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¿Qué es el ruido?

Son numerosas las definiciones del ruido que podemos encontrar en la literatura
especializada, unas más técnicas, otras más jurídicas y otras más de carácter social. Una
definición un tanto aséptica entiende el ruido como «un fenómeno sonoro formado por
vibraciones irregulares en frecuencia (período, ciclo o Hertz) y amplitud por segundo, con
distintos timbres, dependiendo del material que los origina» (Mínguez Enríquez, 2002). Para
la física «es una sensación producida en el oído por determinadas oscilaciones de la presión
exterior. La sucesión de compresiones y enrarecimientos que provoca la onda acústica al
desplazarse por el medio hace que la presión existente fluctúe en torno a su valor de
equilibrio; estas variaciones de presión actúan sobre la membrana del oído y provocan en el
tímpano vibraciones forzadas de idéntica frecuencia, originando la sensación de sonido»
(Laforga Fernández, P,2000). Como ha señalado este mismo autor, en el sonido aparecen dos
conceptos esencialmente distintos, aunque íntimamente relacionados; por un lado, la onda
sonora o ente físico capaz de producir la sensación de sonido y, por otro, la sonoridad o
sensación subjetiva producida por ciertas variaciones de presión en el oído. Pero el ruido no
sería considerado como tal si, como señala Domínguez Ortega, no produjese un rechazo y
efectos no deseados para el que lo sufre. En este sentido hay que entender la definición de
(Lamarque 1975), que lo entiende como «sonido o conjunto de sonidos desagradables o
molestos», o ( Sanz Sa 1987) que considera se trata de «un sonido molesto e intempestivo
que puede producir efectos fisiológicos y psicológicos no deseados en una persona o un
grupo»; o de( López Barrio (1997) que entiende que lo característico del ruido es «toda
energía acústica susceptible de alterar el bienestar fisiológico o psicológico». En cualquier
caso, lo esencial de cualquier definición es que se trata de uno o diversos sonidos molestos
que pueden producir efectos fisiológicos, psicológicos y sociales no deseados. El ruido es,
pues, algo objetivo, algo físico, que está ahí y tiene unas fuerzas que lo producen y, al mismo
tiempo, es un fenómeno subjetivo que genera sensaciones de rechazo en un oyente. Tratando
de objetivar los elementos que integran el ruido se pueden distinguir estos tres: la causa u
objeto productor del sonido, la transmisión de la vibración, y el efecto o reacción fisiológica
y psicológica que se produce en la audición. Veamos cada uno de estos componentes de una
forma un poco más detallada.
En cuanto fenómeno físico, cualquier ruido es primariamente un sonido. «El sonido se define
como una variación de la presión del aire que puede ser detectada por el oído humano,
pudiendo ser descrito mediante ciertos parámetros físicos, principalmente la intensidad y la
frecuencia» (López Barrio, 1997). Como señala (Sanz Sa 1987) «el sonido tiene su origen en
las vibraciones mecánicas de la materia, tanto en estado sólido como líquido o gaseoso, que
se propagan en forma de ondas longitudinales de presión sonoras en todas las direcciones».
Se trata, pues, de movimientos ondulatorios producidos por una aportación de energía
mecánica que produce vibración en un medio físico, y que se transmite en todas las
direcciones a través del aire y de otros medios elásticos. El proceso de generación de tales
ondas sonoras tiene su origen, por lo general, en un objeto en vibración que arrastra las
partículas de aire en contacto con el mismo, produciendo de forma alternativa depresiones y
sobrepresiones que se van extendiendo a las capas de aire contiguas, dando como resultado
una onda de presión que se propaga de manera ondulatoria desde el objeto en vibración. Las
ondas sonoras se caracterizan por la amplitud de los cambios de presión, por su frecuencia,
por la velocidad de propagación y variación en el tiempo. En todo caso, el sonido es una
forma de energía mecánica y puede ser medido en unidades físicas relacionadas con la
energía.
¿Qué es la contaminación sonora?
La contaminación sonora es la presencia en el ambiente de niveles de ruido que implique
molestia, genere riesgos, perjudique o afecte la salud y al bienestar humano, los bienes de
cualquier naturaleza o que cause efectos significativos sobre el medio ambiente.
Entre los principales problemas de salud que se producen por la exposición de las personas
a niveles de ruido alto, figuran enfermedades como estrés, presión alta, vértigo, insomnio,
dificultades del habla y pérdida de audición. Algunas categorías de la población, como
enfermos crónicos y adultos mayores, los cuales tienden a necesitar más horas de descanso
que los demás, son más vulnerables que otros al ruido. Este fenómeno, además, afectaría
particularmente a los niños y sus capacidades de aprendizaje. Organización Mundial de la
Salud. 1999, Guidelines for community noise. Geneva. Consulta: 22 de Agosto del 2015.
<whqlibdoc. who.int/hq/1999/a68672.pdf>
La intensidad de los distintos ruidos se mide en decibeles (dB), la unidad en la que
habitualmente se expresa el nivel de presión sonora, es decir, la potencia o intensidad de los
ruidos. Los decibeles son también la variación sonora más pequeña perceptible para el oído
humano. El umbral de audición medido en dB tiene un escala que se inicia con cero (0) dB
(nivel mínimo) y que alcanza su grado máximo con 120 dB (que es el nivel de estímulo en el
que las personas empiezan a sentir dolor), un nivel de ruido comparable, por ejemplo, con el
que se produce durante un concierto de rock. La Organización Mundial de la Salud
recomienda que el ambiente se pueda mantener dentro de un umbral de 55 dB.
En el Gráfico Nº1 se presentan ejemplos de la relación entre el tipo de ambiente y el nivel de
decibeles que les corresponden. Como se puede observar, a diferentes umbrales de ruido
corresponden diferentes tipos de ambiente: de cero (0) dB a 29 dB, el ambiente es silencioso;
de treinta (30) dB a 79 dB, el ambiente es poco ruidoso; de ochenta (80) dB a 99 dB, el
ambiente se vuelve ruidoso; de cien (100) dB a 119 dB, el ambiente es considerado molesto;
y de 120 dB en adelante, el ambiente es catalogado de insoportable.
La contaminación sonora es un problema que ha ido creciendo a lo largo del último siglo, no
solo en el Perú, sino en todo el mundo. Es algo que afecta el desarrollo de nuestras tareas
cotidianas y que es necesario conocer y aprender a controlar. Para lograr este fin, es
fundamental saber cuáles son las herramientas a nuestro alcance para protegernos y a qué
instituciones podemos acudir.
Grafico N1

