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Moradete tenía su morada en una cueva, junto a una montaña. Desde ahí bajada
todos los días la pueblo. Moradete encendía las hogueras de sus vecinos con su
fuego y les llevaba volando cuando necesitaban viajar a algún lugar lejano. Los
vecinos estaban muy agradecidos y apreciaban mucho a Moradete.
Esto fue así durante muchos años. Hasta que una día hubo un gran alud mientras
Moradete estaba durmiendo en su cueva. El alud bloqueó la entrada de la cueva.
A Moradete no le gustaba estar solo, y estuvo llorando durante días. Hasta una
mañana se levantó y pensó: “Voy a buscar otro lugar donde vivir, un lugar donde
haya gente a la que ayudar”.
Moradete viajó por todo el mundo buscando un hogar. Pero nadie quería tenerle
cerca, porque le tenían miedo. Estaba a punto de tirar la toalla cuando vio un
pequeño castillo en medio de una gran prado. No lejos de allí había unas
montañas. Moradete se acercó al castillo y llamó a la puerta.
-El dragón Moradete busca un hogarYo soy Trolete, el trol. Vivo aquí solo porque
nadie me quiere cerca. Tienen miedo de mí, pero yo soy bueno. No quiero hacer
daño a nadie. Encontré este castillo abandonado y me quedé aquí. Podemos
compartirlo, si quieres.
-Gracias Trolete, pero yo solo soy tan grande como el castillo -dijo Moradete-.
Pensaba buscar una cueva en las montañas y venir a verte. Puede encender la
hoguera para que te calientes y cocines, y llevarte de viaje si quieres.
A Trolete le pareció buena idea. Y así lo hicieron. Su amistad se hizo tan famosa
que poco a poco fueron llegando al castillo otros viajeros que buscaban compañía
y un hogar. Y así Moradete encontró un nuevo hogar y una nueva familia.