Está en la página 1de 15

Intervención en el patrón de conducta tipo A:

Un modelo interdisciplinar

Marta Gil-Lacruz & Alicia Izquierdo


Universidad de Zaragoza

El patrón de conducta tipo A constituye un elemento importante en el estudio de


los entornos laborales. Entre los nuevos retos de la vida moderna encontramos un
mercado laboral complejo y cambiante, donde la productividad, competitividad y
actuación permanente lleva implícita una importante carga de estrés, estilos de
vida nocivos y riesgos evidentes para la salud en determinados grupos
profesionales. El presente artículo analiza este fenómeno desde una perspectiva
psicosociofisiológica y plantea las principales líneas de evaluación así como de
intervención dentro de un abordaje interdisciplinar.
estilos de vida, ansiedad, enfermedad, riesgo cardiovascular, estrés laboral.

Intervention in the A conduct pattern: An interdiscipliner model


The type A imples clearly the interaction importance of the psyco, socio and
physical variables involves in the behavioral explication. Nowadays the
productivity, competitive an constant formation requirements in the laboral
environments imply to the employers an strong amount of stress, unhealthy life
styles and specif laboral risks. This article analyzes the cientific psychologycial
literature about this situation researching the common point of view and their
operative consequences in the laboral prevention and health promotion.
Life style, anxiety, cardiovascular illness, stress, laboral risk

Correo electrónico: mglacruz@unizar.es

Persona 7, 2004, 71-85


Gil-Lacruz, Izquierdo

ESTILOS DE VIDA: UN RETO Como plantean Maestro y Huertas


INTERDISCIPLINAR (1992) es muy amplia la lista de las pa-
Los estilos de vida constituyen una tologías que pueden ser incluidas en es-
preocupación de primer orden para los ta dinámica: las enfermedades psicoso-
sistemas sanitarios contemporáneos. máticas (falta de control del individuo),
Este tema presenta una mayor sensibi- las enfermedades laborales (negligen-
lización pese a que nuestro nivel de sa- cia), las enfermedades cardiovascula-
lud es considerablemente superior al res, las drogodependencias, etcétera.
que ha podido caracterizar otras épocas La paradoja estriba en que detrás de
(Montiel, 1993), debido a un buen nú- ellas aparece un sujeto irresponsable
mero de factores: cuando en muchos casos el origen cau-
• Cambios en la propia definición de sal tiene que ver con la escala de valo-
salud, de la ausencia de enfermedad res predominante. Esta contradicción
al bienestar biopsicosocial, la OMS es evidente en el análisis del patrón de
reconoce en esta evolución la im- conducta tipo A. En dicho patrón com-
portancia de los parámetros cultura- portamental la ansiedad puede ser un
les y sociales en la salud comunita- rasgo de personalidad, pero en muchos
ria (González Moro, 1990). casos viene propiciado por una cultura
• Cambios en las tendencias epide- laboral competitiva.
miológicas.- En la sociedad actual, Además, estos cambios se traducen
una de las primeras causas de muer- en la crisis del sistema sanitario en el
te son las enfermedades cardiovas- Estado de Bienestar y en la necesidad
culares, el cáncer y los accidentes de priorizar en sus servicios las necesi-
de tráfico (Costa y López, 1986; dades sociales y la participación ciuda-
Mira, 1990); es decir, trastornos fi- dana (San Martín, 1982). Una orienta-
siológicos derivados directa o indi- ción exclusivamente medicalizada y
rectamente de los estilos de vida. curativa de los servicios de salud, re-
• Cambios en las representaciones sulta insuficiente para abordar el tema
sociales sobre la salud, sobre todo de la calidad de vida y el bienestar de
en los países económicamente desa- las personas.
rrollados. Correspondería a los fe- En este sentido, desde los trabajos
nómenos que Varela y Álvarez-Uría de Lalonde (1974) en Canadá, en los
(1989: 71) denominan: “cultura so- que se definían los determinantes de la
mática” y el “fetichismo del cuerpo salud y se subrayaba la importancia de
sano”, que tienden a priorizar las los factores sociales en la mejora y el
normas que prevalecen en otros as- mantenimiento del bienestar, esta sen-
pectos sociales como el sobredi- sibilización social se ha plasmado en
mensionamiento de la imagen, el diferentes reglamentaciones interna-
hedonismo y el logro.

