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Cambio climático en Ecosistemas Andinos de Colombia: una revisión de sus

efectos sobre la Biodiversidad

Chapter · September 2018

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William Agudelo Dolors Armenteras

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 Biodiversidad y Cambio Climático en Colombia
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Cambio Climático en Ecosistemas Andinos de Colombia
Cambio Climático en Ecosistemas Andinos de Colombia: una
Revisión de sus Efectos sobre la Biodiversidad
William J. Agudelo-Hz. y Dolors Armenteras P.
Resumen
El clima, ha sido unos de los modeladores más importantes de la vida en el planeta,
y cualquier alteración en sus patrones tendrá un efecto sobre la biodiversidad y las
poblaciones humanas. Los Andes sudamericanos son considerados una de las regiones
más biodiversas del planeta. Colombia, posee un 23 % de los andes sudamericanos,
climático en Colombia, indican un incremento de la temperatura promedio en el rango
+0.1 a +0.2 °C por década, siendo los ecosistemas andinos de alta montaña los más
afectados. La capacidad de adaptación de los ecosistemas y de las especies, pueden
ser superadas si los cambios que ocurren como repuesta al cambio climático, suceden
a una velocidad mayor que su capacidad de respuesta. Si esto ocurre, el riesgo de
extinción, es aún mayor. Para el país se espera un incremento de +2.47 °C a finales
del presente siglo. Ecosistemas como los bosques de niebla y los páramos tienen alto
riesgo de desaparecer, y con ellos los servicios ecosistémicos que prestan. Es urgente
avanzar en entender la respuesta de las especies al cambio climático y las relaciones
entre la heterogeneidad espacial y temporal a diferentes escalas; claves para evaluar
e implementar estrategias de conservación a escala regional.
Palabras claves: Cambio climático, escenario de biodiversidad, extinción , modelos
de distribución, restauración.
Introducción
A nivel global, los ecosistemas tropicales de montaña junto con la biodiversidad
que albergan, se encuentran entre las regiones más vulnerables al cambio climático
(Pounds et al., 1999; Malcolm et al., 2006; Raxworthy et al., 2008; Chen et al., 2009;
Foden et al., 2013). Los Andes tropicales no son sólo una de las cordilleras más
importantes de los trópicos, sino la más significativa. Se extiende desde los 11 °N en
la punta más septentrional de Sudamérica hacia el sur del continente, cerca de los 23
°S en el norte de Argentina. Está presente en Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú
y Bolivia. Los Andes tropicales tienen una extensión de 1 258 000 km2 (Mittermeier
et al., 2000), quebrada solamente por la discontinuidad de Marañón o depresión
de Huancabamba en Perú. Ésta, es considerada como una barrera biogeográfica
importante (Duellman, 1979; Mittermeier et al., 2000), que también actúa como un
corredor entre el Amazonas y las tierras bajas del Pacífico (Gentry, 1977, 1990). En
Colombia, los Andes se dividen desde una sola unidad, en tres cordilleras separadas
por los valles profundos y extensos de los ríos Magdalena y Cauca.
La región andina sudamericana, es una de las regiones más biodiversas del
mundo, se calcula que es hábitat del 15 % de las especies de plantas y animales que
se conocen en la tierra (Myers et al., 2000). Por lo tanto, es catalogada como una de
las regiones de alta prioridad para la conservación mundial (Olson y Dinerstein, 2002).
49
 Biodiversidad y Cambio Climático en Colombia
La alta biodiversidad que presenta es producto de la historia geológica, climática y
ecológica de la región, producida por sucesivos procesos de dispersión y aislamiento,
ocasionando la existencia de comunidades complejas, únicas y altamente sensibles a
los cambios ambientales (McCain, 2009; Mendoza et al., 2015). Colombia posee un 23
% de los Andes sudamericanos, los cuales representan el 25 % del territorio nacional.
En esta área se concentra un gran número de especies, posicionando al país como
