Está en la página 1de 40

ROMANCES Y CANCIONES

EN LA TRADICIÓN ANDALUZA

José María Alín, Enrique Baltanás, Jesús A.


Cid, Luis Díaz Viana, Carmen Durán Medina,
Francisco Gutiérrez Carbajo, Francisco López"
Estrada, José M. Pedrosa, Ana Pelegrín,
Antonio J. Pérez Castellano, Pedro M. Piñero,
María J. Porro Herrera

FUNDACIÓN MACHADO

1999
EL ROMANCERO TRADICIONAL DE ANDALUCÍA.
LA- RECOLECCIÓN HISTÓRICA Y LAS ENCUESTAS
DE M. MANRIQUE DE LARA
(CÓRDOBA, SEVILLA, CÁDIZ; 1916)

JESÚS ANTONIO CID


Seminario Menéndez Pidal
Universidad' Complutense. Madrid

A Margit Frenk, con afecto


y admiración ya antiguos,
y para Luis Suárez, albacea
espiritual de Manrique de Lara

EL ROMANCERO 'DE ANDALUCÍA y SU RECOLECCIÓN DESDE 1825 A 1910

La vitalidad que indudablemente disfrutaba el Romancero de Andalucía


en el siglo XIX se evidencia por testimonios indirectos (relatos de viajeros, in-
cidencia en la literatura costumbrista, etc.) y, ante todo, por la pervivencia del
género en el siglo XX. Sin embargo, en términos estrictamente textuales, es
preciso reconocer que la poesía oral narrativa andaluza se documenta en el XIX
sólo de forma esporádica y a través de un muy escaso caudal de textos.
En realidad, Andalucía no supondría en esa escasez una excepción den-
tro del conjunto de hi tradición moderna del Romancero peninsular en lengua
castellana. Es bien sabido que el Romancero se explora y se da a conocer an-
tes en Portugal y Cataluña, mientras que el área "central" (con la única rela-
tiva salvedad de Asturias) habrá de esperar al siglo XX para que empiecen a
recogerse y publicarse suficientes versiones de romances que permitan hablar
de una tradición moderna del Romancero castellano o andaluz. Ello es tanto
más sensible en el caso de Andalucía, si se tiene en cuenta que los principios
de la exploración habían sido aquí pro:rpetedores por su fecha temprana y por
haber sido protagonizados por personajes de especial relevancia en la vida cultu-
ral del país: Gallardo, Estébanez Calderón, Fernán Caballero, Machado y Álva-
rez, Rodríguez Marín.
En efecto, y como ha sido destacado ya alguna vez, las primeras versio-
nes de romances andaluces fueron recogidas por el bibliógrafo Bartolomé J.
Gallardo en 1825, es decir antes de que Almei.da Garrett iniciara las publica-
ciones que dieron a conocer el Romancero en Portugal, y con décadas de ade-
lanto sobre las primeras exploraciones catalanas. Por desgracia, los textos de
Gallardo distan mucho de constituir una "colección", y no parece tampoco que
el propio colector les concediera especial importancia. Recogidas eh circunstan-
cias excepcionales, las versiones de Gerineldo y El Conde Sol (o La condesita)
24 JESÚS ANTONIO CID

permanecieron inéditas y desconocidas hasta que Pedro Sainz Rodríguez faci-


litó en 1919 los originales a Menéndez Pidal. Tampoco parece que Gallardo una
vez pasada la experiencia de la cárcel de Sevilla que le llevó a conocer a sus
recitadores, Curro "el Moreno" y P. Sánchez, volviera a interesarse por la des-
cendencia oral de unos textos cuyos "modelos" impresos le apasionaron como bi-
bliófilo. Es seguro, en cualquier caso, que estos romances de Gallardo no forman
parte de un conjunto más amplio, en contra de lo que alguna vez se había
sospechado. En una visita que hicimos a Sainz Rodríguez hacia 1981, éste nos
mostró a Diego Catalán y a mí mismo los originales que poseía de los dos ro-
mances de Gallardo y nos confirmó que no existía ninguna "colección" al mar-
gen de esos textos!.
A otro bien conocido "casticista" y costumbrista, Serafín Estébanez Cal-
derón, "El Solitario", se deben las siguientes, en el tiempo, cuatro versiones de
romances andaluces. Recogidas en 1838 y 1839, Y consideradas por el colector
como "quintaesencia de lo romántico", dos de ellas, que repiten los mismos te-
mas o "baIlad types" de Gallardo, fueron publicadas en las Escenas andaluzas
de 1847; poco después incluyó tres Agustín Durán en su Romancero General de
1849 (1, núms. 54, 327 y 372). Tanto el texto de Gerineldo como el de El Con-
de Sol de Estébanez son versiones literarias muy retocadas, y en mayor medi-
da aún, si cabe, lo es el texto de Roldán y Urgel, o Roldán (Ogier) al pie de la
torre, desnaturalizado en su desenlace, aunque atestigüe ya la curiosa fusión del
viejo tema épico de ügier con los romances de Bernardo del Carpio y El prisio-
nero, que se manifiesta en otras versiones posteriores no retocadas. El último
texto de Estébanez, adscrito a la serranía de Ronda aunque también retocado,
es la primera versión oral conocida de Por la calle de su dama, del ciclo de ro-
mances nuevos lopescos de "Zaide", documentado posteriormente sólo en otras
versiones andaluzas, entre los sefardíes de Marruecos y en Galicia2 • En resu-
men, los romances de "El Solitario" ofrecen unos textos de indudable interés,
pero la amplitud de los retoques a que fueron sometidos los convierte en ver-
siones. que sólo en términos relativos reflejan una tradición andaluza real. En

1 Las versiones de Gallardo, localizables en Marchena, se publicaron en Romancero Tradicio-


nal de las Lenguas Hispánicas (en lo sucesivo RTLH), IV (1970), pp. 217-218 (V. 244), YVII
(1975), pp. 170-172 (1. 444).
2 Para los romances de Estébanez Calderón, cf. RTLH, V (1971-1972), pp. 21.7-219. Sobre
Estébanez Calderón y sus relaciones con la literatura oral y el mundo del cante poseen amplia
información Luis Suárez Ávila y José BIas Vega. De L. Suárez, cf. "Bernardo del Carpio y los
gitanos bajoandaluces", en Actes del Col.loqui sobre can9ó tradicional. Reus, setembre 1990, ed.
S. Rebés (Barcelona: Publicacions de l'Abadia de Montserrat y Diputació de Tarragona; "Biblio-
teca Abat üliba", 1994), pp. 229-233. Como me indica el propio Luis Suárez,.debe corregirse la
afirmación (p. 229) de que "Un baile en Triana" se publicó en 1831 en Cartas españolas; en
realidad, no existe edición previa a la de Escenas andaluzas, en 1847. Corresponde a José BIas
Vega el mérito de haber precisado con exactitud la fecha primera de publicación de «Un baile en
Triana». La escena apareció cinco años antes de la edición conjunta de las Escenas aooaluzas
(Madrid 1847), en el Album del Imparcial (Barcelona 1842) correspondiente a los meses octu-
bre-diciembre, pp. 281-286. Debo al propio J. B. Vega esta rectificación, con la remisión a su'
trabajo "Documentos para la historia del baile. Estébanez Calderón y la Asamblea General", La
Caña del Flamenco, Jerez, núm. 12 (l99§), pp. 26-29.
LAS ENCUESTAS DE MANRIQUE DE LARA. ANDALUcíA, 1916 25

su forma más divulgada o única que nos es conocida, es decir en la edición de


Durán, se añadieron retoques de segundo grado que los distancian aún más de
lo que Estébanez Calderón pudo oír cantar o recitar hacia 1839. Durán, por su
parte, en lugar de reimprimir el Gerineldo de Estébanez edita un fragmento de
otra versión 0, 321 nota), dando a entender que, como andaluz, conocía tam-
bién directamente la tradición oral del Romancero en su tierra3 •
De la década de 1850, aunque en su mayoría recogidas años antes, son
las versiones de romances que Fernán Caballero inserta en varias de sus obras,
junto a materiales folclóricos de géneros muy diversos 4 • Un gran estudioso del
Romancero, Ferdinand J. Wolf, intentó ya en vida de la autora trazar un inven-
tario y valoración de las composiciones de poesía popular que aparecían desper-
digadas en la obra de Fernán Caballero publicada hasta 18595 • Ese mismo año
aparecía el libro más propiamente "folclorístico" de la novelista, los Cuentos y
poesías populares andaluzas, y Wolf se apresuró a completar sus "Beitrage" en
una extensa reseña publicada en 18616 • Independientemente de que la forma
de utilizar y presentar los materiales tradicionales nos parezca hoy anómala,
no cabe dudar de la exactitud y "avidez" de Fernán Caballero como recolecto-
ra. En un párrafo varias veces citado de un artículo de Anton de Latour se dice:

Fernán Caballero possede dans ce genre des archives non moins riches; a tout ce
que son pere, l'érudit passionné, Don Juan Nicolás Bahl de Faber, avait amassé
pendant sa vie, il a ajouté ses propres trouvailles, et il n'épargne rien pour les
augmenter. S'il entend un aveugle chanter dans la rue quelque romance qu'il ne

3 Ese mismo conocimiento directo parece reflejarse en las observaciones que añade Durán a los
otros textos de Estébanez: "Este romanCe [. ..] da una idea de otros muchos que con iguales
circunstancias se cantan tradicionalmente en la Serranía de Ronda, por los jóvenes aldeanos y
campesinos" (1, 54); "Este romance, que aún se conserva y pasa de boca en boca en Andalucía "
(1,327); "Este romance, como casi todos los que en Andalucía se conservan por tradición "
(1, 372).
4 Sobre el largo lapso de tiempo que podía mediar entre la redacción y la publicación de las
obras de Cecilia Bahl de Faber, cf C. Pitollet, "Les premiers essais littéraires de Fernán
Caballero. Documents inédits", BHi, IX (907), 67-86, 286-302; BHi, X (1908), 286-305, 378-
396; J. F. Montesinos, Fernán Caballero. Ensayo de Justificación (México: El Colegio de México
/ Berkeley: Univ. of California Press / London: Cambridge Univ., 1961); J. Herrero, Fernán Ca-
ballero: Un nuevo planteamiento (Madrid: Gredas, 1963).
5 F. Wolf, Beitrage zur spanischen Volkspoesie aus den Werken Fernán Caballero's (Wien: Akad.
der Wissenschaften, 1959); antes en Sitzungsberichten der phil.-hist. Classe der Akademie der
Wiss., XXXI (1859), 133-218. J. F. Montesinos alude con cierta crueldad a este trabajo: "La ri-
queza folklórica de las obras de doña Cecilia es uno de sus aspectos mejor conocidos. Erudito
hubo -con ese seguro instinto de destrucción que poseen a veces los eruditos- que se solazó en
antologizar aparte todos estos elementos intercalados en las novelas de Fernán", Fernán Caba-
llero. Ensayo de Justificación, ed. cit., p. 62. Muy cierto, si se trata de analizar la creatividad
literaria, pero ello no quita nada a la utilidad que el trabajo surgido del "instinto de destrucción"
de Wolf(y que para él era más bien un homenaje a la autora) nos presta para nuestros propósitos.
6 Publicada en el Jahrbuch für englische und romanische Literatur, III (1861), pp. 209-237.
26 JESÚS ANTONIO CID

connaisse pas, il' l'arrete aussitot, et tout ce qu'il recueille ainsi a tout vent se
classe dans sa mémoire pour se retrouver, a l'occasion, sous sa plume 7 •

Limitándonos al Romancero, Cecilia Bahl de Faber recoge y publica las


primeras versiones andaluzas, que casi siempre son también las primeras ver-
siones documentadas en castellano, de Albaniña (en La gaviota, 1849)8; Del-
gadina (en Cosa cumplida, 1852); La dama y-el pastor, estrófica (en ¡Pobre
Dolores!, 1852); La hermana avarienta (en Lucas García, in el. en Cuadros de
costumbres populares andaluzas, 1852); Don Gato (en Cosa cumplida, 1852).; y
de varios romances y poemas narrativos religiosos: La Virgen vestida de colo-
rado (en Cosa cumplida, 1852); El rastro divino, ason. á-a (en El último con-
suelo, 1857); La Anunciación, estróf. (en La Noche de Navidad, 1850); Dudas de
San José y nacimiento de Cristo, ason. é-a (en Cuentos y poesías populares an-
daluzas, 1859); Nacimiento. Mesonero despiadado castigado, estróf. (en La Noche
de Navidad, 1850); Nacimiento. Angeles y pastores, estróf. Ubid,); La Virgen y
el ciego en Cuentos y poesías..., 1859); El niño perdido, ason. á-e (ibid.); El parto
celestial, ason. á, de tono culto (ibid.); de tono culto son también otras compo-
siciones estróficas tradicionalizadas: La predicción de la gitana y La pastora de
Belén (ambas en Cuentos y poesías... , 1859). Fernán Caballero recogió también
algunas composiciones vulgares "laicas" de memorización reciente: Napoleón y
Murat (en Cuadros de costumbres... , 1852); El retrato (en Callar en vida y
perdonar en muerte, 1850); Entierro y boda contrastados (en Una en otra, 1856).
En conjunto, pues, y descontando lo que es manifiestamente culto, debemos a
Fernán Caballero llna decena de textos que más o menos propiamente pueden
considerarse poemas narrativos tradicionales. No consta la procedencia geográ-
fica precisa de estas versiones; cabe suponer, como me lo hace notar Luis Suárez
Ávila, que, dada la prolongada residencia de los Bahl de Faber en el Puerto de
Santa María algunos textos fueran anotados allí. La versión de La dama y el
pastor podría localizarse en Rota, en función del escenario del relato en que se
inserta, pero ello no es evidente en modo algun0 9.
En algún cáso, Fernán Caballero proporciona algunas indicaciones que a-
puntan a la sierra gaditana. Así, respecto a su versión de La hermana avarien-
ta, anota la novelista:

Este precioso romance, de que Schiller o Burger habrían hecho una de sus 'más
hermosas baladas, ha sido recogido en un pueblecito pequeño de la Sierra, y es,
al decir de las gentes de allí, sumamente antiguo. Creemos que así lo manifies-
ta el lenguaje.

