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Ca pít ul o 21

LAACCIÓNPOLÍTICAINDIVIDUAL:
ELPERFILDELOSACTORES
Y LASFORMASDEINTERVENCIÓN
Ladiversidad de la acción política
No sólo los políticos «hacen política». También otros miembros de la
comunidad intervienenenellade maneras muydiversas. Conmayor ome­
nor concienciadeellointentaninfluirenel procesopolíticoconintervencio­
nes dedistintotipo: cuandomantienenesporádicas discusiones confamilia­
res o amigos sobre algún episodio político de actualidad, cuando votan en
unas elecciones, cuandoasistenaunmitinoprestanatención—aunque sea
superficial—aun programa televisivodedicadoa personajes otemas políti­
cos. Estas intervenciones adoptanformas múltiples ycambiantesysonpro­
tagonizadas por unadiversidaddesujetos.
• Entendemos, pues, por acción política la conducta individual ode grupo
queincide—avecesdeformamuyremota, avecesmuydirecta—enel pro­
cesode gestión de los conflictos sociales. Comoya sabemos, este proceso
degestióntienemomentosdiferentes: laformulaciónycanalizacióndede­
mandas yreivindicaciones, el reclutamientodedirigentes políticos, laela­
boraciónyla ejecuciónde políticas públicas, la protesta ola resistencia a
estamismaejecución, etc. Encadaunodeestos momentos sedanoportu­
nidades deintervencióndediversotipo: unadiscusiónentre vecinos sobre
laacciónmunicipal enel barrio, una manifestaciónenlacalle, unvotoen
unas elecciones, una carta de queja al responsable político de tumo, etc.
• Laacciónpolíticaocupasólounapequeñaparcelaenlaatenciónyel tiem­
pode los ciudadanos. La razón es que lapolítica debe competir conotras
muchas ocupaciones de lavidacotidiana: las relaciones familiares, las ta­
reas económicas ylaborales o las actividades culturales ode ocioreciben
generalmente mayor atención que la propia política. En este contexto de
competiciónconotras exigencias, la acciónpolítica—a diferencia deotro
tipode actividades como la familiar ola laboral—es una acción intermi­
tente. Salvopara aquellos que hacen de la política una profesión—políti-
322 LAPOLÍTICACOMOPROCESO: (2) LOSACTORES
CCS, funcionarios directivos, periodistas especializados, etc.—, opara una
minoría que la siente como una obligación moral ocívica, la mayor parte
delosciudadanos seocupadelapolíticadeformaesporádicayresidual.

L a IMPORTANCIA SUBJETIVA DE LA POLÍTICA

La política tiene una importancia subjetiva relativamente pequeña para la


mayoría de la gente. Cuando se les pedía que determinaran la importan
cia de diversas áreas de su vida, los siguientes públicos de 43 sociedades
calificaron de muy importante las siguientes áreas:

1. La familia: 83 %
2. El trabajo: 59 %
3. Los amigos: 38 %
4. El ocio: 33 %
5. La religión: 28 %
6. La política: 13%

«La política figura como la última de todas, y sólo una de cada ocho per
sonas la considera importante... Esto puede ser desalentador para los
científicos de la política, pero parece una realidad a escala mundial. La
política se calificó como lo menos importante en casi todos los países»
(Inglehart, 1998). ¿Qué observaciones sugieren estos datos y el comen
tario que los acompaña?

Por otro lado, lamayor parte de laactividad política suele estar concen­
trada enpocos sujetos. Yes que, apesar deque enlos países detradición
democrática seobserva una tendencia al aumento de la actividad políti­
ca, tambiénseconstataquelas personas quedesempeñanfuncionespolí­
ticas institucionalizadas novanmás allá del 2%dela poblaciónoque la
adhesióndeindividuos aorganizaciones decarácterpolíticopuedellegar
como máximo al 30 %de la población adulta en unos pocos países con
larga tradición de participación política. Así pues, es una minoría la que
acapara granparte delaacciónpolítica, mientras quelagranmayoríade
los ciudadanos intervieneenpocas ocasiones.

Intensidad y especialización en la acción política


Cada sujeto acomete, por tanto, su actividad política con intensidad
muydiferente y, a la vez, con un cierto grado de especialización. La consi­
deración de estos dos criterios —intensidad enla dedicaciónyespecializa­
cióndelaconducta—ha permitidodefinir unos perfiles delos actores polí­
ticos individuales.
LAACCIÓNPOLÍTICAINDIVIDUAL 323
En los sistemas con tradición liberal-democrática, los estudios disponi­
bles revelanquela intensidaddelaacciónpolíticaes, por logeneral, bas­
tante escasa. Siguiendoestas estimaciones se han identificado tres gran­
des categorías deciudadanos;
—un primer bloque comprende a quienes se revelan totalmente indife­
rentes a la política y a sus manifestaciones. Se les ha denominado
«apáticos»ysuvolumenseestima, comomínimo, enuna tercera par­
tedelapoblación;
—un segundobloque integra a quienes manifiestan un interés intermi­
tente e irregular por la política, que contemplan como algo distante.
Se les ha calificado de «espectadores», configurando un amplio con­
tingentequeoscilaentre el 50 yel 60 %delapoblación; y, finalmente,
—un tercer yúltimobloque incorporaa quienes sitúanlapolíticacomo
unadesus preocupaciones principales, yaseacomomilitantes, yasea
comoprofesionales. Seles habautizadocomo «gladiadores», para in­
dicar que son los que entran en liza. Su volumen oscila —según las
sociedades—entre un 2yun 10%delaciudadanía.
Paraotros estudios, la observaciónempírica permite detectar una relati­
va«especialización»delos individuos, queexpresaunaciertadivisióndel
trabajopolítico. Ellosignificaque, cuandodecidenintervenir enpolítica,
los diferentes sujetos prefieren limitarse a algunas de las modalidades
ofrecidas porel repertoriodisponibledeacciones políticas. Apartirdedi­
chosestudios (Verba-Nie, Milbrath, Marsh, Bames-Kaase) sehanpodido
distinguir hasta siete tipos de «especialistas», entre los cuales figuran;
—los inactivos, quenointervienenenningúntipodeactividadpolíticay
enciertomodose «especializan» enlainhibición;
—los votantes, que limitan su actividad política a emitir suvotode for­
ma relativamente regular cuandoseconvocanelecciones;
—loscomunicadores, aquienes les interesaprincipalmente informarse,
debatir ycriticar enmateria política;
—los activistas locales, que participan en iniciativas sociopolíticas más
omenos episódicas ensubarrioomunicipioconel findeformular al­
gunareivindicación(mejores servicios, másequipamientos) ocolabo­
rar enservicios comunitarios (animacióncultural osocial, deapoyoa
lajuventud, etc.);
—losvoluntarios sociales, dedicados ainiciativas que desbordanel ám­
bito local con objetivos de alcance general; actividades ecologistas,
asistenciasocial acolectivos marginados, acciones desolidaridadcon
países endesarrollo, etc.;
—los militantes, queparticipandemodoregular enlas actividades deor­
ganizaciones estables—yaseanéstas formaciones políticas, sindicales,
organizaciones nogubemamentalesodeotrotipo—;y, finalmente,
—los activistas totales, para quienes la actividad política representa el
centrodesus preocupacionesyrecurren, por tanto, a grannúmerode
324 LAPOLÍTICACOMOPROCESO: (2) LOS ACTORES
formas deintervención. Enrealidad, eslaespecialidaddeun «todote­
rreno» político, queno renuncia a ninguna posibilidad.
• Es posible todavía establecer una tercera distinción: la que se da entre
aquellos quehacendelapolítica suocupaciónprofesional —demodoex­
clusivo Opreferente—ylos restantes miembros de la comunidad. Entre
los primeros secuentan los que en lenguaje común conocemos comolos
«políticos» ola «clasepolítica». Setrata de quienes aspiran aejercer res­
ponsabilidades institucionales ydedicanaellotodosutiempoysus capa­
cidades. Junto a ellos —yen un sentido más amplio—figuran también
otros profesionales: por ejemplo, dirigentes de organizaciones de intere­
ses, periodistas especializados enpolíticaoaltos funcionarios queosten­
tanposiciones directivas enel sistemaadministrativo. Frenteaellos figu­
ran los demás miembros delacomunidad, para los que lapolíticaesuna
ocupación que ha de ser compatible con una actividadlaboral principal,
enla que consumenlamayor parte desutiempoydesuenergía.
• Finalmente, hay que recordar que la acción política está condicionada
por las oportunidades que el propio sistema políticoofrece para la parti­
cipación. Estasoportunidades fueronescasas oprácticamentenulas enel
estadoabsolutoylosiguensiendoenlosregímenes decarácter monocrá-
tico o dictatorial. En estos sistemas, la acción política de la mayoría de
los ciudadanos se limita, generalmente, a la expresión de la adhesión al
poder—medianteel encuadramientoobligadoenorganizaciones, laasis­
tencia forzosa a manifestaciones yotros actos, etc.—,mientras que una
minoría se concentra en actividades de oposición y resistencia. Sólo el
grupodirigentecuentaconunamayorvariedaddeposibilidadesdeinter­
vención. Por el contrario, las oportunidades de participación son mayo­
res ymás variadas a medida que la organización del sistema político ha
dado entrada alapolítica demasas yhalegitimadolaplena intervención
delos ciudadanos enla conduccióndelos asuntos públicos.

