en la capacidad de un inconsciente benevolente para la resolución de los problemas de los
pacientes, así como también en la generación de estrategias terapéuticas por parte de los terapeutas. Yapko ha
indicado (1998) que si el inconsciente fuera tan sabio como proponen algunos, ¿cómo explican ellos, entonces, los
comportamientos tan absurdos que pueden exhibir las personas?
Para Yapko, toda terapia, incluida aquella que usa comunicación de influencia hipnótica, debe poseer blancos
terapéuticos específicos y pasos bien definidos para alcanzarlos. A diferencia de otros terapeutas estratégicos
que se adscriben a enfoques de tipo “caja negra” (terapia breve del MRI, terapia orientada a la solución de
Milwaukee), Yapko ha descrito diversas pautas subjetivas de la experiencia que pueden convertirse en blancos
de la terapia cuando se presentan en su polo disfuncional y participan en la génesis y la mantención de los
problemas que llevan al cliente a terapia.
Las pautas subjetivas de la experiencia que ha descrito Yapko (1986, 1988)4 no corresponden a los criterios
diagnósticos psicopatológicos tradicionales, sino que son pautas a observar que reflejan el estilo 67
individual de vivir, sentir y comportarse de los clientes (Yapko, 1988). Ayudan a comprender la experiencia
subjetiva del consultante, incluyendo sus fortalezas y limitaciones.
Estas pautas sirven a tres propósitos generales (Pacheco, 1998b):
1) Sirven para determinar el modo en que se entregará la terapia a cada paciente en particular (terapia “hecha
a medida”) (Robles, 1991). Son pautas útiles de considerar, ya sea que se utilice el trance terapéutico para
transmitir la terapia, o se haga uso de terapia estratégica ("hipnoterapia sin trance").
2) Ayudan a determinar en qué forma el paciente construye su realidad, cómo esas pautas utilizadas participan
en la mantención del problema y cuáles pueden utilizarse para ayudar a la solución
3) Por otro lado, algunos de ellas también serán el blanco de la terapia, cuando se presentan desbalanceadas
(en palabras de Yapko, “déficit experiencial”) (Yapko, 1988, 1998) .Según Yapko, una terapia que no incluya el
tratamiento de esos déficit experienciales como objetivos de la terapia, deja expuesto al cliente/consultante a
continuar utilizando pautas disfuncionales que lo pueden llevar a una recaída o a presentar problemas en otras
áreas distintas a las tratadas en el proceso terapéutico.
Estas pautas son las siguientes:4
1. Pautas perceptuales
a) Estilo de atención:
Focalizado/Difuso
Importante/Irrelevante
b) Orientación personal:
Orientación interna/Orientación externa
Orientación temporal
c) Sistema representacional primario:
Visual Auditivo Kinestésico
2. Pautas de elaboración de información
Lineal/Global
Amplificador/Reductor
3. Pautas relacionales/sociales
Posición en la familia
Ambiente del desarrollo
Absorberdor/Dador
Explorador/Retractor
Intrapunitivo/Extrapunitivo
Complaciente/Desafiante
Orientación hacia las tareas/hacia las personas
Víctima/Dueño de la experiencia
Locus de control: Interno/Externo
Rigidez/Flexibilidad
4. Capacidad de disociación: Elevada/Disminuida
Ruminación: Elevada/Baja
Desde esta perspectiva, la efectividad de la terapia, ya sea que use “hipnosis” o no, dependerá de la habilidad
del terapeuta para estructurar estrategias terapéuticas que acojan y utilicen las distintas pautas perceptuales,
de procesamiento de información y pautas relacionales que presenta el cliente (terapia “cortada a medida”). En
el capítulo siguiente revisaremos el modelo de la terapia ericksoniana creado por Zeig y que tiene relación con
la construcción de un proceso terapéutico individualizado. 68
Capítulo 12: El “Diamante Ericksoniano”, el metamodelo de la terapia
ericksoniana de Jeffrey K. Zeig
Zeig (1992/1999) define su metamodelo de la terapia ericksoniana como un modelo basado en un enfoque
estructural de la comunicación. Este enfoque usa la influencia social para "aperar" las estructuras existentes en
el presente, incluidas las estructuras intrapsíquicas, interpersonales y ambientales, para alcanzar metas futuras.
Es un modelo que se remite a cómo facilitar el cambio, en lugar de analizar por qué las personas son como
son.
La figura siguiente muestra un diagrama del modelo:
En el lugar central del proceso de terapia está el terapeuta; Zeig (1992a) quiere significar con esto a las
características personales y profesionales del terapeuta. Es el terapeuta quien realiza el diagnóstico, que puede
o no haber desarrollado sensibilidad a las señales mínimas de su cliente, que co-construye la meta terapéutica
con éste, y que posee o no la habilidad para ser capaz de utilizar la singularidad del paciente para crear
disposición a responder y situaciones que permitan alcanzar las metas terapéuticas.
A continuación se analizan por separado cada uno de los componentes del metamodelo propuesto. El proceso
diagnóstico4 es primordial, y es gracias al diagnóstico que puede diseñarse la terapia y cómo se comunicará
ésta.
Determinación de metas terapéuticas
La terapia ericksoniana está orientada a metas, y pueden existir muchas metas en una terapia específica. Zeig
(1992/1999) describe dos métodos que pueden usarse para diseñar metas en una terapia ericksoniana:
1) Construir el problema en un proceso
Cuando se concibe al problema presentado como un proceso secuencial, pueden advertirse diversos caminos
para la intervención. La meta del terapeuta consistirá, entonces, en ayudar al paciente a modificar la secuencia
habitual de comportamiento que dirige el problema. Para lograrlo, el terapeuta podría añadir un paso a la
secuencia.
Si la intervención es suficiente, puede seguirla un cambio en el sistema. Aquí subyace la premisa que el
paciente se conducirá hacia una pauta más saludable una vez que la secuencia sea modificada.
El terapeuta tendrá que estar en condiciones de conocer la secuencia y las circunstancias del problema, para lo
cual tendrá que hacer preguntas como las que proponen Cade y O’Hanlon (1995). (Véase el capítulo 4 de este
volumen)
2) Fragmentación: División de la solución en fragmentos manejables
Este método para establecer metas requiere que el terapeuta determine cómo es que el paciente logra tener el
problema.
Por ejemplo (Zeig, 1992/1999), si el paciente presenta una estimación de si mismo disminuida, el terapeuta
podría preguntarse cómo es este proceso: el paciente no confía en si mismo, no confía en otros, su atención
está dirigida hacia adentro, y exagera sus defectos. Por lo tanto, si el paciente logra obtener una estimación de
si mismo disminuida desconfiando de si mismo y 69
de otros, estando internamente preocupado y encontrando defectos exagerados, la solución a este problema
sería recíproca (lo opuesto) a la estrategia del problema: confiar en si mismo y otros, focalizarse hacia lo
externo más que retirarse interiormente, y encontrar vigor externo.
Cada uno de los componentes de la solución puede ser tratado como metas separadas.
Envoltura para regalo
Este aspecto se refiere al método necesario para ofrecer la estrategia al paciente, de modo que éste pueda
recuperar las habilidades previamente disociadas.
Por ejemplo, si la meta es "ser consciente de lo externo", Zeig (1992/1999) sugiere que el terapeuta podría
"envolver" la idea "sea externo" en diversas formas. Una podría ser "Abra sus ojos, mire el mundo, y percátese
de las cosas que lo rodean." Sin embargo, esa prescripción directa sólo funcionará con algunas personas, otras
necesitarán estrategias más indirectas.
Los componentes de la solución para el problema presentado, pueden "envolverse" a través de: hipnosis,
símbolos, metáforas, prescripción de síntomas, anécdotas, reencuadre, etc.
Sin embargo, esta "envoltura" debe ser individualizada para ese paciente en particular. Esto es lo que Zeig
denomina "hacer a medida".
La intervención es hecha a medida
Las estrategias terapéuticas deben ser adecuadas a cada paciente en particular, de modo que éste esté más
dispuesto para llevarlas a cabo. En este proceso se usan todas las pautas experenciales descritas por Yapko y
Zeig (véase el capítulo anterior). Una meta terapéutica será mejor acogida si calza con el modelo de mundo del
paciente.
Por ejemplo, si un paciente valora la aventura, las tareas terapéuticas serán mejor acogidas si son entregadas
de modo que sean sentidas como aventuras. Si el paciente valora la lentitud en la comprensión, la terapia
debiera ser hecha en pasos pequeños, lentos.
Para poder determinar la estrategia más adecuada para el paciente, se necesita crear un método para
presentar las ideas a través del tiempo. A este método, Zeig lo denomina "procesamiento".
Procesamiento
Para Zeig (1992/1999), no es suficiente identificar la meta y crear una forma para "envolverla" o
individualizarla. El terapeuta debe crear un proceso, un drama a través del cual ofrecerla.
A este proceso Zeig (1988) lo denomina SISA: Sembrar – Intervenir – Seguir adelante.
El terapeuta comienza evocando la motivación del paciente, la cual después es modelada en disposición a
responder, especialmente en las señales mínimas. Este es un modo de preparar el terreno para que esté fértil.
El terapeuta tiene en mente una intervención principal hecha a medida. En lugar de dirigirse directamente a
esa intervención, la "siembra", creando una ilusión indirecta de esa técnica (Zeig, 1992b).
Después el terapeuta continúa con pequeños pasos que lo acercan a la intervención principal, la cual es
seguida por un período de seguimiento.
Sin embargo, para que el proceso de terapia sea efectivo, debe consistir en un Evento Emocional Significativo
(Yapko, 1985; Zeig, 1992/1999). Es decir, los valores, las creencias, las visiones de mundo no cambian hasta
que la necesidad lo dicte. Un evento emocional significativo es una experiencia que es tan poderosa
emocionalmente, que los valores o creencias anteriores son sobrepasadas y abandonadas a favor de un valor,
creencia o comportamiento más relevante, adaptativo. Para Zeig, el proceso descrito en la terapia, es una
experiencia emocionalmente significativa que promueve el cambio terapéutico. 70
Capítulo 13: Lo que funciona en terapia: La eficacia de la terapia en un
marco ericksoniano
Los miembros del Instituto para el Estudio del Cambio Terapéutico de Chicago, han estado dedicados –bajo la
luz de las investigaciones realizadas en los ’90– al estudio de los factores que dan cuenta del cambio
terapéutico y que son comunes en todos los enfoques de psicoterapia (Miller et al., 1997; Duncan et al., 1998;
Duncan y Miller, 2000; Duncan et al., en prensa).
Ellos afirman que los factores curativos comunes en todas las formas de terapia, «independientemente de la
orientación teórica (v.g., individual, grupal, familiar, etc.) o la dosis (frecuencia y número de sesiones),
constituyen el lenguaje unificador [de la terapia]. Esos cuatro elementos, de acuerdo a su contribución relativa
al cambio en la terapia, son: (1) los factores extraterapéuticos; (2) los factores de la relación terapéutica; (3)
los factores del modelo y las técnicas; y (4) expectativa, esperanza y factores placebo.» (Miller et al., 1997, p.
24)
Factores extraterapéuticos: El cliente y su ambiente
Lambert (citado en Duncan y Miller, 2000) asigna a estos factores un 40% en su contribución al cambio terapéutico.
Se los ha definido como los recursos que aporta el cliente a la terapia y que influencian su vida fuera de aquella.
Entre estos factores se encuentran la persistencia, apertura, fe, optimismo, pertenencia a una comunidad religiosa;
y todas aquellas situaciones no previstas (en la terapia) y que implican la interacción de las fortalezas del cliente con
sucesos inesperados (como un nuevo trabajo o una crisis resuelta con éxito).
En esta categoría de factores del cambio terapéutico también se incluyen los cambios previos al tratamiento;
las investigaciones estiman que aproximadamente un 15% de los clientes muestran una mejoría antes de la
primera sesión de tratamiento (Miller et al., 1997).
Otro factor del cliente es lo que Duncan y Miller (2000, 2001) denominan “la teoría del cambio del cliente”, es
decir, las expectativas y creencias que posee el cliente respecto a su proceso terapéutico y qué cosas lo
ayudarán a cambiar. Duncan y Miller (2001) afirman que cuando el terapeuta acoge la teoría del cambio del
cliente, se acrecienta la alianza terapéutica (el segundo factor en importancia en su aporte al cambio
terapéutico).
Factores de la relación terapéutica
Lambert asigna un 30% en el resultado exitoso de la terapia a este factor. Los siguientes “movimientos” del
terapeuta aseguran una buena alianza terapéutica (Duncan et al., 1998): cuando el terapeuta acomoda el
tratamiento a las metas terapéuticas del cliente; el tratamiento se acomoda a la forma en que el cliente ve la
terapia; y, por cierto, los condiciones necesarias para asegurar el éxito del tratamiento que definió Carl Rogers:
empatía, respeto, autenticidad del terapeuta, y validación del cliente.
Factores del modelo teórico y las técnicas
Miller y sus colaboradores se han mostrado exquisitamente irónicos respecto a este factor, el cual según los
estudios de Lambert aporta el 15% al cambio terapéutico; y que sin embargo en la mayoría de los enfoques de
terapia ha sido defendido como el responsable absoluto del cambio.
Según Duncan y Miller (2000), aquellos enfoques que ayudan a los terapeutas a acoger en forma
individualizada las metas de los clientes, que incorporan la visión de mundo del cliente a la terapia, que
capitalizan los eventos que ocurren fuera de la terapia o usan el ambiente social en el cual se desenvuelve el
cliente, tienen más éxito en la resolución de los impasses en el tratamiento.
Expectativas, esperanza y factores placebo
Lambert también asigna a estos factores un 15% en su aporte al cambio terapéutico exitoso. Estos factores se
refieren a la sensación del cliente que está siendo tratando bien por el terapeuta, a la esperanza de cambio
que promueve el terapeuta y a la credibilidad que tienen para el cliente el modelo terapéutico y las técnicas
utilizadas. (Duncan y Miller, 2000)
Duncan et al. (1998) indican que las siguientes actitudes del terapeuta contribuyen a este factor: poseer un
ritual sanador; que el terapeuta crea en el procedimiento o en la orientación terapéutica; el 71
procedimiento o la orientación debe ser creíble y persuasiva en base al marco de referencia del cliente; el
procedimiento o técnica debe estar basado en, o conectado con, la extracción de experiencias previas exitosas
del cliente; y la orientación temporal del tratamiento debe estar en el futuro.
Analicemos a continuación, en base a los antecedentes recién descritos, qué características de la terapia en un
marco ericksoniano pueden favorecer el éxito de la terapia.
Factores extraterapéuticos:
Desde el punto de vista de los factores extraterapéuticos, las características distintivas del enfoque terapéutico
de Erickson tratadas en el Capítulo 4 de este volumen permiten observar que la concepción de la terapia que
nos heredó Erickson aporta pautas para que los terapeutas optimicen su desempeño profesional y contribuyan
a una terapia eficaz: foco en los problemas, un enfoque no patologizante, orientación temporal en el presente
y hacia el futuro, el rol activo del cliente en el proceso terapéutico, y el principio central de la utilización
terapéutica.
Alianza terapéutica:
Con respecto a la relación terapéutica, ya hemos dicho antes que Erickson y Carl Rogers son considerados los
maestros de la empatía terapéutica (Gunnison, 1987) (véase el Capítulo 3). Erickson poseía una experiencia y
una capacidad de observación que le permitía percatarse respecto a qué tipo de relación tenía que establecer
con sus clientes, siendo muy directivo en algunos casos, rudo y grosero en otros4, o delicado y permisivo.
Pueden distinguirse tres elementos centrales en la habilidad de Erickson para establecer una buena alianza
terapéutica:
(1) La aceptación y utilización de todos los comportamientos del cliente, proceder derivado de sus
experimentos en la inducción de trance hipnótico y cuyo objetivo era conseguir la mayor cooperación del
paciente;
(2) La comunicación con el cliente haciendo uso del lenguaje de éste, y operando desde la propia visión de mundo
del consultante. Erickson aprendió tempranamente este actuar en sus experimentos de inducción de trance,
especialmente en el manejo de la “resistencia” al trance terapéutico (Erickson y Rossi, 1979); y luego, obviamente,
generalizó esta pauta a la psicoterapia, ya fuera que se auxiliara con el recurso del trance hipnótico o no.
(3) Su foco en el problema actual del cliente, lo cual le transmitía a éste que estaba realmente interesado en su
problema (Haley, 1980a).
Miller et al. (1997) y Duncan et al. (en prensa) han descrito una serie de pautas para que el terapeuta pueda
contribuir a una buena alianza terapéutica, las cuales pueden permitir a cualquier terapeuta aumentar su
eficacia terapéutica, puesto que es imposible recrear la genialidad de Rogers4 o Erickson al respecto.
Resumidamente, estas pautas incluyen:
(1) El tratamiento debiera acomodarse al nivel de motivación del cliente o su disposición para el cambio.4
(2) El tratamiento debiera acomodarse a las metas que tiene el cliente para la terapia.
(3) El tratamiento debiera acomodarse a la visión que tiene el cliente de la relación terapéutica.4
Expectativas, esperanza y factores placebo:
De acuerdo a las características de la terapia de Erickson descritas en el Capítulo 4, éste tenía una concepción de la
terapia que alentaba las expectativas para el cambio, la esperanza y el optimismo en sus pacientes. De hecho, su
vida desde los 17 años, cuando enfermó de poliomielitis, indica una orientación hacia el futuro, optimismo y
esperanza a toda prueba. Y es obvio que Erickson transmitía esas características muy suyas a sus pacientes.
Independientemente del carisma personal de Erickson y la fama que llegó a adquirir como un terapeuta que
“cambiaba rápidamente” a las personas, el uso de la hipnosis formal en el tratamiento psicológico posee un
valor ritual y placebo en si misma.
Si realizamos un paralelo entre el uso moderno de la “hipnosis” y las curaciones chamánicas, encontraremos
que (Pacheco, 2000b, p. 16-18): 72
«Las curaciones chamánicas poseen una serie de pautas culturales que se repiten de una cultura en otra: un contexto religioso,
sagrado, compartido por los individuos que participan en ellas; la existencia de algún tipo de trance ritual; y los mensajes o
prescripciones para la curación entregados por los espíritus a través del chamán.
Desde este punto de vista, la hipnosis clínica moderna, especialmente aquella que trabaja con la idea de los niveles múltiples de
funcionamiento de la mente, también posee características que la asemejan a una ceremonia chamánica.
Aquí es necesario introducir algunas distinciones para realizar tal análisis. Es evidente que aunque los procesos de resíntesis interna y
los procesos mentecuerpo actúan por igual en cualquier terapia que implique absorción interna y movilización de recursos personales
experienciales, existe un contexto distinto cuando se realiza hipnosis formal.
Por "hipnosis formal" definiremos a aquella situación en la cual al sujeto se lo coloca sobre aviso que se realizará un "trance hipnótico".
Independientemente del tipo de inducción utilizada y las sugerencias entregadas, ya sean directa o indirectas, existen en tal fenómeno
singularidades que hacen pensar en una ceremonia chamánica.
En Occidente, se necesitaron varios siglos para que la explicación cultural de las enfermedades del cuerpo y la mente se diferenciaran
de las creencias de las denominadas culturas "primitivas" (entiéndanse por éstas a cualquier cultura no "civilizada", es decir no
"occidentalizada").
En la Edad Media se suponía que las enfermedades de la mente se debían a la acción de posesión de espíritus, y lo mismo ocurría con las
enfermedades corporales, además de los trastornos humorales. Las prescripciones eran sencillas: exorcismo o métodos un poco más
"dramáticos" para echar a los demonios del cuerpo; y plantas mágicas y sangrados para curar las dolencias del cuerpo. Es probable que la
sobrevida a esos tratamientos corporales haya sido inferior a los de las culturas "primitivas" americanas, puesto que los habitantes nativos
americanos poseían una gran sabiduría respecto a las plantas medicinales, además que observaban hábitos de higiene inexistentes en Europa.
La invención de la ciencia en el Renacimiento hizo que en forma gradual el Cosmos y la Tierra quedaran despobladas de espíritus,
siendo reemplazados por las leyes de la mecánica. Este cambio de paradigma posibilitó también el desarrollo de la biología y su
aplicación práctica, la medicina, especialmente desde fines del siglo 19 en adelante.
Sin embargo, las ciencias de la salud mental han seguido un camino distinto. En el siglo 18, Mesmer fue el primer "curador" que
invocando a "nuevas fuerzas" (que se enmarcaban dentro del paradigma mecanicista de la física) intentó explicar la enfermedad:
trastornos en el magnetismo corporal. Podría afirmarse que su curación a través del magnetismo animal es la primera curación a través
de la palabra.
Después del descrédito de Mesmer, sus ideas renacen en el siglo 19, denominándose ahora "hipnotismo." Sin embargo se necesitaba de
una "entidad" que permitiera explicar la ocurrencia de los fenómenos psicopatólogicos, papel que le cabe al concepto de
"subconsciente" o "inconsciente". Es decir, nuevamente aparece lo intangible e irracional en un siglo donde la razón y los procesos
conscientes tienen supremacía.
Debemos a Freud la introducción de este concepto en la Psicología moderna; usando un lenguaje "científico" demuestra en forma
teórica la existencia de nuevo demonio: el inconsciente y sus pulsiones. Su psicoanálisis, cuyo objetivo es hacer consciente lo
inconsciente (conservando las distancias culturales) recuerda vagamente a la tradición chamánica, es decir, dentro de un contexto
curativo, con un iniciado en los misterios de la mente, asistimos a un "exorcismo" moderno de esos demonios.
Sin embargo, en el uso de la hipnosis formal, el proceso de la inducción de trance y los fenómenos asociados a éste poseen una mayor
similitud con la ceremonia chamánica. Aunque en el enfoque de utilización ericksoniana, el proceso de la inducción de trance no es
necesariamente un ritual (puesto que no se efectúa del mismo modo con todos los sujetos y se utilizan las propias respuestas de éste
en el proceso de inducción), generalmente se ha preparado al sujeto introduciendo la idea que una parte de la mente, definida como
sana y curativa, la mente inconsciente, opera libremente en ese estado. Es decir, el terapeuta busca la evocación de fenómenos
involuntarios, especialmente cuando se ratifica la experiencia de trance (Erickson, Rossi y Rossi, 1976; Erickson y Rossi, 1979; Short,
1999).
En la ceremonia chamánica curativa, el chamán alcanza el estado extático para comunicarse con el mundo espiritual, y los espíritus le
indican los procedimientos para curar al enfermo. El paciente, que comparte con el chamán la tradición cultural religiosa, está
preparado para recibir esa curación que realizan los espíritus a través del chamán.
En la hipnosis clínica moderna, el terapeuta se encarga de ratificarle al paciente que existen dentro de él procesos involuntarios, inconscientes,
que están más allá de su control volitivo, y que serán usados para su curación. A diferencia de la ceremonia chamánica, donde la curación
proviene desde fuera; en el enfoque de utilización el terapeuta usará las palabras, ya sea en forma directa o metafórica, para estimular ese
proceso de resíntesis interna que, a juicio de Erickson, llevará a la curación. Es decir, la curación es el resultado de procesos internos.