una de las naciones megadiversas del mundo. Entre las cifras de biodiversidad se
destacan: primer puesto en especies de aves y orquídeas, segundo puesto en riqueza
de anfibios y plantas; y cuarto puesto en riqueza de mamíferos. Adicionalmente,
Colombia posee más del 50 % de los páramos de América, siendo estos ecosistemas,
importantes reguladores hídricos del 70 % del agua del país (Gómez et al., 2016).
Muchas son las presiones que sufre la biodiversidad en los Andes, y en particular,
en Colombia. Se prevé que en los Andes se incrementen los ecosistemas secos y
desaparezcan los páramos a mediados del presente siglo como consecuencia del
cambio climático (Alarcón y Pabón-Caicedo, 2013). De la misma forma, las especies
que se distribuyen en las franjas intermedias y superiores de las cordilleras, podrían
sufrir cambios en sus rangos de distribución, cambios, que pueden suceder más rápido
que a lo que las especies se podrían adaptar, incrementando su riesgo de extinción
(Bellard et al., 2012). En esta revisión, nuestro objetivo principal es abordar el panorama
del conocimiento de cómo el cambio climático afecta la distribución de los ecosistemas
y de la biodiversidad, haciendo particular énfasis en los Andes de Colombia, así como
exponer perspectivas de investigación y adaptación.
Andes de Colombia: Cambio Climático y Escenarios
En los Andes, y en general en todos los continentes, el hombre ha modificado
su entorno en razón de los recursos naturales disponibles, con el fin de garantizar el
acceso al agua, comida, fibra, energía y productos medicinales, dejando una huella
ecológica que se traduce en la transformación de los ecosistemas naturales y extinción
masiva de especies de fauna y flora (Ceballos et al., 2017). La transformación ha sido
gradual, acelerándose en los últimos dos siglos, a medida que se han creado nuevas
tecnologías, especialmente, a partir de la disponibilidad de los combustibles fósiles.
La evidencia científica recopilada por el Panel Intergubernamental para el Cambio
Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), ha demostrado que el cambio climático es
una de las mayores amenazas para la supervivencia de la humanidad. El mismo, se ha
acelerado desde que la sociedad comenzó a extraer y quemar las reservas de petróleo
y carbón, contaminando la atmósfera con CO2 y otros gases de efecto invernadero,
produciendo el calentamiento global (IPCC, 2013).
En los Andes sudamericanos, la evidencia observacional, indica un incremento
promedio en la temperatura del aire, de alrededor de +0.7 a +0.8 °C durante el siglo XX.
Incremento que fue más acentuado durante el último cuarto de siglo, registrándose un
aumento de +0.34 °C por década (Marengo et al., 2011; Buytaert y Ramírez-Villegas,
2012). Con respecto a la precipitación, los cambios no han sido tan notables. Sin
embargo, las tendencias muestran un incremento en las lluvias hacia la región norte
de los Andes (Ecuador-Colombia) y una disminución hacia el sector de los Yungas en
el sur del Perú y en la zona limítrofe entre Perú y Bolivia (Buytaert y Ramírez-Villegas,
2012).
50
Cambio Climático en Ecosistemas Andinos de Colombia
Las evidencias del cambio climático en Colombia, indican un incremento en la
temperatura promedio del aire, de +0.1 a +0.2 °C por década desde mediados del siglo
XX y un incremento en la temperatura máxima del orden de +0.6 °C por década, con
variaciones regionales en la lámina de lluvia total anual (precipitación) que van desde
el -4% al +6 % (IDEAM y Ruiz, 2010; Pabón-Caicedo, 2012). El cambio climático en
los ecosistemas andinos de alta montaña ha sido más evidente: la desaparición de
8 de los 12 glaciares existentes, en las últimas tres décadas; el incremento de +0.4
a +0.9 °C por década en la temperatura ambiente de los páramos; y la reducción en
el número de días, con temperaturas iguales o menores al punto de congelación, son
las evidencias más tangibles del cambio climático en el país (Pabón-Caicedo, 2002;
Pabón-Caicedo, 2012; Hofstede et. al., 2014).
