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Nunca he tomado una pastilla en una fiesta.

Y aun así, me encontré en las


profundidades de la selva colombiana tomando un líquido psicoactivo, bajo la
supervisión de un chamán que hablaba un idioma que yo no entendía.

Durante mi estadía de un mes en Colombia, no me sumé a los miles de


mochileros que se dejaron llevar por el producto más famoso del país: la cocaína.
Pero sí me vendieron la idea de la ayahuasca.

Me intrigaba el hecho de que durante siglos sociedades indígenas suramericanas


habían usado esta "planta maestra" en rituales regulares.

La ayahuasca, también conocida como yagé, es una mezcla de dos plantas -la
enredadera de ayahuasca (Banisteriopsis caapi) y un arbusto llamado chacruna
(Psychotria viridis), que contiene el alucinógeno dimetiltriptamina (DMT).

En muchos países como Estados Unidos y el Reino Unido, el DMT es ilegal.

El gobierno británico advierte que el consumo de yagé puede tener serias


implicaciones para alguien con problemas de salud mental, pues el alucinógeno
puede ser responsable de desencadenar trastornos en aquellas personas
predispuestas, aunque inconscientes de ello.

Pero en Suramérica la ayahuasca es una parte integral de algunas sociedades


tribales. En 2008, el gobierno peruano reconoció esta bebida como "uno de los
pilares básicos de la identidad de los pueblos amazónicos".

También afirmó que el consumo de la "planta maestra" o "sabia" "constituye la


puerta al mundo espiritual y sus secretos, razón por la cual la medicina amazónica
se ha estructurado alrededor de la ceremonia ayahuasca".

Basados en la evidencia científica, los beneficios clínicos del yagé son limitados,
aunque quienes defienden esta bebida aseguran que cada vez es más popular
como una herramienta para tratar trastornos de estrés postraumático, depresión y
adicciones.

"La mayoría de las personas busca la ayahuasca con buenas intenciones -no
están en busca de emociones pero son serios curiosos- o tienen problemas
específicos como depresión", explica el profesor Dennis McKenna, botánico de la
Universidad de Minnesota en Estados Unidos.

"Quienes buscan emociones la desechan después de varias sesiones de vómito",


agrega el experto, quien es miembro del Instituto de Investigación Heffter, sobre
sustancias psicodélicas. "No es agradable o divertido. Pone tu cuerpo en un
exprimidor físico y emocional".

Pura curiosidad
….

Derechos de autor de la imagen JAIRO GALVIS HENAOImage


caption Preparación de ayahuasca. Foto flick/jairinflas

Ciertamente, cuando me aventuré a participar de la ceremonia de medianoche en


una granja de un chamán con otros cuatro "gringos", no estaba en busca de fiesta.
De hecho, por lo que había oído, no era mucho lo que te ocurría. Sólo tenía
curiosidad por el ritual.

Lo que encontré fue una comunidad colombiana que se reúne cada semana a
tomar la planta maestra con el chamán local como parte de un proceso de
aprendizaje y curación.

Si bien éramos un grupo, se trató de una experiencia individual. Después de tomar


la repugnante mezcla amarga, buscamos nuestro propio espacio en la granja, nos
acostamos en colchones o miramos el fuego.

Derechos de autor de la imagen SPLImage caption La ayahuasca es una liana que


se encuentra en la selva amazónica en Suramérica.

Algunas personas vomitaban de vez en cuando, otros lloraron y unos durmieron.


La mayoría permaneció en silencio, sólo con el sonido de fondo de unos músicos y
el canto ocasional del chamán.

Pasé unas cuantas horas en un estado de conciencia pero como si fuera de


sueño. No me enfermé, pero por un tiempo me sentí físicamente incómoda y
desorientada.

Esperaba como mucho ver una explosión de colores, pero me sorprendió


experimentar poderosas y significativas visiones de recuerdos de mi niñez.

Mmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmm

Hola buena noches

mmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmm

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