Los rasgos del actor político


Ello no significa que todos los ciudadanos hagan el mismo uso de las
oportunidades queselespresentan. ¿Quéfactoresllevanaalgunos sujetosa
participar en la política, mientras que otros se inhiben ante ella? ¿Por qué
los que sedecidenaactuar seleccionandiferentes modos departicipación?
¿Quéjustifica la persistencia, la orientación ola intensidad de esta misma
participación? Ya hemos señalado los dos grandes modelos de interpreta­
ciónde la actividad política —el económicoyel sociocultural—ylas apro­
ximacionesqueloscombinan. Tambiénnos hemos referidoalasactitudes o
predisposicionesqueconducenaunamayoromenor implicaciónenelpro­
cesopolítico(IV.17).
Algunasdeestas actitudes suelenir asociadasadeterminadosrasgos del
sujeto y a la posición que ocupa en el conjunto social. Con estos rasgos’
pueden configurarse diversos perfiles del sujetopolítico. Así, cEiracterísticas
LAACCIÓNPOLÍTICAINDIVIDUAL 325
comoel género, la edad, el nivel de instrucciónola situación laboral sirven
parapredecir—entérminosprobabilísticos—si el sujetoincorporaunaacti­
tudinclinadaadesarrollar laacciónpolíticaoaprescindir deella.
• Laedades unbuenpredictor del activismopolítico. Enlas diferentes eta­
pas de suciclovital, un individuosiente un gradodiferente de responsa­
bilidad respectode supropia existenciayde ladequienes lerodean: ello
le lleva también a distintas intensidades de implicación política. De ahí
que abundeuna trayectoriapolítico-vital quearrancaconuna baja parti­
cipaciónpolíticaenel períododelajuventud, sigueconunaumentopro­
gresivo a medida que se alcanza la madurez ydesciende nuevamente en
el período de vejez. Es sencillo comprobar que este ciclo vital coincide
con cambios de estatuto personal: accesoal mundo del trabajo, emanci­
pación del núcleo familiar de origenyconstitución dela propia relación
familiar, responsabilidades laborales ypaternales, salida de los hijos del
hogar, jubilación, etc.
• El génerohamarcadotambiénunadiferenciaenlaparticipaciónpolítica
de hombres ymujeres. La marginación tradicional de la mujer respecto
del mundoeducativo, laboral ysocial, suconcentraciónentareas domés­
ticas yfamiliares ola socializaciónen una cultura donde lapolítica apa­
recíacomoocupaciónmasculinanoeranincentivosparalaparticipación
delamujer. Así sigueocurriendoensociedades conbajonivel dedesarro­
llo. Sin embargo, en las sociedades más avanzadas el cambio de condi­
ciones sociales delasúltimas décadas haalteradosignificativamenteesta
situación: el accesouniversal a lainstrucciónentodos sus grados, lapar­
ticipaciónenel mercadoprofesional, lalibertaddedecisiónenel estable­
cimiento de relaciones de pareja yen la procreación están equiparando
tambiénlaposicióndela mujer enlaactividadpolítica. Yaunque los da­
tos revelan todavía una situación de desigualdad, el grado que ésta pre­
senta disminuye a ritmo acelerado. Nuevamente se comprueba que son
pautas culturales —y no otra cosa—las que hasta época reciente han
marginadoa lamujer enel universopolítico.
• El nivel de instrucción se está convirtiendo en el indicador más potente
para explicar ypredecir el grado de actividadpolítica de los ciudadanos.
La educación no sólo suministra mayor información. También propor­
ciona más capacidad para interpretarla ymayor aptitud para expresar y
defender las propias demandas yposiciones. Estamayor confianzaenlas
propias posibilidades estimulaladisposicióna intervenir enel escenario
político, en comparación con quienes están limitados a los grados bási­
cos de lainstrucciónyse sienten, por tanto, menos capaces de influir en
dichoescenario.
• Laposiciónenel ámbitosocial yprofesional es tambiénunfactor asocia­
doalas diferencias deactividadpolítica. Mayores niveles derenta, califi­
caciones profesionales superiores yposiciones dedirección enel mundo
laboral —yaseael públicooel privado—conllevanactitudesdemayor in­
tervenciónenlapolítica, encomparaciónconlas quepresentanlos bajos
niveles de renta, calificaciones profesionales elementales y situaciones
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dependientes o subalternas en las relaciones laborales. De acuerdo con
estamismalógica, jubiladosyparados semuestranmenos inclinados ala
participaciónque los trabajadores enactivo.

T e r c e r a e d a d y p o l ít ic a

En los países desarrollados, el envejecimiento de la población y el ade


lanto de la edad de jubilación han creado un importante contingente de
ciudadanos que no son ya trabajadores en activo, pero que son usuarios
intensivos de servicios públicos (sanidad, asistencia social, transporte pú
blico, etc.). Ello les convierte en actores a tener en cuenta por parte de go
biernos y partidos cuando han de proponer y aplicar políticas fiscales o
políticas sociales. Son, pues, ciudadanos más atentos a la política que en
tiempos anteriores.

