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Participación política

Participación política es la acción de los ciudadanos destinada a influir en el proceso político y en su


resultado.

Definición [editar]

Según una definición más sofisticada, propuesta por Eva Anduiza y Agustí Bosch sería

"cualquier acción de los ciudadanos dirigida a influir en el proceso político y en sus resultados.
Estas acciones pueden orientarse a la elección de los cargos públicos; a la formulación,
elaboración y aplicación de políticas públicas que éstos llevan a cabo; o a la acción de otros
actores políticos relevantes. La participación política requiere por tanto de un comportamiento
observable llevado a cabo en un ámbito público o colectivo por parte de un ciudadano para poder
ser considerada como tal".

Esta definición incluye:

 acciones dirigidas a la composición de cargos representativos.


 acciones dirigidas a influir en las actitudes de los políticos
 acciones dirigidas a otros actores relevantes políticamente (empresas, ONG) - por ejemplo,
boicot a productos)
 actos a favor o en contra de medidas tomadas (manifestaciones)
 Participación en asociaciones de carácter político (partidos políticos, sindicatos)

Tipos de participación política [editar]

Electoral - No electoral [editar]

Artículo principal: Participación electoral

Convencional - No convencional [editar]

Salida - Voz [editar]

Modos de participación política [editar]

 Voto: metodo de toma de decisiones


 Participación en la campaña electoral
 Participación en organizaciones políticas
 Contacto directo con políticos y medios de comunicación
 Protesta política

A este respecto, las Administraciones públicas deberían verse obligadas a poner en marcha departamentos
dedicados en exclusiva a la atención de quejas, protestas y consultas de la ciudadanía.

Referencias [editar]

 Eva Anduiza, Agustí Bosch. Comportamiento político y electoral. Ariel. Barcelona (2004)

Obtenido de "http://es.wikipedia.org/wiki/Participaci%C3%B3n_pol%C3%ADtica"
Categoría: Ciencia política
Guía temática de política

PARTICIPACIÓN POLÍTICA

La participación política es un término que va unido al de democracia. Para que la democracia sea
legitima, necesariamente necesita de la participación política, que es "la posibilidad que tienen los
ciudadanos de incidir en el curso de los acontecimientos políticos" | 1 ; es decir, son acciones que realizan
los ciudadanos para incidir en un bajo o alto grado en los asuntos de un Estado.

La participación política es, ante todo, la suma de todas aquellas actividades voluntarias mediante las
cuales los miembros de una sociedad intervienen en la selección de los gobernantes y, de una manera
directa o indirecta, en la formación o construcción de las políticas de gobierno.

La participación política, dependiendo de su forma y método, puede clasificarse de dos maneras:

- Participación política convencional: Está relacionada con las acciones llevadas a cabo durante un
proceso electoral; esta participación es fomentada desde el poder del Estado y la Constitución. La
participación política convencional indica el derecho de ciudadanía; es decir, un derecho al sufragio que
no se mide por clases sociales, partidos, sexo o educación. Se da en toda democracia y es un derecho
consagrado por la ley, por lo cual puede ser fácilmente controlada y verificada.

- Participación política no convencional: Se refiere a acciones tales como las peticiones, las
manifestaciones legales, el boicot, las huelgas legales e ilegales, el daño a la propiedad, los sabotajes, la
violencia personal, etc. Esta participación va mas allá de los mecanismos institucionales de participación
y, en algunas ocasiones, hace oposición a la legalidad constitucional establecida.

La participación política, en las sociedades, se da por múltiples factores, algunos de los cuales son:

- Económicos: Mediante los cuales las personas buscan aumentar su bienestar económico a través del uso
de los medios políticos (participan en los partidos políticos, en cargos políticos, se convierten en
servidores públicos, etc.).

- Psicológicos: Algunos individuos participan en política por la necesidad psicológica de llenar


necesidades relacionadas con el prestigio, el poder, la dominación, la competencia, el respeto y, en
algunas ocasiones, el fracaso; también participan para comprender su entorno y, de esta forma,
aprehender más eficazmente la realidad que los rodea.

Esta especialidad de la disciplina se ocupa principalmente de:

- El manejo de imagen de los programas políticos.

- La movilización ciudadana.

- La organización y dirección de las campañas políticas.

- Las relaciones con los medios masivos de información.

- El diseño de estrategias de mercadeo político.

- El estudio de la opinión publica.


ALGUNAS APROXIMACIONES A LA PARTICIPACIÓN POLÍTICA
Lya Fernández de Mantilla

Al hablar de la democracia como sistema político, se está referenciando a la participación


ciudadana como elemento esencial de ella; participación que es multidimensional, ya que no
solo comprende el aspecto ideológico o político de la actividad humana, sino también el
económico y social. Significa lo anterior, que en el sistema democrático la participación popular
no debe concretarse a influir o involucrarse en el proceso de toma de decisiones políticas
dentro del Estado, sino también, en condiciones de equilibrio a disfrutar de los bienes y
servicios de naturaleza socioeconómica y otros valores cuyo reparto terminante es autoritativo
para toda la sociedad, y su respeto y acatamiento corresponde a todos. En consonancia con lo
mencionado, mientras mayores y mejores sean las posibilidades y canales de participación
popular, tanto más democrático es un Estado y, al contrario, en tanto disminuyan o se vean
quebrantadas esas posibilidades, vías y mecanismos de participación, más cerca se estará a
los autocráticos.
Sobre los anteriores supuestos, el presente escrito solo hará referencia a la dimensión política
de la participación, para cuyo desarrollo se ha considerado pertinente aproximarse a una
conceptualización, que servirá de punto de partida para posteriormente señalar algunas
variables que pueden considerarse como factores que inciden de una u otra forma en la
movilización popular a los distintos tipos o expresiones de la participación política. Dentro de
éste texto, se haran también unas breves referencias acerca de la participación electoral, por
encontrarse indisolublemente involucrada en este quehacer político.

¿ QUE ES LA PARTICIPACIÓN POLÍTICA?

