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BOLIVAR FRENTE A LA CORRUPCIÓN

Por: JAIME MEJIA DUQUE

El Decreto cuyo breve texto se reproduce a continuación, fue expedido por el


Libertador Simón Bolívar desde Lima, el 12 de enero de 1824, con el objeto
de eliminar drásticamente los conatos de corrupción administrativa, que ya
entonces surgían en Colombia. Después haremos el comentario pertinente.

DECRETO

“Teniendo presente:

1°. Que una de las principales causas de los desastres en que se


ha visto envuelta la Republica, ha sido la escandalosa
dilapidación de sus fondos, por algunos funcionarios que han
intervenido en ellos;

2°. Que el único medio de extirpar radicalmente este desorden,


es dictar medidas fuertes y extraordinarias, he venido a decretar,
y

D E C R E T O:

Articulo 1°. Todo funcionario publico, a quien se le convenciere


en juicio sumario de haber malversado o tomado para si de los
fondos públicos, de diez pesos arriba, queda sujeto a la pena
capital.

Articulo 2°. Los jueces a quines, según la ley, compete este


juicio, que en su caso no procedieren conforme a este decreto,
serán condenados a la misma pena.

Articulo 3°. Todo individuo puede acusar a los funcionarios


públicos del delito que indica el articulo 1°.

Articulo 4°. Se fijará este decreto en todas las oficinas de la


República, y se tomará razón de él en todos los despachos que
se libraren a los funcionarios que de cualquier modo intervengan
en el manejo de los fondos públicos.

Imprimase, publíquese y circúlese.


Dado en el Palacio Dictatorial de Lima, a 12 de enero de 1824 –
4°. De la Republica.
SIMON BOLIVAR
Este Decreto, por el cual de hecho Bolívar notifica su voluntad dictatorial, es
más que una simple curiosidad histórica. Aunque nuestros “demócratas” se
rasguen las vestiduras y se echen ceniza en los cabellos, lo cierto es que el
drástico Decreto de Bolívar perdura como un modelo de enérgica defensa de
los intereses colectivos. En realidad, se trata de señalar a los verdaderos reos
de “alta traición a la patria”. Porque, antes que nadie, merecen dicha pena y
el juicio sumario que a ella debe conducir, puesto que cometen su delito con
plena deliberación y a conciencia de que dañan gravemente a la sociedad.

Teniendo a la vista, ya desde el nacimiento mismo de la nueva republica,


la amenaza de la corrupción administrativa contra la comunidad, Bolívar
supo a qué atenerse. El leguleyismo es hoy, en gran medida, el apoyo o la
coartada de los corruptos. En efecto, entre “interpretaciones”, distingos de
incisos y matices, entre “recursos” y marrullerías, aquellos eluden la
responsabilidad de sus delitos, creando la duda sobre la esencia de la
cuestión penal. Mientras tanto, el pueblo no sabe hacia dónde mirar ni ante
quién apelar en busca de protección y justicia. Y si bien muchos de los
actos de Bolívar durante los últimos seis años de su vida fueron y son
discutibles y estuvieron en contradicción flagrante con su pasado
revolucionario, lo cierto es que al menos este, relativo al castigo de la
corrupción y a la defensa de los intereses comunitarios, se justifica por
completo.

Pero la Colombia actual, además de corrupta y violenta, es viciosamente


retórica. Quienes aquí gritan mas alto la palabra “democracia”, son los que
con sus felonías y abusos la degradan, niegan en la practica su sentido
primigenio y la desacreditan. ¡Palabrería encubridora! Volvamos a ciertas
ideas correctivas de Simón Bolívar, si queremos erradicar el criminal
fariseísmo que también nos agobia.

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