En cierta medida, algunos factores mencionados —edad, género, posi­


ciónoestatus laboral ysocial—sesolapanyserefuerzan. Contodo, cuando
se intenta separar su influencia respectiva, el nivel de instrucción aparece
comoel indicador más eficaz. Ensíntesis, pues, laposiciónpersonal enlaes­
ferapolíticaserevelacomounreflejodelaposicióndecadaunoenel ámbito
social ydelapercepciónquetienedesus expectativas demodificarla. Alreci­
birysercapazdemanejar másinformación, al disponerdemayorcapacidad
decomunicaciónentodos susámbitosderelación, unsujetosesientemásse­
guro en la estructura social ymás confiado ydispuesto a adoptar un papel
más activoenlavidapolítica: susentidodeloquesehadenominadoeficacia
políticapersonal —«loqueyohagoenpolítica, tieneopuedetener algunain­
fluencia»—leimpulsa a intervenir, por intermitente oparcial que seasu ac­
tuación. Encambio, losindividuosquepertenecenagruposmarginadososu­
bordinados en la mayoría de las demás relaciones socieiles son también los
individuos quemenos estímulosientenpara intervenir enunmundopolítico
quecomprendenpocoydel quesesientenmuyalejados.
Pero los rasgos o factores personales que hemos apuntado se combi­
nan también con la influencia de otras variables, vinculadas a otras expe­
rienciasdecadaindividuo. Entreellas puedenseñalarselaactividadasocia­
tivaylaidentificaciónideológica.
• La participación en actividades colectivas de carácter no político —por
ejemplo, enasociaciones culturales, religiosas, benéficas, sindicales, etc.—
es tambiénunbuenpredictor deintervenciónpoh'tica, encuantoayudaal
sujetoaintegrarseenunnúcleosocial yarecibir del mismounmayor sen­
tidode su propia influencia. Lomismoocurre conlos individuos que ma­
nifiestanunamarcadaafinidadideológicaconunadeterminadatendencia.
Cuantomásintensaesestadefiniciónideológica—queencieiraunsistema
de valores—,mayor inclinación a la acción política: eUoexplica la mayór
müitanciadelosgrupossituadosenlosextremosdelasescalasideológicas.
LAACCIÓNPOLÍTICAINDIVIDUAL 327
en comparación con ios que se ubican en posiciones moderadas o cen­
tristas.
Estainfluenciaentrecruzadadedosomás factores—personales, degru­
po—puedealterar laconcienciainicial queunsujetotienedesupropiaposi­
cióny, conello, el gradodesuimplicaciónpolítica. Por ejemplo, lasituación
relativamente marginal deunagricultor enuna sociedadpostindustrial que­
da compensada si este agricultor ha vividoenuna zona confuerte tradición
de asociacióncooperativa, donde sele transmite más confianza enla fuerza
individual ycolectivade su intervención. Demodoparecido, unjovenouna
jovendeun barriomarginal quese integraactivamente enuna organización
cultural oreligiosapuede tambiéncompensar suinicial inclinacióna lapasi­
vidadconlaexperienciapositivadesuacciónenunaorganizaciónnopolíti­
ca. Enresumen, laconfianzaenlapropiaeficaciapolítica—laexpectativade
queunaintervenciónpersonal puedeobtenerunciertoresultado—explicaen
buenamedidaporquéhayciudadanosyciudadanasquetiendena«hacerpo­
lítica»ypor quéhayotros quelaevitan.
¿ D e q u é ma n e r a p u e d e a u me n t a r s e l a p a r t ic ip a c ió n POLÍTICA?

Si la disposición de un sujeto a intervenir en política parece estar asocia


da a determinados rasgos, ¿cómo cabría estimular la participación ciuda
dana en la vida política, que es la base de las instituciones democráticas?
¿Qué medidas pueden ser eficaces para comprometer políticamente a un
mayor número de ciudadanos?

Lasdistintas formasde hacer política


Hemos señaladoyaque laacciónpolítica individual adopta formas di­
versas, quevandesde lomenos perceptible alomás espectacular. Por ejem­
plo, nosueleconsiderarsecomoacciónpolíticael pagodelos impuestos. Se
tratadeunaconductarutinaria—porpocogrataqueseaparaquienlaprac­
tica—,que notiene ninguna espectacularidad. Y,sinembargo, expresauna
de las vinculaciones políticas más directas entre el ciudadanoyla comuni­
dad política en la que se integra. En cambio, será fácilmente entendida
comounactopolíticolaobjeciónfiscal: esdecir, lanegativadeunciudada­
noacumplir consus obligaciones tributarias porquediscrepade lapolítica
gubemamental —por ejemplo, en materia militar—.Hay, pues, una gama
extensa deacciones que puedencalificarsecomopolíticas, porque seinser­
tanenel procesoqueregulalosconflictos deunacomunidad. ¿Cómopuede
ordenarseestavariedaddeacciones?
• Los ciudadanos pueden intervenir en política individualmente o en gm­
po. Aprimera vista la distinción parece clara. Con todo, la distinción
plantea un interrogante: ¿es posible la existencia de una acción política
que no tenga—oque no pretenda tener—una irradiación colectiva? En
328 LAPOLÍTICACOMOPROCESO: (2) LOSACTORES
este sentido, ¿se dan efectivamente acciones políticas individuales?
Cuando tratamos de acciones políticas, no estamos discutiendo sobre
unaconducta motivada por un criteriomoral individual: estamos tratan­
do del ámbito de lo público, del terreno de la interacción social yde la
participación comunitaria en la formulación del interés colectivo. Por
estarazón, todaacciónpolítica—aunquetengaunarranque individual—
desembocasiempreenunmovimientocolectivo, porminoritarioquesea.
Contodo, también interesa examinar la acciónpolíticadesdelaperspec­
tivaindividual yanalizarlacomounadecisiónqueunsujetoadoptacomo
respuesta a determinadas incitaciones oestímulos desuentomoya par­
tir dedeterminadas experiencias desubiografíapersonal.
• Laacción políticapuede ejercerse de formaespontáneayesporádica, sin
necesidaddeestablecer ningúnacuerdoni estrategiapreviaconotrosac­
tores. Es el casodela decisiónpersonal deenviar una carta a unperiódi­
co apoyando o criticando la actuación de un alcalde. Ola de pintar un
graffiti enunmuro, enel que seexteriorizadeterminada opiniónsobrela
política. Peroes más frecuentela acciónpolíticaqueresulta delacoordi­
nación entre diversas personas, desarrollada por una asociación ocolec­
tivoestable que comparte objetivos yutiliza recursos ymétodos para al­
canzarlos. Los ejemplos de acciones organizadas son múltiples: son las
queel sujetoreídizacomoefectodelaafiliación—odela simpatía—con
partidos, sindicatos, asociaciones devecinos, coordinadoras uorganiza­
ciones nogubemamentales dediferentetipo.
• Finalmente, laacciónpolíticapuedeajustarseaformasconvencionales oa
formasnoconvencionales. Suelecalificarsecomoconvencional unaacción
política generalmente aceptada por la comunidad, porque se considera
adecuadayajustada a losvalores dominantes: por ejemplo, discutir sobre
política, afiliarse a organizaciones, votar, exigir derechos reconocidos le­
galmentemediantelarecogidadefirmasoel envíodecartasalaautoridad.
Se trata de las formas legitimadas y, en cierta medida —aunque no siem­
pre—,promovidas por las elites políticas. Por suparte, las formas nocon­
vencionales sonaquellas que—conindependenciadesuobjetivo—sonre­
chazadas omal vistas por parte de la comunidad: ocupaciones delocedes,
sentadas, intermpciones de tráfico, etc. Son modos de hacer política que
entran en conñictoconalgunos valores dominantes yque, por estarazón,
encajandifi'cilmenteentre las formas legalmentereconocidas. Elloexplica
queestasaccionesnosuelanserpromovidasporlaselites, yaquerepresen­
tanundesafiloalos modos normales—esdecir, segúnlanorma—delapo­
lítica. Estasaccionesnoconvencionalessuelenexpresardemandas socÍ£iles
que difi'cilmente se satisfacen a partir de las formas convencionales. Por
ellosecalificantambiéncomoacciones políticas deprotesta.
Los estudios sobre la acción política —iniciados en sociedades de tra­
diciónliberal-democrática—seconcentraronenunprincipioenlas formas
convencionales: setrata delas acciones que derivandel reconocimientodel
derecho de todos los ciudadanos a intervenir enpolítica. Sin embargo, ha­
cia los años sesenta del sigloxx empezaron también a recibir atención las
conductas políticas deprotesta, consideradas a menudocomocasos excep-
LAACCIÓNPOLÍTICAINDIVIDUAL 329
clónales oinclusodesviados delanormalidad. Enla actualidadycomove­
remos, ambas formas de acción política son tratadas en pie de igualdad y
conatenciónsemejante.
Lasformas convencionales dela política
Comosehadicho, sonlas que seajustanalas pautas marcadas por los
valoresynormas delossistemasliberal-democráticos: corresponden, enge­
neral, al ejerciciodederechos reconocidos formalmenteenlalegislaciónde
dichos sistemas.
• De acuerdo con las clasificaciones más conocidas, las actividades con­
vencionales puedenagruparse encuatro grandes capítulos, relacionados
con momentos importantes del proceso político. Así se presentan en el
cuadroV.21.1.
CuadroV.21.1. Unaclasificacióndeactividadespolíticas convencionales
Actividades
Relacionadas —Votar.
con elproceso electoral — Seguir la campaña electoral, a través de los medios o asis­
tiendo a mítines yreuniones.
— Psirticipar enlacampaña apoyando aun candidato opcirtido.
— Contribuir económicamente a la campaña.
— Persuadir a otros para orientar su voto.
— Presentarse como candidato.

