Está en la página 1de 10

REPÚBLICA BOIVARIANA DE VENEZUELA

UNIVERSIDAD BICENTENARIA DE ARAGUA


VICERRECTORADO ACADÉMICO
FACULTAD DE SALUD Y DESARROLLO HUMANO
ESCUELA DE PSICOLOGÍA
CATEDRA – PSICOPATOLOGÍA I

Docente:

Dr. David Lara

Sección: “A

San Joaquín de Turmero, Julio de 2019


Introducción
Las enfermedades o trastornos mentales son afecciones que impactan
en el pensamiento, en los sentimientos, en el estado de ánimo y en el
comportamiento. Estas pueden ser ocasionales o duraderas (crónicas) y así
mismo pueden afectar la capacidad de los individuos para relacionarse con
los demás y funcionar adecuadamente cada día. El tratamiento dependerá
del trastorno que posea la persona, al igual que la gravedad que presente.
Por lo general, implica algún tipo de terapia pero, de igual forma, se le puede
prescribir al paciente medicamentos, apoyo social o educación para manejar
su afección.

El objetivo del siguiente trabajo es evaluar las intervenciones sobre las


enfermedades mentales, debido a que estos son problemas relevantes para
la salud pública, puesto que estos pacientes presentan síntomas que no
pueden incluirse en categorías diagnosticas específicas.

Los pacientes que sufren estos síntomas representan una carga


importante para el sistema asistencial debido a su consumo
desproporcionado de recursos asistenciales. Por tanto, desde hace decenios
se ha insistiendo en la necesidad de investigar con mayor detalle el
tratamiento más adecuado de los denominados síntomas sin explicación
médica.
Pruebas sobre la eficacia de los trastornos y enfermedades
mentales y sus tratamientos
Desde hace décadas se viene insistiendo en la necesidad de
investigar con mayor detalle el tratamiento más adecuado de los
denominados síntomas sin explicación médica (SSEM), así mismo se ha
reiterado la importancia del desarrollo de intervenciones terapéuticas
factibles y sencillas, al tiempo que sean eficaces, así como la demostración
de su utilidad en cuanto al contexto de la medicina de atención primaria por
parte de profesionales que carecen de especialización psiquiátrica.

Es necesario revisar las intervenciones que se llevan a cabo en


atención primaria y evaluar la evidencia existente tanto en los países
desarrollados como en los países en desarrollo, dado que los recursos
disponibles pueden ser distintos en cada uno de estos contextos.

Los síntomas que no pueden ser explicados por un diagnostico


medico constituyen a un grupo heterogéneo y se asocian a depresión,
ansiedad, hipocondría y otros trastornos somatomorfos.

Tratamiento farmacológico

Antidepresivos
O´Malley en compañía de otros investigadores, identificaron las
publicaciones a través de la búsqueda. El objetivo fue la evaluación de los
adultos con SSME, principalmente los que presentaban al menos uno de los
seis síndromes siguientes: cefalea, fibromialgia, síndromes gastrointestinales
funcionales, dolor idiopático, acufenos y fatiga crónica. Los antidepresivos se
compararon en 94 ECAC: antidepresivos tricíclicos, inhibidores, selectivos de
la receptación de serotonina con placebo y medicamentos distintos de los
antidepresivos. La mayoría de los participantes fueron mujeres. En 64
estudios (69%) se mostró mejoría en uno o más de los parámetros
siguientes; valoración global (por parte del paciente o el medico) puntuación
del indicio sintomático resumido y puntuación de gravedad del dolor

O´Malley y colaboradores llegaron a la conclusión de que los


antidepresivos pueden ser eficaces para mejorar la evolución, incluyendo los
síntomas y la discapacidad. Sin embargo, en el 63% de los estudios se
observaron tasas elevadas de abandono del estudio por parte de los
pacientes.

La posibilidad de la aparición de efectos adversos es una


consideración de gran importancia cuando se administran antidepresivos,
especialmente antidepresivos tricíclicos, en los pacientes con SSEM debido
a que los efectos adversos en respuestas a estos medicamentos podrían ser
interpretados erróneamente como un empeoramiento de los síntomas.

En un comentario sobre el estudio de O’ Malley se llegó a la


conclusión de que los síndromes de SSEM o en los síndromes sintomáticos
los antidepresivos podrían ser eficaces para mejorar la evolución, incluyendo
los síntomas y la discapacidad. Sin embargo, Price observo que todavía no
existía información respecto a la dosis óptima de antidepresivos, la duración
del tratamiento ni el pronóstico a largo plazo. Así mismo tampoco existían
pruebas sólidas que demostraran que los antidepresivos o cualquier otro
medicamento fueran realmente la mejor estrategia terapéutica en los
pacientes con SSEM.

Terapias psicológicas

Terapia cognitivo-conductual
En cinco revisiones sistemáticas se abordó el uso de la terapia
cognitivo conducta y se determinó que los resultados obtenidos en el
tratamiento de los pacientes con SSME habían sido variables. Kroenke y
Swindle efectuaron una búsqueda de los estudios publicados entre 1966 y
1999. Estos estudios fueron ensayos clínicos efectuados sin asignación
aleatoria respecto a la aplicación TCC o de la terapia cognitiva en pacientes
con somatización, trastornos somatomorfos, sintomatología persistente o
síndromes sintomáticos. En todos los estudios participo un grupo control que
no recibió TCC ni terapia cognitiva.