Sobre el fenómeno de la participación política existen innumerables definiciones, algunas de


ellas centradas sobre actividades individuales y colectivas de las personas o grupos, y otras
que tienen su acento en aspectos psicológicos o políticos y que excluyen a la participación
electoral por considerarla como un fenómeno sui generis que tiene sus propias reglas de juego,
claramente diferenciadas del resto de las formas de participación política y que se
encuentra asociada a afirmaciones de claro contenido patriótico.
Así, en sentido amplio, la participación política se define como el conjunto de actividades,
interacciones, comportamientos, acciones y actitudes que se dan al interior de una sociedad en
forma individual o colectiva por parte de individuos, grupos, partidos e instituciones, las cuales
van dirigidas a explicar, demandar, influir o tomar parte en el proceso de decisiones políticas o,
en el sentir de Easton, en el reparto autoritativo de valores. También la participación política es
entendida como "aquellas actividades voluntarias mediante las cuales los miembros de una
sociedad participan en la elección de sus gobernantes y directa o indirectamente, en la
elaboración de la política gubernamental" . Paralelamente y por oposición a lo anterior, se
encuentra la apatía como el estado de indiferencia o de inhibición frente a tales actividades.
Partiendo de algunos elementos presentados en otras definiciones, Gianfranco Pasquino, como
él mismo lo dice, trata de acomodarlos mediante una operación de eclecticismo para poder
proponer la siguiente definición: " la participación política es aquél conjunto de actos y de
actitudes dirigidas a influir de manera más o menos directa y más o menos legal sobre las
decisiones de los detentadores del poder en el sistema político o en cada una de las
organizaciones políticas, así como en su misma selección, con vista a conservar o modificar la
estructura ( y por lo tanto los valores) del sistema de intereses dominante" . De esta definición
hay que rescatar que la forma como se seleccionan los que van a decidir o la manera como
van a influir en esas decisiones, difiere según los sistemas y organizaciones políticas, al igual
que el contexto sociodemográfico, político y psicológico vigentes en una sociedad.
De acuerdo con esta última definición, si la participación política debe estudiarse
independientemente del sistema político en el que se ejerza, es importante tener claridad
respecto a las personas que han de tomar las decisiones políticas, elegir y destituir a los líderes
y la no participación en este proceso, puede darse por negligencia o por exclusión. En este
evento, la historia da cuenta de algunas limitantes que frenan la participación política como la
raza, la religión, los recursos económicos, la educación, la moral, etc., aunque con la evolución
de las instituciones democráticas la tendencia generalizada ha sido la de eliminar todas estas
barreras.

TIPOS DE PARTICIPACIÓN POLÍTICA

Para algunos autores, la participación política no debe restringirse a unas determinadas


acciones, sean individuales o colectivas, sino que dentro de una dimensión más amplia, ella
contempla una serie de conductas convencionales que no necesariamente tienen que ser
legales, pero que de todos modos son propiciadas, generadas, gestadas, animadas o
impulsadas desde las instancias del poder constituido. También señalan que la participación
política convencional no se puede reducir a una sola dimensión porque ella es
multidimensional. Verba y Nie la reducen a cuatro grandes dimensiones que se concretan en:
votar, tomar parte en campañas, tomar parte en actividades comunitarias y buscar ayuda oficial
para resolver problemas comunitarios.
También, dicha participación comprende conductas no convencionales que tienden a rebasar el
sistema político existente y lo más llamativo de este tipo de participación no convencional, es la
heterogeneidad de actividades que recogen actuaciones legales como manifestaciones,
boicots, peticiones, marcha de antorchas, y hasta aquellas que podrían ser calificadas violentas
como la lucha guerrillera, la toma de fábricas, de embajadas, paros cívicos, bloqueo de vías
públicas, desobediencia civil y todas las que se expresan en los distintos grados de violencia y
que suponen un enfrentamiento con la legalidad establecida.
Con relación a lo anterior, algunos autores sostienen que aunque es cierto que la gente se
mueve entre la participación política convencional y no convencional, generalmente ella inicia
su actuar político por la vía no convencional y posteriormente amplia su campo de acción a la
vía convencional, conducta que puede estar ligada principalmente a ciertas variables como la
edad, la educación, la situación de exclusión social, etc. Sin embargo, otro grupo de autores
sostiene que existe un sector de la población que por razones de posición política- ideológica y
de situación socioeconómica, normalmente están actuando por la vía agresiva no convencional
y que por esas mismas razones difícilmente se incorporan a la participación política
convencional, tal es el caso de los grupos guerrilleros.
Margaret Conway, luego de destacar el rol de la participación ciudadana dentro de la
concepción clásica de la democracia, distingue entre participación convencional, no
convencional, simbólica e instrumental, con el fin de determinar cuáles son los patrones de
participación política, las causas y los efectos de los distintos tipos de participación que
asumen también los distintos tipos de ciudadanos. Para la autora, la primera se da dentro del
marco de la cultura política dominante, contrario a lo que ocurre con la no convencional e
independientemente que sea legal o ilegal. Para ella, la participación simbólica es aquella que
contribuye a reafirmar las creencias y actitudes de los ciudadanos que apoyan las instituciones
y que aceptan las políticas por éstas desarrolladas, dentro de las que se cuentan: marchas por
la paz, educación ciudadana, campañas que incrementan el fervor patrio, etc. Por último, la
participación política como acción instrumental es aquella que se realiza para obtener un
resultado específico, sea político o personal. Sin embargo, se considera que hay variadas
formas de participación que pueden ser a la vez simbólicas o instrumentales, sean por su
intención o por sus efectos.

FACTORES QUE INCIDEN EN LA PARTICIPACIÓN POLÍTICA


La participación política puede explicarse con base en diferentes variables, dependiendo a su
vez de los factores particulares existentes dentro de cada país, como tradiciones, historia,
acceso a las instituciones de gobierno, apertura de canales e implementación de mecanismos
que posibilitan y apoyan la participación política por parte del sistema político. Estos factores se
pueden aglutinar en tres grandes categorías: sociodemográfica, psicológica y entorno político.