Relacionadas — Informarse de la política a través de los medios.


con lacreación de opinión — Debatir cuestiones políticas con familiares, amigos, compa­
ñeros de trabajo, etc.
— Enviar cartas a los periódicos o telefonear a emisoras de ra­
dio ytelevisión, expresando opiniones políticas.

Relacionadas con el — Enviar cartas o mensajes de apoyo o de protesta a autorida­


contacto con instituciones des e instituciones.
y autoridades — Solicitar entrevistas con autoridades para tratar de proble­
mas comunes opersonales.
— Firmar peticiones colectivas a las autoridades para reclamar
alguna actuación política.

Relacionadas — Participar en manifestaciones autorizadas.


con la movilización — Psirticipar en grupos o movimientos para resolver problemas
política organizada locales.
—Afiliarse a partidos u organizaciones.
— Contribuir económicamente al apoyo de causas políticas.
330 LAPOLÍTICACOMOPROCESO: (2) LOSACTORES
• Otras clasificaciones tienen en cuenta el nivel de esfuerzo que requiere
cada una de las acciones políticas catalogadas. Por ejemplo, se contará
entre las que requieren menos esfuerzo la obtención de información a
través de los medios de comunicación ola emisión del voto. En cambio,
exigenmayor dedicaciónycompromisolaparticipaciónactivaengrupos
detodotipo, lacontribucióneconómicaa causas políticas, laentrevistay
la negociaciónconautoridades olapresentacióncomocandidato a unas
elecciones. Sin embargo, lamedición del esfuerzoes complicada, yaque
debeponderarseenrelaciónalas circunstancias personales decada suje­
to. Por ejemplo: para individuos conbajonivel derenta, unamódicacon­
tribución económica a una organización puede ser mucho más exigente
quepara individuos consituaciones económicas más cómodas. Olamili-
tancia en organizaciones implica mayor esfuerzo para quien dispone de
menos tiempo: por ejemplo, una madre defamiliacontrabajoasalariado
respectodeunajovenestudianteodeunjubilado.
• Las actividades reseñadas noimplican, por tanto, unajerarquía encuan­
toal gradodededicaciónodecompromiso, puestoque esla situaciónde
cada individuo la que marca este grado de exigencia. Estas actividades
tampoco son excluyentes: son compatibles. Un mismo ciudadano puede
ejercer —yde hecho ejerce con frecuencia—más de una actividad. Pero
enestudios realizados envarios países tambiénsehapuestodemanifies­
to—comovimos más arriba—laexistencia deactores políticos «especia­
lizados», quetiendenaconcentrar sudedicaciónenunaactividadoenun
grupode ellas.

El votocomoacción política
Lacienciapolíticacontemporánea—nacida encontextos liberal-demo­
cráticos—ha prestado muchaatenciónal comportamientoelectoral. Dos ra­
zones explicanesta atenciónpreferente. Desde unpunto devista ideológico,
enel actoelectoral seencuentralafuentequelegitimael poderpolítico. Salvo
contadas excepciones, lostitulares del poder requierendelaelecciónparale­
gitimarsuposición: inclusolosgobemantes dictatoriales seesfuerzanporor­
ganizar algún tipo de elección para conseguir cierta respetabilidad. Y,tam­
bién conpocas excepciones, las elecciones constituyenel símbolomás claro
devinculacióndeunindividuoconsucomunidadpolítica. Desdeunpuntode
vistainstmmental, laconductaelectoral eslamás asequiblealaobservación
yal estudio: es una conducta pública, organizada, simultánea, cuantificada,
etcétera, delaque sedisponenmuchos datos encomparaciónconotras con­
ductas relacionadas conlapolítica, comopuedenser las conversaciones que
un sujetomantiene con sufamiliaosu exposiciónala informaciónpolítica.
• La intervención en el proceso electoral puede adoptar formas diversas:
asistiramítinesdeloscandidatos, prestar ayudacomovoluntarioenlaor­
ganización de sus campañas, contribuir económicamente a las mismas,
presentarse como candidato, etc. Los ciudadanos participan en diferente
LAACCIÓNPOLÍTICAINDIVIDUAL 331
medida enestas actividades, segúncondiciones personales ysegún tradi­
cionesnacionales. Sinembargo, laacciónelectoral principal eslaemisión
del votoya ella sehan dedicado la mayoría de los estudios. Dichos estu­
dios suelenconcentrar suatenciónenalgunas dimensiones del comporta­
mientoelectoral: participación, orientacióndel votoyvolatilidad.
Votar o abstenerse es la primera opción que las elecciones plantean. Si
examinamosdatos depaíses contradicióndecompeticiónelectoral abier­
taylibresecompruebaqueengeneral sonmáslosciudadanosqueacuden
avotar que los ciudadanos que seabstienen. Tal comoaparece enel cua­
droV.21.2, los diferentes países presentan grados de participación de in­
tensidadvariable. Peroentodos ellos laparticipaciónmediasup>eralami­
tad del electoradoy, enalgunos casos, seacerca al 90%. Entre los menos
participativos hayquesituar alos electorados deEstados Unidos ySuiza;
entre los más participativos se ubican los electorados escandinavos, ale­
mán oitaliano. En la mayon'a de los casos se tiende a una cierta estabili­
dad en la participación, aunque se detecta una tendencia a la baja en las
democracias consolidadas. Por otra parte, no todas las elecciones son
igualmente atractivas paralosvotantes. Entodos los sistemas políticos se
registranelecciones que movilizanen mayor medida que otras. Alas pri­
merasselassuelecalificardeeleccionesde «primerorden»parasignificar
que son percibidas por los ciudadanos comode mayor impacto o impor­
tanciapolítica: entreellassecuentanlaseleccionesparlamentariasy—allí
dondeseconvocan—las elecciones presidenciales. Encambio, sonconsi­
deradas comoelecciones de «segundoorden» las consultas de ámbito lo­
cal, regional oeuropeo: laparticipaciónenestasconsultas esgeneralmen­
teinferioralaquesedaenlasde «primerorden». Finalmente sedantam­
bién circunstancias coyunturales que estimulan la participación: por
ejemplo, el hechodeunacompetenciareñidayequilibradaentre partidos
ocandidatos, querodeadeincertidumbreel resultadofinal delaelección.
Cuadro V.21.2. Participación media (%sobrecenso) eneleccionesparlamentarias
dealgunospaíses (1945-2003)
Bélgica* 92,5 Finlandia 75,6
Austria 90,9 Reino Unido 75,2
Italia** 89,8 Francia 74,8
Nueva Zelanda 89,0 España 73,8
Países Bajos** 86,6 Portugal 73,6
Dinamarca 86,0 Irlanda 72,6
Suecia 85,7 Japón 68,7
Alemania 85,0 Canadá 67,7
Australia* 84,2 India 57,1
Noruega 80,4 Suiza 56,6
Israel 80,3 Estados Unidos 47,7
Grecia 79,9
* Votoobligatorio.
** Votoobligatorioenalgúnperíodo.
Fuent e : IdeaDataBase, www.idea.int
332 LAPOLÍTICACOMOPROCESO: (2) LOSACTORES

