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Alemano, Alejandro Introducción a los estudios literarios

Leiva, Eliana Profesorado en Lengua y Literatura

Trabajo Practico N°1


Análisis de "Rosaura a las Diez
Introducción a los estudios literarios

Profesorado en Lengua y Literatura

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Leiva, Eliana Profesorado en Lengua y Literatura

La búsqueda de la verdad en la novela policiaca "Rosaura a las Diez"


La novela policíaca, publicada por Marco Denevi en 1955 “Rosaura a las diez” relata la
historia de los personajes que habitan en la pensión La Madrileña, ubicada en la ciudad
de Buenos Aires, una historia que incluye una muerte como principal elemento del
nudo de la misma. La declaración testimonial de sus personajes, los cuales se ven
involucrados en este hecho de naturaleza criminal, narran en si los hechos que van
develando la verdad sobre este crimen.

La novela presenta múltiples características que definen a la obra como perteneciente


al género policial, el suspenso y la intriga que genera el argumento prácticamente sin
dar indicios del su desenlace es el más presente, generando el intento por parte del
lector de la resolución del crimen durante la lectura de los distintos capítulos,
buscando la verdad a través de la deducción y el análisis de las distintas situaciones.
Cumpliendo con otra característica de novela policiaca haciendo que el lector se
Identifique con el inspector, que como personaje también está en búsqueda de la
verdad. Cada uno de estos capítulos consiste en la declaración testimonial de los
protagonistas, que van exponiendo diferentes caras y versiones de una serie de
sucesos según cada una de sus perspectivas, a excepción del capítulo V.

En cada testimonio, los personajes, narran una versión diferente de la historia, la cual
se ve afectada o modificada por las subjetividades de cada uno, su punto de vista, y de
acuerdo a su experiencia en cuanto a los hechos.

Los capítulos en los cuales se divide la novela están organizados y denominados de la


siguiente manera:

● Capítulo I: DECLARACIÓN DE LA SEÑORA MILAGROS RAMONEDA, VIUDA DE


PERALES, PROPIETARIA DE LA HOSPEDERÍA LLAMADA “LA MADRILEÑA”, DE LA
CALLE RIOJA, EN EL ANTIGUO BARRIO DEL ONCE.
● Capítulo II: DAVID CANTA SU SALMO.
● Capítulo III: CONVERSACIÓN CON EL ASESINO.
● Capítulo IV: EXTRACTO DE LA DECLARACIÓN ESPONTANEA Y (SEGÚN LA PROPIA
DECLARANTE) CONFIDENCIAL DE LA SEÑORITA EUFRASIA MORALES.
● Capítulo V: solamente llamado “V”

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LA BUSQUEDA DE LA VERDAD

Realizando un análisis general de la novela “Rosaura a las diez” encontramos que “la
búsqueda de la verdad” es un elemento que está presente en todo el argumento de la
obra, presentándose de forma general en la búsqueda del asesino de “Rosaura” (cuyo
nombre real es Marta Córrega), también aparece de distintas formas en la intriga de
los personajes protagonistas ante distintas situaciones, por ejemplo la señora Eufrasia
Morales quien siente una curiosidad desmedida por la vida de los otros personajes y
eso la lleva a una búsqueda permanente de la verdad respecto a las distintas
cuestiones que se producen dentro de la posada La Madrileña.

Una característica presente en cada uno de los personajes relevantes de la novela es la


incredulidad, no solo están en la permanente búsqueda de la verdad, además, cada
vez que la encuentran terminan siendo escépticos a la supuesta verdad y de la
sinceridad de los procederes, por ejemplo, el personaje de David Réguel desde el
momento que se entera del supuesto amorío de Camilo Canegato con Rosaura, duda
de la veracidad esa situación, por las características que describen a Camilo, era como
irreal para David Réguel que este personaje con tan pocos atributos pudiera pasar por
un amorío. A continuación una cita donde lo podemos interpretar:

Llegué, por fin, al consabido: “Tuya hasta la muerte, Rosaura". El jaleo, alrededor de mí,
culminó. Creí despertar de un sueño o de una borrachera. Levanté la vista. Y lo primero
que vi fue la cara de David Réguel.