72
Intervención en el patrón de conducta tipo A: un modelo interdisciplinar

cionales. Especialmente importante se- vulnerabilidad, las teorías sobre el es-


ría la filosofía subyacente al plan “Sa- trés son marcos de referencia impor-
lud para todos desde la OMS (1986)”: tantes en el diagnóstico de la salud co-
la trascendencia de políticas centradas munitaria. Como ejemplo del impacto
en la modificación de los estilos de vi- de estos marcos técnicos en la investi-
da, la introducción de cambios medio- gación, en 1976 Selye contabilizó 95
ambientales y sociales se constituye en mil publicaciones sobre el tema; en
una declaración de principios recogida 1989 Renaud encontró que este núme-
en numerosas directrices comunitarias. ro se había duplicado.
En Europa, como expone Villalbí Rodríguez Domingo (1991: 59), en
(1994), el tratado de Maastricht supone un intento de clasificar las posibles con-
una apuesta explícita por la prevención clusiones de este cúmulo de estudios,
y por la subsidiaridad, o lo que es lo los sitúa en tres tipos de categorías:
mismo, el reconocimiento de la necesi- • El estrés se plantea como una varia-
dad de intervenir a un nivel lo más cer- ble dependiente, el énfasis se coloca
cano posible a las causas subyacentes en la respuesta ocasionada por una
de los patrones de enfermedad. situación de riesgo (Glaser, 1987).
La dificultad de este modelo estriba
EL ESTRÉS en que de manera redundante se de-
La inclusión de variables psicoso- fine como situación de riesgo toda
ciales como los estilos de vida en las aquella que produce el síndrome del
investigaciones e intervenciones sobre estrés.
la salud no es una aportación reciente. • La definición de estrés como varia-
Podemos remontarnos a los padres de ble independiente soluciona esta ca-
la sociología y a los estudios de rencia, delimitando las característi-
Durkheim (1951) sobre las transforma- cas del estímulo producido por la si-
ciones de la sociedad industrial: los in- tuación de riesgo. Se relacionan los
cipientes núcleos urbanos, al disminuir eventos vitales; por ejemplo, la pér-
la cantidad y calidad de las relaciones dida del empleo con una disminu-
personales, reducen el apoyo social y, ción de la respuesta inmunológica
por tanto, una de las principales fuentes (Cohen, 1986).
de bienestar. En 1976 Cassel revisa có- • Un tercer grupo de teorías toma en
mo el ambiente social contribuye a po- consideración las diferencias indivi-
tenciar o debilitar la capacidad inmu- duales y define estrés como una res-
nológica del organismo. puesta adaptativa o disfuncional
En la interacción entre indicadores entre la persona y su ambiente. Po-
psicosociofisiológicos y la importancia wel (1987) destacaría entre estas lí-
del ambiente como agente causal de la neas de investigación las que estu-

73
Gil-Lacruz, Izquierdo

dian los patrones de conducta tipo A este ejemplo, el trabajador) tenga de su


y B. Lazarus (1966, 1984) introdu- realidad y determinadas características
ciría la influencia de la percepción de personalidad que pueden confluir en
cognitiva de la situación y los recur- una mayor vulnerabilidad en la percep-
sos disponibles para solventarla co- ción de situaciones estresantes.
mo elementos mediadores entre el En este sentido, el patrón de con-
ambiente y el comportamiento indi- ducta tipo A se constituye en una mez-
vidual. cla compleja de estos factores. Defini-
ría a aquellas personas que tienen una
EL PATRÓN DE CONDUCTA TIPO A forma de vida competitiva con una
gran implicación en el trabajo o con
En el análisis psicosocial de los es-
una gran sensación de urgencia en las
tilos de vida podemos hablar de patro-
actividades que realizan y que presen-
nes de conducta que predominan de
tan una mayor probabilidad de desarro-
forma homogénea, independientemen-
llar enfermedades coronarias e infarto
te de las diferencias individuales (Men-
de miocardio en particular (MacDou-
doza, 1990). De hecho, se halla seme-
gall et al., 1985).
janza entre estas pautas comportamen-
Desde esta visión multidimensio-
tales en sociedades similares aunque
nal, en el patrón de conducta tipo A de-
geográficamente distantes (por ejem-
beríamos destacar tres características
plo, en Austria y Gran Bretaña). De es-
(Friedman y Rosenman, 1974):
te modo, entre los retos de un mercado
• Orientación de logro competitivo.-
laboral complejo encontramos la pri-
Las personas con este patrón de
macía de la competitividad y recom-
conducta tienden a ser muy autocrí-
pensa (logro) del trabajador. Esta situa-
ticas y a esforzarse mucho por con-
ción fuerza al individuo a una carrera
seguir sus metas, sin acompañar sus
contra el reloj en la que prima la pro-
esfuerzos con sentimientos de ale-
ductividad (Dossey, 1986). Así, pode-
gría. Perciben el entorno como
mos concluir que determinados entor-
opuesto a sus objetivos, con un ni-
nos laborales son estresantes por dife-
vel de reto elevado, interpretan el
rentes causas sociales; por ejemplo, in-
contexto de forma amenazante para
novaciones impuestas, decisiones uni-
su autoestima y necesitan autoafir-
laterales y arbitrarias, clima laboral en-
marse y recuperar la sensación de
rarecido, criterios injustos de evalua-
control a través de sus logros perso-
ción y desempeño, etcétera.
nales.
Estas situaciones objetivas que ge-
• Urgencia temporal.- Estas personas
neran patrones estandarizados de com-
parecen estar luchando permanente-
portamiento han de complementarse
mente contra el tiempo, son muy in-
con la percepción que la persona (en