Una de las herramientas con las que cuenta la ciencia del clima para poder
planificar objetivamente el futuro, es la construcción de escenarios de cambio climático
(Moss et al., 2010). Los actuales escenarios han sido construidos a partir de supuestos
plausibles y coherentes, basados en el desarrollo económico, social y tecnológico que
podría alcanzar la sociedad humana y el consecuente incremento de las emisiones en
el “Forzamiento Radiativo” sobre el clima (IPCC, 2013). Los “caminos representativos
de concentración” o RCPs (por sus siglas en inglés), indican la cantidad de energía
retenida en el sistema climático del planeta en forma de calor (Forzamiento Radiativo)
y se expresa en W/m2 (IPCC, 2013). Los supuestos que acompañan a cada escenario
son estadísticamente modelados a través de Modelos de Circulación General (MCG)
bajo distintas “trayectorias” en los niveles de Forzamiento Radiativo (FR: +2.6, +4.5,
+6.0 y +8.5 W/m2) (Moss et al., 2010).
Un análisis multimodelo y multiescenario de cambio climático para los Andes de
Colombia, llevado a cabo a partir del procedimiento de simulación de 16 MCG, apunta
a un incremento en la temperatura media anual, que puede variar por subregiones, en
el rango del +0.77 a 0.88 °C para el período 2011 - 2040, entre +1.42 a 1.66 °C para el
período 2041 - 2070, entre +2.11 y +2.47 °C en el horizonte prospectivo 2071 - 2100.
Con respecto a la precipitación, los escenarios sugieren variaciones regionales: por
ejemplo, para el horizonte 2011 - 2040, en todo los Andes las tendencias son positivas
(+0.54 al +20.1 %), mientras que para finales del siglo XXI algunas zonas de la región
norte experimentarían tendencias negativas (-1.15 al -0.35 %), mientras que en el resto
de la región andina el incremento de las lluvias estaría en el orden de +3.19 al +28.3
% (IDEAM et al., 2015). Sin embargo, un análisis de la precipitación indica que para el
país esta variable no está bien representada en los MCG, por lo que las proyecciones
de las lluvias derivadas de los modelos deben ser tomadas con cautela y se plantea la
necesidad de elaborar modelos locales (Bonilla-Ovallos y Mesa, 2017).
Respuesta de la Biodiversidad al Cambio Climático
La biodiversidad comprende toda la gama de formas de vida (desde genes y
especies, hasta biomas), en diferentes niveles jerárquicos que habitan en el planeta,
y es el resultado de la selección natural y la adaptación biológica que conducen a
procesos evolutivos (Colwell, 2009). De la biodiversidad, se derivan un gran número
de servicios ecosistémicos que impactan la calidad de vida de la sociedad, tales como:
la provisión de alimentos, la protección ante disturbios, la polinización, las fuentes
de medicina, entre otros (Hansen et al., 2001). La supervivencia de la humanidad
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 Biodiversidad y Cambio Climático en Colombia
depende en gran medida de los productos y servicios que provee la biodiversidad, por
lo que cambios en los patrones de distribución y abundancia de las especies, afectan
el presente y futuro de la sociedad humana (Chapin et al., 2000).
El cambio climático puede afectar la biodiversidad por distintas vías. Estas se
pueden dividir por la influencia de dos tipos de factores: abióticos y bióticos. Entre
los factores abióticos se resalta la variación en la tolerancia fisiológica a cambios en
variables como la temperatura y la precipitación (Cahill et al., 2012). Entre los bióticos
se cuentan, por ejemplo, impactos negativos sobre especies claves (por ejemplo,
reducción en las poblaciones de presas para depredadores), impactos positivos sobre
especies perjudiciales (por ejemplo, condiciones favorables para vectores transmisores
de enfermedades) y desajuste de sincronización en la interacción entre las especies
(por ejemplo, interacciones planta-polinizador) (Bellard et al., 2012; Cahill et al., 2012).
La respuesta de la biodiversidad puede ser de varios tipos: espacial o geográfica,
