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PHILIPPE JOUTARD Primera edición en francés, 1983

E sas v o c e s q u e n o s
LLEGAN DEL PASADO

Titulo Óirigfnítl
Ces voix qui nous)viennent du passé
© 1983, Hachette, París
ISBN 2-01-002047-3

COLECCION

D. R. © 1986, F ondo de Cultura E conómica, S. A. de C. V.


POPULA* Av. de la Universidad, 975; 03100 México, D. F.

ISDN 96S-16-2400-9
FONDO DE CULTURA ECONÓMICA
MEXICO Impreso en México
isx del testimonio oral, nos recuerda que así como an­
tes teníamos el fetichismo del documento escrito, no
debemos caer en un fetichismo inverso:
I. LOS PRECURSORES DE LA
En lo que se refiere a las acciones llevadas a cabo en el
HISTORIA ORAL curso de esta guerra evité tomar mis informaciones del
primero que llegaba y confiar en mis impresiones per­
sonales. Tanto en lo que atañe a los hechos de los
En busca de antepasados que fui testigo como aquellos que me han sido narrados
por otro, procedí cada vez a realizar verificaciones tan
escrupulosas tanto como pude. No fue un trabajo fá­
T oda nueva disciplina busca antepasados prestigiosos
cil, porque ocurría que en cada caso los testigos de
con mayor fuerza cuanto más vulnerable se siente y un mismo acontecimiento ofrecían relatos discordan­
más debe justificar su audacia. Los primeros historió­ tes, que variaban ya sea de acuerdo con las simpatías
grafos de la historia oral, Louis Starr o Paul Thomp­ que sentían por uno u otro bando, ya sea según sus me­
son, no escaparon a esta tentación, sobre todo porque morias (I, 21).
podían encomendarse al padre de nuestra disciplina,
el propio Heródoto. Yo mismo le rendí pleitesía en Infortunadamente, Tucídides permanece mudo so­
un primer artículo sobre el problema.' Pensándolo bre esos métodos de verificación: da el resultado final
bien, no estoy seguro de que hayamos estado en lo sin citar las versiones contradictorias; por lo tanto no
cierto. es muy útil para nuestra reflexión de “ historiadores
¿Qué otra cosa podían hacer Heródoto o Tucí- orales” . y.
dides en una época en que lo escrito tenía todavía Paradójicamente, Heródoto, cuyo aporte crítico es
pocos representantes? El verdadero problema se plan­ colocado por encima del de su sucesor, es más su­
tea cuando lo oral entra a competir con una abundan­ gestivo en la medida en que cumple bien su oficio
te documentación escrita. Conservaré sin embargo una de recolector de información y presenta la versión
idea del prefacio de L a guerra del Peloponeso que es recogida aclarando que no asume forzosamente la res­
un consejo de prudencia. En el momento en que los ponsabilidad, sobre todo cuando la versión es única.
historiadores afortunadamente redescubren la rique-1 [“Sobre algunos acontecimientos] podría dar alguna
otra opinión que la que los mismos argivos dicen
1 Louis M. Starr, “Oral History”, Encyclopedia of Library [ . . . ] . En cuanto a mí, debo mencionar todo lo que
and Information Science, Marcel Dekker Inc., Nueva York. se dijo, sin estar obligado a creer todo, y así debe
1977, p. 441. Paul Thompson, Tlie y oice of tlie Past, Oral entenderse tratándose de toda mi historia (V II, 152).
History, Oxford University Press, p. 24. Philippe Joutard,
¿Hay que recordar además que el título mismo de
“Historiens á vos micros, le document oral une nouvelle source
pour l’histoire”, VHistoire, núm. 12, 1979. Historia significa “la encuesta” llevada a cabo por un

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testigo que cuenta lo que él mismo vio y supo en el mente las historias redactadas por los contemporáneos
curso de sus investigaciones?2 de los acontecimientos, o a lo sumo por los de la ge­
Tres siglos más tarde, cuando ya existe una colec­ neración siguiente que todavía podían recoger testimo­
ción de fuentes escritas en forma de obras históricas, nios directos.
un hombre afirma la primacía del testimonio oral so­ Esa desconfianza del conocimiento libresco no es
bre el manuscrito, aunque a su vez el primero sea menos significativa. Y si en la actualidad encontra­
superado por la presencia del historiador en el terreno mos muy discutible el tema de que sólo las personas
de los hechos. Se trata de Polibio (hacia 210-126 a.c.), idóneas, en este caso políticos u hombres dedicados a
el historiador de las guerras púnicas. Al criticar a urto la guerra, serían capaces de escribir una historia po­
de sus predecesores define las cualidades del historia­ lítica o militar, somos sensibles al argumento de la
dor completo de la manera siguiente: competencia mínima necesaria que el investigador
debe poseer; las fórmulas de Polibio sobre este tema
Aunque existen dos maneras de informarse de oídas, se resuenan de una manera extrañamente moderna:
conformo con buscar en los libros y apenas se preocu­
pó por recoger testimonios orales, como lo hemos mos­
trado anteriormente. Es fácil entender cuáles fueron las En efecto, ¿cómo se podrían plantear las buenas pre­
razones que lo llevaron a elegir este método. Se pue­ guntas con respecto a una batalla, un sitio o un comba­
den recoger informaciones en los libros sin peligro ni te naval y cómo podríamos entender la sucesión de los
trabajo, si solamente uno toma la precaución de insta­ diversos hechos narrados si no conocemos nada de esas
larse en una ciudad donde se encuentren textos en cosas? Porque en la presentación de los hechos, la parte
abundancia y una biblioteca cerca. Entonces, sólo se ne­ del investigador no es menos grande que la de sus in­
cesita un trabajo sedentario para efectuar las investiga­ formantes. Solamente si uno se refiere a las condiciones
ciones requeridas y dedicarse a un estudio comparativo en las cuales las acciones de ese tipo se desarrollan se
de los errores cometidos por los historiadores anterio­ puede llevar al informante a dar todas las precisiones
res, sin que eso exija el menor trabajo. Para dedicarse requeridas de lo que ocurrió. Aquel que es incompeten­
a las encuestas personales es necesario, sin duda, so­ te en la materia no es capaz de plantear preguntas a los
portar muchas fatigas y hacer muchos gastos, pero se testigos, y ni siquiera asistiendo en persona al asunto
trata de un trabajo muy fecundo que constituye la par­ llega a comprender lo que sucede ante sus ojos (Histo­
te más importante de la investigación histórica” (Histo­ ria, libro XII, 28a).
ria, libro XII, 27).
En cambio quizá lamentaremos que el autor griego
_ cierto que el ensalzador de los romanos despre­ que describe esas investigaciones no haya multiplica­
cia las obras de los periodos antiguos y aprecia única­ do las precisiones que da a propósito del retrato del
gran Escipión: “ Entre estos últimos [aquellos que vi­
2 A. Barguet, Historiáis grecs, Hérodote, Gallimard, Ency-
clopedie de la Pléiade, 1964, p. 9 [traducción al español de
vieron junto al Africano] se encontraba C. Lelio que
las Historias de Heródoto, unam , México, 1982], desde su juventud y hasta la muerte fue su compañe­

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ro y confidente en todo. A partir de lo que me dijo liarse una crítica de las fuentes orales, en primer lu­
formé mi opinión sobre ese hombre porque sus apre­ gar por el cuestionamiento de la tradición, vehículo
ciaciones me parecieron de acuerdo con la verosimili­ de leyendas: Fontenelle se burla de la credulidad de
tud y en concordancia con los actos mismos de Esci- Plutarco y de Heródoto, y Luis de Beaufort rechaza,
pión. Así, Lelio me contó la primera acción brillante en 1738, las fábulas piadosamente recogidas por Tito
cumplida por su amigo” (H istoria, libro X , 3). Pero Livio en su D isertación sobre la incertidum bre de los
esto es dar muestras de anacronismo. Debemos espe­ cinco prim eros siglos de la historia romana. Voltaire
rar los comienzos de la erudición moderna para que se hace eco de esta desconfianza en el artículo “His­
la indicación de las fuentes utilizadas, con referencias toria” del D iccionario filosófico'. “ Los fundamentos
precisas, se convirtiera en una regla que en las en­ de toda historia son los relatos para niños, trasmiti­
cuestas orales no es respetada ni siquiera en la actua­ dos luego de generación en generación: apenas son
lidad. probables en su origen, cuando no chocan al sentido
Tampoco es necesario, sin duda, hacer el recuento común, y pierden un grado de probabilidad en cada
de todos los historiadores antiguos que han utilizado generación. Con el tiempo la fábula crece y la verdad
esta forma de documentos: no aportan nada más a la se pierde.” Por otra parte, para Voltaire “sería nece­
historia de la disciplina. Incluso algunos cronistas me­ sario que se comenzara un estudio serio de la historia
dievales no tienen el cuidado de confrontar y criticar en el tiempo en que se hace verdaderamente intere­
los testimonios y representan un retroceso en rela­ sante para nosotros. Me parece —dice en sus Obser­
ción con los fundadores de la historia. vaciones sobre la historia— que eso ocurre hacia fines
El desarrollo de las cancillerías de Estado, la mul­ del siglo xv. La imprenta que se inventó en ese mo­
tiplicación de los manuscritos, desde el acta notarial mento comienza a hacerla menos incierta” . Sin embar­
al documento paleográfico, más tarde la invención go, Voltaire no llega a rechazar los testigos oculares
de la imprenta, le quitan su importancia al testimonio en la H istoria de Carlos X II y El siglo de Luis XIV.
oral, a partir de la época moderna. Las condiciones Así, en la carta al abate Dubos, en la que anuncia su
se tornan comparables a las nuestras: en lo sucesivo lo última empresa, hace la siguiente precisión: “Para
escrito es la referencia prioritaria; para algunos eru­ la vida privada de Luis X IV tengo las memorias del
ditos humanistas es suficiente para establecer la verdad señor Dangeau en cuarenta volúmenes, y de la cual
de un hecho. Una de las primeras leyendas que los extraje cuarenta páginas. Tengo lo que escuché de­
espíritus críticos deben combatir —la que sostiene que cir a viejos cortesanos, valets, grandes señores y otros,
los francos descienden de los troyanos— es de origen y cuento hechos en los que ellos concucrdan.” En
culto y escrito.’1 varias ocasiones, apoya sus afirmaciones en los testi­
Es entonces cuando comienza también a desarro- monios recogidos, en particular los del cardenal de
Fleury, los mariscales Villars y Villeroi, lord Boling-
3 Véase J. Ehrard, y G. Palmade, L’Histoire, A. Colin, 1964,
p. 21. broke y la viuda de Marlborough. El procedimiento

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se desarrolla en el Suplem ento al Siglo de Luis XIV: do, el episodio del profetismo y de la guerra de los
muchas refutaciones de las opiniones de su adversa­ Camisardos.
rio La Beaumelle están fundadas en ese tipo de fuen­
tes. Para el cardenal de Fleury, da incluso informa­
ciones precisas sobre su encuesta: “Estoy obligado a L as prim era s reco leccio n es de archivos orales
confesar que cuando supo que yo trabajaba, no en
la historia de Luis X IV sino en el panorama de su si­ Se sabe que a principios del siglo xvm, sacados de sus
glo, me hizo venir algunas veces a Issy para ente­ casillas, los protestantes de las Cevenas y del Bajo
rarme, decía él, de las anécdotas. Fue de él y sólo de Languedoc terminaron por rebelarse y tuvieron en ja­
él de quien supe que el señor de Báville, intendente que a las tropas reales durante más de dos años,
del Languedoc, había sido el principal instigador de la de julio de 1702 a octubre de 1704. Pero esta revuel­
famosa revocación del Edicto de Nantes. Después de ta extrae una de sus características más originales del
esas entrevistas yo iba a lo de Barjeac a escribir lo más profetismo que la acompaña.“ Ese profetismo desen­
importante de lo que su amo me había dicho.”4* Como cadena la guerra, la alimenta y le da su estilo. Junto
lo observa René Pomeau, “la encuesta de Voltaire con la violencia, suscita las mayores discusiones y da
gana con sus cualidades de periodista [ . . . ] , el deta­ lugar a las primeras encuestas orales sistemáticas.
lle curioso excita su espíritu. Abierto a la actualidad, Después de haber negociado con las autoridades
habiendo participado en varias ocasiones en las nego­ reales, en el verano y el otoño de 1704, varios de los
ciaciones diplomáticas, anima con sus recuerdos esta inspirados pudieron retirarse a Londres donde se en­
historia casi contemporánea”.8 Sin embargo, no con­ contraron con las parroquias hugonotas de refugia­
sidero a Voltaire como el mejor precursor de los traba­ dos. Entre ellos había profetas, jefes camisardos im­
jos actuales de historia oral. Tomó notas sobre las portantes, como Elie Marión de Barra de las Cevenas
conversaciones en lugar de registrar el discurso, y y sobre todo Abraham Mazel, que estaba en el prin­
sobre todo su encuesta se limitó a los grandes, su­ cipio de la primera operación de guerra, el asesinato
puestamente únicos actores de la historia. Las prime­ del abad del Chaila, aunque también había muchos
ras recolecciones de archivos orales, en el sentido es­ otros menos conocidos como Durand Fage o un pri­
tricto del término, las encontramos más bien del lado mo del célebre jefe camisardo Cavalier, que llevaba
de una minoría perseguida que debe defender su exis­ el mismo nombre y apellido que él, Jean Cavalier de
tencia, los protestantes franceses, en ocasión de un Sauve. Continuaron profetizando, con un gran éxito
episodio controvertido en el propio campo reforma­ por la curiosidad que provocaban; lograron incluso
tener discípulos, tanto entre los hombres del Refugio,
4 Todas las citas de Voltaire fueron hechas a partir de la
edición de la Pléiade (CEuvres historiques, Gallimard, 1954) de
R. Pomeau, pp. 12, 44 y 1242, respectivamente. 0 Véase Ph. Joutard, Les Camisards, Gallimard-Julliard,
8 Voltaire, CEuvres historiques, op. cit., p. 15. colee. Archives, 1976.

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como el gran geómetra Nicolás Fado, como entre los inglés John Lacy, porque una edición inglesa apare­
ingleses, por ejemplo John Lacy o Sir Richard Bul- ció al mismo tiempo que la edición francesa. Este
keley. Pero se ganaron más adversarios aun porque gentilhombre ofrece informaciones más precisas de
cuestionaban las Iglesias instaladas y los “pastores in­ las condiciones de la encuesta que tienen también el
crédulos” en sus últimas “ revelaciones londinenses” . propósito de probar su seriedad. Veintiséis personas
Marión, Fage y Cavalier fueron censurados hasta por declararon, de ellas doce prestaron juramento ante
una de las Iglesias francesas de Londres, llevados ante “escribanos de cancillería” , y el gentilhombre inglés
la justicia inglesa y condenados a la picota; duran­ testifica:
te dos días toda la ciudad sólo habló de los profetas
franceses. Amigos y adversarios se enfrentaban por Que no llegó a su conocimiento que se haya hecho nin­
medio de sermones, panfletos y hasta obras de teatro. • gún esfuerzo ni utilizado astucia alguna para obtener
Entre los amigos más eficaces estaba Maximilien nada ilegítimo; así como tampoco para extender las co­
sas verdaderas más allá de sus límites ni disfrazar nada
Misson. Su N uevo viaje a Italia (1691-1698), que ob­
[...], que el método constante fue representarles firme­
tuvo un gran éxito, lo había dado a conocer. Puso su mente a los declarantes hasta qué punto debían ser cir­
renombre al servicio de los profetas. Decidió reunir cunspectos para no decir nada de lo que no estuvieran
y publicar sus testimonios así como los de personas perfectamente seguros, en un asunto de esta importan­
que habían asistido a fenómenos proféticos. Los acom­ cia y sobre cosas que prometían jurar solemnemente.
pañó de extractos de libros y opúsculos aparecidos so­
bre el tema, y también de cartas. Dio al conjunto el Misson mismo indica en otro lugar que escuchó
significativo título de: El teatro sagrado de las C eve­ dos veces a sus testigos y comparó sus declaraciones.
nas o relato de las diversas m aravillas recientem ente Por medio de este método presenta en total dieciocho
operadas en esta parte de la provincia de Languedoc, declaraciones orales de extensión desigual y una me­
poniendo en exergo una cita de los Actos: “ No pode­ moria escrita: cada testimonio está precedido de la
mos [s/c] sólo decir las cosas que hemos visto y mención X . . . , del lugar d e .. . , declara lo que sigue.
oído”7 (Act. IV, 20). Misson se hizo ayudar en la Visiblemente, el autor quiso seguir el modelo judicial;
recolección de esas declaraciones por el gentilhombre los testigos no narran sus vidas, ni siquiera todo el
periodo de los Camisardos, sino los fenómenos pro­
7 Aparecido en Londres, en 1707. La edición inglesa fue féticos a los que han asistido; sus declaraciones están
publicada el mismo año con el título de A cry from tile desert;
tuvo una reedición inmediata y luego otra en 1794. Hubo que entrecortadas en pequeños párrafos, con excepción
esperar hasta 1847 para una nueva presentación de esos testi­ de los testimonios de los tres profetas: por otra parte
monios en Francia, pero el orden y el título están cambiados. éstos son los más largos, los más ricos y los que más
Con algunos meses de intervalo, el texto original fue reeditado se acercan a una historia viva. Los tres constituyen la
dos veces, en su forma inicial (edición Jeanne Laffitte, en
mitad del libro. Describen en efecto su conversión y
1975) y en una edición comentada por J. P. Richardot (Les
Presses du Languedoc, 1978). sus consecuencias. Ese relato abarca varios años y re-

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fiere los encuentros que tuvieron; por ejemplo, el céle­ eran nuestro socorro y nuestro apoyo. Ellas solas eli­
bre primo aparece a menudo en la declaración de Ca­ gieron nuestros jefes y los condujeron. Han sido nues­
valier de Sauve. tra disciplina militar. Nos enseñaron a sufrir el primer
Esos textos son una aproximación interna al uni­ fuego de nuestros enemigos de rodillas y a atacarlos
verso de los profetas. La llegada de la inspiración es cantando salmos para poner el terror en sus almas. Las
descrita con una precisión sorprendente para esa g en -, inspiraciones transformaron a nuestros corderos en leo­
nes y los han hecho hacer hazañas gloriosas.
te modesta que, como hablaban el occitano, no de­
bían dominar muy bien el francés. Tomemos el ejem­ Pero hay algo más sorprendente aún, el testigo es
plo de Cavalier: capaz de trasmitir otro discurso como si el amigo
estuviera presente. Durante un momento, Elie Marión
Inmediatamente después que la predicación hubo ter­
se detiene para dejar el lugar a su fiel compañero
minado, sentí como un golpe de martillo que golpeó
fuertemente mi pecho, me pareció que ese golpe excitó Abraham Mazel: éste le “contó diversas veces acon­
un fuego que se apoderó de mí y que corrió por todas tecimientos notables y públicos que incluso ocurrieron
mis venas. Eso me puso en un estado de desfallecimien­ bajo mis ojos y que no es desatinado colocar aquí en­
to que me hizo caer. Me levanté en seguida, sin ningún tre los testimonios originales puesto que el principal
dolor, y cuando elevé mi corazón hacia Dios, en medio testigo está en la actualidad en un lugar donde pode­
de una emoción inexpresable, fui golpeado por segunda mos fácilmente asegurarnos de las cosas a través de
vez con un redoblamiento de calor. También redoblé mis él mismo. [. ..] He aquí cómo habla A. Mazel”, y el
plegarias, sin poder hablar ni respirar más que por gran­ inspirado de Barra de las Cevenas cita en primera per­
des suspiros. Inmediatamente después, un tercer golpe sona la visión de los “ bueyes negros” , texto impor­
me quebró el pecho y me hizo arder todo. Tuve algunos
tante para el profetismo de las Cevenas, porque está
momentos de calma y luego caí repentinamente en agi­
taciones de cabeza y cuerpo que fueron muy grandes y en el origen de la guerra de los Camisardos.8 Un es­
parecidas a las que tuve desde entonces hasta el presen­ píritu crítico podría poner en duda la exactitud del
te en que cuento esto. ,, compañero de Mazel, pero felizmente tenemos en otro
í lugar una declaración del jefe camisardo que retoma
El papel del profetismo es descrito con una justeza el relato en los mismos términos. Marión ha interio­
y una apropiada expresión igualmente notable: ré rizado de tal manera el testimonio que se vuelve suyo.
■■ Para él no se trata de una simple atestación judicial,
Fue únicamente por las inspiraciones y por la repeti­ ni siquiera de una epopeya cuya primera versión re­
ción de sus órdenes que comenzamos nuestra santa gue­ citaría, sino que es un texto sagrado, la prolongación
rra. ¿Cómo un pequeño número de gente sencilla, sin de la Biblia.
educación y sin experiencia, habrían podido hacer tanta El episodio de Londres, junto a confusas polémi-
cosa si no hubieran tenido la ayuda del cielo? No te­
níamos fuerza ni consejo, pero nuestras inspiraciones 8 Le Théatre sacre. . . , sucesivamente pp. 43, 80 y 85.

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cas, ofrece además dos bellas declaraciones orales que ción de Elie Marión de un ataque real a un pueblito
retoman, desarrollándolos, los primeros testimonios de la región:
de T eatro sagrado. Se trata de las R elaciones de
Abraham Mazel y de Elie Marión descubiertas en el Vi cóm o perseguían a los campesinos que huían de sus
cavernas, excavaban la tierra para descubrir los cofres
siglo xx y publicadas por Charles Bost.” El carácter
que ese pobre pueblo había enterrado, toneles de vino,
de testimonio oral “ registrado” aparece claramente en
trigo, castañas. Descubrían todo eso y luego se peleaban
la mención que sigue a la relación de Mazel: “Esta el reparto entre ellos, haciendo resonar el aire sobre esas
relación o memorias del comienzo de la guerra de las montañas, laderas y valles, con sus blasfemias e impre­
Cevenas que se llamaba de los Camisardos, han sido caciones, de uno y otro lado. Hubiérase dicho que el in­
redactadas por escrito por mí, abajo firmante, que las fierno se había desencadenado para ejercer toda su furia
recibí de la propia boca de Abraham Mazel, quien sobre nuestra miserable com arca. Y o veía a esos demo­
ante el ruego de algunos amigos contó todos los he­ nios encarnados correr tras los pequeños rebaños de ove­
chos que se ven aquí descritos. El hermano Elie Ma­ jas que el terror hacía dispersarse, com o si los soldados y
rión escribió esta copia de acuerdo con el borrador los migueletes hubiesen sido otros tantos lobos rapaces.
Escuché también los chillidos de los puercos que eran
original que yo mismo tomé a medida que Abraham
degollados para comerlos o para llevárselos más cómoda­
Mazel me contaba lo que allí hay contenido. Escri­
mente, y los ladridos de los perros que se llevaban y
to en Londres a 25 días del mes de agosto de 1708.” por medio de los cuales descubrían a menudo las ca­
La mención está seguida de la firma de Charles Por­ vernas, personas escondidas, muebles y otras cosas ente­
tales y de otras firmas, entre las cuales está la del rradas. M e enteré luego que además del despojo y el
propio Mazel, destinadas a atestiguar la realidad de la saqueo también habían violado y asesinado. Después de
manifestación. La referencia al procedimiento judi­ lo que acabo de decir, se pueden imaginar mi estado.
cial es evidente. Pero entretanto, Portales y Misson Terrores mortales se apoderaban de vez en cuando de mi
ofrecen un primer ejemplo de procedimiento riguroso corazón; pero aunque Dios me dejara sin inspiración
de un documento oral, preocupación que sólo apa­ para decidirme por lo que debía hacer, sin embargo sen­
tía una cierta ayuda de su gracia que me tranquilizaba
rece sistemáticamente dos siglos más tarde.
en mis alarmas, y me decía que no debía temer nada
Se podría hablar de memorias de guerra, al menos
sino que sería puesto a prueba.
para el segundo, si no fuera que, como en El teatro
sagrado, los dos profetas no persiguieran otro objeti­ La calidad del discurso no es exclusiva de los pro­
vo: cantar las bondades de Dios para con su pueblo fetas, lo sabremos varias decenas de años más tarde
mediante los brazos de sus modestos servidores. Allí con los testimonios recogidos por Antoine Court y
también un aliento asombroso recorre gran número sus amigos; pero el pastor autodidacto de Villeneuve-
de pasajes. Tomemos un solo ejemplo, la descrip- de-Berg no es solamente un buen recolector de archi­
9 Ch. Bost, Mémoires d’Abraham Mazel et Elie Marión,
vos orales. Utilizó esa documentación confrontándola
París, 1931, sucesivamente pp. 39 y 84. con las fuentes escritas para escribir una historia de

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la guerra de los Camisardos. E l verdadero precur­ que encuentren y comprometerlas a decir exactamen­
sor de la historia oral francesa (y quizá internacio­ te y con imparcialidad la verdad, recoger de sus bocas
nal) es él, mucho más que Voltaire o Michelet. Y en el mejor orden posible lo más notable que ellos ha­
sin embargo no es conocido como historiador, su pe­ yan visto o conocido.” Tres años más tarde contrata
queña notoriedad es por su acción para restaurar el a otro pastor, Paul Rabaut: “Sobre todo eso [la gue­
protestantismo en Francia en el siglo x v m .. . rra de los Camisardos] se podrían obtener memorias
Nacido en 1695, Antoine Court recorre muy joven, interrogando en cada lugar, tanto como lo permita la
como predicante, las Cevenas, el Vivarais y el Bajo prudencia, a las personas de cierta edad, preguntán­
Languedoc; en 1715 reúne en un sínodo a algunos doles quiénes son los que han estado con los Ca­
compañeros, con objeto de restablecer la disciplina misardos y qué ocurrió con ellos.” Él mismo, durante
reformada, peligrosamente comprometida por la gue­ un viaje realizado para cumplir funciones relaciona­
rra y el profetismo. Poco a poco logra reconstruir las das con su cargo, no olvida visitar los lugares donde
iglesias meridionales, hasta que en 1729 se refugia de­ se habían llevado a cabo combates y escucha “con­
finitivamente en Lausana y funda un seminario para tradictoriamente a todos aquellos que podían ofrecerle
los pastores del Desierto. Pero al mismo tiempo prepa­ alguna claridad”.11
ra una historia de los disturbios de las Cevenas, que le Era ésta una encuesta tanto más peligrosa cuanto
lleva más de veinte años escribir.10* Lo que ocurre es que, no hay que olvidarlo, el Edicto de Nantes seguía
que no se conforma con citar a tal o cual de sus pre­ en vigor y los pastores del Desierto eran todavía per­
decesores y completarlo. La documentación escrita seguidos por la autoridad.
ni siquiera le es suficiente. Recoge la mayor canti­ Court no se interesa sólo por los actores principa­
dad posible de testimonios de los sobrevivientes. La les sino por los habitantes corrientes. De esta mane­
correspondencia y los archivos del pastor historiador, ra, los archivos del historiador contienen la declara­
conservados en Ginebra, permiten medir la amplitud ción de un simple combatiente como Gaubert: éste,
de la encuesta. En primer lugar, hace declarar a sus incapaz de hacer un relato seguido, ofrece fragmentos
compañeros de la generación camisarda como Corteiz sueltos, aunque de pronto a veces sabe encontrar el
y el cabo de Cavalier, Bonbonnoux. Pero convierte a aliento para describir una situación que ya no olvida­
sus colegas del Desierto en encuestadores. Así en remos más — milagro de la historia oral. Esto ocurre
marzo de 1737 les pide a tres de ellos que recojan por ejemplo cuando muestra la coacción insostenible
los recuerdos: “ En todos los lugares por donde pa­ en Vebron:
sen, siempre que la prudencia lo permita, por supues­
to, es necesario reunirse con las personas de edad 11 Citas tomadas de la correspondencia de Court, Biblio­
théque publique et universitaire de Genéve, núm. 7, sucesiva­
mente t. IV, p. 228 y t. XIII, p. 99. La carta a Paul Rabaut
10 Véase Philippe Joutard, La Légende des Comisarás, Ga- está reproducida en el Biillelin de la société d'histoire du pro-
llimard, colee. Bibliothéque des Histoires, 1977, cap. v. testantisme {raneáis, t. X X X , pp. 418-419.

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En el año 1698, en Vebron, el destacamento estaba con hierbas y los llevaba en la mano com o si fuera en­
entonces casi todas las noches y días de campaña e salada. Siempre tuve la santa seguridad de que acom ­
iban de casa en casa revisando para ver si teníamos pañantes de carácter tan digno me procurarían siempre
armas o libros. Si los encontraban nos condenaban a mucho placer y jamás me expondría a ninguna desgra­
las galeras o pagar una multa. Buscaban también los cia; mi confianza no me ha engañado. Pasé y volví a
calderos para ver si habíamos cocido carne en los días pasar con mis libros, incluso fui detenido con algunos
magros y en cuaresm a hacían pagar la multa si los sin que el enemigo me los descubriera y nunca me vi
descubrían. Hacían venir a todo el mundo a misa, por expuesto a ningún disgusto. Siempre sentí una gran ter­
multa, por guarnición de soldados o a palos. Con­ nura por mis hermanos y sobre todo por los que el
taban a la gente (y los llamaban por sus nombres uno Señor se ha dignado llamar para predicar el Evangelio;
por uno) en la puerta com o si fueran ovejas, y el que si no siempre les he dado a estos últimos muestras del
faltaba era castigado. Se obligaba a los pequeños y a tierno cariño que tuve por ellos fue porque me faltaron
los grandes a confesarse, a comulgar y daban pape­ la ocasión y los medios que no la voluntad. Con los ne­
leos a los que habían cumplido con su deber. Había cesitados he compartido así com o ellos lo hicieron con­
multas por cantar salmos y aquel que no tenía pape- migo en la necesidad; no digo esto para glorificarme,
litos pagaba la multa o era obligado a hacerlo; algunos ¡no lo permita Dios!, sino que lo digo para mi propio
compraban los papelitos de otro o los robaban para consuelo y para provocar en mí el reconocimiento que
no comprarlos, otros escupían la hostia de la boca. le debo a Dios por haberme otorgado estas disposiciones
cristianas. Mi amor por los predicadores apareció sobre
La distinción entre memoria escrita y declaración todo cuando supe que estaban en manos del enemi­
transcrita parece difícil. El cabo de Cavalier, Bonbon- go. ¡Qué desgarramiento del corazón experimenté cada
vez que supe la funesta noticia! Deploré en ellos la des­
noux, que aprendió a leer a los 36 años y se fue al
dicha de la Iglesia y me sentí fuertemente emocionado
monte y resistió durante veintiséis años sin interrup­ por las crueldades a las que estuvieron expuestos.12
ción, ¿redactó él mismo su bella historia o Court la
escribió a partir de lo que Bonbonnoux decía? Entre Pero al lado de las declaraciones personalizadas está
los hombres alimentados por el Libro — la Biblia— el resultado de esos encuentros sugeridos por el histo­
toda palabra es escritura y la Escritura está hecha riador y que forman el comienzo de la tradición oral.
para ser dicha. Digamos la conclusión en alta voz, Los legajos de Ginebra no conservan su huella y po­
como seguramente la escuchó el primer historiador demos suponer que Court se quedó en la etapa de las
oral francés: intenciones si la encuesta oral actual no nos aportara
una hermosa confirmación. Por otra parte, obtuve esta
El valor que el Señor me inspiraba me hizo entrar confirmación cuando mi propia recolección estaba ter-
tantas veces con mis libros en los pueblos y las ciu­
dades; algunas ocasiones los sacaba de mi pequeña 12 Publiqué estos dos extractos de testimonios en Journaux
bolsa para ponerlos en mis bolsillos o en mi pecho; camisards, edición 10/18, 1966, reeditado en 1976, páginas
a veces los envolvía con el pañuelo, los cubría luego 180-181.