74
Intervención en el patrón de conducta tipo A: un modelo interdisciplinar

tolerantes con los retrasos, con las donde es necesario hacer explícita
pausas improductivas e intentan ha- una intervención preventiva para un
cer más de una cosa a la vez. sujeto concreto.
• Sentimientos de ira y hostilidad,
A nivel colectivo se pueden citar la
que no necesariamente se manifies-
promoción de la salud, la evaluación y
tan explícitamente pero que defini-
la formación.
ríamos como el factor más pernicio-
En cuanto a los factores de riesgo,
so. De acuerdo con los estudios al
destacaríamos los factores inherentes y
respecto (Rodríguez, 1995), las per-
los emocionales.
sonas con este patrón de conducta
1. Factores inherentes y tradicionales,
responden más rápidamente y con
más fuerza a los estresores, inter- que actuarán como factores de los
pretándolos frecuentemente como que dependerán el resto de los facto-
amenazas a su control personal. res de riesgo, haciendo más crítica la
Además, el propio patrón comporta- intervención preventiva. Un ejem-
mental puede incrementar la proba- plo de las tendencias sociales se cen-
bilidad de percepciones estresantes tra en el siguiente perfil, constatado
(Byrne y Rosenman, 1986). por la evidencia empírica:
• Sexo: los hombres tienen más
INSTRUMENTOS DE EVALUACIÓN riesgo que las mujeres.
• Edad: a mayor edad, mayor ries-
Con el fin de facilitar la interven-
go (60 años).
ción, en primer lugar y centrándonos
• Antecedentes.
en la población susceptible de trata-
• Niveles de colesterol en la san-
miento, resulta imprescindible realizar
gre (220 mg/dl) y niveles de pre-
un diagnóstico adecuado de las necesi-
sión arterial (135, 6 mm/kg).
dades y factores tanto ambientales co-
• Peso.
mo individuales preexistentes:
• Hábitos relacionados con el ta-
A nivel individual, destacamos dos
baco.
aspectos:
• Evaluación de los factores de riesgo • La recogida de esta información
o vulnerabilidad que presenta una se hará a través de determinacio-
persona, en relación con los ya ante- nes clínicas, analíticas, determi-
riormente descritos y estiman su in- nación de la presión y entrevistas.
cremento, ya que a mayor número 2. Factores emocionales.- Este tipo de
de factores, mayor incidencia de evaluación nos lleva a recabar infor-
riesgo. mación acerca del patrón de este tipo
• Intervención preventiva: la evalua- A, el conglomerado emocional de ira
ción pondría de manifiesto las áreas y hostilidad, y el apoyo social.

75
Gil-Lacruz, Izquierdo

• Patrón de conducta tipo A, se • En primer lugar, el más valida-


dispone de un considerable nú- do: la entrevista estructurada que
mero de instrumentos de medida evalúa las dimensiones de poten-
que muestran cierta capacidad cial de hostilidad, de ira dirigida
de predicción del riesgo co- hacia fuera y hacia dentro.
ronario: • En segundo lugar, el más utiliza-
– Entrevista estructurada (Rosen- do por su aplicación colectiva: el
man et al., 1964). Inventario de Hostilidad de
– Inventario de actividad de Yen- Buss-Durkee, que proporciona
kin (Yenkin, Zyacumskin y Ron- una medida global de hostilidad
senman (1979). y siete subescalas: agresión físi-
– Escala de tipo A de Framinghan ca, agresión indirecta, irritabili-
(Haynes et al., 1980). dad, resentimiento, negativismo,
– Escala valorativa de Bartner sospecha y hostilidad verbal.
(Bartner y Rosenman, 1967). • Apoyo social. De igual forma, se
Pero como de entre ellos el instru- disponen diversos instrumentos
mento más utilizado en el campo y cualquiera de ellos puede ser
preventivo es el Jenkins Activity adecuado, aunque el Inventario
Survey (JAS), recomendamos el Comportamental de Soporte So-
uso de la relación entre la puntua- cial proporciona una información
ción central de la adaptación espa- más útil para las aplicaciones clí-
ñola (JAS; Fernández-Abascal, nicas. Además se han utilizado
1992) y el porcentaje de eventos co- entrevistas como la Interview
ronarios, produciéndose a partir del Schedule for Social Interaction
de Henderson, Duncan-Jones,
centil 50, un marcado incremento
Byne y Scott (1980) y la Arizona
en la vulnerabilidad a sufrir acci-
Social Support Interview Sche-
dentes de esta índole.
dule de Barrera (1980).
3. Factor de ira y hostilidad. También
En conclusión, una versión abre-
son muchos los instrumentos de
viada de diagnóstico debería con-
medida disponibles. No obstante, a
templar como mínimo los si-
pesar del considerable esfuerzo, da-
guientes instrumentos de medida:
da su importancia preventiva para la
– Entrevista estructurada, observa-
creación de medidas fiables de ira y
ción de campo, técnicas de in-
hostilidad, encontramos un proble-
vestigación social para la aproxi-
ma de validez en la mayoría de
mación a una realidad objetiva y
ellas, considerando su reciente im-
subjetiva.
plantación. Por ello, de entre todos
– Escala de actividad de Yenkims
ellos hemos seleccionado: en su adaptación española de