SOCIO- DEMOGRAFICAS
Son variables macro, aplicadas a una población que está influenciada principalmente por
factores tales como el sexo, la educación, la edad, los ingresos y el nivel socio-económico.
Examinemos cada una de estas variables:
EDAD: se afirma que no existen patrones exactos y permanentes de participación política entre
los grupos de ciudadanos de distintas edades, ya que dicha participación se encuentra
influenciada por otras características sociales. Los estudios efectuados sobre este factor han
encontrado que la gente joven tiende a participar en política más que todo por la vía no
convencional como paros, manifestaciones etc., es decir, que a mayor edad, menor potencial
de protesta y a menor edad, mayor potencial de protesta. Dentro de las varias razones que se
han dado, se encuentran aquellas que afirman que ellos tienen o se consideran con menos
responsabilidades sociales , y en cierto grado, por la posición marginal que tiene la juventud en
el sistema político. Pero también otros estudios han demostrado que en la medida en que el
sistema político abre canales de participación para la gente joven, esta va disminuyendo su
tendencia a la participación política no convencional por considerar que son tenidos en cuenta,
que su participación es significativa, y sobre todo por el cambio generacional que se ha venido
operando, lo cual no sólo los hace identificarse con quienes ocupan los cargos de decisión
política, sino que les crean expectativas de acceder y hacer parte de esas posiciones, no como
simples posibilidades lejanas sino como realidades cercanas.
SEXO: Este es otro factor que incide en la participación política de la gente. Algunos de lo
estudios realizados por Verba, Nie y Kim en 1978 han demostrado que la participación
masculina es mayor que la de la mujer, porque ella siempre ha estado en desventaja respecto
al hombre en el sistema social, en razón a que ha tenido que ocuparse de actividades que
como madre, esposa, ama de casa, etc. la marginan del quehacer público, al igual que la
limitan para adquirir destrezas o preparación que la posibiliten y le den confianza para jugar un
papel activo e importante en el campo político. Sin embargo, otros trabajos como el realizado
por Milbrath en 1981, han dado como resultado que esta diferenciación ha ido disminuyendo en
las dos últimas décadas debido a que se han venido presentado cambios en la vida de la
mujer, especialmente en la apertura al ingreso masivo a la educación superior y a los patrones
de empleo, los que no sólo le han favorecido en cuanto a una liberación de su dependencia
económica, sino también han conllevado a que el hombre comparta ciertas actividades
hogareñas asignadas por la cultura social a la mujer y de paso la han estimulado para
reconocerse como parte activa de la sociedad y en consecuencia como parte en el proceso de
toma de decisiones políticas y aún, de abrigar el ideal de aspirar como seria alternativa a los
más altos destinos estatales .
EDUCACIÓN: Permite adquirir conocimientos y desarrollar habilidades intelectuales que
resultan básicas para desenvolverse y enfrentarse al mundo político, al igual que contribuye a
despertar en el individuo una serie de inquietudes y preocupaciones sociales. De tal suerte,
que aquellos que adquieren más conocimientos saben más sobre el funcionamiento del
sistema, de cómo actúa éste y de qué manera las consecuencias de sus actuaciones afectan
sus intereses. La educación también estimula el interés político, contribuye a la formación de
una opinión acerca de una amplia gama de temas y por tanto, a mayor educación, mayor
estímulo a las actividades políticas. De acuerdo a estudios realizados por Marsh y Kause en
1979, la educación incide positivamente en la participación política tanto convencional como en
la no convencional. Para ellos, a mayor nivel educativo, mayor posibilidad de participación por
parte de los individuos en actividades políticas no convencionales. Para Aldrich y Simon en
1986, la educación es el factor más importante en la participación política convencional.
INGRESO Y ESTRATIFICACIÓN SOCIO-ECONÓMICA: El ingreso es un factor que incide en
una mayor o menor participación política, pero de manera menos significativa que la educación.
Quienes tienen mayores ingresos participan más, porque suelen vivir en medios que estimulan
su interés por la política, porque les proporciona los recursos y oportunidades para hacerlo; en
tanto que quienes poseen menores ingresos tienen que utilizar los pocos recursos disponibles
en la consecución de los medios para satisfacer las necesidades básicas y en consecuencia,
disminuyen su interés por la política la que consideran un lujo.
Con relación a lo planteado y estrechamente relacionado con esta variable, importa aclarar que
sistemáticamente la gente de más altos estratos socio-económicos tiende a participar más que
quienes se ubican en los estratos más bajos. Igualmente se encuentra en diferentes estudios
que la participación política convencional se relaciona positivamente con el estrato. Quienes
pertenecen a los estratos más altos participan más por la vía convencional, porque como se
dijo, para este tipo de participación se requieren de destrezas, aptitudes y conocimientos
superiores a los estratos más bajos y por el contrario, hay una tendencia a la participación no
convencional por parte de las personas que se encuentran ubicadas en los estratos socio-
económicos más bajos.
PSICOLÓGICAS
Herbert McClosky examina las variables psicológicas, entendidas como los beneficios que
proporciona a los individuos la participación, los cuales se analizan en términos de poder,
prestigio, competencia, dinero, posición, afiliación, agresión, etc. Las investigaciones han
demostrado, que las características de la personalidad están asociadas positivamente con la
participación política. Por ejemplo, los individuos apáticos tienden a ser más agresivos que los
que ejercen el voto, excepto en el caso de activistas que pertenecen a movimientos de
tendencia extrema o mesiánica.
También es importante resaltar y diferenciar que los patrones de participación política son
influidos de manera significativa por las orientaciones psicológicas, las que constituyen
predisposiciones adquiridas de los ciudadanos y se manifiestan a través de las actitudes, las
creencias y los valores; en cambio, las distintas formas de participación política son
consideradas como comportamientos aprendidos, pero que no necesariamente son utilizados y
su aprendizaje se produce a través de procesos directos o indirectos de socialización política.
Importa resaltar que las creencias tienen componentes cognoscitivos, afectivos y de
comportamiento y ellas pueden ser descriptivas, evaluativas y prescriptivas y a su vez, cada
una constituye una predisposición que activada conduce a un tipo de respuesta, en tanto que
las actitudes corresponden a una organización relativamente durable, las que interrelacionadas
describen, evalúan y abogan por un objeto o situación y en ambos casos son importantes en el
grado de participación política. Por su parte, se dice que los valores son apreciaciones de
objetos o situaciones y que por ello tienen preferencia sobre los otros. Estos valores se pueden
categorizar en instrumentales, que son formas ideales de comportamiento (afectivo,
imaginativo e intelectual), y terminales que son esos estados finales idealizados como la
igualdad, la justicia, libertad, paz, felicidad etc., los que pueden a su vez, ser materiales e
inmateriales. Cabe señalar que sobre esto último, estudios realizados en cinco países sobre el
comportamiento de gente joven, han demostrado que aquellos que tienen objetivos materiales
no se comprometen tan activamente en la política como aquellos que se encuentran más
interesados por la calidad de vida7.
Para Sabucedo, el análisis hecho a partir de las creencias y actitudes tiene una mayor
relevancia, porque a través de ellas se conjugan los factores individuales con las condiciones
sociales, en donde se encuentran las motivaciones más prometedoras de la participación
política. Estas variables psicosociales se pueden concretar en: 1.- En sentido de la obligación
cívica. Aquí, el sujeto se siente identificado con el sistema político y como consecuencia, se ve
impelido a intervenir en todas o en la mayoría de las formas de participación política que le son
demandadas por las instancias de poder, de donde se deriva que las actuaciones políticas
convencionales constituyen la forma de participación que se da en esta variable. 2.-
Identificación partidista: está referenciada con el grado de vinculación que la gente siente hacia
un determinado partido o grupo. Entre más fuerte sea el lazo que vincule al individuo con una
determinada opción política, le lleva a participar en las actividades que tienen un carácter
partidista. Sin embargo, esta variable ha ido perdiendo importancia y es así, que estudios
realizados por Sabucedo en 1984 demuestran que la característica de los modelos actuales, es
la racionalización mediante la cual, en el caso del voto, el votante evalúa las distintas
alternativas y se decidirá por aquella que representa mejor sus intereses o de una visión de la
sociedad más próxima a la suya .