temporal y de adaptación (Bellard et al., 2012). La respuesta espacial se refiere a
la capacidad de las especies de realizar una búsqueda de condiciones ambientales
adecuadas en el espacio y seguirlas. La respuesta temporal (por ejemplo, fenología),
se refiere a las modificaciones que pueden realizar las especies en el ciclo de vida
diario o estacional. Finalmente, la respuesta adaptativa (por ejemplo, fisiología),
hace referencia a que las especies pueden hacer frente a las condiciones climáticas
cambiantes, adaptándose a las nuevas condiciones en su área de distribución local
(Bellard et al., 2012).
La respuesta espacial de las especies al cambio climático ha sido quizás una
de las más estudiadas (Root et al., 2003; Thomas et al., 2004; Thuiller et al., 2005;
Malcolm et al., 2006; Jetz et al., 2007; Maclean y Wilson, 2011). La contracción,
expansión y pérdida de áreas de distribución ha sido comprobado y las proyecciones
bajo los escenarios de cambio climático dan muestra que esta puede ser la mayor
amenaza para la biodiversidad en el futuro (Parmesan, 2006; Maclean y Wilson,
2011). Las especies se adaptan a un espacio geográfico que contiene un conjunto de
variables ambientales que afectan su crecimiento y supervivencia. Este espacio de
n-dimensiones es definido como nicho ecológico (Hutchinson, 1975). Al conjunto de
variables climáticas que compone el nicho ecológico de una especie se le denomina
“nicho climático” (Pearson y Dawson, 2003). La proyección de nicho climático de
una especie en el espacio geográfico es una buena aproximación para estimar la
distribución, especialmente en especies con distribución restringida, especialistas de
hábitat y adaptadas a estrechos márgenes fisiológicos y climáticos (Franklin, 2009).
Bajo escenarios de cambio climático global las especies podrían no estar adaptadas
a nuevas condiciones ambientales en una región, quedando por fuera de su nicho
climático óptimo, modificando su distribución (Araújo y Rahbek, 2006; Bellard et al.,
2012).
Uno de los rasgos espaciales, derivado del rango de distribución de las especies,
es el área de ocupación (AOO), definida como “el área de dentro de la extensión de
presencia que es ocupada por un taxón, excluyendo los casos de actividades asociadas
al deambular” (IUCN, 2014). La medida refleja el hecho de que un taxón comúnmente
no aparecerá en toda el área de su extensión de presencia, ya que puede contener
hábitats no ocupados o inadecuados. Según Gaston y Fuller (2009), el AOO es un
rasgo espacial propio de cada especie que puede ser correlacionado con el tamaño de
la población y proporciona una estimación útil de la probabilidad de extinción, basada
52
Cambio Climático en Ecosistemas Andinos de Colombia
en cambios en la extensión del hábitat, fragmentación y procesos demográficos
dentro de su rango de distribución, por lo que la variación dentro del rango del área
de ocupación pueden ser buen predictor del riesgo de extinción (Sodhi et al., 2008;
Gaston y Fuller 2009; Ficelota et al., 2014; Pearson et al., 2014).
Las especies están en capacidad de adaptarse a los cambios graduales de su
nicho, incluyendo el climático, pero esta capacidad de adaptación puede ser superada
si los cambios suceden a una velocidad mayor que su capacidad de respuesta. Si esto
ocurre, el riesgo de extinción se hace aún más latente (Hansen et. al., 2001; Parmesan,
2006; Bickford et al., 2010; Bellard et al., 2012). En este caso, el cambio climático
antropogénico supone actualmente una amenaza para la biodiversidad, en razón que
muchas especies habitan en rangos de distribución restringidos, con condiciones de
clima y hábitat específicas, siendo altamente vulnerables a la extinción (Parmesan,
2006; IPCC, 2007; Dawson et al., 2011; Urban, 2015).
Cambio Climático, Efectos sobre los Ecosistemas y la Biodiversidad en
los Andes Tropicales
Existe poca evidencia registrada del efecto del cambio climático sobre la
distribución de las especies, composición y funcionamiento de los ecosistemas en los