Para comenzar con el análisis de la novela desde “la búsqueda de la verdad” y la


“verdad” en si como elemento principal del mismo, se realizara en el orden que los
hechos son redactados, dejando de lado los ejemplos planteados en la introducción al
tema a desarrollar todo comienza con Milagros Ramoneda la dueña de la posada La
Madrileña, es la protagonista y narradora del primer capítulo llamado “declaración de
la señora Milagros Ramoneda, viuda de perales, propietaria de la hospedería llamada
“la madrileña”, de la calle rioja, en el antiguo barrio del once”. Ella al igual que los
otros personajes principales muestra su escepticismo desde el principio, queda
bastante claro citando sus propios dichos, con los cuales los lectores comienzan a
conocerla:

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Había que estar en guardia con los estudiantes de provincias, gente amiga de trapisondas,
muy alegre, sí, muy simpática, pero que después de comerle el grano y alborotarle el
gallinero, se le iba una noche por la ventana y la dejaban a una, como dicen, cacareando y
sin plumas.

También se destaca este rasgo tan marcado en Milagros Ramoneda cuando aparece el
personaje de Camilo Canegato en las siguientes citas:

finalmente, señor. No es que yo desconfíe de usted. Líbreme Dios de ello. Al contrario, al


contrario. Usted parece persona de bien, seria y respetable.

A fin de evitar disgustos y pleitos y dolores de cabeza, que yo soy la primera en aborrecer,
y para mayor tranquilidad tanto de una parte como de la otra, mis huéspedes suelen
ofrecerme, antes de instalarse en mi honrada casa, alguna garantía, alguna prueba de
solvencia o, en su defecto…

En la primera cita, Milagros Ramoneda, dice no desconfiar de él, cuando lo que le en


realidad es que si duda de él y queda reflejado en la segunda cita donde le pide una
prueba de su situación económica.

Como el anterior ejemplo, tenemos algunos más en el relato o testimonio de Milagros


Ramonda, pero lo más relevante sucede alrededor del misterio y la intriga que le
produce una misteriosa carta que llega a la posada a nombre de Camilo Canegato, ella
se muestra muy curiosa al darse cuenta por las características del sobre que esa carta
tiene como remitente una mujer:
La señorita Eufrasia no despegó los labios. Seguía mirándome acusadoramente. ¿Pero qué
demonios le pasaba a aquella mujer? Tomé, ya un poco alarmada, la rosa a la violeta que
me ofrecía en la punta de los dedos y leí el sobrescrito. Casi me caigo de espaldas. Allí
decía, bien claro:
Señor Camilo Canegato
Hospedería La Madrileña
Calle Rioja Nº…
Buenos Aires

Y todo con una letrita redondita, pequeñita, prolija. Vamos, una letra de mujer.

A partir de este momento se desencadena por parte de Milagros, sus tres hijas (Enilde,
Clotilde y Matilde) y Eufrasia una desesperada búsqueda de la supuesta verdad que se
esconde detrás de estas cartas con perfume a violetas que van llegando destinadas
Camilo Canegato. La cita continuación marca el momento donde Eufrasia deja ver sus
intenciones de develar el misterio:

La señorita Eufrasia interrumpió mis reflexiones.

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—Señora Milagros —dijo, siempre de pie a mi lado y siempre mirándome como un
fiscal—, todavía no se inventó el medio de leer una carta sin abrir antes el sobre.
Como yo me había quedado con el sobre en la mano, observándolo atentamente,
mientras pensaba lo que le dije, aquella víbora había creído que yo…
—Si lo dice usted —le respondí—, que viene ensayando desde hace tanto tiempo…
Comprendió que aludía a su costumbre de esperar al cartero.