De los 1689 participantes, la mayor parte fueron mujeres, y 803


recibieron TCC. Los principales criterios de valoración fueron sintomatología
física, el desinterés psicológico y el nivel funcional, pero en algunos estudios
se valoró más de uno de estos criterios. Los síntomas físicos fueron los que
presentaron una respuesta más intensa. En el 71% de los estudios los
pacientes tratados con TCC mejoraron más que las personas del grupo
control.

Se observó que la terapia de grupo (incluso en ciclos tan breves como


de cinco sesiones) fue eficaz y sus efectos beneficiosos se mantuvieron
durante un periodo de hasta 12 meses. La conclusión fue que la TCC,
aplicada tanto de manera individual como grupal, puede ser un tratamiento
eficaz en los pacientes con somatización o con síndromes sintomáticos. Los
efectos beneficiosos en la reducción de los síntomas físicos pueden tener
lugar con independencia del alivio del desinterés psicológico.

La TCC parece eficaz para reducir una amplia gama de síntomas


físicos y de alteraciones de estado de ánimo asociadas, así como para
mejorar el funcionamiento global, tanto físico como social. Existen diversas
razones, aparte de la eficacia y de la evidencia empírica, para preferir la TCC
ante que los antidepresivos debido a que estos son moderadamente eficaces
frente a los SSEM.

El modelo cognitivo conductual aborda cada uno de los factores que


contribuyen al estrés del paciente. Al trabajar con este modelo el terapeuta
puede ir más allá del modelo medico de búsqueda de una causa física y del
tratamiento mediante la prescripción de un medicamento, un modelo que
hasta el momento no ha tenido utilidad para los pacientes. Otra posible
ventaja es que, a diferencia de lo que ocurre con los antidepresivos, los
pacientes con TCC no experimentan efectos adversos.

Allen en compañía de otros investigadores emplearon el término de


“intervenciones psicosociales” más que el de terapias psicológicas y, por los
resultados, parece que en su revisión se incluyeron ensayos clínicos en los
que se aplicaron durante breves periodos de tiempo métodos de psicoterapia
dinámica, relajación, terapia cognitiva, terapia conductual y TCC individual y
de grupo.

La evidencia sobre las distintas formas de psicoterapia breve es muy


limitada en lo que se refiere a los pacientes con SSEM. Aun no se ha
demostrado de manera convincente que la psicoterapia psicodinámica de
lugar a resultados mejores que el placebo o la asistencia clínica adecuada, o
que no sea perjudicial en algún ámbito.
Aun cuando existen elementos comunes en ambas formas de terapia,
también presentan ciertas diferencias. Por un lado la TCC se centra en los
métodos prácticos de tratamiento de los síntomas actuales, mientras que la
psicoterapia dinámica se centra en el origen histórico de los síntomas y las
relaciones, incluyendo las que establece el paciente con el terapeuta.

Psicoterapia dinámica
Guthrie identifico tres estudios en los que se habían aplicado métodos
de psicoterapia psicodinámica en pacientes con trastorno de somatización y
concluyo que el escaso número de estudios de este tipo dificulta la
extrapolación de sus resultados a otros trastornos.

Terapia familiar
Los estudios empíricos en los que se ha aplicado la terapia familiar
frente a los SSEM o a los Síndromes sintomáticos son casi inexistentes.
Anteriormente se realizaron estudios en el que se aplicaron la terapia familiar
breve durante al menos 1 año en 18 pacientes con trastornos somatomorfos.
Un médico general con formación específica en terapia familiar breve aplico
este tratamiento bajo la supervisión de un psicólogo experimentado, pero de
este estudio solo se posee el resumen, en el cual se señala una tasa de
“éxito terapéutico” del 61,1%

Reatribución

El modelo de reatribución consiste en una entrevista en la que hay una


parte de valoración y otra de tratamiento. En cada sesión hay tres fases en
las que el paciente:

1. Se siente comprendido.
2. Cambia sus prioridades
3. Establece el vínculo.

La evaluación del componente pedagógico contemplado en el modelo


de reatribución revelo que es posible aprender de manera eficaz las
habilidades. La formación de los médicos de familia en técnicas de
reatribución para su aplicación en el tratamiento de los pacientes con SSEM
es factible, y su eficacia es superior a la de los tratamientos convencionales
que se aplican en contexto de la atención primaria. Larisch en conjunto con
otros investigadores realizaron un ensayo clínico con asignación aleatoria y
agrupamiento en dos niveles en el que compararon las intervenciones
psicosociales fundamentales en el modelo de reatribución adaptado a los
pacientes con somatización en el contexto de atención primaria, y a los
pacientes que recibieron asistencia psicosocial inespecífica primaria como
medida terapéutica única.