Par t icipación YABSTENCIÓNel ect or al ; ¿dónde r eside la anomal ía ?


Frente a una tradición de abundantes estudios sobre los abstencionistas
electorales se ha hecho notar que debería despertar mayor interés la con
ducta de quienes votan que la de quienes se abstienen.
La pregunta principal debería ser por qué hay más ciudadanos dispuestos
a votar que a abstenerse. Un actor consecuente —tal como lo describe un
modelo de interpretación racional— tendería a la inhibición electoral; los
costes de reunir información sobre los diversos candidatos, de reflexionar
sobre cuál de ellos se ajusta más a las necesidades propias y de dedicar
tiempo al propio acto electoral no están proporcionados a la probabilidad
de que el voto emitido por aquel sujeto sea el que efectivamente decída la
elección del candidato preferido. Lo racional sería abstenerse y lo irracio
nal es acudir a votar. Sin embargo, y como hemos dicho, los ciudadanos
que deciden votar superan por regla general a los que se inhiben.
El modelo sociocultural, por su parte, explicaría la inclinación a votar
como resultado de la posición del sujeto en el universo sociopolítico. La
marginación social propiciaría la inhibición electoral. En cambio, favore
cería la decisión de votar la integración en la cultura política de una socie
dad que considera el voto como obligación cívica y juzga la abstención
como una dejación de responsabilidad. Pese a la conciencia de que es
mínima la probabilidad de que el voto que uno emite sea el decisivo para
decantar la elección, un sujeto socializado en aquellas pautas culturales
tenderá a acudir a las urnas por respeto a valores que ha interiorizado a lo
largo de su vida.

• Cuando un ciudadano ha decidido votar, ¿cómo orienta su preferencia


electoral yqué motivos leimpulsan a inclinarse por una opción en lugar
deotra? Frente alamultituddeofertas electorales quelos ciudadanos re­
ciben, sonrelativamentepocas las querecibenunapoyoelectoral decier­
ta entidad. Esta «simplificación» del mapa políticoque los electores rea­
lizanpuedeser más omenos drástica. Enalgunos casos, los votos acaban
orientándose únicamente hacia dos grandes partidos o coaliciones: así
sucede en Estados Unidos. En otros casos, una docena de partidos pue­
den obtener significativo apoyo electoral: es lo que ocurre en los Países
BajosoenIsrael. Entreestos dosextremossesitúanloselectorados delos
demás países, que repartensuvotoentreunnúmeromoderadodecandi­
daturas partidistas. Los factores que influyen en la decisión del elector
varían segúnel contextoen que la elección seproduce. El número de di­
visorias históricas—ocleavages (cfr. 1.1)—queatraviesanuna determina­
da comunidad facilitan, alternativamente, la concentración o la disper­
sión del voto. Por ejemplo, ensociedades donde la fractura dominante y
casi exclusiva ha sido de carácter socioeconómico, el elector tiende a
orientar suvotoenfuncióndesuposiciónanteladivisoriaprincipal yda
su confianza a una de las dos fuerzas políticas que se sitúan a ambos la-
LAACCIÓNPOLÍTICAINDIVIDUAL 333
dos de dichadivisoria. En cambio, allí donde seañadena ladivisoria so­
cial una escisiónnacional y/ouna escisiónreligiosa, el votante puede se­
leccionar unmayor númerodeopciones.
Perohaytambiénfactores másdirectamentevinculados alasactitudes
del propioelector oalapropiacircunstanciaelectoral. Entre losquesue­
len tener mayor impacto hay que situar su proximidad ideológica a un
partidooauna tendencia, laatracciónqueejercensobreél laimagenper­
sonal delos líderes oel votoemitidoenelecciones anteriores. Tambiénla
capacidad persuasiva de las campañas electorales puede influir sobre el
votodeunnúmerolimitadodeelectores, aunqueseaavecesestenúmero
el que tenga unimpactodecisivosobreel resultado final delaelección.
• Finalmente, hay que señalar las variaciones que presenta la trayectoria
electoral de cada sujeto. Hayciudadanos que se distinguen por su cons­
tancia, yaseaenla abstención, yaseaenlaparticipación. Y,cuandopar­
ticipan, exhibenlamismaconstanciavotandosiempre aunmismoparti­
dootendencia política. Encambio, otros ciudadanos siguentrayectorias
más irregulares: votanoseabstienen, segúnlascircunstancias. Ymodifi­
can la orientación de su voto con relativa facilidad en cada una de las
elecciones. Podríajuzgarseal primer tipodeelectorcomoejemplodeciu­
dadano fiel yconstante, pero también de rutinarioysumiso. El segundo
modelopuede ser tachado devolátil yfrívolo, pero tambiéndejuiciosoy
preocupadopor adoptar encadacircunstanciauncomportamientoajus­
tadoal momento. Los estudios empíricos revelanungruponumerosode
electores que sigue una misma pauta de acción: más participativo que
abstencionista o a la inversa, más fiel a una misma orientación política
entodas las elecciones. Contodo, a partir delos años setentadel sigloxx
algunos países de tradición democrática han registrado un incremento
del número de ciudadanos dispuestos a modificar su conducta en aten­
ción a las circunstancias de cada elección: los cambios culturales referi­
dos en otro lugar (cfr. II.8) estarían en el origende esta transformación,
quealgunos equiparana una formadezappingpolítico-electoral.
El voto—como conducta política—contiene una decisión individual.
Perolasumadeestas decisiones individuales seconvierteenunhechopolí­
tico colectivo. Allí donde las elecciones se desarrollan en condiciones de
competencia libre entre alternativas, este hecho colectivo desempeña im­
portantes funciones en el seno del sistema político. Estas funciones se han
sintetizado en tres afirmaciones: producir gobiemo, producir representa­
ciónyproducir legitimidad.
En primer lugar ycomo sepercibe a primera vista, el procesoelectord
permite seleccionar aquienes handeocupar puestos deautoridadenlas ins­
tituciones: unescañoparlamentario, lajefaturadel estado, laalcaldía, etc. En
segimdotérmino, el votocontiene una delegaciónorepresentaciónpara ex­
presar determinadas aspiraciones odemandas, que los electores quierenver
satisfechas gracias a la acción de las instituciones. Finalmente, la decisión
electoral encierrauncomponentesimbólicodeprimerorden. Seconvierteen
unactode identificaciónconcolectivos conlos que el votante sesienteaso­
334 LAPOLÍTICACOMOPROCESO: (2) LOSACTORES
ciadodeformamásomenosdirecta: ensumaneradepensar, ensucondición
social, ensusconvicciones religiosas, ensuidentidadnacional, etc. Y,enúlti­
mo término, con toda la comunidad política de la que forma parte y cuya
existenciayformadeorganizaciónlegitimaperiódicamenteconsuvoto.