Las tres hijas de Milagros (Enilde, Clotilde y Matilde) entran en el juego, cuando su
madre les transfiere su curiosidad y necesidad de saber que era lo que le acontecía a
Camilo respecto a la misteriosa carta. La siguiente cita marca este momento:

—No sé qué pensar —les dije una noche a mis hijas, las cuatro reunidas en mi
dormitorio, como solemos antes de irnos a dormir—. Estoy preocupada.
—¿Preocupada por qué? —preguntó Enilde, con su vocecilla cantarina.
—Por qué, por qué… Me parece que esas cartas no anuncian nada bueno.
—Vaya —dijo Matilde, calmosamente—, no veo motivos. El recibir cartas no es una
cosa del otro mundo. Y en última instancia, es asunto de Camilo.
—De Camilo y mío —le contesté—, que para algo soy como una madre para él. Si un
hijo recibe cartas que a la legua se ve que son pecaminosas, la madre no va a quedarse lo
más tranquila, cruzada de brazos.
Matilde y Enilde rompieron a reír como locas.
—¡Pecaminosas! ¡Pecaminosas! —repetían, entre carcajadas.
—¿De qué se ríen? —preguntó Clotilde, la bachillera de la familia, abandonando la
revista que leía. Tiene esa costumbre. Mientras nosotras conversamos, ella se pone a leer
cualquier cosa, como si no le interesara lo que decimos, y de pronto alza la cabeza,
pregunta de qué hablamos, y hay que estar repitiéndole todo otra vez. Así cree ella hacerse
la difícil.
—Mamá dice que las cartas que recibe Camilo son pecaminosas —la instruyó Enilde.

La misteriosa correspondencia siguió llegando a la posada cada miércoles, y con cada


carta seguía aumentando la curiosidad de los personajes que se habían visto envueltos
por la intriga que les generaba. El saber la verdad es una necesidad quizá más marcada
y fuerte en esta circunstancia referida al supuesto amorío de Camilo que en cuanto a lo
que rodea al asesinato de Rosaura. Según Milagros la más afectada por esta situación
fue el personaje de Eufrasia Morales, seguramente por su característica de curiosa al
extremo, pero el personaje de Milagros le atribuye otra causa cuando dice lo siguiente:
A la que más afectaron las cartas rosas y el misterio que las rodeaba fue a la señorita
Eufrasia. La pobre es de las que, si pudieran, castrarían a todo el mundo para que nadie
pensase en “esas cosas”, como decía Matilde, y poder ellas verse así acompañadas en su
celibato.

En realidad lo que sucede es que la situación le afecta tanto al personaje de Milagros


en cuanto a esa hambre de “saber” que la lleva al punto de romper con valores
morales como narra en la siguiente cita:
Un día, la señorita Eufrasia salió a cobrar su jubilación, y como la mucama andaba un poco
remolona, decidí hacer yo misma la limpieza del cuarto de Camilo. En un cajón del ropero,
bajo dos camisetas, los sobres rosas refulgían. Los tomé apresuradamente, llamé a mis
hijas y las cuatro nos encerramos en mi dormitorio. En un primer momento no nos
enteramos de nada, con la excitación. Parecía que lo único que queríamos era tener todos

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los sobres violados, todas las cartas desplegadas. Pero después que me calmé, digo, que
nos calmamos, empecé a leer detenidamente, comenzando por la carta de fecha más
antigua. Las firmaba una tal Rosaura y eran, como yo había sospechado desde el primer
día, cartas de amor.

Milagros y sus hijas para esta instancia ya habían descubierto lo que ellas creían era la
verdad, o por lo menos lo que les estaba ocultando Camilo, que les hacia morir de
curiosidad principalemente a Milagros que tanto quería cuidar la reputación de su
hospedaje; pero esto despertó otras dudas y misterios y la necesidad de saber los
detalles faltantes de estas cartas que pretendían revelar verdades sobre ellos, como
por ejemplo si la mujer en cuestión sería una mujer casada, una duda que más tarde
mientras continúan leyendo más cartas que habían llegado pueden descartar, y de ahí
si se trataría de una mujer solterona y de pocos atributos o vieja.
Esta búsqueda de la verdad definitiva sobre el asunto lleva a que Milagros,
influenciada por Eufrasia, abriera una de las cartas rosas que había llegado sin
destinatario, lo cual sirvió como excusa perfecta para mantener su moral limpia y a la
vez continuar satisfaciendo su curiosidad. Al abrir esta carta y leerla en voz alta y en
público, develó la verdad parcial que ya conocía al resto de los personajes presentes en
esa situación, despertando en ese mismo momento mayor curiosidad en David Reguel
por saber más de esta mujer con la que tenía un amorío Camilo.
Después de esta situación, Milagros se vio obligada a darle la carta abierta a Camilo y
disculparse por haberla abierto, y ya sin poder contener la necesidad de saber la
verdad absoluta decidió encarar a Camilo:
—Don Canegato —comencé—, me he enterado, ya sabrá cómo, del contenido del sobre
que hoy llegó para usted, como ya habían llegado otros, todos los miércoles, desde hace
dos meses. De modo que el señor anda de novio, quizás esté por casarse, y no ha tenido la
atención, la gentileza, la deferencia de participárnoslo a nosotras, a mí, sobre todo, que
creo tener algún derecho al respecto. Francamente, me parece que ha sido usted un poco
ingrato con nosotras, que tanta estima le tenemos. Sí, señor; ingrato, descariñado,
indiferente, no sé cuál de estos sustantivos le cuadra a usted más.