SOCIO-POLÍTICA
Los estímulos políticos y el clima sociopolítico, son dos aspectos que integran esta variable
motora de la participación política en el individuo. Se dice que el comportamiento del ser
humano no se produce en un vacío social, sino que hay que tener en cuenta la relación que se
da entre él y su entorno al que determina uno y otro tipo de conducta. Para Milbrath y Goel en
1977, la amplitud y diversidad de los estímulos políticos, permitirán que los sujetos tengan una
mejor y mayor información sobre el acontecer político de la sociedad en la que viven, y a su
vez, les facilitará una evaluación más correcta sobre la problemática del mundo político y a la
postre una toma de posición.
Esta incidencia del ambiente o entorno, se encuentra de manera más clara en el caso de la
participación electoral. El interés sobre el resultado o la incertidumbre acerca de él, son
factores que ayudan a incrementar la participación.
PARTICIPACIÓN ELECTORAL

Como inicialmente se había dicho, algunos autores sostienen que esta es una actividad "sui
generis" a la que se le debe dar un tratamiento especial e independiente de la participación
política, por cuanto ciertos factores de los expuestos aquí, pueden tener una incidencia variable
dependiendo de su aplicación al análisis de una y otra. Sin embargo, no obstante la
controversia y variadas posiciones que giran en torno al tema, es innegable su indisoluble
vinculación con el fenómeno de la participación política, razón que permite abordar este tipo de
participación sin que por ello se pueda considerar como extraño o ajeno al asunto central
examinado.
Tres áreas configuran esta clase de participación dentro de las sociedades modernas: a.- el
sistema de partidos, b.- la naturaleza de la campaña y c.- los temas debatidos. La primera de
ellas es la que mayor influencia ejerce sobre la participación, puesto que otorga a sus
miembros sentimientos de pertenencia y de oposición frente a otros partidos y en la mayoría de
los casos la afiliación al partido provoca la participación en las actividades que ellos privilegian,
sean convencionales o no convencionales Sobre el particular es bueno destacar que algunas
de las investigaciones han demostrado que este factor ha ido perdiendo importancia para
explicar la participación política de la gente, porque según esos mismos estudios, a partir de los
años 60 adquieren mayor importancia temas relacionados con el proceso electoral. La
campaña electoral por su parte, representa la máxima concentración de los esfuerzos del
partido por lograr la participación del electorado en la contienda política, que ha de concretarse
en el voto que refleja el grado de aceptación que haya tenido frente al electorado. Sin embargo,
la eficacia del efecto de la campaña sobre la participación depende en buena parte de las
técnicas utilizadas, así como la popularidad y carisma de los candidatos .
También es importante destacar que la optimización de los resultados obedece así las
anteriores experiencias han tenido éxito en la satisfacción de sus necesidades, las que
permitirán que siga o no participando en posteriores debates; es decir, el grado de frustración o
de desencanto que haya tenido el ciudadano frente a los políticos y alternativas que le hubieren
sido presentadas e incumplidas, lo inclinarán a abstenerse o participar en futuras elecciones.
Pero lo anterior, no es excluyente frente a otros factores que mueven a la gente a asumir una
posición positiva y activa en las actividades electorales. Esos factores socioeconómicos y
psicológicos, algunos de los cuales fueron mencionados anteriormente, pueden variar de
acuerdo a la clase de elección, ya se trate de presidenciales o de cuerpos colegiados o de
otros cargos de elección popular a nivel local o regional.
Algunos tratadistas piensan que en toda sociedad, hay un público que es atento a la cosa
pública o política en un número significativo, en tanto que los ciudadanos atentos a la cosa
electoral representan un número ligeramente inferior, dependiendo en éste último caso, no sólo
de la clase de elección, sino también de qué tan reñidas ellas sean, o de la coyuntura política
que se esté presentando en un momento dado, o en algunas oportunidades de los
INCENTIVOS presentados por los partidos o por el mismo sistema político a los ciudadanos ,
con el fin de promover su movilización a las urnas, como por ejemplo : reconocimiento de
puntos para poder acceder a las universidades públicas y descuentos en éstas en el valor de la
matrícula; reducción del tiempo de prestación del servicio militar y escogencia preferencial para
acceder al servicio público, siempre y cuando se hubiere presentado el concurso
correspondiente .
Sobre la participación electoral, Robert Dahl expresa que " cuanto mayores sean los obstáculos
colocados en el camino de una persona, menos dispuesta está a comprometerse en política" ;
por ejemplo, en el caso de una determinada elección el ciudadano podrá evaluar las
dificultades que se le presentan por razones de seguridad, posibilidades de movilizarse, tiempo
que ha de utilizar en sufragar, facilidades o no a acceder a los puestos de votación y a las
urnas, etc. Señala Dahl que la gente no participa si considera que los beneficios que va a
obtener con su participación son inferiores a los que obtendría si no participa. En este caso,
todo depende de la valoración que cada cual y en un momento dado le de a los beneficios o a
los costos. También el autor resalta el grado de eficacia que le otorgue el ciudadano a su
participación, la cual considera está relacionada con su propia autoestima y por último, si los
beneficios que aspira a conseguir con su participación son concretos, cercanos y seguros, lo
contrario posiblemente influiría en alto grado para que se abstuviera de participar, por
considerar que no puede jugar con albures y con expectativas remotas .
Finalmente, se debe resaltar aquí la importancia que los estudiosos de la política le dan al
fenómeno de la "apatía" política como una posición negativa a realizar actividades políticas. De
una parte existe un grupo de analistas conformados por aquellos que no sienten una gran
preocupación por las consecuencias de la apatía política, argumentando que con la
participación generalizada se puede causar daño al sistema democrático al animar a intervenir
a personas que no están interesadas ni informadas en la cosa política y que por tanto pueden
llegar a equivocarse en su apreciación de lo que es mejor para su interés personal y el de toda
la comunidad. También afirman que es mejor trasladar su ejercicio sólo a las minorías activas
que en virtud de su conocimiento e interés, tienen la capacidad de gobernar democráticamente.
Sostienen que un electorado altamente activo puede producir controversia, fragmentación e
inestabilidad, mientras que si existe un número considerable de pasivos, se da flexibilidad al
sistema al permitirse que el gobierno pase de un partido a otro sin que se generen mayores
tensiones o conflictos y de igual forma, las decisiones serán aceptadas y adoptadas más
fácilmente . Enfatizando lo planteado, Sartori manifiesta que " la autenticidad y la eficacia de
una participación, está en relación inversa con el número de participantes" .
Otro grupo de autores está formado por quienes se encuentran seriamente preocupados por
los peligros de la apatía política. A diferencia de los anteriores que consideran excluyente la
participación política reservada a unos pocos con capacidades y conocimientos, este último
grupo se basa en que en una democracia la participación significa posibilidad de poder y que
quienes no participan no están adecuadamente representados. Afirman que la participación no
generalizada, incrementa la posibilidad de que el gobierno llegue a manos de personas
irresponsables y amantes de incrementar su propio poder, mientras que con la participación es
fácil organizar la oposición política, entendida como el elemento fundamental para combatir la
tiranía. Por otra parte, sugieren que la apatía puede conducir a la debilidad del sistema, en
tanto que se evidencia su incapacidad de involucrar a todos los miembros de la sociedad en su
propio gobierno.