Andes (Cuesta et al., 2012). Algunos estudios han demostrado la asociación entre el
incremento inusual de la temperatura del aire y el derretimiento de los glaciares de alta
montaña (Poveda y Pineda, 2009; IDEAM, 2012, 2016), así como, la reestructuración
ecológica en lagunas altoandinas por cambios en la abundancia de comunidades
de fitoplancton (Michelutti et al., 2015). En ecosistemas de montaña tropical, el
incremento en la temperatura y reducción en la precipitación se ha correlacionado
con la prevalencia de ranas infectadas por el hongo Batrachochytrium dendrobatidis;
siendo la causa de la extinción de anuros del género Atelopus (La Marca et al., 2005),
en sinergia con otros factores (Pounds et al., 2006; Menéndez-Guerrero y Graham
2013; Flechas et al., 2017).
Un análisis de cambios de distribución de biomas en respuesta a distintos escenarios
de cambio climático basados en modelos de distribución para los Andes Sudamericanos,
indica que una gran extensión de los ecosistemas Andinos permanecería estable
(entre el 74.4 % y el 83.1 %) y únicamente entre el 3.3 % y 7.6 % presentarían cambios,
especialmente los biomas forestales montanos con probable desplazamiento hacia
arriba al año 2070 (Tovar et al., 2013). Los ecosistemas de páramos serían los más
afectados con proyecciones que indican pérdida de hasta el 30 % de su distribución
potencial (Cuesta et al., 2012; Tovar et al., 2013). De esta misma forma, Alarcón y
Pabón (2013) evaluaron para Colombia los cambios en las formaciones vegetales,
teniendo en cuenta las zonas de vida de Holdridge (1967) como respuesta al cambio
climático. Sus resultados indican una desaparición total de los páramos y la zona nival
al año 2040, así como una reducción drástica de los bosques: andino bajo húmedo y
bosque andino húmedo, conservándose sólo pequeños parches de bosque altoandino
lluvioso (Alarcón y Pabón, 2013).
A nivel de especie, un estudio para 129 especies de plantas endémicas, indica que
el cambio climático puede incrementar entre el 18 y el 20 % el riesgo de extinción de
árboles en zonas altoandinas (Tejedor-Garavito et al., 2015). Un estudio más amplio
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 Biodiversidad y Cambio Climático en Colombia
que incluyó un mayor número de especies de plantas y aves sugiere que el 50 % de las
especies estudiadas podrían perder el 45 % del área de distribución climática óptima,
mientras que el 10 % podrían extinguirse (Ramirez-Villegas et al., 2014). En anfibios,
las proyecciones son aún más preocupantes: se espera un recambio del 60 % de las
especies de anuros en la zona andina (Lawler et al., 2009), dada su alta sensibilidad y
baja capacidad de adaptación al cambio climático (Foden et al., 2013). En mamíferos,
Ortega-Andrade et al. (2015) encontraron que el tapir de montaña (Tapirus pinchaque)
podría perder entre el 19 % y el 44 % de su área de distribución debido al efecto
combinado del cambio climático y la pérdida de hábitat.
En Colombia, el zonobioma húmedo tropical, y el orobioma del zonobioma húmedo
tropical ocupan el 38.4 % de la extensión de los ecosistemas naturales de los Andes. El
porcentaje restante corresponde a transformados (60.5 %) y ecosistemas secos azonales
(1.1 %) (Rodríquez et al., 2006). De acuerdo a los hallazgos anteriormente expuestos,
se pueden hacer inferencias lógicas, basadas en el conocimiento de los ecosistemas,
de los efectos del cambio climático sobre estas zonas de vida. El zonobioma húmedo
tropical (ZBHT) incluye los ecosistemas de bosque basal o de piedemonte (400 - 1200
m), importantes en la transición entre los Andes y los ecosistemas ubicados en los
valles interandinos (Magdalena y Cauca), el piedemonte llanero y amazónico y de
la Serranía de la Macarena, así como con el Chocó biogeográfico (Costa Pacífica).
Este zonobioma representa el 11.5 % de los ecosistemas y se destaca por presentar
una biodiversidad que entremezcla elementos andinos y de tierras bajas. Un eventual
incremento en la temperatura y cambios en el régimen de las lluvias, podría significar