29 30
minada, cosa que prueba que en materia de tradición un sobreviviente o de su hijo? Siete generaciones más
oral no se puede pretender nunca sostener que una tarde el recuerdo no se había perdido: la estructura
encuesta esté concluida. esencial del relato se conservó aunque simplificada,
Entre las causas de la guerra, Court evoca la cruel­ sin duda porque el episodio continúa justificando la
dad de un inspector de misiones, el abate del. Chaila, rebelión y confirma a los descendientes de los Cami­
y recuerda a propósito de esto la anécdota siguiente: sardos en su “ hugonotismo”.
La correspondencia del pastor permite conocer tam­
La viuda Larguier, de soltera Coste, del lugar de l’Her- bién el método de Antoine Court, de una manera
met, parroquia de San Julián, era sospechosa de ha­ mucho más precisa que el de Michelet un siglo más
ber ofrecido refugio a un predicador en su casa; pero
tarde. Tomemos como ejemplo este pedido de infor­
se carecía de pruebas. ¿Qué hizo el abate? Recurrió a
los dos hijos de esta viuda de los cuales el mayor sólo mación dirigido a La Valette, uno de los compañeros
tenía siete años. Ya sea porque la cosa no fuese verdad de los primeros combatientes, Mazel y Marión. Se ob­
o porque ocurrió a espaldas de los niños, el abate no servará en primer lugar la habilidad del encuestador
pudo obtener nada. Su constancia en negar o en decir que sabe halagar a su interlocutor: “ Yo lo conocía a
lo contrario de lo que él deseaba, lo irritó; se enojó y se usted por su reputación, escuché hablar de usted en
entregó a actos que no tienen nombre: azota al más jo­ las Cevenas donde ejercí mi ministerio muchos años,
ven y lo deja cubierto en sangre, luego se apodera del pero los papeles que tengo entre manos me hacen co­
mayor y después de haberlo atormentado lo mutila y lo nocer más particularmente la parte que tuvo en el caso
convierte en una víctima que pronto terminó su vida en de las Cevenas, tanto antes como después de la rendi­
medio de los más vivos dolores.13
ción de Cavalier [. . .]. Varias personas se propusie­
Durante mucho tiempo no presté atención al epi­ ron escribir sobre las Cevenas [ . . . ] , pero ni unos ni
sodio pero un día, uno de mis mejores interlocuto­ otros, cuyos libros poseo, me parecen haber sido fie­
res, Marcel Chaptal de Mijavols, un aldeano de Bou- les. Sería importante que un hombre lleno de probi­
gés, vecino de l’Hermet, me contó más o menos la dad como usted quiera tomarse el trabajo de esta­
misma historia salvo pequeñas diferencias: el nombre blecer al respecto relaciones exactas y fieles, tantas
había sobrevivido, pero la viuda sólo tenía un hijo. como la memoria de los hechos se lo permitiera.” El
No es posible que el libro haya engendrado la histo­ historiador prosigue con un cuestionario que es un
ria. Su difusión estuvo reservada a los notables, lejos verdadero encasillado de encuesta con la preocupación
de ese “fin del mundo” que era la aldea. Ninguna fa­ de comprender el punto de vista de los combatientes,
milia local poseía ejemplares. ¿Cómo no ver en esta que en su fuero interno no aprueba sin embargo:
anécdota uno de los hechos recogidos de la boca de
i) habría que insistir sobre el objetivo que se propo­
18 A. Court, Histoire des troubles des Cévennes, Villefran-
che, 1760, reeditado por Laffitte Reprints, Marsella, 1976, nían en el momento de la muerte del abate del Chaila
t. I, p. 36. [ ...]; i¡) informar sobre los nombres de las personas

31 32
que estaban en esta expedición [ . . . ] ; iii) las razo­ grande como para conseguir para los reformados la
nes que se invocaron para m atar a los curas de Frut- libertad de conciencia; no he desistido de esta idea.”18
géres [ . . . ] ; iv ) las razones para quemar a Fraissinet Entonces la encuesta oral le permite a Antoine
de Fourques; v) todos los ejemplos, tantos com o su Court destruir muchas leyendas propaladas por los li­
memoria recuerde, de las crueldades y malos tratos que bros, como la de la presencia de Cavalier en el ase­
ejercieron las tropas del Rey [ . . .], este artículo es
sinato del abate del Chaila o la ausencia de matanzas
importante sobre todo porque los historiadores católicos
cuando los Camisardos tomaron Sauve, como lo indica
tuvieron gran cuidado de relatar todo el mal que ha­
bían hecho los Camisardos, pero no dijeron nunca nada
claramente este ejemplo: “ El autor anónimo preten­
sobre el que las tropas, los cadetes de la Cruz, habían de que esos asesinatos no son reales [ . . . ] . Sin em­
hecho por su lado; es primordial para el descargo de los bargo, se trata de hechos atestiguados por todos los
Camisardos saberlo e informarlo.14 historiadores y por todos los habitantes de Sauve.
Yo mismo estuve en el lugar en que fueron ejecuta­
Varias de estas preguntas tienen como objetivo ve­ dos; algunos habitantes de Sauve bien informados me
rificar otras afirmaciones; así la segunda está destina­ llevaron allí y depositaron en mis manos aquello de lo
da a comprobar la aserción de Cavalier que declara en que fueron testigos.”16
sus memorias que él estuvo en el asesinato del abate De este modo, en algunos años, un primer fondo de
del Chaila. Court no quiere solamente multiplicar los archivos orales se constituyó con un historiador capaz
testimonios sino entrecruzarlos y confrontarlos con de crearlos y explotarlos. Doble acierto que plantea
una preocupación muy moderna de crítica histórica. algunas preguntas. En primer lugar ¿cuál es el pa­
De este modo sabe al recuperar una correspondencia pel del intermediario, del transcriptor, en la obje­
que su amigo Corteiz, que conocía su repugnancia por tividad de los textos obtenidos? ¿Hasta qué punto
la rebelión, le ha ocultado su participación en los últi­ Antoine Court, Maximilien Misson o los otros no
mos conflictos camisardos. Anota al margen de las “arreglaron” las declaraciones de sus testigos? Y si
memorias del amigo: “ Cartas originales firmadas, Cor­ modificaron su estilo, ¿no transformaron al mismo
teiz y P. Durant desmienten todo esto y prueban que tiempo el espíritu y el contenido? Por lo que se re­
formaban parte del complot.” Entonces escribe a su fiere a los profetas se puede dar una respuesta. To­
amigo que al principio le envía una respuesta dilato­ dos los que recogieron sus frases no los consideraban
ria: “Sé muy bien que en esa época le escribí al señor sólo como humanos sino verdaderamente inspirados
La Valette, pero ya no recuerdo lo que le escribí.” por el Espíritu Santo; eran, en el sentido propio del
Aunque termina por confesar; “En verdad, me hubie­ término, palabras de Evangelio, por lo tanto era nece­
ra gustado mucho que ese general Marlborough pa­ sario recogerlas de manera literal, hasta en los bal-
sara por Languedoc con un ejército suficientemente !5 véase Charles Bost, La Premiére Vie de Plerre Corteiz,
pastear du Désert, París, p. 52.
14 Manuscritos Court, núm. 7, t. V, pp. 115-116. 18 Ibid., t. I, p. 152, nota a.

33 34
buceos que aparecen sobre todo cuando hay repeti­ ocurrió que descubrieron la misma calidad de lengua
ción. Si los intermediarios hubiesen querido “mejorar” entre nuestros habi entes contemporáneos. Para am­
los textos, ¿no deberíamos encontrar una uniformidad pliar nuestra opinión, diremos que la Biblia explica la
mayor y no habrían suprimido lo que a juicio de los habilidad con el francés, pero no la elocuencia. Todos
hombres de la época constituía una “jerigonza”? Los los que han estado en contacto prolongado con la
gustos estilísticos, como otros gustos, han cambiado cultura oral pueden, sin ilusiones románticas, dar tes­
y lo que admiramos como espontaneidad, aliento o timonio de las riquezas individuales que esconde, al
imágenes parecía algo grosero y rústico a gentes ali­ igual que la cultura escrita. Asombrarse de que un
mentadas por la retórica clásica. Pensemos en el des­ campesino, un artesano o un pequeño pasante de no­
precio de Voltaire por los cantores de salmos: “ A tario pueda ser elocuente no es acaso más que el fruto
medida que el buen gusto se perfeccionaba, los salmos de un simple prejuicio sobre la cultura oral, ese mis­
de Marot y de Beza sólo podían inspirar poco a poco mo prejuicio que un siglo más tarde hizo que se
hastío. Esos salmos que habían encantado a la corte considerara a Hersart de la Villemarqué un falsifica­
de Francisco II, ya sólo parecían hechos para el po­ dor, ¡porque sus campesinos hablaban “como prínci­
pulacho bajo Luis X IV .”'7 pes” ! Lo que confirma la autenticidad de los textos
Este último argumento es válido para la recolec­ transcritos de todas las colecciones orales actuales cu­
ción de Antoine Court. ¡Qué diferencias hay entre yos resultados pueden ser fácilmente verificados.
Gaubert y Bonbonnoux! No hay necesidad de recu­ El caso de Antoine Court es más difícil de expli­
rrir a la hipótesis de un adaptador hábil para los car. Hay que partir del objetivo que se propone el
testimonios bellos. Esos hombres y mujeres de len­ pastor tal como lo define en su prefacio: “Hasta aquí
gua occitana aprendieron el francés escuchando la los acontecimientos de los que da cuenta Leí autor]
Biblia, cantando salmos, tanto más queridos cuanto estaban desfigurados por el prejuicio, el error, la fic­
más prohibidos. Por medio de sus frases, de su vo­ ción y la pasión: cada historiador de la guerra de los
cabulario, se encuentra, incluso en los que no se con­ Camisardos al adherirse a un partido lo justificaba
sideraban inspirados como Bonbonnoux, el estilo bí­ en todo, encontraba en sus acciones más censurables
blico, un estilo que no es vulgarmente copiado y materia para elogios magníficos y sólo veía críme­
repetido sino vivificado, reinterpretado por una cul­ nes en la conducta del partido contrario: el patriota
tura oral muy vigorosa, cultura que engendra cuen­ francés creyó que era un deber devolver a la historia
tistas. Las personas que como yo tuvieron el privilegio su verdadera forma.”18
de realizar encuestas en las Cevenas no se sorprenden Como buen discípulo de Pierre Bayle, Court que­
al leer esos testimonios del siglo xvm; a menudo les ría pues hacer una historia crítica. Pero tropieza con
18 A. Court, op. cit., p. V. El Patriota francés e imparcial
,T Le Si(‘cle de Louis X IV, op. cit., p. 1049 [versión en es­ es el seudónimo que había adoptado Court para una obra pre­
pañol del FCE], cedente.

35 36
la dificultad de todos los historiadores que se ocu­ preciable; pero en varios puntos era insuficiente, de
pan de una minoría perseguida: la desigualdad de la allí viene la idea de interrogar a los sobrevivientes.
documentación; si bien los textos y más tarde las his­ Esto no era algo original por parte de un protestan­
torias escritas desde el punto de vista real y de los te francés. A partir de la Revocación, con objeto de
católicos eran numerosos, en cambio las fuentes in­ equilibrar el peso enorme de lo escrito de origen cató­
formativas del lado camisardo eran restringidas, apar­ lico y real, así como también para edificar a los fieles,
te de los panfletos del Refugio o de artículos de las los reformados se apresuraban a pedir a los que ha­
gacetas holandesas poco confiables. En particular ha­ bían atravesado la frontera un relato de sus tribula­
bía mucho que hacer contra un autor. Brueys, cuya ciones. Lo que es sorprendente es la amplitud de la
historia había obtenido un gran éxito.,!’ No es que el encuesta, su carácter sistemático, la precisión de las
restaurador del protestantismo fuera partidario de los preguntas y el cuidado por la confrontación. Paradó­
profetas o de los Camisardos; como pastor protestante jicamente aquí el modesto historiador se beneficia con
luchó contra las últimas formas de profetismo y de­ su posición marginal en relación con la “gran cultu­
bió sufrir demasiadas veces la acusación de querer ra”. Si hubiera recibido la formación normal de los
renovar las violencias camisardas como para ser él intelectuales de su tiempo, para quienes la historia era
mismo indulgente respecto a los habitantes de las Ce- discurso literario y que despreciaban las novedades de
venas de la generación anterior. Pero no podía dejar la crítica erudita del siglo xvn, se habría conten­
sin respuesta la tesis general de la obra de Brueys, es tado con algunos testimonios orales generales, como
decir, la complicidad de los protestantes franceses con lo hace por otra parte Voltaire; no habría aplicado
los Camisardos y su liga estrecha con los enemigos del a los documentos orales los métodos que había reci­
rey de Francia. Para sostener esta tesis Brueys había bido de la lectura de su maestro Pierre Bayle así como
forjado incluso un verdadero mito, el de una fábri­ de otros eruditos. Más tarde volveremos a encontrar
ca de profetas relacionados con Ginebra, que hacía de esa función de los intelectuales marginales en el desa­
la revuelta una simple manipulación del extranjero. La rrollo de la historia oral.
única historia protestante favorable a los Camisardos
no era mejor y proponía su buena parte de leyendas. En resumen, gracias a la conjunción de diversas in­
Court buscó con encarnizamiento una documen­ fluencias, una minoría de origen popular obtiene un
tación escrita y su cosecha estuvo lejos de ser des- portavoz que le permite hacerse escuchar hasta nues­
tros días con una voz que sin ser igual a la del poder
,!l Histoire du fanatisme de notre temps et le desseln qu’on es sin embargo bastante fuerte. Es un caso raro. Nin­
avait de soulever en Frailee les mécontents des Calvinistes, guna revuelta popular contemporánea se beneficia con
Montpellier, 1709, con un complemento agregado en 1713, y un privilegio semejante y el historiador debe recurrir
dos reediciones en 1737 y 1755. Sobre la historiografía general
a los testimonios indirectos de las fuentes judiciales.
y esa desigualdad de las fuentes, véase Ph. Joutard, La Lé-
pende des Camisards, op. cit., caps, l y !l. Curiosamente, la propia Revolución francesa no pro-

37 38
duce una encuesta oral profunda con excepción de un guerras escocesas, en particular la de los puritanos,
solo episodio pero que, al igual que la guerra de los pero era en el siglo xix. Clarendon utiliza sus recuer­
Camisardos, se sitúa a contracorriente; estoy refirién­ dos para la Historia d e la rebelión y d e las guerras
dome a las guerras de Vandea que examinaremos en civiles en Inglaterra en 1704, pero no lo hace de ma­
el capítulo siguiente. , nera metódica. Sin embargo en la misma época, un
cierto Richard Gough escribía una especie de mono­
Es igualmente difícil encontrar en el extranjero fenó­ grafía local, L a naturaleza hum ana en Myddle, publi­
menos comparables. Escocia habría podido proporcio­ cada en 1838: “Se trata de un informe ‘banco por
narnos uno. En efecto, Paul Thompson acaba de ha­ banco’ sobre los hermanos de la parroquia, que tra­
cernos saber20 que en 1773, cuando Samuel Johnson za de manera a veces escandalosa su genealogía, cons­
se encontró con algunos intelectuales de las Luces se truye sus personalidades y describe sus negocios en
puso a hablar de la última rebelión de los escoceses este bajo mundo”,21 trabajo que se basó esencialmen­
en 1745 contra la dominación inglesa. En un determi­ te en la encuesta oral. Pero aquí tampoco hay decla­
nado momento dijo: “Un hombre que discutiera con raciones en sentido estricto. Algunos relatos de con­
las personas de los dos campos que fueron actores y versiones de los primeros metodistas se aproximan a
que tomara nota de todo lo escuchado puede reunir los testimonios de los profetas camisardos, pero la
la documentación de un buen relato. Consideren que perspectiva es más individual y no se relaciona con
toda historia es antes que nada oral. Supongo que hace acontecimientos precisos.
cincuenta años Voltaire reunió la documentación so­ De hecho, si se quiere encontrar en Inglaterra una
bre Luis X IV como yo lo propongo.” Entonces su recolección sistemática de documentos orales, no de­
amigo Boswel interviene: “Éste es el mejor momen­ bemos dirigirnos a la historia sino a las primeras for­
to de hacer la recolección que sugería el doctor John­ mas de curiosidad lingüística y folclórica, que como
son. Pues mucha gente que estaba con las armas en sabemos son mucho más precoces que en Francia.
la mano en aquel tiempo ahora ha desaparecido:
whigs y jacobitas hablan hoy de una manera mode­
rada.” Se observará que la proposición de Johnson es Los PRIMITIVOS DE LA ETNOGRAFÍA
respecto a una guerra civil que no deja de recordar
a la de los Camisardos. Al parecer la sugestión no fue Felizmente Raphael Samuel atrajo la atención so­
seguida de efectos. Sólo hace de Johnson el inventor bre la precocidad de los glosarios de dialectos regio­
de la expresión historia oral. Más tarde, Walter Scott nales británicos, fuentes orales indirectas muy des­
buscó recoger los recuerdos de los veteranos de las cuidadas hasta el presente por los historiadores. “En
2' Raphael Samuel, “L ’Histoire órale en Grande-Bretagne”,
20 Véase Oral History, vol. IX , núm. 1, primavera de 1981, Bulletin du centre de recherche sur la civilisation ¡ndustrielle,
pp. 3-4. del Ecomuseo de Creusot, octubre-noviembre, 1977.

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los libros de palabras se encuentra la sustancia misma su propia cosecha era insuficiente y pidió a sus ami­
de la vida doméstica, la rutina cotidiana y el ciclo gos y conocidos “que viven en varias regiones que le
semanal, la economía y las penurias de los pobres, comunicaran las palabras oídas en su propia región
la alternativa de abundancia y escasez. Escuchamos o las que habían recogido de la boca del pueblo” .22
a la madre que regaña a su hijo, a los hombres que Su trabajo es verdaderamente resultado de una en­
protestan a causa del clima [ . . . ] , podemos amueblar cuesta colectiva que prefigura las grandes empresas
mentalmente la choza, identificar los ingredientes de lingüísticas del siglo xx con dos siglos de anticipa­
la papilla para engorda de los cerdos, nombrar los ción: observamos que Ray estudia una lengua in situ
combustibles de la chimenea. Las actitudes frente a haciendo hablar a la gente y buscando detrás de las
la desgracia son traducidas a la rica textura de la len­ palabras las cosas como lo recomiendan hoy los pro­
gua hablada y de cuando en cuando tenemos también motores de los nuevos atlas lingüísticos.
una visión de los comportamientos de clase: la reve­ Algunos años más tarde, en 1681, un glosario sobre
rencia para el gentilhombre que era bueno con los po­ los términos mineros de Debryshire se incluye en una
bres y el odio hacia los que eran injustos.” obra sobre la mina. Es el primero de una larga serie: .
El primero de los que conozco es la obra del céle­ se pueden señalar diccionarios también de mineros de
bre naturalista inglés John Ray, fundador de la orni­ esa cuenca en 1747, 1802, 1824 y 1865. La compara­
tología que ya había publicado una colección de pro­ ción entre ellos es muy útil para los interesados en la
verbios en 1670. Había sido compuesto a fines de los cultura obrera. En otros lugares, los libros de pala­
años 1660 y apareció en 1674 bajo el título, Una co ­ bras locales son más tardíos y la primera generación
lección de palabras inglesas poco usadas; consta de dos es del siglo xvm, aunque es ya muy rica — más de
catálogos alfabéticos de las palabras, uno para las re­ veinte títulos— ; algunos de ellos se incluyen en co­
giones del norte de Inglaterra, el otro para el sur, pero lecciones de baladas populares como la de Cumber-
contiene también enumeraciones de pájaros y peces land, en 1747, y representan una expresión más de
así como descripciones técnicas industriales, en par­ esa curiosidad precoz de los ingleses por las culturas
ticular mineras (documentos preciosos para la arqueo­ populares orales: ¿acaso el periodista Addison no ha­
logía industrial) y notas sobre la agricultura. El autor bía descubierto desde el comienzo del siglo la calidad
tomó conciencia de la variedad de dialectos en el de las baladas populares? Luego viene el poeta Collins
curso de sus expediciones de naturalista; se dio cuen­ que escribe una oda a las supersticiones de las Tie­
ta de que “en muchos condados, y particularmente rras Altas de Escocia y Thomas Gray que se inspira
en el norte de Inglaterra, la lengua del pueblo era di­ en la literatura oral galesa en El Bardo en 1757. El
fícil de comprender para alguien de afuera” . Comenzó
a formar para uso propio un cuadernillo con voca­ 22 J. Ray, A Colkction of English Words not generally
u sed .. . , reeditada gracias a los cuidados de la English Dialect
bulario, anotando las palabras más empleadas en la Society, 1874, B. 15-17. El prefacio que utilizamos está en
conversación corriente; al poco tiempo consideró que las páginas vi-vit.

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terreno se preparaba para el éxito de la superchería moldavo despojado de su trono que se refugia en Hun­
montada por Mac Pherson alrededor del nuevo Ho­ gría. Ion Neculce (1672-1745), “antiguo gran adminis­
mero nórdico, Ossian, que tanto iba a contribuir más trador de la Moldavia del sur”, pone al comienzo de
tarde al descrédito de la tradición oral. Con mayor sus anales cuarenta y dos leyendas históricas “que son
seriedad, la publicación de las R eliquias de la p o e­ trasmitidas de hombre a hombre por los ancianos y
sía inglesa antigua en 1765 es más importante para la por los viejos”.
historia de la investigación sobre la literatura oral. La Descriptio M oldaviae (1716) de Dimitri Cante-
Trece años más tarde, el libro de Herder, Volkslie- mir es tal vez la primera presentación tecnográfica
der, cumple la misma función en el mundo germá­ rumana y hasta europea. El autor, que durante corto
nico. Pero lo que los ingleses hacen empíricamente tiempo fue príncipe de Moldavia, debió refugiarse en
es teorizado por los alemanes, en particular por Her­ la corte de Pedro el Grande hasta su muerte, luego
der. A partir del momento en que se considera que de la derrota contra los turcos. La obra está concebi­
todo genio es nacional y que las tradiciones populares da como un instrumento de conocimiento científico
son la fuente de la cultura de una nación y de su fe­ necesario a la política exterior del zar. Describe cui­
cundidad artística, tesis que por otra parte fue desa­ dadosamente las danzas más características y en par­
rrollada en 1767 en Sobre la literatura alem ana, la ticular las de tipo mágico como el “calusari” , admiti­
encuesta oral recibió sus cartas de nobleza: por lo tan­ do una sola vez por año en los diez días que van de la
to no es sorprendente que Alemania, con Grimm y Ascención hasta Pentecostés y en la que algunos hom­
Brentano, desarrolle con ardor la encuesta sistemáti­ bres disfrazados con ropa de mujer danzan con una
ca; volveremos sobre este tema. espada en la mano y dialogan con el público. Cante-
mir se interesa también en las costumbres de los ca­
Empero si se quiere localizar más temprano todavía samientos y funerales, distinguiendo bien los matices
a los “precursores” de la encuesta etnográfica, de­ según la categoría social. Finalmente hace un censo
bemos ir hacia los márgenes del mundo desarrollado de las fiestas del ciclo anual de las prácticas mágicas
de entonces, a las regiones rumanas, donde encontra­ y de los seres fantásticos de Moldavia. El príncipe
mos algunos. Desde el siglo xvn, un monje llamado erudito se preocupa por la comparación, con la an­
loan Caioni (1629-1687) recoge, junto con himnos y tigüedad por supuesto: busca las huellas de los anti­
melodías religiosas, algunas danzas contemporáneas, guos cultos romanos o dacios en las fiestas todavía
de las cuales algunas están presentes actualmente en vivientes como la Dragónica, fiesta de la cosecha, cer­
Transilvania. Los primeros grandes cronistas rumanos cana al culto de Ceres. Más que este tipo de reflexión
manifiestan también un vivo interés por la cultura nos interesa la primera descripción de una costumbre
popular y no desprecian la tradición oral. Gregori todavía viviente, pero cuyo ritual evolucionó, lo que
Ureche (1590-1647) utiliza esta fuente para descri­ permite trazar su historia. Pero no se olvida de las
bir la gran sequía en 1585, o la huida de un príncipe otras regiones europeas: compara los “ tricolici”, hom-

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brcs transformados mágicamente en lobos, con los triotismo regional lo vuelve muy indulgente, en efecto,
hombres-lobos franceses.-1 frente a las prácticas de sus conciudadanos y a casi
todas las justifica negándose a atribuirles el califica­
Francia no puede exhibir precursores de esta dimen­ tivo de supersticiones. Por ello declara en la epístola
sión. Ciertamente, la voluntad de luchar contra las de dedicatoria: “Nada contribuye más a la subsisten­
supersticiones conduce a Jean Baptiste Thiers, en el cia de los Estados más poderosos y a la felicidad de
siglo x v ii , a ofrecer “fragmentos de informaciones las ciudades que la observación de sus costumbres.”
etnográficas positivas” que Frantjois Lebrun recogió, En su opinión, Marsella opacó su brillo “por el poco
en particular para las costumbres de bodas. Pero ese caso que hizo de las costumbres, desde hace más o
no es el objetivo principal del eclesiástico; quiere “dar menos cincuenta años” . Su descripción de las fiestas
una forma ejemplar y pedagógica, a través del tiem­ religiosas ofrece una idea bastante clara del estado de
po y de un espacio indiferenciado, a las diferentes las tradiciones marsellesas. Como lo observa Michel
modalidades, abstractamente señaladas, de la conducta Vovelle: “ Nos hace ganarle un siglo a la intempora­
supersticiosa”. De allí procede el carácter demasiado lidad irritante en la que se encierra demasiado a me­
impreciso, demasiado amplio, e insuficientemente fe­ nudo la visión de la civilización tradicional.”1’5
chado del material recogido.-1 El sacerdote marsellés De acuerdo con mis informaciones, desgraciada­
Frangois Marchetti merecería figurar con más razones mente Marchetti no tuvo casi émulos en esa época, y
en la galería de los antepasados de la etnografía con los hombres de la “cultura erudita” sólo veían en las
su Usos y costum bres de los m arselleses. Este cura re­ tradiciones populares una expresión de paganismo o
formador no tiene la desconfianza de sus colegas con de inmoralismo en el siglo xvii, y de oscurantismo en
respecto a las expresiones de la piedad popular. Su pa- el Siglo de las Luces. Incluso Charles Perrault, que
de manera directa o por intermedio de su joven hijo
2* Para este desarrollo utilicé el trabajo de Chamal Signo- d’Armancour, utiliza largamente la fuente oral para
ret, Prem ien regareis sur les miUeux populaires rounmins de
i’aube des temps modernes au debut du X IX e siécle, Memo­
la elaboración de sus célebres cuentos, no tiene mu­
ria de maestría dactilografiada, Aix, 1980. La cita de Neculce cha simpatía por sus inspiradores. No vacila en tomar
está reproducida en la página 98.
- 4 Se trata del Traite des superstitions, cuya primera edi­ 25 “Du regard inquisiteur au regard ethnographlque, le
ción es de 1679. F. Lebrun estudió el contenido etnográfico prétre Marchetti, les confréres du Saint-Sacrement et les bonnes
recuperable en el Traite des superstitions de J. B. Thiers en femmes marseillaises”. La Découverte de la France au X V IIe
el artículo “Contribution á i'ethnographie de la France du siécle, op. cit., p. 285; véase también sobre este tema y la
XVII1' siécle” , Anuales de Bretagne, 1976, 3. Empero, R. Char- comparación con Thiers la discusión que siguió, reproducida
tier y J. Revel han advertido a los investigadores sobre los en pp. 286-290. Una estudiante de Aix-en-Provence, Brigitte
peligros de una utilización demasiado literal del texto en “Le Rolland, demostró muy bien, en su memoria de maestría (1979)
Paysan, l’ours et saint Augustin”, La Décottverte de la Fran­ . sobre la vida de Marchetti, que el patriotismo del sacerdote le
ce au X VIIe siécle, cnrs , 1979, artículo del que tomé las permite superar los prejuicios del reformador. La obra de Mar­
dos citas, pp. 263 y 360. chetti ha sido reeditada por Laffittc Reprints en 1980.

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libertades con el cuento original, tanto en lo que se más antiguos (y también los más modestos) aparecen
refiere a la historia como a ciertos motivos precisos. en el siglo xvii bajo la forma de glosarios que acom­
Una vez más, no es posible utilizar directamente los pañan a menudo a una gran obra en lengua regional,
Cuentos de M am á Oca como un testimonio sobre la como en Toulouse, en 1637, con el R om elet moundi
literatura oral de la época.-0 d e tres flouretos de Pierre Goudelin o en Poitiers, en
En cuanto a los numerosos viajeros de fines del si­ 1662, con L a Mizaille á Tauni toute birolée d e nouveá
glo x v iii , descubrimos algunos detalles en sus relatos, et freschem on t em m olée, una comedia poitevina de
pero a menudo son imprecisos y no localizan mejor Jean Drouhet.2* Los libros se hacen más numerosos
sus datos que Thiers. Encontramos más materia en en el siglo xvm y, sobre todo, más importantes: el
los “primitivos de la estadística” , es decir en esas vocabulario engloba realidades cada vez más variadas
obras que poco antes de la Revolución anuncian el y la enumeración de proverbios se alarga; las alusio­
gran movimiento lanzado después por la administra­ nes históricas tampoco están ausentes y a veces la
ción napoleónica. Para un terreno que me es familiar, reedición — treinta o cuarenta años después— permi­
citaré L e D ictionnaire de la Provence et du Comtat te seguir una cierta evolución de la lengua que es un
Venaissin de Frangois Achard (1785) o la Histoire testimonio indirecto de la historia de una comunidad.
géographique, naturelle, ecclésiastique et civile du dio- Tomemos como ejemplo el diccionario languedo-
cese d ’Embrun del cura Albert. A partir de libros ciano-francés de Alésien Boissier des Sauvages. Tiene
como éstos Michel Vovelle o Maurice Agulhon pudie­ el interés, bastante raro en Francia, de contar con
ron tratar la fiesta y las confraternidades en Provenza tres ediciones de tres épocas diferentes. La primera,
desde una perspectiva histórica.-7 en 1756, fue realizada a partir de una encuesta en dos
Sin embargo, me pregunto si aparte de algunas ex­ ciudades, una del Bajo Languedoc, la otra de las Ce-
cepciones de las cuales acabo de citar tres ejemplos, venas. Muy avanzado para su tiempo, llama a los letra­
los testimonios más significativos sobre las culturas dos “ a realizar, cada uno en el cantón en que viven,
orales tradicionales no estarán en realidad en los pri­ colecciones en la línea que les presentamos y hacer
meros diccionarios de las lenguas regionales como en que sus compatriotas lleguen a aprovechar el trabajo.
Inglaterra, infortunadamente con menos méritos. Los Con materiales semejantes, y con la ayuda de nume­
rosas referencias cruzadas para los diferentes sinóni­
28 La obra de referencia en la que encontramos la demos­ mos, se podría tener un día una obra completa en ese
tración brillante de esto es evidentemente el libro de Marc género.. El autor no pretendía decir todo, pero,
Soriano, Les contes de Perrault, cultures savantes et traditions
populaires, París, Gallimard, 1968, reeditado en 1977. como lo indica el título, presentaba las palabras más
27 M. Vovelle, Les Métamorphoses de la féte en Provence
de 1750 á 1830, París, Flammarion, 1976, y M. Agulhon, Pé- -s Véase W. von Wartburg, Bibliograpliie des dictionnaires
nitents et franc-magons, París, Fayard, 1969. Sobre esos pre­ patois gallo-romans ( 1550-1967), Ginebra, Droz, 1969.
cursores de la etnografía provenzal véase M. Vovelle, De la a.i Sobre Boissier des Sauvages, véase D. Travier, Le Mouve-
cave au grenier, Quebec, Canadá, 1980, pp. 407-436. nient littéraire cévenol en langue d’oc, Causses et Cévennes,

47 48
difíciles de traducir al francés, es decir las que expre­ de las veces su propia ignorancia” —no olvidemos
saban realidades bien específicas de las regiones. Te­ que el autor se había interesado mucho por la cría
nía también el deseo de salvar del olvido a los tér­ del gusano de seda sobre el que publicó un tratado.
minos del languedociano antiguo. Pero no dejaba de La confrontación de las diversas ediciones permite a
agregar notas históricas y la explicación que daba veces descubrir algunas evoluciones, como por ejem­
de muchos términos introducía una verdadera presen­ plo la progresiva familiarización con la papa: en la
tación de la cultura de las Cevenas y del Languedoc. primera edición, en la palabra patatos (topinambos
En 1785 publicó una segunda edición mucho más com­ o papas), tenemos sólo la descripción de lo que cono­
pleta con un anexo de una colección de proverbios. cemos como topinambo (girasol con flor amarilla).
Los términos procedían de siete u ocho ciudades del En la edición siguiente se precisa bien: tubérculos de
Alto y Bajo Languedoc y de las Cevenas. Finalmente, las dos plantas que confundimos bajo el mismo nom­
la tercera edición fue publicada después de la muerte bre, y el topinambo y la papa son luego descritos con
de Boissier de Sauvages, por su sobrino, d’Hombre- una aclaración: “Esta última es mejor para la comi­
Firmas, en 1820-1821. da.” Lo mismo ocurre con el magnaghié o magnassier
mentación sobre las técnicas y las costumbres de las (el obrero encargado de la cría del gusano de seda);
Ese diccionario constituye “ una verdadera docu- en la primera edición, Boissier prefiere este término
Cevenas del siglo xvm y de los siglos precedentes”. Su al de “cebador, empleado por algunos autores” , por­
comparación permite distinguir a la vez permanen­ que es admitido en Alais, “el centro del comercio de
cia y evolución. Si observamos los seres fantásticos la seda y el lugar del reino donde se crían más gusa­
encontramos muchos actualmente con características nos de seda, y uno de los que mejor entiende esta
idénticas, como el gripet o el drac, “ especie de duen­ educación” . En la segunda edición piensa que el tér­
de que se divierte sin causar mal, la rou m eco” , el mino ya entró en el uso y no siente la necesidad de
ogro, el coco, mucho más temible; otros han desapa­ justificar su cambio.
recido como el babaou o el jantasti. Por otra parte Se esboza así una verdadera jerarquía mediante
hay numerosas referencias a las creencias populares ciertos términos del vocabulario; por ejemplo el mai-
como el m alabouvisto [el mal de ojo], con un ejemplo n ajhé (casero) (segunda edición) es “el título que
del que todavía encontré huellas, “ mal de ojo en el tienen en su contrato de matrimonio los que por el
que los criadores de gusanos de seda creen y al que ejercicio de un oficio o del trabajo diario han ganado
atribuyen los fracasos cuya verdadera causa es las más suficientes bienes como para prescindir de esas profe­
siones; que sólo trabajan con sus bienes o se con­
1981, 2, pp. 305-312, cita p. 306. M. l’abbé de S., Dictionnaire sagran a alguna industria que los eleva un grado y
Langiiedocien-Frangois ou choix des mots languedociens les los coloca en el rango de los acomodados: sólo hay un
plus difficiles á rendre en Frangois, Nimes, 1756, p. xm. Una
paso entre el m ainajhé y el mié-moussu, sin embargo
reimpresión de esta edición publicada en Ales fue realizada por
Slatkine en 1971. el primero no se atreve a portar peluca como el se­

49 50
gundo”. En la palabra mié-moussu, leemos: mitad
villano, mitad burgués.
Vemos también aparecer matices regionales a tra­
vés de las costumbres alimentarias que definen es­ II. EN LA ÉPOCA DE LA
tadios del desarrollo económico y social: por ejemplo
“HISTORIA CIENCIA”
el término frescün (olor o gusto de la carne de car­
nicería) es acompañado de la expresión N ’aim o pa
lou frescün, no le gusta la carne fresca, con el si­
E st a b lec e r un rompimiento entre el siglo xix y las
guiente comentario: “ se dice por oposición al puerco
épocas anteriores no es rendir tributo a una crono­
salado. Los habitantes de las montañas de las Ceve­
logía tradicional que no tendría relación con nuestro
nas, acostumbrados a la vida frugal, tienen en su ma­
tema. En efecto, a comienzos de ese siglo la historia
yoría una aversión insuperable por el frescün al lado
se constituye como ciencia con la adopción de los
del cual el tocino rancio es para ellos un manjar de­
principios de la erudición benedictina por parte de
licioso” . Asimismo, nos enteramos que bajhana, pota­
los historiadores alemanes Niebuhr y Ranke.' Pero
je de castañas, manjar muy común en las Cevenas
como ya se ha dicho, ésta ejerció primero su espíritu
y de gran valor para el campesino, a menudo rem­
plazaba a todas las otras comidas, incluso “ al pan y crítico contra la tradición oral.
al vino” como dice la primera edición.
Algunas expresiones muestran que ciertas prácticas
reconocidas en el siglo xix tienen una tradición más ¿Lo ESCRITO ES LA ÚNICA FUENTE DEL HISTORIADOR?
antigua: en la palabra dilus, lunes, se agrega la ex­
presión faire lou dilus, hacer la jomada en blanco En su Historia rom ana (1810-1812) Niebuhr es el pri­
(holgar), o sea el “san lunes” de los obreros del si­ mero en retomar el escepticismo de Beaufort sobre
glo xix que dejó huellas en la región hasta nuestros las leyendas trasmitidas por Tito Livio: “espejismo,
días, puesto que el gran mercado de Alés tenía lugar producido por un objeto invisible, según una ley de
el lunes y hasta una fecha muy reciente varias empre­ refracción desconocida”.2 Sin embargo, como buen
sas preferían cerrar los lunes en lugar de los sábados. romántico alemán, discípulo de Herder y de Schlegel,
Los historiadores y los etnólogos quizá no han uti­ Niebuhr conservaba todavía cierta ternura por esas
lizado bastante este tipo de fuentes que permite, más tradiciones que relacionaba con cantos populares de­
que cualquier otra, triunfar por sobre el “ silencio” , saparecidos. A fines del siglo, no ocurre lo mismo con
un silencio que a pesar de algunos precursores sólo se
1 Véase Ed. Fureter, Wstaire d’historiographie moderne,
rompe después de la Revolución francesa. traducción francesa de II. Jeanmaire, 1914, pp. 574-605.
2 Citado por Ch. V. Langlois y Ch. Seignobos, / niroduction
aux eludes historiques, París, 1898, p. 155.