Algo habría que relativizar el excesivo entusiasmo de la colectora en


cuanto al "sumamente antiguo" de un romance que difícilmente podría ser an-

7 A. de Latour, "Fernán Caballero", en Le Correspondant, V, 4 (25-VII-1857), p. 609; cit. por


Wolf, "Beitrage...", p. 134; J. F. Montesinos, ob. cit., p. 59, etc.
8 Se indican las fechas de primera edición de acuerdo con la "Cronología y bibliografia" de J._
F. Montesinos, ob. cit., pp. 141-178. '
9 Cf. RTLH, XI (1977-1978), pp. 72-76, ・、ョッセ se edita la versión en su contexto.
LAS ENCUESTAS DE MANRIQUE DE LARA. ANDALUcíA, 1916 27

terior al siglo XVIII, y no menos en cuanto a la inferencia, gratuita por demás,


de las virtualidades estéticas que todo un Schiller hubiera podido o no vislum-
brar' en él.
El resto de las versiones decimonónicas conocidas de romances andaluces
son ya de fines del siglo y fueron resultado de las campañas en pro del "Folk-
Lore" iniciadas, con fervor casi de iluminado, por Antonio Machado y Álvarez.
Lógicamente, fue en Andalucía donde los esfuerzos de Demófilo tuvieron una
mayor proyección y se tradujeron en publicaciones periódicas formales que pese
a su vida efímera proporcionaron un marco asociativo real al cultivo de la et-
nografía y la literatura popular, en contraste con las otras varias sociedades de
"El FoIk-Lore Español" que Machado y Álvarez intentó con poco éxito impulsarlO.
El Romancero tradicional no recibió una especial atención en el círculo de
aficionados al Folclore que se agruparon en torno a Machado y Álvarez. Pese
a ello, tanto en El Folk-Lore andaluz (1882-1883) como en El Folk-Lore frex-
nense y bético-extremeño (1883-1884) se publicaron algunas versiones de roman-
ces, ocasionalmente acompañadas de notas comparativas. El propio Demófilo dio
a conocer textos de La mala suegra (Alcalá del Río), Delgadina (Bormujos, y
Sevilla), La muerte ocultada (Constantina), e Hilo de oro (o "Buscando novia").
A otro folklorista bien conocido, J. A. Torre, "Micrófilo", se deben versiones de
Albaniña, Delgadina, Los presagios del labrador (o La adúltera, ason. é-a; "La
Rueda de la Fortuna"), La baraja, que ampliaría con otros textos en su libro Un
capítulo de Folk-Lore Guadalcanalense, de 1891: Gerineldo, Blancaflor y Filo-
mena, Muerte del galán ("Polonia"), La infanticida. En fin, A. Guichot, L. Pa-
lomo y otros colectores anónimos publicaron versiones de La aparición, Hilo de
oro (2), Muerte del galán, Don Gato, El asno en las coles, y Los mandamientos
de amor. Sin embargo, el más importante colector de romances de la "escuela"
de Machado y Álvarez, es decir Francisco Rodríguez Marín, no contribuyó con
nuevos textos a la revistas inspiradas por su maestrol!.
Los romances de Rodríguez Marín, aunque consta que fueron recogidos
desde al menos 1880, aparecieron sólo en 1900 en el Suplemento de M. Menén-
dez Pelayo a la Primavera y flor de romances de Wolf. Se trata casi siempre de
versiones recogidas en Osuna (ocasionalmente en La Puebla de Cazalla y Ala-
meda), e incluyen los siguientes temas ya documentados: Gerineldo, La con-
desita, Delgadina, Albaniña, Blancaflor y Filomena, La mala suegra, La apa-

10 Sobre las razones del fracaso de Machado y Álvarez, y a propósito del caso de Asturias, algo
queda indicado en un trabajo anterior. Cf. J. A. Cid, "Clarín us. Juan Menéndez Pidal, y la
polémica del 'Folklore' (1885-1985)", en Symbolae Ludouico Mitxelena Septuagenario Oblatae.
Vitoria, Univ. del País Vasco, 1985, n, pp. 1.423-1.435.
11 J. Leite de Vasconcellos reimprime, sin embargo, en El Folk-Lore andaluz su versión de Me

casó mi madre, tomada de los Cantos populares españoles. Sorprende que Rodríguez Marín
no publicase por sí mismo su colección de romances y es muy probable que reuniese otras
versiones además de las comunicadas a Menéndez Pelayo y las publicadas ocasionalmente en
alguna de sus obras. En el Archivo Menéndez Pidal se conserva algún original suelto, pero
desconozco el paradero del conjunto de la colección del gran folclorista y erudito de Osuna.
En' la Biblioteca central del CSIC se conservaba, en estado lamentable de abandono (según
pude comprobar hacia 1988), la biblioteca folclorística de Rodríguez Marín, incluyendo ma-
nuscritos valiosos.
28 JESÚS ANTONIO CID

rición, La infanticida; y otros nuevos: Rodriguillo venga a su padre ("El Cid Y


el Conde Lozano"), Tamar, Lucas Barroso, Santa Catalina + Marinero al agua,
y El labrador caritativo. En fin, otro colector sin vinculación conocida con el
círculo de Demófilo, B. Mas y Prat, publicaba en 1888 en el Almanaque de la
Ilustración una versión andaluza del romance doble de Gerineldo y La condesita 12 •
El "Suplemento" de Menéndez Pelayo, publicado precisamente en 1900,
aspiraba a recoger todas las versiones tradicionales conocidas en una sección
específica dedicada a los "Romances tradicionales de Andalucía y Extremadu-
ra"; junto a las versiones facilitadas por Rodríguez Marín. se reimprimen las ya
publicadas anteriormente, hasta un total de 29 textos (excluyendo los ・クエZイセュ・ᆳ
ños). Dado que don Marcelino actuó con cierto criterio restrictivo, que le llevó
a prescindir de composiciones no plenamente narrativas, o de romances vulga-
res, y que desconocía algunas versiones, puede ser útil trazar aquí el inventa-
rio completo de versiones de romances andaluces dadas a conocer a lo largo del
siglo XIX13 ):

[1] Rodriguillo venga a su padre (á-o) [CGR, 0002]: Rodríguez Marín; verso
compuesta: Osuna y La Alameda.
[2] Roldán y Urgel (ú-a) + El prisionero (ó / ó-e) [CGR, 0122] + [CGR,
0078]: Estébanez Calderón.
[3] Por la calle de su dama (á-a) [CGR, 0091]: Estébanez Calderón.
[4] Gerineldo (í-o) [CGR, 0023]. 6 versiones: Gallardo (Marchena);
Estébanez Calderón;. Durán; Rodríguez Marín (Osuna); Micrófilo
(Guadaicanal); Mas y Prat (s.!.)
[5] La dama y el pastor (estróf.) [CGR, 0191]: Fernán Caballero.
[6] Hilo de oro (é) [CGR, 0224]. 3 versiones: L. Palomo y Ruiz (Sevilla);
Machado y Álvarez (¿Sevilla?); Anón. (Huelva).
[7] La aparición de la enamorada (í) [CGR, 0168]. 2 versiones: Rodríguez
Marín (Osuna); A. Guichot (s. 1. 14 ).
[8] El prisionero (ó) [CGR, 0168]. Cf. supra, Roldán y Urge l.
[9] Me casó mi madre (hexas. í-a) [CGR, 0221]: Rodríguez Marín.
[10] Albaniña (ó) [CGR, 0234]. 3 versiones: Fernán Caballero; Rodríguez
Marín (¿Osuna?); Micrófilo (Guadalcanál).
[11] Tamar (á) [CGR, 0140]: Rodríguez Marín (Osuna).

12Se reimprime el texto en RTLH, V, pp. 223-224. CE Ibid., sobre la curiosa incidencia que
esta versión ha tenido en la tradición oral no andaluza del romance.
13El inventario que sigue no está, en modo alguno, cerrado. Es probable que puedan agregarse
algunas otras versiones andaluzas recogidas en el siglo XIX que han escapado a nuestra
atención. Además de las ya aludidas de Rodríguez Marín, consta, por ejemplo, que J. Ama-
dor de los Ríos, andaluz, disponía de algunas versiones de su tierra, además de su extensa
colección de romances asturianos y de otros de Aragón y Navarra. Prescindo, en cambio, de
una pequeña colección de Granada que lleva la fecha de 1860, con textos facilitados por la
madre y el "ama seca" de don Manuel Gómez Moreno, porque ese año no corresponde a la
fecha de recogida sino a la del presumible aprendizaje de las versiones. -
14 En rigor, no es enteramente segur!? que se trate de una versión andaluza.
LAS ENCUESTAS DE MANRIQUE DE LARA. ANDALUcíA, 1916 29

[12] Delgadina (á-a) [CGR, 0075]. 5 versiones: Fernán Caballero; Macha-


do y Álvarez (Bormujos; Sevilla); Rodríguez Marín (¿Osuna?); Micrófilo
(Guadalcanal).
. [13] Blancaflor y Filomena (é-a) [CGR, 0184]. 2 versiones: Rodríguez Marín
(Osuna); Micrófilo (Guadalcanal).
[14] La mala suegra (á) [CGR, 0153]. 2 versiones: Machado y Álvarez
(Alcalá del Río); Rodríguez Marín (La Puebla de Cazalla).
[15] La condesita (á) [CGR, 0110]. 4 versiones: Gallardo (Marchena);
Estébanez Calderón; Rodríguez Marín (Osuna); Mas y Prat (s. 1.)
[16] La muerte ocultada (hexas. polias. + í-a) [CGR, 0080]: Machado y
Álvarez (Constantina).
[17] Santa Catalina + Marinero al agua (á-a) [CGR, 0180 + 0126]. 2 ver-
siones: Rodríguez Marín (Osuna; s. 1.).
[18] Muerte del galán (á, cabo roto) [CGR, 0115]. 2 versiones: Micrófilo
(GuadalcanaD; Anón. (s. 1.).
[19] Los presagios del labrador (é-a) [CGR, 0818]: Micrófilo (Guadalcanal).
[20] La infanticida (é-a) [CGR, 0096]. 2 versiones: Rodríguez Marín (La
Puebla de Cazalla); Micrófilo (Guadalcanal).
[21] La hermana avarienta (í-a) [CGR, 0374]: Fernán Caballero.
[22] Don Gato (á-o) [CGR, 0144]. 2 versiones: Fernán Caballero; Anón. (s. 1.).
[23] El vaquero Lucas Barroso (í-a) [CGR, 0407]: Rodríguez Marín (Osuna).
[24] Dudas de San José y nacimiento de Cristo, ason. é-a [CGR, 0707]:
Fernán Caballero.
[25] La Anunciación, estróf.: Fernán Caballero.
[26] Nacimiento. Mesonero despiadado castigado, estróf.: Fernán Caballero.
[27] Nacimiento. Angeles y pastores, estróf.: Fernán Caballero.
[28] El niño perdido (á-e) [CGR, 0605.1]: Fernán Caballero.
[29] La Virgen y el ciego (é) [CGR, 0226]: Fernán Caballero.
[30] El rastro divino (á-a) [CGR, 0042.1]: Fernán Caballero.
[31] La Virgen vestida de colorado (á-o) [CGR, 0034.2]: Fernán Caballero.
[32] El labrador caritativo (í-a) [CGR, 0185]: Rodríguez Marín (Alameda).
[33] Entierro y boda contrastados (estróf) [CGR, 0128]: Fernán Caballero.
[34] El retrato (cuartetas hexas.) [CGR, 0548]: Fernán Caballero.
[35] La baraja [CGR, 0470]: Micrófilo (Guadalcanal).

El conjunto, medio centenar de textos de una treintena de temas roman-


císticos, representa una cosecha muy exigua para un área como la andaluza. Es
cierto que sólo de Asturias se conocían por entonces materiales más abundan-
tes, pero no es menos verdad que la imagen del Romancero andaluz que se
obtendría a partir de la recolección decimonónica es muy incompleta y a todas
luces insuficiente. Sólo una mínima parte del repertorio temático había aflorado,
y las versiones distaban mucho casi siempre de ser las mejores posibles, como
es fácil deducirlo restrospectivamente.
Todavía en 1910 la situación seguía siendo sustancialmente la misma. En
octubre de 1909, con motivo de unas conferencias sobre el Romancero que había
de pronunciar en Nueva Yok, elaboró R. Menéndez Pidal una estadística de
todos los materiales que había reunido en su archivo de romances, especificando
la procedencia geográfica por regiones y provincias. Andalucía aparece ahí muy
30 JESÚS ANTONIO CID

pobremente representada: sólo diez y seis versiones andaluzas había podido


incorporar don Ramón hasta entonces, cifra muy corta comparada, por ejemplo,
con las 167 versiones extremeñas, las 168 de León o las 234 de Segovia. La
pobreza resulta aún mayor si se tiene en cuenta que las versiones nuevas son
casi todas de temas religiosos, vulgares o infantiles ya documentados, y en
textos. sin gran interés 15 .
Afortunadamente, el panorama se altera en la siguiente década. Al mar-
gen de otras aportaciones menores debidas a Américo Castro (Huétor-Tájar,
Granada, 1911), C. Sanz Arizmendi (Arcos de la Frontera, Jerez, Cádiz, Sevi-
lla)16, y un colector anónimo (¿Antonio Porras?) de Pozoblanco en 1912, tienen
especial importancia la encuesta del presbítero Sáez en Almería, 1914, y, sobre
todo, la de Manuel Manrique de Lara, en 1916. La primera comprende una
veintena de textos anotados de forma muy cuidadosa, entre los cuales se en-
cuentra alguno que puede calificarse de verdadero hallazgo, como lo es la pri-
mera versión documentada en la tradición oral del romance artúrico Lanzarote
y el ciervo de pie blanco 17 • Pero es la encuesta de Manrique de Lara realizada
en Córdoba, Sevilla, Cádiz y Algeciras, la que por su amplitud y por la Galidad
de los textos reunidos merecerá aquí nuestra atención.

LA ENCUESTA ANDALUZA DE MANRIQUE DE LARA EN 1916

Manuel Manrique de Lara (Cartagena 1863-St. Blasieu, Baden 1929) es


reconocido hoy unánimemente como el mayor colector de romances en la histo-
ria de las exploraciones de la tradición oral moderna. Ello puede resultar ex-
traño, dado que Manrique de Lara no era propiamente un ''hombre de letras"
ni mucho menos un "filólogo", ni llegó a publicar trabajo alguno, salvo unos
breves artículos periodísticos, en torno a los romances que había recogido. Hijo
de un militar, el general Manrique de Lara Pazos, que se distinguió en la úl-
tima guerra carlista, Manrique de Lara siguió también la carrera militar, en el
cuerpo de Infantería de Marina, y llegó a alcanzar el rango de General de Divi-
sión e Inspector General del cuerpo. Como militar, aparte varios destinos en Ma-

15La aportación mayor son las versiones de Granada remitidas por Manuel Gómez Moreno
en 1908 (Don Gato, Las tres cautivas, La infanticida, Santa Catalina, El castillo de la Vir-·
gen, El retrato, etc.), a las que se suman dos de Ronda (La monja por fuerza, La muerte del
galán), facilitadas por F. del Río en 1907, y otras de Málaga, recogidas en Madrid, 1901 por
R. Menéndez Pidal y M. Goyri (Las tres cautivas, Delgadina La infanticida, Las hijas del
merino). Los textos más valiosos son una versión de El cautivo del renegado fundido con La
hermana cautiva, recogida por R. Farías en Gádor, y las dos de Granada que, al parecer
facilitó Manrique de Lara ya hacia 1906 de Gerineldo y La condesita.
16Las nueve versiones de Sanz Arizmendi fueron, en realidad, recogidas en fecha anterior (c.
1905), aunque remitidas sólo hacia 1910 ó 1911.
17 Las colecciones de Sanz Arizmendi, la de Pozoblanco, y la del presbítero Sáez se conservan
en el Archivo Menéndez Pidal. De 1916 es el artículo de A. M. Espinosa, "Traditional Ballads
from Andalucía", en The Flügel Memorial Volume, Stanford, Univ., 1916, pp. 93--107; se pu-
blican 13 versiones de Sevilla, aャiINセイ■。L etc.
LAS ENCUESTAS DE MANRIQUE DE LARA. ANDALUCíA, 1916 31

drid Y Ferrol, estuvo movilizado en el acorazado Pelayo en la guerra del 98 con-


tra Estados Unidos, al mando de la guarnición de infantería de marina, donde
"ya a bordo solicitó un puesto en cubierta mereciendo de su comandante el man-
do de la batería de tiro rápido". Años más tarde participó en varias operacio-
nes de la guerra de África entre 1919 y 1922, en las que, según informe de su
superior, "dio reiteradas pruebas de valor sereno y de un excelente espíritu mili-
tar, realizando con evidente acierto cuantas misiones le encomendé y demostran-
do en todos sus actos relevantes aptitudes de jefe". En 1925 fue comisionado por
la Sociedad de Naciones en Oriente para realizar el canje de poblaciones grie-
gas y turcas, mandatario para la protección de la minoría albanesa en Grecia,
y nuevamente comisionado para realizar una investigación y redactar una me-
moria sobre la cuestión de la minoría griega en Constantinopla y de la mino-
ría turca en Tracia occidentaF8. El conocimiento que Manrique de Lara había
obtenido del Mediterráneo oriental y de la peculiar situación étnica de Grecia
y Turquía en el curso de sus trabajos de recolección de romances en 1911 no
hubo de ser ajeno a estas comisiones y nombramientos por parte de la Socie-
dad de Naciones.
La vida militar y las misiones diplomáticas no son, sin embargo, más que
sólo una faceta de la atrayente personalidad de Manrique de Lara. Pintor y
crítico de arte, músico y compositor de poemas sinfónicos y "dramas musicales",
historiador y crítico de la música contemporánea española, y uno de los más
,destacados wagnerianos españoles 19 , Manrique de Lara fue el mejor colabora-
dor que pudo encontrar Menéndez Pidal en su campaña de conquista de "adep-
tos" a la causa del Romancero de la tradición moderna que realizaba desde prin-
cipios de siglo.
Debido a una rara suma de fatalidades, no se ha reconocido en Manrique
de Lara la figura excepcional que realmente fue en la cultura española de entre
siglos. La ausencia de obra escrita (al' margen de ocasionales, y muy menores,
colaboraciones periodísticas), la frustración final de lo que fue su gran proyecto
de Romancero musical hispánico -por dilaciones e incumplimientos de los que
no fue responsable-, la misma variedad y dispersión de su curiosidad intelec-
tual, y, acaso un cierto diletantismo y despreocupación por su propia obra, han
hecho de Manrique de Lara un personaje casi desconocido para la historia cultu-
ral española reciente, si se exceptúa a los estudiosos del Romancero. Súmense, en
fin, lo que él confesó como ''la irremediable desconfianza de mí mismo, que en todo
instante ha convertido mi modesta producción intelectual en esfuerzo penoso y
atormentador", y la falta de descendientes directos que hubieran podido asumir
su herencia o, al menos, conservar su memoria.