Otras formas convencionales de acción política


Junto alos procesos electorales sedan—comohemos visto—otras ac­
tividades relacionadas con la formación de la opinión, el contacto con las
autoridades y la movilización organizada. ¿Con qué intensidad se aplican
los ciudadanos aestas actividades? Yahemos dichoqueunanálisis compa­
rado dela situación enalgunas democracias europeas ha permitido identi­
ficar en tomo a un tercio de la población que prácticamente se inhibe de
todaconductapolíticaconvencional. Encontraste conestegmpo, selocali­
zauncontingenteminoritario—entomoal 8%—queutilizamás deunade
las formas deintervenciónpolítica convencional. Entre ambos extremos se
sitúala granmayoríadelapoblación.
Cuandoseanalizandiferentes tipos deconductapolíticaseconstataque
entre el 60yel 80%de los entrevistados discute sobre política con sus ami­
gos, «confrecuencia» o«enalgunas ocasiones». Entre el 30yel 80%hanfir­
mado alguna peticiónomanifiesto. En 16de los 20países examinados, am­
bos porcentajes seincrementaronentre 1974, 1981y1990(Inglehart).
Encambio, disminuyelapropensiónaafiliarseapartidos, sindicatosu
organizaciones religiosas, que constituían los vehículos de movilización
propios del sigloxix yde la primera mitad del sigloxx. Esta disminución
podríaparecercontradictoriaconel aumentoseñaladoparalosindicadores
anteriores: debate político, firma de alguna petición o manifiesto. La res­
puesta a esta paradoja aparente se dio anteriormente (IV.17): el hecho de
que algunas formas de participación tradicionales hayan perdido capaci­
dad de atracción no significa forzosamente el crecimiento de la apatía oel
desinterés ciudadano. Loque revela, en todo caso, es que las nuevas gene­
raciones socializadas en momentos históricos diferentes ybajopautas cul­
turales «posmaterialistas»entiendendeotramaneralaparticipaciónpolíti­
ca. Eluden los compromisos con organizaciones demasiado asociadas al
pasadoyexploranformas flexiblesyesporádicas deintervenir políticamen­
te, comolas queexponemos acontinuación.