una alteración en la dinámica del ecosistema y cambios en el flujo de energía (Cahill
et al., 2013). De esta forma, la respuesta del ZBHT podría ser el tránsito hacia un
ecosistema con características más secas (Alarcón y Pabón, 2013), como los ubicados
por debajo de la zona del piedemonte andino, similar a como lo sugieren modelos de
cambio futuro del bosque seco tropical para México (Prieto-Torres et al., 2016).
El bioma de mayor extensión en los Andes es el denominado orobioma del
zonobioma húmedo tropical (OZBHT), con el 26.9 % de las áreas naturales. Este bioma
incluye los orobiomas subandinos, andinos y altoandinos, así como los páramos. En la
franja del orobioma subandino, entre los 1500 y los 2000 m, se concentran los cultivos
de café y una alta densidad de la población de Colombia (23 %) (IAvH, 2012), siendo
el bioma más transformado dentro del OZBHT (Rodríguez et al., 2006). Esta condición
incrementa la presión sobre el ecosistema y aumenta la vulnerabilidad ante el cambio
climático. Otras regiones del orobioma subandino muestran tener mejor integridad y
conservación, tales como las franjas de hábitat de bosque ubicadas en la vertiente
occidental de la Cordillera Occidental sobre la Costa Pacífica (Rodríguez et al., 2006),
donde el establecimiento de nuevas especies de las zonas más bajas podría modificar
las comunidades de fauna y flora.
Los orobiomas andino y altoandinos contienen ecosistemas de alto valor por los
servicios ecosistémicos que prestan en la regulación hídrica y en el mantenimiento de
agua de alta calidad, como los bosques de niebla y los humedales de alta montaña
(Rodríguez et al., 2006). En el rango altitudinal de estos orobiomas (2400–3300 m) se
ubica la mayor población humana del país (27 %) lo que explica la alta transformación
que han sufrido los mismos (IAvH, 2012). En los bosques de niebla, el cambio climático
podría producir una reducción en las condiciones de nubosidad de bajo nivel y un
incremento en los días soleados, afectando las condiciones microclimáticas que dan
54
Cambio Climático en Ecosistemas Andinos de Colombia
origen a una alta biodiversidad (Still et al., 1999; Foster, 2001; Tejedor-Garavito et al.,
2012). Proyecciones realizadas en los bosques de niebla en la región Centroamericana
de México, estiman que éstos podrían estar bajo seria amenaza de extinción, si se
mantienen constantes los incrementos en la temperatura y la reducción de la lluvia
al 2050 (Rojas-Soto et al., 2012). A nivel de especie, Velasquez-Tibatá et al. (2013),
sugieren que al menos el 44 % de aves de los Andes Colombianos que se habitan en
éstos ecosistemas podrían reducir su área de distribución.
El mayor proveedor de agua de los ecosistemas andinos es el orobioma de
páramo. Los páramos juegan un papel importante en la regulación y balance hídrico
de los ecosistemas aguas abajo, debido a sus condiciones edáficas, ellos actúan como
esponjas que retienen grandes cantidades de agua, la cual es liberada poco a poco
durante la época de pluviosidad baja o sequía hacia las zonas más bajas (Rodríguez
et al., 2006). Su distribución en forma de “islas de alta montaña”, inmersas en un “mar
de bosques”, contribuye a explicar la presencia de especies únicas de plantas que han
evolucionado aisladamente (Hofstede et al., 2014). Con respecto a la temperatura y
nubosidad, se ha reportado que los páramos han experimentado un incremento de
aproximadamente 1 °C por década en las temperaturas máximas (día), mayor registro
de días soleados y leves tendencias negativas en las temperaturas mínimas (registradas
en las horas de la noche y la madrugada), lo que indica una mayor incidencia en
las heladas (Hofstede et al., 2014). Un consecuente incremento de la temperatura
y una eventual modificación en los regímenes de lluvia y nubosidad podrían poner
en riesgo de extinción a los ecosistemas de páramos, afectando todos los servicios
ecosistémicos que proveen, especialmente los hidrológicos (Cárdenas, 2016). Muchos
