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Presentación del libro:

La ironía discursiva como enunciación polifónica en el Eutidemo de Platón, de


Carlos Gutiérrez Rueda

Por Ernesto Cabrera García

“…una vida que pueda llamarse humana

comienza con la ironía” (Kierkegaard).

El propósito específico de publicar un libro de filosofía ─como el que ha escrito el


profesor Carlos Gutiérrez─ es que éste sea reconocido como un aporte al conocimiento,
como crítica a ciertas ideas establecidas, como punta de lanza para realizar nuevas
investigaciones o para iniciar nuevos debates. El propósito de la presentación de un
libro, en cambio, es simplemente mostrar las razones por las que éste debería ser
reconocido en alguno de esos sentidos. Por ello, a continuación me limitaré a exponer
las razones por las que considero que este libro debería ser leído, valorado y discutido,
si no por el público en general, al menos por el público filosófico.

En primer lugar, la relevancia de este libro se desprende de que su objeto


constituye un recurso casi connatural a la filosofía, a saber: la ironía. En efecto, a lo
largo de la historia de la filosofía podemos identificar a grandes escritores que han
hecho uso de la ironía como medio expresivo. Entre los filósofos irónicos o ironistas
más sobresalientes podemos mencionar a Platón, en la Antigüedad, Voltaire, en la
Ilustración, y Leo Strauss o Richard Rorty, entre los pensadores contemporáneos. El
libro de Carlos Gutiérrez aborda el caso específico del discípulo de Sócrates con el
propósito de mostrar, más allá de la mera intuición, en qué consiste y cómo se expresa
su ironía.

En segundo lugar, la importancia de este libro se debe a que se inserta de manera


propositiva en una lista relativamente amplia de estudios sobre la ironía ─de lo que
incluso se ha denominado ironología. Entre estos estudios deben destacarse, por
ejemplo: la tesis universitaria de Søren Kierkegaard, Sobre el concepto de ironía
(1841); el libro de Wayne Booth, A Rethoric of Irony (1974); de Jonathan Lear, A Case
for Irony (2011) o, recientemente, de Richard Bernstein, Ironic Life (2016). Algunas de
estas fuentes, y muchas otras más, forman parte de la bibliografía del libro que
presentamos. Esto denota la seriedad del trabajo de investigación llevado a cabo por su
autor. El carácter propositivo de este estudio radica en que integra creativa y
críticamente algunos de los principales enfoques a través de los cuáles se ha estudiado
la ironía: el de la retórica clásica (de Cicerón y Quintiliano), el de la lingüística
pragmática (de Paul Grice y John Austin) y, en particular, el de la teoría discursiva de la
enunciación polifónica (de Oswald Ducrot). El libro muestra los límites y alcances de
cada uno de estos enfoques, al tiempo que logra evidenciar la superioridad del último
para el análisis de su objeto concreto: la ironía en el Eutidemo de Platón.

En tercer lugar, el valor de este libro radica en que no sólo trata de responder a
una inquietud genuina que se plantea el autor, sino a un conjunto de preguntas que
debería plantearse cualquier lector filosófico de la obra de Platón: ¿en qué consiste la
ironía platónica?, ¿cómo podemos identificarla?, ¿cuál es su función?, ¿qué quiere decir
en realidad cuando emplea la ironía? Estas y otras preguntas son ineludibles si
queremos comprender adecuadamente el pensamiento de Platón, con independencia de
la otra gran cuestión sobre si éste se remite a la figura del Sócrates histórico ─como
sostuvo Gregory Vlastos─ o de si el Sócrates platónico no es más que un “personaje
ficticio” ─como ha afirmado Alexander Nehamas. El libro que presentamos es un loable
esfuerzo que puede ayudarnos a leer debidamente el opus platonicum.

El libro está dividido en cuatro capítulos.