18 La carrera militar de M. Manrique de Lara puede seguirse con absoluta precisión crono,.
lógica mediante su extensa "Hoja de servicios", que manejo gracias a una reproducción obte-
nida por Luis Suárez Ávila, a cuya amistad y amabilidad debo una copia. De ella tomo los
datos que anteceden.
19 Sobre la labor de M. Manrique de Lara como compositor cf los datos, no constrastados, que
aporta 1. J. Katz en Judeo-Spanish Traditional Ballads from Jerusalem, N. York, Institute of
Mediaeval Music, 1972, p. 31, y, en especial, los discursos del propio Manrique y de J. Tragó y
Arana en la recepción pública del primero en la Academia de Bellas Artes.
32 JESÚS ANTONIO CID

Entre sus contemporáneos, sin embargo, no cabe duda de que Manrique


de Lara produjo fuerte impresión en quienes lo trataron; podía, así, justamente
enorgullecerse de su amistad con personas como Menéndez Pelayo, que muy al
final de su vida se ofreció de modo espontáneo a contestar a su discurso de entra-
da en la Academia de San Fernando. Bien introducido en los ámbitos ministeria-
les y de la alta burocracia del Estado, Manrique cultivó el trato con prohombres
de la política del momento, como el Marqués de Lema, que a su manera intentó
prolongar la actividad de historiador de Cánovas, su pariente y mentor, y para
quien Manrique realizó, como pintor y crítico de Velázquez, el singular dictamen
técnico a que nos referiremos en un apéndice de última hora a este trabajo.
Como músico, Manrique de Lara mantuvo una relación privilegiada con
Ruperto Chapí. Consta que Chapí se negó siempre a ejercer el magisterio musi-
cal, y que esa negativa sólo tuvo una excepción con Manrique de Lara. Éste co-
rrespondió con una devoción sin límites hacia su maestro, y en su discurso acadé-
mico llegará a decir: "A Ruperto Chapí debo lo que sé y lo que soy"; "La veneración
con que mi espíritu se ha prosternado siempre ante la noble figura de Ruperto
Chapí se convierte en culto, que tiene mucho de religioso, cuando el conjunto de
su vida y de sus obras se ofrece a mis ojos, emergiendo en el arte español como la
más alta cúspide en el perfil de una ingente cordillera". En Chapí veía Manrique
la liberación de la música española de la "tiranía" la escuela italiana y su "dege-
neración" francesa, y al primero y único músico español de su tiempo que había
sido capaz de entender a Mozart, Beethoven, Weber y Wagner, y adaptar セャ nuevo
espíritu de la escuela alemana. Al melómano actual puede sorprenderle como
una simple boutade que Manrique considerase a la altura de 1917 a Chapí supe-
rior a máximos representantes de una cierta "vanguardia" musical europea, como
Richard Strauss o Max von Schillings20 , pero cabría recordar la admiración que
todo un Nietzsche, bien reconocido como aficionado y crítico musical con gustos
nada fáciles de satisfacer, manifestó por las "operetas" españolas de Chueca y
Chapí que oyó en Niza muy al final de su vida lúcida. Hoy sólo nos es posible oír
casi exclusivamente al Chapí de La Revoltosa, El rey que rabió, y unas pocas
zarzuelas más; nada sabemos de su abundante producción sinfónica y "clásica",
ni existe grabación alguna accesible de las obras "líricas" de Chapí que eran para
Manrique cimas de la música española: La Circe, Curro Vargas y Margarita la
Tornera. Abundando en lo mismo, y conociendo la seriedad con que Manrique
encaró sus actividades como compositor, es posible que oír algunas de sus propias
obras como La Orestíada, la Sinfonía en mi menor o el Cuarteto en mi bemol, si
aún existen sus partituras, nos deparase alguna sorpresa más allá del simple
interés histórico ... y de las pedanterías y limitaciones que lastran el conocimien-
to del patrimonio musical españo1 21 . Evidente interés tendría recuperar hoy sus

20 Sorprende que Manrique equiparase con todo un Richard Strauss a von Schillings, un músico
hoy casi del todo olvidado y ya en su tiempo más relevante como gestor de teatros de ópera, o
como conspicuo antisemita, que como compositor.
21 Toda,la informaciónque extractamos sobre Manrique como músico procede de la única fuente
"autobiográfica" conocida, es decir los mencionados Discursos leídos ante la Real Academia de
Bellas Artes de San Fernando en la recepción de D. Manuel Manrique de Lara y Berry, Madrid,
Ministerio de Marina, 1917. El discurso de Manrique de Lara, dedicado a los "Orígenes litera-
LAS ENCUESTAS DE MANRIQUE DE LARA. ANDALUcíA, 1916 33

trabajos periodísticos como divulgador de la actualidad de la música en España,


publicados en diarios como El Imparcial, La Época o El Heraldo de Madrid.22
Es indudable que la aproximación de Manrique de Lara, vía Chapí, a la
"escuela alemana", en confluencia con el ambiente generacional, hubo de contri-
buir a su interés por la música y la poesía popular. Un noventayochista puro como
él, que valoraba especialmente la utilización wagneriana de las leyendas germá-
nicas y que había planeado componer un drama musical sobre el Cid Campeador,
no podía ser indiferente desde una óptica artística a las posibilidades que brinda-
ba el Romancero tradicional para trascender el simple costumbrismo. El interés
artístico, sin embargo, cedió pronto al entrar en contacto con Menéndez Pidal y
ser consciente de lo que en muy otro terreno él podía aportar al Romancero como
campo de estudios.
El propio Menéndez Pidal recordaría cómo se produjo la "catequización"
de Manrique de Lara: en las tertulias que se celebraban en el domicilio que ocu-
paba Menéndez Pelayo en la Academia de la Historia "se hablaba mucho de
estos temas, porque el maestro estaba entonces trabajando en su Tratado de los
Romances viejos"23; Manrique de Lara se manifestaba escéptico respecto a la
existencia de romances viejos eh la tradición moderna después de haber inten-
tado preguntar por ellos en distintas zonas, y Menéndez Pidal pudo convencerle
de lo contrario después de una excursión, en julio de 1905, a Las Navas del
Marqués, en Ávila. Además de presenciar la supervivencia de una antigua
danza romancística, el "baile de tres", Manrique aprendió el "gran secreto que
me daba buenos resultados" y que consistía en preguntar no por romances en
general, "sino por versos determinados de tal o cual romance, que provocaban
el recuerdo del interlocutor"; gracias a ello los excursionistas comprobaron que
"todos con quien hablábamos tenían en su memoria algunos romances que
copiábamos Manrique y yo, faltándonos manos para transcribirlos"24. La dedi-

rios de la Trilogía wagneriana", está precedido por una introducción menos protocolaria de lo
acostumbrado y es en ella donde se alude a Menéndez Pelayo y a Chapí. El discurso de contes-
tación, a cargo de José Tragó y Arana, que hubo de reemplazar a última hora a Don Marcelino,
tiene escaso interés y aporta pocos datos a lo que Manrique de Lara dice ya sobre sí mismo.
22 Algunos de esos artículos, en enumeración muy incompleta y sólo hasta 1900, se citan en J.
Simón Díaz, et al., Veinticuatro Diarios, Madrid, CSIC, 1979. Entre ellos: "La música de La
Bruja" (Imparcial, 31-XII-1887), "Música española" (Imparcial, 6-II-1889, y 16-1-1899), "Mozart"
(Imparcial, 9-XII-1889), "Parsifal" (Heraldo, 19 y 20-VIII-189l), ''Un concierto wagneriano" (Épo-
ca, 26-III-1895), "Música olvidada" (Heraldo, 26-III-1897), "El público y los conciertos" (Impar-
cial, 29-III-1897). Añádanse, al menos, "Tomás Bretón" y "La vuelta de Gayarre" (Los Madriles,
núms. 20 y 23, 1889).
23El Tratado ocuparía los volúmenes XI y XII de la Antología de poetas líricos, publicados en
1903 y 1906. Consta por su Hoja de servicios que Manrique de Lara se hallaba en situación
de "excedente forzoso" desde octubre de 1899 hasta 1908, año en que fue nombrado ayudan-
te personal del Ministro de Marina. En toda esta etapa residió en Madrid, aunque obtuvo
autorización "para viajar por la Península y el Extranjero" en 1899 y 1900. Las tertulias a
que alude Menéndez Pidal hubieron de tener lugar hacia 1904-1905.
24 R. Menéndez Pidal, Cómo vivió y cómo vive el Romancero, Valencia, La Enciclopedia His-

pánica, s. a. [1945]), pp. 71-75. Reed. en Estudios sobre el Romancero, cit., pp. 432-435. El
relato sobre la excursión a Las Navas del Marqués se reproduce en el Romancero Tradicio-
34 JESÚS ANTONIO CID

cación de Manrique de Lara a los trabajos del Romancero fue constante a partir
de entonces y se reveló, en efecto, como una "adquisición inestimable", y ello no
sólo en lo que atañe a las melodías.
Aunque la mayor celebridad de las encuestas de Manrique suele ir refe-
rida a sus trabajos entre los sefardíes de Oriente (1911) y de Marruecos (1915-
1916)25, no son de importancia inferior sus campañas de recolección de textos
y melodías de romances en la Península. Ya en 1906 contribuyó con versiones
de Murcia, Albacete y Badajoz; de 1908 es una colección leonesa, y en años pos-
teriores aportaría una de las contribuciones individuales más valiosas que se
conservan en el Archivo Menéndez Pidal, con cientos de versiones de Castilla
la Vieja, Cantabria, Aragón y Andalucía, sobre todo, aunque hay pocas provin-
cias españolas en las que Manrique no recogiera algún romance.

El conjunto de los materiales andaluces de Manrique de Lara se inicia


con los dos textos no fechados de Gerineldo y La condesita a que aludíamos en
una nota anterior, recogidos posiblemente en 1906. De fecha incierta, pero sin
duda posterior (de entre 1911 y 1920) son otras dos pequeñas colecciones uni-
tarias: una de Granada que comprende al menos nueve textos con sus melo-
días 26 ; la otra es la transcripción de algunas versiones de Jerez de la Frontera
recogidas por Pilar Vergara de Moren027 • Mayor importancia tiene otra colección
unitaria, reunida en Ronda en julio de 1915, que consta de unas 15 a 20 ver-
siones, lo que suponía el mayor conjunto de romances de Málaga, una provin-
cia poco explorada hasta entonces 28 • Es posible que la estancia de Manrique en
Ronda tenga relación con su primer viaje a Marruecos. Se conservan también

nal de las Lenguas Hispánicas, Madrid, Cátedra Seminario Menéndez Pidal, 1975, VII, pp.
110-115, junto con la versión de Gerineldo allí recogida y las transcripciones musicales de
Manrique de Lara; el mismo relato, con alguna adición, figura en R. Menéndez Pidal, Roman-
cero Hispánico, Il, ed. cit., pp. 295-298.
25 Sobre las encuestas de romances sefardíes de Manrique de Lara, cf. S. G. Armistead, El
Romancero judeo-español en el Archivo Menéndez Pidal, Madrid, CSMP, 1978, 1, pp. 18-21; Y
descripción de todos los materiales obtenidos (evaluados en cerca de 2.000 textos) en el vol. lII.
26Anotada a tinta en folios sueltos, escritos en sentido horizontal, con numeració,n seguida
que alcanza, al menos, hasta el f. 15.
27 La colección, de la que se conservan los originales de la colectora en el Archivo Menéndez

Pidal, lleva, en la transcripción de Manrique, el encabezamiento de "Romances recogidos en


Jerez de la Frontera por la Sra. Da Pilar Vergara de Moreno", y se inicia con una buena
versión de El prisionero. Parece ser que Manrique se limitó a recopiar el primer texto; los
siguientes figuran en letra de una colaboradora del Centro de Estudios Históricos (María Sán-
chez Arbós). Es claro, en cualquier caso, que la incorporación de estos textos al archivo de
Menéndez Pidal se debe a Manrique de Lara.
28Esta colección fue anotada en hojas con el membrete impreso de "Hotel Reina Victoria,
RONDA, Spain". En una de estas hojas, después de un fragmento de El prisionero, se suma,
según era práctica habitual en Manrique de Lara, el total de versos reunidos. La suma,
correspondiente a diez textos, arrojaba "427 versos recogidos 30 Julio 1915". Las cifras par-
ciales, sin embargo, no se corresponden al número de versos de· algunas versiones anotadas
en el mismo tipo de papel del Hotel Reina Victoria, y es evidente que la colección es más
amplia de lo' que ese cómputo da-FÍa a entender.
LAS ENCUESTAS DE MANRIQUE DE LARA. ANDALUcíA, 1916 35

textos sueltos, como alguno de Écija y otros que habrán de ser objeto de cata-
logación cuando se acometa la deseable elaboración rigurosa de un índice biblio-
gráfico del Romancero andaluz.
Nuestro objetivo, más modesto, se limita ahora a describir la encuesta
más importante en la etapa "histórica" de exploraciones del Romancero de
Andalucía, es decir la realizada por Manrique de Lara en 1916.
En 1915 había realizado Manrique de Lara su primera gran exploración
del Romancero sefardí de Marruecos, centrada en Tánger y Tetuán. Pese a la
extraordinaria riqueza de los resultados obtenidos, Manrique debió de conside-
rar que restaba mucho por recoger en Marruecos, y el año siguiente decidió
prolongar la encuesta en Tetuán y extenderla a las comunidades judeo-españo-
las de Larache y Alcazarquivir. Sin embargo, tanto en el viaje de ida como
después de cruzar el estrecho a su regreso, Manrique de Lara aprovechó la
ocasión para recoger romances en las principales ciudades andaluzas de su
itinerario. Aunque la parte de la encuesta dedicada a Andalucía fuese un pró-
logo o consecuencia de su investigación entre los sefardíes, deber tenerse en
cuenta que para el colector toda la encuesta de 1916 constituía un todo unita-
rio· y que, en consecuencia, se numeran en forma seguida todas las versiones
reunidas desde que inicia en Córdoba su exploración hasta que regresa de
África29 • En realidad, Manrique cruzó en ese año dos veces el estrecho; la pri-
mera para encuestar en Larache y Alcazarquivir; la segunda para proseguir en
Tetuán las exploraciones del año anterior. Para Andalucía tiene incidencia sólo,
hasta donde sabemos, el primer viaje.
Lo primero que cabe destacar de la encuesta andaluza de Manrique de
Lara es su carácter de exploración de un Romancero netamente urbano. Son
sólo tres grandes capitales (Córdoba, Sevilla, Cádiz) y otra ciudad de elevada
población (Algeciras) las que proporcionan la totalidad de los materiales; ya
hemos visto, por otra parte, que el resto de versiones andaluzas aportadas por
Manrique en otros años procede también de núcleos urbanos (Granada, Jerez,
Ronda, Écija). Esa forma de actuar variará sustancialmente en las encuestas
que 1V{anrique lleva a cabo en años posteriores en Castilla y Aragón, en las que
predominan los pueblos pequeños y aldeas. En el caso andaluz la elección de
grandes ciudades en 1916 hubo de ser motivada por razones circunstanciales
de su itinerario en el viaje a Marruecos, por la experiencia positiva adquirida
entre los sefardíes, cuyas comunidades eran también urbanas, y, sobre todo,
porque no hay duda de que a principios de siglo el Romancero era todavía un
fenómeno muy vivo en el ámbito de la ciudad, como siguió siéndolo todavía en
fechas posteriores.

