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Reglas del amor cortés (fragmento del Tratado del amor cortés)
La lavandera
Canción
I en el corazón, con tal dulce sabor
que cien veces al día muere de
No es sorprendente si canto dolor
mejor que ningún otro cantor, y otras cien revive de alegría.
pues más que los otros me Este mal es tan agradable
someto Que lo prefiero a cualquier bien,
al amor y obedezco sus y, si este mal es tan dulce,
órdenes. ¿cómo será el bien después de
la angustia?
Cuerpo y corazón y saber y
sentido,
fuerza y poder, todo se lo he V
entregado; Ay, dios, ¿por qué es tan difícil
con tanta fuerza me atrae el distinguir
amor de entre los falsos al verdadero
que ninguna otra cosa me amante?
preocupa. ¡Si los mentirosos y los traidores
llevaran un cuerno en la frente
daría todo el oro del mundo
y toda la plata, si los tuviera,
II para que supiera mi dama
con qué fidelidad la amo!
Realmente está muerto quien
del amor no siente VI
en su corazón dulce sabor. Cuando la veo, bien se me nota
¿De qué sirve vivir sin valor, en los ojos, el rostro y el color;
Sino para molestar a los demás? pues ante ella tiemblo de miedo
Espero que Dios no me odie como la hoja frente al viento.
tanto para permitirme vivir un día Tengo entonces menos razón
o un mes que un niño,
como uno de esos desdichados el amor es dueño de todos mis
que no conocen el amor. actos.
De un hombre que así es
III sometido
De buena fe y sin fingir, Bien debería apiadarse una
amo a la más bella y a la mejor; dama.
mi corazón suspira y mis ojos
lloran VII
de tanto amarla, es mi Noble dama, nada te pido,
desgracia; sino que me aceptes como
pero qué puedo hacer si el Amor siervo;
me ha encerrado en su prisión. pues yo te serviré como buen
La única llave que puede abrirla señor
es Piedad, pero no encuentro sin preocuparme por la
ninguna. recompensa.
Estoy pues a tus órdenes,
IV humilde y fiel, cortés y alegre.
Este amor me hiere tan No eres un oso ni un león
suavemente para matarme, si a ti me
entrego.
VIII envío estos versos; que no se
A mi dama cortés, dónde se enoje
encuentre, si he tardado tanto en hacerlo.
JAUFRE RUDEL
Vida cerca de ella, por más lejos que esté
ahora.
Jaufre Rudel de Blaia fue muy gentil Qué encantadoras conversaciones
hombre, príncipe de Blaia; y se cuando el amante lejano esté tan
enamoró de la Condesa de Trípoli, cerca
sin verla, por el bien que oyó decir y pueda disfrutar de sus dulces
de ella a los peregrinos que volvían palabras.
de Antioquia; e hizo de ella muchos
versos con buen son y pobres IV
palabras. Y deseando verla se cruzó Triste y alegre permitiré de su lado,
y se embarcó; y cayó enfermo en la si alguna vez veo a este amor
nave y fue conducido a Trípoli, a un lejano.
albergue, dado por muerto. Ello se Pero no sé cuando podré verlo,
hizo saber a la Condesa, y fue a él, a pues demasiado lejos están nuestros
su lecho, y lo tomó entre sus brazos; países.
y cuando él supo que era la De aquí a allá abundan los caminos,
Condesa, recobró el oído y el y por eso no sé lo que pueda pasar.
aliento, y alabó a Dios y le dio ¡Que todo sea como lo quiera Dios!
gracias porque le había mantenido
la vida hasta verla. Y así murió entre V
sus brazos y ella lo hizo enterrar con Nunca gozaré del amor
gran honor en la casa del temple. Y si no disfruto de este amor lejano,
después, aquel mismo día se hizo pues no conozco mujer más bella ni
monja por el dolor que tuvo por la gentil
muerte de él. en ninguna parte, cerca o lejos.
Tan verdadero y puro es su valor
Canción que por estar cerca de ella aceptaría
ser prisionero en tierras sarracenas.
I
En mayo, cuando los días son largos, VI
me gusta el canto lejano de los Que Dios, creador de todo lo que va y
pájaros, viene,
y cuando he partido de ahí, quien ha formado en mí este amor
recuerdo un amor lejano. lejano,
Voy entonces triste y pensativo, me de el poder, pues el deseo lo
y no me alegran los cantos ni las tengo,
flores de ver este amor lejano
más que el viento helado. con mi ojos, y de tal manera
que cualquier cuarto o jardín
II me parezcan siempre un palacio.
Estoy seguro de que el Señor
me permitirá ver el amor de lejos; VII
pero, por un bien que recibo, No miente quien me llama ávido
siento dos males, tan lejano está. ni ansioso de amor lejano;
¡Ay, si fuera allá de peregrino, pues ninguna alegría me place tanto
para que mi bordón y mi capucha como el gozo de este amor lejano.
fueran contemplados por sus bellos Pues lo que quiero me está vedado,
ojos! pues mi padrino me hechizó
para amar sin ser amado.