Una diferencia fundamental entre la utilización clínica del trance hipnótico en el enfoque ericksoniano y los métodos clínicos de los
padres de la hipnosis, radica en que en la hipnosis tradicional la curación viene desde fuera (generalmente en forma directa), desde un
médico y no desde un iniciado en el mundo espiritual como ocurre en la curación chamánica tradicional (en donde es el Espíritu quien
realiza la curación a través del medium, el chamán), [ni de los propios procesos de reorganización interna como suponen los
ericksonianos].»
Factores del modelo teórico y las técnicas
De acuerdo a las proposiciones de Duncan y Miller (2000) para que un enfoque teórico contribuya a la eficacia
de la terapia, no cabe duda que la visión de Erickson acerca de la terapia y el modo cómo concebía los
tratamientos psicoterapéuticos puede contribuir eficazmente al cambio terapéutico.
Sin embargo, la falta de una sistematización escrita por el mismo Erickson acerca de su sistema terapéutico, y el
espíritu reinante en la Psicoterapia respecto al valor de la teoría, las técnicas y la investigación científica en la época
que Erickson comenzó a publicar sus artículos y cuando comenzó a ser famoso en el campo de la psicoterapia, han
contribuido a una confusión en el entendimiento y en la práctica de su enfoque.
Para facilitar este análisis, trataremos por separado el modelo teórico y las técnicas. 73
El estudio acucioso del trabajo de Erickson indica que éste efectivamente tenía supuestos (teóricos) que
dirigían sus esfuerzos, y que más bien tienen relación con un marco epistemológico (Nardone y Watzlawick,
1992) (véase el Capítulo 4) para el entendimiento de la naturaleza del cambio y de los problemas psicológicos,
que con el ajuste y desajuste psicológico en términos de la personalidad humana. En casi todos los casos
clínicos de Erickson reportados en la literatura, independientemente de las técnicas usadas, puede encontrarse
ese marco epistemológico.4
A pesar que Erickson era respetuoso de las personas y sus tendencias4, también tenía una teoría personal
acerca de cómo era una vida satisfactoria; y que según la descripción que hace Haley (1980a) corresponde al
“ideal de vida americana” de antes de los años ’70: independizarse de los padres cuando se termina la
secundaria, estudiar y/o trabajar, casarse y tener varios hijos. Según Haley (1980a), Erickson influenciaba a
sus pacientes para que se “adaptaran” a ese ideal de vida.4 (Para un análisis ético, véase el Epílogo).
2) La hipnosis como “técnica”
Desde el punto de vista de las técnicas, esta es el área que más se ha prestado a confusiones en el análisis de
las contribuciones de Erickson a la psicoterapia. Incluso ahora, a más de veinte años de la muerte de Erickson,
aun continúa hablándose de “hipnosis ericksoniana”; con esto se reduce el amplio trabajo de Erickson en
psicoterapia, a la vez que pareciera que existieran varios tipos de hipnosis, lo cual es un absurdo.4
Aunque Erickson afirmó que la “hipnosis” no es la terapia en si misma, sino que es un medio para conseguir
cooperación de los pacientes (Erickson y Rossi, 1979), es frecuente encontrar que la literatura trata a este recurso
terapéutico como una técnica. Y lo que es más, muchos usuarios conciben a ese vehículo de influencia como la
técnica. Además, tampoco se hace una distinción clara entre los métodos para la inducción de trance hipnótico y el
uso clínico de esa disposición acrecentada a responder del paciente “hipnotizado”.
Este malentendido puede ser comprendido dentro del marco de pensamiento modernista en psicoterapia; es
decir, para un trastorno dado se aconseja el uso de tal técnica, que se supone ha sido validada a través de la
investigación.
Y esto es especialmente patente en el uso de la “hipnosis” en terapia; puesto que en los reportes clínicos en que se
ha usado hipnosis, es frecuente la ausencia de los métodos de inducción de trance, tampoco se describe
adecuadamente a los pacientes, ni su estilo de respuesta al terapeuta; y luego se hace una extensa descripción de
lo que se le dijo al paciente que se encontraba en trance hipnótico (para un ejemplo, véase Hammond, 1990).
Pareciera entonces que el fraseo del terapeuta (¿la técnica?) ocasionara los cambios en el cliente.
A modo de ejemplo, considérese el siguiente ejemplo, extraído de un reporte para el tratamiento de la
onicofagia:
1) La posición atéorica de Erickson
Desde los inicios del Psicoanálisis y hasta casi fines del siglo 20, la práctica de la psicoterapia ha sido entendida
por muchos autores como un conjunto de técnicas derivadas de una teoría acerca del funcionamiento de la
personalidad humana, y el ajuste y desajuste psicológico. Se ha asumido, entonces, que el objetivo de la
psicoterapia es el logro de la salud o adaptación psicológica según como lo define la teoría de la personalidad a
la base de esas técnicas.
De lo anterior se deriva que en muchos enfoques o “escuelas” de psicoterapia se acostumbre a una larga y
costosa evaluación psicológica del paciente antes de realizar la psicoterapia (Miller, Duncan, Johnson y Hubble,
en prensa), la cual tendrá como objetivos aquellos dictados por la teoría para los resultados de tal evaluación;
sin importar las metas de los clientes, sus problemas actuales, e incluso entregando información teórica que
puede ser iatrogénica para el consultante.4
Cuando Erickson asume una postura “ateórica”, lo que está rechazando es la realización de una psicoterapia
enmarcada en un marco rígido, que limite tanto al cliente como al terapeuta. «[Erickson] sostenía que las
estrategias de intervención más efectivas para un paciente dado eran aquellas que calzaban mejor con las
necesidades del paciente y que utilizaban su talentos. Conceptualmente, esta orientación es el polo opuesto de
todo enfoque teórico que esté basado en el supuesto de procesos comunes entre los individuos» (Zeig y
Munion, 1999, p. 83) (énfasis en el original) y que se traduce en la aplicación de las mismas técnicas para
problemas que se consideran similares, sin considerar en lo absoluto las características idiosincrásicas de los
clientes. 74
«Cuando comience a llevar sus manos hacia su boca, habrá simplemente un movimiento automático opuesto. No deseará más
continuar este hábito infantil que daña sus manos y lo avergüenza ante su familia y sus amigos… A medida que comience a interrumpir
este hábito de morder sus uñas, sentirá una sensación de bienestar y de auto-aprobación. Comenzará a respetar sus uñas y sus manos
y estará orgulloso de ellas. Cada vez que tenga éxito en evitar morderse las uñas, se sentirá orgulloso de usted mismo por haber
logrado una meta que vale la pena y es deseable.» (Crasilneck y Hall, en Hammond, 1990, p. 429)
Cabe preguntarse ¿qué características personales tenía el cliente, al cual esos autores le están “sugiriendo” la
inhibición de ese comportamiento? ¿Un autómata?
Justamente, a reportes como ése se refería Erickson cuando indica que el trabajo en hipnoterapia es mucho
más que obtener complacencia del cliente, sino que debe buscarse una reorganización de la experiencia de
éste. La intervención de Crasilneck y Hall es a nivel de contenido, mientras que el trabajo propuesto por
Erickson es de proceso.4
A su vez, la repetida afirmación de Erickson que el inconsciente de las personas es creativo (Erickson y Rossi,
1979) y que puede trabajar en forma autónoma (Rossi, 1980)4, ha posibilitado que se realicen afirmaciones
como la siguiente:
«[A propósito del uso de los cuentos didácticos en terapia] En ocasiones mis pacientes me confiesan que, por más que en el consultorio
tuvieron conmigo una sesión entusiasmante, en la que fantasearon o se imaginaron cómo resolver sus conflictos, nada de eso tuvo
consecuencias en su vida. Se quejan diciendo que “no hubo ningún cambio en mi; fuera del consultorio sigo haciendo lo mismo de
antes.” En tales casos, lo mejor es que el paciente permanezca sentado y pasivo mientras le cuento alguna de las anécdotas de
Erickson. Tal vez sea un relato largo y aburrido sobre el crecimiento de un niño, y al final de la sesión el paciente se lamente de que no
fue tan “buena” como la anterior, y declare que prefiere algo más dinámico. Incluso puede confesarse aburrido. En tales circunstancias,
yo le recordaré que el trabajo que procuramos realizar juntos se cumple en un nivel inconsciente, y que poco importa lo que haga su
mente consciente en el ínterin: más adelante, ya me dará cuenta de cambios importantes en su vida. Por ejemplo, me informará que
han mejorado sus relaciones sociales, que se muestra más emprendedor o seguro de si mismo, o que ha cambiado de trabajo. Dicho de
otro modo: su actividad tiene lugar fuera de la sesión; en ésta, soy yo el que la asumo.» (Rosen, 1986, p. 43) (Énfasis en el original)4
Obviamente, este párrafo de Rosen no merece más comentarios.
Una paradoja en el trabajo de Erickson –y que se relaciona con el espíritu de la época en la cual desarrolló su
carrera profesional– es que aunque él fue uno de los primeros terapeutas que se percató que la terapia eficaz
era aquella que consistía en el diseño de tratamientos individualizados, que consideraran las características
singulares de cada paciente, a la hora de describir la intervención clínica el paciente aparece relegado a
segundo plano, destacándose con excesivo detalle la intervención clínica realizada por Erickson, y –por qué no
decirlo– aparece él llevándose todos los créditos del trabajo terapéutico (Duncan y Miller, 2000), aunque
escribió repetidamente que el responsable del éxito es el cliente (Erickson y Rossi, 1979).
No cabe duda que esta forma de relatar sus intervenciones terapéuticas (Erickson 1980a, b, c, d), y la forma
en que Haley (1980a, 1985) transcribe sus conversaciones con Erickson, crean en el lector la impresión de
estar frente a un moderno héroe de la psicoterapia. Esto, evidentemente, puede contribuir al desarrollo de un
culto4 a Erickson y a que aquellos terapeutas que buscan con avidez técnicas para aplicar con los pacientes,
intenten repetir como “loros”4 esas proezas ericksonianas… con el consiguiente desperdicio de valioso tiempo
terapéutico.
Ahora bien, si a Erickson sólo se lo ha asociado, erróneamente, con su enfoque “hipnoterapéutico” y su
“hipnosis ericksoniana”, ¿cuál es el estatus de esa “hipnosis” de acuerdo a los datos empíricos?
Matthews et al. (1998)4, en una revisión de la literatura, intentan responder a dos preguntas en relación a la
“hipnosis” de Erickson: «¿Cuán efectivo es un enfoque de hipnosis cuando es comparado con otros enfoques?
(2) ¿Qué elementos de un enfoque son centrales para su efectividad?» (p. 239)
Esos autores estudiaron los datos empíricos (obtenidos a través de investigaciones en el laboratorio) para cuatro
supuestos básicos de la “hipnosis ericksoniana”: «(1) la hipnosis es un estado alterado de consciencia; (2) hay
indicadores de este estado alterado que lo distinguen del estado de vigilia; (3) la hipnotizabilidad del sujeto/cliente
es más una función de las habilidades del hipnotista (v.g., estrategias de utilización) que de habilidades del
sujeto/cliente; y (4) el uso de sugestiones indirectas es, al menos en algunos casos, más efectivo en la producción
de respuestas hipnóticas que la sugestión directa.» (Matthews et al., 1998, p. 242)
Respecto a la hipnosis como un estado alterado de consciencia, hasta el día de hoy los diversos teóricos no han
logrado colocarse de acuerdo (Kirsch, 1997a). Hay autores que concluyen que las respuestas fisiológicas
asociadas al trance hipnótico también pueden encontrarse en otras condiciones de estimulación, imaginería y
procesos simbólicos. 75
Las investigaciones también indican que no existen indicadores que aseguren que el sujeto se encuentra en
trance hipnótico, excepto el propio reporte del sujeto; «sentirse diferentes en su experiencia de hipnosis»
(Matthews et al., 1998, p. 245).
Asimismo, los investigadores tampoco han logrado colocarse de acuerdo respecto a la existencia o no de
rasgos de “hipnotizabilidad”; es decir, la habilidad innata del sujeto para seguir y hacer realidad las
“sugestiones” de los hipnotistas.
Y respecto a la última interrogante –sugestiones directas versus indirectas– tampoco se han encontrado
diferencias.
Malas noticias para aquellos terapeutas “ericksonianos” o hipnotistas que adscriben a la hipnosis –como
técnica– la responsabilidad de los cambios en sus pacientes.
Antes de continuar con el análisis de Matthews et al. (1998), es necesario destacar aquí mis críticas a la forma
en que estos autores tratan el tema.
En primer lugar, ellos comienzan su artículo citando una investigación de Kirsch et al. realizada en 1995, en la
cual a través de una metodología de meta-análisis que comparó terapias cognitivo-conductuales con hipnosis
versus terapias cognitivas conductuales sin hipnosis, «se encontró que el efecto de añadir hipnosis a la
psicoterapia es sustancial, particularmente en el tratamiento de la obesidad» (Matthews et al., 1998, p. 240)
(énfasis añadido) Cabe preguntarse, ¿cómo fue añadida esa hipnosis? La lectura entre líneas de la frase
anterior me indica que Matthews et al., consideran a la hipnosis como un fenómeno tangible, una variable
independiente que puede ser medida en magnitud, y se agrega o se quita en un diseño experimental clásico
(“duro”). 4
En su revisión de la literatura, tampoco hacen un distingo como ocurre con la definición de la APA respecto a
que si lo que ocurre en ese contexto “hipnótico” se relaciona o no con el proceder de quien “aplica” la
hipnosis.4
La definición de la APA es la siguiente:
La hipnosis es un procedimiento durante el cual los profesionales de la salud o los investigadores sugieren al cliente, paciente o sujeto, cambios
en la experiencia sensorial, percepción, pensamiento o comportamiento. El contexto hipnótico es establecido generalmente a través de un
procedimiento de inducción. Aunque hay muchas formas diferentes de inducción hipnótica, la mayoría incluye sugestiones de relajación, calma
y bienestar. Las instrucciones para imaginar o pensar respecto a experiencias placenteras se incluyen comúnmente en las inducciones
hipnóticas.
Las personas responden a la hipnosis en diferentes formas. Algunos describen su experiencia como un estado alterado de consciencia.
Otros describen la hipnosis como un estado normal de consciencia con focalización de la atención, en la cual es sienten muy calmados y
relajados. Sin importar cómo y el grado de respuesta, la mayoría de las personas describen la experiencia como muy placentera.
Algunas personas responden muy bien a las sugestiones hipnóticas y otras responden menos. La habilidad de una persona para experimentar
las sugestiones hipnóticas puede ser inhibida por los temores y preocupaciones que surgen de creencias erróneas comunes. Contrariamente a
como se muestra en libros, películas o en la televisión, las personas que han sido hipnotizadas no pierden el control de su comportamiento. En
forma típica son conscientes de quiénes son y dónde están, y a menos que se haya sugerido específicamente amnesia, generalmente recuerdan
lo ocurrido durante la hipnosis. La hipnosis hace que las personas experimenten con mayor facilidad las sugestiones, pero no los obliga a tener
esas experiencias.
La hipnosis no es un tipo de terapia, como el psicoanálisis o la terapia conductual. Por el contrario, es un procedimiento que puede ser
usado para facilitar la terapia. Debido a que no es un tratamiento en si mismo, el entrenamiento en hipnosis no es suficiente para llevar
a cabo una terapia. La hipnosis clínica debiera ser usada por profesional de la salud entrenados apropiadamente y acreditados como
tales (v.g., psicólogos clínicos), que también hayan sido entrenados en el uso clínico de la hipnosis y estén trabajando dentro de las
área de su pericia profesional. (Kirsch, 1997b, p. 106-107)
En mi experiencia clínica y docente, he podido comprobar los distintos reportes de los mismos sujetos en una
situación de imaginería dirigida típica versus la misma imaginería que hace uso de un lenguaje permisivo y
metafórico y que busca la ocurrencia de fenómenos involuntarios, y que es entregada haciendo juego
(matching) con las respuestas no verbales de los sujetos.
En la imaginería típica se supone que todos los sujetos son similares, de modo que se les dan instrucciones
muy específicas para el material a imaginar, debido a lo cual es probable que tengan éxito sólo aquellos que
pueden acomodarse al pie de la letra a las instrucciones del terapeuta4. Obsérvese la siguiente imaginería
dirigida, extraída de un libro de terapia experiencial, la cual es confrontada con una versión rescrita en un
lenguaje cuya connotación le agrega algo distinto al aspecto denotativo de la imaginería:
Fuente original
Metáfora
Análisis 76
(Posterior a una estrategia de relajación profunda) podamos saber de inmediato qué fue lo importante que ocurrió, las ideas o las
«Quiero que se imagine que está caminando por un imágenes de ese sueño vienen una y otra vez a la mente... en cualquier momento a
sendero en la montaña, de noche. Hay luna llena y eso le veces... Incluso siendo difícil saber a ciencia cierta si eso fue soñado o se vivió
permite ver el sendero con toda claridad y gran parte de realmente...
los alrededores... ¿Cómo es el sendero?... ¿Qué otra cosa Me contó que de pronto se vio caminando por un sendero en la montaña... de noche.
puede ver a su alrededor?... ¿Cómo se siente mientras Había luna llena y podía ver el sendero con toda claridad y gran parte de los
alrededores... Podía observar el sendero y sus características... podía mirar a los
asciende por ese sendero?... Apenas delante suyo hay un
alrededores y percatarse del paisaje... y era interesante para él preguntarse cómo se
pequeño sendero lateral que conduce lo alto, hacia una
sentía mientras caminaba por ese sendero...
cueva donde vive un hombre muy sabio, capaz de
De pronto se dio cuenta que delante de él había un sendero lateral... y tú sabes
responder cualquier pregunta que quiera hacerle. Tome
como son los sueños... de pronto supo que ese sendero lo llevaría hacia una cueva
ese sendero lateral y camine hacia la cueva del hombre
donde vivía un hombre muy sabio... capaz de responderle cualquier pregunta que
sabio... Note cómo cambia a su alrededor mientras
quisiera hacerle... Fue como un impulso... era como si su cuerpo quisiera caminar
avanza por el sendero y se acerca a la cueva...
hacia la cueva del hombre sabio... y él, por supuesto, siguió a su cuerpo... Podía
(Posterior a una estrategia de relajación profunda o
darse cuenta a la luz de la luna cómo iba cambiando el paisaje a medida que
"inducción" de trance hipnótico)
avanzaba por ese sendero y se acercaba a la cueva...
Hay sueños y sueños, y un paciente mío aprendió de eso...
Introducción a la metáfora, cuyo objetivo es el de crear expectación a lo que
Aprendió que hay sueños que se olvidan inmediatamente
después de soñarlos... en cambio otros quedan dando vueltas vendrá, a la vez que se están deslizando ideas para lo que vendrá al final del
en la mente después que uno despierta... relato.
Y el sueño que me relató era uno de esos sueños en el cual Sugerencias permisivas, para que el sujeto las rellene con su propia experiencia.
uno sabe que han ocurrido cosas importantes, y aunque no Invitación permisiva a cambiar de dirección, e introducción de un nuevo personaje.
Cuando llegue a la cueva, usted verá una pequeña Al llegar a la cueva luego de un rato, vio una pequeña
hoguera frente a la cueva, y estará en condiciones de ver hoguera frente a la cueva, y podía ver vagamente al
vagamente al silencioso hombre sabio junto a la luz hombre sabio junto a la luz oscilante de las llamas...
oscilante de las llamas... Acérquese a la hoguera, ponga Se acercó a la hoguera y colocó más leña sobre el
más leña sobre el fuego y siéntese sosegadamente... A fuego, y se sentó tranquilamente... A medida que el
medida que el fuego brille más intensamente, usted fuego brillaba más intensamente, fue capaz de ver con
estará en condiciones de ver al hombre más claramente. mayor claridad al hombre sabio... Fue capaz de prestar
Tómese cierto tiempo para darse cuenta cabalmente de atención a su persona... las ropas que vestía... su
él, de sus ropas, su cuerpo, su carne, sus ojos... cuerpo... su carne... sus ojos...
Ahora pregúntele al hombre sabio alguna cosa que sea pregunta... veía cómo reaccionaba éste a lo que él le
importante para usted. Mientras formula esta pregunta, decía... Al mismo tiempo supo que el hombre sabio podía
continúe mirando al hombre sabio y vea cómo reacciona a contestarle con palabras, o también con un gesto, o con
lo que usted dice. El puede contestarle sólo con palabras, una expresión facial... o podía mostrarle algo...
o también con un gesto o una expresión facial, o puede El hombre sabio le respondió a su manera... y mi
mostrarle algo... ¿Qué tipo de respuesta le dio?... paciente sintió que esa respuesta le llegaba muy
De pronto, sintió que brotaba desde su interior una pregunta profundamente... aunque no la comprendiera en ese
para hacerle a ese hombre sabio... Y mientras le formulaba la momento...
Conviértase ahora en el hombre sabio... ¿Cómo es su (Pausa) Y darse cuenta de cómo se sentía siendo el
existencia siendo hombre sabio?... ¿Cómo se siente y hombre sabio... (Pausa) Darse cuenta de cómo era su
cómo es su vida?... ¿Cuál es su actitud hacia el visitante vida siendo el hombre sabio... (Pausa) Darse cuenta de
que le hace la pregunta?... ¿Qué siente hacia el cuál era su actitud hacia ese visitante que le hacía la
visitante?... ¿Qué le dice al visitante, ya sea mediante pregunta, siendo el hombre sabio... (Pausa)¿Qué sentía
palabras, gestos o acciones?... hacia el visitante siendo el hombre sabio?... (Pausa)
Luego, casi sin darse cuenta... se encontró pensando y Darse cuenta acerca de lo que le dice al visitante, ya
sintiendo como el hombre sabio... (Pausa) Pudo sea mediante palabras, gestos o acciones... 77
percatarse de su existencia siendo el hombre sabio...
Conviértase nuevamente en usted mismo y prosiga el diálogo con el hombre sabio. ¿Entiende lo que él le está diciendo?... ¿Tiene alguna otra pregunta
para hacerle?... ¿Qué siente hacia el hombre sabio?...
De pronto se encontró siendo el mismo y continuó su diálogo con el hombre sabio... (Pausa) Y era capaz de entender lo que él le decía... Y le venían a la
mente nuevas preguntas para el hombre sabio... Además era capaz de sentir diversos sentimientos hacia ese hombre sabio...
Ahora conviértase nuevamente en el hombre sabio y continúe la conversación... ¿Hay alguna otra cosa que quiera decirle al visitante?...