29 La meritoria descripción y división de las encuestas sefardíes que establece S. G. Armistead,


en El Romancero judea-español en el Archivo Menéndez Pidal, Madrid, CSMP, 1978, III, pp.
121-144, según ciudades y recitadores individuales, es de gran utilidad, pero es arbitraria y
no responde a la realidad cronológica de las exploraciones de Manrique de Lara. Tampoco se
ha intentado en esas listas distinguir, en el caso de Tetuán, lo que pertenece a la encuesta
de 1915 y la de 1916, que para Manrique eran conjuntos bien diferenciados, ni mucho me-
noi reconstruir la secuencia temporal de las entrevistas, pese a que las dobles numeraciones
de los originales de Manrique en números romanos (versiones) y árabes (páginas) permitirían
hacerlo con total exactitud.
36 JESÚS ANTONIO CID

Desconocemos, por desgracia, cuál era el modus operandi de Manrique de


Lara en la localización de informantes, y su forma de enfrentarse a ellos. Dada
la orientación musical (aunque nunca en forma exclusiva) de sus encuestas, es
de suponer que en lo posible seleccionara recitadores doblados en cantor,es,
capaces de proporcionar melodías con la mayor nitidez o pureza posible. Ello se
traduce en que en sus materiales la proporción de composiciones no romancís-
ticas, básicamente canciones líricas infantiles, sea superior a la que se halla en
otros colectores contemporáneos; pero Manrique no excluía ninguno de los gé-
neros o subgéneros de la poesía tradicional, y no faltan entre sus textos roman-
ces vulgares que sólo se recitaban, o se cantaban con melodías de escaso inte-
rés para el ュオウゥ」￳ャセァッN
Siguiendo el orden cronológico establecido en las listas que publicamos
más adelante, en Córdoba Manrique anotó 25 versiones recogidas, sobre todo,
de niñas. Una de ellas, Julia Pedregosa Pérez, de 12 años, proporciona por sí
sola casi dos tercios de todo lo recogido; las demás 'informantes eran posiblemen-
te compañeras de juegos, o en el caso de las mujeres adultas (Ana Sosa, de 63
años; Rafaela Sosa, de 36; Lucía Pérez, de 40), familiares o vecinas .de la reci-
tadora principal. Con Julia Pedregosa comienza y termina la encuesta, en la que
Manrique no debió de invertir más de dos o tres sesiones de trabajo, posible-
mente en sólo un día. Aunque lo recogido en Córdoba es de menor interés que
lo recogido en Sevilla y Cádiz, la cala proporcionó un repertorio romancístico
variado, en versiones muy completas casi siempre, de temas por lo general ya
bien documentados en la propia Andalucía. Las "novedades" absolutas se limi-
tan a un romance de pliego (La famosa Leonarda) y algunos temas burlescos.
En Sevilla y Triana Manrique de Lara dedicó tres días a la recogida de
romances y obtuvo una cosecha más abundante y de muy superior importan-
cia. El centenar largo de versiones sumado a otras treinta que le fueron remi-
tidas por escrito hace que los materiales sevillanos de Manrique por sí solos
dupliquen con creces todo lo que hasta entonces se conocía del Romancero
andaluz. Pero es, sobre todo, el valor de varias de las versiones recogidas lo que
convierte a la encuesta sevillana de Manrique de Lara en todo un hito en la
exploración del Romancero peninsular. El primer día de encuesta, o la prime-
ra sesión de trabajo (textos XXVI a XXXVIII), no ofrecía caracteres muy distin-
tos a los de la encuesta de Córdoba: en los informantes predominan las niñas
o mujeres muy jóvenes y los romances pertenecen todos al repertorio "normal"
de temas ya bien documentados. Al día siguiente la situación cambia; la s.esión
(textos XXXIX a LIX) se inicia con el romance cíclico de Bernardo se entrevis-
ta con el rey seguido de Bañando está las prisiones, dictado por Diego Jiménez.
Esta versión suponía la reaparición, desde los tiempos de Estébanez, del reper-
torio específico de los gitanos. Manrique de Lara no debió de ser consciente en
un principio de haber dado con esa veta. En el texto, el único facilitado por ese
recitador, no indica que Diego Jiménez sea gitano, como sí lo hará más 'adelante
en otros casos. Pero no hay duda de que Manrique se hallaba en Triana. Los
tres siguientes romances aparecen registrados en la Fábrica de aceites de Ba-
rea, o Barra, de ese barrio. De allí pasa a la Fábrica de tabacos, y los siguien-
tes romances que recoge proceden sin duda de mujeres que trabajaban como "ci-
garreras". En los textos recogidos en ambas fábricas no se indica el nombre de
la recitadora, lo que hace suponer que fueron recitados en forma colectiva. El
LAS ENCUESTAS DE MANRIQUE DE LARA. ANDALUCíA, 1916 37

anonimato de los informantes, sin embargo, concluye cuando Manrique empie-


za a anotar las versiones que le facilita una de las recitadoras más singulares
que se conocen en el Romancero hispánico. Me refiero a la joven Encarnación
Rodríguez, de 21 años, que proporcionó a Manrique de Lara el texto de 75 ro-
mances y canciones narrativas.
En otro lugar me he referido a los recitadores "excepcionales", a propó-
sito del caso de Josefa Braña, entrevistada por J. Sela y E. Martínez Torner en
1916, y otros cantores asturianos como Teresa Fernández, "la c。ョ セGL entrevis-
tada por Juan ,Menéndez Pidal en 1883, la familia constituida por Anselmo Gar-
cía y sus hijos Domingo y Benigna, de Corralín (Ibias), o Justo Martínez Gar-
, cía, de Tebongo, encuestados ya en 1980; o, en otras áreas, Joan Prat Molins,
"Calic", capaz de proporcionar por sí solo un cancionero completo, Juan José
Niño, al que pronto nos referiremos, y cantoras sefardíes como Vida de Albilansí,
de Lárissa, o Hanna Bennaim, de Tánger, y Simi Chocrón, de Tetuán, entrevis-
tadas por Manrique de Lara. La excepcionalidad de recitadores como los men-
cionados no consiste sólo en el número de romances que pueden recitar o can-
tar. Sin ser habituales, son varios los informantes que han memorizado un
repertorio de 25, 40 o incluso más romances distintos. Lo inhabitual es que cada
versión sea dictada con absoluta seguridad y sin lagunas, que la mayoría de
ellas puedan considerarse como texto excelentior entre todas las que de ese mis-
mo romance se han recogido en el área, y que el repertorio incluya versiones
de algunos o varios temas hasta entonces no documentados en la zona, y que
no vuelven a serlo después. Son ejemplos señalados de hasta dónde puede al-
canzar el desarrollo de la memoria dentro de una cultura oral en plena vitali-
dad, si bien el carácter ritualizado que ofrece el canto de romances en la tra-
dición sefardí hace menos sorprendente los sesenta romances que, por ejemplo,
recordaba Vida de Albilansí. En otras tradiciones baladísticas han merecido jus-
ta atención fenómenos como el de Anna Gordon, Mrs. Brown de Falkland, que
a fines del siglo XVIII proporcionó hasta treinta y tres textos de baladas esco-
cesas distintas, de los que veinticuatro fueron publicados por Child como las me-
jores, o únicas, versiones de los temas baladísticos respectivos; o el de Isabella
Robertson, ya en el siglo XIX30.
En el caso de Encarnación Rodríguez, su "excepcionalidad" no se debe a
las mismas razones que concurren en los cantores antes mencionados. Su re-
pertorio no incluye temas especialmente "raros" ni las versiones se destacan por
una particular excelencia, aunque sí suelen ser completas y bien recordadas. Lo
inhabitual reside en la gran amplitud del corpus que fue capaz de proporcionar,
y en la extrema variedad de géneros o subgéneros que incluía en su repertorio.
Junto a la práctica totalidad de los romances propiamente tradicionales docu-
mentados en Andalucía, Encarnación Rodríguez conocía un buen número de
canciones y romances infantiles y burlescos, temas religiosos, romances vulga-
res tradicionalizados y alguno "de pliego", y composiciones modernas de cuño

30 Cf. D. Buchan, The Ballad and the Folk, London-Boston, Routledge & Kegan Paul, 1972,
capítulos 7-9 (sobre A. Brown), y 18 (sobre Bell Robertson). Para más información, cf. J. A.
Cid, "La tradición moderna y la edición del Romancero hispánico. Encuestas promovidas por
Ramón Menéndez Pidal en Asturias (1911-1920)", RDTP, XLVII (1992), pp. 127-154.
38 JESÚS ANTONIO CID

artificioso. Todo ello sorprende en una joven de 21 años y revela, junto a una
capacidad de retentiva nada frecuente, la inmersión en un medio familiar o
vecinal en el que confluían con naturalidad. muy distintos estratos cronológicos
y estilísticos del Romancero y de la canción narrativa.
La singularidad de Encamación Rodríguez como transmisora reside tam-
bién en que a partir de cierto momento se convierte en anotadora de sus pro-
pias versiones e, incluso, en colaboradora de Manrique de Lara al remitir tex-
tos recogidos de otras personas. Es fácil suponer que esta actividad de encues-
tadora, y autoencuestadora, se debió a que Manrique no pudo agotar el reper-
torio de Encarnación y le solicitó que ella misma apuntara lo que fuera recor-
dando para enviárselo. A esa colaboración se deben cinco remesas de textos
anotados por la muchacha sevillana. Al final de la primera (PI. 1, en la descrip-
ción que damos más adelante) Encamación Rodríguez daba una lista de "coplas"
que aún se le quedaban en el tintero y que en su mayor parte incluirá en los
otros envíos. En su ortografía que respetamos, indicaba:

Se tambien estas copla:


En Madri hay un palacio que le llaman el Orope [En PI. 5].
Se tambien esto pero no lo se entero, se llama A defender mis agravio.
Vamo con don Juan de amore, si, si... [En PI. 3]
Aora que estamos des pacio para desplicar mentira... [En PI. 2]
Cuando Jesus salio del huerto vestido de mil colores [En PI. 2]
Ayer tarde fuy a comprar la ración para un sargento [En PI. 2]
Una niña estaba mala malita de graveda y su madre le decía mala esta mala está
mala está [En PI. 2]
Estando de guardia un día dele pun catapun y ole pun...En PI. 2]
Y la se Estando de guardia un día pobre de mí punta en mi casilla sentao, aya
ba la punta la punta del cabo a pasado una morena desa del velito hechado ... [En
PI. 2]
En la calle de la rosa remi re ay alli una confiteria remi re fafa... [En PI. 2]
D. Manuel perdone U. la falta de ortografía y la molestia de leer estos renglones
si es que no le sirve.

En el segundo envío (PI. 2), se da la curiosa circunstancia de que Encar- I

nación anota las dos versiones distintas que conocía de un romance burlesco
erótico ("Estando de guardia un día"31) seguido de un motivo cancioneril anti-
guo, "No me entierren en sagrado"). Antes ele escribir la segunda versión, la
recitaáora anota un comentario que la revela como una transmisora no simple-
mente pasiva: "Tanbi[eln la se de esta manera, pero esta me parece mas mo-
derna. El estribillo es el mismo". Al final de esta segunda remesa, la joven
repite sus disculpas: "Perdone Ud. la molestia que le causo leyendo esta multitu
de renglone mala mente escrito y la falta de octografía". Al final del siguiente
envío de textos escritos (PI. 3) Encarnación revela que actuaba ya como colec-

31 En tiempos más recientes desaparece la cobertura eufemística y el romance, abiertamen-


te obsceno, figuraba entre las más conocidas canciones cuartelarias. Así, al menos, puedo ates-
tiguarlo personalmente, recurriendo a la memoria, no muy grata, de la forzada vida militar
experimentada en el Sahara occidental al fm de la presencia colonial española en el territo-
rio actualmente ocupado por Marruecos.
LAS ENCUESTAS DE MANRIQUE DE LARA. ANDALUcíA, 1916 39

tora para Manrique: "La muchacha que 110 le dije que me estaba diciendo las
canciones que sabe que son muy bonita se a ido fuera a pasar una tenporada
con su familia cuando buelba sea cuando sea le prometo mandarsela". Es po-
sible que de esa recolección procedan algunos textos de las últimas remesas (PI.
4 Y PI. 5), aunque en ellas hay alguno que sin duda pertenecía al acerbo de la
propia Encarnación.
Señalábamos antes que el repertorio romancístico de Encarnación Rodrí-
guez no destacaba por representar temas o "baIlad types" nuevos o antes no
documentados. Hay; con todo excepciones; así el único vestigio del romance de
La muerte del príncipe don Juan que se ha recogido en Andalucía, y en todo el
Sur de España, se le debe a ella; y algunos textos documentan las primeras
versiones andaluzas de otros romances.
A todas estas razones que bastarían para conceder a Encarnación Rodrí-
guez un lugar de honor en la hipotética galería de grandes romancistas, falta
por añadir una más: a ella se le debe con toda probabilidad el que Manrique
de Lara entrase en contacto plenamente con los depositarios del Romancero de
los gitanos. Veamos por qué. Toda la segunda sesión de recogida, después de la
encuesta en las fábricas de aceites y tabaco, la ocupan versiones dictadas por
Encarnación Rodríguez (textos XLVII a LIX). El tercer día de encuestas se abre
también con una larga tirada de versiones suyas (textos LX a LXXXVI), a la
que siguen otras versiones (LXXXVII a XCV) en las que Encarnación se alter-
na con otras jóvenes de edad similar a la suya (Rosario Martín, 21 años; Jua-
na Neira, de 18; Dolores Lozano, de 26), de quienes la última es Joaquina
Lérida, de 23 años, a la que Manrique identifica claramente como gitana, y que
recita un espléndido texto de El moro que reta a Valencia. Aunque tenemos a
continuación dos huecos (textos XCVI y XCIX), que posiblemente coinciden con
el inicio de una nueva sesión o día de encuestas, al reanudarse la serie la
primera versión anotada es el fragmento de Jimena pide justicia (texto C),
dictado por Joaquín Bermúdez, de 41 años, "gitano de Triana". A ese texto
siguen inmediatamente tres nuevas versiones de Encarnación Rodríguez (tex-
tos CI a CIl!), y muy poco después entra en escena Juan José Niño y López,
a quien pertenece toda la sección final de la encuesta sevillana (textos CVIl a
CXIIl, y CXVII a CXXVII!), y cuya serie se interrumpe sólo para intercalar tres
textos, uno de los cuales pertenece, de nuevo, a Joaquina Lérida. Puede suponer-
se que Encarnación, localizada inicialmente en la Fábrica de tabacos, encami-
nó después a Manrique de Lara a su propio barrio y domicilio, y que fue allí
o en las inmediaciones (en la calle Pureza, 27) donde el gran colector encontró,
junto a otros gitanos, a uno de los más extraordinarios romancistas de la tra-
dición moderna. Luis Suárez Ávila conjetura que en esa casa de la calle Pure-
za vivían, en forma de corrala, varias familias gitanas y que la propia Encar-
nación Rodríguez pertenecía a una de ellas. Lo cierto es que su repertorio es
plenamente "payo" y que Manrique no consignó que su gran recitadora y cola-
boradora fuese gitana, como lo hizo con Joaquina Lérida y Joaquín Bermúdez.
Pero, sorprendentemente, tampoco de Juan José Niño dice Manrique que fue-
se gitano, aunque no cabe la menor duda de ello.
Sobre la importancia de Juan José Niño como transmisor más destacado
de toda una subtradición romancística no hemos de extendernos aquí. A él se
han referido en varias ocasiones Diego Catalán y Luis Suárez Ávila, entre otros,
40 JESÚS ANTONIO CID