III
Qué alegría tendré cuando le pida VIII
por amor de dios el albergue lejano; Pero lo que quiero me está vedado.
y, si ella quiere, seré albergado ¡Maldito sea el padrino
Que me hechizó para no ser amado! al despuntar el alba,
y me fui a un vergel
a recoger violetas;
y escuché un canto
hermoso, a lo lejos.
Encontré a una alegre pastorcita
ALBA (ANÓNIMO, SIGLO XII)
cuidando sus borregos.
En un vergel, bajo un espino, “Dios te proteja, pastorcita
la dama abraza a su amigo, color de rosita;
hasta que el centinela anuncia el día. mucho me sorprende
¡Ay, Dios, ay, Dios, qué pronto llega el que estés tan solita;
alba! te daré una blusa,
si quieres aceptarla,
Quiera Dios que la noche no termine,
finamente tejida
y que mi amigo no se aleje de mí,
y que el centinela no vea el día ni el
con hilos de seda.”
alba
¡Ay, Dios, ay, Dios, qué pronto llega el “Loco eres, caballero,
alba! no tienes ningún sentido,
pues lo que me ofreces
Bello y dulce amigo, besémonos aún me tiene sin cuidado,
en este prado, donde cantan los tengo padre y madre,
pájaros; y marido tendré;
hagamos todo, a pesar del celoso. y, si Dios lo quiere,
¡Ay, Dios, ay, Dios, qué pronto llega el me llenará de honor.”
alba!
“Adiós, adiós, caballero;
Bello y dulce amigo, hay que seguir mi padre me llama;
jugando allá lo veo arando
en este jardín, donde cantan los la tierra nueva,
pájaros, pues sembramos trigo.
hasta que el centinela toque su Cosecharemos mucho,
caramillo; y, si quieres comprarnos,
¡Ay, Dios, ay, Dios, qué pronto llega el te lo venderemos.”
alba!
1 4
¡Dejemos los estudios! Allí fácilmente
es grato un vivir estrafalario cabe hartar la vista,
cojamos, mejor, el dulce fruto allí brilla el inquieto
de la tierna juventud. retozar de los miembros.
Para los viejos queda Mientras las mozas se mueven
tratar las cosas serias; con gestos incitantes,
para los jóvenes, yo, allí, miro y mirando
la burla y la alegría. me siento arrebato.
Veloz huye la edad Veloz huye la edad
pasada en los estudios; pasada en los estudios;
al placer nos invita al placer nos invita
la tierna mocedad. la tierna mocedad.
2
La primavera de la vida se nos
escapa,
ASÍ CONSUELO MI SINO CANTANDO
2 5
Unos juegan, otros beben, Bebe el ama, bebe el amo,
otros viven desenfrenadamente. bebe el caballero, bebe el clérigo,
Pero entre quienes se dedican a bebe éste, bebe aquel,
jugar, bebe el siervo con la criada,
unos acaban desnudos, bebe el activo, bebe el perezozo,
otros se visten allí mismo, bebe el blanco, bebe el negro,
otros se cubren con sacos. bebe el constante, bebe el
Nadie teme allí a la muerte, versátil,
sino fían su muerte a Baco. bebe el rudo, bebe el mago.
3 6
Primero por el precio del vino: Bebe el pobre y el enfermo,
por éste beben los libertinos; bebe el desterrado y el
una vez beben por los cautivos, desconocido,
después beben tres por los vivos, bebe el chico, bebe el viejo,
cuatro por todos los cristianos, bebe el prelado y el decano,
cinco por los fieles difuntos, bebe la hermana, bebe el
seis por las hermanas vanas, hermano,
bebe la vieja, bebe la madre, y no se cuentan entre los justos!
bebe ésta, bebe aquel,
bebe cien, bebe mil.
7
Seiscientas rondas poco
duran, cuando sin medida
beben todos, sin meta,
aunque beban alegremente.
Así, todas las gentes nos denigran
y siempre seremos pobres.
¡Quienes nos denigran se ven
confundidos
II
Francois Villon
Proesa grans qu’el vostre cors s’aizina/ La noble virtud que habita en
vuestro corazón
e lo rics prtez qu’avetz m’en ataïna,/ y el alto valor que poseéis me
intimidan,
c’una non sai, loindana ni vezina,/ pues no conozco dama cercana o
lejana,
si vol amar, vas vos non si’ aclina;/ que, dispuesta a amar, no sea atraída
por vos.
mas vos, amics, etz ben tan conoissens/ pero vos, amigo, tenéis tanto
juicio
que ben devetz conoisser la plus fina,/ que bien debéis conocer la más
perfecta;
e membre vos de nostres covinens./ y acordaos de vuestro pacto.
Mas aitan plus vuoill li digas messatges,/ Más aún quiero que os diga el
mensajero:
qu’en trop d’orguoills o ant gran dan maintas gens./ por demasiado
orgullo mucha gente ha sufrido gran daño.