Este episodio es presenciado por Milagros, sus hijas, y también por la sirvienta.
El desenlace de este “nudo” dentro de la declaración testimonial de Milagros
Ramoneda sucede cuando por fin Camilo Canegato decide contarle la supuesta
“verdad” entorno a las cartas rosas perfumadas de violeta.
Sigue relatando Milagros su declaración con lujos de detalles, cómo fue que Camilo
conoce a Rosaura, al parecer, Camilo tan callado y reservado que se presenta, quiere
dejar bien en claro cómo fueron sucediendo los hechos como si se tratase de una
coartada pero antes de que sucediese algún crimen, y parece haberle relatado todo a
la señora milagros:
Llego al taller de restauración de cuadros, un señor enlutado este tiene un cuadro en
su casa para restaurar y Camilo es contratado para tal trabajo, por este motivo
empieza a frecuentar la casa de este caballero por muchos días, que son los que le
llevará restaurar esa reliquia sentimental del viudo donde está plasmada como obra de
arte una bellísima mujer que aparenta unos cuarenta años. En esta parte empiezan a
aparecer otros personajes, el dueño de casa que es el viudo, el sobrino descrito de
labios gruesos, y la tía, cuñada del enlutado. Allí aparece Rosaura, primero como una
especie de fantasma luego Camilo arma en su anécdota según Milagros un parentesco

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con la mujer del cuadro, difunta del dueño de casa y dice que esta mujer responsable
de las perfumadas cartas es la Hija de estos dos. Otra vez la curiosidad y las medias
verdades hacen ruido, ¿donde vive?, ¿Cuál es su apellido?, son preguntas que surgen y
no tienen contestación Camilo evita hablar de estas cosas con Milagros y evade esos
temas.
Como lectores ya estamos expectantes al misterio hasta aquí esta señora aparenta
ser la más entrometida y la que es más utilizada por el autor para generar la mayor
expectativas y dudas para intentar armar un rompecabezas donde las piezas solo
parecen ser verdades distorsionadas o mejor dicho bajo una sola perspectiva que
resulta un poco inacabada o no basta para entender todo el panorama.

Según lo que sabe Milagros, mientras Camilo restaura el cuadro encargado, conoce a
Rosaura, con un padre pintado como un tirano y una joven sin madre encerrada en
una casa lúgubre, lo poco atractivo de Camilo no es impedimento para que esta joven
se enamore perdidamente de él…o por lo menos así dicen y demuestran las cartas
leídas por Milagros. Pero al terminar la restauración del cuadro pareciese acabar la
historia que solo estaba en la mente de Camilo ya no hay una excusa para frecuentar la
casa ni la Joven. Pero no, resulta que al viudo supuestamente se le ocurre que pintara
un cuadro el propio Camilo, que su tarjeta decía se especializaba en retratos al óleo, y
que pintara a un pariente cercano, Rosaura.

Rosaura y Camilo, su historia crece y motiva las cartas semanales cuando se ven
personalmente, mientras la tía que supervisa la creación del nuevo retrato
supuestamente, duerme, ellos se enamoran cada día más, el miedo al que dirá el padre
por el simple hecho de pensar en que él es pobre y ella de familia adinerada, sigue
enroscando la situación, así pasan los días hasta que el cuadro termina y se intenta
cerrar la historieta, llega la tristeza de Camilo de no ver más a su enamorada porque
esta habló con su padre y su tía como intermediaria salda la cuenta pendiente y le dice
a Camilo que lo mejor es esperar que el padre de Rosaura no aceptaba la situación que
todo iba a quedar en suspenso que nada se podía hacer por el momento, es más aquí
se agrega otro conflicto, Rosaura está comprometida con el sobrino de su padre.