51 52
los representantes franceses de la nueva disciplina, A decir verdad, nuestros autores no excluían el re­
Langlois y Seignobos, quienes en su Introducción a curso al testimonio oral directo: “ ¿Se trataba de rela­
los estudios históricos condenan radicalmente la tra­ tar acontecimientos relativamente recientes? Teníamos
dición oral: el recurso de entrevistar a los testigos sobrevivientes.
Tucídides, Froissart y muchos otros, desde la antigüe­
La crítica tiene necesidad de saber si esas trasmisiones dad hasta nuestros días, han procedido de esa mane­
sucesivas han conservado o deformado la afirmación pri­ ra. Cuando el historiador de la costa californiana del
mitiva; sobre todo si la tradición recogida por el docu­ Pacífico, H. H. Bancroft, se propuso recoger los ma­
mento ha sido escrita u oral. La escritura fija la afirma­ teriales de una historia cuyos actores vivían aún, no
ción y hace que la trasmisión sea fiel; por lo contrario, ahorró esfuerzos y movilizó un ejército de reporteros
la afirmación oral aún es una impresión sometida a la
para sonsacarles informaciones.”3 Pero ésta es la úni­
deformación en la memoria del propio observador mez­
clándose con otras impresiones; al pasar oralmente por ca alusión a esa fuente.
los intermediarios, deforma cada trasmisión [ . ..], la Por otra parte, el método que convierte a la histo­
tradición oral es alteración continua por su naturaleza ria en ciencia, es decir la filología, abarca solamen­
misma; así, en las ciencias establecidas no se acepta ja­ te el texto escrito. Y alrededor del documento escrito
más otra cosa que la trasmisión escrita. se funda la principal institución de la memoria. La
historia se constituye como disciplina de carácter cien­
Ni siquiera como fuente complementaria de lo es­ tífico, a comienzos del siglo xix, también gracias a la
crito la tradición oral encuentra piedad en los histo­ creación de grandes archivos que tienen la doble par­
riadores franceses: ticularidad de la concentración de los fondos y de su
acceso público. Desde este punto de vista, la Revolu­
Aunque un pueblo haya salido del periodo legendario,
ción marca un giro en Francia. La Revolución hace
fijando los hechos por medio de la escritura, la tradi­
ción oral no se detiene; pero su terreno se restringe: se accesibles los documentos señoriales o eclesiásticos
reduce a los hechos no registrados, ya sea porque son que eran privados hasta esa época y considera que
secretos por naturaleza, ya sea porque no hay preocu­ los archivos del Estado pertenecen a la nación. Desde
pación por anotarlos, como los actos íntimos, las pala­ 1790 la Asamblea Constituyente decide organizar los
bras, los detalles de acontecimientos. Se. trata de la fondos en Archivos nacionales y en 1796, el Directo­
anécdota: se la llamó “la leyenda de los civilizados". rio concentra en los archivos departamentales el ma­
Se forma como la leyenda, por medio de recuerdos con­ terial documental del Antiguo Régimen. En los países
fusos, alusiones, interpretaciones erróneas e imaginacio­ occidentales que no fueron afectados directamente por
nes de variado origen que se fijan sobre algunos per­ esas agitaciones, se produce un movimiento análo­
sonajes o acontecimientos. Las leyendas y las anécdotas
go: en 1800 la Biblioteca del Congreso se funda en
sólo son en el fondo creencias populares atribuidas arbi­
trariamente a personajes históricos; forman parte del
folclor, pero no de la historia. 3 Ib id., pp. 152-153, 154 y 3-4.

53 54
Washington y en 1802 los ingleses crean una comi­ de nuestra Revolución tuvo por actor al pueblo, inclu­
sión para la concentración de sus archivos. Bélgica so el pueblo entero, a todo el mundo. La época de las
no espera ni cinco años después de su independencia violencias, de los actos sanguinarios [ . . . ] , sólo tiene
para organizar los suyos. Desde este enfoque, la pa­ como protagonistas a un número mínimo de hombres,
leografía se convierte en fundamental y alrededor de un número infinitamente pequeño. Esto es lo que en­
ella se crea en Francia la École des chartes. La curio­ contré, comprobé, verifiqué, sea por medio de testi­
sidad de los historiadores está perfectamente adapta­ monios escritos, sea por aquellos que recogí de la boca
da a este tipo de fuentes. Los historiadores se intere­ de los viejos.” En lo pormenor, la lectura de La Revo-
san únicamente por Europa, por la historia política, lution frangaise es bastante decepcionante. Por ejem­
por la vida de los príncipes y de los grandes, no tienen plo, el testimonio de su padre sólo es evocado dos
necesidad de buscar otros documentos; Langlois y veces y cita un testigo ocular para el relato de la con­
Seignobos son perfectamente claros al respecto: las dena a muerte del rey, Mercier, pero que en este caso
creencias populares no son “historia sino folclor” , y preciso redactó memorias. Finalmente, no se compren­
el desprecio de nuestros profesores universitarios por el de muy bien el lugar que ocupa la encuesta oral en
folclor asociado a la anécdota es evidente. A la je­ relación con la documentación escrita; en su último
rarquía sociocultural le corresponde una jerarquía de prefacio de 1868, al volver sobre el origen de su obra,
las disciplinas que remite a su vez a una jerarquía declara: “ Nació en el seno de los archivos” 1 y pro­
de los documentos. La alfabetización continua del si­ sigue mostrando la retahila de documentos analiza­
glo xix y la ideología de la escuela como factor de dos, de papeles leídos. No hay la menor alusión a
progreso y liberación confirmaron a la corporación ningún documento oral. Es cierto que entretanto el
de los historiadores en su fidelidad exclusiva a lo es­ método histórico fundado únicamente en el texto es­
crito. La encuesta oral se refugia entonces en los már­ crito había hecho grandes progresos entre los histo­
genes, geográficos o sociales. riadores.
Sin embargo es significativo que a partir de 1823 se Michelet que se defiende contra los ataques de
multiplicaran las historias de la Revolución francesa ciertos detractores, en particular Louis Blanc, debe
que no recurrían a los testimonios de los sobrevivien­ aparecer como un “ historiador serio” . Más tarde, ni
tes, salvo en su forma indirecta y escrita de las me­ las campañas napoleónicas, ni 1848, así como tampo­
morias. co el golpe de Estado de 1851 o la Comuna de 1870
El mismo Michelet, que por su padre vivió en dan lugar a la recolección de recuerdos (evidentemen­
el ambiente de la Revolución y que también creía te no me refiero a los procesos judiciales que perte­
en la tradición, tiene reservas. Es cierto que en el pre­ necen a otro género).
facio de 1847 evoca una encuesta virtual, pero se trata
de un caso bien preciso: “Una cosa que debemos decir Histoire de la Révolutiou frangaise, Gallimard, la Pléiade.
a todos [ . . . ] es que la época humana y benevolente t. I, pp. 7 y 13, respectivamente.

55
En lo s m árg en es de la historia dom inante gieron en los discursos de sus interlocutores, y con
más razón aún las preguntas planteadas. A partir de
El único ejemplo durable, porque atraviesa todo el allí, todos los autores de historias de las guerras quie­
siglo, es doblemente marginal, geográfica e ideológi­ ren apoyarse en testimonios directos y, obligados por
camente: se trata del recuerdo de las guerras del Oes­ las circunstancias, sobre todo en testimonios indirec­
te, recogido piadosamente por los legitimistas que no tos, por medio de entrevistas a los descendientes de los
aceptan la Revolución."* combatientes.
Desde los tiempos del Primer Imperio, algunas per­ A fines del siglo xix surge un nuevo motivo para
sonalidades confían sus recuerdos: por ejemplo, le apelar a la historia oral: la apertura de procesos de
pidieron a Rene Brodreau, llamado Bravo el angevino, beatificación de las víctimas de la Revolución. Se re­
que redactara sus memorias. Pero sólo a partir de los quiere la colaboración tanto de los descendientes de
años 1830-1840 comienzan las colectas más amplias, en combatientes y mártires, como de los que tienen algo
relación con el debate entre legitimistas y orleanistas. que decir de la guerra. El último ejemplo conocido
Se comienza a redactar la historia de las guerras: por de ese tipo de encuesta se realizó en 1944-1945 en la
ejemplo el conde de Quatrebarbes publica en 1833 parroquia de Luc-sur-Boulogne en Vandea. Se les pi­
Une paroisse vendéenne sous la Terreur basada en dió a treinta y ocho personas que contaran sus recuer­
testimonios de los habitantes. En los años 1850-1860, dos familiares y que señalaran lo que conocían de la
la operación se vuelve sistemática: el interés no es tradición oral sobre el tema. Actualmente, los histo­
solamente por los notables y por los jefes sino tam­ riadores de esas guerras continúan practicando la his­
bién por los simples combatientes; los promotores de toria oral, en veladas en las que buscan provocar la
esas encuestas son los curas o los vicarios con moti­ memoria y grabar en cinta los relatos de ciertas fa­
vo de la construcción de capillas: se interroga enton­ milias.
ces a los últimos sobrevivientes, y también a los par­ De esta manera, contrariamente a la evolución de la
ticipantes de las revueltas de 1815 y 1832 (aventura disciplina en el plano nacional, la historiografía de
de la duquesa de Berry). L ’histoire de Vendée del las guerras del Oeste consideró siempre que el testi­
abate Deniau está hecha a partir de este tipo de reco­ monio oral era el documento esencial, incluso único,
lección de datos. Por el lado republicano, Dugast- para escribir la historia de esos conflictos. Los ha­
Matifeux y Benjamín Fillon utilizan también el tes­ bitantes de Vandea pensaban que la mayoría de los
timonio oral. En los dos casos sin embargo sólo se textos escritos reflejaban el punto de vista del vence­
conoce el resumen de las entrevistas. Evidentemente, dor. Agreguemos que fuesen hidalgos o curas, se sen­
ignoramos lo que los curas o los historiadores esco- tían alejados del movimiento intelectual dominante y
desconfiaban de los métodos de “crítica científica”
s Agradezco a Jean Claude Martin, quien trabaja en la que les parecían más o menos ligados a la ideología
actualidad en la memoria de las guerras vandeanas, el haber­
me proporcionado la información de estos párrafos.
republicana y anticlerical. Por otra parte, y no se tra-

57 58
ta de caricaturizar sus posiciones, para ellos la histo­ Debemos sin duda atravesar el Atlántico para en­
ria no podía ser una empresa científica sino un medio contrar en otro margen del mundo intelectual de la
de conservar el recuerdo y afirmar la identidad regio­ época trabajos de encuestas orales de acontecimien­
nal, católica y monárquica. tos históricos.7 Hacia 1840 un bibliotecario, llamado
El caso de Vandea no deja de recordarnos el de la Copeland, comenzó a recoger el testimonio de viejos
Cevena camisarda, tanto en el plano del tipo de gue­ soldados de la Revolución norteamericana y de hom­
rra como del problema historiográfico planteado por bres que combatieron a los indios con el fin de escri­
la desigualdad de las fuentes. Es sorprendente, en apa­ bir una historia sobre esos temas. Pero como les pasa
riencia por lo menos, que no se continúe en las Ceve­ a muchos eruditos, acumuló la documentación sin
nas la experiencia de Court. Sin duda la revuelta se terminar el libro. Cuando murió, dejó a la sociedad
alejaba, pero las familias conservaban piadosamente histórica del estado de Wisconsin 486 volúmenes de
sus tradiciones, y todo el siglo xvm está lleno de fe­ manuscritos. Ese fondo documental fue ampliamente
nómenos de resistencia no violenta muy interesantes utilizado por el historiador Frederick Jakson Turner
(las asambleas del Desierto), de los cuales quedaban para establecer su teoría de la Frontera.
algunos sobrevivientes, al menos a comienzos del si­ Veinte años más tarde un librero editor del Oeste,
glo. Las historias sobre los Camisardos se multiplican H. Bancroft, ya citado, reunió una importante docu­
durante la segunda mitad del siglo xix. Varios autores mentación sobre el aprovechamiento reciente de Ca­
explican en su introducción que pasaron la infancia lifornia. En total empleó 600 personas, no sólo para
acunados por ese glorioso pasado, lo que explica su reunir manuscritos sino para recoger entre los pione­
interés por esa historia, pero no dan informaciones ros una serie de testimonios orales: Bancroft afirmaba
muy precisas y utilizan raramente las indicaciones ora­ haber interrogado a un millar de personas y sus asis­
les.0 Lo que ocurre es que, a diferencia de Vandea, tentes una cantidad parecida. En la transcripción y la
los protestantes se sitúan ahora en el interior de la presentación los resultados no parecen estar a la altu­
corriente intelectual dominante. Para ellos, la digni­ ra de esas ambiciones, pero el recuerdo de la empresa
dad de la historia camisarda implica recurrir exclusi­ no fue olvidado completamente.
vamente a las fuentes escritas, aceptadas con gran Para ser exhaustivos, habría que evocar finalmente
facilidad porque pretenden ser, más que los católicos, la experiencia de un gran escritor escocés, Walter
la gente del Libro. Y como ya no se ponen en duda las Scott, quien recorrió a menudo su país y escuchó
persecuciones del rey, no hace falta buscar los testi­ las tradiciones orales que en Escocia mejor que en
monios orales modestos; por otro lado, los más impor- el resto de Europa, se conservan muy bien.0 Por otro
tantes, impresos en el siglo xvm, han alcanzado la lado, tuvo directamente contacto con testigos, reali-
calidad de fuentes escritas.
7 Véase Willa K. Haum, "Oral History in the United States”,
0 Véase Ph. Joutard, La Légende des Camísards, op. cit., Oral History, vol. 1. núm. 3. pp. 18-19.
caps, viii y x. K Véanse infrtt, las experiencias de E. Círegeen, p. 285.

59 60
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zando de modo parcial el deseo de Johnson: interrogó bles familias [ .. .] que guardan un recuerdo orgullo­
en efecto a viejos jacobitas que habían tomado parte so del tiempo en que sus antepasados combatieron y
en la insurrección de 1745; buscó también remon­ sucumbieron por la raza exiliada de los Estuardo [ . . .]
tarse más lejos. consulté con buenos resultados a los guardabosques de
Todas sus novelas están enriquecidas por esos en­ esos gentilhombres: ese cargo es uno de los que más
cuentros: una de ellas, L os puritanos de Escocia, lo fácilmente se convierten en hereditarios” .1’
sugiere con insistencia a través del personaje de Oíd Es cierto que los historiadores británicos piensan
Mortality. En efecto, se supone que el narrador re­ que las encuestas dieron a las novelas de Scott una
cogió la historia (la lucha de los presbiterianos con­ verdad que las convierten en documentos históricos
tra Carlos II después de la Restauración) de boca de indiscutibles. Pero, como era de esperarse, en el si­
un viejo que recorría los cementerios para mante­ glo xix los historiadores profesionales, en particular
ner en buen estado las tumbas de sus héroes; al pa­ Ranke, despreciaban a este literato romántico.
recer, ese personaje existió en realidad: “Hablar de
las hazañas de los presbiterianos era su placer, como
la conservación de los monumentos su ocupación. Era El g u sto por las c u l t u r a s po pu la res
pródigo en palabras cuando se trataba de comunicar
todos los detalles que había recogido sobre ellos, sus La curiosidad de Walter Scott superaba ampliamente
guerras y sus persecuciones. Se hubiese podido creer el recuerdo de los acontecimientos históricos; lo que le
que había sido contemporáneo de los presbiterianos, atraía era el mundo de la antigua Escocia anterior a
hasta tal punto se identificaba con sus sentimientos y las últimas rebeliones de 1745, un mundo que hundía
sus opiniones. En sus relatos había todos los detalles sus raíces en la época medieval y que se expresaba par­
circunstanciales de un testigo ocular.” El narrador ticularmente en las baladas. Por otra parte, su primera
afirma a continuación que comprobó las afirmaciones obra es resultado de una encuesta oral de las baladas
de Oíd Mortality, no en los archivos escritos sino por escocesas. El escritor se encuentra realmente en la
medio de otros testimonios orales: “Entre los pres­ confluencia de dos corrientes, el gusto por la historia
biterianos, consulté a los granjeros del oeste” , aunque y el gusto por las culturas populares. Scott se ins­
esta fuente de información le parece limitada. Tam­ cribe perfectamente en ese romanticismo que, al exal­
bién recurrió a los buhoneros, a los tejedores campe­ tar la cultura popular como expresión fiel del genio
sinos y sobre todo a los sastres, “que gracias a su nacional, iba a producir múltiples recolecciones ora­
profesión sedentaria [ . . . ] pueden considerarse como les y dar origen a una nueva disciplina, el folclor. La
poseedores de un registro completo de las tradiciones palabra surge en 1846, pero la realidad que abarca es
rurales” . Por el lado de los jacobitas, “ me vi obligado
a modificar los relatos del viejo y sus amigos ante los n Les Purltalns d ’Ecosse (Oíd Mortality), traducción de
informes de más de un descendiente de esas honora­ M. Defauconpret, París, 1830, pp. 22 y 25-26.

61 62
anterior, ya hemos visto sus primeras manifestacio­ Francia no se libra de esta curiosidad por la cul­
nes en el siglo xvm, fuera de las fronteras francesas. tura popular; aunque al principio en una forma políti­
Por otra parte no es casual que la palabra sea ingle­ ca y administrativa. El precursor en la materia es el
sa; además hubiera podido ser alemana: Volkskunde, abate Grégoire — diputado en la Asamblea Constitu­
la palabra que los alemanes utilizan fue inventada yente— que a partir del 13 de agosto de 1790 difunde
mucho antes del comienzo del siglo. La búsqueda del “ una serie de preguntas relativas al dialecto y a las
genio alemán lleva a Von Arnim y al romántico Bren- costumbres de la gente del campo” por intermedio
tano a publicar las Volklieder. Pero la obra impor­ principalmente del periódico L e Patrióte de Brissot
tante para nuestros propósitos es la publicación, en y del club de los Amigos de la Constitución.11 La fi­
1812, de la primera serie de cuentos de los hermanos nalidad del diputado no era una investigación desin­
Grimm, después de la encuesta de campo que reali­ teresada sino militante, puesto que la lucha contra
zaron por toda Alemania. Por sí mismo, el cuento los dialectos y en favor del francés eran inseparables
maravilloso sólo interesa de una manera muy indirec­ del combate por la nación y la razón. Sin embargo,
ta al historiador, lo que en cambio le interesa son sus varias preguntas sobrepasaban el campo estrecho de
vías de trasmisión; de este modo, los hermanos Grimm la lengua e invitaban a descripciones etnográficas, in­
recogieron versiones de Caperucita roja inspiradas vi­ cluso llevaban a encuestas sobre la historia reciente.
siblemente por el texto de Perrault; la razón es sim­ Por ejemplo: “ ¿Cuál es la influencia respectiva de la
ple, su encuesta se desarrolló, entre otros medios, en provincia sobre las costumbres o la de éstas sobre su
el ambiente de los descendientes de hugonotes, refu­ dialecto? ¿Tienen (los campesinos) muchos prejuicios
giados en Alemania después de la revocación del Edic­ y de qué tipo? ¿Están más esclarecidos desde hace
to de Nantes, que llevaron consigo la cultura oral veinte años a esta parte? ¿Son más depravadas sus
francesa.1,1 El hecho importante lo constituye el pro­ costumbres? ¿Se han debilitado sus principios reli­
cedimiento de los encuestadores. Como tenían una giosos?” Salvo algunas excepciones, las respuestas so-
opinión muy alta del valor cultural de lo que reco­ bre estos puntos son decepcionantes, al menos para la
gían, se preocuparon por ser lo más fieles posible al
contenido de la información y se contentaron con
mejorar la forma, cosa que es un gran progreso en
( información positiva. Sirven para ilustrar la oposición
ciudad-campo y descubren una Francia salvaje.
El Imperio retoma, amplificándola, la voluntad que
relación con sus predecesores como Herder y Goethe,
quienes como escritores se inspiraban libremente en
temas que habían recogido.
« tiene el poder central de conocer las poblaciones lo­
cales para encuadrarlas y administrarlas mejor. Se tra­
ta del gran movimiento de las estadísticas que no sólo
se interesa por el estado económico y demográfico del
10 Ejemplo presentado por E. Fransois en el curso de la
mesa redonda sobre el “ Refuge Huguenot en Allemagne”, or­ •' Véase M. de Certeau, D. Julia y J. Revel, Une politique
ganizado por el Instituto de Historia Moderna y Contempo­ de la lanpue, la Révolution frani'aixe et lex patoix, Gallimard,
ránea, Conipte rendu, p. 60. 1975, en particular pp. 9-14, 136-154.

63
país sino por su historia y sus costumbres.12 El minis­ y tres intendentes; cerca de un cuarto de ellas (20)
tro del Interior, Chaptal, implanta la operación en son muy detalladas; la de Virolles por ejemplo consta
todos los departamentos; ésta se continúa durante toda de nueve páginas con indicaciones precisas sobre el
la primera mitad del siglo xix. Para establecer esa es­ carnaval o la romería del 15 de agosto; incluso es po­
tadística, los prefectos dirigen a cada intendente mu­ sible descubrir evoluciones, declinación de las organi­
nicipal un cuestionario. La verdadera encuesta oral se zaciones de la juventud, el fin de ciertas romerías con
encuentra en estas respuestas cuando han sido conser­ la Revolución o por el contrario la persistencia de
vadas. Para satisfacer la curiosidad de las autoridades ciertas fiestas a pesar de la agitación de los tiempos,
prefectorales, los corresponsales interrogaron a las per­ como la de San Pedro o la de San Eloy en Rognonas
sonas importantes, o simplemente a los que conocían donde “la Revolución ni siquiera aplazó el festejo”.
algunas tradiciones orales. Tomemos dos ejemplos de La primera parte del cuestionario enviado por R i­
dos departamentos meridionales cercanos, Bouches-du- voyre está dedicada a la historia (las otras a la topo­
Rhóne con la encuesta de Villeneuve y Gard con la grafía, la población, los establecimientos públicos, la
de Rivoyre.13* instrucción, la agricultura y la industria-comercio).
Para describir las costumbres y las fiestas de su La pregunta principal es muy abierta: “ ¿Cuáles son
departamento, Villeneuve envió dos cuestionarios. El los principales hechos y acontecimientos que ocurrie­
primero, en 1820, únicamente sobre la fiesta patro­ ron en la Comuna desde su origen hasta una época
nal con dos preguntas de tendencia histórica: “ ¿En bastante cercana a nuestro días?” Al lado de conoci­
qué época de la Revolución fue restablecida la fiesta mientos librescos y de investigaciones en los archivos
patronal? ¿Hay alguna diferencia entre las costumbres comunales, el recurso a la tradición oral aparece cin­
modernas y las antiguas de los habitantes?” El segun­ cuenta y seis veces sobre doscientos noventa y cuatro.
do cuestionario, cinco años más tarde, es más estático: Cosa curiosa, la Revolución sólo está representada
pide informaciones sobre el ciclo festivo y sobre las diecisiete veces ¡menos que los sarracenos o los Cami­
ceremonias del ritmo individual, nacimiento, boda y sardos! Historia incómoda, muy próxima y viviente.
funerales. Se conservaron las respuestas de ochenta De este modo, aun antes de que se produzca el gran
movimiento de la erudición local del siglo xix, posee­
12 Véase J. Cl. Perrot, L ’A ge d’or de la statistique frangaise,
mos un estado de la cultura folclórica, de la memoria
París, Société d’Études Robespierristes, 1977, y M. N. Bour-
guet, “Race et folklore, L ’image officielle de la France en colectiva y de lo legendario-histórico meridional, esta­
1800”, A anales E.S.C., julio-agosto, 1976. do que es posible comparar con las encuestas actuales,
13 Véase M. P. Hug, L'Histoire dans la statistique des Bou- aunque existen también etapas intermedias constitui­
clies-du-Rlióne; O. Colin, Petes et coutumes traditionnelles á das especialmente por las monografías que en va­
travers l’enquéte de Villeneuve, H. Gévaudan, Mémoire collec-
tive et histoire savante. La Statistique générale du Gard rias ocasiones se les piden a los maestros, o a veces a
1838-1842, Tesis de maestría dactilografiadas presentadas ante otros intelectuales pueblerinos como los pastores y los
la universidad de Provenza, en 1978 y 1980. curas. Estas monografías son del Segundo Imperio

65 66
pero sobre todo en la época del centenario de la Re­ mente histórica: “Parecerá tal vez extraño presentar
volución de 1789. En efecto, en 1888 todos los maes­ a las palabras como monumentos antiguos; sin em­
tros debían escribir un trabajo de la evolución de la bargo los nombres de lugares, los dialectos, el lengua­
escuela que estaba destinado a figurar en la Exposi­ je vulgar calificado de patois, por el hecho de no tener
ción Mundial de 1889. nada material no dejan de ser verdaderos restos que
A esta primera documentación sistemática de ori­ testimonian en favor de la historia de un país tanto
gen público, hay que agregar la que viene de las socie­ como las ruinas.” Esta concepción debe ser relacio­
dades culturales y que traduce el interés por el “otro nada con un tema actual desarrollado por el fundador
campesino” , aunque también por los orígenes lejanos del museo de los monumentos franceses, miembro de
de la cultura francesa.14 En primer lugar está la em­ la Academia Céltica, que reprochaba a la historia ha­
presa de la Academia Céltica. Fundada en 1804 por berse interesado siempre por los ricos y los poderosos
un miembro de la Convención, arqueólogo e histo­ descuidando “lo que forma verdaderamente la espe­
riador, llamado Dulaure, la Academia, como su nom­ cie humana, la masa de las familias que subsisten casi
bre lo indica, tenía “el deseo de reunir los títulos de por entero de su trabajo”.15 Para realizar ese proyec­
gloria legados a sus descendientes por los celtas, los to, la Academia preparó una “serie de preguntas que
galos y los francos” . Esta “celtomanía” , muy supera­ van de lo sencillo a lo compuesto” , sometidas a “la
da en el presente, esconde un programa más preciso opinión esclarecida” por intermedio de los prefectos
que lleva acentos de modernidad indiscutibles. Para y hombres cultos de su departamento. El cuestiona­
reencontrar ese fondo celta, era necesario efectivamen­ rio era muy rico, se centraba esencialmente en el ca­
te “reunir y hacer converger en un punto todos los co­ lendario de las fiestas, los ritos del tránsito del naci­
nocimientos locales de las lenguas, de los monumentos miento a la muerte, las creencias, las “supersticiones”
y de los usos para compararlos y explicarlos” . No nos y en particular los monumentos y las tumbas prehis­
engañemos, no hay allí sólo una perspectiva lingüísti­ tóricas. La Academia dejaba “al celo y a la sagacidad
ca o incluso folclórica avant la lettre sino verdadera- de los lectores el cuidado de remediar las omisiones” .
Y a los que podrían inquietarse por la abundancia de
14 Sobre esta prehistoria de la etnología de Francia, que se las informaciones recogidas, uno de los promotores les
confunde un poco con la de la historia oral, incluso si los ob­ respondía por adelantado:
jetivos no son exactamente los mismos, la mejor referencia
— con una bibliografía abundante y bellas ilustraciones— es el
Señores, no hay que asustarse por la abundancia de las
catálogo libro de la exposición Hier pour demain, art, tradi-
lions, patrimoine, edición de la reunión de los Museos Naciona­ respuestas. Somos un cuerpo, y lo que hoy no podemos
les, París, 1980. Existe un importante capítulo sobre la Acade­
mia Céltica, con informaciones actualizadas, de Nicole Belmont. 15 Todas estas citas extraídas de las memorias de la Aca­
Véase también el reciente artículo de M. Ozouf, “L’invention demia Céltica o de la Sociedad de Anticuarios han sido repro­
de l’ethnographie frangaise, le questionnaire de l’Académie cel- ducidas en el artículo citado de N. Belmont en Hier pour
tique”, Annales, E S .C ., marzo-abril, 1981. dem ain.. . op. cit., p. 56.

67 68
hacer, nuestros sobrevivientes lo harán. Vuestra gloria local, no deja de anunciar nuestro trabajo de los et-
será bastante grande con haber salvado de la guadaña notextos. Por desgracia, este llamado no fue direc­
del tiempo a la historia de la Galia y con haberla depo­ tamente escuchado. En cambio, unas cien respuestas
sitado en manos fieles y ejercitadas por vosotros. Al­ fueron publicadas en forma de memorias de 1807
guien hizo notar con ingenio, en esta última asamblea, a 1830. Las lagunas muestran bien la perspectiva his­
que era necesario apresurarse en plantear nuestras pre­ tórica del proyecto: en efecto, lo que asombra es la
guntas, porque el Código y las otras instituciones que
ausencia total de cuentos populares en la época de
rigen actualmente a Francia traerán necesariamente con­
sigo la desaparición de un gran número de costumbres Grimm: “De hecho, dice N. Belmont, no encontra­
curiosas.16 mos en las memorias de la Academia Céltica y de la
Sociedad de Anticuarios más que leyendas históricas
La última frase refleja un sentimiento que a menu­ o topográficas.”17 Y el propio fracaso de la Acade­
do estará en el comienzo de este tipo de encuestas, el mia Céltica muestra la dificultad de conciliar en esa
sentimiento de un mundo que está desapareciendo, época investigaciones históricas y encuestas orales.
“la belleza de la muerte” parafraseando el título de La Academia Céltica duró menos de diez años, sus
un artículo célebre de M. de Certeau, D. Julia y publicaciones se detienen en 1812 y en 1814. Algu­
J. Ravel. nos de sus miembros se reagruparon para fundar la
Sin embargo, al lado de este método de recolección Sociedad Real de los Anticuarios de Francia: el na­
indirecta basado en una red de informantes, la Aca­ cionalismo celta ya no está de moda. La Sociedad de
demia no excluye una encuesta de “campo” como lo los Anticuarios se proponía en un principio los mis­
señala el prospecto sobre la publicación de las memo­ mos objetivos de recolección de las tradiciones y de
rias: “Esperamos [ . . . ] suplir incluso la carencia de las costumbres; por otra parte, publicó en sus me­
la historia y de todos los monumentos escritos inte­ morias, creadas en 1817, respuestas que no habían
rrogando a las personas y a los lugares, a las cosas y aparecido en las de la Academia Céltica. Empero, pro­
a las palabras; invocando las tradiciones de cada lu­ gresivamente esta dimensión desapareció dejando el lu­
gar, de cada monumento, de cada uso, recogiendo gar a la arqueología y la historia fundada en las ins­
todo tipo de informaciones en cada localidad, único cripciones: un pasado que no dejaba más que huellas
medio de descubrir los orígenes de todo lo notable que orales no tenía derecho a sobrevivir como género
exista.” histórico.
Éste es un llamado directo a un proyecto de his­ Sin embargo, la idea de considerar a las tradiciones
toria oral que, por su voluntad de enraizamiento y a la literatura oral como un documento histórico
sobrevivió algún tiempo entre ciertos historiadores ro­
16 Citas reproducidas en A. Van Gennep, Coutumes et cro- mánticos, como Augustin Thierry y el presidente del
yances populaires en France, Prólogo y presentación de Alain
Pelizzo, París, Le Chemin Vert, 1980, pp. 281-282. La obra
reproduce al final el cuestionario. 17 N. Belmont, op. cit., p. 60.