Y nuevamente se sintió siendo el hombre sabio... y capaz de continuar la conversación con ese visitante... Y sentía que tenía que decirle otras cosas al
visitante... (Pausa)
Nuevamente sea usted mismo. Pronto tendrá que despedirse del hombre sabio... Diga lo que desee antes de irse... Justo cuando está por despedirse, el
hombre sabio se vuelve hacia una vieja valija de cuero que está detrás de él y busca dentro algo muy especial para darle... Saca algo de la valija y se lo
entrega para que lo lleve con usted... Mire el regalo que le ha dado... ¿Qué siente hacia el hombre sabio ahora?... Dígale a él qué siente... y lentamente
despídase de él...
Volvió a ser el mismo... sabía que tendía que despedirse del hombre sabio... Sintió que tenía que decirle más cosas antes de irse... (Pausa)
Y justo cuando estaba por despedirse, el hombre sabio se vuelve hacia una vieja valija de cuero que estaba detrás de él, y buscó dentro algo muy especial para
darle... Sacó algo de la valija y se lo entregó para que llevara consigo...
El miró el regalo que le entregó el hombre sabio... sentía muchos sentimientos hacia el hombre sabio en ese momento... (Pausa) Y fue capaz de decirle
lo que sentía... y lentamente comenzó a despedirse de él...
Ahora vuélvase y comience a descender la montaña, llevando el regalo... Mientras camina por el sendero, mire cuidadosamente el camino a fin de
recordarlo y poder visitar al hombre sabio nuevamente cuando quiera... Tome conciencia de los alrededores y de cómo se siente...
Y comenzó a descender de la montaña, llevando el regalo... Mientras caminaba por el sendero prestó cuidadosa atención al camino, con el fin de
recordarlo... sabía que podría visitar a ese hombre sabio cuántas veces quisiera... Miraba a su alrededor y sentía que había sucedido algo muy importante
en esa noche tan especial... (Pausa)
Mantenga ahora los ojos cerrados y traiga su regalo cuando regrese a este cuarto... Tome cierto tiempo ahora para examinar más detenidamente el
regalo... ¿Qué fue lo que le regaló?... Descubra realmente algo más acerca del regalo... Tóquelo... huélalo... délo vuelta y mírelo cuidadosamente...
Ya de regreso en su cuarto, sin saber si había despertado o aun continuaba soñando... se tomó cierto tiempo para examinar detenidamente el regalo...
Observar qué le había regalado el hombre sabio... (Pausa) Sintió que era capaz de descubrir qué era realmente lo que le había regalado ese hombre...
Podía tocarlo... olerlo... mirarlo cuidadosamente...
Conviértase ahora en el regalo. Identifíquese con él y descríbase. ¿Cómo es usted siendo el regalo?... ¿Cómo se siente siendo esa cosa?... ¿Cuáles son
sus cualidades?... ¿Qué es lo que hace o cómo puede ser utilizado o apreciado?...
De pronto se sintió siendo el regalo... prestando atención a las cualidades del regalo... Preguntándose qué es lo que hace o cómo podía ser utilizado o
apreciado...
Vuelva a ser usted mismo nuevamente, mire el regalo y vea si puede descubrir algo más respecto a él... ¿Nota usted algún cambio o detalle que antes no vio?...
Ahora guarde cuidadosamente este regalo en su memoria... y despídase de él por ahora...»
(Stevens, 1976, p. 163-164)
Y al despertarse y ser el mismo nuevamente, fue capaz de mirar ese regalo, era como estuviera frente a él... y fue capaz de descubrir más cosas
respecto de él... (Pausa)
Y supo que podría guardar el regalo en su memoria... y traerlo a su presente cuando lo necesitara... podía despedirse del regalo... porque sabía que lo
tendría consigo, dentro de él...
Y tú sabes, ese fue un sueño especial, uno de esos sueños donde al despertarnos podemos saber qué soñamos, si eso es útil para nosotros ahora... o
sabemos que soñamos algo importante que nuestra mente interior continuará desarrollando por si misma en próximos sueños, o a lo largo del día, sin
importunarnos en nuestras tareas habituales...
Ahora bien, sabemos a través del reporte de la literatura y de la propia experiencia clínica, que la imaginería y la
relajación no son los únicos métodos para la “inducción” de trance. ¿Pueden explicarse fácilmente, de acuerdo a las
definiciones usuales de “hipnosis”, los procesos que se colocan en marcha en los métodos confusionales de Erickson
(Erickson, 1964/1980c) y en el “manejo de la resistencia al trance” (Erickson, 1964/1980b, e, f; Erickson y Rossi,
1979)?
Analicemos lo siguiente:
«En esta técnica, dependiendo de los antecedentes educacionales de los sujetos, se da una explicación apropiada, casual, de los
conceptos generales de la mente consciente y el inconsciente. Similarmente se da una explicación instructiva casual -aunque cuidadosa-
de la actividad ideomotora, citando ejemplos familiares, incluida la levitación de mano. 78
Después, con cabal simplicidad se les dice que se sienten tranquilamente, descansando las palmas de sus manos sobre sus muslos y escuchen
cuidadosamente una pregunta que se les hará. Se explica que esta pregunta solamente puede ser respondida por su mente inconsciente, no por
su mente consciente. Se añade que pueden ofrecer una respuesta consciente, pero tal respuesta será solamente un comentario consciente y no
una respuesta real a la pregunta. Respecto a la pregunta en si misma, puede ser una de las muchas que pueden hacerse, y no tiene un
significado para la persona. Su propósito es dar solamente a la mente inconsciente una oportunidad para manifestarse por si misma. Se ofrece
la explicación adicional que la respuesta será una respuesta ideomotora de una u otra mano levantándose, que la izquierda significa una
respuesta “no”, la derecha una respuesta “sí” a la pregunta hecha a la mente inconsciente.
Después se presenta la pregunta, “¿Piensa su mente inconsciente que usted puede entrar en trance?”. Se ofrece, asimismo, una elaboración
adicional: “Conscientemente usted no puede saber lo que su mente inconsciente piensa o sabe. Pero su mente inconsciente puede permitirle a
su mente consciente descubrir lo que piensa o comprende, por el simple proceso de ocasionar una levitación en la mano derecha o en la
izquierda. Así, su mente inconsciente puede comunicarse con su mente consciente en una forma visiblemente reconocible. Ahora mire sus
manos y vez cuál es la respuesta. Ni usted ni yo sabemos qué piensa su mente inconsciente. Intente advertir el leve movimiento, intente sentirlo
y verlo, y disfrute la sensación de elevación y complázcase en averiguar lo que piensa su inconsciente.”
No obstante cuál mano levite, sobreviene un estado de trance simultáneo, frecuentemente del tipo sonambulístico. Generalmente es aconsejable
utilizar -antes que evaluar- inmediatamente el trance, ya que los sujetos tienden a reorientarse con prontitud. Generalmente eso se hace en
mejor forma diciendo simple y casualmente, “Es muy agradable descubrir que su inconsciente puede comunicarse con su mente consciente en
esta forma, y hay muchas otras cosas que su mente inconsciente puede aprender a hacer. Por ejemplo, ahora que ha aprendido que puede
desarrollar un estado de trance y puede hacerlo notablemente bien, puede aprender numerosos fenómenos de trance. Por ejemplo, usted podría
estar interesado en ____________”, y pueden acogerse las necesidades de la situación.
Erickson afirma que sujetos experimentados en lo que ha usado esta técnica, han reconocido inmediatamente y comentado, “¡Qué
interesante! No importa cuál respuesta dé usted, primero tiene que entrar en trance.”
Aquellos sujetos que objetan la inducción de este modo, tienden a reorientarse al primer esfuerzo de evaluar o utilizar el trance. Muchos de
ellos, sin embargo, entrarán fácilmente en el trance cuando se les diga, “Y puede entrar en trance tan fácil y rápidamente como su mente
inconsciente responda a esta pregunta, simplemente al continuar mirando cómo su mente inconsciente continúa moviendo su mano hacia su
cara. Mientras su mano se mueve hacia arriba, sus ojos se cerrarán y entrará en un trance profundo.”
Una consideración esencial en esta técnica es una actitud de total expectancia, casualidad y simplicidad por parte del operador, lo cual
coloca la responsabilidad de cualquier desarrollo completamente en el sujeto.» (Erickson, 1959/1980b, pp. 185-186
Erickson y Rossi (1980e) han denominado “doble coacción terapéutica” al procedimiento anterior; el cual, desde
mi punto de vista, solamente puede ser analizado en términos de su valor comunicacional (en el sentido
pragmático) (Rossi y Jichaku, 1992), no como algo impuesto, inducido en la mente del oyente.
Otro aspecto a considerar para los análisis de resultados, es el hecho que las motivaciones y objetivos de los sujetos
experimentales tienen muy poca similitud con los de los pacientes que buscan un tratamiento “con” hipnosis. La revisión
de Matthews et al. (1998) considera el análisis de estudios experimentales, con diseños de tipo clásico, cuantitativos.
Erickson no usó diseños experimentales clásicos en sus experimentos, usó una metodología cualitativa, sus estudios son
descripciones de campo; y una parte importante de sus investigaciones las realizó en contextos clínicos, y cuando era en el
contexto del “laboratorio”, éste era su oficina y el “experimento” podía durar horas o días de trabajo con el mismo sujeto.
De modo que la famosa “hipnosis ericksoniana” –expresión de la cual Erickson se habría reído a mandíbula batiente– que
ha sido transformada en un artefacto de acuerdo a la visión modernista (y lo mismo ocurre con las “otras” hipnosis)
debiera ser estudiadas a través de métodos cualitativos; y debiera procederse del mismo modo con la “hipnosis autoritaria”
y la “hipnosis estandarizada”, puesto que también existe una interacción social entre el hipnotista y su sujeto.
Como Matthews et al. (1998) no encuentran apoyo “duro” para las premisas de la hipnosis ericksoniana,
recurren entonces a la teoría de la influencia social para analizar a esa “hipnosis.”
Esos autores escriben lo siguiente al respecto:
Si no hay apoyo empírico para la noción de un estado hipnótico, si la hipnotizabilidad es quizá más una función del sujeto/cliente que de
las habilidades de utilización del hipnotista, y si no hay datos empíricos convincentes a favor de la superioridad de la sugestión indirecta,
¿ de qué hablamos, entonces, cuando nos referirnos a Erickson y la hipnoterapia ericksoniana? […] Sherman y Lynn (1990) sugieren que
la brillantez clínica de Milton Erickson puede ser comprendida dentro de un marco psicológico social. La habilidad singular de Erickson
era su habilidad para aumentar la motivación, las expectativas del cliente, y la creencia que el cambio terapéutico ocurrirá. Nosotros
propondríamos que el "trance" hipnótico, profundidad del "trance" e hipnotizabilidad son constructos que, en último término, tienen
menos significado que expectativa y motivación. Sherman y Lynn sugieren además que la maestría clínica de Erickson, es atribuible al
uso que hacía de la reactancia del paciente, la siembra, el encuadre/reencuadre; aumento del esfuerzo del paciente; y a la inclusión del
paciente como un participante activo en el contexto de influencia social.
[…] Nuestra posición es que la esencia del enfoque de Erickson era crear una expectativa para el cambio; interrumpir, distraer, ocupar
la mente consciente; y crear un contexto para el cliente en el cual pudiera ocurrir un cambio de las narrativas de 79
aquel. Desde esta perspectiva, la hipnosis es una interacción social construida por el terapeuta y el cliente, a partir de la cual pueden
emerger múltiples realidades para el cliente. La hipnosis se convierte en una forma de comunicación en la cual se provee a los clientes
de un contexto en el cual [puedan] desarrollar una narrativa vital más útil que la que llevaron a la terapia. (p. 253, 257-258) (Énfasis
añadido)
Como puede observar el lector, las conclusiones de Matthews et al. (1998) respecto a la eficacia de los métodos
de influencia social de Erickson4, tienen mucha relación con los factores de eficacia de la terapia que describen
Miller et al. (1997).
Finalizaremos este capítulo con algunas reflexiones acerca del último Congreso Ericksoniano realizado en
Phoenix en Diciembre de 2001, y en el cual se celebró el natalicio 100° de Erickson:
«Mientras los investigadores continúen en su Torre de Babel (Miller et al., 1997), peleándose por descubrir cuáles “técnicas” son
mejores que otras, sin evaluar variables tan importantes como el modo en que se entregan las técnicas, la discusión de cuál “hipnosis”
es [más eficaz] continuará por los siglos de los siglos, como esas discusiones bizantinas que no llevan a ninguna parte.
Es absurdo que en el año 2001, aun continúen encontrándose artículos y páginas web que consideran a la “hipnosis” como una técnica;
absurdo por diversas razones:
a) la “hipnosis” es un estado definido por [el sujeto y el terapeuta], no [sólo] por el terapeuta;
b) la experiencia de trance es un fenómeno que depende tanto de las variables del sujeto como de las del investigador/terapeuta;
c) las técnicas en terapia son modos de proceder; es decir, mensajes que poseen cierta estructura discernible y que, en definitiva, son
prescripciones de comportamiento, entendimiento, sentimiento; que son actuadas por el cliente, para beneplácito o frustración del
clínico;
d) por lo tanto, la “hipnosis” debe ser comprendida como un contexto terapeuta/cliente en el cual son posibles ciertos fenómenos que se
correlacionan con las prescripciones del primero, y que en último término, son experiencias que ocurren bajo la piel del cliente, y a las
cuales sólo tenemos acceso a través de su reporte verbal.
La “hipnosis” ha sido reificada, como muchos otros conceptos en psicoterapia, y creo que la labor de desmitificación de los terapeutas
ericksonianos de los conceptos reificados es imprescindible para conservar la salud y la respetabilidad del enfoque.
Son fundamentales la realización de investigaciones clínicas, en donde se diferencien los contextos terapéuticos creados con miras estratégicas
(es decir, influenciar al cliente según su modo de colaboración o respuesta) de las prescripciones que denominaríamos “técnicas”. Como esa es
una tarea difícil, les sugerimos armarse de paciencia y tomar un buen curso de metodología cualitativa, y un curso en donde aprendan a tomar
en cuenta las variables de los clientes; por ahora les sugerimos estudiar los trabajos publicados acerca de terapia interaccional y de la terapia
orientada a las soluciones, porque parece que esos pioneros captaron antes que muchos ericksonianos las claves para realizar una terapia
dentro de un marco de la utilización terapéutica.
Y a todos aquellos que pueden estar preguntándose en estos momentos acerca de qué sería del enfoque ericksoniano sin la “hipnosis”,
les digo que pueden tranquilizarse, porque el contexto “hipnótico” igual seguirá siendo útil en la psicoterapia, pero dependiendo del tipo
de colaboración del cliente y su fenomenología. Y para aquellos que se resistan a abandonar la imagen de Erickson como “Mr. Hipnosis”,
les sugiero dos nuevas imágenes, “Mr. Terapia Breve” o “Mr. Influencia Social”.
Creo que Erickson estaría feliz en su cumpleaños número 100, si se percatara que sus discípulos y seguidores han captado la esencia de
su enfoque de terapia, y no se han quedado perdidos en un bosque donde están tropezándose con aquellos conceptos que han
convertido en cosas materiales…
También le haríamos un lindo regalo si los ericksonianos evitaran en la publicidad de sus cursos y en los contenidos de los mismos,
destacar las técnicas por sobre los otros aportes de Erickson; [si los ericksonianos actúan así] es probable que existan muchos
Diciembre [para reunirse] en Phoenix; en caso contrario es posible que al enfoque ericksoniano le ocurra algo similar al “magnetismo
animal” de Mesmer… y eso sería lamentable…» (Pacheco, 2001, p. 9) 80
Capítulo 14: La terapia “hipnótica” como un puente entre la terapia
estratégica y la terapia experiencial:
Las emociones en la psicoterapia4
En este Capítulo esbozaré algunas de las ideas que he venido reflexionando en los últimos tiempos; solicito al
lector que las considere como un fermento útil para su pensamiento y práctica clínica, y no como un producto
terminado.
Para iniciar este análisis, me permitiré citar primero a algunos autores:
«Uno de los rasgos singulares de los enfoques de terapia breve desarrollados en los últimos 20 años en el Mental Research Institute [MRI] y en
el Centro de Terapia Breve en Milwaukee [BFTC], es su falta de énfasis en los sentimientos y emociones. El enfoque del MRI se focaliza en la
interrupción y cambio de pautas interaccionales problema repetitivas que representan las soluciones intentadas. El enfoque del BFTC […] ha
evolucionado hacia un enfoque que no asume una conexión entre los problemas y las soluciones. Se concentra en la construcción de una
solución basada en las excepciones para el problema y en las fortalezas potenciales de las personas. En ambos casos, esto se logra a través de
la conversación entre una persona designada como “terapeuta” y una o más personas designadas como “cliente”.
Esas conversaciones son guiadas por el terapeuta, tanto como sea posible, hacia descripciones conductuales, ya que éstas son más fáciles de observar y
medir que los sentimientos. Esta postura pragmática ha llevado a la crítica que estas terapias breves son frías y mecánicas, y que no son sensibles a las
necesidades emocionales de los clientes. En mi opinión, esa crítica sugiere una falta de familiaridad con la práctica del MRI y los enfoques orientados a la
solución. Mientras que hay una diferencia teórica entre ellas y otras terapias acerca del rol de los sentimientos y las emociones para el cambio, son
sensibles y hacen uso los puntos de vistas particulares de los clientes respecto al impacto de los sentimientos y emociones de sus problemas y soluciones.
[…] Con el tiempo esta nueva perspectiva [pensamiento sistémico] reveló algunas limitaciones al trabajar con sistemas humanos, al ser insensible al
género, la raza y la cultura. En la búsqueda de teorías que compensaran esos defectos, la terapia familiar se ha dirigido a la biología [biología del
conocimiento de Maturana y Varela], la filosofía constructivista, la filosofía del lenguaje [Derrida, Wittgenstein] y el construccionismo social.
El énfasis en el lenguaje es uno de los rasgos comunes principales de los enfoques terapéuticos enraizados en el pensamiento
posmoderno, tales como el enfoque focalizado u orientado en soluciones, el enfoque narrativo/conversacional [Epston y White], el
enfoque del MRI, el enfoque de sistemas de lenguaje colaborativo [Anderson, Goolishian] y la integración de hipnosis ericksoniana y
enfoque orientado a la solución [Dolan] […] Esos enfoques se distinguen por sus diferentes técnicas, o por la ausencia de ellas, pero
todos comparten la creencia que la terapia es un proceso colaborativo en el cual el terapeuta no tiene ideas preconcebidas respecto a
los resultados, sino que ayudar a los clientes a derivar nuevos significados de sus situaciones a través del lenguaje.» (Lipchick, 1999, p.
157-158)
Por su parte, Boscolo y Bertrando (2000) han escrito:
«[…] Hemos observado que existe cierto número de modelos terapéuticos, como los estratégicos, que no hacen una distinción entre
patología y normalidad sino, que en cambio, entre problema y solución. Estos modelos, como ya señalamos, se basan en el principio de
la causalidad circular que conecta el problema a la solución. Según los terapeutas que se adhieren a esta modalidad, en el proceso
terapéutico se utilizan técnicas y estrategias que interfieren con el circuito recursivo problema-solución y, por consiguiente, permiten
una solución de los problemas presentados (solución de problemas) en un tiempo breve, de acuerdo con una serie de praxis
progresivas. Desde el punto de vista del tiempo, el horizonte temporal está centrado sobre todo en el presente y el futuro. Estas
terapias breves caracterizadas por el uso de técnicas específicas para la solución de determinados problemas, también se han definido
como “tecnológicas”.
En cambio, otro grupo de modelos terapéuticos toman en consideración a la persona como elemento central del proceso terapéutico. El
interés principal no recae en la solución de problemas, sino en el cambio de las premisas epistemológicas, de la “visión de mundo” que
tiene el cliente o, en otras palabras, en el cambio de la historia en la que está inmerso el cliente. En estos casos, la técnica terapéutica
es radicalmente diferente y consiste en la exploración, en la que el terapeuta y el cliente no pueden prever los cambios, que ocurren
libremente dentro del diálogo, y sólo a posteriori se podrá expresar en una opinión sobre el resultado de la terapia (mientras que en el
primer caso el resultado es visible y juzgable a medida que se procede, con la desaparición progresiva de los problemas presentados).
En las terapias centradas en la persona parecen ser particularmente relevantes los factores terapéuticos específicos, como la
exploración, la empatía, la atención, el calor humano del terapeuta. A menudo estos modelos se basan en un marco temporal que
privilegia la relación presente-pasado (como sucede en el psicoanálisis), o bien la más compleja relación pasado-presente-futuro (como
es el caso en el modelo sistémico al que nosotros adherimos).
A estas alturas podemos decir que nuestras terapias individuales se inspiran sobre todo en el segundo grupo de modelos. Sin embargo,
debemos reconocer que incluso nosotros empleamos a veces algunas técnicas probadas, relativas a los enfoques estratégicos y de
inspiración ericksoniana. Estas técnicas han demostrado estar en condiciones de resolver con éxito indudable problemas específicos que
afligen al cliente, especialmente en los casos en que esos problemas obstaculizan seriamente la vida cotidiana y ejercen un efecto
paralizante e incapacitante (por ejemplo, en algunas fobias, en los ataques de pánico y en algunos trastornos obsesivos-compulsivos).
81
Cuando las técnicas usadas han conducido en un tiempo breve a la desaparición de los síntomas, se considerará la eventualidad de terminar la
terapia o de proseguirla, sea por parte del terapeuta o por parte del cliente. En caso que se prosiga, nos comprometemos en la exploración
conjunta de la historia del cliente, concentrando la atención en los conflictos o temas significativos de su vida para llegar así –utilizando una
terminología posmoderna– a la aparición de historias alternativas que no requieran un precio tan alto en incomodidad o sufrimiento.
Nos damos cuenta de que usar las dos modalidades terapéuticas descriptas implica una contradicción. Pero evitarla escogiendo uno de
los modelos con exclusión del otro sería, a nuestro juicio, limitativo. ¿Por qué abandonar una modalidad de trabajo que en algunos casos
ha demostrado ser simple y eficaz y que nos ha dado no pocas satisfacciones en un determinado período de nuestra labor clínica y de
investigación?
Aquí podemos expresar la opinión, compartida por muchos, de que un modelo determinado no es necesariamente óptimo para todos los
casos tratados: hay situaciones que parecen responder mejor a un modelo de terapia breve basada en la solución de problemas que a
un modelo que se propone cambiar la visión del mundo o la historia del cliente. Por ejemplo, tratándose de personas que en la vida
enfrentan crisis transitorias, una terapia a largo plazo puede tener el efecto iatrogénico de confirmar una profecía de autocumplimiento,
primero del terapeuta y después del cliente, según la cual una terapia de larga duración es absolutamente necesaria, cuando en
realidad, para lograr la superación de la crisis, puede bastar una intervención breve dirigida a los síntomas.» (p. 24-27)
Es obvio que los párrafos citados más arriba reflejan en parte la de historia del pensamiento sistémico en los
últimos 30 o 40 años y la tendencia actual del movimiento sistémico; la cual Anderson (1999) ha resumido de la
siguiente forma:
«Buena parte de la terapia familiar ha ignorado ingenuamente al individuo, o lo ha abandonado intencionalmente, perdiendo así la
experiencia individual; y ha separado al yo del tú, perdiendo así la dimensión relacional de la identidad.