76
Intervención en el patrón de conducta tipo A: un modelo interdisciplinar

Fernández Abascal (JAS) y el Por otra parte, es necesario señalar


Inventario de Hostilidad de (Fernández-Abascal, 1992) que los es-
Buss-Durkee. fuerzos dirigidos a modificar los facto-
– Esta evaluación puede ampliarse res de riesgo mediante enfoques exclu-
con el análisis de las creencias sivamente educacionales, no han mos-
básicas de la persona y de su en- trado ser suficientemente efectivos y,
torno laboral, como, por ejemplo, por el contrario, la utilización de pro-
el valor de la productividad, la gramas comportamentales, con técni-
competitividad, el miedo al fraca- cas que garanticen la modificación de
so, ya que pueden ser importantes conducta es la alternativa eficaz para
al igual que todos los aspectos fi- ayudar a la gente a cambiar los estilos
siológicos en la dimensión de la de vida y los comportamientos (por
respuesta emocional. ejemplo: reducir las grasas saturadas
en la dieta, dejar el hábito de fumar o la
ESTRATEGIAS DE INTERVENCIÓN adherencia a regímenes antihipertensi-
vos, etc.); por tanto, reducir la propen-
La intervención preventiva de la en-
sión a la enfermedad coronaria.
fermedad coronaria y del correspon-
Por último, centrándonos en la in-
diente patrón de conducta tipo A, debe
tervención del patrón de conducta tipo
incluir necesariamente actuaciones,
A y en el constructo de ira y hostilidad
tanto sobre los factores de riesgo tradi-
que es nuestro objeto de estudio, el
cional como sobre los emocionales. Y
principal fin ha de ser reducir el uso de
dada la especificidad de los tradiciona-
estrategias de afrontamiento activo y
les, es decir que no todos los factores
su sustitución por técnicas alternativas
están presentes en un sujeto en concre-
que reduzcan la tensión y eliminen los
to, la intervención dependerá de los as-
elementos patógenos que conlleva el
pectos encontrados en la evaluación de
enfrentamiento activo.
cada sujeto. De manera complementa-
Históricamente, se han seguido los
ria, la intervención sobre los elementos
siguientes programas:
emocionales parece tener unos efectos
• Programa de administración de es-
más generales en el bienestar del indi-
trés cardiaco (Suinn, 1974). Dura-
viduo. En cualquier caso, sobre la base
ción limitada, nueve horas de inter-
de los datos epidemiológicos, etiológi-
vención. Su misión es enseñar a dis-
cos y de eficacia disponibles, es nece-
criminar las consecuencias psicoló-
sario incidir en la necesidad de una in-
gicas y fisiológicas de la ansiedad-
tervención globalizada que afecte los
tensión.
diversos riesgos que presente un sujeto
• Proyecto de prevención coronaria
o un colectivo en particular, para el que periódica de Friedman & Rosenman.
se desarrollará el programa.

77
Gil-Lacruz, Izquierdo

Su objetivo es modificar los com- mediante reestructuración. Aporta


ponentes fisiológicos, comporta- el 37% de los efectos positivos.
mentales y cognitivos asociados al • Imaginería.- Que consiste en imagi-
tipo A, utilizando un promedio nar situaciones de alta activación,
superior de cien horas, repartidas las cuales son utilizadas para practi-
en un período de tres años. El pro- car habilidades específicas de
grama parece obtener sus efectos afrontamiento, desarrolladas me-
máximos a partir del primer año de diante relajación o reestructuración.
entrenamiento. Explican el 21% de los resultados
• Programas de duración media, con positivos.
un promedio de treinta horas de en- • Relajación.- Procedimientos como
trenamiento, como el programa de la relajación progresiva o el yoga,
conducta del proyecto Montreal de con beneficios de un 18%.
Roskies, Sereganian, Oseasohn, • Afrontamiento tipo B.- Basado fun-
Hanley y Collu (1986), que consta damentalmente en la técnica del rol-
de relajación, habilidades de comu- playing, que tiene como finalidad
nicación, reestructuración cognitiva aprender estrategias alternativas a
e inaculación de estrés; o la terapia las manifestadas por el patrón tipo
multimodal de comportamiento de A. Explican el 15% de los re-
Jenni y Wollersheim (1979), que se sultados.
compone de reestructuración cogni-
tiva, desensibilización del estrés y MODELO DE COMPETENCIA
manejo conductual.
Desde los orígenes de la psicología
Pero independientemente del tipo comunitaria, se ha dado una gran im-
de programa utilizado, la gama de téc- portancia a que los niveles de interven-
nicas que se han propuesto para reducir ción psicosocial trasciendan el marco
el riesgo emocional del patrón tipo A, clínico y tengan propiedades preventi-
que presentan un efecto terapéutico vas (Heller et al., 1984). Se configura
mayor, son: así el modelo de competencia (Albee,
• La educación del riesgo tipo A.- Se- 1980; Costa y López, 1983, 1986), cu-
siones educativas en las que se aso- ya aproximación a la salud persigue la
cia al comportamiento tipo A la en- consecución de dos objetivos: promo-
fermedad coronaria, responsable de ver el control y la responsabilidad indi-
un 39% de los efectos positivos. vidual, y desarrollar comunidades y or-
• La reestructuración cognitiva.- ganizaciones saludables.
Identificación de los errores de pen- Como hemos visto, la incidencia de
samiento, así como creencias irra- los problemas de salud es una razón
cionales y su posterior modificación variable que depende, por una parte, de