¿Cómo se mide la contaminación sonora?


Con el objetivo de proteger la salud de los ciudadanos, mejorar la calidad de vida de la
población y promover el desarrollo sostenible, en el 2003 se aprobó el Decreto Supremo Nº
085-2003-PCM - Reglamento de Estándares Nacionales de Calidad Ambiental para Ruido,
norma mediante la cual se establecieron los estándares nacionales de calidad ambiental para
ruido (en adelante, ECA Ruido) y los lineamientos para no excederlos.
Los ECA Ruido son instrumentos de gestión ambiental prioritarios para prevenir y planificar
el control de la contaminación sonora; ellos establecen los niveles máximos de ruido en el
ambiente que se deben respetar para proteger la salud humana. Además, estas herramientas
sirven para el diseño de normas legales y políticas públicas destinadas a la prevención y
control del ruido ambiental, así como para el diseño y aplicación de instrumentos de gestión
ambiental.
Los ECA Ruido son utilizados para comparar los resultados obtenidos de las mediciones del
ruido que se emite, estos ECA pueden variar dependiendo de la zona y horario del cual se
trate. Asimismo, se utilizan para verificar el cumplimiento de las obligaciones ambientales
establecidas en los instrumentos de gestión ambiental de los administrados (empresas).
El Decreto Supremo Nº 085-2003-PCM, además, reconoce cuatro (4) zonas de aplicación de
los ECA Ruido: zonas de protección especial (es decir, áreas donde se encuentren ubicados
establecimientos de salud, centros educativos, asilos y orfanatos), zonas residenciales, zonas
comerciales y zonas industriales. A cada zona de aplicación le corresponde un límite de nivel
de ruido para horarios diurnos y otro para horarios nocturnos. (ver tabla Nº 1).
Para realizar las mediciones del ruido necesarias, el Decreto Supremo Nº 085-2003-PCM
contempló en su primera disposición final que, hasta que se cuente con un protocolo nacional
oficial, se utilizarán dos (02) normas técnicas peruanas: (a) ISO 1996-1:1982: Acústica -
Descripción y mediciones de ruido ambiental, Parte I: Magnitudes básicas y procedimientos;
y, (b) ISO 1996- 2:1987: Acústica - Descripción y mediciones de ruido ambiental, Parte II:
Recolección de datos pertinentes al uso de suelo.
El monitoreo del ruido ambiental —es decir, la evaluación del nivel sonoro por la implicancia
que tiene como impacto en el medio ambiente— brinda los insumos necesarios para que los
gobiernos locales elaboren sus mapas de ruido. Para realizar las oportunas mediciones, se
utilizan varios equipos; entre ellos, el más importante es el sonómetro digital, instrumento
que tiene la capacidad de poder calcular el nivel continuo equivalente con ponderación A
(LAeq,T), de acuerdo con lo establecido en el Reglamento que establece los ECA Ruido.
¿Quién mide la contaminación sonora en el Perú?
El procedimiento de monitoreo y medición de la contaminación sonora involucra a varias
entidades, a diferentes niveles.
En primer lugar, el Ministerio del Ambiente está a cargo de aprobar los ECA Ruido y las
directrices para la elaboración de los planes de acción para la prevención y control de la
contaminación sonora. Además, promueve y supervisa el cumplimiento de políticas
ambientales sectoriales orientadas a alcanzar y mantener los estándares nacionales de calidad
ambiental para ruido.
Por otro lado, las municipalidades provinciales y distritales colaboran entre ellas para
elaborar e implementar los planes de prevención y control de la contaminación sonora y los
límites máximos permisibles de las actividades y servicios bajo su competencia; fiscalizar el
cumplimiento de las disposiciones legales vigentes para prevenir y controlar la
contaminación sonora; elaborar, establecer y aplicar la escala de sanciones para las
actividades reguladas bajo su competencia; dictar normas de prevención y control de la
contaminación sonora para las actividades comerciales, de servicios y domésticas. Se puede
resaltar que los gobiernos locales son los competentes para evaluar, supervisar, fiscalizar y
