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¿Hay esperanza?

¡Sí!

La mentalidad de langosta hace que nos

concentremos en nuestras debilidades. Nos

convence, falsamente, de que nuestro valor para los demás

y para Dios está basado en nuestros logros y la aceptación

de los otros. La mentalidad de langosta nos convierte en

víctimas. El método que Dios usa para medir la utilidad es

contrario al que utiliza el mundo. El mundo dice: “lo bue-

no es tener poder; fuerza es igual a éxito; la aceptación de

los demás es la medida de tu importancia”. Pero Dios bus-

ca personas que sepan que sus límites son herramientas

que él puede usar para que logren el éxito. Al concentrar-

nos en Dios, podemos lograr la victoria sobre la mentali-

dad de langosta.

Pasa tiempo con Dios, como lo hacía Moisés. Pídele que

te muestre qué clase de mentiras has creído sobre ti mismo

y sobre el poder del Señor para lograr su propósito por

medio de ti. Renueva tu compromiso de vivir como él te

ve, en lugar de como tú tiendes a verte y cómo crees que

los demás te ven. Pide a Dios que te ayude a reconocer la

mentalidad de langosta cuando esta te ataque.

➥➥ Las veces que te sentiste inferior, ¿qué hizo que te

sintieras así?

No tenemos por qué estar luchando y sintiéndonos inti-

midados por personas o situaciones. Es posible vivir como

dice Filipenses 4:13: Todo lo puedo en Cristo que me for-


talece.

Parte de la solución es reconocer el problema, decidir

enfrentarlo, y comprender que lo que aprendimos en

nuestra niñez quizá no sea correcto.

Además de enfrentar lo que quizá hemos aprendido

equivocadamente en nuestra infancia, debemos actuar pa-

ra reemplazar diariamente nuestras actitudes de inferiori-

dad, inseguridad, e incapacidad, por ideas y comporta-

mientos positivos.

Nadie tiene por qué ser atormentado o limitado por la

intimidación durante toda su vida. Debemos revertir esa

tendencia en nuestras vidas y en la cultura en general. ¡Ha

llegado el momento de convertirnos en vencedores de gi-

gantes, no víctimas de la mentalidad de langosta!¿Qué es la Mentalidad de Langosta?

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Goliat tenía una reputación...

Cuando pensamos en vencedores de gigantes, casi todos

recordamos inmediatamente a David y Goliat.

Goliat era, físicamente, un verdadero gigante. Según las

estimaciones más acertadas, medía aproximadamente 2,70

m. Usaba un peto de armadura que pesaba 100 kilos, sin

contar los bronces que cubrían sus piernas. ¡Solamente la

punta de la lanza que llevaba en su mano pesaba 12,5 ki-

los!

Goliat también tenía reputación de gigante. Era conside-

rado un “campeón” de los filisteos. No sabemos qué hizo


para ganarse esa reputación, pero suponemos cómo lo tra-

taría la gente por la forma en que tratamos a los “campeo-

nes” en la actualidad.

Los filisteos enviaron a Goliat al valle que estaba ubicado

entre el ejército filisteo y los ejércitos del rey Saúl. En esa

llanura, Goliat marchó, para atrás y para adelante, durante

cuarenta días, saliendo a provocar a Israel cada mañana y

cada noche (1 Samuel 17:8-10). Goliat también tenía repu-

tación de gigante en las mentes y los corazones de Saúl y

sus soldados.

➥➥ Lee 1 Samuel 17:11. Describe la reacción de los is-

raelitas frente al gigante Goliat.

David tenía una reputación...

Todos tenían miedo, excepto David, el más joven de los

ocho hijos de Isaí. ¿Te imaginas siendo el más joven de

ocho hijos en una familia? Es seguramente una posición

que podríamos definir como “el último en la cadena hu-

mana”. ¿Te imaginas lo que sus hermanos pensarían de

David? Para ellos, sin duda era el bebé de la familia, el pe-

queñín. El muchacho creció sin que le dieran gran impor-

tancia y probablemente todos lo ignoraban.

David no era, ciertamente, un gigante a los ojos de sus her-

manos, cuando llegó al campamento militar. Su padre, Isaí,

lo envió a llevar comida a sus hermanos, y traer noticias.