78
Intervención en el patrón de conducta tipo A: un modelo interdisciplinar

las causas orgánicas, de las circunstan- mero de recursos, tanto humanos y


cias estresantes de la vida y de las ne- materiales como financieros, para la
cesidades en general. Holmes y Rahe pertinente prevención e inter-
(1967) plantean que la frecuencia de vención.
cambios en los patrones habituales de
La base de dicha intervención desde
vida está asociada tanto con el bienes-
un modelo de competencia es sencilla:
tar como con la enfermedad. La pre-
las personas pueden aprender a contro-
vención parece ser la consensuada pie-
lar el comportamiento tipo A, aunque
dra angular (Coddington, 1972; Dohe-
este tenga bases fisiológicas (Chesney
renwend & Dohrenwend, 1972; Skin-
et al., 1985; Powell et al., 1984). De es-
ner & Lei, 1980; Stern, McCants &
Pethine, 1982; Toro, Font & Canalda, te modo, la competencia personal o
1983). afrontamiento (Cohen & Lazarus,
Por todo lo expuesto, podríamos de- 1979; Mira, 1990) se define como el
cir que un estilo de vida con caracterís- conjunto de recursos y esfuerzos que
ticas similares a las anteriormente co- hacen los individuos para manejar las
mentadas constituiría un problema de demandas del entorno, pudiendo cum-
índole psicosocial y médico (alta inci- plir dos funciones (Cohen, 1987; Pear-
dencia en los criterios de morbilidad y ling & Schooler, 1978):
epidemiología) y supone un motivo • Resolución de problemas (encauzar
importante para que las instituciones, las demandas internas o ambienta-
servicios y otros organismos lo consi- les que crean la amenaza, por ejem-
deren prioritario a la hora de planificar plo estudiar para un examen).
estrategias dirigidas a estos grupos de • Regulación de la emoción (esfuer-
población afectada, necesitada y condi- zos para modificar el malestar que
cionada. acompaña la amenaza).
La planificación sobre modificación Folkman & Lazarus (1986) señala-
de estilos de vida estaría dirigida: rían los siguientes recursos preventivos
• Al sector de la población cuyo de-
con los que cuenta el individuo para
sempeño profesional y laboral pre-
encauzar situaciones potencialmente
senta una mayor probabilidad de
estresantes:
desarrollar dichos patrones (por
• Materiales y económicos: Acceso
ejemplo, el comportamiento propio
fácil a toda clase de asistencia.
de ejecutivos, directivos, empresa-
• Vitales: Salud y energía.
rios con altas responsabilidades).
• Psicológicos: Creencias generales y
• A los medios laborales donde se fo-
expectativas de control sobre la si-
mente la competitividad individual,
tuación y la emoción específica.
poniendo en marcha el mayor nú-
• Técnicas de resolución de proble-