sancionar las emisiones de ruido, de acuerdo con lo establecido en sus respectivas ordenanzas
municipales y conforme a los ECA Ruido.
El Ministerio de Salud tiene también un papel muy importante en este proceso, ya que es el
responsable de establecer o validar criterios y metodologías para la realización de la
vigilancia de la contaminación sonora. Además, evalúa los programas locales de vigilancia
y monitoreo de la contaminación sonora; puede inclusive encargar a instituciones públicas o
privadas dichas acciones.
Asimismo, hay autoridades sectoriales que emiten las normas que regulan la generación de
ruidos de las actividades que se encuentren bajo su competencia y fiscalizan el cumplimiento
de dichas normas, por lo que están facultadas para encargar a terceros esta actividad. Entre
sus tareas, se incluye la de verificar el cumplimiento de los ECA Ruido cuando se encuentren
contenidos en un instrumento de gestión ambiental. Así, por ejemplo, el Ministerio de
Transportes y Comunicaciones fiscaliza el cumplimiento de los instrumentos de gestión
ambiental aprobados para la construcción de una vía expresa o de infraestructura de
transporte urbano.
El Instituto Nacional de Calidad (Inacal) es parte de esta estrategia de monitoreo y medición,
ya que aprueba las normas metrológicas relativas a los instrumentos para la medición de
ruidos y califica y registra a las instituciones públicas o privadas que realicen la calibración
de equipos para la medición de ruidos.
Finalmente, el OEFA, como parte de su función de supervisión a entidades de fiscalización
ambiental (EFA), verifica que los gobiernos locales cumplan con esta fiscalización y les
brinda constantemente asistencia técnica para el uso de sonómetros (las características
requeridas para la adquisición de estos equipos dependiendo de las características de sus
distritos). Por ejemplo, realiza capacitaciones masivas a funcionarios y servidores públicos
de municipalidades de Lima Metropolitana y de provincias.
Vemos, entonces, que la medición de la contaminación sonora es un proceso que involucra a
instituciones tanto a nivel distrital, como provincial y nacional, en el que cada ente es
responsable de tareas diferentes. La colaboración entre las diferentes instancias de gobierno
es fundamental para lograr una mejora en los niveles de ruido y, por lo tanto, en la calidad
de vida de la población en general. El papel principal en todo este mecanismo lo juegan las
municipalidades, las cuales tienen una relación más cercana con los ciudadanos
Vibración y sonido
El sonido consiste en una energía residual que provoca una variación de la presión que se
transmite y propaga, por ondas longitudinales y vibrátiles, a través de un medio sólido,
líquido o gaseoso. Este fenómeno físico puede ser escuchado por el hombre cuando esas
ondas presionan a través de las moléculas del aire (o de otro medio elástico) sobre nuestro
sistema auditivo externo. Para una sencilla aproximación a los aspectos físicos del sonido
véase J. M. SANZ SA, El ruido, MOPU, Madrid, 1987, especialmente pp. 9 y ss.
El sonido, en su dimensión física, existe con independencia de la presencia de un receptor.
La sensación auditiva producida por un sonido a un receptor depende fundamentalmente de
la intensidad y la frecuencia del sonido. La intensidad (presión ejercida por el sonido) medida
en decibelios y la frecuencia (oscilaciones por segundo de la fuente sonora) medida en
hertzios son las principales magnitudes del sonido y las que determinan la molestia o
nocividad del mismo, además de otras circunstancias como la duración, la repetición o
discontinuidad, su complejidad y el contexto (hora del día, lugar, actividad que se realiza,
etc.) en el que se percibe. El sonido se transforma en nuestro complejo sistema auditivo en
impulsos eléctricos que se transmiten a nuestro cerebro. En la apreciación de dichos sonidos
intervienen una serie de causas subjetivas, todavía no bien conocidas, que hacen que
determinados sonidos, con independencia de su intensidad o frecuencia, nos resulten o no