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Comité de los monumentos históricos, Fauriel, quien artista hábil y observador profundo que fue, enrique­
en 1834 publicó L os cantos populares d e la G recia ció su álbum armoricano con las escenas pintorescas
m oderna. de las que había sido testigo.”18 Por su parte, Lamen-
Finalmente, existe una región francesa donde el nais había comenzado una colección de cantos bre­
programa de la Academia Céltica fue ampliamente tones.
aplicado: ese lugar es evidentemente Bretaña. Como Empero, el ejemplo más célebre es el conde Her-
los recolectores de la memoria vandeana, algunos pe­ sart de la Villemarqué que comienza sus encuestas
queños nobles muy ligados al terruño y alimentados en 1833 con ayuda de su madre y del abate Gue-
desde su infancia con la cultura popular oral bretona, guen, y las prosigue durante más de treinta años. Al
por intermedio de sus criados y servidores, se pusieron recoger los cantos populares, no se considera un lin­
a escuchar a sus compatriotas. Entre dos mundos, el güista, ni siquera un enamorado de la literatura popu­
mundo rural, tradicional y “bretonizante” , y el mun­ lar, sino un historiador que busca en la poesía oral
do urbano francés vuelto hacia la modernidad, ha­ de Bretaña el recuerdo de los acontecimientos nota­
bían elegido ideológicamente el primero, elección que bles de su historia. Por otra parte, había recibido
va a confirmarse y convertirse en definitiva en 1830 en París una formación de paleógrafo. Este historia­
luego de la caída de la única monarquía que juzgaban dor es también un militante bretón. Las dos tenden­
legítima. Un primer ejemplo nos lo proporciona Ay- cias son visibles en el prefacio a la última edición del
mar de Blois de la Calande, quien recogió y tradujo Barzaz Breiz en 1867:
una gwerz antes de 1823. No se contentó con ser un
buen archivista oral; como un verdadero historiador Digo la historia porque lo que asombra más en esta se­
logró fechar el texto (1565), a partir de los nombres rie de pedazos episódicos sin lazos aparentes, obra de
de lugares y de los patronímicos. El pintor Olivier varios miles de poetas rústicos desconocidos entre sí, e
incluso separados por siglos, es el carácter común, el
Perrin es otro caso. Se retiró a Bretaña después de la
sentimiento patriótico, es también el drama maravilloso
Revolución, fue miembro también de la Academia
que resulta de tantas escenas diversas, es la expresión
Céltica, luego se convirtió en corresponsal de la Socie­ enérgica y fiel de una nacionalidad vivaz que tanto tra­
dad de Anticuarios de la ciudad de Quimper después bajo le costó a Fran cia absorber. Se siente latir el
de 1814. Proporciona preciosos documentos iconográ­ corazón de una noble raza. Los poetas nacionales le han
ficos sobre el mundo rural tradicional, fruto de una dado una voz [ . . . ] . Cantaron día con día los hechos y
verdadera encuesta de campo como lo dice el presen­
tador de sus dibujos algunos años más tarde, en 1835: 18 véase de Gluck, D. Laurent, “Les collectes de chansons
“Nacido y colocado en medio de ese pueblo antiguo populaires en Bretagne”, Hier pour dem ain.. . , op. cit.,
pp. 63- 64. La gwerz es una romanza que cuenta un hecho
y sencillo, solía sentarse en el hogar del campesino, real: es un verdadero documento histórico como lo demostró
prestaba oídos a los relatos de los viejos, se mezcla­ Donatien Laurent (infra, pp. 285-286, a la altura de la nota
ba en las alegrías de la juventud; más tarde, como 34, cap. vil).

71 72
las gestas de su región. H e aquí la historia viviente, tan correctos com o fuese posible, los hice repetir a m e­
cuyas primeras páginas fueron escritas por mi madre y nudo por diferentes personas y en diferentes lugares.18
dictadas por un contemporáneo de quince siglos. Sin
duda, esta historia se transfiguró más de una vez; por lo En 1839 publica la primera edición del Barzaz Breiz
tanto también la he llamado poética. Sin embargo cuán­ que obtiene un gran éxito de prestigio en París. Au-
tos detalles íntimos, cuántas particularidades de costum­ gustin Thierry incluye uno de sus cantos como pieza
bres que escapan a los historiadores ha salvado la poe­
probatoria en su H istoria de la conquista de Inglate­
sía bretona.
rra por los normandos. Se publican cinco ediciones
antes de 1867. Cada texto bretón está acompañado por
Por esta última frase, Hersart de la Villemarqué la traducción, la mención al dialecto empleado, un
es realmente el heredero de la amplia concepción his­ prólogo y notas. Sin embargo la última edición provo­
tórica de la Academia Céltica. ca una gran polémica. Otras encuestas realizadas no
En cuanto al método de encuesta, está acorde con habían vuelto a encontrar los poemas más bellos; en­
la ambición del historiador oral bretón: en la presen­ tonces Hersart de la Villemarqué fue acusado de falsi­
tación reconocemos todas las instituciones de trasmi­ ficación; los cantos son demasiado perfectos para ser
sión caras a los etnólogos; por otra parte el autor no verdaderos; un tercio fue inventado, un tercio plagia­
se limita a las personas de más edad sino que interroga do y un tercio arreglado, dice uno de los impugnado­
a todas las clases de edades incluidos los niños: res. Cierto, el autor no ocultó jamás que había esco­
gido y realizado algunas correcciones, permaneciendo
R ecorrí durante muchos años, en todas direcciones, siempre fiel a la versión más completa: “ Las versiones
las partes de Baja Bretaña más ricas en recuerdos an­ de un mismo canto se aclaran una por medio de la
tiguos [ . . . ] , asistiendo a las asambleas populares y otra; el editor no tiene nada que corregir o reempla­
a las reuniones privadas, a los “perdones” , a las fe­
zar, y debe seguir con una rigurosa exactitud la más
rias, a las bodas, a las grandes jornadas agrícolas, a
las fiestas del lino o linerías, a las veladas, al hila­
conocida de esas versiones; la única licencia que pue­
do en la rueca; buscando particularmente los mendi­ de permitirse es la sustitución de ciernas expresiones
gos, los pillaouer o ropavejeros ambulantes, los teje­ viciadas, ciertas estrofas menos poéticas, las estancias,
dores, los molineros, los sastres, los zapateros, toda la los versos o las palabras correspondientes a otras lec­
población nómada y cantora de la región; interrogando ciones. Éste es el método de Walter Scott, yo no podía
a las viejas, las nodrizas, las jóvenes y los ancianos, tener mejor guía.”-0 Pero ¿hasta dónde se puede llegar
sobre todo a los que vivían en las montañas y habían con esas sustituciones? Hersart de la Villemarqué se
formado parte de las bandas armadas del siglo pasa­
do y cuya memoria, cuando acepta abrirse, es el re­ 10 T. Hersart de la Villemarqué, Le Barzaz Breiz, reed.
pertorio nacional más rico que se pueda consultar. Los Maspero, col. “ La Découverte” , 1981, p. vil, primera cita,
niños mismos, en sus juegos me han revelado a veces p. v, segunda cita.
sus tesoros [ . . . ] . Para tener textos tan completos y 20 Prefacio de 1867, p. vi.

73 74
negó siempre a mostrar los cuadernillos de encuestas, Chopin anotar la música de las canciones que se escu­
encerrados en un pequeño saco de tela burda, y las chaban en Nohant. Publica entonces varios artículos
dudas persistieron hasta que Donatien Laurent pudo sobre los usos y costumbres de su Berry natal en
consultar los archivos de la familia para preparar en L ’illustration. Esos artículos fueron acompañados por
el futuro una edición crítica. En la actualidad Lau­ dibujos de su hijo Maurice Sand como la rém égeuse
rent puede afirmar: “ [Esta edición crítica] permitirá (la curandera) y los ritos de la víspera de boda; el
devolver a De la Villemarqué el lugar que le corres­ propio Maurice Sand ilustró también las leyendas rús­
ponde entre los grandes recolectores de su tiempo. La ticas con varios dibujos sobre las creencias de la región
edición no suprimirá el interés entérico e histórico del de Berry. Por otra parte, se conservaron manuscri­
Barzaz Breiz, y por modificado que esté, no por eso tos de la “buena dama de Nohant” sobre el habla de
pierde el inmenso mérito de haber inspirado de ma­ Berry (diccionario de 590 palabras y léxico). Varias
nera durable al renacimiento artístico y literario de de sus novelas, El pantano del diablo o L a pequeña
Bretaña, haber estimulado en Francia los estudios F adette entre otras, están llenas de observaciones he­
sistemáticamente descuidados de la lengua y 1" litera­ chas por la escritora, aunque la obra que más direc­
tura célticas y favorecido la toma de conciencia por tamente refleja el trabajo de recolección es Leyendas
parte del público culto de la importancia de las obras rústicas, publicado en 1858, donde George Sand des­
de la literatura oral.”21 cribe las creencias de Berry, cuenta las leyendas re­
Un ejemplo de esta influencia es la escritora Geor- lacionadas con esas creencias, tal como las escuchó
ge Sand, quien también sintió la necesidad de recoger en su infancia y a lo largo de sus estadías en Nohant.
las tradiciones y costumbres;22 dice en el apéndice de El libro comienza con un prólogo que define bien su
L a m are au diable de 1846: “Sólo desde que yo exis­ concepción. Como en Hersart de la Villemarqué o los
to, hubo más movimiento en las ideas y en las costum­ animadores de la Academia Céltica, cuya mitología
bres de mi pueblo que las que se habían visto durante comparte, las tradiciones orales recogidas tienen un
siglos antes de la Revolución. La mitad de las cere­ valor histórico y no son simple ficción, porque la ima­
monias celtas, paganas o medievales que conocí en ginación popular “no es jamás otra cosa que una for­
pleno vigor en mi infancia se han borrado. Dentro ma oculta y alterada de algunos recuerdos colectivos” ,
de uno o dos años tal vez el ferrocarril pasará por y ella precisa de qué manera lo son:
nuestros valles profundos, llevándose con la rapidez
del rayo nuestras antiguas tradiciones y nuestras ma­ Allí donde reina la paz, es porque la guerra, la pes­
ravillosas leyendas.” Y ella misma le pide a Federico te o la desesperación han sido terribles, en una época
cualquiera de la historia de los hombres. El trigo que
21 P. Abraham y R. Desné (dirección de), Histoire de la crece tiene la raíz en la carne humana cuyo polvo ha
Httérature de la France, t. I, 1830-1848, p. 345. fertilizado nuestros surcos. Bajo nuestros pasos todo es
22 Véase M. C. Tricornot, “De l’idée celte au román pay- ruina, sangre y desechos, y el mundo fantástico que in­
san, G. Sand”, Hier pour demain. . . , op. cit., pp. 74-77. flama o pasma el seso del campesino es una historia

75 76
inédita del tiempo pasado. Cuando se quiere remontar de la Salle, C reencias y leyendas del centro de Fran­
a la causa originaria de las formas de su ficción, se cia. En esta oportunidad, George Sand manifiesta una
las encuentra en algún relato trunco y desfigurado don­
vez más su modernidad al criticar la noción misma de
de pocas veces se puede descubrir un hecho compro­
salvaje y al rehabilitar el sueño en plena época del po­
bado y consagrado por la historia oficial. Por lo tanto,
el campesino es el único historiador que nos queda de sitivismo racionalista:
los tiempos antehistóricos, si se puede decir así.
El combate de los filósofos contra la superstición re­
Se observará hasta qué punto la definición de la legó a la categoría de cosas finitas y despreciables toda
tradición oral como otra historia, no oficial, es mo­ la poesía de las creencias populares, sin llegar a sos­
derna, así como es moderno el llamado a realizar una pechar que allí había un gran capítulo esencial de la
encuesta sistemática: “Honor y provecho intelectual historia del pensamiento [...]. Cuanto más atrás va­
mos hacia el pasado, mayor es el lugar que ocupa la
para quien se consagre a la búsqueda de esas tradicio­
ficción, a tal punto que ella es la única historia de las
nes maravillosas de cada aldehuela que, reunidas o primeras épocas. Sólo la ficción nos revela a ese hom­
agrupadas, comparadas entre sí o minuciosamente di­ bre primitivo que parecía poco dotado de razón, pero
secadas, echarían quizá grandes luces sobre la noche que se despertaba a la vida intelectual por medio de una
profunda de las épocas primitivas.” Asimismo, Geor- horrible y magnífica exuberancia de la imaginación.
ge Sand es la primera que comprendió la origina­ Gracias a esta facultad, el hombre jamás ha sido un
lidad de la literatura oral: “ Por otra parte, no nos salvaje propiamente dicho, puesto que no pudo con­
cansaríamos de recordar a los investigadores que las vertirse en hombre más que con la condición de llevar
versiones de una misma leyenda son innumerables y en sí un ideal tanto más desmesurado cuanto que era
que cada campanario, cada familia, cada choza tie­ ignorante de las leyes de la naturaleza [...]; los aluci­
nados son tipos humanos bien reales y las maravillas
ne la suya. Esta diversidad es típica de la literatura
del sueño son también actos humanos cuya supresión de
oral. La poesía rústica como la música rústica poseen la historia anularía el sentido de esa historia.23
tantos arregladores como individuos.” Esta última de­
finición prueba que la escritora tuvo una experiencia
Sin embargo, George Sand no se encerró en un
de campo y no se conformó con imaginar a partir de
culto al pasado rústico, pues tanto su romanticismo
algunos recuerdos de infancia o de algunos relatos re­
como sus tendencias socializantes la condujeron a in­
cogidos aquí y allá. En ese caso, tienen poca impor­
teresarse por el mundo popular de las ciudades, y a
tancia las limitaciones de su documentación folclórica,
alentar a los obreros especialmente para que escribie-
señaladas con justicia, por otra parte, por Van Gen-
nep. El mérito de George Sand es haber dado dignidad 2» Las Legendas rustiques fueron reeditadas en 1980 por
y letra de nobleza a las tradiciones populares y fo­ Éditions Libres Hallier (con un prefacio de Jean-Michel Ro-
yer). A esta edición se le une el texto del prefacio del libro
mentado la tarea de los primeros folcloristas. Además,
de Laisnel. Los textos citados se encuentran en las pp. 3, 4
hizo el prólogo a los trabajos de uno de ellos, Laisnel y 135-136. .

77 78
ran sus memorias, como lo hizo con el carpintero rada sobre los libros que de ellas se ocupan, confieso
Agricol Perdiguier o Jean Pierre Gilland, yerno del que me sorprendió encontrar a casi todos en contradic­
ción con mis recuerdos. Entonces cerré los libros y
poeta tejedor Magu, cuyos Cuentistas obreros prologó.
volví al pueblo tanto com o me fue posible; el escritor
Entretanto, en la misma época, Michelet es un pre­
solitario se volvió a sumergir en la multitud, escu­
cursor más directo de una historia oral urbana y obre­ chó sus ruidos, anotó sus voces [ . . . ] ; yo iba pues a
ra al emprender la escritura de su obra L e Peuple consultar a los hombres, escuchándolos a ellos mismos
(1846). En este libro, más que en la Historia de la hablar sobre su destino, recogiendo de sus bocas lo
R evolución francesa, puede ser considerado entre los que no se encuentra en los más brillantes escritores:
primeros historiadores orales; El pueblo es un libro las palabras del buen sentido. Esta encuesta comen­
desconcertante viniendo de un moderno y de un his­ zada en Lyon, hace diez años, la seguí en otras ciu­
toriador, pero no debemos subestimarlo: “Este libro dades.
es más que un libro, es yo mismo” , declara Michelet
desde la primera frase. Ésta es la clave de la obra en­ El diario de Michelet permite ver que no había allí
tera, confirma un conocedor de Michelet, Gabriel Mo- una simple cláusula retórica. Desde hacía diez años
nod; por eso es tan importante lo que el autor dice. Michelet recorría Francia para investigar sobre la con­
Desde la dedicatoria a Edgar Quinet, Michelet expli­ dición obrera, deteniéndose en Lyon, Dieppe, Reims,
ca por qué caminos llegó a la fuente oral al establecer Rouen y Cherburgo. Da un bello ejemplo del aporte
un lazo estrecho entre su memoria y las palabras que específico de la historia oral que no se encuentra en
escuchaba. A] comienzo define una primera forma de las fuentes escritas:
encuesta que podría ser una especie de antecedente
Mi encuesta en la realidad me enseñó muchas cosas
de la observación participante: “Este libro fue he­ que no están en las estadísticas. Citaré sólo una, que
cho de mí mismo, de mi vida, y de mi corazón, salió tal vez parezca insignificante pero que para mí es muy
de mi experiencia, mucho más que de mis estudios. importante y digna de toda la atención. El ejemplo a
Lo extraje de mi observación y de mis relaciones de que me refiero es la inmensa adquisición de ropa blan­
amistad, de vecindad; lo recogí por los caminos [ . . . ] ; ca de algodón que realizaron las familias pobres, hacia
finalmente, lo encontré sobre todo en los recuerdos 1842, aunque los salarios habían bajado o al menos
de mi juventud. Para conocer la vida del pueblo, sus disminuido de valor por la disminución natural del
precio del dinero. Ese hecho prueba una fijeza crecien­
trabajos, sus sufrimientos, me bastaba con interrogar
te en la pareja y la familia; influencia sobre todo de la
a mis recuerdos.” Sin embargo eso no fue suficiente, mujer que, aunque ganando poco ella misma, sólo pue­
porque descubrió contradicciones entre los estudios de hacer este gasto aplicando una parte del salario del
escritos y su memoria: hombre [ . . . ] ; este ejemplo era muy útil para mostrar
hasta qué punto los documentos recogidos en las esta­
Cuando el progreso de mi historia me llevó a ocupar­ dísticas y otras obras de economía, aun suponiéndolos
me de las cuestiones actuales y cuando eché una m¡- exactos, son insuficientes para comprender al pueblo;

. 79 80
dan resultados parciales, artificiales, organizados desde precio por los “poetas obreros” que imitan los ritmos
un ángulo estrecho que se presta a los malentendidos. de Lamartine: “ Se cambian de ropa, se ponen guan­
tes para escribir y de esa manera pierden la superio­
Pero el hecho de oír a las gentes del pueblo obe­ ridad que le dan al pueblo, cuando sabe utilizarlos,
dece a objetivos mucho más importantes para Mi­ su mano fuerte y su brazo poderoso. [Porque] los
chelet; escucharlos permite, antes que nada, reencon­ verdaderos productos del genio popular no son los li­
trar las huellas de mundos desaparecidos y el pueblo bros sino los actos valientes, las palabras inteligentes,
es un “conservatorio” . Michelet recupera el enfo­ los discursos calurosos, tal como los recojo todos los
que de George Sand y de la Academia Céltica: días saliendo de una boca vulgar, discursos inspira­
dos en una boca que parecía la menos destinada a
Cuántas cosas borradas a medias en nuestras costum­ la inspiración.”24 Después de tantas reflexiones so­
bres populares parecían inexplicables, desprovistas de bre la función de la historia oral, el lector se sentirá
razón y sentido, que reaparecen para mí en sus coin­ tal vez decepcionado al ver la poca cantidad de alu­
cidencias con la inspiración primitiva y que mostraron siones a la encuesta in vivo; dos o tres solamente a
ser simplemente la sabiduría de un mundo olvidado.. . , propósito de la emigración alsaciana o del fraude en
pobres desechos sin forma que yo recogía sin recono­ las fábricas. El autor de E l pu eblo respondería sin duda
cerlos, aunque un cierto tipo de presentimiento me im­
que todas esas páginas se inspiran en esos diez años
pedía dejarlos tirados por el cam ino; los reunía al azar,
de escuchar. Eterno malentendido entre el historiador
llenaba con ellos los pliegues de mi abrigo [ . . . ] . Más
tarde, mirando con atención, descubría con una emo­ actual que tiene necesidad de referencias precisas y el
ción religiosa que no era piedra ni guijarro lo que ha­ romántico que nos pide que le tengamos confianza.
bía recogido sino los huesos de mis padres. Sin embargo, hay una ocasión en que vemos lo que
significó el recurso de escuchar, cuando evoca, muy
Es también la única manera de aprehender el “ins­ rápidamente para nuestro gusto, la doble memoria fa­
tinto del pueblo” , de su cultura, diríamos en la actua­ miliar, picarda y ardenesa: recuerda a sus hermanas
lidad. Pero la palabra cultura es demasiado débil y no casadas que se convertían en las “ humildes sirvien­
demasiado neutra. El instinto es la inspiración, el tas de sus señores hermanos” . “Sin embargo, varias de
amor, todo aquello que al liberarse permitiría darle ellas, sin cultura y en esa soledad en el límite de los
calor al cuerpo social y unirlo; recurrir a la fuente bosques, no por eso dejaban de tener una fina inteli-
oral no es un hecho secundario; permite alcanzar el
principio vital de toda sociedad. En efecto, para Mi­ 24 Le Peuple, edit. por Juillard, col. “Littérature”, 1965,
pp. 54, 55, 56, 176-177, 179, respectivamente; las dos alusio­
chelet “ el error del pueblo cuando escribe está siem­
nes a encuestas orales se encuentran en la página 95 y en la
pre en alejarse de su corazón, que es donde reside 126. La memoria familiar es relatada en las páginas 62-64.
su fuerza, para pedir prestadas a las clases superiores La excelente introducción de Robert Casanova sitúa muy bien
abstracciones o generalidades” ; de allí viene su des- el libro en la obra de Michelet, subrayando su importancia.

81 82
gencia. Le escuché a una de las mayores, que contaba el final de la historia. El procedimiento estaba ya en
antiguas historias de la frontera tan bien como Wal- germen en L a hechizada, donde el tema de la novela
ter Scott.” es evocado como recuerdo por un compañero de ca­
Michelet y George Sand apenas hicieron escuela mino del escritor, en la landa de Lessay. Sin duda, el
entre los historiadores. En cambio, se encuentra un episodio está tomado de Walter Scott en quien Bar-
amplio eco del valor del documento oral en Barbey bey se inspira conscientemente en esta serie noveles­
d’Aurevilly en relación con el recuerdo de los chua- ca. El artificio literario no está ausente de la actitud
nes.* El escritor normando parece haber sido incluso de Barbey d’Aurevilly que no parece, a diferencia de
el primero que utilizó la expresión historia oral en George Sand, haber recogido sistemáticamente una
L a hechizada, en 1852, a propósito del rapto del caba­ documentación oral. Para la preparación del Cheva-
llero des Touches, en la ciudad de Coutances (1799): lier des T ouches, encontró realmente un sobreviviente
de los autores del rapto en 1853, llamado La Vales-
Así com o se recogen algunas pulgadas de cenizas he­ nie, que le contestó por escrito: “Mi héroe casi cen­
roicas, yo había recogido todos los detalles de esta em­ tenario, poco legible, me dio muchos detalles, pero los
presa sin igual entre las más maravillosas fanfarronea­
nombres de sus compañeros están a veces velados por
das humanas. Las había encontrado allí donde, para
mí, yace la verdadera historia, no la de los cartapacios
la nube de su escritura incierta.” Aunque en la misma
o cancillerías sino la historia oral, el discurso, la tra­ carta confiesa a su corresponsal que su finalidad no
dición viviente que entró por los ojos y los oídos de es alcanzar la precisión del historiador: “por otra par­
una generación y que quedó, tibia por el seno que la te, no soy el prosaico de los detalles en la novela
llevó y los labios que la contaron, en el corazón y que proyecto. Hay algo mejor que la realidad: es la
la memoria de la generación siguiente.2*1 idealidad que al fin de cuentas no es más que la rea­
lidad superior” .
La estructura misma de la novela anunciada, y con­ No obstante, Barbey d’Aurevilly había comprendi­
sagrada al caballero des Touches, ilustra este texto. El do que la historia de ese tipo de guerras no puede
episodio principal, la liberación del agente de los prín­ hacerse sólo con las fuentes escritas; por eso advier­
cipes, es narrado en el curso de una velada a finales te al lector de L a hechizada en la introducción: “La
de la Restauración por personas que vivieron el acon­ guerra de los chuanes, bastante mal conocida, y que
tecimiento; a esa velada asiste un niño que no es otro sólo encontramos fiel y viviente en los relatos de al­
que el autor mismo. El relato lo apasionó tanto que, gunos hombres que actuaron en ella, quienes ahora
convertido en adulto, aclara el misterio que rodeaba al final de sus vidas son demasiado orgullosos o desen­
gañados como para pensar en escribir sus memorias,
* Chuán: insurrecto contrarrevolucionario del oeste de
esta guerra de guerrillas nocturnas, que no hay que
Francia durante la Revolución francesa. [T.]
25 CEuvres romanesques completes, Gallimard, la Pléiade, confundir con la gran guerra de la Vandea, es uno de
1966, p. 578. los episodios de la historia moderna que deben atraer

83 84
con mayor violencia la imaginación de los narra­ ble y viviente.”27 Ese tema de una Francisca depo­
dores.” sitaría de una tradición que la liga directamente con
Tampoco se puede poner en duda el papel de la me­ las figuras de San Andrés de los Campos vuelve como
moria familiar en la elección del tema. Cuando un un leitm otiv, por ejemplo, en su concepción del duelo
erudito local le reprocha “que el rapto de des Touches “de acuerdo con la canción de Rolando” .28
no dejó grandes recuerdos en la región”, Barbey ex­
plica a su amigo Trebutien: “Yo escuché hablar a Los relatos de viajeros que florecían en la época,
mi padre de este rapto como de algo heroico y titá­ con el primer desarrollo de lo que puede llamarse una
nico, quien tenía a uno de sus amigos, Juste le Bretón, curiosidad turística, no dejan de recoger anécdotas,
entre los doce que participaron.” Por otra parte, de­ leyendas y tradiciones orales. Sería demasiado largo
dicó a su padre la novela con una primera frase muy hablar de todos. Tomemos sólo como ejemplo A lta Sa-
explícita: “Cuántas razones tengo, padre mío, para boya, relatos de historia y de viaje, de Francis Wey,
dedicaros este libro que os recordará tantas cosas que financiado por el prefecto de la Alta Saboya para ha­
habéis guardado como un altar en vuestro corazón.”26 cer conocer mejor a los franceses una región que aca­
Más allá de divergencias ideológicas fundamentales, baba de ser unida al territorio francés. Paleógrafo, el
Michelet y Barbey d’Aurevilly descubrieron el peso de autor es también inspector general de los Archivos
la trasmisión oral por medio de la experiencia fami­ Departamentales. Presenta la región como un relato
liar. Es lo mismo que llevó a otro escritor de la me­ de viaje efectuado por él y un personaje ficticio — el
moria, Marcel Proust, a reconocer el valor de la tra­ persa ingenuo que en este caso es un inglés. La en-
dición oral, pero aquí el padre es remplazado por la cuestá oral ocupa un gran lugar, mezclada a la lectu­
sirvienta de la abuela, la asombrosa figura de Fran­ ra de los eruditos locales y en especial a los recuerdos
cisca que será testigo de su obra y le dará su ayuda. literarios de Jean-Jacques Rousseau, como lo dice,
Proust toma conciencia de ello al contemplar el portal por ejemplo en ocasión de su última visita a Annecy:
de San Andrés de los Campos: “Se sentía que las “Nos faltaba sólo ir a través de los viejos barrios co­
nociones que e! artista medieval y la campesina me­ sechando anécdotas y recuerdos, rejuveneciendo en el
dieval (sobreviviente en el siglo xix) tenían de la his­ teatro mismo de los hechos las impresiones de lectu­
toria antigua o cristiana, y que se distinguía por la ras pasadas.” Incluso sabe ironizar sobre su manía,
misma inexactitud y credulidad, él no las había recibido criticando al mismo tiempo un cierto tipo de encues­
de los libros sino de una tradición a la vez antigua, y ta: “Pero para agradarme [el compañero de viaje]
directa, ininterrumpida, oral, deformada, irreconoci- insistía sobre los rasgos costumbristas, tradicionales
o de usos, cosa que le indujo a averiguar con tono
20 Todos estos extractos de cartas, al igual que el prefacio,
son citados por el presentador de CEuvres romanesques, Galli- 27 A la recherche du temps perdu, Gallimard, la Pléiade,
mard, la Pléiade, Jacques Petit, pp. 1388, 1347, 1389 y 1385, 1954, t. I, p. 151.
respectivamente. 28 Op. cit., véase, entre otras, t. I, pp. 154, 649-650.

85 86
confidencia] e invitador si no había leyendas en el inútilmente: ‘ ¡Ven detrás mío, moruna!’ La santa se­
burgo. E l campesino boquiabierto nos miró uno des­ ñora había echado raíces como una fu e de pino. Al
pués del otro y nos vio sonreír como para invitarlo a ver eso, Burgnard dio vuelta la cabeza para mirar
hablar. Sí, repitió finamente Simeón, usted sabe, le­ lo que ocurría y se quedó con la cara sobre la es­
yendas. . . ” A lo cual el hombre respondió escanda­ palda, él y todos los que vinieron desde ese momento
lizado: “ ¡Ah! sí, había una, hace un tiempo; pero la hasta hoy son llamados todavía los cuellos torcidos.”
policía la expulsó.” Wey se interesa por todas las for­ Nuestro inspector de Archivos sabe finalmente mos­
mas de documentos orales, cuentos, leyendas histó­ trar cómo a partir de una fuente escrita puede crearse
ricas, costumbres, prácticas mágicorreligiosas: de esta una tradición oral cuando narra la superchería mon­
manera, al ser retenido por el mal tiempo en la ca­ tada por el historiador. Sismondi a propósito de una
baña de Pierre-á-Bérard, cuando trataba de realizar interpretación equívoca de una invocación a Nuestra
la ascensión del Buet, escucha largamente a un pastor Señora de los Pechos, santuario cercano a Saint Ger-
que se pone a “contarle invasiones de osos e historias vais. “Por otra parte con tanta hinchazón como poco
de bandidos muy bien puestas en escena. No sé muy pecho tenía una novia, este ingenuo relato del si­
bien si se divertía poniéndome a prueba, pero yo ad­ glo xvm, vestido con hábitos picarescos, no resiste
miraba en él los talentos naturales de los cuentistas el examen [ . . . ] . Sería inútil que habláramos de ello si
montañeses: un verdadero novelista no hubiera po­ [ . . .] esta leyenda trágico-picante no hubiera sido bien
dido componer sus relatos más hábilmente para causar conocida en la región. Se la ha difundido, se la ha va­
impresión” . Un poco más tarde, el mismo pastor le riado [ . . .] y algunas criaturas ingenuas van en estos
da una explicación del nombre de Pierre-á-Bérard y días a presentar a Nuestra Señora de los Pechos una
le cuenta “bellas historias sobre las costumbres del súplica ridicula con la apostilla de Ginebra.”29 Una uti­
ganado y de sus pastores” . Algunas de las anécdotas lización semejante de la encuesta por parte de un pa­
relatadas son muy ricas en significaciones, como la leólogo es sorprendente, aunque es cierto que Francis
de los “ cuellos torcidos” . “Todos son así en la fami­ Wey es un sobreviviente de la época romántica que
lia, y hace más de doscientos años. Es un maleficio participó de un cenáculo romántico y fue amigo de
de la Santa Virgen [ . . . ] por el tiempo en que los de Nodier. Además, se trata de lo que actualmente lla­
Ginebra y otros suizos arruinaban la región. Vinieron maríamos un reportaje, un género menor, desprecia­
a hacer limpieza en el convento con un tal Jean Burg- ble incluso ante los ojos de historiadores que quieren
nard, de aquí cerca, que dirigía la banda porque ha­ construir una ciencia histórica francesa digna de riva­
bía renegado de su fe.” Este hombre, en la línea de las lizar con la escuela de Ranke.
reformas iconoclastas, derriba la estatua de una Virgen
negra y la arrastra hasta “el valle de las rocas”. “Tiró 29 F. Wey, La Haute-Savoie, récits d'histoire et de voyage,
de la Virgen muy lejos pero ella se trabó y no quiso París, 1965, Slatkine Reprints, 1979, pp. 157, 443-444, 300
avanzar más. El crouille (malvado) se emperró y gritó y 303, 427-428 y 224, respectivamente.