A MANERA DE CONCLUSIÓN

La democracia participativa no se contrae a la posibilidad de elegir a los gobernantes por parte


de los ciudadanos, y a legitimar el sistema político sino que es multidimensional en cuanto la
participación popular se abre a espacios políticos, económicos, sociales, sociodemográficos,
etc., que revisten diversidad de formas y de tipos, que entran a dinamizar el proceso de toma
de decisiones mediante la ratificación de normas universales, como el control de los elegidos,
de tal manera, que el escenario de decisión y de participación se amplía a un sinnúmero de
posibilidades cambiantes según factores sociodemográficos, psicológicos, políticos y de
contexto que se estén dando.
Como se dijo, no basta que el sistema político establezca más canales de participación
ciudadana, sino que ellos no sean excluyentes, estableciendo cortapisas y limitaciones
especialmente a los grupos y movimientos para poder actuar como tales en el proceso
electoral, que es el momento propicio para la movilización ciudadana.

BIBLIOGRAFÍA

ALMOND, G . et al. Diez Textos básicos de Ciencia Política. Barcelona: Ariel, 1992.
BOBBIO, Norberto. Estado, Gobierno y Sociedad. México: Fondo de Cultura Económica,1994.
CASTRO, Román. Temas Claves de Ciencia Política. Barcelona: Gestión 2000 S.A., 1995.
CONWAY, M. Margaret. La participación Política en Estados Unidos. México: Gernika, 1986.
DAHL, Robert. Análisis Político Moderno. Barcelona: Fontanella, 1976.
____________. Un prefacio a la Teoría Democrática. México: México: Gernika, 1988.

Categoría: Ciencia Política

Participación Política
Definición:

Es la actividad voluntaria e intencionada de un individuo en asuntos


políticos para tratar de influir en los mismos. Puede incluir una gran
variedad de conductas, como atender a la información política, votar en las
elecciones, ser miembro de un partido político, aportar fondos a causas
políticas, realizar tareas de campaña, intervenir en algún movimiento social
o formar parte de algún grupo de presión; desempeñar algún cargo político,
o tomar parte en análisis y discusiones ya sea en el hogar o en el trabajo;
asistir a manifestaciones y mítines o ser parte de motines, plantones,
marchas, huelgas de hambre, etc. Es importante porque quienes no
participan es probable que disfruten de menos poder.
En el siglo de oro de la Antigua Grecia, la palabra "idiotes" (idiotas).
significaba el desprecio para los que no participaban en los asuntos
públicos, los que desertaban del deber de participar en la democracia
griega, ya que no participar en el desarrollo de las instituciones y las leyes
de la Polis, era una especie de defunción social. En contraste Platón llamaba
con demosienein a quienes participaban plenamente en los asuntos del
"demos", del pueblo.

La participación política puede tomar varias formas: individual, en grupos


pequeños o en masa y ser el producto de un interés personal egoísta o del
sacrificio por una causa; puede ser eventual o permanente, espontánea o
bien organizada, de colaboración o de confrontación, legal o ilegal, pacífica
o violenta. La participación puede ser instrumental hacia el logro de
objetivos concretos (ganar una elección, rechazar una política, obtener
beneficios personales), expresiva, para dar paso libre a los sentimientos, o
tener ambos propósitos.

La participación política se basa en la creencia de que el gobierno puede


resolver algunos de los problemas individuales o sociales y en que la
participación es eficaz para influir en las políticas o en su operación,
mantener o cambiar las decisiones, o bien defender el orden establecido o
alterarlo. Racionalmente, la percepción que se tenga del gobierno y de las
autoridades influye en el grado de la participación política, es mayor, por
ejemplo:

a) Si se piensa que el gobierno puede solucionar los problemas,


especialmente porque se le vea como el causante de los mismos.
b) Si se considera que las autoridades estarán dispuestas a responder
positivamente.
Si se percibe que los beneficios que representa son mayores que los costos
o si se cree que se recibirá ayuda o apoyo de otros, o más bien se espera
que otros tomen la iniciativa.
Si no se da ninguna de estas condiciones, lo más probable es que las
personas solucionen algún problema social cambiándose de vecindario o de
trabajo o emigrando a otro lugar, en vez de buscar la vía política para
resolverlo. Se elimina así, la posibilidad de la participación.

Emotivamente, la participación política puede darse a pesar de que se


enfrente a gobiernos dictatoriales o autoritarios, como la lucha por la
democracia y los derechos humanos, contra las políticas antipopulares, los
privilegios de una oligarquía explotadora, la desigualdad, la injusticia y la
corrupción.

Los ciudadanos que más participan en la política mediante los cauces


institucionales (partidos, campañas, voto, manifestaciones, marchas,
huelgas, paros, protestas, etc.) propenden menos a cometer
comportamientos ilegales, o violentos y armados; de modo que entre más
amplios son los canales institucionales para la participación política, la gente
recurre menos a acciones fuera de la ley y desde luego a la violencia.

a. Niveles de participación

No todas las personas que participan en la política lo hacen de la misma


manera y con igual intensidad. La participación lo mismo puede ser
completamente racional, abierta, partidista, sistemática y comprometida,
que sólo ser fruto de las circunstancias y emociones del momento. Además,
toda participación tiene costos para la gente; en el mejor de los casos, le
representa inversión de tiempo, dinero u otros recursos, en el peor, puede
significar el riesgo de perder el empleo, la libertad y hasta la vida.

En general, pueden distinguirse cuatro niveles de participación política:

1) Apáticos. No participan,
2) De espectador o de presencia. Es la forma menos intensa y más
marginal. Se refiere a la sola presencia de un sujeto en reuniones o la
exposición a mensajes políticos, a afiliarse a un partido, votar e intentar
influir en otros. En este nivel no se hace ninguna aportación, se es
receptivo.
3) De Transición. Se trata de personas que desarrollan una serie de
actividades dentro o fuera de una organización política orientadas a ejercer
influencia o a hacer proselitismo, como contactar funcionarios, contribuir
con dinero a las campañas, participar en mítines, marchas, etc.
4) De contendiente. Se refiere a la participación activa en pro o en contra,
como ser voluntario en una campaña, organizar y dirigir acciones de partido
o de grupo, colectar fondos para causas políticas, ser candidato u ocupar un
cargo público o de partido.

Los niveles de participación política de los individuos, grupos y sociedades


no son siempre los mismos, varían conforme al tipo y lugar, tiempo y
circunstancias. Por ejemplo, la participación en las elecciones sufre
variaciones de acuerdo con el puesto, los candidatos, el grado de
competencia, el tiempo en que se realizan, etc.

b. Factores que determinan la participación

Los niveles educativo, socioeconómico y cultural de la gente son


determinantes de la participación política. A mayor nivel de educación,
ingreso y status social de la gente, mayor participación política. Por eso, la
población de sexo masculino, de mayor educación, de ingresos y status
social superior, de zonas urbanas y de edad media (ni los muy jóvenes ni
los adultos de edad avanzada) es la que más acude a las urnas, la que se
afilia más a las agrupaciones, la que tiene mayor influencia política y la que
de un modo u otro interviene más activamente en los procesos políticos.