de los páramos andinos marcan el límite altitudinal en el perfil montañoso, por lo que
el desplazamiento hacia arriba de las especies, no sería viable (Larsen et al., 2011).
Perspectivas
El cambio climático está sucediendo a un ritmo aún no dimensionado y está
poniendo a prueba los socio-ecosistemas globales, especialmente en la zona andina
donde la interface ecosistema-rural-urbana es muy fuerte y juega un papel importante
en la provisión de servicios ecosistémicos (Hofstede et al., 2014). En este contexto, la
importancia de las áreas protegidas se hace relevante ahora más que nunca, por lo
que es necesario comenzar a pensar en el rediseño de sus límites, con el fin de que
vayan avanzando con las dinámicas de cambio ambiental, y poder abarcar la mayor
variedad de hábitats y climas que permitan a las especies adaptarse ante los cambios.
De esta forma, los estudios de ecología del paisaje, restauración ecológica y cambio
climático son claves para aportar elementos de juicio en la toma de decisiones en la
planificación regional (Armenteras y Vargas, 2016), en razón de la intensidad y las
distintas escalas en las que actúan los procesos de cambio global (figura 1).
Aunque hay avances en el conocimiento sobre los efectos del cambio climático
sobre algunos ecosistemas y especies, es claro que es urgente avanzar en entender la
respuesta de las especies al mismo. Por ejemplo, a escala de paisaje aún se desconoce
los efectos adicionales del cambio climático en el tamaño y configuración de los hábitats
remanentes sobre la biodiversidad. El posible efecto y retroalimentación con el cambio
climático es debido a que cambios potenciales en el microclima de las áreas de interior y
borde de los hábitats pueden producir una respuesta aún desconocida, influyendo en la
55
 Biodiversidad y Cambio Climático en Colombia
capacidad de dispersión de los animales y plantas, información relevante que ayudaría
a establecer criterios que maximicen la conectividad entre los ecosistemas andinos
(Larsen et al., 2011). Las relaciones entre la heterogeneidad espacial y temporal a
diferentes escalas son fundamentales para comprender los impactos potenciales del
cambio climático y para evaluar e implementar estrategias de conservación (Willis y
Bhagwat, 2009).
Figura 1. Esquema conceptual de la transformación de los ecosistemas por pérdida de hábitat
y la sinergia posterior con el cambio climático. Las distintas escalas en las que se afecta lo
ecosistemas y las acciones propuestas para recuperar socio-ecosistemas funcionales. Fuente:
Elaboración propia.
En general, no hay estudios que hagan seguimiento a las condiciones de las
comunidades ecológicas y cambios en la integridad de los ecosistemas andinos en
relación al cambio climático, debido a que es una labor que requiere de un alto esfuerzo
de investigación, recursos y tiempo (Cuesta et al., 2012; Hofstede et al., 2014). De
otra parte, los modelos de distribución potencial basados en el nicho climático de las
especies han abierto una oportunidad para evaluar los efectos del cambio climatico
sobre los ecosistemas y la biodiversidad (Rodríguez et al., 2007); además, es una de
las líneas de investigación que más rápido está avanzando en la ecología. Sin embargo,
como todo modelo ecológico, los modelos de distribución tienen sus limitaciones y los
resultados deben ser interpretados a la luz de éstas (Graham et al., 2011).
Agradecimientos
Este ensayo se escribió en el marco de la tesis doctoral titulada “Impactos regionales
del cambio climático y de los cambios del uso del suelo sobre el riesgo de extinción
de Anuros en los Andes de Colombia” desarrollada por el primer autor y dirigida por
Dolors Armenteras. El PhD (c) William Agudelo Hz, cuenta con una beca de Doctorado,
56
Cambio Climático en Ecosistemas Andinos de Colombia
convocatoria 673, financiada por la Gobernación del Atlántico y Colciencias, para la
formación de capital humano de alto nivel para el departamento del Atlántico - 2014,
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Orlando Vargas Ríos y Liz Ávila