En el primero, el autor se propone conceptualizar la ironía desde el punto de


vista clásico. A través de un recorrido histórico-filológico, el autor muestra que desde la
Antigüedad el concepto de ironía ha estado acompañado por la ambigüedad y por la
pluralidad de significados. Con todo, es posible reducir esa pluralidad a tres conceptos
precisos: la ironía como engaño o disimulo (en Aristófanes), la ironía como el modo de
vida del filósofo que oculta su virtud (en Aristóteles) y la ironía como duplicidad
discursiva (en Cicerón y en Quintiliano). Los tres conceptos tienen en común la
referencia al fingimiento o la disimulación, pero lo que distingue a los dos primeros es
que su ámbito de referencia es el de la ética, mientras el del tercero es la retórica.
Históricamente ha prevalecido la concepción discursiva y retórica. En palabras de
Quintiliano, por ironía se entiende: “fingir un significado diciendo algo distinto”. Es
decir, en la ironía se podría distinguir un “significado recto” y un “significado oblicuo”,
uno acorde a lo que se dice y otro a lo que realmente se quiere decir. Es precisamente
ésta la concepción que le resulta más útil al autor para analizar a la ironía como un
fenómeno lingüístico.

En el segundo capítulo, el autor señala el déficit de la concepción retórica de la


ironía, pero no para rechazarla, sino para complementarla mediante un enfoque más
complejo. En efecto, la debilidad del concepto retórico de la ironía consiste en que
apunta solamente el aspecto semántico, el significado de las expresiones, lo cual deja
inexplicado su funcionamiento real. Con el fin de solventar esta dificultad, el autor
recurre al enfoque pragmático del lenguaje, mediante el cual identifica dos elementos
extralingüísticos que son importantes para comprender la ironía: la intención de quien la
expresa y el contexto en el que lo hace. Desde este punto de vista, se afirma que la
función de la ironía no es comunicar un significado o contenido semántico, sino una
actitud o postura práctica respecto a lo que se expresa. Dentro de este mismo enfoque
pragmático, la llamada teoría de la enunciación polifónica aporta más categorías que
resultan decisivas para el análisis de la ironía. En específico, estas categorías son la
enunciación como acto histórico, el sentido contextual de lo enunciado, la polifonía de
un mismo enunciado, las llamadas “marcas” de la ironía (entonación, gestos, uso de
letras cursivas, etc.), el locutor responsable de la enunciación y los enunciadores como
entidades ficticias que sirven para ocultar al locutor irónico. Esta batería de categorías,
usada en clave pragmática, es la base de la interpretación de la ironía que se propone en
el libro.

El tercer capítulo, el más breve, ofrece una descripción biográfica de Platón que
permite situar sus escritos en las diversas etapas de su trayectoria filosófica.

Por último, en el capítulo cuatro, el autor utiliza las herramientas conceptuales,


teóricas y metodológicas que adquirió críticamente a lo largo de los capítulos previos
para analizar el Eutidemo de Platón ─un diálogo que se sitúa alrededor de la etapa
intermedia de su producción literaria. Aquí, su interpretación de la ironía platónica tiene
dos dimensiones igualmente importantes: en primer lugar, localiza textualmente las
expresiones irónicas que hay en el diálogo y, en segundo, construye una interpretación
acerca del “tono irónico general” que lo caracteriza. Para esto, el autor no reconstruye
solamente el discurso o la argumentación filosófica, sino ante todo el conjunto de
escenas dramáticas que le sirven de contexto. Este contexto dramático es lo que se
identifica con el “marco interno” del diálogo ─la narración de las cosas que hacen los
propios personajes─, distinto del “marco externo” ─la narración hecha por el autor del
diálogo─. Esta distinción es fundamental para comprender el uso de la ironía en el
Eutidemo ─y, como señala el propio autor, quizás también para comprenderla en los
otros veintiséis diálogos platónicos─, pues posibilita la diferenciación entre las
expresiones irónicas del personaje Sócrates y el mensaje irónico que corresponde a la
enseñanza de Platón.

No sería difícil terminar aquí con una síntesis de las ironías que el autor ha
logrado desentrañar a partir de su análisis metódico y riguroso de uno de los diálogos
platónicos. Sin embargo, sí sería por lo menos paradójico ahorrarle al lector filosófico el
trabajo y el placer de comprenderlas por cuenta propia, por supuesto, auxiliado por el
marco teórico y por el hilo de argumentación dialéctica que este libro nos ofrece. En
última instancia, se espera que esta presentación, como lo hace el mismo libro del
profesor Carlos Ramírez y como sugiere el diálogo platónico que él interpreta, puedan
servir como una incitación a la filosofía.

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