87 88
Los que respondieron al llamado de Michelet y de sidad al conjunto de las tradiciones. F olclor d e Francia
George Sand en Francia ya no son los historiadores (1904-1907) es la primera síntesis sobre el tema. Ade­
sino personas con ambiciones más modestas que, a más, este autor cumplió una función decisiva en la
partir del Segundo Imperio, están construyendo una constitución de las primeras estructuras nacionales
disciplina autónoma: los folcloristas.30 Y una vez más creando en 1881 la colección “Literaturas populares
nos encontramos en Bretaña. La corriente impulsada de todas las naciones” , y en 1886 L a R evue des tradi­
por Aymar de Blois y Hersart de la Villemarqué pro­ tions populaires y la sociedad del mismo nombre.
sigue con Frangois-Marie Luzel (1821-1895) quien Sin duda su revista no fue verdaderamente la pri­
durante casi cuarenta años recorrió su región en bus­ mera en la materia, puesto que nueve años antes había
ca de, en primer lugar, los manuscritos de los “miste­ sido creada Mélusine, que tenía las mismas ambicio­
rios” bretones (¡prestigio de lo escrito incluso en un fu­ nes que las M em orias de la Academia Céltica, es decir •
turo folclorista!), y más tarde de los manuscritos de los el repertorio de la literatura popular y de las tradicio­
cantos (gwerziou y soniou), de los cuentos y de las le­ nes de las provincias de Francia. Por otra parte, si se
yendas. Como consecuencia de una recomendación quisieran buscar otros antecedentes, sería necesario
de su ilustre coterráneo Renán recibe del gobierno, en evocar la R evue des langues rom anes (fundada en 1870
1868, la misión de “ recoger las tradiciones orales que en Montpellier) y R om anía (París, 1872) que publica­
pudiesen servir para el estudio comparado de la histo­ ron regularmente el resultado en sendas recolecciones
ria, de la filología y de la mitología de los diferentes en lengua de oc. Sin embargo, alrededor de la revista
pueblos celtas”. Entrega al ministerio cinco informes de Sébillot se reagruparon aquellos que se llamó pri­
sucesivos de esta misión. En 1890 publica una anto­ mero los tradicionalistas antes de aceptar el término
logía de soniou con ayuda de su discípulo Anatole Le inglés de folcloristas. Un mapa establecido en 1893 por
Braz, quien se interesa particularmente en los ritua­ Sébillot sobre la exploración “ tradicionalista” ofrece
les y leyendas alrededor de la muerte; su leyenda de una idea de los resultados obtenidos, con sus puntos
L a m uerte entre los bretones arm oricanos es un clá­ fuertes y débiles; por los primeros están Bretaña (con
sico del género. Bretaña es también la tierra natal más de 600 cuentos recogidos), Picardía, Champagne,
de un hombre que desea superar la etapa de la re­ Alsacia, Provenza (más de 300); los puntos débiles son
colección para llegar a un análisis de etnógrafo que las zonas vírgenes o casi, Guayana, la región alpina,
se convirtió en etnólogo: Paul Sébillot (1843-1918). Turena. El mapa no deja de plantearnos algunos pro­
Pintor de origen, Sébillot comenzó recogiendo cuen­ blemas: ¿se trata de un mapa de las ausencias de
tos y leyendas aunque amplió rápidamente su curio-80 cuentos o de recolectores, y por qué? También descu­
brimos en él la red bien constituida con los investiga­
80 Para toda esta parte, remito nuevamente a Hier pour dores más conocidos, como Achille Montel y Louis
demain. . . , op. cit., “Le Mouvement des traditions populaires”,
pp. 127-144; véase también A. van Gennep, el artículo “Le Fol­ Lambert para Languedoc, Antoine Perbosc para Lo-
klore”, Croyances et coutumes populaires frangaises, op. cit. magne, Jean Frangois Bladé para la Gascuña, Carnoy

89 90
para el norte de Francia, Millin para Nivernais. Se entonces, la reunión tiene un aspecto oficial; de esta
debe atribuir una mención, especial sin duda, a Félix manera, en Cháteau-Queyras, los cantores, requeridos
Arnaudin (1844-1920) que hizo 20 mil kilómetros en por el alcalde, fueron reunidos en la sala principal de
bicicleta en la gran landa para recoger cuentos y can­ la casa comunal y allí, cada uno por turno dijo su
ciones y fijar en tres mil fotografías el mundo que canción, “ ¡muy contento estaba yo si podía conseguir
desaparecía. que no cantasen todos a la vez!” Sin embargo, el ca­
Prosiguiendo con la política cultural del Primer Im­ rácter obligatorio desaparece rápidamente: en el Delfi-
perio, el Segundo dio un cierto impulso a la recolec­ nado meridional “por lo común no se limitaron a
ción de la canción. Sobre este punto, Francia estaba cantar, quisieron darme también el espectáculo de la
retrasada en relación con los otros países europeos. vida popular misma. Así, en Mens, pueblo que podría­
En 1852, el ministerio del Interior lanza una gran mos llamar la capital del rigodón, las personas que se.
encuesta, con la colaboración de los docentes, sobre encargaron de iniciarme en los secretos de esta danza
la canción popular. Los resultados fueron depositados pintoresca no se conformaron con hacerme escuchar
en la Biblioteca Nacional. En la Tercera República las melodías cantadas, mandaron a buscar un menes-
todavía fueron emprendidas dos misiones más siste­ trel y bailaron como si hubiese sido día de fiesta” .
máticas: una, en los años 1880 en Bretaña con Que- De esos diversos encuentros se destacan algunas fi­
llien; la otra entre 1895 y 1900 con Tiersot en los guras privilegiadas que Tiersot se complace en citar,
Alpes. Los dos hombres hacen cantar y representar por ejemplo la anciana Fanny Roux de Bonneville,
a la gente de la región y anotan inmediatamente esas “ la primera persona que escuché el primer día de mi
canciones. Tiersot recoge de esta manera de 1 200 a entrada en Saboya” . Nacida en 1805, “esta buena mu­
1 300 canciones de los Alpes que publicó en 1900. jer pasó todo el siglo xix ofreciendo pasteles y frutas
En el informe al ministro y el prefacio de la antolo­ a los ingleses que atravesaban la ciudad para ir al
gía aparecen la amplitud y el carácter sistemático Mont Blanc hasta el día en que el ferrocarril le arre­
de la recolección con un cariz muy moderno. Tier­ bató esta forma de sustento” . Nuestro recolector se
sot se dirige en primer lugar, en cada departamento, encontró también con el tío Paulin de La Mure, “se­
al prefecto y al inspector de la academia y en los pue­ guramente el último hombre de Francia que había
blos al alcalde, al cura y al maestro porque hay que visto a Napoleón”. Al volver de la isla Elba, el Em­
“domesticar a los habitantes e inspirarles confianza. perador se había detenido algunos momentos en La
Para eso, el mejor medio es presentarse con el auspi­ Mure,
cio de personas que saben hablarles con su lenguaje.
juzgando que el momento era particularmente oportu­
Debo agregar que en general el campesino tiene res­
no para hacerse simpático al pueblo (é l) había lla­
peto por la autoridad y que, salvo excepciones, el mado cerca suyo a los niños que lo contemplaban con
hecho mismo de venir de parte del prefecto o del mi­ asombro y les habló. ¡El tío paulin fue uno de los
nistro lo predispone favorablemente” . Al principio que recogió sus augustas palabras! [ . . .]. Hubiera sido

91 92
muy descortés no pedirle alguna de esas canciones so­ nier Clément de Tour [...]; ellos, buscando en su
bre Napoleón cuyo recuerdo no se borró en los valles memoria bien provista, hicieron salir canciones en gran
alpestres y él nos complació con gran gusto; pero me cantidad que yo anoté. Mejor aún, Clément Mugnier
contó muchas otras cosas también, me cantó rigodones me mostró dos viejos cuadernos manuscritos conserva­
en el dialecto de la región, canciones populares fran­ dos por su familia, de los cuales uno comenzaba en
cesas que recitó con un buen humor contagioso y con 1794 y el otro en 1810. Allí encontré la letra de más
una voz bella todavía, cuyo timbre apenas había sido de cien canciones antiguas, un tercio por lo menos per­
alterado por la edad. tenecía al género que yo buscaba y eso tuvo una doble
ventaja: por una parte, esos cuadernos me proporcio­
Es decir que la investigación folclórica conduce a naban textos que se remontaban a una tradición cen­
menudo a una búsqueda más amplia sobre el pasado. tenaria, por la otra, al refrescar la memoria de los
El tradicionalista que sabe superar las ideas fijadas de cantores que las habían escuchado durante su infancia
antemano tiene también la cualidad de la obstinación y olvidado luego, les permitía volver a encontrar las
del buen encuestador. Citemos esta última anécdo­ melodías que de esta manera pude anotar, completan­
ta, un poco larga, que describe el procedimiento de do con la música las canciones de las que la escritura
Tiersot y hace entrar en escena un personaje célebre había conservado sólo las poesías.31
del alpinismo, Charlet-Straton, el vencedor del monte I' . . , ..
A diferencia del periodo anterior, la separación en­
Dru. Al mismo tiempo vemos los vaivenes entre lo tre la historia y este tipo de investigación se había
oral y lo escrito: agrandado hasta el punto de volverse infranqueable;
En Chamonix creí primero que no encontraría nada; incluso si los folcloristas adoptan aparentemente una
vi a varios habitantes que me habían indicado como perspectiva histórica, puesto que muchos de ellos quie­
personas conocedoras de todo lo relacionado con las ren volver a encontrar “ la forma primitiva” conside­
costumbres del país: el señor Tairraz, antiguo alcal­ rada como la única auténtica, mientras que cualquier
de, presidente del Club Alpino Francés; el señor Si- otra forma se veía como alteración. Semejante con­
mond, notario y el señor cura de Chamonix; todos me cepción elimina la historia al suprimir el tiempo, pues
aseguraron que no se cantaba en el valle, que los cam­ supone una cultura popular inmóvil donde el único
pesinos, muy ocupados en servir de guía a los turistas proceso de evolución es la declinación y la desapari­
no tenían tiempo de aprender canciones. No me di por ción al contacto con lo escrito y con la modernidad.
vencido a pesar de todo. Me habían dado un último
Esto tiene como consecuencia la creencia en un mun­
nombre: Charlet-Straton, famoso entre los que cono­
cen íntimamente todos los secretos de la montaña en do popular que vive en completa autonomía. Actual­
la aldea de Argentiére y la de Tour. No perdí mi tiem­ mente, frente al aumento de la urbanización y de la
po al ir a buscarlo tan lejos, porque descubrí final­ 31 J. Tiersot, Chansons populaires recueillies dans les. Alpes
mente lo que me habían ocultado hasta entonces. Gra­ frangaises (Savoie et Dauphiné), Grenoble, 1902, Laffitte Re-
cias al señor Charlet-Straton me puse en comunicación prints, Marsella, 1979, informe p. iv, prefacio pp. vi, x, XI,
con los señores Ravanel, maestro en Fasserans, y Mug- informe p. X I, respectivamente.

93 94
industrialización, la única salida sería la muerte y los zón Frangois Marie Luzel. Después de ello ya no fue
folcloristas tendrían la misión de conservar a los tes­ posible contentarse con la aproximación: cada térmi­
tigos de una riqueza en vías de desaparición. De allí no tiene su importancia. Esos recolectores modestos
viene la tendencia a realizar encuestas únicamente en desempeñan para el documento oral el mismo papel
el campo, si es posible en el más alejado, haciendo que los benedictinos de Saint Maur para el manus­
preguntas a las personas más ancianas y buscando he­ crito en el siglo x v ii . Sólo a partir de allí se puede
chos raros y curiosos. La alegría de George Sand o encarar una crítica del “ texto” oral.
de Michelet al descubrir en la sabiduría del pueblo Otro tipo de ciencia que, por definición, tiene la
elementos con los que el cuerpo social podía ser rea­ preocupación por el término exacto es la lingüística,
nimado, y que establecían puente entre el pasado y el o más exactamente, en el caso que nos interesa, la
presente, fue remplazada por una especie de pesi­ dialectología y la geolingüística. El descubrimiento de.
mismo sobre el devenir. Por otra parte, ¿qué puntos la diversidad de las hablas francesas no data de la se­
en común encontraban los historiadores del problema gunda mitad del siglo xix. Pensemos en la primera gran
oriental o de los conflictos entre el pasado y el Im­ encuesta moderna sistemática: la del abate Grégoire
perio con los estudiosos que recolectaban informa­ sobre el estado de los dialectos en relación con el fran­
ciones de las fogatas de San Juan o escuchaban le­ cés, trabajo que ya mencionamos más arriba. En 1807,
yendas, poéticas tal vez, pero aparentemente cortados el ministro del Interior le pide a Coquebert de Mont-
de toda realidad? El mundo campesino donde se en­ bret que traduzca la parábola del hijo pródigo a todas
contraban esas rarezas no era “actor de historia” ¡y las variedades de dialectos, para conocer mejor la di­
no debía atraer la atención de la gente seria! versidad de las hablas regionales. Más tarde, a lo largo
En la actualidad, incluso si no compartimos la vi­ del siglo, los eruditos locales recogen con amor las
sión implícita de los folcloristas, estamos obligados a expresiones locales, hacen glosarios, diccionarios y gra­
reconocer toda la riqueza de documentación que han máticas. Incluso ni siquiera George Sand desdeñó ese
acumulado sobre un mundo y sobre unas realidades trabajo, ya que se encontró entre sus manuscritos un
que en aquella época no interesaban al historiador. glosario de 530 palabras del dialecto de Berry y una
Quien quiera escribir la historia “de las fiestas, de la gramática, y Barbey d’Aurevilly salpica de expresio­
muerte, de los amores campesinos” de la familia, no nes normandas L a hechizada. En Provenza y en las
puede prescindir de esa fuente. Pero aún hay más: provincias de lengua de oc, el movimiento felibrige*
la propia técnica de la historia oral es deudora de los no quiere conformarse con salvar los dialectos, tie­
“tradicionalistas” ; les debe la noción de respeto por el ne por objetivo restaurar la dignidad del provenzal
texto en su literalidad, no sólo para el contenido sino
para la forma. “Fui el primero en dar versiones exac­ * Felibrige: Movimiento literario provenzal creado en 1854
por Federico Mistral y otros escritores. Su fin era el manteni­
tas y perfectamente auténticas de nuestros cuentos miento y depuración de la lengua provenzal y otros dialectos
populares bajo-bretones” , se gloriaba con toda ra­ occitanos. [T.]

95 96
como lengua con plenos derechos, lengua tanto escri­ de la conquista romana.” También es significativo que
ta como oral. Rousselot, como el dialectólogo saboyardo, vea en este
Sin embargo, sólo después de 1870 la dialectolo­ estudio a un servidor de la historia:
gía supera el estadio empírico y se constituye como
ciencia. Por todos lados se apela a las encuestas sis­ L a filología no es la única que aprovecha el estudio
temáticas; tomemos un solo ejemplo: el primer con­ del dialecto. L a historia de las razas, las costumbres,
greso de las Sociedades Culturales de Saboya pone en las instituciones, la religión y la psicología misma en­
contrarán útiles informaciones en esos estudios. Todas
el orden del día las investigaciones concernientes a
las fases por las que pasó la vida de un pueblo han
los dialectos y pregunta: “¿sería posible hacer en cada
dejado huellas en su lengua. L a fecha o el origen de •
distrito estudios sobre los dialectos y recoger los viejos una palabra a menudo pueden ser determinadas con
cantos populares?” Uno de los participantes muestra certeza por la fonética; ahora bien, la fecha y el origen
muy bien el nuevo alcance científico cuando afirma: de la palabra dan la fecha y el origen de la cosa.83
“Esos estudios, sobre todo si pudieran llevarnos al des­
cubrimiento de las leyes de formación del dialecto, Gilliéron fue alumno de Gastón Paris en la Escue­
rendirían importantes servicios a la historia [ . . . ] , la la de Altos Estudios; Gastón Paris estudiaba la len­
filología francesa se beneficiaría con toda certeza de gua a partir de los textos medievales; su discípulo la
esos trabajos.”32 Sin embargo, dos hombres cumplirán estudiaba a partir de la expresión oral — esto repre­
una función particular: el abate Rousselot y el lin­ senta toda la evolución de la filología a la dialec­
güista suizo de origen hugonote Jules Gilliéron; ambos tología que toma también en cuenta las variaciones
fundan en 1887 la R evue des patois gallo-rom ans y en el espacio. A fines del siglo xix, Gilliéron em­
en 1893 la Sociedad de las Lenguas de Francia. El pri­ prende la realización de un gran Atlas lingüístico de
mer artículo de la revista, redactado por Rousselot Francia, con ayuda de Edouard Edmont. Edmont
es una verdadera defensa e ilustración de los dialec­ hizo encuestas en 600 puntos geográficos auxiliado por
tos: “Los dialectos ya no representan para la ciencia un cuestionario con palabras o frases cortas. Gilliéron
lo que se ha creído durante largo tiempo, jerigonzas vertía sobre mapas en blanco las respuestas y esto ha­
informes y groseras, fruto apenas de la ignorancia y cía aparecer áreas lingüísticas. El Atlas se publica de
el capricho, ‘taras del francés’, dignas a lo sumo de 1902 a 1910.
un interés curioso. Los dialectos han conquistado el Sin embargo, Gilliéron tenía curiosidad por fijar
lugar que les corresponde al lado de nuestra lengua únicamente la palabra bajo su forma escrita, puesto
literaria de la cual son hermanos al pertenecer como que desde 1877 se podían reproducir las voces, gra­
ella al latín vulgar que se habló en las Galias a partir cias a Charles Cros por una parte, y por otra a Edison.
82 Citado por J. Desormaux en su prefacio al Dictionnaire El gran lingüista Ferdinand Brunot tenía conciencia de3
savoyard, Annecy, 1902, Slatkine Reprints, Ginebra, 1973,
p. VIII. 33 Revue des patois gallo-romans, I-I, 1887.

97 98
esa paradoja cuando inauguró, el 3 de junio de 1911, Graban más de 200 discos con relatos cortos de los tra­
los Archivos de la Palabra, un laboratorio de graba­ bajos del campo, cuentos populares y canciones. Todas
ciones de la Universidad de París, creado con la ayuda esas grabaciones fueron transcritas y acompañadas de
del industrial Émile Pathé: fichas que describen al interlocutor y las condiciones
de la entrevista. En 1913, los dos hombres volvieron
Una de las tareas más urgentes será la de ir en primer a comenzar el trabajo en Berry donde grabaron los
lugar hacia lo que se va a perder. Tenemos alrededor cantos de los labradores, de los pastores y el reperto­
nuestro a grandes ancianos que se mueren: son nues­
rio de Louise Briaud, la antigua sirvienta de George
tras costumbres dialectales [ ...] Todo el mundo ha
observado la dificultad que se experimenta para leer Sand. Recorrieron también el Limousin haciendo ha­
un texto impreso en dialecto, y la imposibilidad de blar libremente a las personas de edad sobre su vida
leerlo si no se lo conoce. El documento hablado ani­ cotidiana. En relación con las encuestas lingüísticas
mará y esclarecerá lo que la escritura ha podido fijar. anteriores, el proyecto se amplió, la entrevista semidi-
El verdadero Atlas lingüístico de Francia debe hacerse rectiva sucedió al cuestionario, el documento etnográ­
todavía.*4 fico se agrega al documento lingüístico, cosa de la
que Charles Bruneau tenía conciencia: “El conjunto
Para su primer director, los Archivos de la Pala­ de nuestros discos no es, por otra parte, exclusiva­
bra debían ser útiles a la etnografía también. Olvido mente una antología de palabras o de formas dialecta­
significativo: la historia no es citada. De hecho, las les; constituyen también una síntesis de la vida en las
primeras colecciones conservadas por esta nueva for­ Ardenas con sus trabajos, sus usos, sus costumbres,
ma de archivos pertenece al ámbito de la lingüística sus cantos y su lenguaje particular.”38 Los Archivos de
y de la etnología. la Palabra llevan a cabo una operación de naturaleza
En 1912, Ferdinand Brunot y su homónimo Char­ aparentemente histórica: la colección de las voces cé­
les Bruneau establecen dos misiones para grabación: lebres; pero como el título lo indica, los responsables
envían cartas a las autoridades locales, maestros, cu­ buscan sobre todo conservar para la “posteridad” un
ras y alcaldes, y en el mes de junio parten con el vestigio de la voz y no tanto un testimonio inédito:
“ autocar fonográfico de los Archivos de la Palabra” , Guillaume Apollinaire, Émile Verhaeren, Raymond
junto con un ingeniero en sonido, hacia las Ardenas. Poincaré, Viviani y el capitán Dreyfus leyeron sus poe­
mas unos, sus discursos políticos o sus memorias los
34 Para la creación de los primeros archivos sonoros y las
fonotecas en Francia, véase J. Thévenot, “Les Machines par­ otros.
lantes et discothéques, phonothéques et tenidiothéques”, G. Sa­ La institucionalización de archivos sonoros apare­
maran, L ’Histoire et sea méthodes, Gallimard, la Pléiade, ce de manera muy tardía en Francia: ya habían sido
pp. 802-819, pp. 1184-1204, y M. F. Calas, “Les Débuts des creados en Viena, en la Academia de Ciencias, en 1899
archives sonores et visuelles”, Ethnologie franfaise, oct.-dic.,
1978, pp. 331-336. El texto de F . Brunot está citado por 35 Tomado de la Revue Historique ardennaise y citado por
J. Thévenot, p. 1189. M. F. Calas.

99 100
y en 1904 en Berlín. Seamos justos sin embargo: an­ cornetines, interpretadas por la Guardia Republicana’
tes de 1911 existían en Francia algunos trabajos de y monólogos picantes, nasalizados por histriones des­
grabación. El primero conocido y conservado estu­ alentadores.” Con más razón lamentamos no haber
vo al cuidado de Gustave Eiffel con cilindros y un fo­ encontrado algunos documentos históricos grabados,
nógrafo recibido de manos de Edison, en ocasión de la como la declaración del duque de Orléans, captada
Exposición Mundial de 1899. Pero para el ilustre inge­ subrepticiamente por Gastón Calmette en Clairvaux
niero la grabación era una diversión, un juego de so­ (¿es la primera grabación clandestina de un perio­
ciedad o, en el mejor de los casos, un libro de oro y dista?), o el mensaje sonoro enviado por el célebre
una dedicatoria. Por ejemplo, el 4 de febrero de 1891 dirigente húngaro Kossuth a los patriotas de su país
se puede escuchar: “ Deberás (decía Eiffel al fonógra­ en 1890.a6
fo) repetir las palabras de esas encantadoras perso- El trabajo llevado a cabo por el doctor Azoulay por
nitas y sobre todo les dirás que contamos con ellas el cuenta de la Sociedad de Antropología en el momento
9 de febrero para que vengan a tomar una taza de té de la Exposición de 1900 es la primera colecta cien­
y que sería un gran error si llegaran a faltar. Repeti­ tífica de grabaciones; desde el primer instante aparece
rás esto, ¿no es cierto?, sobre todo porque las palabras ante los especialistas como un modelo: cada fonogra­
grabadas nos servirán de recuerdo para la velada de ma transcrito está acompañado por verdaderas fichas
hoy.” Ciertamente, todo tiene valor histórico, como con informaciones sobre el locutor, el género de dis­
10 observa J. Thévenot a propósito de los fonogramas curso y las condiciones técnicas de la grabación.
de otras colecciones salvadas: “Escuchar a un anó­ ¿Es necesario recordar las ceremonias del entierro,
nimo de fines del siglo xix enunciar las disposiciones en los sótanos de la Ópera, de discos de los artistas
que toma para preparar la partida de su familia de líricos y de los instrumentistas más célebres, una pri­
vacaciones al mar [ . . . ] no deja de tener su interés.” mera vez el 31 de diciembre de 1907 y la segunda el
Empero, imaginemos todo lo que habría podido con­ 13 de junio de 1912? Esos discos deben ser desente­
servarse, incluso a nivel de la historia social más ba­ rrados en el 2007 y 2012, un siglo después, y son un
nal. ¡Baste con ver todo lo que nos sugieren hoy las testimonio sobre todo para un cierto tipo de concep­
numerosas cartas postales que constituyen la alegría ción sobre la memoria y la posteridad muy determi­
de los coleccionistas y de los editores de la vida co­ nadas por la época, como si los individuos, aunque
tidiana del pasado! ¡Qué bien comprendemos las amar­ sean gloriosos, separados de sus raíces y de su medio
gas quejas del primer conservador de la Fonoteca Na­ pudieran provocar otra cosa que la curiosidad anec­
cional!: “Las primeras demostraciones fonográficas dótica, o peor aún, la incomprensión. Todo ello prueba
datan de 1878. Víctor Hugo murió en 1885. ¡Y no te­ que fuera de algunos precursores, lingüistas o etnó-
nemos ninguna huella de su voz soberana! En cambio,
tenemos gran cantidad de ‘incunables’ del sonido en Para todos los ejemplos y las citas, véase J. Thévenot,
viejos cilindros Edison con ‘polcas brillantes, para dos op. cit., pp. 805, 1191.

101 102
logos, apenas se comprendió las posibilidades de esta phael Samuel y a Paul Thompson.38 El mayor historia­
nueva técnica. Los historiadores son los grandes au­ dor inglés del siglo xex , Macaulay, no desdeña las fuen­
sentes, insensibles a la voz de Michelet, pero al fin y tes orales y las utiliza en su Historia d e Inglaterra
al cabo Michelet “no era más que un rom ántico.. . ” desde el reinado de Ja c o b o II (1848-1855). Por ejem­
También son ^sensibles a la voz de los periodistas, plo, cita una canción callejera a la que califica de
que en la misma época están afinando una técnica de “grito amargo y violento del trabajo contra el capital” ,
información retomada por la historia oral, la entrevis­ y agrega: “Los medios populares de esta época no te­
ta. A partir de 1884 la entrevista es utilizada en Fran­ nían la costumbre de hacer m eetings y peticiones al
cia: en la prensa popular barata, para las gacetillas Parlamento. Ningún diario abogaba por sus causas.
y los crímenes, se pregunta a los testigos o a las víc­ Gran parte de su historia sólo puede ser conocida por
timas y se transcriben las respuestas orales cortas. las canciones.” En el momento en que Macaulay es­
Prolongamiento de la encuesta, la entrevista la hace cribía este texto, Cecil Sharp recogía sistemáticamente
más viviente; poco tiempo después, se comienza a las melodías populares inglesas, y un periodista, Henri
preguntar a los políticos sus puntos de vista sobre tal Mayhew emprendía una gran encuesta sobre la po­
o cual acontecimiento. La técnica se perfecciona con breza. Para hacer esto, escogió en cada profesión per­
Jules Huret quien, para realizar una encuesta sobre sonas representativas y casos extremos, se carteaba
la evolución literaria, interroga en 1891 a 64 escrito­ con ellos pero los interrogó también con una gran
res. Philippe Lejeune observa: “ Fue uno de los pri­ simpatía; tenía la preocupación, muy moderna, de la
meros en crear el acontecimiento por medio de la exactitud de los discursos recogidos; siempre estaba
entrevista y no la entrevista alrededor de un aconte­ acompañado por un estenógrafo y en sus artículos que
cimiento.”37 Volvió a hacer el mismo tipo de trabajo luego dieron lugar a un libro publicado en 1851, citó
en relación con la cuestión social. fragmentos de sus entrevistas. Sería fácil replicar en
este último caso que Mayhew era un periodista pre­
cursor de un Jules Huret y no un historiador oral,
pero los primeros historiadores de la revolución in­
¿ U na historiografía anglosajona
dustrial inglesa también utilizaron ampliamente la
MÁS ABIERTA?
encuesta oral. Por ejemplo, la Historia d e la fabrica­
ción de la lana peinada de John James “ está condi­
Pienso que el rechazo total a la encuesta es una ca­
mentada por los relatos de octogenarios y nonagena­
racterística de la historiografía francesa (y en alguna
rios, algunos recogidos oralmente, otros escritos por
medida de la germánica). En la Gran Bretaña, el di­
pedido expreso del autor” . Para escribir el relato de
vorcio es mucho menos grande si le creemos a Ra-
38 Los ejemplos y las citas de estos últimos párrafos provie­
37 Véase Philippe Lejeune, Je est un autre, Le Seuil, colec­ nen del artículo de R. Samuel y del libro de P. Thompson
ción Poétique, 1980, pp. 104-110, cita p. 107. cuyas referencias están en las notas 1 y 20 del cap. I.

103 104
las sublevaciones ludditas* de 1812 en el valle del río los oficios del hierro, el acero, e l alum inio y otros,
Spem (1888), Frank Peel recogió la mayor parte de va más lejos todavía porque se servirá de muchas
sus informaciones de un viejo rebelde, “su héroe lud- tradiciones orales locales para revivir los comienzos
dista, escribe Peel, era John Baines, el líder de Hali- de la industrialización hacia 1760-1770.
fax, y como él me repetía con fuego y energía el apa­ La historia local también da lugar a la utilización
sionado discurso pronunciado por ese viejo demócrata de la fuente oral en la concepción del libro de Richard
inquebrantable en el albergue de San Crispín, me im­ Gough. L a vitrina del zapatero, de George Herbert,
presionó esta prueba de su memoria excelente y el por ejemplo reconstituye, casa por casa, la vida de
entusiasmo que ponía en el relato” . Emprendió su en­ modestos artesanos y comerciantes de la región de Ox­
cuesta porque fue uno de los primeros en tomar con­ ford hacia 1830. En Escocia ese tipo de publicaciones
ciencia de las amenazas que pesan sobre las fuentes tuvo un éxito realmente popular: se encuentra en ellas
orales del asunto: retratos de pequeños nobles y también personajes mu­
cho más humildes. Una vez más, la comparación con
Recogiendo datos entre algunas personas de edad de Francia es esclarecedora: también aquí las monogra­
la localidad para conocer las cosas por experiencia per­ fías locales se multiplican, pero los eruditos franceses
sonal, me asombré al comprender que mis informantes
recurren poco a la tradición oral o a las informaciones
estaban todos muy cerca del fin de su vida, muchas in­
recogidas por medio de encuestas; esos eruditos pre­
formaciones relacionadas con el movimiento luddista
iban a perderse para siempre, a menos que alguien se
fieren los textos.
tom ara el trabajo de recolectarlas y conservarlas. T am ­ Hay sin embargo un punto en el que convergen his­
bién decidí extender considerablemente el campo de mis toriadores ingleses y franceses: la falta de interés por
investigaciones; un poco más tarde visité personalmente los aportes de la dialectología. Éste es un hecho tanto
a casi todos los viejos que todavía vivían y que eran más curioso cuanto que en el caso inglés la fuente es
capaces de aumentar mis conocimientos sobre los lud- mucho más rica que en Francia y fácilmente accesi­
distas y sus prácticas.3® ble: la English Dialect Society reedita de 1875 a 1905
todos los glosarios ya publicados. Ahora bien, son muy
Los trabajos de Béatrice y Sidney Webb sobre el tra-
numerosos y a menudo antiguos como ya lo hemos di­
deunionismo están también parcialmente fundados en
cho. Es cierto que los pequeños nobles que redactaban
la encuesta oral. Charles Wilkins, en L a Historia de
esos glosarios tenían a veces tendencia a endulzar cier­
* Ludditas (de John Ludd que habría destruido las máqui­ tas palabras o ciertas realidades. Con excepción de los
nas textiles hacia 1780): obreros ingleses que se organizaron mineros, el mundo rural es privilegiado en lo que se
para destruir las máquinas acusadas de provocar el desempleo. refiere a la historia oral, y cuando se hace una reco­
Comenzaron en Nottingham y se extendieron por toda Ingla­
pilación en una ciudad se deja de lado el lenguaje de
terra desde 1812 a 1816. [T.]
39 Estas citas están sacadas del artículo citado de Raphael los artesanos. Sólo los glosarios de Londres presentan
Samuel, p. 15, para la primera, y p. 16 para la segunda. el lenguaje del hampa y hacen referencia a la realidad

105 106
del crimen. Sin embargo el historiador encontraba en
esos glosarios lo que buscaba. Empero ¿debemos fi­
nalmente asombrarnos de que los precursores de la his­
toria oral no hayan aprovechado mejor ese material?
III. E L NACIMIENTO DE LA HISTORIA
Incluso si su curiosidad parece más abierta que la de
sus colegas franceses, siguen siendo hombres de su ORAL MODERNA
tiempo, poco curiosos de las “singularidades del mun­
do popular y de su lenguaje”.
En principio pues, la menor alergia al testimonio C uando una técnica es al mismo tiempo un fenómeno
oral facilitó seguramente el arranque más precoz de de civilización, el problema de “quién fue el prime­
la historia oral británica cuyas formas vamos a exami­ ro” es siempre delicado; varias personas, varios países
nar en un capítulo próximo. Aunque esto significa pueden reclamar la primogenitura. Sin embargo, en
postergar el problema, porque siempre quedará por este caso los historiadores se pusieron de acuerdo sin
explicar de dónde vienen las diferencias de compor­ mucha discusión; la historia oral nació en los Estados
tamiento de las dos historiografías en lo que se re­ Unidos poco después de la segunda Guerra Mundial
fiere a los periodos históricos de duración media. y sólo se difundió fuera de sus fronteras a fines del de­
cenio de 1960 con desigualdades geográficas notables,1
siendo el Reino Unido el primer afectado; en cambio
Francia se contagia más tarde, sólo desde hace cinco
o seis años (1978). Sin duda la realidad es siempre
compleja y se podría alegar con toda razón que la pri­
mera institución que grabó a las personas de edad con

1 Todavía no existe una obra de síntesis sobre el tema, aun­


que el libro de Paul Thompson, The Voice of the past, esen­
cialmente centrado en el movimiento británico, haga numerosas
alusiones a las experiencias norteamericanas. Pero se puede
tener un buen conocimiento del tema a través de varios ar­
tículos: en particular L. M. Starr, op. cit., pp. 440-463; Joseph
Roody, “Soudings from the Sony Age”, Marcel Dekker Inc.,
Oral History, The Rockefeller Foundation illustrated, vol. III,
núm. 3, marzo de 1977; W. K. Baum, “Oral History in the
United States”, Oral History, vol. I, núm. 3, pp. 15-19; Paul
Thompson, “Oral history in North America”, Oral History,
vol. 3, núm. 1, primavera de 1975, pp. 26-40. En la primar
vera de 1978, visité por mi parte los centros de Columbia,
Berkeley y el Northeast Folklore en Orono, Maine.

107 108
objeto de constituir archivos orales no era norteame­ que a nadie se le hubiera ocurrido entrevistar al pre­
ricana sino sueca; que la primera experiencia que sidente Cleveland y a sus colaboradores: “ existían
utilizó de manera amplia las posibilidades de la escue­ varios organismos encargados de conservar los archi­
la no es el F ox fire georgiano en 1966 sino los irlan­ vos de los hombres desaparecidos hace tiempo, pero
deses treinta años antes; a su vez, ingleses, italianos, ninguno para recoger información sobre el pasado re­
polacos, canadienses e incluso franceses (con Roger ciente, sobre las personalidades del mundo de la polí­
Thabault) podrían presentar trabajos contemporáneos tica, los negocios u otros sectores de actividad”. Des­
o hasta ligeramente anteriores a los trabajos nortea­ de 1938, Nevin propuso crear “una organización que
mericanos. Esto prueba nada más que, como dice la realizaría un esfuerzo sistemático para obtener de nor­
expresión popular, “la idea flotaba en el aire”. Pero teamericanos que todavía vivieran y que tuvieron vi­
si nos atenemos a lo menos discutible, la institucio- das significativas, por medio de la palabra oral o escri­
nalización de la práctica, su carácter sistemático con ta, la relación más completa posible de su participación
una técnica enseñada y difundida, la historia oral co­ en la vida política, económica y cultural de los últimos
menzó el 18 de mayo de 1948, cuando Alan Nevin, sesenta años” . Durante diez años, Alan Nevin corrió
de la Columbia University, dirigió su primera entrevis­ tras un mecenas. Por fin, en 1948, el legado hecho a
ta a un político de la ciudad, George Mac Aneny. la Universidad de Columbia por un rico historiador,
legado destinado a los estudios históricos y del cual una
pequeña parte fue consagrado al proyecto de Nevin,
¿ L a historia oral n orteam ericana es h ija permitió la creación del primer centro de historia oral
DEL PERIODISMO? del mundo. La cantidad inicial era pequeña (tres mil
dólares), y un consejo de facultad escéptico había li­
¿Debemos también en este caso, como en el de Eu­ mitado la experiencia a la historia municipal de Nue­
ropa, evocar a los precursores que recogieron recuer­ va York; por estas razones Nevin, ayudado por un
dos de testigos? La respuesta debe ser matizada. Los estudiante encargado de tomar notas, comenzó inte­
investigadores que trabajaban en la biblioteca Bancroft rrogando el 18 de mayo de 1948 a un político local.
de la Universidad de Berkeley y utilizaban las encues­ Un mes más tarde, en California, se perfeccionaba el
tas del donante pidieron inútilmente, desde 1943, al grabador de cinta magnetofónica; esto le permitió gra­
consejo de administración el permiso para retomar bar a su quinto informante, el juez Hand, desde co­
la empresa del hombre de negocios californiano y con­ mienzos de 1949. El campo de la experiencia se exten­
tinuar recogiendo los recuerdos de este siglo. dió rápidamente a escala nacional y en 1950 Nevin
En cambio, un hombre conoció la encuesta de Ban­ pudo lanzar, al mismo tiempo que las historias de vi­
croft y se refirió a ella: Alan Nevin. Periodista e his­ das, un proyecto con tema determinado, los comien­
toriador, Nevin se lamentaba, al escribir en 1931 una zos de la radio, gracias a la ayuda financiera de una
biografía del presidente Cleveland, por el hecho de organización llamada “los precursores de la radio” .