Para algunos de nosotros, el posmodernismo mueve al individuo y la relación a un primer plano, aunque los conceptualiza en forma muy
diferente a la del modernismo. Los supuestos posmodernos destacan ante todo la creación o contextualización social o relacional de la
realidad; por ejemplo, sentidos, pautas, categorías diagnósticas y narraciones son producto de las relaciones humanas e interacciones
comunicativas. El énfasis puesto en lo social y lo relacional lleva a repensar radicalmente la noción del individuo o el propio ser (se trate
del núcleo del ser individual o de seres propios múltiples colectivos), la construcción de si [mismo], la identidad, el propio ser en
relación, y la conectividad del yo y tú. » (p. 60-61) (Énfasis en el original)
Un reflejo de la tensión en la concepción de la psicoterapia “adecuada” (Duncan y Miller, 2000; Miller et al.
1997) es la siguiente reflexión de Fisch acerca de los aportes de Erickson a la terapia:
«[…] Erickson redefinió el “estado alterado” como el de un percatarse expandido de las posibilidades y opciones. Pero su retención de la
noción de estado alterado –un estado de “trance”– es consistente con su pensamiento de los problemas desde un punto de vista
monádico u orientado al individuo. […]
Sin embargo, dentro de este marco respecto a la hipnosis, Erickson desarrolló un estudio de cómo las personas le respondían a él y a otros.
Concomitantemente, emprendió un estudio disciplinado del uso de la comunicación verbal y no verbal para alterar respuestas y, por último,
problemas conductuales. (Uno podría decir que la “terapia hablada” comenzó con la hipnosis, pero hasta Erickson, el lenguaje no fue
considerado como una potente herramienta de influencia por si mismo.) Al desarrollar su enfoque lingüístico, ya fuera que usara metáforas,
analogías, indirección, contradicción, “trance” o sólo “hablar” con lenguaje común, Erickson abrió la puerta para investigar y redefinir los
conceptos de influencia interpersonal.
Es mi opinión que los desarrollos de Erickson en “hipnosis” no son el impacto principal, ni potencialmente principal, de su trabajo;
tampoco es de importancia principal su redefinición del “inconsciente” como benigno y creativo (realmente la concepción de Jung de un
inconsciente creativo precedió a la de Erickson.) Más bien, el contexto o concepto de “trance” permitió a Erickson desarrollar una
disciplina de la influencia humana, y la metáfora del “inconsciente” que le daba la libertad para despatologizar los problemas humanos.
Mi preocupación es que esos dos puentes del desarrollo de formas más efectivas para resolver problemas humanos, sean oscurecidos y
no cruzados. Asimismo, gran parte del interés en el trabajo de Erickson ha sido desviado hacia replicaciones de su técnica y vocabulario
hipnótico4 […] La reificación de su uso de la metáfora del “inconsciente”, empañará, probablemente, las amplias implicaciones de una
teoría despatologizadora de los problemas […]
Anteriormente comenté que Erickson estaba orientado monádicamente y sé que esto debe soñar extraño a muchos lectores. El
trabajaba a menudo con miembros de la familia del paciente y conversaba respecto a la vida familiar y la relación de los problemas del
paciente con los miembros de la familia. No obstante, en su trabajo, se enfocaba sobre el paciente identificado. No importaba cuán
difícil o “resistente” fuera el paciente, Erickson, no obstante, tendía a trabajar con él antes que con el contexto social más amplio de la
familia. […] El punto que surge aquí es que la reverencia sin consideración de los logros de Erickson, limitará la expansión de las ideas y
no re-examinará y no desafiará su punto de vista gonádico. Y, como también, lo he comentado, la reificación del “inconsciente” limitará
la expansión de las contribuciones seminales de Erickson, al demorar su integración en otra “revolución” conceptual –los conceptos de
sistemas.» (Fisch, 1990/1994, p. 208-209) (Énfasis en el original)
En una réplica a las preocupaciones de Fisch, Rossi (1990/1994) afirma y se pregunta:
«Fisch reconoce abiertamente: “Erickson estaba monádicamente orientado.” No sé, sin embargo, por qué Fisch dice, “Esto deberá sonar
extraño a muchos lectores.” No puede sonar extraño a nadie que realmente haya leído los Collected Papers de Erickson. Generalmente
Erickson trabajó uno-a-uno con sus pacientes. Incluso cuando estaban presentes dos o más miembros de 82
la familia, su acercamiento típico era usar a los otros miembros de la familia solamente como un telón de fondo para facilitar respuestas
terapéuticas intrapersonales importantes. Incluso el examen más precipitado de los artículos que escribió el mismo Erickson revela una
intensa preocupación de los psicodinamismos ocurriendo dentro del individuo, en una forma monádica […]
¿De dónde proviene, entonces, todo el reciente rechazo a las principales investigaciones hipnóticas de los mecanismos intrapersonales,
inconscientes de la psicopatología que hizo Erickson?
Muchos de nosotros estamos comenzando a preguntarnos si el MRI es “¡El brujo que robó a Erickson!” Desde luego, son evidentes muy
tempranamente en las Conversations with Milton H. Erickson de Haley, el ejemplo de una actitud arrogante de parte de algunas
personas del MRI para desembarazarse del enfoque intrapersonal de Erickson y su uso del concepto del inconsciente.» (p. 236-237)
(Énfasis en el original)
Más adelante en su réplica, Rossi escribe:
«Creo que el punto de vista interpersonal tiene importantes contribuciones que hacer en un mundo que se desgarra con las tensiones
interpersonales catastróficas de nuestros días. Pero, también creo en la autonomía e independencia del trabajo individual dentro de si
mismo en un nivel intrapersonal, como un aspecto importante del crecimiento y la madurez. Los puntos de vista intrapersonal e
interpersonal son complementarios; necesitamos a ambos en un enfoque bien balanceado de la teoría y práctica de la psicoterapia.»
(Rossi, 1990/1994, p. 242)
Sin embargo, la historia de la psicoterapia nos enseña que tradicionalmente los enfoques en los cuales la
noción del si mismo y las emociones juegan un rol importante en la concepción teórica y en la práctica de esos
enfoques, son terapias estructuradas en y torno a una teoría del ajuste y desajuste psicológico que supone que
los problemas actuales del cliente se relacionan con causas en su historia pasada; y el tratamiento “correcto”
(una terapia en “profundidad”) supone el descubrimiento y corrección de esas causas. Esto suele dar origen a
terapias que se centran en un individuo desconectado de su entorno de relaciones interpersonales
significativas; a la vez que el interés de la terapia está colocado en el pasado, lo cual tiende a alargar los
tratamientos4.
Asimismo, en esos enfoques se aprecia un énfasis en las metas de tratamiento derivadas de los modelos
teóricos, más que en las metas o urgencias de los clientes; lo cual también tiende a alargar las terapias.4
La duración de los tratamientos terapéuticos no puede ser un asunto de las preferencias personales de los
terapeutas o según el dictado de la teoría a la cual se adscribe el terapeuta. De acuerdo a las investigaciones
de la eficacia de la psicoterapia difundidas por el Instituto para el Estudio del Cambio Psicoterapéutico de
Chicago (Duncan et al, 1998; Duncan y Miller, 2000; Duncan et al., en prensa; Miller y Duncan, 1997), las
investigaciones respeto a la eficiencia de la terapia (duración) muestran que:
«Los estudios de meta-análisis, por ejemplo, muestran que entre el 60 al 65% de las personas experimentan alivio sintomático
significativo entre una a diez visitas –lo cual se aumenta al 70-75% después de seis meses, y sube al 85% en un año […] Esos mismos
hallazgos también muestran “un curso de disminución del retorno [del cliente] mientras se requieran más esfuerzos para lograr
diferencias que puedan ser advertidas en la mejoría del paciente” a medida que el tratamiento se alarga.
En forma importante, la pareja de hallazgos es que: (1) el cambio aparece más temprano que tarde en una terapia exitosa; y, (2) hay un curso
de disminución a medida que el tiempo del tratamiento se alarga, lo cual no debiera ser construido como acusaciones a las terapias que se
extienden más allá de un número manejable de sesiones. Por el contrario […] los datos obligan a una continuación del tratamiento según sea el
progreso y el interés del paciente. En otras palabras, mientras el monto de cambio disminuye con el tiempo, los clientes continúan
beneficiándose con la continuación del tratamiento. Al mismo tiempo, sin embargo, los hallazgos dejan claro que las terapias en las cuales
ocurre poco o ningún cambio (o un empeoramiento de los síntomas) tempranamente en el proceso de tratamiento, tienen un riesgo significativo
de un resultado nulo o incluso negativo.
De hecho, la mejoría temprana –específicamente, la experiencia del cliente de cambio significativo en las primeras visitas– está
emergiendo como uno de los mejores predictores del eventual resultado del tratamiento.» (Duncan y Miller, 2000, p. 92-93) (Énfasis en
el original)
Si tomamos en cuenta las afirmaciones de Rossi (1991/1994) que un modelo bien equilibrado debiera integrar
las aproximaciones intra e interpersonales, podemos preguntarnos, entonces, desde qué perspectiva haremos
esa integración.
Propongo que este análisis, en lugar de llevarse a cabo de acuerdo a las inclinaciones de los terapeutas hacia
algún enfoque en particular, se realice de acuerdo a los factores de eficacia de la terapia descritos por Miller y
sus colaboradores. Esos autores, además, han descrito algunas pautas que pueden ocupar los terapeutas para
que sus tratamientos sean eficaces.
Respecto a la integración en psicoterapia, Duncan y Miller (2000) afirman «que preferimos ver la integración
desde el ventajoso punto de vista del cliente: La integración es la mezcla singular de ideas del cliente que
culmina en una nueva teoría que explica y predice la circunstancia específica del cliente.» (p. 146-147). Más
adelante esos autores afirman: «Compartimos muchos de los ideales del movimiento 83
ecléctico, aplaudimos la denuncia de la rigidez de un único modelo […] El problema que, sin embargo, mina los
esfuerzos integrativos es el mismo que sentencia a los modelos a la mediocridad –es decir, la figura clave, el cliente,
ha sido dejado fuera. La mayoría, si es que no todos, los esfuerzos de la integración y el eclecticismo se concentran
exclusivamente en el marco de referencia del terapeuta, la jerarquía del marco del terapeuta para la integración, la
síntesis del terapeuta de la miríada de modelos que existen, y la sabiduría del terapeuta para la selección de la
técnica o estilo relacional.» (p. 147)
Para este efecto, Duncan y Miller (2000, 2001) proponen que se tome en cuenta la “teoría del cambio del
cliente”. Al respecto citan y analizan los siguientes extractos de dos casos clínicos de Erickson:
«”Erickson vio a Kim, una maestra acongojada por un hombre joven desnudo que estaba colgando justo encima de su cabeza. Le pidió a
Erickson que no se deshiciera del joven, sino que detuviera su interferencia con su vida cotidiana. Sugirió a Kim que dejara al joven desnudo en
un armario en su oficina donde estaría seguro y no interferiría con su clase. Al principio ella comprobaba si el joven estaba allí, pero
gradualmente detuvo [este comportamiento]. Muy posteriormente, Kim se traslado a otra ciudad y le preocupaban sus “episodios psicóticos.”
Erickson le sugirió que colocara los episodios psicóticos en un envase de manila y se lo enviara por correo. Ocasionalmente, ella enviaba a
Erickson un episodio psicótico y mientras tanto ella continuaba una vida productiva.”
”Erickson vio a Bob, quien quería que se corrigiera su conducción irresponsable y temeraria. Erickson le preguntó que podía hacer él
para ayudarlo, y la respuesta de Bob fue que Erickson no podía hacer nada, que Bob tendría que hacerlo a su modo. Erickson le
preguntó respecto a cuán pronto él deseaba hacer los cambios, y Bob dijo que al mes siguiente debiera estar conduciendo en forma
adecuada. La afirmación de Bob que él debería hacerlo a su propio modo fue repetido en varias formas durante dos sesiones. Dos
semanas después, Bob reportó jubiloso que había manejado las cosas a su propio modo. Había conducido tan temerariamente que, en
un punto, había abandonado su auto justo antes de chocar con un cerro. Desde ese incidente, había estado conduciendo en forma
segura y dentro de los límites de velocidad permitidos.”
Erickson tenía una inquebrantable creencia en las capacidades de auto-curación de las personas, y se enfocaba intensamente en la
visión que tenían los clientes acerca de sus problemas, sus metas de la terapia, y sus ideas acerca del cambio. Erickson comprendió la
importancia de no intentar eliminar el hombre desnudo de Kim o confrontar el deseo de Bob de “hacerlo a su modo.” Erickson no se
replegó a sus propios miedos (por ejemplo, que podría estar “reforzando las alucinaciones de Kim”) o a preferencias de tratamiento a
priori que necesitaba hacer “algo” con Bob). Por el contrario, ofreció información basada solamente en el contenido suministrado por el
cliente y no insertó contenidos provenientes de un marco teórico.» (Duncan y Miller, 2000, p. 153) 4
Dentro de la tradición ericksoniana, los diversos modelos de terapia estratégica, ya sea que estén enfocados en
los problemas (MRI, terapia familiar estratégica de Haley y Madanes) o enfocados en la solución (Milwaukee),
han desarrollado diversas pautas de relación terapéutica y técnicas de intervención que permiten abordar
exitosamente en un tiempo breve los “problemas interaccionales” de los clientes. Sin embargo, puesto que esos
modelos han prestado poca atención a las emociones, permanece la interrogante acerca desde qué perspectiva
abordar ese aspecto del ser humano.4
Desde el punto de vista de la posición del terapeuta en la terapia estratégica para resolver problemas (léase Erickson,
Haley y MRI), ésta es la del experto que recoge del paciente la información necesaria para formular un problema (el cual
es visualizado desde un marco político, Keeney y Ross, 1987) que puede resolverse llevando a cabo prescripción de
acciones (comportamientos) que rompan el circuito vicioso que mantiene la queja. Este modelo funciona muy bien con
aquellas situaciones que describen anteriormente Boscolo y Bertrando (2000); pero no responde adecuadamente a otros
conflictos humanos que difícilmente pueden ser traducidos fácilmente a ese tipo de circuitos, y que más bien tienen
relación con un marco semántico que político (Keeney y Ross, 1987) en el discurso del cliente: los significados de esas
experiencias para el cliente. La experiencia o vivencia del cliente respecto a su problema tiene importancia para el
terapeuta estratégico en lo que respecta al grado de colaboración del cliente para llevar a cabo tales prescripciones (marco
político cliente-terapeuta [Keeney y Ross, 1987]).
La casuística de Erickson revela que cuando Erickson realizaba un abordaje intrapersonal, generalmente
recurría al uso del hipnotismo (Erickson y Rossi, 1979; Erickson 1980d). Sin embargo, debido a la falta de una
sistematización escrita por el mismo Erickson acerca de las pautas que guiaban su terapia, tenemos que
contentarnos con sus frases típicas: “experiencia clínica” y “observación”.
Rossi (Rossi y Erickson, 1979) ha escrito lo siguiente acerca de Erickson y su abordaje de los síntomas
psicosomáticos:
«La teoría básica de la medicina es que los síntomas son formas de comunicación. Como tales, los síntomas son señales o claves
importantes de problemas en el desarrollo que están en el proceso de hacerse conscientes. Ya que los pacientes no pueden expresarlos
claramente en la forma de insight cognitivo o emocional, encontrará expresiones psicosomáticas como un síntoma corporal.
[…] La hipnosis ha sido una herramienta importante en la evolución de esta teoría básica de la medicina psicosomática y continúa siendo
hoy una modalidad importante para la resolución del comportamiento sintomático. La principal contribución de 84
Erickson en esta área es el descubrimiento que mientras que el insight emocional es generalmente un acercamiento muy deseable en la
resolución de los problemas psicosomáticos, esto no significa que sea la única ruta. Ha desarrollado formas de resolución del comportamiento
sintomático “directamente en un nivel inconsciente”. Es decir, los síntomas pueden ser resueltos al trabajar con los psicodinamismos del
paciente en una forma en que la consciencia no sabe por qué el síntoma corporal desaparece. Además, el problema del desarrollo que se había
expresado en el síntoma también es resuelto de una forma aparentemente espontánea. […]
¿Por qué esos procesos son tan efectivos? Creemos que funcionan porque utilizan las propias experiencias vitales y pautas de
aprendizaje previo del paciente en una forma terapéutica.» (p. 143-144)
Sin embargo, la individualización de la terapia que efectuaba Erickson y su falta de explicaciones clarificadoras
de su trabajo, sólo puede llevar al terapeuta interesado en la réplica de sus tratamientos a una mala copia de
tratamientos efectivos para pacientes singulares en el contexto terapéutico Erickson–ese(a)-cliente.
Rossi ha venido desarrollando desde mediados de los ’80 un enfoque psicoterapéutico que se apoya en el
lenguaje indirecto de Erickson para formular estrategias de intervención pertinentes a los problemas
presentados por el cliente (Terapia psicobiológica: Rossi 1986/1993; 1996; Rossi y Cheek, 1988) y que posee
algunas similitudes con la terapia experiencial inserta en la corriente “humanista”; enfoque que considera
crucial a las emociones en el tratamiento de los clientes. Para clarificar este punto, trataré en forma sucinta
ambos enfoques de psicoterapia, y analizaré sus puntos en común y sus diferencias.
Terapia experiencial
La terapia experiencial se asocia con el trabajo de Rogers y Gendlin (1999). Sin embargo, para un análisis
actual de este enfoque trabajaré con los conceptos de Greenberg y sus colaboradores (1996).
Esos autores afirman que, «las terapias orientadas a la vivencia comparten la creencia en la singular capacidad
humana para la reflexión consciente, y una teoría del funcionamiento humano que se centra en la unicidad de
la experiencia interna y la construcción de significado de cada persona. Así, abogan por una variedad de
métodos que permiten a las personas “acceder conscientemente” a su propia experiencia interna y expresar y
simbolizar los significados previamente implícitos o los sentimientos bloqueados.» (Greenberg et al., 1996, p.
55)
Además, «en esta perspectiva se considera que los seres humanos están orientados hacia el desarrollo y la
completa evolución de sus propias potencialidades. Los principales elementos de la disfunción son que la
experiencia organísmica no acceda a la conciencia y que se bloqueen las capacidades de desarrollo. Por tanto,
fomentar la conciencia de la experiencia y facilitar la atención a la tendencia al desarrollo son cuestiones
centrales para la terapia vivencial.» (Greenberg et al., 1996, p. 55)4
La teoría a la base de la terapia vivencial propuesta por Greenberg y sus colaboradores, es lo que Greenberg y
Pascual-Leone (1998) han denominado un “enfoque constructivista dialéctico del cambio vivencial”.
Resumidamente, la teoría de estos autores indica que la experiencia inmediata que posee una persona de la
realidad interna y externa es una construcción del si mismo y del mundo, guiada por una sensación sentida
implícita que resulta de una síntesis automática y dinámica de la complejidad interna del individuo. «Usamos el
término complejidad interna como una descripción fenomenológica de la conciencia que viven las personas
acerca de su propia vida mental interna, en el contexto de la vida. Cuando se le presta atención, esta
complejidad interna puede estar simbolizada en conciencia reflexiva para crear distinciones o experiencias en
las que, por otra parte, también se puede influir mediante un procesamiento conceptual para generar
explicaciones o significados nuevos y vitales.4» (Greenberg y Pascual-Leone, 1998, p. 150)
Los significados y la sensación corporal concomitante surgen a partir de la activación automática producida por
la situación y el estado interno del sujeto de los componentes de procesamiento de información (esquemas) en
un repertorio individual, y de la síntesis de esos esquemas en una nueva representación de esa complejidad
interna.
La sensación corporal experimentada,
«[…] restringe las posibles construcciones conscientes que la pueden satisfacer, al mismo tiempo que elimina muchos otros posibles
significados. No obstante, una parte crucial de del proceso de creación de significados es la creación de distinciones lingüísticas para
expresar dicha sensación corporal de significado implícita. La experiencia vivencial no sólo está formada plenamente “dentro” de
nosotros, sino que también necesitamos poner en palabras nuestros sentimientos para hacerlos plenamente conscientes. La articulación,
casi siempre a través del lenguaje, es por lo tanto crucial en la creación de nuevas experiencias y significados conscientes. 85
La experiencia, aunque está constituida en parte por la creación de distinciones lingüísticas, no está totalmente determinada por un
orden lingüístico impuesto desde fuera, como han propuesto ciertos constructivistas radicales, construccionistas sociales y
deconstruccionistas […] La naturaleza humana tiene su propio orden y no espera de manera indiferente a que el orden le venga
impuesto desde fuera por el lenguaje y la cultura. Las personas se guían por su propia complejidad interna en interacción con las
particularidades de una situación, lo que se experimenta como una sensación de significado experimentada corporalmente.» (Greenberg
y Pascual-Leone, 1998, p. 150-151)
En la práctica terapéutica esos conceptos se traducen en los siguientes principios para efectuar una terapia en
un enfoque vivencial y procesual4 (Greenberg et al., 1996, p. 129-146):
Principio 1: Armonía empática: Contactar y ser armónicamente empático con el marco de referencia interno del
cliente
Desde el punto de vista del terapeuta, ser armónicamente empático implica:
a) El terapeuta renuncia o coloca de lado sus ideas o formulaciones concebidas previamente respecto al cliente;
b) Entra activamente y toma contacto con el mundo del cliente;
c) El terapeuta armoniza con la experiencia del cliente, experimentándola por si mismo; y
d) El terapeuta “atrapa” lo que es más esencial o conmovedor para el cliente.
Principio 2: Vínculo terapéutico: Comunicar empatía en una relación auténtica de aprecio
Este principio esta basado en las condiciones necesarias y suficientes de Rogers para el cambio terapéutico
(empatía, aprecio y autenticidad).