En comparación con la asistencia psicosocial inespecífica primaria, los


efectos de las técnicas de reatribución fueron escasos y se limitaron a los
síntomas físicos.

En esta revisión se demuestra que hay dos tipos de intervención


terapéutica, la administración de antidepresivos y la TCC con evidencia de
nivel I respecto a su utilidad en los pacientes con SSEM. Por otra parte,
también hay evidencia limitada de nivel II en lo que concierne a otras
intervenciones farmacológicas y psicológicas: evaluación o consulta
incluyendo el modelo asistencial cooperativo, informe de interconsulta,
reatribución, ejercicio físico bioenergético, administración de extracto de
hipérico y administración de levosulpirida. Sin embargo, no se han realizado
estudios para comparar la eficacia de los tratamientos farmacológicos y
psicológicos en los pacientes con SSEM.

Otras terapias de estimulación cerebral.


Otros tratamientos que estimulan la actividad cerebral, como la
estimulación magnética transcraneal repetitiva y la estimulación del nervio
vago, se encuentra todavía en fase de estudio y podrían resultar beneficiosas
en personas afectadas por depresión grave que no han respondido a los
fármacos o al tratamiento psicoterapéutico. Estas terapias implican la
activación o estimulación del cerebro directamente con imanes o implantes
que estimulan el nervio vago. Se cree que las células estimuladas liberan
mensajeros químicos, es decir, los conocidos neurotransmisores, estos
ayudan a regular el estado de ánimo y, por tanto, pueden aliviar los síntomas
de la depresión. Estos procedimientos se utilizan normalmente en aquellos
que no responden a los fármacos o a la psicoterapia.

Belimunab (Benlysta), es el primer agente biológico aprobado por la


FDA (Food and Drug Administration) para el Lupus. Administrado como
infusión intravenosa, tiene como objetivo inhibir el número de linfocitos B que
parecen estar hiperactivos en los pacientes con Lupus. También habría que
tener en cuenta la intensidad o duración optimas del tratamiento (la dosis) y
la posible aplicación de sesiones de refuerzo.

En el contexto de los ECAC habría que considerar, además, la


aplicación de una metodología cualitativa para identificar los componentes
estratégicos que permitan desarrollar una intervención sensible y amigable
para los pacientes. Dado que en la mayor parte de los estudios se han
evaluado los efectos beneficiosos a corto plazo, en este momento es clave
realizar estudios con valoración de los efectos a largo plazo. Incluso si se
llegara a demostrar evidencia de eficacia, serían necesarios más ensayos
clínicos naturalista para que las distintas formas de terapia pudieran
implementarse en contextos clínicos más realistas y teniendo en cuenta la
accesibilidad.

Está justificada la realización de más estudios en los países en vías de


desarrollo, con aplicación de intervenciones terapéuticas culturalmente
apropiadas. Las directrices de tratamiento basadas en la evidencia solo van
a ser útiles si se contemplan y analizan los elementos subjetivos de las
preferencias y valores de los pacientes.
Conclusión

La mayoría de los métodos de tratamiento de las enfermedades


psiquiátricas pueden clasificarse en métodos somáticos o métodos
psicoterapéuticos. Los tratamientos somáticos incluyen fármacos, terapia
electro-convulsiva y otros tratamientos que estimulan al cerebro (como la
estimulación magnética, transcraneal y la estimulación del nervio vago). Los
tratamientos psicoterapéuticos incluyen la psicoterapia (individual, familiar o
grupal), técnicas de terapia conductual (por ejemplo, las técnicas de
relajación o la terapia de exposición), y la hipnoterapia.

En el caso de los trastornos principales de la salud mental, la mayoría


de los estudios sugieren que un enfoque terapéutico que contemple la
utilización conjunta de fármacos y psicoterapia resultará más eficaz que
cualquiera de los métodos de tratamiento empleados por separado.

Cabe resaltar el hecho de que los antiguos fármacos antipsicóticos,


clopormazina, haloperidol y tiotixeno, son útiles en el tratamiento de
trastornos psicóticos como la esquizofrenia.

En las seis revisiones sistemáticas se alcanzaron conclusiones


similares: la TCC puede ser eficaz en estos trastornos, tanto si se definen
como síndromes sintomáticos como si se agrupan bajo el concepto general
de SSEM. Se ha demostrado que el impacto de la TCC va desde la
reducción de los síntomas físicos hasta la disminución del estrés psicológico
y la discapacidad. Sin embargo, en todas las revisiones se recomendó la
realización de estudios adicionales de alta calidad y se destacó el escaso
número de estudios efectuados en atención primaria.
Referencias

 Astorga L. (2004). Origen genético, familiar o biológico de los


trastornos mentales. El Diario de León. Madrid, España.

 Biblioteca Nacional de Medicina de EE.UU. (2019). Enfermedades


mentales. MedlinePlus. Maryland, Estados Unidos.

 Robert Berkow; Merk Beers; Andrew Fletcher (1966). Manual Merck


de información médica para el hogar.

 Strejilevich L. (2013). Las enfermedades mentales son enfermedades


del cerebro. Intramed. Buenos Aires, Argentina.

También podría gustarte