placenteras. En general, el sonido en forma de música (de determinado tipo de música)
produce efectos placenteros en el hombre. Al escuchar música se activan distintas regiones
cerebrales que ponen de relieve que una determinada combinación de sonidos –como la
música– constituye algo más que la mera suma de esos sonidos. Más allá de lo meramente
físico, la musicalidad afecta a los sentimientos. Evidentemente los factores subjetivos son
determinantes: una música puede emocionar a unas personas mientras que, a otras, puede
aburrir o incluso repugnar. Pero, tras ese subjetivismo hay algo común a todas las personas
que hace, por ejemplo, que las melodías de las nanas calmen a los bebés (o a muchos de
ellos), que los sonidos graves y rítmicos (como los tambores de guerra) generen agresividad,
y que se esté desarrollando la musicoterapia para el tratamiento o la prevención de
determinadas enfermedades.
El sonido indeseado se convierte en ruido
El ruido es un sonido no deseado. Si, como se ha dicho, los sonidos placenteros lo son en
gran medida por causas subjetivas, lo mismo sucede con los sonidos no deseados o molestos.
C. ALONSO GARCÍA, El régimen jurídico de la contaminación atmosférica y acústica.
Se suele caracterizar el ruido como el sonido molesto, incómodo inoportuno o desagradable.
Un fenómeno, en suma, subjetivo y relativo definido por la falta de voluntariedad en la
recepción del sonido. S. GONZÁLEZ-VARAS IBÁÑEZ, «Tratamiento jurídico acerca del
ruido de los transportes», Revista de Derecho Ambiental, núm. 11, 1993, p. 12.
Clases de ruidos
Siendo el ruido un fenómeno tan heterogéneo, las perspectivas de su estudio y los criterios
para clasificarlo puede pueden ser muy variados. Desde el punto de vista jurídico, los criterios
clasificatorios que, a mi juicio, presentan mayor relevancia, son cinco: origen, lugar,
momento, duración y efectos.
a) Por su origen:
Ruidos de la naturaleza y ruidos generados por las actividades humanas Los sonidos pueden
tener su origen en causas naturales o artificiales. No cabe duda de que los sonidos indeseados,
por molestos o nocivos, proceden generalmente de fuentes artificiales. Es más, la gravedad
–y hasta la misma existencia– de la contaminación acústica es consecuencia de la
industrialización y la tecnificación de la actividad humana. El ruido se ha calificado en la
jurisprudencia como uno de los riesgos para determinados derechos fundamentales de las
sociedades tecnológicamente avanzadas (STC 119/2001, de 24 de mayo).
El ruido industrial, el procedente del tráfico rodado, ferroviario o aéreo, los generados por la
construcción, limpieza viaria y servicios de los edificios (ascensores, aire acondicionado,
calefacción, etc.), así como los ruidos domésticos (aspiradores, aparatos de música y, en
general, electrodomésticos) son algunas de las principales causas del ruido ambiental para la
Organización Mundial de la Salud. WORLD HEALTH ORGANIZATION, Guidelines for
Community Noise, p. 23 y ss. (http://vho.int/enviromental_information/Noise).
La naturaleza, por el contrario, evoca tranquilidad y sosiego. Y, sin embargo, no son
inconcebibles sonidos nocivos o, cuando menos, molestos de la naturaleza (por ejemplo, una
tormenta, el viento intenso o continuo, o los sonidos emitidos por los animales). No obstante,
como se verá, los sonidos de este origen no pueden constituir ruido en sentido jurídico, salvo
que estén controlados o hayan sido acentuados por la intervención del hombre. En cambio,
los sonidos que el hombre produce sin el uso de artificios y que pueden también ser
calificados de naturales (hablar, cantar, trabajar artesanalmente, etc.) sí pueden constituir
ruido a efectos jurídicos si rebasan los niveles tolerables. Para la legislación, en definitiva, la
diferencia significativa no va a radicar en el origen natural o artificial del ruido, sino en la
presencia o intervención humana en su generación.
b) Por el lugar de emisión y el lugar de recepción
A efectos jurídicos importa también el lugar de emisión y de recepción de los ruidos. En