Milagros sigue describiendo como sucedieron los hechos y como ella es tan avispada
poco disimulada y recordemos estos personajes viven todos en un mismo lugar donde
todos se enteran de todo, hay muchos comentarios alrededor de la historia principal, o
muchas pistas si se prefiere decir.

La verdad necesita pruebas que a veces son mentiras:


Milagros quería conocer a la muchacha de alguna manera como fuese, para esto
Camilo tenía preparado un pequeño cuadro con el retrato de Rosaura. Un día llega
Camilo al hospedaje con un paquete, está era la prueba de la existencia de esta
muchacha que llenaba de cartas a Camilo. Mientras todos dormían como si de una
conspiración se tratase, Milagros y sus hijas van al cuarto de Camilo a ver dicho cuadro,

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pero este reclamaba silencio, si por él hubiese sido nadie más debía ser testigo de la
imagen de su enamorada.

Él estaba presumiendo un pequeño retrato que había hecho de Rosaura, todas


opinaban que ella tenía por lo que aparentaban las pinceladas un rostro sobrenatural
de una belleza demasiado irreal para la realidad de Camilo excepto para Matilde que
no la creía tan bella como todos decían.
Al cuarto ingresa Réguel, quién aparece de sorpresa en la situación y lee una pequeña
dedicatoria que, Camilo dijo, escribió la misma Rosaura, “A Camilo, con todo mi amor,
Rosaura”. La opinión de éste fue para sorpresa de nadie, halagos para la imagen
plasmada allí.
Los nervios de Camilo, continuamente son resaltados en el relato, todos queriendo
conocer a la famosa Rosaura, ahora todos se familiarizaban con ese rostro en aquel
lugar. Incluso Réguel de allí en más dice que la conoce de algún lado, que su rostro ya
lo ha visto anteriormente y eso ponía según la señora Milagros muy incomodo a
Camilo.
Al día siguiente todos se enteran de este retrato y todos los vecinos quieren verlo y
conocen así la imagen de Rosaura.
Aparecen las dudas, no solo del porque tan bella señorita se interesaría en Canegato,
sino en todo el misterio de donde vivía, qué apellido tenia Rosaura, su número de
teléfono; todas estas preguntas que Camilo no responde a Milagros y las evade a toda
costa. Ella dice interpretarlo como que él no quiere que interfiera en su amorío por eso
lo oculta, pero a él le dice que seguramente es porque ella y sus hijas no estarían a la
altura y que el sentiría vergüenza de presentarlas. Y así continúan los días con una
supuesta verdad inconclusa.
“Seré tuya y no de otro” Camilo deja otra pista aquí en lo que le cuenta a Milagros
cuando dice que ya finaliza el trabajo del cuadro de Rosaura en el taller y no podrá
verla más, que la tía de ella le comenta que Rosaura tiene ya un noviazgo y un
matrimonio arreglado, y que su padre se opone a la simpatía entre ellos, Canegato y
Rosaura no tienen futuro.
Milagros quiere entrometerse arreglar la situación, hacer justicia pero Camilo no lo
permite bajo ninguna circunstancia.
Llega la última carta:
Camilo la lee sólo, pero su actitud distante induce a Milagros a acercarse y averiguar el
contenido de la misma.
“Camilo: Adiós para siempre. En vano he intentado luchar contra lo que tú sabes. No he
podido vencer…”

Camilo quiere terminar con una actitud dolida toda esta historia, acepta la derrota
mientras Milagros insiste en solucionar esta injusticia en ir, en buscarla, como sea por
donde sea. Era tanto el cariño que se había ganado Camilo que esta señora no solo se
entrometía sino que buscaba verdaderamente la felicidad de él.

