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Educar es un acto político que nos constituye en sociedad, ya que nos educamos
para abrirnos al conocimiento. Es justo en este momento donde inicia la labor
del docente o el maestro formador, como orientador integral, cuya función
principal es mediar y facilitar los procesos de aprendizaje del estudiante. Sin
embargo, el maestro tiene un papel importante en la actualidad como ciudadano
y sujeto político, ya que debe ser crítico y orientar a sus estudiantes a un
pensamiento reflexivo transdisciplinar.
Es decir, que este sistema educativo tiene un sentido mas progresista y pretende
un desarrollo político, económico y social, donde todos los actores puedan
convivir en paz, equidad, libertad y justicia.
Por ende, el rol del maestro se transforma, pasa de ser la única voz y autoridad
de conocimiento en el aula de clase y se convierte en un guía u orientador de
saberes, donde se establece una relación dialógica entre educando y educador.
En síntesis, el lugar del maestro va a ser dentro del aula de clase y sujeto político
social, transformador de vidas y facilitador de los procesos de aprendizaje. No
obstante, la relación maestro-estudiante se convierte en una relación mediada
por el dialogo y la comprensión de horizontes. Es decir, que se va a implementar
la comprensión hermenéutica para que el estudiante pueda construir sus propios
saberes. Para ello el docente puede plantear el diseño de actividades y proyectos
que permitan aprehender de la propia experiencia, el contexto, la realidad y que
articule acciones como escuchar, analizar, leer o escribir.