en diversos trabajos, y contamos ya con la monografía de Teresa Catarella


donde se editan y estudian con detalle los romances que proporcionó a Man-
rique de Lara32 •
Lo recogido en el núcleo gitano de Triana hubo de suscitar en Manrique
una más que justificada sorpresa e interés ante un tipo de romances que con-
trastaba fuertemente con el de los demás recitadores andaluces. En Triana
mismo debió de obtener informes sobre otros potenciales informantes gitanos.
El hecho es que al proseguir sus encuestas en Cádiz, Manrique de Lara se
dirige directamente a recitadores que son gitanos: Gabriel Monje, "Nene", de 89
años; Joaquín Jiménez Vega, de 70; Rosario Vega, de 48. De ellos obtiene la
mayoría de las 21 versiones recogidas en Cádiz (textos CXXIX a CXLIX), y que
revelaban un Romancero de no menor interés que el recogido en Sevilla, aun-
que de características, en parte, más "librescas"; sobre todo en el caso de las
versiones, casi siempre únicas, de Joaquín Jiménez.
La encuesta andaluza de Manrique de Lara se interrumpe ahora, aunque
tendrá un pequeño colofón al regreso de sus exploraciones en Larache y
Alcazarquivir. En Algeciras anota otras 17 versiones de informantes que in-
cluían personas nacidas en otras localidades: Tarifa, La Línea, y Villa del
Campo (Cáceres). Se trata de versiones poco notables, salvo un texto mcompleto
de El conde Alareos y alguno de los romances extremeños.
En resumen, la exploración del Romancero andaluz llevada a cabo por
Manrique de Lara en 1916, aunque limitada a muy pocos -días y puntos de en-
cuesta, obtuvo unos resultados de gran valor y supone un adelanto de induda-
ble trascendencia en el conocimiento de la poesía narrativa del Sur de España.
Las casi doscientas versiones recogidas representan más de cien temas distin-
tos, muchos de ellos documentados ahora por primera vez. Súmense las varias
decenas de melodías y el redescubrimiento, o descubrimiento a secas, del reper-
torio romancístico gitano, y se llegará a la conclusión de que muy rara vez unos
pocos días de exploraciones fueron tan productivos para el Romancero hispánico.
En las dos décadas que siguen, sobre todo en la de 1920, el Romancero
de Andalucía, sobre todo el de su mitad oriental, será explorado a fondo gra-
cias a la labor de A. M. Espinosa, J. Tamayo y Francisco y J. Marqués Merchán,
entre otros. Tras unos años de paréntesis, después de la Guerra civil, el cau-
dal de versiones de romances se multiplicará en Andalucía a través de encues-
tas que se han proseguido hasta la actualidad y que hacen de la región una de
las ya mejor exploradas. Probablemente, sin embargo, el mayor salto "cualita-
tivo" es el que se produce entre antes y después de 1916 gracias a Manuel Man-
rique de Lara.

32T. Catarella, El Romancero gitano-andaluz de Juan José Niño, Sevilla, Fundación Macha-
do, 1993. En la edición de Catarella falta únicamente un texto: la versión de Por la calle de
su dama (+ Mira, Zaide, que te aviso). La omisión no es responsabilidad de la editora; el ro-
mance se hallaba archivado en un fondo de Romancero Nuevo organizado por María Goyri
para sus estudios sobre Lope 、・セvァ。L y sólo recientemente ha sido localizado.
LAS ENCUESTAS DE MANRIQUE DE LARA. ANDALUcíA, 1916 41

INVENTARIO. ÍNDICE

Manrique de Lara realizó sus viajes romancísticos desde 1911 por comi-
sión del Centro de Estudios Históricos 33 , en conexión directa con el proyecto del
((Romancero General Español" que dirigía R. Menéndez Pida!' Esa obra, el fu-
turo Romancero Tradicional de las Lenguas Hispánicas, se organizaba en la for-
ma de grandes corpora temáticos, lo que implicaba que los materiales aporta-
dos por cada colaborador se desmembrasen y archivasen en conjunto, y no se
conservaran como colecciones unitarias. En consecuencia, reconstruir cada co-
lección individual presenta dificultades difíciles de salvar, empezando por la
necesidad de examinar todos los textos de un Archivo que cuenta con varios
miles de versiones. En el caso de Manrique de Lara, la numeración seguida
(doble numeración casi siempre) que utilizaba en sus originales facilita la ta-
rea de reconstruir la secuencia cronológica de sus encuestas, pero no la locali-
zación material de las versiones. En el inventario que sigue se apreciarán la-
gunas, que corresponden a unas cuantas versiones que no me ha sido posible
localizar; lo más probable es que se trate de textos no romancísticos que Menén-
dez Pidal y María Goyri no incorporaron a su Archivo. Especialmente laborio-
sa, y sin completo éxito, ha resultado la localización e identificación de los textos
remitidos por Encarnación Rodríguez a Manrique de Lara. Para su encuesta
propiamente dicha Manrique utilizó en 1916 tres cuadernos: en el primero, él
mismo numera las hojas en el margen superior izquierdo; el segundo incluía
una numeración impresa en el margen derecho. Se conserva la primera pági-
na de este segundo cuaderno, con el resumen del contenido: "Il / Romances /
recogidos de la tradición oral/en / Sevilla CXIV a CXXVIlI (739 v.) / Cádiz
CXXIX a CXLIX (769 v.) / Larache CL a CCXXV (2776 versos) / Alcazarquivir
CCXVI a CCLXXX (2652 versos) / Algeciras CCLXXXI a CCXC (386 versos)".
En el tercero Manrique empezó a recopiar las versiones facilitadas por Encar-
nación Rodríguez, pero desiste de hacerlo después de copiar sólo un texto (CCXC
bis); continuaban después las restantes versiones recogidas en Algeciras (CCXCI
a CCXCVI), y seguidamente, las de Tetuán.
En las listas que a continuación se publican, se indica, en primer lugar,
la ordenación de versiones (números romanos) en la presumible secuencia tem-
poral en que tuvo lugar la encuesta, y las páginas (números árabes) que ocu-
pan los textos en los cuadernos o, en algún caso, hojas sueltas en que se ano-
taron. Se indica a continuación si la melodía fue registrada (M) o falta (#).
Siguen las indicaciones de lugar de recolección, recitador, y título de romance,
que siempre que es posible damos de acuerdo con los títulos utilizados en el
Catálogo General del Romancero y en diversas publicaciones del Seminario
Menéndez Pida!' Incluimos las versiones extremeñas de Villa del Campo, reci-

33 Según puede observarse en su " Hoja de servicios", entre 1911 y 1918 Manrique de Lara
estuvo varias veces en la situación de excedente forzoso o supernumerario, o bien adscrito
como ayudante personal del Ministro de Marina, lo que le permitió la movilidad suficiente
para realizar sus viajes de encuesta. En 1918, cuando lleva a cabo su gran encuesta en el
Norte de España, consta que "se le autorizó para que desempeñe en la Península una comi-
sión que le fue conferida por el Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes".
42 JESÚS ANTONIO CID

tadas por una informante que residía en Algeciras. Reproducimos también las
curiosas estadísticas de número de versos (octosílabos) recogidos en cada sesión
o día de trabajo que Manrique de Lara consignaba en sus encuestas. Tienen la
evidente utilidad de señalar cambios efectivos de escenario o situaciones distin-
tas en la forma de entrevistar a sus informantes34 •
Los mismos títulos de romances, con sus asonancias, figuran en el Índi-
ce temático que publicamos como complemento al Inventario. La clasificación
que se utiliza es adaptación de la que hemos empleado en otros trabajos (el Ca-
tálogo General del Romancero Asturiano y la Bibliografía del Romancero de
Galicia). .

34Combinando dos apuntes distintos de estas estadísticas se llega a las siguientes cifras glo-
bales de los versos recogidos en 1916: «Recogidos hasta el 21-X-1916: 12.152 versos" (se in-
cluyen ahí la encuesta andaluza y la de Larache y Alcazarquivir); "Total de versos recogidos
en Tetuán: 15.754; 11-XI-1916"; "Total [absoluto]: 27.906, 11-XI-1916". Se deduce, pues, como
apuntábamos ya, que la encuesta de Tetuán en 1916 es posterior a la realizada en Larache
y Alcazarquivir, y que para los espectaculares resultados obtenidos en Tetuán bastaron muy
pocos días del mes de noviembre. Es cierto que Manrique contó con dos informantes excep-
cionales que le proporcionaron casi la mitad de todo lo anotado en Tetuán: "Total de versos
recitados por Simi Chocrón y por su madre Lehra Levi: 7.500",
LAS ENCUESTAS DE MANRIQUE DE LARA. ANDALUCíA, 1916 43

INVENTARIO DE LA ENCUESTA DE M. MANRIQUE DE 1ARA. ANDALUCíA, 1916.


I (1-1bis) # Córdoba Julia Pedregosa Pérez (12 a.)
Tamar
11 (2-3) M Córdoba Julia Pedregosa Pérez (12 a.)
La hermana cautiva
JII (4-5) M Córdoba Julia Pedregosa Pérez (12 a.)
El conde Niño
IV (6) # Córdoba Julia Pedregosa Pérez (12 a.)
"Dame un besito, amor"
V (7-9) M Córdoba Julia Pedregosa Pérez (12 a.)
Albaniña
VI (10-11) M Córdoba Julia Pedregosa Pérez (12 a.)
Las tres hermanas cautivas
VII (12-15) M Córdoba Ana Sosa (63 a.)
Gerineldo y La Condesita
VlTI (16-19) # Córdoba Lucía Pérez (40 a.)
La famosa Leonarda
IX (20-21) M Córdoba Julia Pedregosa Pérez (12 a.)
Blancafior y Filomena
X (22) M Córdoba Julia Pedregosa Pérez (12 a.)
¿Dónde vas, Alfonso XII?
XI (23) M Córdoba A11tonia Martínez (32 a.)
El castillo de la Virgen
XII (24) # Córdoba Julia Pedregosa Pérez (12 a.)
La vuelta del marido (é)
XIII (25) # Córdoba Ana Sosa (63 a.)
El prisionero
XIV (26-27) M Córdoba Julia Pedregosa Pérez (12 a.)
La mala suegra
XV (28-30) M Córdoba Julia Pedregosa Pérez (12 a.)
La muerte ocultada
XVI (31-32) M Córdoba Antonia Martínez (32 a.)
Delgadina
XVII (33-34) # Córdoba Rafaela Sosa (36 a.)
Silvana
XVIII (35) # Córdoba Ana Sosa (63 a.)
Los presagios del labrador
XIX (36-37) # Córdoba Julia Pedregosa Pérez (12 a.)
Santa Catalina + Marinero al agua
XX (38-39) M Córdoba Julia Pedregosa Pérez (12 a.)
Santa fria
XXI (40) # Córdoba Julia Pedregosa Pérez (12 a.)
Me casó mi madre
XXII (41) # Córdoba Trinidad Pareja (13 a.)
Los 4 novios. "En el palacio del rey hay barandillas"
XXIII (42) M Córdoba Josefa Medina (10 a.)
La monja por fuerza
XXIV (43) M Córdoba Julia Pedregosa Pérez (12 a.)
El galán burlado
XXv (44) M Córdoba Julia Pedregosa Pérez (12 a.)
La niña discreta
[Recogidos en Córdoba 1045 versos]
44
JESÚS ANTONIO CID

XXVI (45-46) M Sevilla Rosario Hidalgo (18 a.)


La muerte ocultada
XXVII (47-48) # Sevilla Teresa Naranjos (20 a.)
La muerte ocultada
XXVIII (49-50) M Sevilla Rosario Hidalgo (18 a.)
La hermana cautiva
XXIX (51-52) M Sevilla Fernando Vidal (14 a., ciego)
Tamar
XXX (53-55) # Sevilla Teresa Naranjos (20 a.)
Tamar
XXXI (56-57) M Sevilla Rosario Hidalgo (18 a.)
Me casó mi madre
XXXII (58-59) # Sevilla Carmen Sánchez (19 a.)
La bastarda y el segador
XXXIII (60) # SevillaCarmen Sánchez (19 a.)
La monja por fuerza
XXXIV (61-63) # Sevilla Caridad Moreno (15 a.)
Delgadina + La infanta parida
XXXV (64) # Sevilla Carmen Sánchez (19 a.)
Marinero al agua
XXXVI (65-66) # Sevilla Remedios Martín (26 a.)
Las tres hermanas cautivas
XXXVII (67) # Sevilla Ma de la Conc. Partida (48 a.)
La Infanticida
XXXVIII (68) # Sevilla Francisca Fernández (80 a.)
El prisionero
[Recogidos hasta ahora en Sevilla 524 versos]

XXXIX (69-70) # Sevilla Diego Jiménez (46 a.)


Bernardo se entrevista con el rey
XL (71-73) # S.-Triana Fáb ica de aceites de Barea
Inés Marcela. Crimen de Don Benito·
XLI (74) # S.-Triana Fábrica de aceites de Barea
Las hijas del Merino
XLII (75-76) # S.-Triana Fábrica de aceites de Barea
El novio asesinado
XLIII (77-78) # Sevilla Fábrica de tabacos
El corregidor y la molinera
XLIV (79-80) # Sevilla Fábrica de tabacos
El robo del sacramento
XLV (81) # Sevilla Fábrica de tabacos
Marcos. La vida del casado
LAS ENCUESTAS DE MANRIQUE DE LARA. ANDALUCíA, 1916 45

XLVI (82) # Sevilla . Fábrica de tabacos


El niño resucitado
XLVII (83) M Sevilla Encarnación Rodríguez (21 a.)
Santa Catalina
XLVIII (84-85) M Sevilla Encarnación Rodríguez (21 a.)
La hermana cautiva
XLIX (86) M Sevilla Encarnación Rodríguez (21 a.)
La Virgen y el ciego
L (87-88) M Sevilla Encarnación Rodríguez (21 a.)
Santa Iria
LI (89) M Sevilla Encarnación Rodríguez (21 a.)
El marinero raptor
LII (90-91) M Sevilla Encarnación Rodríguez (21 a.)
El conde Niño
LIII (92-93) M Sevilla Encarnación Rodríguez (21 a.)
El molinero y el cura
LIV (94-95) M Sevilla Encarnación Rodríguez (21 a.)
Las tres hermanas cautivas
LV 96-97) M Sevilla Encarnación Rodríguez (21 a.)
Me casó mi madre
LVI (98-99) M Sevilla Encarnación Rodríguez (21 a.)
Tamar
LVII (100) M Sevilla Encarnación Rodríguez (21 a.)
"Madre, una madama"
LVIII (101-103) # Sevilla Encarnación Rodríguez (21 a.)
El conde Claros en h. de fraile
LIX (104-106) M Sevilla Encarnación Rodríguez (21 a.)
Casada de lejas tierras
[Recogidos hasta ahora en Sevilla 1.363 versos]

LX (107-108) M Sevilla Encarnación Rodríguez (21 a.)


La niña discreta
LXI (109) M Sevilla Encarnación Rodríguez (21 a.)
Las hijas del merino
h-XII (110-113) # Sevilla Encarnación Rodríguez (21 a.)
Gerineldo y La Condesita
LXIII (114-115) M Sevilla Encarnación Rodríguez (21 a.)
La muerte ocultada
LXIV (116-117) M Sevilla Encarnación Rodríguez (21 a.)
Los soldados forzadores
LXv (118) M Sevilla Encarnación Rodríguez (21 a.)
Muerte del galán
46 JESÚS ANTONIO CID

LXVI (119-120) M Sevilla Encarnación Rodríguez (21 a.)