79
Gil-Lacruz, Izquierdo

mas: Obtener información sobre el ción en el patrón tipo A es una rea-


problema, analizar situaciones, pre- lidad disfuncional incuestionable.
ver posibles alternativas, elegir un
Por ello, el equipo interdisciplinar
plan de acción idóneo.
profesional de la salud ante un progra-
• Habilidades sociales: Implican la
ma preventivo sobre este tema, debe
capacidad para comunicar e interac-
incidir en los siguientes niveles de aná-
tuar con los demás de modo adecua-
lisis e intervención:
do, facilitan la solución de los pro-
• Microsocial: Mediante la aplicación
blemas y el apoyo social.
de las teorías del aprendizaje y del
• Apoyo social: Implica disponer de
cambio actitudinal a la conducta de
ayuda, comprensión, consejo e in-
los individuos. En este artículo he-
cluso apoyo tangible.
mos expuesto algunas de las estrate-
• Culturales (añadida por Rodríguez,
gias de modificación de conducta
1995): Creencias de la persona y
más extendidas: reestructuración
procesos de atribución causal que
cognitiva, imaginación y afronta-
proceden de un entorno institucio-
miento.
nal (por ejemplo: lugar del trabajo).
• Macrosocial: A través de la intro-
ducción de cambios estructurales
PLANIFICACIÓN DE UN PROGRAMA más allá del comportamiento indivi-
PREVENTIVO
dual y utilizando las estrategias po-
Por tanto, cualquier programa pre- líticas de acercamiento a las esferas
ventivo sobre estilos de vida, al consi- de poder sociopolítico.
derar estos recursos, debe superar por La planificación de un programa de
lo menos algunos errores implícitos y salud que busque mejorar las respues-
frecuentes en nuestras creencias coti- tas de afrontamiento debe considerar
dianas (Gil-Lacruz, 1997): diferentes criterios de clasificación de
• Se supone que el nexo entre la in- dichas alternativas, con el fin de facili-
formación y el comportamiento es tar su operativización en variables dia-
automático y eficaz. Por ejemplo, el na (Rodríguez, 1995).
aumento del nivel educativo no su- El punto clave sobre el que se debe-
pone una disminución de los com- ría intervenir se podría definir como la
portamientos de riesgo. potenciación de los recursos de compe-
• Se supone que el individuo es un ser tencia o amortiguadores del estrés (Pei-
ahistórico que ejecuta su conducta ró & Salvador, 1993); entre estos:
sin interactuar con su medio físico y
social, y, sin embargo, dicha rela-

80
Intervención en el patrón de conducta tipo A: un modelo interdisciplinar

Tabla 1
Taxonomía de las respuestas de afrontamiento

Orientadas en la emoción
Orientadas en el problema
Según el foco Orientadas a la situación
Orientadas a la representación
Orientadas a la evaluación
Aproximativas
Según el método Pasivas
Evitativas

Según el tipo de proceso Comportamentales


Cognitivas

Según el momento Anticipatorias


Restaurativas

Según su amplitud Generales / globales


Específicas

1. Características personales: Desarro- 2. Participación de los usuarios en el


llo de un puesto de trabajo indivi- diseño del trabajo, facilitando senti-
dualizado, destacando dos grupos de mientos de mayor control e implica-
variables que se deben considerar ción, un mejor ajuste del diseño del
dentro del propio capital humano: sistema a las demandas del usuario
• Tolerancia al estrés: Diferentes y acceso a mayor información, que
formas de experiencias estresan- representa cierta forma de entrena-
tes, como la anticipación del miento (Mumford, 1979).
cambio, el período de implanta- 3. Entrenamiento: Los efectos minimi-
ción de innovaciones y la adap- zadores del estrés derivados del en-
tación a largo plazo, lo que supo- trenamiento pueden ser considera-
ne la disponibilidad de recursos dos a corto plazo (una mayor auto-
de afrontamiento. confianza y una actitud positiva que
• Variabilidad cognitiva: En la que disminuye los miedos y la ansiedad)
disponemos de capacidades de y largo plazo (no garantiza la trans-
procesamiento de la informa- ferencia de habilidades al puesto de
ción, resolución de problemas y trabajo, es necesario buscar situa-
capacidad de ejecución de la ciones directas). Un programa de
tarea. esta índole debería planificar las es-
trategias de:

81
Gil-Lacruz, Izquierdo

• Información acerca de: son (Jung, 1990): permiten compar-


– Qué es el estrés, marco concep- tir problemas comunes, proporcio-
tual. nando intimidad, previniendo del
– Diferentes estilos de vida y de aislamiento, definiendo las compe-
formas de afrontamiento. tencias mutuas, proporcionando
– Relación entre pensamiento, elementos de referencia y ofrecien-
emoción y acción. do asistencia en las crisis. En este
– Información sobre técnicas y sentido, sería especialmente impor-
métodos. tante sensibilizar a los responsables
• Fomento de actitudes: anticipa- de contextos empresariales y co-
ción de consecuencias positivas a merciales, entre otros, acerca de la
corto plazo. importancia de adoptar medidas pa-
– Aumento del rendimiento con ra la prevención y, en último térmi-
menor coste y de forma más re- no, la intervención, y persuadir a or-
lajada. ganismos e instituciones para que
– Mejores relaciones interpersona- aporten fondos y medidas operati-
les. vas que supongan una toma de con-
– Descenso de enfermedades psi- ciencia por parte de la población ge-
cosomáticas. neral sobre un problema que, ade-
– Aumento de la calidad de vida. más de individual, tiene un impor-
tante componente social y cultural.
De cara a la intervención, este en-
trenamiento se podría materializar
en diferentes tipos de acciones:
• Cursos de formación dirigidos
por profesionales de la salud
mental.
• Modificación de respuestas de
los trabajadores con técnicas de
afrontamiento.
• Cambio de aquellos elementos
del entorno laboral, que provo-
can consecuencias estresantes.
4. La evidencia empírica se ha centra-
do en la importancia de las interac-
ciones frente a las situaciones de
vulnerabilidad o aislamiento. Sus
funciones específicas en el indivi-
duo como amortiguador del estrés

