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http://cvc.cervantes.es/actcult/garcilaso/anotaciones/jm_blecua.htm
Los grandes poetas del siglo XV, como Juan de Mena y Jorge
Manrique, despertaron una admiración profunda. La obra de Juan
de Mena conoció casi tantas ediciones como la de Garcilaso y
tuvo, a su vez, comentaristas tan insignes como Hernán Núñez, el
famoso Comendador griego, y Francisco Sánchez de las Brozas,
también editor y comentarista de Garcilaso, como es bien sabido.
Y todavía fue mayor la admiración por las Coplas de Jorge
Manrique, glosadas o imitadas por Francisco de Guzmán, Padilla,
Gregorio Silvestre, Alonso de Cervantes y otros ingenios, cuyo eco
resonará largamente en la historia de la poesía española.
Los romances viejos, transmitidos por el canto y en pliegos
sueltos, fueron imitados por Juan de la Encina, Diego de San Pedro
y otros poetas, como un Pedro Manuel Ximénez de Urrea. El
Cancionero de romances de Martín Nucio, publicado por primera
vez hacia 1547 y más tarde en 1550, en pleno auge de la poesía
italianista, es uno de los pilares de la poesía española de todos los
tiempos. A Nucio se le ocurrió la estupenda idea de reunir en un
volumen numerosos romances publicados en pliegos sueltos y
otros recogidos de viva voz, como dice en el breve y extraordinario
prólogo; y este Cancionero de romances engendrará una serie
considerable de imitadores, que llenarán España de romanceros, al
paso que poetas como Sepúlveda, Alonso de Fuentes o Sánchez
Burguillos imitarán los romances viejos, arrancando temas de la
Crónica general, como dice Sepúlveda, para llegar más tarde a los
romanceros de Lucas Rodríguez y Pedro de Padilla.
La nueva poesía no arrinconó a las canciones de tipo popular, ni
mucho menos, puesto que los vihuelistas y polifonistas las
incluyen en sus libros, desde El Maestro de Luis Milán (1536) a
Francisco Salinas con su tratado De Musica libri septem (1577),
pasando por el Cancionero de Upsala (1556), y la Recopilación de
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