Principio 3: Colaboración en las tareas: Facilitar la implicación mutua en los objetivos y tareas de la terapia
Este principio implica los siguientes aspectos:
Acuerdo en los objetivos, «En primer lugar, el terapeuta tiene que establecer un acuerdo sobre los objetivos generales del
tratamiento, aquellos problemas sobre los que el cliente desea trabajar en la terapia. En este enfoque el terapeuta trabaja
para comprender la visión del cliente de sus objetivos y problemas y acepta los objetivos del cliente, en lugar de imponerle
los suyos. […] [El terapeuta] acuerda implícita o explícitamente trabajar con el cliente sobre los problemas presentados;
éstos pueden ser problemas específicos tales como tratar con una falta de resolución o una decisión sobre la relación, u
objetivos generales, tales como sentirse mejor, estar menos deprimido u obtener una sensación de mayor control en su
vida. A medida que el tratamiento prosigue, el cliente normalmente perfeccionará y desarrollará un objetivo particular, lo
que requiere que el terapeuta esté armonizado con esta evolución natural. El objetivo sobre el que el cliente y terapeuta
están trabajando tiene que ajustarse, en todo momento, al estado actual del cliente o, en caso contrario, el tratamiento
fracasará.» (Greenberg et al., 1996, p. 138)
Acuerdo en la tarea global, «Debido a que el tratamiento se basa en la tarea global o general de experimentar y
explorar los sentimientos, la terapia sólo tendrá éxito si los clientes, al menos provisionalmente, aceptan estas
tareas. Aunque esas tareas sean lo suficientemente generales como para que se llegue a un acuerdo con la mayoría
de los clientes, en la práctica, un grupo reducido las encuentra inaceptables. Esto normalmente ocurre porque e
encuentran a si mismos incapaces y necesitados de que una autoridad enérgica les guíe para proporcionarles
consejos, autocomprensión, apoyo, o porque buscan intervenciones conductuales específicas.» (Greenberg et al.,
1996, p. 138)
Acuerdo en la tarea específica, «Para que los clientes puedan trabajar en las tareas terapéuticas específicas, ambos
deben estar dispuestos y ser capaces de llevar a cabo las distintas formas de actividad terapéutica. […] De este
modo, el terapeuta informa al cliente de los trabajos y tareas específicas propuestos para fomentar la colaboración y
el acuerdo de los clientes para implicarse en ellos.» (Greenberg et al., 1996, p. 138-139)
Tono colaborador y capacidades del cliente para la tarea, lo cual implica motivar y capacitar a los clientes para
que se impliquen en las actividades de la terapia. Esto requiere una actitud que se comunica a través de «un
estilo colaborador y no impositivo y al evitar una conducta excesivamente definitiva o “experta”. Esto se
produce por la voluntad de considerar alternativas, de admitir errores o malentendidos y negociar desacuerdos.
Todo esto se hace para fomentar una alianza de coexploración en la cual ambos participantes trabajan juntos
para explorar y promover la reorganización de la experiencia del cliente. La participación activa del cliente es
esencial.» (Greenberg et al., 1996, p. 139) 86
Greenberg y sus colaboradores afirman que los tres principios enunciados más arriba describen el tipo de relación
terapéutica ofrecido en su enfoque. Los tres principios siguientes se relacionan con las tareas (técnicas) terapéuticas.
«Los principios de las tareas se basan, generalmente, en el supuesto que los seres humanos son organismos activos,
intencionados, con una necesidad innata de exploración y dominio de su medio ambiente. Esto se expresa
específicamente en los intentos por alcanzar objetivos personales y resolver problemas internos.» (Greenberg et al.,
1996, p. 140)
Los principios de las tareas son tres:
Principio 4: Procesamiento vivencial: Facilitar los procesos óptimos y diferenciales de los clientes
Los autores afirman que lo importante es implicar al cliente en un procesamiento vivencial, más que
conceptual. Es decir, y de acuerdo a la teoría, el terapeuta ayuda a través de las tareas a que el cliente pueda
simbolizar adecuadamente sus experiencias.
Principio 5: Fomentar el crecimiento y la autodeterminación del cliente (crecimiento/elección)
Este principio se deriva de la filosofía existencial que está implícita en el enfoque, el cual «enfatiza la
importancia de la acción interna del cliente. Esto se manifiesta en las tendencias gemelas hacia el
crecimiento/dominio y autodeterminación/elección. Así, el terapeuta enfatiza y valora el potencial del cliente
para el desarrollo y la posesión de si mismo, por un lado, y para la libertad, la elección y la interdependencia
madura, por otro.» (Greenberg et al., 1996, p. 142)
Principio 6: Conclusión de la tarea: Facilitar la conclusión de tareas terapéuticas específicas
Como muchas de las tareas no finalizan una vez colocadas en marcha, el terapeuta necesita ayudar al cliente a
finalizar las tareas terapéuticas. Greenberg y sus colaboradores han realizado un análisis de flujo de cada tarea
o técnica terapéutica (desde la perspectiva del terapeuta y del cliente), con el objetivo que los terapeutas
puedan reconocer con exactitud los pasos de cada tarea.
Respecto a las técnicas terapéuticas vivenciales, Greenberg y sus colaboradores (1996) han especificado
indicadores en el discurso del cliente que aconsejan el uso de una determinada técnica. Puede ocurrir, sin
embargo, que la ejecución de una técnica dé cómo resultado otros indicadores que indican que debe aplicarse
una nueva tarea para continuar con el trabajo de integración.
Esos autores han sistematizado en la siguiente tabla los indicadores, la técnica (operación) a utilizar y el estado
final de su puesta en práctica.
(Tomado de Greenberg et al., 1996, p. 169)
Indicador
Operación
Estado final
Reacción problemática (problema de autocompresión).
Despliegue evocador sistemático.
Nueva visión del funcionamiento del si-mismo-en-el-mundo.
Sentido poco claro o ausente.
Enfoque vivencial [focusing de Gendlin, 1999].
Simbolización del sentido; procesamiento productivo vivencial.
Escisión auotevaluadora (autocrítica, estar atormentado).
Diálogo de las dos sillas [Perls].
Autoaceptación, integración.
Escisión autointerruptora (sentimiento de bloqueo, resignación).
Representación de las dos sillas [Perls].
Autoexpresión, autorización.
Asuntos inacabados (sentimiento desagradable persistente hacia otro específico).
Trabajo con la silla vacía [Perls].
Perdonar al otro o entenderlo, afirmar al si mismo separado.
Vulnerabilidad (emoción dolorosa relacionada con el si mismo).
Afirmación empática [esto implica el manejo del lenguaje de la empatía desarrollado por Rogers].
Autoafirmación (sentirse comprendido, esperanzado y fortalecido).
En un trabajo posterior (Greenberg y Paivio, 2000), Greenberg realiza un acucioso análisis de las emociones y
los sentimientos, y propone tareas terapéuticas para abordar esos indicadores en la experiencia del cliente.
El análisis de los principios de la terapia vivencial de Greenberg y sus colaboradores, permite encontrar diversas
similitudes con principios de la terapia de Erickson. Sin embargo, desde el punto de vista del objetivo general
de la terapia, esa similtud es aparente.
Como hemos visto, la terapia experiencial descrita busca crear un entorno terapéutico que facilite la generación
explicaciones o significados nuevos y vitales para el cliente, posibilitando que éste trabaje con sus explicaciones
y significados en el proceso de la terapia. Y en este sentido, el terapeuta es un facilitador de ese contexto
terapéutico. 87
En la terapia de Erickson, el énfasis está colocado en la interrupción de los esquemas mentales y/o conductas
limitantes que impiden la construcción de nuevos significados para el cliente. A Erickson no le interesaba
trabajar en la sesión terapéutica la construcción de esos nuevos significados a través del diálogo terapéutico4,
sino que confiaba que una vez liberado el cliente de esas ataduras podría reinsertarse saludablemente en la
vida cotidiana y las “fuerzas” de la vida cumplirían su papel (efecto “bola de nieve”).
Cuando Erickson propone que la terapia debe ser hecha desde el marco de referencia interna del cliente, y se
esfuerza por crear una alianza terapéutica con el cliente, no lo hace en el entendido que la alianza terapéutica
posee un valor curativo en si misma (como lo entendía Rogers, o como lo han evidenciado los estudios actuales
de la eficacia de la terapia [Miller et al., 1997]), sino que buscaba influenciar la experiencia del cliente, para
que éste colaborara llevando a cabo las prescripciones de comportamiento que Erickson sugería desde su rol de
experto.
Terapia psicobiológica de Ernest Rossi
Rossi, como terapeuta y teórico de la psicoterapia, ha seguido un camino bastante singular; y sus antecedentes
profesionales así lo demuestran.
Antes de obtener su PhD en psicología, estudió bioquímica; y posteriormente estudió medicina psicosomática
con Franz Alexander; se formó en psicología jungiana (ha formado parte del consejo de certificación del
Instituto Carl Jung de Los Angeles, y ha sido director de la revista Psychological Perspectivas editada por ese
Instituto); durante los años 1972-1980 colaboró con Erickson (Hypnotic Realities [1976], Hypnotherapy [1979],
Experiencing Hypnosis [1981] y The Febraury Man [1989]) y es el editor de los Collected Papers de Erickson (4
volúmenes) y de los 4 volúmenes de The Seminars, Workshops, and Lectures of Milton H. Erickson. Desde el
año 1986 ha venido publicando su perspectiva psicobiológica de le hipnoterapia naturalista y de utilización de
Erickson (Bowie y Pacheco, 1993); y en los años ’90 ha venido integrando diversas disciplinas para la
formulación de una teoría caos-biológica del trabajo hipnoterapéutico (Rossi, 1996).
Como era de esperar, dada la formación de Rossi, se interesó especialmente en la hipnoterapia y en los
acercamientos intrapersonales de Erickson. La lectura atenta del volumen que publicó en 1986 (Rossi,
1986/1993) permite observar que en las estrategias terapéuticas esquematizadas siempre está subyacente la
búsqueda de eventos inconscientes relacionados con el síntoma4; como por ejemplo en la “fórmula de acceso
básica”:
«1. Una introducción temporal que inicia una búsqueda interna:
¿Tan pronto cómo su mente interna (inconsciente creativo, guía espiritual, etc.)) sepa
2. Accesando las fuentes ligadas al estado del problema:
que puede revisar algunas memorias importantes relacionadas con la fuente de ese problema,
3. Señal observable de la resolución del problema
sus ojos se cerrarán?» (Rossi, 1986/1993, p. 101) (Énfasis añadido)
En el enfoque psicobiológico de Rossi encontramos el siguiente principio básico: «Todos los síntomas son
señales» (Rossi, 1986/1993, p. 92).
Desde el punto de vista del enfoque psicobiológico, en lugar de negar o acallar la sintomatología a través de
psicofármacos, Rossi se pregunta “¿Qué está intentando decirnos la mentecuerpo con ese ánimo depresivo, la
fatiga crónica, un dolor de cabeza, una úlcera, o una neurodermatitis bajo estrés?”.
Los síntomas son considerados como señales de la mentecuerpo y se los recibe para luego facilitar procesos
creativos de transducción de información que pueden trasformar los aspectos negativos del síntoma en una
respuesta terapéutica. (Rossi, 1986/1993)
Rossi describe diversas modalidades de comunicación mentecuerpo (imaginería, cognición, identidad,
comportamiento, sensación y emoción); cada modalidad puede ser transformada, al menos en parte, en otras
para el proceso de información óptimo y la solución de problemas en situaciones vitales nuevas y desafiantes.
Rossi afirma que las personas generalmente reportan estar “bloqueadas” cuando sienten que no pueden poner
algo en palabras. Pueden estar comportándose tan rígidas e intelectuales que saben algo 88
intelectualmente y no pueden expresarlo o trasladarlo a cambios apropiados en su comportamiento. «Las
personas tienen síntomas y problemas cuando su experiencia está bloqueada o ligada al estado4 en una u otra
modalidad, de modo que no pueden usar su talento natural de otros aspectos de su naturaleza.» (Rossi,
1986/1993, p. 93)
Según Rossi (1986/1993), con frecuencia, las cogniciones, las percepciones y las emociones son las
modalidades mentecuerpo iniciales que señalan que algo está llegando a la consciencia. Algunas personas
pueden sentirse avergonzadas o deprimidas, sin saber por qué. Algunas pueden experimentar imágenes que
representan una metáfora significativa respecto a las emociones, para un patrón más cognitivo de percatarse
sobre lo que está experimentándose. Esos procesos cognitivos o de pensamiento son, generalmente, un
registro de la historia personal e identidad. En forma ideal, las nuevas experiencias conducen a una
actualización apropiada de antiguos registros e identidad, junto a pautas innovadoras de comportamiento.
Este proceso de transducción de información y resolución de problemas puede ejemplificarse a través del siguiente
ejemplo clínico de Rossi, en lo que ha denominado “Yendo con el flujo: Convirtiendo los síntomas en señales y los
problemas en recursos”, y que describe en tres fases: (1) experimentación de los síntomas y los problemas
psicológicos, (2) comunicación mentecuerpo, resistencia, crisis y disociación terapéutica, y (3) curación, insight,
síntoma y resolución de problemas.
El caso en cuestión trata de una mujer (S) de veintitantos años que había tenido en los últimos años “una serie
de problemas ginecológicos misteriosos”. Había visto a muchos médicos, se le habían hecho muchos exámenes
e incluso una operación exploratoria “allí abajo”. Varios médicos a quienes respetaba le habían dicho que no
tenía ningún problema médico. Eso la llevó a solicitar terapia.
A continuación se transcribe la sesión de terapia conducida por Rossi (R), encontrándose en la columna
izquierda la interacción de la paciente con Rossi, y a la derecha los comentarios de aquel. (Resumido de Rossi,
1986/1993, pp. 94-99)89
En la primera sesión de terapia, ella entró a la consulta anunciando que se había dado una “jaqueca hoy”.
R: (En una forma simpática) Dígame cómo está experimentando esa jaqueca en este momento.
S: (Con el rostro arrugado de angustia dolorosa) Un terrible cintillo alrededor de mi cabeza que no me deja sola –ha estado golpeándome todo el día, ya
que he estado preocupada por mi pareja. No pude dormir toda la última noche porque no puedo sacarla de mi mente. ¡No sé qué tengo que hacer para
liberarme esta jaqueca. Incluso no puedo pensar bien ahora, mi mente parece estar loca. ¿Cómo se supone que estudie?
R: (Continuando con interés) ¿Qué está experimentando realmente ahora)
S: (Respondiendo con un momento de asombro, mientras aparentemente toma contacto consigo misma; arruga su frente con gran dolor y dice en voz
alta) ¡La jaqueca está empeorando! ¡Oh, dios, está encendiéndose y apagándose en la peor forma! ¡Y ahora parece estar bajando hacia mi nuca y estoy
comenzado a tener el cuello tieso! Oh, como odio esto, es como una sensación quemante que está esparciéndose desde mi cabeza y mi cuello hacia mi
hombro derecho. ¡Todo mi cuerpo es una porquería!
R: Bien, realmente parece como si todo su cuerpo estuviera intentado decirnos algo, especialmente respecto a su relación de pareja, de modo que
permítase recibir cualquier cosa que surja por si misma en este momento.
S: (Durante algunos momentos habla tentativamente de su relación con su pareja y entonces parece tener un quiebre, con fuertes sollozos, sacudidas y
llanto.)
R: (Ya que la respuesta emocional de ella amenaza con dejarla fuera de control) Eso está bien, puede continuar permitiéndose sentir eso realmente tan
fuerte como lo necesite, porque hay una parte de usted que puede observar con sabiduría y mantenerla segura, de modo que pueda comprender qué le
están diciendo esos sentimientos.
S: (Cae en sollozos tranquilos y finalmente en un silencio durante dos o tres minutos, aparentemente profundamente ensimismada en si misma. Luego
advierte con suavidad) Oh, mis mejillas están ardiendo, muy calientes ahora, ¿por qué? Es como si estuviera avergonzada por algo. ¿Por qué estoy tan
avergonzada?
Fase 1: Síntomas y problemas psicológicos
Rossi inicia una exploración abierta en el campo de la mente/cuerpo al solicitarle que le relate cómo está experimentando la jaqueca en ese momento.
El énfasis está colocado en el síntoma, la modalidad sensorio dolorosa de la experiencia, para ayudarla a focalizarse y quizá amplificar esa experiencia sensoria para
focalizarse y quizá amplificar esa experiencia sensoria para accesar sus fuentes ligadas al estado.
Según Rossi, esto puede ser una vía directa para resolver problema.
El tono de voz es de apoyo y optimismo, en una forma exploratoria, implica que los síntomas poseen mucho interés y ya pueden estar cambiando.
Disociación terapéutica.
Rossi guarda absoluto silencio, para no interrumpir la absorción de ella.90
R: (Ella lo mira con los ojos muy abiertos, en aparente expectación y mirando a R por una respuesta. Sus pupilas y sus ojos parecen dilatados y R
responde ansiosamente) Sí, me pregunto qué es. No sé si necesita mantener algo de eso en privado. Sólo continúe recibiendo lo que venga a usted
totalmente por si mismo ahora –sólo dígame lo que necesito saber realmente para ayudarla más.
Fase 2: Comunicación mente/cuerpo, resistencia, crisis y disociación terapéutica
En respuesta a la interrogante que la focaliza, la jaqueca atraviesa por una serie de transducciones sensorio-perceptuales, desde un cintillo a un
percatarse y cognición imprecisa. Su asombro y su focalización aparentemente empeoran por un momento los síntomas y después lo transduce en un
cuello tieso y sensaciones quemantes que se esparcen por sus hombros.
No siempre está presente esta crisis momentánea, pero es similar a las crisis de histeria descritas en el siglo pasado. (Aunque los pacientes modernos
raramente atraviesan por las crisis histéricas floridas descritas con anterioridad; más bien la crisis pequeña, como la descrita, es más propia de la típica
vida psicosocial actual).
La sugerencia de disociación entregada antes sirve para modular la crisis emocional, dándole confianza que mientras presente su acceso emocional
recuperará memorias importantes y el logro de la curación y nuevos insights.
Ella responde a la disociación terapéutica con un trabajo interno concentrado, que la conduce a un azoramiento de vergüenza. Solicita una respuesta a
Rossi por lo que está experimentando, pero en lugar de interpretarle lo que sucede, éste le sugiere continuar recibiendo esas experiencias y mantenerlas
en privado. Esta es una forma de evitar, descargar o debilitar la resistencia; puede experimentar las experiencias en privado, sin temor, informando lo
que servirá al terapeuta para ayudarla si es necesario. Mantiene, por lo tanto, el locus e control en ella, y puede facilitar por si misma su propio proceso
terapéutico en una forma más adecuada de lo que podría hacerlo un terapeuta ajeno a ella.91
S: (Permanece en silencio durante algunos momentos y después con un lento movimiento de su cuello susurra) Me veo escribiendo una carta al “Querido
John”. No lo estoy reprochando a él o a mi misma. Siempre he sabido esto, siempre he sabido que realmente no funcionaría entre nosotros, pero fue tan
divertido para nosotros al principio que quise que continuara. Me doy cuenta ahora que realmente somos personas muy diferentes. Disfruté mucho sus
fiestas y sus amistades al principio, pero ahora sé que soy diferente a ellos, necesito mi soledad -como cuando llega mi poema, como una niña pequeña
tirando de mi falda, y entonces escribo. Los poemas se han desvanecido todos de mi mente ya que nos hemos estado apagando juntos, pero no puedo
vivir sin mis poemas, ellos están en mi. Es sólo la dinámica, usted sabe, es sólo la dinámica la que no funciona entre mi pareja y yo. Odio esas dinámicas
pero es cierto, ¿usted sabe? La odio, pero es bueno saber lo que tengo que hacer.
S: (Cierra sus ojos, mueve su cabeza lentamente y toma unas profundas inspiraciones de aire. Con una sonrisa torcida dice:) Vea, le dije que me dí esa jaqueca -
¡se ha ido completamente ahora! Me siento mucho mejor ahora, gracias. Oh, todo el mundo de pronto parece más claro, realmente puedo ver esta habitación más
claramente.
(Permanece en silencio durante algunos minutos y después mueve sus ojos y sus labios lentamente, como si estuviera en comunión consigo misma.
Finalmente dice:) Umm, sólo el trozo de una frase, está viniendo el comienzo de un poema, realmente puedo sentirlo. Oh, gracias al cielo, es como una
epifanía de un cristal de hielo claro en el momento de derretirse con la primavera en el mar del norte.
R: (Ella parece haber encontrado su propia solución, pero R lo prueba tentativamente haciendo una broma) Oh, ¿¡realmente le escribirá “Querido John” y
le dirá todas las dinámicas!?
grupo de muS: (Responde juguetonamente) ¡Oh, no necio! ¡Solamente le escribiré una bonita carta -quién sabe- quizá un poema! El sabe, el ya sabe la
verdad y le enviaré la carta esta misma noche y al hacerlo realmente podré dormir esta noche. Oh, ¿qué hora es? ¡Oh, estoy triste, tengo que irme! Me
reuniré con mi jeres esta tarde; ellas realmente comprenderán. Después le escribiré la carta y la enviaré personalmente. Muchas gracias, usted realmente
ha sido una ayuda, ¡aunque no parece decir mucho!
Fase 3: Insight, resolución de problemas
Experimenta diversos cambios espontáneos entre las modalidades cognitiva-emocional-identidad. Esta es la rápida culminación de un cambio
profundamente significativo de una serie de síntomas físicos en emociones, y la comprensión cognitiva de un problema relacional que ahora es capaz de
procesar en un modo óptimo, independientemente del terapeuta, el cual sólo la apoyó y permitió que ocurriera un trabajo significativo en su interior.
La sensación de relajación y paz interna que reporta al finalizar la sesión indica que ha experimentado un cambio terapéutico.
Desde este punto de vista puede comprenderse cómo los terapeutas pueden distorsionar las propias señales mente/cuerpo del paciente, al entregar
sugestiones de relajación al comienzo de la sesión terapéutica. Para Rossi, la ansiedad, la tensión y los síntomas al inicio de la sesión son señales de
disposición para hacer un trabajo terapéutico importante.
Como vemos en el ejemplo, Rossi alienta la experiencia del síntoma; el percatarse consciente se enfoca en la
sensación, con la esperanza que al estar la paciente inmersa en “un caldero de sustancias informacionales del
estrés” (Rossi, 1993), pueda llegar a su consciencia la información disociada, bloqueada.
