Está en la página 1de 1

Historia del Peronismo.

La obsecuencia (1952-1955),
Volumen 2
por Hugo Gambini

chilenas, argentinas y norteamericanas, concluye diciendo: " El incidente no


afectó negativamente la carrera militar de Lonardi, pero creó resentimiento
entre él y Perón. Lonardi debió con razón creer que su antecesor en el cargo
pudo sospechar que se encontraba bajo vigilancia y advertirle del peligro. Dos
décadas más tarde tendría la oportunidad de quedar mano a mano”.699
Hasta aquí la explicación sobre la inquina de Lonardi. Aunque hay que
agregar un episodio posterior, que también generó desconfianza hacia Perón
en un sector del ejército de aquel entonces. Ocurrió en vísperas de su regreso
de Italia, cuando tuvo que cumplir cinco días de arresto en la embajada
argentina por una acusación de plagio. La orden llegó a Roma el 16 de
noviembre de 1940; pero el episodio empezó el año anterior con la
publicación, junto con el teniente coronel Enrique I. Rotjer, de una historia de
las operaciones militares en la guerra franco-prusiana de 1870.700 El general
Juan M. Monferini había solicitado un castigo y un tribunal de honor para los
autores, “por haberse aprovechado”, dijo, de un trabajo suyo sin mencionar la
procedencia.701 Como había sido justamente Perón el responsable directo de
la inclusión del texto cuestionado, en su descargo alegó que “ la omisión del
pie de nota del trabajo de Monferini” pudo haberse producido “probablemente
por la pérdida de la carátula del folleto con la anotación a citar”. Y se hizo
responsable de “una explicable falta de minuciosidad de mi parte al revisar
posteriormente los originales” .702 Finalmente, Rotjer y Perón tuvieron que
pedir disculpas a Monferini y publicar una aclaración en la Revista Militar de
la Biblioteca del Oficial. Pero en Roma, el agregado militar teniente coronel
Virginio Zucal debió aplicarle una sanción a su auxiliar, el teniente coronel
Perón,703 y todos los informes fueron incorporados al legajo personal de éste.
Durmieron allí hasta que alguien hizo desaparecer esas fojas; pero quedaron
sus huellas, porque al ser extirpadas — para sanear los antecedentes
profesionales del líder— el autor del hurto olvidó robarse también el índice
del legajo, donde había sido anotada la numeración y la fecha de cada uno de
los catorce documentos probatorios del fraude literario.704
No sería ésta la única acusación de plagio que pesaría sobre el líder, pues
según el antropólogo y filólogo Julián Cáceres Freyre, el conocido diccionario
sobre Toponimia patagónica de etimología araucana ,705 que Perón publicara
en 1935, “ fue plagiado de un trabajo del presbítero Domingo Milanesio706 y
de otro del teniente coronel Federico Barbará”.707 Lo ratificaría — desde
Puerto Madryn— el investigador Rodolfo Casamiquela, quien aseguró que
“Perón hizo su diccionario por medio del sistema de las tijeras y el engrudo
(...) ya que el texto es una mera transcripción de otros, con repetición de todos
los errores” 708
A raíz de una nueva edición de Toponimia, aparecida a fines del año 2000
709 y elogiada en La Nación por Fernando Sánchez Zinny,710 se produjo una
dura polémica — no exenta de ironías— en la sección Cartas de ese diario. La
primera la envió el autor de este libro, para advertir que se trataba de un
plagio.711 Contestaron el Instituto de Investigaciones Juan Domingo Perón,
que consideró este dato como “una nueva diatriba”,712 y el lector Emilio J.
Corbiére, quien se apoyó en el panegírico del “sabio italiano José
Imbelloni”,713 incluido en la lujosa edición oficial de Toponimia de 1950.714
A éstos les respondieron el historiador Isidoro J. Ruiz Moreno, quien
corroboró las opiniones de Cáceres Freyre sobre el plagio,7 y el general
Humberto Juan Pizzi, quien por su parte ratifico el plagio de Perón en el
Ejército y su castigo.716 En una segunda carta,717 el autor consignó los
errores más gruesos que se le pasaron a Perón al copiar el texto original de
Milanesio; pero agregó además un nuevo testimonio: el del ex director del
Centro de Estudios Indigenistas Amerindia, G. Cuadrado Hernández, para
quien “ Perón plagió, con bastante mal gusto en la elección, la peor obra que se
718
conoce sobre etimología indígena”. También terció el editor de la última
versión de Toponimia, Jorge Carman, pero solamente para calificar de
“gorilas” a los denunciantes.719 El autor recogió el guante en una breve e
irónica respuesta 720 y la polémica se expandió a otros medios.721

También podría gustarte