En contraste, la gente más pobre, la que tiene una educación limitada y


menor status socioeconómico es menos probable que sea políticamente
activa, ya que siente que no tiene poder para hacerse escuchar y por lo
tanto, será muy poco lo que puede conseguir. Cuando participa es probable
que lo haga por medios no convencionales, como en los casos extremos de
los motines urbanos, de modo que la participación sin poder es
característica de los pobres y de la clase trabajadora.

La personalidad también se reconoce como un factor importante de la


participación, aunque no existen evidencias serias. Los apáticos parecen ser
menos decididos, más retraídos, agresivos, paranoicos, cerrados y poco
sociables. Además, tienden al pesimismo, la decepción y hacia la alienación
política. De modo que cuando participan lo hacen apolíticamente.

Las instituciones y tradiciones políticas estimulan o desalientan la


participación. Una cultura política democrática fomenta la participación, en
tanto que la autoritaria la desalienta. Factores tales como el predominio de
valores acerca el deber cívico o la lealtad a los grupos a los que se
pertenece o se desea pertenecer, alientan la participación. De modo que
quienes provienen de familias donde la política tiene un lugar
preponderante tienden a una mayor participación, al igual que quienes son
miembros de organizaciones vinculadas con la política, directa o
indirectamente, así como quienes conviven entre gente que tienen
contactos con personas o ambientes más politizados. Asimismo, la
existencia de partidos fuertes y de medios masivos libres e independientes
pueden estimular la participación, y aun trámites engorrosos para otorgar
una credencial de elector, desalentarla.

La situación política prevaleciente también puede afectar los niveles de


participación: las crisis económicas o políticas, el resultado incierto de las
elecciones futuras o la inminencia de decisiones políticas importantes,
despiertan la inquietud y el interés de la población por involucrarse en la
política.

Como factor aislado, la afiliación partidista es el más fuerte estímulo a la


participación política, ya que cumple una doble función: da identidad y
sentido de pertenencia por un lado, e incita y regula la participación por el
otro, de modo que quienes forman parte de un partido, votan más, son más
activos en las discusiones, escuchan más discursos y responden más
positivamente a los puntos de vista del partido.

Estos tres conjuntos de factores (socioeconómicos, psicológicos y políticos)


están interrelacionados: los individuos se encuentran insertos dentro de un
ambiente social que los estimula o no a la participación, ellos responden a
este estímulo conforme a sus características personales y aprovechan o no
las oportunidades de participación que les ofrece el ambiente político.

c. Democracia y participación

La participación política moderna, pero limitada sólo a la burguesía


propietaria y cultivada, nació con el liberalismo en el siglo XVIII, en contra
del absolutismo estatal y de los privilegios de la nobleza, y como un medio
de controlar la dominación del Estado. A partir de entonces, ya como
participación creciente de las masas, corre paralela a la instauración de los
regímenes democráticos, al desarrollo de los partidos políticos y al
otorgamiento del sufragio universal. (Los regímenes autoritarios o no
democráticos no propician la participación política propiamente dicha, sino
la movilización manipulada de las masas).
En los sistemas democráticos, la participación política es un derecho
ciudadano y es necesaria para su funcionamiento, los ciudadanos escogen a
sus gobernantes, ejercen influencia sobre los funcionarios y tienen
oportunidad de comunicarles sus demandas. Mediante el sufragio, la
iniciativa popular, el plebiscito y el referéndum, así como por la acción en
los partidos, en los grupos de interés y en las organizaciones no
gubernamentales o como parte de la opinión pública, el ciudadano hace de
la participación política la sustancia de la democracia. Es la forma de
mantener la responsabilidad de los gobiernos. Por eso, para Rodrigo Borja:
"la democracia es la conjugación del verbo participar en todos sus modos,
tiempos, números y personas". Se espera que la población exprese sus
demandas a través de los diferentes conductos o actos políticos y puedan
así, ejercer influencia en la toma de decisiones de los gobiernos.

Según Alberich Nistal (Diccionario Crítico de las Ciencias Sociales) la


participación ciudadana es un buen indicador de la "temperatura
democrática" que puede medirse por los siguientes factores cuantitativos y
cualitativos:

1) Mayor o menor descentralización política-administrativa, control sobre los


poderes político-administrativos, separación de poderes.
2) Elecciones: nivel de abstención, diversidad y votación de partidos con
presencia legislativa, proporcionalidad votos/representante.
3) Libertad de prensa: nivel de monopolio y oligopolios en los medios.
4) Democracia directa: referéndum, plebiscito, iniciativa.
5) Asociacionismo: porcentaje de la población afiliada a asociaciones;
número de asociaciones a que pertenece un individuo (multiafiliación);
número, diversidad y pluralidad de las asociaciones; tipo y actividades de
las asociaciones predominantes.
6) Niveles de participación: contínum que va desde la simple información
hasta la gestión compartida o el trabajo en común, pasando por la consulta
y el debate.

Los ideales democráticos suponen que los ciudadanos estén atentos al


desarrollo de la vida política, se informen sobre los acontecimientos, estén
al tanto de las principales cuestiones, sean capaces de elegir entre las
diversas opciones que se proponen y de comprometerse en su realización
Pero la realidad es que muy pocas personas actúan de este modo y la
mayoría se muestra más interesada en los asuntos privados que en los
públicos, en las competencias deportivas o los espectáculos. La militancia
en los partidos u otras organizaciones políticas es muy limitada, y aun el
acto de votar, que es casi la única forma de participación política de la
mayoría de la gente, no es practica habitual de por lo menos uno de cada
tres ciudadanos a nivel mundial. Aún en naciones consideradas democracias
"maduras" la participación no es grande; por ejemplo, durante las
elecciones presidenciales de 1996 en Estados Unidos, existía una población
de 265 millones, de los cuales 196 millones estaban en posibilidad de votar,
pero sólo lo hicieron aproximadamente 96 millones y de éstos votos, 47
millones fueron para Clinton, que resultó triunfador. Esto es, fue elegido por
apenas el 18% de la población norteamericana. En el año 2000 solamente
votaron cien millones de electores, la mitad de quienes tenían derecho para
hacerlo.
Esta apatía puede ser de dos clases: debida al total desconocimiento y
desinterés por los asuntos políticos, que corre pareja con el analfabetismo y
la marginación social en general, o motivada por una voluntad de
autoexclusión, típica de quienes consideran a la política como corrupta y
que se manifiesta como una protesta por la desilusión que sienten ante las
diversas opciones políticas o porque creen que poco se puede hacer y, por
lo tanto, no vale la pena invertir tiempo y esfuerzo en las actividades
políticas.
Por eso, los conservadores cuestionan la capacidad popular para participar
en la política y la consideran riesgosa para la estabilidad, para los derechos
de las minorías y en general, fuente de ingobernabilidad. Sin embargo, la
democratización requiere de aumentar la participación popular; la solución
no es limitarla sino encauzarla constructivamente.

d. Participación electoral

Además de las características ya descritas acerca de la participación


política, en especial se pueden identificar las siguientes tendencias de la
participación en las elecciones:

1) Entre más involucrada esté una persona en la política, más votará.