Rossi ha relacionado las fases de este proceso creativo con los ritmos ultradianos «de desempeño óptimo en la
curación en la terapia, así como también en la vida cotidiana. El rol del terapeuta en la hipnoterapia centrada en el
paciente es “arreglar” las condiciones se modo que el paciente tenga la oportunidad de reconocer y aprender a
utilizar las cuatro fases de su proceso creativo» (Rossi, 1996, p. 214)
Rossi representa este proceso a través de la figura que se encuentra en la página siguiente. Este autor indica:
«La figura ilustra un nuevo mapa de la naturaleza oscilante de la consciencia y el ser, ilustrando las dinámicas ultradianas del ciclo de 90
minutos del soñar cuando estamos dormidos y el ciclo adaptativo de actividad correspondiente de 90 minutos, pero [que es] muy
variable, descanso y curación durante las horas de vigilia. Muchas moléculas mensajeras hormonales del sistema endocrino, como la
hormona de crecimiento, la hormona activante y del estrés, el cortisol, y la hormona sexual testosterona, tienen una cumbre ultradiana
típica en diferentes momentos del ciclo de 24 horas. Debido a la muy variable y adaptativa liberación de esas hormonas, se reconoce
que tienen un impacto dependiente del estado profundo sobre la memoria, el aprendizaje, las emociones y el comportamiento a lo largo
del día, es importante que se considere su relevancia en [la construcción] de nuevos modelos del proceso creativo en las artes, las
ciencias y las humanidades, así como también en el trabajo interno esencial de la psicoterapia. La figura ilustra las cuatro fases del
proceso creativo en la imaginación activa y la psicoterapia. Este proceso de cuatro fases en la psicoterapia puede ser entendido como la
utilización de los ritmos naturales de desempeño y curación que ocurren naturalmente cada dos horas o más a lo largo del día. Las
funciones psicológicas de Jung: Sensación, Sentimiento, Intuición y Pensamiento están asociadas frecuentemente con las cuatro fases
del proceso creativo. 92
Adviértase cómo la función del pensamiento a menudo aparece más apropiadamente solamente al final del proceso, después que las
funciones de la sensación, sentimiento e intuición han tenido una oportunidad para acceder la sabiduría del cuerpo.» (Rossi, s/f) (Énfasis
en el original)
(Adaptado de Rossi, 1996, p. 214)
«Las cuatro fases del proceso creativo ilustrados […] son una aproximación de un ritmo ultradiano de 90-120 minutos idealizado, de desempeño óptimo y
curación en la terapia y la vida cotidiana. El rol del terapeuta en la hipnoterapia centrada en el cliente es “arreglar las condiciones”, de modo que el
paciente tenga una oportunidad para reconocer y aprender a utilizar las cuatro fases de este proceso creativo que ocurre una media docena de veces al
día.»
Podemos apreciar en esta estrategia –al igual que en el “escalamiento del síntoma” (Rossi, 1986/1993, 1996)–
una similitud con la técnica del “focusing en seis pasos” de Gendlin (Gendlin, 1999; Greenberg et al., 1996);
puesto que en ambas estrategias se usa la sensación corporal a la cual le falta el referente cognitivo como la
guía del trabajo terapéutico. Sin embargo, existe una diferencia entre ambas estrategias: mientras Rossi confía
en la “sabiduría” del inconsciente en el proceso terapéutico, la terapia experiencial no usa la metáfora del
inconsciente, sino que persigue una simbolización consciente.4
No cabe duda que esta es una preferencia de los enfoques, que no aporta ni quita a la estrategia en si misma;
en ambos casos los resultados dependen del propio cliente y de la pericia del terapeuta para acompañar y guiar
al cliente en su proceso.
Como puede apreciar el lector, en el ejemplo de Rossi, se está usando el lenguaje hipnótico indirecto de
Erickson y conceptos de la hipnoterapia (disociación) para facilitar el proceso de “toma de conciencia” en la
paciente. Una vez que la información bloqueada, disociada, llega a la conciencia de la cliente, pueden usarse
otras estrategias para facilitar la integración de esa información en la creación de una nueva identidad (del si-
mismo).
Otra estrategia de Rossi, como el “trabajo de polaridades” (Rossi, 1996) nos recuerda el trabajo con las sillas
vacías de Fritz Perls (Greenberg et al., 1996). Ahora Rossi usará las manos y los fenómenos ideodinámicos para
reemplazar el trabajo con las sillas de Perls; pero el objetivo es el mismo: integración de aspectos disociados de
la experiencia del cliente.4
Desde el punto de vista de la naturaleza ultradiana de la experiencia hipnótica, Rossi está trabajando durante la
“fase alta” de la hipnosis. En respuesta a una pregunta acerca de este modo de trabajo (tan contrapuesto a la
visión del cliente “dormido” durante el trance), Rossi responde:
«Me gusta creer que estoy usando el enfoque naturalista y de utilización de Erickson, en el cual el terapeuta reconoce y facilita cualquier
estado de consciencia y ser que el paciente esté experimentando en ese momento. Esto es muy diferente, por ejemplo, de muchos de
los enfoques corporales, que presionan para la expresión de la rabia y los afectos, donde la idea es que la catarsis es terapéutica en si
misma. Las Preguntas de Acceso Básico4, tienden, sin embargo, a evocar estados de activación [arousal], debido a que requieren que el
paciente haga alguna clase importante de trabajo interno. Aunque el acercamiento hipnoterapéutico tradicional comienza sugiriendo
relajación, comodidad e incluso sueño, la mayoría de los terapeutas tienen en mente eso, pronto focalizarán la atención del paciente en
el trabajo interno del cambio terapéutico que es necesario que ocurra. 93
Las fases activas de la mayoría de las formas de psicoterapia requieren usualmente alguna forma de activación u otra para facilitar la
fase de transición crítica que el paciente necesita atravesar.» (Rossi, 1996, p. 208)
En respuesta a otra pregunta acerca de si no está sobre-enfatizando en su enfoque permisivo un locus de
control interno del cliente, Rossi responde:
«[…] es muy importante enfatizar cuán diferente es el enfoque psicobiológico centrado en el paciente de la idea tradicional que la
hipnosis coloca a las personas en una especie de estado en blanco donde son programadas como robots por el terapeuta. Este enfoque
autoritario, que ahora denominamos “fase baja de la hipnosis”, aun es una comprensión errónea perpetuada por los medios periodísticos
populares, así como también en algunas agencian que financian investigaciones. La nueva visión respecto a la curación en hipnosis es el
reconocimiento que la incertidumbre creativa es una parte natural de la fase de transición individual crítica que es experimentada por el
terapeuta y el paciente. El proceso hipnoterapéutico es un proceso inherentemente creativo donde el terapeuta y el cliente cooperan en
un proceso del cual nunca se sabe con exactitud hacia donde derivará. En lugar de decir “el terapeuta aun mantiene el control…”, ya
diría “el terapeuta facilita un relación, al observar cuidadosamente y hacer algunas preguntas abiertas en el momento adecuado. »
(Rossi, 1996, p. 237-238)
Respecto a las contraindicaciones de una hipnoterapia centrada en el paciente, Rossi afirma:
Se aplican las mismas contraindicaciones usuales para cualquier psicoterapia. Uno debe ser cuidadoso con los paranoides, los
desórdenes de carácter o los pacientes que obtienen ganancias secundarias (v.g., ganancia económica de las compañías de seguros),
que están más interesados en explotar la situación psicoterapéutica que en la resolución de problemas y la curación. Una de las
dificultades con un enfoque centrado en el paciente muy permisivo, es que algunos pacientes no tienen una adecuada comprensión de
lo que realmente necesitan de la psicoterapia.» (Rossi, 1996, p. 238)
Uno podría preguntarse, ¿y cuál es el nuevo aporte de Rossi, ya que los terapeutas experienciales vienen
haciendo lo mismo hace años?
Mi respuesta es la siguiente: puede ocurrir en la terapia experiencial que el cliente tenga dificultades para trabajar en
forma directa y consciente esos aspectos disociados de si mismo, con lo cual puede resultar muy difícil aplicar el
enfoque vivencial. La introducción de un constructo como el “inconsciente creativo”, aunado al lenguaje indirecto de
influencia terapéutica (Erickson y Rossi, 1979) y la experiencia de fenómenos ideomotores involuntarios que “hablan”
desde dentro del cliente, crea una especie de “profecía de autocumplimiento” respecto a que una parte interna del
cliente continuará haciendo el trabajo aunque el cliente no se percate de ello. Asimismo, la experiencia de
fenómenos involuntarios ayuda a debilitar los esquemas mentales rígidos, y se posibilita una mayor disposición a
colaborar en el proceso terapéutico.
El aporte de Rossi en su integración de la hipnoterapia de Erickson con una terapia más vivencial no solamente
se encuentra en el trabajo con los síntomas psicosomáticos, sino que también la extrapola a su trabajo con los
sueños (Rossi, 1998/2000), un área propia de la terapia jungiana y que también está presente en la terapia
gestáltica.
Asimismo, a la vez que desde la perspectiva de Rossi podemos estar haciendo un aporte a la terapia
experiencial al suministrarle otros medios para alcanzar sus objetivos terapéuticos4, los terapeutas
ericksonianos harían bien en incorporar a su arsenal de estrategias terapéuticas las diversas técnicas
desarrolladas en el enfoque experiencial, especialmente en aquellos casos en que la sola palabra “hipnosis”
suscita renuencia a cooperar en el cliente.
Desde el punto de vista de la integración en psicoterapia para la construcción de la terapia eficaz que postulan
Miller y sus colaboradores, mientras más técnicas o estrategias posea el terapeuta y que encajen con la teoría
del cambio que posee el cliente, estaremos entregando un mejor servicio a nuestros clientes.
Surge entonces una pregunta de rigor: ¿y cómo se relaciona esto con el legado de la pragmática de Erickson
que abogaba por una terapia breve, cuando históricamente ha ocurrido que las terapias que involucran a las
emociones tienden a alargar los tratamientos?
Mi respuesta es simple: la terapia breve no tiene relación solamente con un número mínimo de sesiones; la
terapia se abrevia cuando el terapeuta y el cliente han co-construido metas que tengan sentido para el cliente,
y el terapeuta y el cliente se esfuerzan por alcanzar dichas metas. Los modos a través de los cuales se alcanzan
las metas no hacen a la terapia más o menos breve.
Desde el punto de vista de una terapia eficaz, “breve” no tiene relación con el número de sesiones, sino que es
un concepto de eficacia: maximizar la efectividad en el menor tiempo posible. (Duncan et al., 1997).
Sin embargo, en la proposición de integración que he presentado en este capítulo, no comparto la idea de
Greenberg respecto a que existe una “tarea general” subyacente a la terapia, “conocerse más a si 94
Llama mi atención como ese autor ha prefijado de antemano la duración de cada fase de tratamiento: Fase 1, “un mínimo de 1-2 sesiones y un máximo
de 7-8” (p. 140); Fase 2, que se divide en dos subfases: “Enfoque y reordenamiento de la experiencia” que “puede durar de 4 a 8 meses” (p. 142); y
“Reconstrucción del estilo afectivo del cliente”, “que puede durar de 3 a 7 meses” (p. 144). La Tercera Fase de la terapia, “dura entre 3 y 6 meses y tiene
lugar durante el segundo año de la terapia” (p. 146).
5 Esto no significa que el terapeuta acepte las ideas socialmente objetables del cliente. Sin embargo la pericia del terapeuta le puede permitir trabajar con
esas metas. Se sugiere revisar el capítulo del volumen de DeJong y Berg (1998) respecto a las metas bien construidas en terapia.
6 Keeney y Ross (1987) ha denominado marco político de referencia a la organización cibernética de la comunicación en los sistemas de vínculos
humanos.«La orientación estratégica de Jay Haley y la perspectiva interaccional de Watzlawick y colaboradores, entre otrosa portes, se comprenden con
más claridad dentro de este marco, a saber, que ponen el acento en la política de la comunicación: quién-hace-qué-a-quién-cuando; o más
específicamente, la organización cibernética de la terapia. […] Ahora bien, un marco político de referencia no necesariamente implica poder social o
jerarquías. Estos términos son en realidad marcos semánticos que confieren sentidos a marcos políticos de referencia. […] Una pauta secuencial de
conducta indica un marco político de referencia, pero describir esa misma secuencia en función de poder social nos desplaza a un marco semántico de
referencia: estas descripciones de poder social nos dicen más sobre el modo en que un terapeuta construye significados, que sobre la organización de un
contexto terapéutico. […] Los terapeutas abordan una gran diversidad de marcos específicos, pero todos utilizan marcos de referencia así semánticos
como políticos. Este distingo es el principal instrumento que permite levantar un mapa de la terapia en tanto es una oscilación pendular entre aquellos y
estos. Es cierto, sin embargo, que algunos terapeutas prefieren una clase de marco a la otra. Pero si en sus descripciones ponen unos el acento en
acento en el significado de sucesos pasados, presentes y futuros, mientras que los otros lo ponen en la política de los sucesos pasados, presentes y
futuros, todos emplean marcos de referencia tanto semánticos como políticos. […] Todas las terapias familiares sistémicas incluyen significados
semánticos aunados a las pautas políticas que organizan la interacción social. Por desdicha, algunas de las teorías sobre terapia familiar sistémica han
dejado de lado el marco semántico. Los terapeutas de esta orientación tienen que reinstituir el valor de la semántica poniendo el acento en su
interrelación con los marcos políticos. Las diversas terapias familiares sistémicas obedecen a pautas en que los marcos políticos y semántico se
entretejen, y por ese camino construyen realidades terapéuticas.» (p. 26-27, 29, 33)
7 Obsérvese la similitud de este aserto con la concepción que tenía Erickson de los problemas humanos. «Los pacientes tienen problemas debido a sus
limitaciones aprendidas. Están atrapados en esquemas mentales, marcos de referencia, y sistemas de creencia que no les permiten explorar y utilizar sus
propias habilidades en su beneficio. Los seres humanos aun en el proceso de aprender a usar sus potenciales. La transacción terapéutica crea idealmente
un nuevo mundo fenoménico en el cual los pacientes pueden explorar sus potenciales, libres en algún grado de sus limitaciones aprendidas.» (Erickson y
Rossi, 1979, p. 2)
8 Un marco semántico, según los conceptos de Keeney y Ross (1987).
9 “Procesual” de proceso. La terapia experiencial propuesta es una terapia que coloca el acento en el proceso de la construcción de significados.

mismo”4 o propender a la mayor integración del cliente en la terapia. Esa es una elección del cliente, no del
terapeuta.
Infortunadamente los teóricos de la psicoterapia (léase iniciadores de un enfoque) suelen caer en la trampa de los
enfoques”tradicionales” que suponen han superado: que existe un único enfoque que dará respuesta a la mayoría de
los problemas humanos. La complejidad de la experiencia humana se resiste a ser encasillada. El desafío para la
psicoterapia es la facilitación de contextos que promuevan el amplio desarrollo del ser humano, para lo cual se
requieren terapeutas flexibles que puedan adaptarse a las múltiples necesidades de sus clientes.
Quizá éste es el lugar oportuno para recordarles a los terapeutas que se adscriben al “enfoque ericksoniano” la
tan popular reflexión de Erickson:
“Cada persona es un individuo único. Por consiguiente, la psicoterapia debiera ser formulada para acoger la singularidad de las
necesidades del individuo, en lugar de amoldar a la persona para que se adapte al lecho de Procrusto de una teoría hipotética del
comportamiento humano”. (Zeig y Gilligan, 1992, p. 22)
Notas:
1 Agradezco a mi amigo y colega, Patricio Elgueta, la revisión y sus comentarios de este capítulo.
2 Aspecto que hemos tratado en otros capítulos de este libro.
3 Anderson (1999) ha escrito lo siguiente:
«Hoy es innegable la influencia de la terapia familiar sobre la psicoterapia en general […] La terapia familiar abrió el espacio para un cambio
paradigmático que mudó a la psicoterapia desde su anclaje en la pregunta del por qué (una perspectiva unidireccional, de causa-efecto, orientada hacia
el pasado) hasta un nuevo anclaje en la pregunta del qué (centrada en las conductas, la comunicación, el lenguaje, las creencias). Este nuevo paradigma
llevó sobre todo a reconocer la contextualización de la conducta humana, y a comprender al individuo en relación con otros. En lugar de ver la conducta
desde una perspectiva intrapsíquica, se le ve en el contexto de los sistemas, y el intento se desplaza al marco de referencia interaccional o interpersonal
dentro del cual ocurre la conducta, anormal o problemática. Este cambio permitió describir, explicar, localizar y, por lo tanto, tratar los problemas en
forma diferente. La terapia familiar también “hizo público” el proceso de la psicoterapia, que dejó de ser un suceso secreto y sagrado, para convertirse en
un tema de estudio, observación e intercambio; quizá sea esta la contribución más importante de la terapia familiar a la incesante cadena de
transformaciones teóricas y clínica.» (p. 57-58) (Énfasis en el original)
4 En un artículo de Guidano (1998) en el cual describe a grandes rasgos su terapia constructivista, enuncia las siguientes fases del proceso terapéutico:
Fase 1: Preparación del contexto clínico interpersonal; Fase 2: Construcción del contexto terapéutico; y Fase 3: Realización del análisis evolutivo. 95
10 Y que en el contexto histórico de Erickson cuando comenzó a desarrollar su enfoque terapéutico significaban terapias de larga duración, que no
siempre eran eficaces.
11 Lo cual es congruente con su formación en psicología profunda; y que refleja también la noción de causalidad lineal en esos modelos terapéuticos.
12 Referido a la memoria, aprendizaje y comportamiento asociado al estado. Cuando por diversos motivos la persona experimenta estrés, los eventos
mentecuerpo asociados a ese estado pueden quedar disociados de la consciencia una vez que las moléculas informacionales del estrés (que encodifican
memoria y aprendizaje) son retiradas del torrente sanguíneo.
13 Lo cual es congruente con la raíz existencial de la terapia experiencial: se busca que el individuo se haga responsable de si mismo y sus acciones en su
ser-en-el-mundo; en cambio la metáfora del inconsciente implica un aspecto relativamente autónomo en el psiquismo.
14 En mi experiencia clínica, cuando uso las estrategias de Perls, he podido observar que los clientes, al estar inmersos en la tarea terapéutica, presentan
una serie de indicadores corporales que suelen presentarse en un estado “alterado” o especial de consciencia propio de la experiencia hipnótica.
15 Que tienen la forma de una directiva implicada (Erickson, Rossi y Rossi, 1976; Erickson y Rossi, 1979)
16 Y al hacer esto, quizá podamos motivar a los terapeutas experienciales para que comiencen a tomar en consideración que a veces también es necesaria
una mirada interaccional (sistémica) para ayudar a los clientes a alcanzar sus metas. Así como podemos “acusar” a la terapia estratégica querer mirar de
un único modo los problemas humanos (“reduccionista”), lo mismo puede decirse de la terapia experiencial.
17 Auque si hacemos preguntas para ayudar a la “buena”construcción de esa meta (DeJong y Berg, 1998), podríamos considerarla
para ese paciente en particular. 96
Capítulo 15: La “hipnosis” en la Psicología de la Salud
Existen centenares de publicaciones acerca del papel de la hipnoterapia en el campo de la salud (Hammond,
1990): manejo y control del dolor, preparación para la cirugía, emergencias médicas, hipertensión, problemas
gastrointestinales, síndrome premenstrual, problemas dermatológicos, quemaduras, control de sangrados y
preparación para el parto.
Sin embargo, cuando uno lee textos como los de Hammond, pareciera que estamos frente a un voluminoso recetario
de “sugestiones” que se ha probado que actúan a nivel del organismo. La lectura de los numerosos ejemplos citados
en ese libro permite advertir una ausencia notable de descripciones de las metodologías usadas para probar esa
relación; a la vez que tampoco se describe adecuadamente a los pacientes en los cuales se usaron esas sugestiones.
Permítaseme citar a Hammond,
«Otra área particularmente valiosa para la aplicación de la hipnosis es con problemas gastrointestinales como úlceras, síndrome de colon
irritable, colitis ulcerosa y enfermedad de Crhon. Kevin y Spiegel documentaron la habilidad de la hipnosis para estimular e inhibir la
secreción de ácido gástrico. […] Colgan, Faragher y Whorwell estudiaron los posibles beneficios de la hipnoterapia en la prevención de
recaídas en pacientes con úlcera duodenal. En un estudio cuidadosamente controlado, en un año de seguimiento, el 100% de los
pacientes control (que recibieron medicamentos hasta después que las úlceras curaron) habían recaído. Pero los pacientes que también
habían recibido hipnoterapia, solamente recayó el 53%.» (Hammond, 1990, p. 218)
El modo en que Hammond expone sus ideas, podría inducir al lector a suponer que la “hipnosis” o la
“hipnoterapia”4 son curativas en si mismas. Y si uno fuera un neófito en este campo podría estar tentado a
hacer uso del recetario de Hammond (y otros similares) y comenzar a “administrar” esos “medicamentos
lingüísticos” a los pacientes… Es probable que los resultados sean bastante pobres.
Dentro de la tradición modernista en psicología y sus aplicaciones a la salud, los profesionales andan en
búsqueda de “técnicas” para aplicar a sus pacientes; y se olvidan que el hipnotismo implica establecer una
relación de colaboración con el paciente4. De hecho, la administración de medicamentos en medicina implica
que el médico establezca una buena relación con el paciente, a la vez que le informa acerca de la acción de
dicho medicamento, si busca que los pacientes tengan adherencia al tratamiento.
Pareciera que una medicina como la actual centrada en la tecnología, en donde los pacientes parecen importar
poco como personas, también ha contagiado a los profesionales de la salud mental que se desempeñan en esa
área. Amén del desconocimiento en los ambientes médicos respecto a la hipnoterapia actual.4
En este capítulo expondré el modo en que concibo el papel de la hipnoterapia de utilización en el área de la
salud; y cuál es su papel como coadyuvante de los tratamientos médicos.
Para ayudarme en este propósito, permítaseme citar a Erickson:
«En obstetricia, como en ningún otro campo de la medicina, la paciente ocupa un rol dominante durante meses como un individuo que
atraviesa una larga alteración progresiva, no sólo somáticamente, sino que también psicológicamente, en las relaciones personal, social,
económica y temporal. Se colocan en juego durante el embarazo, así como también en el parto, una multitud de fuerzas derivadas de la
personalidad como un todo y de las actitudes especiales, creencias, comprensiones, aprendizajes y condicionamientos adquiridos
durante la vida del paciente.» (Erickson, 1950/1980, p. 224-225)
«[…] el dolor es una experiencia subjetiva inmediata, abarcadora de su atención, angustiosa, una experiencia incontrolable para la
persona misma. Sin embargo, como resultado de los eventos experienciales de su vida pasada, se han estructurado dentro del cuerpo –
aunque no totalmente reconocidos– ciertos aprendizajes psicológicos, fisiológicos y neurológicos, asociaciones y condicionamientos, que
hacen posible que el dolor sea controlado e incluso abolido.
[…] Para hacer uso de la hipnosis en el tratamiento del dolor, uno necesita observar el dolor en una forma muy analítica. El dolor no es
un estímulo nocivo sencillo. Tiene ciertos significados temporales, emocionales, psicológicos y somáticos. Es una fuerza motivacional
poderosa en la experiencia de vida. Esta es una razón básica para buscar ayuda médica.
El dolor es un complejo, un constructo, compuesto del dolor anterior recordado, de la experiencia del dolor presente, y de dolor
anticipado en el futuro. Así, el dolor inmediato es aumentado por el dolor anterior y acrecentado por las posibilidades de dolor futuro. El
estímulo inmediato es solamente un tercio central de la experiencia total. Nada intensifica tanto al dolor como el temor a que se
presente en el mañana. Es incrementado igualmente por el reconocimiento que el mismo dolor o uno similar fue experimentado en el
pasado; esto y el dolor inmediato vuelven al futuro aun más amenazante. A la inversa, la comprensión que el dolor presente es un
evento único, el cual llegará definitivamente a un final agradable, sirve mucho para disminuirlo. Puesto que el dolor es un constructo, es
más fácilmente vulnerable a la hipnosis como una modalidad de tratamiento exitoso, que si fuera simplemente una experiencia del
presente. 97
El dolor como experiencia se vuelve también más susceptible a la hipnosis debido a que varía en su naturaleza, intensidad y, por consiguiente, a
lo largo de las experiencias de vida adquiere significados secundarios resultando en variadas interpretaciones del dolor. De este modo, el
paciente puede referirse a su dolor en términos temporales, tales como transitorio, recurrente, persistente, agudo o crónico. Estas cualidades
especiales de cada uno ofrecen variadas posibilidades de acercamiento hipnótico.