Lasformas noconvencionales de la acción política


Como se ha dicho más arriba, las formas no convencionales de la ac­
ciónpolítica son modos de «hacer política» que entran enconflictoconal­
gunos valores dominantes. Suelen desarroUarse al margen de los cauces
institucionales yal borde omás allá delalegalidadaceptada. Estánasocia­
das a las demandas de quienes tienen poca confianza en la eficacia de las
formas convencionales.
LAACCIÓNPOLÍTICAINDIVIDUAL 335
• Pueden ser conductas de muydiversa índole, que van desde actos de re­
sistencia pacífica hasta la destrucción de bienes por medio de la acción
violenta, pasando por la negativa a cumplir obligaciones legales. Entre
ellas secuentan, por ejemplo:
—actos testimoniales deexpresiónfísicaocultural (encierros, huelgade
hambre, reuniones festivas);
—obstrucción de actividades ajenas (bloqueo del tránsito, sentadas,
ocupaciones de locales, boicot de actos públicos ode actividades co­
merciales, etc.);
—pintadas deprotestayreivindicaciónenlugares públicos;
—boicot deservicios oproductos;
—resistencia al cumplimiento de obligaciones legales: al pago de im­
puestos, tasas oalquileres, al serviciomilitar obligatorio, etc.;
—manifestacionesilegalesohuelgas salvajes, sinobservar losrequisitos
señalados por laley; o, incluso,
—destrucciónodeteriorode bienes públicos yagresióncontra personas,
queel usodelaviolenciafísicaaproximaalasactividadesterroristas.
Muya menudo, estas actividades no convencionades están estrechamente
ligadas asuespectacularidadmediática: formarcadenashumanas, ocupar
lugares de gran visibilidad (monumentos, puentes, grúas), etc., son actos
queadquieren mayor resonancia en la medida enque sondifundidas por
los medios audiovisuales, previamente convocados por los propios prota­
gonistas.
El grado de aceptación que estas actividades reciben por parte de la
opinión general oscila según los casos y según los países. Se ha estimado
que las más aceptadas son las diversas formas de objeción al pago de im­
puestos orentas yel boicot de productos yservicios. Las menos admitidas
son laviolencia contra las cosas ycontra las personas. Enun punto medio
sesituarían actos comola obstrucción del tránsito ola ocupaciónde edifi­
cios. Sinembargo, el gradodeaceptaciónnoequivalealadisposiciónapar­
ticiparentales actividades, ni a unaintervenciónefectivaenlas mismas: en
uno yotro caso, las cifras se reducen porque no todos los que dicen acep­
tarlas hanparticipadoenellas oestándispuestos ahacerlo.
Acción pol ít ica no convencional y desafío a l a el it e
Como un gesto de desafío a las elites políticas y sociales tradicionales
que encuadran y dirigen la actividad política institucional, ha sido interpre
tada la creciente aceptación de la acción política no convencional. Este
tipo de conducta —firma de peticiones o manifiestos, ocupaciones, boicot
a empresas, asistencia a manifestaciones, etc.— se da con mayor fre
cuencia en las democracias postindustriales donde mayor presencia tie
nen los llamados valores posmaterialistas o de afirmación personal
(Inglehart-Wenzel, 2006).
336 LAPOLÍTICACOMOPROCESO: (2) LOSACTORES
Entrelo convencional ylo noconvencional: una elección táctica
Hayquetenerpresentequelonoconvencional dehoypuedeserlocon­
vencional de mañana. Loque separa a las formas convencionales delas no
convencionales es una valoración social que varía con el tiempo. Algunas
formas de acción que enel pasado fueronjuzgadas comorechazables ype­
ligrosas para el orden establecido, con el tiempose han convertidoen con­
vencionales, legítimasylegalizadas por el sistema. Unbuenejemplodeello
sonlas huelgas—prohibidas yreprimidas hasta bienavanzadoel sigloxixy
reconocidas luego como un derecho fundamental—o la aceptación de la
objeciónde conciencia al serviciomilitar obligatorio eneste último cuarto
de siglo.
Hasta ladécada delos sesenta del sigloxx, la ciencia política no tuvo
demasiadoencuenta alas llamadas formas noconvencionales: amenudo
eran consideradas como expresiones de anormalidad prepolítica. Sin em­
bargo, a finales delos cincuenta einicios delos sesenta, conlaeclosiónde
las luchas por la igualdad de los derechos civiles de la comunidad negra
de Estados Unidos, muchos analistas empezaron a percibir la acción no
convencional comoun interesante yútil instrumentodeparticipación po­
lítica. Posteriormente, las actividades de denuncia de la guerra del
Vietnamyde boicot al serviciomilitar obligatorio en Estados Unidos, las
campañas pacifistas en Gran Bretaña en contra de las instalaciones mili­
tares de carácter nuclear, la irrupción del movimiento ecologista en
Alemania yla expresión pública del feminismo en la mayoría de socieda­
des occidentales aumentaronlavisibilidadde este tipodecomportamien­
tos, que fueron plenamente incorporados como objeto de estudio de la
ciencia política.
Esta tendencia se ha reforzado cuando han hecho su aparición las
grandes manifestaciones callejeras de ámbito universal, capaces de movi­
lizar a sectores amplios de la población en diversos países. Con el apoyo
de las nuevas tecnologías de la información ycomunicación ycon el uso
inteligente de la protesta como espectáculo mediático, las movilizaciones
contra la globalización neoliberal —iniciadas en Seattle en 1999—ocon­
tra laguerra deIrak—enmuchas ciudades del mundo en2003—han con­
tado con la adhesión de amplios sectores de la población yhan desperta­
do el interés creciente de la ciencia política por esta forma de acción co­
lectiva.
• Qué lleva a un sujeto a la adopción de formas no convencionales de ac­
ción política? La utilización de una u otra forma de acción política se
ha relacionado conla valoración que cada sujeto hace del sistema polí­
tico en su conjunto (Marsh). Algunos sostienen que la participación
convencional se basa en una valoración positiva de dicho sistema: su­
pondría una adhesión —el llamado «apoyo difuso»—a las reglas esta­
blecidas y una percepción de la propia eficacia política personal por
parte de quienes las prefieren. En cambio, la participación no conven­
cional estaría asociada a la insatisfacción yal rechazo al sistema, abar­
LAACCIÓNPOLÍTICAINDIVIDUAL 337
cando desde una voluntad reformadora hasta una pretensión rupturis-
ta yrevolucionaria. De este modo se configurarían dos colectivos dife­
rentes, inclinados a una u otra forma de intervención. Sin embargo,
estadistinción se ha hechomenos tajante desde ladécada delos ochen­
ta del sigloXX. Sonnumerosos los individuos que recurren a formas no
convencionales deacciónpolítica, sinqueellosignifique una oposición
decididaal sistema mismo: adoptan dichas formas por criterios decon­
veniencia práctica y siguiendo motivos tácticos, más que por cuestio­
nes de principio.
Se ha observado, en consecuencia, una progresiva extensión de la con­
ducta política «dual» por parte de personas que combinan sin dificulta­
des la participación convencional yla no convencional. Se ha atribuido
este fenómeno a la mejor educación de amplios sectores sociales. Conel
aumentodel nivel educativo de la sociedadha crecidoel númerode per­
sonas capaces deutilizar categorías políticas abstractas ysehaextendido
tambiénlaconcienciadelaeficacia política personal entre unmayor nú­
mero de ciudadanos. Deahí su mayor disponibilidad a intervenir políti­
camente mediante actuaciones dediferente tipo.
Lacomprobación dequeexiste una disposicióncreciente a utilizar am­
bas formas de intervención política ha permitido elaborar otra manera
de catalogar a los actores. En ella se combinan, por un lado, los objeti­
vos del actor políticoy, por otro, las formas aque recurre. Deeste modo
se pueden definir cinco tipos de ciudadanos: inactivos, conformistas,
reformistas, contestatarios y activistas, tal como aparece en el cuadro
V.21.3. En esta tipología se califica como inactivos a los sujetos que se
abstienen de toda acción política, tanto convencional como no conven­
cional. Sóloen algún casose exponen a recibir alguna información po­
lítica. Los conformistas serían los individuos únicamente activos en
formas convencionales: se informan mínimamente, discuten esporádi­
camentey, enalgunos casos, desarrollan alguna otra actividad (asisten­
ciaaalgúnmitin, participaciónsecundaria enalgunacampaña). Losre­
formistas, por su parte, recurren a un repertorio de actuaciones más
amplio: nosóloparticipan enlas vías convencionales, sinoque también
acuden aalgunas formas no convencionales con poco riesgooconcon­
tenido poco rupturista (por ejemplo, una sentada). Por suparte, los ac­
tivistas empleanuna uotra forma de acción, segúnles convenga. Están
implicados en la participación convencional, pero no rehúsan la no
convencional cuando la consideran útil. Finalmente, los contestatarios
utilizan de modo preferente o exclusivo las formas no convencionales,
porque rechazan las convencionales que percibencomomanipuladoras
e ineficaces para sus objetivos de cambio. Los grupos más numerosos
son, en principio, los inactivos ylos conformistas.
338 LAPOLÍTICACOMOPROCESO; (2) LOSACTORES
Cuadro V.21.3. Unatipologíadeactorespolíticos individuales
Actividadespolíticas convencionales
Ningunaocasi ninguna Varias
Ninguna o casi Inactivos Conformistas
Actividadespolíticas ninguna
no convencionales
Varias Contestatarios Reformistas

Activistas
AdaptadodeMarsh, A.(1990), PoliticalActioninEuropeandthe USA, Londres.

¿Aumenta odisminuye la actividad política de los ciudadanos?