Resumen

En este artículo se hace una breve síntesis de los riesgos y efectos del cambio
climático en los ecosistemas altoandinos con énfasis en los páramos. Se analizan los
efectos directos e indirectos y las implicaciones sobre las sociedades humanas. Se
analiza como el régimen actual de disturbios puede interaractuar con el cambio climático
y acelerar los problemas de transformación y pérdida de servicios ecosistémicos.

Palabras Clave: Cambio climático, disturbios, ecosistemas altoandinos, páramo.

Introducción

El cambio climático lo podemos considerar un disturbio de gran escala, que ya

está teniendo sus efectos al interactuar con otros tipos de disturbios como el fuego,
plagas, inundaciones, deslizamientos, erosión, heladas. El aumento de la frecuencia
de fuegos naturales y antrópicos en los páramos ya es un hecho. La lluvia torrencial,
produce mayor erosión y sedimentación, y junto con la minería, quemas y agricultura,
aumenta la degradación de los páramos y sus ecosistemas terrestres y acuáticos.

Los efectos del cambio climático sobre los ecosistemas altoandinos (bosque
altoandino y páramo) son aún impredecibles. La mayoría de estudios mencionan
que los efectos más notorios ocurrirán sobre el balance hídrico y el almacenamiento
de carbono, principalmente en el páramo. Un aumento de temperatura puede liberar
el carbono almacenado en los suelos, y la combinación de quemas, pastoreo, altas
temperaturas y precipitaciones puede causar la degradación acelerada de los suelos y
tener efecto sobre la regulación hidrológica. Se espera que en las vertientes húmedas
las lluvias sean más intensas y frecuentes, los fenómenos del niño acentuarán los
períodos prolongados de sequía en las vertientes secas, lo cual va a producir un
desabastecimiento de agua, cambios en las frecuencias de fuegos y heladas en las
épocas secas con temperaturas cada vez más drásticas.

Al aumentar la temperatura en el gradiente altitudinal los cultivos de papa se

verán favorecidos, lo mismo que el pastoreo de ganado, que junto con las gramíneas
invasoras terminarán ocupando muchos páramos y expandiéndose la frontera agrícola.

Cambio Climático Global en la Región Altoandina

Efectos directos. Los registros climáticos recientes para la cordillera de los Andes
muestran un incremento en la variabilidad de las precipitaciones y temperaturas
producto de la tendencia global del cambio climático (Anderson et al., 2011), los
efectos sobre los ecosistemas naturales, seminaturales y agroecosistemas aún son
impredecibles pero ya se registran las principales tendencias en eventos extremos de

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