82
Intervención en el patrón de conducta tipo A: un modelo interdisciplinar

REFERENCIAS Cohen, S. (1986). Behavior, health and en-


vironmental stress. Nueva York: Pre-
Albee, G. W. (1980). A competency model
num Press.
to replace the defect model. En: M.
Costa & E. López (1986). Salud comu- Cohen F. (1987). Measurement of coping.
nitaria. Barcelona: Martínez Roca. En: J. M. Mira (1990). Psicología y sa-
lud. Valencia. Promolibro.
Barrera, G. (1980). Estrés y prevención co-
ronaria. En: J. M. Buceta & A. M. Cohen, F. & Lazarus, R. S. (1979). Coping
Bueno. Psicología y salud. Control del with the stresses of illnes. En: J. M.
estrés y trastornos asociados. Madrid: Mira (1990). Psicología y salud. Valen-
Dykinson (1995). cia: Promolibro.
Costa, M. & López, E. (1983). Aporta-
Bartner (1967). Estrés y prevención coro-
ciones de la ciencia del comportamien-
naria. En: J. M. Buceta & A. M. Bueno.
to en un Servicio Nacional de Salud.
Psicología y salud. Control del estrés y
Papeles del Colegio, 9, 11-21.
trastornos asociados. Madrid: Dykin-
son (1995). Costa, M. & López, E. (1986). Salud. Bar-
celona: Martínez Roca.
Buss-Durkee. (1957). Estrés y prevención
coronaria. En: J. M. Buceta & A.M. Doherenwend, E. S. & Doherenwend, B. P.
Bueno. Psicología y salud. Control del (1972). Stressful life events: Their natu-
estrés y trastornos asociados. Madrid: re and effects. Nueva York: Wiley.
Dykinson (1995). Dossey, L. (1986). Tiempo, espacio y medi-
Byrne, D. G. & Rosenman, R. H. (1986). cina. Barcelona. Kairos.
The type A behavior pattern as a pre- Durkheim, E. (1951, trad.). Suicide: A stu-
cursor to stressful life events: A con- dy in sociology. Nueva York: The Free
fluence of coronary risks. British Jour- Press.
nal of Medical Psychology, 59, 75-82.
Fernández-Abascal, E. (1992). Estrés y
Cassel, J. C. (1976). The contribution of prevención coronaria. En: J. M. Buceta
social environment to host resistance. & A. M. Bueno. Psicología y salud.
American Journal of Epidemiology, Control del estrés y trastornos asocia-
104, 107-123. dos. Madrid: Dykinson (1995).

Chesney, M. A.; Frautschi, N. M. & Rosen- Folkman, S. & Lazarus, R. S. (1986).


man, R. H. (1985). Modification of ty- Estrés y procesos cognitivos. Barcelo-
pe A behavior. En: L. Davidoff (1989). na: Martínez Roca.
Introducción a la Psicología. Madrid: Framighan (1995). Estrés y prevención co-
McGraw-Hill. ronaria. En: J. M. Buceta & A. M. Bue-
Coddington, R. D. (1972). The significan- no. Psicología y salud. Control del es-
trés y trastornos asociados. Madrid:
ce of life events as etiologic factors in
Dykinson (1995).
deseases of children. A survey of pro-
fessional workers. Journal of Psycho- Friedman, M. & Rosenman, R. H. (1974).
somatic Research, 16, 7-18. Type A behavior and your heart. Nueva
York: Knopf.

