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La Iniciación

El texto empieza explicando el significado de ser “un elegido”, dando a


entender que no hay un lugar donde escapar de este designio. Según el oráculo,
el hombre nacía de la tierra parcialmente inconsciente y debía ganarse la
consciencia y el derecho de llamarse “ser humano” para evolucionar. En las
iniciaciones, siempre se trabajaba la potencia, la evolución del ser desde la
Pachamama hasta Inti Tayta, la cual era la representación de la forma más
elevada del hombre. Entre ellos se puede legar a ser un Missayuq, ellos
trabajaban guiando, ayudando al cuerpo del paciente a despertar, a tomar
consciencia de la existencia física y mental. Se explica que la curación consiste en
una toma de consciencia, todo tiene una explicación y todo tiene un propósito.
Todo es causa y correspondencia. Pero sólo hay tres formas de llegar a ser un
Missayuq:

1. La primera: ser elegido por los Apus. El elegido, debe resolver primero sus
problemas y probar que es posible superarlos para demostrar que es el elegido; su
misión era desafiar todo lo desconocido para encontrar nuevas soluciones a los
impedimentos físicos o mentales que se pudiera padecer.

2. La segunda: ser del linaje. Si el padre ha logrado establecer diálogo con un


Apu, el hijo mayor es portador de dicho conocimiento, así el hijo de si hijo, hasta
siete generaciones posteriores. Según el Oráculo, la Tierra nos da conocimientos
específicos de adaptación a través de los ancestros, nos habla desde nuestra
genética, pero solo si el linaje evolucionaba.

3. La tercera: la elección propia. Explica entonces que un Missayuq siempre traía


algo nuevo, además de miles de preguntas. Ellos decidían comenzar desde cero,
ya que pensaban que todo estaba mal y no funcionaba, no creían en los sistemas
establecidos por el hombre. El Oráculo explica que la magia es la ciencia que no
ha sido comprendida en sus procesos; por lo que un Missayuq es un mago por
excelencia. La decisión final de tomar o no el camino siempre es de uno mismo, y
cuando decide dar el primer paso, las reglas son las mismas para todos.
“Este camino no existe ante los ojos del hombre común, es un

camino para los elegidos… al final, si tienes suerte encontrarás una
piedra que te acompañará en tu trayecto; aunque tal vez ni eso
encuentres… y sólo será un recuerdo parecido a un sueño”.
(Pauucar, 2016, pp. 19)
Posterior a esta introducción, Nicolás procede a contar su experiencia como
iniciado. Cuenta que, siguiendo con la tradición, llevaron las hojas de coca a su
boca y una botella de chicha; él cerró los ojos y Martin Quispe, un Alto Missayuq,
llamó a los Apus. Conversaron por un tiempo largo, el Apu le hablaba y cada
palabra era un concepto completo. El Apu le dijo entonces que para estar seguro
debía cumplir tres pasos: ver, tocar y sentir, ya que el ver sólo da 33.33% de
certeza; una vez que se está seguro nadie puede hacerle cambiar de opinión.
Desde ahí comenzó su camino iniciático. El viaje a la última montaña Ausangate,
inició con una ceremonia de limpieza llamada Chuway, conocida como la
purificación del cuerpo físico. Después de esta inició una sesión llamada Anya,
que explica el proceso por el que pasa el iniciado en el camino de los Paqos.

Al tercer día se hizo la ceremonia lloq’uy, que consiste en romper hilos que van
desde la coronilla hasta los genitales, ya que al estar ligado a experiencias viejas,
uno no se permite a sí mismo tener otras nuevas. Al llamar a los Apus una vez
más, estos comunicaron que el cuerpo que puede verse, está formado por agua y
por tierra, por eso la Tierra es nuestra madre. Además el cuerpo no físico está
hecho de fuego (nina) y aire (wayra). El cuerpo visible está compuesto por dos
tipos de agua, esta se encuentra representada por dos serpientes: La primera,
Mach’akway, representa la estructura del cuerpo. La segunda está representada
por Amaru, cada quien nace con ella y muere con ella, nunca cambia. Dicen que el
cuerpo toma colores diferentes, eso hace que podamos ver el alrededor. Si se
tiene un cuerpo de agua claro, entonces se puede vivir sin problemas.

En un intento por describir a los Apus se opta por clasificarlos como


indescriptibles; son luces conscientes en el camino del ser humano. A veces
pueden asustar, porque en la mente toman formas gigantes, pero su esencia
puede ser muy pequeña. Ahora sabiendo esto, se alistaron los rituales de fuego
que purificarían el cuerpo de energía. Había llegado el fin de la búsqueda de aquel
iniciado. Primero fue Janpeq y en ese proceso entendió miles de pases mágicos,
sanando cualquier enfermedad; pero debería aprender el modo de invocar a los
Apus y de hablar con las piedras, animales, agua, fuego, aire y la madre Tierra.

“…Se dirigían a las rocas consideradas importantes en su radición


para recriminarles diciendo: “¡Hace cuanto que no hablas!”. Al
instante escuché decir: “¡y hace cuánto que no me escuchas!”
(Pauucar, 2016, pp. 22)

El Apu concluye el capítulo comunicando que el 90% de la población mundial


tiene un camino fijo, no hay posibilidad de escape; sólo cumplir con el destino, sin
protesta, haciendo lo que otros quieran. Eran las escuelas iniciáticas que llevaban
a cabo el trabajo de evolucionar hasta utilizar el 15% de la capacidad mental;
alcanzando el predestino, donde la gente decide si participar en una escena o no.
Las escenas no se pueden modificar, sólo se puede decidir ser actor de ellas.
Tendrían que despertar los humanos para que se modificase la escena completa.

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