El dolor también posee ciertos atributos emocionales. Puede ser irritante, inevitable, molesto, incapacitante, amenazante, intratable, o
vitalmente peligroso. Cada uno de estos aspectos guía a ciertos marcos psicológicos mentales, con variadas ideas o asociaciones, cada
uno ofrece oportunidades especiales para la intervención hipnótica.» (Erickson, 1967/1980, p. 237, 238-239) (Énfasis añadido)
El análisis de las citas anteriores permite extraer algunas ideas básicas:
(1) Los pacientes que reciben un acercamiento hipnoterapéutico, deben ser considerados como personas
totales por el terapeuta, y debe tomarse en cuenta sus necesidades psicológicas y características personales en
el diseño del tratamiento.
(2) La sugerencia de Erickson de observar al dolor en una forma analítica también puede aplicarse a otros
campos de aplicación de la hipnoterapia en la salud. ¿Cuál es la fenomenología (pauta) del problema
presentado: cómo vivencia la persona su trastorno, cómo lo enfrenta, cómo reaccionan quienes lo cuidan,
cuáles son sus expectativas y sus necesidades? ¿Qué experiencias necesitará desarrollar nuestro paciente para
afrontar exitosamente los desafíos del futuro? ¿Cómo es la motivación o disposición del paciente a cooperar con
el terapeuta? (Pacheco, 2001b)
(3) Puesto que la hipnosis no es curativa por si misma, ¿qué mecanismos psicológicos naturales del paciente
podrán ser acrecentados en el estado hipnótico para alterar en una forma mínimamente significativa la vivencia
de su enfermedad, o la forma en que la afronta; o una eventual situación terapéutica necesaria que el paciente
asocia con dolor y daño (como ocurre en la cirugía o el evento natural del parto)?
(4) ¿Hasta qué punto, durante la experiencia hipnótica, la utilización de los aprendizajes fisiológicos del
paciente posibilitará alterar en parte aquellos aspectos de su trastorno que se sabe pueden ser modificados a
través de mecanismos mentecuerpo?4
Las ideas mencionadas arriba son independientes del modo en que se inducirá/evocará la experiencia hipnótica,
y cómo se transmitirán las ideas terapéuticas o se evocarán los recursos experienciales necesarios para
alcanzar los objetivos acordados con el paciente.
Lo cual lleva a una interrogante importante: ¿Cuál es el objetivo de usar acercamientos hipnoterapéuticos como
coadyuvantes en medicina? Esta interrogante puede ser respondida según el contexto donde se requiera
nuestra participación:
(1) Con respecto a aquellas enfermedades o trastornos de tipo crónico o recurrente en donde el dolor es uno
de los síntomas más urgentes, el sentido de control sobre su experiencia en aquella persona que padece la
enfermedad se debilita o incluso se lo puede vivenciar como una pérdida absoluta de control. Desde una
perspectiva cognitiva diríamos que el paciente presenta un locus de control externo respecto a su enfermedad,
a la vez que presenta un estilo atribucional de estabilidad respecto a ésta (Yapko, 1988). Si nuestra
intervención hipnoterapéutica es exitosa, en el sentido de alterar mínimamente esa experiencia, el paciente
estará experimentando en forma innegable la evidencia que la experiencia es inestable (es decir, que no
siempre será lo mismo), lo cual se traducirá en una actitud de esperanza y expectativa positiva hacia el futuro4.
La esperanza experimentada permitirá, entonces, que el paciente sea capaz de comenzar a “apropiarse” de su
experiencia, lo cual posibilitará que esté más dispuesto a realizar ciertas prácticas que lo ayuden a mejorar su
condición (como ocurre con la autohipnosis en el control del dolor); es decir, un tratamiento bien diseñado para
ese paciente en particular, le permitirá comenzar a desarrollar un locus de control interno respecto a su
bienestar. Asimismo, esa actitud más positiva también puede desarrollarse en la familia o quienes cuidan al
enfermo, lo cual puede facilitar su rol como co-terapeutas que le ayuden a experimentar trance hipnótico
cuando el propio paciente no puede administrarse autohipnosis.
(2) En el caso de enfermedades terminales donde el dolor aparece como el primer blanco de las intervenciones,
el terapeuta tendrá que tener en consideración que una vez que la experiencia del dolor se haya modificado,
comenzarán a emerger otras necesidades que tienen relación con las pérdidas personales-familiares y el dolor
emocional derivados del largo 98
proceso de la enfermedad. El terapeuta tendrá que estar capacitado para ayudar y apoyar emocionalmente al
enfermo y su familia.
(3) En aquellas demandas de atención en donde se busca el alivio de un dolor anticipado inevitable (como
ocurre en la preparación hipnótica para el parto o en las intervenciones dentales), Erickson demostró que el
paciente es mejor ayudado cuando se toma en consideración la personalidad total de aquel, sus creencias y
temores.4 Puede ocurrir que antes de iniciar algún tratamiento hipnótico específico, el terapeuta tendrá que
acoger y ayudar a resolver los temores del paciente, o tratar primero experiencias traumáticas anteriores.
Desde el punto de vista del afrontamiento de la experiencia temida, la actitud del paciente cambiará en la
medida que tenga la vivencia que su experiencia puede alterarse (ratificación), y el terapeuta tendrá que
diseñar un acercamiento terapéutico que considere las habilidades que necesita desarrollar ese paciente para
modificar su experiencia en la situación real futura. El diseño de abordajes terapéuticos individualizados implica
que el terapeuta necesitará conocer en detalle la biología del evento (como ocurre con el parto y sus fases) y
los procedimientos médicos por los cuales atravesará su paciente.4
(4) Existen alteraciones de salud que se sabe están relacionadas con el estrés (como ocurre con las alteraciones
gastrointestinales y la hipertensión); en estos casos es obvio que un tratamiento hipnoterapéutico no sólo debe
apuntar a la modificación de la sintomatología aguda, sino que el tratamiento debe abarcar aquellas pautas
experienciales del paciente que contribuyen al problema de salud.
Es evidente, entonces, que la aplicación de la “hipnoterapia” en medicina no puede ser efectuada por un
“experto en técnicas”, puesto que las necesidades psicológicas de los pacientes pueden ser mucho más amplias
que el abordaje sintomático. Creo, sin embargo, que los procesos de psicoterapia para satisfacer esas
necesidades de los pacientes deben estar enmarcados en lo que hemos denominado terapia breve, una terapia
diseñada para el alcance de metas mínimas, que busque devolver el poder personal a los pacientes, a la vez
que sea estética (Keeney, 1987), en el sentido que aborde aquellas pautas pertinentes al problema.4
Para la incorporación de la hipnoterapia de utilización en la psicología de la salud en nuestros países, se
necesita que los terapeutas realicen investigaciones para validar sus procedimientos, consideren los hallazgos
provenientes de la investigación en psicobiología y cronobiología, y se integren al discurso médico con un
discurso propio, fundamentado y sistemático, que posibilite sacar al “hipnotismo” del oscurantismo en el cual
aun se encuentra4. 99
Epílogo: Los desafíos de una terapia ericksoniana en un mundo posmoderno
Como una reflexión final a los diversos tópicos tratados en este volumen, centraré mi análisis en tres aspectos
que considero importantes para la “salud” de este enfoque:
(1) La formación de terapeutas en el enfoque ericksoniano;
(2) Estudios de eficacia en terapia ericksoniana; y
(3) La ética en psicoterapia ericksoniana.
Formación en el enfoque ericksoniano
El análisis realizado de la concepción de la psicoterapia y los aportes de Erickson, nos permite afirmar que la
genialidad de ese terapeuta le permitió vislumbrar diversas pautas para realizar una psicoterapia eficaz.
Sin embargo, este legado de Erickson ha sido oscurecido por el énfasis que han colocado sus seguidores en las
técnicas por sobre esas pautas básicas. Y esto es especialmente relevante respecto a la famosa “hipnosis
ericksoniana”, tan difundida en los afiches que publicitan talleres y congresos en este campo.
Esto es comprensible en el desarrollo del campo durante la década de los ’70 y los ’80, una época en la cual los
terapeutas estaban convencidos que las técnicas eran los factores relevantes en la eficacia terapéutica. Esto llevó a
una lectura equivocada del legado de Erickson, lo cual se ha traducido en cursos y talleres de formación en el
“enfoque ericksoniano” que han colocado su acento en el aprendizaje de estrategias para la inducción de trance y
fenómenos hipnóticos. La pregunta obvia es: ¿para qué inducir trance hipnótico?, ya que la experiencia de la
hipnosis no es terapéutica en si misma.
Ya hemos visto en el Capítulo 13 que los estudios efectuados en los ’90 para determinar la veracidad de ciertas
afirmaciones de los “ericksonianos” respecto a la “hipnosis ericksoniana”, han mostrado que la eficacia de la terapia
de Erickson no se explica por su uso de la hipnosis o su indirección, sino que tiene relación con otros factores de
eficacia comunes a todas las psicoterapias. Por tanto, los programas de formación en el enfoque ericksoniano
debieran dar énfasis a esos factores de eficacia, por sobre el aprendizaje de “técnicas.”
Si se continúa dando énfasis a la hipnosis como una forma de buscar identidad histórica con el trabajo de
Erickson, esa enseñanza de la hipnosis tendría que fomentar lo que Yapko (2001) denomina “ser hipnótico”
(véase el Capítulo 11). Asimismo, y para ser exactos con la historia, debiera recordarse que Erickson fue
abandonando progresivamente el uso de la hipnosis formal para desarrollar modos de influencia social a través
de la conversación con sus clientes; y por lo tanto, esos cursos y talleres debieran dar énfasis a ese aspecto
estratégico del trabajo de Erickson.
A su vez, puesto que ningún enfoque ha mostrado ser más eficaz que otro (Miller et al., 1997) y todos poseen
limitaciones, la formación del terapeuta ericksoniano debiera fomentar la flexibilidad de los terapeutas para que
puedan hacer un uso individualizado (según las necesidades de los clientes) de estrategias y técnicas de otros
enfoques que también están adscritos a un pensamiento posmoderno; es decir, los aportes de Palo Alto, de
Milwaukee4, y Epston y White4 (Epston, 1989; White y Epston, 1993).4
La publicación anual actual de la Milton H. Erickson Foundation, Current Thinking and Research in Brief
Therapy, Solutions, Strategies, Narratives, que ha reemplazado a las Ericksonian Monographs, refleja este
espíritu de integración en terapia. Es de esperar que ese espíritu también llegue a los diversos Institutos Milton
H. Erickson.
Investigación de la eficacia en terapia ericksoniana
La revisión de la literatura ericksoniana y de las publicaciones de la Milton H. Erickson Foundation, evidencia
una carencia de investigaciones que evalúen los resultados en terapia ericksoniana. Más bien, esas
publicaciones continúan siendo reportes de casos clínicos únicos (al igual que los reportes de Erickson).
Podría afirmarse que en los inicios del desarrollo de un enfoque, como ocurrió con el trabajo pionero de
Erickson (que además trabajaba solo), puede ser deseable ese tipo de metodología. Sin embargo, ha
transcurrido una buena cantidad de años en los cuales gran parte de las pautas ericksonianas han sido
develadas; de modo que para la “salud y adultez” del enfoque y sus aportes a la 100
psicoterapia en general, es conveniente que los distintos grupos de trabajo comiencen a realizar investigaciones
con grupos de sujetos para evaluar la eficacia de la terapia.
Actualmente, para la realización de esos estudios, no es necesario que los investigadores clínicos estandaricen
sus procedimientos, sino que aun puede mantenerse el espíritu de los estudios de caso único; ahora
disponemos de una tecnología que no existía en la época de Erickson y sus primeros difusores para la
realización de ese proyecto: salas de visión unilateral, cámaras de video, sofisticados métodos de análisis de
datos, procesamiento de datos cualitativos, etc.
Un ejemplo de este tipo de estudios es el trabajo de Nardone (1997) para el tratamiento con “hipnoterapia sin
trance” de los trastornos de ansiedad. El análisis que realiza ese autor de los mecanismos de mantención de
esos trastornos y las conductas ensayas habituales en esos clientes, entrega interesantes luces acerca de cómo
podría investigarse en terapia ericksoniana.4 El protocolo de intervención desarrollado e investigado por
Nardone para esos distintos trastornos, son pautas detalladas y ejemplificadas que sólo se sugieren para
estructurar la terapia. Asimismo, la evaluación de los resultados de esa terapia con 152 pacientes, permite que
cualquier clínico que entienda y comparta el enfoque de Nardone aplique con relativa confianza ese tipo de
terapia en un paciente cuya queja encaje con los criterios que define el autor para los trastornos de ansiedad.4
Otro aspecto que resalta en esa investigación, es que el autor reporta haber realizado un seguimiento de tres
años con esos clientes. ¿Realmente podemos seguir usando en el 2002 las tarjetas de Navidad enviadas por los
pacientes como el único método de seguimiento de la eficacia de una psicoterapia?
Asimismo, y si seguimos las sugerencias de Duncan et al. (en prensa) y Miller et al. (1999), en esas
investigaciones los clientes debieran tener el primer lugar en la evaluación de la eficacia de la terapia. Miller et
al. (1999) indican que cuando se consultó a los clientes acerca de los factores que los habían ayudado en la
terapia orientada a la solución4, los clientes reportaron factores distintos a las técnicas que el equipo de
Milwaukee suponía como los factores de la eficacia de su enfoque de terapia.
Etica en psicoterapia ericksoniana
El problema de la ética en terapia breve y especialmente en hipnoterapia ha suscitado controversia desde hace
mucho.
Las mayores críticas a la terapia breve provienen del campo de la psicoterapia dinámica, y tienen relación con
la supuesta superficialidad de los tratamientos. Puesto que este aspecto ha sido tratado antes por diversos
autores (por ejemplo, Nardone y Watzlawick, 1992; Haley, 1991; entre otros), no nos extenderemos en él.
La hipnoterapia, en la primera mitad del siglo XX estuvo sujeta a controversia debido al temor –infundado– de
posibles daños en la salud mental de los clientes por el solo hecho de experimentar hipnosis; y por la creencia
que el sujeto en trance hipnótico era una especie de “zombi” al cual podían ordenársele la comisión de actos
contrarios a la ley. El mismo Erickson dedicó tiempo a la redacción de artículos para desmitificar el campo y
presentar a la hipnoterapia como un acercamiento terapéutico inocuo cuando era aplicado por un experto
(Erickson, 1932/1980; Erickson, 1939/1980; Erickson, 1961/1980).
Sin embargo, en los Estados Unidos, debido a la legislación del consentimiento informado para los tratamientos
en psicoterapia4, el problema de la ética asume otros ribetes. Según Zeig (1985c), el consentimiento informado
no puede aplicarse a la práctica actual de la psicoterapia breve. Desde el punto de vista de las técnicas
terapéuticas, es obvio que no podría anticiparse al paciente la racionalidad de las estrategias paradojales
(Lankton, 1988) o de un abordaje a través de metáforas entrelazadas (Lankton y Lankton, 1983)4. Según Zeig
(1985c), «La doctrina de informar al paciente de los riesgos no puede ser aplicada en forma indiscriminada,
porque un terapeuta [breve] no está simplemente proveyendo información; está influenciando al paciente.» (p.
469)4
Sugiero que este problema ético sea examinado desde otro punto de vista: el grado de motivación para el cambio
terapéutico del cliente (tipo de relación cliente-terapeuta) (Berg y Miller, 1996; DeJong y Berg, 1998), su teoría del
cambio (Donahey y Miller, 2000; Duncan, Hubble y Miller, 1997; Duncan y Miller, 20001; Miller et al., en prensa), y
la eficacia de la terapia efectuada con ese paciente; es decir, aquella en la cual se toman en consideración los
aspectos antes mencionados.
En esta línea de pensamiento, las siguientes reflexiones de Duncan et al., 1997) aportan a este análisis: 101
«Empapados previamente en la mística alrededor del trabajo de Erickson, Haley y toda la tradición estratégica, nos veíamos a nosotros
mismos como agentes de cambio por excelencia. El problema se iría con el reencuadre, la paradoja, la técnica o el posicionamiento
correcto. Sabíamos que la relación terapéutica importaba, pero principalmente en el sentido de crear el rapport adecuado para la
obediencia. Y de ese modo, a partir de nuestra experta, casi imperiosa actitud hacia los problemas, sucumbimos a la arrogancia y en
esos tiempos transformamos a los clientes en nuestros adversarios –especialmente a los veteranos, o como los llamábamos en esos
días, “asesinos de terapeutas.”» (p. 205)4
Erickson escribió lo siguiente acerca del papel del percatarse consciente en el trabajo hipnoterapéutico:
«En la psicoterapia hipnótica muy a menudo puede darse una adecuada terapia al inconsciente, pero con el descuido del terapeuta para
apreciar la inmensa necesidad de permitir al paciente integrar el inconsciente con el consciente, o hacer que sean totalmente accesibles
a la mente consciente las nuevas comprensiones, según sus necesidades. Comparable a este descuido sería una apendicetomía que
olvide cerrar la incisión. Es en este aspecto que muchos críticos de sillón denuncian ingenuamente a la hipnosis como sin valor, ya que
trata "solamente con la mente inconsciente." Adicionalmente, es aun más descuidado el hecho repetidamente demostrado por la
experiencia clínica, que en algunos aspectos es deseable la reintegración directa del problema del paciente bajo la guía del terapeuta;
en otros aspectos, el inconsciente simplemente debiera ser hecho disponible a la mente consciente, con lo cual se permite una
reintegración espontánea, libre de toda influencia inmediata del terapeuta. Propiamente, la hipnoterapia debiera estar igualmente
orientada al consciente y el inconsciente, ya que la integración de la personalidad total es la meta deseada de la psicoterapia.
Sin embargo, lo anteriormente dicho no significa necesariamente que la integración deba constantemente marcar el paso con la terapia.
Una de las más grandes ventajas de la hipnoterapia radica en la oportunidad de trabajar independientemente con el inconsciente sin ser
estorbado por la renuencia, o a veces la inhabilidad real, de la mente consciente para aceptar las ganancias terapéuticas. Por ejemplo,
una paciente tuvo un insight completamente inconsciente en sus pesadillas nocturnas que ella sufría un problema de carácter
incestuoso, pero como lo afirmó espontáneamente en el trance, "Comprendo esos horribles sueños, pero no podría tolerar semejante
comprensión conscientemente." A través de este aserto, la paciente demostró cómo el inconsciente protege al consciente. La utilización
de esa protección como una fuerza motivadora permitió a la paciente, con posterioridad, aceptar conscientemente sus insights
inconscientes.» (Erickson, 1948/ 1980, p. 40)
Nardone (1999) propone técnicas paradojales en el tratamiento de los trastornos ansiosos para romper las pautas
que mantienen el problema. En el protocolo sugerido por ese autor, en la última fase del tratamiento se recomienda
explicar al paciente, cuando ya ha obtenido mejoría, la racionalidad de todo el tratamiento, incluso de los
acercamientos paradojales, con el fin de educarle y mostrarle que el crédito del éxito le corresponde a él como
cliente.
Haley (1987) afirma que el éxito de la terapia de ordalía se basa en que la tarea penosa asignada al cliente no debe
ser percibida como, ni consistir en, un castigo. Gordon y Meyers-Anderson, (1981) citan a Erickson respecto a las
tareas inusuales que sugería a sus pacientes: «Una de mis hijas una vez me preguntó: “Papi, ¿por qué las personas
HACEN las cosas locas que les dicen que hagan” Le respondí, “Porque ellas saben lo que intento.”» (p. 150)
Empero, parece que las buenas intenciones de Erickson y algunos de sus seguidores respecto a su proceder en
terapia no se condicen con la forma en que exponen sus casos clínicos, y que traen la ética a colación. Un
ejemplo de esto es lo ya enunciado respecto a Nardone (nota 5 en este capítulo).
Masson (1991) en su ataque a toda forma de psicoterapia4, dedica parte de un capítulo a la “hipnosis
ericksoniana.” Masson cita a Haley (1966) cuando describe lo que éste entiende por terapeuta estratégico,
«Hoy existe una generación de personas que han seguido seriamente la carrera de cambiar a la gente. No son
consejeros, consultores, observadores objetivos o diagnosticadores. Son personas cuya tarea es ser expertos
en influenciar a otra persona. Son diestros en conseguir que la gente siga sus sugerencias, incluso sugerencias
que la persona ignora estar recibiendo.» (p. 234). Luego Masson se pregunta: «Tal cambio enorgullecía a
Haley. A mi me asusta mucho. Pues, en lo que a eso refiere, ¿de qué manera Haley, Erickson o cualquier otro,
van a cambiar a la gente como no sea en la dirección de sus propios valores?» (p. 234)
Luego Masson describe casos clínicos de Erickson en los cuales cuestiona afirmaciones de Erickson a Haley
como las siguientes: «El explica a Haley que al decir esto a ella4 le permitió conocer a un hombre, casarse,
tener hijos y llevar una feliz vida matrimonial: “Era toda la violación que se necesitaba.” Erickson comenta: “Un
tiempo después, Grace me dijo que había acudido a mi con la resolución mental de que si yo consideraba
necesario seducirla, ella habría cedido… Yo la había violado, ¿cierto?” Deberíamos recordar que Erickson estaba
describiendo a una mujer joven a la que estaba tratando en Phoenix, a fines de los años 40 o principios de los
50. ¿Ayudó realmente a esta mujer a conseguir algo que ella deseaba o simplemente la obligó a ajustarse a los
patrones de la comunidad en que vivía. Tales actitudes sobre las mujeres y cómo debían lucir y comportarse
eran muy comunes en ese entonces y aun lo son en grandes segmentos de la población. Pero este relato se
publicó en 1985, y Haley no hace ni un solo comentario 102
acerca de los supuestos sexistas sobre los cuales se basaban los métodos de Erickson.»4 (p. 235) (Énfasis en el
original)
Excelente punto el de Masson; en el análisis de ese caso y otros que cita en su libro, lanza al tapete un problema
ético que no puede soslayarse. Cuando un terapeuta ericksoniano tiene en mente el ciclo evolutivo de la familia y los
desafíos culturales para cada etapa de la vida para su cliente (Lankton, 1985b; Lankton y Lankton, 1983), ¿está
tomando en consideración que en realidad hay muchas formas socialmente aceptables de vivir la vida?; y que,
después de todo, lo importante son las metas que los pacientes tienen para la terapia, y su labor es ayudarlos a
formular bien esas metas (DeJong y Berg, 1998).