83
Gil-Lacruz, Izquierdo

Gil-Lacruz, M. (1997). Salud y fuentes de partment of National Health and


apoyo: Una relación contextualizada. Welfare.
Tesis doctoral. Universidad de Valen-
Lazarus, R. S. (1966). Psychological stress
cia, Facultad de Psicología.
and the coping process. Nueva York:
Glaser, R. et al. (1987). Stress related in- McGraw-Hill.
mune supresion: Health implication.
Lazarus, R. S. & Folkman, S. (1984).
En: E. Rodríguez Domingo (1991). Las
Stress, appraisal and coping. Nueva
teorías del estrés como discurso ideoló-
York: Springer.
gico. Anthropos (Sociedad urbana y sa-
lud), 118-9, 58-62. Mac Dougall, J. M. et al. (1985).
Components of type A, hostility, and
González Moro, V. (1990). Los estilos de
anger. En: Further relationships to
vida y la cultura cotidiana: Un modelo
angiographic findings. Health
de investigación. San Sebastián: Ba-
Psychology, 4, 137-152.
roja.
Maestro, A. y Huertas, R. (1992). La salud
Haynes, S. N. (1978). Principles of beha-
y el estado: Los servicios sanitarios
vioral assessment. Nueva York: Gard-
públicos, entre el bienestar y la crisis.
ner Press.
Madrid: Fundación de Investigaciones
Henderson, Duncan-Janes; Byne & Scott Marxistas.
(1980). Estrés y prevención coronaria.
Mendoza, R. (1990). Concepto de estilos
En: J. M. Buceta & A. M. Bueno. Psi-
de vida saludables y factores determi-
cología y salud. Control del estrés y
nantes. En: S. Barriga (1992). La salud
trastornos asociados. Madrid: Dykin-
¿para qué? Revista de Psicología de la
son (1995).
Salud, 4, vol. 1, 4-20.
Heller, K.; Price, R. H.; Reinharz, S.; Ri-
Mira, J. M. (1990). Psicología y salud. Va-
ger, S. & Wandersman, A. (1984). Psy-
lencia. Promolibro.
chology and community change. Cha-
llenges of the future. Illinois: Dorsey. Montiel, L. (1993). La salud en el Estado
de Bienestar. Análisis histórico. Ma-
Holmes, J. H. & Rahe, R. H. (1967). The
drid: Universidad Complutense.
readjustment rating scale. Journal of
Psychosomatic Research, 11, 213-218. Mumford, E. (1979). Conclusiones. En: J.
M. Peiró y F. Prieto (1996). Tratado de
Jenni & Wollerrsheim (1979). Estrés y pre-
psicología del trabajo, vol. 1. La activi-
vención coronaria. En: Psicología y sa-
dad laboral en su contexto. Madrid:
lud. Control del estrés y trastornos aso-
Síntesis.
ciados. Madrid: Dykinson (1995).
Peiró, J. M. & Salvador, A. (1993). Control
Jenkins (1995) . Estrés y prevención coro-
del estrés laboral. Madrid: Eudema.
naria. En: J. M. Buceta & A. M. Bueno.
Control del estrés y trastornos asocia- Peraling y Shooler (1978). The structure of
dos. Madrid: Dykinson (1995). coping. Journal of Health and Social
Beahvior, 19, 2-21.
Lalonde, M. A. (1974). A new perspective
on the health of canadians. Otawa: De- Powell, L. H. (1987). Issues in the measu-
rement of the type A behavior pattern.

84
Intervención en el patrón de conducta tipo A: un modelo interdisciplinar

En: E. Rodríguez Domingo (1991). Las Toro, J.; Font, M. L. & Canalda, G. (1983).
teorías del estrés como discurso ideoló- Hechos estresores y trastornos psiquiá-
gico. Anthropos (Sociedad urbana y sa- tricos en la infancia y adolescencia, un
lud), 118-9, 58-62. estudio piloto. Revista del Departa-
mento de Psiquiatria de la Facultad de
Powell, L. H.; Friedman, M.; Thoresen, C.
Medicina de Barcelona, 10, 429-433.
E.; Gill, J. J. & Ulmer, D. K. (1984).
Can the type A beahavior pattern be al- Varela, J. & Álvarez-Uría, F. (1989). Suje-
tered after myocardial infarction? En: tos frágiles. Ensayos de sociología de
L. Davidoff (1989). Introducción a la la desviación. Madrid: Fondo de Cultu-
Psicología. Madrid: McGraw-Hill. ra Económica.
Rodríguez Domingo, E. (1991). Las teorías Villalbí, J. R. (1994). Una política de salud
del estrés como discurso ideológico. pública para la Unión Europea. Gaceta
Anthropos (Sociedad urbana y salud), Sanitaria, 8, 153-4.
118-9, 58-62.
Rodríguez Marín, J. (1995). Psicología so-
cial de la salud. Madrid: Síntesis
Roskies, Sereganian, Oseassohn, Hanley &
Collu (1986). Estrés y prevención coro-
naria. En: J. M. Buceta & A. M. Bueno.
Psicología y salud. Control del estrés y
trastornos asociados. Madrid: Dykin-
son (1995).
San Martín, H. (1982). La crisis mundial
de la salud: Problemas actuales de epi-
demiología social. Madrid: Karpos.
Skinner, H. A. & Lei, H. (1980). The mul-
tidimensional assessment of stressful
life events. The Journal of Nervous and
Mental Disease, 168, 535-541.
Stern, G. S.; McCants, T. R. & Pettine, P.
W. (1982). Stress and illness: Contro-
llable and incontrollable life events re-
lative contributions. Personality and
Social Psychology Bulletin, 8, 140-145.
Suinn (1974). Estrés y prevención corona-
ria. En: J. M. Buceta & A. M. Bueno.
Psicología y salud. Control del estrés y
trastornos associados. Madrid: Dykin-
son (1995).

85

También podría gustarte