primer lugar, cabe distinguir los ruidos de origen interior y los ruidos de origen exterior. En
los primeros el foco emisor se localiza en establecimientos o instalaciones destinados a
vivienda, trabajo y recreo. Los ruidos de origen exterior es producido por el tráfico –en sus
tres modalidades aérea, ferroviaria y por carretera–, por las actividades industriales, por las
obras, etc. Jurídicamente es fundamental el lugar de recepción del ruido. En la determinación
de los niveles de ruido admisibles suele distinguirse entre el nivel sonoro interior y el nivel
sonoro exterior.
c) Por el momento de producción
El momento de producción del ruido es una de las circunstancias determinantes en la
definición de los índices acústicos. Como se verá, la legislación va a tener que considerar,
una vez más, al tiempo como hecho jurídico y asignar índices acústicos distintos para cada
período en que se divide el día.
d) Por su duración o frecuencia
La duración o frecuencia de los ruidos determina la magnitud de presión acústica equivalente
(Leq) que, a su vez, es la determinante de la incidencia de los ruidos con escasas
oscilaciones), ruido fluctuante (cuando hay una variación, periódica o aleatoria, de la presión
acústica, como ocurre con el tráfico rodado), ruido transitorio (inicia y termina en un período
determinado, y que se califica de impacto cuando el incremento es muy elevado). La duración
del ruido es uno de los factores determinantes de los efectos que éste produce, por ejemplo,
en la salud de las personas. Desde esta perspectiva, tan importante es una exposición a niveles
altos de contaminación acústica durante poco tiempo (aguda), como estar expuestos a niveles
no tan elevados pero durante más tiempo (crónica), debido al efecto acumulativo asociado a
la respuesta del estrés14. La duración del ruido también es significativa a efectos jurídicos.
La reacción jurídica frente a un ruido esporádico, transitorio o aislado es distinta que frente
a un ruido continuo, ya tenga éste carácter repetitivo o intermitente. Los ruidos continuos
pueden ser objeto de planificación y control y contra ellos pueden dirigirse acciones para su
cesación15. En cambio, frente a los ruidos esporádicos y aislados las únicas reacciones
posibles son acciones resarcitorias (reparación o indemnización del daño causado) o
sancionadoras (sanción administrativa o, en su caso, penal).
e) Por sus efectos
El ruido una vez que supera los niveles permitidos, se convierte en una actividad
contaminante que puede resultar meramente molesta para el ejercicio de determinadas
actividades, o causar daños y perjuicios a bienes y vulnerar determinados derechos subjetivos
como el de la integridad física y psíquica, el de la intimidad, la inviolabilidad del domicilio,
etc. Precisamente, una de las características más sobresalientes del ruido es la tratarse de una
forma contaminación susceptible de afectar, lesionar o vulnerar a una gran diversidad de
bienes y derechos, o dicho de otra manera, de producir un impacto polivalente, tal y como se
expone en el apartado II.3 de este trabajo. J. M. SANZ SA, El ruido, cit., pp. 18-19.
Sostenibilidad del ruido
La sostenibilidad del ruido urbano tiene como propósito el diseño de medidas encaminadas a su
control y reducción, basándose en tres pilares fundamentales: la legislación, la prevención y el
control; el éxito de esta gestión depende de la forma en que estos tres componentes se relacionen.
Dado que el ruido es considerado por la mayoría de las personas de los grandes centros urbanos
como uno de los contaminantes de alto nivel que afecta de manera negativa su calidad de vida y la
de los ecosistemas, a escala mundial se han tomado una serie de acciones con el fin de mantener
los niveles de ruido dentro de unos rangos tales que no perjudiquen la salud y el bienestar de las
poblaciones. ZULUAGA ECHEVERRY, Claudia Lucia. Un aporte a la gestión del ruido urbano en
Colombia, caso de estudio: municipio de Envigado. Tesis de Maestría en Medio Ambiente y
Desarrollo. Medellín. Universidad Nacional de Colombia. Facultad de Minas. 2009, 110 p.

