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Eso significa que un vínculo fuerte entre el que va enseñar (docente) con el que va
recibir los conocimientos (alumno). El problema es ese distanciamiento entre
ambos agentes. Los niños y jóvenes solo ven al profesor como una autoridad poco
respetada, que solo cumple con su función y no existe esa confianza para
prolongar la facilidad de realizar preguntas que aumente el saber que los chicos
desean tener.
Eso nos lleva a una segunda conclusión: la currícula escolar no cumple con una
enseñanza integral e importante que no dependa exclusivamente de las
herramientas materiales a utilizar, sino de la forma en como los educadores
comunican y se expresan para que los mensajes del conocimiento calen en los
estudiantes, o mejor aun que reflexionen sobre ellos mismos y que les permita
tener un espíritu curioso.
Gran parte de estos problemas son recurrentes a lo largo de los años. Los pocos
avances en educación son contados y parte de esas soluciones, en los tiempos
actuales, ya son obsoletos. Trathemberg explica que en el Perú nos enfocamos
demasiado en los análisis a políticas educativas del pasado y eso nos quita la
visión sobre las oportunidades de mejora del futuro. Otro error que detalla el
experto es hacer evaluaciones que al final terminan en lo mismo: siempre
pensamos que la educación mejora, pero no se ven esos cambios positivos.
Esto último nos lleva a otro punto que específica Trathemberg en su exposición: la
relación profesor-alumno se ve dañada por insistir en metodologías antiguas y en
las que el acercamiento entre ambos para compartir el conocimiento es nulo. Para
un niño escolar (que todos en algún momento fuimos) es estresante tener clases
típicas con un docente que solo habla, cumple con su pizarra, es “estricto” y no
tiene empatía con su alumnado. Lo que se genera con este comportamiento es
antipatía, fastidio y rechazo. Con un vínculo tan débil, el aprendizaje se complica
de parte de los alumnos.
Por ejemplo, en segundo año de secundaria conocí a un lamentable profesor de
química. Su clase consistía en escribir en la pizarra varios textos, descripciones
extensas e innecesarias, explicaciones cortas y un mal humor incomprensible.
Claro, bajo su educación tanto en colegio como en universidad, él creía que hacía
lo correcto, pero una metodología adecuada para transmitir el mensaje no tenía.
Como dato importante: el salón completo jaló en su examen mensual y algunos,
gracias a puntos de bonificación dentro de ese curso, aprobaron el curso al final.
Un curso totalmente olvidable.
Regresemos a las reflexiones de León Trahtemberg. Para él, la escuela tiene que
adaptarse a los nuevos tiempos en cuanto a tecnología. Normalmente, los
colegios prohíben a los estudiantes usar artefactos electrónicos en clase pues los
distraen de su verdadera misión, que es aprender todo lo que se pueda del
colegio. Sin embargo, no es lo mismo tener un walkman o un discman, cuya única
función radica en reproducir música, que un Smartphone de alta tecnología (ojo,
un Smartphone, no un celular común), que me puede servir para distintas
utilidades dentro de la enseñanza. La solución no es quitar o prohibir los posibles
elementos distractores, sino integrarlos a beneficio de los alumnos y de los
docentes.
Relaciona al último párrafo, la transformación del colegio para que deje de ser el
pesado centro de enseñanza donde los estudiantes sienten que viven encerrados
es un punto importante que detalla León Trahtemberg. No para todos es cómodo
emplear la mayor parte del tiempo estudiando sobre materias que realmente no
tienen mayor incidencia en nosotros, pese a la importancia e influencia sobre la
sociedad que conocemos que poseen. Modificar los patrones rígidos de las
escuelas, derivados de la formación militar, a un entorno amigable facilita a que el
estudiante sea más propenso a asistir gustoso a clases.
León Trahtemberg considera que los aspectos del desarrollo tecnológico, sumado
a una correcta metodología y una relación cada vez mejor entre alumno-profesor,
podríamos tener una mejor calidad educativa. La idea es romper con paradigmas
que en su momento (aunque implementados con cierta demora) fueron
innovadores y revolucionarios. No pensar en la forma en como fuimos educados,
sino como podemos mejorar esos puntos que cuando éramos niños
cuestionábamos. Aportar con ideas novedosas la facilidad para que el mensaje lo
comprendan mejor las nuevas generaciones y la educación sea el pilar clave en el
desarrollo del país.