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Era el primer día de clases en la Universidad, me levanté de la cama apresuradamente

y me vestí con una blusa celeste manga larga, un pantalón jean y unas zapatillas
blancas. Ondule mi cabello y me coloqué unas joyas simples y delicadas. Alisté una
libreta y unos lapiceros en mi mochila. Salí de mi habitación, caminé por el corredor,
bajé las escaleras y me dirigí al comedor, allí encontré unas tostadas con jalea de
arándanos y un jugo de naranja. Me acerqué y observé una nota, era de mi madre,
decía: “Ten un buen día linda, nos vemos en el almuerzo, te quiero”. Sonreí un poco y
desayuné. Salí de mi casa y observé el hermoso paisaje de mi comunidad, sin duda es
una de las mejores. Caminé hacia la parada de autobuses y me senté en la banca.

Mientras esperaba, me percaté que un chico se acercaba por la misma ruta en la que
caminé. Era Rowan. Su piel blanca y sus ojos verdes almendrados, sus labios rosados
y su cabello castaño ondulado. Estaba vestido con un jean, una chompa ploma y unas
zapatillas negras. Se sentó a mi lado y sentí un leve escalofrío. Por suerte, llegó el
autobús y me apresuré a subir antes que él.

Al bajar en la siguiente parada, miré por todos lados para ver donde estaba Rowan, pero
solo vi a Anette sentada en la banca. Estaba como siempre, con su cabello teñido de
púrpura, sus lentes de contacto color celeste y sus vestidos extravagantes combinado
con unas zapatillas. Me acerqué a ella y al notar mi presencia se levantó de su lugar.

- Justo a tiempo, Liss- dijo alegremente y me abrazó. Desde las vacaciones


que no la veo, había extrañado a mi mejor amiga.

Caminamos unas cuadras hacia la Universidad mientras que Anette me contaba cómo
le fue en sus vacaciones.

- Es una lástima que no estudiemos la misma carrera- dije haciendo un


puchero.
- Descuida, nos veremos a la salida, ¿Prometido?- me dijo extendiendo su
meñique.
- Prometido- le dije mientras acercaba mi meñique para estrecharlo con el
suyo, como símbolo de promesa.

Cuando llegué al salón de clases, vi a muchas personas ubicadas en sus asientos. Por
suerte, las primeras carpetas del salón estaban vacías y me apresuré para sentarme en
una de ellas. Mientras me acomodaba en mi asiento y sacaba mis cosas, un chico se
sentó a mi lado. Voltee a mirarlo y era Rowan.

- Hola, me llamo Rowan- dijo sonriéndome amablemente. Mi corazón se


aceleró y sentí como mis mejillas se ponían un poco rojas.
- Hola, soy Liss- respondí con una sonrisa.

Rowan Berlech me gusta desde la secundaria, somos vecinos, pero él nunca notó mi
presencia. Era el más popular del colegio, tenía muchos amigos, tenía a todas las chicas
detrás de él. Es imposible que él se fije en mí, pensé.

Empezó la clase y solo rogaba que las horas se pasen volando. Rowan salió apenas
terminó la clase mientras yo me quedaba guardando mis cosas. Al caminar por el pasillo
lo vi con Kathryn, su enamorada. No sé cómo un chico tan amigable puede estar con un
desastre como ella.

Saqué mi celular y vi un mensaje de Anette, “Nos vemos en la puerta principal de la


Universidad”, decía el mensaje. Guardé mi celular y me apresuré para contarle con
quien me había encontrado.

- Anette- grité mientras me acercaba a ella.


- ¿Qué pasó? ¿Por qué vienes tan feliz?- dijo emocionada.
- Rowan está en mi misma clase- dije con una sonrisa de oreja a oreja.
- Dios… ¡Esto es sorprendente!- dijo alegremente- Pero… ¿No está con la
loca de Kathryn?- dijo en tono de tristeza
- Así es, solo espero que algún día se entere con que clase persona está- dije
un poco triste.

Anette me acompañó a tomar el autobús, pues ella vivía a unas cuadras de la


Universidad y se iba caminando a su casa.

El autobús llegó a la parada cerca a mi casa, bajé y me encontré con Kathryn. Tenía su
cabello rubio y se veían sus ojos celestes claros. Llevaba un vestido floreado con unos
tacos blancos y un maquillaje espectacular. La conozco desde quinto de secundaria,
una de las chicas populares de la escuela, y apenas llegó conquistó a Rowan.

- Ya me enteré que Rowan y tú están en la misma clase- dijo lentamente con


una pequeña sonrisa- Sé que te gusta, por eso te lo robé en el colegio- dijo
acercándose a mí- Pero dudo que le gustes con esa vestimenta que llevas
puesto, así que no debo preocuparme por ti- mencionó mirándome de pies a
cabeza.
- Claro, como digas- dije volteando mis ojos. Di un paso hacia atrás y me alejé
del lugar.

Caminé con dirección a mi casa y almorcé con mi madre, le conté como me fue en las
clases y qué curso me gustó más. Cuando terminé, subí a mi habitación y miré por mi
ventana el paisaje de mi vecindario. Es raro que Kathryn haya venido al paradero cerca
a mi casa, pues Rowan nunca se interesaría en mí.

Al siguiente día, Rowan y yo nos vimos en el salón de clases, empezó a hablarme con
más frecuencia y hasta salimos por un helado con Anette.

Esa tarde, Anette me llamo contándome que Rowan Y Kathryn habían terminado su
relación por una escena de celos en pleno patio de la Universidad. Me sentí feliz, pues
ella no lo merecía. Por suerte, Kathryn se cambió de Universidad, pues no soportaría tal
humillación. Ese día supe que tenía esperanza. Esperanza de que mi amor sea
correspondido.

Al otro día, me vestí con un vestido celeste con unas zapatillas blancas y una casaca
negra. Salí de mi casa y caminé por la vereda en dirección al paradero. Era una mañana
muy hermosa, el sol iluminaba el cielo con sus rayos de luz. Al acercarme a la banca, vi
a Rowan sentando esperando el autobús. Me observó y camino hacia mí.

- Liss, tenemos que hablar- dijo nervioso y accedí- Sonara muy repentino, pero
estoy enamorado de ti desde la primera vez que te vi en la secundaria. Me
cautivaron tus ojos grises con tu cabello castaño, tu amabilidad y delicadeza,
tu entusiasmo y tu inteligencia. No te decía nada porque tenía miedo de ser
rechazado por ti ya que era un poco popular en la escuela. Pensé que no te
llevabas bien conmigo, pues me evitabas todo el tiempo, pero ahora no tengo
dudas en decirte que te quiero, que eres especial para mí y que me des la
oportunidad de poder estar a tu lado así me rechaces- dijo con una voz triste
mientras sacaba una rosa de su mochila.

No podía creerlo. Esto parece un sueño. Tenía los ojos llenos de lágrimas de felicidad.

- También estoy enamorada de ti, Rowan- dije tímidamente mientras se


derramaban lágrimas por mis mejillas.

Se acercó y me abrazó, era un abrazo cálido y tierno. Se separó un poco y me dio un


beso dulce y suave. Es mi chico perfecto, siempre lo será.

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