2) Votan en mayor proporción los electores afiliados a un partido político


que los electores libres e independientes.

3) En las elecciones presidenciales votan más electores que en las


campañas locales y en las elecciones que no coinciden con las
presidenciales, también se vota menos, dado que las campañas
presidenciales despiertan mayor interés y despliegan más propaganda que
estimula el voto.

4) Existen patrones geográficos de votación según las regiones y la


dimensión de las poblaciones, por ejemplo, en proporción al padrón
electoral pueden votar más en el norte del país o en las comunidades
pequeñas.

5) Hay factores electorales que influyen en el monto de la votación efectiva:


facilidad para el registro como elector, horario amplio de votación,
accesibilidad a las casillas, celeridad de la recepción del voto, etc.

6) En las elecciones muy reñidas aumenta la votación, porque se despierta


el interés del elector y los candidatos se esfuerzan por hacer una campaña
intensa.

7) La calidad de los candidatos y las propuestas de los mismos, así como la


calidad e intensidad de las propias campañas, pueden elevar o disminuir la
votación.

8) Otros factores también pueden afectar la votación, como el clima (si


llueve disminuye, por ejemplo), el día (si es feriado, etc.) y los eventos que
concurren con la elección ( fútbol, fiesta, religiosa, etc.)

Referencia: Instituto Nacional de Estudios Políticos A.C.

Enviada por CIUDAD POLITICA, el 21-Apr-2004 00:58. | Esta definición ha sido vista individualmente 16777
veces.

A partir de la revolución francesa y la extensión de la forma constitucional y


desde la creación de los Estados Unidos, se ha ido extendiendo un modelo de
organización política que algunos definen como democracia liberal o
representativa. Sustentada en el ya clásico reparto de poderes, ejecutivo,
legislativo y judicial, hoy en día, la democracia representativa constituye el
canon de referencia para el gobierno de las naciones y de otras entidades
territoriales de menor tamaño.

Sin embargo y después de una experiencia de más de 200 años, la democracia, tal y
como se conoce en los países más desarrollados, ha ido acumulando ya algunos
lastres de considerable importancia. Entre ellos cabría destacar el secuestro y
manipulación de las decisiones colectivas por unas elites ligadas tanto a los poderes
económicos, como a las castas partidarias y los medios de comunicación que los
apoyan, han ido generando un creciente sentimiento de frustración entre las capas
más sensibilizadas de la población.

<---Frente al deseo de cada cual hacia lograr dirigir los factores que condicionan sus
propias vidas, la realidad del poder tiende como siempre a concentrarse en unas
pocas manos. Esta vez agrupado en unos liderazgos cada vez más difusos y sin rostro
que se ocultan y al mismo tiempo orientan en beneficio propio el devenir de millones
de personas. Una alternativa política que algunos propugnan para combatir esta
tendencia natural del poder político es la que se conceptualiza como democracia
participativa, una opción intermedia entre las lacras de la democracia representativa
que se padece y la democracia directa como utopía en que el gobierno y la decisión
sobre las cuestiones comunes no se deleguen en agentes interpuestos. La
participación ciudadana sería así una estrategia para exigir y extender la capacidad de
decisión política entre capas más amplías de la población, mejorando con ello, la
calidad del proceso de toma de decisiones e introduciendo cada vez más la discusión
y argumentación sobre opciones diversas y contrapuestas.
El
tradicional pueblo suizo, que cuenta con uno de los sistemas democráticos más avanzados del
planeta. Foto. VanessaK, Flickr

En este contexto, el gobierno del territorio es una parte fundamental de la actividad


política sujeta a la apetencia de todo tipo de factores y a la aplicación de técnicas
variopintas con el objetivo de lograr una mejor convivencia de intereses contrapuestos.
En los últimos tiempos, se ha extendido la visión de que la mejor manera para su
gestión es la que se deriva de la más vasta participación de los ciudadanos afectados.
Sin embargo, esta aproximación a la ordenación territorial, organizada sobre la
ampliación de la participación democrática activa, de la acción de los propios
habitantes en el control del crecimiento y el desarrollo urbanístico, también tiene sus
inconvenientes y, en mi opinión, no debe considerarse una panacea necesariamente
en sí misma para una mejor disposición de las ciudades y de los usos y
aprovechamientos.
La actividad económica y el crecimiento urbano tienen un sustento espacial, un
territorio que debe ordenarse de la manera más racional posible. Como consecuencia
de esta necesidad hace más de cien años surgió el urbanismo –algunos atribuyen el
concepto al catalán Ildefons Cerdá- una disciplina dedicada a orientar el crecimiento
de las ciudades y que, estuvo ligada fundamentalmente a la ingeniería y la arquitectura
en sus inicios. La específica tarea técnica e, incluso, artística, del urbanismo ha ido
derivando hacia enormes desafueros en la última cincuentena de años, como
consecuencia de sus mecanismos económicos y, entre otras cuestiones, de las
gigantescas plusvalías que genera el simple proceso administrativo de recalificación
de terrenos rústicos, asignándoles usos y aprovechamientos urbanos.
Los abusos y errores cometidos en el marco del urbanismo son motivo de incesantes
críticas, algunas basadas en hechos incontestables y otras apoyadas desde visiones
profesionales interesadas en controlar este tipo de procesos tan golosos. Así, y de una
manera recurrente, han ido apareciendo nuevas aproximaciones a la forma de ordenar
el territorio, lideradas desde otras disciplinas que pretenden ofrecer soluciones
totalizantes a un problema extremadamente complejo que afecta a múltiples
cuestiones sociales y técnicas. La necesidad de una visión holística, transversal es un
factor esencial en la ordenación del territorio que nunca ha llegado a comprenderse
cabalmente, impidiendo en la práctica una correcta administración y salvaguarda del
entorno habitado. El esfuerzo para controlar esta materia desde perspectivas
parciales, económicas, geográficas, jurídicas, ambientales, arquitectónicas,
ingenieriles, etc. ha conducido a la aparición constante de nuevas recetas y panaceas
de todo tipo que se revelan también fallidas a la larga.
Es el caso del planeamiento estratégico, de la visión ambientalista o del marketing
territorial a los que hemos atendido en años recientes. En los últimos tiempos ha
aparecido una nueva posición heredera de esta forma parcializada de abordar la
ordenación territorial y que, como siempre, aventura una nueva solución definitiva a los
problemas del mal gobierno territorial. Tendría que ver con una aproximación ligada a
la política y la extensión de la democracia en los países avanzados a la que antes
hacia referencia. Es la idea participativa de la población en los procesos de toma de
decisión sobre el uso del territorio. Un argumento en principio inobjetable, pero como
todo, sujeto también y posiblemente a manipulación política.
La participación ciudadana es una cuestión relevante que enlazaría de nuevo con la
política con mayúsculas, por cuanto pretende la superación de las prácticas estrechas
que encorsetan la democracia representativa parlamentaria. Existen ya algunas
experiencias políticas que avalarían esta alternativa de desarrollo democrático hacia
un planteamiento participativo de mayor calidad en la implicación de los ciudadanos en
la administración colectiva.
Un ejemplo señero es el que representa la Confederación Helvética, un país altamente
descentralizado en el que se toman importantes y numerosas decisiones comunes a
los ciudadanos por el sistema de referendos consultivos a todos los niveles, estatal,
cantonal y local.