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En medio de la presencia de Camilo con toda la depresión y su cara de ánimo


cabizbajo, Réguel dice haber visto a Rosaura. Milagros no lo cree, Réguel parece ser el
testigo que siempre miente, que no contribuye en absoluto a identificar la verdad en
esta novela, ¿pero es esto verdadero? Dice que la vió desde un tranvía, la reconoció
por el retrato obviamente, pero luego disfraza su verdad para darle más credibilidad
dice que hablo con ella luego se retracta y dice que en realidad fue un simple saludo.
A las Diez:
El autor anuncia una muerte, en un mismo párrafo encontramos las palabras fúnebre,
muerte, finado.
Todos cenan y alguien llama a la puerta en la madrileña. La empleada se dirige a la
puerta y milagros oye que preguntan por Camilo Canegato mira hacia la puerta y ve de
lejos a la mujer y exclama ¡Rosaura!
Aquí está el asombro de esta mujer que ingresa para pasar a ser un habitante más del
lugar, se desentiende de la situación pero no dice nada, ni tampoco Camilo; Milagros
llena los espacios de incertidumbre, ella le encuentra el porqué a todo, arma su
versión de los hechos, y a su vez se los va relatando a Rosaura, incluso le dice que la
conoce por el retrato, le muestra el relato y ahí sigue la historia creando dudas en el
resto de los personajes, especialmente en las hijas de Milagros, a quienes muy
astutamente el autor utiliza para este fin, por ejemplo diciendo cosas como, porque
trae un collar falso teniendo tanto dinero como Camilo dice, o porque una fatiga que
parece de muchos días y no solo por esto de escapar de su casa y de su tirano padre.
Otra vez Réguel, según Milagros, con el único que hablaba Rosaura, se encuentra en un
enredo entre Rosaura y Camilo, discuten en la habitación y Milagros dice no haber
descubierto que pasa en realidad, allí no puede ni siquiera inventarse una verdad a si
misma, quizás por primera vez en toda la novela Milagros deja ver que no sabe todo ni
puede adivinar, así crece más la incertidumbre para el lector y más parecen buscar la
verdad los personajes o por lo menos en este caso Milagros quien relata más de la
mitad de la novela.
Llega a La Madrileña la policía, Enilde la empleada los recibe, buscaban a un habitante
del sexo femenino pero no añadían detalles, ¿Qué buscaban? Cierra la pregunta
Milagros, buscaban a Rosaura, seguro era el padre que los había mandado. Pero nada
sucede con este suceso, nada queda más aclarado, por el contrario genera más dudas
y la verdad parece estar más lejos.
Añade antes de terminar su declaración que por este motivo no debía Rosaura hacerse
ver fuera de la casa, comenta que hablando junto a Clotilde, Enilde, Rosaura y la
señorita Eufrasia de la boda que habían arreglado para Camilo y Rosaura, desde el
primer día que esta mujer piso La Madrileña, allí Rosaura aclara para oscurecer, que su
nombre no era Rosaura, que ese nombre usaban con Camilo para despistar en las
cartas, que la cedula que era lo único que tenía como documentación para el
casamiento decía su verdadero nombre Marta Correga; ¿Verdadero?, nada parece ser
ni es verdadero en esta novela, no hay muchas verdades, no hay verdades según quien
las cuenta, hay testigos de sucesos hasta ahora, pero no parece llevarnos a ninguna
verdad sino que se va entretejiendo la historia que nos entretiene.
El Casamiento:

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Este sería el momento en que una novela de amor llegaría a su final, pero en una
novela policiaca empieza un segundo nudo de la historia y por lo cual surgen estos
testimonios que separan en capítulos a la historia.
Se casan Camilo y Rosaura van a un hotel y en La Madrileña Milagros dice no se noto la
ausencia de Réguel quien interrumpe su sueño exclamando ¡la mató! ¡La mató! Camilo
mató en el hotel a Rosaura.

Conclusión:
En este punto del análisis podemos decir que la búsqueda de la verdad tuvo más importancia
o protagonismo sobre el primer interrogante que se genero al rededor de esta historia de
amor de Camilo Canegato y sus misteriosas cartas. Ya que involucra en ese misterio la intriga
de todos los personajes e incluso el lector, mientras que el segundo nudo mencionado el cual
sería el que se genera sobre el final de la novela respecto a "quien mato a Rosaura" no genera
tanta incógnita ya que todos incluyendo al lector asumen en un gran porcentaje la culpabilidad
de Camilo. Por más que el final revele a otro culpable.

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