109 110
Los primeros locutores, técnicos y directores propor­ Es decir que los proyectos de historia oral son muy
cionaron cuatro mil páginas de transcripciones de en­ dependientes de los donadores de fondos, y esto en
trevistas. Algunos meses más tarde se comenzaba una ciertos casos no deja de tener consecuencias en la va­
encuesta sobre la empresa Ford, que progresivamente lidez científica del trabajo: por ejemplo, los proyec­
fue tomando amplitud puesto que fueron interrogadas tos dedicados a la historia y financiados por empresas
434 personas; todo ello representó 26 mil páginas de industriales corren el riesgo de ser unilaterales al des­
transcripción. En 1958, Nevin se retiró y cedió el lu­ cuidar las tensiones sociales en el interior de las pro­
gar a Starr, y en 1960 el centro publicaba su primer pias empresas. El fenómeno por otra parte no es inhe­
catálogo, T he Oral History Collection, que contaba rente a la industria sino que ocurre con cualquier
ya con 30 mil páginas de testimonios. Quince años institución. Paul Thompson cita un ejemplo casi ca-
más tarde, el centro había interrogado a 3 500 per­ i ricaturesco: en un programa dedicado a la historia
sonas con 15 mil horas de grabación, o sea más de ’l de la Universidad de Berkeley, financiado por los
425 mil páginas de transcripción. t| alumnos, estos últimos tenían directamente el control
Durante mucho tiempo, el centro sirvió de modelo ’l de la elección de los informantes con el curioso re­
para otros proyectos de historia oral en los Estados sultado de que no sólo eran dejados de lado todos los
Unidos que retomaron sus principios. En primer lu­ líderes de los años 1960 sino que también el propio
gar, la grabación sólo es un medio y la cinta mag­ presidente de la universidad.3
nética es un estado provisional de la constitución del Además, el centro pretende ser únicamente banco
documento: cada entrevista es sistemáticamente trans­ de datos y fabricante de archivos orales; deja a otros
crita y dactilografiada, enviada a las personas interro­ el cuidado de explotar esos datos, interpretarlos o ha­
gadas que releen la transcripción, la corrigen y even­ cer síntesis. Starr es muy modesto en su definición:
tualmente la modifican; y el centro establece un ín­ “Como la arqueología, la historia oral es más una
dice de nombres propios y de temas, adjunta fotografías herramienta que una disciplina.”4 Paradójicamente,
y elementos complementarios. Desde esta perspecti­ esta técnica revolucionaria está al servicio de una
va, el documento original no es la cinta, por la que epistemología histórica un poco arcaica de comien­
hay poca preocupación, sino el texto escrito y corre­ zos de este siglo: la historia “fáctica” de los grandes
gido. Semejante método hace que cada memoria sea hombres.
muy cara y supone grandes recursos financieros. En
1977, p. 114. Willa K. Baum es aún más exigente puesto que
1977, el manual de iniciación al método más conocido afirma que poner a punto una entrevista toma 63 horas (en­
calculaba que poner a punto una hora de entrevista trevista de una hora u hora y media); véase Transcribing and
en cuarenta horas de trabajo representaba un gasto de editing oral history, Nashville, American Association for State
210 a 300 dólares.2 and Local History, 1977, pp. 18-19.
3 Paul Thompson, “Oral History in North America”, op. cit.,
2 Véase Cullom Davis, Kathryn Back y Kay Mac Lean, p. 33.
From tape to type, Chicago, American Library Association, * L. M. Starr, op. cit., p. 454.

111
Las entrevistas buscan más establecer los “hechos” dad. La historia política domina, con algunos grandes
o las motivaciones conscientes que detectar las re­ programas, como los estudios sobre el New Deal, so­
presentaciones mentales o el ambiente, y los infor­ bre Henry Wallace, el gobierno de Einsenhower, los
mantes son elegidos porque desempeñaron un papel, derechos civiles o el entorno de Adlai Stevenson. Una
por mínimo que sea, en los acontecimientos y no como de las joyas de la colección es la entrevista de France .
reflejo de la vida cotidiana o por ser representativos Perkins, la primera mujer que asumió responsabilida-
del norteamericano medio. Por otra parte, el méto­ ; des en el gobierno de los Estados Unidos como secre­
do de entrevista es directivo por medio de preguntas taria de Estado del Trabajo durante el mandato de
y respuestas. Roosevelt. Su entrevista es una de las más largas del
La extensión del movimiento fue lenta en la déca­ 1 centro, pues ocupa 5 566 páginas de transcripción.
da de 1950: cuatro centros creados por la Univer­ Pero también se encuentran encuestas sobre las mu-
sidad de Texas y la Forest History Society en 1952; l jeres que tuvieron funciones profesionales, memorias
uno creado por la Universidad de Berkeley en 1954 I sobre la ciencia, la medicina, el arte o el desarrollo
y uno por la Universidad de Los Ángeles en 1959. Des­ de la aviación. Desde 1978, el centro de la Colum-
pués de 1960 el movimiento se acelera: 89 centros son i, bia University emprendió el proyecto más ambicio­
registrados en 1965, 316 en 1973, más de mil en 1977. so de su existencia, totalmente de acuerdo con las
La primera guía del método se publica en 1966; al ideas de su fundador: se trata de Am ericans Leaders,
año siguiente se funda la Asociación de Historia Oral para el cual ya se han recibido 400 mil dólares. Para
Norteamericana, que realiza un encuentro anual y pu­ i este proyecto se buscará obtener las memorias de
blica, a partir de 1973, una revista anual, un boletín aquellos que deben figurar en los futuros volúmenes
de enlace trimestral y una bibliografía periódica de del Diccionario Biográfico.
la historiografía oral. Hay una consagración oficial: E l centro de Berkeley (en la Bancroft Library) te­
La Biblioteca del Congreso integra a su catálogo, a nía en principio como objetivo la recolección de los
a partir de 1970, las transcripciones normalizadas. En recuerdos de las personas “que habían contribuido de
ese mismo año la difusión de las memorias se facilita manera significativa al desarrollo del O este.. . y —pro­
gracias al New Y ork Tim es que hace microfilmar los sigue diciendo K. Baum— hemos continuado nuestra
principales documentos. Un balance global a través de especialización en los grandes hombres y mujeres del
todos los Estados Unidos, señala entonces los siguien­ Oeste”.6
tes resultados: 23 115 personas interrogadas en 52 264 Entre las grandes colecciones debemos señalar la
horas, es decir 705 500 páginas de transcripción.® era Earl Warren, el desarrollo de la industria vitivi­
Este conjunto de documentación acumulada por la nícola en California, la historia de la bahía de San
Universidad de Columbia impresiona por su diversi- Francisco, los emigrados rusos en California. Otros

5 De acuerdo con Gary L. Shwnway, Oral History in the


United States, a directory. 6 K. Baum, op. cit., p. 21.

113 114
centros tienen temas más limitados, como el de Prin- durante un año, tomando como punto de comparación
ceton, con su programa John Foster Dulles. la ciudad en 1890.

Su método — dice André Siegfried— consistía en vivir


U na a pr o xim a c ió n m á s antropológica
la vida de la pequeña comunidad como si formaran par­
te de ella: tenían una casa, un despacho, almorzaban y
cenaban en los restaurantes, asistían a las reuniones
Sin embargo, la extensión del movimiento fue acom­ sociales, comerciales, caritativas, culturales, deportivas,
pañada por la aparición de otra tendencia que tam­ etc. A todo eso hay que agregar el examen de todos
bién tiene su origen al terminar la primera Guerra los documentos útiles: diarios del momento y del pa­
Mundial, en trabajos que habían sido momentánea­ sado, archivos de sociedad, memorias, diaries es decir
mente olvidados después de 1945. diarios personales, anuarios estadísticos, etc. Cuando
Después de la primera Guerra Mundial se desarro­ las estadísticas no existían se hacían por medio de en­
lló en Chicago una escuela sociológica que utilizaba cuesta directa. Cuando escaseaban las informaciones,
se pedían a los habitantes en forma de entrevistas per­
la entrevista, la observación participante y la biogra­
sonales. . ,”7
fía como medios privilegiados para analizar la realidad
social: la primera obra en la materia es la de W. Tilo­ De esta manera querían aprehender la conmoción
mas y F. Znaniecki sobre la inmigración polaca, El intema producida por el desarrollo industrial. Igual­
cam pesino polaco en Europa y en N orteam érica apa­ mente, se podría citar el primer relato de vida indíge­
recido en 1918, en la cual uno de sus volúmenes esta­ na recogido por Radin: Crashing Thunder: una auto­
ba dedicado a una autobiografía escrita por un in­ biografía de un indígena norteam ericano ,8 E l trabajo
migrante. De 1920 hasta después de la segunda Guerra del etnólogo que en 1930 le pidió al jefe hopi que
Mundial los sociólogos de Chicago estudiaron, con contara por escrito su vida, después de haberle pre­
ayuda de autobiografías, a personas comunes, la delin­ guntado sobre su tribu, no es directamente historia
cuencia, la desorganización de la familia, la pobreza oral, pero está muy cerca por el carácter de la bio­
urbana. Empero, la biografía fue abandonada en se­ grafía. Para Lévi-Strauss es el mejor ejemplo de un
guida en provecho de una sociología más cuantitativa culturismo interno.
fundada en encuestas realizadas entre una muestra de Empero, el programa más original de la prehistoria
población representativa. de esta disciplina toma cuerpo con el New Deai. La
Dentro del mismo estilo, habría que recordar, des­ voluntad de combatir el desempleo de los ¡ntelectua-
pués de André Siegfried, a los Lynds y su Middletown
7 Prefacio a Roger Thabault, 1848-1914, L’Ascension d ’un
(ciudad media). Esta pareja de sociólogos se instaló
Peuple, mon village, ses hommes, ses routes, son école, De-
durante seis meses en una pequeña ciudad del Medio lagrave, 1944, pp. 2-3.
Oeste en 1925 con tres colaboradores; diez años más 8 El libro fue traducido al francés en 1959 con el título de
tarde, en 1935, volvieron a vivir en la misma ciudad Soleil Hopi, Pión, col. Terre humaine.

115 116
les, así como también el sentimiento de un pasa­ en los años siguientes Rawik observó que muchas otras
do norteamericano que no es solamente el de los an­ memorias del proyecto federal no habían sido entre­
glosajones protestantes y blancos, conduce al gobierno gadas a la Biblioteca del Congreso y dormían en di­
a poner en marcha el Federal Writer’s, proyecto que versos archivos de los estados, de las sociedades de his­
costó 27 millones de dólares.9 Los escritores o los es­ toria locales. Este material constituía tal vez la mitad
tudiantes desocupados, entre los cuales algunos son de lo realizado y le permitió publicar hasta el presente
ahora célebres como Saúl Bellow o Ralph Ellis, fueron dos series suplementarias de 22 volúmenes; hay que
contratados para interrogar a negros del sur y a blan­ agregar que la cosecha está muy lejos de llegar a su
cos humildes, unos sobre sus recuerdos de antiguos término.
esclavos, otros sobre las dificultades de sus vidas. En Sin duda, como lo observa el editor, no es todo de
siete años y medio, de 1935 a 1943, por lo menos 180 igual valor ni de una fidelidad a toda prueba. Los
mil páginas de historias de vida fueron recogidas y, entrevistadores debían utilizar un cuestionario prepa­
entre ellas, las de cuatro mil negros, nacidos en escla­ rado por el comité nacional del proyecto federal; de
vitud, repartidos en 20 estados. Algunos primeros hecho, algunos siguieron escrupulosamente ese cues­
fragmentos fueron publicados en Carolina del Norte tionario, otros sólo plantearon una parte de las pregun­
por W. T. Couch en 1939, con el título Éstas son tas, algunos las integraron en una entrevista más libre,
nuestras vidas. Esta inmensa documentación fue olvi­ muchos agregaron preguntas de su cosecha. En lo que
dada en seguida; una parte fue depositada en la Bi­ respecta a la manera en que los testimonios fueron
blioteca del Congreso hasta que el movimiento por los recogidos, se nota la misma diversidad: notas a me­
derechos civiles y la rebelión de los negros atrajeron dida que la entrevista se desarrolla, resumen, en algu­
nuevamente la atención sobre la historia de los negros nos casos utilización de grabadoras, ¡e incluso recom­
norteamericanos. En 1966 se le encarga a George posición de la entrevista después de realizada! Hubo
Rawik la edición de las memorias de los antiguos es­ dificultades también con la precisión del texto. La
clavos, conservadas en Washington; la edición se llevó mayoría de las veces, la versión definitiva ha sido nota­
a cabo en 1972 en 19 tomos con un volumen de in­ blemente alterada y transformada, en la lengua por
troducción titulado De la puesta del sol al alba: la supuesto (desaparición del habla negra y “estandari­
construcción de la com unidad negra.10 Sin embargo, zación” ), aunque también en el contenido, de ma­
nera que se encontrara mayor correspondencia con la
9 Además de los títulos ya citados en la nota 1, véase J.
Roody, “The treasure on Deck 19”, The Rockefeller Founda­ imagen que la sociedad blanca norteamericana tenía
tion illustrated, vol. IV, núm. 2, sépt., 1978, y sobre todo la del tiempo de la esclavitud y de las relaciones entre
comunicación de G. Rawik en el International oral history con-
ference d'Amsterdam, oct., 1980, “Notes on the exslave narra- morías del proyecto federal sólo constituyen en realidad 16 vo­
tive collection and some implications for oral history”. lúmenes. G. Rawick agregó a esta publicación una colección
10 Editado por Greenwood Publishing Company, con el tí­ de memorias recogidas a fines de los años 1920 en la Fisk
tulo The American Slave: A composite autobiography: las me­ University.

117 118
blancos y negros. De esta manera, “desaparecieron a del amo para obtener un mejor tratamiento y crear
menudo las referencias a las relaciones sexuales en­ ámbitos de autonomía.
tre blancos y negros, así como las observaciones que
demuestran que blancos y negros [ . . . ] vivían en La existencia de una cultura de los grupos domi- .
las mismas casas, comían la misma comida, lleva­ nados había sido señalada ya algunos años antes por
ban la misma vestimenta burda tejida en la casa” . un antropólogo de la Universidad de Illinois, Oscar
Aunque como lo hace notar Rawik, esta falla cuali­ Lewis quien, desde 1943, trabajaba con la población
tativa está compensada por la cantidad de testimo­ pobre de México. Su obra mayor, L o s hijos de Sán­
nios. “La gran fuerza de esta colección de relatos es chez, es importante en la constitución de la historia
su extensión.” Amplitud que permite un verdadero oral, independientemente de los Estados Unidos y de
análisis serial. Cuando un fenómeno aparece de ma­ México. En efecto, Oscar Lewis perfeccionó una nueva
nera repetitiva a través de varios centenares de testi­ técnica de tipo realmente histórico — las biografías
monios, cuando ciertas expresiones vuelven textual­ entrecruzadas— para comprender mejor desde el in­
mente en memorias recogidas por encuestadores muy terior la vida de una familia mexicana. Le hizo con­
variados, se puede deducir que más allá del obs­ tar a cada miembro de la familia su propia historia
táculo del entrevistador se expresa el punto de vista en los términos que también le eran propios:
del negro. E l editor no se equivoca al ver en esta co­
lección, a la cual se le pueden agregar otros testimo­ Este método —explica Lewis— nos da una vista de
conjunto, multifacética y panorámica, de cada uno
nios de esclavos — cartas, entrevistas, autobiografías— ,
de los miembros de la familia, sobre la familia como un
“el mayor corpus de documentación para la historia todo, así como de muchos aspectos de la vida de la cla­
de una población dominada, desde el punto de vista se baja mexicana. Las versiones independientes de los
interno de la historia de esta población” . Esta nue­ mismos incidentes ofrecidos por los diversos miembros
va fuente condujo a revisar la historia de los esclavos de la familia nos proporcionan una comprobación in­
negros, como lo subraya en su conclusión el profesor terior acerca de la confiabilidad y la validez de muchos
de Missouri: de los datos y con ello se compensa parcialmente la
subjetividad inherente a toda autobiografía aisladamen­
En el pasado el esclavo aparecía enteramente infanti- te considerada.. . Este método de autobiografías múl­
lizado, deshumanizado, privado de cultura por el tra­ tiples también tiende a reducir el elemento de prejuicio
tamiento que le daban los traficantes de esclavos y los del investigador, porque las exposiciones no pasan a
dueños de las plantaciones. Con las memorias de esos través del tamiz de un norteamericano de la clase me­
esclavos aparecían hombres, mujeres y niños que eran dia, sino que aparecen con las palabras de los perso­
explotados de manera excesiva, cruelmente tratados, najes mismos.
pero que sobrevivían como seres humanos y creaban
sus propias comunidades y su cultura [...], que utili­ Oscar Lewis interrogó a cada uno de los miembros
zaban sus conocimientos de la cultura y la conducta de la familia, de manera directiva e independiente, sin

119 120
desalentar tampoco la libre asociación de ideas. Por eligió, arregló y organizó los materiales para conver­
medio de esos relatos, pretendió ilustrar uno de los tirlos en un todo coherente, sin haber tenido por ello
conceptos que él mismo fue uno de los primeros en el sentimiento de traicionar a sus interlocutores o ser
poner en relieve, la cultura de los pobres: infiel a su vocación científica:

E n el uso antropológico el término cultura supone, Si se acepta lo que dice Henry James que la vida es
esencialmente, un patrón de vida que pasa de gene­ toda inclusión y confusión, en tanto que el arte es todo
ración en generación. Al aplicar este concepto de cul­ discriminación y selección, entonces estas autobiografías
tura a la comprensión de la pobreza, quiero atraer la tienen a la vez algo de arte y algo de vida. Creo que
atención hacia el hecho de que la pobreza en las na­ esto de ninguna manera reduce la autenticidad de los
ciones modernas no es sólo un estado de privación datos o su utilidad para la ciencia. P ara aquellos de
, mis colegas que estén interesados en la materia prima,
económica, de desorganización, o de ausencia de algo.
Es también algo positivo en el sentido que tiene una tengo a su disposición las entrevistas grabadas.11
estructura, una disposición razonada y mecanismos de
defensa sin los cuales los pobres difícilmente podrían
La voluntad de superar el círculo estrecho de los
seguir adelante. E n resumen, es un sistema de vida no­ especialistas con objeto de llegar a un público es tam­
tablemente estable y persistente, que ha pasado de gene­ bién una novedad.
ración a generación a lo largo de líneas familiares. Las lecciones de Oscar Lewis han sido escuchadas
en principio en los estudios de la población negra,
I
El éxito inmediato de la obra no consiste única­ ' evidentemente relacionados con la actualidad del pro­
mente en su calidad científica sino en la novedad de blema negro. En particular, es el caso de dos universi­
un contacto directo con otro mundo sin intermediario i dades del Sur, la North Caroline University y la Duke
aparente; por otra parte, éste era uno de los objetivos University. Jacqueline Dowd puso en marcha, desde
del autor: “Finalmente, espero que este método con­ i 1973, el programa de historia oral de la primera de las
servará para el lector, la satisfacción y la compren­ !i dos universidades y afirma claramente: “Si la prepon­
sión emocional que el antropólogo experimenta al tra­ derancia aplastante de las fuentes materiales que refle­
bajar directamente con sus personajes, pero que sólo jan la perspectiva del ‘gran hombre blanco’ debe ser
rara vez aparecen transmitidas en la jerga formal de compensada por una visión desde abajo, entonces los
las monografías antropológicas.” La obra inaugura recursos deben ser canalizados hacia proyectos cuyo
de esta manera lo que se ha dado en llamar la novela objetivo consciente y primordial es recoger las entre­
verdad. vistas de los que han sido excluidos de la corriente
Pero esta impresión de autenticidad no nace de una principal de la vida norteamericana.” Para ella, como
encuesta publicada en estado bruto; por lo contrario, para su colega Laurence Goodwin de la Duke Univer-
incluye un enorme trabajo formal de Oscar Lewis: 11 Los hijos de Sánchez, FC E, México, 1965, pp. xix, xii y
éste no sólo eliminó sus propias preguntas sino que xxix, respectivamente.

121 122
sity, la única utilización de las fuentes escritas sobre nía. No vacila en mezclar su experiencia personal con
los temas raciales llevaba a describir una sociedad su encuesta. Por ejemplo, su libro sobre la vida en
multirracial por medio de fuentes monorraciales: las grandes ciudades norteamericanas, División Street
A m erica, parte voluntariamente de sus propios recuer­
L a historia norteamericana, desde ese punto de vista dos de infancia en un barrio de Chicago para exten­
— dice Goodwin— es una visión blanca del pasado nor­ derse en seguida al conjunto de los ciudadanos. Terkel
teamericano. A hora bien, no hay nada fundamentalmen­
contesta que su objetivo no es aportar una documen­
te inválido en esta visión blanca. Sólo es una visión
limitada, y existen otras. N o tengo más confianza
tación histórica sino dar la palabra “a los que nunca
en una fuente oral negra que en una fuente escrita fueron requeridos para contar sus vidas” , y de esta ma­
blanca: se debe evaluar la validez de cada una y a me­ nera permitirles revelarse a sí mismos: “ Después de
nudo la información obtenida a partir de una fuente haber escuchado la cinta, esta persona, hombre o mu­
oral remite a las fuentes escritas con nuevas preguntas, jer, podía decir: ‘nunca supe que tenía ese sentimiento
a las mismas fuentes examinadas antes, pero vistas con l| antes’. Es un momento de revelación, a esto lo llamo
gemelos diferentes. Se pueden com parar tradiciones ora­ una epifanía.”1213 Las críticas de los profesionales no
les distintas, blancas y negras, y compararlas a ambas arredran a Terkel, y en libro tras libro, a su manera,
con las memorias escritas.1,2
construye una historia del norteamericano medio des­
Actualmente sin embargo, no sólo se escuchan las de la gran crisis. Acaba de salir, en 1981, su cuarto
voces de los negros, chicanos o indígenas, también I; libro de testimonios, A m erican Dreams, Lost and
los blancos pobres o simplemente los norteamericanos ¡¡ Found, después de H ard Tim es (1970) que describe la
medios ofrecen sus testimonios como los grandes. A gran depresión a través de 160 testimonios, de W ork-
veces, el vínculo con la experiencia del New Deal es ing sobre los sentimientos de los norteamericanos ante
directa. Por ejemplo, un periodista de Chicago, Stud i el trabajo (a partir de 130 relatos) y de División
Terkel, que había participado en la operación, es para Street A m erica, que ya citamos.14
la opinión pública el representante más conocido de En un estilo más universitario, en Orono, sede de la
esta nueva forma de historia oral. Sus libros, verda­ universidad de Maine, Edward Ives publica también
deros best-sellers, dan lugar a múltiples controversias biografías de hombres comunes, leñadores, pescado­
entre los especialistas universitarios de la historia oral. res, granjeros o poetas populares, mezclando docu­
Este tipo de periodismo se preocupa muy poco del ri­ mentaciones escritas y orales. A diferencia del centro
gor y de la presentación científica: algunos lo acusan
incluso de transformar las entrevistas para darles una 12 Sacado de una emisión radiofónica Options in educa-
lion, Learning from the past, Oral History, 30 de mayo
coherencia y conformarlas a las ideas iniciales que te-
de 1977. _ .
14 Un corto fragmento de este último libro fue publicado
12 Todas estas citas están sacadas del artículo ya citado en Le Monde Dimanche del 9 de agosto de 1981, en el ar­
de J. Roody. tículo de Pierre Dommergues, “La parole d’un peuple”.

123 124
de Columbia, Ives no separa la búsqueda de informa­ El carácter bastardo, para retomar la expresión de
ción de la manera de tratarla. Reconoce sin dificul­ Ives, o más bien el lazo entre etnología e historia,
tad, en su guía de método, que su perspectiva no es no es inherente a los Archivos del n oroeste, lo encon­
“elitista” , pero, agrega, “ningún hombre es común” , tramos en todos los lugares donde florece ese tipo de
cosa que recuerda lo que Terkel decía a su auditorio historia oral. De esta manera, el sur también da lugar
de la radio: “Cada persona es enteramente diferen­ a bellísimas colecciones folclóricas; lo mismo ocurre,
te; así, cada persona es extraordinaria.” Ives dirige además, con los Apalaches donde se puede encontrar
la entrevista de una manera más flexible aceptando las una experiencia sumamente original, pues los histo­
digresiones: “Al comienzo, asume la dirección de la riadores y etnólogos locales son nada menos que los
entrevista, pero su informante puede tener ideas pro­ adolescentes de un colegio de Georgia. Esto es así des­
pias y se dirigirá hacia las cosas de las que tiene ga­ de 1966; ese año un profesor de inglés, Elliot Wigging-
nas de hablar. Puede ocurrir que esté terriblemente ton, tuvo la idea de hacer descubrir a sus alumnos el
fuera del tema, pero puede ocurrir que les cuente lo entorno cultural de la escuela a partir de encuestas
que mejor conoce y ustedes deben explorar eso en orales. Los resultados sobrepasaron sus expectativas.
primer lugar.” Asimismo, aunque Ives establece siem­ No sólo los alumnos se apasionaron por la experiencia
pre una ficha de análisis de contenido, no es un in­ sino que obtuvieron documentación de gran calidad
condicional de la transcripción: sobre el folclor, las técnicas antiguas o las tradicio­
nes orales. Entonces se creó una revista para publi­
Los archivos difieren en la importancia que conceden car los resultados de esas encuestas escolares, F oxfire.
a la cinta magnética por un lado y a la transcripción La revista aparece ahora trimestralmente, con una
por el otro. Por regla general, yo diría que los archi­ variedad de temas que traduce la extensión de las cu­
vos de historia oral favorecen la transcripción y que
riosidades de la Nacoche School. Los alumnos, al
los archivos de folclor favorecen la cinta. Los Archivos
del noroeste muestran sus características bastardas al mezclar investigación histórica y etnográfica, realizan
insistir en la importancia de ambas a la vez, aunque encuestas tanto sobre un viejo oficio, los refranes me­
muestran también claramente su origen folclórico al teorológicos o las supersticiones que rodean a una vieja
insistir en que la cinta es el documento primario, iglesia como sobre los recuerdos de una vieja dama, su
es la autoridad última. La transcripción es simple­ infancia y sus concepciones ante la educación o los
mente la mejor representación que podemos hacer de recuerdos dejados en la memoria colectiva por los gi­
lo que está en la cinta grabada, pero es una transcrip­ tanos.1516 Ante el éxito que tuvo la revista los editores
ción, o sea, inevitablemente una interpretación.19
libro de Ives sobre Lawrence Doyle, The farmer poet of
15 “A manual for field workers”, North-East Folklore, Prince Edward ¡stand, a study in local song-making, Orono,
vol. XV, 1974, pp. 24 y 38. La misma publicación da una Maine’s Studies, 1971.
buena idea de esas biografías, aunque publica también la histo­ 16 Tomé aquí como ejemplo un número trimestral, el terce­
ria de una técnica, como la del flottage. Otro ejemplo es el ro de 1976.

125 126
tomaron los artículos más interesantes que reunie­ prisionero de varias maneras.”17 En este caso, la in­
ron en una serie completa de libros —cuatro hasta fluencia universitaria es menos fuerte y los “aficio­
ahora— cuyas ventas alcanzan los dos millones de nados” son más numerosos, porque cada uno quiere
ejemplares. recuperar su memoria. Además, el gusto por la his­
Cuando una institución o una persona tiene necesi­ toria local que, tanto en Norteamérica como en el
dad de información histórica o etnográfica de la re­ resto del mundo occidental, adquirió un gran impul­
gión recurre a Foxfire. El centro oral de la Universi­ so, llevó a muchas sociedades de historia local o re­
dad de Columbia no tuvo inconveniente en incluir en gional a poner en marcha un programa más estricto
sus colecciones la entrevista al director en turno de de historia oral, y la directora del gran centro de Ber­
emigración de Ellis Island efectuada por un profesor keley, Willa K. Baum, hasta preparó un manual para
y su clase. esos aficionados.18
De esta manera, actualmente se pueden diferenciar Asimismo, las dos corrientes dieron lugar a una li­
con toda nitidez dos tipos de historia oral en los Es­ ., teratura a partir de 1953, fecha de aparición de la co­
tados Unidos, con una repartición geográfica y uni­ rriente específicamente histórica, literatura muy abun­
versitaria muy significativa. Las grandes universidades dante y de todos los grados, desde la tesis hasta los
de las mayores ciudades del Este, de Texas o de Ca­ best-sellers. En su informe de 1978, Starr señala que
lifornia, así como las grandes instituciones públicas o 746 memorias del centro oral de Columbia habían
privadas, desarrollan con prioridad una historia oral i sido utilizadas; entre ellas 416 se usaron más de una
de los líderes, prolongando el periodismo político y vez y 425 autores de libros recurrieron a los archivos
como complemento de las fuentes escritas, sin apor­ de su centro contra sólo 82 que lo hicieron diez
tar una visión fundamentalmente diferente. Las uni­ años antes.
versidades más recientes, en las zonas culturalmente Así, entre las obras más recientes se encuentran
dominadas, prefieren una historia oral de los “grupos estudios sobre el periodista Walter Lippman, la as­
olvidados” vinculada con la etnología, y que no tiende censión de Teodoro Roosevelt, los combates de John
sólo a introducir una técnica nueva sino que quiere Kennedy o la vida de Ernest Hemingway. Algunos tí­
modificar la perspectiva historiográfica integrando el tulos rebasaron las fronteras de los Estados Unidos,
punto de vista de las diversas minorías. Esta historia por ejemplo L a m uerte d e un presidente, de William
encontró un territorio muy favorable en el Sur, por­ Manchester, publicado en 1967, que cuenta el asesi-
que como lo explica el autor de una historia oral de
los judíos del Sur: “El Sur es más consciente de su 17 Options in education, entrevista de Eli Evans transcrita,
historia, quizá más que ninguna otra parte del país, p. 4.
porque su historia es tan atormentada, tan emocio­ 18 Oral history for the local historical society, American
Association for State and Local History, Nashville, 1» edi­
nante y tan auténtica del lado de los negros como de ción 1969, 2» ed. 1971; cinco reimpresiones de la 2» edición,
los blancos. El Sur se define por su historia y es su cosa que demuestra el éxito del folleto.

