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Fotografía Avanzada

Comentario sobre “El trazado de la cancha” de Gerardo Reyes


Por Silvana Quiñónez Huete
La obra de Gerardo Reyes sirve como guía a la formación de un periodismo de investigación verdadero,
para esto él emplea múltiples dicotomías que permiten explicar sencillamente lo que hace único al
trabajo del periodista de investigación. Como si fuera una línea invisible divisoria entre lo simple y
profundo, Gerardo Reyes, demuestra diferencias entre diversos conceptos como el reportero diario con
reportero investigador o vida privada contra vida pública.
Reyes plantea como criterios generales en los tipos de periodismo, al tiempo y profundidad que se
puede aplicar a una noticia. En el periodismo de investigación la prioridad es la profundidad en que
puede tratarse un tema, la búsqueda incesante de agotar todas las fuentes posibles e interpretar
correctamente los hechos. Incluso así, para Reyes, esto no es suficiente para ser llamado “verdadero
periodismo de investigación”.
Es necesario que el trabajo sea autentico y propio del periodista, que tenga verdadera relevancia social
y que exista alguien quien quiera esconder estos asuntos del público. Es en la primera parte donde
Reyes explica, de forma muy didáctica al emplear ejemplos en diferentes contextos (EE.UU. y
Latinoamérica), como estos tres elementos se relacionan. Señala que a través del efecto escalofriante
muchos periodistas de investigación, por miedo al aumento de denuncias por difamación, esperan la
abertura de una carpeta de investigación por parte de la fiscalía para continuar con sus investigaciones,
perdiendo, en parte, su característica de trabajo propio, dando pase a más adelante a las conocidas
alianzas que muchos periodistas incurren como fuentes o colaboradores.
Gerardo también debate sobre la relevancia social y cómo la necesidad de saber se convierte en
derecho de saber, para solo terminar siendo el determinismo de los editores, quienes deciden qué va y
qué no va. Al mismo tiempo continua con la larga controversia entre la noción de privacidad y vida
pública, refiriéndose a la actitud periodística como una despiadada suspicacia y ya no un sano
escepticismo, hablamos de la necesidad de creer que todos los políticos son corruptos o todo gran
empresario es venal y por eso merece ser investigado.
A través de los trabajos de Caro, Tarbell y Caycedo nos explica otro tipo de periodismo de
investigación, el periodismo de profundidad, que abarca más temas de “índole social”, mostrando el
trabajo del periodista como una denuncia social. Algo distorsionado a este papel es la denunciología
que en Latinoamérica se muestra como un mal necesario, donde la falta de corroboración de las fuentes
es dejada de lado, para destacar la denuncia y su debate mediático.
Lo interesante de este libro es la forma en que se maneja la información y cómo Reyes lo complementa
con noticias e investigaciones de nuestra realidad latinoamericana. Gracias a su trabajo de recopilación,
interpretación y síntesis podemos debatir sobre los principales obstáculos que impiden la expansión
del periodismo de investigación en nuestro continente. Las encuestas demuestran que la restricción a
la información pública, falta de editores, los conglomerados económicos dueños de los medios y las
amenazas o intimidaciones, son las limitaciones que afrontan los periodistas de investigación actual.
Como palabras esperanzadoras, Reyes expone sobre otra realidad periodística, el periodista que es
reportero diario paralelamente investigador, o los dos sombreros, que, aunque haga el trabajo más
difícil, ha servido como estrategia para sobrellevar el trabajo de investigación en un contexto
políticamente complicado. Finalmente, Gerardo nos brinda recomendaciones sobre trabajo en equipo,
el lugar de trabajo o principales cualidades del periodista investigador, todo a través de su propia
experiencia en la Unidad Investigativa de El Tiempo en Bogotá.

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