BERGER, P y LUCKMANN, T. (2001). La construcción social de la realidad.
(Capítulo II). Amorrortu Editores. Argentina.
En el Capítulo II los autores parten de la pregunta: ¿De dónde deriva la estabilidad del orden humano? Ellos señalan que esta proviene del establecimiento de instituciones. Si los individuos tipificamos los objetos para hacerlos reales, cuando la tipificación se torna social, debido a sus componentes prácticos, esta tipificación se convierte en una institución, la cual contiene determinadas pautas y roles a seguir por los individuos. Por tanto, es el hábito de una determinada tipificación lo que permite la creación de una institución, la cual tendrá la función de depósito de conocimiento asequible, lo que permite cierta permanencia del orden social. Explicado esto, los autores proceden a definir los conceptos de Institucionalización, como la tipificación recíproca de acciones habituales por tipos de actores; y los Roles, como tipificaciones de pautas específicas de comportamiento. Es gracias a la aparición de Instituciones y Roles que se establece una vida común, asimismo, esta posibilita la división del trabajo entre la producción material y la producción de conocimiento. Por su grado de abstracción, en términos de roles y pautas estas funcionan como hechos sociales, en un sentido durkheimiano, pues tiene la apariencia de estar más allá de nosotros, como una realidad lejos de nuestra voluntad y que ejerce un poder coactivo sobre nosotros. La tipificación proviene de la práctica individual, que se hace social debido al hábito y la trasmisión, esto mediante la objetivación de la experiencia en un sistema de signos, como el lenguaje. Ello hace que dicho conocimiento se sedimente y se convierta en tradición; esta consolidación de la institución, más que por su funcionalidad se lo debe a la legitimidad que los individuos le otorgan. Dicha legitimidad se la comprende como los universos simbólicos, los cuales serían los marcos de significados esenciales que justifican y explican determinado orden social. Esta tiene varios niveles, desde una generalización incipiente, hasta la generalización total que sería la creación de universos simbólicos, aquí se integran distintas zonas de significado, se ordenan y legitiman los roles, se ordena la historia y permite a los individuos enfrentarse a una realidad precaria y fluida. Asimismo, debido a las diferentes realidades y tipificaciones los universos simbólicos tienen mecanismos para mantenerse en el tiempo. Los cuales se van sucediendo y sedimentando en la medida en que la tipificación se relaciona al contexto, como lo fue el paso de una construcción de la realidad basada en la religión a la construcción de otra basada en la razón. En el caso de la primera, tenemos como mecanismos a la mitología y a la teología; en la segunda, encontramos a la ciencia y a la terapia.