La mala suegra
LXVII (121-123) M Sevilla Encarnación Rodríguez (21 a.)
Blancafior y Filomena
LXVIII (124) M Sevilla Encarnación Rodríguez (21 a.)
La monja por fuerza
LXIX (125-126) M Sevilla Encarnación Rodríguez (21 a.)
La oveja descarriada
LXX (127) M Sevilla Encarnación Rodríguez (21 a.)
Marinero al agua
LXXI (128) M Sevilla Encarnación Rodríguez (21 a.)
Mambrú
LXXII (129)) M Sevilla Encarnación Rodríguez (21 a.)
La viudita y el conde de Cabra
LXXIII (130-133) M Sevilla Encarnación Rodríguez (21 a.)
Delgadina
LXXIV (134-135) M Sevilla Encarnación Rodríguez (21 a.)
El retrato
LXXV (136-137) M Sevilla Encarnación Rodríguez (21 a.)
El loro de las monjas
LXXVI (138) M Sevilla Encarnación Rodríguez (21 a.)
La fior del agua
LXXVII (139) M Sevilla Encarnación Rodríguez (21 a.)
Don Gato
LXXVIII (140) M Sevilla Encarnación Rodríguez (21 a.)
La consejera de la reina
LXXIX (141) M Sevilla Encarnación Rodríguez (21 a.)
¿Cómo no cantáis, la bella? a lo divo
LXXX (142-143) # Sevilla Encarnación Rodríguez (21 a.)
La infanticida (á-a)
LXXXI (144-146) M Sevilla Encarnación Rodríguez (21 a.)
Albaniña
LXXXII (147-148) # Sevilla Encarnación Rodríguez (21 a.)
La princesa Rosaura
LXXXIII (149) # Sevilla Encarnación Rodríguez (21 a.)
A Belén venid, pastores. Villancico
LXXXIV (150) # Sevilla Encarnación Rodríguez (21 a.)
La doncella guerrera (fragm-J
LXXXV (151) # Sevilla Encarnación Rodríguez (21 a.)
Anunciación y duda de San José
LXXXVI (152) # Sevilla Encarnación Rodríguez (21 a.)
¿Dónde vas, ッウョヲセa XII?
LXXXVII (153) M Sevilla Rosario Martín (21 a.)
La vuelta del marido (é)
LXXXVIII (154) M Sevilla Rosario Martín (21 a.)
Dime, niña, por qué lloras.
LXXXIX (155-156) # Sevilla Rosario Martín (21 a.)
La oveja descarriada
XC (157) M Sevilla Juana Neira Cifuentes (18 a.)
La samaritana
XCI (158) M Sevilla Juana Neira Cifuentes (18 a.)
El panadero de pan de Aragón
LAS ENCUESTAS DE MANRIQUE DE LARA. ANDALUCíA, 1916 47

XCII (159) M Sevilla Encarnación Rodríguez (21 a.)


La aparición
XCIII (160) M Sevilla Rosario Martín (21 a.)
La monja por fuerza
XCIV (1 h.) M Sevilla Dolores Lozano (26 a.)
La mujer del calderero
XCV (1 h.) # Sevilla Joaquina Lérida (23 a., gitana)
El moro que reta a Valencia
[XCVI]
XCVII (4 h.) # Sevilla Dolores Luca (41 a.)
Don Patricio de Córdoba y Aguilar
XCVIII (2 h.) # Sevilla Francisca Maitínez (44 a.)
El conde Claros en h. de fraile
[XCIX]
C (1 h.) # Sevilla Joaquín Bermúdez (41 a., gitano de Triana)
Jimena pide justicia
CI (2 h.) # Sevilla Encarnación Rodríguez (21 a.)
El novio asesinado
CII (1 h.) M Sevilla Encarnación Rodríguez (21 a.)
Santa Bárbara tiene (coplas)
CIII (l h.) M Sevilla Encarnación Rodríguez (21 a.)
Pobre de mi capilla (coplas)
CIV (1 h.) # Sevilla Dolores Sosa (26 a.)
Muerte del galán
CV (1 h.) M Sevilla Rosario Martín (21 a.)
El cura pide chocolate
CVI (2 h.) # Sevilla Fernando Canaleja (31 a.)
La consejera de la reina
CVII (2 h.) # Sevilla Juan José Niño y López (57 a.)
El moro que reta a Valencia
CVIII (1 h.) # Sevilla Juan José Niño y López (57 a.)
Rodriguillo venga a su padre
(+ Jimena pide justicia)
CIX (l h.) # Sevilla Juan José Niño y López (57 a.)
Destierro del Cid
CX (3 h.) # Sevilla Juan José Niño y López (57 a.)
Belardos y Valdovinos (+ El marqués de Mantua)
CXI (2 h.) # Sevilla Juan José Niño y López (57 a.)
El conde Claros preso
CXII (2 h.) # Sevilla Juan José Niño y López (57 a.)
Por la calle de su dama (+ Mira, Zaide, que te aviso)
CXIII (1 h.) # Sevilla Juan José Niño y López (57 a.)
¡Ay de mi Alhama!

Cuaderno 11 [En papel con hojas rayadas, numeradas a imprenta, de tipo "Registro"]

CXIV (Rg. 1-3) # Sevilla Joaquina Lérida (23 a.)


El conde Claros en h. de fraile
CXV (Rg. 5-7) # Sevilla Encarnación Vega (19 a.)
Delgadina
CXVI (Rg. 9-11) # Sevilla Elena Reyes (17 a.)
El conde Claros en h. de fraile
48 JESÚS ANTONIO CID

CXVII (Rg. 13-19) Sevilla Juan José Niño y López (57 a.)
Los doce pares de Francia
CXVIII (Rg. 21) # Sevilla Juan José Niño y López (57 a.)
Doña Oliva forzada al pie del rosal
(+ Quejas de Da Urraca)
CXIX (Rg. 23-25) # Sevilla Juan José Niño y López (57 a.)
Gaiferos libera a Melisendra
CXX (Rg. 27-29) # Sevilla Juan José Niño y López (57 a.)
Durandarte envía su corazón a Belerma
CXXI (Rg. 31) # Sevilla Juan José Niño y López (57 a.)
La bastarda y el segador
CXXII (Rg. 33-35) # Sevilla Juan José Niño y López (57 a.)
Bernardo se entrevista con el rey
CXXIII (Rg. 37) # Sevilla Juan José Niño y López (57 a.)
El prisionero (+ Bañando está las prisiones)
CXXIV (Rg. 39-41) Sevilla Juan José Niño y López (57 a.)
Dionisio de Salamanca
CXXV (Rg. 43) # Sevilla Juan José Niño y López (57 a.)
El conde Alarcos
CXXVI (Rg. 45-47) # Sevilla Juan José Niño y López (57 a.)
El conde Grifos Lombardo
CXXVII (Rg. 49-51) # Sevilla Juan José Niño y López (57 a.)
Cautiverio de Guarinos
CXXVIII (Rg. 53-55) # Sevilla Juan José Niño y López (57 a.)
Don Juan Chacón
CXXIX (Rg. 57) # Cádiz Gabriel Monje, "Nene" (89 a.)
El conde Niño (+ El moro que reta a Valencia)
CXXX (Rg. 59) # Cádiz Gabriel Monje, "Nene" (89 a.)
Copla de alboreá
[CXXXI] [(Rg. 61)]
CXXXII [Rg. 63-65] # Cádiz Joaquín Jiménez (70 a.)
El Marqués de Mantua
CXXXIII [Rg. 67-69] # Cádiz Joaquín Jiménez (70 a.)
Garcilaso y el Ave María, 1
CXXXIV [Rg. 71-77] # Cádiz Joaquín Jiménez (70 a.)
Garcilaso y el Ave María, 11
CXXXV [Rg. 79-81] # Cádiz Joaquín Jiménez (70 a.)
El Maestre y Aliatar
CXXXVI [Rg. 83-87] # Cádiz Joaquín Jiménez (70 a.)
Bernardo se entrevista con el rey
CXXXVlI [Rg. 89] # Cádiz Joaquín Jiménez (70 a.)
El pr.isionero
CXXXVlII [Rg. 91] # Cádiz Joaquín Jiménez (70 a.)
Conversión de Albayaldos
CXXXIX [Rg. 93] # Cádiz Joaquín Jiménez (70 a.)
Gazul rejonea un toro
CXL [Rg. 95] Cádiz Joaquín Jiménez (70 a.)
Abenámar
CXLI [Rg. 97] # Cádiz Joaquín Jiménez (70 a.)
Flores y Blancaflor
CXLII [Rg. 99-101] # Cádiz Joaquín Jiménez (70 a.)
Por la calle de su dama
(+Mira, Zaide, que te aviso)
LAS ENCUESTAS DE MANRIQUE DE LARA. ANDALUcíA, 1916 49

CXLIII [Rg. 103] Cádiz Dolores Esperanza Pérez (53 a.)


El prisionero
CXLIV [Rg. 105-107] # Cádiz María Freire (36 a.)
Gerineldo y La Condesita
CXLV [Rg. 109-111] M Cádiz Rosario Vega (48 a.)
El conde Grifos Lombardo
CXLVI [Rg. 113] Cádiz Antonia Garrido (51 a.)
Juan Lezna a caza de gangas
CXLVII [Rg. 115-119] # Cádiz Isabel Ramírez (54 a.)
Blancaflor y Filomena
CXLVIII [Rg. 121] # Cádiz Rosario Vega (48 a.)
La hermana cautiva
CXLIX [Rg. 123] # Cádiz Rosario Vega (48 a.)
Moro Alcaide
(+Durandarte envía su corazón a BelermaJ
[CL a CCXXXV Larache;
CCXXXVI a CCLXXX Alcazarquivir]

CCLXXXI
(Rg. 559-61) M Algeciras Francisca Durán León (52 a.)
El conde Alarcos
CCLXXXII
(Rg. 563-64) M Algeciras Natividad Patricio (14 a.)
Los peregrinos primos
[CCLXXXIII]
[CCLXXXIV]
CCLXXXV (Rg. 571) # Algeciras Natividad Patricio (14 a.)
Las hijas del merino
CCLXXXVI
(Rg. 573-77) M Tarifa Dolores Fernández (14 a.)
La doncella guerrera
[CCLXXXVII] (Rg. 578-81)]
CCLXXXVIII
(Rg. 583) M La Línea Florinda Romero (18 a.)
La Samaritana
CCLXXXIX
(Rg. 585-86) M V. del Cpo. Hilaria Felipi (65 a.) res. en Algeciras
(Cáceres), La guirnalda de rosas
CCXC (Rg. 587-88) M V. del Cpo. Hilaria Felipi (65 a.) res. en Algeciras
(Cáceres), La bastarda y el segador
CCXCbis (Rg., 589-91) # Sevilla Encarnación Rodríguez (21 a)
Los peregrinos primos
CCXCI (p. 1) M V. del Cpo. Hilaria Felipi (65 a.) res. en Algeciras
(Cáceres), La loba parda
[CCXCn (pp. 2-3)]
CCXCIII (pp. 4-5) M V. del Cpo. Hilaria Felipi (65 a.) res. en Algeciras
(Cáceres), La capea de los mozos de Monleón
CCXCIV (p. 6) M V. del Cpo. Hilaria Felipi (65 a.) res. en Algeciras
(Cáceres), Los bandidos y los arrieros
CCXCV (pp. 7-8) M V. del Cpo. Hilaria Felipi (65 a.) res. en Algeciras
(Cáceres), La Virgen y el ciego
CCXCVI (pp. 9-10) M V. del Cpo. Hilaria Felipi (65 a.) res. en Algeciras
(Cáceres), La Nochebuena explicar quiero
50 JESÚS ANTONIO CID

Textos remitidos por Encarnación Rodríguez (mano propia)

PI. 1
1. Los peregrinos primos (pp. 1-2) [Hay copia M. S. A]
2. Los cautivos Melchor y Laurencia (pp. 2-5) [Hay copia ]
3. El robo del sacramento (pp. 5-7). [Hay copia M. S. A.]
PI. 2
1. Jesucristo va de ronda + El monumento de Cristo (p. 1)
2. La lanceta del fraile (pp. 1-2)
3. Vamos a contar mentiras (pp. 2-3)
4. El confitero y la niña (p. 4)
5. Cómo quieres que tenga (pp. 4-5)
6. Marcos. La vida del casado (pp. 5-6)
7. La tortilla del teniente (pp. 6-7)
8. Estando de guardia un día (pp. 7-8)
9. Estando de guardia un día (pp. 8-10)
PI. 3
1. Muerte del príncipe D. Juan + Entierro y boda contrastados (pp. 1-2)
2. Jesucristo y el ateo (pp. 2-3)
3. A Atocha va una niña (pp. [3]-[4])
4. El castigo del sacristán (pp. 4-5)
5. ¿Por qué lloras, bella rosa? (pp. 5-6)
PI. 4
1. La samaritana (pp. 1-2)
2. Cristo y labrador caritativo (pp. 3-4)

3. La niña discreta (pp. 8-9)


PI. 5

1. Santa Catalina (p. 3)


2. El rastro divino (p. 4)
3. Ricofranco (pp. 5-6)
4. La mujer del calderero (p. 7)
LAS ENCUESTAS DE MANRIQUE DE LARA. ANDALUcíA, 1916 51

ÍNDICE TEMÁTICO

1. Romancero tradicional

A. Romances de contexto épico e histórico nacional

[1] Rodriguillo venga a su padre (á-o) [CGR, 0002]: Sevilla, CVIlI.


[2] Jimena pide justicia (á-e) [CGR, 0001]: Sevilla, C; Sevilla, CVIII. INCa
a Rodriguillo venga a su padre.
[3] Destierro del Cid (á-o) [CGR, 0003]: Sevilla, CIX.
[4] El moro que reta a Valencia (á-a) [CGR, 0045]: Sevilla, XCV; Sevilla, CVII;
Cádiz, CXXIX.
[5] Quejas de doña Urraca (á-a) [CGR, 0004]: Sevilla, CXVII1.
[6] Bernardo se entrevista con el rey (polias.) [CGR, 0027]: Sevilla, XXXIX;
Sevilla, CXXII; Cádiz, CXXXVI.
[7] Bañando está las prisiones (á-a) [CGR, 0029]: Sevilla, XXXIX; Sevilla,
CXXIII.INCO a Bernardo se entrevista con el rey.
[8] Abenámar (í-a) [CGR, 0051]: Cádiz, CXL.
[9] ¡Ay de mi Alhama! (é-a) [CGR, 0040]: Sevilla, CXlI1.
[10] Moro alcaide (á-a), fragm. [CGR, 0055]: Cádiz, CXLIX.
[11] Muerte del príncipe don Juan (á-a) [CGR, 0006]: Sevilla, ER, PI. 3.1),
INCa a Entierro y boda contrastados.
[12] A las armas, Moriscote (á) [CGR, 0060]: Sevilla, CX. INCa a El Marqués
de Mantua.

B. Romances moriscos. Romancero nuevo

[13] Gazul rejonea un toro (á-a) [CGR, 0012]: Cádiz, CXXXIX.


[14] Conversión de Albayaldos (é-e) [CGR, 0068]: Cádiz, CXXXVIII.
[15] El Maestre y Aliatar (á-o) [CGR, 0070]: Cádiz, CXXXV:
[16] Garcilaso y el Ave María (á-e) [CGR, 0067]: Cádiz, CXXXIlI y CXXXIV
[17] Mira, Zaide, que te aviso (á-e) [CGR, 0063]: Sevilla, CXII; Cádiz, CXLlI.
INCa a Por la calle de su dama
[18] Por la calle de su dama (á-e) [CGR,. 0091]: Sevilla, CXII; Cádiz, CXLlI.