David llegó al campamento justamente cuando Goliat se

preparaba para su paseo matutino por el valle. El joven se


apresuró a ir junto con sus hermanos para oír las bravuco-

nadas de Goliat frente al ejército de Israel, y vio que los

hombres tenían miedo.

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mmuueell 1177::88--1111))..Venciendo en la Tierra de los Gigantes, Edición para Jóvenes

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Pensar como un vencedor

David quedó conmocionado y preguntó: “¿Quién es este fi-


listeo incircunciso, para que provoque a los escuadrones

del Dios viviente?” Y cuando supo que había una gran re-

compensa para quien venciera a Goliat, preguntó: “¿Qué

harán al hombre que venciere a este filisteo, y quitare el

oprobio de Israel?” (1 Samuel 17:26).

David aún no era un vencedor en la tierra de los gigan-

tes, ¡pero ya estaba pensando como si lo fuera!

David intentó animar a los soldados a actuar. Los alentó

a derrotar a Goliat porque Goliat era un enemigo malva-

do, y los alentó a matarlo por la recompensa que les espe-

raba. Pero por más que intentó animar a los soldados para

que destruyeran a Goliat, al único que logró animar fue a

sí mismo. Finalmente, dijo a Saúl: “No desmaye el corazón

de ninguno a causa de él; tu siervo irá y peleará contra es-

te filisteo.”

Aun el mismo Saúl era víctima de la mentalidad de lan-

gosta. Él respondió a David: “No podrás”, señalando su ju-

ventud y su inexperiencia en la guerra.

David respondió a Saúl: “Tu siervo era pastor de las ove-

jas de su padre; y cuando venía un león, o un oso (...) tu

siervo lo mataba; y este filisteo incircunciso será como uno

de ellos, porque ha provocado al ejército del Dios viviente.”

Finalmente Saúl dio permiso a David para intentarlo, y

le prestó su propia armadura. David se la puso... e inme-

diatamente se la quitó. No le iba bien. (Ver 1 Samuel

17:29-39).

David sabía quién era. Sabía que el Espíritu del Señor es-
taba con él. También creía que Dios apoyaba a Israel. Da-

vid sabía que él era alguien, y que con él estaba Alguien

que era mayor que Goliat.

El vencedor está seguro de quién es

El joven o la joven que son vencedores en la tierra de los

gigantes inevitablemente tienen las mismas características

que David:

Él sabe quién es en el Señor; ella sabe que es hija de

Dios.

Ella sabe que tiene un destino divino; él sabe que ha

sido elegido por el Señor.

Él sabe que Dios es más grande que cualquier gigante

que pueda enfrentar; ella sabe que puede vencer cual-

quier problema teniendo a Dios de su lado.¿Qué es la Mentalidad de Langosta?

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Ella sabe que para matar al gigante que enfrenta, de-

be ser un 100% ella misma; él sabe que no puede to-

mar la identidad de otra persona para ganar.

David, con su honda y sus cinco piedras, se acercó a Go-

liat. Este comenzó a rugir: “¿Soy yo perro, para que vengas

a mí con palos? (...) Ven a mí, y daré tu carne a las aves del

cielo y a las bestias del campo” (1 Samuel 17:43, 44).

David le respondió, gritando (por lo que sabemos, fue el

único que jamás se atrevió a hacerlo. Y no ahorró palabras):

Entonces dijo David al filisteo: Tú vienes a mí con espa-

da, lanza y jabalina, pero yo vengo a ti en el nombre del


SEÑOR de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Is-

rael, a quien tú has desafiado. El SEÑOR te entregará hoy

en mis manos, y yo te derribaré y te cortaré la cabeza. Y da-

ré hoy los cadáveres del ejército de los filisteos a las aves

del cielo y a las fieras de la tierra, para que toda la tierra

sepa que hay Dios en Israel, y para que sepa toda esta

asamblea que el SEÑOR no libra ni con espada ni con lan-

za; porque la batalla es del SEÑOR y Él os entregará en

nuestras manos (1 Samuel 17:45-47, Biblia de las Améri-

cas).

Observa que David no habla solamente sobre sí mismo,

como lo hizo Goliat. David habla de sí mismo y del Señor.

David no salía a enfrentar a Goliat en sus propias fuerzas,

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