Cartel de la campaña para la aprobación en referendum de un sistema de expulsión directa de


emigrantes con problemas. Una iniciativa del derechista Partido del Pueblo Suizo- Unión
Democrata Suiza

En Suiza, la democracia participativa, basada en una importante


descentralización administrativa y política es una práctica con una tradición
muy extendida y fructífera que se basa en un alto nivel de conciencia colectiva
de la población. La articulación a múltiples niveles de los debates sobre todo
tipo de cuestiones comunes ha llevado a los suizos a extender el debate hacia
asuntos muy diversos y con ello, tener la posibilidad de discutir desde las
cuestiones más domésticas hasta asuntos delicados como los relacionados con
la seguridad nacional. Hace unos años, se produjo un ejemplo sorprendente en
relación a la capacidad del país para tomar decisiones colectivas; se planteó un
referéndum que tenía por objeto decidir la compra de varios cazabombarderos
destinados a la defensa nacional. Un ejemplo sorprendente impensable en
otros lugares, que expresaría un alto nivel de madurez democrática.
Actualmente, otro ejemplo significativo a este respecto es el que representa
también el estado de California, un territorio en el que existen viejas
costumbres relacionadas con la democracia directa. En 1911, el gobernador
Hiram Johnson introdujo un método para la aprobación de todo tipo de
iniciativas populares mediante referendos directos que allí se conocen como
Propositions. Una buena idea participativa en sus comienzos ha ido derivando
con el tiempo en un sistema político de gobierno imposible que está a punto de
colapsar como ha reflejado un reciente artículo de la revista Economist, titulado
El estado ingobernable.
California cuenta con instituciones representativas muy consolidadas que se
concretan por ejemplo, en sus dos cámaras legislativas asentadas en la ciudad
de Sacramento. Sin embargo, algo que podía funcionar bien a comienzos del
siglo XX, cuando ese estado contaba aun con una población pequeña y
homogénea se ha transformado cien años después, en un sistema
impracticable, en el que la población ha crecido hasta los 35 millones de
personas, formando un conglomerado territorial, social y económico complejo,
con una amplísima variedad racial, de intereses económicos y, lo que es más
importante, una escasísima minoría de votantes efectivos. Esos minoritarios
participantes, electores, conscientes de la importancia del control político, se
han polarizado por distritos irreconciliables y extremistas. Es el caso de
Berkeley, en San Francisco o Santa Mónica, en Los Ángeles que se situarían
en posiciones a la izquierda y Orange County o la zona central del estado,
representativas de una concepción de la convivencia más a la derecha.
El actor Arnold Schwaerzenegger, actual gobernador del estado de California

La democracia directa ha ido derivando en California hacia una situación


ineficiente mediante una progresiva aplicación de Propositions cada vez más
crípticas y complejas (el pasado mes de Mayo, se votaron 6), que ha generado
toda un ecosistema ampliamente organizado de recolectores de firmas y para
la gestión de iniciativas. Un caso extremo de esta aplicación interesada del
sistema referendario lo constituyó la famosa Proposition 13 que significó una
autentica revolución contra la hacienda pública estatal. Fue aprobada
mayoritariamente en 1978 y a partir de entonces quedó muy limitada la
posibilidad de aumentar los impuestos sobre los bienes inmuebles. Para variar
los impuestos es necesario conseguir una mayoría parlamentaria de dos tercios
en las dos cámaras legislativas de Sacramento, una condición que impide en la
práctica una activa y eficiente gobernanza en momentos de crisis.
El desarrollo de grupos de presión de todo tipo y de iniciativas legales muy
variopintas ha llevado a ese estado americano a una situación de colapso
financiero y a un control efectivo y exacerbado de la gestión pública por
minorías radicalizadas. Según The Economist las personas corrientes ya no
son las que controlan el sistema legal sino los ciudadanos más ricos, desde los
magnates de Hollywood a empresarios de Silicon Valley y grupos de presión
variopintos como los sindicatos de prisiones, de enseñantes y de salud que son
los que promueven la mayor parte de las iniciativas. La manipulación de los
medios de comunicación, campañas de correo masivo y llamadas personales
producen un estado de confusión mayoritario que impide saber con certeza el
contenido real de lo que se vota.
En otras partes del mundo, se observan este tipo de cuestiones con
incredulidad -cuando no con envidia- y se citan como un avance necesario en
la profundización de la democracia. El problema de la extensión de la
participación democrática se puede enmarcar en el acaparamiento del espacio
político por toda una pléyade de posiciones oportunistas que aprovechan la
apertura de nuevos escenarios decisionales para sacar adelante intereses
privados muy determinados. Esta epidemia de la exigencia participativa
presenta otra faceta negativa que tiene que ver con el progresivo
encadenamiento de los representantes políticos, realmente refrendados por el
sistema electoral, a las decisiones y argumentaciones que no suelen tener un
real respaldo mayoritario.
La manipulación de los medios de comunicación y el amoldamiento de la
opinión pública son otras de las herramientas que se utilizan para la imposición
de intereses que no suelen mostrarse con claridad. Es un campo abonado para
la extensión de la demagogia y la exacerbación de las pulsiones suicidas de la
población.
No obstante, son riesgos que se deben correr y combatir con las armas de la
razón para lograr una extensión del poder de las personas frente a la práctica
habitual del secuestro de las decisiones que nos afectan a todos por unas
pocas elites poderosas.
En España, y especialmente en Canarias, este tipo de procesos se encuentran
todavía circunscritos fundamentalmente al del campo de la organización del
territorio y del planeamiento. Existe ya una cierta experiencia local sumamente
interesante sobre este tipo de procesos que trataré de explicar en una próxima
ocasión. --->
Publicado por Federico García Barba en 17:50

Etiquetas: territorio

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