C. Romances carolingios y caballerescos.


[19] Cautiverio de Guarinos (álá-e) [CGR, 0223]: Sevilla, CXXVI1.
[20] Durandarte envía su corazón a Belerma (á-a) [CGR, 0042]: Sevilla, CXX;
Cádiz, CXLIX.
[21] Belardos y Valdovinos (í-a) [CGR, 0103]: Sevilla, CX. INCa a El Marqués
de Mantua.
[22] El Marqués de Mantua (á) [CGR, 0088]: Sevilla, CX; Cádiz, CXXXI1.
[23] Gaiferos libera a Melisendra (álá-e) [CGR, 0151]: Sevilla, CXIX.
[24] El conde Claros preso (á) [CGR, 0366]: Sevilla, CXI.
[25] El conde Claros en hábito de fraile (á) [CGR, 0159]: Sevilla, LVIII; Sevi-
lla, XCVIII; Sevilla, CXIV; Sevilla, CXVI.
52 JESÚS ANTONIO CID

[26] El conde Grifos Lombardo (á-o) [CGR, 0118]: Sevilla, CXXVI; Cádiz,
CXLV.
[27] Doña Oliva forzada ál pie del rosal (á) [Fragmento de romance desconoci-
do]: Sevilla, CXVIII. INCa a Quejas de doña Urraca
[28] El conde Niño (á) [CGR, 0049]: Córdoba, III; Sevilla, LII; Cádiz, CXXIX.
[29] El conde Alarcos (í-a) [CGR, 0503]: Sevilla, CXXV; Algeciras, CCLXXXI.

D. Romances sobre la estructura familiar y social

D.1 La conquista amorosa: cortejo, seducción, rapto

[30] La bastarda y el segador (á-a) [CGR, 0161]: Sevilla, XXXII; Sevilla, CXXI;
resido Algeciras [nato Villa del Campo, Cáceres], CCXC
[31] La doncella guerrera (ó+á) [CGR, 0231]: Sevilla, LXXXIV; Tarifa,
CCLXXXVI.
[32] El marinero raptor (é-a) [CGR, 0231]: Sevilla (LI).
[33] La guirnalda de rosas (á) [CGR, 0433]: resido Algeciras [nato Villa del
Campo, Cáceres], CCLXXIX.
[34] Santa Iria (hexas. í-a) [CGR, 0173]: Córdoba (XX); Sevilla (L).
[35] Ricofranco (é) [CGR, 0133]: Sevilla (ER, PI.5.3).
[36] Los peregrinos primos (7+5, pareados) [CGR, 0142]: Algeciras, CCLXXXII;
Sevilla, CCXC bis, y ER, PI. 1.1.

D.2 Amor fiel, amores desgraciados, amores contrariados

[37] La aparición de la enamorada (í) [CGR, 0168]: Sevilla, XCII.


[38] ¿Dónde vas, Alfonso XlI? (í) [CGR, 0168.1]: Córdoba, X; Sevilla, LXXXVI.
[39] El prisionero (ó) [CGR, 0078]: Córdoba, XIII; Sevilla. XXXVIII; Sevilla,
CXXIII, INCa a Bañando está las prisiones; Cádiz, CXXXVII; Cádiz,
CXLIII.
[40] No me entierren en sagrado (á-o) [CGR, 0101.1]: Sevilla, LXV; Sevilla,
CIV.INCa a Muerte del galán. Sevilla, ER, PI. 2.8, Sevilla, PI. 2.9). INCa'
a Estando de guardia un día.

D.3 Rupturas familiares: desamor; ;:tdulterio; incesto; la mala' suegra

[41] Me casó mi madre (hexas. í-a) [CGR, 0221]: Córdoba, XXI; Sevilla, XXXI;
Sevilla, (LV).
[42] Albaniña (ó) [CGR, 0234]: Córdoba, V;' Sevilla, LXXXI.
[43] Tamar (á) [CGR, 0140]: Córdoba, I; Sevilla, XXIX; Sevilla, XXX; Sevilla,
LVI.
[44] Silvana (í-a) [CGR, 0005]: Córdoba (XVII).
[45] Delgadina (á-a) [CGR, 0075]: Córdoba, XVI; Sevilla, XXXIV; Sevilla,
LXXIII; Sevilla, CXV.
[46] Blancaflor y Filomena (é-a) [CGR, 0184]: Córdoba, IX; Sevilla, LXVII;
Cádiz, CXLVII.
[47] La mala suegra (á) [CGR, 0153]: Córdoba, XIV; Sevilla, LXVI.
[48] Casada de lejas tierras-(hexas. estróf.) [CGR, 0156]: Sevilla, LIX.
LAS ENCUESTAS DE MANRIQUE DE LARA. ANDALUcíA, 1916 53

DA La familia reconstituida

[49] Gerineldo y la condesita (í-o + á) [CGR, 0023 + 0110]: Córdoba, VII;


Sevilla, LXII; Cádiz, CXLV
[50] La vuelta del marido (é) [CGR, 0113]: Córdoba, XII; Sevilla; LXXXVII.
[51] La muerte ocultada (í-a) [CGR, 0080]: Córdoba, XV; Sevilla, XXVI; Sevi-
lla, XXVII; Sevilla, LXIII.
[52] Flores y Blancaflor (í-a) [CGR, 0136]: Cádiz, CXLI (fragm.).
[53] La hermana cautiva (octos. í-a) [CGR, 0169]: Córdoba, II; Sevilla, XXVIII;
Sevilla, XLVIII; Cádiz, CXLVIII.
[541 Las tres hermanas cautivas (hexas. í-a) [CGR, 0137]: Córdoba, VI; Sevi-
lla, XXXVI; Sevilla, LIV.

E. Romances devotos. Milagros

[55] La flor del agua (á-a) [CGR, 0104]: Sevilla, LXXVI.


[56] Marinero al agua (á-a) [CGR, 0180]: Sevilla, XXXV; Sevilla, LXX.
[57] Santa Catalina (á-a) [CGR, 0126]: Sevilla, XLVII; Sevilla, ER, PI. 5.1.
[58] Santa Catalina + Marinero al agua (á-a) [CGR, 0180 + 0126]: Córdoba,
XIX.

II. Romances vulgares tradicionalizados

[59] La Rueda de la Fortuna (é-a) [CGR, 0132]: Córdoba, XVIII. INCa a Los
presagios del labrador.
[60] Soldados forzadores (í-a) [CGR, 0170]: Sevilla, LXIV
[61] El novio asesinado (á-a) [CGR, 0701]: Sevilla, XLII; Sevilla, CI.
[62] La monja por fuerza (é-o) [CGR, 0225]: Córdoba, XXIII; Sevilla, XXXIII;
Sevilla, LXVIII; Sevilla, XCIII.
[63] Muerte del galán (á, cabo roto) [CGR, 0115]: Sevilla, LXV; Sevilla, CIV.
[64] Los bandidos y los arrieros (é-a) [CGR, 0506]: resido Algeciras [nato Villa
del Campo, Cáceres], CCXCIV
[65] La capea de los mozos de Monleón (á-o) [CGR, 0371]: resido Algeciras [nato
Villa del Campo, Cáceres], CCXCIII.
[66] Los presagios del labrador (é-a) [CGR, 0818]: Córdoba, XV-1II.
[67] La infanticida (é-a) [CGR, 0096]: Sevilla, XXXVII; Sevilla, LXXX.
[68] El niño resucitado (í-o) [CGR, 0715]: Sevilla, XLVI.
[69] El robo del sacramento (á-o) [CGR, 0079]: Sevilla, XLIV; Sevilla, ER, PI.
1.3.

III. Romances y composiciones burlescas e infantiles

[70] El cura pide chocolate (hexas. á-a) [CGR, 0177]: Sevilla, CV


[71] El molinero y el cura (é) [CGR, 0461]: Sevilla, LIII.
[72] El castigo del sacristán (á) [CGR, 0536]: Sevilla, ER, PI. 304.
[7'3] La lanceta del fraile (estróf.): Sevilla, ER, PI. 2.2.
[74] El loro de las monjas (estróf.): Sevilla, LXXV
[75] El confitero y la niña (í-a): Sevilla, ER, PI. 204.
54 JESÚS ANTONIO CID

[76] Marcos. La vida del casado (é-a): Sevilla, XLV; Sevilla, ER, PI. 2.6.
[77] El galán burlado. Las mozuelas de la alameda (é-a) [CGR, 0750]: Córdo-
ba, XXIV.
[78] La mujer del calderero (á): Sevilla, XCIV Sevilla, ER, PI. 5.4.
[79] El corregidor y la molinera (estróf.) [CGR,. 0218]: Sevilla, XLIII.
[80] La loba parda (á-a) [CGR, 235]: resido Algeciras [nato Villa del Campo,
Cáceres], CCXCI.
[81] Don Gato (á-o) [CGR, 0144]: Sevilla, LXXVII.
[82] Mambrú (á) [CGR, 0178]: Sevilla, LXXI.
[83] A Atocha va una niña (á): Sevilla, ER, PI. 3.3.
[84] La niña discreta (estróf.) [CGR, 0204]: Córdoba, XXV; Sevilla, LX; Sevi-
lla, ER, PI. 4.3.
[85] Estando de guardia un día (á-o): Sevilla, ER, PI. 2.8, PI. 2.9.
[86] La tortilla del teniente (estróf.) [CGR, 0763]: Sevilla, ER, PI. 2.7).
[87] Juan Lezna a caza de gangas (é-a): Cádiz, CXLVI.
[88] Las hijas del merino (estróf.) [CGR, 0826]: Sevilla, XLI; Sevilla, LXI;
Algeciras, CCLXXXV.
[89] La viudita y el conde de Cabra (estróf.): Sevilla, LXXII.
[90] Los cuatro novios. En el palacio del rey hay barandillas (estróf.): Córdo-
ba, XXII.

IV. Romances religiosos .

[91] El castillo de la Virgen (Rosaflorida, a lo divino) (í-a) [CGR, 0308.1]:


Córdoba, XI.
[92] Anunciación y duda de San José (octos. y hexas. en coplas alternadas)
[CGR, 0516]: Sevilla, LXXXV.
[93] La Virgen y el ciego (é) [CGR, 0226]: Sevilla, XLIX; resido Algeciras [nato
Villa del Campo, Cáceres], CCXCV.
[94] ¿Cómo no cantáis, la bella?, a lo divino (é-a) [CGR, 0098.1]: Sevilla,
LXXIX.
[95] El rastro divino (á-a) [CGR, 0042.1]: Sevilla, ER, PI. 5.2.
[96] Jesucristo va de ronda (ó-e) [CGR, 0727] + El monumento de Cristo (á-
o) [CGR, 0034.3]: Sevilla, ER, PI. 2.1.
[97] El labrador caritativo (í-a) [CGR, 0185]: Sevilla, ER, P. 4. 2.
[98] El ateo (í-a) [CGR, 0808]: Sevilla, ER, PI. 3.2.
[99] La samaritana (á-a) [CGR, 0187]: Sevilla, XC; La Línea, CCLXXXVIII;
Sevilla, ER, PI. 4.1.

V. Romances de pliego con escasa o nula tradicionalización

[100] Los doce pares de Francia. Fierabrás de Alejandría (é-o) [CGR, 5114]:
Sevilla, CXVII.
[101] Dionisio de Salamanca (á-a) [CGR, 0510]: Sevilla, CXXIV.
[102] Don Juan Chacón, campeón de la sultana (á-a) [CGR, 0586]: Sevilla,
CXXVIII. .
[103] Los cautivos Melchor y Laurencia (é-a) [CGR, 0372]: Sevilla, ER, PI. 1.2.
LAS ENCUESTAS DE MANRIQUE DE LARA. ANDALUCíA, 1916 55

[104] La famosa Leonarda. El mercader de Zafra (á-a) [CGR, 5125]: Córdoba,


VIII.
[105] Don Patricio de Córdoba y Aguilar (í-o) 5101: Sevilla, XCVII.
[106] Inés Marcela. Crimen de Don Benito (estróf.) [CGR, 5131]: Sevilla, XL.
VI. Composiciones artificiosas o cultas

[107] La princesa Rosaura (á-a): Sevilla, LXXXII.


[108] La consejera de la reina (é-a): Sevilla, LXXVIII; Sevilla, CVI.
[109] La oveja descarriada (estróD: Sevilla, LXIX; Sevilla, LXXXIX.
[110] Dime, niña, por qué lloras. La huérfana y la Virgen (í + á): Sevilla,
LXXXVIII.
[111] A Belén venid, pastores (á + ó): Sevilla, LXXXIII.
[112] La Nochebuena explicar quiero (7+5, pareados) [CGR, 0854]: resido Alge-
ciras [nato Villa del Campo, Cáceres], CCXCIVI.

VII. Composiciones no narrativas. Cancionero lírico

[113] Entierro y boda contrastados (estróf.) [CGR, 0128]: Sevilla, ER, PI. 3.l.
[114] El retrato (cuartetas hexas.) [CGR, 0548]: Sevilla, LXXIV
[115] Madre, una madama (hex.-heptas., í): Sevilla, LVII.
[116] El panadero de pan de Aragón (estróf.): Sevilla, XCI.
[117] Dame un besito, amor (coplas): Córdoba, IV
[118] Cómo quieres que tenga (coplas): Sevilla, ER, PI. 2.5.
[119] Santa Bárbara tiene (coplas): Sevilla, cn.
[120] ¿Por qué lloras, bella rosa? (coplas): Sevilla, ER, PI. 3.5.
[121] Pobre de mi capilla ¿Dónde vaya dormir? (coplas): Sevilla, CIII.
[122] Vamos a contar mentiras (estróf.): Sevilla, ER, PI. 2.3.
[123] Dichosa la madre (copla de alboreáJ: Cádiz, CXXX.
56 JESÚS ANTONIO CID

APÉNDICE

MANRIQUE DE LARA, PINTOR Y CRÍTICO DE ARTE.


Dos ESCRITOS DESCONOCIDOS SOBRE VEIÁZQUEZ

Aunque Manuel Manrique de Lara nos interesaba aquí como recolector


del Romancero, ya queda indicado que limitar a esa actividad su significación
para la cultura española de su tiempo sería incurrir en notoria injusticia. Es
tarea inútil y sermón perdido tratar de alterar retrospectivamente las escalas de
valor, simples escalafones muchas veces, que determinan la jerarquía según la
cual los españoles contemplamos nuestra herencia cultural. Cada presente tiene
el pasado que se merece. El reduccionismo en lo que se considera historiable o
digno de atención y recuerdo, sean obras o personas, nos lleva sólo a una contem-
poraneidad empobrecida.
y valga lo anterior como simple coartada para insistir en lo ya dicho:
Manrique de Lara es, a pesar de su discreción y modestia como hombre público,
una de las personalidades más atractivas, dinámicas, versátiles y valiosas que
conozco en la España cultural del pre- y post- 98. Es ya innecesario hacerse len-
guas de lo mucho que le debemos en los estudios sobre el Romancero; algo queda
apuntado también sobre su labor como introductor de la vanguardia musical eu-
ropea en España, y como crítico de música y compositor. Queda todavía valorar
en los justos términos su larga dedicación a la pintura y la crítica de arte. En ese
terreno, por mi parte, sólo desearía añadir aquí como simple aportación lo ・セア
una extraña casualidad me ha permitido alcanzar a conocer cuando revisaba las
pruebas de imprenta de este escrito.
Consta que Manrique de Lara fue pintor desde sujuventud35 . La práctica
de la pintura le llevó directamente a la crítica de arte que, según él mismo afir-
maba con rotundidad, sólo debería ser ejercida por pintores:

[... ] No me refiero a los críticos ajenos a la práctica del arte, sino exclusivamente a
los pintores, únicos capacitados en general para juzgar en achaques propios de su
arte. Sólo ellos, cuando unen al dominio técnico de la pintura el conocimiento histó-
rico de su desarrollo, pueden apreciar pormenores y cualidades que forzosamente
pasan inadvertidas ante quien no ha educado sus ojos para la contemplación artís-
tica del natural, ni ha adiestrado su mano en la disciplina de una escuela deposita-
ria de una tradición. El crítico no pintor sólo aprecia la parte histórica y puramente
filosófica de la pintura, manteniéndose siempre en las generalidades menos preci-
sas y sin penetrar jamás en los secretos de la técnica 36 .