127 128
nato de Kennedy y busca explicarlo a partir de 250 L a in fl u e n c ia de la h istoria oral
entrevistas. En su reciente tesis sobre la política ex­ NORTEAMERICANA
tranjera norteamericana hacia Europa, Pierre Melan-
dri utilizó ampliamente las transcripciones de Prin- Ya no necesitan demostración la aceptación de la his­
ceton.19 toria oral en los Estados Unidos, así como tampoco
En lo que respecta al hombre común, se puede ci­ su diversidad y riqueza. Es perfectamente normal que
tar AU G o d ’s Danger: the life o f N ate Show (1974) el último congreso internacional de las ciencias histó­
que cuenta la vida de un pobre aparcero negro de ricas de Bucarest (agosto de 1980), donde por prime­
Alabama a partir de 120 horas de grabación, o The ra vez se consagró una jornada a la historia oral, haya
saga o f C oe R idge (1 9 7 0 ), historia de una comuni­ confiado su organización y presidencia a los norte­
dad negra. Pero la obra más célebre y más controver­ americanos. Sin embargo, queda la pregunta sobre
tida también, a mitad de camino entre la historia y la cuál es la influencia norteamericana en el nacimiento
novela, es la obra de Alex Haley, R oots [Raíces], y el desarrollo de los movimientos similares fuera de
(1973), cuyo título es utilizado actualmente para de­ sus fronteras. Un sumario análisis geográfico y cro­
signar un fenómeno de civilización reciente, la bús­ nológico podría sugerir una respuesta ampliamente
queda de raíces. Como best-seller mundial dio lugar positiva: las asociaciones nacionales de historia oral
a un folletín retrasmitido también por las televisiones
europeas. ¿Es necesario que recordemos su éxito en
i!
i, i
son todas posteriores a su homologa de los Estados
Unidos y se desenvuelven en los países de lengua in­
Francia donde fue apreciado por el público hasta tal glesa: primero el Reino Unido en 1973, Canadá des­
punto que acaba de ser difundido nuevamente duran­ pués (a partir de la Columbia Británica) en 1974 y
te el verano de 1981? Uno de los periodistas de la Australia el mismo año. El primer encuentro inter­
s%
emisión sobre la historia oral recuerda la influencia nacional se hizo en el marco de la asociación norte­
del libro sobre el desarrollo de la técnica para un am­
plio público: “ A través del país la gente utiliza su
Si americana, que para esa ocasión se desplazó al otro
lado de la frontera, al castillo de Montebello en Que-
grabadora para recoger y conservar las historias de bec. Como siempre, la realidad es más compleja: hay
familia. A partir del gran éxito del libro de Haley y de casos en los que la filiación parece evidente, como en
la serie televisada alrededor de su familia, roots se vol- . el programa puesto en marcha por el Instituto del
vió una palabra familiar.”20 judaismo contemporáneo de la Universidad hebraica
de Jerusalén, programa que incluye encuestas sobre
la emigración judía en el siglo xx, el sionismo, el ge­
19 P. Melandri, Les États Unís face á Vunification de l'Euro- nocidio hitleriano y la resistencia, y finalmente la
pe, 1945-1954, París, Pédone, 1980, Guerra de los Seis Días. Por otra parte, algunas me­
20 Intervención de uno de los organizadores de la emisión,
John Merrow, en la presentación del programa, transcripción,
morias recogidas han sido reproducidas en microfil- ,
p. 1. mes y microfichas por el New York Times Oral His-

129 130
tory Program, como se hace para los principales En primer lugar, el historiador envió un cuestiona­
centros norteamericanos. rio; recibió cuatrocientas respuestas sobre mil, luego
Lo mismo ocurre en México donde varios proyectos llevó a cabo quinientas entrevistas de las cuales sólo
de historia oral han sido puestos en marcha como pro­ algunas fueron grabadas; en total 180 horas de audi­
longación de la obra de Oscar Lewis. El principal, ción, completadas por entrevistas con los adversarios.
dirigido por Eugenia Meyer y vinculado con el Museo
Nacional de Antropología, recibió el apoyo del go­ A partir de cierto momento — cuenta Jean Meyer— ya
bierno que permite a los estudiantes, que tienen que no tuve que perseguir a los testigos, ellos comenzaron a
realizar un servicio social de seis meses, efectuar este llamarme, a esperarme. Así un sábado llegué invitado
servicio como entrevistadores. El campo de investiga­ al pueblo de San Francisco de Asís, pero arribé con
ción es muy extenso y muy variado: la Revolución retraso. Por la noche, en la misa, el cura comenzó
Mexicana de 1910 y el papel desempeñado por los anunciando la llegada del historiador y convocando a
1 los antiguos Cristeros {...] El domingo después de
campesinos; el cine mexicano como expresión de una I la misa, la asamblea de los sobrevivientes respondió al
cultura nacional; la alfabetización a partir de 1920 cuestionario levantando las manos, después, hasta la no­
y el sindicalismo. A partir de 1970 han comenzado a che, los veteranos desfilaron ante el escriba y su mesita
aparecer algunos folletos biográficos. Empero, a esta sin dejarse impresionar por la grabadora.
historia oral mexicana conviene agregarle el impor­
tante trabajo de un francés, Jean Meyer, sobre la Gue­ Meyer partió de una hipótesis y de una problemá­
rra de los Cristeros. Para escribir la historia de esta tica y llegó a otra gracias a la entrevista oral: “Preo­
“Vandea mexicana”, de esos modestos campesinos cupado por ligar la Cristiada con el problema agrario
católicos que de 1926 a 1929 defendieron su fe y y como una protesta de campesinos frustrados por una
su cultura contra la Revolución, el historiador fran­ reforma agraria dudosa o ante la manipulación de las
cés debió interrogar a los cristeros, en primer lugar masas por los grandes propietarios, tropecé con el pro­
porque esta historia, prohibida y ocultada por las ins­ blema del sentido de la Cristiada. Pasé de la reforma
tituciones antagonistas, el Estado o la Iglesia, que se agraria a la fe, y después de haber utilizado las fuen­
pusieron de acuerdo en una versión común de la cual tes clásicas, modificó mi visión un documento nuevo
fueron excluidos los cristeros, no ofrecía más que como la radiología afecta al radiólogo.’*21 De esta ma-
fuentes escritas distorsionadas e insuficientes. Aun­
que más tarde, cuando a fuerza de perseverancia ya 21 Citas sacadas de la introducción al libro Apocalypse el
no tuvo que temer la escasez de datos sino la super­ révolutions au Méxique, la guerre des Cristeros, París, Galli-
abundancia, prosiguió mostrando fidelidad y amistad mard-Julliard, 1974, col. Archives, pp. 34-35. La tesis de Jean
Meyer que presenta los resultados completos de su entrevista,
hacia esa gente que le había dado su confianza. Ade­ apareció en Payot, en 1974, bajo el titulo La Christiade:
más, pudo verificar la solidez y calidad de ciertos VEglise, l’État el le peuple dans la révólution mexicaine [ver­
testimonios, incluso desde el punto de vista numérico. sión al castellano de Siglo X X I Editores, México, 1973].

131 132
ñera descubrió cómo vivieron esos pequeños campe­ de afirmar una identidad cultural: buscan y graban
sinos el Apocalipsis y la parusía al lanzar su rebelión. las historias de vidas de los pioneros o de personas sen­
El caso de la historia canadiense es menos sencilla cillas que siempre vivieron en la misma aldea. A partir
de lo que parece a primera vista.22 Desde luego, el pri­ de 1970 las primeras obras científicas de historia oral
mer encuentro de historia oral que se realizó en la son editadas: así, en inglés, el libro de Barry Broad-
Columbia Británica en octubre de 1974 se situaba fost que le hace eco a la obra de Terkel, H ard Times
como continuación del movimiento de los Estados Uni­ Ten Most years, 1929-1939: m em ories o f Canadians
dos; varios historiadores orales del noroeste de los Es­ w ho survived the depression, o en francés, L o s relatos
tados Unidos asistieron por otra parte a la conferen­ forestales de R. L. Seguin. En 1972, la comunidad
cia. Pero los canadienses podían también reivindicar urbana de Vancouver financia un proyecto de histo­
una tradición autónoma ya antigua, particularmente ria oral apoyado por la Universidad de la Columbia
en Quebec. En efecto, desde 1911 un folclorista, Mar- Británica en el que los entrevistadores representaban
cel Barbeau, recolectaba leyendas y canciones entre a diversas lenguas de la región.
los hurones; este tipo de colecta será continuado por No obstante, a diferencia de los Estados Unidos, la
el Museo Nacional y Radio Canadá o la Universidad historia oral no es prioritariamente universitaria; para
Laval, los archivos Alberta, y por el lado anglófono ciertos militantes es incluso un instrumento de com­
será realizada con los indígenas y los canadienses tan­ bate. Tomemos como ejemplo Si m e contaran Saint
to franceses como ingleses; actualmente los archivos Jea n d e Cherburgo, mencionado en el libro de re­
poseen importantes colecciones en las lenguas más di­ flexión y método de Nicole Gagnon y Jean Hamelin.
versas, sin trascripciones. La obra cuenta la historia de una pequeña parroquia
A mediados del decenio de 1960, el fenómeno se am­ de la Gaspésie amenazada de clausura en el marco de
plía y los historiadores comienzan a interesarse por la un programa de transformaciones territoriales. Los au­
técnica. Empero, la literatura precede a la historia y tores no esconden sus objetivos: “Este libro es una
los primeros relatos autobiográficos como El prim er herramienta para las batallas que llevamos adelante.
lado del m undo de Jean-Paul Filion o Y o tengo para Nuestro libro es fruto del trabajo colectivo: unas diez
mi decir de Ovide Leblanc aparecen en colecciones no­ mujeres que trabajan en un proyecto de artesanado
velescas. En Quebec la toma de conciencia nacional fueron a recoger los testimonios de los hombres y mu­
acentúa el gusto por el pasado viviente; las sociedades jeres que construyeron Saint Jean. Ésta es la histo­
de historia local y regional son revitalizadas por el ria de nuestra parroquia, la verdadera historia, la que
aporte de jóvenes que buscan en el pasado el medio no se cuenta jamás [ . . . ] ; la historia oficial se guarda
muy bien de hablar de ella.”23 Los mismos universi­
22 El artículo de Paul Thompson ya citado, da informacio­
nes pero la referencia fundamental es el pequeño libro de tarios no están alejados de semejante movimiento. Las
método de Nicole Gagnon y Jean Hamelin, L ’Histoire órale,
Edisem Inc., Saint Hyacinte, Quebec, 1978. 23 Citado por N. Gagnon y Jean Hamelin, op. cit., p. 16.

133 134
películas de Pierre Perrault son un excelente testi­
monio en relación con todo esto. Se trata, al mismo
tiempo, de encuestas y de la descripción de encuestas,
donde los antropólogos entrevistadores son más obser­
vados que su campo de investigaciones y donde sus IV. ¿UNA HISTORIA ORAL EUROPEA
discusiones traducen las incertidumbres actuales de AUTONOMA?
los investigadores en ciencias humanas.
Esto demuestra cuán lejos estamos de la historia
oral norteamericana tal y como la definían sus pro­ E l en cuen tro internacional de historia oral de Ams-
motores de la Columbia University. Más lejos aún si terdam, en octubre de 1980, refleja el auge de una
atravesamos el Atlántico: el segundo país que creó historia oral europea autónoma: cerca de 300 partici­
una asociación de historia oral, el Reino Unido, no pantes representantes de 23 países escucharon 58 con­
ha sido verdaderamente influido por los Estados Uni­ tribuciones en las regiones más variadas. Un análisis
dos y el modelo que desarrolla desde sus orígenes cuantitativo de esta manifestación señala las zonas
pretende ser radicalmente diferente. De hecho, la me­ geográficas privilegiadas de la disciplina: si se excep­
jor conclusión para esta reflexión, que servirá de túa el caso particular de los Países Bajos, país anfi­
introducción a la presentación de las experiencias eu­ trión, donde los estudiantes y los curiosos se mez­
ropeas, la sacaré de Alan Nevin, quien en su mensaje claron con los verdaderos profesionales de la historia
de 1966 decía: “Comencemos por desembarazarnos del oral, cuatro grupos dominaban claramente el congreso.
mito de que yo tendría que ver con la fundación de la Italianos, británicos y escandinavos (en particular los
historia oral. Ella se fundó por sí misma. Se había daneses) estaban a la cabeza de todos con 34 inscri­
convertido en una necesidad patente y habría nacido tos, seguidos de cerca por los alemanes (30). Las otras
en una docena de lugares por lo menos y en cualquier delegaciones eran menos numerosas: los franceses por
circunstancia.”24 ejemplo sólo eran 11. La repartición de las ponen­
cias confirmaba esta distribución geográfica: británi­
cos e italianos venían todavía en primer lugar con
14 contribuciones cada uno, cerca de la mitad de las
ponencias; los escandinavos presentaron seis y los ale­
manes, más reservados, cuatro. También en este punto
los franceses, con tres ponencias, se situaban debajo
de los norteamericanos; esto demuestra la poca fuer­
za de sus aportes.

24 Citado por K. Baum, op. cit., Oral History, vol. III,


núm. I, p. 18.

135 136
E n e l c o m ien z o e s t a b a E sc a n d in a v a 1 Desde 1935, el Instituto utilizaba la grabación, prime­
ro en discos y después de la guerra en cintas. La co­
El lugar que ocupan los escandinavos y los británicos lección del Instituto es la más antigua del mundo, y
no debe sorprendernos. Los primeros tienen una tra­ una de las más ricas en la materia; en 1974, conta­
dición antigua. Desde los años 1830, los finlandeses ba con 10 mil discos y más de 4 mil cintas. Desde
partían en busca de las tradiciones orales. A comien­ hace algunos años, los intereses de los investigadores
zos del decenio de 1870, algunos estudiantes de la cé­ suecos se ampliaron: realizan también encuestas en
lebre universidad de Upsala, inquietos por la desapari­ las ciudades, donde no se limitan sólo a las personas
ción de la riqueza de los dialectos locales, crean lo de edad sino que graban a tres generaciones sucesi­
que ellos llaman asociaciones de dialectos. En 1878, vas en tres medios sociales diferentes. También atra­
el líder de ese movimiento, J. A. Lundell, publica un vesaron el Atlántico para interrogar a los americanos
sistema de transcripción fonética que inspira parcial­ del Medio Oeste o de Texas de origen sueco. Si en las
mente al sistema internacional. El siglo xx prosigue ciudades recogieron textos en los que el sueco estaba
con el movimiento ampliándolo. En 1914, la univer­ fc ampliamente corrompido por el inglés norteamerica­
sidad de Upsala funda el Instituto de Investigación no, en las granjas de Minnesota en cambio encontra­
sobre el Dialecto y el Folclor con el apoyo financie­
ro del Parlamento sueco que otorgaba una subven­ l! ron, para su gran asombro, en la tercera generación
una lengua del siglo xix perfectamente conservada,
tanto en la sintaxis o en el vocabulario como en la
8
ción anual de 7 mil coronas; esta ayuda se acrecentó
regularmente hasta alcanzar hoy el millón de coro­ pronunciación, y en la que el contenido del discurso
nas (más o menos veinte millones de pesos de 1982). 'vil ofrecía un bello ejemplo de la cultura de un campesi­
< no enfrentado a las necesidades de la sociedad pionera.
La perspectiva era primordialmente lingüística, pero, I
como su predecesor Lundell, el director del Institu­ Pero al lado de este aspecto lingüístico y etnográ­
to, Hermán Geijer, era demasiado abierto como para fico, los escandinavos utilizan también, desde hace
limitarse sólo a la colección de vocabularios; o mejor varios años, la encuesta oral para hacer la historia de
dicho, tenía conciencia de que una investigación lin­ la industrialización de fines del siglo pasado, así como
güística de calidad, debía incluir una encuesta global para medir los cambios sociales y culturales ocurridos
sobre las tradiciones y las costumbres del país. Pro­ desde 1900, por ejemplo en la educación de los niños,
gresivamente el cuestionario se hace más flexible y se en el trabajo de la mujer o en los hábitos de alimenta­
enriquece. En la actualidad el cuestionario desaparece ción.2 Sin embargo, en este punto podemos preguntar-
y es remplazado por una conversación que aborda los
diversos aspectos de la antigua vida de los granjeros. 2 Cf. el informe del noruego Ed. Bull al XV Congreso in­
ternacional de ciencias históricas de Bucarest (Editura Acade-
i Véase Folke Hedblom, “Methods and organisations of mici Republicii Socialiste Romania) “Working class Ways of
dialect and folklers research in Sweden”, Oral History, vol. II, life during Early Industrialisations in Norway”, o las comuni­
núm. 2, pp. 44-58. caciones presentadas ante la Conferencia internacional de his-

137 138
nos si los trabajos escandinavos no han sido influidos Cari von Sydow, y un noruego de Oslo, Reidar Chris-
por el desarrollo de la historia oral británica; esto no tiansen, llegaron a Irlanda persuadidos de que una
sería más que un justo retorno de las cosas a su lu­ investigación de las tradiciones orales europeas supo­
gar, pues en el origen mismo de esa historia oral bri­ nía un conocimiento de los folclores gaélicos de Es­
tánica encontramos precisamente a los escandinavos. cocia y de Irlanda. Von Sydow y Christiansen motiva­
ron a los irlandeses a fundar en 1926 una sociedad
encargada de recoger sistemáticamente su folclor. Des­
LOS BRITÁNICOS INSTITUCIONALIZAN LA HISTORIA de el año siguiente, ese grupo comenzó a editar un
ORAL EUROPEA8 periódico, Belloideas, que aún existe. En 1930, el
gobierno se interesó por la empresa, le otorgó un pe­
La influencia escandinava se ejerció antes que nada queño financiamiento y cinco años más tarde lo insti­
sobre los irlandeses, quienes también tenían un inte­ tucionalizó, creando oficialmente la Comisión de Fol­
rés antiguo por las culturas orales tradicionales, re­ clor Irlandés. Un joven investigador, Sean Sullivan, fue
forzado por su nacionalismo. Después de la primera enviado al Instituto de Investigación sobre el Dialec­
Guerra Mundial, un sueco de la universidad de Lund, to y el Folclor de Upsala para formarse en los mé­
todos de recolección y de archivos suecos. Como en
toria oral de Amsterdam, Magnus Wikdahl Orval Lófgren y Suecia, las primeras encuestas fueron grabadas con
Mats Lindqvist (Suecia), “Culture and class in Swedish
Society 1880-1980”; Birgitta Frykman (Suecia), “Foodways discos. Desde el principio, los resultados fueron de una
in a Swedish industrial community in the 20th century”; Liv riqueza extraordinaria: Sullivan recuerda a un cuen­
Emma Thorsen (Noruega), “The Women in Kampen”; Anne- tista que conocía 550 cuentos (según la clasificación
Louise Christensen (Noruega), “Children in urban Norwegian internacional de Aarne-Thompson). Al poco tiempo,
families at the turn of the century” ; Jorgen Burckhardt (Dina­
los responsables de la Comisión tomaron conciencia
m arca), “The History of Work, an example: documentation
of working life in the tobáceo factory Wilhem Langes, Tobaks de que no llegarían a cubrir todo el país en un plazo
fabrik 1873-1954”. razonable a pesar de su poca extensión y de la presen­
8 Para esta parte, la referencia fundamental es evidente­ cia de diez recolectores de tiempo completo y ochenta
mente el libro ya citado de Paul Thompson, aunque encon­ de tiempo parcial. Consiguieron que el departamen­
tramos también informaciones en los artículos de Sean O’Sulli-
to de Educación de -Dublín se interesara y en julio de
van, “The work of the Irish folklore commission” y el de Alan
Bruford, “The Archive of the School of Scottish Studies”, 1937 enviaron una pequeña guía de encuestas a cin­
ambos aparecidos en Oral History, vol. II, núm. 2, otoño, co mil escuelas. A fin de año, recibieron 500 mil pági­
1974. En francés existen dos artículos que llevan el mismo tí­ nas de informaciones muy variadas sobre los juegos,
tulo; el de Raphael Samuel, “L ’histoire órale en Grande Bre- los proverbios o las canciones infantiles. Como con­
tagne”, núm. 0, Bulletin du Centre de recherche sur les civili-
sations industrielles, y el de Ecomuseo de Creusot y Paul
tinuación de la experiencia, Sullivan tomó contacto
Thompson en el núm. 2 del Bulletin de L’Institut d'histoire du con 600 docentes que habían mostrado mayor interés
temps présent. y les propuso continuar informando a la Comisión

139 140
sobre otros temas, por ejemplo, el calendario de las tuadas en gaélico escocés, pero existen también algu­
fiestas, los métodos de cultivo o los trajes tradiciona­ nas en escocés y en inglés comunes. En 1979 eran en
les. Actualmente, la Comisión tiene un fichero de total más de cinco mil. Sin embargo, a diferencia de
2 800 recolectores y de 45 mil informantes; posee los irlandeses, las preocupaciones de historia social y
más de diez mil grabaciones en discos o cintas y un económica se manifestaron muy temprano, aunque no
catálogo con índice de los temas más variados, desde fuera a partir de la curiosidad de los investigadores
las técnicas agrarias hasta las creencias y la literatura de la Escuela. En 1971, la Escuela creó una revista
oral. La Comisión se interesó esencialmente, como T ocher que presentaba fragmentos de recolecciones,
muchas tentativas etnológicas europeas, por el mundo cuentos, canciones o tradiciones.
rural; sin embargo, efectuó algunas encuestas en Du- En la misma época, en 1952, la universidad de Leeds
blín, en particular entre los sastres que practican el patrocinó una encuesta sobre el dialecto inglés en 313
mismo oficio desde hace varias generaciones. No obs­ localidades, en forma de conversación libre; los inter­
tante, para 1970 aproximadamente, como en otros locutores eran “viejos autóctonos que jamás habían
países europeos, la separación de la historia social era vivido en otra parte, generalmente de 65 años o más
total; luego se establecieron algunos lazos. Es así como y de una clase social de la cual podía ser obtenido el
el historiador Connel utiliza los archivos de la Comi­ habla local más representativo”. Por lo común eran
sión para estudiar el casamiento campesino arreglado, labradores o habitantes rurales y sus mujeres. El con­
durante el medio siglo que siguió a la hambruna tenido del discurso estaba por lo común centrado en
de 1848. los recuerdos del interlocutor sobre su juventud, en la
Sin embargo, por razones históricas evidentes, no época en que el dialecto debía estar mejor conserva­
es tanto Irlanda la que contribuyó a crear la historia do. Inevitablemente, una colección semejante incluía
oral inglesa sino Escocia, cuyas relaciones con el mun­ material de considerable interés para la historia so­
do escandinavo eran igualmente estrechas y donde la cial.4 En efecto, se trataba de la descripción de la
riqueza de las tradiciones orales era comparable: ¿aca­ vida rural de fines del siglo xix. Sin embargo, la po­
so no existen ciertos cuentistas capaces de recitar sición de Leeds en el corazón mismo de una Inglate­
cuentos que duran seis horas y anécdotas que se pue­ rra transformada, que había perdido hacía mucho su
den hacer remontar a la época medieval? La Escuela civilización rural tradicional y donde la literatura oral
de Estudios Escoceses (School of Scottish Studies) fue clásica no tenía la misma aceptación que en Escocia
creada en 1951 y sufrió en sus comienzos la influen­ y en Irlanda, condujo al poco tiempo a los investiga­
cia de la Comisión del Folclor Irlandés; por otra par­ dores a recoger un discurso urbano sobre un periodo
te, su primer encuestador fue formado por ella y varios más reciente.
investigadores tuvieron lazos con la Comisión durante
4 Stanley Ellis (uno de los profesores de la universidad de
varios años. Las grabaciones esenciales (desde el co­ Leeds) en Oral History, vol. I, núm. 1, diciembre de 1972,
mienzo en forma de cintas magnéticas) fueron efec- p. 62.

141 142
Prácticamente en el mismo momento (1953), un idea fue retomada después de la segunda Guerra Mun­
dialectólogo especialista en East Anglia, George Ewart dial por las asociaciones feministas y los Oíd People
Evans, descubría que los discursos de sus interlocuto­ Welfare.
res de una aldea de Suffolk estaban atiborrados de Este gusto por la monografía local, escrita a partir
informaciones históricas, lo que constituía un ver­ de los testimonios de los habitantes, explica el gran
dadero conservatorio, cuyo testimonio era la misma éxito del libro de un periodista, Ronald Blythe, A ken-
lengua con palabras que el investigador había leído field, Portrait o f an English Village, aparecido y tra­
antes únicamente en los poetas preelizabetianos. El ducido al francés en 1972 con el título de M ém oire
choque fue lo bastante fuerte como para que apelara a d ’un village anglais. En un año el libro tuvo cuatro
la constitución de una historia oral inglesa desde su reimpresiones sucesivas y fue declarado libro del mes
primer libro sobre los jornaleros ingleses (1956), en el en los Estados Unidos. Seis años más tarde se hizo a
título mismo: A sk the fellow who cut the hay [Pre­ partir de ese libro una película para la televisión. El
gúntale a los camaradas que cortan el heno]. fenómeno es totalmente comparable a la aceptación
Sin embargo, sería un contrasentido buscar sólo, que tuvo C aballo de orgullo o L a sopa de hierbas sil­
e incluso principalmente, entre los especialistas uni­ vestres. El autor quiso “hacer escuchar la voz de una
versitarios y científicos los orígenes del movimiento aldea de Suffolk, Akenfield, tal como pudo captar­
de historia oral británico. Por otra parte, G. Evans, la durante el verano y el otoño de 1967. Lo que esta
aun siendo un historiador estimado, no pertenece a voz dice abarca medio siglo de marasmo agrícola y
la corporación. Si se quiere encontrar en Inglaterra la el comienzo de lo que se llama la segunda revolución
primera incitación moderna a recoger archivos ora­ agrícola”.8 El recorrido de Blythe es sinuoso desde el
les, hay que buscarla en el libro de Jane Wake How capítulo i, “Los sobrevivientes” , hasta el capítulo xx,
to com pile a history and present doy record o f village, “En la hora de la muerte”. Por orden de aparición,
escrito en 1925 para los institutos feministas que se encontramos a los campaneros, los peones de gran­
interesaban por la historia oral local. La autora su­ ja, los oficiales y los gentlemen, los jóvenes, el veteri­
gería, en efecto, combinar la documentación escrita nario o los invasores que vinieron del Norte. Blythe
y la encuesta oral para tener informaciones precisas mezcla hábilmente archivos escritos de la aldea o del
de los salarios, la salud, las sociedades de amigos, la condado con resultados de sus investigaciones perso­
alimentación, el sentimiento religioso o los hechos di­ nales y entrevistas. Cada entrevista (cerca de 50 en
versos. Incluso proponía “reminiscences p a r t i e s “Por total) está precedida por un retrato de la persona.
qué no hacer ‘reminiscences parties' en los que cada Tomemos el ejemplo del capítulo titulado “Dios” .
uno por tumo recordaría y contaría los acontecimien­ Comienza con una exposición del autor y una com-
tos que vivió, mientras alguien tomaría notas.”8 La
6 Mémoire d’un village anglais, Pión, colee. Terre Humai-
8 Citado por Paul Thompson, op. cit., p. 59. ne, 1972, p. 16.

143 144
paración entre el edificio de la iglesia anglicana y el movimiento obrero y en particular por sus orígenes
de la capilla bautista que permite presentar las dos locales que dejaron pocas huellas escritas: los viejos
sensibilidades; después, vienen extractos del reglamen­ militantes fueron entrevistados; éste fue uno de los ob­
to de la iglesia bautista y estadísticas sobre las acti­ jetivos originales de la Scottish Labour History Socie-
vidades de los anglicanos; finalmente llama al banqui­ ty, creada en 1961.
llo de los testigos al médico del pueblo, al general Al mismo tiempo se redescubría la canción popular
retirado, al profesor del centro agrícola, a un obrero industrial, en particular la minera. El movimiento co­
agrícola de los huertos, al diácono bautista y al deán menzó justamente después de la segunda Guerra Mun­
anglicano. dial gracias a los grandes cantores Lloyd y MacColl
Sin embargo, hay que evocar otra corriente, nacida que unieron la grabación y el espectáculo al estudio
también fuera de la universidad, y que es propia de y la recolección de datos. El primero publicó en 1953
la Gran Bretaña: el redescubrimiento por parte de la Vamos valientes mineros, y en 1967, L a canción po­
opinión pública del pasado industrial en el momento pular en Inglaterra, que tuvo influencia en una gene­
en que éste se dislocaba, de la misma manera como ración de recolectores agrupados en centenares de
Francia buscaba su campiña en el momento de su clubes e inspiró a decenas de cantantes y grupos.
desaparición. Seamos justos sin embargo; una nueva historia so­
Este movimiento comenzó con la reedición de mu­ cial inglesa universitaria inspirada por la obra de
chas autobiografías obreras del siglo xix y del li­ Edward Thompson, en particular por su libro clá­
bro de Mayhew E l trabajo manual en Londres y los sico Form ación de la clase obrera inglesa, condujo
pobres d e Londres (primera edición en 1851). Un a jóvenes investigadores políticamente comprometi­
poco más tarde vino la multiplicación de las obras dos a interesarse también por la historia obrera del
de la historia del ferrocarril, preludio a la forma­ interior y, por lo tanto, a establecer contactos estre­
ción de sociedades que resucitaron viejas líneas de chos con los sindicalistas. Se encuentran en los His­
locomotoras de vapor durante los fines de semana o tory Workshops, jornadas de discusión sobre la histo­
días feriados. Con la misma idea, se crearon museos ria obrera dirigidas por Raphael Samuel del Ruskin
industriales como el de Ironbridge George en Coal- College de Oxford que pronto publicaría una reseña
brookdale o el museo al aire libre de Sheffiéld que regular de sus teuniones en la revista que llevaba el
reconstruye un pueblo industrial. Esas diversas inicia­ mismo nombre. Más directamente universitaria era
tivas fueron sostenidas por centenares de aficionados la Society for the Study of Labour History, fundada
que revisaron sus graneros para encontrar los testigos en 1960, pero que a partir de 1969 publicó de manera
de esta época desaparecida; los viejos obreros fueron sistemática en cada edición de su boletín la entrevis­
llamados entonces para que explicaran cómo funcio­ ta con un militante obrero.
naban esas máquinas. Pero, más allá de la evolución El interés por un pasado conocido a través del tes­
de las técnicas, surgió el interés por la historia del timonio de los sobrevivientes aparece ahora como un

145 146
I

fenómeno de sociedad. La mejor prueba de ello es el Muy pronto descubrí con toda claridad que aunque
comienzo de una serie televisiva, Yesterday’s Witness existía una gran riqueza de publicaciones del comien­
(Testigos del ayer), en marzo de 1969, que utiliza am­ zo del siglo x x , incluyendo numerosos papeles guberna­
pliamente el testimonio oral. Desde hace más de diez mentales y algunos estudios sociológicos precursores,
mucho de lo que yo deseaba conocer era tratado desde
años, las emisiones tratan temas muy variados, desde
una perspectiva unilateral que no me satisfacía o bien
la apertura de la primera clínica para el control na­ era enteramente pasado por alto. L a documentación
tal hasta la derrota de la flota alemana en Scapa manuscrita no podía llenar esas lagunas, porque la
Flow, pasando por los comienzos de la radio o la que era por lo común accesible constituía una simple
vida en un pueblito de Dorset antes de la guerra, que ampliación del punto de vista burocrático ya visible en
siguió viviendo en estado feudal. Este gusto —que no las fuentes impresas. E ra un periodo muy reciente com o
está exclusivamente ligado a la Gran Bretaña y sobre para que las series de papeles más personales hubieren
el cual volveré a hablar más adelante— se relaciona llegado a los archivos del condado. Y o deseaba saber
de manera evidente con el sentimiento de un mundo cóm o fue un niño o un padre en esta época, cóm o se
que está desapareciendo y con el cual hay que con­ encontraban los jóvenes y se hacían la corte, cómo
vivían marido y mujer; cóm o encontraban su traba­
servar absolutamente un lazo. Los historiadores, hom­
jo [ . . . ] , cuáles eran sus sentimientos frente a ese tra­
bres del presente, no podían ya quedarse al margen bajo, cóm o veían a sus patrones y a sus compañeros
de ese movimiento, sobre todo porque algunos de ellos, de trabajo; cuáles eran sus vidas y sus sentimientos
al participar en emisiones de la b b c , descubrían la im­ fuera de sus trabajos; cóm o la conciencia de clase va­
portancia que tenía para su disciplina el archivo so­ riaba según la ciudad, la región y las ocupaciones.
noro, en tanto que otros (o los mismos), en contacto N o parecía poder responderse a ninguna de esas cues­
con sociólogos, percibían mejor el interés de la en­ tiones a partir de las fuentes históricas tradicionales;
cuesta de campo en el mismo momento en que esos pero cuando Thea Vigne y yo comenzamos a recoger
sociólogos deseaban dar una dimensión histórica a sus los 5 0 0 testimonios (en 1 9 6 8 ), la riqueza de la infor­
mación fue inmediatamente visible.7
análisis.
Las 500 personas correspondían a una muestra re­
Durante la segunda parte del decenio de 1960 varios presentativa del censo de 1911, nacidas todas antes
investigadores se volvieron de manera sistemática ha­ de 1905; los de más edad habían nacido antes de 1880,
cia la encuesta oral. El que llevó más lejos la expe­ y estaban distribuidos por Inglaterra, el país de Ga­
riencia fue inicialmente un historiador de arte, Paul les y Escocia. Las entrevistas que habían necesitado
Thompson, que estaba preparando un libro sobre el dos o tres visitas representaban cada una tres horas de
comienzo del siglo xx, la época eduardiana. En un grabación. La empresa era importante y marca una
principio, no tenía la intención de utilizar medios fecha en la constitución de la historia oral inglesa y
de documentación; dejémosle explicar cómo llegó a uti­
lizar la entrevista: 7 Paul Thompson, op. cit., pp. 77-78.