Es frecuenteescuchar afirmaciones aprimeravistacontradictorias so­
bre la actividad política. Por un lado seafirma que «lagentepasa cada vez
más delapolítica». Sesostienequelaciudadanía tiene menos confianzaen
las instituciones ysus dirigentes, que sealeja deambos ydeja departicipar
enla política. Pero, al mismotiempo, noes raro oír que «todoacaba politi­
zándose», para expresar que son más ymás las cuestiones yconflictos que
se trasladan al escenariopolítico, pidiendo a los políticos ya las institucio­
nes quetomencartas enel asunto; inmigración, eutanasia, alimentos trans-
génicos, medio ambiente, trato preferente para personas marginales ocon
minusvalías, etc. ¿Cómoconciliar estas dos afirmaciones?
• Recordemos, enprimer lugar, loqueyasedijosobrelaredefinicióncons­
tante del ámbito de la política, en función de los intereses de grupo (cfr.
I.l). Alo largo de la historia se suceden estrategias de politización yde
despolitizacióndedeterminadas cuestiones; aalgunos actoreslesconvie­
ne yaotros les perjudica que tales cuestiones seantratadas políticamen­
te. Por tanto, no es deextrañar que encada momentosurjannuevos ám­
bitos y nuevos actores políticos en torno a determinados conflictos; la
discriminación de la mujer, la agresiónal medio ambiente, la manipula­
ciónbiogenètica, etc.
• Al mismo tiempo es constatable que en muchas partes del mundo se ha
incrementadoel accesoalainformaciónpolítica—aunquenosiemprede
primeracalidad—comoefectodeladifusióndelosmedios decomunica­
ción(IV.20y24). Tambiénexistehoymayorcapacidadparaprocesar esta
información, como resultado de la extensión de la instrucción en todos
sus niveles, incluido el universitario. Este cambio ha sido calificado
como «la movilización cognitiva» (Inglehart) de una ciudadanía que, al
sentirse mejor informada ymás instruida, tambiénsesienteenprincipio
más competentepara intervenir—conopiniones oconiniciativas—enla
escenapolítica.
LAACCIÓNPOLÍTICAINDIVIDUAL 339
Porotraparte, enlospaísesdesarrolladoslacrecienteterciarizacióndela
economía, latransformaciónderelacionesentremundourbanoymundo
rural, larevolucióndelas comunicaciones olos nuevos modelos de fami­
lia han puesto en crisis algunas estructuras de solidaridad básica yhan
alterado los procesos de socialización que estaban en la raíz de muchas
actitudes personales ycolectivas antelapolítica. Comovimos (cfr IV.17y
18), enestas sociedades ha crecido la atención a los valores posmateria­
listas, más relacionados conel afándeexpresióndelaidentidadpersonal
yde grupo, que conlas necesidades básicas de seguridad ode conserva­
ción. En este contexto, las familias, las Iglesias o los partidos no desem­
peñanyael papel centradque habían tenido cuando desde principios del
sigloXIXse ^e abriendo un espacio—progresivamente ampliado—para
hacer delapolíticauna práctica de masas.
Todoelloha repercutido sobre el modode hacer política. Laciudadanía
se ha hecho más selectiva en su atención a los asuntos políticos yen las
formas de intervenir en ellos. Se interesa, no tanto por la política en ge­
neral como por algunas cuestiones que le afectan directamente; por
ejemplo, la instalación de un equipamiento de riesgo (central nuclear,
planta depuradora, vertedero, prisión, etc.) cerca de sulugar de residen­
cia, el mal funcionamientode un serviciopúblicoensuárea, lainseguri­
dad ciudadana o el tráfico de drogas, etc. Quienes se sienten afectados
por estas situaciones recurren a menudo a formas políticas no conven­
cionales. Algúnobservador ha señaladoel carácter desintegrador deeste
tipodemovilizaciónestrictamentebasadaexclusivamenteenunaproble­
mática singular olocalizada ysin visión del interés global. Perojunto a
estos movimientos aparecen también sectores especialmente sensibles
a los problemas globales del medio ambiente o a la solidaridad intema­
cional, a las cuestiones relacionadas conel progresoeconómico ocon la
marginación social. Se trata de los llamados «públicos temáticos», aten­
tos a unsoloaspectootemadelavidacolectiva, yaseaporqueconcieme
personalmente, yaseaporque loentiendencomode interés general.
Enestecontexto, laobservaciónparalelade laacciónpolíticaconvencio­
nal yde la no convencional revela que, en los últimos treinta años yen
términos globales, se ha registrado un aumento de la implicación ciuda­
dana enlapolítica. Pese aalgunas apreciaciones superficiales ensentido
contrario, los datos disponibles revelanque aumenta el interés por lapo­
líticayladisposiciónaintervenirenella(Kaase-Newton, Inglehart). Pero
eneste aumento global, laparticipaciónconvencional yla noconvencio­
nal sedosificande manera particular.
Conla excepcióndelaparticipaciónelectoral odelaafiliaciónaparti­
dos ysindicatos —que seestancan ose muevena la baja—,otras formas
deacciónconvencional sehan mantenidoenniveles estables osehan in­
crementado. Por suparte, laacciónpolíticanoconvencional sehaexten­
dido en casi todos los países analizados. Aello ha contribuido la evolu­
cióndelas divisorias ocleavages estructurales yla transformacióndelos
valores dominantes en las sociedades desarrolladas. Este incremento de
la acción no convencional ha sido magnificado por los medios audiovi­
suales: elloseexplicapor el carácter esf>ectaculardealgunas deestas for­
340 LAPOLITICACOMOPROCESO: (2) LOSACTORES
mas no convencionales, cuyo eco resuena con más fuerza gracias a la
buena acogida que encuentran enlos medios decomunicación.

Indígenas y pol ít ica en Amér ica Lat ina


Un ejemplo de éxito en el uso de la movilización no convencional es la
creciente presencia de los pueblos indígenas en la arena política de
América Latina. Hasta finales del siglo pasado, las comunidades indíge
nas habían sido ignoradas pese al hecho de que en algunos países cons
tituyen más del 30 % de su población e incluso más del 60 % en
Guatemala y Bolivia. Son muestras de esta creciente movilización la
irrupción del movimiento zapatista en 1994 en México, el marcado acento
multicultural de los acuerdos de paz firmados en Guatemala en 1996, la
formación de los partidos indigenistas en Ecuador y Bolivia, la capacidad
reivindicativa de las comunidades caribeñas en Centroamérica; la pre
sencia organizativa de los mapuches en Chile y Argentina o el impacto
mediático de algunos líderes de distintos pueblos amazónicos en varios
países de la región. La elección en 2005 de Evo Morales — perteneciente
al pueblo aymara— como presidente de Bolivia constituye una muestra
sobresaliente del impacto de tales movilizaciones sobre la política institu
cional.

• El resultadofinal detodoelloesuna situaciónenlaque secombinanfor­


mas convencionales con formas no convencionales: unas y otras son
adoptadas por actores políticos mejor informados y más pragmáticos,
cada vez más inclinados a no desdeñar ninguna de las posibilidades de
intervención que se les ofrezcan. Desde esta perspectiva, loque aparece
como descenso en la actividad política no sería más que el reflejo de un
cambiomás profundoenel mismomododeconcebir el espaciodelapo­
líticaylas formas que los ciudadanos tienendeubicarse enel mismo.
• Por su parte, en las sociedades envías de desarrollo se ha registrado un
cierto avance en la implantación de sistemas políticos más abiertos a la
participaciónciudadana. Lallamada «terceraola» delademocratización
(Hungtinton) ha alcanzado de modo desigual a países que durante años
estuvieron regidos por sistemas autoritarios. Es el caso de América
Latina, el Sudeste asiático ola Europa central yoriental. Aunque sea de
modolentoydesigual, enbuena parte dedichos países sehan difundido
ciertas formas de actividad política entre sectores tradicionalmente ex­
cluidos delas mismas. Difícilmente puede afirmarse, pues, que la activi­
dad política haya disminuido en estos contextos, por incipiente ypreca­
riaque aparezca enmuchos momentos.
Así pues, la respuesta ala pregunta inicial —¿aumenta odisminuye la
actividadpolítica?—hadesermatizada. Lasformas convencionalesdepar­
ticipación aumentan —aunque sea lentamente—en sociedades que nunca
LAACCIÓNPOLÍTICAINDIVIDUAL 341
las han conocido hasta fecha muyreciente. Ytambién semantienen—con
excepciones—allí donde se implantarona partir del sigloxix, combinadas
ahora con la expansión de formas no convencionales: en este caso, puede
afirmarse que no hay «menos actividad política», sinouna actividadpolíti­
cadistintadelaque hasidopredominante hasta hace pocas décadas.

Al cal des en l a car r et er a


En 1998, vanos centenares de vecinos de algunos municipios de una de
terminada región catalana encabezados por sus respectivos alcaldes, in
terrumpieron el tránsito de una importante carretera nacional que atravie
sa dichas localidades. El objetivo de la actuación era reclamar al ministe
rio estatal de obras públicas la construcción de una vía alternativa para
evitar los frecuentes accidentes producidos en el trazado existente de di
cha carretera. ¿Qué elementos de este episodio le llaman la atención?

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