35 Según afirma Tragó y Arana: "Simultáneamente con la publicación de versos y artículos


literarios que mostraban la viveza de su imaginación juvenil y lo vasto de su temprana cultura,
se sintió fascinado por la belleza objetiva de.las artes plásticas, y bajo la dirección de eminentes
maestros se dedicó a la práctica de la pintura, consiguiendo la amistad y la estimación de gran-
des artistas, con los cuales compartió asiduamente las tareas del Estudio en prolongada e ínti-
ma convivencia", Discursos... , p. 37.
36 M. Manrique de Lara, "Velázquez en el Museo del Louvre", RHi, LI (1921), p. 185.
LAS ENCUESTAS DE MANRIQUE DE LARA. ANDALUcíA, 1916 57

Manrique de Lara aplicó esa idea de la crítica artística a la obra del pintor
que más admiraba. El Marqués de Lema atestigua que Manrique era un excep-
cional conocedor de las obras de Velázquez, "no sólo en calidad de crítico, sino por
haberlas aprendido prácticamente, copiándolas de los originales". En 1921
Manrique publicó un trabajo en la Revue Hispanique, ''Velázquez en el Museo del
Louvre" en el que se muestra bien informado sobre ''la nueva escuela" y "la nueva
crítica" aplicada a la determinación de la autoría de obras pictóricas de atribu-
ción insegura. En el estudio pone a prueba su convicción, casi un axioma, de que
"los ojos familiarizados con el arte de una escuela rara vez podrán engañarse, y
no sólo acertarán a clasificar sus diversas obras, sino a distinguir un cuadro ori-
ginal de la copia". Al enfrentarse a los siete cuadros que el Louvre catalogaba
como obras de Velázquez, Manrique llega tras un examen crítico y razonado de
cada uno de ellos a la conclusión de que cinco eran apócrifos absolutos, y otro una
tela repintada. Lo más sorprendente es que Manrique pudo añadir al único cua-
dro de Velázquez auténtico, a su juicio, del museo de París otra obra (un retrato
masculino) en la que hasta entonces nadie había reparado y que él atribuye sin
vacilar al pintor sevillano fundándose en criterios "de pintor", estrictamente téc-
nicos. De la seguridad con que Manrique de Lara se desenvolvía en este campo
nos da idea una nota que el editor de la Revue Hispanique, un asombrado R. Foulché-
Delbosc, añadió al pie: "Quand ce portrait d'homme se trouvait dans la galerie de
la princesse Mathilde, il était attribué El Velázquez. M. Manuel Manrique de Lara
n'était pas au courant de ce détail en écrivant son étude, et l'attribution qu'il
propose n'en présente que plus d'intéret"37.
Al interés de Manrique por todo lo velazqueño responden también los dos
escritos autógrafos que por puro azar llegaron a mi poder la primavera pasada.
En la librería "Filobiblion" de Madrid se hallaba a la venta un libro procedente
sin duda de la biblioteca de Manrique de Lara, puesto que a él está dedicado. Se
trata de una obra que dista mucho de ser una rareza para bibliófilos: los Estudios
históricos y criticas del ya mencionado Salvador Bermúdez de Castro, Marqués
de Lema (Madrid: F. Beltrán, 1913). Dentro del ejemplar se encuentran dos car-
tas del autor y dos escritos a lápiz en la inconfundible letra de Manrique de Lara.
El primeto lleva el título de "Infante Cardenal" y ocupa sólo un folio doblado con
las cuatro carillas totalmente llenas en letra casi ilegible a veces. El segundo, con
el simple título ''Velázquez'', lo forman siete cuartillas escritas por sólo una cara.
Es fácil entender la razón de que Manrique conservara dentro del libro esas car-
tas y escritos. El Marqués de Lema adquirió un pequeño lienzo que representa la
cabeza de un joven, y que desde antiguo se había atribuido a Velázquez por "per-

37 Ibid., p. 209. La crítica actual no concuerda, sin embargo con el dictamen de Manrique de
Lara. Como muestra véase lo que indica M. Bardi en su excelente Catálogo de Velázquez, Barce-
lona, Rizzoli-Noguer, 1973: El. Busto de hombre del Louvre "queda excluido o silenciado por los
críticos más recientes" (p. 93) Ahora bien, la validez de tales exclusiones o silencios se relativiza
no poco a ojos del simple profano que se limita a cotejar las afirmaciones excesivamente categó-
ricas y con frecuencia contradictorias de los críticos aparentemente más expertos en Velázquez
-pero no pintores, como quería Manrique-. Sobre ello he discurrido en un trabajo antiguo y
publicado, sin cambios sustanciales, en el Homenaje a D. Julio Caro Baroja de la Revista de
Tradiciones Populares, "Velázquez y los secretarios de Estado: Vicisitudes flamencas de unos
retratos del Conde-Duque", RDTP, LI (1996), p. 129-158.
58 JESÚS ANTONIO CID

sonas competentes" como Luis y Pedro Madrazo. El Marqués de Lema llegó a la


conclusión de que el retratado era el Cardenal-Infante D. Fernando de Austria,
hermano de Felipe IV; estudió el retrato en relación con toda la iconografía del
personaje y postuló que había servido de base para la cabeza del famoso cuadro
del Infante en hábito de cazador, único retrato de D. Fernando hasta entonces
conocido de Velázquez. Para reforzar su argumentación, muy sólida en apoyos
documentales, el Marqués recurrió al dictamen de Manrique de Lara, y no hay
duda de que ese dictamen es el que se recoge en el primer escrito. Es más, el
escrito de Manrique figura en un folio timbrado de "El Diputado a Cortes por
Tineo", es decir el propio Marqués de Lema. Lema publicó en 1911 un estudio
sobre el cuadro atribuyéndolo ya con plena seguridad a Velázquez 38 , y volvió a
imprimir ese trabajo al principio del libro de 1913. Manrique de Lara anotó cui-
dadosamente el estudio de Lema apostillando en los márgenes su aprobación o
sus reservas al texto del libro, y conservó entre sus páginas su escrito de 1911 o
1912. El segundo, y más amplio, artículo pese a su título genérico se dedica sobre
todo a negar la influencia de Zurbarán en el joven Velázquez.
Si considero estos escritos como "desconocidos" entiéndase ello con todas
las cautelas necesarias. Pudieron acaso aparecer en la prensa periódica o en algu-
na de las revistas en las que colaboró Manrique de Lara. El Marqués de Lema
escribe en una de las cartas: "Cuando se quede V. libre,.cuento con su valioso
artículo sobre el Cardenal Infante". La carta es de diciembre de 1912, pero nada
se dice en el libro del año siguiente de que Manrique hubiera publicado tal artícu-
lo. No encuentro, en cualquier caso, mencionado ninguno de ellos en las bibliogra-
fías velazqueñas a mi alcance. En cuanto a su valor intrínseco, me parece eviden-
te el interés del primer artículo, al menos para un profano. Manrique de Lara es
fiel a su tesis de que un cuadro ha de ser estudiado y "visto" con ojos de pintor, y
en unas notas rápidas, telegráficas casi, va recorriendo con minuciosidad lo que
aprecia en las facciones del retrato. Al margen del crédito que merezca su opinión
categórica de que el cuadro era una obra auténtica de Velázquez, no hay duda de
que Manrique enseña a "ver" el cuadro desde una perspectiva que no es la habi-
tual en la crítica al us0 39 . El otro estudio plantea una cuestión, la presunta in-

38Marqués de Lema, "Un cuadro de Velázquez; el estudio del retrato del c。セ、・ョ。ャ Infante
D. Fernando", RABM, XV (1911), vol. XXIV, 248-266.
39 Para seguir a Manrique en su examen será necesario contar con una reproducción del retrato
que no me es posible proporcionar. Se publica una buena lámina en el mencionado trabajo del
Marqués de Lema (tanto en la Revista de Archivos como en el libro de 1913). Una vez más la
crítica académica sobre Velázquez no coincide con el criterio de Manrique de Lara. Según Bardi,
la autoría de Velázquez "es hoy casi unánimente recusada, en parte por el mal estado", yen el
Catálogo de la última gran exposición en el Museo del Prado, Velázquez, Madrid, Ministerio de
Cultura, 1990, el cuadro de Lema ni siquiera es mencionado al ocuparse del retrato de cuerpo
entero, El cardenal infante don Fernando de Austria, cazador (núm. 44). Los autores aluden a
las opiniones de Beruete y Pantorba, pero ignoran las precisiones muy fundadas de Lema y
Manrique de Lara sobre la evidente relación entre este cuadro y la cabeza que sirvió de modelo
a un retrato en el que el Infante no pudo ser pintado del natural por hallarse fuera de España.
Sobre la "autoridad" de Beruete 'cabría recordar algún gazapo con 」ッョウ・オセ」ゥ。ウ trágicas
para el patrimonio artístico español (Cf. J. A. Cid, "Velázquez y los secretarios de Estado...",
arto cit., p. 130).
LAS ENCUESTAS DE MANRIQUE DE LARA. ANDALUcíA, 1916 59

fluencia de Zurbarán en Velázquez, que la crítica reciente ha descartado ya por


completo, pero que era al parecer un lugar común cuando Manrique de Lara con-
sideró oportuno, por primera vez, refutarla.

I
[VER UN CUADRO]
INFANTE CARDENAL

Vida de los ojos-Transparencia-Exactitud en el dibujo-Tono verdoso


oscuro de laf? pupilas. La del ojo izquierdo es algo más clara, precisamente en el
sitio de la sombra, por pasar un rayo de luz por bajo de la pupila para iluminar la
parte izquierda del iris. Firmeza en el dibujo de los párpados, anchos, que deter-
minan la característica caída de ojos de la raza.
La nariz es robusta y carnosa, ligeramente rojiza, y en ella la arista de
luz se determina con segura firmeza. El oscuro que la dibuja por el lado izquierdo
arranca de la ceja izquierda, y viene ondulando, en una totalidad característica
de Velázquez, junto al borde de la nariz y por bajo de ella hasta su parte izquier-
da, limitando la forma con gran firmeza.
La boca acaso está algo inclinada hacia la derecha, como si el modelo se
hubiera movido, resultando así la parte baja del cuadro algo más de frente que la
frente y los ojos.
El color de los labios es fresco, pero la factura difícil y premiosa, como si
no acertara a dar la forma característica. Sin embargo está llena de vida.
El óvalo total de la cara está pintado con un colorido cálido y transparen-
te, ligeramente amarillento, y traduce a maravilla la coloración transparente y
pálida del modelo, de fina raza ya agotada y decadente. En la parte en sombra, es
decir en la mejilla izquierda, el tono se oscurece hábilmente hacia un tono fresco
y rojizo.
La oreja es dura y premiosa. Su dibujo total firme, mas en los detalles de
la forma hay cierta vacilación; acaso no está concluida para contribuir a que se
aleje [?], o bien por no cansar al modelo. Su colorido es algo amoratado.
El pelo fácil y espontáneo, de color de ocre. Sobre él se monta en la factura
el fondo de asfalto, dibujando firmemente la cabeza.
El cuello blanco es algo frío y azulado. Bajo la barba hay un oscuro vagaroso
que es como verdadera masa de aire.
Bajo la nuca una raya oscura, en que el fondo se prolonga, determina
también respecto del fondo (que en ella se prolonga) un fuerte relieve.
El rojo del ropaje está entonado y pardo, y con pintura extendida casi sin
detalle alguno.
Raya de carmín que de un lado a otro dibuja el ropaje rojo en sombra bajo
el cuello blanco.
Las cejas apenas están determinadas, como si por ser extremadamente
rubias se perdiesen en la entonación de la carne.
60 JESÚS ANTONIO CID

11
VELÁZQUEZ
[Su PRIMER ESTILO, Y ZURBARÁN]

Las cualidades del primer estilo de Velázquez, aparte la rara firmeza del
dibujo, son comunes a todos los pintores españoles contemporáneos y revelan
tendencias características de escuela, más bien que propósitos deliberados de
imitación. Sus procedimientos denotan un estado general de arte, y nada o muy
poco avanzan respecto de los demás en lo que al colorido concierne; sólo el dibujo
en su doble acepción de línea y de forma, es más concreto, característico e
individualizado. Velázquez ha sido un gran artista, no por sus primeras obras que
sólo contienen en promesas el fruto cierto de las que habían de seguirlas, sino por
la evolución realizada más tarde que habría de llevarle al prodigio de las creacio-
nes más avanzadas. Zurbarán, con quien su estilo coincidía en sus primeros años,
apenas varió en su técnica y por ello, con evidente error, se considera cO,mo típica
su manera, atribuyéndole determinada influencia sobre la de Velázquez. En rea-
lidad, lo mismo pudo Zurbarán imitar a Velázquez que éste a Zurbarán. Cuando
se conocieron hacia 1618, según el pintor extremeño decalara cuarenta años más
tarde en el expediente relativo a la merced de hábito de Santiago concedida por
Felipe IV al pintor sevillano, éste tenía ya un estilo formado en las enseñanzas de
Herrera y de Pacheco, sin que el conocimiento de los cuadros que en aquella época
pintase Zurbarán pudiesen ser parte, en modo alguno, a que fuese modificado.
Los cuadros que Velázquez pintó antes de su primer viaje a Italia muestran, sí,
una progresión continua de habilidad y de firmeza en los medios técnicos de que
disponía, mas siempre manteniéndose dentro de un mismo impulso inicial bebido
en la enseñanza de sus maestros.
Mucho más que un principiante desconocido, y cuya técnica fue siempre
algo dura y penosa, como Zurbarán, pudo influir en Velázquez el pincel habilísimo,
la soltura y ligereza de mecanismo, la pompa de colorido, cualidades todas avalo-
radas por un glorioso renombre, con que la figura de Pedro Pablo Rubens se pre-
sentaría a sus ojos en las visitas que hizo a la corte de España. Quien tan indife-
rente se mostró más tarde a la influencia del célebre pintor flamenco, mal iba a
someterse en los comienzos de su arte a un pintor joven como él y cuyos medios de
expresión en ningún instante sobrepasaron los suyos propios. Las coincidencias
de su estilo provinieron sin duda de influencias de escuela a que ambos estuvie-
ron sometidos. Zurbarán se fosilizó en sus procedimientos y apenas cumplió a
través de sus obras otra evolución que la que puede denunciar una continua prác-
tica, proporcionando una mayor destreza.
'Velázquez, por el contrario, se mantuvo en perpetua evolución, persiguien-
do cada vez con mayor ahinco la brillantez del colorido y la resolución del proble-
ma de la luz, a la cual la entonación general del cuadro aparece a cada instante·
más dócilmente sometida. Una cualidad fundamental se perpetúa a través de la
obra entera de Velázquez: la firmeza y evidencia en el dibujo, seguramente totali-
zado. Mas en lo que al color concierne vemos realizarse en su estilo una continua
modificación que pasa desde los tonos calientes y terreros de sus primeras obras
a la entonación brillante y plateada que adquirió después, en que el valor absolu-
to del tono desaparece para no acusar más que el que le corresponde en relación
LAS ENCUESTAS DE MANRIQUE DE LARA. ANDALUCíA, 1916 61

con la luz que lo circunda. Nada de esto puede hallarse en los cuadros de Zurbarán,
cuyo vigor, no exento de dureza, se perpetúa como su mejor cualidad, sin que en
ningún instante logren suavizarlo esos tenues efectos de luz que nos asombran en
Las Hilanderas o en el retrato ecuestre del príncipe Baltasar Carlos. Zurbarán se
mantuvo siempre consecuente consigo mismo, y así sus últimas obras perpetúan
en el arte las cualidades que tuvieron las primeras por él pintadas. En todas
hallamos también las [cualidades] que Velázquez muestra ya en los cuadros de su
época sevillana y que, en lo que al colorido concierne, había de abandonar más
tarde. De aquella persistencia y de esta modificación ha nacido la leyenda, sin
fundamento alguno en la realidad, de que Zurbarán pudo ejercer una influencia
mínima en el primer estilo de Velázquez.

También podría gustarte