Con razón Masson (1991) finaliza la sección que dedica a la terapia ericksoniana afirmando: «Los
hipnoterapeutas son francos acerca de lo que buscan conseguir: poner a una persona en una condición
vulnerable e indefensa en la cual pueda decírsele lo que tiene que hacer.» (p. 242)
Aunque no comparto la visión que tiene Masson de la psicoterapia como una empresa socialmente peligrosa para sus
usuarios, ni tampoco comparto sus comentarios acerca de Erickson, las críticas de ese autor no debieran ser pasadas
por alto; especialmente cuando aquellos que se dedican a la hipnoterapia pueden sentirse embriagados con la ilusión
que son ellos con sus técnicas los que cambian a los pacientes.
Duncan et al. (1997) ofrecen el siguiente “recordatorio” para los terapeutas, que puede posibilitar que los
clientes recuperen su dignidad en la terapia:
«1. El cliente es héroe en el “drama” de la terapia. No hay grandes terapeutas, solamente grandes clientes y terapeutas que trabajan
unidos.
2. La terapia no es hecha al cliente. Es un intercambio (evento) interpersonal en el cual se coloca el énfasis en la cualidad de la
participación del cliente.
3. Las intervenciones no son el “trato” en la terapia. Las intervenciones4 son extensiones de la alianza terapéutica que no puede ser
separada de la relación en la cual ocurren.
4. El terapeuta sugiere, los clientes eligen. Los terapeutas ofrecen explicaciones, teorías o enfoques de intervención como sugerencias
para el cliente las considere y después las acepte, las modifique o las descarte.» (p. 49)
Otro aspecto ético a considerar tiene relación con los tratamientos psicoterapéuticos publicitados como efectivos,
para los cuales en realidad no hay estudios de su eficacia. A este respecto pueden mencionarse dos tipos de
tratamiento: la utilidad de la autohipnosis como psicoterapia, y la terapia en la cual se confían a la sabiduría del
inconsciente los cambios requeridos, como ocurre en el uso de la “respuesta sanadora ultradiana” o autohipnosis
naturalista descrita por Rossi (Rossi, 1996; Rossi y Nimmons, 1991).
Autores como Alman y Lambrou (1992), y Abia y Robles (1993) que han escrito manuales de autohipnosis para ser
empleados como guías de autoayuda o auto-terapia, ¿han evaluado la eficacia de las estrategias ahí sugeridas? Por
ejemplo, Alman y Lambrou, que inician el capítulo 1 de su texto con las afirmaciones transcritas más abajo, no
incluyen ningún capítulo que se refiera a los resultados empíricos de los métodos propuestos en su libro:
«¿Está investigando la autohipnosis por primera vez? Puede estar interesado en saber que casi todo el mundo puede aprender a usar
autohipnosis para hacer cambios específicos en si mismos. Detener hábitos no deseados. Prevenir jaquecas. Reducir el estrés. Controlar
el dolor.
¿Quizá usted quiera estimular su [proceso de] toma de decisiones y aumentar su concentración? ¿Mejorar su habilidad atlética? ¿Cultivar
una mejor comunicación en la relación interpersonal? ¿Ser más efectivo en sus propias metas personales? ¿Incluso mejorar los logros en
los negocios?
Este libro le ayudará a lograr o aumentar su éxito en todas esas áreas y más.
Le dará explicaciones detalladas acerca de cómo desarrollar su capacidad para [experimentar] autohipnosis y alcanzar sus metas.» (p.
3) (Énfasis añadido)
Además, como puede percatarse el lector, se mezclan áreas de aplicación que sí se han evaluado (autohipnosis
en el control del dolor [Barber, 1996], reducción de síntomas del estrés) con áreas de éxito hipotético. Y como
era esperable, en la página 4 aparece una fotografía de Erickson, a quien se adscribe la paternidad de los
métodos indirectos que se promete serán tratados en el manual.
Abia y Robles (1993), escriben:
«[…] Y les aseguramos que cuando nuestros dos cerebros están trabajando juntos4 para nuestro bienestar saludable, van construyendo
caminos nuevos y diferentes, inesperados.
Pero nos preguntarás, ¿cómo en concreto, se logra esto? Con el cerebro izquierdo se puede razonar, darle explicaciones, y entiende. A
él van dirigidas las ideas que contiene este libro. Al cerebro derecho hay que hablarle en su lenguaje, el lenguaje de los símbolos, y
hacerlo sentir. A él están dirigidas algunas anécdotas y los ejercicios que se proponen en cada capítulo, también los mensajes en
cursivas. Algunos de estos ejercicios son de autohipnosis. Si los sigues al pie de la letra tendrás un camino 103
seguro y saludable para utilizar mejor tus capacidades contigo mismo y para lograr tus objetivos. A través de estos mismo ejercicios
podrás también darte cuenta si necesitas ayuda exterior para alcanzar alguno de ellos.» (p. 26) (Énfasis en el original)
Más adelante en su texto, Abia y Robles afirman que la hipnosis natural (y la autohipnosis) trabajan con los
recursos internos, que se han adquirido ya sea en forma consciente o inconsciente. Al igual que con el texto de
Alman y Lambrou, no hay un capítulo en el libro que se dedique a la evaluación empírica de los métodos
propuestos.
La lectura de ambos volúmenes permite percatarse que la metodología de trabajo propuesta consiste en el uso
de imaginerías. Existen diversos volúmenes dedicados a la imaginería publicados antes que los textos citados.
Entonces, ¿cuál es el papel de la autohipnosis? ¿Qué le agrega la autohipnosis a la imaginería auto-inducida?
Al respecto, permítaseme citar a Miller et al. (1997):
«A finales de los ’80, apareció en el escenario de la terapia norteamericana un nuevo enfoque para el tratamiento de clientes con
historias de experiencias traumáticas severas. El enfoque, conocido como Desensibilización y Reprocesamiento a través del Movimiento
de los Ojos (EMDR), parecía ser capaz de lograr resultados con los casos más intratables y lo hacía en menor tiempo que los
tratamientos existentes. El procedimiento era simple –los clientes recordaban las experiencias traumáticas mientras miraban los dedos
de su terapeuta que se movían hacia atrás y hacia delante cada medio segundo o por un período de 5 a 15 segundos. De acuerdo a sus
inventores, los movimientos del ojo ayudaban a los individuos traumatizados a “re-equilibrar los procesos cerebrales” en la misma forma
que los movimientos REM de los ojos en el sueño normal ayudaban a los individuos no traumatizados a procesar la experiencia
cotidiana. Esta explicación fisiológica, en combinación con el éxito aparente de un procedimiento tan simple, catapultó a la EMDR al
centro de la atención del público y los profesionales, y la transformó en un procedimiento estándar en un número creciente de clínicas
para problemas de salud mental en el país [USA].
Hay solamente un problema –hay poca evidencia científica que la [terapia] EMDR tenga algún efecto más allá del efecto placebo u otros factores
conocidos que son efectivos con los clientes traumatizados (v.g., exposición). Efectivamente, uno de los únicos estudios (Lytle, 1993) que se han
llevado a cabo para comparar la [terapia] EMDR con una condición placebo activa, encontró que los sujetos tratados con el procedimiento no
tuvieron resultados mejores que aquellos tratados con el tratamiento placebo activo, aunque ambos grupos lograron resultados inmediatos que
fueron significativamente mejores que aquellos obtenidos por sujetos en una condición de control no directiva. El mismo estudio sugiere que
algo más común que la inducción de los movimientos de los ojos podría ser el responsable de los resultados asociados a ese procedimiento.
En el estudio de Lytle, el tratamiento administrado a los sujetos en el grupo control con placebo activo fue muy similar a la [terapia] EMDR –con
una excepción importante. En lugar de mover los ojos, se instruyó a los sujetos en el grupo de control con placebo activo para que fijaran su
mirada en un lugar en la pared mientras recordaban las memorias traumáticas. Esos sujetos que mantuvieron su mirada fija y lograron
resultados equivalentes a aquellos que usaron un procedimiento técnicamente opuesto, mover los ojos, sugiere que es otro factor y no la
técnica que supuestamente altera la fisiología, el que es responsable de la mejoría de los sujetos en ambos grupos –es decir, el cliente y el
terapeuta implicados en un ritual curativo activo, estructurado, especializado y técnico, que ambos creen que será terapéutico.
Los rituales tienen características similares en los procedimientos curativos de la mayoría de las culturas y son conocidos desde los orígenes de
la sociedad humana. Su uso inspira esperanza y expectativa positiva para el cambio al transmitir que el usuario –ya sea el curandero, chamán,
astrólogo o terapeuta– tiene un conjunto especial de habilidades para facilitar la curación. Importa poco que los procedimientos no sean en si
mismos los agentes causales del cambio. Más bien, lo importante es que los participantes tienen un método estructurado y concreto para
movilizar los factores placebo en el proceso de recuperación.
Cuando es vista como un ritual curativo, la [terapia] EMDR no es nada nuevo en la práctica de la psicoterapia. Los rituales de curación
han sido parte de la práctica de la psicoterapia desde sus orígenes. Ya sea que se instruya a los clientes a recostarse en el diván, hablar
a una silla vacía, escribir los pensamientos negativos, decirse frases positivas, o –como está en boga– escuchar la retroalimentación de
un equipo anónimo que está detrás de un espejo de visión unilateral, los profesionales de la salud mental están básicamente
involucrados en rituales curativos. Por lo tanto, puesto que al comparar las técnicas psicoterapéuticas se han encontrado pocas
diferencias en su efectividad, ellas pueden ser concebidas como rituales sanadores –técnicamente inertes, pero métodos, sin embargo,
poderosos y sistemáticos para aumentar los efectos de los factores placebo.» (p. 129-131) [Énfasis en el original]
Rossi fue el primer autor en introducir la noción de los ritmos ultradianos en la literatura de la hipnosis
naturalista (Rossi, 1982), y sugerir que la hipnosis naturalista de Erickson está haciendo uso de la fase de
descanso ultradiana, la cual por si misma puede facilitar que los ritmos desordenados por el estrés se
reordenen (Rossi, 1986/1993; Rossi, 1994). Rossi (1996) ha reportado la eficacia de la respuesta sanadora
ultradiana (Rossi y Nimmons, 1991), describiendo 13 casos únicos que presentaban diversos problemas. Es
obvio que se necesitan estudios con grupos de sujetos para validar los asertos e hipótesis de Rossi. ¿Hasta que
punto la autohipnosis naturalista es una terapia específica o inespecífica para los trastornos derivados del
estrés?4 Asimismo, ¿cómo se modifican, a través del método propuesto por Rossi, las pautas
cognitivas/experienciales que nos llevan a etiquetar como “estresantes” a diversas situaciones personales e
interpersonales?
¿Serán suficientes unos ejercicios de imaginería o tomar descansos ultradianos para resolver los problemas
persistentes de los clientes? ¿Podrá modificarse nuestra interacción disfuncional con nuestra pareja, con la cual
tenemos conflictos de poder en la relación, con el simple hecho de tomar algunas 104
“siestas” ultradianas o experimentar algunos ejercicios de imaginaría? ¿O se modificarán las pautas cognitivas e
interaccionales aprendidas desde la infancia que se relacionan con una visión de mundo que inevitablemente
nos llevará a la depresión? (Yapko, 1999)
Como afirmé en el Capítulo 1 de este volumen, Erickson no fue un reduccionista en su trabajo terapéutico. Es
de esperar que quienes se adscriben al “enfoque ericksoniano”, para el bien de este campo, recuerden las
“lecciones de ese viejo clínico” (Chogriz, 2001) para el desarrollo de una psicoterapia eficaz informada por los
resultados (Duncan y Miller, 2000; Duncan et al., en prensa).
Notas:
1 Me parece especialmente relevante la sistematización que han hecho en el CFTB de Milwaukee acerca de la relación cliente-terapeuta; es decir, el grado
de motivación del cliente para el cambio.
2 En el “mundo ericksoniano” hay terapeutas que han querido ver en las metáforas y anécdotas de Erickson una similitud con las narrativas de Epston y
White. Permítaseme citar a Epston (1989): «[Respecto a los orígenes de mi trabajo] Hasta entonces, el único antecedente con el que contaba eran las
historias clínicas de Milton Erickson y estoy seguro que este trabajo está claramente en la misma línea de ideas. Sin dudas, aquellas historias eran
monológicas y reflejaban la posición que yo mismo había adoptado entonces en mi práctica clínica. A medida que mi discernimiento fue creciendo,
gracias a los enfoques feministas y a algunas ideas de Foulcaut, fui adoptando como supuesto guía la idea de que la terapia familiar y cualquier terapia
relacionada con las cuestiones familiares establece relación de poder. También yo fui abandonando los “relatos desarrollados en la terapia” o las
“metáforas terapéuticas”, como finalmente se denominó, para volcarme a la creciente “terapia narrada”, es decir, aquella que fomenta el diálogo y en la
que el terapeuta abandona el papel privilegiado de autor y lo comparte con el paciente. El “texto” que adquiere la forma de cartas pasa a ser propiedad
de la familia.» (p. 14)
3 Véase el artículo de Geyerhofer y Komori (1999) y Selekman (1996)
4 Sugiero la lectura del artículo de Nardone y Salvini (1999), donde exponen los principios que guiaron dicha investigación en el Centro de Terapia
Estratégica de Arezzo.
5Empero, creo que el aporte de Nardone a la terapia breve puede verse obstaculizado por el estilo literario de ese autor. «Sin embargo, como
lamentablemente no tengo a mi disposición el texto en su lengua original […], me es imposible averiguar si el estilo pedante con que Nardone describe
las intervenciones terapéuticas en la sesión y la prescripción de las tareas, se debe a un traductor traidor o al estilo propio de comunicarse del autor. Si
fuera el segundo caso, sería simplemente un botón de muestra de por qué los terapeutas breves suelen ser acusados de fríos, manipuladores y
tramposos. En una nueva edición de esta interesante y útil obra, los editores debieran cuidar ese aspecto que puede alejar a potenciales usuarios que
podrían beneficiarse con ese tipo de terapia, así como a los terapeutas interesados en aprender terapia breve.» (Pacheco, 2001c, p. 27)
6 Los miembros del Grupo de Milwaukee se han preocupado de evaluar los resultados de su enfoque de terapia; véase DeJong y Berg (1998).
7 En Chile aun no existe una legislación de este tipo para proteger los derechos de los pacientes en salud mental. Sin embargo, en los últimos años se han
introducido una serie de modificaciones en la legislación sanitaria para proteger a los pacientes, e incluso se han modificado recientemente los requisitos
para ingresar a los pacientes a un hospital psiquiátrico. Por lo tanto, podemos esperar, para el bien de los clientes que acuden a psicoterapia, que
también se legisle en torno al consentimiento informado en la terapia psicológica.
Un signo de una mayor preocupación por la ética, que proviene de los mismos psicólogos, es la formación de la Comisión Nacional de Acreditación de Psicólogos
Clínicos. Puesto que en Chile no es obligatorio estar matriculado o asociado a la Asociación de Psicólogos para ejercer como tal, la Asociación [Colegio] de
Psicólogos y la Sociedad Chilena de Psicología Clínica, conjuntamente con un grupo de Universidades que imparten la carrera de Psicología, conformaron dicha
Comisión, cuyo objetivo es otorgar la acreditación como psicólogos clínicos a esos colegas que hayan recibido la formación teórica y clínica (supervisión clínica) que
les posibilita atender pacientes. Esa formación clínica se obtiene en estudios de postítulo con una duración mínima de 2 años, impartida por instituciones
debidamente reconocidas por esa Comisión, o por una formación clínica con un supervisor clínico debidamente acreditado por la Comisión. Actualmente, el servicio
de salud pública que co-financia la atención de los pacientes, reconoce como psicólogos clínicos a aquellos psicólogos debidamente acreditados; situación que
también está repitiéndose en las instituciones de seguros médicos privados (Isapres).
El Instituto Milton H. Erickson de Santiago (Centro Para el Desarrollo de la Psicoterapia Estratégica Breve) está acreditado desde el año 1996 ante la
Comisión como una institución que forma especialistas clínicos en terapia breve ericksoniana.
8 Se sugiere revisar a Matthews et al. (1998) respecto a la evaluación empírica de la amnesia como consecuencia de las metáforas entrelazadas.
9 Véase el artículo de Scheflin (1997)
10 Algunos ejemplos de esa actitud de los terapeutas en esos tiempos, se refleja en los textos de Anderson y Stewart (1988) y Bergman (1991).
11 Por ejemplo, Masson se refiere a Carl Rogers como un “dictador benevolente.”
12 Erickson le prescribe a una paciente soltera que vaya a su casa, que se desnude y observe el parche de piel que tiene entre las piernas.
13 Masson escribe, «A pesar de querer representar al prudente y bondadoso sabio de las leyendas orientales, Erickson era en realidad un siquiatra,
armado con todos los poderes de la medicina y la psiquiatría.» (1991, p. 239-240)
14 Duncan et al. (1997) proponen reemplazar la expresión “intervención” por invención. Exponen su posición del siguiente modo: «Intervenir es
“interponerse por medio del impedimento o la modificación”. Al igual que “entrevista”, implica que se hace algo a los clientes, más que con ellos, y en
consecuencia sobre-enfatizar la pericia técnica del terapeuta, retratando en forma inadecuada lo que hace exitosa a la terapia. “Intervención” no captura
la dependencia de la técnica de los recursos e ideas del cliente o cómo la técnica que es exitosa en cuanto emerge de la evaluación positiva del cliente de
la relación y que se acomoda a la teoría del cambio que posee el cliente. Estamos a favor de las palabras “invento” e 105
“invención.” Inventar es “encontrar o descubrir, producir por primera vez a través de la imaginación, el pensamiento ingenioso y el experimento.” Toda
técnica que es usada por primera vez, inventada por los clientes para que encaje en sus circunstancias.» (p. 62-63)
15 Los autores usan la metáfora explicativa de la asimetría cerebral como fundamento científico de su propuesta.
16 Véase Flores (1999) en la utilización de la respuesta sanadora ultradiana en hipertensión esencial 106
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Acerca del autor
Mario Pacheco León, Psicólogo Clínico y Supervisor Clínico Acreditado, es Co-Director de los Institutos Milton H. Erickson de
Santiago de Chile y de Mendoza, Argentina.
Ha sido docente del Curso de Psicoterapia e Hipnoterapia Ericksoniana en la Escuela de Psicología de la Universidad de
Chile, Universidad Diego Portales y Universidad Santo Tomás.
Actualmente es docente de la Cátedra de Psicoterapia Humanista en la Escuela de Psicología de la Universidad Diego
Portales en Santiago.
Ha dirigido y dirige Tesis de Pre-Grado en Psicología, en el área de la psicoterapia y la hipnoterapia ericksoniana y terapia
breve.
Además ejerce en forma privada como psicólogo clínico, y dicta Seminarios, Talleres y Cursos de Formación Clínica en
Psicoterapia Ericksoniana y Terapia Breve tanto en Chile como en Mendoza y San Luis, Argentina.
Ha publicado artículos en la Revista de Psicoterapia de la Sociedad Chilena de Psicología Clínica; y ha participado como
expositor y tallerista en Congresos Nacionales de Psicología Clínica organizados por la Sociedad Chilena de Psicología
Clínica, en los Encuentros de Psicoterapeutas Humanistas y Transpersonales, y en los Encuentros de Psicoterapeutas
Ericksonianos de América Latina.
Forma parte del Consejo Editorial de la Revista de Psicoterapia Ericksoniana que se publica en la página web del Instituto
Milton H. Erickson de Santiago (www.hipnoterapiaestrategica.cl) 116
INDICE
Primera Parte: Desde la hipnosis a la psicoterapia
Capítulo 1: Milton H. Erickson: Un pragmático inusual
p. 7
Capítulo 2: Erickson y su estudio de la hipnosis
Acercamientos a la inducción de trance y la naturaleza de la sugestión hipnótica.
Investigación de la alteración hipnótica de las experiencias sensoriales, perceptuales
y procesos psicofisiológicos.
Investigación de procesos psicodinámicos
p. 9
Capítulo 3: De la hipnosis a la hipnoterapia: El salto epistémico
La naturaleza del cambio psicológico en la terapia hipnótica según Erickson
¿Para qué usar hipnosis en psicoterapia?
Individualización de la psicoterapia
La resistencia al trance y a la psicoterapia
Hipnoterapia breve
Hipnosis naturalista: Trance “común de cada día” o hipnosis no formal
p. 14
Capítulo 4: Rasgos distintivos de la psicoterapia de Erickson
El pragmatismo de Erickson
Foco en los problemas: Un enfoque no patologizante
Orientación temporal en el presente y hacia el futuro
Rol activo del terapeuta: Erickson, un terapeuta estratégico
Hipnosis formal: Su uso estratégico
Directividad e indirección terapéutica
Uso del humor en la terapia
Orientación intrapersonal e interpersonal de la terapia
Terapia breve
Pacientes activos: Énfasis en las tareas entre sesiones
Utilización terapéutica
Utilización de los contextos sociales de los clientes
p. 22
Segunda Parte: Las diversas lecturas de la psicoterapia de Erickson
Capítulo 5: Erickson y el Proyecto Bateson para el estudio de la comunicación
humana: Desde el análisis de los trances religiosos en Bali hasta la teoría de la
doble coacción de Bateson
p. 37 117
Capítulo 6: La terapia estratégica de Jay Haley
p. 40
Capítulo 7: Erickson, el Mental Research Institute (MRI) y el Centro de Terapia Breve
del MRI: “Hipnoterapia sin trance”
La pragmática de la comunicación
Terapia breve centrada en la resolución de problemas
Erickson y el enfoque interaccional
“Hipnoterapia sin trance”
p. 45
Capítulo 8: El estudio de las pautas lingüísticas en la terapia hipnótica de Erickson: La
Programación Neurolingüística
p. 52
Capítulo 9: El Enfoque Orientado a la Solución de Milwaukee y Erickson
p. 56
Capítulo 10: Ernest Rossi y las bases psicobiológicas de la hipnosis y la hipnoterapia
p. 61
Capítulo 11: Michael Yapko, la hipnosis como un medio para influenciar la experiencia
del paciente
p. 65
Capítulo 12: El “Diamante Ericksoniano”, el metamodelo de la terapia ericksoniana de
Jeffrey K. Zeig
p. 68
Tercera Parte: La terapia ericksoniana en el nuevo milenio
Capítulo 13: Lo que funciona en terapia: La eficacia de la terapia en un marco
ericksoniano
p. 70
Capítulo 14: La terapia “hipnótica” como un puente entre la terapia estratégica y la
terapia experiencial: Las emociones en la psicoterapia
p. 80
Capítulo 15: La “hipnosis” en la Psicología de la Salud
p. 96
Epílogo: Los desafíos de una terapia ericksoniana en un mundo posmoderno
p. 99
Referencias bibliográficas
p. 106 118 119

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