Los objetivos fundamentales de la sostenibilidad del ruido son: desarrollar criterios para deducir los
niveles de exposición y promover la evaluación y control del ruido como parte de los programas de
salud ambiental. Esas metas básicas se deben guiar por las políticas internacionales y nacionales
para la gestión del ruido. La Agenda 21 de las Naciones Unidas apoya principios de gestión ambiental
sobre los cuales se pueden basar las políticas de gobierno, incluidas las políticas de gestión del ruido:
el principio de precaución, el principio “el que contamina paga” y el de prevención en materia de
ruido, es decir, los responsables de la fuente de ruido deben asumir los costos totales asociados con
la contaminación sonora (incluida la vigilancia, gestión, reducción y supervisión). La sostenibilidad
del ruido requiere un marco legal en esta materia, el cual se puede basar en normas internacionales
o documentos sobre criterios nacionales, que consideran la relación dosis-respuesta para los efectos
del ruido sobre la salud humana. Otros componentes de la gestión del ruido incluyen la vigilancia de
los niveles de ruido, la elaboración de mapas y modelos de exposición al ruido, enfoques para el
control del ruido (tales como medidas de mitigación y prevención) y evaluación de las opciones de
control. Muchos de los problemas asociados con los altos niveles de ruido se pueden prevenir con
costos bajos, si los gobiernos desarrollan e implementan una estrategia integral para ambientes
interiores conjuntamente con los interesados en los niveles económicos y sociales. ORGANIZACIÓN
DE LAS NACIONES UNIDAS. Agenda 21. [En línea] Rio de Janeiro: ONU, 1992. [Citado 21 de mayo
2010]. URL disponible en <http://www.un.org/esa/dsd/agenda21_spanish/index.shtml>

En síntesis, una adecuada gestión del ruido urbano debe incluir las siguientes tareas:

1. Vigilar la exposición de los seres humanos al ruido.

2. Mitigar la inmisión en ambientes de ruido.

3. Considerar las consecuencias del ruido cuando se planifican sistemas de transporte y usos del
terreno.

4. Introducir sistemas de vigilancia para los efectos adversos sobre la salud relacionados con el ruido.

5. Evaluar la efectividad de las políticas sobre la reducción del ruido.

6. Adoptar medidas preventivas para el desarrollo sostenible de los ambientes acústicos.

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en Colombia, caso de estudio: municipio de Envigado. Tesis de Maestría en Medio
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