147 148
más ampliamente de la historiografía británica, pues no es específicamente, ni siquiera prioritariamente,
el autor no se contentó, en su síntesis final publicada universitaria. Al lado de investigadores o eruditos se
en 1975 y titulada The Edwardians [Los eduardianos], encuentran pedagogos que se ocupan de alfabetizar
con publicar un “montaje” de los testimonios; los in­ adultos y para quienes la historia oral es un medio de
terpretó y los confrontó con las fuentes escritas. De dar confianza a los analfabetos dejándolos expresar­
esta manera marca la oposición entre obreros califica­ se por sí mismos, o dar la palabra a los sindicalistas
dos y no calificados, muy fuertemente sentida por los deseosos de hacer la historia de sus organizaciones. Por
testigos: por un lado la “ respetabilidad” y por el otro otra parte, de 250 colectas de archivos orales que aca­
la “vulgaridad” (roughness). ba de censar Paul Thompson sólo 20 son de origen
Pero Paul Thompson no era el único que en el lin­ universitario.
de de los años 1970 utilizaba la grabadora. Los dos Entre los proyectos más sólidos, se puede recordar
primeros números del boletín inglés Oral History se­ el Imperial War Museum que recogió testimonios muy
ñalan ya 50 trabajos de historia oral. No es sorpren­ variados, desde el jefe de guerra hasta el simple sol­
dente que en diciembre de 1970, un primer encuentro dado e incluso el renuente al servicio militar; aunque
informal reuniera a unos veinte investigadores que también podemos mencionar los trabajos de la South
practicaban la entrevista con un objetivo histórico. Wales Miner’s Library, los Manchester Studies o los
De esta reunión sale un boletín de enlace. Desde el de Hackney. La biblioteca de los mineros del sur del
año siguiente, las iniciativas se multiplican; la b b c país de Gales nació de un doble sentimiento, con la
organiza un fin de semana de formación para las en­ clausura de las minas: voluntad de los mineros de
trevistas y difunde un debate entre los principales salvaguardar un recuerdo como esperanza de un por­
investigadores de historia oral. En 1972, el Social Re­ venir, pero también como reacción contra los libreros
search Council (el equivalente del Centro Nacional de anticuarios ajenos al país, ya que la identidad galesa
la Investigación Científica Francés) organiza un gran refuerza social y recíprocamente la identidad. La unión
coloquio sobre este nuevo método histórico y, por fin regional de mineros, con el apoyo de la universidad
en 1973, la Oral History Society es oficialmente crea­ de Swansea, quiso antes que nada salvar las huellas del
da. Actualmente cuenta con más de 700 miembros, pasado, ayudando a crear en 1974 una biblioteca que
y la revista trimestral con un tiro de mil ejempla­ recogería los archivos manuscritos (en particular los
res ya no es más el modesto boletín de enlace. En registros de las secciones sindicales) y los libros de mi­
1978, un grupo escocés especial se crea al lado de la neros que todavía no habían sido comprados por los
sociedad nacional. Para el año, 1980 Oral History se­ libreros de viejo. De esta manera, contiene actualmen­
ñala, además de su coloquio, seis encuentros sobre te más de 20 mil volúmenes y 5 mil folletos. Al
diversos temas locales o temáticos a través de toda la mismo tiempo, los promotores de la operación buscan
Gran Bretaña. recoger los testimonios de los ancianos sobre la vida
La originalidad de la historia oral británica es que pasada de los pueblos mineros y poseen ya una fonote-

149 150
ca de 400 horas de grabación. El proyecto de los Man- las ambiciones de la historia oral británica que no
chester Studies, dirigido por Bill William es muy vasto se define a sí misma como simple técnica de docu­
tanto por sus intereses como por su búsqueda de do­ mentación, ni siquiera en historiadores profesionales
cumentos: se interesa tanto por la comunidad judía como Raphael Samuel. Éste observa:
de Manchester y sus prestamistas como por los sin­
La historia oral es también un recurso para una forma
dicatos y las localidades rurales aisladas; cuadricula
democrática de práctica histórica. Está abierta a todos
Manchester calle por calle en busca de viejas fotos, y por supuesto sus adeptos más entusiastas ■son en su
documentos antiguos y de un registro sistemático de mayoría ajenos a la universidad, o sólo trabajan en ella
testimonios. Restituye a la población sus descubrimien­ parcialmente: algunas de sus obras más logradas no
tos gracias a la publicación de folletos o de cuadernos son obra de historiadores sino, como es el caso en los
pedagógicos y por medio de la organización de expo­ Estados Unidos, de escritores y periodistas. Algunas
siciones ambulantes. The People Autobiography Group veces las personas se dedican a la historia oral como
of Hackney nació en septiembre de 1972 de un grupo un pasatiempo, a menudo como una pasión. Ella libe­
de personas de edades y centros de ocupación muy ra a los historiadores del aislamiento de las bibliotecas
variados; adolescentes, adultos y viejos, profesores, car­ y de los estudios y los alienta a mezclarse con la gente
de la calle. Los libera de la competencia encarnizada
teros, albañiles, todos habitantes o vecinos de Hackney por las fuentes de archivo y les ofrece en su lugar una
en los suburbios orientales de Londres, que tomaron fraternidad en el trabajo y una relación viva con su
la costumbre de confrontar las grabaciones sobre el tema. La mayoría de los trabajos de historia oral en
pasado de su barrio y a veces incluso grabaron sus la Gran Bretaña son emprendidos de manera colec­
discusiones. Al poco tiempo, publicaron folletos bara­ tiva y el investigador, después de algunos años de
tos como The Island [La Isla] que describe cuatro reclusión solitaria, se convierte en el vocero de la gente
calles. Esos folletos motivaron a otras personas a ha­ y en la voz de su experiencia en el pasado.8
cer nuevas grabaciones; hicieron surgir también docu­
Esta historia pretende ser también democrática por
mentos antiguos y viejas fotos. Entonces el grupo pudo
su objeto principal de estudio —los que habitualmen­
realizar, con fragmentos de grabaciones, exposiciones
te no dejan huellas— , que es el mundo popular. Las
de transparencias que fueron presentadas en los hos­
frases que en un momento fueron colocadas como
pitales, asilos de ancianos y escuelas, con una ‘preocu­
exergo de Oral History, expresan bien esta tendencia:
pación sistemática por el retomo a la población. El
“Oral History pretende ser una herramienta a partir
objetivo del People Autobiography Group no es sólo
de la base, a través de las palabras de la gente que
entretener a sus socios y a los habitantes de Hackney.
tuvo la experiencia [ . . . ] . Sobre todo, pone a los his­
Al reconstituir, a través de relatos de vidas, la historia
toriadores en contacto con todos los medios.”9
de esta comunidad geográfica, se busca darle su me­
moria y restituirle la interpretación de su propio pa­ 8 “L’Histoire órale en Grande-Bretagne”, op cit., pp. 18-19.
sado. Es un ejemplo perfectamente representativo de 9 Oral History, vols. V y VI, p. 1.

151 152
Ivías ampliamente todavía, introduce en la histo­ Sin embargo, no se puede evitar relacionar esta elec­
riografía inglesa curiosidades que se reagruparon en ción con el interés más amplio que el mundo anglo­ V
Francia con el nombre de Nueva Historia. No porque sajón tiene por este tema desde el comienzo de los
las perspectivas políticas más caras a la mayor parte años sesenta; de todo ello son testimonio la traducción
de la historia oral norteamericana clásica estén com­ rápida, dos años después de su aparición, y el éxito
pletamente ausentes, como en el libro de Bernard del libro de Philippe Aries, El niño y la vida fam iliar
Donoughue y George Jones, H erbert M orrison, Por-
trait o f a Politician, escrito a partir de 300 entrevistas,
bajo el Antiguo R égim en ,n y un poco más tarde los <<
trabajos de historiadores modernistas de Cambridge o
sino que lo esencial está en otra parte. Es significati­ de Princeton, Peter Laslett y Laurence Stone; por
vo que el primer número monográfico de la Oral otro lado, los tres muestran que existen otros medios
History, de otoño de 1975, haya sido consagrado a para vencer el silencio además de la encuesta oral
la historia de la familia y de la juventud, o mejor, cuando ésta no es posible. Philippe Ariés comprendió
como ve más precisamente en su introducción Thea muy bien las razones de este interés: “[la edición in­
Vigne, a las relaciones entre el espacio familiar y el glesa] tuvo un éxito inesperado, en primer lugar entre í

público, extrafamiliar (hom e y anti-home, o tal vez, los sociólogos y los psicólogos, que a menudo se con­
away from h om e) y The Vigne explica esa elección: virtieron en diversos grados en campeones del cues-
tionamiento a la sociedad. Algunos sociólogos, como
Es prudente que el primer número monográfico sea Parsons, habían identificado el éxito norteamericano
sobre la familia y la juventud, pues en ningún otro con la familia nuclear. Mi libro sirvió para matizar esa
sector de investigación, la entrevista es tan indispensa­
relación [ . . . ] y al mismo tiempo desmitificar la fami­
ble com o medio para obtener la información. L a docu­
lia llamada nuclear, cerrada, no sólo remanso de paz
mentación está severamente limitada y sólo planteando
preguntas y escuchando lo que la gente dice podemos
sino también ghetto” .12 La manifestación más recien­
aprender algo sobre la educación de los niños, la ex­ te de este interés es la publicación de Edwardian Child-
periencia sexual, la manera de cortejar y el casamien­ h ood [Infancias eduardianas] de Thea Thompson.13
to. Escuchar es la clave de una entrevista con validez Se trata de las memorias de nueve testigos sobre sus
en la historia de la familia, sobre todo al comienzo. infancias a comienzos de siglo, elegidos entre las di­
Cuando se comienza, hay pocas lecturas previas útiles versas categorías de 4a sociedad, desde el hijo de un
que debamos leer, en especial si comparamos con un obrero pobre hasta la hija de un barón. El interés
estudio sobre el artesanado, una comunidad o un movi­
miento político. En primer lugar debemos utilizar to­ 11 Publicado en 1960 por la editorial Pión, el libro de Ariés
das sus cualidades humanas para animar a las personas fue traducido con el título de Centuries o f childhood.
a hablar de lo que a primera vista consideran com o 12 Ph. Ariés, Un historien du dim anche (con la colabora­
grosero, embarazoso o sin importancia.10 ción de Michel Winock), Le Seuil, París, 1980, p. 138.
18 Thea Thompson, Edwardian childhoods, Routledge and
10 Ibid., Vol. III, núm. 2, p. 5. Kegan Paul, Londres, Boston y Henley, 1981.

153 154

!
del libro es doble: en primer lugar nace de la compa­ De hecho, el tema ha inspirado varias obras, que
ración de los diversos tipos de educación, y le estamos por otra parte son sobre todo archivos orales, es
agradecidos al autor por no caer en el defecto de mu­ decir presentación de testimonios, y no síntesis his­
chas publicaciones de archivos orales: dejar de lado a tóricas propiamente dichas.15 Entre éstas, uno de los
las clases medias y superiores con el pretexto de que escasos libros de historia oral inglesa traducido al
ya tienen sus fuentes, escritas, y sus historiógrafos, lo francés, Campesinas de los pantanos de Mary Cham-
que es verdad para sus actividades económicas, sociales berlain,18 trata de una serie de testimonios de muje­
y culturales pero no para su juventud. Sin embargo, res de una aldea de East Anglia, en la región de los
la sociedad eduardiana adulta aparece también a tra­ pantanos. La autora se instaló allí en 1973: “Una vez
vés de los recuerdos de infancia, que se tornan más instalada — escribe en el prefacio— las mujeres de
precisos a medida que la vejez reaviva la memoria del Gislea han dado la inspiración de este libro. Yo quie­
pasado más lejano. ro relatar sus vidas únicas de mujeres, sus tradiciones
Tampoco es un azar si el segundo número mono­ —que siguieron inalterables a través de los siglos— .
gráfico de Oral History trata sobre la historia de las Quise producir algo que les sirviera de monumento, a
mujeres; aunque aquí el compromiso militante se afir­ ellas y a las mujeres como ellas. También he preten­
ma más que en el número anterior donde imperaban dido restablecer el equilibrio de las obras consagradas
las preocupaciones metodológicas, como lo afirma la a la vida rural de donde las mujeres están con de­
conclusión colectiva de la presentación del número: masiada frecuencia desterradas.” Después de presentar
el pueblo, su geografía, su historia y su evolución re­
Durante siglos, las voces de las mujeres no han sido ciente, Mary Chamberlain clasifica sus testimonios
escuchadas: detrás de la historia de las guerras victo­ en nueve temas, desde la infancia hasta la vejez, pa­
riosas se esconde la historia de mujeres que palidecían sando por la escuela, el casamiento, el trabajo, la reli­
en las fábricas de municiones; detrás de la imagen de gión y la política, sin olvidar los ocios y las gentes
la productividad en las minas de carbón está la mujer
que llegaron de otras partes. Cada capítulo comien­
que ha pasado treinta años sirviendo una generación
de mineros condenados a morir en las peores catás­
za con una pequeña introducción donde son utilizados
trofes. Esperemos que esta edición de Oral History algunos documentos escritos, un censo o el antiguo
sea solamente el comienzo de la exploración de lo que cuaderno de la escuela. En seguida, la autora pre­
yace aún no registrado en la memoria de miles de senta de manera sumaria a sus interlocutoras (cerca
mujeres; pues sus vidas y sus combates son mucho de 60) de los 5 a los 86 años, antes de dejarles la pa-
más que una parte de nuestra historia, son tan impor­
tantes para nuestra comprensión del presente com o to­ 18 Una lista aparece al final del número especial de Oral
dos los informes oficiales que han sido producidos History, pp. 132-135.
jam ás.14 10 Mary Chamberlain, Paysannes des marais, Ed. des Fem-
mes, París, 1976. El libro apareció en inglés en 1975 en las
14 Oral History, vol. V, núm. 2, p. 5 ediciones Virago, Londres, con el título de Fenwomen.

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labra más o menos largamente. No se extrae ningu­ Hasta ahora, lo esencial de los libros de historia
na conclusión de este conjunto de intervenciones. La oral, muy numerosos y muy variados, depende de la
obra va acompañada de algunas notas relacionadas publicación de documentos, y los Edwardians no han
principalmente con el vocabulario, y de fotos antiguas tenido todavía la posibilidad de formar una escuela.
o recientes. Sin embargo, podemos señalar Pitrnen, Preachers and
Varios programas de televisión de la serie Yester- Politics, de Robert More, que estudia la influencia del
day’s Witness, ya mencionada, han sido dedicadas de metodismo en la conciencia obrera de los mineros
manera exclusiva a los testimonios femeninos, en par­ del valle de Durham, y sobre todo Ronald Frazer con
ticular seis sobre las mujeres durante la Guerra Mun­ su libro B lood o f Spain (1979), gracias al cual su
dial de 1914-1918 que fueron difundidas en dos oca­ autor fue reconocido como uno de los maestros de la
siones por la primera cadena de la televisión na­ historia oral. Para Paul Thompson “es una tentativa
cional. particularmente impresionante para pintar una gran
conmoción política [aquí, la guerra de España] a tra­
Otro sector fuerte, ya presente en el origen de la dis­ vés de la experiencia de gentes comunes” .17 Frazer
ciplina, es la historia obrera y más ampliamente in­ determinó primero seis zonas, dos en el campo re­
dustrial: éste fue, por ejemplo, el tema del encuentro publicano, Barcelona y Madrid, dos en el campo nacio­
nacional de 1980 consagrado a los mineros en el mun­ nalista, Córdoba-Sevilla y Castilla la Vieja, dos que
do moderno, y será el de 1982 sobre los estibadores de conocieron la experiencia de los dos bandos, Vizcaya
Hull y de Liverpool. En varias universidades predomi­ y Asturias. En cada sector, el autor interrogó a unos
na ese género de historia: en Swansea, evidentemen­ 30 testigos, excluyendo los líderes políticos y las per­
te en relación con la biblioteca de los mineros, pero sonas que habían escrito o podían escribir sus memo­
también en Llafur, una sociedad fundada en 1970 por rias, buscando el interlocutor medio de preferencia
todos aquellos que se interesan por la historia de la (el militante medio o el hombre y la mujer comunes
clase obrera galesa, en Hull donde John Saville reúne que vivieron una experiencia particular). Así obtu­
una documentación escrita y oral de los militantes vo 600 horas de grabación en español que represen­
obreros para un gran diccionario biográfico, y final­ taban tres millones de palabras de las que sacó una
mente en la universidad de Essex donde existe un Cen­ versión inglesa reducida a la mitad, para culminar en
tro Nacional de Historia Obrera.
No es necesario insistir más sobre las monografías 17 La primera cita está sacada del resumen que precede a
locales, que, como acabo de demostrarlo, existen des­ la entrevista de Ronald Frazer en Oral History, vol. VIII,
de el origen mismo de la historia oral, y que todavía núm. 1, primavera, 1980, p. 52; esta entrevista me permitió
motivan muchas vocaciones. El tema de las minorías además dar informaciones sobre el método de Frazer. La cita
de Paul Thompson proviene del artículo del Bulletin de l’Insti-
apareció más recientemente, con el encuentro anual tut de l'histoire du temps présent, núm. 2, diciembre, 1980,
de 1979 sobre la historia de los negros. p. 11.

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un libro de 200 mil palabras. “Durante los 18 me­ H istorias orales italianas fragmentadas 19
ses de los 24 que pasé escribiendo el libro — dice
Ronald Frazer— los testigos dominaban de tal ma­ Sin embargo, a diferencia de los historiadores britá­
nera, que yo no podía obtener una forma y estructura nicos, los italianos apenas comienzan a estructurar
satisfactorias.” las numerosas iniciativas que han surgido desde hace
Esto lo llevó a reducir el estilo directo, a usar 20 años en la península, como lo subraya desde un
más el estilo indirecto, a dar más claramente su pun­ principio Luisa Passerini:
to de vista sin por ello remplazar a sus testigos o
alistarlos a su servicio. El plan es cronológico, pero A pesar de la gran riqueza de iniciativas en este do­
el relato va de un lugar a otro e intercala análisis y minio, todavía no se ha establecido una coordinación
retratos individuales. El autor no vacila en contar mo­ nacional ni se ha procedido a una instalación institu­
destas anécdotas y se justifica diciendo: “Puede no cional para la recolección de las fuentes orales. Nu­
parecer muy serio que a un historiador le gusten los merosos grupos y muchos investigadores individuales
relatos populares, pero la historia oral tiene como suje­ están trabajando, pero con frecuencia están privados de
to al pueblo.” Sin embargo, gracias a este método, la contactos entre sí y se encuentran acantonados en una
dimensión local. La mayoría de las veces, la recolec­
atmósfera de la guerra aparece en toda su compleji­
ción se hace de manera primitiva y los resultados ter­
dad y “los casos extremos de heroísmo o de bestia­ minan por constituir archivos privados o que pertene­
lidad que la guerra civil provocó se convierten en cen a organismos locales organizados — cuando lo
vivientes y comprensibles a la vez”.18 están— de manera diferente.
Así, el desarrollo que tuvo la historia oral britá­
nica explica la influencia de la que goza actualmente Más todavía que en Inglaterra, la motivación está
en Europa, y con justicia, prestigio aún mayor que el en origen de la historia oral italiana. Comienza en los
de la historia oral norteamericana. Por lo tanto no es años cincuenta gracias a intelectuales como Danilo
sorprendente que el primer Encuentro internacional Montaldi o Gianni Bosio, deseosos de describir el in­
europeo haya tenido como marco Colchester, sede de terior de la vida del Sur (M ezzogiorno) o de las cla­
la Universidad de Essex, en 1978. El encuentro había ses obreras de las ciudades industriales del Norte. La
sido precedido de un intercambio de opiniones en Bo­ recolección de testimonios es también hecha por “mi-
lonia, lo que no carece tampoco de significación. En
efecto, Italia constituye otro punto fuerte de esta prác­ 18 Sobre este tema, véase el artículo de Luisa Passerini,
tica desde hace algunos años. “Travaux récents d’histoire órale en Italie”, Bulletin de ¡'Insti­
tuí de Vhistoire du tem ps présent, núm. 2, diciembre, 1980, y
los dos primeros números de Fonti orali, enero y marzo, 1981,
que reseñan los principales proyectos. El relato del encuentro
18 Crítica de James Cornford en Oral H istory, vol. IX, de Bolonia fue publicado en Quaderni Storici, con el título
núm. 1, primavera de 1981, p. 52. Oral History: Fra antropología e storia, 1978.

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litantes políticos de base” que pretenden por ese medio para la cultura del mundo popular de la región. Este
cuestionar a los organismos dirigentes y las orienta­ servicio se apoya en la red de bibliotecas de Lombar­
ciones de los partidos que representan tradicionalmen­ día. Su objetivo, definido por el responsable, es reco­
te a las clases populares. Esta voluntad política se ger la mayor cantidad posible de documentos relativos
reencuentra también en los estudios de antropología a la cultura del mundo popular, “no sólo en el sen­
y de investigaciones folclóricas que constituyen, para tido de manifestaciones de tipo folclórico sino también
el M ezzogiorno, la segunda fuente de historia oral, de todas las modalidades por las cuales se expresa, se
como en los Institutos Históricos de la Resistencia manifiesta, se hace explícita, una manera de ser en el
que han practicado ampliamente la encuesta oral. mundo propia de las clases subalternas”. También allí
Un buen ejemplo puede ser la creación del Instituto el objetivo militante supera al objetivo científico. Los
Ernesto de Martino en Milán. Los estatutos del orga­ resultados de las investigaciones dan lugar a la edición
nismo insisten en el preámbulo en la relación entre el de libros, por parte de la región, que los distribuye
conocimiento renovado del mundo popular, ante todo gratuitamente en las bibliotecas. En cierto momento,
meridional, gracias a las “fuerzas culturales más avan­ deberían permitir “animar una verdadera renovación
zadas” y la reanudación de las luchas obreras y cam­ de base, en las comunidades populares, en las ciudades
pesinas; el vínculo entre ciencia y compromiso ideoló­ o los campos”.20
gico es afirmado. Las investigaciones sobre el mundo La separación del mundo universitario ha sido pues,
popular deben constituir “un cuestionamiento acti­ total, y ello no dejó de provocar malentendidos. Por un
vo de la pretensión de poder y de los grupos hegemó- lado, el desprecio a una forma de historia considerada
nicos actuales de imponer unilateralmente sus propios no científica, por el otro, el desdén hacia los métodos
modelos culturales y de someter integralmente la pro­ de análisis crítico que desnaturalizan la espontanei­
ducción de cultura a las leyes del mercado y a la dad de la palabra popular. Esa brecha no ha desapa­
lógica de la ganancia”. Bosio, el principal promotor, recido enteramente incluso si numerosas universida­
se entrega en 1969 a una crítica severa de las investi­ des han adoptado la práctica después. De acuerdo con
gaciones tradicionales que pasan por alto al hombre Luisa Passerini, las consecuencias se observan en “el
histórico y deforman la realidad italiana, interesándo­ desarrollo exagerado de la etapa de la recolección” .
se únicamente por el mundo agrario y pastoral tradi­ De hecho, hasta el presente, se han publicado sobre
cional. La autonomía institucional permite escapar “a todo relatos de vidas campesinas, de obreros de fábri­
la concepción del hombre folclórico defendida por las cas, de militantes políticos o de mujeres, entre ellos el
universidades a causa de su dependencia estatal”. célebre libro de Ñuto Revelli, II m ondo dei vinti [El
Como en la Gran Bretaña, los poderes locales y las
regiones gobernadas por una coalición de izquierda
20 Véase H. Giordan “Dominée jusqu’oü? L’éclairage ita-
también realizan investigaciones de historia oral. Así, lien”, Autrement, noviembre de 1978, núm. 16, pp. 44-52,
en Lombardía, donde desde 1974 existe un servicio de donde son sacadas las citas, pp. 46, 47 y 48.

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mundo de los vencidos]21 que retendrá un momento rra; primero publica su diario de Rusia, luego recons­
nuestra atención. Ñuto Revelli no pretende presentar­ tituye su vida de resistente con ayuda de documentos
se como un especialista: “No soy ni historiador ni y de testimonios en L a Guerra dei Poveri [La gue­
sociólogo. Soy Ñuto Revelli, con esta pasión por el rra de los pobres] (1 9 6 2 ). Entonces, descubre el mé­
mundo campesino, por los campesinos de mi país. todo de la entrevista al interrogar a 40 campesinos
A partir de la guerra esas gentes y sus problemas me italianos que habían vivido la guerra; edita esos testi­
interesan.” Joven oficial en el frente ruso y luego gue­ monios en 1966. Después, busca durante cinco años
rrillero resistente, descubre entonces la cultura del otro tipo de testimonios populares, las cartas de sol­
mundo campesino: dados muertos o desaparecidos; recupera diez mil de
esas cartas. A comienzos de los años setenta, “libera­
Siempre vuelvo a la guerra porque fue allí donde tuve do del discurso de la guerra” , comienza a interrogar
la ocasión de apreciar la cultura de esa gente: la in­ a los campesinos “de tiempo de paz” (270 en total).
teligencia personal de muchos aunque también una Su encuesta dura siete años, ya que como no es uni­
especie de inteligencia colectiva. N o hay ninguna miti- versitario, debe asegurar su vida cotidiana y financiar
ficación retrospectiva de mi parte, yo era joven en ese su investigación vendiendo hierro, cosa que él no la­
tiempo y sentía eso. Ellos tenían algo así com o antenas menta pues “ese trabajo me ayudaba a conservar los
que nosotros no poseíamos. De sus diálogos podía sur­ pies en la tierra” . Encontró solo su método: “Nadie
gir una intuición colectiva. Sin esta fuerza, sin esa me ha mostrado el camino.” Espontáneamente des­
cultura campesina yo no estaría aquí, me hubiera muer­
cubrió que el método directivo no era el mejor: “No
to en Rusia [ . . . ] Piense en esa gente que hacía avan­
zar una muía con 4 0 ° bajo cero [ . . . ] ; esos campe­
acoso a la gente con las preguntas. Los pongo sobre
sinos eran capaces de localizar un campo de papas bajo los rieles, y cada tanto los ayudo a orientarse. Nunca
la nieve. En la resistencia encontré lo mismo. Siempre creí en las encuestas del tipo ‘a cada pregunta una
sentí que tenía una deuda hacia esa gente. respuesta’; no trabajo a destajo. El campesino avan­
za lentamente, no exhibe nunca el paso rápido del ca­
Como Oscar Lewis en otro contexto, Revelli había zador; siempre hay que buscar las respuestas válidas
descubierto la cultura de la pobreza. del campesino en los episodios que narra, en los largos
Revelli no iba a pagar inmediatamente esas deu­ giros. La primera regla que me impuse fue ajustar mi
das. Comienza por “digerir” su experiencia de la gue­ paso al de los interlocutores.”22 La entrevista podía
durar de cuatro a ocho horas. A veces, le pedían que
21 Publicado por Einaudi, Turín. Una traducción francesa volviera: “Porque la necesidad de hablar de esa gen­
fue editada por Maspero en 1980.' Ñuto Revelli mismo ha te es terrible.” Recoge el testimonio en dialecto: un
sido entrevistado en Le Monde Dimanche del 17 de agosto hombre que habla su lengua propia es más libre. Para
de 1980, por Claude Ambrose, con el título “La Voix des
paysans piémontais”. Las citas que siguen, salvo indicación en
contrario, están sacadas de esta entrevista. 22 Le Monde des vaincus, Maspero, 1980, pp. 36-37.

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Revelli, El m undo de los vencidos es sólo una prime­ rra Mundial; los trabajos más sugestivos son tal vez
ra etapa. Prosigue con una encuesta sobre las mujeres los que combinan varios temas y varios acercamientos;
y ha recogido ya 150 testimonios de tres generacio­ pienso sobre todo en el estudio dirigido por Luisa Pas­
nes, pero su objetivo aún es el mismo: comprender el serini y sus colegas sobre la clase obrera turinesa du­
mundo rural pobre, y más ampliamente “dar una voz rante el periodo fascista, o las encuestas de sus jóve­
a esa gente [ . . . ] , era importante que hablaran — agre- nes investigadores sobre las redes de parentesco y de
8a— ! ese mundo que tenía tantas cosas para decir y amistad en ciertos barrios obreros y sus cambios entre
que jamás llegó a expresarse, necesitaba ayuda para 1900 y 1940.28 Nombraré también, con gran placer, el
hacerlo” . bonito libro de Daniele Jalla, L a música, storia di una
Todo parece indicar el fin de esta primera fase y el banda. Piossasco, 1848-1980‘M donde la historia de la
arribo a la madurez de la historia oral italiana. La fanfarria local, lugar privilegiado de la sociabilidad
prueba de ello son los esfuerzos de coordinación que de Piossasco, permite evocar las vicisitudes de una pe­
se multiplican; por ejemplo, entre los diversos institu­ queña comunidad por medio de las conmociones de la
tos históricos de la resistencia, con un inventario de los “gran historia” , mezclando encuestas orales, documen­
trabajos sobre el tema, pero sobre todo con el primer tos (en particular fotográficos) y análisis.
encuentro nacional, organizado por Luisa Passerini
con ayuda del Instituto Gramsci, que se realizó en
Turín en enero de 1981 y del cual salieron un boletín, Del m undo obrero durante e l periodo nazi a lo s
Fonti Orali Studi e R icerche y proyectos para varios CONCURSOS DE HISTORIAS DE VIDAS
encuentros. Aunque, más profundamente, se observa
ahora una voluntad de sobrepasar la etapa de reco­ Este interés por el mundo obrero parece ser el rasgo
lección para llegar al análisis y a la interpretación cru­ dominante de la historia oral que se desarrolla en
zando las fuentes, así como una necesidad de superar Alemania desde hace cinco años.25 Ese interés orien-
también la oposición universidad-historia oral.
Un censo reciente (1981) registró cerca de cien 28 Entre otros artículos y comunicaciones: “Vita quotidiana
investigaciones de las cuales más de la mitad no de­ in un quartiere di Torino fra le due guerre: l’apporto delle
storie órale”, Quaderni -Storici, 35 (en colaboración con G.
penden de la universidad; algunas tienen preocupa­ Levi y L. Scarffia) y “Fonti orali e storia della classa operaia
ciones parecidas a las británicas: como por ejemplo in regime fascista”, A gosti e Bravo, Storia del m ovim ento ope-
la historia obrera muy ampliamente representada, raio, del socialismo et delle lotte sociali in Piem onte, vol. III,
tanto en las investigaciones en curso como en las Bari, de Donato, 1980.
24 Editado por el Gruppo di Ricerca sulla Storia e la Cul­
publicaciones, o el mundo de las mujeres y las mo­ tura Lócale di Piossasco, comuna de Piossasco, 1980.
nografías locales; otras son más específicas como los 28 Véase Georges Roche, “De Toral history’, á la ‘erinnerte
proyectos de dimensión antropológica o los relacio­ Geschichte’ : les débuts de l’histoire órale en R.F.A.”, Recher­
nados con Italia durante el fascismo y la segunda Gue­ ches germaniques, 1982. Véase también, Lutz Niethamnier (di-

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ta los trabajos del principal centro, la Universidad de rece con el advenimiento del nazismo, y la tradición
Essen, dirigido por Lutz Niethammer, quien comenzó todavía más antigua, de las precoces investigaciones
estudiando la vida cotidiana de los trabajadores en el folclóricas. La lentitud del renacimiento de una prác­
Ruhr de 1910 a 1930 y que prosigue actualmente con tica que tenía ilustres precursores fue causada eviden­
una gran encuesta sobre la clase obrera del Ruhr du­ temente por ese pasado imposible de asumir, como lo
rante el periodo nazi. Este tema preciso del compor­ observa Georges Roche:
tamiento obrero durante el régimen hitlerista recibe
también la atención de la Universidad libre de Berlín E n esta ausencia de consenso — al contrario de lo que
y de la Universidad de Munich. Louis Steinbach, de ocurre en Israel y Polonia— todo recuerdo es ocul­
Heidelberg, por su parte, se interesa en la socializa­ tado, incluso por los que no tienen ninguna necesidad
de justificarse, com o la antigua deportada del campo de
ción del proletariado urbano de Manheim, en tanto
concentración de Ravensbruck, Pauline, evocada por
que el Museo Histórico de Francfort se preocupa por R. Hochhut en su postfacio a E ine Liebe in Deutsch-
los jóvenes obreros y la comisión etnológica de West- land. El duelo imposible ¿podrá alguna vez adaptarse
phalia por los jornaleros agrícolas de la región. Anne- a una verdadera “historia de vida”? L a atención al
Marie Troger, en Berlín, y Ulrike Martiny, en Ham- problema de la memoria y del olvido que obsesiona
burgo, emprenden encuestas sobre las mujeres. La al primer libro de método, así como el periodo nazi
problemática parece también inspirada por experien­ suprimido durante tanto tiempo del recuerdo alemán,
cias similares en el extranjero: los alemanes se inte­ podrían constituir el aporte privilegiado de la historia .
rrogan la manera en que el aprendizaje se inscribe en oral germánica.
el cuerpo, la influencia de las mutaciones industria­
les en la vida cotidiana o la búsqueda de una iden­ Tal es, muy rápidamente esbozado, un primer estado
tidad cultural. Como en la Gran Bretaña y en Italia, de las empresas de historia oral europeas al día si­
municipalidades, regiones o sindicatos participan de guiente del encuentro en Amsterdam. Balance cierta­
esta búsqueda de la memoria colectiva y editan los mente incompleto, muy provisional y puede ser que
testimonios. ¿Esto quiere decir que la historia oral ale­ injusto, que ha descuidado la aportación de equipos
mana solamente es la prolongación de su homóloga nacientes o de investigaciones globales que integran la
británica? encuesta oral como entre otras de “la base social y
Sería olvidar la vieja tradición de la autobiografía la incidencia política del hecho libertario que mez­
obrera que florece desde el fin del siglo xix y desapa- cla las entrevistas con los datos estadísticos y anó­
nimos”.28
rección de), Lebenserfahrung und kollectives G edachtnis Die ¿Debo evocar en este panorama la práctica de his-
Praxis der “Oral H istory", Syndikat Verlag, Francfort del
Meno, 1980, que es al mismo tiempo un libro de reflexión 2 e véase Mercedes Vilanova, “Travaux d’histoire órale á
metodológica y balance de las primeras experiencias alemanas Barcelone”, Bulletin de VI.H.T.P., núm. 2, diciembre de 1980,
con reseñas de las empresas extranjeras. pp. 22-23.

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torias de vida en Polonia?27 Vieja tradición que se ini­ mejores se publican en los periódicos y se reúnen en
cia inmediatamente después de la primera Guerra Mun­ libros.
dial con Znaniecki, y que hemos visto28 que influye Las memorias recogidas tienen en común con el
tanto en la sociología norteamericana como en la po­ recuerdo de testigos su carácter de archivos provo­
laca. En 1921, el coautor de The Polish Peasant in cados, pero al utilizar la escritura se establecen tam­
E urope and A m erica organiza en su país el primer bién diferencias, en particular en cuanto a la muestra,
concurso de historia de vida; recibe 149 memorias. Ha que no es enteramente representativa de la población;
nacido el movimiento. Otro sociólogo, Krywicki, re­ las mujeres están subrepresentadas como miembros
coge cerca de 800 respuestas de huelguistas, y Chala- de las clases medias y altas; además el otorgamien­
sinski alrededor de 1 500 provenientes de jóvenes cam­ to de premios contribuye a crear un grupo de redac­
pesinos. Después de la segunda Guerra Mundial, la tores de memorias semiprofesional. En un país donde
práctica se reanuda con más empeño. En 1947, una el marco político es muy apremiante ¿no es grande el
revista organiza un concurso de la aldea polaca duran­ riesgo de estereotipo y de discurso oficial? Es cierto ,
te la guerra: obtiene muchos millares de contribucio­ que el registro no escaparía a este peligro. Queda una
nes muy libres; una de ellas, por ejemplo, con nombre documentación muy abundante de muchos millones de
y dirección, describe las actividades de un miembro páginas, y que puede lamentarse que haya interesado
de partido de derecha que había sido suprimido por el hasta ahora sobre todo a los sociólogos y no a los
partido comunista. En 1952 la radio, polaca organiza historiadores, y que sea tan poco conocida en el ex­
un gran concurso de la guerra y la posguerra do­ tranjero.
tado de numerosos premios y que va a servir de mode­
lo a las empresas siguientes. Chalasinski dirige en
particular una nueva encuesta con las jóvenes genera­
ciones campesinas que batió todos los récords con
5 500 autobiografías, de las cuales publicó la décima
parte. A partir de los años sesenta fue una práctica re­
gular: cada año la radio y los periódicos nacionales y
locales organizan competencias de temas precisos; los

27 Véase Paul Thompson, “The humanistic tradition and


life histories in Poland”, Oral History, vol. VII, núm. 1,
primavera de 1979, pp. 21-25, y Bronislaw Mistzal, “Autobio-
graphies of workers as a source or Socio-historical Knowledge”,
International Oral History Conference, 24-26 de octubre, 1980,
vol. II, pp. 479-496.
28 Véase supra, p. 115.

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